Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Helmintiasis intestinales David Botero Marcos Restrepo ASCARIASIS Esta parasitosis es la helmintiasis más frecuente en el mundo. Los parásitos adultos se localizan en el intestino delgado, contribuyen a la desnutrición infantil, producen sintomatología intestinal y complicaciones por migración. La transmisión se hace a través de la tierra, por lo cual se considera una geohelmintiasis. Por ser una parasitosis fácil de tratar se han organizado campañas quimioprofilácticas comunitarias para su control. Etiología Ascaris lumbricoides es un parásito que en estado adulto alcanza un tamaño aproximado de 20 cm (figura 200-1). El macho tiene la extremidad posterior curva y la hembra la presenta recta. No tienen ningún órgano de fijación y viven sueltos en la luz del intestino delgado. Se alimentan del material alimenticio digerido por el huésped.[1] Figura 200-1. Ascaris lumbricoides. Adultos macho y hembra. Ciclo de vida La hembra fecundada produce una enorme cantidad de huevos, calculada en 200.000 por día, los cuales salen mezclados con las materias fecales (figura 200-2). Estos huevos necesitan embrionar durante dos a cuatro semanas en la tierra húmeda con temperatura entre 15ºC y 30°C para formar larvas infectantes. Después de ingeridos estos huevo infectantes, liberan las larvas en el intestino delgado, penetran la mucosa de este y por vía circulatoria llegan a los pulmones, para pasar a las vías respiratorias altas y luego ser deglutidas. Cuando llegan al intestino delgado, crecen hasta formar el parásito adulto.[1] Figura 200-2. Ascaris lumbricoides. Huevo. Epidemiología Ascaris es el helminto intestinal más difundido en el mundo. En 2006 se calculó que aproximadamente 1.200 millones de personas estaban parasitadas, la mayoría de ellas con infecciones leves. Se encuentra principalmente en niños con bajas condiciones higiénicas.[2] Países de América Latina, como Argentina, Uruguay, Chile, Costa Rica y Cuba presentan prevalencias menores de 15%. En países tropicales de este continente, como es el caso de Colombia, la prevalencia ha sido alrededor de 30%, de acuerdo con el Estudio Nacional de Salud de 1977-1980.[3] [4] A partir del siglo XXI se observa disminución de la prevalencia en los países del trópico americano, en gran parte debido al amplio uso de antihelmínticos y a los progresos en el saneamiento ambiental. Un importante programa de control se ha realizado en México.[5] con franca disminución de la prevalencia y de la intensidad. La OMS recomienda establecer control quimioterapéutico en zonas endémicas, como una medida complementaria de salud pública, administrando un antihelmíntico cada 6 meses a los grupos de mayor prevalencia como son los niños, en quienes, además, la ascariasis agrava la desnutrición.[6] [8] Fisiopatología Las larvas al pasar por el pulmón producen ruptura de los alvéolos, hemorragias e inflamación, manifestada por síntomas respiratorios pasajeros. Los parásitos adultos en el intestino delgado causan molestias digestivas, principalmente dolor periumbilical debido a su gran tamaño y a las migraciones y movimientos frecuentes que hacen en busca del sexo opuesto. Cuando el número de parásitos es grande hay complicaciones como obstrucción intestinal (figura 200-3). Tanto en las infecciones leves como en las intensas puede haber migración a diferentes órganos. El consumo de nutrientes en el intestino, por parte de los parásitos, contribuye a la desnutrición en los niños. Figura 200-3. Ascariasis. Obstrucción intestinal. Manifestaciones clínicas Se inician con sintomatología pulmonar transitoria, debida al paso de las larvas a través de este órgano. Los principales síntomas son: tos, expectoración y fiebre, cuadro similar al de la gripe, que puede pasar desapercibido si el número de larvas es pequeño. En la mayoría de los casos esta etapa clínica es asintomática. En infecciones masivas los síntomas respiratorios son más intensos y pueden observarse opacidades fugaces en la radiografía pulmonar, lo que corresponde al síndrome de Löeffler. La sintomatología digestiva más frecuente es el dolor abdominal periumbilical. Cuando el número de parásitos es grande, equivalente a más de 50.000 huevos por gramo (hpg) de materias fecales, los síntomas digestivos pueden ser más intensos, el abdomen está distendido y la interferencia con la nutrición del paciente se hace evidente. Los síntomas psíquicos, el chasqueo de dientes, el dormir con los ojos entreabiertos, etc., parecen ser creencias populares asociadas con la presencia de estos parásitos comunes en niños. Complicaciones Las complicaciones producidas por los áscaris constituyen los cuadros clínicos de mayor importancia, muchos de los cuales son quirúrgicos. La obstrucción intestinal por formación de nudos, se observa más frecuentemente en niños y se caracteriza por intenso dolor abdominal, distensión, constipación y en algunas ocasiones vómito de parásitos vivos. Este cuadro de abdomen agudo puede presentar también fiebre con leucocitosis y una masa abdominal palpable que corresponde al nudo de parásitos.[9] [10] La migración a diferentes órganos tiene sintomatología variada según el lugar afectado; la invasión de las vías biliares produce cólicos similares a los causados por cálculos, con la característica de ser muy intensos, de duración prolongada y ceder muy poco a los analgésicos. Esta sintomatología puede asociarse a ictericia de tipo obstructivo. La llegada de parásitos al hígado puede producir un absceso y los huevos depositados por las hembras en esta víscera dan origen a granulomas de cuerpo extraño. Es posible observar pancreatitis y apendicitis cuando estos órganos son invadidos. La salida de áscaris a través de perforaciones intestinales permite la llegada a la cavidad peritoneal o al exterior cuando la perforación se hace sobre hernias inguinales o umbilicales. Por antiperistalsis los parásitos pueden llegar a la faringe, ser vomitados y ocasionalmente pasar a las vías respiratorias y producir asfixia.[11] Las manifestaciones alérgicas debidas a este parásito no son muy frecuentes, pero se consideran posibles. Las convulsiones, frecuentemente atribuidas a esta parasitosis, no parecen tener ninguna relación con ella. El único mecanismo posible sería la llegada de larvas al cerebro, las cuales podrían producir irritación local, lo cual es poco posible en la ascariasis. La desnutrición puede considerarse una complicación en niños con ascariasis intensa a repetición. Esto se presenta en zonas pobres en donde la población infantil tiene desnutrición por deficiencia alimentaria.[12] Se ha encontrado que la ascariasis intensa afecta el desarrollo psicomotor y el rendimiento escolar.[13] Prevención La prevención de la ascariasis, como la de las otras helmintiasis intestinales adquiridas de la tierra (geohelmintiasis), puede hacerse educando a la población y con el uso de letrinas y el suministro de agua potable, métodos que en la práctica resultan muy difíciles en las circunstancias de subdesarrollo y pobreza en que se encuentran la mayoría de las zonas pobres de los países tropicales. Diagnóstico Se hace por el reconocimiento de los huevos en el examen coprológico o cuando el paciente elimina parásitos espontáneamente o con las materias fecales. Las radiografías del tracto intestinal con medio de contraste o sin él pueden mostrar la presencia de estos helmintos. Los estudios radiológicos de las vías biliares pueden también poner de manifiesto la presencia de áscaris adultos. Los métodos de concentración para huevos en materias fecales no tienen mucha importancia en ascariasis, debido al gran número de ellos que loshace fácilmente detectables en el examen directo. Los métodos de recuento de huevos son de utilidad para determinar la intensidad de la parasitosis. Se considera infección leve cuando hay menos de 5.000 huevos por gramo de materia fecal (hpg), mediana entre 5.000 y 50.000 e intensa con más de 50.000. Se calcula que dividiendo el número de hpg por 2.000 se obtiene el número aproximado de parásitos adultos. Cuando hay solo parásitos machos, el diagnóstico se dificulta, pues no se encontrarán huevos en el examen de heces.[14] Tratamiento El tratamiento de la ascariasis es sencillo, pues prácticamente todos los antihelmínticos de acción intestinal son muy efectivos. En ascariasis siempre debe hacerse tratamiento, aun en las infecciones leves, pues un solo parásito puede migrar y producir una enfermedad grave. El uso comunitario de antihelmínticos en poblaciones con alta prevalencia es una buena medida de control, que a la vez contribuye al mejoramiento del estado nutricional de los niños parasitados. La desparasitación en comunidades o familias se recomienda hacerla 1 a 2 veces al año de acuerdo con la prevalencia. Los medicamentos utilizados se mencionan en el capítulo Tratamiento de parásitos intestinales. En obstrucciones intestinales puede ser necesaria la intervención quirúrgica, lo mismo que para la remoción de parásitos que han migrado. Cuando un parásito adulto se ha introducido parcialmente en el colédoco, puede usarse la endoscopia para removerlo. TRICOCEFALOSIS Esta helmintiasis intestinal es la segunda en frecuencia en las zonas tropicales. Los parásitos habitan en el intestino grueso. La mayoría de los casos son asintomáticos pero en infecciones intensas pueden producir colitis. Es una geohelmintiasis que predomina en niños, cuando ingieren los huevos larvados y estos se transforman directamente en parásitos adultos en el intestino. Etiología Trichuris trichiura es un gusano blanco de 3 a 5 cm de longitud, en forma de látigo con la cuarta parte posterior más gruesa. El macho, un poco más pequeño que la hembra, tiene la extremidad posterior enrollada (figura 200-4), mientras que la hembra la presenta recta (figura 200-5). Los parásitos adultos viven enclavados por su parte más delgada en la mucosa del intestino grueso del ser humano. Allí copulan y la hembra produce huevos que salen sin embrionar en las materias fecales (figura 200-6). Figura 200-4. Trichuris trichiura. Adulto macho. Figura 200-5. Trichuris trichiura. Adulto hembra. Figura 200-6. Trichuris trichiura. Huevo. Ciclo de vida Los huevos embrionan en la tierra con humedad y temperatura adecuadas y desarrollan larvas en un período aproximado de tres semanas. Los huevos larvados son infectantes al ser ingeridos; las larvas que se liberan en el intestino delgado maduran en el colon para convertirse en parásitos adultos. Epidemiología En zonas tropicales de América Latina la prevalencia de tricocefalosis es similar a la de ascariasis, con la diferencia que la primera predomina en zonas más húmedas. La frecuencia en el Estudio Nacional de Colombia de 1980 fue de 37,5%.[4] similar a la de otras zonas del trópico americano.[15] Los programas de control con antihelmínticos, como el de México.[5] han disminuido menos la tricocefalosis que la ascariasis, debido a la menor eficacia del tratamiento contra Trichuris. Se considera también una geohelmintiasis por su paso por la tierra. Fisiopatología Los tricocéfalos hieren la mucosa del intestino grueso, producen inflamación y causan diarreas. Al movilizarse dejan puntos sangrantes, lo cual puede producir anemia. El grado de lesión y la intensidad de la sintomatología guardan relación directa con el número de parásitos (figura 199-7). Las personas con recuentos de huevos inferiores a 1.000 por gramo de materias fecales, equivalente a tener cinco parásitos o menos en el intestino grueso, generalmente no presentan ninguna sintomatología o tienen síntomas leves. Los casos más graves se caracterizan por presentar sintomatología.[16] Figura 200-7. Tricocefalosis. Colitis causada por el gran número de parásitos. (Patología. Universidad de Antioquia). Manifestaciones clínicas La mayoría de los casos presentan infecciones leves asintomáticas. En los casos de mayor intensidad se presentan dolor abdominal de tipo cólico y diarrea. En los casos más graves ocurren dolor abdominal de mayor intensidad y diarrea persistente, a veces con moco y sangre. Esta forma disentérica se presenta principalmente en niños desnutridos y es similar a la observada en la amebiasis intestinal aguda. En estos niños es posible la presencia de prolapso rectal. La asociación de tricocefalosis y otras parasitosis u otras infecciones del colon agrava el cuadro clínico. Complicaciones Cuando hay intenso parasitismo y disentería en niños desnutridos, puede presentarse atonía del esfínter anal, lo cual puede desencadenar la salida del recto a través del ano (prolapso rectal) (figura 200-8). En el caso de asociación con amebiasis, la sintomatología aumenta, pues ambos parásitos producen colitis y rectitis. En casos graves de desnutrición y sangrado intestinal puede producirse anemia. En las formas crónicas e intensas se han observado retardo en el crecimiento de los niños desnutridos y deficiencias cognitivas y de rendimiento escolar.[17] Figura 200-8. Tricocefalosis. Prolapso rectal con parásitos. Diagnóstico Prácticamente en todos los casos se hace por el reconocimiento de los huevos en el examen coprológico. Los métodos cuantitativos son preferibles, pues permiten conocer la intensidad de la infección. Se considera que existe una tricocefalosis leve cuando hay menos de 1.000 hpg, mediana entre 1.000 y 10.000 hpg e intensa, con más de 10.000 hpg. Se obtiene el número aproximado de parásitos adultos dividiendo por 200 el número de hpg en las materias fecales.[14] [18] Los parásitos adultos se pueden observar a simple vista en los casos de prolapso rectal y cuando se hace colonoscopia. Prevención Como en todos los otros parásitos que se transmiten por las materias fecales, la correcta eliminación de ellas suprimiría la posibilidad de transmisión. La educación y la buena higiene personal son factores que contribuyen a la prevención.[19] Tratamiento Es preferible tratar todos los casos, aunque la urgencia del tratamiento es proporcional a la intensidad de la infección y la sintomatología (ver capítulo Tratamiento de parásitos intestinales). Cuando se presenta prolapso rectal, es necesario reducirlo manualmente y corregir la desnutrición. Cuando hay anemia asociada a tricocefalosis, debe corregirse con hierro por vía oral. UNCINARIASIS Esta enfermedad, llamada también anemia tropical, es conocida desde hace muchos siglos. En Egipto fue descrita en papiros y se la denominó clorosis. Desde el siglo X se responsabilizó a un gusano intestinal como el causante del síndrome anémico que afectaba principalmente a trabajadores de minas y a agricultores. En América se descubrió la causa de esta enfermedad en el siglo XIX y se comprobó que el verme era diferente de Ancylostoma duodenale, anteriormente conocido en Europa y Egipto. Al parásito descubierto se le dio el nombre de Necator americanus. Después se comprobó que este helminto era oriundo de África, a pesar de lo cual persistió el nombre científico. Estos dos parásitos se denominan con el nombre de uncinarias. En Colombia, a finales del siglo antepasado, se descubrieron las uncinarias en autopsias de pacientes muertos con intensa anemia, que sufrían la enfermedad llamada entre los campesinos tuntún, nombre asociado a la sensación de golpes intracraneanosque el paciente experimenta al hacer ejercicio físico.[20] Etiología La uncinariasis en América Latina, en la gran mayoría de los casos, es producida por Necator americanus. Este gusano, de aproximadamente 1 cm de largo (figura 200-9), se localiza en la parte alta del intestino delgado donde se agarra a la mucosa por medio de sus placas cortantes (figura 200-10). Figura 200-9. Uncinarias. Parásitos adultos. Figura 200-10. Necator americanus. Cavidad bucal al microscopio electrónico de barrido. Ciclo de vida Los parásitos adultos se localizan en el intestino delgado, principalmente en el duodeno. Allí copulan y producen huevos fértiles que salen en las materias fecales (figura 200-11), embrionan en la tierra húmeda y dan origen a larvas que después de transformarse a formas infectantes penetran en la piel del hombre. Por vía sanguínea llegan a los pulmones para alcanzar luego las vías respiratorias altas y finalmente el tubo digestivo. Al llegar al intestino delgado se transforman en parásitos adultos que pueden vivir hasta 5 años.[1] Figura 200-11. Uncinarias. Huevo fértil. Epidemiología En América tropical la uncinariasis fue por mucho tiempo una enfermedad que causaba grandes pérdidas en salud y dinero, al afectar principalmente a los campesinos que se dedicaban a la agricultura y no usaban zapatos. En la actualidad estas zonas tropicales mantienen, en su gran mayoría, los métodos agrícolas tradicionales y aunque la uncinariasis permanece en porcentajes de 10% a 20%, la intensidad de las infecciones es leve en la gran mayoría de los casos. Este hecho y la mejoría en la atención médica, son las causas para que se observe raramente la enfermedad grave por esta parasitosis.[21] La uncinariasis se encuentra en todas las edades, pero predomina cuando el individuo es más productivo en las labores agrícolas. Esta ocupación es definitivamente un factor determinante de la infección. En cuanto a prevención, el uso de letrinas terminaría con el problema en las zonas endémicas, pero debido a las características del trabajo en estas zonas y a las bajas condiciones de educación y económicas de sus habitantes, este procedimiento no es siempre realizable, pues la defecación en el campo sigue siendo una costumbre y muchas veces una necesidad.[22] [23] Fisiopatología La penetración de las larvas por la piel causa una dermatitis transitoria. Estas larvas toman la vía sanguínea y llegan a los pulmones en donde rompen los capilares, llegan a los alvéolos y ascienden por las vías respiratorias, en cuyo trayecto dan origen a síntomas. De la vía aérea pasan a la digestiva y descienden hasta el intestino delgado en donde se transforman en parásitos adultos que se fijan a la mucosa por medio de órganos cortantes que hieren y dan lugar a hemorragia. Las lesiones, aunque superficiales y pequeñas, tienen trascendencia cuando el número de parásitos es grande. La ingestión de sangre por múltiples parásitos da origen a anemia. Esta es hipocrómica y microcítica, como corresponde a la anemia por pérdida de hierro, ocasionada por la continua extracción de sangre que hacen los parásitos, calculada en 0,03 mL por día y por cada N. americanus. Como factor agravante debe considerarse la hemorragia en los puntos sangrantes que dejan los parásitos al desprenderse de la mucosa, lo cual sucede con frecuencia. Las principales características de los eritrocitos en el extendido de sangre periférica son: hipocromía, anisocitosis con predominio de microcitos, poiquilocitosis y policromatofilia. El porcentaje de reticulocitos está elevado y se pueden observar eritrocitos nucleados y con punteado basófilo. El número total de leucocitos y plaquetas no está alterado, pero el porcentaje de eosinófilos generalmente sobrepasa las cifras normales. El hierro sérico está bajo, pero se recupera rápidamente cuando se administra con fines terapéuticos. Esto hace que el uso del hierro sea tan importante como el tratamiento antiparasitario, pues si se hace este último exclusivamente, la reposición de la hemoglobina será muy lenta con los aportes de hierro de la alimentación.[24] [25] Manifestaciones clínicas La penetración inicial de las larvas por la piel, generalmente por los pies, es pruriginosa y con frecuencia asiento de infecciones bacterianas secundarias. Se dan los nombres populares de candelillas o mazamorras a estas lesiones que generalmente duran pocos días. A su paso por los alvéolos pulmonares, como parte del ciclo normal de las larvas, hay pequeñas hemorragias y exudados que se manifiestan con síntomas respiratorios, tales como tos, expectoración y febrículas, que excepcionalmente son reconocidos como causados por esta parasitosis. En infecciones intensas pueden verse opacidades pulmonares pasajeras, que han sido clasificadas dentro del síndrome de Löeffler, acompañadas de alta eosinofilia circulante.[26] La enfermedad mantiene una relación directa con el número de parásitos que habitan en el intestino. Los casos leves, con recuentos bajos de huevos, generalmente no producen manifestaciones apreciables. Las infecciones medianas presentan sintomatología y las intensas causan enfermedad grave. La intensidad de los síntomas es inversamente proporcional al estado nutricional del paciente. Debido a la larga vida de las uncinarias y a las frecuentes reinfecciones que sufren los pacientes en zonas endémicas, la uncinariasis es una enfermedad progresiva y crónica. La localización de los parásitos adultos en el duodeno y el yeyuno causa inflamación local que origina dolor epigástrico, el cual puede variar desde una leve fatiga hasta franco dolor de tipo ulceroso. Es común la presencia de pirosis, náuseas y ocasionalmente vómito. El aumento de la peristalsis raramente causa diarrea. La absorción de hierro es alta; se ha calculado que se absorbe entre 50% y 70% del hierro administrado por vía oral y aproximadamente el 40% del hierro de la hemoglobina que llega al intestino proveniente de la hemorragia intestinal.[25] En los casos leves de anemia es frecuente observar debilidad física, somnolencia y ligera palidez; los casos medianos presentan además disnea de grandes esfuerzos y tendencia al reposo. Los casos francamente avanzados, cuando se han iniciado desde la niñez, producen retardo en el desarrollo mental y físico, alteraciones de la conducta y retraso en el desarrollo sexual. Los pacientes que muestran recuento superior a 10.000 hpg de materias fecales y hemoglobina inferior a 8 g/dL presentan gran debilidad y pérdida de fuerza para el trabajo, palpitaciones, disnea, cefalea, lipotimias, parestesias, anorexia y pica. El ejercicio causa cefalea pulsátil perceptible en las arterias craneales, la que los campesinos de Colombia han denominado tuntún. En las formas graves de la enfermedad el examen físico permite observar la palidez así como la facies abotagada, edemas periféricos y derrames pleurales. Esto se debe a hipoalbuminemia por hemorragia y pérdida de linfa, así como por disfunción hepática. Prácticamente todos estos casos presentan una o más anormalidades cardiovasculares, principalmente soplos sistólicos, cambios en la presión sanguínea, taquicardia y cardiomegalia. Las alteraciones electrocardiográficas consisten en bajo voltaje, prolongación del intervalo QT y alteraciones por el agrandamiento del ventrículo izquierdo. Con frecuencia se observan hepatomegalia y esplenomegalia.[27] [28] Complicaciones En los pacientes con la enfermedad muy avanzada y de larga evolución pueden observarse trastornos mentales como desorientación, confusión, pérdida de la memoria, excitabilidad y agresividad, asícomo trastornos sexuales. Se han encontrado casos de tromboflebitis en pacientes intensamente anémicos por uncinariasis, aunque no está esclarecida la relación causa a efecto. En niños con uncinariasis asociada a ascariasis y tricocefalosis se ha encontrado disminución del peso y de la capacidad física, recuperables con el tratamiento antiparasitario.[28] En mujeres embarazadas la anemia por uncinariasis da origen a complicaciones.[29] Diagnóstico Como en la mayoría de las helmintiasis intestinales, el método más simple de diagnóstico es la presencia de huevos en las materias fecales. En esta enfermedad es importante conocer el número aproximado de parásitos que existen en el intestino, lo cual puede hacerse con base en el número de huevos que aparezcan en las materias fecales. Se considera que la infección es leve cuando hay menos de 2.000 hpg; mediana de 2.000 a 4.000 hpg e intensa con más de 4.000 hpg. En el caso de N. americanus se ha calculado que se obtiene el número aproximado de gusanos adultos dividiendo por 80 el número de hpg, por ejemplo, la presencia de 2.000 hpg equivale a 25 parásitos adultos en el intestino. Los huevos de las dos uncinarias humanas principales son morfológicamente indistinguibles. Para diferenciar las infecciones por N. americanus y A. duodenale es necesario identificar los parásitos adultos o cultivar los huevos para estudiar las larvas filariformes.[14] En la médula ósea se observa hiperplasia de las series eritrocítica y eosinofílica. En pacientes que concomitantemente sean desnutridos, se observan cambios megaloblásticos asociados, que probablemente se explican por deficiencia de ácido fólico. Esta característica de la médula ha hecho denominar como anemia dimórfica a la que presentan los uncinariásicos que a la vez son desnutridos. La posibilidad de un proceso hemolítico como factor contribuyente a la anemia de la uncinariasis ha sido prácticamente descartada.[25] Prevención El uso de zapatos elimina en gran medida las posibilidades de infección, al evitar el contacto de las larvas con los pies. Los tratamientos en masa de la población que habita en las zonas endémicas son una medida coadyuvante. Un solo método preventivo no es suficiente para combatir la uncinariasis; para que esta parasitosis vaya desapareciendo, es indispensable el desarrollo socioeconómico y educativo en las zonas afectadas, como ha sucedido en países que han alcanzado niveles altos en todos los aspectos de la vida humana.[6] [30] Tratamiento El tratamiento de la uncinariasis debe hacerse con el doble fin de eliminar los parásitos y corregir la anemia. Esto es de especial importancia en los casos avanzados, pues en estas circunstancias, si no se cubren paralelamente ambas finalidades, la recuperación total es difícil de lograr. El tratamiento antiparasitario está justificado en todos los pacientes, independientemente del grado de infección, pues aun en casos leves puede llegarse a producir algún grado de anemia, debido a la cronicidad de la parasitosis. Como norma general, es importante desparasitar a los pacientes que deban someterse a cirugía mayor, especialmente a los que presenten uncinariasis, por el factor agravante de la anemia. De especial importancia es la eliminación de estos helmintos en pacientes que vayan a ser sometidos a gastrectomía, pues los parásitos que queden en el asa ciega no podrán recibir el efecto de los antihelmínticos administrados por vía oral. La terapéutica de la uncinariasis en estas circunstancias es muy difícil, pues no existen antihelmínticos para esta parasitosis que se administren por vía parenteral (para el tratamiento antihelmíntico, ver capítulo Tratamiento de las parasitosis intestinales). Tratamiento de la anemia. Siempre que haya anemia deben suministrarse sales de hierro por vía oral, de las cuales el sulfato ferroso es la más útil y la de menor costo. La forma anhidra sin cubierta es muy efectiva y generalmente bien tolerada. Con dosis de 200 a 300 mg diarios de este medicamento se obtiene en promedio una recuperación de 1 gramo de hemoglobina por semana, siempre que la causa de la hemorragia se haya eliminado. Como no todos los pacientes se desparasitan en un 100%, el tratamiento antianémico debe prolongarse por un tiempo largo. La terapia debe continuarse por 3 meses después de que la hemoglobina haya llegado al nivel normal, para recuperar los depósitos viscerales de hierro, que se han disminuido como causa de la hemorragia crónica. Se ha comprobado que la sola administración de hierro mejora mucho el nivel de hemoglobina en pacientes con uncinariasis, aunque no se haya hecho tratamiento para los parásitos. Esto podría ser la base para campañas de salud pública en zonas endémicas, en las cuales se podría mantener un suplemento de hierro como medio para mejorar la anemia. En el tratamiento individual de pacientes, el procedimiento correcto es eliminar los parásitos con antihelmínticos y paralelamente administrar el hierro por el período que sea necesario. Raramente se justifica el uso del hierro por vía parenteral en pacientes con uncinariasis; está indicado en casos de franca intolerancia por vía oral. Raramente se necesitan las transfusiones; se justificarían si el grado de anemia ha llegado a límites tan graves que implique peligro de muerte, en cuyo caso se debe tener especial cuidado de transfundir pequeñas cantidades de eritrocitos empacados. Una buena dieta es factor importante en la recuperación de la anemia. La observación corriente es que la uncinariasis grave se presenta en la inmensa mayoría de los casos en personas de bajo nivel socioeconómico, que generalmente tienen deficiencias nutricionales. La enfermedad se observa en pacientes con adecuada nutrición solamente cuando la intensidad de la invasión por los helmintos es excesivamente grande.[31] ESTRONGILOIDIASIS La estrongiloidiasis es menos frecuente que las tres helmintiasis intestinales mencionadas antes y tiene características biológicas especiales. La razón principal de su importancia es la gran capacidad invasiva en los pacientes inmunosuprimidos, que lo caracteriza como un parásito oportunista. Esta parasitosis se adquiere por vía cutánea a partir de tierra contaminada con larvas. Etiología y ciclo de vida Strongyloides stercoralis es un pequeño parásito del que solo se conocen las hembras con capacidad partenogenética, que miden 2 mm. Viven en la mucosa y submucosa del intestino delgado, de preferencia en el duodeno y parte alta del yeyuno, donde ponen los huevos; estos maduran y dan origen a larvas que pasan a la luz intestinal, para luego ser eliminadas con las materias fecales (figura 200-12). En la tierra con humedad y temperatura apropiadas se transforman en infectantes e invaden el hospedero a través de la piel.[1] Luego van por vía sanguínea a los pulmones, de donde pasan por las vías respiratorias a la faringe y luego a la laringe, para ser deglutidas y llegar al intestino delgado, donde se transforman en parásitos adultos. Este se llama ciclo directo. Existe también un ciclo indirecto en el cual las larvas que han llegado con las materias fecales a la tierra dan origen a gusanos adultos de vida libre, machos y hembras, que se reproducen allí y producen de nuevo las formas larvarias o se mantienen como gusanos de vida libre. Figura 200-12. Strongiloides stercoralis. Larvas en materia fecal. (Cortesía, Oscar Vamparis, Janssen Phamaceutica, Bélgica). El tercer ciclo llamado de autohiperinfección interna se presenta en pacientes inmunosuprimidos y consiste en que las larvas, procedentes de la mucosa intestinal, se transforman en infectantesdentro del intestino e invaden una gran variedad de vísceras.[1] Epidemiología S. stercoralis predomina en países tropicales, con prevalencia más baja que la de tricocéfalos, áscaris y uncinarias, la tríada de nemátodos más común en estos países. En Colombia y otros países tropicales de América Latina.[32] Strongyloides se encuentra entre 2% y 10% de la población. Su epidemiología, modo de transmisión y prevención son muy similares a los de las uncinarias, por lo cual lo dicho en el capítulo respectivo es también aplicable a la estrongiloidiasis. Strongyloides tiene la característica especial de poder reproducirse en la tierra, lo que permite que una zona contaminada permanezca así durante mucho tiempo. La propiedad de hiperinfectar al hospedro hace que produzca infecciones muy intensas y que la parasitosis se mantenga por muchos años o indefinidamente en personas que no tengan reinfecciones. Esta característica biológica hace posible que la parasitosis se descubra en países desarrollados, donde no existen las condiciones ambientales para adquirirla.[33] La autohiperinfección es de especial importancia en pacientes con inmunodepresión, en quienes produce complicaciones graves y aun fatales. Fisiopatología La penetración de las larvas por la piel produce lesiones locales similares a las causadas por las larvas de uncinaria. A su paso por los pulmones causan hemorragias pequeñas y neumonitis de intensidad variable, de acuerdo con la cantidad de larvas que hayan penetrado. En el intestino delgado los parásitos causan duodenitis con edema y atrofia de la mucosa, pequeñas hemorragias, granulomas y ulceraciones microscópicas o macroscópicas de acuerdo con la intensidad del parasitismo (figura 200-13). En pacientes inmunocomprometidos se observan casos graves e incluso fatales en los que el ciclo de hiperinfección interna produce intensa invasión parasitaria. Las larvas invaden por vía sanguínea y linfática prácticamente cualquier órgano: ganglios, hígado, pulmón, páncreas, sistema nervioso central, etc.[34] [35] Figura 200-13. Estrongiloidiasis. Corte histológico con adundantes parásitos. (Cortesía, Patología, Universidad de Antioquia. Manifestaciones clínicas En las formas leves es frecuente que los pacientes no manifiesten sintomatología. Cuando esta se presenta en pacientes inmunocompetentes, se caracterizada por dolor epigástrico, diarrea, náuseas y vómito. Si a estos síntomas se agrega eosinofilia circulante elevada, se debe sospechar la estrongiloidiasis.[36] Los casos graves se asocian frecuentemente a desnutrición y enfermedades infecciosas, pero principalmente a deficiencias inmunológicas, bien sea por enfermedad o por utilización de medicamentos inmunodepresores, más comúnmente corticosteroides.[37] Complicaciones Se presentan en pacientes inmunosuprimidos que desarrollan lesiones intestinales caracterizadas por edema de la mucosa, ulceraciones y hemorragias puntiformes. Se encuentra invasión intensa de todo el intestino, incluso del colon, donde también pueden producirse ulceraciones. En estos pacientes la sintomatología intestinal es mayor y se presentan síntomas variados por enfermedades concomitantes o afección de los órganos invadidos por los parásitos, principalmente los pulmones. En estas formas diseminadas con inmunosupresión no hay respuesta eosinofílica y, en contraste con los casos en pacientes inmunocompetentes, no hay hipereosinofilia circulante. Se ha asociado la estrongiloidiasis con la presencia de leucemia de células T en adultos, paraparesia espástica tropical y otros trastornos inmunológicos.[38] Esta parasitosis se ha asociado con sida. Diagnóstico El diagnóstico definitivo solo se puede hacer por el hallazgo de las larvas de Strongyloides que se encuentran tanto en materias fecales como en el líquido duodenal. El examen de este último se recomienda cuando se sospecha la parasitosis y los estudios en materias fecales han sido negativos. El material del duodeno se puede obtener con sonda o por medio de una cuerda de nylon que se deja en el duodeno por varias horas para que se impregne de su contenido. Esa cuerda se ingiere envuelta en una cápsula de gelatina (cápsula de Beal) que se disuelve en el estómago. Las larvas en exámenes coprológicos no son constantes, debido a que su salida a la luz del intestino no es regular, por lo cual es indispensable hacer exámenes seriados en días diferentes para aumentar la posibilidad de hallarlas. Los métodos de concentración, los de separación de larvas, los cultivos y las pruebas serológicas son útiles en el diagnóstico de laboratorio. En los pacientes que van a recibir tratamiento inmunosupresor se deben usar con insistencia los métodos de diagnóstico para estrongiloidiasis, por la gravedad que puede presentar esta parasitosis en tales individuos.[39] [40] Prevención Las medidas de prevención mencionadas en las geohelmintiasis en aplican también a esta parasitosis; ellas incluyen: evitar la defecación en la tierra y controlar el contacto de la piel con tierra contaminada por medio de zapatos o guantes. Además, son aplicables todas la medidas generales de higiene y saneamiento ambiental. En los pacientes con inmunosupresores y en los candidatos a trasplantes, se deben intensificar las medidas preventivas. Tratamiento En la estrongiloidiasis no son eficaces los antihelmínticos usados en las otras geohelmintiasis. El tratamiento específico debe ser un antihelmíntico que llegue a los tejidos en donde se encuentran los parásitos. Debido a las dificultades para encontrar las larvas en las materias fecales, los controles para confirmar la curación parasitológica deben ser estrictos y repetidos. Los antihelmínticos utilizados se encuentran en el capítulo Tratamiento de las parasitosis intestinales. OXIURIASIS La oxiuriasis o enterobiasis es una helmintiasis más frecuente en niños que en adultos, de muy amplia distribución en el mundo y con gran tendencia a diseminarse directamente de persona a persona, sin pasar por la tierra. Etiología Enterobius vermicularis, llamado comúnmente oxiuro, es un gusano de aproximadamente 1 cm de longitud, blanco, cuya hembra presenta el extremo posterior muy delgado terminado en una punta fina. Es importante reconocer esta característica morfológica, pues frecuentemente los gusanos son llevados al médico para su identificación (figura 200-14).[1] Figura 200-14. Oxiuros-adultos Ciclo de vida Este ciclo tiene características especiales que lo diferencian de los helmintos ya estudiados. Este parásito no pone los huevos en el interior del intestino, sino que la hembra sale a través del ano (figura 200-15), generalmente durante la noche y se desliza por la piel dejando los huevos adheridos a ella en las regiones perianal y perineal. Esto condiciona la necesidad de buscar los huevos en esos lugares y no en las materias fecales como sucede con los otros helmintos intestinales. Los huevos son infectantes al poco tiempo de emitidos, sin necesidad de caer a la tierra. La infección se adquiere por vía oral al ingerir dichos huevos, generalmente a partir de las manos, el polvo de habitación, las ropas, etc. Después de ingeridos, dan origen a larvas en el intestino delgado, las cuales se trasladan al colon, lugar donde habitan normalmente como adultos.[1] Figura 200-15. Enterobius vermicularis. Hembra adulta con huevos. Epidemiología La oxiuriasis es una parasitosis de muy fácil transmisión, la cual se hace principalmente mediante las manos, aunque también es posible que los huevos al caer a las ropas o al suelo sean llevados en el polvo por el viento e infecten a cierta distancia. Es frecuente la autoinfección a partir de las manos y uñas contaminadas al rascarse la región anal y luego llevarse las manos a laboca. En América Latina se han encontrado tasas de prevalencia entre 5% y 50%, de acuerdo con la metodología utilizada y los grupos estudiados. La mayoría de los estudios basados en encuestas para parasitismo intestinal revelan porcentajes muy bajos o ausencia de oxiuriasis, debido a que se basan en exámenes de materias fecales.[41] Fisiopatología El parásito no produce directamente lesiones en el colon, pero sus migraciones pueden dar origen a lesiones de acuerdo con el órgano afectado. Hay formación ocasional de granulomas cuando los parásitos mueren dentro de la mucosa intestinal o genital. La invasión del apéndice podría ser causa de apendicitis (figura 200-16), aun cuando esto no es frecuente. Se han descrito nódulos fibrosos sobre parásitos que han tenido migraciones anormales. Figura 200-16. Oxiuriaris. Corte de parásito adulto en apéndice, se observan las típicas espículas laterales (flechas). (Cortesía, Alejandro Vélez, Universidad de Antioquia. Manifestaciones clínicas El oxiuro se adhiere muy débilmente a la mucosa del colon, por lo cual no alcanza a producir lesión. Cuando la cantidad de parásitos es pequeña, no hay sintomatología. En infecciones mayores, la irritación del colon provoca dolor abdominal y en ocasiones deposiciones blandas o diarreicas. Estos síntomas son de aparición irregular, muy inespecíficos y a menudo leves, por lo que no sirven para un diagnóstico clínico. La principal molestia depende de la salida de los parásitos a través del ano y de su migración a otros lugares. El paso a la región perianal, especialmente en infecciones intensas, produce sensación de cuerpo extraño e intenso prurito; el rascado origina excoriaciones, fisuras anales o infecciones cutáneas. Cuando esta sintomatología se presenta en pacientes adultos, rara vez se debe a esta parasitosis y se deben investigar otras causas. Como síntomas secundarios derivados de lo anterior, se presentan insomnio, cambios en la conducta e inestabilidad emocional, originados en la preocupación de tener gusanos en el ano y en el prurito producido por la irritación mecánica. La sintomatología anotada se encuentra mucho más frecuentemente en niños que en adultos. Los menores son también parasitados con mayor frecuencia por estos helmintos. La invasión de las vías genitales es frecuente en niñas, en quienes causa irritación, alguna secreción vaginal y prurito. La invasión de los genitales internos puede causar infecciones secundarias. Complicaciones La presencia de granulomas en diferentes órganos, la apendicitis y la vaginitis son las principales complicaciones ocasionadas por migraciones de los parásitos adultos.[42] Diagnóstico Clínicamente se sospecha la oxiuriasis cuando hay prurito anal, principalmente en niños. La comprobación se hace identificando los parásitos adultos, que se encuentran en la ropa interior, la piyama o las camas. Más a menudo vh el diagnóstico se hace por identificación de los huevos colectados en la región perianal. El método más eficaz es el de Graham o de la cinta engomada, consistente en aplicar una cinta engomada transparente, en la mañana, antes del baño y de la defecación, en las regiones perianal y perineal. Después de hacer varias aplicaciones de la cinta, esta se extiende en un portaobjetos y se examina al microscopio (figura 200-17). Es de anotar que un solo examen negativo no descarta la oxiuriasis, pues es posible que no haya ocurrido migración de los parásitos en el tiempo inmediatamente anterior a la toma de la muestra. Por esta razón es recomendable repetir el examen en varios días. La pregunta al paciente sobre la observación de los gusanos adultos es de mucha ayuda en el diagnóstico. El examen coprológico no es útil en el diagnóstico de esta parasitosis. Figura 200-17. Huevos de oxiuros en cinta engomada. Prevención Las medidas higiénicas personales, el buen desarrollo de la salud pública y del nivel educativo no han sido barreras para que el oxiuro se disemine en poblaciones con buen nivel socioeconómico. El parásito es cosmopolita, notoriamente más frecuente en niños, con predominio en la edad escolar, debido al hacinamiento en las escuelas y a la falta de higiene personal y de aseo de las manos en esa edad. Las medidas preventivas se deben enfocar en el cuidado de las ropas y en la higiene de las manos, así como en el frecuente tratamiento de los casos positivos y de los grupos expuestos a la infección. Los antihelmínticos usados periódicamente tienen efecto profiláctico para la comunidad, pues permiten mantener índices bajos de parasitismo. Tratamiento La oxiuriasis es una parasitosis fácil de eliminar con los antihelmínticos descritos en el capítulo Tratamiento de las parasitosis intestinales, pero es a la vez una parasitosis muy fácil de ser adquirida de nuevo. Cualquiera de los medicamentos que se administre debe darse a todo el grupo familiar o escolar afectado, pues las personas tratadas aisladamente que conviven con otras parasitadas rápidamente se reinfectan. Los medicamentos mencionados se han usado en programas de tratamiento en masa, principalmente en niños, de manera periódica, en comunidades con altos índices de parasitismo y de reinfección. CESTODIASIS Bajo este nombre se agrupan las infecciones por helmintos intestinales planos de varios géneros, con morfología diferente y distintos modos de transmisión. De acuerdo con estas diferencias serán tratadas en tres grupos. Teniasis intestinal Etiología Es producida por Taenia solium y Taenia saginata, que miden varios metros en su estado adulto (figura 199-18), poseen un pequeño escólex u órgano de fijación en el extremo anterior, con ganchos y ventosas en T. solium y solo ventosas en T. saginata. El cuerpo está formado por proglótides o segmentos, que en estado grávido permiten observar las ramas uterinas, lo cual se utiliza para diferenciar las dos especies (figura 200-19).[1] Figura 200-18. Taenia adulta. Figura 200-19. Prolótide de Taenia solium coloreada. Ciclo de vida Los parásitos adultos viven durante muchos años en el intestino delgado fijos a la mucosa. Los proglótides terminales llenos de huevos se desprenden progresivamente y salen al exterior por movimiento propio o mezclados con las materias fecales. Estos huevos son infectantes para los cerdos en el caso de T. solium y para el ganado vacuno en el caso de T. saginata. Los animales desarrollan en su organismo, principalmente en los músculos esqueléticos, las larvas o cisticercos, comúnmente llamados granalla en Colombia. La ingestión de esta carne parasitada, cruda o mal cocida, da origen en el hombre a las tenias adultas en el intestino. Esta infección intestinal con parásitos adultos sucede solamente en los seres humanos, los únicos hospederos definitivos de estas tenias.[1] Epidemiología La costumbre de comer carne cruda o mal cocida es el factor predominante en la adquisición de estas tenias. Las carnes contaminadas provienen principalmente de zonas rurales o pueblos donde no hay control en el sacrificio de los animales para consumo o no hay mataderos donde exista la inspección de carnes. La granalla o cisticercosis de los animales es fácilmente identificable, pues cada cisticerco mide aproximadamente 10 mm y es fácilmente visible o palpable en la lengua y mucosa yugal (figura 200-20). La infección de los animales, hospederos intermediarios, se hace por ingestión de materias fecales humanas o de porciones de tenia eliminadas por las personas parasitadas. El único hospedero definitivo de las dos tenias es el ser humano. La prevalencia en países latinoamericanos es alrededordel 1%.[43] Figura 200-20. Cisticercos en carne de cerdo. La frecuencia de T. saginata predomina sobre T. solium en general, posiblemente debido a que la carne de res se consume más frecuentemente mal cocida que la de cerdo. Ocasionalmente se han observado personas multiparasitadas con T. solium, una de las cuales presentó 25 parásitos. Fisiopatología La lesión intestinal producida por la tenia es mínima, generalmente existe un solo parásito, de donde se deriva el nombre popular de solitaria. La salida espontánea de los proglótides por el ano causa sintomatología. Manifestaciones clínicas El gran tamaño de la tenia puede producir molestias intestinales leves como dolor abdominal o diarrea, lo cual no es común ni característico; lo más frecuente es la ausencia de sintomatología. Los pacientes reconocen la presencia del parásito en el intestino cuando eliminan segmentos que causan prurito o sensación de cuerpo extraño. Con frecuencia le atribuyen sintomatología variada, no debida al parásito mismo, como enflaquecimiento, anorexia o aumento del apetito, mareos, nerviosismo, convulsiones, etc., que no tienen relación con los parásitos. En algunos pacientes los problemas médicos dependen principalmente de la tensión psicológica causada por la idea de tener un parásito de gran dimensión, sobre el cual hay tantas leyendas populares.[44] Complicaciones Existe un peligro en los pacientes con T. solium consistente en autocontaminarse o contaminar a otros con los huevos, los cuales por vía oral son causantes de cisticercosis humana, enfermedad que puede afectar el sistema nervioso central (ver capítulo correspondiente). Diagnóstico En la mayoría de los casos se hace por la identificación de los proglótides eliminados espontáneamente o con las heces. La eliminación espontánea es más frecuente en T. saginata, mientras que los de T. solium salen en pequeñas cadenas con las materias fecales. Los proglótides grávidos presentan el útero lleno de huevos, lo cual se observa a simple vista cuando se presionan entre dos láminas de vidrio. T. solium tiene menos de 12 ramas uterinas desprendidas del tronco central en uno de los lados y T. saginata más de 12. El examen coprológico no es un método eficiente, pues raramente se encuentran huevos en las materias fecales. De todas maneras este es un procedimiento complementario que debe hacerse. Son recomendables los métodos de Kato-Katz y la concentración con formol-éter. El uso de la cinta engomada (método de Graham para oxiuros) es utilizable para aumentar la probabilidad de encontrar los huevos en la piel perianal. Los huevos de T. solium y T. saginata son morfológicamente iguales (figura 200-21). Una innovación importante en el diagnóstico es la identificación de antígeno en materias fecales por ensayo inmunoenzimático (ELISA), aunque no diferencia entre las dos especies.[45] Figura 200-21. Huevo de Taenia spp. Prevención Esta se basa en comer la carne bien cocida. La congelación prolongada mata el cisticerco, por lo cual se ha usado como método de prevención en algunos lugares. El control de las carnes en los mataderos es una medida muy provechosa y practicada en la mayoría de las ciudades grandes, pero no en pequeñas poblaciones ni en zonas rurales. Tratamiento La identificación del escólex después del tratamiento o la no eliminación de proglótides durante un período mínimo de tres meses dan la seguridad de erradicación de la tenia intestinal. Los medicamentos utilizados se describen en el capítulo Tratamiento de las parasitosis intestinales. Difilobotriasis Causada por Diphyllobothrium latum o D. pacificum, parásitos que puede medir hasta 10 metros de longitud. La infección se adquiere al comer pescado infectado, crudo o mal cocido. Estos pescados proceden de agua dulce para D. latum y de agua salada para D. pacificum. Los peces adquieren la infección a partir de crustáceos que han ingerido las formas larvarias acuáticas, que salen de los huevos eliminados por el hombre y por reservorios animales. Las manifestaciones clínicas de esta parasitosis son pocas o puede ser asintomática. En un pequeño porcentaje de casos de difilobotriasis se presenta anemia megaloblástica similar a la perniciosa, debida al gran consumo de vitamina B12 por parte del parásito. El diagnóstico se hace por examen coprológico, pues los huevos son liberados en el intestino. Su tratamiento es igual al mencionado para las tenias. D. latum está circunscrito en América a los países de los extremos Norte y Sur, donde hay lagos y se consume pescado crudo de agua dulce. Se ha descrito como parasitosis de alguna importancia en Estados Unidos, Canadá, Chile y Argentina. Es frecuente en los países Bálticos, Finlandia y Escandinavia. Recientemente se ha descrito en Perú y Chile D. pacificum, que tiene como reservorio a mamíferos marinos y que ocasionalmente puede parasitar al hombre cuando consume pescado de mar crudo e infectado, en alimentos tales como el seviche.[46] [47] Himenolepiasis y dipilidiasis Las especies Hymenolepis nana, Hymenolepis diminuta y Dipylidium caninun son céstodos pequeños que miden: 2 a 4 cm, la primera, y 20 a 50 cm las otras dos. Todos son parásitos comunes en animales, Hymenolepis en ratas y Dipylidium en perros y gatos.[1] El ser humano adquiere la infección cuando ingiere artrópodos que sirven de hospederos intermediarios para H. diminuta y D. caninum, lo cual hace que las infecciones humanas por estos dos parásitos sean muy escasas. H. nana se adquiere por ingestión de huevos procedentes de personas parasitadas y ocasionalmente por ingestión de artrópodos infectados. La infección por estos céstodos es múltiple, en especial por H. nana, de la cual puede haber muchos parásitos en el intestino humano. El diagnóstico se hace por la identificación de los huevos respectivos en materias fecales, ya que la sintomatología no tiene ninguna característica específica. Se encuentra un buen número de casos asintomáticos así como otros con algunos trastornos digestivos, como dolor abdominal y diarrea.[48] [50] Para el tratamiento de las infecciones por estos céstodos ver capítulo Tratamiento de las parasitosis intestinales. BIBLIOGRAFÍA 1. Botero D, Restrepo M. Parasitosis Humanas. 5ª Ed. Medellín, Colombia: Corporación para Investigaciones Biológicas, 2012. 2. World Healt Organization. Preventive chemotherapy in human helminthiasis. WHO. 2006. 3. Botero D. Persistencia de parasitosis intestinales endémicas en América Latina. Bol Of Sanit Panam 1981; 90: 39-47. 4. Corredor A, Arciniegas E, Hernández CA. Parasitismo Intestinal. Bogotá; Ministrewrio de Salud. 1993. 5. Flisser A, Valdespino JL, García-García L, Guzman C, Aguirre MT, Manon ML, et al. Using national health weeks to deliver deworming to children: lessons from Mexico. J Epidemiol Community Health. 2008; 62(4): 314-7. 6. Botero D. Posibilidades de control de las geohelmintiasis mediante tratamientos en masa. Bol Chile Parasitol 1979; 34: 39-43. 7. Bundy DAP, Wong MS, Lewis LL, Horton J. Control of geohelminths by delivery of targeted chemotherapy through schools. Trans R Soc Trop Med Hyg. 1990; 84(1): 115-20. 8. Bóia MN, Carvalho-Costa FA, Sodré FC, Eyer-Silva WA, Lamas CC, Lyra MR, et al. Mass treatment for intestinal helminthiasis control in an Amazonian endemic area in Brazil. Rev Inst Med Trop S Paulo. 2006; 48(4): 189-95. 9. Villamizar E, Méndez M, Bonilla E, Varon H, de Onatra S. Ascaris lumbricoides infestation as a cause of intestinal obstruction in children: experience with 87 cases. J Pediatr Surg. 1996; 31(1): 201-4. 10. de Silva NR, Guyatt HL, Bundy DA. Morbidity and mortality due to Ascaris-induced intestinal obstruction. Trans R Soc Trop Med Hyg. 1997; 91(1): 31-6. 11.Sandouk F, Haffar S, Zada MM, Graham DY, Anand BS. Pancreatic-biliary ascariasis: experience of 300 cases. Am J Gastroenterol. 1997; 92(12): 2264-7. 12. Crompton DW. Ascariasis and childhood malnutrition. Trans R Soc Trop Med Hyg. 1998; 58(6): 577-9. 13. Oberhelman RA, Guerrero ES, Fernandez ML, Silio M, Mercado D, Comiskey N, et al. Correlations between intestinal parasitosis, physical growth, and psicomotor development among infants and children from rural Nicaraguza. Am j Trop Med Hyg. 1998; 58(4): 470-5. 14. Montresor A, Crompton DWT, Hall A, Bundy DAP, Savioli L. Lineamientos para la evaluación de la geohelminthiasis y la esquistosomiasis a nivel de la comunidad. Guía para el manejo de los programas de control. Serie HCT/AIEPI/-16.E. Washington, D.C.: Organización Panamericana de la Salud; 1998. Pp. 5–31. 15. Bundy DA. Epidemiological aspects of Trichuris and trichuriasis in Caribbean communities. Trans R Soc Trop Med Hyg. 1986; 80(5): 706-18. 16. Lotero H, Tripathy K, Bolaños O. Gastrointestinal blood loss in Trichuris infection. Am J Trop Med Hyg. 1974; 23(6): 203-4. 17. Nokes C, Grantham-McGregor SM, Sawyer AW, Cooper ES, Robinson BA, Bundy DA. Moderate to heavy infections of Trichuris trichiura affect cognitive function in Jamaican school children. Parasitol. 1992; 104(Pt3): 539-47. 18. Raj SM. Fecal occult blood testing of Trichuris infected primary school children in Northeastern peninsular Malaysia. Am J Trop Med Hyg. 1999; 60(1): 165-6. 19. Núñez Fernández FA, Sanjurgo González E, Ramón Bravo J, Carballo D, Finlay Villalvilla CM. [Trichuriasis in Cuba]. Rev Cubana Med Trop. 1993; 45(1): 42-5. 20. Robledo-Villegas M, Arango-Posada A. Datos biográficos y comentarios a su obra científica. An Acad Med Medellín 1995; 8: 79-85. 21. de Silva NR, Brooker S, Hotez PJ, Montresor A, Engels D, Savioli L. Soil transmitted helminth infections: updating the global picture. Trends Parasitol. 2003; 19(12): 547-51. 22. Hotez PJ, Brooker S, Bethony JM, Bottazzi ME, Loukas A, Xiao S. Hookworm infection. N Engl J Med. 2004; 351(18): 799-807. 23. Botero D. [Persistence of endemic intestinal parasitosis in Latin America]. Bol Of Sanit Panam 1981; 90(1): 39-47. 24. Layrisse M, Roche M. The relationship between anemia and hookworm infection. Results of surveys of rural Venezuelan population. Am J Hyg. 1964; 79: 279-301. 25. Borrero J, Restrepo A, Botero D, Latottr G. Clinical and laboratory studies on hookworm disease in Colombia. Am J Trop Med Hyg 1961; 10(5): 735-41. 26. Chaudhry AZ, Longworth DL. Cutaneous manifestations of intestinal helminthic infections. Dermatol Clin. 1989; 7(5): 275-90. 27. Tolentino K, Friedman JF. An update on anemia in less developed countries. Am J Trop Med Hyg. 2007; 77(1): 44-51. 28. Stephenson LS, Latham MC, Kinoti SN, Kurz KM, Brigham H. Improvements in physical fitness of Kenyan schoolboys infected with hookworm, Trichuris trichiura and Ascaris lumbricoides following a single dose of albendazole. Trans R Soc Trop Med. 1990; 84(2): 277-82. 29. Bundy DAP, Chan MS, Savioli L. Hookworm infection in pregnancy. Trans R Soc Trop Med Hyg. 1995; 89(5): 521-2. 30. Bennett A, Guyatt H. Reducing intestinal nematode infection: efficacy of albendazole and mebendazole. Parasitol Today. 2000; 16(2): 71-4. 31. Broker S, Jardim-Botelho A, Quinnell RJ, Geiger SM, Caldas IR, Fleming F, et al. Age-related changes in hookworm infection, anaemia and iron deficiency in an area of high Necator americanus transmission in south-eastern Brazil. Trans R Soc Trop Med Hyg. 2007; 101(2): 146-54. 32. de Oliveira LC, Rivero CT, Mendes Dde M, Oliveira TC, Costa-Cruz JM. Frequency of Strongyloides stercoralis infection in alcoholics. Mem Inst Oswaldo Cruz. 2002; 97(1): 119-21. 33. Marcos LA, Terashima A, DuPont HL, Gotuzzo E. Strongyloides hyperinfection syndrome: an emerging global infectious disease. Trans Soc Trop Med Hyg. 2008; 102(4): 314-8. 34. Cimerman S, Cimerman B, Lewi DS. Enteric parasites and AIDS. S Paulo Med J. 1999; 117(6): 266-73. 35. Haque AK, Schanadig V, Rubin SA, Smith JH. Pathogenesis of human strongyloidiasis: autopsy and quantitative parasitological analysis. Mod Pathol. 1994; 7(3): 276-88. 36. Goswani ND, Shah JJ, Corey GR, Stout JE. Persistent eosinophilia and Strongyloides infection in Montagnard refugees after presumptive albendazole therapy. Am J Trop Med Hyg. 2009; 81(12): 302-4. 37. Sen P, Gill C, Estrellas B, Middleton JR. Corticosteroid-induced asthma: a manifestation of limited hyperinfection syndrome due to Strongyloides stercoralis. South Med J. 1995; 88(9): 923-7. 38. Hirata T, Uchima N, Kishimoto K, Zaha O, Kinjo N, Hokama A, et al. Impairment of host immune response against Strongyloides stercoralis by human T cell lymphotropic virus type 1 infections. Am J Trop Med Hyg. 2006; 74(2): 246-9. 39. Sudré AP, Macedo HW, Peralta RHS, Peralta JM. Diagnóstico da estrongiloidíase humana: importancia e técnicas. Rev Patol Trop. 2006; 35(3): 173-84. 40. Jongwutiwes S, Charoenkorn M, Sittichareonchai P, Akaraborvom P, Putaporntip C. Increasead sensitivity of routine laboratory detection of Strongyloides stercoralis and hookworm by agar plate culture. Trans T Soc Trop Med Hyg. 1999; 93(4): 398-400. 41. Gilman RH, Marquis GS, Miranda E. Prevalence and symptoms of Enterobius vermicularis infections in a Peruvian shanty town. Trans R Soc Trop Med Hyg. 1991; 85(6): 761-4. 42. Burkhart CN, Burkhart CG. Assessment of frequency, transmission, and genitourinary complications of enterobiasis (pinworms). Int J Dermatol. 2005; 44(10): 837-40. 43. Flisser A, Viniegra AE, Aguilar-Vega L, Garza-Rodríguez A, Maravilla P, Avila G. Portrait of human tapeworms. J Parasitol. 2004; 90(4): 914-6. 44. Torres M, Pérez C, Galdamez E, Gabor M, Miranda C, Cofre M, et al. Teniosis: Serie clínica en 35 pacientes. Parasitol al Día. 2001; 25(1-2): 55-9. 45. Allan JC. Detection of Taenia solium antigens in feces. In: García HH, Martínez SM, editors. Taenia solium. 2th edition. Taeniasis/Cysticercosis. Lima : Editorial Universo; 1999. p. 59-67. 46. Scholz T, García HH, Kuchta R, Wicht B. Update on the human broad tapeworm (Genus Diphyllobotrium), including clinical relevance. Clin Microb Rev. 2009; 22(1): 146-60. 47. Vuyisteke P, Bertrand C, Verhoef GEG, Vandenberg P. Case of megaloblastic anemia caused by intestinal taeniasis. Ann Hematol. 2004; 83(7): 487-8. 48. Noemi IS, Tassara R, Gottlieb B, Wallach D, Loewenwarter I, Herrera A, et al. Características clínicas de la infección por Hymenolepis nana en niños. Parasitol al Día 1991;15:32-6. 49. Belmar R. Dipylidium caninum en niños. Comunicación de 13 casos y tratamiento con un derivado de la salicidamida. Bol Chile Parasitol. 1963; 18: 63-7. 50. McMillan B, Kelly A, Walker JC. Prevalence of Hymenolepis diminuta infection in man. In the New Guinea highlands. Trop Geogr Med. 1971; 23(4): 390-2.
Compartir