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Micetomas Alexandro Bonifaz Denisse Vásquez-González Rosa M. Ponce Olivera Síndrome anatomo-clínico inflamatorio crónico, constituido por aumento de volumen, deformación de la zona afectada y lesiones fistulizadas, en las que se hallan las formas parasitarias denominadas “granos” o “gránulos”. Se divide en dos formas por su etiología: eumicetoma o micetoma eumicético, causado por hongos filamentosos y actinomicetoma o micetoma actinomicético, debido a actinomicetos filamentosos aerobios.[1-5] MICROBIOLOGÍA ACTINOMICETOMA O MICETOMA ACTINOMICÉTICO Se debe a actinomicetos filamentosos (microsifonados), aerobios y Grampositivos; la mayoría de los casos están comprendidos en tres géneros: Nocardia, Actinomadura y Streptomyces; los más frecuentes son los causados por Nocardia brasiliensis y Actinomadura madurae (tabla 193-1A).[1] [5] [6] Tabla 193-1A. Principales actinomicetos productores de actinomicetoma.[5] Actinomicetos (Forman granos blanco-amarillentos). Nocardia: Asteroides. Brasiliensis. Mexicana. Otitidiscaviarum. Trasvalensis. Nocardiopsis dassonvillei Actinomadura: Madurae. Pelletieri (grano rojo). Streptomyces somaliensis Género Nocardia Nocardia brasiliensis (Lindemberg; Castellani y Chalmers, 1913). Es un actinomiceto aerobio, causante de la mayoría de los actinomicetomas. Crece en agar Sabouraud y agar extracto de levadura y es inhibido por el cloranfenicol. Las colonias se desarrollan en ocho a 10 días a 25ºC-28°C, son limitadas, secas, de consistencia dura, de color blanco o blanco-amarillento y raras veces anaranjadas; en ocasiones presentan un ligero pigmento beis-café. Microscópicamente es Grampositivo y parcial o totalmente ácido-alcohol resistente (AAR); está constituido por filamentos microsifonados (0,5 µm -1 µm), tabicados, que se fragmentan en formas cocoides y bacilares. N. brasiliensis es prácticamente indistinguible de otras especies de Nocardia, por lo que se requiere estudiar las propiedades fisiológicas y térmicas para diferenciarlas (tabla 193-1-B).[5] [7] Tabla 193-1B. Propiedades fisiológicas básicas de las especies de Nocardia más frecuentes. Propiedades N. asteroides N. farcinica N. abscessus N. brasiliensis N. nova N. otitidiscaviarum Caseína – + – + – – Gelatina – – – + – – Esculina – – – + – + Hipoxantina – – – + – + Tirosina ± – – + – – Xantina – – – – – + Nitrato reductasa – – + + + + Ureasa + + + + + + Citrato – – + + – – L-Ramnosa – + – – – – D-Sorbitol – – – – – – Crec. a 45°C ± – – – – ± (Tomada y modificada de Brown-Elliot, et al, 2006)[6] Nocardia asteroides (Eppinger; Blanchard, 1896). Es un actinomiceto aerobio, agente etiológico de la mayoría de las nocardiosis, que rara vez se encuentra causando micetomas. Crece en agar Sabouraud y agar extracto de levadura, es inhibido por el cloranfenicol. Las colonias se desarrollan entre 10 y 12 días a 25ºC-28°C, son limitadas, secas, de color naranja y raras veces con tonalidades blancas; son de forma acuminada, surcada y de consistencia blanda; al reverso no presentan pigmentos; despiden un olor característico a humedad. La micromorfología es igual a la de N. brasiliensis .[5] [7] Nocardia otitidiscaviarum (N. caviae) (Erickson; Gordon y Mihm, 1962). Es un actinomiceto aerobio que se aísla en menor proporción. Crece en agar Sabouraud y agar extracto de levadura, es inhibido por el cloranfenicol. Las colonias se desarrollan entre ocho y 10 días a 25ºC-28°C, son limitadas, secas, de consistencia dura, color blanco, planas y toman un aspecto “yesoso”; no presentan pigmentos. Microscópicamente son iguales a N. brasiliensis y N. asteroides.[5] [7] [8] Otras especies reportadas son N. transvalensis y N. farcinica, esta última más bien agente de nocardiosis.[5] [7] Género Nocardiopsis La única especie de este género reportada como causa de actinomicetoma es Nocardiopsis dassonvillei (Meyer, 1976). Su identificación es difícil por métodos convencionales por lo que debe hacerse por técnicas de biología molecular. Es importante destacar que sus granos son prácticamente indistinguibles de los de Nocardia.[5] [7] Género Actinomadura Actinomadura madurae (Vincent; Lechevalier, 1970). Es un actinomiceto aerobio que, por lo regular, es el segundo agente causal de actinomicetomas. Para los aislamientos primarios se debe sembrar en medios ricos como agar BHI (por la sigla en inglés de brain heart infusion) y Lowenstein- Jensen, e incubar a 37°C. Se desarrolla aproximadamente en 20 a 40 días; en las resiembras se adapta al agar Sabouraud a 25ºC-28°C. Las colonias son pequeñas, limitadas, de color blanco-amarillento, húmedas, de consistencia blanda, ligeramente acuminadas y cerebriformes. Microscópicamente es Grampositivo y no AAR; forma una gran cantidad de filamentos microsifonados (1 µm), septados, que en ocasiones se fragmentan en formas cocoides y bacilares.[5] [7] Actinomadura pelletier(Laveran; Lechevalier, 1970). Es un actinomiceto aerobio, aislado raramente. Crece en agar Sabouraud y agar extracto de levadura. Las colonias se desarrollan entre 15 y 20 días a 37°C, son limitadas, de color rojo, húmedas, de consistencia blanda y generalmente acuminadas y cerebriformes. Para que no pierdan el pigmento rojo, se deben resembrar en medio de agar coco. Microscópicamente es similar a A. madurae.[5] [7] Género Streptomyces Streptomyces somaliensis (Brumpt; Waksman y Henricci, 1948). Es un actinomiceto aerobio que se aísla con poca frecuencia. Para el aislamiento primario se deben utilizar medios ricos como agar BHI, agar extracto de levadura y Lowenstein-Jensen a 37°C; las colonias se desarrollan en 20 a 30 días, son pequeñas, limitadas, secas, de consistencia dura, de color blanco-amarillento y en ocasiones toman tonalidades azulosas. Microscópicamente es Grampositivo, no AAR, forma abundante micelio microsifonado (1 µm), septado y ramificado, en ocasiones en forma de zarcillos; posee gran cantidad de formas cocoides dispuestas en cadena y con un diámetro superior al de los filamentos.[5] [7] MICROBIOLOGÍA EUMICETOMA O MICETOMA EUMICÉTICO Se debe a hongos filamentosos (macrosifonados), tabicados, pigmentados o negros y hialinos o blancos. Los agentes etiológicos están comprendidos en varios géneros, entre los que se destacan los hongos negros (dematiáceos): Madurella, Pyrenochaeta, Exophiala, Leptosphaeria y Curvularia; los más frecuentes son Madurella mycetomatis y Madurella grisea; y algunos hongos hialinos: Pseudallescheria, Acremonium y Fusarium; la especie más frecuente es Pseudallescheria boydii.[1] [3] [5] [9] [10] Hongos negros o feohifomicetos Madurella mycetomatis (Laveran; Brumpt, 1905). Su clasificación es de Hyphomycete y no se le ha informado fase teleomórfica. El aislamiento primario se debe hacer en agar BHI a 37°C (temperatura óptima); posteriormente las resiembras se adaptan a medios de agar Sabouraud y agar Sabouraud más antibióticos. Crece lentamente en 15 a 20 días; al comienzo presenta un micelio blanco-grisáceo que posteriormente se torna café-amarillento y que al final toma una coloración café-negra; son limitadas, de aspecto velloso, plano y secas. Algunas cepas forman esclerotes; al reverso de la colonia se observa un pigmento ocre difusible. Microscópicamente presenta abundante micelio oscuro delgado (2 µm - 7 µm) y tabicado; genera pocas formas de reproducción, con clamidoconidios intercalares y en raras ocasiones fiálides pequeñas (5 µm - 7 µm) con un solo conidio redondo u ojival.[1] [4] [5] Madurella grisea (Mackinon; Ferrada y Montemayer, 1949). Su clasificación taxonómica es igual a la de M. mycetomatis. Crece en agar Sabouraud en un tiempo promedio de 10 a 15 días (25ºC-28°C); sus colonias son limitadas, vellosas, secas, de color gris, ligeramenteacuminadas y con pigmento negro poco difusible. Microscópicamente está formada por hifas delgadas (2 µm - 5 µm), estériles, en algunas ocasiones con clamidoconidios intercalares o terminales.[1] [4] [5] Exophiala jeanselmei (Langeron; Mc Ginnis y Padhye, 1977). Es un Hyphomycete y no se le ha reportado fase teleomórfica. Crece en agar Sabouraud a 25ºC-28°C, en 15 a 20 días; en un comienzo las colonias son limitadas, de aspecto levaduriforme, húmedas y glabras; posteriormente se van transformando en colonias de aspecto velloso, secas, verde oscuras, al reverso presentan pigmento negro poco difusible. Microscópicamente y en la fase inicial se observan blastoconidios, posteriormente producen numerosas hifas con fiálides que contienen gran cantidad de microconidios redondos o alargados.[1] [4] [5] Hongos hialinos o hialohifomicetos Pseudallescheria boydii (Negroni y Fischer; McGinnis; Padhye y Ajello, 1981). P. boydii corresponde a la fase teleomórfica, y a su fase conidial o anamórfica se la denomina Scedosporium apiospermum. Crece en agar Sabouraud a 25ºC-28°C en cinco a 10 días. Las colonias son de aspecto velloso, seco, ilimitadas, al principio de color blanco y posteriormente se tornan color café claras; al reverso presentan un pigmento similar y poco difusible en el medio. Microscópicamente presentan abundante micelio, con hifas delgadas (1 µm -3 µm), hialinas, septadas y con pequeños microconidios piriformes (aneloconidios) que nacen directamente de la hifa o de un conidióforo; su estado teleomórfico está compuesto por un asca globosa con numerosas ascosporas.[1] [4] [5] Acremonium spp., (Cephalosporium spp.) (Link y Fries, 1821). Crece en agar Sabouraud a 25ºC- 28°C en dos a cinco días; sus colonias son ilimitadas, vellosas, húmedas y planas, de color blanco o blanco-amarillento; no presentan pigmento al reverso, a excepción de algunas cepas de C. falciforme que dan una ligera tonalidad violeta. Microscópicamente presenta abundante micelio delgado (1 µm -3 µm), tabicado y que se agrupa en forma de coremium; se reproduce por pequeños microconidios (1 µm -2 µm), que se disponen alrededor de un conidióforo dando el aspecto de un encéfalo. La diferenciación entre sus especies se hace con base en pruebas bioquímicas y térmicas.[1] [4] [5] Fusarium spp., (Link y Gray, 1821). Es un hongo hialino, a algunas de cuyas especies se les ha reportado forma teleomórfica. Crece en agar Sabouraud a 25ºC-28°C en tres a cinco días; sus colonias son ilimitadas de aspecto velloso, seco, planas, de color blanco o blanco-amarillento y, en ocasiones, generan algunos pigmentos violeta o color naranja, que se difunden a través del medio. Microscópicamente presenta abundante micelio (2 µm - 4 µm) tabicado y ramificado; el hongo se reproduce por conidios fusiformes, macroconidios (8 µm -10 µm de largo x 2 µm - 4 µm de ancho) y microconidios (2 µm - 5 µm); ambos nacen directamente de conidióforos.[1] [4] [5] En la tabla 193-2 se presenta la mayoría de los agentes etiológicos de los eumicetomas. Tabla 193-2. Principales hongos productores de eumicetoma.[5] Tipo de hongos Agentes etiológicos Eumicetoma Por hongos negros o feohifomicetos (Forman granos negros) Madurella mycetomatis Madurella grisea Leptosphaeria senegalensis Leptosphaeria tompkinsii Pyrenochaeta romeroi Pyrenochaeta mackinnonii Cladophialophora bantiana Cladophialophora mycetomatis (sp. nova) Curvularia lunata Curvularia geniculata Exophiala jeanselmei Phialophora ver rucosa Glenospora clapieri Eumicetoma Por hongos blancos o hialohifomicetos (Forman granos blancos) Pseudallescheria boydii (Scedosporium apiospermum) Acremonium falciforme Acremonium kiiensis Acremonium recifei Neotestudina rosatii Fusarium moniliforme Fusarium solani Asper gillus nidulans Asper gillus flavus Cylindrocarpon cyanescens Dermatofitos: (Trichophyton rubrum, Microsporum audouinni, Microsprum canis) PATOGÉNESIS Para establecerse, el micetoma depende de tres condiciones: el tamaño del inóculo (filamentos, esporas), el estado inmunológico del paciente y su receptividad tisular y las condiciones hormonales, pues se sabe que muchos de los agentes tienen receptores para las hormonas que estimulan su crecimiento.[1] [5] [11] [12] La vía de entrada son las heridas por traumatismos por las que se inoculan tanto los hongos como los actinomicetos que viven en el suelo, plantas, espinas, astillas, etc. Las esporas o filamentos se establecen lentamente y el período de incubación es variable, desde meses hasta años. La forma parasitaria de ambos tipos de micetoma está formada por masas compactas de micelio (granos), unidas por sustancias cementosas de diversa composición química que depende del agente etiológico; estas sustancias pueden ser producidas por el huésped o el microorganismo; por ejemplo, en micetomas por A. madurae se sabe por estudios de histoquímica que son de tipo mucopolisacáridos ácido-sulfatados.[4] [5] [12] [13] La lesión inicial crece lentamente por contigüidad y avanza hacia el tejido subcutáneo, atacando también los tejidos muscular, conjuntivo y óseo; histológicamente se forma una reacción inflamatoria casi siempre de tipo cuerpo extraño, compuesta por polimorfonucleares y fibrosis. Cuando el proceso está bien establecido, existen fístulas interconectadas, a través de las cuales se expulsan los granos junto con un exudado filante, de manera que el agente causal se considera de eliminación transepidérmica. La diseminación de los micetomas por las vías linfática y sanguínea es rara.[1] [4] [5] Los factores de virulencia dependen del agente etiológico; en general los actinomicetos tienen capacidad de producir una serie de enzimas, algunas de ellas extracelulares, como proteasas, peptidasas y hialuronidasas. Los hongos a su vez, tienen capacidad de compactación, así como de reducción morfológica y para muchos hongos negros (dematiáceos) la producción de melanina es un factor importante de virulencia, porque evita o retarda la fagocitosis.[5] EPIDEMIOLOGÍA El micetoma se presenta en una franja cercana al Trópico de Cáncer, debido a que tiene condiciones climatológicas específicas para el desarrollo de los diversos agentes etiológicos. En general los casos quedan comprendidos dentro de dos tipos de climas: subtropical y tropical senegalés; son zonas con un promedio anual de precipitación pluvial entre 500 y1.000 mm, y rangos de temperatura entre 10ºC-20°C y 20-40°C.[1] [5] [14] [15] Los micetomas son más frecuentes en tres continentes: África, donde predominan en Sudán, Somalia, Senegal, Nigeria, Chad y Níger; Asia donde se presentan sobre todo en la India, y América donde se los ha informado en la mayoría de los países, pero predominan en orden decreciente en México, Venezuela, Brasil, Colombia, Argentina, Guatemala y El Salvador. Son excepcionales los casos en Europa y Estados Unidos.[1] [3] [4] [9] [10] [12] [16-19] El clima influye también en el tipo de micetoma, por ejemplo: en África e India son predominantemente eumicetomas, porque tienen un clima más tropical-senegalés, con un rango de temperatura mayor (20ºC-45°C); en cambio en América, y sobre todo en México y Venezuela, el primero de ellos con clima subtropical, son más frecuentes los actinomicetomas, con un rango de temperatura menor (20ºC-35°C). Es importante resaltar que conforme aumenta la desertificación, se observan más eumicetomas y actinomicetomas por A. madurae en regiones donde antes la prevalencia no era tan alta, probablemente porque las condiciones se hacen más similares a las de ciertas regiones de África.[1] [4] [5] [11] Los hongos y actinomicetos productores de micetoma han sido aislados un sinnúmerode veces de la tierra, detritos vegetales, madera y diversas plantas; en especial se han relacionado con las espinas de las acacias (Mimosaceae). De aquí que la vía de entrada sea cutánea por traumatismos; los agentes etiológicos penetran a través de soluciones de continuidad producidas, por ejemplo, por espinas, astillas de madera, clavos, piedras, patadas de animales, etc. Esto explica que los sitios predominantes de las lesiones sean los pies y las piernas.[1,3,5] Los micetomas son más frecuentes en hombres que en mujeres con una relación de 4:1, lo que puede reflejar la ocupación; sin embargo, los países donde se presentan micetomas son generalmente subdesarrollados y pobres, donde la mujer, al igual que el hombre, desarrolla labores en el campo y, por lo tanto, tiene la misma probabilidad de contacto con los agentes etiológicos, pese a lo cual se presentan en ellas en menor proporción. Clínicamente se observa exacerbación del padecimiento en mujeres embarazadas, así como escasos reportes en niños, lo que probablemente se deba a influencias hormonales. En estudios in vitro se discute la actividad de las hormonas en el actinomicetoma; por ejemplo, Hernández y colaboradores y Méndez-Tovar y colaboradore.[20,21]explican que en micetomas por N. brasiliensis, la testosterona y la progesterona inhiben su crecimiento; sin embargo, in vivo (ratones) sucede lo contrario, es decir, hay una exacerbación del padecimiento. En un estudio que llevamos a cabo sobre la determinación de hormonas sexuales esteroides en pacientes con micetoma por N. brasiliensis y A. madurae, informamos que el comportamiento hormonal difiere entre los dos tipos de micetoma: para los causados por N. brasiliensis, hay disminución de las principales hormonas (FSH, LH, testosterona y dihidrotestosterona), es decir, hay un probable abatimiento del eje hipotálamo-hipófisis-gónadas; mientras que en los casos de A. madurae aumentan las hormonas gonadotrópicas hipofisiarias (FSH y LH); esto explica el porqué de la predilección sexual de estos agentes, es decir, N. brasiliensis se presenta más en el sexo masculino y A. madurae, más en el femenino.[5] [22] La edad más frecuente de presentación del micetoma es entre la tercera y quinta décadas de la vida; en niños es excepcional y la frecuencia aumenta un poco en la adolescencia. Ambos tipos de micetoma son propios de campesinos, jardineros, obreros, amas de casa con labores en el campo e individuos que trabajan en condiciones rudimentarias, sin la protección de zapatos cerrados o con los miembros superiores expuestos. Dependiendo de la actividad laboral realizada cambia la localización del micetoma; por ejemplo, en leñadores y cargadores de caña se presenta principalmente en el tronco. El período de incubación es muy variable: el micetoma se puede manifestar desde algunos meses hasta años después del trauma infectante.[1] [4] [11] En algunos países en donde el micetoma es muy frecuente (India, Sudán y México) los casos provienen de áreas limitadas; en general se considera que no representa un problema de salud pública, pero es importante hacer énfasis en que puede generar invalidez del miembro afectado. INMUNOLOGÍA La incidencia del micetoma es relativamente baja; probablemente los casos se deban a que el huésped tenga una susceptibilidad que se ha tratado de explicar por la falta de higiene, desnutrición o alguna deficiencia inmunitaria; sin embargo, algunos estudios como el empleo de antígenos específicos paraintradermorreacciones, la medición de la capacidad fagocítica, la determinación de poblaciones de linfocitos T y .[1] [5] [23] [24] han informado inmunidad normal o solo levemente deprimida. Recientemente Méndez-Tovar y colaboradore.[25] [26] han hecho una serie de estudios enfocados a la producción de linfocinas y la proliferación linfocitaria. En toda esta serie de trabajos se llega a la conclusión de que, excepto por cambios sutiles, el estado inmune del paciente con actinomicetoma es, prácticamente, similar al de los individuos sanos. En diversos estudios serológicos se ha demostrado por diferentes métodos (precipitinas, aglutininas y anticuerpos fijadores de complemento) la existencia de anticuerpos específicos. Otras técnicas (doble inmunodifusión, anticuerpos fluorescentes, ELISA, etc.) tienen poca aplicación práctica, porque se han informado cruces antigénicos entre los mismos actinomicetos, así como con las micobacterias. Salinas-Carmona y colaboradore.[27] han aportado pruebas inmunológicas para el diagnóstico serológico, en particular la técnica del inmunoensayo, que tiene gran utilidad para casos dudosos de actinomicetoma que no se comprueban microbiológicamente y también para la monitorización terapéutica, debido a que se han comprobado anticuerpos específicos solo en casos activos. Actualmente se trabaja sobre fracciones antigénicas específicas (P24 y P61) de N. brasiliensis. [27] [29] MANIFESTACIONES CLÍNICAS La localización habitual del micetoma es en los miembros inferiores, por la mayor probabilidad de sufrirtraumatismos; en esta topografía la mayor parte de las veces la lesión se presenta en el pie (50%), en especial en la articulación tibio-tarsiana; el resto de los casos se observan en piernas, rodillas, huecos poplíteos, muslos, caderas, nalgas e incluso en la región perianal (por la limpieza anal con plantas).[1] [3] [5] [12] La segunda localización en frecuencia es en la espalda y la nuca; es común en trabajadores que cargan diversos materiales sin protección (caña, leña). Siguen los miembros superiores, primordialmente las manos, brazos y codos. En menor proporción se han informado casos en el abdomen, cara anterior del tórax, escroto, vulva, cara y cráneo.[1] [2] [5] [12] [30] [31] Esporádicamente se presentan micetomas múltiples, que se originan por varias inoculaciones o por diseminación linfática en pacientes inmunosuprimidos (figuras 193-1 y 193-2).[5] [9] [10] Figura 193-1. Actinomicetoma del tobillo por N. brasiliensis. Figura 193-2. Eumicetoma del pie por Madurella spp. Los micetomas se presentan con aumento de volumen y deformación de la zona afectada, más la presencia de lesiones de aspecto nodular, fistulizadas, que drenan un exudado filante (viscoso) y seropurulento, en el que se hallan las formas parasitarias o “granos”, que pueden ser microscópicas como las de Nocardia spp., o bien, visibles a simple vista (3 mm - 5 mm) como los de Actinomadura madurae y hongos verdaderos. Son de evolución crónica y tienden a afectar el tejido celular subcutáneo, también pueden rebasar la aponeurosis y el músculo, posteriormente el periostio y el hueso, así como otras estructuras (vísceras).[1] [3] [5] [12] Puede haber fenómenos osteolíticos que dependen del agente etiológico, y por lo regular afectan más a los huesos pequeños como falanges, metatarsianos, huesos del carpo, rótulas y vértebras; la afectación de estas últimas puede provocar su destrucción y compresión medular, dando paraplejia. Cuando la localización es torácica, puede invadir la pleura y afectar directamente el pulmón. La localización craneana es excepcional y de gran importancia porque los huesos planos como los frontales y parietales se lisan fácilmente. Los agentes etiológicos más osteofílicos son: N. brasiliensis, A. madurae y M. mycetomatis. Las alteraciones más frecuentes son: periostitis, que genera irregularidad y rugosidad del periostio, osteítis, osteofibrosis y osteólisis, con formación de geodos o cavidades; puede llegar a la lisis completa del hueso. Hay que destacar que los geodos son lesiones muy características del micetoma.[1] [3] [5] [32] El comportamientoclínico de los micetomas es similar, sin importar el agente causal; se ha insistido en ciertas diferencias, por ejemplo, que los producidos por N. brasiliensis y A. pelletieri son más inflamatorios, polifistulizados (con presencia de bordes mamelonados); en cambio, los causados por eumicetos o por A. madurae y S. somaliensis son más leñosos, fibrosos y con menos fístulas, su desarrollo es más lento y dan lugar a procesos más crónicos (figuras 193-3, 193-4 y 193-5).[1] [3] [5] [12] Figura 193-3. Actinomicetoma de la pierna. Figura 193-4. Actinomicetoma del brazo. Figura 193-5. Actinomicetoma del hombro y la espalda por N. brasiliensis. Hay casos pequeños con larga evolución (“minimicetomas”) que son más frecuentes en niños y adolescentes. Se trata de una presentación clínica atípica, con solo una o dos fístulas y sin aumento de volumen y casi nunca dan lesiones óseas. Son casos atípicos los que no forman fístulas y crípticos los que se presentan de manera intraósea (figura 193-6). Inicialmente los pacientes solo refieren escaso prurito, sobre todo cuando las fístulas se abren. Puede haber dolor en casos muy crónicos, en especial cuando hay francas lesiones osteolíticas o infecciones bacterianas agregadas; en tales casos el dolor puede ser más intenso y acompañarse de fiebre y adenopatías.[1] [3] [5] [12] Figura 193-6. Minimicetoma de la espalda por Nocardia spp. El pronóstico del micetoma depende de tres circunstancias: del agente etiológico, de la topografía clínica y del grado de avance o profundidad. Los diagnósticos diferenciales más importantes son: osteomielitis, tuberculosis colicuativa, esporotricosis micetomatoide, coccidioidomicosis, actinomicosis, hidrosadenitis, forunculosis, calcinosis cutis y cicatrices queloides.[5] DIAGNÓSTICO La muestra se toma de las fístulas activas; si no hay lesiones que drenen a la superficie, se pueden abrir algunas lesiones de aspecto nodular con una aguja de disección; también es de gran utilidad la toma de la muestra por aspirado con aguja fina y en ocasiones se puede obtener un fragmento de tejido. Con el material recolectado se hace un examen en fresco, entre portaobjetos y cubreobjetos con una gota de lugol, solución salina o KOH al 10%. Los granos pueden ser microscópicos como los de Nocardia o visibles a simple vista como los eumicéticos o de A. madurae. La clasificación de los granos es de gran importancia y por lo regular orienta con gran precisión sobre la etiología; esto se hace con base en el tamaño, color, forma y propiedades especiales de cada grano. Es importante destacar que los granos de actinomicetomas están compuestos por hifas y micelio microsifonado (menor de 1 µm), y los de eumicetomas, por hifas gruesas (mayores de 1 µm), y en ocasiones se pueden ver de forma vesiculosa o filamentosa (figuras 193-7 y 193-8).[1] [2] [5] [12] [35] Figura 193-7. Múltiples granos de Nocardia al examen directo (lugol, 40X). Figura 193-8. Grano de A. madurae al examen directo (lugol, 10X). Granos de actinomicetomas. Las descripciones al examen directo y en la biopsia y las características microbiológicas se presentan en la tabla 193-3. Tabla 193-3. Características de los agentes etiológicos del actinomicetoma. (Tomado de: Bonifaz A, 2009).[5] Microorganismo Grano(examen directo) Grano (histopatología) Macromorfología Micromorfología Nocardia asteroides 50 a 150 µm, blanco-sucio, arriñonado (fetoides), con clavas. Basófilo en la periferia, eosinófilo en el centro. Colonias, secas limitadas, blanco- naranjas. Filamentos microsifonados con formas cocoides. Gram + y AAR. Nocardia brasiliensis Similar al anterior. Similar al anterior. Colonias, secas limitadas, blancas rocosas. Similar al anterior. Nocardia otitidiscaviarum Similar al anterior. Similar al anterior. Colonias, secas limitadas, blancas, yesosas. Similar al anterior. Actinomadura madurae 0,5 a 5 mm, blanco- amarillento, redondo, con flecos. Basófilo, en el centro toma escaso color. Colonia limitada, beis, cerebriforme y suave. Filamentos microsifonados con formas cocoides y bacilares Gram + y no-AAR. Actinomadura pelletieri 200 a 300 µm, rojo-coral y redondo y multilobulado. Ligeramente basófilo y fragmentado. Colonia rojo-coral, limitada, cerebriforme y suave. Filamentos microsifonados con formas cocoides y bacilares Gram + y no-AAR. Streptomyces somaliensis 0,5 a 1 mm, blanco- grisáceo, redondo y de consistencia dura. Basófilo y de consistencia dura (se fragmenta al corte). Colonia gris-verdosa, limitada, cerebriforme y dura. Filamentos microsifonados con formas cocoides Gram + y no- AAR. + = positivo; AAR = ácido alcohol resistente. Granos de eumicetomas: se dividen en dos tipos, los ocasionados por hongos negros o dematiáceos y los producidos por hongos hialinos o hialohifomicetos. Las especies más frecuentes de los hongos negros son: Madurella mycetomatis, Madurella grisea y Exophiala jeanselmei. En general todos están formados por micelio macrosifonado (a veces con vesículas y clamidoconidios), de tamaño grande (de 0,5 mm hasta 5 mm), forma irregular y color negro o café-ocre. Las especies más frecuentes de los hongos hialinos son: Pseudallescheria boydii (Scedosporium apiospermum), Acremonium spp., Cephalosporium) y Fusarium spp. Los granos están formados por micelio macrosifonado y hialino; son de tamaño grande (0,5 mm - 3 mm), forma irregular y color blanco o blanco-amarillento (figura 193-9).[1] [2] [5] [12] Figura 193-9. Grano de Madurella mycetomatis al examen directo (lugol, 10X). Los cultivos para los actinomicetos se hacen en agar Sabouraud o agar extracto de levadura; algunas especies se deben sembrar para el aislamiento primario en medios especiales, por ejemplo, A. madurae y S. somaliensis en medio de Lowenstein-Jensen. La mayoría de los actinomicetos tienen un tiempo promedio para el crecimiento de ocho a 15 días a 25ºC-28°C; sin embargo, hay cepas como A. madurae que pueden llegar a desarrollarse hasta en dos meses (figura 193-10).[5] [6] Figura 193-10. Cultivo de Nocardia spp., en agar Sabouraud. Los cultivos para los eumicetos se hacen en agar Sabouraud más cloranfenicol o agar extracto de levadura, y para especies como M. mycetomatis, en agar BHI. En general, los hongos tienen un tiempo promedio de crecimiento de 15 a 30 días. Es muy importante tipificar los agentes etiológicos, debido a que el esquema terapéutico cambia dependiendo del microorganismo que se aísle. Las características microbiológicas se describieron en la sección de Microbiología. Las biopsias son de suma importancia, no solo para el diagnóstico, sino porque ayudan también a la clasificación del agente etiológico. En general, la imagen histopatológica es prácticamente igual sin importar el agente causal. Se trata de un granuloma crónico supurativo y en ocasiones de cuerpo extraño. Está constituido en la epidermis por hiperqueratosis variable, acantosis irregular e hiperplasia pseudoepiteliomatosa. En la dermis superficial y profunda se presenta un infiltrado granulomatoso, con microabscesos de polimorfonucleares, acompañados de macrófagos, plasmocitos y linfocitos. Los granos, por lo regular, se presentan en el centro de los microabscesos; excepcionalmente se puede ver una imagen de granuloma tuberculoide y en ocasiones de tipo cuerpo extraño. La importancia de la biopsia está en determinar las características tintoriales y la forma de los granos, porque ayudan a la identificación y tipificación de los agentes causales (figuras 193-11 y 193-12).[1] [4] [36-40] Figura 193-11. Grano de Nocardia spp., a la biopsia (H&E, 60X). Figura 193-12. Grano eumicético de Madurella grisea a la biopsia (H&E, 5X). La descripción de los granosde actinomicetomas se presenta en la tabla 193-3. Para los eumicéticos, el más importante por su frecuencia es el de Madurella mycetomatis: forma granos grandes, macrosifonados, que se tiñen ligera y uniformemente con la eosina; su apariencia puede ser la de filamentos o vesículas. Los granos de Madurella grisea son grandes, macrosifonados, se tiñen con eosina en la periferia, y en el centro ligeramente con hematoxilina; presentan gran cantidad de vesículas en la periferia. Otros hongos que forman granos negros son: Exophiala jeanselmei, Pyrenochaeta romeroi, Leptosphaeria senegalensis, L. tompkinsii y Curvularia lunata. Todos tienen características similares y son difíciles de distinguir por histopatología, por lo que se requieren cultivos y estudios de sus propiedades fisiológicas. Por lo que respecta a los granos blancos, los más importantes son los de Pseudallescheria boydii (S. apiospermum), Acremonium spp., (Cephalosporium) y Fusarium spp., que son similares, no toman la hematoxilina y en cambio sí la eosina, pero solo en la periferia, por lo que el centro permanece sin colorear; se requieren cultivos, pruebas fisiológicas y en ocasiones identificación molecular para su diferenciación.[1] [3] [5] [12] [41] [42] Las pruebas inmunológicas en general carecen de importancia diagnóstica, entre otras cosas porque se requieren muchos antígenos y por los innumerables cruces inmunológicos que se presentan, como ya se mencionó en la sección de inmunología. Algunas pruebas de imaginología como las radiografías y tomografías son indispensables para definir el grado de afectación ósea. Con el uso de tomografías, en particular las de tercera dimensión (helicoidal), es posible medir las áreas afectadas y precisar la localización del daño específico (visceral y arterial).[5] [32] [43] [44] TRATAMIENTO Se divide en dos tipos dependiendo de la etiología: los actinomicetomas se tratan con antibióticos antibacterianos y los eumicetomas, con antimicóticos.[45-47] ACTINOMICETOMAS Para los casos debidos a Nocardia spp. (N. brasiliensis), el esquema más común es con diaminodifenilsulfona (DDS), a la dosis de 100-200 mg/día, más sulfametoxazol-trimetoprim (SMT) a la dosis de 400-80 a 800-160 mg por día, respectivamente. El tratamiento es prolongado y depende de la respuesta del paciente; se sugiere una disminución paulatina de los medicamentos y es importante hacer controles periódicos de laboratorio, en especial de tipo hematológico. En los casos que no respondan bien al esquema tradicional, se pueden emplear estreptomicina 1 g/día, clofazimina 100 mg/día, rifampicina 600 mg/día e isoniacida de 300-600 mg/día. En micetomas con localizaciones complicadas (espalda, tórax, viscerales), se debe emplear amikacina por vía intravenosa a la dosis de 15 mg/kg/día; este tipo de tratamiento se debe hacer de forma intrahospitalaria y se sugieren tres ciclos de 15-21 días; sus resultados clínicos y microbiológicos son bastante buenos, con el único inconveniente de los efectos nefrotóxicos. Es recomendable, una vez completados los tres ciclos de terapia, continuar por tiempo prolongado con las sulfonamidas (DDS) y/o el sulfametoxazol-trimetoprim para evitar las recidivas.[5] [45] [47] [49] Otros esquemas utilizados son: amoxicilina (875 mg) + ácido clavulánico (125 mg), dos veces al día (presentación 12 h) por períodos de 3-6 meses; en nuestra experiencia hemos visto que la respuesta a este esquema, en pacientes que no han recibido tratamiento, es menor, por lo que lo consideramos como una terapia de rescate.[5] [50] El imipenem, solo o combinado, se recomienda a la dosis de 500 mg 3 veces al día; sin embargo, es un medicamento de alto costo para una terapia a largo plazo. Por diversos estudios in vitro se sabe que medicamentos como moxifloxacino, gatifloxacino y, sobre todo, el linezolid tienen una excelente acción frente a cepas de Nocardia spp., sin embargo, en la actualidad hay pocos informes acerca de su empleo.[51] [53] Los micetomas causados por A. madurae, así como los debidos a S. somaliensis y A. pelletieri, son resistentes o insensibles a la mayoría de las terapias; los mejores resultados se obtienen con estreptomicina (1 g/día) más SMT (400-800 mg/día) o DDS (100-200 mg/día). La dosis total de estreptomicina no debe pasar de 50 g y durante el tratamiento se debe monitorizar la función ótica. Otros esquemas utilizados con resultados variables son: kanamicina más SMT; fosfomicina más SMT y/o DDS.[5] [47] Es importante hace énfasis en que la cirugía está contraindicada, porque en la mayoría de los casos el proceso infeccioso continúa en el muñón a pesar de dejar un margen quirúrgico amplio y porque puede generar diseminación linfática y/o hematógena. EUMICETOMAS Los resultados son muy variables y en general son bajos los índices de curación. Los casos por M. mycetomatis y M. grisea se pueden tratar con itraconazol a la dosis de 200-300 mg/día, o bien con terbinafina a la dosis de 250-500 mg/día, durante un tiempo promedio de un año y medio. Se han empleado la griseofulvina y el ketoconazol, pero actualmente están en desuso por sus malos resultados y sus efectos colaterales. Con los nuevos triazólicos sistémicos se han obtenido algunos resultados exitosos, en particular con cepas de P. boydii (S. apiospermum) y M. mycetomatis.[1] [4] [10] [42] [54] [55] Se sugieren el voriconazol a la dosis de 400-800 mg/día y el posaconazol 800 mg/día (en dos tomas). El tiempo de tratamiento es variable y depende de cada caso. Al igual que la mayoría de los nuevos tratamientos, estos medicamentos son de alto costo.[56] [57] También se puede usar la anfotericina B a la dosis de 5-30 mg cada tercer día, pero los resultados con inconstantes y tiene el inconveniente de la toxicidad; por lo tanto, la mayoría de los eumicetomas, dependiendo de su localización, terminan en tratamiento quirúrgico (amputación); los eumicetomas, a diferencia de los actinomicetomas, tienden menos a la diseminación.[1] [5] [47] [49] PREVENCIÓN Las medidas profilácticas más recomendadas consisten en hacer conciencia de este padecimiento en los grupos más expuestos (campesinos, obreros, leñadores, jardineros, etc.), insistiendo en el uso cotidiano de calzado cerrado y, en quienes por su ocupación están expuestos a múltiples traumatismos, hacer hincapié en la protección de los miembros inferiores y superiores. Es de suma importancia el diagnóstico precoz del padecimiento porque las opciones terapéuticas y sus resultados son mejores en las fases tempranas.[5] BIBLIOGRAFÍA 1. Mahgoub ES, Murray IG. Mycetoma. London: William Heinemann Medical Books; 1973.p. 1-50. 2. Lavalle P. Mycetoma. In: Canizares O, Harman RR, eds. Clinical Tropical Dermatology. 2nd ed. Boston: Blackwell Scientific Publications; 1992. p. 41-90. 3. Lichon V, Khachemoune A. Mycetoma: a review. Am J Clin Dermatol. 2006; 7(5): 315-21. 4. Fahal AH. Mycetoma: a thorn in the flesh. Trans R Soc Trop Med Hyg. 2004; 98(1): 3-11. 5. Bonifaz A. Micetoma. En: Bonifaz A, editor. Micología Médica Básica; 3a edition. México D.F.: McGraw-Hill; 2009. p. 153-77. 6. Serrano JA, Sandoval H, Beaman B. Actinomicetoma. México: Plaza & Valdés; 2007. 7. Brown-Elliott BA, Brown JM, Conville PS, Wallace RJ Jr. Clinical and laboratory features of the Nocardia spp. based on current molecular taxonomy. Clin Microbiol Rev. 2006; 19(2): 259-82. 8. 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