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LAS VENTOSAS, un método curativo alternativo de eficacia demostrada Dr. Med. Johann Abele Sanatorio de Medicina Natural Schloss Lindach, Schwäbisch Gmünd 2ª edición revisada Jungjohann Verlagsgesellschaft Neckarsulm • Stuttgart PRÓLOGO Naturam quem sequamur ducem numquam Desde que el hombre es hombre, se ha preocupado de la curación de las enfermedades. Durante muchos milenios, en la historia de la humanidad, encon- tramos una y otra vez métodos capaces de aliviar el sufrimiento o de acelerar la curación del cuerpo. Si nos paramos a recapa- citar qué ha quedado en la actua- lidad de este gran número de mé- todos, y qué es lo que de ellos se utiliza en la medicina actual, rá- pidamente nos damos cuenta de que, prácticamente todos los mé- todos curativos desarrollados hasta hace aproximadamente ciento cincuenta años, sólo se utilizan en la medicina popular. Este hecho debe sorprender al observador crítico, ya que cuesta creer que en una época en que desarrollaron sus trabajos perso- najes como Goethe o Alberto Magno, el campo de la medicina sólo estuviera poblado por ne- cios. ¡Al contrario! Aún hoy en día nos sentimos orgullosos de contar con Hipócrates, Avicena o Paracelso entre los padres de nuestra medicina. La única diferencia entre los médicos que vivieron en el perio- do de tiempo que acabó hace ciento cincuenta años y los médi- cos posteriores consiste en que, los primeros tenían como función principal el favorecer la propia capacidad curativa del organismo enfermo. Nosotros, los médicos posteriores, consideramos secun- daria esta tendencia autocurativa del “hombre cibernético” e inten- tamos, con ayuda de nuestras po- sibilidades técnicas y de nuestros conceptos, alcanzar un “nuevo orden”. Por supuesto, olvidamos que nos “enfrentamos” a un in- menso entramado de procesos engranados, los cuales liberan ca- da segundo un millón de bits in- formativos a nivel de cada una de las células del organismo. Estas unidades de información siguen vías definidas de conducción y no transcurren de forma caótica. A este nivel, los átomos ais- lados, los cuales permanecen uni- dos principalmente por fuerzas de unión de electrones, realizan 1011 movimientos de colisión unos contra otros cada segundo o bien intentan danzar unos con otros con una frecuencia de 1011. Esto sucede a una velocidad aprox. de 2,5 MACH. Tan sólo la producción de anticuerpos biva- lentes de un único linfocito B es tan inmensa, que ni tan siquiera podemos imaginarla. En 90 déci- mas de segundo, en cada uno de los 10 millones de ribosomas, se forma un anticuerpo; cada uno de los ribosomas elige 100 aminoá- cidos y los une entre sí. En lo que se refiere a la formación de órga- 5 nos completos, deberíamos ima- ginarnos que, si tres millones de electricistas tardan 10 décimas de segundo en terminar una solda- dura, éstos deberían trabajar inin- terrumpidamente durante 10 años para realizar las conexiones neu- ronales de un cerebro. No sin razón, algunos cien- tíficos sostienen que, básicamen- te, las aspiraciones de la medici- na podrían compararse a la pretensión de realizar con una maza las reparaciones de una computadora. Actualmente puede compro- barse que, esta “moderna” visión de la medicina conduce, en el ámbito de la curación, a efectos colaterales que pueden comparar- se a las catástrofes ecológicas que se producen en el medio am- biente, el cual hemos alterado de la misma manera con los moder- nos medios de que disponemos. Ciertamente hemos eliminado un gran número de epidemias, y he- mos podido disminuir de forma importante la tasa de mortalidad infantil. Sin embargo, hemos sus- tituido éstas por un claro aumen- to de las así llamadas enfermeda- des de la civilización (trastornos metabólicos). Como todo médico de cabecera sabe, los incontables medicamentos químicos que el hombre está acostumbrado a to- mar a lo largo de su vida, no ejer- cen una influencia precisamente positiva sobre estas enfermeda- des de la civilización. Según una reciente estadística americana, sólo los aditivos alimentarios que ingerimos han aumentado abru- madoramente, por individuo y tiempo de vida. La media ameri- cana aumenta cada año aprox. en 1000 comprimidos. Y no es de extrañar que, a principios de los años noventa, el Instituto del AOK demostrara que, aún cuan- do el número de médicos es cada día mayor, no sólo aumentan las cifras de morbilidad, sino, de he- cho, también las de mortalidad. Sin embargo, al igual que en el medio ambiente, sólo reconoce- mos con ojos miopes los trastor- nos de aparición inmediata. És- tos, van sumándose lentamente y provocan, durante decenios, su- cesivos y cada vez mayores tras- tornos del equilibrio, los cuales en un futuro provocarán la apari- ción de una situación catastrófica de la salud, y que sólo son consi- derados como impredecibles y determinados por el azar. Tam- bién en este sentido nos diferen- ciamos de nuestros precursores médicos. Ellos ya establecieron que las funciones propias del or- ganismo se hallan relacionadas entre sí como formando una red, en tanto que en la actualidad se- guimos un modelo de relación li- 6 El resultado final de estos diferentes niveles de procesos es el organismo humano, y sobre ellos actúan mecanismos de re- gulación y de contrarregu1ación. Sin un funcionamiento adecuado y una comunicación inalterada de estos niveles no se puede plante- ar el concepto de salud. Por este motivo, es comprensible que los esfuerzos curativos que se produ- cen exclusivamente a nivel quí- mico nunca serán capaces de so- lucionar un déficit de la regula- ción que incluya más de uno de estos niveles. Debemos preguntarnos, por qué no utilizamos con más fuerza las obvias relaciones internas del organismo para restablecer la sa- lud cuando el organismo enfer- ma. Con toda seguridad, en parte es debido a nuestro recelo a ac- tuar allí donde nuestros toscos cinco sentidos no son capaces de captar puentes palpables. Pero esto es un error. Desde hace mi- les de años nuestro organismo trabaja según sus complicadas re- glas; y es totalmente legítimo in- tentar ayudarlo. Este libro inten- tará demostrar que él mismo nos indica claramente los puntos donde podemos ayudarle. Es muy improbable que pro- cesos que tienen lugar en el inte- Movimientos basales ↔ procesos bioelectroquímicos ↔ procesos físicos ↔ procesos emocionales ↔ fuerzas espirituales neal-causal, según el cual separa- mos las partes relacionadas en el ser vivo a nuestra conveniencia, y después extrapolamos de la unidad a la totalidad, lo que des- de el punto de vista científico constituye una farsa. Así, como coronación del “todo” denomina- mos a este proceso como “medi- cina objetiva”. Cuando consideramos un organismo tan complicado, como es el caso del cuerpo humano, el solo hecho de verlo actuar y fun- cionar en el entorno constante- mente agresivo, ya es por sí solo maravilloso. La totalidad de los mecanismos de defensa e inte- gración tienen lugar a nivel mo- lecular-atómico y, tal y como hoy sabemos gracias a la investiga- ción psicológica, dependen de energías que debemos considerar tanto espirituales como mentales. El investigador japonés Hi- roshi Motoyama representó las relaciones entre lo orgánico y lo espiritual de la siguiente manera: 7 NIVELES DE REGULACION - PARAMETROS DIAGNOSTICOS Y TERAPÉUTICOS Nivel Terapia Controles higiene mental oración, visualización, estado general, meditación, conversación, perfil inmunológico reconciliación verbal, amol- damiento palabra/imagen procesos físicos fotorepair, fototerapia, Kirlian, fotos-fotones, morather, campo magnético, Test-EAV, homeopatía, acupuntura kinesiología procesos químicos métodos O2-O3, ortomole- pruebas cular, fitoterapia, quimio- de laboratorio terapia formación/destruc- inmunomoduladores, radiografía, TC, ción estructural enzimas, sueros orgánicos, RMN lectina, cirugía, radiación nivel cinético yoga, deporte, Feldenkrais, cuadro sintomático ter. respiratoria, quinesio- logía, fisioter. rior del organismo no se hagannunca visibles en la superficie externa. En último extremo, cada parte del cuerpo depende de cada una de las otras partes del cuer- po. Cada alteración en algún lu- gar debe poderse reconocer en cada uno de los otros lugares. El organismo reacciona como un to- do, aun cuando el observador, en apariencia, sólo oye el “grito de socorro” de un determinado lu- gar. Cada lugar del cuerpo, sí, ca- da una de las células del organis- mo, constituye un holograma del todo. Existen algunas formas te- rapéuticas, las cuales, acertada- mente, han hecho suyo este pun- to de vista y tratan lo interno ha- cia el exterior. Entre ellas se incluyen determinados tipos de masajes, la acupuntura, la terapia neural, la hidroterapia de Kneipp y las ventosas. Incluso hoy en día, la acupuntura sacude nuestro pensamiento médico y nuestros principios curativos. Es un méto- do terapéutico que ha permaneci- do prácticamente inalterado du- rante aprox. 5000 años. Sólo este hecho ya demuestra cuán vigente e ideal es su planteamiento. Si se 8 hubiera tratado de una moda pa- sajera no se hubiera mantenido tanto tiempo. Sin embargo, en la cultura occidental también existe una vieja terapia “invasiva”, que sin duda se ha perfeccionado de for- ma importante a lo largo de miles de años: las ventosas. Sostengo que sobre este hecho no pueden existir dudas ni hoy ni nunca. Actúa de forma inmediata sobre la autorregulación del organismo, utilizando vías que no siempre podemos representar claramente. Pongamos tres ejemplos: 1er ejemplo: terapia paliativa El paciente de 65 años de edad sufre desde hace años una enfermedad de Hodgkin. Las re- cidivas aparecen principalmente a nivel del mediastino. El pacien- te presenta un gran número de ci- catrices quirúrgicas en el cuello y el pecho, así como los signos de radioterapia. Debido a la admi- nistración de corticoesteroides el paciente se encuentra hinchado, se ha desarrollado una diabetes mellitus y ha aumentado la pre- sión sanguínea. Se han formado nuevos linfomas ocupantes de es- pacio en el mediastino, que han llevado a una congestión secun- daria. La cara del paciente es de un color azul rojizo, las arterias del cuello tienen el grosor de un pulgar. Existe un estridor inspira- torio. El paciente no puede dor- mir por la noche, ya que sólo es capaz de respirar en posición sentada u ortostática. Debido a las alteraciones pulmonares se ha llegado a una situación de insufi- ciencia cardiaca derecha. Se descarta un tratamiento especializado, dado que el pa- ciente ya ha sido irradiado y ope- rado. Se le prescriben preparados morfinicos. El paciente acude al médico naturista en su desesperado estado y, en un periodo de aprox. 14 días, éste aplica diversas ventosas en las zonas reflejas de pulmón, co- razón y mediastino. Ya desde el primer tratamiento el paciente puede dormir inclinado; tras el se- gundo tratamiento puede volver a estirarse en la cama, recupera el apetito y las ganas de vivir, realiza pequeños paseos y de esta manera gana aprox. nueve meses de vida, con buena calidad de vida. Todo ello sin aplicar otro tipo de trata- miento concomitante. 2º ejemplo: curación Una mujer de 61 años de edad sufría desde hacía años una sensación creciente de opresión 9 torácica, así como un dolor en la articulación del hombro derecho que se irradiaba a través del lado derecho del cuello hasta el crá- neo. Además, se quejaba de dolor constante a nivel del sacro, vérti- go, aturdimiento y tendencia a las caídas. El médico de cabecera la trataba de miocarditis. El inter- nista la trataba de una colestasis, el ortopeda de un síndrome de hombro doloroso y el neurólogo de una depresión larvada. Un in- greso hospitalario tampoco había mejorado sus dolencias. La paciente vino a visitarme dos veces en un periodo de 14 dí- as. En ambas ocasiones se aplica- ron ventosas en determinados puntos de las zonas reflejas de su organismo. Consideré estas zo- nas reflejas como puntos trigger del sistema cibernético de puesta en marcha de la autorregulación. A las 4 semanas habían desapare- cido completamente sus dolen- cias de años de evolución. 3er ejemplo La Srta. S., que en la actua- lidad tiene 19 años, sufrió un ac- cidente de bicicleta cuando tenía 6 años. Desde entonces, la pa- ciente se quejaba de vértigo y de una sensación como si la parte izquierda de su cuerpo no le per- teneciera. En los últimos tiem- pos presentaba episodios graves de migrafía cada 14 días, los cuales, en parte, provocaban al- teraciones de la conciencia. El EEG, la tomografía computeriza- da craneal y las exploraciones neurológicas no arrojaron nin- gún hallazgo de interés. Un in- greso en una clínica universitaria tampoco arrojó nuevos hallazgos y, por lo tanto, tampoco ninguna posibilidad de curación. Se pres- cribió a la paciente un antiepi- léptico que fue bien tolerado y que alivió sus dolencias. Apliqué ventosas a la pa- ciente una sola vez, a nivel de una zona refleja, correspondiente al segmento de la columna verte- bral cervical alterado en el acci- dente de bicicleta. Desde enton- ces los trastornos no han vuelto a aparecer. Sostengo que una forma te- rapéutica capaz de regular pro- cesos patológicos del cuerpo hu- mano tan rápidamente y sin ningún efecto secundario no puede simplemente caer en el ol- vido. No puede ser descartada bajo el pretexto de que “procede de la edad media”, sólo porque hasta el momento nadie se ha to- mado la molestia de encontrar las bases de su mecanismo de acción: de darle una base cientí- 10 fica. La terapia de ventosas es una terapia reguladora, basada en las leyes de la naturaleza y sin ánimo de manipularlas. Re- presenta un estimulo favorece- dor de la autocuración. Sólo en casos muy graves es lícita la utilización de medidas agresivas contra los procesos que siguen las leyes de la naturaleza, dado que las medidas agresivas en un momento u otro también producen alteraciones. Sin em- bargo, en medicina, los casos muy graves corresponden, según un estudio de Heilmeyers. aprox. al 25% de todas las dolencias que pueden hacer enfermar a un indi- viduo. Las cifras de enfermos también confirman esta opinión: sólo el 5% de todos los casos pa- tológicos es tratado en clínicas universitarias, otro 10% en hos- pitales y aprox. el 85% en con- sultas externas. Partiendo del he- cho de que en este 85% todavía se mantiene la capacidad de auto- rregulación del enfermo, verda- deramente la alopatía y la medi- cina académica están equivo- cadas al forzar y “contradecir” las reglas de la naturaleza. El di- reccionismo en medicina sólo es imprescindible cuando falla la autorregulación, no se reinstala con suficiente rapidez y peligra la vida del individuo. Debe asu- mirse que con ello se somete al metabolismo a nuevas sobrecar- gas, que provocan lesiones poste- riores. Sin embargo, no se debe- ría pasar por alto que, hoy en día, en la RFA, cada año se observan 250.000 casos de efectos colate- rales medicamentosos graves, y se habla de aprox. un 40% de en- fermedades iatrogénicas. Con to- da seguridad, la medicina del si- glo XX, con sus medidas direccionistas, es recomendable e imprescindible para este 25% de “casos catastróficos”. Por el con- trario, el procedimiento de las ventosas forma parte de las “al- ternativas suaves”, con cuya ayu- da puede restablecerse el 75% restante, Es un método curativo natural con el que deberían tra- tarse en primer lugar y como pri- mera elección las enfermedades en las que se conserva la capaci- dad de regulación del organismo. 11 Schloss Lindach en Schwäbisch Gmünd Sanatorio de Medicina Natural Dr. med. Johann Abele Marzo 1994 ÍNDICE 3 15 19 21 24 49 52 55 56 56 60 65 69 71 75 79 81 83 85 87 90 93 95 96 Prólogo....................................................................................... 1. Resumen histórico ................................................................ 2. Bases....................................................................................... 2.1 La teoría de la terapia con ventosas................................2.2 La espalda como reflejo de los trastornos internos, área diagnóstico-terapéutica ................................................... 2.3 El lugar de aplicación de la ventosa como foco (foco de perturbación) en el área neurovegetativa........................ 2.3.1 La gelosis caliente o roja ............................................... 2.3.2 La gelosis fría o pálida .................................................. 2.3.3 La gelosis de transición ................................................. 2.4 Descripción del proceso de aplicación de ventosas........ 2.5 Las ventosas secas y el masaje con ventosas.................. 2.6 Perspectiva...................................................................... 3. Práctica del tratamiento con ventosas ................................ 3.1 Instrumental .................................................................... 3.2 Técnica de aplicación de las ventosas ............................ 3.3 Complicaciones de las ventosas ..................................... 3.4 Medidas preventivas ....................................................... 3.5 Topología de las indicaciones......................................... 3.5.1 La zona de la nuca - zona occipital.............................. 3.5.2 El triángulo del hombro ............................................... 3.5.3 La zona biliar y la giba hepática .................................. 3.5.4 El sistema de regulación corazón y estómago ............. 3.5.5 La giba de la depresión ................................................ 3.5.6 La puerta de los vientos ............................................... 13 3.5.7 La zona del páncreas (zona de alergias) ...................... 3.5.8 La zona renal (sistema de regulación riñón-vejiga)..... 3.5.9 La gastritis hiperácida.................................................. 3.5.10 Las zonas de lumbago (zonas intestinales).................. 3.5.11 La aplicación de ventosas en las neuralgias intercostales ................................................................. 3.5.12 El ángulo lumbar ......................................................... 3.5.13 La aplicación de ventosas escarificadas sobre o inme- diatamente al lado de la espina ilíaca posterosuperior. 3.5.14 La gelosis hipertensiva ................................................ 3.5.15 Determinados lugares de aplicación de ventosas ........ 3.6 Indicaciones patológicas para las ventosas secas ............. 3.6.1 La zona de la nuca ......................................................... 3.6.2 La articulación del hombro............................................ 3.6.3 La zona gástrica ............................................................. 3.6.4 La parte anterior del tórax ............................................. 3.6.5 La región mamaria......................................................... 3.6.6 Zona superior de la espalda ........................................... 3.6.7 La región sacra .............................................................. 3.6.8 Hipogastrio, ingle, parte interna del muslo ................... 3.6.9 Procesos reumáticos, trastornos de la circulación, úlceras .......................................................................... Epílogo ....................................................................................... Bibliografía................................................................................ 14 98 99 103 105 107 109 112 113 115 118 118 119 119 120 120 121 122 123 124 125 131 1. RESUMEN HISTÓRICO El concepto de extraer la en- fermedad del organismo, simple- mente a través de aberturas reali- zadas artificialmente es muy antiguo. Al inicio de la civiliza- ción, en prácticamente todas las culturas se encuentran tratamien- tos rituales de este tipo. Más ade- lante, los cirujanos se apropiaron de este procedimiento, apoyán- dose en un dicho clásico: “ubi pus, ibi evacua”. En el caso de las ventosas, se realiza una extracción de cier- ta cantidad de sangre “extracir- culatoria” extravasada a nivel de ciertos lugares señalizados por el propio organismo especial- mente en la espalda del pacien- te: ubi plethora, ibi evacua. La escarificación es “el bisturí del internista”. El primer testimonio históri- co fidedigno sobre la aplicación de ventosas con fines médicos se encuentra en sellos médicos fa- bricados en Mesopotamia, aprox. en el 3300 a.C. Sellos similares fueron utilizados más tarde en Grecia. Allí, la ventosa servía co- mo emblema del médico, lo que constituye una prueba de la im- portancia que pudo alcanzar esta forma terapéutica. Hipócrates (400 a. C.) dio indicaciones deta- lladas para la utilización de este método. En los así llamados papiros veterinarios (Egipto 2200 a.C.), así como en el Ajurveda (el es- crito médico indio más antiguo, aprox. 1500 a.C.), existen datos sobre la aplicación de ventosas. En la cultura romana, el nú- mero de profanos que se ocupa- ban de este oficio todavía algo sanguinario era claramente supe- rior, y más adelante, en la edad media alemana y en el renaci- miento de la balneología su utili- zación quedó relegada a estos ámbitos y a la cirugía militar. Pe- ro médicos tan importantes como Celso (30 a. C.-38 d. C.) o Gale- no (120 d.C.) consolidaron el método de las ventosas en los textos médicos utilizados por aquel entonces y en los siglos posteriores. La siguiente frase es de Paracelso (1493-1541): “Donde la naturaleza ha estable- cido un dolor, existe una acumu- lación de sustancias tóxicas. Si la naturaleza no es capaz de elimi- narlas, el médico debe realizar una abertura artificial en este lu- gar para ayudarla”. Esto incide especialmente sobre el hecho de que las vento- sas representaban el método más efectivo (y en la actualidad si- guen representándolo) de elimi- nar rápidamente y sin efectos se- cundarios el dolor de espalda. “Síteme iszt in dem rücke we, de- 17 me srepfet man darmite” (allí donde la espalda duele, aplicar una ventosa) (Kuning vom Oden- walde). Este dicho se refiere a la aplicación de ventosas fabricadas a partir de cuernos de vaca. Antiguamente, todos los utensilios huecos eran utilizados como ventosas, para extraer a través de la piel escarificada o lanceteada la “sangre bloquea- da”: calabazas en África, cañas de bambú en India, cuernos de vaca en los países germánicos. En el siglo XVI, encontra- mos las ventosas extendidas por toda Europa, e importantes médi- cos utilizaron diversos instru- mentos mecánicos para ello. Ci- temos por ejemplo a Fallopio, Vidius, Dallacrece, Christoph Willibald Hufeland, uno de los médicos alemanes más conocidos en el siglo XIX, prefería este mé- todo sobre todas las otras técni- cas en las enfermedades oculares, pulmonares, cardiacas, en el do- lor de espalda y otros. Desde el siglo XX la terapia con ventosas vuelve a estar en manos principalmente de profa- nos (naturópatas). Sólo unos po- cos médicos no han cejado en el empeño de considerarlas como una base terapéutica irrenuncia- ble del médico naturista. Entre estos médicos cabe destacar a Bernhard Aschner. Nacido en 1883, fue cirujano de cirugía ex- perimental del cerebro y endocri- nología cerebral en Viena. Como primer investigador realizó la ex- tracción quirúrgica de la hipófisis y con ello pudo explicar su fisio- logía. 30 años después, B.Hous- say obtuvo el premio Nobel por los mismos trabajos. Más tarde obtuvo plaza como profesor de ginecología en Halle y fue uno de los primeros reumatólogos de línea científica. Rescató del pasa- do un gran número de procesos curativos olvidados, y con ellos curó trastornos constitucionales y de la civilización, que entonces como ahora constituían una “crux medicorum”: reuma, de- presiones, alteraciones ligamen- tosas, artrosis, trastornos mens- truales, etc. Para el médico naturista, sus libros (ver anexo) son una fuente inagotable de informaciones úti- les y consejos sobre el tratamien- to de procesos rebeldes, para los cuales la medicina actual no tiene tratamiento,porque no es capaz de captar la constitución de un enfermo y favorecer la posibili- dad de autorregulación de cual- quier organismo. 18 2. BASES 2.1 La teoría de la terapia con ventosas Ventosas escarificadas - ¿Qué es lo que ocurre? El terapeuta escarifica deter- minadas zonas de la espalda del paciente con un utensilio especial (escarificador). Sobre esta zona coloca una campana de cristal en la que se ha hecho el vacío y con ella aspira una cantidad variable de sangre. En general, inmediata- mente después de finalizar la te- rapia el paciente nota una mejo- ría de su estado general. ¿Cómo podemos explicarlo? Cuando exploramos la es- palda de un enfermo, nos encon- tramos con áreas dolorosas. Esto no sucede sólo en los procesos ortopédicos, en los cuales apare- ce dolor de espalda debido a so- brecargas estáticas erróneas o por alteraciones ligamentosas. Tampoco sucede sólo en caso de enfermos reumáticos, en los cua- les existen alteraciones reumáti- cas en los músculos y las articu- laciones, que provocan dolores espontáneos intolerables a nivel de la columna vertebral. Por el contrario, también encontramos estas áreas dolorosas a la presión digital como reflejo de una en- fermedad interna. Este hecho se debe a que cada órgano está re- presentado en la espalda en una zona dérmica/epidérmica. Esta correspondencia procede de la ontogénesis, del origen común de los órganos y de las zonas de la espalda a partir del cordón neural. Más adelante hablaremos de las zonas reflejas orgánicas de la espalda y palparemos sus alte- raciones cuando el órgano co- rrespondiente está alterado en la profundidad de su estructura o en su función. La posibilidad de conseguir una reorganización en el interior del organismo me- diante la corrección de las altera- ciones a nivel de las zonas refle- jas (también llamadas segmen- tos), ha sido conocida y bien es- tudiada durante decenios. La ac- ción profunda de la terapia exter- na puede explicarse a través del arco reflejo −cuti/visceral− vis- cero/cutáneo. La investigación de estos arcos reflejos se debe a médicos como: Head y McKenzie 1889 (zonas Head), von Staa y Han- sen 1938, Dittmar 1942 y tam- bién a masajistas como los her- manos Griffin de EEUU 1834, Ling de Suecia 1834, Abrams 1910, von Puttkamer 1947 y Theirich/Leube (masaje del teji- do conjuntivo) a partir de 1950. Las fechas se refieren a la publi- 21 Ejemplos Lesiones ortopédicas El agente de policía A.K. de 35 años de edad sufría desde ha- cía 10 años (desde un accidente deportivo) dolor de espalda. De- bido a la fractura de una vértebra y del ligamento correspondiente se había formado una ligera cifo- sis. Los músculos extensores de la espalda presentaban una con- tractura crónica a nivel de la fractura y se había formado una inflamación muscular. Los dolo- res, localizados por debajo de la zona de fractura, se irradiaban en parte a ambas piernas. El pacien- te presentaba una limitación de su movilidad y, sobre todo, no podía practicar su deporte favori- to, la equitación. La aplicación de ventosas escarificadas a nivel de la mioge- losis que, como ya se ha dicho, se encontraban por debajo de la antigua fractura, conllevó en pri- mer lugar una inmediata desapa- rición del dolor durante días. Se Fig. 1. Riñón y zona de Head. cación principal. La terapia que se aplica en el “exterior” del cuerpo es ante todo una terapia de segmentos. Pero, como vere- mos más adelante, la aplicación de ventosas es algo más. 22 vértebra ganglio rama visceral rama isomática zona Head cubierta corporal (soma) órgano (visceral) relación nerviosa: víscero/cutánea (piel/órgano) aplicaron ventosas otras 3 veces más, a intervalos de 4 semanas y más adelante de 3 meses. Me- diante la aplicación de ventosas desaparecieron de forma evidente las condiciones para la formación de nuevas miogelosis. Se consi- guió la regulación con una buena irrigación del segmento en otro tiempo alterado. Los dolores de- saparecieron para siempre y el paciente pudo volver a realizar, sin problemas, grandes esfuerzos como, por ejemplo, montar a ca- ballo. Reuma de partea blandas Un ama de casa de 51 años de edad presentaba dolores cre- cientes en la región del codo, el hombro y la nuca desde hacía 7 años. Éstos aparecían sobre todo al limpiar los cristales, al plan- char y al tender la ropa. En los últimos tiempos se quejaba de dedos hinchados por la mañana al levantarse. No podía quitarse el anillo, le dolían los dedos y los sentía como salchichas. Con ma- sajes, hidroterapia, arcilla y qui- ropraxia, así como con medica- mentos antirreumáticos, no se había conseguido ninguna mejo- ría. Una cura con pirazolonas y sus derivados inyectables provo- có una ligera disminución de las molestias, pero como efectos se- cundarios aparecieron vértigos, molestias cardiacas y trastornos gastrointestinales. Se aplicaron a la paciente ventosas escarificadas a nivel del hombro, 3 veces, y se le prescribió un preparado fitotera- péutico de drenaje renal. Tras 4 semanas se sentía tan bien que podía considerarse curada. Espo- rádicamente, cuando realiza un trabajo que requiere un esfuerzo importante (p. ej. limpiar los cristales) aparece una ligera reci- diva de los síntomas, que a lo largo de los años siguientes siempre ha desaparecido con una única sesión terapéutica. Trastornos biliares La paciente que ahora cuen- ta con 72 años de edad, sufría desde hacía aprox. 30 años cóli- cos biliares recidivantes. Había sido operada de la vesícula hacía ya 15 años. Se hallaron cálculos. La paciente es colérica, tiene un trastorno del sueño, pesadillas, se queja de dolores de cabeza tipo migraña, crisis de transpiración (sofocos climatéricos) y tenden- cia al estreñimiento. Durante la exploración se descubre que, a nivel del segmento reflejo biliar de la espalda, existe una gelosis dolorosa, extremadamente hin- chada. Durante la escarificación 23 se tiene la impresión de que de- bajo de este lugar se encuentra un área de éstasis sanguíneo. Se aplican ventosas escarifi- cadas una sola vez a este nivel. Después de 4 semanas nos infor- ma telefónicamente de que los dolores de cabeza no han vuelto a aparecer desde el tratamiento y de que han cesado los cólicos bi- liares. Se ha normalizado el trán- sito intestinal y han disminuido drásticamente las sofocaciones. Tras medio año se dirige nueva- mente a nuestra consulta. Se que- ja de que tras varias emociones han aparecido nuevamente los antiguos síntomas. Una nueva aplicación de ventosas consigue la curación de la paciente durante 1 año. Se le aconseja que a partir de entonces se someta cada año a una sesión de esta terapia, tan be- neficiosa para ella. Desde enton- ces no ha necesitado ningún tipo de medicación. 2.2 La espalda como reflejo de los trastornos internos, área diagnóstico-terapéutica La mayoría y, sobre todo, las zonas más importantes para la aplicación de ventosas se en- cuentran en la espalda del pa- ciente, en un orden bien conoci- do desde tiempos inmemoriales. La espalda de un enfermo ofrece a la mano exploradora del médi- co (Cheiros - mano/Chiron - ma- estro de los primeros médicos, en realidad de Asklepio) signos muy llamativos. Sobre la espalda transcurren las líneas divisorias de la seg- mentación transversal de la dis- tribución nerviosa central del cuerpo, conocida por nosotros, los médicos occidentales (ver fig. 2). No obstante, de la misma ma- nera también transcurren otras lí- neas de división, por ejemplo aquéllas descritas por el médico americano Dr. med. Fitzgerald. Los conocimientos necesarios para su desarrollo los obtuvo del saber popular indio (ver fig. 4). Desde Head y McKenzie es conocido por los médicos occi- dentales que, cuando existe una enfermedad de un órgano inter- no, aparecen puntos trigger espe- cíficos (zonas de irritación) en la segmentación transversal del cuerpo, sobre todo de situación paravertebral. Se les denomina puntos máximos en las zonas He- ad-McKenzie. Encontramos pun- tos máximos de la segmentación longitudinaldel cuerpo, p. ej., en las plantas de los pies (zonas se- gún Ingham/Marquardt. ver fig. 5), en el cráneo (acupuntura cra- neal), en los dientes (Kramer) y en el meridiano de la vejiga de la acupuntura (ver fig. 3). 24 Fig. 2. Segmentación transversal−segmentos de los nervios espinales (dermatomas). 25 Fig. 3. Meridianos de acupuntura (longitudinales). 26 Fig. 4. Segmentación longitudinal del cuerpo según Fitzgerald. 27 Fig. 5. Planta del pie como final de las zonas de Fitzgerald. 28 ojo calota craneal cerebro cerebelo nuca columna cervical tiroides corazón estómago dcho. plexo solar diafragma columna dorsal páncreas colon transverso columna lumbar vías urinarias sacro intestino delgado (yeyuno, íleon) coxis región pélvica (zona de referencia) región abdominal región pélvica colon descendente vesícula biliar pulmón riñón línea de la cintura apéndice borde inferior de las costillas seno frontal-maxilar dientes ojo seno frontal-maxilar dientes oído, amígdala articulación del hombro cintura escapular hígado (zona de referencia) oído, amígdala articulación del hombro plexo solar diafragma pulmón bazo borde inferior de las costillas línea de la cintura colon ascendente cavidad abdominal región pélvica región pélvica (zona de referencia) intestino delgado (yeyuno, íleon) vías urinarias columna lumbar páncreas riñón corazón bronquios columna cervical nuca calota craneal cerebro cerebelo corazón (zona de referencia) Es lógico que, ante la enfer- medad de una zona del cuerpo, los puntos trigger de todos los sistemas de regulación que con- trolan esa zona se conviertan, de la misma manera, en puntos de alarma. Así mismo, también es lógico que la terapia correcta de un sistema cibernético pueda so- lucionar los puntos de alarma de los otros. Los puntos de aplica- ción de ventosas en la espalda re- presentan puntos de alarma, los cuales se encuentran en zonas de confluencia del control cibernéti- co segmentario transversal y lon- gitudinal del cuerpo. Dado que en la naturaleza no existen vías de sentido único, estos puntos trigger representan tanto puntos de diagnóstico como puntos de tratamiento. Tienen cualidades ambivalentes. Mucho antes de la era de los medicamentos y de los métodos de exploración fisiológico-quími- cos, los médicos e investigadores estudiaron el cuerpo humano pa- ra determinar si se podían obte- ner informaciones exactas de dónde se establecía la enferme- dad, de qué tipo era o incluso de dónde venía. Por una parte, la causa de la aparición de la mayo- ría de enfermedades se encontró en un fallo de las defensas inter- nas y, por otra parte, en un estado de culpabilidad del paciente, el cual debía expiar sus “pecados” mediante el establecimiento de una enfermedad. En la actualidad, este “esta- do de culpabilidad” puede ser di- ferenciado más sutilmente y con- siderado como la expresión de sobrecargas. Se encuentran a todo lo largo del organismo, pero se expresan principalmente en los órganos más débiles de la cadena orgánica, según lo cual determi- naremos la constitución “corres- pondiente”. Así por ejemplo, si la zona más afectada es la biliar, es- to significa que nos hallamos ante una constitución biliar. Estos signos hereditarios- constitucionales ya pueden ob- servarse en los niños pequeños a nivel de las zonas reflejas de la espalda. Secundariamente, la for- ma de vida de algunos pacientes provoca una sobresaturación del metabolismo y, más adelante, le- siones orgánicas a nivel del órga- no constitucionalmente más dé- bil, así como trastornos metabólicos concomitantes en to- das las zonas corporales especial- mente relacionadas con éste. Por ello, el sinólogo Porkert denomi- nó como un órgano “orbis” al ór- gano constitucional junto a “su” amplia región. También las sobrecargas psí- quicas tienen “su” zona refleja. 29 Así, el habla popular refleja este hecho: se me exalta la bilis (ira), se me parte el corazón (tris- teza), tengo el corazón en la boca (susto), se me aflojan los intesti- nos (miedo, pérdida de confian- za). Dado que en la actualidad conocemos las estrechas relacio- nes neurofisiológicas entre el ce- rebro y las zonas reflejas cutáne- as, a través de la formación reticular, no nos debe sorprender si aparecen lesiones orgánicas a causa “sólo” de sobrecargas psí- quicas, y desaparecen mediante una terapia psicológica especiali- zada. Mucho tiempo antes de que aparezcan lesiones orgánicas, las zonas reflejas informan sobre la existencia de una sobrecarga de los órganos y de cuándo pueden excluirse otras noxas, incluso del tipo de las alteraciones psíquicas. Desde el punto de vista clínico, el paciente sólo presenta trastor- nos del estado general, y es en las zonas reflejas donde se en- cuentra el hallazgo. A este res- pecto debe observarse especial- mente la tabla de la página 8 “Niveles de regulación, paráme- tros diagnósticos y terapéuticos”. El cuerpo expresa sus dolen- cias en un idioma tan ricamente diferenciado, como nunca podrá esperarse del análisis en el labo- ratorio de las células orgánicas muertas. El explorador, que sabe interpretar estos signos, los cua- les dotan de ojos y dedos a nues- tro médico internista, es capaz de tratar y erradicar una enfermedad justo en su inicio. “Lo que hemos ganado con el aparato de rayos X lo hemos perdido en la punta de los dedos”. A esta sentencia de August Biers, uno de los cirujanos más conoci- dos en nuestro siglo y al mismo tiempo un defensor de la vida na- tural, se le puede hacer un añadi- do: “Cuanto más se aleje la medi- cina de la cama del enfermo, tanto más caerá en el dogmatismo”. Los resultados diagnósticos que se obtienen del estudio de las zonas reflejas sólo pueden ser comparados con los análisis de laboratorio cualitativos y cuanti- tativos. Sin embargo, de ellos no se obtiene una valoración estática de la enfermedad de un organis- mo, sino una valoración altamen- te sugestiva, dinámica-causal, su- jeta al equilibrio fluyente del organismo. Por así decirlo, el cuerpo habla al médico: “En este momento, el máximo de mi alte- ración de la salud se encuentra en éste o aquel sistema de regula- ción y zona orgánica y, en este momento, mediante la actuación sobre la correspondiente zona re- fleja también puede influirse de la forma más beneficiosa sobre ésta”. 30 El que durante muchos años o incluso durante decenios obser- va la espalda de sus pacientes no- tará que, al aumentar la edad o al aumentar la sobrecarga general, se produce un cambio de las zo- nas reflejas. Esta alteración no sólo apa- rece porque, a lo mejor, el pacien- te, a lo largo de estos años, ha su- frido diversas dolencias, sino porque el cuerpo reacciona con otros síntomas frente a las mis- mas alteraciones de origen exter- no o interno; porque estas altera- ciones inciden sobre otras zonas energéticas (zonas de regulación) y se desarrollan a este nivel. Del gran número de médi- cos e investigadores que se han ocupado del estudio de las zonas reflejas espinales, deben cono- cerse los siguientes nombres: Weihe 1883, Head y McKenzie 1889, Abrams 1910, von Staa y Hansen 1938, von Puttkamer 1947 y Pischinger 1971. Las fe- chas se refieren al año de la pu- blicación más importante. Con sus trabajos Pischinger aportó, por así decirlo, el argumento in- discutible de cómo los estímulos periféricos se propagan hacia las zonas reflejas y a partir de allí hacia el órgano, y de qué proce- sos metabólicos se producen en esta situación. En “Las bases del proceso vital” estudió las funcio- nes aisladas, la unidad del tejido conjuntivo, la terminación ner- viosa, la célula orgánica, la red capilar, el estroma linfático y la célula del tejido conjuntivo. Re- cientemente, los Profesores Heim (Universidad de Herdecke) y Hauss (Universidad de Münster) han seguido trabajando en estas investigaciones. En la actualidad podemos partir de la base de que el tejido conjuntivo representa un órgano único con formas de reac- ción únicas y funciones únicas. La así llamada célula orgánica (corazón,riñón, hígado, etc.) no se mantiene simplemente estática como un diente en su lecho den- tal, sino que está en relación di- recta con los proteoglicanos con los que interacciona. Estos proce- sos se dan en el nivel correspon- diente a las diluciones homeopá- ticas D4 a D6 y tienen como consecuencia cambios en el cam- po electromagnético, fenómenos de despolarización y repolariza- ción de las moléculas implicadas. La naturaleza de este tejido conjuntivo puede variar del esta- do de gel (rigidez y exceso de ácidos tamponados) al de sol (flexibilidad y exceso de forma- dores de bases tamponados). La curiosidad del espíritu humano puede estar satisfecha, ya que conoce “qué se esconde detrás de la imagen”. 31 Topografía de la espalda Si exploramos la espalda de una persona sana, no encontrare- mos ningún tipo de gelosis dolo- rosa, induraciones, laxitud, zo- nas muertas, ni depresiones gelatinosas sobre las apófisis es- pinosas. En un individuo enfer- mo es diferente. La existencia de induracio- nes y gelosis sobre los músculos supraespinales y en la porción superior del músculo trapecio, así como sobre el tejido conjuntivo de la zona, nos informan con to- da seguridad sobre la existencia de procesos inflamatorios cróni- cos o exacerbados a nivel otorri- nolaringología, ya sea en amíg- dalas, senos paranasales, anillo de Waldeyer, dientes, parodontio, mastoides u oído medio. Estas zonas de los hombros informan sobre el foco, incluso cuando és- te es difícilmente demostrable mediante otras pruebas. Su exis- tencia siempre puede ser revela- da mediante aparatos de medi- ción bioelectrónicos. En una tercera parte de los casos las amígdalas son las cau- santes de estos focos, incluso cuando son pequeñas y su aspec- to es normal. Si se aspira la se- creción y se realiza un cultivo en un medio nutritivo, podrá de- mostrarse bacteriológicamente que en los restos de este antiguo órgano de defensa persisten agentes infecciosos como el cau- sante de la angina de Plaut-Vin- cent, estafilococos hemolizantes y estreptococos. Las induraciones en la zona de la espalda arriba descrita pue- den ser reflejo de diversas afec- ciones, así p. ej. parestesias noc- turnas de los brazos, hinchazón de los dedos por la mañana, pe- riartritis escapulohumeral y bra- quioneuritis, codo de tenista y dolores que irradian a nuca y oc- cipucio. Si no se tratan estas in- duraciones, nunca se curará com- pletamente una amigdalitis crónica o una inflamación de los senos paranasales. Más arriba, a nivel de la nu- ca (segmento C4), frecuente- mente se encuentran induracio- nes, las cuales o bien son reflejo de un bloqueo vertebral o bien representan zonas reflejas homo- laterales en relación con altera- ciones funcionales renales, gás- tricas, biliares o hepáticas. Cada órgano tiene una proyección ho- molateral en C4. La tabla de la siguiente página lo muestra con claridad. Este hecho demuestra lo importante que es, en todas las afecciones, realizar un traba- jo terapéutico “adicional” en el segmento C4. 32 Órgano interno Localización de los signos reflejos y álgidos en el tegumento Corazón Zonas craneales C3 y C4 izquierda, C8 a D9 anterior y posterior izquierda Aorta C3 y C4 izquierda, C8 y D6 anterior bilateral Pulmón derecho Zonas craneales C3 y C4 derecha, D2 a D9 anterior y pleura y posterior derecha Pulmón izquierdo Zonas craneales C3 y C4 izquierda, D2 a D9 anterior y y pleura posterior izquierda Esófago D3 a D5 anterior bilateral Estómago Zonas craneales C3 y C4 izquierda, D5 a D9 anterior y posterior izquierda Si en el hombro izquierdo se encuentra una induración múscu- lo-conjuntiva aislada, en ocasio- nes con elevación del hombro a modo de mochila, esto significa que existe una sobrecarga cardia- ca crónica. En estos casos la cau- sa se debe a stress, hipertiroidis- mo, hipertensión crónica, pero también puede estar causada por extrasístoles focales. En los casos de dilatación miocárdica por fa- llo valvular o por la edad no en- contraremos la “giba cardiaca”. Alrededor de la 7ª vértebra cervical, frecuentemente se ob- serva una elevación gelatinosa, la “giba hormonal”. Está relacio- nada con trastornos hormonales. Frecuentemente se trata de la ex- presión de una obesidad hipofi- saria, retención hormonal de lí- quidos, diabetes mellitus, hipo- función ovárica, es decir, en dis- funciones secundarias o primarias, así como también en caso de hipertensión nefrógena. Una induración pequeña y aisla- da, situada a la derecha, junto a la prominencia, puede ser reflejo de un mioma. Caudalmente a la zona car- diaca, en el lado izquierdo de la espalda, se encuentra situada lon- gitudinalmente la zona del estó- mago y del páncreas. En la gas- tritis crónica y en la úlcera gástrica, ésta es claramente dolo- rosa a la presión. En ella pueden aparecer gelosis aisladas más pe- queñas, especialmente dolorosas a la presión. 33 Órgano interno Localización de los signos reflejos y álgidos en el tegumento Duodeno C3 y C4 derecha, D8 y D10 ventral y dorsal derecha Hígado y Zona frontal supraocular derecha, C3 y C4 derecha, vesícula biliar D6 a D1O ventral y dorsal derecha Páncreas C4, D7 a D9 ventral y dorsal izquierda Bazo Zonas craneales, C3 y 04 izquierda, D7 a D11 ventral y dorsal izquierda Yeyuno D9 a D11 ventral izquierda Ileon D10 a D11 ventral derecha Ciego y colon C3 y C4 derecha, D11 a L1 ventral derecha ascendente Apéndice C3 y C4 derecha, D11 y D12 ventral derecha Colon transverso C4 derecha, D11 ventral derecha proximal al punto Cannon-Böhm Colon transverso C4 izquierda, D11 ventral izquierda distal al punto Cannon-Böhm Colon descendente C3 y 04 izquierda, D11 a L1 ventral izquierda Sigmoides C3 y 04 izquierda, L1 a L2 ventral izquierda Recto L4 a S5 izquierda Riñón derecho C4 derecha, D9 a L2 dorsal derecha y uréter Riñón izquierdo C4 izquierda, D9 a L2 izquierda y uréter Vejiga urinaria D11 a S2 ventral bilateral Testículo derecho D12 a L3 derecha y epidídimo Testículo izquierdo D12 a 13 izquierda y epididimo Útero D12 a L4 ventral y dorsal bilateral Anexos derechos D11 a L4 ventral derecha Anexos izquierdos D11 a L4 ventral izquierda 34 Éstos se localizan por ejem- plo en puntos especiales de acu- puntura de ambos meridianos de la vejiga y pueden ser los así lla- mados puntos de asentimiento para corazón, pulmón o aparato circulatorio. En el caso de las personas asténicas que presentan una pto- sis gástrica junto a una debilidad humoral general, hablamos de un “valle gástrico” cuando la zona debajo del dedo que realiza la palpación esté como muerta, va- cía y hundida y sin tono. Estos pacientes se quejan de plenitud gástrica, eructos, sensación de pelota abdominal, sensación de saco en hipogastrio, están nervio- sos y se encierran en situaciones sin salida. Les falta la alegría de vivir. Una gran parte de los así llamados pacientes vegetativo- distónicos presentan este tipo de “debilidad gástrica”. Las zonas gástrica y pancre- ática se superponen una con otra, al igual que las zonas biliar y he- pática. La medicina china conoce estos estrechos canales como re- lación “madre-hijo”, La zona pancreática es especialmente lla- mativa en los diabéticos (plétora) y en la hipofunción excretora del páncreas (vacío), así como en ca- so de sobrecarga glandular y en la alergia ecológica clínica (Ran- dolph, MacKdurness), dando lu- gar a una gelosis pletórica o bien de transición. Hoy en día es muy frecuente encontrarla. A nivel de la zona gástrica se encuentran, tal y como se ha dicho antes, gelosis dolorosas so- bre los músculos infraespinosos y redondo mayor, y en el múscu- lo trapecio inferior. Éstas se loca- lizan en el curso de los nervios intercostales. En su origen, sobre las apófisis espinosas, se palpan depresiones gelatinosas. Los ner- vios intercostales dolorosos pue- den seguirse fácilmente mediante la palpación hasta por encima de la línea axilar anterior, exacta- mente hasta el punto en que estos pacientes tienen molestias. Fre- cuentemente, estas molestias consistenen dolor torácico, en las mujeres localizado en el pe- cho, lo que es considerado erró- neamente como dolor cardíaco o incluso como neoformaciones in- cipientes. Generalmente, estos pacientes afectados deben tomar todos los posibles medicamentos de acción sobre el corazón y las coronarias o incluso psicofárma- cos, y se les asegura una enfer- medad cardiaca inexistente. Así mismo, el así llamado síndrome de Tietze sólo lo encontramos en relación con este tipo de gelosis. Hoy en día, vemos y palpamos con más frecuencia una gelosis dentro del “valle gástrico”, que 35 se corresponde con la zona biliar contrapuesta y frecuentemente se encuentra desplazada caudalmen- te una o dos vértebras respecto a ésta: la zona pancreática. En los pacientes con sobre- carga del corazón derecho, es de- cir, cuando existe congestión de la circulación menor, se encuen- tran dos gelosis claramente dolo- rosas e hiperémicas, aproximada- mente a la altura de la 3ª y 4ª vértebra dorsal, de tres a cuatro traveses de dedo junto a la co- lumna vertebral. Se encuentran en el lugar que los chinos deno- minan como “la puerta de los vientos”. No es raro encontrar un lugar claramente gelatinoso sobre la apófisis espinal de la vértebra que se encuentra en medio. En este caso, los pacientes se quejan sobre la sensación de que no pue- den respirar bien o que sienten dolor que, en forma de puñalada irradia de atrás a delante. Presión sobre el esternón, a veces dolores quemantes en esta zona o dolores al tragar con sensación simultá- nea de pelota en el esófago, tam- bién pueden ser atribuidos a las zonas gelóticas a nivel de la “puerta de los vientos”. Hoy en día, en la mayoría de las personas se palpa una ge- losis dolorosa situada caudal- mente y a la derecha de la espina escapular: el segmento biliar. Se trata del punto al que la gente se refiere en caso de cólicos biliares y cómo “irradia hasta la misma escápula”. En todas las conges- tiones biliares, incluso en los trastornos de la excreción hepáti- ca, en el hígado graso, en la ci- rrosis, en la dispepsia biliar agu- da, pero también en caso de plétora general y de congestión hepática de origen cardíaco, en este punto encontraremos una ge- losis especialmente dolorosa a la presión y con congestión sanguí- nea. Algunos dolores de la parte superior del abdomen pueden aclararse con una palpación de esta zona. Así, algunos casos en los que se sospecha úlcera duo- denal o pancreatitis se revelan como una congestión biliar fun- cional. En relación con una cica- triz abdominal tras una colecis- tectomía, que actúa como foco de perturbación, también encontra- remos esta zona como expresión del síndrome postcolecistecto- mía. Caudalmente a la zona biliar descrita se encuentra el segmento hepático. Se palpa como cordo- nes de tejido conjuntivo ligera- mente gelatinosas e induradas paravertebralmente en el lado de- recho, generalmente a nivel del 2º meridiano de la vejiga. Sin embargo, estos cordones pueden aumentar enormemente de tama- ño, de forma que en pacientes he- 36 páticos crónicos con sus descon- certantes referencias a múltiples síntomas, a este nivel encontra- mos a la derecha una giba de la caja torácica, la cual, en algunas ocasiones puede tomar formas grotescas. En este caso es difícil dife- renciar una giba hepática de una giba escoliótica. No obstante, un tratamiento adecuado y continua- do de esta zona es capaz de hacer desaparecer esta giba y al mismo tiempo demuestra la eficacia de una terapia a nivel de la espalda. En los pacientes migrañosos, cu- yo flujo energético patológico debe buscarse a nivel de los me- ridianos hepático y biliar de los chinos, generalmente presentan afectación conjunta de las zonas hepática y biliar. En el segmento D9, es decir, a la altura de la 12ª. costilla y por debajo, en un número sorpren- dente de personas, se encuentran dos gelosis muy dolorosas a la presión, del tamaño del puño de un niño, las cuales con frecuencia se extienden caudalmente, prácti- camente hasta la pelvis. Los sín- tomas que más frecuentemente se asocian al hallazgo de estas gelo- sis pueden englobarse de nuevo en el “cajón de sastre de la disto- nía vegetativa”. Se trata de sudor nocturno, presión en la cabeza o migraña al levantarse por la ma- ñana, cuyo dolor parece “desco- yuntar” el cráneo. También pue- den contarse entre los síntomas de los cuales se quejan con mayor frecuencia los pacientes el inten- so cansancio matinal, el cual fre- cuentemente se presenta junto a escozor ocular o lagrimeo y ede- ma de los párpados inferiores. Junto a todo esto encontramos al- teraciones de la visión, sin que el médico especialista pueda encon- trar ningún hallazgo claro, y pies y rodillas fríos como el hielo, así como la sensación de frío gélido en la espalda. Además, las mujeres se que- jan de dismenorrea, flujo vaginal o diuresis irregulares: algunos dí- as se acumula agua en todo el cuerpo, mientras que otros días existe una eliminación de gran- des cantidades de agua clara. To- do ello nos indica la existencia de un trastorno renal, pero sin embargo este diagnóstico de “en- fermedad renal” prácticamente nunca puede ser apoyado por re- sultados obtenidos por radiogra- fía o analítica. Tan sólo la explo- ración con isótopos, el rheograma o la elevación discreta de la presión arterial a veces aportan algún dato en el sentido de trastornos de la función renal. En estos casos, la buena anamnesis y los signos que la na- turaleza nos ofrece mediante la 37 palpación de la espalda deben re- conocerse con respeto. La terapia aplicada en la zona refleja (ven- tosas), un tratamiento homeopáti- co o la simple variación de la ali- mentación demuestran, con su eficacia, el diagnóstico. En reali- dad se trata de una debilidad fun- cional en los tejidos renales, que siempre se presenta con un es- pasmo en la zona del glomérulo. Si además de la gelosis re- nal, en la región glútea superior se encuentran nódulos duros del tamaño de un guisante hasta una alubia, el diagnóstico de “gota”, con los hallazgos serológicos co- rrespondientes, es seguro. En relación con las gelosis descritas en D9, deben citarse especialmente las zonas homo- laterales ya descritas anterior- mente en la nuca, a nivel de C4. En la así llamada “migraña re- nal”, que transcurre sobre los meridianos de acupuntura de ri- ñón y vejiga, así como en el Glaucoma verum, están siempre presentes. En este contexto, son interesantes los solapamientos de las zonas renales y los “pun- tos gástricos” según Boas. Los puntos de asentimiento de la acupuntura para el estómago también se encuentran a nivel de estas zonas renales. Se puede especular si en este caso se pro- duce una coincidencia fisiológi- ca en la zona refleja: la misma función, eliminar ácidos del or- ganismo. Ciertamente, en ambos órganos se dispone para ello del enzima “anhidrasa carbónica”, el cual separa el cloruro sódico de la sangre en cada uno de sus átomos. A partir del cloro junto a iones hidrógeno de las muco- sas se forma el ácido clorhídri- co: el estómago lo libera en su cavidad, el riñón en los túbulos. El sodio restante es devuelto a la sangre y con su bicarbonato forma el bicarbonato sódico en su forma disociada (regulación del pH en el organismo según Kern). Los ovarios también tienen su zona. Se encuentra directa- mente por encima y paraverte- bralmente a la articulación sa- croilíaca. En caso de dismenorrea, congestión pélvica o anexitis se encuentra claramente remarcada. En el climaterio la encontramos en caso de sofocaciones, en la extraña sensación de que el útero o la vejiga urinaria presionan ha- cia abajo a través del suelo de la pelvis, y naturalmente aparece poco antes de la menstruación. Si esta gelosis aparece unilateral- mente, es difícilmente diferencia- ble de aquélla que encontramos en caso de isquialgia, o bien de la que aparece cuando existe éstasis 38 venoso o flebitis en una de las piernas. En este caso la anamne- sis nos ayudará a diferenciarlas. También en relación con la in- quietud nocturna de las piernas,pesadez a nivel de las pantorrillas o el síndrome de Burning Feet (pies ardientes) estas zonas están siempre presentes e informan so- bre una congestión venosa a ni- vel de la pelvis menor. Entre las gelosis renales y las zonas ováricas pueden apare- cer un gran número de gelosis a nivel del meridiano externo o in- terno de la vejiga urinaria, las cuales siempre aparecen en rela- ción con enfermedades de la arti- culación de la cadera, de la rodi- lla y, sobre todo, en relación con bloqueos de las articulaciones vertebrales y sus consecuencias. Se hallan por debajo de otras zo- nas intestinales que encontramos en irritaciones de la mucosa in- testinal y en deficiencias de la flora intestinal. Los espasmos in- testinales también se manifiestan en forma de gelosis (vacías). Incluso al intestino ciego puede atribuírsele un lugar cons- tante entre las zonas segmenta- rias de la espalda. Se localiza sin dificultad a una distancia del an- cho de una mano paravertebral en el lado derecho de la espalda, trazando una línea hacia abajo a partir de la 12ª costilla. Se en- cuentra en el 2º meridiano de la vejiga, aproximadamente a mitad de camino de la cresta ilíaca. En la depresión del climate- rio, así como en ciertos cuadros depresivos causados por graves sobrecargas emocionales (depre- siones reactivas), encontramos en relación con una giba hepática o una zona biliar, una imponente gelosis claramente dolorosa a la presión y muy gelatinosa sobre el hueso sacro o sobre la apófisis espinosa de la 5ª vértebra lumbar. Ésta tampoco falta nunca en la “hipertensión roja”. La terapia de Aschner más interesante en este caso es el emplasto de cantáridas. Además de las gelosis que aparecen como representación de las relaciones reflejas (reflejos cuti-viscerales/reflejos víscero- cutáneos) en caso de lesiones or- gánicas, naturalmente encontra- mos también gelosis y zonas de transformación de la espalda co- mo reflejo de lesiones por sobre- carga estática del esqueleto. Una pierna de longitud disminuida, una desviación pélvica o una es- coliosis, una dislocación de la ar- ticulación sacroilíaca como con- secuencia de una calda o, lo más normal y frecuente, durante un parto, provoca a lo largo de me- ses y años la aparición de mioge- losis y gelosis del tejido conjun- tivo muy dolorosas, que 39 frecuentemente no son más que reflejo de una contractura de los vientres musculares, en donde los músculos intentan mantener uni- dos los cuerpos vertebrales sepa- rados. En este caso, al principio de la enfermedad se observan ge- losis esparcidas por toda la espal- da, que dan la impresión de apa- recer aleatoriamente. No obstante, generalmente se en- cuentran sobre los meridianos de la vejiga interno o externo en los espacios intercostales. Los dolo- res que aparecen son dolores de los nervios intercostales. Si se si- gue la zona dolorosa con el dedo, siempre se encuentra que la apó- fisis espinosa de la vértebra co- rrespondiente es extremadamente dolorosa a la presión. En el curso de este tipo de trastornos, sobre todo cuando no se realiza la tera- pia adecuada, este tipo de gelosis se desplaza en dirección a las zo- nas orgánicas. Una vez se han es- tablecido a este nivel, actúan co- mo zonas irritativas permanentes en las ramas viscerales corres- pondientes del nervio espinal. El estímulo irritativo alcanza lenta- mente órganos internos. Si se mantiene durante largo tiempo en los órganos correspondientes pueden producirse, en una prime- ra etapa, trastornos funcionales que más tarde pueden evolucio- nar a lesiones parenquimatosas. Esta dinámica de cambio y des- plazamiento de las gelosis, puede ser estudiada por cualquier médi- co a lo largo de varios años o mejor a lo largo de decenios en un determinado paciente. Se re- conoce claramente que las zonas reflejas constituyen el reflejo de la dinámica de los procesos exis- tentes en el organismo: lo estáti- co y lo funcional se hallan estre- chamente relacionados. Los datos facilitados por las zonas reflejas de la espalda están en estrecha relación con una co- rrecta técnica de exploración. Las zonas descritas serán buscadas inútilmente si la espalda es pal- pada de forma incorrecta. Por el contrario, cuando se utiliza la técnica de exploración correcta, éstas aparecen como por arte de magia bajo los dedos. Así pues, el paciente debe sentarse sobre la camilla de exploración de tal ma- nera que sus talones sobresalgan exactamente por el extremo de la camilla. El explorador se sienta detrás del paciente y le invita a arquear la espalda. A ser posible, el paciente debe cogerse los tobi- llos con las manos y dejar colgar los hombros. En esta espalda ten- samente arqueada pueden detec- tarse rápidamente incluso mati- ces sutiles en las zonas más amplias. Tanto sobre las apófisis espinosas como paravertebral- 40 mente, la palpación debe reali- zarse con una fuerte presión. Las puntas de los dedos del explora- dor pueden ponerse “blancas”. Se sigue una línea empezando cra- nealmente a nivel del meridiano de la vejiga. Todos los lugares patológicos son claramente dolo- rosos. Las gelosis congestivas son como mínimo de 2,5 cm de diámetro, las gelosis vacías o de un diámetro de 1 cm o bien an- chas y duras o blandas. Cuando es realizada por un buen médico, la exploración dura aprox. 2 mi- nutos. En los siguientes capítulos hablaremos sobre el significado de las zonas reflejas aisladas y de sus relaciones con otros sistemas de zonas. Sin embargo, en este contexto cabe destacar que los puntos máximos de las zonas He- ad-McKenzie no representan, en ningún caso, sólo los puntos trig- ger a nivel de la división seg- mentaria transversal, sino que también representan los puntos trigger de la ordenación segmen- taria longitudinal del organismo. Según todos los indicios son puntos de intersección de ambos sistemas. En el siguiente capítulo se hará referencia de forma reitera- da a los así llamados meridianos de acupuntura. Estos meridianos son “líneas imaginarias”, que conectan los puntos trigger entre sí, y que en determinadas enfer- medades aparecen en el paciente siempre juntos, como cadenas de puntos. Algunos de estos puntos coinciden con lugares de aplica- ción de ventosas. Las cadenas de puntos recorren todo el cuerpo (y sus zonas externas palpables) longitudinalmente. En todas las divisiones (segmentos longitudi- nales y transversales) circulan una y otra vez sucesiones de es- tímulos. Son útiles para la auto- rregulación del organismo (ci- bernética) y sus principales puntos trigger señalan al tera- peuta el lugar alterado, que co- mo un relais de encendido tam- bién puede ser el lugar de su actuación terapéutica. En rela- ción a la segmentación del cuer- po, ver las figuras 2-5. Para poder entender la ac- ción de una terapia de aplicación de ventosas, deben conocerse las relaciones dentro de la segmenta- ción longitudinal del cuerpo. A pesar de haberse realizado una investigación sutil, hasta el mo- mento no se ha encontrado nin- gún sustrato para la conducción de estímulos dentro de esta seg- mentación, de forma que las in- dudables relaciones siguen consi- derándose como “no demostradas científicamente” y son tratadas como “la cenicienta” de la medi- cina occidental. 41 Planteamientos de ayuda a) flujo de electrones canali- zado en Quantos, “polarización funcional en biopolímeros”, pie- zo y piroelectricidad según Athsnstaedt. b) efectos neuro-hormona- les. c) “trickling” de informacio- nes, es decir, las informaciones directas de célula a célula son transmitidas como en una malla en todas direcciones en forma de gotas de lluvia. d) existencia de ondas, for- madas y transmitidas en la sus- tancia noble (doble hélice). e) sistema nervioso autóno- mo con fibras conocidas; sobre todo es válido para puntos corpo- rales, relacionados estrechamente con vasos y nervios (p. ej. puntos profundos de acupuntura). El cuerpo es un sistema ci- bernético, una unidad autodirigi- da, autorreparada y en permanen- te estado de vigilancia, que en cada momento tiende a alcanzarel mejor estado que le es posible. De todos los procesos de regula- ción que se dan en el organismo, nosotros intentamos alcanzar los principales niveles y establece- mos sus contrarreferencias. Por último, todos los procesos vitales y de regulación tienen un objeti- vo: mantener de la forma más adecuada posible para esta célula la base de la vida, el medio en el que nada cada una de las células (como una vez ocurrió en el océ- ano original). 42 Fig. 6. Circuitos biológicos (cibernética). 43 Polarización de la membrana Enzimopatías (Pischinger)Base vegetativa Célula orgánica Tono funcional Célula conjuntiva dinámica Aporte nervioso GelSol Linfa circulante Aporte vascular PO2 Bloqueo energ./Chi Zonas reflejas Irritación segmentaria Bloqueo articular vertebral Terapia de zonas Ying-Yang B A C Disestática Toxinas (endógenas) Pasaje Focos en sentido amplio Acupuntura Terapia dela espalda Impletol Sobrecarga segmentaria EstáticaPsique Desplazamiento hormonal/ energético Noxa exógena Invasores/toxinas Noxa endógena Foco en sentido estricto Metabolismo del órgano Neurosis Los procesos de regulación para este medio tienen lugar a di- ferentes niveles, relacionados en- tre sí en muchos lugares. Dentro de estos niveles existen muchos subcircuitos. A) La segmentación trans- versal Nivel de regulación sobre vías cuti-viscerales (arcos refle- jos) , regulación de la estática de la columna vertebral, etc. A este nivel actúan formas tera- péuticas como ventosas, quiro- praxia, masaje, gimnasia, ciru- gía,... B) La segmentación longitu- dinal Dinámica, energética, in- fluencia a través de la psique y nivel de regulación terapéutico a través de la acupuntura, reflexo- terapia podal, psicoterapia, qui- nesiología, ... C) El nivel de regulación homo lateral del intestino en relación con sus simbióticos, es decir nivel nutricional, así como nivel de la sobrecarga de las superficies y membranas a través de toxinas y sobrecargas de la piel mediante oscilaciones de la temperatura y otras microondas. Dentro de estos niveles de regulación existen subcircuitos, los cuales regulan el organismo en cada una de sus porciones. En relación a la segmenta- ción transversal A), ésta se puede dividir y denominar en dirección cráneo-caudal. Es decir, p. ej. VC1/VD4, etc. Así mismo, pode- mos atribuirle el nombre de los nervios espinales principales, a cuyo nivel se ensanchan: C1/D4, etc. También han sido aceptadas denominaciones que derivan de aquel órgano profundo que repre- senta un punto medio en un seg- mento: “segmento cardíaco”, “segmento renal”, etc. De hecho, cada segmento contiene un punto medio práctico, un “punto trig- ger”, el cual influye sobre la tota- lidad del nivel de regulación pero más llamativamente sobre su ór- gano principal correspondiente: Ejemplo - Neurosis cardia Paciente de 25 años de edad, con dolores cardíacos crecientes desde hace medio año, sobre to- do en reposo, por la tarde o por la noche. Entonces se despierta con sofocaciones, abre desesperada- mente la ventana y sufre un do- lor, que desde el pecho se irradia hacia el brazo izquierdo hasta el dedo meñique. En el ECG en re- poso aparecen extrasístoles que 44 desaparecen con el esfuerzo. En la anamnesis se descubre una si- tuación actual de sobrecarga psí- quica que se mantiene desde hace como mínimo un año. En la es- palda, a nivel de la zona cardiaca se encuentran dos miogelosis do- lorosas. Se sitúan sobre un nervio intercostal. Siguiendo la columna vertebral nos encontramos con dos focos de perturbación liga- mentosos consecutivos (discopa- tía o subluxación de la articula- ción vertebral). La aplicación de ventosas a nivel de las miogelo- sis, conjuntamente con un trata- miento quiro-práctico de la co- lumna vertebral, así como la nueva seguridad de que el cora- zón está orgánicamente sano y sin sobrecargas, provocan la de- saparición de los síntomas. Ante- riormente, la “pequeña psicotera- pia” sin aplicación de ventosas había sido infructuosa. En resu- men: una alteración física, que se manifiesta en más de un nivel re- activo corporal, también debe tratarse simultáneamente a varios niveles. La base para ello está re- presentada en la página 8 (nive- les de enfermedad). Sin embargo, las diferentes zonas de reacción también se en- cuentran estrechamente interrela- cionadas y no solamente con una relación lineal-causal. Ejemplo Paciente de 43 años de edad, que desde hace muchos años pre- senta constipación espástica, fla- tulencia, eructos constantes, con- tracturas a nivel de la porción inferior de la columna lumbar, is- quialgia. Se queja de extrasísto- les y dolor cardiaco. El ECG po- ne de manifiesto un ligero descenso del segmento ST y el médico internista diagnostica una angina de Prinzmetal. El tratamiento se lleva a ca- bo mediante un cuidadoso masa- je a nivel de la columna lumbar, con lo que lentamente van desa- pareciendo las gelosis situadas a este nivel, así como mediante una regulación de la constipación mediante psicoterapia y dieta. Desaparecen los síntomas cardía- cos subjetivos, e incluso en un ECG muy posterior no aparece ningún signo de la angina de Prinzmetal. Un trastorno que se mani- fiesta en un segmento transverso no se mantiene limitado a éste. De ello ya se encargan procesos mecánicos. Si p. ej. observamos una malposición vertebral a ni- vel de C7/D1, sabemos que a ese nivel se insertan músculos y ten- dones que transcurren a lo largo 45 de otros segmentos. La malposi- ción vertebral origina una inesta- bilidad de la columna vertebral con presión a nivel de raíces ner- viosas espinales, que a su vez pueden provocar alteraciones de la irrigación de regiones corpo- rales completas (trofismo). El organismo intenta, mediante la contracción muscular, proteger la región vertebral inestable. Da- do que los músculos no están ca- pacitados para mantener una contracción prolongada, se for- man pequeños vientres espasmó- dicos (gelosis). Estos lugares, por su parte, representan porcio- nes de segmentos alteradas (fo- cos). Dado que los músculos contracturados y las tensiones del tejido conjuntivo abarcan va- rios segmentos, su origen tam- bién sufre “arrancamientos y rasgaduras”, y en ciertos casos pueden crear a este nivel una nueva inestabilidad (luxación parcial = bloqueo de la articula- ción vertebral). Así, una altera- ción p. ej. del atlas puede des- plazarse lentamente hasta la última vértebra lumbar y en su camino hacia abajo puede pro- vocar los diferentes trastornos segmentarios a nivel de todo el organismo. En este caso se habla de pseudopolirradiculitis (Bergs- mann) o del “fenómeno ensui- te”. En este contexto exponemos un ejemplo facilitado por nues- tro colega Schönberger en el in- forme “Signos de la columna vertebral alterada”. “Una mujer sufría desde un parto ligeras molestias estáticas, y a lo largo de los años además había desarrollado constipación, molestias epigástricas, dolores en hombros y brazos y final- mente una migraña claramente resistente al tratamiento, que ha- bía sido tratada sin éxito por va- rios quiroprácticos, pero sólo a nivel de la columna cervical. En este caso, las radiografías de la columna cervical no mostraban los signos esperados. Sin embar- go, a nivel de la columna lum- bar existía un importante hallaz- go con desplazamiento pélvico, diferencia variable de 3 cm en la longitud de las piernas (en posi- ción sentada y en decúbito), gruesa fibrositis en “chapa on- dulada” de la región glútea. Ha- ce años, durante el proceso del parto, se produjo una subluxa- ción (bloqueo) de varias peque- ñas articulaciones vertebrales a nivel de la columna lumbar y, sobre todo, una subluxación a nivel de la articulación sacroilí- aca. Tras la movilización de la región pélvica la paciente sintió súbitamente una sensación tor- mentosa de calor hasta la cabe- 46 za, se igualó la longitud de las piernas y se le aclaró la cabeza. En los controles que se realiza- ron años después, nunca volvie- ron a registrarse cefaleas. Un solo tratamientofue suficiente. Desapareció la fibrositis, las piernas siguieron siendo de la misma longitud.” La corrección de la espalda dentro del nivel de regulación or- topédico puede y debería ser pre- cedida por una aplicación de ven- tosas. En los casos favorables, mediante una sola aplicación de ventosas se puede disolver la ge- losis principal en el segmento del defecto, tal y como Schonberger escribe: “Ante el bloqueo de arti- culaciones vertebrales, el seg- mento completo reacciona real- mente como una unidad de piel, simpático y parasimpático, tejido subcutáneo, músculos, vasos, nervios sensitivos y motores y los órganos por estos inervados. Los bloqueos son en parte factor y en parte causa de las lesiones que aparecen”. Así pues, el segmento com- pleto está bloqueado y, con fre- cuencia, este bloqueo debe ser interrumpido simultáneamente en varios lugares de este segmento. Ejemplo Un electricista de comple- xión atlética de 18 años de edad me es enviado por su contratis- ta. Desde hace una semana no rinde en el trabajo, ya que se queja de fuertes dolores entre las escápulas y siente calambres importantes a nivel de la región cardiaca. No puede respirar, tie- ne una importante sensación de pánico y no duerme por la no- che, ya que al darse la vuelta en la cama presenta dolores pun- zantes en la espalda, como de puñalada. El médico de cabece- ra le dio la baja por 14 días; sin embargo, el contratista no puede prescindir por el momento de su empleado. El joven nos comuni- ca que había recibido sin éxito varias inyecciones en el múscu- lo y había sido tratado quiro- prácticamente varias veces, tam- bién sin éxito: “en cuanto salía de la consulta, volvían a martiri- zarme los dolores”. En primer lugar, el paciente fue tratado con ventosas a nivel de las gelosis tensionadas de la espalda, y sólo entonces, a nivel cutáneo se aplicaron algunos ha- bones con extracto de muérdago. Una hora después ya era capaz de trabajar y nunca se produjo una recidiva. 47 Ejemplo Una mujer de 75 años de edad se quejaba desde hacía años de un fuerte dolor a nivel de la nuca y del sacro. A la palpación se halló una “induración como la piedra” a nivel de la cintura esca- pular y de la región lumbo-pélvi- ca. Radiológicamente no se ob- servaron alteraciones, excep- tuando el desgaste propio de la edad. Por otra parte se constató la existencia de una constipación pertinaz de muchos años de evo- lución. Tras la regulación del rit- mo deposicional mediante medi- das dietéticas, que fueron seguidas estrictamente por la pa- ciente, se solucionaron los blo- queos de las zonas reflejas sin ne- cesidad de una terapia local. La paciente fue liberada de los sínto- mas. En este caso, la regulación del intestino, como foco de per- turbación a través de la zona de regulación homolateral “superfi- cie intestinal”, pudo influenciar de forma curativa sobre el corres- pondiente segmento lumbar, así como la actuación dietética sobre el “órgano estómago” lo hizo a nivel de su zona refleja cervical. Hemos expuesto amplia- mente los niveles de regulación A) y C) como representantes de los otros niveles de regulación principales. Naturalmente, los bloqueos de segmentos de este ti- po aparecen en los trastornos de todos los principales niveles de regulación y desaparecen con la terapia correspondiente. Así, un bloqueo vertebral (subluxación espontánea) puede eliminarse a través del nivel puramente ener- gético de la acupuntura o me- diante psicoterapia. Así mismo, puede conseguirse mediante la reflexoterapia podal, es decir, le- jos del lugar del bloqueo seg- mentario. En la medicina natural moderna, las zonas corporales bloqueadas también se conocen bajo el término de focos (foci). La teoría de los procesos focales ha demostrado ser claramente eficaz para la comprensión de la autorregulación; sin embargo, a nivel coloquial cada día más se hermana con los focos inflamato- rios. En el sentido más amplio, las gelosis, puntos trigger de la cibernética, bloqueos articulares, cicatrices, lesiones orgánicas, ampliamente descritas en este li- bro, son focos, y en la actualidad se las conoce mejor como focos de perturbación siguiendo la teo- ría de Pischinger. 48 1. Las células orgánicas di- ferenciadas y su sistema de apor- te y recogida (aprovisionamiento y evacuación). En realidad, éste último contiene los otros cuatro elemen- tos básicos. 2. El tejido conjuntivo dife- renciado e indiferenciado Según las necesidades, las Fig. 7. El sistema básico de Pischinger. 2.3 El lugar de aplicación de ventosas como foco (campo de interferencia) en el área neurovegetativa Un foco de perturbación es un lugar del cuerpo, alterado en su dinámica vital. Ya al inicio del trastorno y durante toda su evolu- ción, las alteraciones tienen lugar principalmente en la base de la función vital, en el tejido conjun- tivo no diferenciado, el cual para la así llamada célula orgánica di- ferenciada representa el papel del océano original, en el cual hoy todavía nada un organismo uni- celular (Pischinger, Keller, Hauss. Heim). Es el “sistema de la regulación básica”. La figura 7 muestra cinco elementos, los cuales en conjunto forman la base de todos los pro- cesos vitales o, mejor dicho, el nivel sobre el que se forma la nueva vida, se realizan procesos de reparación y donde se produce la muerte celular. Es el metabo- lismo inter e intracelular. Micros- cópicamente podemos reconocer los cinco elementos básicos: 49 células orgánicas red capilar vasos linfáticos ramas nerviosas autónomas vasos: aferentes anastomosis eferentes células dinámicas del tejido conjuntivo células del tejido conjuntivo pue- den multiplicarse y formar tejido conjuntivo indiferenciado y de allí seleccionar elementos, alma- cenarlos y extraerlos de la circu- lación general. También pueden descomponerse y aportar su con- tenido en el sistema básico de Pis- chinger para la mejoría del medio. Así mismo, pueden aumentar o disminuir su metabolismo (Hauss) y pueden formar fibras de tejido conjuntivo indiferencia- do como sustituto de tejidos espe- cíficos destruidos (cicatrices). 3. Los capilares a) La porción arterial, a par- tir de la cual difunde el oxígeno y los nutrientes necesarios para el funcionamiento de la célula. Sus células (endotelio) forman un cir- cuito regulador propio y que inte- racciona con otras células en el cuerpo. Se relacionan entre ellas mediante hormonas. b) La porción venosa, la cual extrae los productos de de- gradación y los productos finales de la actividad celular y, así mis- mo, realiza una reabsorción a ni- vel del espacio intercelular. 4. Los vasos linfáticos Drenan el espacio intercelu- lar y el tejido conjuntivo. 5. La red nerviosa autóno- ma (retículo terminal) El cual finaliza, en parte, li- bremente en el tejido conjuntivo y es capaz de variar su estado a través de impulsos nerviosos pero que por otra parte inerva los capi- lares y tiene influencia sobre su extensión y permeabilidad, ejer- ciendo de esta manera influencia sobre el contenido de gases, mi- nerales y proteínas. Es sensible al pH, es decir, reacciona ante las concentraciones de iones. Estas concentraciones de iones (ácidos tamponados y no tamponados) in- fluyen y dirigen la circulación de los capilares (Schmidt-Schön- bein). Incluso ante una ligera dis- minución del pH tisular aumenta la rigidez de los eritrocitos, que permanecen atascados en el inicio de la red capilar. En el metabolismo normal encontramos al tejido conjuntivo en el sistema básico de Pischin- ger sometido a una constante al- ternancia de sol y gel. Estos dos “estados de agregación” varían 30 veces por segundo. Las mem- branas de los elementos celulares forman, junto al medio indiferen- ciado, un sincitio indivisible en vida, y se imbrincan en él como si se tratara de dedos. Heim (Wit- ten-Herdecke) habla de un cerca- do común en forma de cáliz de los elementos aislados −glicocá- 50 lix− sustancias glicoproteicas, el cual por una parte une las estruc- turas del tejido conjuntivo y por otra las paredes
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