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Las_Ventosas,_un_método_curativo_alternativo_de_eficacia_demostrada

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LAS VENTOSAS, 
un método curativo alternativo 
de eficacia demostrada
Dr. Med. Johann Abele
Sanatorio de Medicina Natural Schloss Lindach,
Schwäbisch Gmünd
2ª edición revisada
Jungjohann Verlagsgesellschaft
Neckarsulm • Stuttgart
PRÓLOGO
Naturam quem sequamur ducem numquam
Desde que el hombre es
hombre, se ha preocupado de la
curación de las enfermedades.
Durante muchos milenios, en la
historia de la humanidad, encon-
tramos una y otra vez métodos
capaces de aliviar el sufrimiento
o de acelerar la curación del
cuerpo. Si nos paramos a recapa-
citar qué ha quedado en la actua-
lidad de este gran número de mé-
todos, y qué es lo que de ellos se
utiliza en la medicina actual, rá-
pidamente nos damos cuenta de
que, prácticamente todos los mé-
todos curativos desarrollados
hasta hace aproximadamente
ciento cincuenta años, sólo se
utilizan en la medicina popular.
Este hecho debe sorprender al
observador crítico, ya que cuesta
creer que en una época en que
desarrollaron sus trabajos perso-
najes como Goethe o Alberto
Magno, el campo de la medicina
sólo estuviera poblado por ne-
cios. ¡Al contrario! Aún hoy en
día nos sentimos orgullosos de
contar con Hipócrates, Avicena o
Paracelso entre los padres de
nuestra medicina.
La única diferencia entre los
médicos que vivieron en el perio-
do de tiempo que acabó hace
ciento cincuenta años y los médi-
cos posteriores consiste en que,
los primeros tenían como función
principal el favorecer la propia
capacidad curativa del organismo
enfermo. Nosotros, los médicos
posteriores, consideramos secun-
daria esta tendencia autocurativa
del “hombre cibernético” e inten-
tamos, con ayuda de nuestras po-
sibilidades técnicas y de nuestros
conceptos, alcanzar un “nuevo
orden”. Por supuesto, olvidamos
que nos “enfrentamos” a un in-
menso entramado de procesos
engranados, los cuales liberan ca-
da segundo un millón de bits in-
formativos a nivel de cada una de
las células del organismo. Estas
unidades de información siguen
vías definidas de conducción y
no transcurren de forma caótica.
A este nivel, los átomos ais-
lados, los cuales permanecen uni-
dos principalmente por fuerzas
de unión de electrones, realizan
1011 movimientos de colisión
unos contra otros cada segundo o
bien intentan danzar unos con
otros con una frecuencia de 1011.
Esto sucede a una velocidad
aprox. de 2,5 MACH. Tan sólo la
producción de anticuerpos biva-
lentes de un único linfocito B es
tan inmensa, que ni tan siquiera
podemos imaginarla. En 90 déci-
mas de segundo, en cada uno de
los 10 millones de ribosomas, se
forma un anticuerpo; cada uno de
los ribosomas elige 100 aminoá-
cidos y los une entre sí. En lo que
se refiere a la formación de órga-
5
nos completos, deberíamos ima-
ginarnos que, si tres millones de
electricistas tardan 10 décimas de
segundo en terminar una solda-
dura, éstos deberían trabajar inin-
terrumpidamente durante 10 años
para realizar las conexiones neu-
ronales de un cerebro.
No sin razón, algunos cien-
tíficos sostienen que, básicamen-
te, las aspiraciones de la medici-
na podrían compararse a la
pretensión de realizar con una
maza las reparaciones de una
computadora.
Actualmente puede compro-
barse que, esta “moderna” visión
de la medicina conduce, en el
ámbito de la curación, a efectos
colaterales que pueden comparar-
se a las catástrofes ecológicas
que se producen en el medio am-
biente, el cual hemos alterado de
la misma manera con los moder-
nos medios de que disponemos.
Ciertamente hemos eliminado un
gran número de epidemias, y he-
mos podido disminuir de forma
importante la tasa de mortalidad
infantil. Sin embargo, hemos sus-
tituido éstas por un claro aumen-
to de las así llamadas enfermeda-
des de la civilización (trastornos
metabólicos). Como todo médico
de cabecera sabe, los incontables
medicamentos químicos que el
hombre está acostumbrado a to-
mar a lo largo de su vida, no ejer-
cen una influencia precisamente
positiva sobre estas enfermeda-
des de la civilización. Según una
reciente estadística americana,
sólo los aditivos alimentarios que
ingerimos han aumentado abru-
madoramente, por individuo y
tiempo de vida. La media ameri-
cana aumenta cada año aprox. en
1000 comprimidos. Y no es de
extrañar que, a principios de los
años noventa, el Instituto del
AOK demostrara que, aún cuan-
do el número de médicos es cada
día mayor, no sólo aumentan las
cifras de morbilidad, sino, de he-
cho, también las de mortalidad.
Sin embargo, al igual que en el
medio ambiente, sólo reconoce-
mos con ojos miopes los trastor-
nos de aparición inmediata. És-
tos, van sumándose lentamente y
provocan, durante decenios, su-
cesivos y cada vez mayores tras-
tornos del equilibrio, los cuales
en un futuro provocarán la apari-
ción de una situación catastrófica
de la salud, y que sólo son consi-
derados como impredecibles y
determinados por el azar. Tam-
bién en este sentido nos diferen-
ciamos de nuestros precursores
médicos. Ellos ya establecieron
que las funciones propias del or-
ganismo se hallan relacionadas
entre sí como formando una red,
en tanto que en la actualidad se-
guimos un modelo de relación li-
6
El resultado final de estos
diferentes niveles de procesos es
el organismo humano, y sobre
ellos actúan mecanismos de re-
gulación y de contrarregu1ación.
Sin un funcionamiento adecuado
y una comunicación inalterada de
estos niveles no se puede plante-
ar el concepto de salud. Por este
motivo, es comprensible que los
esfuerzos curativos que se produ-
cen exclusivamente a nivel quí-
mico nunca serán capaces de so-
lucionar un déficit de la regula-
ción que incluya más de uno de
estos niveles. 
Debemos preguntarnos, por
qué no utilizamos con más fuerza
las obvias relaciones internas del
organismo para restablecer la sa-
lud cuando el organismo enfer-
ma. Con toda seguridad, en parte
es debido a nuestro recelo a ac-
tuar allí donde nuestros toscos
cinco sentidos no son capaces de
captar puentes palpables. Pero
esto es un error. Desde hace mi-
les de años nuestro organismo
trabaja según sus complicadas re-
glas; y es totalmente legítimo in-
tentar ayudarlo. Este libro inten-
tará demostrar que él mismo nos
indica claramente los puntos
donde podemos ayudarle.
Es muy improbable que pro-
cesos que tienen lugar en el inte-
Movimientos basales ↔ procesos bioelectroquímicos ↔ procesos 
físicos ↔ procesos emocionales ↔ fuerzas espirituales
neal-causal, según el cual separa-
mos las partes relacionadas en el
ser vivo a nuestra conveniencia,
y después extrapolamos de la
unidad a la totalidad, lo que des-
de el punto de vista científico
constituye una farsa. Así, como
coronación del “todo” denomina-
mos a este proceso como “medi-
cina objetiva”.
Cuando consideramos un
organismo tan complicado, como
es el caso del cuerpo humano, el
solo hecho de verlo actuar y fun-
cionar en el entorno constante-
mente agresivo, ya es por sí solo
maravilloso. La totalidad de los
mecanismos de defensa e inte-
gración tienen lugar a nivel mo-
lecular-atómico y, tal y como hoy
sabemos gracias a la investiga-
ción psicológica, dependen de
energías que debemos considerar
tanto espirituales como mentales.
El investigador japonés Hi-
roshi Motoyama representó las
relaciones entre lo orgánico y lo
espiritual de la siguiente manera:
7
NIVELES DE REGULACION - PARAMETROS DIAGNOSTICOS Y TERAPÉUTICOS
Nivel Terapia Controles
higiene mental oración, visualización, estado general, 
meditación, conversación, perfil inmunológico
reconciliación verbal, amol-
damiento palabra/imagen 
procesos físicos fotorepair, fototerapia, Kirlian, fotos-fotones, 
morather, campo magnético, Test-EAV, 
homeopatía, acupuntura kinesiología
procesos químicos métodos O2-O3, ortomole- pruebas 
cular, fitoterapia, quimio- de laboratorio
terapia
formación/destruc- inmunomoduladores, radiografía, TC, 
ción estructural enzimas, sueros orgánicos, RMN
lectina, cirugía, radiación
nivel cinético yoga, deporte, Feldenkrais, cuadro sintomático
ter. respiratoria, quinesio-
logía, fisioter.
rior del organismo no se hagannunca visibles en la superficie
externa. En último extremo, cada
parte del cuerpo depende de cada
una de las otras partes del cuer-
po. Cada alteración en algún lu-
gar debe poderse reconocer en
cada uno de los otros lugares. El
organismo reacciona como un to-
do, aun cuando el observador, en
apariencia, sólo oye el “grito de
socorro” de un determinado lu-
gar. Cada lugar del cuerpo, sí, ca-
da una de las células del organis-
mo, constituye un holograma del
todo. Existen algunas formas te-
rapéuticas, las cuales, acertada-
mente, han hecho suyo este pun-
to de vista y tratan lo interno ha-
cia el exterior. Entre ellas se
incluyen determinados tipos de
masajes, la acupuntura, la terapia
neural, la hidroterapia de Kneipp
y las ventosas. Incluso hoy en
día, la acupuntura sacude nuestro
pensamiento médico y nuestros
principios curativos. Es un méto-
do terapéutico que ha permaneci-
do prácticamente inalterado du-
rante aprox. 5000 años. Sólo este
hecho ya demuestra cuán vigente
e ideal es su planteamiento. Si se
8
hubiera tratado de una moda pa-
sajera no se hubiera mantenido
tanto tiempo.
Sin embargo, en la cultura
occidental también existe una
vieja terapia “invasiva”, que sin
duda se ha perfeccionado de for-
ma importante a lo largo de miles
de años: las ventosas. Sostengo
que sobre este hecho no pueden
existir dudas ni hoy ni nunca.
Actúa de forma inmediata sobre
la autorregulación del organismo,
utilizando vías que no siempre
podemos representar claramente.
Pongamos tres ejemplos:
1er ejemplo: 
terapia paliativa
El paciente de 65 años de
edad sufre desde hace años una
enfermedad de Hodgkin. Las re-
cidivas aparecen principalmente
a nivel del mediastino. El pacien-
te presenta un gran número de ci-
catrices quirúrgicas en el cuello y
el pecho, así como los signos de
radioterapia. Debido a la admi-
nistración de corticoesteroides el
paciente se encuentra hinchado,
se ha desarrollado una diabetes
mellitus y ha aumentado la pre-
sión sanguínea. Se han formado
nuevos linfomas ocupantes de es-
pacio en el mediastino, que han
llevado a una congestión secun-
daria. La cara del paciente es de
un color azul rojizo, las arterias
del cuello tienen el grosor de un
pulgar. Existe un estridor inspira-
torio. El paciente no puede dor-
mir por la noche, ya que sólo es
capaz de respirar en posición
sentada u ortostática. Debido a
las alteraciones pulmonares se ha
llegado a una situación de insufi-
ciencia cardiaca derecha.
Se descarta un tratamiento
especializado, dado que el pa-
ciente ya ha sido irradiado y ope-
rado. Se le prescriben preparados
morfinicos.
El paciente acude al médico
naturista en su desesperado estado
y, en un periodo de aprox. 14 días,
éste aplica diversas ventosas en
las zonas reflejas de pulmón, co-
razón y mediastino. Ya desde el
primer tratamiento el paciente
puede dormir inclinado; tras el se-
gundo tratamiento puede volver a
estirarse en la cama, recupera el
apetito y las ganas de vivir, realiza
pequeños paseos y de esta manera
gana aprox. nueve meses de vida,
con buena calidad de vida. Todo
ello sin aplicar otro tipo de trata-
miento concomitante.
2º ejemplo: curación
Una mujer de 61 años de
edad sufría desde hacía años una
sensación creciente de opresión
9
torácica, así como un dolor en la
articulación del hombro derecho
que se irradiaba a través del lado
derecho del cuello hasta el crá-
neo. Además, se quejaba de dolor
constante a nivel del sacro, vérti-
go, aturdimiento y tendencia a
las caídas. El médico de cabecera
la trataba de miocarditis. El inter-
nista la trataba de una colestasis,
el ortopeda de un síndrome de
hombro doloroso y el neurólogo
de una depresión larvada. Un in-
greso hospitalario tampoco había
mejorado sus dolencias.
La paciente vino a visitarme
dos veces en un periodo de 14 dí-
as. En ambas ocasiones se aplica-
ron ventosas en determinados
puntos de las zonas reflejas de su
organismo. Consideré estas zo-
nas reflejas como puntos trigger
del sistema cibernético de puesta
en marcha de la autorregulación.
A las 4 semanas habían desapare-
cido completamente sus dolen-
cias de años de evolución.
3er ejemplo
La Srta. S., que en la actua-
lidad tiene 19 años, sufrió un ac-
cidente de bicicleta cuando tenía
6 años. Desde entonces, la pa-
ciente se quejaba de vértigo y de
una sensación como si la parte
izquierda de su cuerpo no le per-
teneciera. En los últimos tiem-
pos presentaba episodios graves
de migrafía cada 14 días, los
cuales, en parte, provocaban al-
teraciones de la conciencia. El
EEG, la tomografía computeriza-
da craneal y las exploraciones
neurológicas no arrojaron nin-
gún hallazgo de interés. Un in-
greso en una clínica universitaria
tampoco arrojó nuevos hallazgos
y, por lo tanto, tampoco ninguna
posibilidad de curación. Se pres-
cribió a la paciente un antiepi-
léptico que fue bien tolerado y
que alivió sus dolencias.
Apliqué ventosas a la pa-
ciente una sola vez, a nivel de
una zona refleja, correspondiente
al segmento de la columna verte-
bral cervical alterado en el acci-
dente de bicicleta. Desde enton-
ces los trastornos no han vuelto a
aparecer.
Sostengo que una forma te-
rapéutica capaz de regular pro-
cesos patológicos del cuerpo hu-
mano tan rápidamente y sin
ningún efecto secundario no
puede simplemente caer en el ol-
vido. No puede ser descartada
bajo el pretexto de que “procede
de la edad media”, sólo porque
hasta el momento nadie se ha to-
mado la molestia de encontrar
las bases de su mecanismo de
acción: de darle una base cientí-
10
fica. La terapia de ventosas es
una terapia reguladora, basada
en las leyes de la naturaleza y
sin ánimo de manipularlas. Re-
presenta un estimulo favorece-
dor de la autocuración.
Sólo en casos muy graves es
lícita la utilización de medidas
agresivas contra los procesos que
siguen las leyes de la naturaleza,
dado que las medidas agresivas
en un momento u otro también
producen alteraciones. Sin em-
bargo, en medicina, los casos
muy graves corresponden, según
un estudio de Heilmeyers. aprox.
al 25% de todas las dolencias que
pueden hacer enfermar a un indi-
viduo. Las cifras de enfermos
también confirman esta opinión:
sólo el 5% de todos los casos pa-
tológicos es tratado en clínicas
universitarias, otro 10% en hos-
pitales y aprox. el 85% en con-
sultas externas. Partiendo del he-
cho de que en este 85% todavía
se mantiene la capacidad de auto-
rregulación del enfermo, verda-
deramente la alopatía y la medi-
cina académica están equivo-
cadas al forzar y “contradecir”
las reglas de la naturaleza. El di-
reccionismo en medicina sólo es
imprescindible cuando falla la
autorregulación, no se reinstala
con suficiente rapidez y peligra
la vida del individuo. Debe asu-
mirse que con ello se somete al
metabolismo a nuevas sobrecar-
gas, que provocan lesiones poste-
riores. Sin embargo, no se debe-
ría pasar por alto que, hoy en día,
en la RFA, cada año se observan
250.000 casos de efectos colate-
rales medicamentosos graves, y
se habla de aprox. un 40% de en-
fermedades iatrogénicas. Con to-
da seguridad, la medicina del si-
glo XX, con sus medidas
direccionistas, es recomendable e
imprescindible para este 25% de
“casos catastróficos”. Por el con-
trario, el procedimiento de las
ventosas forma parte de las “al-
ternativas suaves”, con cuya ayu-
da puede restablecerse el 75%
restante, Es un método curativo
natural con el que deberían tra-
tarse en primer lugar y como pri-
mera elección las enfermedades
en las que se conserva la capaci-
dad de regulación del organismo.
11
Schloss Lindach en Schwäbisch Gmünd 
Sanatorio de Medicina Natural
Dr. med. Johann Abele
Marzo 1994
ÍNDICE
3
15
19
21
24
49
52
55
56
56
60
65
69
71
75
79
81
83
85
87
90
93
95
96
Prólogo.......................................................................................
1. Resumen histórico ................................................................
2. Bases.......................................................................................
2.1 La teoría de la terapia con ventosas................................2.2 La espalda como reflejo de los trastornos internos, área
diagnóstico-terapéutica ...................................................
2.3 El lugar de aplicación de la ventosa como foco (foco de
perturbación) en el área neurovegetativa........................
2.3.1 La gelosis caliente o roja ...............................................
2.3.2 La gelosis fría o pálida ..................................................
2.3.3 La gelosis de transición .................................................
2.4 Descripción del proceso de aplicación de ventosas........
2.5 Las ventosas secas y el masaje con ventosas..................
2.6 Perspectiva......................................................................
3. Práctica del tratamiento con ventosas ................................
3.1 Instrumental ....................................................................
3.2 Técnica de aplicación de las ventosas ............................
3.3 Complicaciones de las ventosas .....................................
3.4 Medidas preventivas .......................................................
3.5 Topología de las indicaciones.........................................
3.5.1 La zona de la nuca - zona occipital..............................
3.5.2 El triángulo del hombro ...............................................
3.5.3 La zona biliar y la giba hepática ..................................
3.5.4 El sistema de regulación corazón y estómago .............
3.5.5 La giba de la depresión ................................................
3.5.6 La puerta de los vientos ...............................................
13
3.5.7 La zona del páncreas (zona de alergias) ......................
3.5.8 La zona renal (sistema de regulación riñón-vejiga).....
3.5.9 La gastritis hiperácida..................................................
3.5.10 Las zonas de lumbago (zonas intestinales)..................
3.5.11 La aplicación de ventosas en las neuralgias 
intercostales .................................................................
3.5.12 El ángulo lumbar .........................................................
3.5.13 La aplicación de ventosas escarificadas sobre o inme-
diatamente al lado de la espina ilíaca posterosuperior.
3.5.14 La gelosis hipertensiva ................................................
3.5.15 Determinados lugares de aplicación de ventosas ........
3.6 Indicaciones patológicas para las ventosas secas .............
3.6.1 La zona de la nuca .........................................................
3.6.2 La articulación del hombro............................................
3.6.3 La zona gástrica .............................................................
3.6.4 La parte anterior del tórax .............................................
3.6.5 La región mamaria.........................................................
3.6.6 Zona superior de la espalda ...........................................
3.6.7 La región sacra ..............................................................
3.6.8 Hipogastrio, ingle, parte interna del muslo ...................
3.6.9 Procesos reumáticos, trastornos de la circulación, 
úlceras ..........................................................................
Epílogo .......................................................................................
Bibliografía................................................................................
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98
99
103
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118
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119
120
120
121
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125
131
1. RESUMEN 
HISTÓRICO
El concepto de extraer la en-
fermedad del organismo, simple-
mente a través de aberturas reali-
zadas artificialmente es muy
antiguo. Al inicio de la civiliza-
ción, en prácticamente todas las
culturas se encuentran tratamien-
tos rituales de este tipo. Más ade-
lante, los cirujanos se apropiaron
de este procedimiento, apoyán-
dose en un dicho clásico: “ubi
pus, ibi evacua”.
En el caso de las ventosas,
se realiza una extracción de cier-
ta cantidad de sangre “extracir-
culatoria” extravasada a nivel de
ciertos lugares señalizados por
el propio organismo especial-
mente en la espalda del pacien-
te: ubi plethora, ibi evacua. La
escarificación es “el bisturí del
internista”.
El primer testimonio históri-
co fidedigno sobre la aplicación
de ventosas con fines médicos se
encuentra en sellos médicos fa-
bricados en Mesopotamia, aprox.
en el 3300 a.C. Sellos similares
fueron utilizados más tarde en
Grecia. Allí, la ventosa servía co-
mo emblema del médico, lo que
constituye una prueba de la im-
portancia que pudo alcanzar esta
forma terapéutica. Hipócrates
(400 a. C.) dio indicaciones deta-
lladas para la utilización de este
método.
En los así llamados papiros
veterinarios (Egipto 2200 a.C.),
así como en el Ajurveda (el es-
crito médico indio más antiguo,
aprox. 1500 a.C.), existen datos
sobre la aplicación de ventosas.
En la cultura romana, el nú-
mero de profanos que se ocupa-
ban de este oficio todavía algo
sanguinario era claramente supe-
rior, y más adelante, en la edad
media alemana y en el renaci-
miento de la balneología su utili-
zación quedó relegada a estos
ámbitos y a la cirugía militar. Pe-
ro médicos tan importantes como
Celso (30 a. C.-38 d. C.) o Gale-
no (120 d.C.) consolidaron el
método de las ventosas en los
textos médicos utilizados por
aquel entonces y en los siglos
posteriores. La siguiente frase es
de Paracelso (1493-1541):
“Donde la naturaleza ha estable-
cido un dolor, existe una acumu-
lación de sustancias tóxicas. Si la
naturaleza no es capaz de elimi-
narlas, el médico debe realizar
una abertura artificial en este lu-
gar para ayudarla”.
Esto incide especialmente
sobre el hecho de que las vento-
sas representaban el método más
efectivo (y en la actualidad si-
guen representándolo) de elimi-
nar rápidamente y sin efectos se-
cundarios el dolor de espalda.
“Síteme iszt in dem rücke we, de-
17
me srepfet man darmite” (allí
donde la espalda duele, aplicar
una ventosa) (Kuning vom Oden-
walde). Este dicho se refiere a la
aplicación de ventosas fabricadas
a partir de cuernos de vaca.
Antiguamente, todos los
utensilios huecos eran utilizados
como ventosas, para extraer a
través de la piel escarificada o
lanceteada la “sangre bloquea-
da”: calabazas en África, cañas
de bambú en India, cuernos de
vaca en los países germánicos.
En el siglo XVI, encontra-
mos las ventosas extendidas por
toda Europa, e importantes médi-
cos utilizaron diversos instru-
mentos mecánicos para ello. Ci-
temos por ejemplo a Fallopio,
Vidius, Dallacrece, Christoph
Willibald Hufeland, uno de los
médicos alemanes más conocidos
en el siglo XIX, prefería este mé-
todo sobre todas las otras técni-
cas en las enfermedades oculares,
pulmonares, cardiacas, en el do-
lor de espalda y otros.
Desde el siglo XX la terapia
con ventosas vuelve a estar en
manos principalmente de profa-
nos (naturópatas). Sólo unos po-
cos médicos no han cejado en el
empeño de considerarlas como
una base terapéutica irrenuncia-
ble del médico naturista. Entre
estos médicos cabe destacar a
Bernhard Aschner. Nacido en
1883, fue cirujano de cirugía ex-
perimental del cerebro y endocri-
nología cerebral en Viena. Como
primer investigador realizó la ex-
tracción quirúrgica de la hipófisis
y con ello pudo explicar su fisio-
logía. 30 años después, B.Hous-
say obtuvo el premio Nobel por
los mismos trabajos. Más tarde
obtuvo plaza como profesor de
ginecología en Halle y fue uno
de los primeros reumatólogos de
línea científica. Rescató del pasa-
do un gran número de procesos
curativos olvidados, y con ellos
curó trastornos constitucionales y
de la civilización, que entonces
como ahora constituían una
“crux medicorum”: reuma, de-
presiones, alteraciones ligamen-
tosas, artrosis, trastornos mens-
truales, etc.
Para el médico naturista, sus
libros (ver anexo) son una fuente
inagotable de informaciones úti-
les y consejos sobre el tratamien-
to de procesos rebeldes, para los
cuales la medicina actual no tiene
tratamiento,porque no es capaz
de captar la constitución de un
enfermo y favorecer la posibili-
dad de autorregulación de cual-
quier organismo.
18
2. BASES
2.1 La teoría de la terapia 
con ventosas
Ventosas escarificadas - 
¿Qué es lo que ocurre? 
El terapeuta escarifica deter-
minadas zonas de la espalda del
paciente con un utensilio especial
(escarificador). Sobre esta zona
coloca una campana de cristal en
la que se ha hecho el vacío y con
ella aspira una cantidad variable
de sangre. En general, inmediata-
mente después de finalizar la te-
rapia el paciente nota una mejo-
ría de su estado general.
¿Cómo podemos explicarlo?
Cuando exploramos la es-
palda de un enfermo, nos encon-
tramos con áreas dolorosas. Esto
no sucede sólo en los procesos
ortopédicos, en los cuales apare-
ce dolor de espalda debido a so-
brecargas estáticas erróneas o
por alteraciones ligamentosas.
Tampoco sucede sólo en caso de
enfermos reumáticos, en los cua-
les existen alteraciones reumáti-
cas en los músculos y las articu-
laciones, que provocan dolores
espontáneos intolerables a nivel
de la columna vertebral. Por el
contrario, también encontramos
estas áreas dolorosas a la presión
digital como reflejo de una en-
fermedad interna. Este hecho se
debe a que cada órgano está re-
presentado en la espalda en una
zona dérmica/epidérmica. Esta
correspondencia procede de la
ontogénesis, del origen común
de los órganos y de las zonas de
la espalda a partir del cordón
neural. Más adelante hablaremos
de las zonas reflejas orgánicas de
la espalda y palparemos sus alte-
raciones cuando el órgano co-
rrespondiente está alterado en la
profundidad de su estructura o
en su función. La posibilidad de
conseguir una reorganización en
el interior del organismo me-
diante la corrección de las altera-
ciones a nivel de las zonas refle-
jas (también llamadas segmen-
tos), ha sido conocida y bien es-
tudiada durante decenios. La ac-
ción profunda de la terapia exter-
na puede explicarse a través del
arco reflejo −cuti/visceral− vis-
cero/cutáneo. 
La investigación de estos
arcos reflejos se debe a médicos
como: Head y McKenzie 1889
(zonas Head), von Staa y Han-
sen 1938, Dittmar 1942 y tam-
bién a masajistas como los her-
manos Griffin de EEUU 1834,
Ling de Suecia 1834, Abrams
1910, von Puttkamer 1947 y
Theirich/Leube (masaje del teji-
do conjuntivo) a partir de 1950.
Las fechas se refieren a la publi-
21
Ejemplos
Lesiones ortopédicas
El agente de policía A.K. de
35 años de edad sufría desde ha-
cía 10 años (desde un accidente
deportivo) dolor de espalda. De-
bido a la fractura de una vértebra
y del ligamento correspondiente
se había formado una ligera cifo-
sis. Los músculos extensores de
la espalda presentaban una con-
tractura crónica a nivel de la
fractura y se había formado una
inflamación muscular. Los dolo-
res, localizados por debajo de la
zona de fractura, se irradiaban en
parte a ambas piernas. El pacien-
te presentaba una limitación de
su movilidad y, sobre todo, no
podía practicar su deporte favori-
to, la equitación.
La aplicación de ventosas
escarificadas a nivel de la mioge-
losis que, como ya se ha dicho,
se encontraban por debajo de la
antigua fractura, conllevó en pri-
mer lugar una inmediata desapa-
rición del dolor durante días. Se
Fig. 1. Riñón y zona de Head.
cación principal. La terapia que
se aplica en el “exterior” del
cuerpo es ante todo una terapia
de segmentos. Pero, como vere-
mos más adelante, la aplicación
de ventosas es algo más.
22
vértebra
ganglio
rama
visceral
rama 
isomática
zona 
Head
cubierta
corporal
(soma)
órgano
(visceral)
relación nerviosa: víscero/cutánea
(piel/órgano)
aplicaron ventosas otras 3 veces
más, a intervalos de 4 semanas y
más adelante de 3 meses. Me-
diante la aplicación de ventosas
desaparecieron de forma evidente
las condiciones para la formación
de nuevas miogelosis. Se consi-
guió la regulación con una buena
irrigación del segmento en otro
tiempo alterado. Los dolores de-
saparecieron para siempre y el
paciente pudo volver a realizar,
sin problemas, grandes esfuerzos
como, por ejemplo, montar a ca-
ballo.
Reuma de partea blandas
Un ama de casa de 51 años
de edad presentaba dolores cre-
cientes en la región del codo, el
hombro y la nuca desde hacía 7
años. Éstos aparecían sobre todo
al limpiar los cristales, al plan-
char y al tender la ropa. En los
últimos tiempos se quejaba de
dedos hinchados por la mañana
al levantarse. No podía quitarse
el anillo, le dolían los dedos y los
sentía como salchichas. Con ma-
sajes, hidroterapia, arcilla y qui-
ropraxia, así como con medica-
mentos antirreumáticos, no se
había conseguido ninguna mejo-
ría. Una cura con pirazolonas y
sus derivados inyectables provo-
có una ligera disminución de las
molestias, pero como efectos se-
cundarios aparecieron vértigos,
molestias cardiacas y trastornos
gastrointestinales.
Se aplicaron a la paciente
ventosas escarificadas a nivel
del hombro, 3 veces, y se le
prescribió un preparado fitotera-
péutico de drenaje renal. Tras 4
semanas se sentía tan bien que
podía considerarse curada. Espo-
rádicamente, cuando realiza un
trabajo que requiere un esfuerzo
importante (p. ej. limpiar los
cristales) aparece una ligera reci-
diva de los síntomas, que a lo
largo de los años siguientes
siempre ha desaparecido con una
única sesión terapéutica.
Trastornos biliares
La paciente que ahora cuen-
ta con 72 años de edad, sufría
desde hacía aprox. 30 años cóli-
cos biliares recidivantes. Había
sido operada de la vesícula hacía
ya 15 años. Se hallaron cálculos.
La paciente es colérica, tiene un
trastorno del sueño, pesadillas, se
queja de dolores de cabeza tipo
migraña, crisis de transpiración
(sofocos climatéricos) y tenden-
cia al estreñimiento. Durante la
exploración se descubre que, a
nivel del segmento reflejo biliar
de la espalda, existe una gelosis
dolorosa, extremadamente hin-
chada. Durante la escarificación
23
se tiene la impresión de que de-
bajo de este lugar se encuentra
un área de éstasis sanguíneo.
Se aplican ventosas escarifi-
cadas una sola vez a este nivel.
Después de 4 semanas nos infor-
ma telefónicamente de que los
dolores de cabeza no han vuelto
a aparecer desde el tratamiento y
de que han cesado los cólicos bi-
liares. Se ha normalizado el trán-
sito intestinal y han disminuido
drásticamente las sofocaciones.
Tras medio año se dirige nueva-
mente a nuestra consulta. Se que-
ja de que tras varias emociones
han aparecido nuevamente los
antiguos síntomas. Una nueva
aplicación de ventosas consigue
la curación de la paciente durante
1 año. Se le aconseja que a partir
de entonces se someta cada año a
una sesión de esta terapia, tan be-
neficiosa para ella. Desde enton-
ces no ha necesitado ningún tipo
de medicación. 
2.2 La espalda como reflejo 
de los trastornos internos,
área diagnóstico-terapéutica
La mayoría y, sobre todo,
las zonas más importantes para la
aplicación de ventosas se en-
cuentran en la espalda del pa-
ciente, en un orden bien conoci-
do desde tiempos inmemoriales.
La espalda de un enfermo ofrece
a la mano exploradora del médi-
co (Cheiros - mano/Chiron - ma-
estro de los primeros médicos, en
realidad de Asklepio) signos muy
llamativos.
Sobre la espalda transcurren
las líneas divisorias de la seg-
mentación transversal de la dis-
tribución nerviosa central del
cuerpo, conocida por nosotros,
los médicos occidentales (ver fig.
2). No obstante, de la misma ma-
nera también transcurren otras lí-
neas de división, por ejemplo
aquéllas descritas por el médico
americano Dr. med. Fitzgerald.
Los conocimientos necesarios
para su desarrollo los obtuvo del
saber popular indio (ver fig. 4).
Desde Head y McKenzie es
conocido por los médicos occi-
dentales que, cuando existe una
enfermedad de un órgano inter-
no, aparecen puntos trigger espe-
cíficos (zonas de irritación) en la
segmentación transversal del
cuerpo, sobre todo de situación
paravertebral. Se les denomina
puntos máximos en las zonas He-
ad-McKenzie. Encontramos pun-
tos máximos de la segmentación
longitudinaldel cuerpo, p. ej., en
las plantas de los pies (zonas se-
gún Ingham/Marquardt. ver fig.
5), en el cráneo (acupuntura cra-
neal), en los dientes (Kramer) y
en el meridiano de la vejiga de la
acupuntura (ver fig. 3).
24
Fig. 2. Segmentación transversal−segmentos de los nervios espinales 
(dermatomas).
25
Fig. 3. Meridianos de acupuntura (longitudinales).
26
Fig. 4. Segmentación longitudinal del cuerpo según Fitzgerald.
27
Fig. 5. Planta del pie como final de las zonas de Fitzgerald.
28
ojo calota craneal
cerebro
cerebelo
nuca
columna cervical
tiroides
corazón
estómago dcho.
plexo solar
diafragma
columna dorsal
páncreas
colon transverso
columna lumbar
vías urinarias
sacro
intestino delgado
(yeyuno, íleon)
coxis
región pélvica
(zona de referencia)
región abdominal
región pélvica
colon descendente
vesícula biliar
pulmón
riñón
línea de la cintura
apéndice
borde inferior de
las costillas
seno 
frontal-maxilar
dientes
ojo seno 
frontal-maxilar
dientes
oído, amígdala
articulación 
del hombro
cintura 
escapular
hígado
(zona de referencia)
oído, amígdala
articulación 
del hombro
plexo solar
diafragma
pulmón
bazo
borde inferior de las costillas
línea de la cintura
colon ascendente
cavidad abdominal
región pélvica
región pélvica
(zona de referencia)
intestino delgado
(yeyuno, íleon)
vías urinarias
columna lumbar
páncreas
riñón
corazón
bronquios
columna cervical
nuca
calota craneal
cerebro
cerebelo
corazón (zona de referencia)
Es lógico que, ante la enfer-
medad de una zona del cuerpo,
los puntos trigger de todos los
sistemas de regulación que con-
trolan esa zona se conviertan, de
la misma manera, en puntos de
alarma. Así mismo, también es
lógico que la terapia correcta de
un sistema cibernético pueda so-
lucionar los puntos de alarma de
los otros. Los puntos de aplica-
ción de ventosas en la espalda re-
presentan puntos de alarma, los
cuales se encuentran en zonas de
confluencia del control cibernéti-
co segmentario transversal y lon-
gitudinal del cuerpo. Dado que
en la naturaleza no existen vías
de sentido único, estos puntos
trigger representan tanto puntos
de diagnóstico como puntos de
tratamiento. Tienen cualidades
ambivalentes.
Mucho antes de la era de los
medicamentos y de los métodos
de exploración fisiológico-quími-
cos, los médicos e investigadores
estudiaron el cuerpo humano pa-
ra determinar si se podían obte-
ner informaciones exactas de
dónde se establecía la enferme-
dad, de qué tipo era o incluso de
dónde venía. Por una parte, la
causa de la aparición de la mayo-
ría de enfermedades se encontró
en un fallo de las defensas inter-
nas y, por otra parte, en un estado
de culpabilidad del paciente, el
cual debía expiar sus “pecados”
mediante el establecimiento de
una enfermedad.
En la actualidad, este “esta-
do de culpabilidad” puede ser di-
ferenciado más sutilmente y con-
siderado como la expresión de
sobrecargas. Se encuentran a todo
lo largo del organismo, pero se
expresan principalmente en los
órganos más débiles de la cadena
orgánica, según lo cual determi-
naremos la constitución “corres-
pondiente”. Así por ejemplo, si la
zona más afectada es la biliar, es-
to significa que nos hallamos ante
una constitución biliar.
Estos signos hereditarios-
constitucionales ya pueden ob-
servarse en los niños pequeños a
nivel de las zonas reflejas de la
espalda. Secundariamente, la for-
ma de vida de algunos pacientes
provoca una sobresaturación del
metabolismo y, más adelante, le-
siones orgánicas a nivel del órga-
no constitucionalmente más dé-
bil, así como trastornos
metabólicos concomitantes en to-
das las zonas corporales especial-
mente relacionadas con éste. Por
ello, el sinólogo Porkert denomi-
nó como un órgano “orbis” al ór-
gano constitucional junto a “su”
amplia región.
También las sobrecargas psí-
quicas tienen “su” zona refleja.
29
Así, el habla popular refleja
este hecho: se me exalta la bilis
(ira), se me parte el corazón (tris-
teza), tengo el corazón en la boca
(susto), se me aflojan los intesti-
nos (miedo, pérdida de confian-
za). Dado que en la actualidad
conocemos las estrechas relacio-
nes neurofisiológicas entre el ce-
rebro y las zonas reflejas cutáne-
as, a través de la formación
reticular, no nos debe sorprender
si aparecen lesiones orgánicas a
causa “sólo” de sobrecargas psí-
quicas, y desaparecen mediante
una terapia psicológica especiali-
zada. Mucho tiempo antes de que
aparezcan lesiones orgánicas, las
zonas reflejas informan sobre la
existencia de una sobrecarga de
los órganos y de cuándo pueden
excluirse otras noxas, incluso del
tipo de las alteraciones psíquicas.
Desde el punto de vista clínico,
el paciente sólo presenta trastor-
nos del estado general, y es en
las zonas reflejas donde se en-
cuentra el hallazgo. A este res-
pecto debe observarse especial-
mente la tabla de la página 8
“Niveles de regulación, paráme-
tros diagnósticos y terapéuticos”.
El cuerpo expresa sus dolen-
cias en un idioma tan ricamente
diferenciado, como nunca podrá
esperarse del análisis en el labo-
ratorio de las células orgánicas
muertas. El explorador, que sabe
interpretar estos signos, los cua-
les dotan de ojos y dedos a nues-
tro médico internista, es capaz de
tratar y erradicar una enfermedad
justo en su inicio.
“Lo que hemos ganado con
el aparato de rayos X lo hemos
perdido en la punta de los dedos”.
A esta sentencia de August Biers,
uno de los cirujanos más conoci-
dos en nuestro siglo y al mismo
tiempo un defensor de la vida na-
tural, se le puede hacer un añadi-
do: “Cuanto más se aleje la medi-
cina de la cama del enfermo, tanto
más caerá en el dogmatismo”.
Los resultados diagnósticos
que se obtienen del estudio de las
zonas reflejas sólo pueden ser
comparados con los análisis de
laboratorio cualitativos y cuanti-
tativos. Sin embargo, de ellos no
se obtiene una valoración estática
de la enfermedad de un organis-
mo, sino una valoración altamen-
te sugestiva, dinámica-causal, su-
jeta al equilibrio fluyente del
organismo. Por así decirlo, el
cuerpo habla al médico: “En este
momento, el máximo de mi alte-
ración de la salud se encuentra en
éste o aquel sistema de regula-
ción y zona orgánica y, en este
momento, mediante la actuación
sobre la correspondiente zona re-
fleja también puede influirse de
la forma más beneficiosa sobre
ésta”.
30
El que durante muchos años
o incluso durante decenios obser-
va la espalda de sus pacientes no-
tará que, al aumentar la edad o al
aumentar la sobrecarga general,
se produce un cambio de las zo-
nas reflejas.
Esta alteración no sólo apa-
rece porque, a lo mejor, el pacien-
te, a lo largo de estos años, ha su-
frido diversas dolencias, sino
porque el cuerpo reacciona con
otros síntomas frente a las mis-
mas alteraciones de origen exter-
no o interno; porque estas altera-
ciones inciden sobre otras zonas
energéticas (zonas de regulación)
y se desarrollan a este nivel.
Del gran número de médi-
cos e investigadores que se han
ocupado del estudio de las zonas
reflejas espinales, deben cono-
cerse los siguientes nombres:
Weihe 1883, Head y McKenzie
1889, Abrams 1910, von Staa y
Hansen 1938, von Puttkamer
1947 y Pischinger 1971. Las fe-
chas se refieren al año de la pu-
blicación más importante. Con
sus trabajos Pischinger aportó,
por así decirlo, el argumento in-
discutible de cómo los estímulos
periféricos se propagan hacia las
zonas reflejas y a partir de allí
hacia el órgano, y de qué proce-
sos metabólicos se producen en
esta situación. En “Las bases del
proceso vital” estudió las funcio-
nes aisladas, la unidad del tejido
conjuntivo, la terminación ner-
viosa, la célula orgánica, la red
capilar, el estroma linfático y la
célula del tejido conjuntivo. Re-
cientemente, los Profesores Heim
(Universidad de Herdecke) y
Hauss (Universidad de Münster)
han seguido trabajando en estas
investigaciones. En la actualidad
podemos partir de la base de que
el tejido conjuntivo representa un
órgano único con formas de reac-
ción únicas y funciones únicas.
La así llamada célula orgánica
(corazón,riñón, hígado, etc.) no
se mantiene simplemente estática
como un diente en su lecho den-
tal, sino que está en relación di-
recta con los proteoglicanos con
los que interacciona. Estos proce-
sos se dan en el nivel correspon-
diente a las diluciones homeopá-
ticas D4 a D6 y tienen como
consecuencia cambios en el cam-
po electromagnético, fenómenos
de despolarización y repolariza-
ción de las moléculas implicadas.
La naturaleza de este tejido
conjuntivo puede variar del esta-
do de gel (rigidez y exceso de
ácidos tamponados) al de sol
(flexibilidad y exceso de forma-
dores de bases tamponados).
La curiosidad del espíritu
humano puede estar satisfecha,
ya que conoce “qué se esconde
detrás de la imagen”.
31
Topografía de la espalda
Si exploramos la espalda de
una persona sana, no encontrare-
mos ningún tipo de gelosis dolo-
rosa, induraciones, laxitud, zo-
nas muertas, ni depresiones
gelatinosas sobre las apófisis es-
pinosas. En un individuo enfer-
mo es diferente.
La existencia de induracio-
nes y gelosis sobre los músculos
supraespinales y en la porción
superior del músculo trapecio, así
como sobre el tejido conjuntivo
de la zona, nos informan con to-
da seguridad sobre la existencia
de procesos inflamatorios cróni-
cos o exacerbados a nivel otorri-
nolaringología, ya sea en amíg-
dalas, senos paranasales, anillo
de Waldeyer, dientes, parodontio,
mastoides u oído medio. Estas
zonas de los hombros informan
sobre el foco, incluso cuando és-
te es difícilmente demostrable
mediante otras pruebas. Su exis-
tencia siempre puede ser revela-
da mediante aparatos de medi-
ción bioelectrónicos.
En una tercera parte de los
casos las amígdalas son las cau-
santes de estos focos, incluso
cuando son pequeñas y su aspec-
to es normal. Si se aspira la se-
creción y se realiza un cultivo en
un medio nutritivo, podrá de-
mostrarse bacteriológicamente
que en los restos de este antiguo
órgano de defensa persisten
agentes infecciosos como el cau-
sante de la angina de Plaut-Vin-
cent, estafilococos hemolizantes
y estreptococos.
Las induraciones en la zona
de la espalda arriba descrita pue-
den ser reflejo de diversas afec-
ciones, así p. ej. parestesias noc-
turnas de los brazos, hinchazón
de los dedos por la mañana, pe-
riartritis escapulohumeral y bra-
quioneuritis, codo de tenista y
dolores que irradian a nuca y oc-
cipucio. Si no se tratan estas in-
duraciones, nunca se curará com-
pletamente una amigdalitis
crónica o una inflamación de los
senos paranasales.
Más arriba, a nivel de la nu-
ca (segmento C4), frecuente-
mente se encuentran induracio-
nes, las cuales o bien son reflejo
de un bloqueo vertebral o bien
representan zonas reflejas homo-
laterales en relación con altera-
ciones funcionales renales, gás-
tricas, biliares o hepáticas. Cada
órgano tiene una proyección ho-
molateral en C4. La tabla de la
siguiente página lo muestra con
claridad. Este hecho demuestra
lo importante que es, en todas
las afecciones, realizar un traba-
jo terapéutico “adicional” en el
segmento C4.
32
Órgano interno Localización de los signos reflejos y álgidos 
en el tegumento
Corazón Zonas craneales C3 y C4 izquierda, C8 a D9 anterior 
y posterior izquierda
Aorta C3 y C4 izquierda, C8 y D6 anterior bilateral
Pulmón derecho Zonas craneales C3 y C4 derecha, D2 a D9 anterior 
y pleura y posterior derecha
Pulmón izquierdo Zonas craneales C3 y C4 izquierda, D2 a D9 anterior y 
y pleura posterior izquierda
Esófago D3 a D5 anterior bilateral
Estómago Zonas craneales C3 y C4 izquierda, D5 a D9 anterior 
y posterior izquierda
Si en el hombro izquierdo se
encuentra una induración múscu-
lo-conjuntiva aislada, en ocasio-
nes con elevación del hombro a
modo de mochila, esto significa
que existe una sobrecarga cardia-
ca crónica. En estos casos la cau-
sa se debe a stress, hipertiroidis-
mo, hipertensión crónica, pero
también puede estar causada por
extrasístoles focales. En los casos
de dilatación miocárdica por fa-
llo valvular o por la edad no en-
contraremos la “giba cardiaca”.
Alrededor de la 7ª vértebra
cervical, frecuentemente se ob-
serva una elevación gelatinosa,
la “giba hormonal”. Está relacio-
nada con trastornos hormonales.
Frecuentemente se trata de la ex-
presión de una obesidad hipofi-
saria, retención hormonal de lí-
quidos, diabetes mellitus, hipo-
función ovárica, es decir, en dis-
funciones secundarias o
primarias, así como también en
caso de hipertensión nefrógena.
Una induración pequeña y aisla-
da, situada a la derecha, junto a
la prominencia, puede ser reflejo
de un mioma.
Caudalmente a la zona car-
diaca, en el lado izquierdo de la
espalda, se encuentra situada lon-
gitudinalmente la zona del estó-
mago y del páncreas. En la gas-
tritis crónica y en la úlcera
gástrica, ésta es claramente dolo-
rosa a la presión. En ella pueden
aparecer gelosis aisladas más pe-
queñas, especialmente dolorosas
a la presión.
33
Órgano interno Localización de los signos reflejos y álgidos 
en el tegumento
Duodeno C3 y C4 derecha, D8 y D10 ventral y dorsal derecha
Hígado y Zona frontal supraocular derecha, C3 y C4 derecha, 
vesícula biliar D6 a D1O ventral y dorsal derecha
Páncreas C4, D7 a D9 ventral y dorsal izquierda
Bazo Zonas craneales, C3 y 04 izquierda, D7 a D11 ventral 
y dorsal izquierda
Yeyuno D9 a D11 ventral izquierda
Ileon D10 a D11 ventral derecha
Ciego y colon C3 y C4 derecha, D11 a L1 ventral derecha
ascendente
Apéndice C3 y C4 derecha, D11 y D12 ventral derecha
Colon transverso C4 derecha, D11 ventral derecha
proximal al punto 
Cannon-Böhm
Colon transverso C4 izquierda, D11 ventral izquierda
distal al punto 
Cannon-Böhm
Colon descendente C3 y 04 izquierda, D11 a L1 ventral izquierda
Sigmoides C3 y 04 izquierda, L1 a L2 ventral izquierda
Recto L4 a S5 izquierda
Riñón derecho C4 derecha, D9 a L2 dorsal derecha
y uréter
Riñón izquierdo C4 izquierda, D9 a L2 izquierda
y uréter
Vejiga urinaria D11 a S2 ventral bilateral
Testículo derecho D12 a L3 derecha
y epidídimo
Testículo izquierdo D12 a 13 izquierda
y epididimo
Útero D12 a L4 ventral y dorsal bilateral
Anexos derechos D11 a L4 ventral derecha
Anexos izquierdos D11 a L4 ventral izquierda
34
Éstos se localizan por ejem-
plo en puntos especiales de acu-
puntura de ambos meridianos de
la vejiga y pueden ser los así lla-
mados puntos de asentimiento
para corazón, pulmón o aparato
circulatorio.
En el caso de las personas
asténicas que presentan una pto-
sis gástrica junto a una debilidad
humoral general, hablamos de un
“valle gástrico” cuando la zona
debajo del dedo que realiza la
palpación esté como muerta, va-
cía y hundida y sin tono. Estos
pacientes se quejan de plenitud
gástrica, eructos, sensación de
pelota abdominal, sensación de
saco en hipogastrio, están nervio-
sos y se encierran en situaciones
sin salida. Les falta la alegría de
vivir. Una gran parte de los así
llamados pacientes vegetativo-
distónicos presentan este tipo de
“debilidad gástrica”.
Las zonas gástrica y pancre-
ática se superponen una con otra,
al igual que las zonas biliar y he-
pática. La medicina china conoce
estos estrechos canales como re-
lación “madre-hijo”, La zona
pancreática es especialmente lla-
mativa en los diabéticos (plétora)
y en la hipofunción excretora del
páncreas (vacío), así como en ca-
so de sobrecarga glandular y en
la alergia ecológica clínica (Ran-
dolph, MacKdurness), dando lu-
gar a una gelosis pletórica o bien
de transición. Hoy en día es muy
frecuente encontrarla.
A nivel de la zona gástrica
se encuentran, tal y como se ha
dicho antes, gelosis dolorosas so-
bre los músculos infraespinosos
y redondo mayor, y en el múscu-
lo trapecio inferior. Éstas se loca-
lizan en el curso de los nervios
intercostales. En su origen, sobre
las apófisis espinosas, se palpan
depresiones gelatinosas. Los ner-
vios intercostales dolorosos pue-
den seguirse fácilmente mediante
la palpación hasta por encima de
la línea axilar anterior, exacta-
mente hasta el punto en que estos
pacientes tienen molestias. Fre-
cuentemente, estas molestias
consistenen dolor torácico, en
las mujeres localizado en el pe-
cho, lo que es considerado erró-
neamente como dolor cardíaco o
incluso como neoformaciones in-
cipientes. Generalmente, estos
pacientes afectados deben tomar
todos los posibles medicamentos
de acción sobre el corazón y las
coronarias o incluso psicofárma-
cos, y se les asegura una enfer-
medad cardiaca inexistente. Así
mismo, el así llamado síndrome
de Tietze sólo lo encontramos en
relación con este tipo de gelosis.
Hoy en día, vemos y palpamos
con más frecuencia una gelosis
dentro del “valle gástrico”, que
35
se corresponde con la zona biliar
contrapuesta y frecuentemente se
encuentra desplazada caudalmen-
te una o dos vértebras respecto a
ésta: la zona pancreática.
En los pacientes con sobre-
carga del corazón derecho, es de-
cir, cuando existe congestión de
la circulación menor, se encuen-
tran dos gelosis claramente dolo-
rosas e hiperémicas, aproximada-
mente a la altura de la 3ª y 4ª
vértebra dorsal, de tres a cuatro
traveses de dedo junto a la co-
lumna vertebral. Se encuentran
en el lugar que los chinos deno-
minan como “la puerta de los
vientos”. No es raro encontrar un
lugar claramente gelatinoso sobre
la apófisis espinal de la vértebra
que se encuentra en medio. En
este caso, los pacientes se quejan
sobre la sensación de que no pue-
den respirar bien o que sienten
dolor que, en forma de puñalada
irradia de atrás a delante. Presión
sobre el esternón, a veces dolores
quemantes en esta zona o dolores
al tragar con sensación simultá-
nea de pelota en el esófago, tam-
bién pueden ser atribuidos a las
zonas gelóticas a nivel de la
“puerta de los vientos”.
Hoy en día, en la mayoría
de las personas se palpa una ge-
losis dolorosa situada caudal-
mente y a la derecha de la espina
escapular: el segmento biliar. Se
trata del punto al que la gente se
refiere en caso de cólicos biliares
y cómo “irradia hasta la misma
escápula”. En todas las conges-
tiones biliares, incluso en los
trastornos de la excreción hepáti-
ca, en el hígado graso, en la ci-
rrosis, en la dispepsia biliar agu-
da, pero también en caso de
plétora general y de congestión
hepática de origen cardíaco, en
este punto encontraremos una ge-
losis especialmente dolorosa a la
presión y con congestión sanguí-
nea. Algunos dolores de la parte
superior del abdomen pueden
aclararse con una palpación de
esta zona. Así, algunos casos en
los que se sospecha úlcera duo-
denal o pancreatitis se revelan
como una congestión biliar fun-
cional. En relación con una cica-
triz abdominal tras una colecis-
tectomía, que actúa como foco de
perturbación, también encontra-
remos esta zona como expresión
del síndrome postcolecistecto-
mía. Caudalmente a la zona biliar
descrita se encuentra el segmento
hepático. Se palpa como cordo-
nes de tejido conjuntivo ligera-
mente gelatinosas e induradas
paravertebralmente en el lado de-
recho, generalmente a nivel del
2º meridiano de la vejiga. Sin
embargo, estos cordones pueden
aumentar enormemente de tama-
ño, de forma que en pacientes he-
36
páticos crónicos con sus descon-
certantes referencias a múltiples
síntomas, a este nivel encontra-
mos a la derecha una giba de la
caja torácica, la cual, en algunas
ocasiones puede tomar formas
grotescas.
En este caso es difícil dife-
renciar una giba hepática de una
giba escoliótica. No obstante, un
tratamiento adecuado y continua-
do de esta zona es capaz de hacer
desaparecer esta giba y al mismo
tiempo demuestra la eficacia de
una terapia a nivel de la espalda.
En los pacientes migrañosos, cu-
yo flujo energético patológico
debe buscarse a nivel de los me-
ridianos hepático y biliar de los
chinos, generalmente presentan
afectación conjunta de las zonas
hepática y biliar.
En el segmento D9, es decir,
a la altura de la 12ª. costilla y por
debajo, en un número sorpren-
dente de personas, se encuentran
dos gelosis muy dolorosas a la
presión, del tamaño del puño de
un niño, las cuales con frecuencia
se extienden caudalmente, prácti-
camente hasta la pelvis. Los sín-
tomas que más frecuentemente se
asocian al hallazgo de estas gelo-
sis pueden englobarse de nuevo
en el “cajón de sastre de la disto-
nía vegetativa”. Se trata de sudor
nocturno, presión en la cabeza o
migraña al levantarse por la ma-
ñana, cuyo dolor parece “desco-
yuntar” el cráneo. También pue-
den contarse entre los síntomas
de los cuales se quejan con mayor
frecuencia los pacientes el inten-
so cansancio matinal, el cual fre-
cuentemente se presenta junto a
escozor ocular o lagrimeo y ede-
ma de los párpados inferiores.
Junto a todo esto encontramos al-
teraciones de la visión, sin que el
médico especialista pueda encon-
trar ningún hallazgo claro, y pies
y rodillas fríos como el hielo, así
como la sensación de frío gélido
en la espalda.
Además, las mujeres se que-
jan de dismenorrea, flujo vaginal
o diuresis irregulares: algunos dí-
as se acumula agua en todo el
cuerpo, mientras que otros días
existe una eliminación de gran-
des cantidades de agua clara. To-
do ello nos indica la existencia
de un trastorno renal, pero sin
embargo este diagnóstico de “en-
fermedad renal” prácticamente
nunca puede ser apoyado por re-
sultados obtenidos por radiogra-
fía o analítica. Tan sólo la explo-
ración con isótopos, el
rheograma o la elevación discreta
de la presión arterial a veces
aportan algún dato en el sentido
de trastornos de la función renal.
En estos casos, la buena
anamnesis y los signos que la na-
turaleza nos ofrece mediante la
37
palpación de la espalda deben re-
conocerse con respeto. La terapia
aplicada en la zona refleja (ven-
tosas), un tratamiento homeopáti-
co o la simple variación de la ali-
mentación demuestran, con su
eficacia, el diagnóstico. En reali-
dad se trata de una debilidad fun-
cional en los tejidos renales, que
siempre se presenta con un es-
pasmo en la zona del glomérulo.
Si además de la gelosis re-
nal, en la región glútea superior
se encuentran nódulos duros del
tamaño de un guisante hasta una
alubia, el diagnóstico de “gota”,
con los hallazgos serológicos co-
rrespondientes, es seguro.
En relación con las gelosis
descritas en D9, deben citarse
especialmente las zonas homo-
laterales ya descritas anterior-
mente en la nuca, a nivel de C4.
En la así llamada “migraña re-
nal”, que transcurre sobre los
meridianos de acupuntura de ri-
ñón y vejiga, así como en el
Glaucoma verum, están siempre
presentes. En este contexto, son
interesantes los solapamientos
de las zonas renales y los “pun-
tos gástricos” según Boas. Los
puntos de asentimiento de la
acupuntura para el estómago
también se encuentran a nivel de
estas zonas renales. Se puede
especular si en este caso se pro-
duce una coincidencia fisiológi-
ca en la zona refleja: la misma
función, eliminar ácidos del or-
ganismo. Ciertamente, en ambos
órganos se dispone para ello del
enzima “anhidrasa carbónica”,
el cual separa el cloruro sódico
de la sangre en cada uno de sus
átomos. A partir del cloro junto
a iones hidrógeno de las muco-
sas se forma el ácido clorhídri-
co: el estómago lo libera en su
cavidad, el riñón en los túbulos.
El sodio restante es devuelto a
la sangre y con su bicarbonato
forma el bicarbonato sódico en
su forma disociada (regulación
del pH en el organismo según
Kern).
Los ovarios también tienen
su zona. Se encuentra directa-
mente por encima y paraverte-
bralmente a la articulación sa-
croilíaca.
En caso de dismenorrea,
congestión pélvica o anexitis se
encuentra claramente remarcada.
En el climaterio la encontramos
en caso de sofocaciones, en la
extraña sensación de que el útero
o la vejiga urinaria presionan ha-
cia abajo a través del suelo de la
pelvis, y naturalmente aparece
poco antes de la menstruación. Si
esta gelosis aparece unilateral-
mente, es difícilmente diferencia-
ble de aquélla que encontramos
en caso de isquialgia, o bien de la
que aparece cuando existe éstasis
38
venoso o flebitis en una de las
piernas. En este caso la anamne-
sis nos ayudará a diferenciarlas.
También en relación con la in-
quietud nocturna de las piernas,pesadez a nivel de las pantorrillas
o el síndrome de Burning Feet
(pies ardientes) estas zonas están
siempre presentes e informan so-
bre una congestión venosa a ni-
vel de la pelvis menor.
Entre las gelosis renales y
las zonas ováricas pueden apare-
cer un gran número de gelosis a
nivel del meridiano externo o in-
terno de la vejiga urinaria, las
cuales siempre aparecen en rela-
ción con enfermedades de la arti-
culación de la cadera, de la rodi-
lla y, sobre todo, en relación con
bloqueos de las articulaciones
vertebrales y sus consecuencias.
Se hallan por debajo de otras zo-
nas intestinales que encontramos
en irritaciones de la mucosa in-
testinal y en deficiencias de la
flora intestinal. Los espasmos in-
testinales también se manifiestan
en forma de gelosis (vacías).
Incluso al intestino ciego
puede atribuírsele un lugar cons-
tante entre las zonas segmenta-
rias de la espalda. Se localiza sin
dificultad a una distancia del an-
cho de una mano paravertebral
en el lado derecho de la espalda,
trazando una línea hacia abajo a
partir de la 12ª costilla. Se en-
cuentra en el 2º meridiano de la
vejiga, aproximadamente a mitad
de camino de la cresta ilíaca.
En la depresión del climate-
rio, así como en ciertos cuadros
depresivos causados por graves
sobrecargas emocionales (depre-
siones reactivas), encontramos en
relación con una giba hepática o
una zona biliar, una imponente
gelosis claramente dolorosa a la
presión y muy gelatinosa sobre el
hueso sacro o sobre la apófisis
espinosa de la 5ª vértebra lumbar.
Ésta tampoco falta nunca en la
“hipertensión roja”. La terapia de
Aschner más interesante en este
caso es el emplasto de cantáridas.
Además de las gelosis que
aparecen como representación de
las relaciones reflejas (reflejos
cuti-viscerales/reflejos víscero-
cutáneos) en caso de lesiones or-
gánicas, naturalmente encontra-
mos también gelosis y zonas de
transformación de la espalda co-
mo reflejo de lesiones por sobre-
carga estática del esqueleto. Una
pierna de longitud disminuida,
una desviación pélvica o una es-
coliosis, una dislocación de la ar-
ticulación sacroilíaca como con-
secuencia de una calda o, lo más
normal y frecuente, durante un
parto, provoca a lo largo de me-
ses y años la aparición de mioge-
losis y gelosis del tejido conjun-
tivo muy dolorosas, que
39
frecuentemente no son más que
reflejo de una contractura de los
vientres musculares, en donde los
músculos intentan mantener uni-
dos los cuerpos vertebrales sepa-
rados. En este caso, al principio
de la enfermedad se observan ge-
losis esparcidas por toda la espal-
da, que dan la impresión de apa-
recer aleatoriamente. No
obstante, generalmente se en-
cuentran sobre los meridianos de
la vejiga interno o externo en los
espacios intercostales. Los dolo-
res que aparecen son dolores de
los nervios intercostales. Si se si-
gue la zona dolorosa con el dedo,
siempre se encuentra que la apó-
fisis espinosa de la vértebra co-
rrespondiente es extremadamente
dolorosa a la presión. En el curso
de este tipo de trastornos, sobre
todo cuando no se realiza la tera-
pia adecuada, este tipo de gelosis
se desplaza en dirección a las zo-
nas orgánicas. Una vez se han es-
tablecido a este nivel, actúan co-
mo zonas irritativas permanentes
en las ramas viscerales corres-
pondientes del nervio espinal. El
estímulo irritativo alcanza lenta-
mente órganos internos. Si se
mantiene durante largo tiempo en
los órganos correspondientes
pueden producirse, en una prime-
ra etapa, trastornos funcionales
que más tarde pueden evolucio-
nar a lesiones parenquimatosas.
Esta dinámica de cambio y des-
plazamiento de las gelosis, puede
ser estudiada por cualquier médi-
co a lo largo de varios años o
mejor a lo largo de decenios en
un determinado paciente. Se re-
conoce claramente que las zonas
reflejas constituyen el reflejo de
la dinámica de los procesos exis-
tentes en el organismo: lo estáti-
co y lo funcional se hallan estre-
chamente relacionados.
Los datos facilitados por las
zonas reflejas de la espalda están
en estrecha relación con una co-
rrecta técnica de exploración. Las
zonas descritas serán buscadas
inútilmente si la espalda es pal-
pada de forma incorrecta. Por el
contrario, cuando se utiliza la
técnica de exploración correcta,
éstas aparecen como por arte de
magia bajo los dedos. Así pues,
el paciente debe sentarse sobre la
camilla de exploración de tal ma-
nera que sus talones sobresalgan
exactamente por el extremo de la
camilla. El explorador se sienta
detrás del paciente y le invita a
arquear la espalda. A ser posible,
el paciente debe cogerse los tobi-
llos con las manos y dejar colgar
los hombros. En esta espalda ten-
samente arqueada pueden detec-
tarse rápidamente incluso mati-
ces sutiles en las zonas más
amplias. Tanto sobre las apófisis
espinosas como paravertebral-
40
mente, la palpación debe reali-
zarse con una fuerte presión. Las
puntas de los dedos del explora-
dor pueden ponerse “blancas”. Se
sigue una línea empezando cra-
nealmente a nivel del meridiano
de la vejiga. Todos los lugares
patológicos son claramente dolo-
rosos. Las gelosis congestivas
son como mínimo de 2,5 cm de
diámetro, las gelosis vacías o de
un diámetro de 1 cm o bien an-
chas y duras o blandas. Cuando
es realizada por un buen médico,
la exploración dura aprox. 2 mi-
nutos. En los siguientes capítulos
hablaremos sobre el significado
de las zonas reflejas aisladas y de
sus relaciones con otros sistemas
de zonas. Sin embargo, en este
contexto cabe destacar que los
puntos máximos de las zonas He-
ad-McKenzie no representan, en
ningún caso, sólo los puntos trig-
ger a nivel de la división seg-
mentaria transversal, sino que
también representan los puntos
trigger de la ordenación segmen-
taria longitudinal del organismo.
Según todos los indicios son
puntos de intersección de ambos
sistemas.
En el siguiente capítulo se
hará referencia de forma reitera-
da a los así llamados meridianos
de acupuntura. Estos meridianos
son “líneas imaginarias”, que
conectan los puntos trigger entre
sí, y que en determinadas enfer-
medades aparecen en el paciente
siempre juntos, como cadenas de
puntos. Algunos de estos puntos
coinciden con lugares de aplica-
ción de ventosas. Las cadenas de
puntos recorren todo el cuerpo
(y sus zonas externas palpables)
longitudinalmente. En todas las
divisiones (segmentos longitudi-
nales y transversales) circulan
una y otra vez sucesiones de es-
tímulos. Son útiles para la auto-
rregulación del organismo (ci-
bernética) y sus principales
puntos trigger señalan al tera-
peuta el lugar alterado, que co-
mo un relais de encendido tam-
bién puede ser el lugar de su
actuación terapéutica. En rela-
ción a la segmentación del cuer-
po, ver las figuras 2-5.
Para poder entender la ac-
ción de una terapia de aplicación
de ventosas, deben conocerse las
relaciones dentro de la segmenta-
ción longitudinal del cuerpo. A
pesar de haberse realizado una
investigación sutil, hasta el mo-
mento no se ha encontrado nin-
gún sustrato para la conducción
de estímulos dentro de esta seg-
mentación, de forma que las in-
dudables relaciones siguen consi-
derándose como “no demostradas
científicamente” y son tratadas
como “la cenicienta” de la medi-
cina occidental.
41
Planteamientos de ayuda
a) flujo de electrones canali-
zado en Quantos, “polarización
funcional en biopolímeros”, pie-
zo y piroelectricidad según
Athsnstaedt.
b) efectos neuro-hormona-
les.
c) “trickling” de informacio-
nes, es decir, las informaciones
directas de célula a célula son
transmitidas como en una malla
en todas direcciones en forma de
gotas de lluvia.
d) existencia de ondas, for-
madas y transmitidas en la sus-
tancia noble (doble hélice).
e) sistema nervioso autóno-
mo con fibras conocidas; sobre
todo es válido para puntos corpo-
rales, relacionados estrechamente
con vasos y nervios (p. ej. puntos
profundos de acupuntura).
El cuerpo es un sistema ci-
bernético, una unidad autodirigi-
da, autorreparada y en permanen-
te estado de vigilancia, que en
cada momento tiende a alcanzarel mejor estado que le es posible.
De todos los procesos de regula-
ción que se dan en el organismo,
nosotros intentamos alcanzar los
principales niveles y establece-
mos sus contrarreferencias. Por
último, todos los procesos vitales
y de regulación tienen un objeti-
vo: mantener de la forma más
adecuada posible para esta célula
la base de la vida, el medio en el
que nada cada una de las células
(como una vez ocurrió en el océ-
ano original).
42
Fig. 6. Circuitos biológicos (cibernética).
43
Polarización de la membrana
Enzimopatías
(Pischinger)Base vegetativa
Célula orgánica
Tono funcional
Célula conjuntiva
dinámica
Aporte nervioso
GelSol
Linfa circulante
Aporte vascular
PO2
Bloqueo
energ./Chi
Zonas reflejas
Irritación 
segmentaria
Bloqueo articular
vertebral
Terapia de zonas
Ying-Yang
B A C
Disestática
Toxinas (endógenas)
Pasaje
Focos en
sentido
amplio
Acupuntura Terapia dela espalda
Impletol
Sobrecarga 
segmentaria
EstáticaPsique
Desplazamiento
hormonal/
energético
Noxa exógena
Invasores/toxinas
Noxa endógena
Foco en sentido
estricto
Metabolismo 
del órgano
Neurosis
Los procesos de regulación
para este medio tienen lugar a di-
ferentes niveles, relacionados en-
tre sí en muchos lugares. Dentro
de estos niveles existen muchos
subcircuitos.
A) La segmentación trans-
versal
Nivel de regulación sobre
vías cuti-viscerales (arcos refle-
jos) , regulación de la estática
de la columna vertebral, etc. A
este nivel actúan formas tera-
péuticas como ventosas, quiro-
praxia, masaje, gimnasia, ciru-
gía,...
B) La segmentación longitu-
dinal
Dinámica, energética, in-
fluencia a través de la psique y
nivel de regulación terapéutico a
través de la acupuntura, reflexo-
terapia podal, psicoterapia, qui-
nesiología, ...
C) El nivel de regulación
homo lateral
del intestino en relación con
sus simbióticos, es decir nivel
nutricional, así como nivel de la
sobrecarga de las superficies y
membranas a través de toxinas y
sobrecargas de la piel mediante
oscilaciones de la temperatura y
otras microondas.
Dentro de estos niveles de
regulación existen subcircuitos,
los cuales regulan el organismo
en cada una de sus porciones.
En relación a la segmenta-
ción transversal A), ésta se puede
dividir y denominar en dirección
cráneo-caudal. Es decir, p. ej.
VC1/VD4, etc. Así mismo, pode-
mos atribuirle el nombre de los
nervios espinales principales, a
cuyo nivel se ensanchan: C1/D4,
etc. También han sido aceptadas
denominaciones que derivan de
aquel órgano profundo que repre-
senta un punto medio en un seg-
mento: “segmento cardíaco”,
“segmento renal”, etc. De hecho,
cada segmento contiene un punto
medio práctico, un “punto trig-
ger”, el cual influye sobre la tota-
lidad del nivel de regulación pero
más llamativamente sobre su ór-
gano principal correspondiente:
Ejemplo - Neurosis cardia
Paciente de 25 años de edad,
con dolores cardíacos crecientes
desde hace medio año, sobre to-
do en reposo, por la tarde o por la
noche. Entonces se despierta con
sofocaciones, abre desesperada-
mente la ventana y sufre un do-
lor, que desde el pecho se irradia
hacia el brazo izquierdo hasta el
dedo meñique. En el ECG en re-
poso aparecen extrasístoles que
44
desaparecen con el esfuerzo. En
la anamnesis se descubre una si-
tuación actual de sobrecarga psí-
quica que se mantiene desde hace
como mínimo un año. En la es-
palda, a nivel de la zona cardiaca
se encuentran dos miogelosis do-
lorosas. Se sitúan sobre un nervio
intercostal. Siguiendo la columna
vertebral nos encontramos con
dos focos de perturbación liga-
mentosos consecutivos (discopa-
tía o subluxación de la articula-
ción vertebral). La aplicación de
ventosas a nivel de las miogelo-
sis, conjuntamente con un trata-
miento quiro-práctico de la co-
lumna vertebral, así como la
nueva seguridad de que el cora-
zón está orgánicamente sano y
sin sobrecargas, provocan la de-
saparición de los síntomas. Ante-
riormente, la “pequeña psicotera-
pia” sin aplicación de ventosas
había sido infructuosa. En resu-
men: una alteración física, que se
manifiesta en más de un nivel re-
activo corporal, también debe
tratarse simultáneamente a varios
niveles. La base para ello está re-
presentada en la página 8 (nive-
les de enfermedad).
Sin embargo, las diferentes
zonas de reacción también se en-
cuentran estrechamente interrela-
cionadas y no solamente con una
relación lineal-causal.
Ejemplo
Paciente de 43 años de edad,
que desde hace muchos años pre-
senta constipación espástica, fla-
tulencia, eructos constantes, con-
tracturas a nivel de la porción
inferior de la columna lumbar, is-
quialgia. Se queja de extrasísto-
les y dolor cardiaco. El ECG po-
ne de manifiesto un ligero
descenso del segmento ST y el
médico internista diagnostica una
angina de Prinzmetal.
El tratamiento se lleva a ca-
bo mediante un cuidadoso masa-
je a nivel de la columna lumbar,
con lo que lentamente van desa-
pareciendo las gelosis situadas a
este nivel, así como mediante
una regulación de la constipación
mediante psicoterapia y dieta.
Desaparecen los síntomas cardía-
cos subjetivos, e incluso en un
ECG muy posterior no aparece
ningún signo de la angina de
Prinzmetal.
Un trastorno que se mani-
fiesta en un segmento transverso
no se mantiene limitado a éste.
De ello ya se encargan procesos
mecánicos. Si p. ej. observamos
una malposición vertebral a ni-
vel de C7/D1, sabemos que a ese
nivel se insertan músculos y ten-
dones que transcurren a lo largo
45
de otros segmentos. La malposi-
ción vertebral origina una inesta-
bilidad de la columna vertebral
con presión a nivel de raíces ner-
viosas espinales, que a su vez
pueden provocar alteraciones de
la irrigación de regiones corpo-
rales completas (trofismo). El
organismo intenta, mediante la
contracción muscular, proteger
la región vertebral inestable. Da-
do que los músculos no están ca-
pacitados para mantener una
contracción prolongada, se for-
man pequeños vientres espasmó-
dicos (gelosis). Estos lugares,
por su parte, representan porcio-
nes de segmentos alteradas (fo-
cos). Dado que los músculos
contracturados y las tensiones
del tejido conjuntivo abarcan va-
rios segmentos, su origen tam-
bién sufre “arrancamientos y
rasgaduras”, y en ciertos casos
pueden crear a este nivel una
nueva inestabilidad (luxación
parcial = bloqueo de la articula-
ción vertebral). Así, una altera-
ción p. ej. del atlas puede des-
plazarse lentamente hasta la
última vértebra lumbar y en su
camino hacia abajo puede pro-
vocar los diferentes trastornos
segmentarios a nivel de todo el
organismo. En este caso se habla
de pseudopolirradiculitis (Bergs-
mann) o del “fenómeno ensui-
te”. En este contexto exponemos
un ejemplo facilitado por nues-
tro colega Schönberger en el in-
forme “Signos de la columna
vertebral alterada”.
“Una mujer sufría desde un
parto ligeras molestias estáticas,
y a lo largo de los años además
había desarrollado constipación,
molestias epigástricas, dolores
en hombros y brazos y final-
mente una migraña claramente
resistente al tratamiento, que ha-
bía sido tratada sin éxito por va-
rios quiroprácticos, pero sólo a
nivel de la columna cervical. En
este caso, las radiografías de la
columna cervical no mostraban
los signos esperados. Sin embar-
go, a nivel de la columna lum-
bar existía un importante hallaz-
go con desplazamiento pélvico,
diferencia variable de 3 cm en la
longitud de las piernas (en posi-
ción sentada y en decúbito),
gruesa fibrositis en “chapa on-
dulada” de la región glútea. Ha-
ce años, durante el proceso del
parto, se produjo una subluxa-
ción (bloqueo) de varias peque-
ñas articulaciones vertebrales a
nivel de la columna lumbar y,
sobre todo, una subluxación a
nivel de la articulación sacroilí-
aca. Tras la movilización de la
región pélvica la paciente sintió
súbitamente una sensación tor-
mentosa de calor hasta la cabe-
46
za, se igualó la longitud de las
piernas y se le aclaró la cabeza.
En los controles que se realiza-
ron años después, nunca volvie-
ron a registrarse cefaleas. Un
solo tratamientofue suficiente.
Desapareció la fibrositis, las
piernas siguieron siendo de la
misma longitud.”
La corrección de la espalda
dentro del nivel de regulación or-
topédico puede y debería ser pre-
cedida por una aplicación de ven-
tosas. En los casos favorables,
mediante una sola aplicación de
ventosas se puede disolver la ge-
losis principal en el segmento del
defecto, tal y como Schonberger
escribe: “Ante el bloqueo de arti-
culaciones vertebrales, el seg-
mento completo reacciona real-
mente como una unidad de piel,
simpático y parasimpático, tejido
subcutáneo, músculos, vasos,
nervios sensitivos y motores y
los órganos por estos inervados.
Los bloqueos son en parte factor
y en parte causa de las lesiones
que aparecen”.
Así pues, el segmento com-
pleto está bloqueado y, con fre-
cuencia, este bloqueo debe ser
interrumpido simultáneamente en
varios lugares de este segmento. 
Ejemplo
Un electricista de comple-
xión atlética de 18 años de edad
me es enviado por su contratis-
ta. Desde hace una semana no
rinde en el trabajo, ya que se
queja de fuertes dolores entre
las escápulas y siente calambres
importantes a nivel de la región
cardiaca. No puede respirar, tie-
ne una importante sensación de
pánico y no duerme por la no-
che, ya que al darse la vuelta en
la cama presenta dolores pun-
zantes en la espalda, como de
puñalada. El médico de cabece-
ra le dio la baja por 14 días; sin
embargo, el contratista no puede
prescindir por el momento de su
empleado. El joven nos comuni-
ca que había recibido sin éxito
varias inyecciones en el múscu-
lo y había sido tratado quiro-
prácticamente varias veces, tam-
bién sin éxito: “en cuanto salía
de la consulta, volvían a martiri-
zarme los dolores”.
En primer lugar, el paciente
fue tratado con ventosas a nivel
de las gelosis tensionadas de la
espalda, y sólo entonces, a nivel
cutáneo se aplicaron algunos ha-
bones con extracto de muérdago.
Una hora después ya era capaz
de trabajar y nunca se produjo
una recidiva.
47
Ejemplo
Una mujer de 75 años de
edad se quejaba desde hacía años
de un fuerte dolor a nivel de la
nuca y del sacro. A la palpación
se halló una “induración como la
piedra” a nivel de la cintura esca-
pular y de la región lumbo-pélvi-
ca. Radiológicamente no se ob-
servaron alteraciones, excep-
tuando el desgaste propio de la
edad. Por otra parte se constató la
existencia de una constipación
pertinaz de muchos años de evo-
lución. Tras la regulación del rit-
mo deposicional mediante medi-
das dietéticas, que fueron
seguidas estrictamente por la pa-
ciente, se solucionaron los blo-
queos de las zonas reflejas sin ne-
cesidad de una terapia local. La
paciente fue liberada de los sínto-
mas. En este caso, la regulación
del intestino, como foco de per-
turbación a través de la zona de
regulación homolateral “superfi-
cie intestinal”, pudo influenciar
de forma curativa sobre el corres-
pondiente segmento lumbar, así
como la actuación dietética sobre
el “órgano estómago” lo hizo a
nivel de su zona refleja cervical.
Hemos expuesto amplia-
mente los niveles de regulación
A) y C) como representantes de
los otros niveles de regulación
principales. Naturalmente, los
bloqueos de segmentos de este ti-
po aparecen en los trastornos de
todos los principales niveles de
regulación y desaparecen con la
terapia correspondiente. Así, un
bloqueo vertebral (subluxación
espontánea) puede eliminarse a
través del nivel puramente ener-
gético de la acupuntura o me-
diante psicoterapia. Así mismo,
puede conseguirse mediante la
reflexoterapia podal, es decir, le-
jos del lugar del bloqueo seg-
mentario. En la medicina natural
moderna, las zonas corporales
bloqueadas también se conocen
bajo el término de focos (foci).
La teoría de los procesos focales
ha demostrado ser claramente
eficaz para la comprensión de la
autorregulación; sin embargo, a
nivel coloquial cada día más se
hermana con los focos inflamato-
rios. En el sentido más amplio,
las gelosis, puntos trigger de la
cibernética, bloqueos articulares,
cicatrices, lesiones orgánicas,
ampliamente descritas en este li-
bro, son focos, y en la actualidad
se las conoce mejor como focos
de perturbación siguiendo la teo-
ría de Pischinger.
48
1. Las células orgánicas di-
ferenciadas y su sistema de apor-
te y recogida (aprovisionamiento
y evacuación). 
En realidad, éste último
contiene los otros cuatro elemen-
tos básicos.
2. El tejido conjuntivo dife-
renciado e indiferenciado
Según las necesidades, las
Fig. 7. El sistema básico de Pischinger.
2.3 El lugar de aplicación 
de ventosas como foco 
(campo de interferencia) 
en el área neurovegetativa
Un foco de perturbación es
un lugar del cuerpo, alterado en
su dinámica vital. Ya al inicio del
trastorno y durante toda su evolu-
ción, las alteraciones tienen lugar
principalmente en la base de la
función vital, en el tejido conjun-
tivo no diferenciado, el cual para
la así llamada célula orgánica di-
ferenciada representa el papel del
océano original, en el cual hoy
todavía nada un organismo uni-
celular (Pischinger, Keller,
Hauss. Heim). Es el “sistema de
la regulación básica”.
La figura 7 muestra cinco
elementos, los cuales en conjunto
forman la base de todos los pro-
cesos vitales o, mejor dicho, el
nivel sobre el que se forma la
nueva vida, se realizan procesos
de reparación y donde se produce
la muerte celular. Es el metabo-
lismo inter e intracelular. Micros-
cópicamente podemos reconocer
los cinco elementos básicos:
49
células
orgánicas
red capilar
vasos linfáticos
ramas nerviosas
autónomas
vasos: aferentes
anastomosis
eferentes
células dinámicas 
del tejido conjuntivo
células del tejido conjuntivo pue-
den multiplicarse y formar tejido
conjuntivo indiferenciado y de
allí seleccionar elementos, alma-
cenarlos y extraerlos de la circu-
lación general. También pueden
descomponerse y aportar su con-
tenido en el sistema básico de Pis-
chinger para la mejoría del medio.
Así mismo, pueden aumentar o
disminuir su metabolismo
(Hauss) y pueden formar fibras
de tejido conjuntivo indiferencia-
do como sustituto de tejidos espe-
cíficos destruidos (cicatrices).
3. Los capilares
a) La porción arterial, a par-
tir de la cual difunde el oxígeno y
los nutrientes necesarios para el
funcionamiento de la célula. Sus
células (endotelio) forman un cir-
cuito regulador propio y que inte-
racciona con otras células en el
cuerpo. Se relacionan entre ellas
mediante hormonas.
b) La porción venosa, la
cual extrae los productos de de-
gradación y los productos finales
de la actividad celular y, así mis-
mo, realiza una reabsorción a ni-
vel del espacio intercelular.
4. Los vasos linfáticos
Drenan el espacio intercelu-
lar y el tejido conjuntivo.
5. La red nerviosa autóno-
ma (retículo terminal)
El cual finaliza, en parte, li-
bremente en el tejido conjuntivo
y es capaz de variar su estado a
través de impulsos nerviosos pero
que por otra parte inerva los capi-
lares y tiene influencia sobre su
extensión y permeabilidad, ejer-
ciendo de esta manera influencia
sobre el contenido de gases, mi-
nerales y proteínas. Es sensible al
pH, es decir, reacciona ante las
concentraciones de iones. Estas
concentraciones de iones (ácidos
tamponados y no tamponados) in-
fluyen y dirigen la circulación de
los capilares (Schmidt-Schön-
bein). Incluso ante una ligera dis-
minución del pH tisular aumenta
la rigidez de los eritrocitos, que
permanecen atascados en el inicio
de la red capilar.
En el metabolismo normal
encontramos al tejido conjuntivo
en el sistema básico de Pischin-
ger sometido a una constante al-
ternancia de sol y gel. Estos dos
“estados de agregación” varían
30 veces por segundo. Las mem-
branas de los elementos celulares
forman, junto al medio indiferen-
ciado, un sincitio indivisible en
vida, y se imbrincan en él como
si se tratara de dedos. Heim (Wit-
ten-Herdecke) habla de un cerca-
do común en forma de cáliz de
los elementos aislados −glicocá-
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lix− sustancias glicoproteicas, el
cual por una parte une las estruc-
turas del tejido conjuntivo y por
otra las paredes

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