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Analisis libro El retorno de Martin Guerre

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Análisis sobre el libro de Natalie Z.
Davis, El retorno de Martin Guerre
Sergio Contreras Pérez NIU 1330278
La lectura del libro de Natalie Z. Davis, El regreso de Martin Guerre, nos refleja a
través del caso sucedido en Artigat en 1540, la realidad más cotidiana de una época en
la que grandes cambios sociales se extendían por Europa. La transformación del antiguo
régimen en una organización moderna, la reforma religiosa, la imprenta y las
consecuencias que tuvo ésta en la divulgación de textos jurídicos y legislativos que han
llegado a nuestros días, se reflejan en este libro junto con el día a día más cuotidiano de
la gente de la época. Es por tanto una obra que, a través de su lectura, nos acerca a la
realidad de la época con la única pretensión de explicarnos una historia de la historia.
El siguiente trabajo es una visión analítica del libro, un intento de reflejar la sociedad
que nos muestra la autora y contextualizar los hechos dentro de un marco social
encuadrado en el sXVI.
 Contexto socioeconómico 
En esta parte del trabajo explicaré, a través de la lectura realizada, en que consistía la
economía de la zona, sus recursos y actividades económicas así como el colectivo de la
comunidad y sus relaciones.
En Artigat, como no era de otra manera en los pueblos pequeños de la Francia del
s.XVI, la economía circulaba entorno a la agricultura y la ramadería. Los recursos
agrarios eran pues de vital importancia y muy variados: balas de hierba, madera, vino,
trigo y fruta eran los productos de mayor circulación. El pastoreo, una actividad de la
cual se extraía leche y lana, que era un producto muy preciado y de gran valor que se
vendía muy bien en ferias y mercados. La importancia de la lana era vital también para
el mantenimiento de toda una red de artesanía rural dedicada a tejerla y fabricar aun a
pequeña escala piezas textiles. 
En Hendaya la tierra arcillosa era mala para los cereales pero buena para los arboles
fruteros como el manzano. Además esta característica de la tierra la hacía ideal para la
fabricación de tejas, actividad que mantienen los Guerre a su llegada a Artigat y que les
sirve para dar variedad a su economía que se basaba en la agricultura. La pesca del
cachalote era también una actividad de gran importancia en la economía del Pais Vasco-
Frances del s.XVI.
Los enlaces y las conexiones comerciales entre los pueblos era extensa y variada, los
caminos entre los pueblos eran seguros y muy utilizados. Los intercambios eran fluidos
e incluso se aprovechaba el curso del rio para unir pueblos. 
Los Pirineos no eran pues un impedimento para los intercambios comerciales entre los
pueblos de ambas vertientes y no era extraño cruzarse en los caminos mercaderes y
buhoneros que los recorrían siguiendo el calendario de las diferentes ferias que
realizaban y los mercados que eran muy abundantes.
Los campesinos de Artigat eran un grupo bastante uniforme en sus costumbres y normas
de convivencia aunque con una identidad fluida i variada. La sociedad campesina de
Artigat por lo general podemos decir que aun estando en el límite entre la lengua de los
gascones y el occitano, no mostraba conflictividad por la procendencia de sus
miembros. Por el contrario la actividad económica variada y las relaciones de
colaboración entre vecinos que solo tenian en cuenta las presiones de sus iguales, eran
significativas de que aun con las diferencias etnológicas que separaban a los miembros,
estos se comportaban como un grupo. La rápida adaptación y la aceptación del pueblo a
la familia Guerre es un ejemplo de que una familia con distinta procedencia era bien
aceptada en la comunidad siempre que se adaptase a las costumbres locales y se
integrase en ella.
Las familias de la región están muy ligadas a la tierra, incluso le ponen el nombre de la
familia a la parcela, cosa que por otro lado es normal dada la alta relación y
dependencia de las familias con la tierra. 
Trazando el dibujo de una pirámide podríamos clasificar la sociedad campesina de
Artigat en tres niveles: En la cúspide las familias acomodadas. Este grupo estaría
formado por las familias que no trabajan su tierra directamente, sino que su negocio está
más relacionado con el arrendamiento de sus tierras y las rentas que generan sus
propiedades, además del lugar privilegiado que tienen en las relaciones comerciales de
la región, tanto en la exportación de los productos de la zona como la importación de
otros artículos producidos en zonas alejadas. Son por tanto la pequeña clase dominante
de la región, muy tenidos en cuenta pero sin llegar al nivel feudal. Siguiendo en
dirección descendiente, en el siguiente nivel de esa pirámide encontraríamos
propietarios que trabajan sus tierras ellos mismos y en algún caso tienen arrendatarios
que trabajan por un salario o por una parte de la cosecha. Estos medianos propietarios
dirigían las cofradías y compraban el derecho eclesiástico a cobrar los beneficios
eclesiásticos de Artigat. Mantienen relación con las mejores familias no nobles de
Artigat llegando a veces a cruzarse matrimonialmente con alguna de ellas. Y en la base
de esa pirámide podemos encontrar a los pequeños propietarios que sus tierras apenas
les daban para sobrevivir y jornaleros que frecuentemente tienen que recurrir a los
medianos propietarios que les prestaban cereales, vino y a veces dinero hasta que se
recogiera la cosecha o cuando ésta era mala y no les garantizaba la supervivencia.
También encontramos ejemplos de pequeños mercaderes rurales.
En este entorno social las tensiones entre individuos solía estar relacionadas con la
compra-venta de tierras, los arrendamientos y con mucha frecuencia por productos que
prestaban los propietarios a arrendatarios y jornaleros y no eran devueltos a tiempo,
pero el mayor foco de conflicto entre individuos se daba en el seno de las familias y
estaba relacionado con el reparto de las herencias. Existió también un enfrentamiento
entre hugonotes y católicos que se pone de manifiesto en el libro a la hora de tomar
partido por Martin Guerre o el impostor, dada la alineación durante la guerra de Martin
en las filas españolas que era un ejército católico. También la forma de entender las
relaciones maritales entre los católicos y los protestante son motivo de conflicto entre
las dos partes, pero sin mayor repercusión. Estas tensiones con frecuencia se resolvían
en los tribunales locales que eran el foro donde se intentaba poner fin a las tensiones
cotidianas. 
Estamos hablando, por tanto, de una región en la que una amplia red de comunicaciones
y conexiones cohesionaban un territorio cuyo recurso principal era la agricultura y la
ramaderia. Un territorio donde la paz social era un denominador que otorgaba a la zona
un bienestar social y económico. Y donde existían unas instituciones respetadas que
contribuían al buen funcionamiento de la vida de la comunidad y su progreso
económico.
 La familia rural del s XVI 
Las características de la familia rural y la comunidad de la que formaba parte marcaba
profundamente a los individuos que la formaban. No podemos entender muchos de su
comportamientos sin conocer como se articulaba la familia y la comunidad de la que
formaba parte, en este apartado pretendo arrojar luz sobre su estructura articulación e
influencia sobre los individuos.
Las estructuras familiares en el sur de Francia en el s.XVI eran, al igual que en el resto
de Europa occidental, férreas. Las relaciones eran a menudo tensas o incluso
inexistentes entre los miembros del matrimonio. Éste por norma general, obedecía a las
necesidades de las familias que unía y era solo un trato mercantil. Las unionesmatrimoniales eran a edades precoces para asegurar la descendencia, que era el motivo
del mismo, que garantizaba la perpetuación del patrimonio a la siguiente generación.
Los contratos matrimoniales eran frecuentes e iban destinados a asegurar que las partes
cumplieran sus compromisos de relaciones económicas. Aunque el matrimonio no
resultaba una transferencia explicita de bienes, sí que las hijas recibían una dote
equivalente, por lo general, a una pequeña parcela. Los bienes matrimoniales los
recibían los hijos en herencia. Era por tanto, el matrimonio, una alianza entre familias.
Que afianzaba negocios mutuos y abría la puerta a nuevos negocios que quizá una
familia controlaba y la otra hasta el momento no tenía participación.
En el libro se muestra una familia nuclear, patrilocal i patrilineal en la que el hombre era
quien recibía la herencia y se quedaba en el hogar familiar junto con su esposa, los
padres de éste y hermanos o hermanas menores que no estaban casados. En este ámbito
el pater familia era quien detentaba el patrimonio familiar pasando al hijo que quedaba
en casa a su muerte y nunca antes de esta. Esto a menudo producía tensiones entre el
señor mayor y el señor joven, por las diferencias entre ellos a la hora de gestionar el
patrimonio. En el caso de los Guerre, su tradición vasca los ligaba directamente con la
casa familiar y en ningún caso tenía ningún heredero, el derecho a deshacerse de ella.
El heredero tenía la obligación de trabajar en la actividad familiar con el fin de afianzar
el patrimonio familiar. Esta forma de herencia que va destinada a un solo hijo, tiene
como objetivo que el patrimonio familiar quede lo más intacto posible, que no se divida
y por tanto perpetúe la supervivencia de la familia. En el caso de los hijos que no
heredaban, las opciones eran varias: casarse y formar un nuevo núcleo familiar. En el
caso explícito de los hombres, entrar a formar parte del sacerdocio, o marchar al ejército
a buscar fortuna. Pero entre los vecinos de los Guerre regidos por otro régimen y otras
costumbres heredadas de los viejos francos medievales y la herencia se repartia entre
todos los hijos (varones) del matrimonio.
El papel de la madre era (como madre de la época) el criar a los hijos y educarlos,
aunque en casos puntuales como esposas y/o viudas de mercaderes participaban de la
actividad económica. En el ámbito rural al que nos referimos tenían un papel importante
en las labores cotidianas del campo, un papel muy poco reconocido pero que era pilar
fundamental en el funcionamiento de la unidad familiar, trabajaban con los hombres,
esquilaban a las ovejas, cardaban la lana, cortaban racimos, hilaban la lana, hacían el
pan, incluso arrendaban y prestaban dinero pero siempre sujetas a la expresa voluntad
de su marido o hijo si era viuda. Un papel oculto pero de una importancia capital para el
buen funcionamiento de la unidad familiar. Como he mencionado antes el heredero del
patrimonio familiar era el hijo mayor de la familia, pero también se dieron casos
excepcionales en los que el cabeza de familia, por su buena relación con la esposa,
favorecía a ésta en el reparto de la herencia dejándole a su único uso alguna pequeña
parcela en agradecimiento a sus buenas relaciones. La mujer tenia derecho usufructo
sobre los bienes de su marido cuando éste moría. Algún caso excepcional fue el de
alguna viuda sin hijos a la que el marido a su muerte le dejó todo su patrimonio para su
único disfrute, saltándose la norma que decía que era el hermano de éste el que debía
heredar y no la esposa.
Las relaciones entre hombres y mujeres en el matrimonio se basaban especialmente en
traer descendencia, el matrimonio con dificultades por tanto era muy penalizado por el
propio pueblo. Que no se tuvieran hijos al poco tiempo del matrimonio se consideraba
antinatural y era común que se tildara al propio matrimonio de embrujado por su
dificultad. La intimidad entre hombre y mujer en el matrimonio era intrascendente, en
muchos casos la cortesía era todo un logro. El hecho de que el matrimonio fuera poco
más que un contrato para aliar las familias y que el papel de la mujer en la sociedad era
el de madre, hacía que las relaciones hombre-mujer fueran en algunos casos inexistetes.
Pero la buena relación entre conyugues, y una intimidad en la que éstos tuvieran una
relación fluida y conversaciones e intercambio de opiniones estaba muy bien
considerada entre los humanistas cristianos y los moralistas protestantes. Ya que era
entendida que era necesaria la aceptación reciproca del matrimonio para su validez. La
mujer dependía totalmente del hombre a nivel administrativo y jurídico y al matrimonio
se convertía en mujer “de”. 
Las relaciones entre padre e hijo heredero eran tensas, sobre todo cuando había
divergencias entre ambos por el devenir del negocio y el patrimonio familiar. Con
frecuencia también el uso de los beneficios generados del los negocios y eltrabajo
familiar eran moyivo de conflicto entre padre e hijo, lo que se debía y no se debía gastar
hacia chocar a las dos generaciones. Las hijas ayudaban en las labores de la casa hasta
que se casaban y marchaban a vivir con la familia del marido. En este periodo de tiempo
se creaban profundos vínculos madre hija.
A parte de la familia que marcaba evidetemente el carácter las tradiciones y la forma de
vivir, la comunidad ejercia tambien sobre los individuos no solo un soporte al que
recurrir cuando la cosecha era mala o acontecia cualquier otra desgracia. Tambien
ejercia una posición de control sobre el individuo. La comunidad, y no solo la iglesia,
delimitaban la moralidad y las relaciones entre los individuos que la formaban ya que la
solidaridad en el mundo rural exigía también correspondencia y disciplina con la
comunidad. La singularidad en el ámbito rural de Artigat en el s.XVI no estaba bien
vista, todo aquel diferente que no se adaptaba a la vida en la comunidad o era excluido
por la misma a menudo se veía obligado a salir de esta. Y esto afectaba de manera
especial a los jóvenes. Los jóvenes tenían válvulas de escape de esta presión aunque no
como las entendemos ahora, embarcarse en la pesca del cachalote, la transhumancia y
la escuela podían ser ejemplos, pero aun entendidas como válvulas de escape seguían
ligadas a la actividad económica de la comunidad. Enrolarse en el ejército era otra
opción de ruptura con el pueblo. Cada miembro de la comunidad era importante para el
funcionamiento de la economía rural y por tanto se intentaba evitar que este cayera en
actitudes no deseables, egoístas o maliciosas que enturbiasen en buen funcionamiento
del grupo.
 Estado y vida rural
Estado e iglesia influenciaban en gran medida la vida de las personas pero dejaban
ciertos subterfugios a las comunidades que frecuentemente tenían algunas normativas y
formas de hacer que eran aceptadas para no enturbiar las relaciones. Incluso los nobles
cuando compraban tierras en Artigat estaban sometidos a la talla. Durante siglos Artigat
no había estado bajo el dominio de ningún señor. La administración de justicia dependía
de la comunidad misma o del rey representado en primera instancia por el juez de
Rieux, por el senescal de Tolouse y en caso de apelación por el parlamento de Tolouse.
El juez recibia una suma pequeña comparada con los honorarios de los magistrados. En
el nivel inferior del aparato judicial estaban los tres o cuatro consules de Artigat.
Notables del pueblo que cada año eran habilitados por el juez de Rieux para ejercer sus
funciones. Las funciones de éstos eran muy variadas: ejercían jurisdicción sobre las
tierras comunales, fijaban la fecha de la vendimia, levantaban inventario sobre los
bienes en caso de defunción y controlaban los fraudes en pesosy medidas. Convocaban
las asambleas de los hombres del pueblo y mantenían el orden público. En
contraposición la zona de donde provenían los Guerre, dominaba, aunque ya
débilmente, el poder señorial, aunque permitia al pueblo reunirse libremente y
promulgar estatutos que afectaran a la comunidad.
Los hombres del pueblo, abalados por su reputación, se permitían el derecho de lo que
hoy entendemos por detener a alguien. Podian juntarse, ir a casa de una persona que
ellos consideraban sospechosa y entregarla a la justicia, normalmente a la cárcel más
cercana a la espera de recibir las acusaciones formales. Para iniciar un proceso judicial
contra una persona había que aportar pruebas. Éstas a menudo constaban de testimonios
y cuanto más notable era la persona que acusaba más se la tenia en cuenta. Pero a
diferencia del antiguo régimen señorial esto ya no era suficiente y a veces había que
renunciar a ciertas acusaciones cuando se llegaba a la senescalía. 
 El caso de Martin Guerre fue llevado primero a la autoridad local de Artigat. La
suplantación de la persona para aprovecharse de su herencia o bienes era considerado un
delito muy grave. Una vez iniciado el proceso en la justicia del rey el acusado se
enfrentaba a una pena que podía ser más grave que una simple multa. Para una
acusación de este tipo se esperaba que las pruebas fueran taxativas, lo que por entonces
quería decir: interrogatorio del acusado (que podían llegar a la tortura del mismo si
fuera necesario, pero era una práctica que no era ya recomendad por el Parlamento de
París) , testigos que lo identificaran, el parecido físico con otros miembros de la familia,
su escritura en caso que supiera escribir. Esta información era recopilada por el juez o
su representante en el mismo pueblo. Los testigos debían jurar que decían la verdad y
una vez acabada la declaración se la volvían a leer para que añadieran o corrigieran si
fuera el caso.
Entonces el procurador del rey se tomaba un tiempo para leer los testimonios y crearse
una opinión. Mientras el juez abría el periodo de audiencias. Durante estas audiencias,
escuchaba al acuasado para alegar en su defensa, escuchó también a Bertrande de Rols i
al acusado de nuevo para contrastar los testimonios. El siguiente paso era comprobar las
declaraciones de los testigos confrontándolas a las del prisionero, un careo en el que el
demandado valoraba la credibilidad del testigo, a veces antes incluso de conocer su
declaración. Después se leia la declaración del testigo y el acusado tenia de nuevo el
derecho de recusarla. A menudo los procesos terminaban aquí, el procurador del rey y el
juez solian tener la certeza de la inocencia o culpabilidad del acusado, pero en este caso
el juez ordenó que se reuniera a los testigos del acusado, se leyó una admonición
solemne convocando a todo el que supiera la verdad del caso a contarla bajo pena de
excomunión, con lo que aparecieron más de un centenar de nuevos testimonios, con
declaraciones bien a favor bien en contra del acusado. Con todo esto el juicio estaba
visto para sentencia. 
El juez de Rieux encontró al acusado culpable de suplantar a Martin Guerre y de abusar
de Berteande de Rols y lo sentenció pena de muerte, aunque la parte civil demandaba
una multa y que el acusado pidiera perdón públicamente, el juez atendió la demanda del
procurador del rey y haciendo caso de la jurisprudencia que había, condenó a du Tilh a
la decapitación. El acusado recurrió la sentencia al Parlamento de Tolouse. Finalmente
la aparición del verdadero Martin Guerre acabó decantando la balanza de la justicia de
parte del demandante y Arnaud du Tilh, el impostor, fue condenado a morir en la horca
en Artigat.
La sentencia encontraba a Arnaud du Tihl, culpable de “impostura, falsa suposición de
nombre y de persona y adulterio”. Dado que las penas de prisión no se contemplaban en
el código penal de la época y la jurisprudencia antigua no consideraba estos delitos
como graves si se encontraron símiles en casos de usurpación de herencia y de adulterio
como delitos muy graves. El papel de la sentencia debía ser ejemplarizante en esos
aspectos, dado lo horrible del delito, para que en la memoria popular no permaneciera el
recuerdo de una persona tan abominable y los hechos que cometió. Aun así el tribunal
también decidió preservar los derechos de la hija que Arnaud du Tilh y Bertrande de
Rols. Pero la sentencia iba un poco más allá ya que también tuvo se tuvo en cuenta en
ella a Bertrande aunque la consideró inocente porque después de todo las mujeres eran
débiles, exculpándola de esa manera solo por ser mujer. Se tuvo en cuenta también a
Martin Guerre por su huida y los servicios prestados al rey español, considerando el
tribunal que lo sucedido y la pérdida de su pierna en la guerra era suficiente castigo.
Finalmente también tuvo en cuenta el comportamiento de Pierre que tampoco recibió
castigo. El fin de esta sentencia además de ejemplarizante con respecto al culpable,
también iba dirigida a preservar y recomponer el matrimonio, instando a las partes a la
reconciliación y protegiendo a la hija resultante de la impostura, inocente de toda culpa.
La autora nos retrata con este caso un sistema procesal complejo, donde la justicia del
rey es impartida por órganos especializados y que se diferencia claramente del régimen
feudal en cuanto ya no son los señores los encargados de impartir justicia en sus
dominios, sino que hay todo un sistema burocrático en el cual el rey delega las
competencias a funcionarios públicos que actúan en su nombre. Un sistema en el que es
tenida en cuenta la declaración del acusado y se confronta con la de los testigos para
contrastar. Podemos hablar por tanto de un sistema judicial moderno en comparación
con el sistema medieval en el que el señor feudal detentaba toda la autoridad. 
No solo cambiaron las administraciones de justicia durante el s.XVI. Las reformas
religiosas condujeron a la Guerra de los Treinta años, y los ejércitos también habían
cambiado. La profesionalización, los avances tecnológicos, la contratación masiva de
mercenarios, y la regularización de las tropas crearon unos ejércitos con un nivel de
devastación que hasta el momento no se había visto. Y esto tuvo consecuencias sobre la
población civil. Los mercenarios que formaban parte de las filas de los ejércitos
cobraban su sueldo en botín de guerra, esto hacía que el pillaje fuera generalizado. Las
zonas rurales, especialmente, sufrieron los saqueos en gran cantidad. Los ejércitos
necesitaban una gran cantidad de avituallamientos y los saqueos en los campos fueron
muy generalizados, creando hambrunas y caristias importantes. La recuperación de
estos campos, además, fue muy lenta. La pérdida de jóvenes en la guerra retrasó la
recuperación de los mismos. Y el hundimiento económico de los estados que
participaron fue inevitable.
Así pues la autora nos hace a través del insólito caso de Martin Guerre y la recopilación
de Coras, un retrato de la vida en Artigat en el s.XVI, su vida cuotidiana, el sistema de
justicia, además de un análisis antropológico sobre la organización familiar de la época.
Bibliografia
DAVIS, NATAILE Z. El regreso de Martin Guerre. Ed. Antoni Bosch.

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