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Diagnostico y Tratamiento de las Enfermedades Digestivas (387)

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órgano con mayor concentración, seguido del cerebro, corazón y riñones. El cobre de 
la dieta es absorbido en el estómago e intestino delgado, y es transportado a través de 
la circulación portal al hígado, acoplado a albúmina, histidina y transcupreína. Los 
hepatocitos captan ávidamente el cobre y la proteína chaperona ATOX1 lo dirige 
hacia sus objetivos (almacenamiento unido a metalotioneina y excreción regulada 
por ATP7B a nivel del canalículo biliar). 
En la EW existe una reducción en la excreción biliar de cobre debida a mutacio-
nes en el gen ATP7B ubicado en el cromosoma 13q14, el cual codifica una proteína 
ATPasa transportadora de cobre (WDP) que lo moviliza del hepatocito hacia la bilis y 
permite su incorporación a la ceruloplasmina (alfa-2-globulina plasmática sintetizada 
en el hígado compuesta por 6 átomos de cobre por molécula). La ceruloplasmina se 
libera a la sangre, transportando el 90% del cobre presente en plasma y aporta cobre 
a los órganos periféricos como el riñón o el cerebro. 
Se han descrito más de 500 mutaciones en el gen ATP7B en EW y la mayoría 
son heterocigotos compuestos, implicando al menos dos mutaciones para tener la 
enfermedad (poca penetrancia). En Europa y EEUU predominan dos mutaciones 
puntuales del gen ATP7B (la H1069Q y la G1267A); que juntas explican el 38% 
de los casos de EW y en España la mutación M645R (55% de los casos con EW). 
La ausencia de la proteína WDP en la EW, conlleva la acumulación patológica 
de cobre intracelular que sería particularmente hepatotóxico, determinando la for-
mación de radicales libres y la oxidación de lípidos y proteínas. La pobre o nula 
incorporación de cobre a la ceruloplasmina produce una disminución de los niveles 
plasmáticos de ceruloplasmina. El depósito patológico de cobre en el hígado se asocia 
a hepatomegalia y a esteatosis, llevando en etapas más tardías a fibrosis periportal y 
finalmente en puente.
Clínica
La EW puede presentarse sintomáticamente a cualquier edad, siendo más frecuente 
entre los 5 y 35 años. Las manifestaciones de la EW varían, pero suelen ser hepáticas 
(90%) en las primeras dos décadas de vida, y luego neurológicas/psiquiátricas a edad 
mayor (Tabla 2). La mayoría de los casos pediátricos al diagnóstico, son oligosinto-
máticos, aunque en casos excepcionales puede existir ictericia, hepatoesplenomegalia, 
ascitis, cirrosis o incluso presentarse como una falla hepática fulminante (5% de los 
casos) (Figura 2). La enfermedad hepática, habitualmente, precede en 5-10 años a las 
manifestaciones neurológicas. De los pacientes con presentación neuropsiquiátrica la 
mitad sufre de una enfermedad hepática clínicamente detectable.
En la mayoría de los enfermos con presentación neurológica (> 90%), presentan 
el clásico anillo de Kayser-Fleischer corneal (KF), debido al depósito patológico de 
cobre en la membrana de Descemet. En los pacientes que debutan con manifestaciones 
exclusivamente hepáticas, 50-80% presentan este anillo.
La artropatía de la EW corresponde a un fenómeno degenerativo que semeja una 
osteoartritis prematura y que puede observarse en 20-50% de los pacientes con EW 
que tengan más de 20 años de edad.
La forma variable de presentación hace que el diagnóstico sea difícil y muchas 
veces tardío.
RODRIGO ZAPATA L.

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