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Diego López el Mudo y sus cinco lienzos de pintura en la antigua enfermería del convento de agustinas recoletas de La Calzada de Oropesa (Toledo). Año 1687. Aportación a la iconografía de Santo Tomás de Villanueva en el IV Centenario de su Beatificación, y a la de otros santos Agustinos principales Jesús GÓMEZ JARA Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo I. Introducción. II. La antigua enfermería del Convento. El espacio físico: situación y distribución. El espacio de los lienzos. III. El autor y su entorno. Diego López el Mudo y el taller de Juan Carreño. La Escuela Madrileña del último tercio del siglo XVII. IV. Los lienzos de la enfermería del Convento. Estudio y análisis de las pinturas. 4.1. San Agustín. 4.2. Santa Mónica. 4.3. Santa Clara de Montefalco. 4.4. San Nicolás de Tolentino. 4.5. Santo Tomas de Villanueva. V. Bibliografía especifica seleccionada. VI. Abreviaturas empleadas. La Iglesia y el Mundo Hispánico en tiempos de Santo Tomás de Villanueva (1486-1555) San Lorenzo del Escorial 2018, pp. 835-858. ISBN: 978-84-09-05046-8 I. INTRODUCCIÓN El 16 de mayo de 1676 entran las Fundadoras en la clausura del nuevo Convento de Agustinas Recoletas titulado del Santo Cristo de las Misericordias, fundado en La Calzada de Oropesa, entonces provincia y diócesis de Ávila, a cuyo frente iba la Madre Isabel de la Madre de Dios, provenientes del de Serradilla, (Cáceres) también fundado por ella en 1660. La fundación corre a cargo del Conde de Oropesa, para lo cual adapta el edificio del Hospital de Pobres transeúntes para conformar lo imprescindible como convento y se pueda realizar la fundación con la entrada de las fundadoras en su clausura. La Iglesia está nueva, pues se había terminado la reconstrucción de la misma para el Hospital hacía muy pocos años, y, como convento, se reforma mínimamente el ala norte del edificio hospitalario, que es la que da al atrio delantero, conformando la fachada principal. Será el 28 de junio de 1680 cuando la citada Madre Isabel, Priora del Convento desde la fundación, inicie la obra de la construcción integral del nuevo Convento, construyendo las cuatro crujías y el claustro interior, distribuyendo las distintas dependencias en las dos plantas de que consta el nuevo edificio.1 Diseña Juan Martín Pulido, Maestro de Obras del Conde de Oropesa, un edificio con dos plantas. La baja, de mayor altura que la alta, va toda cubierta con bóvedas de arista, mientras que la alta la cubrirá con cuartones y bovedillas de yeso entre cada par. En la planta baja situará la Enfermería, la Sala Capitular, el Refectorio y De Profundis, el Coro Bajo, el Claustro bajo, más otras piezas necesarias, todas de mucha costa, con techos de bóveda, mientras que la planta alta se destinará a habitación de las Religiosas, construyendo las celdas individuales de a trece pies en cuadro, claustro alto, corredor y acceso al Coro alto. Esta obra se hace con los obreros que pone y costea el Conde de Oropesa, mientras que el Convento se encarga de los materiales, siempre supervisados por el citado arquitecto, como piedra tosca, piedra labrada, ladrillo, teja, madera, cal, arena, etc. 1 AHNOB, Osuna, C.1309. D.5. Testimonio de las monedas y cruces que se pusieron en la primera piedra del Convento del Santo Cristo de las Misericordias, Agustinas Recoletas de la Villa de La Calzada de Oropesa. DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 837 II. LA ANTIGUA ENFERMERÍA. EL ESPACIO FÍSICO: SITUACIÓN Y DISTRIBUCIÓN. EL ESPACIO DE LOS LIENZOS La necesidad de que los médicos entren a visitar a las religiosas enfermas, hace necesario que la Enfermería se haya de disponer en la Planta baja y lo más cerca posible de la Portería, para que los médicos, como seglares que son, recorran la clausura lo menos posible. En este de La Calzada, la Enfermería está justamente al lado del Locutorio, el espacio disponible más cercano a la Portería, de modo que los médicos, cirujanos y sangradores sólo tengan que recorrer 18 metros desde la Puerta Reglar que es donde comienza la clausura, por el claustro bajo, en el tramo del norte, en el que sólo está la puerta por la que las religiosas acceden al Locutorio. La siguiente puerta, ya en el encuentro de este lado del Claustro bajo con el del oeste, es el acceso a la Enfermería, la cual, al exterior, hace la esquina del edificio entre la crujía del Norte y la del Oeste, y, según el testimonio notarial aludido en el punto anterior, nota 1, en esta esquina es donde se colocó la primera piedra o piedra fundamental del edificio Conventual y donde se echaron las monedas y cruces para protección contra el rayo y la ruina, según la costumbre (fig. 1). Desde el claustro se accede a una salita o zaguán desde el que se pasa a la Enfermería propiamente dicha. El Zaguán de la Enfermería es una dependencia rectangular de 15,39 metros cuadrados, con unas dimensiones de 5,7 x 2,70 metros, dividida por un arco en dos tramos cuadrados iguales cubiertos por sendas bóvedas de arista, y está iluminado por una ventana que da a la huerta. No hay que descartar que en esta dependencia hubiera una cama o tarima para descanso nocturno de la religiosa enfermera de turno, pues hay que tener en consideración que de ordinario el número de enfermas era de seis a ocho, y que la atención que requerían era muy trabajosa y continua, tanto de día como de noche. Pudiera ser que, inicialmente, la Enfermería tuviera acceso directo desde el Claustro, sin pasar por el actual zaguán. La sala de la Enfermería es una dependencia de forma casi rectangular, pues es una pieza con claro descuadre, de unos 58 metros cuadrados, con unas dimensiones de 10 x 5,8 metros a interiores, y cubierta de bóveda de arista con sendos lunetos en los dos testeros y tres en cada uno de los laterales. En la pared de la izquierda, según se entra, se hallan las dos ventanas que dan a la huerta conventual y que proporcionan iluminación y ventilación natural a la Enfermería. En la pared de la derecha, según se entra, están dispuestos tres compartimentos individualizados mediante tabiquería, una especie de celdas, de 2,20 m. de ancho por 2,80 de largo cada uno, que suponemos que servían para camas donde convalecían las religiosas que requerían cuidados más especiales. Estos compartimentos, cubiertos con bóveda de arista, estaban abiertos a la JESÚS GÓMEZ JARA 838 sala principal antes descrita mediante arcos, en la que están integrados, individualizándose de ellas mediante cortinas. Al tener los arcos desaparecen los lunetos, y por eso en este lado no hay lienzos de pintura. También en la pared de la izquierda, donde están las dos ventanas, se abre una puerta que da acceso a una pequeña dependencia de 2,90 x 2,30 metros, con ventana que abre a la citada huerta. Esta dependencia, que era la cocina de la Enfermería, es un cuerpo saliente de la fachada de poniente del Convento, que da íntegramente a la huerta, con su chimenea original. En total el conjunto de la antigua Enfermería del Convento tiene una superficie total de 98,59 metros cuadrados útiles, distribuidos en Zaguán o Celda de la enfermera, los tres compartimentos para cuidados especiales, la sala general y la cocina. Los lienzos de pintura están situados en los dos testeros y en los tres lunetos que se conforman en la pared de la izquierda, según se entra, por los inicios de las bóvedas de arista en sus encuentros con la gran bóveda central, los cuales rodean las paredes de la enfermería por tres de los costados, pues el cuarto está ocupado por las celdas o compartimentos de las religiosas enfermas y los arcos antes citados. Los lienzos se adaptan al espacio de los lunetos, y, en consecuencia, son de forma algo más de semicircular, y están puestossin marco, solamente el lienzo, fijado a la pared con clavos-alcayatas con la cabeza en forma de venera plana, sin perjuicio de que también vayan aplicados con algún adhesivo usado en la época (fig. 2). III. EL AUTOR Y SU ENTORNO. DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y EL TALLER DE JUAN CARREÑO. LA ESCUELA MADRILEÑA DEL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XVII Noticias biográficas. Muy pocas noticias conocemos de este pintor. Sabemos que Diego López, el Mudo, pertenece a la Escuela Madrileña, que ejerce como tal en la segunda mitad del siglo XVII, y que formaba parte del estudio de Juan Carreño de Miranda (1614-1685), pintor de Cámara del Rey, donde se le localiza como oficial. Ya en 1682 se menciona la presencia de dos mancebos mudos en el taller de Carreño cuando el guardarropa del rey recibió orden de entregar un traje a cada uno de los asistentes al obrador del pintor de cámara, y en 1687, muerto ya Carreño, figuraba como deudor del propietario de una tienda situada en la calle Mayor «el Mudo de Carreño». En el testamento de la viuda de Carreño, María de Medina, otorgado en 1685, se cita a Diego López el Mudo, a quien le manda el coleto que usaba su marido, y a quien Alfonso E. Pérez Sánchez identifica como el autor “de alguna obra de modesto estilo madrileño, que ha circulado por el mercado DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 839 anticuario bajo el nombre de Navarrete el Mudo, por ser esta última palabra la única legible en su firma”2. Esta confusión de Diego López con el gran Navarrete de las pinturas del Monasterio del Escorial, ambos apodados el Mudo, ya lo detecta Ponz en su Viaje por España al describir la Ermita del Prado, de Talavera de la Reina, donde localiza varias pinturas de Diego López en el Camarín, la Sacristía y Cuerpo de la Ermita, pero advierte que es imposible confundirlos porque es enorme la diferencia de calidad de las pinturas entre ambos, calificando a estas de la Ermita como triviales3. La viuda de Juan Carreño de Miranda, cita a varios de sus discípulos en su testamento, entre ellos a Diego López, el Mudo. Dice el citado Pérez Sánchez, que Carreño facilitó durante su larga carrera la entrada de jóvenes aprendices bajo su tutela artística, algunos de los cuales adquirieron pronto notable significación personal: Mateo Cerezo (1637-1666), Juan Martín Cabezalero (h. 1634-1673), José Ximénez Donoso (h. 1632-1696), que nos interesa por su relación con el retablista Joseph de Acedo y La Calzada de Oropesa, donde a punto estuvo de pintar los lienzos del Retablo Mayor de la Iglesia Parroquial, pero que sí pintó el gran cuadro del Martirio de San Cipriano en el retablo mayor de la Parroquia de Cebolla, también del mismo retablista,4 Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia (1649-1704) y Claudio Coello, el más importante y valioso de los artistas formados por Rizi y Carreño, Matías Torres (1635-1711), Alonso del Arco (1635-1704). También es discípulo de Carreño, y, por tanto, compañero de Diego López el Mudo, José García Hidalgo (1645-1713), quien pinta Historias de San Agustín, una serie de 24 cuadros para el claustro del Convento de San Felipe el Real, y a quien conocería el P. Francisco Ignacio del Castillo, director espiritual y confesor de la Madre Isabel de la Madre de Dios, fundadora de Serradilla y La Calzada, Vicario de los Conventos de Arenas (1640-1660), de Serradilla (1660- 1676), del de La Calzada (1676-1678), para volver a serlo de Serradilla por segunda vez, donde murió en 1695. Como Agustino Calzado, el P. Francisco Ignacio del Castillo se hospedaba en San Felipe el Real durante sus largas estancias en Madrid, con motivo de las fundaciones de Serradilla y La Calzada, y la gestión de recaudar limosnas de los cortesanos pudientes de Madrid para las obras y decoro de estos dos Conventos, consiguiendo que algunas viudas se retiraran a ellos a la muerte de su marido, con buenas obras de arte y mobiliario como dote, y grandes aportaciones de dinero para las obras. 2 PÉREZ SÁNCHEZ, A. E., Pintura Barroca en España (1600-1750). Ediciones Cátedra, Madrid 1992, p. 325. 3 PONZ, A., Viaje por España, o Cartas en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella, Madrid 1772-1794, t VII, p. 29. 4 GOMEZ JARA, J., “Retablos de la Parroquia de Cebolla (Toledo)”, en Anales Toledanos. JESÚS GÓMEZ JARA 840 Otro de los que estuvo asociado con Claudio Coello, José Donoso y otros artistas del grupo, como el pintor José Ratés, es José de Acedo, maestro de arquitectura y retablista, que tendrá mucha relación con La Calzada, no solo por hacer el retablo mayor de la Iglesia Parroquial, sino que llegó a trasladarse a vivir a esta villa con su familia, meter a una hija suya como Religiosa de coro en el Convento de Agustinas Recoletas de ella (Teresa del Espíritu Santo), y relacionar a la Parroquia con José Donoso y con Claudio Coello y al Convento con este último, quien pintó los lienzos del Retablo Mayor de la Iglesia Parroquial y los dos del de la Iglesia Conventual (La Inmaculada y la Visitación). José de Acedo y su mujer, María de Olano y Alcedo, murieron en La Calzada, en 1683 y 1685 respectivamente, enterrándose en la Capilla Mayor de la Iglesia Parroquial5. Obra de pinturas. La de Antonio Ponz es la primera noticia que conocemos sobre la obra pictórica de Antonio López el Mudo, pues en la descripción que hace de la Ermita del Prado, de Talavera de la Reina, situada en el Camino Real de Madrid, a las afueras de la ciudad, nos dice que “en el cuerpo de la Iglesia, en el camarín y en la sacristía hay pinturas de un Diego López que se firmaba el Mudo, porque debía serlo de nacimiento…”6 En la actualidad no se conserva ninguna de estas pinturas que cita Ponz, ni se conoce qué puede haber sido de ellas, tal vez víctimas de la rapiña de los Franceses en la Guerra de la Independencia, ni de qué, ni de cuantas pinturas se trataba, pues no describe, ni siquiera cita, a ni una sola, a pesar de estar colgados los cuadros tanto en el cuerpo de la Ermita, como en el Camarín y en la Sacristía, según él mismo afirma. Es Pérez Sánchez, al hilo de su afirmación de relacionar a este pintor con el mercado de anticuario, el que localiza y asigna la autoría de Diego López de dos pinturas, las cuales son hasta ahora las únicas conocidas de este pintor. Se trata de dos lienzos, uno de temática bíblica, que es Sansón y Dalila, y otro de la mitología romana, con el tema de Hércules y Onfalia. Estas dos pinturas son las únicas en las que podemos hablar de composición y escenificación pictórica, pues en las del Convento de La Calzada, como veremos, se trata más bien de retratos, o de composiciones muy simples y estáticas. 5 GOMEZ JARA, J., Isabel de la Madre de Dios, 1614-1687. Fundadora de los Conventos de Serradilla y La Calzada de Oropesa, 2006, pp. 523-528. En este trabajo atribuimos a Joseph de Acedo la autoría de los tres retablos de la Iglesia del Convento, basado en las pinturas para el retablo Mayor, encargadas por Acedo a Claudio Coello, pero lo que sucedió es que Acedo recibió el encargo de hacer dichos retablos, que no pudo realizar el encargo, pues murió antes, y que los retablos del Convento, el Mayor y los dos colaterales, son posteriores, ya del siglo XVIII, hacia 1710-1715, más barrocos que el estilo de Acedo y de otro retablista. 6 PONZ, A., Viaje por España, o Cartas en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella, Madrid 1772-1794, t. VII, p. 29. DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 841 Diego López escenifica estas dos Historias con una composición completamente distinta en cada una de ellas. En la de Hércules y Onfalia, coloca a los tres personajes de la escena en el mismo primer plano, y en la misma línea recta a los tres, todos sentados y manteniendoprácticamente la misma altura, formando un rectángulo en el que están inscritos los tres personajes, todo ello acentuado por la alfombra en la que están situados. Sin embargo en el lienzo de Sansón y Dalila, la escena se compone formando un triángulo en el lado derecho del lienzo, que va desde el ángulo inferior izquierdo al opuesto del lado superior derecho, siguiendo la línea imaginaria de una diagonal de izquierda a derecha, y de abajo a arriba, dentro del cual, más o menos, sitúa a todos los personajes, adaptando cada uno de ellos al espacio disponible dentro del triángulo, claramente manifestado en la figura de Sansón al que representa dormido recostado sobre el regazo de Dalila y extendiendo su pierna derecha hasta el vértice inferior del triángulo. Onfalia está sentada, cortando la larga cabellera de Sansón, mientras que la sirvienta con la bandeja ya está de pie, aunque algo inclinada hacia Dalila, y la segunda sirvienta ya está enhiesta totalmente, aunque en un plano ligeramente posterior, que la hace un poco más baja, pero que el pintor completa la sensación del relleno total del triángulo escénico con el canto iluminado de la larga ventana abierta que coloca en el fondo. En ambas pinturas, Diego López sitúa la escena principal en una estancia interior, pero abierta a espacios luminosos, especialmente en la de Hércules y Onfelia, que la acomoda con un fondo de jardín con paseos arbolados y fuentes hasta perderse en el horizonte montañoso y un cielo nublado. Quiero resaltar el solado de la estancia donde se desarrolla la escena, conformado a base de baldosas rojas y blancas colocadas en damero a cartabón, y la barandilla abalaustrada blanca que separa la estancia del jardín, porque estos dos elementos aparecerán exactamente iguales en algunos de los lienzos del Convento de La Calzada. En el cuadro de Sansón y Dalila la estancia donde se desarrolla la escena abre hacia el exterior, pero no a espacios abiertos y ajardinados, sino a un patio interior con arquitecturas blancas, muy luminosas, rematadas con la balaustrada blanca que tanto gusta a Diego López introducir como elemento secundario en sus pinturas. Resaltemos también cómo este pintor suele dotar a las figuras de unos párpados carnosos, como hinchados, que va a ser una de las singularidades de su estilo, claramente manifestada en estas dos pinturas que hemos estudiado y en las de la Enfermería del Convento de La Calzada, como veremos. IV. LOS LIENZOS DE LA ENFERMERÍA DEL CONVENTO. ESTUDIO Y ANÁLISIS DE LAS PINTURAS Los cinco lienzos que Diego López pinta para la enfermería del Convento de La Calzada de Oropesa fueron encargo de la Madre Isabel de la Madre de JESÚS GÓMEZ JARA 842 Dios, seguramente en 1685, pero que no los llegó a conocer, pues murió el 19 de enero de 1687, justo el año en que los firma nuestro pintor. Estos lienzos son totalmente desconocidos hasta ahora en la historia de la pintura barroca madrileña, aunque no inéditos, pues los publicamos en nuestra biografía de la fundadora del Convento, la citada Madre Isabel,7 y constituyen la mayor muestra de la pintura de Diego López el Mudo conocida hasta el momento, pues las que cita Ponz de la Ermita del Prado de Talavera, ni dice cuántas son, ni las describe, ni siquiera nos dice el tema de ninguna de ellas, como ya hemos dicho. Como hemos apuntado antes, estas pinturas no son de historias, ni tienen composición de escenas, sino que debemos incluirlas dentro del género del retrato de cuerpo entero, la mayoría con fondo de arquitecturas, usando principalmente el recurso del pedestal, la basa y un trozo del fuste de los pilares, con algunas variantes en cuanto a la longitud. Todos los lienzos están situados en los lunetos de las bóvedas de arista, siendo todos ellos de formato de algo más de semicírculo y de las mismas dimensiones. El programa iconográfico es muy sencillo, pues la Madre Isabel quiere ensalzar y exponer a sus religiosas, especialmente a las enfermas, los santos principales de la Orden de San Agustín y determina que sean: San Agustín, en el testero del fondo, Santa Mónica, en el testero de la entrada, Santo Tomás de Villanueva, Santa Clara de Montefalco, y San Nicolás de Tolentino en los tres lunetos de la pared izquierda. Cada uno de ellos es una pintura individual, sin composición de ninguna de las escenas de su vida, con excepción de las de San Agustín y de su madre Santa Mónica. Los personajes están representados con los atributos generalizados de cada uno de ellos, como veremos. El conjunto de estas cinco pinturas es muy armónico en cuanto al colorido de las mismas, pues en todas ellas Diego López el Mudo ha conseguido impregnarlas de unas tonalidades muy discretas, sin colores luminosos, ni brillantes, sino todos muy matizados, a base de tonos nada puros, sino suaves, tipo pastel, o sucios en el caso de los blancos, para evitar el contraste fuerte con el negro de los hábitos de todos los personajes. Estas tonalidades las usa Claudio Coello en el fondo de la Inmaculada que pinta para este mismo convento, que se conserva colocado en el Claustro bajo. 7 GOMEZ JARA, J., Isabel de la Madre de Dios, 1614-1687. Fundadora de los Conventos de Serradilla y La Calzada de Oropesa, 2006, fig. 90-95. Publicamos sólo las imágenes de las cinco pinturas, indicando el autor, el año y la situación de las mismas, pero sin estudio, ni análisis de las mismas. DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 843 4.1. San Agustín Dimensiones. 280 x 165 cms. Formato de más de semicírculo. Lienzo sin marco, fijado directamente a la pared del luneto. Situación: Convento de Agustinas Recoletas de La Calzada de Oropesa, planta baja, antigua enfermería, en el testero del fondo de la sala. Firma: En el pedestal del primer pilar de la izquierda. DIEGO LOPEZ EL MUDO, Aº 1687 (fig. 8). Iconografía. San Agustín, de cuerpo entero, con cerquillo en la cabeza y barba que repunta ya blanca, vestido con el hábito de la Orden y ceñido con la correa agustiniana, en actitud de arrobamiento, con la mirada perdida en el cielo. En la mano izquierda sostiene en alto un corazón inflamado en llamas y en la derecha una pluma en actitud de escribir sobre un libro impreso a dos columnas, abierto sobre una mesa. A sus pies, cuatro hombres caídos en el suelo, con un libro cada uno, mirando a San Agustín. La escena se desarrolla en una estancia con arquitecturas a base de pedestales sobre los que se levantan pilares con un trozo del fuste, hasta un tercio de su altura como máximo. Estas arquitecturas las usa Diego López en todos los lienzos de esta Enfermería. En la pared de la izquierda de la estancia de la pintura hay una estantería llena de libros con sus títulos en el lomo, entre los que se puede leer en uno “DE CIVITATE DEI”, y probablemente otros títulos más, que por ahora me resultan difíciles de descifrar a falta de una limpieza de los lienzos. El solado es de baldosa roja y blanca colocada en damero a cartabón, como lo hace en el cuadro de Hércules y Onfelia y lo repetirá Diego López en los lienzos de Santa Clara de Montefalco y de San Nicolás de Tolentino como veremos a continuación. La estancia abre al exterior por el fondo, donde aparece en primer plano una barandilla abalaustrada, blanca, que también aparece en los cuadros de Hércules y Onfelia y en el de Sansón y Dalila que hemos descrito al principio, que también utiliza su maestro Carreño en ocasiones, como en el Festín de Herodes, del Museo del Prado (fig. 3). Atributos. En esta pintura encontramos los atributos más comunes en la iconografía de San Agustín: el corazón inflamado en llamas, que en esta pintura eleva con su mano izquierda, la pluma de escribir en la derecha y uno varios libros abiertos y cerrados. La figura de San Agustín en este caso no va revestida de Obispo, ni lleva capa pluvial, ni mitra,que suele ser la iconografía más común, sino como un fraile agustino, ceñido con la correa que llega hasta el suelo, incluso con sandalias de Agustino Descalzo, como corresponde a un Convento Recoleto. Tan solo el báculo episcopal que está en el suelo nos indica la Jerarquía JESÚS GÓMEZ JARA 844 Eclesiástica del personaje. Signifiquemos que el báculo, de siete cañones, aunque sólo se muestran cinco en la pintura, muy común en la iconografía de los obispos, remata en una voluta dorada muy repujada y barroca, muy parecido al báculo que Diego López coloca en la mano de Santo Tomás de Villanueva, en la pintura compañera de esta de San Agustín en la Enfermería del Convento de La Calzada. Cromatismo. En cuanto al colorido Diego López utiliza tonos pastel, sin colores brillantes y luminosos, como los vestidos de los personajes, el verde de la mesa y del árbol del fondo, y el cielo azul suave, destacando la figura de San Agustín con su hábito reglar en negro intenso, que es el color más contundente que hay en esta pintura, en contraste con el blanco de la balaustrada del fondo. A destacar el tono grisáceo sucio de las paredes y el marrón suave de la estantería, todo ello hace de esta pintura un conjunto armónico en el que consigue destacar la figura de San Agustín. Carreño, su maestro, era un buen colorista, Simbolismo. La pintura es de tipo narrativo y representa el triunfo de San Agustín y su doctrina, sobre las teorías heréticas de los maniqueos y otros enemigos de la verdadera fe católica. La doctrina de San Agustín se manifiesta en los libros de la estantería y el que tiene abierto sobre la mesa, y en la pluma de escribir que sostiene es su mano derecha. San Agustín tiene bajo sus pies a cuatro maniqueos que le arguyen con sus heréticas doctrinas, pero se retuercen sobre el suelo, pisoteados y derrotados por las verdaderas tesis de San Agustín. El Corazón inflamado es el símbolo del amor de Dios y la pluma y los libros simboliza el amor al estudio y a la contemplación. 4.2. Santa Mónica Características. 280 x 165 cms. Formato de más de semicírculo. Sin marco, fijado directamente a la pared. Situación: Convento de Agustinas Recoletas de La Calzada de Oropesa, planta baja, antigua enfermería, en el testero de la entrada a la sala. Firma: En una piedra situada debajo de la nube del Ángel parece que se lee, con dificultad: el mudo. No estamos seguros, es más, dudamos seriamente de tal lectura, por lo que habrá que esperar a la limpieza y restauración de los lienzos para verificar este y otros extremos. DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 845 Iconografía. En esta pintura Diego López plasma el sueño que tuvo Santa Mónica, la madre de San Agustín, cuando se encontraba muy desconsolada por la vida disoluta y descarriada de su hijo Agustín. Se le apareció un ángel resplandeciente, quien la consoló haciéndola ver que donde se encontraba ella, allí estaría también su hijo, queriéndola decir que compartiría la misma fe que ella y que volvería al verdadero camino, abandonando la vida descarriada que llevaba. Santa Mónica, que se la suele representar vestida de viuda o matrona,8 en esta pintura va vestida con el hábito de la Orden, sostiene contra su pecho un paño blanco con el que se enjuga las muchas lágrimas que está derramando continuamente por su hijo, implorando su conversión. La escena se sitúa en el exterior, en un suelo árido, sin la regla que dice la leyenda9, con un fondo de una arquitectura blanca de un castillo almenado, y un mar tenebroso, oscuro, en el que Diego López coloca unos barcos, en recuerdo, tal vez, del que utilizó Agustín para trasladarse a Roma engañando a su madre que quería ir con él, y del que un año más tarde tomaría la propia santa Mónica para ir a reunirse con su hijo, sorteando un viaje lleno de dificultades por el estado del mar, representado aquí con esa tonalidad tenebrosa y oscura, lo mismo que el cielo de tormenta, que tanto dista de los cielos de Claudio Coello, su compañero de escuela con el Maestro Carreño (fig. 4). Este tema del sueño de Santa Mónica es muy frecuente en la iconografía de la santa, siendo una excelente muestra el cuadro de Pietro Maggi, pintado en 1714 y conservado en San Marco, Milán, en el que también aparecen los barcos al fondo, pero ambientado en una estancia con arquitectura de pedestal, basa y un tercio de columna, y, desde luego mejor pintura que la de Diego López, con un colorido exuberante y luminoso, y una composición más barroca, como corresponde a la fecha de ejecución. Atributos. El hábito de la Orden, ceñido con la correa agustiniana, y el nimbo sobre su cabeza nos indica que estamos ante una santa agustina, y el pañuelo sobre su pecho es el símbolo de las lágrimas que vertió Santa Mónica por su hijo, por lo que podríamos considerarle como un atributo de esta santa. También se la suele representar con un bastón de caminante, en recuerdo de los continuos viajes siguiendo a su hijo Agustín, y con un libro en la mano. 8 REAU, L., Iconografía del arte cristiano, Iconografía de los Santos, 1997, t. 2, v. 4, p. 411. Quizá la pintura más representativa de esta iconografía de mujer viuda y anciana es la que Luis Tristán pintó en 1616 para el retablo de la Parroquia de Yepes, hoy en el Museo del Prado, y es un retrato de medio cuerpo de extraordinaria calidad y realismo casi escultórico. 9 En relación a este detalle de la regla que dice la leyenda, no aparece en ninguna de las pinturas que hemos podido localizar con este tema del sueño de Santa Mónica. JESÚS GÓMEZ JARA 846 Cromatismo. Un colorido oscuro y de ambiente algo tenebroso inunda toda la pintura, significado, como hemos dicho antes, por los nubarrones del cielo, incluso la nube en que se aparece el joven a la santa, el mar tenebroso y oscuro, y un suelo árido y terroso. Nada de luminosidad ni colores alegres o brillantes, sino, como en el lienzo de San Agustín, hasta el blanco del castillo no es nada luminoso sino algo opaco y sucio. La escena está iluminada desde la derecha, por lo que solo los vestidos del ángel sobre la nube tienen algo de colorido brillante, pero siguen siendo tonos pastel, de color muy amortiguado, como el verde de la túnica, que es casi marrón, y el rojo del manto al aire, que deriva a un rosa palo. Pero todo muy bien conjuntado, influenciado por su maestro Carreño en el que muchos de sus cuadros, sobre todo los retratos, podrían encuadrarse casi en el tenebrismo. Simbolismo. Esta no es una pintura simbólica, sino narrativa, descriptiva, en la que Diego López representa una escena de la vida de Santa Mónica, narrada por el propio San Agustín en sus Confesiones. Podemos considerar como símbolo de la Orden la Correa Agustiniana, equivalente al Cordón en la Orden de San Francisco. 4.3. Santa Clara de Montefalco Características. 280 x 165 cms. Formato de más de semicírculo. Sin marco, fijado directamente a la pared. Situación: Convento de Agustinas Recoletas de La Calzada de Oropesa, planta baja, antigua enfermería, segundo luneto de la izquierda de la sala según se entra. Firma: Sin localizar en el lienzo, pero la pintura es inequívocamente de Diego López el Mudo, como veremos a continuación. Iconografía. También se trata de un retrato de cuerpo entero, en el que Santa Clara de Montefalco está representada con hábito de la Orden de San Agustín, ceñida su cintura con la correa reglar, y coronada con una guirnalda de flores. Como todos los personajes de las pinturas de esta Enfermería de la Calzada, lleva el nimbo de santidad sobre su cabeza. En su pecho un corazón, y sostiene una balanza de cruz en su mano derecha y un ramo de azucenas en la izquierda. La figura de la santa se enmarca en unas arquitecturas de un claustro o corredor conventual, conformado por una sucesión de pilastras sobre basay pedestal en perspectiva, que se acrecienta con el característico solado de baldosas rojas y blancas colocadas en damero a cartabón, que es una constante DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 847 en los suelos de Diego López, modelo de suelo que su Maestro Carreño utiliza con frecuencia como en el retrato de la Reina Mariana de Austria (h. 1670), que parece estar en el Salón de los Espejos del Alcázar Real, en el de Carlos II con armadura (1681), y en otros cuadros (fig. 5). Atributos. Además del hábito de Agustina, los atributos específicos de Santa Clara de Montefalco son el corazón, una balanza de dos platos, con dos bolas en una y una en la otra, pero el peso perfectamente nivelado, y un ramo de lirios o de azucenas. Ello responde a unos sucesos que exponemos más abajo, en el simbolismo en el lienzo. Cromatismo. Podemos repetir lo expuesto en las pinturas anteriores respecto a colores sobrios, en tonos suaves, de pastel, y huyendo de la luminosidad y del colorido exuberante, a base de tonos grises y blancos manchados o sucios. Incluso el solado de baldosas rojas y blancas, que podría resaltar el colorido, está muy matizado y sin luminosidad, a pesar de la luz que le entra por la izquierda al corredor. Simbolismo. La balanza con las tres esferas se ha convertido en atributo de Santa Clara, pues según se cuenta en su historia, a la muerte de la santa, los médicos abrieron su cuerpo y en la vejiga hallaron estas tres bolitas, exactamente iguales y con el mismo peso las tres, pero con la cualidad de que si se separaban una pesaba lo mismo que las otras dos, (que es como se representa en la pintura), dos tanto como las tres juntas y, asimismo, una como las tres. Parece que es un símbolo del misterio la Santísima Trinidad, del que era muy devota. También la balanza alude a un sueño que tuvo cuando era abadesa en el Convento de Montefalco en el que era sometida al juicio de Dios, hecho que le condicionó temerosamente durante el resto de su vida. El corazón en el pecho es también un atributo propio de Santa Clara de Montefalco, tomado asimismo de la historia de su vida, pues al morir se le extrajo el corazón, y al abrirlo encontraron impresos, formados por los tejidos cardíacos, un crucifijo y algunos de los instrumentos de la Pasión de Jesucristo, como los tres clavos, el látigo, y la corona de espinas. En este caso el corazón no lleva impreso ninguno de estos símbolos, sino que es liso completamente, pero en la iconografía de la santa se la representa muchas veces con el corazón abierto en dos mitades dejando patentes estos instrumentos de la Pasión. 4.4. San Nicolás de Tolentino Características. 280 x 165 cms. Formato de más de semicírculo. Sin marco, fijado directamente a la pared. JESÚS GÓMEZ JARA 848 Situación: Convento de Agustinas Recoletas de La Calzada de Oropesa, planta baja, antigua enfermería, tercer luneto de la izquierda de la sala según se entra. Firma: Diego López. En el lomo del libro que está encima de todos los que hay sobre la mesa. En el primero el nombre del santo de la pintura (fig. 9). Iconografía. Es un retrato de San Nicolás de Tolentino, de cuerpo entero, vestido con el hábito de Agustino Descalzo, ceñido con la correa reglamentaria y con el corte de pelo con el cerquillo de los Descalzos. En su pecho luce una estrella o lucero brillante, y lleva en su mano izquierda una bandeja o plato con una perdiz viva, y en la derecha una rama de azucenas. El personaje está situado en una estancia que abre a un corredor o claustro con arquitecturas de pilares con su pedestal, basamento y un tramo de dichos pilares, sin llegar al techo. El solado de la estancia es el característico de Diego López a base de baldosas rojas y blancas colocadas en damero a cartabón. Junto al pilar de la derecha se sitúa una mesa con libros y un tintero con la pluma, recurso escenográfico muy parecido al que utiliza en la pintura de San Agustín de esta misa sala. En el primer libro de abajo se lee en el lomo S Nicolás Tolentino, en el del medio se lee de Villena, aludiendo al Marqués de Villena-Conde Oropesa, y en el último de arriba nos deja su firma: Diego López. Tanto las arquitecturas como el solado de este lienzo, son las mismas que Diego López sitúa como escenario en las pinturas de San Agustín, de Santa Clara de Montefalco y de Santo Tomás de Villanueva, todas en esta misma sala de la enfermería del Convento de La Calzada (fig. 6). También se le suele representar con todo el hábito constelado de estrellas, pero siempre con un lucero más brillante en el pecho, y la perdiz viva en un plato o bandeja que sostiene en la mano izquierda, como en el cuadro de Pantoja de la Cruz, (1601) del museo del Prado. Atributos. El lucero o estrella brillante en el pecho, sobre el hábito agustino, es uno de sus atributos que nunca falta en su iconografía, aunque también se le representa muchas veces con todo el hábito constelado de estrellas, sobresaliendo entre ellas la luminosidad y tamaño de la del pecho, como en el cuadro de Pantoja de la Cruz (1601), del museo del Prado o en el retrato de medio cuerpo conservado en la Sacristía de la Parroquia de Casarrubios del Monte, procedente del extinguido y desaparecido Convento de San Agustín de dicha localidad. La perdiz, a veces dos, o incluso tres, viva sobre el plato que sostiene en su mano izquierda. En la mano derecha suele llevar un crucifijo o una cruz, a veces florecido de lirios, pero en esta pintura de la Enfermería que estamos tratando lleva una rama de azucenas, sin crucifijo o cruz. DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 849 Cromatismo. Siguiendo con el estilo cromático de las demás pinturas de esta dependencia del Convento, Diego López utiliza en el lienzo de San Nicolás de Tolentino un cromatismo apagado, sin duda obligado por el negro intenso del hábito de las figuras protagonistas, evitando el contraste exagerado con colores demasiado vivos, consiguiendo un conjunto armónico, no sólo en cada uno de los lienzos, sino en el conjunto de la sal de la Enfermería. Pero, aun así, siempre introduce un color que rompe esa rigurosidad cromática de cada lienzo, en este caso es la mesa la que se destaca con ese color rojo tenue, que más bien es un rosa palo algo intenso. En el de San Agustín también es una mesa con su paño verde la que rompe el cromatismo austero de la pintura, y en la de Santa Mónica es el manto del ángel la nota más colorista, como lo es la Capa Pluvial en la pintura de Santo Tomás de Villanueva. Simbolismo. Los atributos que se asocian a San Nicolás de Tolentino, no son sino detalles de sus prodigios que narra la historia de su vida. El lucero o estrella brillante en su pecho es la que siendo niño le guiaba a la Iglesia cuando iba a ella ya anochecido, y la perdiz recuerda el milagro que hizo cuando, estando enfermo, postrado en cama, el enfermero del convento le llevó excepcionalmente dos perdices asadas, pues él nunca comía carne, pero, viéndolas en el plato, se conmocionó con las aves muertas y cocinadas, y, puesto en oración, las resucitó y las dejó en libertad. Las azucenas siempre se han asociado con la pureza y castidad, si bien como hemos dicho antes, también se le suele representar con la cruz o crucifijo florecido de lirios o azucenas en la mano derecha. En el mencionado cuadro de la Sacristía de la Parroquia de Casarrubios del Monte, se incluye una miniatura arriba a la izquierda, en la que aparece el santo redimiendo a las almas del Purgatorio, símbolo de su patrocinio de las Animas Benditas que le suplican entre llamas. 4.5. Santo Tomas de Villanueva Características. 280 x 165 cms. Formato de más de semicírculo. Sin marco, fijado directamente a la pared. Situación: Convento de Agustinas Recoletas de La Calzada de Oropesa, planta baja, antigua enfermería, primer luneto de la izquierda de la sala según se entra.Firma: No hemos localizado la firma en este lienzo. No obstante la pintura es inequívocamente de Diego López, tanto por la composición del retrato en general, el cromatismo austero, en este caso llevado hasta el extremo de situar la figura del santo en un entorno neutro casi total, solo roto por el colosal JESÚS GÓMEZ JARA 850 pedestal y basa del lado derecho del lienzo, tan característico por otra parte de Diego López en todas las pinturas de esta dependencia del Convento de La Calzada. También es característico de este pintor el tratar los ojos de las figuras con los párpados saltones, hinchados, como se aprecia en Santa Clara de Montefalco, en San Nicolás de Tolentino, Santa Mónica y en los maniqueos que yacen a los pies de San Agustín, así como en las figuras de sus cuadros de Hércules y Onfalia, y Sansón y Dalila, que hemos comentado al principio. Iconografía. Santo Tomás de Villanueva es la pintura más simple desde el punto de vista compositivo y escenográfico de las cinco que integran esta serie de lienzos de Diego López el Mudo en la antigua enfermería del Convento de Agustinas Recoletas de La Calzada de Oropesa. La serena figura del santo obispo limosnero está centrada en el luneto de la bóveda, con todo el entorno neutro, fondo, suelo y cielo, sólo quebrado por el repetido motivo arquitectónico del pedestal, basa y pilar, llevado en este caso a grandes proporciones, y tan en primer plano, que sólo el pedestal y el inicio de la basa cabe en el espacio de la pintura. La figura del santo Obispo no responde a la iconografía clásica de Santo Tomas de Villanueva dando limosna a los pobres, o curando a un tullido, escenas tan repetidas en la historia del arte del santo, sino que Diego López opta por representarle estático, de pie, con una verticalidad exacta formando el eje central del luneto, acentuado por la línea manifiesta de la correa agustiniana que llega hasta los pies invisibles del Obispo. No hay suelo, no hay fondo, no hay cielo, no hay perspectiva. Sólo el desproporcionado pedestal grisáceo rompe esa neutralidad pasmosa de este retrato de cuerpo entero del santo limosnero. Por último, destaquemos que esta de Santo Tomás de Villanueva es la única figura de las cinco que hay en esta sala de la antigua Enfermería, que no lleva nimbo de santo (fig. 7). Atributos. Santo Tomás de Villanueva se nos muestra vestido con el hábito agustiniano, ceñido con la correa reglamentaria, pero, directamente sobre el mismo, sin roquete, ni sobrepelliz, ni alba que pueda impedir mostrar su condición de agustino, va revestido de Obispo, con la Capa pluvial ricamente adornada con pinturas de historias de santos, con el pectoral y la mitra, y, en la mano derecha, el báculo repujado formado por siete cañones con sus nudos dorados, que el pintor lo inclina para adaptarlo a la decreciente altura del semicírculo del luneto. El santo lleva puestos los guantes y en la trabilla de la Capa, nos muestra su escudo de armas, que es un sencillo corazón, cobijado directamente bajo el Capelo del que pende la red con seis borlas por banda dispuestas en tres órdenes, muy parecido a escudo de la Orden. Carece de la cruz que debería arrancar del corazón, ni este está atravesado por una flecha, que así era su escudo de armas personal como obispo, y tampoco lleva sobre dicho escudo la cruz de un solo tramo, con los tres brazos iguales (cruz griega) obligatoria DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 851 en los escudos de la jerarquía episcopal. El Capelo y las borlas van en color rojo. Los Arzobispos llevan el mismo capelo y red, pero con diez borlas por banda, distribuidas en cuatro órdenes. Pero el atributo más significativo y exclusivo de nuestro Santo Tomas de Villanueva es la bolsa limosnera que lleva en su mano izquierda, por cuanto su iconografía más común es, como hemos dicho, la acción de dar limosna a los pobres. Cromatismo. En esta pintura, Diego López opta por una composición muy simple, situando a la figura del Santo en el centro del lienzo, siguiendo la línea del radio del semicírculo, en un contexto neutro, sin referencia espacial alguna, solo roto por el colosal pedestal y basa del lado derecho del lienzo, tan característico por otra parte de Diego López en todas las pintura de esta dependencia del Convento de La Calzada. El cromatismo es muy austero y severo, oscuro y opaco, tímidamente matizado por el tono grisáceo sucio del pedestal. Es la Capa pluvial y la Mitra, junto con la cara del santo, las que centran el foco del color en esta pintura, aunque muy lejos de optar por la claridad y la luminosidad, porque Diego López matiza estos ornamentos litúrgicos con tonos pastel, predominando el rojizo tenue, o rosa palo, evitando así el excesivo contraste con el negro intenso del hábito agustiniano. La Capa pluvial y la Mitra sirven para enmarcar la figura del santo con su colorido, con lo que Diego López puede situar su personaje en un contexto totalmente neutro, sin fondo, sin suelo y sin paredes, que sería imposible hacerlo si sólo llevara el hábito negro agustino, como las demás figuras de los lienzos de la Enfermería. Simbolismo. Ya hemos expuesto los atributos que vienen plasmados en la pintura, los cuales nos manifiestan y simbolizan las cualidades de Santo Tomás de Villanueva. Así, el hábito y la correa simbolizan su condición de Religioso Profeso Agustino, la Capa pluvial, la Mitra, el Báculo y los guantes, su jerarquía episcopal, como Obispo-Arzobispo de Valencia, y la Bolsa de dinero, su cualidad de santo limosnero por excelencia. V. BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA SELECCIONADA - ANGULO ÍÑIGUEZ, D., y PÉREZ SÁNCHEZ, A. E. Pintura Madrileña. Primer tercio del siglo XVII. Caparrós Editores, Madrid 1998. - ATIENZA, Á., Tiempo de Conventos. Universidad de la Rioja, 2008. 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Agustinas Recoletas de La Calzada. Planta Baja. Detalle de la Antigua Enfermería y situación de los cinco lienzos de Diego López el Mudo. DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 855 Fig. 3. San Agustín. Convento Agustinas Recoletas. Antigua enfermería. La Calzada de Oropesa (Toledo). Escuela Madrileña. Diego López el Mudo, 1687. Fig. 4. Santa Mónica. Convento de Agustinas Recoletas. Antigua Enfermería. La Calzada de Oropesa (Toledo). Escuela Madrileña. Diego López el Mudo, 1687. JESÚS GÓMEZ JARA 856 Fig. 5. Santa Clara de Montefalco. Convento de Agustinas Recoletas. Antigua Enfermería. La Calzada de Oropesa (Toledo). Escuela Madrileña. Diego López el Mudo, 1687. Fig. 6. San Nicolás de Tolentino. Convento de Agustinas Recoletas. Antigua Enfermería. La Calzada de Oropesa (Toledo). Escuela Madrileña. Diego López el Mudo, 1687. DIEGO LÓPEZ EL MUDO Y SUS CINCO LIENZOS DE PINTURA… 857 Fig. 7. Santo Tomás de Villanueva. Convento Agustinas Recoletas. Antigua enfermería. La Calzada de Oropesa (Toledo). Escuela Madrileña. Diego López el Mudo, 1687. Fig. 8. Diego López el Mudo, firma y fecha, Aº 1687, en el lienzo de San Agustín. JESÚS GÓMEZ JARA 858 Fig. 9. Diego López el Mudo, firma en el lienzo de San Nicolás de Tolentino, en el primer libro de arriba.
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