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Perseitas | Vol. 4 | No. 2 | pp. 139-152 | julio-diciembre | 2016 | ISSN: 2346-1780 | Medellín-Colombia 
PENSAR LA EXPERIENCIA MÍSTICA 
DESDE LA EPISTEMOLOGÍA1
Think the mystical experience from epistemology
Recibido: 1 de febrero / Aceptado: 8 de abril
Lina Marcela Cadavid Ramírez*
Resumen
Con la crisis del paradigma newtoniano a principios del siglo XX, vemos surgir un 
acercamiento entre la ciencia, la religión y el misticismo, alentado por algunos de 
los físicos cuánticos más destacados, asimismo, la epistemología se vio afectada 
y a lo largo del siglo XX se entabló una discusión en torno a la objetividad del co-
nocimiento y la construcción socio-lingüística de la realidad. Con este trasfondo, 
la experiencia mística será objeto de estudio por la epistemología, que desde una 
perspectiva constructivista afirmará el carácter mediado de este tipo de expe-
riencias. Sin embargo, una revisión de esta postura muestra que es necesario 
conceder un carácter singular a la experiencia mística, que a su vez permite una 
comprensión renovada de la experiencia mística.
Palabras clave
Experiencia mística, epistemología, constructivismo, budismo, Robert Forman.
Forma de citar este artículo en APA:
Cadavid Ramírez, L. (2016). Pensar la experiencia mística desde la epistemología. Perseitas, 4(2), pp. 139 - 152
1 Este artículo recoge y amplía temas desarrollados en la ponencia titulada “Pasividad mística: una comprensión 
naturalizada de la experiencia mística”, presentada en el VI Congreso Brasilero de Filosofía de la Religión en el 
mes de octubre de 2015 en la ciudad de Brasilia, con el apoyo de la Funlam.
* Magister en Filosofía (con mención honorífica) por la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Miembro 
del grupo de investigación Filosofía y Teología Crítica, de la Fundación Universitaria Luis Amigó, Medellín, 
Colombia. Correo electrónico: lina.cadavidra@amigo.edu.co.
Lina Marcela Cadavid Ramírez
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Abstract
With the crisis of the Newtonian paradigm at the beginning of the 20th century, 
we see emerge a rapprochement between science, religion and mysticism, 
encouraged by some of the most prominent quantum physicists, likewise, 
epistemology will be affected and throughout the century XX sociolinguistic 
reality is will begin a discussion about the objectivity of knowledge and 
construction. Against this background, the mystical experience will be object of 
study by epistemology, which affirm the mediated experiences such character 
from a constructivist perspective. However, a review of this stance shows that it 
is necessary to give a unique character to the mystical experience, which in turn 
allows a renewed understanding of the mystical experience.
Keywords
Mystic experience, epistemology, constructivism, budism, Robert Forman.
Pensar la experiencia mística desde la epistemología
Think the mystical experience from epistemology
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Introducción
Desde el siglo XX la esfera epistemológica ha estado dominada por una pers-
pectiva constructiva del conocimiento. Esta postura no ha sido ajena al estudio 
de la experiencia mística, cuya comprensión, desde el ámbito de la epistemo-
logía, también ha sido determinada por la idea de que nuestra experiencia 
es una construcción que se hace a partir de nuestras experiencias pasadas, 
nuestras expectativas, nuestros recuerdos, y demás (Katz, 1988). Para el caso 
de la experiencia mística, quienes adoptan esta postura tienen como propósito 
dar preeminencia al contexto sobre la experiencia (Velasco, 1999), y en este 
sentido configuran su comprensión de la experiencia mística en el marco de 
los debates sobre la manera cómo las teorías y doctrinas dan forma a las ex-
periencias.
Esta lectura epistemológica de la experiencia mística mostraría, por un 
lado, la pluralidad de la experiencia al reconocer la innegable pluralidad de las 
tradiciones místicas o de los diversos misticismos que moldean la experiencia, 
y por otro, la posibilidad de que la experiencia mística pueda ser pensada des-
de marcos inteligibles de comprensión.
Sin embargo, la postura constructivista de la experiencia mística, como lo 
señala Robert K. C. Forman (1989), puede llegar a ser no tan pluralista como se 
pretende, y en vez de ello no reconocer uno de los aspectos fundamentales de 
una experiencia mística para algunas tradiciones, a saber, su carácter decons-
tructivo (Forman, 1989). Asimismo, si bien la lectura constructivista sobre la 
experiencia mística anima el debate sobre el carácter epistémico de este tipo 
de experiencias, al mismo tiempo parece desconocer su singularidad, cuyo re-
conocimiento no hace de esta una experiencia exótica, sino que puede mostrar 
su efectivo valor epistémico.
Según lo anterior, el presente artículo tiene como propósito comentar 
la postura que Robert Forman (1989) adopta en su artículo “Paramartha and 
Modern Constructivism on Mysticism: Epistemological Monomorphism versus 
Duomorphism”, y a partir de allí señalar la relevancia epistémica de conside-
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rar la singularidad de la experiencia mística, sin que ello conduzca necesaria-
mente a afirmar su superioridad epistémica (James, 1988), ya sea por razones 
pragmáticas o epistemológicas.
El enfoque constructivista en torno a la experiencia mística
Aunque aún pueda parecer extraño un acercamiento a la experiencia mística 
desde ámbitos no teológicos o religiosos, el caso es que el interés amplio por 
entablar un diálogo entre espiritualidad, religión o mística desde la epistemo-
logía puede encontrarse en el giro que da a la ciencia y la filosofía de la ciencia 
la crisis de la física de principios del siglo XX. En escritos de físicos como He-
insenberg, Schörodinger, Pauli, Eddington, entre otros (Wilber, 2005), puede 
leerse un genuino interés por establecer un diálogo entre ciencia y religión. De 
este modo, en el siglo XX físicos cuánticos muy reconocidos fueron especial-
mente sensibles a la experiencia del Misterio. En oposición abierta a la actitud 
del Círculo de Viena frente a la metafísica y la religión, y a su comprensión li-
teral de la última proposición del Tractatus Logico-Philosophicus de Wittgens-
tein, los físicos mencionados y otros como Einstein, Jean y Planck, afirmaron 
la interdependencia entre el ámbito espiritual y al ámbito científico. El diálogo 
entre ciencia y religión pudo renovarse justamente en el marco de la crisis que 
propició el surgimiento de la física de principios de siglo.
Esta crisis tuvo como uno de sus principales efectos la crítica al materialis-
mo y al positivismo, lo que dio paso a un diálogo entre ciencia, religión y mística 
que mostró, que al contrario de lo que afirmaba el positivismo, las búsquedas 
de la ciencia, la religión y la mística podían confluir, y que manifestarse sobre 
el aspecto espiritual del ser humano era un discurso con sentido que bien po-
dían emprender los científicos. Tal vez uno de los textos más significativos de 
esta época, que se refiere a dicha convergencia, sea el de Sir Arthur Eddington 
(1937) titulado La ciencia y el mundo invisible, en el cual el científico inglés in-
tenta mostrar que los cambios sufridos en la física señalan un punto de vista 
nuevo sobre lo espiritual: el hecho de que no se encuentre continuidad con las 
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leyes de la materia, ya no es un argumento para tratarlo como ilusorio, pues la 
física contemporánea ha mostrado estar alejada, justamente, de ese punto de 
vista que identifica lo real con lo material.
Pero fue tal vez Heisenberg (1985) quien mejor logró expresar el asom-
bro ante lo insondable que resulta el universo para el hombre. Una vez que la 
física cuántica había socavado los principios modernos de la cienciamecani-
cista, sin que significase que la física hubiese perdido su valor y sentido como 
ciencia sobre el mundo y el universo, se abría la posibilidad de hacer un lugar 
a las cuestiones referentes a la conciencia, sus intenciones, y su relación con 
las estructuras físicas descubiertas. Desde esta perspectiva, la posición de los 
físicos cuánticos mencionados bien puede coincidir con la que expresa Heisen-
berg (2005):
Entre las precauciones a adoptar para mantener separados ambos lenguajes, el re-
ligioso y el científico, debería también incluirse el evitar todo debilitamiento de su 
respectivo contenido que se derivaría de cualquier mezcla de los mismos. El pensa-
miento religioso no puede racionalmente poner en duda los resultados científicos 
correctamente comprobados, y al contrario, las exigencias éticas que brotan del 
núcleo del pensamiento religioso no deberían ser debilitados por los argumentos 
excesivamente racionales venidos del campo de la ciencia. A este respecto, no cabe 
duda de que el ensanchamiento de las posibilidades tecnológicas ha hecho surgir 
nuevos problemas éticos que no tienen una fácil solución (…). La consideración de 
estos y otros problemas semejantes no tiene nada que ver con cualquier intento de 
sofocamiento de los principios éticos. Ni puedo tampoco imaginar que este tipo de 
problemas pueda encontrar una respuesta a partir de consideraciones pragmáticas 
o de conveniencia solamente. Por el contrario, también aquí sería necesario tener en 
cuenta la conexión global del conjunto, esto es, la fuente de los principios éticos en 
que se basa esa actitud humana que se expresa a través del lenguaje de la religión 
(pp. 74-75).
Como fue evidente, estos debates en torno a la realidad, el método, los al-
cances del conocimiento científico, los límites entre la ciencia y otros ámbitos 
del saber, etc., afectaron el discurso de la filosofía sobre los mismos temas. En 
la esfera de la epistemología se hizo notable la necesidad de reconsiderar la 
idea de objetividad del conocimiento científico y, en consecuencia, la influencia 
del sujeto en la producción de las teorías, los experimentos, los métodos, etc., 
para proponer el carácter intersubjetivo de la ciencia; dicho carácter no anula 
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la posible objetividad de la ciencia, pero sí la hace dependiente de la tradición, 
los paradigmas y las teorías que se constituyen a partir del consenso y la discu-
sión entre las comunidades científicas.
Lo anterior perfiló cada vez más la idea de un tipo de realismo que se aleja-
ba de una visión ingenua de la realidad, y ponía en escena el carácter construc-
tivo del conocimiento, ya fuera el científico o el ordinario. En esta discusión se 
destacan, entre otros autores, Norwood Russel Hanson (1977) y Thomas Kuhn 
(1971), quienes mostraron la importancia que tienen las visiones de mundo en la 
configuración de la realidad. El primero, en su libro Patrones de descubrimien-
to, recurrió a la Gestalt para señalar el carácter holístico del conocimiento en el 
sentido de que parece imposible separar la observación de su interpretación. 
Un análisis similar puede leerse en Popper (1991), quien señala la necesidad 
de dirigir la observación a través de la hipótesis en el surgimiento del conoci-
miento científico. Por su parte, Kuhn (1971), con su obra La estructura de las 
revoluciones científicas, destacará la presencia de una onto-epistemología en 
la construcción del conocimiento científico, y la necesidad de un paradigma en 
la inteligibilidad y sentido de la práctica científica. Además, como señala Smith, 
Wittgenstein y Heidegger profundizarán este holismo teórico al afirmar la pro-
cedencia del pensamiento y el significado en los contextos sociales.
Este marco teórico es acogido por quienes estudian la experiencia mística 
desde una perspectiva epistemológica, se habla pues de un modelo construc-
tivista, cuyos exponentes comprenden que “las experiencias místicas, como 
todas las demás, están sometidas a procesos formativos y constructivos del 
lenguaje y la cultura” (Velasco, 1999, p. 40). Autores como Steven Katz (1998) 
formularán la tesis de que ninguna experiencia está libre de ser condicionada 
por la influencia pública de la cultura y el lenguaje (Katz, Smith, & King, 1998). El 
modelo constructivista se apoyará en la importancia que se le dio al lenguaje en 
el ámbito de la filosofía a partir del siglo XX, para afirmar que el sentido de una 
experiencia está dado por el carácter público del lenguaje y la cultura.
Como señala Michel de Certeau (Velasco, 1999), dicha importancia favore-
ció, en el estudio del misticismo, un cambio de paradigma epistemológico que 
dio paso a un enfoque lingüístico y sociolingüístico en el estudio de la experien-
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cia mística. La postura constructivista planteará entre sus tesis: 1. que toda 
experiencia es construida; 2. que no es posible afirmar la existencia de una ex-
periencia pura anterior a las diferencias que la cultura instaura; y 3. que las di-
ferencias entre las experiencias místicas de las diversas tradiciones muestran 
que la vivencia de Dios pertenece esencialmente a un contexto experiencial, de 
modo que cada experiencia mística se configurará de una forma particular por 
estar inmersa en un contexto específico (Velasco, 1999).
Una crítica al modelo constructivista a partir de un estudio 
del budismo yogācāra
Según Juan Martín Velasco (1999), el modelo constructivista será criticado, 
principalmente, por su tendencia a reducir la experiencia a la doctrina y su 
disposición a considerar que las experiencias místicas son mediadas, es decir, 
construidas por el lenguaje e interpretadas a la luz de las creencias místicas. 
Para Robert K.C. Forman (1989), el constructivismo termina por identificar 
todo tipo de experiencia con una experiencia condicionada, de modo que solo 
existiría un tipo de experiencia, es decir, la construida por el lenguaje, las ex-
pectativas, la experiencia pasada, etc. A esta posición, que Forman califica de 
monomorfismo epistemológico, opone un duomorfismo epistemológico que 
aceptaría dos tipos de experiencia: 1. la experiencia condicionada y 2. la expe-
riencia incondicionada. La experiencia mística sería de este último tipo.
Para desarrollar estas tesis, Forman recurre al budismo yogācāra me-
diante la obra del filósofo y traductor budista del siglo XVI, Paramārtha, en 
cuya traducción y comentarios al Trimśikā de Vasubandhu, nos dice Forman, 
puede encontrarse “una de las más sistemáticas explicaciones budistas sobre 
la naturaleza constructiva de la percepción ordinaria y de nuestra conducta” 
(1989, p. 398). También en el Lankāvatāra Sûtra (uno de los sûtras más impor-
tante del budismo Mahāyāna), se puede leer un detallado seguimiento del tema 
que presenta en conjunto la posición epistemológica y psicológica del budismo: 
la discriminación (vikalpa) que la mente hace por medio de los conceptos, es 
decir, la fragmentación que hace al nombrar las cosas, genera que el hombre 
ordinario (Mahamati) se aferre a los nombres, las ideas y los signos, se mueva 
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a través de esta multiplicidad y forme la noción de un yo; pero además para el 
budismo será justamente el yo que discrimina, el que conducirá al sufrimiento 
(duhkha) (Forman, 1989, pp. 397-398).
Explica Forman que según Paramārtha, el proceso de condicionamiento 
que hace posible la percepción y la conducta se da en tres niveles estructura-
les o funcionales de la mente: el primero, ālaya vijñāna; en este nivel la mente 
es capaz de construir actos futuros basados en conductas (karma) y hábitos 
pasados. En términos de Paramārtha, estos pueden entenderse como semi-
llas que se irán depositando en la mente y actuaráncuando sea necesario para 
condicionar y dar forma a la conducta futura, por esta razón, este tipo de con-
ciencia también se denomina morada o depósito, pues es el lugar donde estas 
semillas se ocultan.
Según Paramārtha, estas semillas son de dos tipos: a. las impresiones 
latentes de la conducta (karma) pasada; b. el apego a estas impresiones la-
tentes. Este apego denota la acción del yo en la discriminación de los objetos, 
sin embargo, el elemento primario del proceso constructivo son dichas impre-
siones y éstas son idénticas al objeto discriminado y a la conciencia que dis-
crimina, es decir, que el objeto que se percibe es el resultado de un complejo 
proceso en el que intervienen las semillas que se van acumulando en este tipo 
de conciencia, las cuales se han ido construyendo gracias a nuestra conducta 
y hábitos pasados; el objeto que discriminamos no se da de forma intermitente 
o interrumpida sino que se genera en un flujo de la experiencia que involucra 
dichas semillas que ya no pueden distinguirse del objeto y la conciencia que dis-
crimina. El análisis de Paramārtha sugiere en este punto que:
El objeto no puede ser lo que es si no interviene nuestro proceso constructivo y dis-
criminador. Los términos que usamos para identificar algo hacen al objeto. La discri-
minación hace al objeto lo que es (Forman, 1989, p. 399).
En el siguiente nivel, ādāna vijñāna, se condiciona todo objeto percibido 
y toda conceptualización como si fuesen inherentes a un yo. Este egocentris-
mo está basado en “cuatro errores”: la ignorancia, las opiniones del yo, el en-
greimiento y el amor propio. Según Forman (1989), el análisis de Paramārtha 
muestra que:
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Basados en las tendencias y deseos que estas dos funciones de la conciencia pro-
veen, nos enfrentamos al mundo en términos de categorías y conceptos a los que nos 
hemos habituado. Vemos las cosas en términos de categorías y rótulos que derivan 
de nuestras impresiones y nuestros hábitos (p. 400).
En el último nivel, vijnaptir visayasya, se propicia este “enfrentarse” con el 
mundo, que da lugar a nuestro contacto con el mundo exterior y su percepción 
objetiva. Este proceso se da gracias al concurso de tres elementos: la facultad 
sensible o intelecto, los datos de sentidos o ideas y la conciencia. Para la escuela 
yogācāra, la discriminación (vikalpa) connota las actividades de construcción y 
clasificación de la mente. Tal como esta escuela entiende este término, puede 
decirse que estas actividades “involucran algo similar a moverse a través de 
la totalidad de una red conceptual y situar en esta alguna entidad individual o 
experiencia” (Forman, 1989, p. 401).
Los análisis que hace Forman del budismo, lo llevan a contrastar las tesis 
budistas con el constructivismo que sostiene, por ejemplo, Katz (1998): tan-
to Paramārtha como el constructivismo tratan la experiencia en términos de 
construcción; para ambos modelos el lenguaje, los conceptos y la experiencia 
pasada juegan un papel relevante en el proceso constructivo; y, finalmente, el 
sujeto de la experiencia ordinaria delimita, le da forma y controla el objeto a 
partir de categorías cognitivas y perceptuales habituales. Igualmente, des-
de ambos modelos puede afirmarse que la mente en parte ve y en parte crea 
desde categorías convencionales derivadas del lenguaje y el hábito, y dado que 
cada lenguaje distingue y parcela los objetos del mundo de forma particular, 
entonces las experiencias que se generan diferirán de un lenguaje a otro.
Sin embargo, mientras que para constructivistas como Katz una explica-
ción de la experiencia mística solo es epistemológicamente adecuada cuando 
su estudio muestra que es similar a la experiencia ordinaria; para Paramārtha, 
es la problematización de la experiencia ordinaria la que permite la compren-
sión de la experiencia mística. Describir el proceso de construcción de la ex-
periencia ordinaria tiene por objeto ayudar al adepto budista a entender este 
proceso de modo que pueda superarlo y alcanzar así la iluminación. Como 
explica Forman (1989), la construcción engendrada en el ālaya vijñāna conti-
nuará inalterable solo hasta el logro del nirvana o la iluminación; igualmente, 
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la función de la ādāna vijñāna y sus estados mentales asociados será elimina-
da por medio de la meditación, ya que solo en el estado de nirodha-samāppati 
(meditación) el papel constructivo de las experiencias pasadas, de los concep-
tos previos, del hábito y de las expectativas puede cesar, pues en este estado el 
intelecto no puede ejercer su función constructora (p. 403).
El análisis de Paramārtha tiene como propósito presentar a la mente en 
su imagen de agente constructor de la experiencia para hacer claro al adepto 
cómo hacer cesar tal capacidad. Así, al ser consciente de cómo la percepción 
está basada en un proceso de discriminación convencional, el adepto budista 
puede llegar a detener dicho proceso:
Cuando el adepto elimina todo objeto de percepción, el ālaya vijñāna —el depósito de 
las semillas que proveen las categorías interpretativas— cesan temporalmente toda 
actividad y función. Para ser más claros: si no nos enfrentamos a o discriminamos 
ningún objeto, ninguna de las actividades discriminadoras de la mente podrá ocurrir 
(Forman, 1989, p. 404).
Siguiendo a Vasubandhu, Paramārtha (como se citó en Forman, 1989) ex-
plica que cuando el observador no aprehende ningún objeto, el complejo pro-
ceso de discriminación no puede darse. Si ningún objeto aparece enfrentado al 
que percibe, no hay separación entre sujeto y objeto, y así la actividad del yo ―es 
decir su apego a los objetos― no puede tampoco manifestarse: como los objetos 
que aprehendemos son solo objetos de la conciencia, si no aprehendemos nin-
gún objeto no hay actividad de la conciencia. En estado de meditación (nirodha-
samāpatti) no se perciben los objetos como situados frente a un sujeto:
Si alguien no percibe temporalmente objetos, ningún objeto en nirodha-samāppati 
será discriminado o percibido. Por tanto ninguna actividad de la ālaya vijñāna o de 
los otros dos aspectos de la percepción podrá surgir. La conciencia ālaya no jugará 
su papel de almacenamiento, la conciencia ādāna no formará apegos, y la conciencia 
manovijñāna no llevará a cabo ninguna clase de discriminación. En otras palabras, la 
función constructiva de la mente ordinaria queda simplemente abolida por el estado 
de nirodha-samāppati (Forman, 1989, p. 404).
Para Forman, este análisis señala cómo en la experiencia mística no se 
producen las actividades constructivas ordinarias de la mente. Si para el cons-
tructivismo -occidental- todas las experiencias implican necesariamente la 
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construcción, es porque este modelo confunde una instrucción o discrimina-
ción perceptual constructiva con una instrucción deconstructiva. Para For-
man estas instrucciones pretenden, justamente, que cese la construcción de 
la experiencia, así, en lugar de proveer a la experiencia categorías que jueguen 
un rol constructivo, pretenden cesar la percepción o acción que se basa en los 
patrones perceptivos o conductuales habituales.
Desde la posición de Forman (1989), el análisis budista muestra que la vi-
sión constructivista de la experiencia mística debe ser revisada, ya que este 
modelo ha terminado por sostener una unidad de la experiencia, un patrón o 
estructura epistemológica uniforme (monomorfismo epistemológico) que se 
traduce en la posición de Katz de que todas las experiencias son mediadas o 
construidas, que contradice, además, el pluralismo ontológico que afirma el 
mismo constructivismo (Katz, Smith, & King, 1998).Este supuesto pluralismo 
parecería más bien, según Forman, una cortina de humo para una asunción 
epistemológica dogmática. Este constructivismo difícilmente podría aceptar 
la posición de Paramārtha (que implica aceptar un duomorfismo epistemoló-
gico) de la que puede concluirse que hay experiencias condicionadas y expe-
riencias no condicionadas. Para Forman (1989), el análisis epistemológico de 
la experiencia que permite el budismo va incluso más allá, pues afecta a toda la 
visión que se tiene del mundo, de ahí que su análisis concluya así:
Paramārtha, de una forma típicamente budista, prescribe sus técnicas intelectua-
les y meditativas como un antídoto a los problemas que genera la naturaleza cons-
tructiva de la experiencia ordinaria. Anota que una vida construida en parte a partir 
de términos como “yo” y “tú”, “bueno” y “malo” y “vida” y “muerte” deviene en sufri-
miento. Tal vez, sólo tal vez, Occidente tiene mucho que ganar si abre su forma de 
pensar. Dados los niveles de dolor, ansiedad y estrés de nuestra cultura, tal vez sería 
muy sabio permanecer abiertos a la posibilidad de que desde su epistemología y su 
práctica (es decir, las técnicas de meditación) el budismo sabe algo que nosotros no 
conocemos. Este supuesto —que hay más de una estructura epistemológica, y que 
las estructuras atípicas (místicas) no están expuestas al sufrimiento— puede llegar 
a ser más importante que cualquier expectativa (p. 414).
Lina Marcela Cadavid Ramírez
Perseitas | Vol. 4 | No.2 | julio-diciembre | 2016150 Perseitas | Vol. 3 | No. 1 | pp. 66-82 | enero-junio | 2015 | ISSN: 2346-1780 | Medellín-Colombia Perseitas | Vol. 3 | No. 1 | pp. 66-82 | enero-junio | 2015 | ISSN: 2346-1780 | Medellín-Colombia Perseitas | Vol. 4 | No. 1 | pp. 28-40 | enero-junio | 2016 | ISSN: 2346-1780 | Medellín-Colombia 
Conclusión
Para la epistemología occidental, discutir el carácter dogmático de la objetivi-
dad del conocimiento y pensar la relación entre el sujeto y el mundo desde la in-
tersubjetividad representó un modo de comprender de manera más completa 
la forma como conocemos el mundo, al involucrar en este conocimiento no solo 
una perspectiva realista, sino también social, cultural y lingüística, etc. Como 
había señalado, el giro que da a nuestras pretensiones de conocer el mundo la 
crisis del paradigma newtoniano a principios del siglo XX afectó profundamen-
te la ciencia y la epistemología, de nuevo Heisenberg (1985) ilustra bien esta 
situación al afirmar que:
Cuando observamos objetos de nuestra experiencia ordinaria, el proceso físico 
que facilita la observación desempeña un papel secundario. Cuando se trata de los 
comportamientos mínimos de la materia, en cambio, aquel proceso de observación 
representa un trastorno considerable, hasta el punto de que no puede ya hablarse 
del comportamiento de una partícula prescindiendo del proceso de observación. 
Resulta de ello, en definitiva, que las leyes naturales que formulan matemáticamente 
la teoría cuántica no se refieren ya a las partículas elementales en sí, sino a nuestro 
conocimiento de dichas partículas. La cuestión de si las partículas existen «en sí» en 
el espacio y en el tiempo, no puede ya plantearse en esta forma, puesto que en todo 
caso no podemos hablar más que de los procesos que tienen lugar cuando la inte-
racción entre la partícula y algún otro sistema físico, por ejemplo los aparatos de 
medición, revela el comportamiento de la partícula (p.14).
En contraste, las tradiciones místicas, podría decirse, manifiestan un 
compromiso epistemológico y ontológico más fuerte que el de la filosofía, la 
epistemología o la ciencia occidentales con respecto al conocimiento de la rea-
lidad, ya que es común leer en los relatos de los místicos su afirmación de un 
conocimiento de la realidad tal y como es. De este modo, pareciera que la obje-
tividad de la realidad es proclamada por la mística como ya no pueden hacerlo 
ni la ciencia ni la epistemología contemporáneas.
Ahora bien, ante esto también es necesario reconocer los límites de la 
epistemología en cuanto a la comprensión de la experiencia mística, pues su 
propósito no es remplazar la fenomenología, la filosofía de la religión o la teolo-
gía. Sin embargo, sí es muy interesante para la epistemología poder compren-
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der qué sucede al sujeto que tiene una experiencia mística, y si efectivamente 
estas afirmaciones pueden ser inteligibles a la luz del discurso epistemológi-
co2. En este sentido, se hace relevante el diálogo que propone Forman con la 
tradición budista, y sobre todo la posibilidad que trae consigo estudiar si es 
posible tener una experiencia en la que no se construye la realidad a través de 
un proceso que podría considerarse, incluso, casi automático, para tener una 
experiencia de la realidad en la que el sujeto está presente, como promueven 
los sūtras budistas.
Es en este sentido que puede afirmarse que la experiencia mística es sin-
gular, es decir, diferente, por ejemplo, de la experiencia ordinaria, pero no por 
ello exótica, pues tradiciones como la budista se han dedicado a detallar cómo 
se tienen este tipo de experiencias, además de sus beneficios físicos, intelec-
tuales y morales. Reconocer lo que Forman denomina duomorfismo epistemo-
lógico trae la ventaja de comprender otras maneras como ciertas tradiciones 
reflexionan, viven y practican formas diferentes de relacionarse con lo real, una 
forma de relacionarse en la que el sujeto deja de imponer sus patrones y, por 
el contrario, intenta liberarse de todo condicionamiento y de las respuestas 
conductuales, intelectuales y afectivas habituales (Naranjo & Ornstein, 1971).
Referencias
Eddington, A. (1937). La ciencia y el mundo invisible. Ciencia y misticismo. Mé-
xico: Alba.
Forman, R. K. C. (1989). Paramartha and Modern Constructivism on Mysticism: 
Epistemological Monomorphism versus Duomorphism. Philosophy 
East and West, 39(4), 393-418.
Hanson, N. R. (1977). Patrones de descubrimiento. Madrid: Alianza.
2 En otros artículos hemos hecho referencia a la posibilidad de un estudio naturalizado de la experiencia mística, 
que involucre un diálogo entre epistemología, ciencia y misticismo (Cadavid, 2012, Cadavid, 2015); en estos 
trabajos se hace énfasis en la importancia que tiene la evidencia científica para comprender mejor cómo se da un 
experiencia deconstructiva de la realidad. 
Lina Marcela Cadavid Ramírez
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Heinseberg, W. (2005). El debate entre Platón y Demócrito. En K. Wilber 
(Comp.), Cuestiones Cuánticas. Escritos místicos de los físicos más 
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