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AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS 
EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN
Guillem Pérez Jordà*
Natàlia Alonso Martínez**
 María del Pilar Iborra Eres*
Más allá de las monografías sobre yacimientos o regiones concretas, las síntesis o 
reflexiones conjuntas sobre la ganadería y la agricultura protohistóricas de la Península 
Ibérica son raras, por no decir inexistentes. Las dificultades son muchas, principalmente 
de representación, distribución y metodología de los estudios y análisis existentes, así 
como de experiencia en un planteamiento compartido de la problemática.
El estado de la investigación sobre los cultivos y la agricultura de época protohis-
tórica en la Península Ibérica no ha variado sustancialmente desde la última síntesis 
que presentamos en el año 2000 (Alonso Martínez, 2000-a), excepto si consideramos 
el aumento de datos procedentes de alguna zona, como es el caso de Extremadura 
(Grau Almero et al., 1998; Pérez Jordà, 2004) y la publicación de algunos estudios que 
entonces presentábamos como en prensa o en estudio (Alonso Martínez et al., 2002; 
Buxó Capdevila, 1999; Canal y Rovira, 2000; Canal y Buxó Capdevilla, 2003; Català, 
1999; Cubero Corpas, 1999; López, 2004; Pérez Jordà et al., 2000; Rovira y Buxó Ca-
pdevila, 1999).
El Noreste continúa siendo la zona mejor representada, con un mayor número de 
trabajos que se han estado llevando a cabo desde los años ochenta, de forma bastante 
repartida entre las diversas comarcas, mientras que en el País Valenciano se han de-
sarrollado básicamente a partir de los noventa. Sin embargo, en esta zona el número 
de yacimientos muestreados sigue siendo muy reducido y actualmente se localizan 
espacialmente en la parte central, mientras que son muy escasos en las comarcas del 
Norte y del Sur. Este hecho dificulta la posibilidad de realizar una lectura general del 
territorio, aunque en líneas generales hay una serie de tendencias que se observan en 
los diferentes asentamientos.
En Extremadura, no se ha consolidado esta actividad investigadora y sólo contamos 
hasta el momento con los datos aportados en los proyectos dirigidos desde al Área 
de Prehistoria de la Universidad de Extremadura (Rodríguez Díaz, 1998 y 2004). Con 
la excepción del edificio de la Mata que sí que tiene ya un registro amplio, el resto 
de los datos están muy limitados por lo reducido de las áreas excavadas. El interior 
peninsular continúa presentando estudios dispersos y con un volumen de muestras 
y sedimentos tratados muy escasos (Cubero Corpas, 1995; 1999; Romero Carnicero y 
* Universitat de València.
** Grup d’Investigació Prehistòrica, Departament d’Història, Universitat de Lleida (HUM-2005-06384/
HIST).
Arqueología de la tierra. Paisajes rurales de la protohistoria peninsular. Cáceres, 2007, pp. 327-373
328 GUILLEM PÉREZ JORDÀ, NATÀLIA ALONSO MARTÍNEZ Y MARÍA DEL PILAR IBORRA ERES
Cubero Corpas, 2000; Pérez Jordà, inédito), siendo todavía más disperso el panorama 
en Andalucía.
Por otra parte, a finales de la década de los noventa, se realizaron y publicaron tres 
congresos sobre la economía protohistórica, lo que permitió reunir información sobre los 
diversos aspectos que atañen el proceso agrícola de la Edad del Hierro (Burillo Mozota, 
1999; Buxó Capdevila y Pons Brun, 2000; Mata Parreño y Pérez Jordà, 2000).
Respecto a la ganadería y los estudios arqueofaunísticos, actualmente la distri-
bución de los análisis es también desigual, si bien es cierto que tenemos zonas o 
territorios donde se han llevado o se están realizando muestreos sistemáticos. Éstos 
responden en algunos casos más a una necesidad de tener resultados paleobiológicos, 
que a formar parte de una sistemática en cada uno de los proyectos de excavación e 
investigación. Aunque existen líneas de investigación desarrolladas en Cataluña, País 
Valenciano y las desarrolladas por el equipo de la Universidad de Extremadura, que 
están cambiando esta visión. Igualmente, es difícil realizar una analítica comparada, ya 
que existen distintas metodologías de análisis, así como una disparidad de las muestras 
estudiadas en relación con los contextos espaciales.
En resumen, adolecemos de estudios territoriales en términos paleobiológicos que 
nos permitan realizar una visión diacrónica y sincrónica de las estrategias agrícolas y 
ganaderas protohistóricas.
Al plantearnos hacer una síntesis sobre el estado de la cuestión de la agricultura 
y la ganadería protohistóricas de la Península, consideramos la posibilidad de marcar 
diferentes zonas, agrupando así las referencias conocidas geográficamente y también, 
en cierta medida, por características histórico-arqueológicas concretas. Hemos conside-
rado seis zonas, teniendo en cuenta exclusivamente las que proporcionaban suficientes 
datos para poder hacer un estudio comparativo según la metodología utilizada (ver 
infra). A grandes rasgos, las zonas que se han tenido en cuenta han sido (Fig. 1): 
Extremadura, País Valenciano, Llano Occidental Catalán (principalmente, valles del 
Segre y del Cinca), Llobregat-Ebro (Cataluña litoral, prelitoral y norte de Castellón), 
Empordà y Celtiberia.
Por otro lado, se han agrupado temporalmente los yacimientos y sus fases, según 
la siguiente cronología dependiendo de la zona: aproximadamente entre 800 y 525 
a.C., Orientalizante en Extremadura y Primera Edad del Hierro en el resto; entre 525 y 
425 a.C., Orientalizante Tardío en Extremadura e Ibérico Antiguo en la zona ibérica; y 
entre 425 y 200 a.C., Segunda Edad del Hierro para Extremadura y Celtiberia e Ibérico 
Pleno para la zona ibérica.
1. LA AGRICULTURA: LOS CULTIVOS DE LA EDAD DEL HIERRO
La selección de los estudios arqueobotánicos de semillas y frutos utilizados en este 
estudio ha seguido un criterio que tenía en cuenta la metodología de cuantificación 
que se ha utilizado para su elaboración. Se ha utilizado básicamente las frecuencias 
relativas por muestras y taxones cultivados en cada uno de los yacimientos (presen-
tadas en las tablas de las Figs. 2 a 7). En los gráficos por fase se trabaja con la media 
de las frecuencias de los yacimientos concernidos (Figs. 2 a 7).
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 329
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Llano Occidental Catalán
1. Els Vilars
2. Missatges
3. Margalef
4. Tossal de les Tenales
5. Roques del Sarró
6. Tozal de los Regallos
Llobregat-Ebro
1. Moleta del Remei
2. Puig de la Nau
3. Puig de la Misericòrdia
4. Barranc de Gàfols
5. Turó de la Font de la Canya
6. Alorda Park
7. Turó de Ca n'Olivé 
8. Sitges de la UAB
9. Can Xercavins 
10. Bòbila Madurell
11. Can Roqueta
12. Penya del Moro 
Empordà
1. Emporion
2. Illa d'en Reixac
3. Mas Castellar
4. Puig de Sant Andreu
5. Sant Martí d'Empúries
6. La Fonollera
Celtiberia
1. La Era Alta
2. Cerro del Castillo
3. Soto de Medinilla
4. Cerro de la Mota
5. Roa
6 Cabezo de la Cruz
7. Alto de la Cruz
Fuera de zona
1. Bauma del Serrat del Pont
2. Alarcos
D
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F
G
 
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C
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B
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Extremadura
1. La Mata
2. Medellín
3. Sierra del Aljibe
4. Alcazaba
5. Villavieja del Castillo
6. Ermita de Belén
7. Capote
8. Villasviejas del Tamuja
9. Cerro II de Fuente de Cantos
Andalucía
1. Castillo de Doña Blanca
2. Puerto 10
3. Lebrija
4. Carambolo
5. Tejada la Vieja
6. Cerro Macareno
7. Setefilla
8. Acipino
9. Cerro del Villar
10. Toscanos
11. Cerro de la Cruz
12. Puente Tablas 
País Valenciano
1. El Torrelló 
2. Vinarragell 
3. Puntal dels Llops
4. La Seña
5. Tossal de Sant Miquel
6. Castellet de Bernabé
7. Los Villares
8. Albalat de la Ribera
9. Bastida de les Alcuses
10. El Amarejo
11. Alt de Benimaquía 
12. La Picola
13. Fonteta/Ràbita
14. Tos Pelat
A
B
C
 
 
 
 
 
Fig. 1. Mapa de la Península Ibérica en el que se muestran las zonas establecidasen el trabajo y la 
localización de los yacimientos citados en el texto.
330 GUILLEM PÉREZ JORDÀ, NATÀLIA ALONSO MARTÍNEZ Y MARÍA DEL PILAR IBORRA ERES
Debido a esta elección, han quedado excluidos de las tablas y gráficos algunos 
yacimientos, ya fuera porque sólo disponían de menos de tres muestras por fase, o 
porque en las publicaciones consultadas no se indicaba la frecuencia de cada taxón, 
aunque sí, por ejemplo, el número de muestras recogidas por fase. De todas maneras 
la información de estos yacimientos, algunos de importancia, se ha recogido en el 
texto.
En las tablas se indican los porcentajes correspondientes a cada taxón respecto 
al total de menciones de plantas cultivadas de esa fase, no sobre el total de muestras 
recogidas, ya que en algunos casos, como acabamos de indicar, nos son desconocidas. 
En el caso de que alguna especie cultivada recuperada en uno de los yacimientos no 
incluidos en las tablas, fuera el único dato para la fase o zona correspondiente, se ha 
añadido un pequeño porcentaje al total de cada zona para que no quedara excluida, 
considerándose importante su presencia en el gráfico.
Repasaremos a continuación los datos existentes en cada zona sobre los cultivos 
de cereales, leguminosas y frutales a partir de los estudios arqueobotánicos.
1.1. Los inicios de la Edad del Hierro hasta finales del siglo V a.C.
En Extremadura, la información sobre el Período Orientalizante (650-500 a.C.) 
proviene únicamente del poblado de la Aliseda (Aliseda) (Fig. 2), mientras que para 
el Orientalizante Tardío (500-400 a.C.) además de este poblado contamos con los 
datos de La Alcazaba de Badajoz y, sobre todo, del edificio de La Mata (Campanario) 
(Pérez Jordà, 2004). Aunque se dispone de información sobre asentamientos ubicados 
en dos cuencas diferentes como son las del Tajo y la del Guadiana, los datos actuales 
no permiten establecer una comparación entre ambas áreas. 
Los cereales son siempre el grupo más representado, aunque es cierto que su 
porcentaje disminuye en la medida en que el volumen de la muestra recuperada es 
mayor, sin bajar en ningún caso del 60%. La cebada vestida y los trigos desnudos con 
porcentajes muy similares son, con diferencia, los más representados, mientras que el 
mijo y la escanda sólo han sido documentados en La Mata. 
Las leguminosas son escasas y las únicas especies documentadas son las guijas, las 
habas y los guisantes. Los frutales, por su parte, sólo están representados en La Mata, 
aunque con porcentajes notorios. La vid es el más destacado, habiéndose excavado 
en el edificio un lagar, mientras que el olivo y la higuera presentan unos porcentajes 
menores. La pobreza del registro actual no nos permite proponer una fecha para la 
introducción de la arboricultura en la zona, aunque podemos suponer que esta se 
realizara ya durante el Orientalizante.
En cuanto al País Valenciano, los datos de la Primera Edad del Hierro provienen 
de la factoría fenicia de La Rábita/Fonteta (Guardamar del Segura) (Pérez Jordà, 2007) 
y de los asentamientos indígenas de l’Alt de Benimaquía (Dènia), de Los Villares 
(Caudete de las Fuentes) (Pérez et al., 2000) y de El Torrelló d’Almassora (Cubero 
Corpas, 1993) (Fig. 3). En todos ellos los cereales son el grupo más representado, 
aunque es cierto que los datos actuales señalan diferencias, especialmente en el 
peso del grupo de los frutales, entre los dos primeros asentamientos ubicados en la 
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 331
costa, con una fuerte relación con la colonización fenicia, y Los Villares, este último 
ubicado en el interior ya en La Meseta. Los escasos datos de El Torrelló son más 
difíciles de valorar.
En todos los casos, menos en El Torrelló, la cebada vestida es la especie más re-
presentada, mientras que los trigos desnudos ocupan un papel secundario junto con 
los trigos vestidos y los mijos con valores más variables. En El Torrelló el trigo común 
está ligeramente más representado aunque la cantidad de muestras es menor. Éste 
es un esquema que, en líneas generales, se mantiene a lo largo de toda la Edad del 
Hierro en los diferentes asentamientos. Las leguminosas, aunque presentes, son el 
grupo de cultivos con un peso menor, sin que haya una especie que destaque sobre 
las otras. 
El grupo de los frutales es mucho más destacado en los dos primeros casos, mien-
tras que en Los Villares sólo representa el 9%. Presentan importantes diferencias los 
porcentajes de cada una de las especies. Así destaca la vid en l’Alt de Benimaquia, 
asentamiento con una producción de vino importante, mientras que en La Rábita/
Fonteta es la higuera preponderante y la vid es escasa. Más difícil resulta valorar si la 
reducida presencia de vid en Los Villares se debe a una rápida extensión de este cultivo 
hacia el interior peninsular o si en esta primera fase lo que se está produciendo es una 
llegada de estos materiales junto con las importaciones que llegan desde la costa.
Los datos que tenemos en el País Valenciano por el momento correspondientes 
al Ibérico Antiguo provienen sólo de La Rábita/Fonteta y de Los Villares y son muy 
escasos para determinar si el aumento del peso de los frutales que parece señalarse 
es un hecho que corresponde con la realidad (Fig. 3).
Respecto a la zona que hemos denominado Llobregat-Ebro, cinco yacimientos han 
proporcionado información sobre los cultivos de la Primera Edad del Hierro (Fig. 4). 
Tres de ellos se sitúan en la comarca del Vallès Occidental en contextos característicos 
de yacimientos de fosas, Bòbila Madurell (Sant Quirze del Vallès) (Buxó Capdevila, 
1997), Can Roqueta (Sabadell) (Rovira y Buxó Capdevila, 1999) y Sitges de la UAB 
(Cerdanyola del Vallès) (Alonso Martínez y Buxó Capdevila, 1991; Alonso Martínez, 
2007). En situación más meridional Barranc de Gàfols (Ginestar, Ribera d’Ebre) (Cubero 
Corpas, 1998) y en, contexto colonial de influencia fenicia, El Turó de la Font de la 
Canya (Avinyonet del Penedès) (López, 2004).
Los cereales son los cultivos más frecuentes en todos los yacimientos, siendo el 
porcentaje de menciones bastante similar, aunque destaca sobretodo la cebada vestida, 
seguida del trigo desnudo, siendo secundarios los trigos vestidos o los mijos. Entre 
las leguminosas, que son el tercer grupo de plantas cultivadas en representación, se 
observa la preponderancia de la lenteja, aunque la cantidad de menciones es pequeña. 
En cambio entre los frutales es la uva el taxón preponderante, entre sólo tres especies 
identificadas (también el higo y la cereza). Aunque hemos tenido en cuenta todas las 
menciones de Vitis publicadas para los diversos yacimientos, son las pepitas de uva 
de El Turó de la Font de la Canya las que permiten considerar la presencia de viña 
cultivada durante la Primera Edad del Hierro en la zona, al menos en un contexto 
muy marcado por el influjo colonial fenicio (López, 2004). Es interesante, además, la 
presencia de lino y de alfalfa, aunque con sólo una mención cada una.
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Extremadura
Orientalizante Orientalizante tardío
II Edad 
del Hierro
Aliseda
Pérez, 1999
La Mata
Pérez, 2004
Aliseda
Pérez, 1999
Alcazaba
Grau et al., 
1998
Alcazaba
Grau et al., 
1998
Nº muestras 8 140 3 3 1
Cereales
Hordeum vulgare L. 44,4% (4) 29% (32) 50% (1) 28,6% (2) 20% (1) Cebada vestida
Panicum miliaceum 1% (1) Mijo
Triticum aestivum/durum 44,4% (4) 25% (27) 50% (1) 42,9% (3) 20% (1) Trigo común
Trititicum dicoccum 5% (5) 20% (1) Trigo almidonero
Leguminosas
Lathyrus cicera/sativus 11,1% (1) 7% (8) 20% (1) Almorta
Pisum sativum 1% (1) Guisante
Vicia faba var. minor 3% (3) 28,6% (2) Haba
Frutales
Ficus carica 5% (5) Higo
Olea europaea 1% (1) Oliva
Vitis vinifera 28% (20) 20% (1) Uva
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 333
Fig. 2. Tabla (páginaanterior) y gráficos correspondientes a Extremadura. La tabla muestra las 
frecuencias relativas y absolutas (entre paréntesis) de los taxones de plantas cultivadas recuperados en 
diversos yacimientos según la fase cronológica correspondiente. Los gráficos establecen la comparación 
de las frecuencias relativas entre cereales, leguminosas y frutales (a), entre las especies de cereales (b) 
y entre los frutales (c).
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Orientalizante Orientalizante
Tardío
II Edad
del Hierro
Cereales
Leguminosas
Frutales
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Orientalizante Orientalizante
Tardío
II Edad
del Hierro
Hordeum vulgare
Panicum miliaceum
Trit. aestivum/durum
Trit. dicoccum
b)
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Orientalizante Orientalizante
Tardío
II Edad
del Hierro
Ficus carica
Olea europaea
Vitis vinifera
c)
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País Valenciano
Primera Edad del Hierro Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Alt de 
Benimaquia
Pérez et al., 
2000
Rábita
Pérez, 
2007
Villares
Pérez et al., 
2000, 
inédito
Torrelló 
d’Almassora
Cubero, 1993
Rábita
Pérez et al., 
2000, 
Pérez, 2007
Villares
Pérez et al., 
2000, 
inédito
Tos Pelat
Pérez, 
inédito
Bastida
Dies, 1997, 
Pérez, 
inédito
Villares
Pérez et al., 
2000, 
inédito
Castellet 
de Bernabé
Pérez, 2003
Nº muestras 24 18 5 22
Cereales
Hordeum vulgare 52,5% (21) 31,2% (10) 44% (16) 20% (3) 25% (2) 16,7% (1) 35% (7) 23,4% (18) 22,6% (14) 17,1% (11) Cebada vestida
Panicum miliaceum 12,5% (4) 8% (3) 13,3% (2) 2,6% (2) 12,9% (8) 1,6% (1) Mijo
Setaria italica 3,1% (1) 6,7% (1) 12,5% (1) 10% (2) 1,3% (1) 1,6% (1) Panizo
Triticum aestivum/durum 10% (4) 12,5% (4) 33% (12) 26,7% (4) 12,5% (1) 50% (3) 5% (1) 19,5% (15) 9,7% (6) 9,4% (6) Trigo común
Trititicum dicoccum 6,25% (2) 3% (1) 6,7% (1) 5% (1) 1,6% (1) 7,8% (5) Trigo almidonero
Triticum monococcum 3% (1) 1,3% (1) 4,7% (3) Escaña
Leguminosas
Lathyrus cicera/sativus 2,6% (2) 11,3% (7) 6,3% (4) Almorta
Lens culinaris 3,1% (1) 13,3% (2) 1,6% (1) 1,6% (1) Lenteja
Pisum sativum 2,5% (1) 1,3% (1) 3,1% (2) Guisante
Vicia ervilia 1,6% (1) Yero
Vicia faba var. minor 2,6% (2) 3,1% (2) Haba
Vicia sativa 5% (2) 11,7% (9) Arveja
Frutales
Ficus carica 21,9% (7) 6% (2) 50% (4) 30% (6) 13% (10) 1,6% (1) 6,3% (4) Higo
Olea europaea 2,5% (1) 2,6% (2) 3,2% (2) 12,5% (8) Oliva
Prunus dulcis 4,3% (1) 3,1% (2) Almendra
Punica granatum 3,1% (1) Granada
Rosaceae 6,3% (4) Rosáceas
Vitis vinifera 27,5% (11) 6,25% (2) 3% (1) 13,3% (2) 33,3% (2) 15% (3) 14,3% (11) 35,5% (22) 14% (9) Uva
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 335
Fig. 3. Tabla (página anterior) y gráficos correspondientes al País Valenciano. La tabla muestra las 
frecuencias relativas y absolutas (entre paréntesis) de los taxones de plantas cultivadas recuperados en 
diversos yacimientos según la fase cronológica correspondiente. Los gráficos establecen la comparación 
diacrónica de las frecuencias relativas entre cereales, leguminosas y frutales (a), entre las especies de 
cereales (b), entre las especies de leguminosas (c) y entre los frutales (d).
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del Hierro
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
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Frutales
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I Edad
del Hierro
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Hordeum vulgare
Panicum miliaceum
Setaria italica
Trit. aestivum/durum
Trit. dicoccum
Trit. monococcum
b)
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I Edad
del Hierro
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Lathyrus cicera/sativus
Lens culinaris
Pisum sativum
Vicia ervilia
Vicia faba var. minor
Vicia sativa
c)
0
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I Edad
del Hierro
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Ficus carica
Olea europaea
Prunus dulcis
Punica granatum
Rosaceae
Vitis vinifera
d)
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Llobregat-Ebro
Primera Edad del Hierro Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Font de la 
Canya
López, 2004
Barranc 
de Gàfols
Cubero, 1998
Bòbila 
Madurell
Buxó, 1997
Can 
Roqueta
Rovira-Buxó, 
1999
Sitges UAB
Alonso-
Buxó, 1991
Font 
de la Canya
López, 2004
Can 
Xercavins
Alonso, 2007
Ca n’Olivé
Alonso, 2007
Puig 
de la Nau
Cubero, 1995
Font 
de la Canya
López, 2004
Can 
Xercavins
 Alonso, 
2007
Ca n’Olivé
Alonso, 2007
Nº muestras 7 6 32 15 15 4 10 8 3 4 10 40
Cereales
Hordeum vulgare 14,3% (7) 22,2% (2) 30,8% (16) 20% (3) 37,1% (13) 13,3% (2) 33,3% (6) 50% (2) 60% (3) 16,7% (4) 42,9% (6) 36,4% (24) Cebada vestida
Hordeum vulg. var nudum 2% (1) 25% (13) 8,6% (3) 1,5% (1) Cebada desnuda
Panicum miliaceum 12,2% (6) 1,9% (1) 20% (3) 6,7% (1) 5,6% (1) 20% (1) 8,3% (2) 1,5% (1) Mijo
Setaria italica 14,3% (7) 1,9% (1) 6,7% (1) 11,4% (4) 13,3% (2) 22,2% (4) 8,3% (2) Panizo
Triticum aestivum/durum 14,3% (7) 25% (13) 6,7% (1) 14,3% (5) 26,7% (4) 16,7% (3) 25% (1) 16,7% (4) 35,7% (5) 31,8% (21) Trigo común
Trititicum dicoccum 14,3% (7) 3,8% (2) 20% (3) 8,6% (3) 6,7% (1) 11,1% (2) 25% (1) 12,5% (3) 1,5% (1) Trigo almidonero
Triticum monococcum 2% (1) 2,9% (1) Escaña
Legumi-
nosas
Lathyrus cicera/sativus 4,1% (2) 8,3% (2) 9,1% (6) Almorta
Lens culinaris 6,1% (3) 20% (3) 8,6% (3) 26,7% (4) 5,6% (1) 12,5% (3) 1,5% (1) Lenteja
Pisum sativum 3,8% (2) 6,7% (1) 2,9% (1) 1,5% (1) Guisante
Vicia faba var. minor 3,8% (2) 20% (1) 7,1% (1) 1,5% (1) Haba
Vicia sativa 2% (1) 2,9% (1) Arveja
Frutales
Ficus carica 6,1% (3) 22,2% (2) 8,3% (2) Higo
Prunus avium/cerasus 2,9% (1) Cereza
Vitis vinifera 8,2% (4) 44,4% (4) 1,9% (1) 6,7% (1) 5,6% (1) 8,3% (2) 14,3% (2) 13,6% (9) Uva
Linum usitatisimum 11,1% (1) Lino
Medicago sativa 1,9% (1) Alfalfa
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 337
Fig. 4. Tabla (página anterior) y gráficos correspondientes a la zona Llobregat-Ebro. La tabla muestra 
las frecuencias relativas y absolutas (entre paréntesis) de los taxones de plantas cultivadas recuperados 
en diversos yacimientos según la fase cronológica correspondiente. Los gráficos establecen la comparación 
diacrónica de las frecuencias relativas entre cereales, leguminosas, frutales y otras plantas cultivadas (a), 
entre las especies de cereales (b) y entre las especies de leguminosas (c).
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I Edad
del Hierro
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
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I Edad
del Hierro
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Hordeum vulgare
Hordeum vulg.
var nudum
Panicum miliaceum
Setaria italica
Trit. aestivum/durum
Trit. dicoccum
Trit. monococcum
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I Edad
del Hierro
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Lathyrus cicera/sativus
Lens culinaris
Pisum sativum
Vicia faba var. minor
Vicia sativa
c)
338 GUILLEM PÉREZ JORDÀ, NATÀLIA ALONSO MARTÍNEZ Y MARÍA DEL PILAR IBORRA ERES
En cuanto al Ibérico Antiguo tres yacimientos presentan fases de este período, 
Turó de la Font de la Canya (Avinyonet del Penedés) (López, 2004), Can Xercavins y 
Turó de ca n’Olivé (ambos en Cerdanyola del Vallès) (Alonso Martínez, 2007). 
En estos casos el porcentaje de cereales incluso aumenta, sobrepasando el 80% de 
las menciones, siendo mucho menor el de leguminosas y frutales. Entre los primeros 
continúa siendo la más representada la cebada vestida, seguida del trigo desnudo, 
marcando ambos a partir de este momento ya una diferencia clara respecto al resto 
de cereales, que sin embargo (aunque con pocas menciones) siguen estando presentes. 
En cuanto a las leguminosas la única especie presente es la lenteja, y el único frutal 
es la viña.
Respecto a la zona ampurdanesa (Fig. 5), la información sobre la Primera Edad 
del Hierro corresponde a una fuente de especial importancia que desgraciadamente 
no hemos podido incluir en la cuantificación:se trata de Sant Martí d’Empúries, que 
en su segunda fase corresponde a un poblado indígena con una cronología que abarca 
hasta el 580 a.C., y en su tercera fase al asentamiento arcaico de la colonia focea, entre 
580 y 520/500 a.C. (Buxó Capdevila, 1999). En ambas fases los cereales son los taxones 
más representados, siendo la cebada preponderante, seguida de los trigos vestidos y 
desnudos, así como de los mijos. La lenteja y el guisante están presentes, así como 
el lino, la vid y el olivo.
Ya en el Ibérico Antiguo la información se diversifica, añadiendo a la colonia de 
Empúries (Buxó Capdevila, 1989), los yacimientos indígenas de Puig de Sant Andreu 
e Illa d’en Reixac (Ullastret, Baix Empordà) (Buxó Capdevila, 1997) (Fig. 5). Continúan 
estando presentes las plantas mencionadas en el período anterior, y en proporciones 
similares, excepto el olivo.
Por su parte, el Llano Occidental Catalán proporciona para este período muestras 
procedentes de la fortaleza de Els Vilars (Arbeca, les Garrigues) (Alonso Martínez, 
1999) y del Tozal de los Regallos (Candasnos, Baix Cinca) (Alonso Martínez, 1999) 
(Fig. 6). En los dos casos los cereales representan la gran mayoría de las menciones, 
siendo la especie más importante la cebada vestida, seguida por el trigo desnudo y 
el almidonero. Las leguminosas son muy poco importantes, con una única mención 
de lenteja, no recuperándose ningún ejemplar de frutal, aunque sí se cuenta con una 
mención de lino.
En esta zona solamente la fortaleza de Els Vilars presenta niveles del Ibérico 
Antiguo, siendo, una vez más, los cultivos mejor representados los cereales, de una 
manera reiterativa la cebada vestida y el trigo desnudo, aunque en frecuencia muy 
similar. La lenteja es también la leguminosa más común, aunque cabe añadir el haba 
en esta zona, y entre los frutales nuevamente la uva –que supera en frecuencia a las 
leguminosas– y el higo son los únicos frutos recuperados.
Finalmente, el área celtibérica sólo dispone de dos yacimientos con información lo 
suficientemente solvente en el valle del Duero: Soto de Medinilla (Valladolid) (Cubero 
Corpas, 1995 y 1999) y La Era Alta (Melgar de Abajo, Valladolid) (Cubero Corpas, 
1995) (Fig. 7). Los cereales son claramente preponderantes –casi únicos durante toda 
la Edad del Hierro– aunque se observa una distribución de frecuencias más repartida 
entre las diversas especies, si bien cabe tener en cuenta que se trata en general de 
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 339
muestras muy reducidas y por tanto la interpretación es difícil. En el valle del Ebro los 
datos del Cabezo de la Cruz (Zaragoza) (Pérez Jordà, inédito) han podido constatar la 
introducción de la viticultura ya en el siglo VII a.C., con un peso destacado; aunque 
son los cereales los más frecuentes y entre ellos parece observarse un equilibrio entre 
la cebada vestida, el mijo y el trigo desnudo.
Durante la Primera Edad del Hierro cabe destacar de forma general la importancia 
de los cereales, fundamentalmente de la cebada vestida y del trigo desnudo, siendo 
el resto de tipos de cultivos menos frecuente. Sólo parece resaltar un mayor peso de 
los cereales de ciclo corto (mijo y panizo) en los yacimientos catalanes (Fig. 8). Las 
leguminosas proporcionan muchas menos menciones, aunque se observa una mayor 
representación en la zona del Llobregat-Ebro. Esta última es la única de la mitad norte 
que presenta una frecuencia destacada de la vid (fundamentalmente en yacimientos 
tarraconenses), de la misma forma que en el País Valenciano y ya en momentos más 
avanzados en Extremadura. Plantas como el lino, la camelina o la alfalfa sólo se do-
cumentan de forma puntual en el Llano Occidental Catalán y en Llobregat-Ebro.
Respecto a los frutales cabe destacar la importancia de la vid, sobretodo en ya-
cimientos indígenas muy ligados al mundo colonial fenicio (Alt de Benimaquia, Turó 
de la Font de la Canya), aunque en la colonia de Rábita/Fonteta sea escasa. La uva 
también está presente en Sant Martí d’Empúries con cronologías de siglo VII a.C., 
aunque con muy pocos restos, pero demostrando la importancia de este cultivo en el 
contexto colonial griego (Buxó Capdevila, 1999).
1.2. La Segunda Edad del Hierro y el Ibérico Pleno
En Extremadura, los datos de esta fase provienen exclusivamente de los sondeos 
de La Alcazaba de Badajoz. Los cereales son el grupo más destacado, con porcentajes 
iguales para la cebada vestida, los trigos desnudos y la escanda. Leguminosas y frutales 
tienen unas frecuencias iguales, aunque la pobreza de la muestra resta importancia a 
este dato y de hecho sólo se documenta el haba y la vid como cultivos (Fig. 2).
Por lo que respecta al País Valenciano es en el Ibérico Pleno cuando el registro 
es más amplio, especialmente en los últimos momentos. Los datos provienen del Tos 
Pelat (Montcada) (Pérez Jordà, inédito), La Bastida (Moixent) (Díes Cusí et al., 1997; 
Pérez Jordà et al., 2000), Los Villares (Caudete de las Fuentes) (Pérez Jordà et al., 2000) 
y El Castellet de Bernabé (Llíria) (Pérez Jordà, 2003), aunque hay materiales aislados 
recogidos en otros asentamientos. En los niveles de finales del siglo V y el IV a.C. ya 
empezamos a encontrar un equilibrio entre el grupo de cereales y el de los frutales, 
lo que constituye una de las características del registro carpológico durante toda la 
Segunda Edad del Hierro en toda esta área. Se mantiene la cebada vestida como 
principal cereal y los trigos desnudos tienen un papel secundario por encima de los 
mijos y los trigos vestidos.
En algún caso, parece observarse una relación entre una mayor presencia de 
trigos desnudos y de mijos en aquellos asentamientos que cuentan con unos suelos 
de mejor calidad, como sería el caso de La Bastida, frente a otros como El Castellet 
de Bernabé que cuentan con suelos menos profundos y pedregosos y que presentan 
un menor peso de los trigos desnudos y un peso mayor de los vestidos. Este hecho 
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Empordà
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Ullastret
Buxó, 1997
Empúries
Buxó, 1989
Illa 
d’en Reixac
Buxó, 1997
Pontós
Canal, 2003
Ullastret
Buxó, 1997
Illa d’en Reixac
Buxó, 1997
Nº muestras 14 3 3 5 3 9 25
Cereales
Avena sativa 2,9% (1) 4% (10) 3,6% (2) 3,9% (3) Avena
Hordeum vulgare 40% (14) 27,3% (3) 18,2% (2) 16,9% (42) 14,5% (8) 15,8% (12) 40% (4) 16,7% (1) 40% (8) 34,1% (15) Cebada vestida
Hordeum vulg. var nudum 9,1% (1) Cebada desnuda
Panicum miliaceum 18,2% (2) 11,7% (29) 12,7% (7) 14,5% (11) 16,7% (1) 5% (1) 9,1% (4) Mijo
Setaria italica 25,7% (9) 9,1% (1) 18,1% (45) 9,1% (5) 14,5% (11) 50% (3) 20% (4) 13,6% (6) Panizo
Triticum aestivum/durum 17,1% (6) 9,1% (1) 18,2% (2) 14,9% (37) 12,7% (7) 11,8% (9) 30% (3) 10% (2) 13,6% (6) Trigo común
Trititicum dicoccum 9,1% (1) 13,3% (33) 12,7% (7) 6,6% (5) 20% (2) 5% (1) Trigo almidonero
Triticum monococcum 9,1% (1) 0,8% (2) Escaña
Leguminosas
Lathyrus cicera/sativus 2,4% (6) 9,1% (5) 2,6% (2) 4,5% (2) Almorta
Lens culinaris 8,6% (3) 9,1% (1) 3,6% (9) 7,3% (4) 1,3% (1) 10% (2) 4,5% (2) Lenteja
Pisum sativum 9,1% (1) 4,8% (12) 5,5% (3) 5,3% (4) 9,1% (4) Guisante
Vicia ervilia 1,8% (1) Yero
Vicia faba var. minor 2,6% (2) 10% (1) Haba
Vicia sativa 5,7% (2) 1,6 % (4) Arveja
Frutales
Corylus avellana 0,4% (1) 1,8% (1) Avellana
Ficus carica 1,2% (3) 1,8% (1) 3,9% (3) Higo
Juglans regia 0,4% (1) Nuez
Olea europaea 1,3% (1) 2,3% (1) Oliva
Vitis vinifera 18,2% (2) 18,2% (2) 5,2% (13) 3,6% (2) 13,2% (10) 16,7% (1) 10% (2) 6,8% (3) Uva
Artesanales y otras
Camelina sativa 2,3% (1) Camelina
Linum usitatisimum 9,1% (1) 0,4% (1) Lino
Medicago sativa 9,1% (1) 3,6% (2) 2,6% (2) Alfalfa
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 341
Fig. 5. Tabla (página anterior) y gráficos correspondientes al Empordà. La tabla muestra las frecuenciasrelativas y absolutas (entre paréntesis) de los taxones de plantas cultivadas recuperados en diversos 
yacimientos según la fase cronológica correspondiente. Los gráficos establecen la comparación diacrónica 
de las frecuencias relativas entre cereales, leguminosas, frutales y otras plantas cultivadas (a), entre las 
especies de cereales (b) y entre las especies de leguminosas (c).
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Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
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Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Hordeum vulgare
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Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Lathyrus cicera/sativus
Lens culinaris
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Vicia ervilia
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Llano Occidental Catalán
Primera Edad del Hierro Ib. Ant. Ib. Pleno
Els Vilars
Alonso, 1999
Tozal 
de los Regallos
Alonso, 1999
Els Vilars
Alonso, 1999
Roques 
del Sarró
Alonso, 1999
Missatges
Alonso, 
2007
Nº muestras 65 5 44 5 21
Cereales
Hordeum vulgare 40% (10) 33,3% (2) 34,7% (26) 25% (1) 16,7% (3) Cebada vestida
Hordeum vulg. var nudum 2,7% (2) 11,1% (2) Cebada desnuda
Panicum miliaceum 4% (1) 16,7% (1) Mijo
Setaria italica 16,7% (1) 6,7% (5) Panizo
Triticum aestivum/durum 24% (6) 29,3% (22) 75% (3) 44,4% (8) Trigo común
Trititicum dicoccum 28% (7) 16,7% (1) 13,3% (10) 5,6% (1) Trigo almidonero
Leguminosas
Lathyrus cicera/sativus 11,1% (2) Almorta
Lens culinaris 4% (1) 2,7% (2) Lenteja
Vicia faba var. minor 1,3% (1) Haba
Frutales
Ficus carica 1,3% (1) Higo
Vitis vinifera 8% (6) 11,1% (2) Uva
Artesanales y otras Linum usitatisimum 16,7% (1) Lino
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 343
Fig. 6. Tabla (página anterior) y gráficos correspondientes al Llano Occidental Catalán. La tabla 
muestra las frecuencias relativas y absolutas (entre paréntesis) de los taxones de plantas cultivadas 
recuperados en diversos yacimientos según la fase cronológica correspondiente. Los gráficos establecen la 
comparación diacrónica de las frecuencias relativas entre cereales, leguminosas, frutales y otras plantas 
cultivas (a), entre las especies de cereales (b) y entre las especies de leguminosas (c).
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I Edad
del Hierro
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Hordeum vulgare
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var nudum
Panicum miliaceum
Setaria italica
Trit. aestivum/durum
Trit. dicoccum
Avena sativa
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I Edad
del Hierro
Ibérico Antiguo Ibérico Pleno
Lathyrus cicera/sativus
Lens culinaris
Vicia faba var. minor
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Celtiberia
Primera Edad del Hierro Segunda Edad del Hierro
Soto 
de Medinilla
Cubero, 1999
La Era Alta
Cubero, 1995
Cerro 
del Castillo
Cubero, 1995
La Era Alta
Cubero, 1995
Nº muestras 7 4 3 5
Cereales
Hordeum vulgare 25% (3) 50% (3) 33,3% (3) 20% (3) Cebada vestida
Hordeum vulg. var nudum 11,1% (1) Cebada desnuda
Panicum miliaceum 6,7% (1) Mijo
Triticum aestivum/durum 41,7% (5) 16,7% (1) 33,3% (3) 26,7% (4) Trigo común
Trititicum dicoccum 25% (3) 16,7% (1) 20% (3) Trigo almidonero
Triticum monococcum 16,7% (1) 22,2% (2) 20% (3) Escaña
Leguminosas Vicia faba var. minor 8,3% (1) Haba
Artesanales y otras Linum usitatisimum 6,7% (1) Lino
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 345
Fig. 7. Tabla (página anterior) y gráfico correspondientes a la Celtiberia. La tabla muestra las 
frecuencias relativas y absolutas (entre paréntesis) de los taxones de plantas cultivadas recuperados 
en diversos yacimientos según la fase cronológica correspondiente. El gráfico establece la comparación 
diacrónica de las frecuencias relativas entre las especies de cereales.
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I Edad del Hierro II Edad del Hierro
Hordeum vulgare
Panicum miliaceum
Trit. aestivum/durum
Trit. dicoccum
Trit. monococcum
Fig. 8. Gráfico comparativo de la frecuencia relativa de los grandes grupos de plantas cultivadas por 
zonas y por períodos cronológicos.
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Artesanales
Otros frutales
Viña
Leguminosas
Cereales
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I Edad Hierro Ibérico Antiguo Ibérico PlenoO
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ca. 800-525 a.n.e ca. 525-425 a.n.e ca. 425-250 a.n.e
346 GUILLEM PÉREZ JORDÀ, NATÀLIA ALONSO MARTÍNEZ Y MARÍA DEL PILAR IBORRA ERES
coincide con un mayor peso de los cultivos de frutales en estos últimos. De confir-
marse esta tendencia en otros asentamientos, podríamos pensar que la elección de 
las especies en parte estaría condicionada por las características de los suelos de cada 
una de las zonas.
Las leguminosas tienen durante el Ibérico Pleno una mayor presencia y al mismo 
tiempo hay una mayor variedad de especies. Es cierto que en parte puede estar re-
lacionado con el hecho de que en asentamientos como La Bastida o El Castellet de 
Bernabé el material se haya conservado por el incendio que los destruye. De cualquier 
modo, son el grupo que presenta unos índices menores incluso en aquellos yacimientos 
en los que la carbonización del material se produce por un incendio, por lo que no 
podemos considerar una conservación diferencial.
Entre los frutales la vid, el olivo y la higuera son los que presentan unos índices 
más destacados, mientras que otros como el almendro, el granado y posiblemente 
manzanos o perales tienen una presencia menor. En todo caso el peso de los frutales 
y la variedad de especies es una de las características más destacadas del registro de 
esta área. No podemos olvidar que en ella se han documentado tanto almazaras como 
lagares en diferentes asentamientos, por lo que parece que la producción de vino y 
de aceite es una actividad muy extendida.
En la zona Llobregat-Ebro, los yacimientos implicados son los mismos que para 
el Ibérico Antiguo: Turó de la Font de la Canya (Avinyonet del Penedés) (López, 2004), 
Can Xercavins y Turó de ca n’Olivé (ambos en Cerdanyola del Vallès) (Alonso Martí- 
nez, 2007), añadiéndoles los resultados de El Puig de la Nao de Benicarló (Cubero 
Corpas, 1995). Las proporciones en las frecuencias son similares, con una clara pre-
ponderancia de los cereales, aumentando ligeramente la importancia de la cebada 
vestida respecto al trigo desnudo, el cual continúa siendo claramente el segundo cul-
tivo más frecuente. La variedad de leguminosas vuelve a ser similar a la del momento 
anterior, aumentado claramente el porcentaje de la almorta y del haba, respecto a las 
lentejas.
Entre los frutales únicamente la viña y la higuera están presentes, mostrando pues 
esta zona una clara diferencia respecto a la valenciana, mucho más rica en menciones 
de frutales, como acabamos de ver.
En la zona del Empordà, tres yacimientos ofrecen información sobre la época ibérica 
plena: Puig de Sant Andreu e Illa d’en Reixac (Ullastret, Baix Empordà) y Mas Castellar 
(Pontós, Alt Empordà) (Fig. 5). Los tres asentamientos indígenas están claramente bajo 
la influencia del mundo colonial griego centrado en la colonia emporitana.
Los porcentajes de menciones, sin embargo, no son muy diferentes a losdel 
resto de zonas catalanas. Respecto al Ibérico Antiguo los cereales son preponderantes, 
sobretodo la cebada vestida y el trigo desnudo, aunque muestra cierta importancia el 
mijo, y, en algún caso, se propone la posible adscripción de los ejemplares de avena 
identificados a la avena cultivada (Canal y Buxó Capdevila, 2003). Las leguminosas 
son, como en el resto del mundo ibérico, cultivos secundarios, y entre ellas también 
aquí las leguminosas son las más frecuentes.
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 347
Los frutales presentan en este período una variabilidad mayor, conociéndose la 
presencia de avellano, nogal y olivo, además de la viña y la higuera, ya frecuentes 
en anteriores períodos. Se ha de añadir la presencia de cultivos forrajeros o con una 
posible utilización artesanal como la alfalfa y el lino.
En el Llano Occidental Catalán, respecto a esta fase cabe añadir a Els Vilars, los 
yacimientos de Roques del Sarró (Lleida, el Segrià) (Alonso Martínez, 1999) y Els 
Missatges (Claravalls, Urgell) (Alonso Martínez, 2007), los dos ubicados a finales del 
siglo III a.C. (Fig. 6), así como El Tossal de les Tenalles (Sidamon, Pla d’Urgell) y 
Margalef (Torregrossa, Pla d’Urgell) (Alonso Martínez, 1999), de la misma cronología 
y que no se han integrado en las tablas al disponer solamente de una muestra en 
cada caso. Sin embargo cabe mencionarlos ya que el primero proporciona los prime-
ros ejemplares de avena cultivada en la zona (sin dudas en la identificación debido 
a la conservación de las cubiertas), y el segundo aporta información sobre diversas 
leguminosas, muy escasas en la zona.
Las proporciones en las menciones por tipos de cultivos continúan siendo si- 
milares, con una preponderancia muy destacada de los cereales, aunque en este caso 
se observa una inversión en la representación de cebada y trigo desnudo, correspon-
diendo a este último la frecuencia más elevada. Las leguminosas continúan estando 
muy poco representadas, así como los frutales, de los que sólo disponemos de pepitas 
de uva.
Los datos de la Segunda Edad del Hierro en gran parte vienen a señalar una con-
tinuidad con la fase anterior. El predominio de los cereales es una constante que sólo 
parece reducirse en el País Valenciano ante el gran peso que adquieren los frutales, 
con una destacada diversidad de cultivos. Esta diversificación debe ser un fenómeno 
bastante generalizado al menos en la mitad sur peninsular, como parecen indicar 
los datos extremeños y los escasos recuperados en algunos yacimientos castellano-
manchegos, aunque falta contrastarlos especialmente en Andalucía.
1.3. Los nuevos cultivos de la Edad del Hierro: la difusión de los frutales
A lo largo de la Prehistoria peninsular se constata la presencia de restos de di-
ferentes frutales en momentos anteriores a la Edad del Hierro, como el acebuche u 
olivo, la vid y la higuera. Sólo en el caso del primero se plantea una explotación/do-
mesticación desde el Calcolítico/Bronce (Terral et al., 2004 y 2005), mientras que para 
la higuera y la vid los datos son más puntuales (Stika, 1988; Buxó Capdevila, 1997). 
Sin embargo, como ya hemos comentado anteriormente, no será hasta la Edad del 
Hierro que se consolidará la implantación de la arboricultura, convirtiéndose en una 
de las características de la agricultura peninsular del momento. 
A partir de finales del siglo VIII y durante el siglo VII a.C. comenzamos a obser-
var con frecuencia la presencia de diferentes frutales, y en especial de la vid, tanto en 
asentamientos coloniales fenicios (Chamorro, 1994; Català, 1999; Pérez Jordà, 2007) 
como en indígenas (Iborra Eres et al., 2003; López, 2004; Cubero Corpas, 1993). Estos 
datos, que en una primera fase se concentran en asentamientos costeros, parecen tener 
una rápida difusión hacia el interior peninsular al menos por el valle del Ebro a finales 
348 GUILLEM PÉREZ JORDÀ, NATÀLIA ALONSO MARTÍNEZ Y MARÍA DEL PILAR IBORRA ERES
del VII a.C. (Pérez Jordà, inédito; Cubero Corpas, 1990 y 1998), lo que nos lleva a 
reflexionar sobre la interpretación que le hemos de dar a los distintos datos sobre Vitis 
sp. que de forma puntual se han ido señalando en el Llano Occidental Catalán (Alonso 
Martínez, 1999) o en el interior del País Valenciano (Pérez Jordà et al., 2000).
Por el momento, resulta difícil determinar, por su escasa frecuencia, si estos ma-
teriales son el reflejo del desarrollo de una viticultura local o por el contrario si estos 
productos están llegando junto con otras importaciones desde la costa. Los datos del 
Cerro de la Cruz (Zaragoza) (Pérez Jordá, inédito) y del Alto de la Cruz (Navarra) 
(Cubero Corpas, 1990; 1998), por el contrario, son una prueba clara del asentamiento 
de la viticultura en el Valle del Ebro desde al menos finales del siglo VII a.C., mientras 
que en Extremadura no la tenemos constatada por el momento hasta el siglo V a.C. 
La pobreza y desequilibrio territorial del registro actual nos impide por el momento 
tener una lectura real del desarrollo de este fenómeno en la Península Ibérica.
La reciente publicación de análisis de ADN sobre vides silvestres y cultivadas 
(Arroyo García et al., 2002) en el Mediterráneo señala que no hay una introducción 
de variedades cultivadas desde el Mediterráneo oriental, sino que en cada una de las 
zonas se utilizan los pies de las vides silvestres para el desarrollo de las variedades 
cultivadas. A falta de confirmar estos datos con material arqueológico, podemos plantear 
que, siguiendo esta hipótesis, los colonos aportarían principalmente sus conocimientos 
técnicos para el desarrollo de la viticultura y de la elaboración del vino, ya que por 
el momento no tenemos datos para plantear un desarrollo de esta actividad anterior 
al siglo VII a.C.
La generalización de la arboricultura parece ser por el contrario un proceso con 
un desarrollo diferencial en las diferentes áreas. En Cataluña, sólo en la zona sur y 
durante la Primera Edad del Hierro tiene un cierto peso. Por el contrario en el País 
Valenciano es una de las características más destacadas durante todo el período y junto 
a una alta frecuencia, observamos una importante diversidad de especies cultivadas 
(higuera, almendro, granado, manzano). En Extremadura, al menos desde el siglo V a.C. 
ya se ha implantado con una cierta diversidad. Mientras que los datos de Andalucía 
son muy escasos y aunque tampoco son abundantes en Castilla-La Mancha sí que 
destaca la documentación de algunos frutales como es el caso del almendro, el gra-
nado, los manzanos y los ciruelos en Alarcos (Pérez Jordà, inédito) y en El Amarejo 
(Broncano Rodríguez, 1989).
2. LA GANADERÍA Y LA CAZA: EVOLUCIÓN DE LAS FAUNAS 
DE LA EDAD DEL HIERRO
En las páginas siguientes trataremos de realizar una valoración general de la gana-
dería y la caza en la Península Ibérica durante la Edad de Hierro, siendo conscientes 
de la problemática metodológica y de la dispersión de datos que hemos señalado en 
el capítulo introductorio. Para comparar las zonas geográficas por fases cronológicas 
se trabaja con la media de las frecuencias relativas del número de restos (NR) y peso 
(W), por muestras y taxones de los yacimientos utilizados.
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 349
2.1. Desde los inicios de la Edad del Hierro hasta finales del siglo V a.C. 
Las colonias y los poblados indígenas
Durante la Primera Edad del Hierro es posible contrastar la frecuencia de especies 
en los poblados indígenas y en los asentamientos coloniales fenicios. A grandes rasgos 
observamos estos comportamientos:
En Extremadura los yacimientos analizados son Aliseda (Cáceres), Alcazaba de 
Badajoz (Badajoz) (Castaños Ugarte, 1998) y Medellín-77 (Badajoz) (Morales, 1977). 
Entre todos ellos suman un conjunto de 630 huesos determinados específicamente, 
entre los que predomina el ganado vacuno, seguido por el grupo de los ovicaprinos. 
Se apunta la disminuciónde los restos de caballo respecto a períodos anteriores, así 
como un aumento de las especies silvestres (Castaños Ugarte, 1998: 67).
Para el Orientalizante Tardío o Postorientalizante el edificio de La Mata (Cáce-
res) aporta un conjunto numeroso, suficiente para caracterizar este momento, si bien 
por tratarse de un único asentamiento, no podemos generalizar estos datos. Según 
Castaños, la cabaña de los bovinos, cuantitativa y cualitativamente, es la principal con 
un modelo de aprovechamiento secundario. El grupo de los ovicaprinos ocupa un se-
gundo lugar, con un aprovechamiento pecuario de tipo mixto, cárnico y de productos 
secundarios. La presencia de cerdos, équidos y silvestres es bastante menor (Castaños 
Ugarte, 2000) (Fig. 9).
En Andalucía Oriental son escasos los yacimientos con datos de fauna publicados. 
Disponemos de las valoraciones realizadas por Ruiz y Molinos (1993) para este terri-
torio. En los yacimientos de Puente Tablas IV y La Muela, Cástulo (Linares) (Morales 
y Cabrera, 1981: 245-256) localizados en la zona del Alto Guadalquivir se observa una 
mayor presencia de ganado vacuno, al igual que ocurre para la zona extremeña, tanto 
en restos como en peso. A esta cabaña, siguen los ovicaprinos y los cerdos.
Para Andalucía Occidental hemos seguido el trabajo de Roselló y Morales (1994), 
donde se analizan varios asentamientos, tanto poblados indígenas como colonias. De 
este trabajo y de los yacimientos publicados, como El Cerro del Villar (Aubet Semmler 
et al., 1999), Cerro Macareno (Amberger, 1985), Tejada la Vieja y Setefilla (Estévez, 
1983), hemos seleccionado aquellos que contaban con muestras superiores a 200 restos 
determinados específicamente y cuyas fases cronológicas están bien diferenciadas. En 
la figura 10, se presentan los datos de los siguientes asentamientos: Castillo de Doña 
Blanca, Peñalosa, Carambolo, Puerto 10, todos ellos recogidos en Roselló y Morales 
(1994) junto con los de la colonia de Toscanos (Uerpmann y Uerpmann, 1973) y los 
del yacimiento de Lebrija (Bernáldez y Bernáldez, 2000). En todos ellos el grupo de 
los ovicaprinos es el principal, seguido por los bovinos, mientras que los équidos son 
escasos. El cerdo y las especies silvestres tienen una importancia variable; en el nivel 
reciente de El Castillo de Doña Blanca y en el de Peñalosa los restos de los animales 
cazados son más numerosos, mientras que en Peñalosa, Puerto 10 y Lebrija los de 
porcino están mejor representados (Fig. 10).
En el País Valenciano, asentamientos como El Torrelló del Boverot (Almassora, 
Castelló), Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia), Vinarragell (Borriana, Castelló) 
Albalat de la Ribera (Valencia), Puig de la Misericordia (Vinarós, Castelló) (Castaños 
350 GUILLEM PÉREZ JORDÀ, NATÀLIA ALONSO MARTÍNEZ Y MARÍA DEL PILAR IBORRA ERES
Ugarte, 1994-a) y Puig de la Nau (Castelló) (Castaños Ugarte, 1995), nos ofrecen 
conjuntos faunísticos en los que se observan cambios entre los siglos VII y V a.C. 
(Iborra Eres, 2004). En todos los yacimientos de la Primera Edad del Hierro las ovejas 
y cabras son el grupo de especies más numeroso a excepción de Albalat de la Ribera, 
donde se observa un predominio de bovinos, aunque la muestra es muy escasa. En 
biomasa se dan dos comportamientos: dominio de bovinos en los asentamientos más 
próximos a la costa, como Vinarragell y la colonia de La Rábita/Fonteta y de los ovi-
caprinos en los localizados en zonas del interior. Una diferencia importante respecto 
a períodos anteriores es la aparición de especies nuevas, como el asno y el gallo en 
los yacimientos de Los Villares, Vinarragell y Torrelló del Boverot, que sin duda son 
aportaciones del mundo colonial.
Durante el Ibérico Antiguo, se consolida el predominio del grupo de las ovejas y 
las cabras, seguidos por el cerdo, bovino, caballo y las especies silvestres. Sin embargo, 
al considerar el peso de los huesos, el ganado vacuno adquiere la misma importancia o 
mayor que el grupo de los ovicaprinos, en tres de los asentamientos analizados como 
en El Torrelló del Boverot, Torre de Foios y la colonia de La Fonteta. En el caso de 
La Rábita/Fonteta, esta relevancia del ganado vacuno puede relacionarse con el tipo 
de emplazamiento, una zona costera junto a la desembocadura del Segura, mientras 
que en los otros yacimientos esta importancia del bovino obedecería a otras causas, 
actualmente difíciles de valorar (Fig. 11).
Para Cataluña (Fig. 12) en la zona del Empordá, contamos con el yacimiento de 
Illa d’en Reixac (Casellas, 1999-a), donde los ovicaprinos son el grupo de especies 
de mayor importancia relativa y sólo a partir de la fase V disminuye su frecuencia a 
favor de los bovinos. El cerdo ocupa un segundo lugar y en cuanto a peso un tercero, 
siendo su importancia bastante regular en toda la secuencia. A la hora de establecer 
pautas en los modelos de explotación ganadera estos datos se manejan en conjunto 
y no por fases, por lo que no sabemos si hay cambios en los diferentes momentos 
cronológicos. Según las cohortes de edad y el sexo se propone una explotación de lana 
y leche en el grupo de los ovicaprinos; una explotación cárnica en el cerdo y para el 
bovino cárnica y como fuerza de tiro.
Otro yacimiento de la zona es Sant Martí d’Empuries (Casellas, 1999-b). Las fases 
que utilizamos son la fase II de la Edad del Hierro y la fase III de época griega arcaica. 
Según la autora en la fase II, las especies más abundantes son los ovicaprinos, a los 
que siguen los bovinos y los cerdos. Al final de la fase varía el modelo de explotación: 
aumenta el número de restos de caballo y los restos de silvestres. Para la fase III, 
griega-arcaica, el primer grupo de especies son los ovicaprinos, pero aumentan los 
cerdos. En la figura 12 presentamos las frecuencias relativas de las especies a partir 
del número de restos determinados por taxón.
Para la zona del Llobregat-Ebro disponemos de más información. En los niveles 
de la Primera Edad del Hierro del yacimiento de El Barranc de Gàfols (Ginestar) (Al-
bizuri y Nadal, 2000), se distinguen dos conjuntos, uno del siglo VII y otro del VI a.C. 
Los autores señalan que la ganadería estaba completamente establecida, con un pre-
dominio de los ovicaprinos y con más cabra que oveja, y que la caza era marginal. El 
mismo predominio de ovicaprinos se documenta en los silos de la UAB (Albizuri et al., 
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Extremadura
Equido Bovino Ovicaprino Porcino O. domésticos Silvestres
NRD 
tx.
% NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso
Orientalizante
Aliseda Castaños, 1999 101 66 82,24 19 6,41 8 3,73 7 7,62
Medellín 77/
Alcazaba
Castaños, 1998 530 0,57 43,02 30,56 12,45 2,45 10,95
Orientalizante 
Tardío
La Mata
Castaños, 2004 1.233 3,2 5,51 58,9 78,51 30,4 9,5 4,3 2,3 0,15 0,12 3,05 4,08
Segunda Edad 
Hierro
Castaños, 1998 3.915 2,86 25 40 15 2,94 14,2
Fig. 9. Frecuencia relativa del NR y Peso de las especies determinadas en Extremadura desde el Período Orientalizante hasta la II Edad del Hierro.
Andalucía Occidental
NRD 
tx.
Equido Bovino Ovicaprino Porcino O. domésticos Silvestres
% NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso
Siglo VIII a.C.
Castillo de D. Blanca A Roselló-Morales, 1994 654 12,6 73,2 5,9 1,2 7,1
Peñalosa Roselló-Morales, 1994 235 1,28 17,02 45,53 19,57 16,6
Carambolo Roselló-Morales, 1994 578 33,45 46,45 14,21 0,17 5,72
Siglo VII a.C.
Toscanos Uerpmann-Uerpmann, 1973 3.481 0,08 33,1 56,2 7,94 0,46 2,22
Castillo de D. Blanca M Roselló-Morales, 1994 215 9,72 75 7,87 0 7,41
Puerto 10.3 Roselló-Morales, 1994 375 24,9 50,1 12 2,9 10,1
Siglos VII-VI a.C.
Castillo de D. Blanca R Roselló-Morales, 1994 797 11,42 70,51 2,89 0,38 14,8
Puerto 10.2 Roselló-Morales, 1994 224 21,82 56,72 13,96 1,92 5,58
Lebrija Bernáldez- Bernáldez, 2000 220 22,61 51,78 56,52 34,36 17,83 13,43 0,440,15 2,6 0,28
Ibérico Pleno
Lebrija Bernáldez- Bernáldez, 2000 340 4,26 10,88 26,24 52,19 26,95 20,3 32,62 15,13 4,97 0,62 4,96 0,88
Acinipo Riquelme-Morales, 2000 1.881 0,37 20,73 54,67 13,13 0,37 10,73
Ronda Ciudad Riquelme-Morales, 2000 1.123 0,87 22,44 32,42 12,1 0,17 32
Fig. 10. Frecuencia relativa del NR y Peso de las especies determinadas en Andalucía Occidental desde el Período Orientalizante hasta la II Edad del 
Hierro.
1985), se trata de 10 silos con 181 restos, a los que siguen los cerdos, los bovinos, el 
caballo y el perro.
Un comportamiento distinto ofrecen las muestras de los yacimientos de La Bauma 
del Serrat del Pont y La Fonollera, en las que se advierte una importancia de los 
bovinos, aunque las muestras son muy reducidas, y Aldovesta (Benifallet, Tarragona) 
(Nadal y Albizuri, 1999), donde el registro faunístico se limita a 53 restos, siendo la 
mayoría de bovino y de caballo, sacrificados a edad adulta.
En el Ibérico Antiguo, en el yacimiento de La Penya del Moro (Miró et al., 1982), 
hay un dominio del grupo de los ovicaprinos, seguido por el cerdo y bovino y una 
escasa presencia de las especies silvestres. En la figura 12 hemos considerado el ma-
terial de la primera fase del 550-500 a.C., ya que la segunda fase, que es del Ibérico 
Pleno tan sólo cuenta con 24 restos.
Para el extenso territorio de la Celtiberia disponemos de datos del valle medio del 
Duero (Morales y Liesau, 1995; 454-511). En los yacimientos del Hierro I de Soto de 
Medinilla (Valladolid), La Mota (Medina del Campo), Cerro del Castillo (Montealegre 
de Campos), La Era Alta (Melgar de Abajo), Roa (Roa) se observa el dominio absoluto 
de los mamíferos domésticos frente a los silvestres. Morales y Liesau (1995) explican 
que se observan dos situaciones que enfrentan Soto de Medinilla y Cerro del Castillo 
con el yacimiento de La Era Alta. En los dos primeros domina el ganado vacuno en 
número de restos y biomasa, mientras que en La Era Alta son el grupo de ovejas y 
cabras más importantes que los bovinos en número de restos, aunque al considerar la 
biomasa este hecho se invierte. En El Cerro del Castillo y en El Soto, según el peso, 
son más importantes los caballos que los ovicaprinos, así como también hay una mayor 
presencia de las especies silvestres.
Para la transición entre Hierro I/II, los datos proceden del yacimiento de La Mota. 
Aquí, según el número de restos destacan los ovicaprinos, seguidos del bovino y por-
cino, mientras que al considerar la biomasa, es el bovino la especie principal, seguida 
de los ovicaprinos, caballo y cerdo (Fig. 13).
De los datos expuestos para las diferentes regiones geográficas (Figs. 14 y 15) du-
rante la Primera Edad del Hierro, observamos que a excepción de Extremadura y Alto 
Guadalquivir, donde predominan los bovinos, en todas las regiones la cabaña formada 
por ovejas y cabras sería la más numerosa, a la que seguirían los bovinos. Mientras 
que el porcino es menos importante, aunque en Cataluña tenga una mayor presencia. 
El resto de las especies domésticas son escasas, el perro es poco numeroso, el caballo 
también es escaso pero más frecuente en la zona del Llobregat-Ebro. Las especies 
silvestres siempre están presentes en todas las regiones aunque con frecuencias bajas, 
y son más frecuentes en el Duero, País Valenciano y Andalucía Occidental.
Si analizamos la importancia de las especies durante la Primera Edad del Hierro 
considerando la biomasa, se reduce el número de yacimientos comparables, ya que 
todos los estudios no ofrecen el peso de los huesos analizados. Sólo disponemos 
de los datos de Extremadura, Andalucía Occidental, Duero y País Valenciano. De la 
comparación se desprende que el ganado vacuno es el más importante en todas las 
áreas geográficas. Dado que los restos analizados son en su mayor parte restos de 
alimentación, cabría deducir que el consumo de vacuno era el más arraigado. A esta 
352 GUILLÉM PÉREZ JORDÀ, NATÀLIA ALONSO MARTÍNEZ Y MARÍA DEL PILAR IBORRA ERES
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País Valenciano
NRD tx.
Equido Bovino Ovicaprino Porcino O. domésticos Silvestres
% NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso
Primera Edad 
del Hierro
Puig Nau Castaños, 1995 331 1,5 14,48 13,5 26,23 67,3 40,47 16,4 18,19 1,5 0,61
Puig Misericordia Castaños, 1994 1.189 0,6 2,16 10 23,66 52,44 28,33 9 10,05 28 35,76
Vinarragell III Iborra, 2004 671 4,32 16,96 19,82 32,06 46,5 26,42 25,34 19,93 0,45 0,07 3,58 4,55
Torrelló Boverot CU Iborra, 2004 418 1,2 1,6 14,35 40,55 63,4 41,28 11,25 5,96 9,8 10,61
Torrelló Boverot HA b Iborra, 2004 407 1,72 4,66 13,76 28,08 52,81 44,51 21,85 16,12 9,84 6,65
Villares Iborra, 2004 702 1,71 5,87 10,53 30,68 69,42 50,02 14,51 10,77 0,14 0,16 3,69 2,5
Albalat Ribera Iborra, 2004 197 4,57 4,45 54,31 63,85 33,5 23,97 7,61 7,74
Fonteta III Iborra, 2004 443 0,45 9,78 20,55 49,73 55,2 22,85 8,6 3,31 0,24 0,49 14,9 13,9
Fonteta VI Iborra, 2004 572 0,52 2,93 21,85 51,66 51,75 28,9 7,69 2,66 18,18 13,86
Fonteta VII Iborra, 2004 259 0,39 4,57 13,13 35,09 62,15 30,51 11,58 7,92 12,74 21,92
Ibérico Antiguo
Torrelló Boverot Iborra, 2004 696 3,02 9,66 11,64 28,45 65,66 45,15 10,2 7,28 0 0 9,48 9,46
Torre Foios Iborra, 2004 541 0,74 2,87 11,28 33,66 65,25 41,64 11,28 10,23 0 0 11,45 11,6
Villares Iborra, 2004 466 1,5 5,1 6,22 26,5 76,2 56,71 13,53 10,65 0,43 0,3 2,16 0,7
Siglos V-IV
Puig Nau Castaños, 1995 2.403 1,33 5,98 11,7 29,4 60,63 35,29 22,67 22,37 3,67 6,96
Castellet de Bernabé Iborra, 2004 355 0,28 0 5,92 15,7 57,18 48,54 24,79 25,45 0,28 0,01 11,54 10,31
Villares Iborra, 2004 80 6,25 20,53 2,5 15,29 75 42,24 10 6,34 6,25 15,6
Pícola Lignereux et al., 2000 594 0 0 14,99 36,1 70,87 45,2 9,6 11,41 0,82 0,03 3,68 7,3
Ibérico Pleno
Bastida siglo IV Iborra, 2004 799 8,53 22,36 15,14 33,27 58,46 32,58 16,52 10,62 0 0 1,29 1,23
Villares Iborra, 2004 195 0,51 3,14 5,13 12,55 65,64 65,32 9,74 11,33 0 0 18,98 7,66
Tossal s. Miguel Iborra, 2004 133 0 0 5,26 6,25 52,63 43,75 18,05 25 12,78 6,25 11,28 18,75
Castellet Bernabé Iborra, 2004 2.448 0,25 0 6,99 13 63,23 65,36 13,93 8,12 0 0 15,62 13,5
Puntal Llops Iborra, 2004 1.086 0,09 0,03 9,39 10,44 52,95 41,09 18,6 22,12 0,09 0,01 18,88 26,31
La Seña Iborra, 2004 302 0,33 0,22 11,59 26,42 57,94 34,15 22,86 13,33 0 0 7,28 25,88
Fig. 11. Frecuencia relativa del NR y Peso de las especies determinadas en el País Valenciano desde la I Edad del Hierro hasta el Ibérico Pleno.
354 
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Cataluña
NRD tx.
Equido
% NR
Bovino
% NR
Ovicaprino
% NR
Porcino
% NR
O. domésticos
% NR
Silvestres
% NR
Primera Edad 
del Hierro
S. Martí Empuries Fase II Casellas, 1999 353 0,57 21,5 50,97 11,6 0,57 14,79
Illa d’En Reixac Fases Ib-III Casellas, 1999 16,67 55,95 22,62 4,66
Illa d’En Reixac Fases III Casellas, 1999 732 1,35 20,27 52,7 18,92 6,75
Mas Castellar siglo VIII-VII Casellas, 1999 119 9,2 24,4 20,2 46,2
Barranc de Gàfols siglo VII Albizuri-Nadal, 1992 173 9,25 71,67 15,03 4,05
Can Roqueta Monton-Martínez, 1999 425 0,94 11,76 41,42 18,82 27,06
Aldovesta Albizuri-Nadal, 1992 53 24,42 37,73 11,32 16,98 9,43
Ibérico 
Antiguo
Illa d’En Reixac Fases IV-V Casellas, 1999 1.080 0,33 14,19 53,92 26,88 0,83 3,84
S. Martí Empuries Fase III Casellas, 1999 362 12,98 51,93 28,45 0,28 6,36
Barranc de Gàfols siglo VI Albizuri-Nadal, 1992 1.162 0,34 5,59 80,12 9,04 4,91
Penya del Moro Fase I Miró et al., 1982 562 7,12 59,43 26,33 0,36 6,76
Ibérico Pleno
Penya Moro Miró et al., 1982 539 7,4 63,3 28,7 0,6
Turo del Vent Miró-Molist, 1982 74 8,11 60,81 31,08
Alorda Park Albizuri-Nadal, 1992 372 1,08 6,18 66,4 19,62 2,69 4,03
L’Esquerda Martí, 1994226 2,13 20,21 39,36 22,34 3,19 12,77
Can Miralles-Can Modolell Miró-Molist, 1982 115 2,61 29,56 40 20 0,87 6,96
Mas Castellar Fase III Casellas, 2002 137 1,4 31 37 16 3 11,6
Mas Castellar Fase III. Ab 38 Noguera, 2002 781 1,2 16,1 63,2 18,2 0,8 0,5
Illa d’en Reixac Fase V Casellas, 1999 672 0,13 16,89 48,4 29,26 0,66 4,66
Illa d’en Reixac Fases V-VI Casellas, 1999 941 0,16 14,48 56,69 25,67 0,55 2,05
Illa d’en Reixac Fase VI Casellas, 1999 3.544 43,64 38,18 16,36 1,82
Fig. 12. Frecuencia relativa del NR de las especies determinadas en Cataluña desde la I Edad del Hierro hasta el Ibérico Pleno.
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 355
especie sigue el grupo de los ovicaprinos y como terceras especies tenemos a los cer-
dos, el caballo y las especies silvestres. Por lo que respecta al caballo, como animal 
consumido, está mejor representado en el Duero y en el País Valenciano que en el 
resto de regiones geográficas.
En cualquier caso, insistimos, es difícil valorar en que medida estas diferencias 
son significativas. En el caso de Extremadura, estamos comparando las muestras de 
tres yacimientos que en total suponen 600 restos, una muestra muy reducida. Y lo que 
nos parece más importante: se trata de asentamientos que pudieron tener funciones 
diferentes dentro de un sistema de explotación regional. Y este comentario debe ha-
cerse extensivo al conjunto de los territorios. No obstante y asumiendo estas cautelas 
podríamos caracterizar esta Primera Edad del Hierro por el predominio de los animales 
domésticos, y aunque a pesar de que son el grupo de ovejas y cabras la cabaña principal 
tanto en colonias como en población indígena (a excepción de Extremadura y Alto 
Guadalquivir) es el ganado vacuno la especie más relevante tanto por su importancia 
en cuanto a aprovechamiento cárnico como por el valor añadido de su explotación 
secundaria. Otra característica de esta Primera Edad del Hierro es la escasa entidad 
del cerdo y de las especies silvestres así como el consumo de caballo, que aunque 
es utilizado como animal de monta, su consumo es más frecuente que en las épocas 
posteriores. Durante esta Primera Edad del Hierro se produce la introducción de dos 
nuevas especies el asno y el gallo por parte de las colonias fenicias, que los indígenas 
incorporan rápidamente.
No obstante, no podemos soslayar que una vía de aproximación a los modelos 
económicos ha de considerar la funcionalidad de los yacimientos y a una escala más 
amplia los diferentes tipos de asentamientos desde la perspectiva de los contactos 
entre colonias y asentamientos indígenas. En las colonias como Toscanos, factoría 
localizada en la costa andaluza y La Rábita/Fonteta, situada junto a la desembocadura 
del Segura en Alicante, se repite el mismo esquema ganadero, en cuanto a frecuencia 
de especies, que en las comunidades indígenas de Andalucía Occidental y del País 
Valenciano. Las particularidades hay que buscarlas en el uso y aprovechamiento de 
los animales para establecer diferencias entre población autóctona y colonos. En varios 
asentamientos del País Valenciano podemos acercarnos a estas diferencias entre estas 
dos poblaciones (Iborra Eres, 2004). En el caso de la colonia de La Rábita/Fonteta se 
observan diferencias en el patrón de sacrificio de los bovinos en relación con otros 
yacimientos indígenas como Los Villares y El Torrelló del Boverot. En la colonia se 
observa el sacrificio de animales juveniles, subadultos y adultos, mientras que en los 
asentamientos indígenas sólo se sacrifican animales mayores de tres años y medio, 
que podemos considerar como adultos. Lo mismo ocurre al observar el cuadro de 
mortandad del grupo de ovicaprinos, con una mayor presión sobre los animales ju-
veniles en el caso de La Rábita/Fonteta y sobre el grupo de infantiles en el caso de 
El Torrelló del Boverot.
Estas pautas que marcan las cohortes de muerte son unos buenos indicadores para 
profundizar en la funcionalidad de los asentamientos. Esta tendencia a la diversifica-
ción en los modelos de explotación parece apuntar a una cierta complementariedad 
no sólo entre colonias y poblados indígenas, sino también entre la población indígena 
356 
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Castilla Mancha, Castilla-León, País Vasco, Aragón, Guadalajara
NRD tx.
Equido Bovino Ovicaprino Porcino O. domésticos Silvestres
% NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso % NR % peso
Primera Edad 
del Hierro
Soto Medinilla II Morales-Liesau, 1995 3.700 9,65 25,42 17,92 39,67 35,95 10,77 9,35 5,18 0,54 0,51 26,59 18,45
Cerro del Castillo Morales-Liesau, 1995 654 7,34 19,46 20,95 47,27 52,75 21,29 11,16 5,46 1,22 0,8 6,57 5,73
Era Alta Morales-Liesau, 1995 104 0,96 5,15 25 61,74 61,54 30,74 6,73 1,32 0,96 0,66 4,8 0,4
Primera/Segunda 
Edad del Hierro
La Mota Morales-Liesau, 1995 11.355 1,33 8,1 19,95 47,79 62,74 30,16 7,87 6,26 0,51 0,34 7,59 7,36
Segunda Edad 
del Hierro
Soto Medinilla III Morales-Liesau, 1995 4.302 3,56 5,88 36,05 64,42 35,38 14,17 14,09 8,84 0,44 0,38 10,49 6,3
Cerro del Castillo Morales-Liesau, 1995 447 0 0 17 37,25 45,64 27,98 19,24 17,03 0,45 0,22 17,67 17,52
Era Alta Morales-Liesau, 1995 1.518 0,46 0,91 45,78 65,02 40,11 18,68 6,59 5,01 0,53 0,35 6,52 10,02
Las Quintanas- Valoria Morales-Liesau, 1995 595 0,68 1,83 50,42 72,77 29,41 9,24 9,24 5,97 0 0 10,25 10,19
M. Astrain Liesau-Blasco, 1999 902 6,87 8,47 45,12 74,21 38,69 11,83 7,1 3,24 0 0 2,22 2,24
Berbeia Liesau-Blasco, 1999 1.218 1,64 9,85 53,2 70,04 25,04 7,52 17,08 11,26 1,32 0 1,72 1,32
La Hoya Liesau-Blasco, 1999 9.457 0,72 5,1 37,38 66,6 20,43 12,8 38,35 9,4 0,13 0,2 2,99 5,1
Urbiena Liesau-Blasco, 1999 1.310 4,05 5,2 69,08 84,9 16,18 6 7,56 3,9 0,61 0 2,52 0
F. Saz Liesau-Blasco, 1999 702 2,85 7,59 17,37 44,32 55,27 32,87 15,53 10,96 0,71 0,37 8,26 3,9
La Coronilla
Molero et al., 1996 
Sánchez-Cerdeño, 1986
2.129 2,82 20,95 69,28 3,94 3,01
Castellar Berrueco Blasco, 1999 844 4,27 88,15 6,28 1,3
Castellazos Blasco, 1999 443 4,51 6,32 68,85 18,96 0,23 1,13
Fig. 13. Frecuencia relativa del NR y Peso de las especies determinadas en la Celtiberia desde la I Edad del Hierro hasta la II Edad del Hierro.
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 357
Orientalizante - I Edad del Hierro
% NR (medias)
0%
20%
40%
60%
80%
100%
Extremadura Duero Andalucía
Occ.
Empordà Llobregat-Ebro País
Valenciano
Silvestres
O.Domésticos
Porcino
O/C
Bovino
Equidos
Fig. 14. Importancia relativa del NR (medias) de las diferentes especies en los territorios considerados 
en el período Orientalizante/I Edad del Hierro.
Orientalizante Tardío - Ibérico Antiguo
%NR (medias)
0%
20%
40%
60%
80%
100%
Extremadura Llobregat-Ebro Empordà País Valenciano
Silvestres
O.Domésticos
Equidos
Porcino
Bovino
O/C
Fig. 15. Importancia relativa del NR (medias) de las diferentes especies en los territorios considerados 
en el período Orientalizante Tardío/Ibérico Antiguo.
358 GUILLEM PÉREZ JORDÀ, NATÀLIA ALONSO MARTÍNEZ Y MARÍA DEL PILAR IBORRA ERES
de un mismo territorio, lo que parece indicar un aumento de la complejidad social 
en estos momentos.
La transición de la primera a la Segunda Edad del Hierro, queda de manifiesto en 
aquellos yacimientos del Orientalizante Tardío e Ibérico Antiguo (Fig. 16). En general 
en la zona de Cataluña y País Valenciano se afianzan las tendencias observadas con 
un incremento progresivo de los cerdos y una menor presencia del ganado vacuno. 
La excepción sigue siendo Extremadura donde solamente contamos con la muestra 
de un único yacimiento (Fig. 15).
2.2. La Segunda Edad del Hierro y el Ibérico Pleno
El transito a la segunda Edad del Hierro viene marcado por un incremento de la 
cabaña de ovicaprinos. En los yacimientos localizadosen Extremadura, en la Serranía 
de Ronda y en el Alto Guadalquivir, si nos fijamos en las proporciones del número de 
restos y en segundo lugar en la biomasa, se observa el dominio de la cabaña de ovejas 
y cabras. Esta dinámica queda también reflejada en otros yacimientos de Cataluña y 
del País Valenciano.
En Extremadura, los conjuntos faunísticos de los yacimientos de Villavieja del 
Castillo de la Orden de Alcántara (Cáceres), Ermita de Belén de Zafra (Badajoz), 
Medellín-91 (Badajoz), Capote (Badajoz), Villasviejas del Tamuja (Botija, Cáceres) y Los 
Castillejos-II de Fuente de Cantos (Badajoz), resumidos por Castaños Ugarte (1998), 
nos indican una ruptura con los conjuntos precedentes. Ovejas y cabras son más nu-
merosas que el ganado vacuno, y se aprecia un incremento importante del porcino. 
El autor también resalta la aparición del asno y de la gallina (Fig. 9).
En Andalucía, en los yacimientos de Acinipo y Ronda Ciudad (Riquelme y Morales, 
2000) observamos la misma tendencia en cuanto a frecuencia de especies según el nú-
mero de restos, con una mayor importancia del ganado de ovejas y cabras, un aumento 
%Peso
(medias)
0%
20%
40%
60%
80%
100%
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Silvestres
O.Domésticos
Equidos
Porcino
Bovino
O/C
Fig. 16. Importancia relativa del Peso (medias) de las diferentes especies en los territorios considerados 
en los períodos comprendidos entre los siglos VII-II a.C. 
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 359
importante de los cerdos y una menor relevancia del ganado vacuno; y lo mismo ocurre 
en el yacimiento de Lebrija en Sevilla y en Puente Tablas VIII en Jaén (Fig. 10).
En el País Valenciano en yacimientos con niveles del siglo V-IV a.C. la tendencia, 
según el número de restos, es el dominio del grupo de ovejas y cabras, seguido por 
cerdo, bovino, caballo y especies silvestres (Fig. 10). En el yacimiento de La Picola 
(Lignereux et al., 2000) los huesos y el peso de estos nos indican que los ovicaprinos 
son el grupo más numeroso, seguido por bovinos y cerdos.
A partir del siglo IV a.C. y a excepción de La Bastida donde la proporción de 
cerdo y bovino está bastante equilibrada, el resto de yacimientos se caracteriza por el 
dominio de ovejas y cabras, seguido por el ganado porcino, quedando en un tercer 
plano el ganado vacuno. Esta tendencia se mantiene en el siglo III a.C., cuando pa-
rece consolidarse una economía ganadera orientada totalmente al mantenimiento de 
rebaños de ovejas y cabras, siempre mixtos, con ejemplos de especialización en una 
especie: la cabra, como en El Puntal dels Llops en el territorio de Edeta (Iborra Eres, 
2004). Del rebaño de ovejas y cabras se obtenía carne, pero también otros productos 
como la lana en Los Villares, la leche en La Seña, y la leche, carne y pieles en El 
Puntal dels Llops y en El Castellet de Bernabé.
Una novedad importante es el aumento generalizado en la cría y consumo de 
cerdos, animales fáciles de mantener en las economías de componente agrícola y 
muy productivos, con cuya carne una vez tratada se podía “comerciar”, tal y como 
parece documentarse en El Castellet de Bernabé y en La Seña. Por otra parte se ob-
serva una menor presencia del bovino que en el período anterior, animal mucho más 
costoso de mantener en el territorio de Edeta, de baja pluviometría y por lo tanto de 
limitados pastos. Los bovinos pese a estar presentes en todos los asentamientos, sólo 
tienen una presencia más destacada en El Castellet de Bernabé y en La Seña, donde 
se observa la cría de terneros para el consumo y el uso de los adultos en tareas de 
transporte y tiro.
Esta tendencia a consolidarse el predomino de ovicaprinos se observa también 
en Cataluña (Fig. 11), donde desde el siglo V a.C., el grupo de los ovicaprinos es el 
principal, seguido por los bovinos y con un incremento progresivo desde el siglo V a.C. 
hasta el III-II a.C. del cerdo.
Para el Bajo Llobregat los yacimientos de Penya del Moro (Miró et al., 1982); C. 
Miralles/C. Modolell (Miró y Molist, 1982-83) y Turo del Vent (Miró y Molist, 1982) 
ofrecen esta misma dinámica en cuanto a la importancia de las especies según el 
número de sus restos, si bien habría que señalar una mayor importancia del ganado 
vacuno en C. Miralles/C. Modolell respecto a los otros dos yacimientos, así como la 
mayor presencia de caza y una escasa importancia del bovino en el asentamiento de 
El Turo del Vent. Las mismas pautas en frecuencia de especies, con la tríada del grupo 
de ovicaprinos, aumento de los cerdos y descenso del ganado vacuno, las observamos 
en el oppidum de La Esquerda en la comarca de Osona (Buxó y Martí, 1994), en el 
yacimiento de Alorda Park del área del Penedés (Albizuri y Nadal, 1992) y en el ya-
cimiento de La Moleta del Remei en el Montsià (Colomer y Albizuri, 1988). 
A diferencia de lo expuesto para estos territorios, en la Celtiberia el ganado vacuno 
es el dominante, tanto en restos como en biomasa, a excepción de El Castillo de Mon-
360 GUILLEM PÉREZ JORDÀ, NATÀLIA ALONSO MARTÍNEZ Y MARÍA DEL PILAR IBORRA ERES
tealegre, donde en restos dominan los ovicaprinos, aunque en biomasa es el bovino 
el principal (Fig. 12). En la cuenca media del Duero, predomina el ganado vacuno 
según el peso de sus huesos, siendo una especie utilizada no sólo como productora 
de carne, sino por la explotación de los productos secundarios (Romero Carnicero y 
Ramírez Ramírez, 1999: 453).
Valorando también la biomasa, otros autores señalan al ganado vacuno como 
principal proveedor cárnico en yacimientos de la Celtiberia como Henayo, P. de Oro, 
M. Astrain, Berbeia, La Hoya y Castro Urbiena, aunque también indican la existencia 
de algunos yacimientos como es el caso de F. Sanz donde se observa un equilibrio 
entre los ovicaprinos y bovinos. En general, explican que el ganado vacuno está más 
presente en los asentamientos de la Meseta Norte, mientras que en los yacimientos de 
la Meseta Sur hay un equilibrio entre el grupo de los ovicaprinos y el bovino (Liesau 
y Blasco, 1999; 140). Esta afirmación parece hacer primar los factores ambientales en 
la elección de una u otra cabaña, restando valor a los de orden cultural, etnológico o 
de organización social, tal y como también afirma Fernanda Blasco, para varios yaci-
mientos de la Celtiberia (Blasco, 1999; 154).
A modo de resumen, se puede afirmar que la Segunda Edad del Hierro se caracte-
riza por el predominio de ovejas y cabras en los yacimientos de Extremadura, Aragón, 
Guadalajara, Andalucía Occidental, Cataluña y País Valenciano. A diferencia de la 
etapa anterior, ahora el bovino tiene menos importancia que el cerdo, a excepción 
de las comunidades de Andalucía Occidental y Empordá donde la importancia rela- 
tiva de sus restos es similar. Observándose también una mayor presencia de las espe- 
cies silvestres, menos en este último. Por otra parte, los yacimientos del valle medio 
del Duero, Navarra y País Vasco se caracterizan por una importante cabaña bovina, 
Fig. 17. Importancia relativa del NR (medias) de las diferentes especies en los territorios considerados 
en el período II Edad del Hierro/Ibérico Pleno.
 II Edad Hierro - Ibérico Pleno %NR (medias)
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
90%
100%
Extremadura Duero Nav-P.Vasco Aragon-Guad Andalucia
Occ.
Llobregat-
Ebre
Empordà País
Valenciano
O/C Bovino Porcino Equidos O.Domesticos Silvestres
AGRICULTURA Y GANADERÍA PROTOHISTÓRICAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MODELOS DE GESTIÓN 361
seguida por el grupo de los ovicaprinos y los cerdos. Las especies silvestres son 
más frecuentes en algunos de los yacimientos del Duero que en los

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