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ORIGEN DE LOS EXPONENTES Los exponentes indican que un número debe ser multiplicado por sí mismo repetidamente y se usa para acortar y clarificar la notación matemática. Como resultado, si se quisiese multiplicar 10 por sí mismo ocho veces, se podría simplemente usar un exponente para escribir 10 elevado a la octava potencia, en lugar de 10x10x10x10x10x10x10x10. Sin embargo, los exponentes no se usaron siempre en matemáticas. Los símbolos de los exponentes y el área relacionada de la notación científica se fueron desarrollando con el tiempo. La moderna notación exponencial necesita de un número principal, una variable (como x) o un número entero (como ocho), seguido de un número elevado para indicar el exponente. El exponente indica el número de veces que el número principal se multiplica por sí mismo. Los exponentes negativos indican que el resultado es 1 dividido por el número elevado a la potencia del exponente. Los exponentes fraccionarios señalan que se tiene que hacer la raíz del número principal. El concepto básico de los exponentes se remonta al menos hasta la antigua Grecia, cuando Euclides usó el término "potencia" para indicar el número de veces que un número debía multiplicarse por sí mismo. Un estudioso del siglo XIV, Nicolás Oresme, escribió números para indicar el uso de potencias en este sentido. Sin embargo, ninguno de estos primeros ejemplos del concepto usó la notación simbólica para expresar las matemáticas. El uso de los números elevados para señalar los exponentes data del siglo XVII. Hérigone usó símbolos como a3 para indicar a por a por a, aunque no elevó el exponente. El primero que utilizó los exponentes elevados fue David Hume, en 1636, escribió números romanos (como III o IX). En 1637, Rene Descartes usó exponentes positivos escritos a la manera moderna. Los primeros usos de notación exponencial fueron invariablemente con exponentes positivos. Isaac Newton fue el primero que usó la notación moderna para un exponente negativo, en 1676. Nicolás Oresme utilizó exponentes fraccionarios en el siglo XIV, pero no con la notación moderna, que no aparecieron hasta Newton, en 1676. Los exponentes y su uso en la notación científica estuvieron limitados hasta el siglo XIX. En aquel momento, se convirtió en normativo escribir los números más grandes con la notación científica. Como consecuencia, los números, como el 8.900.000.000, pasaron a ser 8,9 por 10 elevado a 9. Este aumento en el uso se produjo como resultado directo de los estudios astronómicos y microscópicos que requerían números extremadamente altos o bajos. Fuente: http://www.ehowenespanol.com
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