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L A B R U TA L ID A D U T IL IT A R IA TÍTULOS PUBLICADOS ENCUENTROS DE ANIMALES Ma. Antonia González Valerio FABRICAR AL HOMBRE NUEVO: ¿trabajar, consumir y callarse? Jean-Pierre Durand ESPACIOS NEGATIVOS. Praxis y antipraxis David Herrera / Fabián González Federico Saracho / Irwing Rico EL SIGLO DEL AMERICANISMO. Una interpretación histórica y geoestratégica de la hegemonía de los E. U. David Herrera EL ULTIMO GENIO DEL SIGLO XX. Yuri Knórozov: El destino de un científico Galina Ershova n los últimos lustros, la diseminación de la violencia en América Latina se acompaña de un amplio número de investigaciones que tratan de explicarla. La mayoría de los análisis siguen privilegiando la excepcionalidad, lo contingente, lo anormal. Se prolonga así la idea de la violencia como algo que sucede en regiones empobrecidas o atrasadas. A contracorriente de estas interpretaciones, este libro ofrece un conjunto de estudios que analizan la violencia como un proceso generalizado en el que se combinan fuerzas (físicas, epistémicas, psicológicas, simbólicas) con el objetivo de producir diferencias materiales en los entornos colectivos. La crítica de la violencia parte de su análisis histórico, se estudia como un procedimiento inscrito en relaciones de poder, que funciona para articular las interacciones colectivas. Los ensa- yos de este libro explican la materialidad de la violencia como resultado de comunidades sociales, que dependiendo de los movi- mientos históricos adquieren más o menos visibilidad, configuran sus prácticas de maneras más o menos sofisticadas, más o menos letales, más o menos crueles. El conjunto de trabajos permite entender el papel central que juega la violencia en la definición del sentido de la vida colectiva en el mundo contemporáneo. www.akal.mx Daniel Inclán Coordinador Daniel Inclán Investigador del Instituto de Investi- gaciones Económicas de la UNAM, adscrito al Observatorio Latinoameri- cano de Geopolítica. Historiador que se dedica al estudio de la violencia en América Latina. Ensayos sobre economía política de la violencia LA BRUTALIDAD UTILITARIA D a n ie l I n c lá n ISBN 978-607-8683-61-1 DANIEL INCLÁN Coordinador La brutalidad utilitaria. Ensayos sobre economía política de la violencia brutalidad.indd 5brutalidad.indd 5 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 151 Violencia y desaparición en México. Aproximaciones a problemas en su estudio Camilo Vicente Ovalle I. INTRODUCCIÓN. LA NOCHE DE IGUALA Y EL FALSO RETORNO DE LO MISMO En la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, un grupo de poco más de 90 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, fueron atacados en la ciudad de Iguala por las policías municipales de Iguala y Cocula. Tres nor- malistas resultaron asesinados, uno de ellos, Julio César Mondragón, fue desollado del rostro. De los estudiantes detenidos por las policías municipales, algunos fueron entregados a los grupos criminales de la zona. 43 estudiantes están desaparecidos. Elementos del 27 Batallón de Infantería estuvieron presentes en distintos momentos de la agre- sión, y aunque aún no está aclarada su participación en los hechos, fueron omisos en atender la situación de extrema violencia durante esa noche1. La detención y desaparición de los 43 normalistas mostró la poten- cia efectiva de una de las estructuras clave en la lógica de la violencia 1 Sobre el caso pueden consultarse los Informe Ayotzinapa I y II, 2015 y 2016 respectivamente, del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independien- tes (GIEI) [http://prensagieiayotzi.wixsite.com/giei-ayotzinapa/informe-]. Ade- más, una amplia bibliografía que, con mayor o menor precisión, da cuenta de los sucesos en esos días: Jorge Belarmino, Julio César Mondragón Fontes, Méxi- co, Para Leer en Libertad, 2015; Jorge Fernández, La noche de Iguala. Secuestro, asesinato y narcotráfico en Guerrero, México, Cal y Arena, 2018; John Gibler, Una historia oral de la infamia. Los ataques contra los normalistas de Ayotzinapa, México, Grijalbo, 2016; Sergio Gónzalez Rodríguez, Los 43 de Iguala, Barce- lona, Anagrama, 2015; Témoris Grecko, Ayotzinapa, mentira histórica, México, Proceso, 2016; Anabel Hernández, La verdadera noche de Iguala: La historia que el gobierno trató de ocultar, México, Grijalbo, 2016. brutalidad.indd 151brutalidad.indd 151 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 152 presente en México: la estrecha vinculación entre policías y funcio- narios de los tres órdenes de gobierno con los grupos del crimen or- ganizado, la cual ha sido uno de los elementos en la masificación de la desaparición de personas en el contexto de la «guerra contra el narco». La desaparición de los 43 normalistas reactivó la memoria de la re- presión, en gran medida por haber ocurrido en el estado de Guerrero, donde el régimen autoritario golpeó a organizaciones y comunidades con cientos de desapariciones en la década de 1970. Quizá por ello, durante los meses inmediatos a los hechos se fue configurando un dis- curso que intentó dar sentido a la violencia contra los estudiantes: fue interpretado como el retorno de las estrategias para la eliminación de las disidencias entre las décadas de 1970 y 1980. Este discurso del retorno articuló dos proposiciones: 1) la conti- nuidad de la «guerra sucia» y 2) la diferenciación de las víctimas en función del carácter político de la desaparición. La primera señalaba la eminente continuidad de las prácticas represivas comprendidas bajo la categoría de «guerra sucia», y con ello la indudable respon- sabilidad del Estado como ejecutor con un motivo político2. Y en este sentido, la segunda proposición implicaba que la desaparición de los normalistas no podía ser comprendida dentro de la lógica de violencia en el contexto de la «guerra contra el narco», pues se tra- taba de una desaparición con motivos políticos en el marco de una 2 Alexander Aviña, «Mexico’s Long Dirty War», NACLA Report on the Ame- ricas, vol. 48, num. 2, 2016, pp.144-149; Luis Hernández Navarro, «Memorial de agravios guerrerense», La Jornada, 20 de enero de 2015, [https://www.jor- nada.com.mx/2015/01/20/politica/017a2pol?partner=rss] y «En Guerrero la guerra sucia no terminó», La Jornada, 9 de octubre de 2018, [https://www. jornada.com.mx/2018/10/09/opinion/023a2pol]; SDP Noticias, «De la “Guerra Sucia” a la fecha, desapariciones forzadas se mantienen: Comisión Especial Ayotzinapa», SDP Noticias, 27 de noviembre de 2015, [https://www.sdpnoti- cias.com/local/guerrero/2015/11/27/de-la-guerra-sucia-a-la-fecha-desa- pariciones-forzadas-se-mantienen-comision-especial-ayotzinapa]. La idea de continuidad de la guerra sucia, considerando la presencia inter- mitente de la desaparición, ya se encontraba presente antes de la desaparición de los normalistas, por ejemplo, véase John Gibler, Tzompaxtle: La fuga de un guerrillero, México, Tusquets, 2014, pp. 192-194, y Federico Mastrogiovanni, Ni vivos ni muertos: La desaparición forzada en México como estrategia de terror, México, Grijalbo, 2014, p. 200. brutalidad.indd 152brutalidad.indd 152 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 153 continuada «guerra sucia» contra algunos sectores disidentes, a di- ferencia de «los otros desaparecidos», que quedaron comprendidos en los marcos de una violencia puramente criminal3. La idea del retorno de lo mismo, de las viejas violencias, fue una respuesta ante el desasosiego en medio de la catástrofe. Sin embargo, como marco explicativo no encuentra un asidero firme en la eviden- cia y datos de las prácticas de violencia del presente, en particular las nuevas formas de desaparición. Tampoco lo encuentra en su desplie- gue histórico. La Noche de Iguala mostró los niveles descarnados que pueden alcanzar las prácticas de violencia en amplias zonas del país, asimismo, mostró nuestro disminuido herramental teórico y meto- dológico para explicarlas y ofrecer estrategiaspolíticas para frenarlas. Para una crítica de la violencia, como se impone en una situación de emergencia, es necesario exponer no solo sus articulaciones lógi- cas, también sus genealogías, sus procesos y expresiones históricas; porque no solo se busca la explicación de las características específi- cas de una u otra expresión de ella, sino del momento en que aparecen, de las condiciones en las que se privilegia a una por sobre otra, de los cambios, incluso, en su propia implementación. Las formas de violencias, aun aquellas que aparecen como nove- dosas, están tejidas por tramas con mucha densidad histórica, respon- diendo a ellas. Por otra parte, particularmente las de Estado, no solo son continuidad en diferente contexto de formas preexistentes con variaciones de grado y estilo, sino que representan cambios cualitati- vos en las dinámicas y lógicas de poder. Por ello, la idea del retorno de lo mismo, con su proposición de la continuidad de la «guerra sucia», no llega a puerto seguro, pues la estructura de gubernamentalidad ha cambiado sustancialmente, particularmente bajo el programa neoli- beral, y por lo tanto lo ha hecho su lógica de violencia. 3 Homero Campa, «Los “otros” desaparecidos de Iguala», Proceso, núm. 1997, 10 de febrero de 2015, [https://www.proceso.com.mx/395532/ los-otros-desaparecidos-de-iguala]; Roberto Campa, «No más desapariciones en el país y en Guerrero», El Universal, 23 de agosto de 2016, [https://www. eluniversal.com.mx/articulo/estados/2016/08/23/no-mas-desapariciones- en-el- pais-y-en-guerrero-roberto-campa] y Claudia Solera, «Los rostros de los otros desaparecidos de Guerrero», Excélsior, 30 de noviembre de 2014, [https://www. excelsior.com.mx/nacional/2014/11/30/995081]. brutalidad.indd 153brutalidad.indd 153 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 154 Asumiendo la proposición de Karl Marx, que afirma que «la vio- lencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva. Ella misma es una potencia económica»4, hay que derivar que esta es uno de los factores que redefine y reordena el conjunto de la reproducción en la vida social. En este último sentido, también es, pues, una potencia política: las formas en que se despliega la violencia en el presente po- drían estar anunciado la estructura de una nueva gubernamentalidad. Volver a la centralidad de la perspectiva histórica en el estudio de la violencia permite determinar las formas de esa gubernamentalidad tal como se despliega históricamente en el presente5; así como sus ritmos (dinámicas espacio-temporales) y las relaciones entre ellas –por ejem- plo, entre lo que se denomina como violencia criminal y la violencia política, de Estado y de actores no estatales–; y, finalmente, permiti- rá alejarnos del dato de la violencia que informa, pero no explica, así como de categorías que, más allá de uso periodístico, no contribuyen a una explicación ni a desmontar los principios ordenadores de la vio- lencia presente. El análisis histórico y la crítica de la violencia, de su 4 Karl Marx, El capital, tomo 1, vol. III, México, Siglo XXI, 2000, p. 940. 5 Por gubernamentalidad tomo la definición que Michel Foucault diera tanto al proceso histórico por el cual se pasó de un Estado de justicia, de- terminado por la soberanía, a un Estado administrativo, determinado por la forma de gobierno, tránsito que se dio en función de dos elementos en el ejer- cicio del poder: la aparición de la población como problema y la introducción de la economía como saber para la administración de la población. Por gu- bernamentalidad no me estoy refiriendo a un sistema, por ejemplo, el capita- lista, tampoco, necesariamente, a un régimen específico, sino a las formas de administración (técnicas, operativas, organizativas) y relación que se establece históricamente entre el gobierno, como poder constituido, y las poblaciones, relación mediada por la administración económica y policial de su vida. De esta manera, un sistema puede desarrollar distintas formas de gubernamen- talidad, y estas ser anuncios de los cambios sistémicos. Para efectos del tema abordado en este artículo tomo la siguiente definición: «Entiendo el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las técnicas que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco principal la población, por for- ma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad», Michel Foucault, Seguridad, territorio, pobla- ción. Curso en el Collège de France (1977-1978), Buenos Aires, Fondo de Cultu- ra Económica, 2006, p. 136. brutalidad.indd 154brutalidad.indd 154 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 155 economía política, se presenta en una situación de emergencia como una apuesta por la vida. Por su expresión histórica, la desaparición forzada es el dispositivo que puede articular una investigación sobre el carácter de las violencias desplegadas en el presente, por lo que resulta fundamental debatir so- bre algunos de los principales problemas para su estudio, explicación y comprensión, que se hacen explícitos al tratar casos como la desapa- rición de los 43 normalistas. En este artículo se abordan tres dimen- siones en las que se tejen los principales problemas para el estudio de la desaparición forzada desde una perspectiva histórica: la definición conceptual, la lógica de violencia en la que se inscribe y los ritmos de la violencia (dinámicas espaciotemporales de la desaparición). II. DESAPARICIÓN FORZADA, ¿FORZAR UN CONCEPTO? El 28 de agosto de 1978, a las puertas de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, unas 80 mujeres se instalaron en huelga de hambre. Eran las madres, esposas e hijas de personas detenidas-desa- parecidas, víctimas de la contrainsurgencia, que hoy se denomina con el engañoso nombre de «guerra sucia». «En 1974, mataron a mi hijo Salvador Corral García, en 1976 aprehendieron a mi hijo José de Jesús, quien está desaparecido, y en 1977 mataron a mi Luis Miguel Corral», narraba una de las madres, apostada a las puertas de la Catedral. «¿Usted cree que es normal que en un país desaparezca la gente?», pregunta inquisitorial de otra de las madres a la reportera6. Han pa- sado 40 años de esa huelga de hambre y el drama que acompañaba a esas mujeres se ha multiplicado. Es 10 de mayo de 2012, desde el día anterior han llegado unas 200 madres, principalmente del norte del país, para participar en la pri- mera Marcha de la Dignidad Nacional «Madres buscando a sus hijos e hijas y buscando justicia». El lugar de encuentro fue la Plaza de la República de la Ciudad de México. Varias de ellas llevan un cubrebo- cas blanco con una pregunta en rojo, como un grito silencioso que se repite una y mil veces: ¿Dónde están? La demanda: Vivos los llevaron, 6 Elena Poniatowska, Fuerte es el silencio, México, Era, 1980, pp. 83-85. brutalidad.indd 155brutalidad.indd 155 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 156 vivos los queremos. Son otras las mujeres. Son otros los desaparecidos. «Aquí estamos —dice una madre de Chihuahua— como mamás para decir que aquí sigue un lugar vacío, desde que nuestras hijas salieron de casa»7. El vacío y la ausencia infinita apenas cubiertas por una es- peranza igual de infinita, testaruda: «Esta lucha la tenemos que ga- nar —sostiene otra madre— porque la sangre de nuestros hijos sigue clamando justicia y no van a acallar sus voces mientras nosotras siga- mos peleando»8. Son las víctimas de un fenómeno que ha mutado. Se calcula que cerca 1 500 personas fueron desaparecidas en la contrainsurgencia, número que aún después de tanto tiempo sigue siendo tentativo. Bajo la «guerra contra el narco», las cifras pasan los 40 mil desaparecidos, imprecisas como lo es esta «guerra»9. La desaparición forzada como forma de represión política tiene larga data en México: apareció muy pronto, en el proceso mismo de consolidación autoritariadel Estado. Existe evidencia de una forma primitiva, aún muy cercana a figuras como la detención arbitraria y al secuestro político, implementadas por parte del ejército y las corpora- ciones policiacas, principalmente la Dirección Federal de Seguridad (DFS), entre las décadas de 1940 y 1950. Esta presencia temprana es 7 Miroslava Breach, «Caravana de madres en busca de sus hijos desapa- recidos llegará al DF el 10 de mayo», La Jornada, 9 de mayo de 2012, p. 17, [https://www.jornada.com.mx/2012/05/09/politica/017n1pol]. 8 Excelsior, «Madres de desaparecidos marchan rumbo al Ángel», Excel- sior, 10 de mayo de 2012, [https://m.excelsior.com.mx/node/833066]. 9 Desde 2007 los datos sobre personas desaparecidas son gestionados por el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas. Los datos fueron actualizados hasta el 30 de abril de 2018, por el Secretariado Eje- cutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. De acuerdo con la «Ley General en materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición co- metida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas», publicada en el Diario Oficial de la Federación en noviembre de 2017, corres- ponde, a partir de 2018, a la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNB) la actualización de los datos del Registro. A la fecha de elaboración de este artículo, en el verano del 2019, no se habían presentado nuevos datos. Fue hasta enero de 2020 cuando la CNB actualizó los datos, dando a conocer que el número de personas desaparecidas y no localizadas ascendía a poco más de 60 mil personas. brutalidad.indd 156brutalidad.indd 156 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 157 indicativa del largo proceso de volver rutina esta práctica dentro del ejército y las policías, que facilitó la implantación de formas más sofisticadas, hasta llegar a la configuración de la desaparición forzada como se presentó durante la contrainsurgencia. En la medida en que fue integrada a la estrategia contrainsurgente, hacia mediados de la década de 1960, su configuración fue transfor- mándose hasta convertirse en una técnica para la eliminación. Este uso apareció cuando el Estado escaló la violencia contra algunos gru- pos disidentes, principalmente las guerrillas, lo que implicó grados más altos de coordinación entre el ejército y las policías, así como la conformación de una estructura para la eliminación. Hacia finales de la década de 1970 comenzó otra transición de la desaparición, en el contexto de la primera «guerra contra el narco»10, que implicó su desplazamiento del eje ideológico-político, como ha- bía sido usada, y la transferencia de personal de las instituciones de seguridad nacional a organizaciones criminales, llevándose consigo la experticia adquirida en los años contrainsurgentes. Esta transición sig- nificó la condición de posibilidad para la generalización de la desapa- rición como la conocemos hoy día. Contrario al largo desarrollo histórico de la desaparición como téc- nica represiva, su reconocimiento como delito de lesa humanidad o crimen de Estado es mucho más reciente; sin embargo, ha sido paradóji- camente la construcción jurídica del concepto la que le ha otorgado inte- ligibilidad histórica. Definida jurídicamente en su generalidad, como la privación de la libertad de una persona o grupo de personas por parte de un servidor público o con la aquiescencia del Estado, se acompa ña de la falta o negativa de información sobre el paradero de la persona, sus- trayéndola de los efectos de la ley (Cuadro 1). Esta definición estable- ce el tipo ideal de detenido-desaparecido, y por ende de la práctica de la desaparición también: el desaparecido permanente a manos del Estado, 10 En 1977 comenzó la implementación de la Operación Cóndor, coordina- da por la Secretaría de la Defensa Nacional, diseñada para el combate al narco- tráfico en la zona fronteriza de Sinaloa, Durango, Chihuahua y Sonora. Aunque no fue la primera campaña contra grupos de narcotraficantes, sí fue la primera que contó con una movilización masiva de personal militar y armamento; ade- más de tener una amplia cobertura en los medios impresos. Por ello le llamo la «primera guerra contra el narco». brutalidad.indd 157brutalidad.indd 157 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 158 «sustraído del imperio de la ley e inmerso en un espacio que la exceptúa», tipo ideal que «opera como medida de todo otro resultado de prácticas de desaparición forzada, independientemente de que sea o no el Estado el ejecutor, de que la práctica se despliegue en un Estado de Derecho o no, de que haya habido paradero desconocido del desaparecido, de que el proceso haya sido o no selectivo y sistemático»11. Del reclamo inicial de los familiares de los desaparecidos a su de- finición como un crimen de lesa humanidad, el proceso de consoli- dación del concepto estuvo ligado a una necesidad y exigencia: darle realidad jurídica al fenómeno y demostrar su «ser crimen de lesa hu- manidad». De allí pasó a otros ámbitos, como el político, y después a la investigación histórica, sin abandonar las exigencias mismas del concepto jurídico, generando distorsiones cuando es llevado a otros contextos epistémicos. Para Gabriel Gatti la definición establecida en el ámbito «jurídico-penal»: lo colonizó todo; en otros términos, tuvo éxito. Lo tuvo en térmi- nos de reconocimiento (la categoría contribuyó a dotar de visibilidad política a sujetos afectados por un espectro de situaciones históricas y sociales muy amplio y variado, y en muchos casos invisibles hasta entonces); y tuvo también éxito nominativo: circula, se extiende, se usa, viaja entre continentes y épocas. […] A partir de eso el tipo ideal no fue solo jurídico-penal, sino también estético, psicoclínico, po- lítico e histórico12. Sin embargo, esta colonización no es un simple transtierro; las ten- siones y distorsiones están dadas en la medida en que el tipo ideal ne- cesariamente tiene que abstraer de los distintos procesos específicos elementos comunes para articular el concepto y establecer generali- dades explicativas que le permitan configurar y, en su caso, juzgar el delito. Gatti, respecto a esto, señala una de estas tensiones de la «colo- nización» del concepto jurídico en el ámbito histórico, reconociendo 11 Gabriel Gatti, «Prolegómeno. Para un concepto científico de desapa- rición», en Desapariciones. Usos locales, circulaciones globales, Bogotá, Siglo del Hombre, 2017, p. 19 [énfasis en el original]. 12 Ibid., pp. 19-20 [énfasis en el original]. brutalidad.indd 158brutalidad.indd 158 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 159 prácticas de desaparición mucho antes de su existencia jurídica-penal: «cuando la categoría se consagra y aplica a pasados que no la cono- cieron, comparando, unificando, subsumiendo, organizando […] ese pasado bajo nuevos parámetros»13. Habría que añadir un aspecto im- portante: los fenómenos históricos usualmente son anteriores a su nominación conceptual y también mutan mucho más rápido que los conceptos y categorías y con los que tratamos de delimitarlos y explicarlos, por ejemplo, el fenómeno de la desaparición, como método represivo, existió antes de la fijación del tipo ideal en el concepto de «desaparición forzada». La tensión no está dada en lo que integra, sino en lo que excluye. El tipo jurídico establecido como ideal, «heredado de la guerra sucia», no solo provoca distorsiones y dificultades para comprender las formas de desaparición actuales, también genera distorsiones en la compren- sión de especificidades históricas que no coinciden con el tipo ideal. Pese a que en su momento no lograron concitar un interés genera- lizado, más allá del interés periodístico que generaron de suyo extre- madamente coyuntural, los informes elaborados hasta ahora sobre la desaparición forzada en México sí han modelado las formas de compren- sión del fenómeno de acuerdo con el tipo ideal: la Comisión Nacional de los DerechosHumanos en 200114, la Fiscalía Especial para Movimien- tos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSSPP) entre 2002 y 200615, y la 13 Ibid., p. 21. 14 CNDH, Informe especial sobre las quejas en materia de desapariciones forza- das ocurridas en la década de los 70 y principios de los 80, México, Comisión Na- cional de Derechos Humanos, 2001, [http://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/ Informes/Especiales/2001_Desapariciones70y80.pdf]. 15 Su nombre oficial fue Fiscalía Especial para la Atención de Hechos Probablemente Constitutivos de Delitos Federales Cometidos Directa o In- directamente por Servidores Públicos en Contra de Personas Vinculadas con Movimientos Sociales y Políticos del Pasado. El periodo de trabajo de la Fis- calía fue del 2002 al 2006. El informe final, Informe histórico presentado a la so- ciedad mexicana, fue publicado en 2006 en la página web de la fiscalía, pero por instrucciones oficiales fue retirado, nunca se volvió a publicar oficialmente. La versión impresa que circula fue editada por la asociación civil Comité 68 Pro Libertades Democráticas, es resultado del cotejo entre el informe filtra- do el 25 de febrero de 2006 en la página web del National Security Archive, y la que entregó el fiscal Ignacio Carrillo Prieto al procurador general el 18 brutalidad.indd 159brutalidad.indd 159 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 160 Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero (Comverdad), que no llegó a hacer público su informe final completo16. Cuadro 1. Marco normativo internacional y nacional en materia de desaparición forzada Declaración para la protección de las personas contra las desapariciones forzadas (1992) Todo acto de desaparición forzada sustrae a la víctima de la protección de la ley y le causa graves sufrimientos, lo mismo que a su familia. Constituye una violación de las normas del derecho internacional que garantizan a todo ser humano, entre otras cosas, el derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica, el derecho a la libertad y a la seguridad de su persona y el derecho a no ser sometido a torturas ni a otras penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Viola, además, el derecho a la vida, o lo pone gravemente en peligro. Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas (1994) Para los efectos de la presente Convención, se considera desaparición forzada la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes. de noviembre de ese mismo año. Este informe ha sido el único esfuerzo por presentar un estudio sistemático sobre la represión en México en el siglo XX, aporta información importante ya que fue elaborado a partir de los archivos de la represión y de cientos de testimonios. FEMOSPP, Informe histórico a la so- ciedad mexicana, México, Comité 68 Pro Libertades Democráticas, 2006. 16 La COMVERDAD solo hizo público su informe ejecutivo, en 2014, pero no la reconstrucción histórica, ni el informe amplio sobre la situación de las desapariciones en Guerrero. Los trabajos de la COMVERDAD se llevaron a cabo entre 2012 y 2014, año en que le fueron cancelados los recursos para su opera- ción, con lo que se decretó su extinción. COMVERDAD, Informe final de actividades, Chilpancingo, Guerrero, Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero, 2014. brutalidad.indd 160brutalidad.indd 160 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 161 Código Penal Federal (México, 2001) Artículo 215-A. Comete el delito de desaparición forzada de personas, el servidor público que, independientemente de que haya participado en la detención legal o ilegal de una o varias personas, propicie o mantenga dolosamente su ocultamiento bajo cualquier forma de detención. Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Per sonas, Desa parición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas (México, 2017) Desaparición forzada Artículo 27. Comete el delito de desaparición forzada de personas, el servidor público o el particular que, con la autorización, el apoyo o la aquiescencia de un servidor público, prive de la libertad en cualquier forma a una persona, seguida de la abstención o negativa a reconocer dicha privación de la libertad o a proporcionar la información sobre la misma o su suerte, destino o paradero. Desaparición por particulares Artículo 34. Incurre en el delito de desaparición cometida por particulares quien prive de la libertad a una persona con la finalidad de ocultar a la víctima o su suerte o paradero. A quien cometa este delito se le impondrá pena de 25 a 50 años de prisión y de cuatro mil a ocho mil días multa. Fuente: Elaboración propia con informaciones de: Declaración para la Protección de las Personas contra las Desapariciones Forzadas (1992); Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas (1994); Código Penal Federal (México, 2001) y Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas (México, 2017). Por ejemplo, el informe de la FEMOSPP estableció su universo de in- vestigación a partir de las denuncias presentadas, con el objetivo de construir casos jurídicos que mostraran a la práctica de la desapari- ción forzada dentro de la estrategia de genocidio. Al menos intentó probar jurídicamente, en este marco, categorías como exterminio, eli- minación o campo de concentración que fueron traídas a cuenta de manera acrítica, tanto histórica como políticamente, pero sirvieron para alimentar el tipo ideal que se quiso presentar. En ese esquema, ¿quiénes son las víctimas de este fenómeno?, ¿quién es el detenido-desaparecido? El informe estableció que las víctimas de detención-desaparición son aquellas que permanecen en calidad de desaparecidos, es decir, que una vez aprehendidas no se vuelve a saber nada de ellas. Ese es el fenómeno que estudió la brutalidad.indd 161brutalidad.indd 161 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 162 Fiscalía: 787 casos divididos en tres categorías, acreditadas (436), con presunción fundada (207) y falta mayor información (145)17. No se consideró que dentro de la técnica de la desaparición existen variantes que afectan la cualidad del detenido-desaparecido: la presentación con vida del detenido, la aparición del cuerpo o la desaparición permanen- te del dete nido. Si tomamos estas variantes, el universo de la investi- gación se amplía, pero rompe el cuadro presentado por el tipo ideal. Entonces, se produce una distorsión entre el tipo jurídico-penal y la práctica realmente existente de la desaparición forzada, así como los sujetos que produce. El informe de la FEMOSPP pretendió ser un «informe histórico» y junto con los otros, ha contribuido a que el concepto jurídico de la desaparición forzada se extienda a otros campos, tomándolo como tipo ideal. Este uso del concepto hace manifiestas tensiones en los trabajos que pretenden abordar el fenómeno desde las ciencias sociales, despla- zando del análisis aquello que no coincida con el marco establecido; por ejemplo, considerar que la desaparición forzada solo se confirma en el momento de la eliminación del detenido18, desplazando política y jurídicamente a otros sujetos producidos por la detención-desa- parición: los sobrevivientes o los aparecidos (los cuerpos que fueron encontrados). ¿Qué pasa con aquellos que sobrevivieron a la desapa- rición, que no fueron eliminados? En el análisis basado en el tipo ideal, los sobrevivientes no pueden ser considerados como víctimas de desa pa rición. Otra distorsión causada por la colonizacióndel tipo jurídico-penal es pensar el diseño de la técnica como inmediatamente asimilable a categorías como «exterminio» o «campo de concentra- ción» haciendo abstracción de las condiciones y proceso histórico de la propia implementación de la desaparición forzada19. 17 FEMOSPP, op. cit., pp. 516-550. 18 Roberto González Villarreal, Historia de la desaparición. Nacimiento de una técnica represiva, México, Terracota, 2012 y Gladys I. McCormick, «Tortu- re and the Making of a Subversive during Mexico’s Dirty War», in México Be- yond 1968: Revolutionaries, Radicals, and Repression During the Global Sixties and Subversive Seventies, Arizona, University of Arizona Press, 2018, pp. 254-272. 19 Rodolfo Gamiño, «Fuerzas armadas, contrainsurgencia y desaparición forzada en Guerrero en la década de los sesenta y setenta», Letras Históricas, México, núm. 17, 2017, pp. 185-207. brutalidad.indd 162brutalidad.indd 162 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 163 Por otra parte, el tipo ideal de la desaparición forzada fijado en el ámbito jurídico-penal, así como subsume pasados «que no la cono- cieron» y desplaza procesos históricos que no coinciden con su uso específico, es forzado a dar cuenta de presentes que ya no alcanza a aprehender bajo su sombra, como los nuevos tipos de desaparición en México. Carolina Robledo muestra las dificultades del uso del con- cepto de la desaparición forzada tal como fue «heredado de la guerra sucia» para comprender los nuevos tipos de desapariciones: Las condiciones establecidas por la tipificación del delito de desapa- rición forzada, relacionadas con el sujeto perpetrador y los elemen- tos de contexto, promueven límites muy claros de acceso a la justicia internacional para las víctimas. Este establecimiento de barreras ha sido disputado por los familiares, quienes sufren las consecuen- cias dramáticas de la desaparición independientemente de los per- petradores y de las condiciones en que el mismo se presenta (la no existencia de un conflicto interno declarado, por ejemplo)20. Hemos señalado que hacia finales de la década de 1970 comenzó una transición de la técnica de desaparición forzada que implicó su uso más allá de su configuración como forma represiva. Esta transición ocurre en los albores del programa neoliberal, que «fue más que una respuesta económica a la crisis de la década de 1970 o una reestruc- turación del Estado: implicó la reconfiguración de lo político, de las formas de organización, representación y reproducción de la vida en sociedad»21. Es decir, las formas de gubernamentalidad se han trans- formado, y con ellas el ejercicio de las violencias de Estado22. En el desarrollo del programa neoliberal se produjo un entendido erróneo: 20 Carolina Robledo Silvestre, «Genealogía e historia no resuelta de la desapa- rición forzada en México», Íconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 55, 2016, p. 106. 21 Israel Solares y Camilo Vicente Ovalle, «Nuestra catástrofe presente», Hori- zontal, 12 de septiembre de 2017, [https://horizontal.mx/nuestra-catastrofe- presente/]. 22 Pilar Calveiro, Violencias de Estado: la guerra antiterrorista y la guerra con- tra el crimen organizado como medios de control global, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012 y «Policies of Fear and Local Resistances», Athenea Digital. Revista de Pensamiento e Investigación Social, vol. 15, núm. 4, 2015, pp. 35-59. brutalidad.indd 163brutalidad.indd 163 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 164 que el Estado estaba destinado a ser mínimo, sin embargo, el papel asignado a este en el proyecto neoliberal fue el de ser el principal agen- te para crear las condiciones para la administración económica de la vida política y social como nueva gubernamentalidad: las formas en que en el presente se despliega la violencia, incluso aquellas en las que el Estado aparentemente está ausente, encuentran su explicación en esa nueva concepción. En estas formas encontramos nuevas tensiones y distorsiones, que van forzado al concepto de desaparición forzada. El tipo ideal de la desaparición forzada solo configura su existencia en cuanto se confirma la participación del Estado como agente perpe- trador y, por implicación, puede suponerse una motivación política; bajo estas condiciones se afirma jurídica y penalmente la desaparición forzada. Sin embargo, si admitimos los cambios en la estructura de la gubernamentalidad, habrá que comprender que la desaparición de personas, en tanto técnica de violencia, también fue afectada por es- tas transformaciones. Carolina Robledo apunta en este sentido: «Si tuviéramos que señalar un elemento común en esta serie de hechos vinculados con la desaparición de personas, sería el tránsito de un móvil meramente político a un tipo económico, territorial y táctico, que coincide con un modelo neoliberal intensificado en las últimas décadas»23. Tomemos los dos elementos centrales que conforman la definición de desaparición forzada en su forma clásica (el tipo ideal): el agente perpetrador y la motivación. Como lo señala Carolina Robledo, bajo la actual gubernamentalidad se habría desplazado como único o prin- cipal motivo el político, contrario a lo que ocurrió durante el periodo contrainsurgente, usando como criterio de atribución la militancia de la persona desaparecida. En ausencia del criterio de militancia, se en- tiende que no estamos ante una desaparición de tipo político, que es el argumento usado para designar ahora a «los otros desaparecidos». Sin embargo, la historia de la desaparición cuestiona esta forma de atribución. La militancia no fue el único criterio para la implementa- ción de la desaparición con motivos políticos, sino la lógica de violencia en la que esta se inscribió: la contrainsurgencia. Como puede obser- varse, entre 1968 y 1988 un número importante de personas sin 23 Carolina Robledo Silvestre, op. cit., p. 103. brutalidad.indd 164brutalidad.indd 164 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 165 militancia reconocida fueron detenidas-desaparecidas (Gráfica 1). No obstante la ausencia de militancia es reconocida la motivación polí- tica y, por lo tanto, su amparo bajo el tipo jurídico penal clásico de la desa parición forzada. Entonces, la condición política de la desapari- ción no está dada por la militancia de la persona, sino por la dinámica de violencia a la que responde. Gráfica 1. Detenciones-desapariciones permanentes en México por condición de militancia (1968-1988) Fuente: Elaboración propia con datos del Informe de la FEMOSPP, 2006. El otro elemento central es el agente perpetrador. En este punto, las formas actuales de la desaparición cuestionan la configuración del tipo ideal no solo por la pluralidad de perpetradores, sino porque tampoco puede ser o no atribuida la cualidad política de la desapari- ción meramente por el agente que la realice. De las 40 mil desapariciones registradas hasta el momento en México, no es posible señalar el número en las que agentes del Estado han participado como perpetradores: esta debilidad de los registros ha sido cuestionada de manera reciente por organizaciones civiles e inves- tigadores, pues contribuye a un subregistro de casos de desa parición forzada y a la impunidad de los funcionarios24. Pese a este subregistro, 24 Alejandro Anaya-Muñoz & Barbara Frey (eds.), Mexico’s Human Rights Crisis, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 2019; Laura Atuesta y brutalidad.indd 165brutalidad.indd 165 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 166 informes recientes llaman la atención sobre la participación de fun- cionarios públicos, de distintos órdenes de gobierno, en las desa- pariciones. El Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) seña- ló que «no todas las personas desaparecidas habrían sido secuestradas por grupos del crimen organizado actuando de forma independiente; por el contrario, la participación del Estado en las desapariciones forza- dastambién está presente en el país»25. Por su parte, el Observatorio sobre Desaparición e Impunidad, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-México (FLACSO), destacó que de las desaparicio- nes ocurridas en el estado de Nuevo León, 48% de los casos fueron perpetradas por agentes estatales26. Ahora bien, aun teniendo eviden- cia de la participación del Estado, no es posible derivar la intencio- nalidad política en todos los casos, como lo muestran las crónicas de la segunda «guerra contra el narco»27. Por otro lado, el análisis de casos de desaparición nos muestra que así como la presencia del Estado Alejandro Madrazo Lajous (eds.), Las violencias: En busca de la política pública detrás de la guerra contra las drogas, México, Centro de Investigación y Docen- cia Económicas, 2018; Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, Diagnóstico del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), Saltillo, 2017; Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad, El registro estadístico de la desaparición: ¿delito o circunstancia?, México, 2017, [https://onc.org.mx/uploads/fasciculo-desapari- ciones_digital.pdf], y Camilo Vicente Ovalle y Carlos Dorantes, «Registro y administración de la violencia: usos de la desaparición de personas en Méxi- co», Nuevo Mundo Mundos Nuevos, 2018, [https://journals.openedition.org/ nuevomundo/72697]. 25 Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos-México, Informe de Misión a México del Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones For- zadas o Involuntaria, México, 2013, p. 20, [https://hchr.org.mx/publicaciones/ informe-de-mision-a-mexico-grupo-de-trabajo-de-la-onu-sobre-las-desapari- ciones-forzadas-o-involuntarias-2012/]. 26 FLACSO México, Informe sobre Desapariciones en el Estado de Nuevo León con Información de Cadhac, México, 2017, p. 16, [https://www.flacso.edu.mx/ sites/default/files/observatorio_-_informe_nuevo_leon.pdf]. 27 Ana Lilia Pérez, Verdugos. Asesinatos brutales y otras historias secretas de mili- tares, México, Grijalbo, 2016; Marcela Turati, Fuego cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco, México, Grijalbo, 2011 y Javier Valdez Cárdenas, Levan- tones. Historias reales de desaparecidos y víctimas del narco, México, Aguilar, 2012. brutalidad.indd 166brutalidad.indd 166 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 167 como agente perpetrador no es suficiente para señalarla como una desaparición de tipo político, el caso de las desapariciones de perio- distas o de defensores de derechos humanos por particulares (crimen organizado) expone la hipótesis contraria: las desapariciones cometi- das por particulares podrían estar siendo implementadas por motivos políticos –por ejemplo, impedir que un periodista siga denunciado la vinculación del crimen organizado con distintos niveles del Estado–, por lo que podrían ser consideradas como desapariciones forzadas. Nos encontramos ante un nuevo ciclo en el que la violencia de Estado sigue siendo central, pero ya no como principal ejecutor, sino como parte de un espacio donde se gesta una nueva estructura de gubernamentalidad, con su lógica de violencia específica y con nue- vas formas de la desaparición, que exigen repensar el concepto de desaparición forzada. Finalmente, es fundamental establecer algunas coordenadas que no pretendan representar figuras jurídicas-pena- les (tipos ideales), sino que describan y presenten las complejidades de un fenómeno tal como se expresa históricamente y se despliegue en el presente (Esquema 1), para que a partir de ello se establezcan ciertas condiciones para la rearticulación histórica del concepto de desaparición forzada. En un esquema tentativo se pueden articular los distintos actores y motivaciones en que estarían representadas las nuevas formas de desaparición –por ejemplo, aquellos en los que agentes del Estado son perpetradores, pero su fin es meramente eco- nómico, como la colaboración en trata, o el trabajo forzado–, o aque- llas en las que son particulares que persiguen un fin político, en un contexto de alta conflictividad, pero no de guerra. Este esquema ya permite observar las distintas experiencias que el tipo ideal de des- aparición forzada desplaza o que ya no alcanza a integrar, generan- do distorsiones en las formas de comprensión del fenómeno, por lo que una tarea que se pone de manifiesto es la redefinición concep- tual de la desaparición. brutalidad.indd 167brutalidad.indd 167 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 168 Esquema 1. Cuadrantes de la desaparición Fuente: Elaboración propia. III. LOS NOMBRES DE LA VIOLENCIA El mismo concepto de «desaparición», más allá de su definición normativa, en su cualidad metafórica encierra ya los elementos que le dan su particularidad frente a otras expresiones de la violencia. La desaparición es un acto que pretende negarse a sí mismo: no hay evidencias, no hay presos, no hay marcas corporales, no hay cuerpos; los perpetradores niegan vehementemente el acto, no hay consecuen- cias, es el acto perfecto. «Residuo», «rastro», «ausencia» y «vacío», más allá de ser la significación simbólica de la desaparición, se con- vierten en índice de la lógica y naturaleza de la violencia desplegada. En el no-cuerpo, en el no-nombre y en el no-tiempo del desaparecido, en su negatividad absoluta que impide que exista como una entidad positiva (jurídica, política o social), queda el rastro de una estrategia que ha pretendido la destrucción y reconfiguración de articulacio- nes sociales para el control y disciplinamiento. brutalidad.indd 168brutalidad.indd 168 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 169 La violencia de Estado tiende a esconder sus propios medios, ge- nera un discurso que «oscurece su naturaleza»28, es una violencia que no quiere decir su propio nombre. Por ello, nombrarla significa deter- minarla, que es un primer momento para su identificación y para la comprensión de su naturaleza y lógica, de su estructura y temporali- dades que, eventualmente, hace posible la desestructuración y desar- ticulación de sus circuitos. No es, en este sentido, un debate peregrino tratar de esclarecer los nombres de la violencia y la identificación de sus lógicas y la naturaleza del conflicto en la que se despliega. No diferenciar históricamente nos pone frente al problema de no identificar las lógicas de violencia y no determinar sus expresio- nes, hasta el grado de pensar la historia reciente de México, los últi- mos 50 años, como un «estado de guerra» permanente29, y que a las distintas formas de violencia sobre las cuales aún no ha queda claro el elemento que les es común y que permitiría presentar abstracciones, queden atrapadas bajo el sustantivo de «guerra», adjetivado de dis- tintas formas: contra el narco, asimétrica, difusa, contra los pueblos. Y bajo esa categorización, han quedado subsumidas y sometidas a una equivalencia que, al menos hasta el momento, se presenta como arti- ficial y sin cualidad explicativa consistente, diferentes experiencias de la violencia como se despliega en el presente: Tlatlaya, Iguala, Villas de Salvárcar, Ostula, Cherán, San Fernando… se explican corriente- mente bajo la categoría de «guerra». La identificación de las lógicas de la violencia, a través de análi- sis empíricos, teóricos e históricos, permite construir marcos com- prensivos sobre las formas en que se despliegan, así como sus técnicas específicas30, como la desaparición de personas. Algunos estudios recientes muestran la utilidad de ese tipo de análisis para la explica- ción de los usos de la desaparición y la construcción de mecanismos de justicia transicional. Por ejemplo, Tania Ocampo hace un análisis 28 Carlos Montemayor, La guerrilla recurrente, México, Debate, 2007. 29 Carlos Illades y Teresa Santiago, «La guerra interna», en Juan Ortiz Escamilla (ed.), Guerra, México, Secretaría de Cultura, 2018, pp. 237-259. 30 Eduardo González Calleja, Asalto al poder: La violenciapolítica organi- zada y las ciencias sociales, Madrid, Siglo XXI, 2017 y Stathis N. Kalyvas, The Logic of Violence in Civil War, Cambridge, Cambridge University Press, 2006. brutalidad.indd 169brutalidad.indd 169 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 170 sobre la desa parición de infantes en El Salvador, expone cómo los con- textos de implementación de la desaparición (un gobierno represivo, la guerra y campañas militares) definieron las «rutas de la desapari- ción» de infantes31. Por su parte, Iosif Kovras, en un análisis más amplio a través de los casos de Chile, Chipre, Líbano y Sudáfrica, identifica la forma en que la naturaleza de los conflictos es una determinante para los procesos de justicia transicional y la recuperación de la verdad en materia de desaparición de personas32. La falta de identificación de la lógica y naturaleza de la violencia ha sido uno de los problemas principales en los estudios sobre la vio- lencia y desaparición en México que han llevado a conclusiones ries- gosas en algunos casos actuales, como la tesis que sostiene que la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa corresponde a una violencia distinta a la que ha causado a «los otros desaparecidos». Si observamos algunos elementos de las dinámicas en que se ha desple- gado la violencia en la región de Guerrero donde fueron desapareci- dos los normalistas, probablemente encontremos que se trata de una misma lógica de violencia. Por lo pronto, se podría señalar solo un dato: en la región Iguala-Cocula-Huitzuco, mucho antes del caso de los normalistas, la desaparición de personas a manos de las policías y de los grupos criminales era ya una práctica sistemática. De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas, en esa zona se tienen registradas 229 personas desaparecidas entre 2007 y agosto de 201433. Es decir, en esa lógica ya instalada, y no en una excepcionalidad, se encuentra parte de la explicación. El caso Ayotzi- napa nos brinda oportunidad de señalar dos problemas centrales en el análisis de las violencias en México, especialmente en la desaparición de personas: la abstracción de las técnicas de violencia y la superpo- sición de lógicas de violencia, sin determinarlas. 31 Tania Ocampo Saravia, Voces sobre la desaparición forzada de infantes du- rante la guerra en El Salvador, México, Bonilla Artigas Editores, 2018. 32 Iosif Kovras, Grassroots Activism and the Evolution of Transitional Justice, Cambridge, Cambridge University Press, 2017. 33 Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Re- gistro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, 2018, [http:// www.gob.mx/sesnsp/acciones-y-programas/registro-nacional-de-datos-de- personas-extraviadas-o-desaparecidas-rnped]. brutalidad.indd 170brutalidad.indd 170 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 171 Como señalamos, uno de los discursos que acompañó la desaparición de los normalistas fue que era una continuación de la «guerra sucia»34. Y esta aseveración no resulta extraña, pues esta categoría, que más allá de su uso con fines periodísticos no aporta claridad empírica ni conceptual al ciclo de violencia, hace una abstracción de las técnicas de violencia sepa- rándolas de sus lógicas, las presenta como una explicación de sí mismas. «Guerra sucia» es una categoría que se vincula única y exclusiva mente al uso de ciertas técnicas ilegales para el combate de lo que se define como enemigo. Entonces, la presencia de técnicas ilegales comprueba la exis- tencia de la «guerra sucia», pero solo se le asocia con ciertas prácticas (la desaparición forzada, por ejemplo), sin explicar la exclusión de otras, como el uso de la tortura o las ejecuciones extrajudiciales. Por otra parte, en tanto se asocia a la presencia de las técnicas, se deja de lado el proceso de adaptación, aprendizaje y radicalización de las políticas y estrategias policiales-militares que se usaron en el com- bate a las disidencias políticas entre las décadas de 1960 y 198035; tam- bién se omiten los cambios en las lógicas de violencia y en las técnicas 34 Sobre el origen, transferencias y algunos usos del término «guerra su- cia» véase Marie-Monique Robin, Escuadrones de la muerte, la escuela francesa, Buenos Aires, Sudamericana, 2005, pp. 65-84. 35 El hecho comúnmente usado por varios historiadores y periodistas como criterio para datar el inicio de la «guerra sucia» es la detención-desa- parición de Epifanio Avilés Rojas, militante de la Asociación Cívica Nacio- nal Revolucionaria (ACNR), el 19 de mayo de 1969. Se toma esta desaparición porque se considera que fue la primera que configura el tipo ideal jurídico. Alexander Aviña, Specters of Revolution: Peasant guerrillas in the Cold War Mexi- can countryside, Oxford, Oxford University Press, 2014; Laura Castellanos, Mé- xico armado, 1943-1981, México, Era, 2007; Adela Cedillo, El fuego y el silencio. Historia de las FLN, México, Comité 68 Pro Libertades Democráticas, 2008 y Roberto González Villarreal, op. cit. Sin embargo, ninguno quienes sostienen este criterio ha brindado una explicación consistente para tomar esta desapa- rición como el inicio para la «guerra sucia», más allá de considerarla como evidencia de la primera detención-desaparición y, por tanto, la primera vez que, pretendidamente, se usó esta técnica ilegal. La FEMOSPP registró una de- tención-desaparición en mayo de 1968 y la catalogó como un caso «plena- mente acreditado»; desaparición que se dio en el marco de la persecución a Genaro Vázquez después de su liberación. Por lo que también podría tomarse como un caso de desaparición de la «guerra sucia» y ser considerada como el inicio de la práctica. Así podríamos seguir rastreando casos hacia atrás. brutalidad.indd 171brutalidad.indd 171 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 172 mismas, generando la ilusión de no diferencia, ni de grado ni cualita- tiva, entre los distintos momentos y estrategias (operaciones, técnicas, discursos) de la violencia. Por ello, una desaparición forzada ocurrida en 1969 sería idéntica, en su operación y sentido, a otra en 2014. Bajo el término «guerra sucia» quedan indiferenciadas, no obser- vables, tanto las prácticas de terror de Estado como otras violencias es- tatales y conflictos políticos de distinto orden y grado; también oculta el uso de instrumentos legales para el combate a la disidencia, las de- finiciones de delincuencia y delitos nuevos. Esta categoría en realidad no da cuenta de la lógica de violencia en la que encuentran sentido las prácticas y la forma que asumieron las técnicas en un momento históri- co; de ahí que su uso para explicar violencias presentes sea igual de ino- perante36. Que una misma técnica aparezca persistentemente a lo largo de varias décadas, no significa que estemos ante el mismo fenómeno. 36 Para el caso del periodo que va de 1965 a 1985, usualmente definido como «guerra sucia», si se analizan los cambios operados por el Estado mexi- cano en términos políticos y policiaco-militares, es posible caracterizar a las violencias desplegadas dentro de una lógica de contrainsurgencia para la com- prensión del proceso particular del combate a las disidencias políticas. Por con- trainsurgencia se entiende al conjunto de políticas, programas y acciones, coordinadas en una estrategia centralizada que busca impedir, minar o derro- tar a la insurgencia social, o lo que desde el Estado se comprende como insur- gencia: una serie de movimientos y organizaciones que buscan transformar el régimen político. Aunque desde 1965 ya comienza el proceso de implantación del pensamiento contrainsurgente, fue hasta 1968-1969 cuando el Estado mexi- cano da el giro contrainsurgente de manera definitiva. Camilo Vicente Ovalle, «Verdad de Estado y discursos de la contrainsurgencia», Contemporánea, Méxi- co, INAH, vol. 4, núm. 8, 2017, pp. 28-45. En esa lógica encuentran su sentido las diversas técnicas de violencia desplegadas por el Estado mexicano.La con- trainsurgencia no solo se constriñe a acciones de tipo policiaco-militar, abiertas o encubiertas: incluye aspectos legales e ilegales, políticos, económicos, discur- sivos, dirigidos desde el Estado con el fin de mantener una sociedad ordenada. Eduardo González Calleja, op. cit.; Michael T. Klare y Peter Kornbluh (eds.), Contrainsurgencia, proinsurgencia y antiterrorismo en los 80: el arte de la guerra de baja intensidad, México, Grijalbo, 1990; Christopher Paul, Colin Clarke, Beth Grill & Molly Dunigan, Paths to Victory: Lessons from Modern Insurgencies, San- ta Monica, RAND Corporation, 2013; Ganesh Sitaraman, «Counterinsurgency, the War on Terror, and the Laws of War», Virginia Law Review, vol. 95, num. 7, 2009, pp. 1745-1839 y Raúl Sohr, Para entender la guerra, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990. brutalidad.indd 172brutalidad.indd 172 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 173 Esto nos pone ante un segundo problema: la superposición o arti- culación de violencias no significa que sean continuaciones de lo mis- mo. Históricamente, esto puede observarse con claridad hacia finales de la década de 1970, cuando tiene lugar la transición en los usos de la desaparición forzada, y que en gran medida se explica por la arti- culación entre dos lógicas de violencia distintas: la contrainsurgen- cia y la primera «guerra contra el narco». Se trata de dos estrategias de Estado, diferenciadas en su origen y propósito, que coinciden y muestran sus afinidades. El estado de Sinaloa, hacia finales de la década de 1970, resulta un punto relevante en esa intersección por la dinámica de conflicto político, el desarrollo de los grupos de narcotraficantes y la es- trategia usada allí por el Estado mexicano, así como las formas de vio- lencia política y social desplegadas en ese periodo. La generalización de la violencia de Estado era ya una tendencia, desde 1975, de la pro- pia estrategia contrainsurgente: retenes policiaco-militares para el control de la población; operaciones rastreo para la ubicación de mi- litantes y células guerrilleras que implicaron allanamientos y deten- ciones ilegales; disciplinamiento social a través de la presencia militar cotidiana. Sin embargo, la implementación de la Operación Cóndor en 1977, para el combate al narcotráfico, ofreció nuevas condiciones materiales e institucionales no solo para el ataque a la guerrilla, sino para la generalización de las tácticas contrainsurgentes sobre el con- junto de la población. Esta intersección entre la contrainsurgencia y los comienzos de la guerra contra el narcotráfico provocó transforma- ciones en las estructuras de lo político y la economía, se potenció a los nacientes carteles y se puso en marcha una nueva forma de guberna- mentalidad a partir de la nueva violencia desplegada. Las detenciones arbitrarias, la desaparición forzada y el uso de la tortura, por parte de la policía municipal y judicial, se generalizaron y comenzaron a si- tuarse más allá del eje ideológico, y de su contexto operativo dentro de la contrainsurgencia. De esta manera, la persistencia de las técnicas de violencia no se traduce, necesariamente, en una continuidad entre lógicas. Es decir, que la desaparición en cuanto técnica siga siendo implementada en el presente no significa que la segunda «guerra contra el narco» sea brutalidad.indd 173brutalidad.indd 173 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 174 la continuidad de la contrainsurgencia de la década de 1970, aunque pueda contener usos contrainsurgentes37. Los usos de la desaparición son un indicador importante en los cambios de las lógicas de violencia, al tiempo que es un elemento para poder determinarlas. Durante la contrainsurgencia el uso de la desaparición tuvo como objetivo la desarticulación de la disiden- cia política y el control social; en la lógica de violencia presente, las formas de la desaparición incluyen componentes de la apropiación del cuerpo tanto como mercancía (los casos de trata, de venta de órganos), como mecanismo para la extracción de ganancia a través de la explotación de trabajo esclavo (los casos de trabajo forzado), como lo han documentado ampliamente recientes investigaciones periodísticas38. IV. LOS RITMOS Como señalé, el análisis histórico de la violencia exige no solo su ca- racterización lógica o las formas en las que se despliega, también exige 37 Esto se puede observar también en el desarrollo de la segunda guerra con- tra el narco, cuyo inicio formal fue en 2006, año de la «Operación Michoacán», implementada en los primeros meses del gobierno de Felipe Calderón. Aunque no fue diseñada como una estrategia contrainsurgente, el desligue de violencia que acompañó la nueva guerra contra el narco, con el desarrollo de operacio- nes policiaco-militares como el «Operativo Conjunto Chihuahua» en 2008, que implicó el despliegue de poco más de cinco mil efectivos del ejército, también sirvió para el control y disciplinamiento social. Particularmente, en un ciclo de movilizaciones políticas y sociales que van desde el levantamiento zapa- tista en 1994 hasta la insurrección oaxaqueña en 2006, pasando por la huelga de la UNAM de 1999 y la crisis política-electoral de 2006, plantearon algunos retos al despliegue neoliberal. 38 Arturo de Dios Palma, «Pobladores denuncian que “Los Ardillos” los obligan a sembrar amapola en Guerrero», El Universal, 21 de enero de 2019, [https://www.eluniversal.com.mx/estados/pobladores-denuncian-que-los- ardillos-los-obligan-sembrar-amapola-en-guerrero] y Alejandra Guillén y Diego Petersen, «El regreso del infierno: los desaparecidos que están vivos», Quinto Elemento, 4 de febrero de 2019, [https://quintoelab.org/project/ regresodelinfierno]. brutalidad.indd 174brutalidad.indd 174 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 175 explicitar los momentos en que lo hace, entender la implementación, en una temporalidad definida, de una técnica por encima de otra. Las variaciones en la intensidad o extensión del uso de una técnica de vio- lencia implican cambios profundos en el sentido de la lógica de violen- cia en la que se encuentre inscrita. No han sido pocos los autores que han llamado la atención sobre la importancia del proceso, la tempo- ralidad y los ritmos en que se presentan los fenómenos sociales, en la construcción de explicaciones o teorías de mediano alcance39. Pero usualmente, cuándo y cómo pasan las cosas no siempre tienen pree- minencia en los análisis sobre la violencia. En el informe de la FEMOSPP, la implementación de la desapari- ción forzada entre 1968 y 1988 no afecta la explicación sobre la lógica de violencia desplegada, y su significación es exactamente la misma y tiene el mismo resultado siempre. Pero, ¿históricamente se sostiene esto? En la siguiente gráfica, que presenta el número de detenciones- desapariciones agrupadas por año, se puede observar de manera clara el pico del fenómeno, entre 1974 y 1978; antes y después de esos años parecería que estamos ante un fenómeno menor y aislado. Pero también podríamos preguntarnos si estamos ante un fenóme- no que se mantenga igual a sí mismo en el tiempo: ¿qué pasó antes y después del momento en que el fenómeno alcanzó su pico?, ¿por qué entre 1974 y 1978 se incrementaron las detenciones-desapariciones?, ¿es posible caracterizar de la misma manera las detenciones-desapa- riciones a lo largo del periodo establecido? El grado de refinamiento y de capacidad operativa que alcanzó el Estado mexicano fue muy superior al que se le ha supuesto. Uno de los rasgos de tal efectividad y eficacia, y al mismo tiempo de la com- plejidad de los fenómenos represivos en las décadas de 1970 y 1980, radica en la diferenciación de su estrategia: no obstante la centraliza- ción de la desaparición forzada, los ritmos que tomó el conjunto de 39 Paloma Aguilar & Iosif Kovras, «Explaining Disappearances as a Tool of Political Terror», International Political Science Review, vol. 40, num. 3, 2018, pp.437-452; Paul Pierson, Politics in Time: History, Institutions, and Social Analysis, Princeton, Princeton University Press, 2004; James Ron, «Varying Methods of State Violence», International Organization, vol. 51, num. 2, 1997, pp. 275-300 y Charles Tilly, Big Structures, Large Processes, Huge Comparisons, New York, Russell Sage Foundation, 1984. brutalidad.indd 175brutalidad.indd 175 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 176 la estrategia represiva (de la negociación, pasando por la contención y hasta la eliminación), esta tuvo despliegues temporales y espaciales diferenciados (Mapa 1). Esto dio por resultado la implantación de la contrainsurgencia, como lógica de violencia, de manera general, pero no homogénea: no se aplicó con el mismo objetivo durante todo el periodo contrainsurgente, ni fue idéntica en todos los lugares, y tam- poco se usó de la misma forma contra toda la disidencia. Gráfica 2. Detenciones-desapariciones permanentes en México, 1968-1988 Fuente: Elaboración propia con datos del Informe de la FEMOSPP, 2006. Durante el periodo contrainsurgente la desaparición forzada no siem- pre se usó como una técnica de eliminación: en los primeros años, la mayor parte de quienes fueron víctimas de este dispositivo represivo fue puesta en libertad o en cárcel política. Es posible que por ello el número de detenidos-desaparecidos permanentes entre los años de 1968 a 1973 sea significativamente menor. Su expresión espacial también fue diferenciada. Por ejemplo, para el caso de Oaxaca, en el año de 1975 se puso en marcha la eliminación de los comandos urbano y rural de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S). Mientras tanto, en ese mismo año en Sinaloa la dinámica interna parece contraria: a diferencia de lo operado en Oaxaca, sus principales líderes y decenas de militantes no fueron desaparecidos permanentemente, fueron puestos en prisión política. Para 1975, brutalidad.indd 176brutalidad.indd 176 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 177 comenzó un proceso de distención política, aplicando una amnistía de facto: entre 1975 y 1976 fueron puestos en libertad todos los mili- tantes de la LC23S que se encontraban presos en las cárceles estatales. Finalmente, la desaparición forzada, en su variante que concluyó con la eliminación física del «enemigo», no estuvo dirigida al con- junto de las organizaciones guerrilleras, sino contra algunas de ellas. El caso de Oaxaca es significativo, mientras que a los militantes de la LC23S, tanto su comando urbano como su brigada rural, fueron ob- jeto de desapariciones definitivas, los militantes de la Unión del Pue- blo fueron sometidos a prisión política. Mapa 1. Detenciones-desapariciones permanentes en México, 1968-1985 Fuente: Elaboración propia con datos del Informe de la FEMOSPP, 2006. El análisis de los despliegues temporales y espaciales no solo permite tener un panorama más amplio de las lógicas de violencia, sino que pone el ejercicio comparativo en primer plano. Los ritmos nos obligan a observar de manera comparativa, y nos evitan el riesgo de caer en la producción de excepcionalidades ahistóricas. En los estudios históri- cos, y en general de las ciencias sociales, la comparación tiene una re- levancia epistemológica, pues nos permite probar hipótesis, construir brutalidad.indd 177brutalidad.indd 177 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 178 o descartar explicaciones alternativas y contar con descripciones no solo más profundas, sino más amplias. En los años recientes, el descubrimiento masivo de fosas clandes- tinas a lo largo de territorio mexicano ha sido un elemento esencial para la comprensión de la desaparición y la lógica de violencia. En primer lugar, un cambio en las prácticas de violencia: de la exposición de los cuerpos (desmembrados, colgados) a su desaparición. El uso de técnicas como el incineramiento o la disolución de cuerpos en ácido, por casi todos los grupos de crimen organizado, nos pone ante una estrategia generalizada que podría responder a un factor común que habrá que explicar. Sobre el caso de «El Pozolero», personaje dedi- cado a la eliminación de cuerpos, Marcela Turati cuenta: Descubrí después que Meza López [Santiago Meza López, «El Po- zolero»] no era único en su tipo y que cada célula de cada cartel tiene su propio «cocinero con su propia receta»: que el método de calci- nación, disolución, incineración o cocción varía por región, se per- fecciona con distintos químicos, se sigue extendiendo. Y que siem- pre, dentro de la trama de muerte, aparece algún policía o político40. En segundo lugar, los despliegues espaciales de la desaparición, en los últimos 10 años, también nos pueden dar elementos sobre las carac- terísticas de la violencia; por ejemplo, el establecimiento de corredo- res asociados al tráfico de personas, al uso de trabajo forzado y zonas de exterminio (Mapa 2). El mapa de fosas, recientemente publicado por un grupo de periodistas, es indicativo del ritmo y espacios en que puede estar desplegándose ahora la violencia: El fenómeno creció a niveles de catástrofe si se toma en cuenta que el año 2006 fueron descubiertas sólo 2 fosas, y que en los años siguien- tes subió a varios cientos el número de ellas. En 2007 el número de escondites de cuerpos descubiertos bajo tierra trepó a diez, extendi- dos en cinco estados. En 2010 la cifra anual ya era de 105 fosas, en 40 Marcela Turati, «Ensayo sobre el uso de ácido», A dónde van los desa- parecidos, 12 de noviembre de 2018, [https://adondevanlosdesaparecidos. org/2018/11/12/ensayo-sobre-el-uso-de-acido/]. brutalidad.indd 178brutalidad.indd 178 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 179 14 entidades; en 2011 fue en 20 estados y saltó a 375, equivalente en promedio a una por día41. Los estados con mayor número de fosas clandestinas localizadas tam- bién coinciden con aquellos con el mayor número de registros de per- sonas desaparecidas. Los cinco puntos concentradores de fosas son: Ciudad Juárez, así como los puertos o corredores cercanos al mar: Ahome, Sinaloa; San Fernando, Tamaulipas y los puertos de Acapulco y Veracruz. También es posible distinguir que en el noroeste y la parte norte del Golfo de México se ha extendido el uso de combustibles para inci- nerar cadáveres hasta dejar fragmentos en lugares como Veracruz, Coahuila, Tamaulipas, Coahuila o Nuevo León42. Mapa 2. Desapariciones en México, 2007-2018 Fuente: Elaboración propia con datos del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas. Corte al 30 de abril de 2018. 41 Marcela Turati, Alejandra Guillén y Mago Torres, «El país de las 2 mil fosas», A dónde van los desaparecidos, 12 de noviembre de 2018, [https:// adondevanlosdesaparecidos.org/2018/11/12/2-mil-fosas-en-mexico/]. 42 Idem. brutalidad.indd 179brutalidad.indd 179 29/06/21 18:3629/06/21 18:36 180 V. CONSIDERACIONES FINALES Para una crítica de la violencia, como se impone en una situación de emergencia, es necesario exponer no solo sus articulaciones lógicas, también sus genealogías, sus procesos y expresiones históricas; porque no solo se busca la explicación de las características específicas de una u otra expresión de violencia, sino del momento en que aparecen, de las condiciones en las que se privilegia a una por sobre otra, y de los cambios, incluso, en su propia implementación. Las formas de violencias, aun aquellas que aparecen como nove- dosas, están tejidas por tramas con mucha densidad histórica. Por otra parte, particularmente las de Estado, no solo tienen continui- dad en diferentes contextos de formas preexistentes con variacio- nes de grado y estilo, sino que representan cambios cualitativos en las dinámicas y lógicas de poder. Por ello, la idea del retorno de lo mismo, de la continuidad de la «guerra sucia», no llega a puerto seguro, pues la estructura de gubernamentalidad ha cambiado sus- tancialmente, en particular bajo el programa neoliberal, y por lo tanto su lógica de violencia.BIBLIOGRAFÍA AGUILAR, Paloma & Iosif Kovras, «Explaining Disappearances as a Tool of political Terror», International Political Science Review, vol. 40, num. 3, 2018, pp. 437-452. ANAYA-Muñoz, Alejandro & Barbara Frey (eds.), Mexico’s Human Ri- ghts Crisis, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 2019. 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