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William MacDonald - Jeremias

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COMENTARIO BÍBLICO 
DE 
WILLIAM MacDONALD 
 
Editorial CLIE 
 
 
 
JEREMÍAS 
 
 
 
 
William MacDonald 
Título original en inglés: Believer’s Bible Commentary 
Algunos de los materiales de esta obra fueron editados previamente por Harold Shaw 
Publishers y Walterick Publishers, y han sido empleados con su permiso. No obstante, han 
sido revisados, expandidos y editados considerablemente. 
Publicado originalmente en dos tomos, Antiguo y Nuevo Testamento. 
Traductores de la versión española del Antiguo Testamento: 
Neria Díez, Donald Harris, Carlos Tomás Knott, José Antonio Septién. 
Editor y revisor de traducciones: Carlos Tomás Knott. 
Traductor de la versión española del Nuevo Testamento: 
Santiago Escuain. 
Copyright © 2004 por CLIE para esta edición completa en español. 
Este comentario se basa en la traducción Reina Valera, revisión de 1960. 
Copyright © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas. 
Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de esta versión. 
«BAS » indica que la cita es de la versión Biblia de las Américas, 
Copyright © 1986 The Lockman Foundation. 
Los esquemas y otros gráficos son propiedad de William MacDonald. 
Depósito Legal: 
ISBN: 978-84-8267-410-0 
Clasifíquese: 
98 HERMENÉUTICA: 
Comentarios completos de toda la Biblia 
C.T.C. 01-02-0098-04 
Referencia: 22.45.73 
Prefacio del autor 
 
El propósito del Comentario Bíblico de William MacDonald es darle al lector cristiano 
medio un conocimiento básico del mensaje de la Sagrada Biblia. También tiene como 
propósito estimular un amor y apetito por la Biblia de modo que el creyente deseará 
profundizar más en sus tesoros inagotables. Confío en que los eruditos encuentren alimento 
para sus almas, pero deberán tener en consideración y comprender que el libro no fue 
escrito primariamente para ellos. 
Todos los libros han sido complementados con introducciones, notas y bibliografías. 
A excepción de Salmos, Proverbios y Eclesiastés, la exposición del Antiguo 
Testamento se presenta principalmente de párrafo en párrafo en lugar de versículo por 
versículo. Los comentarios sobre el texto son aumentados por aplicaciones prácticas de las 
verdades espirituales, y por un estudio sobre tipos y figuras cuando es apropiado. 
Los pasajes que señalan al Redentor venidero reciben trato especial y se comentan con 
más detalle. El trato de los libros de Salmos, Proverbios y Eclesiastés es versículo por 
versículo, porque no se prestan a condensación, o bien porque la mayoría de los creyentes 
desea estudiarlos con más detalle. 
Hemos intentado enfrentar los textos problemáticos y cuando es posible dar 
explicaciones alternativas. Muchos de estos pasajes ocasionan desesperación en los 
comentaristas, y debemos confesar que en tales textos todavía «vemos por espejo, 
oscuramente». 
Pero la misma Palabra de Dios, iluminada por el Espíritu Santo de Dios, es más 
importante que cualquier comentario sobre ella. Sin ella no hay vida, crecimiento, santidad 
ni servicio aceptable. Debemos leerla, estudiarla, memorizarla, meditar sobre ella y sobre 
todo obedecerla. Como alguien bien ha dicho: «La obediencia es el órgano del 
conocimiento espiritual». 
 Willian McDonald 
 
Introducción del editor 
 
«No menospreciéis los comentarios». Éste fue el consejo de un profesor de la Biblia a 
sus alumnos en Emmaus Bible School (Escuela Bíblica Emaús) en la década de los 50. Al 
menos un alumno se ha acordado de estas palabras a lo largo de los años posteriores. El 
profesor era William MacDonald, autor del Comentario Bíblico. El alumno era el editor de 
la versión original del Comentario en inglés, Arthur Farstad, quien en aquel entonces estaba 
en su primer año de estudios. Sólo había leído un comentario en su vida: En los Lugares 
Celestiales (Efesios) por H. A. Ironside. Cuando era joven leía ese comentario cada noche 
durante un verano, y así Farstad descubrió qué es un comentario. 
 
¿Qué es un comentario? 
 
¿Qué es exactamente un comentario y por qué no debemos menospreciarlo? Un editor 
cristiano hizo una lista de quince tipos de libros relacionados con la Biblia. No debería 
extrañar, entonces, si algunas personas no saben describir la diferencia entre un comentario, 
una Biblia de estudio, una concordancia, un atlas, un interlineal y un diccionario bíblico, 
nombrando sólo cinco categorías. 
Aunque sea una perogrullada, un comentario comenta, es decir, hace un comentario que 
ayuda a entender el texto, versículo por versículo o de párrafo en párrafo. Algunos 
cristianos desprecian los comentarios y dicen: «sólo quiero leer la Biblia misma y escuchar 
una predicación». Suena a piadoso, pero no lo es. Un comentario meramente pone por 
impreso la mejor (y más difícil) clase de exposición bíblica: la enseñanza y predicación de 
la Palabra de Dios versículo por versículo. Algunos comentarios (por ejemplo, los de 
Ironside) son literalmente sermones impresos. Además, las más grandes exposiciones de la 
Biblia de todas las edades y lenguas están disponibles en forma de libro en inglés (tarea que 
todavía nos incumbe en castellano). Desafortunadamente, muchos son tan largos, tan 
antiguos y difíciles que el lector cristiano corriente se desanima y no saca mucho provecho. 
Y ésta es una de las razones de ser del Comentario Bíblico de William MacDonald. 
 
Tipos de comentarios 
 
Teóricamente, cualquier persona interesada en la Biblia podría escribir un comentario. 
Por esta razón, hay toda una gama de comentarios desde lo muy liberal hasta lo muy 
conservador, con todos los matices de pensamientos en el intermedio. El Comentario 
Bíblico de William MacDonald es un comentario muy conservador, que acepta la Biblia 
como la Palabra de Dios inspirada e inerrante, y totalmente suficiente para la fe y la 
práctica. 
Un comentario podría ser muy técnico (con detalles menudos de la sintaxis del griego y 
hebreo), o tan sencillo como una reseña. Este comentario está entre estos dos extremos. 
Cuando hacen falta comentarios técnicos, se hallan en las notas al final de cada libro. El 
escritor comenta seriamente los detalles del texto sin evadir las partes difíciles y las 
aplicaciones convincentes. El hermano MacDonald escribe con una riqueza de exposición. 
La meta no es producir una clase de cristianos nominales con comprensión mínima y sin 
mucho compromiso, sino más bien discípulos. 
Los comentarios también suelen distinguirse según su «escuela teológica»: 
conservadora o liberal, protestante o católico romano, premilenial o amilenial. Este 
comentario es conservador, protestante y premilenial. 
 
Cómo emplear este libro 
 
Hay varias formas de acercarse al Comentario Bíblico de William MacDonald. 
Sugerimos el siguiente orden como provechoso: 
Hojear: Si le gusta la Biblia o la ama, le gustará hojear este libro, leyendo un poco en 
diferentes lugares y disfrutándolo así de forma rápida, apreciando el sentido general de la 
obra. 
Un Pasaje específico: Puede que tengas una duda o pregunta acerca de un versículo o 
párrafo, y que necesites ayuda sobre este punto. Búscalo en el lugar apropiado en el 
contexto y seguramente hallarás material bueno. 
Una doctrina: Si estudia la creación, el día de reposo, los pactos, las dispensaciones, o 
el ángel de JEHOVÁ, busque los pasajes que tratan estos temas. El índice indica los ensayos 
que hay sobre esta clase de tema. En el caso de algo que no aparezca en el índice, use una 
concordancia para localizar las palabras claves que le guiarán a los pasajes centrales que 
tratan el punto en cuestión. 
Un libro de la Biblia: Quizá en su congregación estudian un libro del Antiguo 
Testamento. Será grandemente enriquecido en sus estudios (y tendrá algo que contribuir si 
hay oportunidad) si durante la semana antes de cada estudio lee la porción correspondiente 
en el comentario. 
Toda la Biblia: Tarde o temprano cada cristiano debe leer todala Biblia, comenzando 
en el principio y continuando hasta el final, sin saltar pasajes. A lo largo de la lectura se 
encontrarán textos difíciles. Un comentario cuidadoso y conservador como éste puede ser 
de mucha ayuda. 
El estudio de la Biblia puede parecerle al principio como «trigo molido», es decir: 
nutritivo pero seco, pero si persevera y progresa, ¡vendrá a ser como «tarta de chocolate»! 
El consejo del hermano MacDonald, dado hace tantos años: «no menospreciéis los 
comentarios», todavía es válido. Habiendo estudiado cuidadosamente sus comentarios 
sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento, puedo decir lo siguiente: «¡disfrútelo!». 
 
Abreviaturas 
 
Abreviaturas de libros de la Biblia 
 
Libros del Antiguo Testamento 
 
Gn. Génesis 
Éx. Éxodo 
Lv. Levítico 
Nm. Números 
Dt. Deuteronomio 
Jos. Josué 
Jue. Jueces 
Rt. Rut 
1 S. 1 Samuel 
2 S. 2 Samuel 
1 R. 1 Reyes 
2 R. 2 Reyes 
1 Cr. 1 Crónicas 
2 Cr. 2 Crónicas 
Esd. Esdras 
Neh. Nehemías 
Est. Ester 
Job Job 
Sal. Salmos 
Pr. Proverbios 
Ec. Eclesiastés 
Cnt. Cantares 
Is. Isaías 
Jer. Jeremías 
Lm. Lamentaciones 
Ez. Ezequiel 
Dn. Daniel 
Os. Oseas 
Jl. Joel 
Am. Amós 
Abd. Abdías 
Jon. Jonás 
Mi. Miqueas 
Nah. Nahúm 
Hab. Habacuc 
Sof. Sofonías 
Hag. Hageo 
Zac. Zacarías 
Mal. Malaquías 
 
Libros del Nuevo Testamento 
 
Mt. Mateo 
Mr. Marcos 
Lc. Lucas 
Jn. Juan 
Hch. Hechos 
Ro. Romanos 
1 Co. 1 Corintios 
2 Co. 2 Corintios 
Gá. Gálatas 
Ef. Efesios 
Fil. Filipenses 
Col. Colosenses 
1 Ts. 1 Tesalonicenses 
2 Ts. 2 Tesalonicenses 
1 Ti. 1 Timoteo 
2 Ti. 2 Timoteo 
Tit. Tito 
Flm. Filemón 
He. Hebreos 
Stg. Santiago 
1 P. 1 Pedro 
2 P. 2 Pedro 
1 Jn. 1 Juan 
2 Jn. 2 Juan 
3 Jn. 3 Juan 
Jud. Judas 
Ap. Apocalipsis 
 
Abreviaturas de versiones de la Biblia, traducciones y paráfrasis 
 
 
ASV American Standard Version 
BAS Biblia de las Américas 
FWG Biblia Numérica de F. W. Grant 
JBP Paráfrasis de J. B. Phillips 
JND New Translation de John Nelson Darby 
KJV King James Version 
KSW An Expanded Translation de Kenneth S. Wuest 
LB Living Bible (paráfrasis de la Biblia, que existe en castellano como 
La Biblia al Día) 
NASB New American Standard Bible 
NEB New English Bible 
NIV New International Version 
NKJV New King James Version 
R.V. Revised Version (Inglaterra) 
RSV Revised Standard Version 
RV Reina-Valera, revisión de 1909 
RVR Reina-Valera, revisión de 1960 
RVR77 Reina-Valera, revisión de 1977 
V.M. Versión Moderna de H. B. Pratt 
 
 
Otras abreviaturas 
 
a.C. Antes de Cristo 
Aram. Arameo 
AT Antiguo Testamento 
c. circa, alrededor 
cap. capítulo 
caps. capítulos 
CBC Comentario Bíblico 
cf. confer, comparar 
d.C. después de Cristo 
e.g. exempli gratia, por ejemplo 
ed. editado, edición, editor 
eds. editores 
et al. et allii, aliæ, alia, y otros 
fem. femenino 
Gr. griego 
i.e. id. est, esto es 
ibid. ibidem, en el mismo lugar 
ICC International Critical Commentary 
lit. literalmente 
LXX Septuaginta (antigua versión gr. del AT) 
M Texto Mayoritario 
marg. margen, lectura marginal 
masc. masculino 
ms., mss., manuscrito(s) 
MT Texto Masorético 
NCI Nuevo Comentario Internacional 
NT Nuevo Testamento 
NU NT griego de Nestle-Aland/S. Bíblicas Unidas 
p.ej. por ejemplo 
pág., págs. página(s) 
s.e. sin editorial, sin lugar de publicación 
s.f. sin fecha 
TBC Tyndale Bible Commentary 
Trad. Traducido, traductor 
v., vv. versículo(s) 
vol(s). volumen, volúmenes 
vs. versus, frente a 
 
 
Transliteración de palabras hebreas 
 
El Comentario al Antiguo Testamento, habiendo sido hecho para el cristiano medio que 
no ha estudiado el hebreo, emplea sólo unas pocas palabras hebreas en el texto y unas 
cuantas más en las notas finales. 
 
El Alfabeto Hebreo 
 
Letra hebrea Nombre Equivalente en inglés 
 Álef ´ 
 Bet b (v) 
 Guímel g 
 Dálet d 
 He h 
 Vau w 
 Zain z 
 Chet h 
 Tet t 
 Yod y 
 Caf k (kh con la h aspirada) 
 Lámed l 
 Mem m 
 Nun n 
 Sámec s 
 Ayín ´ 
 Pe p (ph) 
 Tsade ts 
 Cof q 
 Resh r 
 Sin s 
 Shin sh (con la h aspirada) 
 Tau t (th) 
 
 
El hebreo del Antiguo Testamento tiene veintidós letras, todas consonantes; los rollos 
bíblicos más viejos no tenían vocales. Estos «puntos vocales», como se les llama, fueron 
inventados y colocados durante el siglo VII d.C. El hebreo se escribe de derecha a 
izquierda, lo opuesto a idiomas occidentales tales como español e inglés. 
Hemos empleado un sistema simplificado de transliteración (similar al que usan en el 
estado de Israel en tiempos modernos y las transliteraciones populares). Por ejemplo, 
cuando «bet» es pronunciado como la «v» en inglés, ponemos una «v» en la transliteración. 
Transliteración de palabras griegas 
Nombre griego Letra griega Equivalente en inglés 
alfa α a 
beta β b 
gamma γ g, ng 
delta δ d 
épsilon ε e (corta) 
tseta ζ ts 
eta η e (larga) 
zeta θ z 
iota ι i 
kappa κ k 
lambda λ l 
mu μ m 
nu ν n 
xi ξ x 
ómicron ο o 
pi π p 
rho π r 
sigma σ s 
tau τ t 
ípsilon υ u, y 
fi φ f 
ji χ j 
psi ψ ps 
omega ω o (larga) 
 
 
 
 
JEREMÍAS 
 
Introducción 
 
«Lo más impresionante… es cómo Jesucristo estaba asociado con Jeremías en la mente 
popular. En una ocasión, cuando Cristo pidió la opinión pública a Sus discípulos (Mt. 
16:13), algunos le identificaron con la figura profética sobresaliente del siglo VII a.C. No 
es sorprendente que algunos confundiesen al Varón de dolores con el profeta de corazón 
quebrantado, pues tanto Jeremías como Cristo lamentaron y lloraron por sus 
contemporáneos (cf. 9:5 y Lc. 19:41).» 
R. K. Harrison 
I. Lugar Único en el Canon 
 
Jeremías es mejor conocido como «el profeta llorón». Esta es la clave de sus escritos, 
porque si recordamos esto y la razón de su llanto, seremos capaces de entender su mensaje. 
Este profeta es singular porque revela su corazón y personalidad más que cualquier otro 
profeta del Antiguo Testamento. Por naturaleza era sensible y retraído, pero fue 
divinamente llamado para denunciar con severidad la apostasía de su tiempo. Todo lo que 
le entristecía nos recuerda la cristiandad occidental actual: la tensión internacional entre 
Babilonia, Egipto y Asiria por conseguir la supremacía mundial, el declive espiritual en 
Israel tras el último avivamiento en Judá bajo Josías, y personas que habían sido educadas 
en la Palabra de Dios y la verdadera religión, volviéndose al paganismo y llamándolo como 
algunos hacen hoy: «nuevos aires de libertad». 
 
II. Autor 
 
La profecía fue escrita por Jeremías (heb. Yirmeyâhû o Yirmeyâh). Probablemente el 
nombre significa JEHOVÁ arroja, tal vez en el sentido de poner un fundamento, de ahí 
JEHOVÁ establece. El profeta era hijo de Hilcías, sacerdote de Anatot, que es un pueblo a 
menos de cinco kilómetros de Jerusalén, en el territorio de Benjamín. 
Como la mayoría de los predicadores que son fieles a Dios y están dispuestos a poner 
en peligro su posición y seguridad económica por predicar un mensaje que el pueblo no 
quiere escuchar, Jeremías fue difamado y menospreciado por sus enemigos. No hay 
evidencias de que Jeremías llegase a entrar en el sacerdocio. 
 
III. Fecha 
Jeremías proporciona muchas notas cronológicas a lo largode su libro. Empezó su 
ministerio alrededor del 627 a.C. (en el año decimotercero de Josías, 1:2). El ministerio de 
Jeremías fue largo, extendiéndose hasta el año undécimo de Sedequías. Profetizó durante 
los últimos 40 años de Judá, hasta el tiempo en que Jerusalén cayó y los judíos fueron 
deportados a Babilonia (586 a.C.). Tras la caída de Jerusalén Jeremías estuvo bajo la 
protección de Gedalías, el gobernador. Cuando Gedalías fue asesinado por unos fanáticos, 
el profeta descendió a Egipto con algunos judíos, y vivió allí el resto de sus días. Según 
parece siguió ministrando hasta el 582 a.C. (caps. 40–44). 
Al estudiar Jeremías, es importante recordar que las profecías no están en orden 
cronológico. 
 
IV. Trasfondo y Tema 
 
Jeremías comenzó su ministerio en Judá después de la caída del reino del norte de Israel 
ante los asirios, y no muchos años antes del fin del reino de Judá. Al tiempo de su profecía, 
había una triple lucha por el poder entre Asiria, Egipto y Babilonia. Ante la advertencia 
divina de que Judá sería llevada cautiva a Babilonia, Jeremías habló en contra de toda 
alianza con Egipto, puesto que sería una nación derrotada. Asiria había obligado a Judá a 
pagar tributo, pero veinte años después Nínive, su capital, había caído a causa de un terrible 
asedio. Necao de Egipto marchó hacia el norte a través de Palestina hasta Harán, matando 
al rey Josías (609 a.C.). Él y el remanente asirio hallaron la horma de su zapato en 
Nabucodonosor, quien dirigió sus fuerzas en la famosa batalla de Carquemis. Judá pasó a 
manos de Babilonia automáticamente. Previamente Necao había depuesto y reemplazado al 
sucesor de Josías, Joacaz, con Joacim, esperando que éste fuese más favorable a Egipto. 
Nabucodonosor ignoró a Judá por un tiempo, dándole a Joacim la oportunidad de conseguir 
ayuda de Egipto para lograr la independencia. En el 598 a.C. Nabucodonosor atacó 
Jerusalén, capturó a Joaquín, el hijo y sucesor del rebelde y llevó algunos cautivos. 
Entonces puso a Sedequías en el trono. Probablemente fue Samético II, el sucesor de 
Necao, quien procuró hacer una alianza contra Babilonia. Jeremías se opuso firmemente a 
que Judá participase en ello (p.ej. cap. 28). Jeremías dijo que aquellos que lo proponían 
eran falsos profetas. 
Con la ayuda del complot egipcio, Sedequías quebrantó su yugo con Babilonia, 
atrayendo al gobernante de ésta a sitiar Jerusalén. Esto fue en el 588, y Egipto levantó el 
asedio con su ejército. Pero pronto volvió el asedio, y se pudo comprobar que Jeremías 
estaba en lo cierto al afirmar que Egipto era una «caña rota» para apoyarse. Para dolor 
suyo, Jeremías fue testigo del cumplimiento de sus propias profecías de destrucción y de 
cautividad. 
Dios le reveló al profeta que el resultado de los pecados de Judá sería la cautividad en 
Babilonia y permanecer en el exilio durante 60 años. La terrible misión de Jeremías 
consistía en anunciar esto mismo a sus paisanos, y avisarles de que se sometiesen al poder 
babilónico. Por esto le acusaron de ser un traidor y atacaron su vida. 
Cuando finalmente Jerusalén cayó en manos de los invasores, Jeremías fue uno de los 
que se les permitió quedarse en su tierra mientras que los demás eran llevados cautivos. 
Entonces él advirtió al pueblo restante que no huyese a Egipto en busca de ayuda, pero 
ellos no hicieron caso a su consejo, y le llevaron a él con ellos. Allí murió el profeta. 
Además de predecir el cautiverio babilónico, Jeremías también previó la destrucción de 
ese imperio al final de setenta años, y el regreso del pueblo a la tierra. 
 
 
 
 
BOSQUEJO 
 
I. INTRODUCCIÓN: EL NOMBRAMIENTO Y LA COMISIÓN DE JEREMÍAS (Cap. 
1) 
 II. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JEREMÍAS (Caps. 2–10) 
 A. Sermón Contra la Infidelidad Deliberada de Judá (2:1–3:5) 
 B. El Futuro de Judá Condicionado por su Arrepentimiento (3:6–6:30) 
 1. Pecado Pasado y Gloria Futura (3:6–18) 
 2. La Necesidad del Arrepentimiento (3:19–4:4) 
 3. Lamentos del Juicio del Norte (4:5–31) 
 4. Los Pecados de Judá serán Juzgados (Cap. 5) 
 5. Predicción de la Caída de Jerusalén (Cap. 6) 
 C. El Ministerio de Jeremías en la Puerta del Templo (Caps. 7–10) 
 1. La Religión Hipócrita de Judá (Cap. 7) 
 2. La Insensibilidad de Judá hacia el Pecado (Cap. 8) 
 3. El Lamento del Profeta Llorón (Cap. 9) 
 4. La Sátira contra la Idolatría (10:1–18) 
 5. La Oración del Profeta Llorón (10:19–25) 
 III. LAS EXPERIENCIAS PERSONALES DE JEREMÍAS (Caps. 11–19) 
 A. Jeremías y los Hombres de Anatot (Caps. 11–12) 
 B. Jeremías y el Cinto Podrido (Cap. 13) 
 C. La Intercesión de Jeremías Respecto a la Sequía (Caps. 14–15) 
 D. El Ministerio Solitario de Jeremías (16:1–18) 
 E. El Corazón Firme de Jeremías (16:19–17:18) 
 F. El Sermón de Jeremías Acerca del Día de Reposo (17:19–27) 
 G. Jeremías en la Casa del Alfarero (Cap. 18) 
 H. Jeremías y la Vasija de Barro (Cap. 19) 
 IV. PROFECÍAS CONTRA LOS DIRIGENTES CIVILES Y RELIGIOSOS DE JUDÁ 
(Caps. 20–23) 
 A. La Profecía Contra Pasur (20:1–6) 
 B. La Queja de Jeremías a Dios (20:7–18) 
 C. La Profecía Contra el Rey Sedequías (21:1–22:9) 
 D. La Profecía Contra el Rey Salum (22:10–12) 
 E. La Profecía Contra el Rey Joacim (22:13–23) 
 F. La Profecía Contra el Rey Joaquín (22:24–30) 
 G. La Profecía del Rey Justo (23:1–8) 
 H. La Profecía Contra los Falsos Profetas de Judá (23:9–40) 
 V. PROFECÍAS RESPECTO A LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN Y LA 
CAUTIVIDAD BABILÓNICA (Caps. 24–29) 
 A. La Señal de los Higos (Cap. 24) 
 B. La Predicción de los Setenta Años de Cautividad en Babilonia (25:1–11) 
 C. Los Apresadores Babilonios que Serán Juzgados (25:12–38) 
 D. La Advertencia de Jeremías al Pueblo (Cap. 26) 
 E. La Señal del Yugo (Cap. 27) 
 F. La Falsa Profecía y Muerte de Hananías (Cap. 28) 
 G. El Mensaje de Jeremías a los Judíos Cautivos en Babilonia (Cap. 29) 
 VI. PROFECÍAS RESPECTO A LA RESTAURACIÓN (Caps. 30–33) 
 A. Los Cautivos Serán Reunidos (Cap. 30) 
 B. La Tierra Será Restaurada (31:1–30) 
 C. El Nuevo Pacto Revelado (31:31–40) 
 D. La Ciudad Será Reconstruida (Cap. 32) 
 E. El Pacto Reconocido (Cap. 33) 
 VII. SECCIÓN HISTÓRICA (Caps. 34–45) 
 A. Caída de Judá y Jerusalén (Caps. 34–39) 
 1. Predicción de la Cautividad de Sedequías (Cap. 34) 
 2. La Obediencia de los Recabitas Recompensada (Cap. 35) 
 3. El Rey Joacim Quema el Rollo de Jeremías (Cap. 36) 
 4. Jeremías Encarcelado y Entrevestido por Sedequías (Caps. 37–38) 
 5. La Caída de Jerusalén (Cap. 39) 
 B. Eventos en Judá tras la Caída de Jerusalén (Caps. 40–42) 
 1. Jeremías Habitando con el Gobernador Gedalías (Cap. 40) 
 2. El Gobernador Gedalías es Asesinado (Cap. 41) 
 3. Dios Prohíbe la Huída a Egipto (Cap. 42) 
 C. Jeremías y el Remanente en Egipto (Caps. 43–44) 
 D. El Mensaje de JEHOVÁ a Baruc (Cap. 45) 
 VIII. PROFECÍAS CONTRA LAS NACIONES GENTILES (Caps. 46–51) 
 A. Profecías contra Egipto (Cap. 46) 
 B. Profecías contra Filistea (Cap. 47) 
 C. Profecías contra Moab (Cap. 48) 
 D. Profecías contra Amón (49:1–6) 
 E. Profecías contra Edom (49:7–22) 
 F. Profecías contra Damasco (49:23–27) 
 G. Profecías contra Cedar y Hazor (49:28–33) 
 H. Profecía contra Elam (49:34–39) 
 I. Profecías contra Babilonia (Caps. 50–51) 
 IX.CONCLUSIÓN: LA CAÍDA DE JERUSALÉN (Cap. 52) 
 
Comentario 
 
I. INTRODUCCIÓN: NOMBRAMIENTO Y COMISIÓN DE 
JEREMÍAS (Cap. 1) 
 
1:1–10 En el primer capítulo de la profecía Jeremías, hijo de Hilcías, es presentado, 
llamado e instruido. A su padre se le describe como uno de los sacerdotes de Anatot, en 
Benjamín. Fue ordenado como profeta desde antes de nacer (v. 5), humanamente 
reticente (v. 6), divinamente apoyado (vv. 8–9) y comisionado para predecir la destrucción 
y restauración (v. 10). 
William Kelly resume muy bien la persona y obra del profeta: 
 
«La diferencia de carácter y estilo entre Jeremías e Isaías debe llamar la atención de 
todo lector atento. Aquí no tenemos las magníficas revelaciones de los propósitos de Dios 
para ese mundo cuyo centro es Israel, sino que tenemos la profecía en su trato moral con las 
almas del pueblo de Dios. Sin duda, se pronuncian juicios sobre los paganos, pero la 
intención sigue siendo la de obrar en la conciencia del judío, y para lograrlo vemos cuánto 
el Espíritu de Dios hace de la propia experiencia de Jeremías. De entre todos los profetas, 
no hay otro que tanto analizase sus propios sentimientos, sus propios pensamientos, sus 
propios caminos, su propio espíritu».
 
 
1:11–19 Entonces JEHOVÁ enseña a Su profeta valiéndose de medios visuales, en este 
caso una vara de almendro y una olla hirviendo. La vara de almendro, señal del 
comienzo de la primavera, indicaba la proximidad del cumplimiento de la Palabra de Dios 
(vv. 11–12). La olla que hierve con su faz hacia el norte era Babilonia, lista para hervir 
sobre Judá a causa de que el pueblo había abandonado a Dios para seguir la idolatría (vv. 
13–16). Jeremías tiene que profetizar este mensaje nada popular contra los reyes de Judá, 
sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo, pero recibirá ayuda divina. Ellos pelearán 
contra él, pero Dios estará con él para librarle (vv. 17–19). 
 
II. MINISTERIO PÚBLICO DE JEREMÍAS (Caps. 2–10) 
 
A. Sermón contra la Infidelidad Deliberada de Judá (2:1–3:5) 
 
2:1–3 Los capítulos 2 al 19 son una denuncia general de Judá. Hubo un tiempo en el 
que Judá amaba apasionadamente a JEHOVÁ. Le era santa, y todo aquel que se atrevía a 
molestarla sufría el desastre. Pero ahora, como comenta Kyle Yates: 
 
«La luna de miel ha terminado. Dios le recuerda a la rebelde Israel el fervor, la ternura 
y la pureza del amor de los primeros días. Ella estaba desesperadamente enamorada de su 
Amante, y el amor tierno hacía que la vida rebosara de gozo, música y esperanza. Ella era 
pura, y limpia y santa. Ninguna deslealtad o pensamiento sucio manchaba la belleza de su 
devoción. Pero ahora el cuadro desgarra el corazón. El corazón de Dios está destrozado de 
pena y decepción. Israel está viviendo en pecado abiertamente. Es infiel a los votos del 
pacto. Otros dioses han robado su afecto. Ha dejado de amar a Yahvéh y su conducta es 
extremadamente vergonzosa».
 
 
2:4–19 Ahora JEHOVÁ pregunta por qué ha cambiado. El pueblo, los sacerdotes, los 
gobernantes y los profetas han olvidado todo lo que Dios hizo por ellos. A diferencia de 
tierras paganas como Quitim y Cedar que son leales a sus dioses, Judá ha abandonado a 
JEHOVÁ su Dios a cambio de ídolos despreciables. ¿Por qué habían dejado al Señor 
cambiando su libertad por esclavitud a través de las alianzas con Asiria y Egipto? 
2:20–25 El versículo 20 dice: «Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus 
ataduras, y dijiste: no serviré», queriendo decir que Judá se deshizo de las restricciones 
divinas impuestas por la ley. O: «Porque desde hace tiempo rompí tu yugo y arranqué tus 
coyundas» (BAS), en cuyo caso significa que Dios les había librado de Egipto. De todas 
formas, el pasaje procede a describir cómo había degenerado el pueblo en su idolatría. Dios 
les había plantado como una vid escogida, pero ellos se habían convertido en sarmientos 
degenerados de vid extraña; su iniquidad no podría limpiarse con jabón; eran como una 
dromedaria ligera o un asna montés, ardiendo en pasión sexual, desesperadamente 
enamorada de extraños. 
2:26–37 Cuando el pecado de la casa de Israel le alcance y ella clame para ser 
liberada, sus innumerables dioses serán incapaces de salvarle. Mientras tanto, el Señor 
protesta contra ella por su insensibilidad ante el castigo, por haberse liberado de las 
restricciones divinas, por olvidarse de su Dios, pecando más que una ramera, destruyendo a 
los pobres inocentes, y todavía así alegando inocencia. Dios les castigará con el exilio por 
haber puesto su confianza en las naciones a las que Él había rechazado. 
3:1–5 Según Deuteronomio 24:1–4, un hombre no podía volver a casarse con su mujer 
divorciada si ella se había casado con otro en el intervalo. Judá había tenido muchos 
amantes, y aun así el Señor le invita a volver. Su promiscuidad había traído 
contaminación y sequía a la tierra, y ella seguía siendo desvergonzada como una ramera. Se 
dirigía a Dios con palabras de pretendido arrepentimiento, pero Él conocía sus malas 
palabras y obras. 
 
B. El Futuro de Judá Condicionado por su Arrepentimiento (3:6–6:30) 
 
1. Pecado Pasado y Gloria Futura (3:6–18) 
3:6–14 Israel, el reino del norte, había practicado una tremenda prostitución y había 
rehusado volverse a JEHOVÁ. Judá vio cómo ella era llevada cautiva por los asirios, y a 
pesar de ello persistió en su pecado, negándose a volver a JEHOVÁ. Debido a que las diez 
tribus rebeldes de Israel eran más justas que la desleal Judá, Dios les invita a volverse a 
Él en arrepentimiento y confesión para que pueda traerles de nuevo a Sion. 
Observemos en el versículo 8 que Dios se divorció de Israel por causa de adulterio. Las 
palabras del Salvador en Mateo 19:9 son consistentes con esto. Él enseñó que el divorcio le 
está permitido al cónyuge inocente cuando el otro ha sido culpable de inmoralidad. Cuando 
leemos en Malaquías 2:16 que Dios aborrece el divorcio, en un sentido puede referirse a 
cualquier divorcio no permitido en la Escritura, aunque habrá que reconocer que el texto no 
lo aclara así. Realmente ningún divorcio es agradable, y en este sentido Dios aborrece todo 
el divorcio. 
3:15–18 Estos versículos anticipan el Milenio. Dios les dará pastores según Su 
corazón, que les apacentarán con ciencia y con inteligencia. Entonces no habrá 
necesidad del arca del pacto, porque el Mesías mismo estará allí. Jerusalén será la capital 
mundial, llamada Trono de JEHOVÁ. Israel y Judá serán restauradas y reunidas de la 
dispersión mundial. 
 
2. La Necesidad del Arrepentimiento (3:19–4:4) 
Aquí se nos presenta un diálogo futuro entre JEHOVÁ y Su pueblo. Él quiere lo mejor 
para ellos, pero sus pecados les impiden la bendición. Ellos responden con llanto contrito. 
Una vez más Él les llama para que vuelvan. Confiesan que los ídolos son un engaño, que 
Dios es la única salvación, que su apostasía les ha costado muy caro y que ahora están 
cubiertos de confusión y afrenta. 
 
3. Lamentos del Juicio del Norte (4:5–31) 
4:5–13 El Mesías vendrá para aquellos que se vuelvan a JEHOVÁ, y las naciones serán 
benditas en Él. Ahora el Señor advierte a los hombres de Judá y Jerusalén, 
exhortándoles de nuevo a ser contritos y quitar los ídolos. Si no, Dios enviará al invasor 
(Babilonia) como un león, viento seco, nubes, torbellino y águilas. El versículo 10 
expresa la incapacidad de Jeremías para reconciliar las anteriores promesas de paz de Dios 
con las amenazas presentes de juicio. El profeta sabía que Dios es fiel, pero estaba 
cometiendo el error de dudar en las tinieblas lo que había conocido en la luz. En momentos 
de tribulación y desánimo siempre tendemos a cuestionar nuestras certidumbres. Para el 
cristiano la mejor política es creer sus creencias y dudar sus dudas, en lugar de dudar de las 
creencias y creer las dudas. 
4:14–18 Judá ha de apresurarse para volverse de su maldad, porque las advertenciasde 
aflicción ya están viniendo de Dan y el monte de Efraín en el norte. Los enemigos están 
listos para sitiar Jerusalén, por el pecado y rebelión amarga de Judá. 
4:19–22 El afecto que el profeta siente por su pueblo queda expresado en los vv. 19–21, 
«¡Mis entrañas, mis entrañas!» significa: «Mi angustia, mi angustia». Queda abrumado al 
pensar en la proximidad de la guerra, quebrantamiento sobre quebrantamiento, y 
destrucción. La pregunta del v. 21, «¿Hasta cuándo he de ver bandera, he de oír sonido 
de trompeta?», queda respondida por el Señor en el v. 22, al decirle en cierto modo: 
«Hasta que el pueblo se vuelva de su pecado y necedad». 
4:23–31 Jeremías describe una visión que miró de la cercana catástrofe de Judá. 
JEHOVÁ advierte que la desolación será minuciosa, si bien no será completa y final. El 
inalterable propósito de Dios de castigar no se detendrá por la belleza cosmética de 
Jerusalén ni por su voz de angustia como de una mujer que da a luz su primer hijo. 
 
4. Los Pecados de Judá serán Juzgados (Cap. 5) 
5:1–9 El Señor perdonará a Jerusalén si encuentra en ella un hombre justo. No 
encontrando ninguno entre los pobres y necios, Jeremías se volvió a los grandes, pero sin 
éxito. Por lo tanto el juicio, representado por la rapacidad del león, el lobo del desierto y el 
leopardo, era inevitable. ¿Cómo podía el Señor perdonar a un pueblo que había hecho 
pacto con Él pero que ahora juraba por otros dioses y estaba entregado al adulterio? 
5:10–13 Se le ordena al enemigo que invada y destruya (pero no del todo) porque el 
pueblo estaba negando a JEHOVÁ y la inminencia del peligro, y los profetas mentían. 
5:14–19 Las palabras de Jeremías eran como fuego, consumiendo al pueblo como 
madera. Los babilonios venían para devorar y destruir, pero no del todo. La servidumbre 
de Judá en una tierra extraña sería su recompensa por haber servido a dioses extraños en 
su propia tierra. 
5:20–31 Dios se maravilla ante la obstinación de Su pueblo necio. El mar le obedece, 
pero ellos no. No muestran ningún tipo de inclinación a temer a Aquel que da la lluvia, 
aunque ésta les ha sido quitada. ¿Cómo puede Dios impedir el juicio sobre una nación tan 
desafiante, tan rebelde, tan sumergida en el pecado? 
Según Kelly: 
 
«Y lo peor de la maldad nacional no consistía en que sólo unos pocos eran culpables, 
sino que: ―cosa espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los 
sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando 
llegue el fin?‖ (vv. 30–31). 
Así, todo manantial de rectitud moral se había corrompido, y consecuentemente era 
obvio que, de parte del Señor, para ellos tan sólo podía venir juicio».
 
 
5. Predicción de la Caída de Jerusalén (Cap. 6) 
6:1–8 Una bocina de aviso y señal de humo indican a los hijos de Benjamín que 
huyan de Jerusalén, porque los pastores babilonios y sus rebaños (los mandos militares y 
sus soldados) se están preparando para atacar. Se les oye a los caldeos discutir la estrategia. 
Dios ha ordenado el exilio para Judea a causa de la opresión, violencia y el robo del 
pueblo. Aun en esta hora tan tarde, Dios aconseja a Su pueblo a que desista. 
6:9–15 JEHOVÁ de los ejércitos advierte que los babilonios desnudarán la tierra tan 
completamente como el vendimiador recogiendo entre los sarmientos. Jeremías se siente 
frustrado por tener que hablar a un pueblo que no le quiere oír, pero no se puede contener. 
JEHOVÁ le manda que derrame el mensaje de juicio inminente a causa de la avaricia, la 
falsedad de los profetas y sacerdotes, y su desvergüenza. Una de las características de los 
falsos profetas es que prometen prosperidad en tiempo de decadencia espiritual. 
6:16–21 El pueblo rechaza la invitación de Dios para andar en… las sendas antiguas 
de justicia, y rechaza toda amonestación. Por eso, la calamidad vendrá a pesar de los 
sacrificios de olor grato que le traen. El pueblo tropezará y perecerá. 
6:22–26 La invasión enemiga de la tierra del norte causará gran temor, angustia, y 
llanto de amarguras. 
6:27–30 JEHOVÁ pone a Jeremías como un observador y examinador (BAS) de metales. 
El pueblo de Judá es el metal, duro y resistente como bronce y hierro, como plomo del 
cual no es posible arrancar la escoria, plata desechada (reprobada: puesta a prueba y 
desechada). Yates comenta: 
 
«Quizás algún día podamos ver con claridad cuán desagradables, repugnantes e inútiles 
son los hombres pecadores ante los ojos del Dios Santo. Es grande nuestra necesidad de 
mirarnos objetivamente para ver el vacío miserable que a Dios le es tan visible. No hay 
razón por la que conservar plata reprobada. No tiene valor. ¿Es posible que Dios haya 
señalado como sin valor a muchos que se consideran valiosos?».
 
 
C. Ministerio de Jeremías en la Puerta del Templo (Caps. 7–10) 
 
1. La Religión Hipócrita de Judá (Cap. 7) 
7:1–4 Al capítulo 7 se le ha llamado «El Sermón del Templo». Los hombres de Judá 
pensaban que estaban seguros porque Dios nunca permitiría que el templo fuese destruido. 
¡Mentira! Estaban poniendo falsa confianza en el edificio en lugar de confiar en Quien lo 
habitaba. 
7:5–15 Su verdadera seguridad consistía en volverse cumplidamente del pecado y 
vivir en justicia. Pensaban que podían pecar y luego escaparse del castigo acudiendo al 
templo y diciendo: «Librados somos». Nuestro Señor mismo, que consideraba la religión 
externa igual que Jeremías, empleó las palabras del profeta en el v. 11 para describir el 
templo como: «cueva de ladrones», cuando limpió la casa de Su Padre (Mt. 21:13; Mr. 
11:17; Lc. 19:46). Judá había contaminado y profanado el templo, por lo tanto será 
destruido de la misma manera que lo fue el santuario de Silo (se cree que Silo fue destruido 
durante el tiempo de los jueces y Samuel). 
7:16–26 Jeremías no debe orar por… Judá. Aun entonces, se hallaban adorando a la 
reina del cielo y dioses ajenos… en las calles. Bien puede el pueblo comer sus 
holocaustos y sacrificios; lo que Dios busca es obediencia, no sacrificios. El versículo 22 
se debe leer a la luz del 23: el sacrificio sin compromiso es inútil. 
7:27–34 Jeremías se lamenta porque Judá rehúsa persistentemente escuchar la voz de 
JEHOVÁ ni admitir corrección. Por haber contaminado el templo y haber ofrecido 
sacrificios humanos, les alcanzará una matanza brutal y la tierra será desolada. 
 
2. La Insensibilidad de Judá hacia el Pecado (Cap. 8) 
8:1–7 Los babilonios desenterrarán los huesos de aquellos que adoraron al ejército 
del cielo y los expondrán a los cielos, y los que vivan desearán la muerte. Al contrario de 
los que se caen y vuelven a levantarse, y de los que pecan y se arrepienten, Judá no quiso 
volverse a JEHOVÁ. En lo que se refería a la ley, el pueblo es comparado 
desfavorablemente con la cigüeña, la tórtola, la grulla y la golondrina, que sí obedecen a 
sus leyes señaladas de migración. 
8:8–12 El pueblo pensaba que era sabio en cuanto a la ley de JEHOVÁ, pero el escriba, 
el profeta y el sacerdote la habían interpretado mal y aborrecido. Eran avaros y 
engañosos, y trataban los problemas superficialmente. Por su desvergüenza, tendrían parte 
en el tiempo de castigo que se aproximaba. 
8:13–17 Dios les arrancará de allí como se hace con una vid o con la higuera. El 
pueblo se resigna a perecer en la ciudad. El ejército babilonio avanza como áspides contra 
las cuales no puede haber encantamiento. 
8:18–22 El profeta, con le corazón quebrantado, parece que oye a los exiliados 
preguntar: «¿Dónde está Dios?» Dios responde preguntándoles por qué ellos le han 
abandonado por sus imágenes de talla e ídolos extraños (vanidades ajenas). De nuevo el 
pueblo gime porque la liberación que esperaban no ha llegado. Jeremías llora desconsolado 
por el aprieto del pueblo que es, en apariencia, sin esperanza. El versículo 22 es el origen de 
un conocido cántico espiritual de losnegros, «Hay un Bálsamo en Galaad», que dice así: 
 
«Hay un bálsamo en Galaad 
Que sana toda enfermedad; 
Hay un bálsamo en Galaad 
Que limpia toda la maldad». 
 
3. El Lamento del Profeta Llorón (Cap. 9) 
9:1–11 El que habla en los dos primeros versículos es Jeremías. Su título: «el profeta 
llorón», queda bellamente reflejado en el v. 1: 
 
«¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, 
Y mis ojos fuentes de lágrimas, 
Para que llore día y noche 
Los muertos de la hija de mi pueblo!». 
 
Muchos predicadores y misioneros pueden identificarse con los sentimientos de 
Jeremías en el versículo 2. Kyle Yates escribe: 
 
«Este versículo revela un vislumbre de un profeta cansado, gastado y desanimado, en 
uno de sus peores momentos. Podría llamarse: ―una sombra pasajera sobre un gran alma‖. 
En su hora de vejación se imagina que le gustaría apartarse de un pueblo que no merece 
nada de él. ¡Cuán dulce sería estar aliviado de toda responsabilidad e irritación! Él estaba 
literalmente enfermo de observar el sucedáneo formal, impío y vacío de la religión. Pasó 
sus días orando, amando, predicando y advirtiendo únicamente para hallar la insensibilidad 
que desgarraba su alma».
 
 
Él lamenta la pecaminosidad y consecuente castigo del pueblo. Entonces cita al Señor 
catalogando sus pecados, sosteniendo que el juicio es inevitable, pero llorando porque 
Dios va a convertir Jerusalén en una morada de chacales, y las ciudades de Judá en 
desolación. 
9:12–22 La calamidad está vinculada directamente con la idolatría de Judá, y por este 
pecado el pueblo irá al exilio. JEHOVÁ llama a las plañideras, hábiles en su oficio 
(dolientes profesionales) para que lamenten la terrible matanza y destrucción. No sirve de 
nada que el pueblo se jacte en… sabiduría, valentía o riquezas (v. 23); lo que 
verdaderamente importa es conocer a JEHOVÁ. 
9:23–24 Éstos son dos de los versículos más conocidos de Jeremías. Como enfatiza G. 
Herbert Livingston: 
 
«Vale la pena memorizarlos. Los seres humanos se esfuerzan por conseguir sabiduría, 
valentía y riquezas mientras que Dios se deleita en misericordia, juicio y justicia. 
Bienaventurado el que entiende al Señor de tal manera que halla su deleite en lo que a Él le 
deleita».
 
 
9:25–26 Una gota más de amargura en la copa de Judá será el ser castigada con 
naciones gentiles, porque Judá es incircuncisa de corazón. Raparse el cabello en los 
templos [BAS] era una práctica pagana prohibida para los judíos. 
 
4. La Sátira contra la Idolatría (10:1–18) 
10:1–5 Este capítulo alterna entre la vanidad de los ídolos y la grandeza de Dios. El 
pueblo de Dios no debe aprender el camino de las naciones y de sus ídolos muertos. 
Yates comenta acerca de la sátira contra los ídolos: 
 
«Jeremías es cruel en su trato con los pobres e indefensos ídolos que los hombres 
utilizan para sustituir a Dios. Son palos insensibles que han de ser decorados para ocultar la 
realidad de que son mera madera muerta. En lugar de llevar, ellos tienen que ser llevados. 
A ellos se les tiene formar; Dios forma. No se les puede atribuir voz, ni poder, ni aliento, ni 
inteligencia, ni valor, ni influencia. Pero, en contraste, Yahvéh es eterno, vivo, activo y 
poderoso».
 
 
10:6–9 Dios es el grande… Rey de las naciones, digno de que se le tema. Los que 
veneran y rinden culto a las imágenes están infatuados y entontecidos, inclinándose ante 
la obra de manos de hombres. 
10:10–16 JEHOVÁ es el Dios verdadero y vivo. Los dioses fabricados a mano 
perecerán. JEHOVÁ es el Dios de la creación y de la providencia. Los que fabrican ídolos 
están infatuados y sus imágenes son vanidad. El Dios (Porción) de Jacob es el Hacedor, 
JEHOVÁ de los ejércitos. 
10:17–18 Se les dice a los moradores de la tierra que recojan lo que puedan llevar, 
porque Dios les manda al exilio. 
5. La Oración del Profeta Llorón (10:19–25) 
Hablando por la nación, Jeremías lamenta los horrores del asedio y el exilio, confiesa la 
ignorancia humana, pide a Dios que castigue a Su pueblo y que derrame Su enojo sobre 
Sus enemigos, porque ellos comieron a Su pueblo. 
 
III. EXPERIENCIAS PERSONALES DE JEREMÍAS (Caps. 
11–19) 
 
A. Jeremías y los Hombres de Anatot (Caps. 11–12) 
 
11:1–10 JEHOVÁ ordena a Jeremías que le recuerde al pueblo el pacto de la ley que Él 
dio en Sinaí, la maldición sobre los que desobedecieran y la bendición para los que 
obedecieran. Los incesantes recordatorios de Dios en el pasado sólo habían encontrado un 
rechazo persistente. Ahora se nos presentan los varones de Judá como formando una 
conspiración para romper el pacto, abandonando a Dios por dioses ajenos. 
11:11–13 Cuando caiga el juicio de Dios, no oirá sus oraciones y los innumerables 
dioses de Judá serán completamente impotentes para salvarles. 
11:14–17 Tres veces se le dice al profeta: no ores por este pueblo (7:16; 11:14; 14:11). 
El pueblo no tiene ningún derecho de acudir al templo con sacrificios, como si con eso 
pudiese esconder su culpa o evitar el castigo. Antes llamada por JEHOVÁ olivo verde, 
hermoso, ahora Judá está destinada a ser quemada por su idolatría. 
11:18–23 JEHOVÁ le informa al profeta dócil y confiado que los varones de Anatot 
han maquinado designios para matarle. Cuando él ora, es asegurado de que sus 
adversarios serán castigados. 
12:1–6 Jeremías pregunta por qué JEHOVÁ, que es justo, permite que prosperen los 
impíos tales como los hombres de Anatot, y permite que los justos como él padezcan. La 
respuesta de Dios es que Jeremías encontrará oposición aún más amarga que ésta, 
incluyendo traición de parte de sus propios hermanos. Si le resultaba difícil afrontar 
condiciones relativamente tranquilas (corriendo con los de a pie), ¿qué sería de él en las 
pruebas duras que se aproximaban (contender con los caballos)? 
12:7–14 Utilizando muchos términos cariñosos para describir a Judá, Dios expresa 
pena por la devastación que ella ha traído sobre sí misma. Un ave notablemente distinta 
suele ser atacada por las demás; de ahí que se refiera a Judá como ave de rapiña de 
muchos colores. Dios castigará a las naciones gentiles y restaurará Judá a su tierra. 
12:15–17 Pero después los gentiles serán restaurados a sus tierras, y si se vuelven de los 
ídolos a Dios, tendrán parte en Sus bendiciones en medio de Su pueblo. Si no, serán 
arrancados. 
 
B. Jeremías y el Cinto Podrido (Cap. 13) 
13:1–11 Judá es comparada a un cinto usado, el cual se le ordenó a Jeremías que lo 
llevase al Éufrates y lo escondiese. Antes Judá ocupaba un lugar de estrecha intimidad con 
JEHOVÁ pero, como el cinto será llevado y «escondido». A causa de su pecado, Judá fue 
llevada doscientas cincuenta millas y «escondida» cerca del Éufrates (Babilonia) en 
cautividad. Cuando Jeremías volvió a buscar el cinto, estaba podrido, para ninguna cosa 
era bueno. En cuanto a si realmente Jeremías fue o no al Éufrates, Scofield tiene una nota 
de utilidad: 
 
«Algunos han cuestionado la posibilidad de que Jeremías hubiese realmente escondido 
su cinto junto al Éufrates, considerando la distancia y las condiciones de guerra. De todos 
modos, hubo periodos durante el ministerio de Jeremías en los que todo aquel área estaba 
en paz. No es imposible que Jeremías hubiese viajado a Babilonia, en cuyo caso este evento 
perfectamente podría haber tenido lugar entonces, enterrando el cinto a la ida y 
desenterrándolo a la vuelta. También cabe la posibilidad de interpretar la palabra hebrea 
con el significado, no del Éufrates, sino del Wadi Farah, unas millas al norte de Jerusalén. 
En este caso podría haber enterrado el cinto en cualquier momento antes del ataque final de 
los babilonios. Por eso, hay razón para asumir que este pasaje describe un evento real, no 
una mera visión o historia imaginaria. El cinto podrido de Jeremías sirvió como un símbolo 
para indicar la vida y servicio insatisfactorios de Israel».
 
 
13:12–14 Todo el pueblo sellenará de vino; no vino literal como ellos pensaban, sino 
de la ira del Dios Todopoderoso, y serán quebrantados como tinajas. 
Harrison comenta: 
 
«Jeremías enfatiza que, del mismo modo que el alcohol afecta al juicio y entorpece la 
movilidad, así sería en la crisis próxima cuando los hombres se conducirían como 
embriagados, incapaces de distinguir entre amigo y enemigo para defenderse».
 
 
13:15–23 El arrepentimiento es urgente, o el exilio será inevitable. Si el pueblo no 
glorifica a Dios, habrá tinieblas y sombra de muerte. El rey y la reina serán destronados 
y las ciudades del sur sitiadas. Los babilonios desolarán la tierra, y todo a causa de la 
iniquidad de Judá. Judá y sus pecados son inseparables. 
13:24–27 Las palabras utilizadas para describir la apostasía de Judá —adulterios, 
relinchos, fornicación, y abominaciones— todas ellas tienen una connotación de 
inmoralidad. 
Harrison explica la ilustración: 
 
«Como los creyentes nominales de todas las edades, el pueblo permanecía incrédulo 
ante la idea de que pudiesen sobrevenirle tales calamidades. De todos modos Jeremías 
coloca la culpa sobre los hombros de ellos, y les promete la deshonra pública y vergonzosa 
correspondiente a las prostitutas… La ironía de todo esto es que quienes lo infligirían serían 
los mismos que anteriormente Judá había cortejado. A causa de su indulgencia en las obras 
muertas de tinieblas, Aquel que la había desposado primero con pacto de amor le expondría 
públicamente como libertina corrupta que era».
 
 
 
C. La Intercesión de Jeremías Respecto a la Sequía (Caps. 14–15) 
 
14:1–6 Los mensajes de los capítulos 14–39 fueron dados antes de la caída de 
Jerusalén. A Judá le sobrevienen terribles sequías y hambrunas. 
«El significado de la sequía en aquel tiempo era muy grande. Era una de las señales 
predichas en el Pacto Palestino (Dt. 28:23–24) y que se había cumplido en parte en el reino 
de Acab (1 R. 17:1, etc.). Como esa señal fue seguida por el cautiverio asirio del reino del 
norte, aunque después de un intervalo, la sequía debe haber sido una de las más solemnes 
advertencias para Judá».
 
 
14:7–16 El profeta, confesando por el pueblo, pide alivio pero JEHOVÁ dice que no 
habrá alivio; más bien el pueblo será destruido con… espada… hambre y… pestilencia. 
Los falsos profetas prometían seguridad, pero mentían y serían consumidos junto con el 
pueblo a quien profetizaban. Se le ordena a Jeremías que lamente la terrible destrucción de 
Judá en la ciudad y en el campo. 
14:17–22 Jeremías sigue rogando a Dios por el pueblo, trayendo a nuestra memoria las 
intercesiones de Abraham (Gn. 18:23–33), Moisés (Éx. 32:11–13) y Samuel (1 S. 7:5–9). 
Reconoce su impiedad y promete que clamarán al único Dios que puede hacer llover. 
15:1–4 La intercesión por el pueblo es inútil; está destinado a la muerte, a espada, a 
hambre y a cautiverio. Ni los antiguos intercesores como Moisés y Samuel podrían evitar 
el juicio. Manasés era la causa, porque había introducido en Jerusalén formas horribles de 
idolatría, incluyendo el culto a Moloc (ver 2 R. 21:1–16). 
15:5–9 La lastimosa condición de Jerusalén es el resultado de no haber respondido al 
castigo del Señor. Las mujeres con familias ideales no vivirán para disfrutar de sus hijos. 
15:10–18 Jeremías es aborrecido sin causa por los de su propio pueblo, pero Dios 
promete vindicarle cuando sus adversarios vengan a él buscando ayuda. Judá no podrá 
quebrar el hierro del norte (los caldeos). Éstos se llevarán los tesoros de Judá. El profeta 
está perplejo ante su persecución y sufrimiento, especialmente porque ha sido fiel al Señor. 
Pero aun así él encuentra su ánimo y fortaleza en la palabra de Dios, que es el gozo y la 
alegría de su corazón. 
15:19–21 La respuesta de Dios es que el profeta había estado abrigando pensamientos 
equivocados acerca de Él, y ha manifestando estos pensamientos indignos de tiempo en 
tiempo. Éstos deben ser purgados, como se quita la escoria vil de un metal precioso. Sus 
adversarios pueden convertirse a él, pero él no debe convertirse a ellos. 
G. Campbell Morgan comenta: 
 
«Que limpie su corazón de toda esa escoria, y se consagre únicamente al oro de la 
verdad de Dios. Así, y sólo así será apto para ser como boca de Dios pronunciando Sus 
mensajes».
 
 
Dios pondrá al profeta por un muro fortificado de bronce que sus adversarios no 
podrán derribar. Él librará y redimirá a Su siervo. 
 
D. Ministerio Solitario de Jeremías (16:1–18) 
16:1–9 A Jeremías se le manda no casarse a causa de la destrucción inminente. Él es el 
único hombre en la Biblia al que se le prohíbe casarse. También se le prohíbe el luto y el 
banquete, porque la muerte se ha extendido y la calamidad es obra de Dios. 
Con respecto al versículo 7, era costumbre entre los parientes y amigos reunirse en la 
casa del que había muerto, partir pan juntos mientras recordaban las cualidades 
admirables del que había partido, y beber un vaso de vino. De esta manera consolaban a los 
dolientes. Kelly muestra cómo fue transformada por nuestro Señor esta antigua tradición 
judía: 
 
«Esta práctica de partir pan en relación con la muerte parece ser la causa de lo que el 
Señor Jesús consagró en el gran memorial de Su recuerdo. ―Ni partirán pan por ellos en el 
luto para consolarlos de sus muertos; ni les darán a beber vaso de consolaciones‖. Aquí se 
nos presenta la Cena, con ambas partes. Era una costumbre familiar entre los judíos, pero el 
Señor le dio un único significado, y grabó sobre ella una nueva verdad. Estaba relacionado 
con la pascua y como sabemos, ese fue el tiempo de su institución. Había una razón 
particular al establecerla en ese tiempo y no en otro, porque era para marcar el cambio 
impresionante de la gran fiesta central y fundamental de Israel. Una fiesta diferente y nueva 
había comenzado para los cristianos».
 
 
16:10–18 Si se preguntara la razón de todo el desastre tan grande que Dios había 
predicho, Jeremías debía recordarles la desobediencia e idolatría suya y de sus padres. 
Dios los volverá de la cautividad algún día, pero primero los pescadores y los cazadores 
(los babilonios) les cazarán y llevarán cautivos, y allí Dios les castigará por su iniquidad y 
su pecado. 
 
E. El Corazón Firme de Jeremías (16:19–17:18) 
16:19–21 El profeta prevé el día en que las naciones se volverán de los ídolos a Dios. 
En el versículo 21 el Señor expresa Su firme resolución de que Judá conozca Su poder por 
medio del castigo. 
17:1–11 La idolatría de Judá, profundamente esculpida, resultará en su cautiverio. El 
monte de Dios es Jerusalén… la confianza en el hombre trae maldición, pero el confiar en 
JEHOVÁ trae bendición. Dios conoce el corazón engañoso del hombre y castigará al 
hombre que amontona riquezas deshonestamente: «como la perdiz que cubre lo que no 
puso», y después ve cómo se van los pollos. 
El versículo 9 es una estimación impopular (aunque no por eso menos cierta) del 
corazón natural del hombre. 
R. K. Harrison comenta acerca de la traducción: «desesperadamente malo», en la 
Versión Moderna, y «gravemente enfermo», en otras versiones: 
 
«La naturaleza humana no regenerada se encuentra en una condición desesperada sin la 
gracia divina, descrita por el término gravemente enfermo en el versículo 9 (RSV 
desesperadamente corrupto, NEB desesperadamente enfermo). Compárese 15:18 y 30:12, 
donde aparece el significado: ―incurable‖. Toda generación necesita una regeneración de 
alma por el Espíritu y la gracia de Dios (cf. Jn. 3:5; Tit. 3:5)».
 
 
Para todos aquellos que consideren que éste es un juicio demasiado severo de su 
corazón, citamos una exposición larga pero necesaria de Matthew Henry: 
 
«Existe en nuestro corazón esa maldad que se nos pasa desapercibida y que ni 
sospechamos que está ahí; no, es un error común entre los hijos de los hombres el 
considerarse, al menos su corazón, que son mucho mejores de loque en realidad son. El 
corazón, la conciencia del hombre, en su estado caído y corrupto es engañoso sobre todas 
las cosas. Es sutil y falso; capaz de suplantar (ese es el significado correcto de la palabra); 
de ahí vino el nombre de Jacob, un suplantador. A lo malo llama bueno y a lo bueno malo, 
pinta las cosas de falsos colores, y proclama paz a los que no les pertenece la paz. Cuando 
los hombres dicen en su corazón (es decir, permiten que su corazón les susurre) que no hay 
Dios, o que no les ve, o que no pedirá cuentas, o que tendrán paz aunque sigan por su 
camino; en estas sugerencias y miles más el corazón es engañoso. Tiende trampas a los 
hombres para su propia ruina; y éstas serán las agravaciones de ello, que son 
autoengañadores, autodestructores. Por dentro el corazón es desesperadamente malo; es 
fatal, es desesperado. Sin duda, el caso es malo y de forma deplorable e inaliviable si la 
conciencia que debe rectificar los errores de las demás facultades es en sí misma una madre 
de falsedad y cabecilla en la alucinación. ¿Qué será del hombre si lo que en él debiera ser 
lámpara de JEHOVÁ da una luz falsa, si el suplente de Dios en el alma, que está para apoyar 
sus intereses, le traiciona? Es tal el engaño del corazón que en verdad podemos decir: 
¿Quién lo conocerá? Quien puede describir lo malo que es el corazón».
 
 
17:12–18 Jeremías se regocija en que el lugar de seguridad de Judá es el excelso trono 
de gloria de Dios. Entonces habla de la locura de confiar en otro, y ora a la esperanza de 
Israel, a favor del pueblo, pidiendo sanidad y salvación. El pueblo le pregunta dónde está 
el juicio que Dios había prometido. Jeremías le recuerda al Señor que él no ha dejado de ser 
su pastor (BAS), ni ha deseado el día de calamidad de la destrucción de Jerusalén; sólo ha 
hablado las palabras del Señor. Le pide a Dios que le vindique castigando a todos los que se 
estaban burlando de la Palabra de Dios. 
 
F. El Sermón de Jeremías Acerca del Día de Reposo (17:19–27) 
 
Aquí se les amonesta a los reyes de Judá, y todo Judá y todos los moradores de 
Jerusalén a que santifiquen el día de reposo. Se les promete reyes futuros de la dinastía 
de David y la continuidad del templo si obedecen, y se les advierte del castigo si se niegan 
a obedecer (la destrucción de Jerusalén). 
Irving L. Jensen explica por qué guardar el día de reposo era tan importante en Israel: 
 
«La verdadera prueba de la relación del corazón para con Dios está en la obediencia a 
Su Palabra. Una de las leyes de Israel era santificar el día de reposo no trabajando (17:21–
22). La presión constante del materialismo sobre las vidas de todos, incluyendo al pueblo 
de Dios, dificultaba el guardar este mandamiento, y por esta razón éste de entre los diez 
mandamientos era una verdadera prueba de prioridades de lo temporal y lo terrenal en el 
corazón. ¿Era tan crucial para Judá el guardar la ley del día de reposo? La acción simbólica 
de Jeremías y las palabras explícitas que tuvo que hablar dan una respuesta afirmativa».
 
 
Principios similares se aplican al día del Señor para los cristianos. También es para 
refrigerio espiritual y físico, hacer memoria del Redentor y de nuestra redención, adorar al 
Señor, y conmemorar la victoria que el Señor obtuvo al resucitar el primer día de la 
semana. 
 
G. Jeremías en la Casa del Alfarero (Cap. 18) 
18:1–12 El Señor es el alfarero; Judá (aquí llamado Israel) es la vasija. El hecho de 
que la vasija se hubiese echado a perder no era culpa de Dios, sino de Israel. El barro está 
en la mano de Dios para hacer como Él desee, juicio o bendición. Dios amenaza 
destrucción si el pueblo no se arrepiente, pero ellos responden que seguirán sus propios 
planes (BAS). 
18:13–17 JEHOVÁ clasifica el comportamiento de todos ellos como ilógico y anormal. 
Por su idolatría están invitando a la destrucción que asombrará a todos los que vean la 
tierra en desolación. «¿Faltará la nieve del Líbano de la piedra del campo? ¿Faltarán 
las aguas frías que corren de lejanas tierras?» Se puede depender de estas cosas en la 
naturaleza, ¡pero Dios no podía depender de Su pueblo! «Aunque la nieve no abandona el 
Líbano, Israel se ha olvidado de la fuente de agua viva, de la cual brota el agua de vida». 
18:18 Al oír esto, el pueblo de Jerusalén maquina planes contra Jeremías, expresa 
que todavía confía en sus propios sacerdotes y en sus profetas, y trama herirle 
calumniándole. 
18:19–23 Jeremías expresa pesar por haber pedido a Dios que les perdonase. Tal 
oración apenas corresponde a los creyentes en esta era de gracia. 
 
H. Jeremías y la Vasija de Barro (Cap. 19) 
 
19:1–9 Se le dice a Jeremías que lleve una vasija de barro hasta el vertedero de la 
ciudad, y que allí proclame a los reyes de Judá y a los moradores de Jerusalén que Dios 
está a punto de quebrantar a Judá por causa de su idolatría y sacrificios humanos. El valle 
del hijo de Hinom vendrá a ser el Valle de la Matanza. Durante el asedio de Jerusalén se 
practicará el canibalismo. 
19:10–15 Al quebrar la vasija, el profeta muestra los estragos y la destrucción que 
causarán los babilonios. Los lugares de sepultura escasearán, y las casas en las que se 
practicaba la idolatría serán inmundas. Jeremías vuelve al atrio del templo y repite que el 
juicio está a punto de caer porque el pueblo se resiste a oír las palabras de Dios y no se 
arrepiente. 
 
IV. PROFECÍAS CONTRA LOS DIRIGENTES CIVILES Y 
RELIGIOSOS DE JUDÁ (Caps. 20–23) 
 
A. La Profecía contra Pasur (20:1–6) 
Pasur, el que presidía como príncipe en la casa de JEHOVÁ, hizo que Jeremías fuese 
azotado y puesto en el cepo. Al día siguiente, cuando el profeta fue puesto en libertad, le 
anunció a Pasur su condena, la condena de su familia, y la de todo Jerusalén y Judá. El rey 
de Babilonia iba a llevarles cautivos. El nombre de Pasur le fue cambiado por Magor-
misabib (terror por todas partes), que es lo que él experimentaría. 
 
B. La Queja de Jeremías a Dios (20:7–18) 
En los versículos 7–18 Jeremías lamenta su ministerio impopular. El Señor le sedujo 
(engañó) a ello. Quería dejar de proclamar el mensaje desagradable del cautiverio 
babilonio, pero no podía. La palabra de JEHOVÁ ardía como fuego dentro de él. 
Escuchaba cómo sus amigos tramaban contra él, pero encomendó su causa a JEHOVÁ. A 
veces confía, alabando a JEHOVÁ, pero otras veces está tan desanimado que desearía no 
haber llegado a nacer. 
 
C. La Profecía contra el rey Sedequías (21:1–22:9) 
 
21:1–7 Cuando el rey Sedequías envió… a Pasur (no el mismo del cap. 20) y a 
Sofonías (no el profeta) para consultar a JEHOVÁ acerca de los babilonios que se 
aproximaban, Jeremías le respondió que el Señor ayudaría a los invasores contra Judá. El 
rey y el pueblo que sobreviviese sería llevado en cautiverio. En cuanto a esta acción 
tomada en contra del rey, Kelly comenta: 
 
«La realeza era siempre el último tallo de bendición en la historia de Israel. Si tan sólo 
el rey hubiese sido justo, aunque el pueblo y los profetas fuesen malos, Dios aún enviaría 
bendición sobre Israel. Todo dependía del rey, la simiente de David. Dios hubiera castigado 
a los profetas, los sacerdotes y el pueblo, pero les habría guardado por amor a David Su 
siervo. Pero cuando no sólo ellos se descarriaron, sino que además el rey mismo era el 
cabecilla de la maldad, era imposible seguir con ellos, y le correspondió a Jeremías la 
penosa tarea de comunicar esta decisión divina».
 
 
21:8–14 Aquellos que se resistiesen perecerían; los que se rindieran a los babilonios 
(caldeos) vivirían. Se advierte a la casa real para que frene su injusticia y opresión y al 
pueblo de Jerusalén, los moradores del valle, se le previene de su destrucción. Los términos 
«moradora del valle, y piedra de la llanura», probablemente son de desprecio o de mofa; 
no parecen ser descripciones literales de Jerusalén. 
22:1–9 El capítulo22 trata de los cuatro últimos reyes de Judá, aunque no en orden 
cronológico. El orden histórico sería éste: Joacaz, Joacim, Joaquín y Sedequías. En otras 
palabras, el último rey es el primero y los demás están en orden. 
A Sedequías, el primer rey, se le advierte que haga juicio y justicia; si no Judá, aunque 
magnífica como Galaad y el Líbano, será desolada y deshabitada. La advertencia viene 
reforzada por la historia de los tres reyes que tuvieron finales trágicos. 
 
D. La Profecía contra el Rey Salum (22:10–12) 
 
Salum, el segundo rey, igualmente llamado Joacaz, era hijo de Josías. Fue llevado 
cautivo a Egipto donde murió sin volver a ver su tierra natal. 
 
E. La Profecía contra el Rey Joacim (22:13–23) 
 
22:13–19 Joacim, el tercer rey, construyó su palacio sin pagar a los obreros, y no siguió 
el ejemplo de su padre (Josías), por lo que sería arrastrado… fuera de… Jerusalén, para 
morir allí sin que nadie le lamentase. Será enterrado en sepultura de asno, esto es, echado 
a una fosa. 
22:20–23 Se le dice a la población que suba al Líbano y a Basán y lamente la 
destrucción de sus enamorados (aliados extranjeros) y pastores (gobernantes) por mano de 
Nabucodonosor. Ellos mismos gemirán con los dolores de parto de la cautividad. 
F. Profecía contra el Rey Joaquín (22:24–30) 
 
Conías (también llamado Jeconías y Joaquín), el cuarto rey, sería llevado cautivo por 
los babilonios y moriría en Babilonia. Ninguno de su descendencia se sentará jamás 
sobre el trono de David. Ningún descendiente de Jeconías le sucedió al trono. Su sucesor, 
Sedequías, el último rey de Judá, fue su tío. 
Charles H. Dyer comenta: 
 
«Esta profecía también ayuda a explicar las genealogías de Cristo en Mateo 1 y Lucas 
3. Mateo presentó el linaje legal de Cristo por medio de su padre adoptivo, José. De todas 
maneras, el linaje de José venía de Salatiel, hijo de Joaquín (Jeconías, Mt. 1:12; cf. 1 Cr. 
3:17). Si Cristo hubiese sido descendiente de José y no nacido virginalmente, estaría 
descalificado como Rey de Israel. Lucas presentó el linaje físico de Cristo por medio de 
María, descendiente de David a través del linaje de Natán (Lc. 3:31). De este modo el 
Cristo no estaba bajo la ―maldición‖ de Joaquín».
 
 
G. La Profecía del Rey Justo (23:1–8) 
 
Los gobernantes (pastores) son condenados por no cuidar el pueblo de Dios. Pero Dios 
restaurará un remanente de Su pueblo y les dará pastores fieles. Él levantará al Mesías 
para que sea su Rey. Es necesario, aunque no popular, que los cristianos tengamos cierta 
precaución en este pasaje. Kelly nos lo expone así: 
 
«Está claro que esta profecía apunta al Mesías, el Señor Jesús. Pero el Mesías es el 
Señor Jesús no tanto en relación a nosotros como con Israel. Es importante tenerlo bien 
claro. No perdemos nada por ello. Muchas personas tienen la idea de que si estas profecías 
no se aplican a los cristianos y a la Iglesia, nos perdemos algo. La mejor política siempre es 
la honestidad. No puedes quitarle nada a tu prójimo sin perder mucho más de lo que él ha 
perdido. Sin duda, él tendrá cierta pérdida, pero la tuya será terrible. De la misma manera 
que esto es cierto con las cosas naturales, así y mucho más lo es con las espirituales. No 
podemos defraudar a Israel ni en una fracción de su porción sin quedarnos inmensamente 
empobrecidos».
 
 
En el versículo 5, el Mesías es llamado el Renuevo (o Hijo) de David. En Zacarías 3:8 
Él es: «Mi siervo el RENUEVO». En Zacarías 6:12 se nos presenta como «El Varón… el 
Renuevo». Y en Isaías 4:2 Él es: «El Renuevo de JEHOVÁ». Esto corresponde a las cuatro 
formas en las que Cristo es presentado en los Evangelios: como Rey, Siervo, Hijo del 
Hombre, e Hijo de Dios. 
«JEHOVÁ JUSTICIA NUESTRA», o JEHOVÁ-Tsidkenu (v. 6), es uno de los siete 
nombres compuestos de JEHOVÁ. M’Cheyne escribió un excelente himno basado en el 
aumento de su aprecio del Señor bajo este título: 
 
JEHOVÁ TSIDKENU 
 
JEHOVÁ Justicia Nuestra 
 
«Antes fui un extraño a Dios y a la gracia, 
Sin ver mi peligro ni sentir mi carga; 
Aunque otros me hablaban radiantes de Cristo en la cruz, 
JEHOVÁ Tsidkenu no era nada para mí. 
A menudo leía para aliviarme o acompañar, 
Lo complejo de Isaías y sencillo de Juan; 
Pero ni aun viendo la sangre salpicando la cruz 
JEHOVÁ Tsidkenu significaba nada para mí. 
Igual que caían las lágrimas de las hijas de Sion, 
Cuando pasaron las olas por Su alma lloré yo; 
Pero nuncá pensé que mi pecado clavó en la cruz, 
A JEHOVÁ Tsidkenu; eso no era para mí. 
Cuando Su gracia con luz del cielo me despertó, 
Con temor y angustia el temblor de mí se apoderó; 
Seguridad y refugio en mí no podía ver, 
JEHOVÁ Tsidkenu mi Salvador ha de ser. 
Mi terror ante el dulce nombre quedó desvanecido; 
Y el temor de la culpa bien lejos se ha ido, 
Con confianza me acerco a beber de Su agua, 
JEHOVÁ Tsidkenu es todo para mí. 
¡JEHOVÁ Tsidkenu! mi gloria y tesoro, 
¡JEHOVÁ Tsidkenu! nunca estaré perdido; 
En Ti venceré en todo momento, 
¡Eres mi ancla, coraza y escudo! 
Aun pasando el valle, la sombra de muerte, 
Este lema sostendrá mi aliento vacilante; 
Mientras mi Dios de la vida febril me librará, 
JEHOVÁ Tsidkenu mi canción fúnebre será». 
Robert Murray M’Cheyne 
 
Dios será conocido como el que trajo al pueblo de vuelta a la tierra. 
 
H. La Profecía contra los Falsos Profetas de Judá (23:9–40) 
23:9–22 El resto del capítulo 23 es una denuncia solemne de los profetas mentirosos, 
tanto de Israel como de Jerusalén. Los de Jerusalén seguían prometiendo paz, mientras 
que si hubieran escuchado la palabra de Dios, habrían conocido que Su juicio era inevitable 
y que continuaría hasta cumplir todos los propósitos divinos. Hablaban sin comisión divina. 
23:23–29 El Dios omnipresente y omnisciente denuncia a los profetas por sus sueños, 
los cuales conducen al pueblo a la idolatría. Sus sueños eran paja comparados con la 
palabra de Dios, que es como trigo alimenticio, y también es como fuego… y martillo. 
23:30–32 JEHOVÁ está contra estos profetas mentirosos. Yates les describe bien: 
 
«Eran profesionales, como teólogos que pretendían estar hablando con autoridad divina, 
pero que en realidad daban expresión a mentiras y engaño. Jeremías pronuncia tres cargos 
contra ellos. Dice que eran verdaderos inmorales que no conocían a Dios, y que no tenían 
mensaje para el pueblo. Les traían sin cuidado las responsabilidades sagradas y rebajaban 
las leyes morales del pueblo participando ellos mismos de forma activa en el pecado. Su 
conocimiento de Dios quedaba en un plano muy bajo. No comprendiendo Su naturaleza 
santa, pensaban y predicaban que Él no podía abandonar a Israel».
 
 
Y todavía quedan muchos de éstos entre nosotros. 
23:33–40 Aparentemente, el pueblo se burlaba de Jeremías preguntando: «¿Cuál es la 
carga (profecía) de JEHOVÁ?» (BAS) El profeta tenía que responder que ellos mismos eran 
Su carga y que Él les iba a dejar. Dios les prohibió volver a usar la palabra «carga» 
(profecía) en broma. Si desobedecen, Él les castigará de forma severa. 
 
V. PROFECÍAS RESPECTO A LA DESTRUCCIÓN DE 
JERUSALÉN Y A LA CAUTIVIDAD BABILÓNICA (Caps. 
24–29) 
 
A. La Señal de los Higos (Cap. 24) 
24:1–7 JEHOVÁ mostró a Jeremías dos cestas de higos puestas delante del templo. 
Una cesta contenía higos muy buenos, y la otra higos muy malos. 
Los higos buenos representaban los exiliados en Babilonia, que serían traídos a su 
tierra porque se volverían a Dios de todo su corazón. 
24:8–10 Los higos malos representaban a Sedequías rey de Judá, sus príncipes y 
todo el pueblo dejado en la tierra después de la deportación en el reinado de Jeconías. Los 
exiliados serán devueltos a la tierra, pero los demás serán dispersados y exterminados 
con espada, con hambre y pestilencia. 
 
B. Predicción de los Setenta Años de Cautividad en Babilonia (25:1–11) 
Jeremías había estado advirtiendo a todo el pueblode Judá durante veintitrés años; 
además otros varones de Dios tampoco habían dejado de llamarles al arrepentimiento. 
Como no escuchaban, serían llevados cautivos por el siervo de Dios, Nabucodonosor, y 
permanecerían en el exilio durante setenta años. 
2 Crónicas 36:20–21 nos indica con antelación la razón por la que la cautividad durase 
setenta años y de que Dios se lo dijese a los judíos: 
«Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y fueron siervos 
de él y de sus hijos hasta que vino el reino de los persas; para que se cumpliese la palabra 
de JEHOVÁ por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el 
tiempo de su asolamiento reposó hasta que los setenta años fueron cumplidos». 
Levítico 25:3–5 enseña que la tierra tenía que reposar cada séptimo año. El pueblo 
había desobedecido esta ley. 
 
C. Los Apresadores Babilonios serán Juzgados (25:12–38) 
25:12–29 Por lo tanto la esperanza de un retorno rápido era una mentira. Después de 
los setenta años, Dios dirigiría Su ira contra los caldeos (babilonios). Bajo el símbolo de 
una copa de vino, se le dice a Jeremías que pronuncie el furor de Dios sobre Judá y sobre 
las otras naciones que serían quebrantadas por Nabucodonosor, y finalmente sobre 
Nabucodonosor mismo (rey de Babilonia). Por sus pronunciamientos proféticos, Jeremías 
debía decir a estas naciones que tienen que beber… la copa del furor de Dios (ver Ap. 
14:10–11). Si Dios castiga a Jerusalén, la demás naciones no pueden tener esperanza de 
escapar. 
25:30–38 Estos versículos amplifican los terrores de la copa del ardor de la ira de 
Dios, usando términos poéticos y descriptivos tales como rugir, gritar (canción de 
lagareros) y estruendo. Los mayorales del rebaño de los judíos aullarán porque JEHOVÁ 
ha asolado sus pastos. 
 
D. La Advertencia de Jeremías al Pueblo (Cap. 26) 
26:1–11 Se le dice a Jeremías que se ponga en el atrio del templo, advirtiendo al 
pueblo de que si no se arrepiente el Señor abandonará el templo igual que hizo con Silo. 
(Obsérvese que las promesas condicionales de Dios están sujetas al arrepentimiento de 
parte de Dios si el hombre no reúne las condiciones [v. 3]. Dios no puede nunca 
arrepentirse de Sus promesas incondicionales.) Los sacerdotes y falsos profetas se 
enfurecieron y amenazaron al profeta. 
26:12–19 Sin amedrentarse, Jeremías repite su mensaje. Entonces los príncipes y todo 
el pueblo le defienden, y los ancianos recuerdan a la multitud que Miqueas había 
profetizado atrevidamente en tiempo de un rey bueno y no le habían matado. 
26:20–24 Estos versículos pueden ser un argumento presentado por la oposición, o 
pueden sencillamente registrar el hecho de que Joacim ordenó la ejecución de un profeta 
llamado Urías que profetizaba lo mismo que Jeremías. Pero Ahicam, hijo de Safán, logra 
librar a Jeremías de la muerte. 
 
E. La Señal del Yugo (Cap. 27) 
27:1–11 Esta profecía viene del tiempo de Joacim (v. 1) pero el resto del capítulo nos 
transporta al reinado de Sedequías. Algunos alegan que esto es un error de escriba. Habían 
llegado a Jerusalén embajadores de cinco reyes gentiles, quizás para aliarse en contra de 
Babilonia. Se les dice, por medio de la lección objetiva de las coyundas y yugos que el 
yugo… de Babilonia estará sobre ellos hasta que los medo-persas conquisten Babilonia, y 
que si no se someten al yugo serán destruidos a pesar de lo que decían los profetas y 
soñadores de esas naciones. 
27:12–22 La nota de Ryrie acerca de una antigua costumbre que se aplicó al templo 
judío aclarará este pasaje: 
 
«Normalmente el conquistador tomaba los ídolos del pueblo conquistado y los llevaba 
al templo de su propio dios. Como el judaísmo era una religión sin imágenes, se llevaron 
los utensilios del templo en su lugar».
 
 
Jeremías suplica al rey que se someta a los babilonios y que no crea a los profetas 
mentirosos que predicen que los utensilios de la casa de JEHOVÁ volverán pronto de 
Babilonia. Jeremías sugirió que los profetas probasen su autoridad pidiéndole a Dios que 
no dejase que los utensilios que habían quedado en Jerusalén fuesen llevados a 
Babilonia. Pero sería en vano. Esos utensilios iban a ser transportados a Babilonia, y 
dejados allí hasta el final del cautiverio, setenta años más tarde. 
 
F. La Falsa Profecía y Muerte de Hananías (Cap. 28) 
28:1–9 El profeta Hananías, hijo de Azur, hace una falsa predicción de que la 
cautividad babilónica terminará en dos años. Jeremías replica que él desearía que esto fuese 
cierto, pero añade que la profecía no se cumplirá. Invariablemente, los profetas verdaderos 
predecían desastre, mientras que los falsos predecían paz. 
28:10–17 Hananías rompió el yugo de madera que estaba en el cuello de Jeremías, e 
hizo una profecía falsa. Jeremías siguió su camino (v. 11). 
Kelly elogia al profeta por su dominio propio: 
 
«El siervo del Señor no debe ser contencioso. Jeremías, el mismo que había sido puesto 
como muro de bronce, que había resistido abiertamente a reyes, profetas y sacerdotes, ahora 
rehúsa contender con el profeta Hananías. 
La razón de su conducta es clara. Jeremías protestó y advirtió mientras había esperanza 
de arrepentimiento, o cuando la gracia longánimo lo requería, pero cuando la conciencia no 
estaba obrando, donde se usaba falsamente el nombre del Señor él simplemente sigue su 
camino. Deja que Dios juzgue entre profeta y profeta. Si Jeremías decía la verdad, 
Hananías mentía».
 
 
De todos modos, Dios pondrá un yugo de hierro sobre las naciones para que sirvan a 
Nabucodonosor rey de Babilonia. Hananías es denunciado como falso profeta y 
advertido de que morirá dentro de ese mismo año. Murió dos meses después (cf. v. 1, el 
quinto mes y v. 17, el mes séptimo). 
 
G. El Mensaje de Jeremías a los Judíos Cautivos en Babilonia (Cap. 29) 
 
29:1–9 Ésta es la carta que Jeremías envió a los cautivos en Babilonia, avisándoles a 
prepararse para una larga estancia, advirtiéndoles a que no escuchasen a los falsos profetas 
y adivinos. 
29:10–14 JEHOVÁ promete que la cautividad en Babilonia terminará en setenta años y 
que el pueblo volverá a su tierra. 
El versículo 13 es alentador para todos aquellos que han estado buscando al Señor, a 
veces aparentemente sin lograrlo: 
 
«La que fue Palabra de Dios para Su pueblo en tiempos de Jeremías, sigue siendo Su 
segura palabra para todo hombre que peca y pierde contacto con el Infinito. Ningún gesto 
de interés superficial puede procurar el rico tesoro que vale más que todo el oro. Él siempre 
está disponible. Su anhelo es que todos los hombres miren a Él y vivan. Sus brazos siempre 
están abiertos en amante invitación para todo el que se vuelve a Él. Pero es igualmente 
cierto que es necesaria una búsqueda diligente. Uno que es consciente de su necesidad, 
percibe el satisfactorio don de Dios y se dispone para encontrarle, puede estar seguro de la 
victoria si le busca de todo su corazón. Limpieza, paz, gozo y victoria serán su porción de 
la mano de un Dios amoroso que se deleita en acoger a Sus hijos al hogar».
 
 
29:15–32 Al contrario de lo que estaban diciendo los falsos profetas en Babilonia, el 
rey y el pueblo que había quedado en Jerusalén iba a sufrir espada, hambre y pestilencia 
por haber rehusado oír las palabras de Dios. Se pronuncia condena sobre dos falsos 
profetas, Acab hijo de Colaías y Sedequías hijo de Maasías, y sobre otro llamado 
Semaías de Nehelam, quien escribió cartas reprochando al sacerdote en Jerusalén por no 
cumplir su deber poniendo a Jeremías… en el calabozo. El sacerdote Sofonías leyó la 
carta a Jeremías, quien entonces profetizó que la familia de Semaías sería exterminada y 
él no viviría para ver el fin del cautiverio. 
 
VI. PROFECÍAS RESPECTO A LA RESTAURACIÓN 
(Caps. 30–33) 
 
Los capítulos 30–33 contienen mensajes de esperanza y salvación; son un rayo de luz 
en un libro predominado

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