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REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 01 Ciudad/Localidad //San Miguel de Tucumán //El Siambón //San Miguel de Tucumán Provincia //Tucumán //Tucumán //Tucumán Organismo(s) / Persona(s) responsable de la publicación // Polich, Mariangel // Córdoba, Julio Javier // Haro, Agustin Correo electrónico //legnairamAegis@hotmail.com //juliodelsiambon@gmail.com //agustin_haro@hotmail.com Dirección //Catamarca 1863 //Ruta 341, km 27 ½ y Juan Vicente S/N //Provincia de Córdoba 276 Editor responsable Haro, Agustin Diseño gráfico Dot Estudio, Tucumán, Argentina www.dotestudiografico.com REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 03 SECCIÓN ARTÍCULOS 08 | Actas de defunción: una fuente para la reconstrucción histórica de Catamarca durante la auto- nomía (1816-1826). Leandro S. Tua - Franco R. Frogel SECCIÓN TUCUMÁN 18 | La ruta de escape de Marco Avellaneda. Entre El Siambón y Tapia, Tucumán 1841. Julio Javier Córdoba TRANSCRIPCIÓN DE DOCUMENTOS 36 | Hemeroteca Nacional de México (HNM), “Ratas para el hambre”, 1956. Fondo Contemporáneo. Revistas Nacionales, Materia Geográfica: México. Política y gobierno. Publicaciones Periódicas. Diana Hernandez Castillo DOSSIER 44 | Presentación: Socialismo y Anarquismo en el Noa. Daniel Guzmán Alcaraz 46 | Entre la violencia y el racionalismo: improntas y avatares del anarquismo salteño en torno a la década de 1920. Pablo E. Cosso 60 | Sobre la clase obrera y el movimiento obrero: Los primeros socialistas en Salta, 1895-1905. Carlos Fernando Abrahan 82 | Tierra Libre, Órgano Oficial de la Federación Obrera Local Tucumana y Oficioso de las Organiza- ciones del Norte Adherida a la F.O.R.A. (1920). José María Saravia 92 | El partido socialista en Santiago del Estero. Etapas, actores y redes 1898-1920. Daniel Guzmán Alcaraz 104 | Presentación: Dossier Historia, arte argentino e historiografía Miguel Ángel Ochoa 110 | Imagen, historia e historiografía: el caso de San Martín, Rosas, Perón. Federico Damián Figueiras 122 | Acerca de los relatos sobre la Historia del Arte prehispánico de la Argentina. María Alba Bovisio ENSAYOS 144 | Crimen, sociedad e historia, respecto a la violencia, contra las mujeres. Huerto Correa 148 | Crimen, Sociedad e Historia ¿Cómo la relacionamos?. Francisco Ortiz 152 | La Historia como verdad y como verosimilitud ¿una evolución historiográfica?. María Belén Romero 154 | Música, historia y filosofía o como conocer la realidad a través de la música. Ludmila Sosa 158 | Ensayo: La Cumbia Villera. Francisco Ariel Maza RESEÑAS 30 | Giunta, Andrea, Feminismo y arte latinoamericano. Historias de artistas que emanciparon el cuerpo; Buenos Aires, Siglo XX, 2018. Miguel Ángel Ochoa Palabras preliminares Llega el final de un nuevo año y con éste, un nuevo número de Revista Historia para Todos. Ya son 14 números los que han transcurrido hasta ahora, algo que habla que la revista ha logrado asentarse en el lapso de 7 años en el mundo de la historia públi- ca y la divulgación. Sin embargo, este mundo de pandemia, pos- pandemia (y las definiciones que plazcan afirmar) han golpeado de sobremanera la producción de historiadores e historiadoras, sobre todo a lo largo del país. El cierre y apertura de goteo de los archivos marca una agenda actual en las producciones. En este sentido, los números de este año se han visto enmarca- dos en un contexto complejo en donde hemos esperado hasta último momento para poder cerrar sendas publicaciones. Sin em- bargo, eso no nos llevó a aminorar la marcha, ni a que nos saque las ganas de continuar con este marco editorial que iniciamos hace tiempo ya. Es así que en este nuevo número se van a encon- trar con dos dossiers coordinados por Daniel Guzmán y Miguel Ángel Ochoa respectivamente. Dos compendios de producciones que hacen por demás de interesante este nuevo número, y sobre el cual no queremos adelantar mucho, simplemente queremos invitarlos a leer. Además contamos con nuestras secciones de artículos, reseñas y, nuevamente, transcripciones de documentos REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 05 que hacen que este número 14 termine construyéndose como un cuerpo completo de diversos temas históricos. Por último, y no menos importante, van a poder leer la producción de alumnos del 1º año del Profesorado en Educación Secundaria en Historia del Instituto Vocacional Concepción (Concepción – Tucumán), correspondientes a ensayos sobre diversas temáticas de la asig- natura Problemas de Historia y Filosofía. Seguimos por supuesto, con la edición excelente de Adrian Ha- ro, como en cada número. Pueden comunicarse con él a hola@ adrianharo.com Esperamos que este año complejo, plagado de vaivenes emocio- nales y de salud de vuelta la página y nos encuentre más unidos para el 2022. ¡Por más Historia para Todos! Diciembre/21 Agustín Haro Julio Javier Córdoba Mariangel Polich REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 07 SECCIÓN ARTICULOS Leandro S. Tua - Franco R. Frogel INTRODUCCIÓN En una lectura general sobre los estudios de la Historia de la Muerte, inferimos que en la Historia y Prehistoria, el hombre siguió prácticas de enterramiento que suponen la conciencia de la muerte como distintivo que los diferencia de todos los demás seres vivos1. Entonces, entendemos que la mayor parte de las sociedades, ateas, escépticas y creyentes, siguen este tipo de prácticas. No tan solo como un medio de acercamiento a la divinidad sino también una forma de integración social del “finado”. De acuerdo con la Demografía Histórica, entendemos que la mayoría de las actas, escritas por sacerdotes, ofrecen un re- flejo “correspondiente” con el mundo. Incluso sus expresiones estilizadas resultan reveladoras porque desarrollaron un patrón de conducta interesante. Mediante el estudio de un significati- vo número de actas de defunción, correspondientes a un perío- do de 10 años, y sometiendo sus datos (y métodos heurísticos y hermenéuticos) a la crítica, a cada paso, inferimos en genera- lidades y anomalías interesantes para el estudio socio-cultural de la época. 1 GARCÍA, Analía (2003) - “El ritual de la muerte en Corrientes. Cor- tejos y enterramientos. Siglo XVIII. Es significativo el valor de las fuentes parroquiales para el estu- dio de la Historia en general, y de la historia social, económica, cultural, genealógica, geográfica, etc. En esta primera aproxi- mación, nos enfocamos en el “contenido social” del curato por medio de las lecturas exhaustivas de la fuente primaria (Acta de Defunción) para este contexto. Para nuestro estudio, ubi- camos al Curato Rectoral de Nuestra Señora del Valle, como espacio de análisis, que está situado en el noroeste de las Pro- vincias Unidas del Rio de la Plata, formado por la actual ciudad capital de Catamarca y los actuales departamentos de Valle Viejo, Capayán, Fray Mamerto Esquiú y Paclín.2 3 Analizando el momento político, en esta coyuntura particular de transición de ciudad sufragánea a estado autónomo, nos preguntamos ¿qué aportes o contribuciones podemos obte- ner a partir de la lectura de actas de defunción? Sabemos que dichos documentos contienen información estadística signi- ficativa, en general consideradas homogéneas, sin embargo, también se presentan datos aislados y anomalías individuales. 2 Cfr. OLMOS, Ramón Rosa - Historia de Catamarca. Editorial La Unión, Catamarca, 1957. 3 Cfr. BAZÁN, Armando Raúl - Historia de La Rioja, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, Argentina, 1992. En el presente trabajo indagamos sobre los contenidos de las actas de defunción, como fuente, para la reconstrucción de la historia de la provincia de Catamarca. Consultamos dichos documentos correspondientes al Curato Rectoral de Nuestra Señora del Valle y el período de tiempo elegido es la década que contextualizo el proceso autonómico de la mencionada provincia, 1816-1826. El conocimiento de las actas de defunción, nos permitió inferir en un variado abanico de elementosy contenidos presentados en las mismas. Es menester indagar, también, sobre distintos temas, como por ejemplo, estructuras sociales; economía; espacios geográfi- cos; genealogías; etc. Todo esto, estimamos, es posible inferir en relación con lo proyectado en los certificados de defunción, los sujetos nombrados, espacios, fechas, celebraciones, parentescos, costos, etc. Palabras Clave: acta, ceremonia, defunción Actas de defunción: una fuente para la reconstrucción histórica de Catamarca durante la autonomía (1816-1826)* *El presente trabajo, forma parte de una investigación en curso sobre la sociedad y cultura catamarqueña, usando como fuentes actas parroquiales. Agradecemos la colaboración del Mgter. Marcelo Gershani Oviedo en la enseñanza y formación de la práctica de investi- gación, y del Profesor Javier Berdini y su colaboración en la lectura y análisis paleográfico de las fuentes. REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 09 Ahora trabajamos con una reducción de escalas, de tiempo y espacio, en estrecha relación con el Paradigma Indiciario (historiográfico) de Carlo Ginzburg4; luego consideramos los datos susceptibles de análisis en relación con otras discipli- nas. A saber, una de las características de nuestra Ciencia (la Historia) es la interdisciplinariedad; por tal razón recurrimos a la Demografía Histórica, para analizar temáticas de pobla- ción de la época (estructuras sociales, economía, Mentalities, etc.). El cuerpo documental que sustenta el presente trabajo son li- bros de defunción consultados en el Archivo de la secretaria de la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle (Catamarca)5: para Españoles, tenemos el libro sexto (desde julio de 1795 a enero de 1826) y libro noveno (desde enero de 1826 a sep- tiembre de 1863); para Negros, el libro quinto (desde julio de 1795 a abril de 1818) y para Naturales, el libro séptimo (des- de abril de 1818 a diciembre de 1835). Por cuestiones metodológicas, optamos por estructurar el presente trabajo en apartados orientados a contenidos sociales, económicos, geográficos y genealógicos, que puedan aportar a una recons- trucción de la historia autonómica catamarqueña. LA ELECCIÓN DEL TIEMPO Y EL CONTEXTO POLÍTICO, LA “CRÓNICA” La elección del periodo de tiempo analizado, la década de 1816-1826 como, contexto histórico de la Autonomía de Ca- tamarca. En este contexto geo-político, se presentan dos ca- tegorías o conceptos históricos: Independencia y Autonomía, con sus correspondientes conflictos, causas, consecuencias y procesos. La “efervescencia política” de este periodo de tiempo susceptible de tensiones, cambios, continuidades y aconteci- mientos institucionales y bélicos. 4 Carlo Ginzburg distingue las generalidades (susceptible de nor- mas) y anomalías particulares dentro del análisis histórico, haciendo la salvedad de “que el estudio de las anomalías presupone el conoci- miento de la norma” (Ginzburg 2004: 119). 5 Estos libros fueron digitalizados por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y se encuentran publicados en su sitio web familysearch.org. Siguiendo a Olmos6, En junio de 1815 el Cabildo de Catamarca recibe la comunicación para participar en el Congreso General de Tucumán. Son electos como representantes, el Pbro. Dr. Manuel Antonio Acevedo, Cura Párroco de Belén, y luego de la “baja” de Acevedo, el Cura Párroco Dr. José Eusebio Colom- bres. La noticia de la Declaración de la Independencia se supo en Catamarca el 13 de julio. Recordemos que dicha provincia se encontraba bajo la jurisdicción política de la gobernación de Tucumán, a cargo de Bernabé Araoz. En septiembre de 1817, Feliciano de la Mota Botello asume como Teniente Gobernador de Catamarca, nombrado por el Gobernador de Tucumán. Entre octubre y noviembre se hacen cargo de la máxima magistratura catamarqueña, primero D. José Antonio Olmos de Aguilera, luego D. Nicolás Avellaneda y Tula. De a poco comienzan a acentuarse los conflictos entre unitarios y federales, con sus correspondientes sujetos histó- ricos locales. En 1819 el Congreso Nacional, ya trasladado a Buenos Aires, sanciona una constitución aprobada por Cata- marca, que a su vez generó más divisiones entre los distintos bandos locales. En Tucumán, el gobernador Mota Botello sufre el derrocamiento al mando de D. Bernabé Araoz, quien lo reem- plaza en el cargo en cuestión. En Catamarca, llega la noticia de dicho cambio y se acata la decisión. Era Febrero de 1820, caído el Directorio, las provincias quedan acéfalas y sus gobiernos a cargo de caudillos. Juan Bautis- ta Bustos, se apresura e invita a las provincias a reunirse en Congreso General en Córdoba; por otro lado, López y Ramírez convocan a un Congreso Nacional en la provincia de Santa Fe mientras que Aráoz también preparaba un Congreso en su provincia. Vemos la necesidad de reunión y de organización que los distinguidos sujetos históricos de la época estaban plasmando. En Catamarca, el gobernador Avellaneda y Tula es derrocado por un movimiento liderado por el Coronel Soria y el Cabildo designa a D. Jose Pio Zisneros para el cargo que que- dó vacante. El nuevo gobernador escribe una carta a Bustos en marzo, haciendo saber sus aspiraciones autonómicas. Araoz se manifiesta contra los “Pueblos limítrofes” que buscan 6 Cfr. OLMOS, Ramón Rosa - Historia… despegarse de la subordinación a Tucumán, y en consonancia con a Olmos7 “quizás” sospechaba de Catamarca y Santiago del Estero. Esta última no obedece la intimidación y procla- ma la Autonomía, desligándose de Tucumán, el 27 de abril de 1820. Bustos se comunica epistolarmente con Zisneros y le explica que podía enviar representantes a ambos congresos, entonces Catamarca envía sus delegados; eligen a D. Bernabé Araoz como Presidente Supremo y en septiembre de ese año (1820) se dicta la Constitución de la República Federal de Tu- cumán. Mientras tanto, en agosto de dicho año, el coronel Figueroa Cáceres lidera un movimiento que derroca a Zisneros. Araoz designa teniente gobernador de Catamarca al coronel Felicia- no de la Mota Botello, y en tres meses es desalojado en favor de D. Juan José de La Madrid, quien a su vez, no alcanza a completar un mes en el cargo (depuesto por orden de Güemes, enemistado con Araoz). Nótese el paulatino debilitamiento del poder hegemónico de Tucumán, que encuentra a una Santiago del Estero “emancipada” y a una Catamarca, al menos en la práctica, fuera de su jurisdicción política. En esta última provincia es designado un Triunvirato para ha- cerse cargo del gobierno. El mismo estaba integrado por D. Carlos Olmos, el Dr. Tadeo Acuña y D. Gregorio José González. Aráoz envía una división a Catamarca y retoma el poder, se ordena al Cabildo reconocer a Nicolás Avellaneda y Tula como Teniente Gobernador, y la provincia regresa a la dependencia de la Republica del Tucumán. El 24 de agosto de 1821 la Junta Electoral designa Presidente a D. Eusebio Gregorio Ruzo, este manifiesta la cuestión inme- diata de la soberanía catamarqueña. En esa sesión se discutió las razones de libertad y derechos de Catamarca para desli- garse de Tucumán y se convoca a un Cabildo Abierto para el día siguiente. El 25 de agosto de 1821, asisten 54 ciudadanos a dicha institución, entre ellos, sacerdotes, militares, comer- ciantes, intelectuales, hacendados, etc. Se dispone nombrar Gobernador de la Provincia a D. Nicolás Avellaneda y Tula. Este último, sufre un levantamiento, es apresado, y el 27 de octubre los revolucionarios eligen gobernador interino a D. Francisco de la Mota. Al día siguiente, Avellaneda es repuesto a su cargo, gracias a una contrarrevolución. En marzo de 1822 Eusebio Gregorio Ruzo asume la primera magistratura de la provincia debido a la renuncia de Avellaneda y Tula. Dice el historiador Ramón Rosa Olmos que “mientras en las demás provincias la guerra civil y las luchas hacían es- tragos, enCatamarca, durante el gobierno de Ruzo, se vivió en 7 Ibidem. paz”8. El gobernador convocó a los curatos de la provincia para que elijan sus diputados y así constituir una labor legislativa. Había sacerdotes, doctores y destacados ciudadanos, y el 11 de julio de 1823 se redactó el Reglamento Constitucional, en la que, entre otras cosas, se establecía que los gobernadores duraban 2 años en sus funciones. Ruzo era relecto gobernador. Mientras tanto, las provincias se habían organizado y se re- únen en Buenos Aires (diciembre de 1824) en un Congreso General Constituyente para decidir la forma de gobierno, entre otras cosas. Ruzo concluye su mandato y en julio de 1825, es electo D. Manuel Antonio Gutiérrez, quien disgustado por inter- nas, disuelve la legislatura y comienza una persecución contra miembros del partido federal. En un nivel más general, se estaba potenciando las diferencias entre los caudillos del interior y los de Buenos Aires, con Riva- davia y un Congreso que propician una política centralista. El país se divide en dos bandos armados y, encontramos sujetos históricos individuales con poder en las distintas provincias: Bustos en Córdoba, Ibarra en Santiago del Estero y Facundo Quiroga en La Rioja. El Congreso General Constituyente san- ciona la Constitución de 1826 y comienza un nuevo conflicto entre caudillos federales y unitarios. Se estaba gestando una guerra civil (…) pero este, ya es otro tema. EL DERROTERO GEOGRÁFICO COMO POSIBLE CONS- TRUCCIÓN HISTÓRICA: A saber, la Historia debe ser analizada en el tiempo, pero tam- bién en un espacio. Dice la Real Academia Española, que el termino Derrotero significa “Camino, rumbo, medio tomado para llegar al fin propuesto”, entonces, nuestra intención es referenciar los espacios citados dentro del Curato Rectoral de Catamarca (localidades, pueblos, ciudades) y donde se encontraban los cementerios, las iglesias, parroquias, vice pa- rroquias, santuarios, oratorios, etc; para identificar así, la “geo- grafía mortuoria” en tiempos de la autonomía de Catamarca. Como dijimos, el Curato de Nuestra Señora del Valle (Rectoral), el que entonces era el más densamente poblado, fue creado por el reconocido Obispo de la jurisdicción espiritual del Tucu- mán, Fray Fernando de Trejo y Sanabria a finales del siglo XVI. El mismo estaba constituido por los actuales departamentos San Fernando del Valle de Catamarca, Valle Viejo, Piedra Blan- ca, Ambato y Paclín, es decir que, prácticamente incluía todo el centro del actual territorio provincial. Por otro lado, la jurisdic- ción del Rectoral se modificará a finales del siglo XVIII con la creación del curato de San José de Piedra Blanca9. Esta nueva 8 Ibidem, p. 135. 9 En el año 1794 comienzan a escribirse los libros sacramentales del nuevo curato ya separado del Rectoral. REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 11 división jurisdiccional permanecerá hasta mediados del siglo XIX, incluyendo el período temporal que nos ocupa. En las actas analizadas encontramos una serie de espacios relacionados por el accionar “mortuorio”: localidades, ciudades, parajes, etc. De las fuentes consultadas se desprenden tam- bién los espacios o lugares de entierro en las adyacencias de las Iglesias (oratorio, parroquia o capilla), y cabe aclarar que la misa podría ser en un lugar distinto al cementerio donde se realiza el sepelio. Por último, resaltamos el lugar de proceden- cia, aclarado (en ciertos casos) por los sacerdotes. Este dato puede orientarnos demográficamente, mediante indicadores geográficos. Teniendo presente los datos que en este sentido nos aportan las actas, decimos que la Historia y la Geografía pueden llevar a cabo un trabajo interdisciplinario para el estudio y recons- trucción de la Historia de Catamarca. Las menciones de cier- tos pueblos que existían ya en ese momento en Catamarca, nos dan la pauta para llevar a cabo una investigación de esta índole. Además, estas fuentes permiten el seguimiento de la “evolución territorial” de los curatos (jurisdicción eclesiástica que antecede a los actuales Departamentos), particularmente del Rectoral, que ahora nos interesa. Se ha dicho al respecto que la creación del Curato del Valle de Catamarca, también llamado Rectoral, fue un valioso argumento para la creación de una nueva jurisdicción política que incluyera al Valle de Ca- tamarca y a la ciudad de Londres, como finalmente ocurrió con la definitiva fundación de la nueva ciudad en 168310. 10 BRIZUELA DEL MORAL, Félix - Historias de las mercedes de tie- rras en Catamarca, Editorial Cenedit, Catamarca, 2003, p. 29. Curatos de Catamarca en 1784 APORTE DE LAS ACTAS DE DEFUNCIÓN AL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE LA FAMILIA Y LA GENEALOGÍA. Dentro de la historiografía Social, el análisis de la institución familiar, recibió una importante contribución a su desarrollo a partir de mediados del siglo XX, gracias a los aportes de Henry y Fleury, y a su método de reconstrucción familiar mediante los registros parroquiales11. Es de destacar también a este pro- pósito, el libro “El niño en la vida familiar del antiguo régimen” publicado en 1960 por Phillips Aries, considerada obra pionera dentro los estudios de Historia de la Familia. Por otro lado, Mó- nica Ghirardi, analiza también, la metodología de la Historia de la Familia, y explica que la misma “…propone un análisis de la sociedad desde una pers- pectiva micro (…) Proporciona valiosos elementos de análisis para el conocimiento de la realidad social, económica, jurídica y cultural del medio en el cual se halla inserta”12. 11 CARDOSO, Ciro y PÉREZ BRIGNOLI, Héctor - Los Métodos de La Historia: Iniciación a los problemas, métodos y técnicas de la historia demográfica, económica y social, Editorial Crítica, Barcelona, p. 153. 12 GHIRARDI, Mónica - Formación de la familia española en Améri- ca. Cambios y pervivencias, el caso de Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 2001, p. 17. Por su parte, la genealogía entendida como el estudio de los antepasados, hace significativos aportes a la comprensión de la historia, así lo hace notar el historiador César A. García Bel- sunce cuando afirma que: “Los aportes entre ambas disciplinas son recíprocos y me parece una empresa imposible establecer cuál aporta más a la otra. En rigor se trata de una avenida de doble mano en la circulación del saber”13. Asimismo, Armando R. Bazán nos dice sobre la historia y la genealogía lo siguiente: “Apoyado en mi experiencia de historiador digo que la Genealogía es una Ciencia que ayuda a compren- der ciertas acciones de nuestros antepasados que no se originan solamente en los parámetros políticos o ideológicos”14. Entonces nos preguntamos ¿De qué modo contribuyen las actas de defunción al estudio de la Genealogía? En principio, debemos tener presente que la Genealogía padeció mucho tiempo un verdadero desprestigio como Ciencia y como téc- nica historiográfica. Quizás por considerarse estos estudios meros alimentadores de las vanidades sociales, convirtiendo así a sus cultivadores en embaucadores y en simples mero- deadores de la Historia. Podríamos citar muchos de estos pa- negíricos genealógicos, pero sólo nombremos ahora a uno de los más representativos, Diego Matute y Peñafiel, quien, en su Segunda Edad del Mundo y Origen de sus Linajes, no dudó en convertir a su entonces mecenas, Francisco Gómez de Sando- val y Rojas en 121° nieto de Adán15. En segundo lugar, y tenien- do en cuenta lo antedicho, la Genealogía se ocupó tradicional- mente de nobles linajes en sus estudios, y aunque estos viejos prejuicios ya han sido superados, todavía los trabajos sobre las castas de color son relativamente recientes y aún escasos. En ese sentido, el aporte de las fuentes de primera mano, como lo son las actas de defunción (y las fuentes parroquiales en general), es fundamental para la investigación de las familiasy genealogías de los sectores inferiores, de la sociedad, y en este caso, en Catamarca durante la coyuntura autonómica. Estos 13 GARCÍA BELSUNCE, César A. - Historia, Genealogía y Familia. Una experiencia personal, en Revista del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Catamarca, N° 4, Catamarca, Argentina, 2014, p.35. 14 BAZÁN, Armando Raúl - “Historia y Genealogía” en Revista del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Catamarca, N°1, Ca- tamarca, Argentina, 2010. 15 PARDO DE GUEVARA, Eduardo - ¿Hacia una nueva ciencia genea- lógica? Reflexiones para una renovación en sus métodos y técnicas, en Medievalismo. Año 2 N°1. Madrid, 1992, p. 171. documentos contienen información pertinente dicho estudio, desde nombres y filiaciones, pasando por las ceremonias de sus enterramientos, hasta su condición jurídica (esclavos, li- bres o libertos). Todo esto proporciona valiosos datos para los trabajos de esta índole. Acta de defunción de la párvula Perfecta de Felicidad de San José Ga- líndez. Hija del español Don Ramón Galíndez y de Doña Teresa Cubas y hermana de Don Francisco Ramón Galíndez, dos veces Gobernador de la Provincia de Catamarca. ACTAS DE DEFUNCIÓN Y UNA POSIBLE RECONSTRUC- CIÓN DEL ENTRAMADO SOCIO-ECONÓMICO CATAMAR- QUEÑO El conocimiento de la ceremonia de enterramiento, nos permi- tió indagar sobre la procedencia social de los habitantes del momento y profundizar en la “lectura” de los distintos estratos sociales de la época; como dice Robert Darnton “...El significa- do cultural de la muerte pudo haber variado mucho entre dife- rentes grupos sociales y entre ellos pudo haberse desarrollado con patrones muy distintos...”16. Para el presente trabajo privilegiamos las fuentes parroquia- les (actas de defunción) que refieren a distintos sectores de la sociedad, incluso los “anónimos”, los “huérfanos”, los “hijos de padres desconocidos”, los “enterrados por limosna”, etc. Como aclaramos en la introducción, los libros consultados, clasificados por los sacerdotes o escribientes de la época, nos dan cuenta de una primera aproximación a la división social de la época. Nótese que, para el periodo estudiado, la década de 1816-1826, la población (según los libros de actas de defun- ción) se encontraban divididos en estratos sociales generales, “Españoles”, “Negros” y “Naturales”. Dicha observación funcio- na, a su vez, como disparador y nos motiva a preguntarnos ¿Quiénes pertenecían a cada categoría, en este contexto tem- poro-espacial? 16 DARNTON, Robert - El beso de Lamourette, reflexiones sobre historia cultural, Editorial Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2010, p. 292. REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 13 Las ceremonias nominadas, nos orientan en el entramado social del periodo tratado, ya que existen distintos tipos. El proceso de Autonomía constituyo un conjunto de cambios y continuidades en las distintas estructuras sociales y, las cere- monias de defunción, pueden “ilustrarnos” sobre las mismas. Por ejemplo, encontramos personas con el tratamiento de “don” que (a saber) es sinónimo de distinción social. Gracias a estos datos podemos entender el entramado socio-económi- co, en esta época y en este curato. Por otro lado, observamos diferencias en los tipos de ceremo- nias de entierro, e inferimos (según el análisis comparativo entre los datos extraídos de los diferentes libros) que existían diferentes costos o precios (económicamente hablando) ya que los “naturales” y los “negros”, en general eran susceptibles de un “entierro menor rezado”, mientras que entre los “españo- les” encontramos una variedad de tipologías; entre ellas “ma- yor rezado”, “mayor cantado”, “con posas”, “con capas de coro”, “sobrepelliz”, etc. Encontramos por ejemplo: “Entierro mayor Cantado” o “Entierro menor rezado”, etc. REDUCCIÓN DE ESCALA TEMPORAL EN EL CURATO REC- TORAL, EN 1821, AÑO DE LA AUTONOMÍA: En cuanto al Curato Rectoral de Catamarca, y a la jurisdicción de la Parroquia de Nuestra Señora del Valle (hoy Catedral Ba- sílica de Catamarca) analizamos dos libros que incluyen de- funciones del año 1821. El Libro 6 (fojas 173 a 180) y el Libro 7 (fojas 45 al 60). La mayoría de los documentos contienen el nombre de la persona fallecida y algunas, contienen una pequeña reseña al margen, por ejemplo: Párvulo (cuando el fallecido es un me- nor de 12 años, aunque no lo aclara), huérfano, entre otras. En cuanto a sexto volumen, libro de “españoles”, trabajamos des- de enero a diciembre de 1821. Son 43 actas de defunción, y en ellas encontramos a los fallecidos “endonados”. Así mismo, en el séptimo libro de “naturales”, Son 105 actas de defunción, que nos indica claramente que el sector más bajo de la sociedad era también el más numeroso. De las fuentes consultadas se desprende que las ceremonias de enterramiento referenciadas son entierros: menor rezado; menor cantado; (Textual) “mayor cantado con misa de cuerpo presente, cantada, tres capas de coro y cuatro posas”; “oficio mayor cantado, cuatro posas”; “entierro mayor cantado, misa de cuerpo presente”; (textual) “acompañé a la Iglesia”; (Textual) “acompañé desde el Hospicio de la Merced, con oficio mayor cantado a la Iglesia Matriz, con las posas que se pudieron ha- cer, Capas de Coro”. Los sacerdotes encargados de dichas ceremonias: (los títulos y los cargos de los clérigos nombrados son los que figuran en las actas): • Cura rector excusador Doctor Don Juan Andrés Cordova; • Presbítero Maestro Don Manuel Fernández de Riva • Ayudante Doctor Don Miguel Fernández de Riva • Ayudante Doctor Don Ángel Mariano Salas • Reverendo Padre Fray Hilario Correa Las actas, fichadas y analizadas se encuentran (todas) rubri- cadas por el “Cura Rector Excusador” Doctor Don Juan Andrés Córdova. En cuanto a iglesias nombradas, encontramos: Iglesia Matriz de Nuestra Señora del Valle; Iglesia de Los Recoletos Francis- canos o San Francisco; Las capillas o Vice parroquias nombra- das son: la de Santa Cruz, la de San Pedro, la de San Isidro, la de Villapima, la de Miraflores y la de Capayán. Las actas también informan el lugar de origen de los fallecidos. Entonces, los finados provenían de: San Fernando de Catamar- ca; Chumbicha; Miraflores; Valle Viejo; Polco; La Aguada; Co- neta; La Chacarita; Curato del Alto; (textual) “europeo”; (textual) “Buenos Aires”; Guayamba; Paraje de San Pablo; Choya, San Juan, Guasapampa (Córdoba); La Rioja; Belén; Collagasta y de Ancasti. La mayoría de los fallecidos tenían la aclaración en el acta “murió un día antes”, pero existen algunas con la acla- ración “murió repentinamente”, lo que implicaba que no se le suministren lo sacramentos. En un análisis comparativo, inferimos que en el libro de “na- turales” se pueden observar una gran variedad de categorías (comparando con el libro de “españoles”). Entre ellas encontra- mos “huérfanos de padres desconocidos”, “huérfanos”, “hijos naturales”; “huérfano expuesto a la piedad publica”; encontra- mos también, un “fatuo” (dice la Rae: adj. desuso. Falto de ra- zón o de entendimiento); huérfanos criados por un “don”; en- contramos esclavos y esclavas; libertas (y recordemos que a partir de los decretos de la Asamblea del año XIII, se promueve la “libertad de vientres”); fallecidos con familias desconocidas por los escribientes; un hombre casado con una esclava. Tam- bién damos cuenta que, en porcentajes, los “españoles” reci- ben más “atención sacramental” que los naturales. Encontramos además un llamativo caso, en el libro de “natu- rales”, se trata de un asesinato. La foja 54, contiene dos actas que nos obligan a consultar otros documentos de la época para entender qué sucedió. El Cura Rector Córdova escribe: “… a dies de septiembre de mil ochocientos veinte y un años: (…) Acompañado del clero que se pudo conseguir por no ha- verme avisado antes para acompañar el cuerpo, ise los oficios de Entierro mayor Cantadodel cadáver de Juan Ignacio Alva- rez asecinado, que se saco de después de sepultado en los extramuros de esta ciudad. Esposo de Maria Antonia Lasarte, murio el dia antes sin sacramento alguno, y haora se sepul- to en Campo Santo…”. En la siguiente Acta, el mismo día, el sacerdote apunta: “…asociado del Clero que se pudo reunir, y por no haverme avisado antes puesto el cadáver de Francisco Romero fucilado por la muerte atros de Juan Ignacio Alvarez le hise los oficios de entierro mayor cantado, era como de edad de veinte y quatro años, murió confesado en este mismo dia según Sentencia…”. Dichas actas, escritas dos semanas después de la Declara- ción de Autonomía de Catamarca, generan ciertas dudas en cuanto a las circunstancias socio-políticas del momento y, a los procesos judiciales que pudieron incluir. Estos documentos presentan anomalías (tomando como regla general las actas de defunción de “naturales”, del Curato Rectoral, de 1821) ya que ambas testifican ceremonias de “entierro mayor cantado”, entendiendo que la “regla general” en las demás 103 actas de “naturales”, es la ceremonia de “entierro menor rezado”. Tam- bién observamos la inmediatez de la sentencia, lo que nos re direcciona a la revisión de expedientes judiciales de la época para llevar a cabo un estudio más específico del asunto. Nos queda una pregunta por responder, y lo haremos quizás, con ayuda de otros documentos ¿Este asesinato tendrá que ver con el proceso autonómico o fue un hecho “aislado”? A MODO DE CONCLUSIÓN: Para épocas autonómicas, la historiografía catamarqueña (sal- vando algunas excepciones) analiza hechos políticos. Luego de varias preguntas, nos adentramos en el análisis de las actas de defunción, para entender como fue el entramado social y cultural de la época. Este documento, tan rico en contenido, a su vez, nos despierta o es disparador de otras preguntas que, quizás, pode- mos responder con la lectura y recopilación de otras fuentes. En el análisis de la década de 1816-1826, los habitantes del Cu- rato Rectoral de Catamarca, se encontraban clasificados por la Iglesia Católica (según las actas de defunción) en estratos socia- les: “negros”, “naturales”, “españoles”. A su vez, existían distintos tipos de entierro. Los diferentes espacios que nombran las actas, también, nos “re direccionan” hacia el contexto espacial, lugares, ciudades, localidades, iglesias, cementerios, etc, REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 15 En la lectura detallada de los documentos, dimos cuenta tam- bién, de un abanico de criterios y perspectivas teórico-meto- dológicas desde el cual podemos orientar distintos trabajos de investigación, analizando los documentos como fuente principal. Los enfoques son múltiples y hemos visualizado, aquí, algunos, tales como el geográfico; genealógico-familiar, socio-económico; estadístico e incluso el jurídico. Sin embar- go, las aristas de lectura, de la fuente en cuestión, exceden las que hemos mencionado en este trabajo. FUENTES: Archivo de la Secretaría de la Catedral Basílica Nuestra Señora del Valle de Catamarca: Libros de defunciones (consultados en familysearch.org): Libro 5 “negros” (1795-1818) Libro 6 “españoles” (1795-1826) Libro 7 “naturales” (1818-1835) Libro 9 “españoles” (1826-1863) BIBLIOGRAFÍA: ARIÉS, Philippe. (2000). “Morir en occidente: desde la Edad Me- dia Hasta nuestros días”. Ediciones El Acantilado. BAZÁN, Armando Raúl, (1992), Historia de La Rioja, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, Argentina. BAZÁN, Armando Raúl (2010), “Historia y Genealogía” en Revis- ta del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Cata- marca, N°1, Catamarca, Argentina. BRIZUELA DEL MORAL, Félix. (2003). “Historias de las merce- des de tierras en Catamarca”. Editorial Cenedit. Catamarca CARDOZO, C, y PEREZ, BRIGNOLI, H (1986). “Los Métodos de La Historia: Iniciación a los problemas, métodos y técnicas de la historia demográfica, económica y social”. Editorial Crítica. España. DARNTON, Robert. (2010). “El beso de Lamourette, reflexiones sobre historia cultural”. Editorial Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires. GARCÍA, Analía (2003) - “El ritual de la muerte en Corrientes. Cortejos y enterramientos. Siglo XVIII. GARCÍA BELSUNCE, César A. (2014), “Historia, Genealogía y Familia. Una experiencia personal” en Revista del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Catamarca, N° 4, Ca- tamarca, Argentina. GHIRARDI, Mónica (2001) “Formación de la familia española en América. Cambios y pervivencias, el caso de Córdoba”, Uni- versidad Nacional de Córdoba, Córdoba. GINZBURG, Carlo (2004). “Tentativas”. Editorial Protohistoria. Rosario MARTINEZ DE SANCHEZ, A. (2005). “Y el cuerpo a la tierra… en Córdoba del Tucumán. Costumbres sepulcrales. Siglos XVI- XIX”. APUNTES vol. 18, núm. 1-2: 8-25. OLMOS, Ramón R. (1957). “Historia de Catamarca”. Editorial La Unión. Catamarca PARDO DE GUEVARA, Eduardo. (1992). “¿Hacia una nueva cien- cia genealógica? 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Diplomado en Historia Argentina y Latinoamericana (P.U.H.A.L [Programa Universitario de Historia Argentina y Latinoamericana]) REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 17 SECCIÓN TUCUMÁN Julio Javier Córdoba INTRODUCCIÓN La Coalición del Norte fue una alianza entre las provincias del norte de la Confederación Argentina, establecida a principios del año 1840 para oponerse a Juan Manuel de Rosas, gober- nador de la provincia de Buenos Aires y encargado de las re- laciones exteriores de la Confederación. La Coalición estuvo liderada por los gobiernos de Tucumán y Salta, que recibió la adhesión de Catamarca, La Rioja y Jujuy. Su objetivo era denunciar los manejos autoritarios del gobernador de Buenos Aires, retirarle las atribuciones de las relaciones exteriores y extender su poder sobre el resto de las provincias para derro- carlo. En septiembre de 1841 se libró la batalla de Famaillá en donde triunfó el ejército federal al mando del general Manuel Oribe, sobre el ejército unitario del general Juan Lavalle. Dicha batalla puso fin a la Coalición del Norte. La historiografía aún no trató el tema de la ruta de escape de Mar- co Avellaneda1 en 1841. Es por eso que en este trabajo nos propo- nemos analizar un sector de esa ruta abarcando las localidades de El Siambón, Raco, Tipas y Tapia. El análisis de las localidades 1 Nacido en Catamarca en 1813, hijo de don Nicolás de Avellaneda y Tula, primer gobernador de Catamarca y de doña Salomé Gonzáles Espeche. Marco aprendió las primeras letras en la escuela franciscana del Padre Ramón de Quintana. Cumplido sus estudios secundarios, se trasladó a Buenos Aires, donde se doctoró en derecho. A sus 25 años fue presidente de la Sala de Representantes de Tucumán. Formó una coalición de carácter unitario, de la que fue su jefe, llamada Liga del Norte o Coalición del Norte, pronunciándose abiertamente contra Rosas. Estuvo casado con Doña Dolores Silva Zavaleta. Estos aportes fueron tomados de Constanza Terán Colombres “San Pedro de Raco”, en Pereira Posse, César, “Club Social Raco”. Breves historia de nuestro querido club, Cap. 2.Ed. Artes Gráficos S. A, Salta, 2018, p. 41. mencionadas estará relacionado con la geografía, hidrografía y vegetación. Para ello nos remontaremos a los siglos XVII, XVIII y XIX, es necesario saber cómo estaba compuesto el paisaje por donde se trasladó. De esta manera trataremos de reconstruir un fragmento de la ruta que transitó Marco Avellaneda. Las preguntas que nos hacemos son ¿por qué Marco Avella- neda escogió parte de esta ruta y no otra? ¿Con qué tipo de geografía se encontró? La bibliografía y las fuentes consultadas nos permitieron re- construir el paisaje de las localidades ya mencionadas. Ade- más se utilizaron planos de caminos y mapas satelitales en donde se trazará el antiguo camino, que con el paso del tiempo se lo fue modificando a causa del poblamiento, que fueron cla- ves en las zonas desde el siglo XIX. Y que en la actualidad se constituyen como calles vecinales. DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DESDE EL SIAMBÓN A TAPIA Las localidades de El Siambón y Raco están ubicadas en el Departamento Tafí Viejo, localizadas en el área Oeste de la provincia de Tucumán, dentro de lo que se dio a llamar Sierras Centrales. Estos valles son alargados, en general en el sentido submeridional, a lo que se le suma valles transversales con di- rección Oeste-Este. Y están descriptas de la siguiente manera: “el sistema central muestra en su conjunto un carác- ter orográfico complicado con muchos detalles que dificultan su orientación”.2 2 Kuhn, Franz y Rohmeder, Guillermo, “Estudios fisiográfico de las El presente trabajo pretende analizar un sector del trayecto de la ruta de escape de Marco Avellaneda. Tomando como referencias a las localidades de El Siambón, Raco, Tipas y Tapia. Analizando las geografías de las mismas, como así también su hidrografía y vegetación, dejando en claro que es importante conocer el espacio por donde se trasladó hacia Metán. Para entender la geografía, hidrografía y vegetación de las localidades mencionadas para el año 1841, es necesario remontarnos para algunas localidades a los siglos XVII, XVIII y XIX. Para el caso del siglo XX tenemos dos mapas que nos aportan el trazado del antiguo camino que une El Siambón con Tapia, y que hoy en día forman parte del camino vecinal. Palabras Clave: Marco Avellaneda, Ruta de escape, Paisaje La ruta de escape de Marco Avellaneda. Entre El Siambón y Tapia, Tucumán 1841* *Este trabajo fue realizado al conmemorarse los 180 años del asesinato de Marco Avellaneda (1841 - 2021). REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 19 Para 1882 Alfredo Bousquet describía a la geografía de Tucu- mán de la siguiente manera: “La abundancia de agua presta una fertilidad sorpren- dente a las faldas y valles de Tucumán. La cepa de tierra vegetal, más espesa a medida que las laderas orientales se acercan a la llanura, da vida a una vege- tación también cada vez más rica y frondosa, desde las extrañas queñuas de Tafí, hasta los corpulentos laureles de Lules y la Yerba Buena. Los árboles fron- dosos, elevados y corpulentos obenques de enreda- deras y lianas, los helechos arborecentes, las hermo- sas orquídeas que florecen en el nacimiento de las ramas (…)”.3 Con estos aportes podemos apreciar la riqueza geográfica que poseía Tucumán en esas épocas. Las Sierras Centrales forman una masa ancha en el Norte que poco a poco se estrecha ha- cia el Sur, hasta la punta del Remate, a cuyo pie el Rio Siambón se reúne con el de Las Juntas.4 Con respecto a la vegetación para el caso de El Siambón, se- guiremos los aportes de Santillán y Ricci, quienes para 1980 realizaron una descripción diciendo: “Desde la cumbre del Periquillo se ve las cumbres tu- pidas que revisten los flancos de la próxima sierra, cumbres del Siambón, y el penetrar en el valle del rio de las juntas. (Aproximadamente 1000 metros de al- tura), con respecto a la vegetación es muy variada ya que se puede encontrar, grandes y corpulentos laure- les, tipas, nogales y cedros, entre otros debido a que la zona es húmeda”.5 Sierras de Tucumán”, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, 1943, p. 24. 3 Bousquet, Alfredo, et al, “Menoría histórica y descriptiva de la pro- vincia de Tucumán”, Buenos Aires, 1882, p.287. 4 Ibídem, p. 34. Cabe hacer la siguiente aclaración sobre el Rio Siambón que antiguamente era conocido como Cimpmampa, en voz Tonocoté que significa “Rio o Arroyo Chico”. Luego con el paso del tiempo se lo conoció como Río Matadero, haciendo alusión según la tradición oral a la matanza de indios que se solían hacer río arriba en la época colonial. 5 Santillán de André, Selva Elvira y Ricardo Ricci, Teodoro, “Geografía Según los geógrafos esta clase de vegetación estuvo siempre presente a lo largo de la historia de esta comunidad. Los primeros registros geográficos para el caso de El Siambón datan de 1675, en un expediente judicial titulado “Deslinde de la Estancia Siambón”, en el cual el jesuita Juan de Rojas clama- ba justicia por ese territorio aludiendo que los que estaban allí eran usurpadores refiriéndose a los encomenderos. “clama justicia dentro de la zona de los potreros de San Genuario, de San Roque y su arroyo Quilamayo. La posesión había sido otorgada a la Institución por el Capitán Andrés Gil de Esquivel en el año 1641: con todas las aguadas, arroyos y ríos allí mencionados y los demás que por otro nombre se hallasen, en que es visto haberse siempre encerrado y contenido Siam- bón, donde sus aguadas y arroyos cuentan sobre las cuatro leguas que llegan a un arroyo hondo, camino hacia Mancipa, llamado según los autos, San Roque y así mismo se reconoció, vio y examinó un título de tierras que hubo el capitán Diego Gonzales de Tapia por el señor Gobernador Don Luis Quiñones de Osorio en el año de 1618”.6 Es así que el capitán Juan de Villagrán amojonó el Potrero del Siambón y San Javier el 25 de octubre de 1675. En el mismo ex- pediente se hace mención a la vegetación de algarrobos también campos y lomas. Todo esto se encontraba dentro de los límites de El Siambón, desde el paraje de una zanja hasta el río de los Lules7 unas tres leguas de largo y dos de ancho desde las cum- bres del Periquillo hasta la cumbre del Siambón. En la escritura realizada a favor de don Antonio Liendo, por la compra de este inmueble se establecieron los siguientes linderos: de Tucumán”, UNT, Facultad de Filosofía y Letras, Tucumán, 1980, p. 102. 6 Archivo Histórico de Tucumán, en adelante (AHT), Sección Judicial Civil, Serie “A”, Caja 28, Expediente 22, Foja 3 v, Año 1775. Se deja en claro que el documento está mal encuadernado ya que pertenecerá al año 1675. Parte de la transcripción que utilizamos se encuentra en Me- yer, María Liliana, “Estancias, potreros y parajes de Tucumán; antiguas referencias”, Archivo Histórico de Tucumán, Colección historia cultural de Tucumán, 2018, p. 152. 7 El Río Lules era conocido con el nombre de Ulumpmampa, que significa “Río Grande” en lengua Tonocoté. “Desde el paraje de la Sanja, y un Rodeo que está hasta la quebrada, y barranca que forma el rio de los Lules que, viene de la Hoyada, dos leguas, y mil qua- trocientas varas de largo, y de ancho desde las dichas vertientes, que de la Hoyada caen a este Potrero, dos leguas poco menos, los quales linderos son los que en la ultima división de dichos Potreros le pusieron los Agrimensores”.8 Se tiene en cuenta que estos límites eran naturales debido a que tanto el paisaje como la hidrografía y orografía del lu- gar permitieron delimitar sin necesidad de poner alambrados uniendo una localidad con la otra. Figura n°1: El grupo septentrional de las Sierras de Tucumán, visto des- de la Cumbre de Tafí Viejo (1.800 ms, cumbre Norte de la Sierra de San Javier). Tomado de Franz, Kuhn y Guillermo, Rohmeder, “Estudios fisiográfico de las Sierras de Tucumán”, Universidad Nacional de Tucu- mán, Argentina, 1943. En 1768 trasla expulsión de los jesuitas los inmuebles rurales fueron mensurados, el Potrero de Raco, obtuvo tres leguas de largo y tres de ancho, el Potrero de las Tipas hacia 1796 se mencionaron los siguientes linderos: “ por la parte del norte de una aguada nombrada Simbolyacu cuatro cuadras para el sud y por el sud el arroyo o río de S. Javier lindante con el potrero de este nombre y por el ponente y el oriente los mismos linderos que constan en el documento de propiedad de dicho potrero, debiéndose entender que el lindero que se cita para la parte norte a cuatro cuadras de distancia del ojo de agua de Simbolyacu para el sur, es línea recta de oriente a poniente”.9 8 AHT, “Documentos coloniales relativo a los jesuitas siglo XVIII”, Serie I, Tomo II, Vol. 8, Tucumán Argentina, 1996, p. 84. 9 AHT, Sección Judicial Civil, Serie A, Caja 44, Expte. 43, año 1796. Esta parte de la trascripción corresponde a Meyer, Liliana María, “Es- tancias, Potreros…Op Cit, p. 162. En la escritura realizada a favor de don Patricio Lori el 7 de septiembre de 1774, se establecen los siguientes linderos: “Desde el carril viejo de Tapia hasta la sierra que divi- de a Raco, exclusa de esta mensura una legua de la suerte, que formo el Alguacil Mayor tres leguas y tres mil ciento y veinte y cinco varas de largo y de ancho desde la Aguada de Talayaco que se halla al Poniente detrás de una loma, en los campos de Suripampa en la enderesera, hasta el Porteseuelo”.10 Siguiendo con los aportes de Alfredo Bousquet, para el caso de El Siambón dice: “El valle de Ciambón, formado por la segunda y terce- ra cadenas desprendidas del Aconquija, es una deli- ciosa cuenca, abundantemente regada y que comini- ca con Tafí por la imponente quebrada de las Juntas, donde se reúnen los ríos Ciambón, Cienaga y de la Ollada, que constituyen el rio de Lules”.11 Esta cita nos muestra el límite geográfico del Siambón, cuya datación es del siglo XVII. Se puede apreciar que el Río Lules es la unión por un lado de los ríos Mataderos, conocido también como Siambón, y por el otro con el rio Ciénaga que a su vez se unen con el rio de la Hoyada, éste último compuesto por los ríos San Miguel, Chasquivil y San José de Chasquivil. Siguiendo con los aportes hidrográficos Antonio M. Correa, decía lo siguiente: “(…) varios arroyitos que salen de la cumbre del Siam- bón (…), el río Mataderos tiene su origen en el extre- mos norte de la cumbre de Siambón; recoge todas las aguas de la vertiente oriental de dicha cumbre en numerosos arroyitos yendo a desaguar al de Las Jun- tas. El otro río del Potrerillo nace de la punta norte de las cumbres de Periquillo y Siambón, de la quebrada de la Zanja, siguiendo al sudeste por el valle formado por las dos sierritas de Periquillo y Lomas Montuosas para juntarse con el de San Javier en el extremo sur de esta última altura, cayendo ya reunidos en el Rio de las Juntas o la Quebrada”.12 10 AHT, “Documentos coloniales relativo a los jesuitas siglo XVIII”, Serie I, Tomo II, Vol. 8, Tucumán Argentina, 1996, p. 86. 11 Bousquet, Alfredo, et al, “Menoría histórica y descriptiva…Op Cit, pp. 283 y 284. 12 Correa, Alberto M, “Geografía general de la Provincia de Tucu- REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 21 Los valiosos aportes de esta cita nos dan a conocer como se unía y se une actualmente el Siambón y San Javier mediante los ríos. Ya que Marco Avellaneda junto a su tío, posiblemente al cruzar el cerro San Javier llegaron a la Sala y de allí por el río potrerillos llegaron al Campo de la Zanja límite entre Raco y El Siambón. De allí hay unos tres kilómetros hasta la propiedad de don Pedro Miguel Ruiz de Huidobro. Las alturas para el valle de Siambón fueron medidas por Mi- guel Lillo hacia 1895 y arrojó los siguientes datos Portezuelo de la Zanja- Valle Siambón 1338 metros, La Ciénaga- Valle de Siambón 1240 metros, El Matadero- Valle de Siambón 1099 metros, La Mesada- Valle de Siambón 945 metros y Las Sali- nas- Valle de Siambón 900 metros.13 Raco tiene 1100 metros y Tapia 685 metros. LA GENERACIÓN DEL 37 Y LA NATURALEZA TUCUMANA La Generación del 37 constituyó para la historia Argentina el pri- mer movimiento intelectual con un propósito de transformación cultural totalizador, centrado en la necesidad de construir una identidad nacional. Estuvo conformada por algunos de los escri- tores más importantes del siglo XIX argentino. Con respecto a los aporte de la naturaleza tucumana, tomaremos a dos de estos intelectuales, Juan Bautista Alberdi y Esteban Echeverría.14 Los miembros de la primera generación romántica fueron un producto de las condiciones imperantes en el Río de la Plata en los años inmediatamente posteriores a la Revolución de Mayo. La experiencia educativa de la primera generación romántica estuvo fuertemente marcada por las tendencias secularizadas del régimen rivadaviano, que harían de ella no sólo una élite nacional, sino también una élite cultural de procedencia y de configuración social laicas.15 En 1834 Juan Bautista Alberdi decía de Tucumán: “El cielo, el aire, la tierra, las plantas, todo es nuevo y diferente de lo que se ha acabado de ver. Semejan- mán”, Ed. Coni, Buenos Aires, 1925 p. 41. Reeditado por la Fundación Miguel Lillo, Colección del Bicentenario, N°3, Tucumán, 2016. 13 Anuario de estadísticas de la provincia de Tucumán, correspon- diente al año 1895, Buenos Aires, 1986. 14 Otros de los intelectuales de la generación del 37 fueron Juan María Gutiérrez (1809-1878), Domingo Faustino Sarmiento (1811- 1888), Vicente Fidel López (1815-1904), Bartolomé Mitre (1821-1906), José Mármol (1807-1882), Félix Frías (1816-1881) entre otros. 15 Meyer, Jorge, “La revolución en las ideas: La generación román- tica de 1937 en la cultura y en la política argentinas”, Cap. X. En Gold- man, Noemí, “Nueva historia Argentina, Revolución, República, Confe- deración (1806-1853)”, Tomo V, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998, pp. 385 y 387. te originalidad no podia conservar Tucuman siendo muy grande. Así es que, toda su estension territorial no pasa de 6o leguas de N. á S. y 50 de E. á O. Algo distante de la áspera falda de los Andes, está vecino á una ramificación que se desprende de aquella gran cadena de montañas, la cual estendiéndose longitudi- nalmente por el costado occidental de la Provincia, dá origen á 24 rios que con un gran número de arroyos, manantiales y acequias, fertilizan abundantemente de todo su territorio.16 En 1886, se publican “Obras completas” de Juan Bautista Al- berdi quien al recorrer los bosques tucumanos dejó plasmado lo referido al paisaje, casi de una forma poética explicaba lo siguiente. Dice: “(…) las faldas de las sierras de San Javier que se encuentran sobre unas vastas y limpias sábanas de varios colores (…). Sigue el norte la falda de San Pa- blo, cuyo declive rápido deja percibir el principio y fin de unas islas de altísimos laureles que lucen sobre un fondo azulado. Al describir Yerba Buena dice lo siguiente “además de mencionar laureles mencionó un arroyo que en sus orillas, adornaban unos bosque- cítos de una vara de alto de mirto, cuyas brillantes y odoríficas hojas lucían sobre un ramage de una lim- pieza y blancura metálica. Poco á poco nos vimos toldados de una espléndida bóveda de laureles, que reposaba sobre columnas distantes entre sí”.17 Esta forma de describir la geografía y la naturaleza de Tucu- mán nos muestra Alberdi el sentimiento que sentía por su tierra tucumana. Siguiendo con los aportes de Alberdi cita un fragmento de Mr. Andrews quien en 1827, describía a Tucumán de la siguiente manera: “que en punto a grandeza y sublimidad, la naturaleza de Tucumán no tiene superior en la tierra; que Tucu- mán es el jardín del universo”.18 Esteban Echeverría en 1870 escribió unos poemas sobre Ave- llaneda. A través de ellos, Echeverría se propuso describirlas peripecias del Mártir de Metán, desde su nacimiento hasta su muerte, ajustando esos 28 años al bastidor de la realidad histó- rica que se vivía en la tumultuosa segunda mitad del siglo XIX 16 Alberdi, Juan Bautista, “Obras completas”, Tomo I, 1886, p. 59. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra/obras-comple- tas-de-j-b-alberdi-tomo-1/. 17 Ibídem. 18 Ibídem. en nuestra nación. Su mirada no es imparcial, por supuesto. Echeverría, porteño y enemigo del régimen federal, intentaba ensalzar el perfil del político unitario para posicionarlo hábil- mente en el panteón de los héroes nacionales.19 Tomaremos fragmentos de los poemas de Echeverría referi- dos a Marco Avellaneda, en donde no sólo deja plasmado sus hazañas sino que también el paisaje de Tucumán del siglo XIX. Mas ay! Pronto para ella De tanta gloria se borró la huella! Y en sus montes y valles, Cuyo histórico nombre reverenció, En sus plazas y calles, Todo es hoy soledad, todo silencio Que infunde el corazón tristeza y pasmo. Poema V Y despertado el joven de repente, Como armado de fuerza omnipotente Sintió su corazón; la incertidumbre De alta revelación, y a su caballo Clavando las espuelas, Desapareció cual rayo De aquel campo tristísimo de gloria Para el alma fecundo y la memoria. Estos versos posiblemente hacen alusión a la huida que realizó Marco Avellaneda desde la batalla de Famaillá hacía Metán donde encontró la muerte. En el primero de los versos que aquí reproducimos describe la preocupación que pudo haber tenido Avellaneda al atravesar los cerros en su huida, esa incertidum- bre de no saber si volvería algún día a Tucumán. El segundo verso lo podemos relacionar con su última noche en la casa de su primo en Raco. EL CAMINO DESDE EL SIAMBÓN A TAPIA En este apartado analizaremos los caminos existentes que unían las diferentes localidades desde la época jesuita hasta el siglo XXI, y cómo fueron modificándose con el paso del tiem- po. Por estos caminos desde el Potrero de la Zanja o Siambón, pasando por Raco y las Tipas se llegaba hasta Tapia, constitu- yó parte de la ruta de escape de Marco Avellaneda.20 19 Para ver su poema completo ver: Echeverría Esteban, “Avellane- da”, 1870, Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra/avella- neda-1870/. Sólo se citaran algunos fragmentos del mismo haciendo alusión al paisaje. 20 Su viuda doña Dolores Silva Zavaleta y sus hijos, entre ellos Ni- colás Avellaneda vivieron en el exilio, en el pueblo Boliviano de Tupiza, donde Nicolás pasó gran parte de su niñez. Nélida Beatriz Robledo realizó importantes aportes diciendo: “El Potrero de la Sanja formaba parte del eje de comu- nicación de las tierras bajas con la sierra. El camino de Las Cañas, que corría entre el río de Las Conchas y el río Las Cañas, subía hasta las puertas de San Ja- vier y, a través de La Sanja y las Cumbres de Anfama comunicaba con el Potrero de Tafí, al que también se llegaba por la Quebrada del Portugués Viaña y por una senda que pasaba por Famaillá. Las sendas que seguían el curso de los ríos eran transitadas por cabalgaduras, como las que, siguiendo el río Lules, atravesaba San Genuario, y enlazaba con La Sanja y Anfama (…)”.21 Las diferentes sendas que van uniendo las distintas localida- des son un aporte fundamental para este estudio ya que mu- chas de ellas todavía existen. En el siglo XIX ya existía la casa de don Pedro Ruiz de Huido- bro en la estancia de Raco. Según Constanza Terán Colombres dijo que Marco Avellaneda al huir de la Batalla de Famaillá y estando en Raco pasó una noche en la casa de don Pedro, y que para ese entonces posiblemente la casa ya tenía 100 años. A caballo se dirigió a San Javier, pasando por Raco. “Cuenta la historia familiar, que el fugitivo no durmió esa noche, como presagiando que sería su última con vida. Se pasó, dicen arreglando las pajas del techo de la galería de atrás, descansando debes en cuando en una sillita de ébano, preferida por él cada vez que visitaba la casa, sillita que con el tiempo pasó a lla- marse “la sillita de Avellaneda”. Al alba del día siguien- te, partió rumbo al norte, con intención de alcanzar Bolivia. A pesar de los consejos que le dieron, de que saliera por las serranías, tomó el llano22, lo cual facili- tó su captura. Según se cuenta, su decisión se debió, quizás, a que una dama lo esperaba en el trayecto”.23 21 Robledo, Nélida Beatriz,“El espacio jesuítico de San Miguel de Tucumán”, Publicado en Actas del Primer Congreso de Investigación Social, Tucumán, 1996, pp. 467 y 468. 22 Lo que hace pensar que posiblemente, fue desde Raco pasando por las Tipas y llegando a Tapia para luego seguir el camino hasta Metan donde fue asesinado el 3 de octubre de 1841. 23 Terán Colombres, Constanza, “San Pedro de Raco”, en Pereira Posse, César, “Club Social Raco”…Op. Cit. p. 42. Según César Pereira Posse, en algunos documentos se citan que Marco Avellaneda fue a Raco a despedirse de una dama, quien muchos años después y con el rostro tapado con un velo, visitó a Nicolás Avellaneda, ya presiden- te y le entregó una miniatura del retrato de Marco, que este le había obsequiado antes de partir de Raco y encontrar la muerte. Nicolás Avellaneda cuanta en Escritos y Discursos” los detalles de esta visita. REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 23 Si bien son relatos de la historia familiar de Avellaneda, no deja de ser interesante y enriquecedora. Porque nos retrata cómo fue posiblemente su última noche en Raco. Seguramente esa dama haya sido una novia de su juventud a la que le dejó un retrato en miniatura, y que al morir esta mujer, su hermano le hizo entrega del retrato a Nicolás Avellaneda. Parte de la cita que narra Juan B. Terán dice así: “Hacia 1871 Nicolás era ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública del presidente Sarmiento. Cierta noche en la que se hallaba en su casa descansan- do, un hombre insistió en verlo con urgencia a lo cual Avellaneda accedió y lo dejó pasar. El hombre le di- jo: “Señor, mi hermana, que acaba de morir, me ha encargado ponga en sus manos este paquete y yo, creyéndolo de interés para usted, me he apresurado a cumplir sus disposiciones. Dicho paquete poseía dos versos, un par de guantes y un retrato en miniatura todo perteneciente al joven Marco Avellaneda”.24 Otro interesante aporte sobre este tema del camino nos lo brin- da Paul Groussac al decir que “a pesar de aconsejarle sus amigos que tomara las sendas seguras de la sierra quiso bajar al llano por la frontera y dirigirse a Salta. El baqueano José Alico, por sendas que solo él conocía, lo llevó hasta el Po- trero de las Tablas a 16 leguas del campo de batalla pasando la sierra de San Javier”.25 Estos aportes nos dan a pensar que estando en el Potrero de las Tablas, pudo haber tomado el camino que va por el río has- ta llegar a San Javier y bajar por el río de La Zanja, límite entre el Siambón y Raco, llegando hasta la casa de su tío para luego dirigirse a Tapia y llegar a Metán. 24 Archivo La Gaceta, en adelante (ALG), “El rostro del Mártir de Metán”, Sobre N°9741. Hasta 1871 la familia de Avellaneda no tenía ningún retrato de Marco Avellaneda. Otro hijo del Mártir de Metán, el doctor Marco decía que el retrato “debe ser de gran semejanza, porque en el año 1880 lo reconoció en el momento de verlo el doctor Alberdi”. Según narra en una carta de 1909 a don Pedro Alurralde. “Agregaba que Alberdi le informó que fue confeccionado el día en que Marco Ave- llaneda recibió en Buenos Aires su título de doctor en 1834. 25 ALG, “Escapando IV”, Sobre N°9741. Figura n°2: Rostro y firma de Marco Manuel de Avellaneda. Este retrato en miniatura fue confeccionado en Buenos Aires, en 1834; por el inge- niero y dibujante Carlos Enrique Pellegrini. De su existencia se supo recién en 1871. Fuente: La Gaceta, Sobre N°9741. Figura n°3: Don Pedro Miguel Ruizde Huidobro y Albo (1813-1896) Figura n°4: La estancia de San Pedro de Raco a fines del siglo XIX La casa a lo largo del tiempo siempre estuvo habitada. Actual- mente conserva su fachada original aunque con algunas modi- ficaciones, como ser la galería que se construyó hace muchos años en el frente para dar protección a las habitaciones que daban al patio de tierra. Se respetó el adobe de sus paredes y fue remplazada la paja del techo. El piso de cerámica aún se conserva intacto. Además de conservar objetos antiguos que dan testimonio de los años de historia que posee.26 Figura n°5: La casa de don Pedro Ruiz de Huidobro en la actualidad, se pueden apreciar las distintas modificaciones que se le realizó. Un día después de la muerte de Marco Avellaneda, el general Manuel Oribe escribía al gobernador Celedonio Gutiérrez desde Metán, el 4 de octubre de 1841 haciéndole la siguiente petición: “(…) El Señor General Garzón, me dice que están ma- lísimos los caminos desde Nogales a Tapia, yo tam- bién lo he probado, aun mucho más acá, en que se vuelcan las carretas y casi no pueden hacer jornada. Interesa pues que Ud. Los haga componer sin pérdi- da de tiempo y así lo espero. También me anuncia el dicho General Garzón, que se les han desertado desde Tapia, siete infantes Vallistos, pertenecientes 26 Ibídem, p. 46. al Batallón Libertad y encargo a Ud. Mucho, los haga perseguir con sus partidas y entregarlos, al esperado General Garzón (…)”.27 Podemos interpretar que ese camino era uno de los más transitados, y de más fácil acceso que unía San Miguel de Tu- cumán con Salta. Para esa época estaba muy deteriorado y Marco Avellaneda junto a su tío no eligieron ese camino posi- blemente por temor a ser capturados. Figura n°6: Decapitación de Marco Avellaneda en 1841. Óleo de Mo- desto González, Museo de Lujan. En octubre de 1884 don Santiago Gallo asumió como gober- nador de Tucumán, quien recibió de visita al Ex Presidente Ni- colás Avellaneda el cual ya se encontraba muy enfermo. Una anécdota que se cuenta es que estando Nicolás de visita unos días en Tucumán pasó a visitar al gobernador en su casa, a desearle suerte en su gestión. Previamente Avellaneda había estado en la casa del gobernador saliente, pariente y amigo don Benjamín Paz, ese día había tanta gente, que el médico Pedro Ruiz de Huidobro le sugirió que pasara a otra habitación más confortable, a lo que Avellaneda no aceptó y dijo: “Lejos de hacerme mal esta reunión, me hace bien al encontrarme con tantos buenos amigos”.28 De esta manera, pese a constituir Tucumán un espacio físico que pudiera recordarle al presidente el pasado trágico de su padre, esa visita a don Santiago Gallo se constituía en cambio de distención en el marco de su visita oficial a la provincia de sus orígenes. 27 Publicaciones de la Junta Conservadora del Archivo Histórico de Tucumán, “Tucumán y la Liga del Norte”, Documentos Argentinos, Segunda Parte 1841, Serie IV, Tucumán Argentina, 1941, p. 248. 28 Páez de la Torre, Carlos (h), “Nicolás Avellaneda. Una Biografía”, Ed. Planeta, Barcelona, 2001, p. 395. REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 25 En 1915, se inaugura el camino de Tapia, en 1928 se abre el camino que une Raco y Siambón, a partir del ensanchamiento de una senda existente.29 Plano n°1: Camino desde El Siambón a Tapia Plano del camino desde la Estación de Tapia hasta la Escuela N°163 de El Siambón, realizado a mano por la directora Martina Díaz, sep- tiembre de 1930. Fuente: Guía Escolar. Archivo Escuela Nº163 Dr. Abel A. Peirano. Plano n°2: Camino desde El Siambón a Tapia Plano del camino para llegar a la escuela desde Tapia, realizado por la directora Sarah Vázquez de González Lizárraga entre 1940 y 1941. Fuente: Guía Escolar. Carpeta N°163. Archivo del Ministerio de Educa- ción de la Provincia de Tucumán. 29 Viollaz, Clelia. Martínez, S. Lomáscolo, T. Pacheco, S. Di Bacco, L., “LINEAMIENTOS DE BASE PARA UNA PLANIFICACION DE DESARRO- LLO SUSTENTABLE Y SOSTENIBLE DEL VALLE DEL SIAMBÓN”, p. 38, Disponible en: https://uspt.edu.ar/web/wp-content/uploads/2018/12/ IDITEC-2015.pdf. Plano n°3: Camino desde El Siambón a Tapia Mapa satelital de la ruta 341 que une Tapia con El Siambón. Fuente, consultado el 13/08/2021. CONCLUSIÓN El trabajo aborda el tema referido a la ruta de escape que tran- sitó Marco Avellaneda al escapar de la batalla de Famaillá en Tucumán hacia 1841. Dicho tema no fue tratado aun por la historiografía tucumana. La reconstrucción que realizamos del fragmento del camino que recorrió por última vez Marco Avellaneda, se lo realizó a través de datos geográficos, de paisajes, orográficos e hidro- gráficos aportados para la provincia de Tucumán y en especial para las localidades de El Siambón, Raco, Tipas y Tapia son muy relevantes en información desde el siglo XVII al XIX. Ya que nos permiten dar a conocer como se fue en esa época el paisaje con el cual se tuvo que enfrentar. Con los aportes brindados por dos integrantes de la genera- ción del 37, Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi, pudi- mos conocer parte de la vegetación del Tucumán del siglo XIX. La historia sobre la casa de don Pedro Ruiz de Huidobro y los relatos de sus descendientes nos permitieron profundizar y dar a conocer las modificaciones que a lo largo de la historia sufrió la vivienda, y como fue la última noche que pasó Marco Avellaneda en Raco. Los mapas del único camino hasta el momento transitable desde la localidad de Tapia hasta el Siambón fueron confec- cionados manualmente por directoras de la escuela n°163 de El Siambón, durante los años 1930 y 1943. Estos planos nos exhiben ese tramo del camino que recorrió Avellaneda. Y el mapa satelital presenta la actual ruta n°341 y los distintos ca- minos que se unen con la misma. Aclaramos que la investigación podría ser ampliada más ade- lante ya que fue realizada durante la pandemia del Covid 19, haciendo complicado poder acceder a documentación del Ar- chivo Histórico de Tucumán. BIBLIOGRAFÍA Bousquet, Alfredo, et al, “Menoría histórica y descriptiva de la provincia de Tucumán”, Buenos Aires, 1882. Correa, Alberto M., “Geografía general de la Provincia de Tucu- mán”, Ed. Coni, Buenos Aires, 1925. Reeditado por la Fundación Miguel Lillo, Colección del Bicentenario, N°3, Tucumán, 2016. Páez de la Torre, Carlos (h), “Nicolás Avellaneda. Una Biografía”, Ed. Planeta, Tucumán, 2001. Pereira Posse, César, “Club Social Raco”. Breves historia de nuestro querido club, Ed. Artes Gráficos S. A, Salta, 2018. Viollaz, Clelia, Martínez, S., Lomáscolo, T., Pacheco, S., Di Bac- co, L., “LINEAMIENTOS DE BASE PARA UNA PLANIFICACION DE DESARROLLO SUSTENTABLE Y SOSTENIBLE DEL VA- LLE DEL SIAMBÓN”. Disponible en: https://uspt.edu.ar/web/ wp-content/uploads/2018/12/IDITEC-2015.pdf. Kuhn, Franz y Rohmeder, Guillermo, “Estudios fisiográfico de las Sierras de Tucumán”, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, 1943. Goldman, Noemí, “Nueva historia Argentina, Revolución, Repú- blica, Confederación (1806-1853)”, Tomo V, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998. Robledo, Nélida Beatriz, “El espacio jesuítico de San Miguel de Tucumán”, Publicado en Actas del Primer Congreso de Investi- gación Social, Tucumán, 1996. Santillán de André Selva Elvira, y Ricardo Ricci, Teodoro, “Geo- grafía de Tucumán”, UNT, Facultad de Filosofía y Letras, Tucu- mán, 1980. FUENTES AEAP, Archivo de la Escuela Abel Peirano, Guía escolar, 1930. AGME, Archivo General del Ministerio de Educación, Croquis, 1940/1942. Archivo Histórico de Tucumán, en adelante (AHT), Sección Ju- dicial Civil, Serie “A”, Caja 28, Expediente 22, Año 1775. AHT, Sección Judicial Civil, Serie A, Caja 44, Expediente 43, año 1796. AHT, “Documentos coloniales relativo a los jesuitas sigloXVIII”, Serie I, Tomo II, Vol. 8, Tucumán Argentina, 1996. Anuario de estadísticas de la provincia de Tucumán, corres- pondiente al año 1895, Buenos Aires, 1986. Alberdi, Juan Bautista, “Obras completas”, Tomo I, Buenos Aires, 1886. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/ obra/obras-completas-de-j-b-alberdi-tomo-1/. Publicaciones de la Junta Conservadora del Archivo Histórico de Tucumán, “Tucumán y la Liga del Norte”, Documentos Ar- gentinos, Segunda Parte 1841, Serie IV, Tucumán Argentina, 1941. Echeverría, Esteban, “Avellaneda”, 1870, Disponible en: http:// www.cervantesvirtual.com/obra/avellaneda-1870/. Meyer, María Liliana, “Estancias, potreros y parajes de Tucu- mán; antiguas referencias”, Archivo Histórico de Tucumán, Co- lección historia cultural de Tucumán, 2018. Julio Javier Córdoba Alumno avanzado de la carrera de Licenciatura en Historia de la UNT. Realizó una pasantía en el Archi- vo Histórico de la Provincia de Tucumán (2013-2014). Participó en jornadas, congresos y simposios en cali- dad de expositor, asistente, organizador, colaborador y comentarista. Fue ayudante de catedra en la materia Prehistoria (2016-2018). Se desempeñó como guía en el museo de la Iglesia de San Francisco de Tucumán (2018). Cuenta con publicación de artículos, reseñas y documentos transcriptos en revistas y diarios digita- les y en actas de congresos. Actualmente es miembro representante por la República Argentina de la organi- zación internacional de estudiantes de historia (ISHA) con sede en Berlín. Se desempeña como Co-director de la Revista Historia Para todos: claves para entender el presente, desde 2015 hasta la actualidad. REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 27 REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 29 SECCIÓN RESEÑAS Giunta, Andrea, Feminismo y arte latinoamericano. Historias de artistas que emanciparon el cuerpo Buenos Aires, Siglo XX, 2018 Miguel Ángel Ochoa Licenciado en Historia. Especia- lista en Ciencias Sociales con Mención en Historia Social, Uni- versidad Nacional de Luján. He trabajado como auxiliar docente en la Facultad de Filosofía y Letras –UBA- ad honorem (2003- 2007). Los lectores tienen ante sí un libro que aborda “(…) una comprensión distinta del cuerpo femenino, entendido como espacio de expresión de una subjetividad en disidencia res- pecto de los lugares socialmente normalizados”1. El texto resulta interesante para todo lector interesado en temas históricos en tanto busca desandar la propia historicidad y las características de la segunda oleada del feminismo durante los años sesenta a los ochenta. La autora, historiadora del arte y especialista en arte latinoamericano, conjuga en este trabajo la tarea de curadora con la investigación académica dando por resultado un texto que analiza “(…) representaciones que desarticularon los estereotipos femeninos y, por ende, pusieron también en crisis los masculinos”, si bien la propuesta es fragmen- taria “(…) logra dar cuenta de zonas de enunciación que, inmersas en su historicidad (…) son también generalizables”2. El libro se encuentra estructurado en seis capítulos: 1. Arte, feminismo y política de re- presentación3; 2. Artistas entre activismos. Clemencia Lucena y María Luisa Bemberg, una aproximación comparativa4; 3. Un retrato in absentia. Narcisa Hirsch y el cine experi- mental en Buenos Aires5; 4. Feminismos artísticos en México. Manifiestos, conferencias, exposiciones y activismos6; 5. Archivos, performance y resistencia. Nelbia Romero y el arte de Uruguay bajo dictadura7; 6. Sentir, pese a todo. Paz Errázuriz, fotografía y dicta- dura en Chile8. El primer capítulo del libro luego de situar al lector en el inicio de la crítica de la historio- grafía desde la perspectiva de género, busca visibilizar los mecanismos mediante los cuales se instrumentan con silencios los espacios que ocupan las mujeres en expo- siciones, colecciones y bibliografías9. Un dato interesante a resaltar es la recuperación de datos cuantitativos tanto provenientes del ámbito internacional como nacional que permiten avalar los planteos formulados. El segundo capítulo se centra en el oscurecimiento que han sufrido los vínculos entre feminismo y arte desde “(…) los discursos acerca del modo correcto de tratar las rela- 1 Giunta, Andrea Feminismo y arte latinoamericano. Historias de artistas que emanciparon el cuerpo, Buenos Aires, Siglo XX, 2018, p. 13. 2 Giunta, Andrea Feminismo y arte latinoamericano..., pp. 15-16. 3 Giunta, Andrea Ob. Cit., pp. 31-78. 4 Ibídem., pp. 79-106. 5 Ibídem., pp. 107-135. 6 Ibídem., pp. 137-179. 7 Ibídem., pp. 181-210. 8 Ibídem., pp. 211-244. 9 Sobre este último punto es interesante la bibliografía mencionada al final del libro que recupera, por países, parte de ese recorrido. Giunta, Andrea Ob. Cit., pp. 279-295. REVISTA HISTORIA PARA TODOS | 31 ciones entre arte, cultura y sexualidad (…) [situándose] en el momentos histórico en que fueron formuladas las imágenes que cuestionaron el lugar socialmente asignado a las mujeres”10, con esa intención la autora aborda por un lado, las pinturas de Clemencia Lucena de entre fines de los años sesenta y los setenta y por otro, los films de militancia feminista de María Luisa Bemberg realizados en 1972 y 197811. El tercer capítulo aborda los films de Narcisa Hirsch donde se evidencian cruces entre el cine experimental, el cine político y el feminismo, asimismo los elementos biográficos de la cineasta, particularmente su exilio; especialmente porque las décadas de los sesenta y setenta están marcados por dos golpes de Estado –1966 y 1976– signados por la violencia y una fuerte intervención militar en la cultura y la vida cotidiana12. La estética visual de la autora no está escindida ni del contexto de producción ni de sus propias vivencias en el interior de aquel. El cuarto capítulo aborda el feminismo artístico desarrollado en México tomando como punto de partida el mapeo de exhibiciones delineado alrededor de la Primera Conferen- cia Mundial sobre la mujer en 197513; se indaga asimismo en el accionar de distintas artistas como Mónica Mayer, Magali Lara y Maris Bustamante entre otras menciones que la autora realiza. Giunta señala la excepcionalidad del caso mexicano en el interior de América Latina14. Excepcionalidad que continúa mostrando sus particularidades en otro ámbito como el de las disidencias sexuales y el cuestionamiento a los estereotipos y las masculinidades15. 10 Ibídem., p. 82. 11 Ibídem., p. 80. La autora propone una aproximación comparativa de dos cuerpos de obra atra- vesados por el horizonte del feminismo y de la politización de la época entre la pintora colombiana y la cineasta argentina, la comparación no se basa en contactos efectivos sino en analizar las inter- venciones específicas de sus obras en el contexto de las políticas de construcción social de las se- xualidades. Asimismo señala que el método presenta limitaciones en tanto la operación subyacente por ella realizada dará relevancia a los elementos comunes. A pesar de la cercanía existente entre la historia y la historia del arte, es evidente que el método comparativo en historia suele atender tanto a las similitudes como a las diferencias entre los fenómenos comparados, enfocándose en explicar las diferencias. Myers, Jorge “Términos de comparación: ideas, situaciones, actores” en prismas. Revista de historia intelectual, Nro. 8, 2004, pp. 175-182. Al interior del mismo número de la revista se halla todo un dossier sobre el comparatismo. 12 Sin ninguna pretensión de exhaustividad, se indican una obra colectiva para cada periodo que permiten abordar una multiplicidad de facetas más amplia que las enunciadas aquí. James, Daniel (dir) Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Buenos Aires, Sudamericana, 2003; Suria- no, Juan (dir.) Dictadura y democracia (1976-2001), Buenos Aires, Sudamericana, 2005. 13 Acontecimiento
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