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RELIGION

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1 
 
 
 
 
CATECISMO 
ORTODOXO BÁSICO 
 
 
 
 
 
2 
 
 
 
CATECISMO ORTODOXO 
BÁSICO 
 
 
IGLESIA ORTODOXA RUSA 
PATRIARCADO DE MOSCÚ 
MISIÓN EN COLOMBIA 
 
 
3 
 
 
4 
 
 
 
Rey celestial, Paráclito, Espíritu de verdad, que 
Estas en todas partes y todo lo llenas, tesoro de 
todo lo 
Bueno y dador de la vida, ven y mora en 
nosotros; 
Purifícanos de toda mancha y salva, oh Bueno, 
Nuestras almas. 
Santo Dios, Santo fuerte, santo inmortal, ten 
piedad de nosotros. 
 
 
CONTENIDO. 
5 
 
INTRODUCCIÓN 6 
1. DEFINICIÓN DE ORTODOXIA 8 
2. CARACTERÍSTICAS 8 
3. QUÉ ENSEÑA LA ORTODOXIA 9 
4. DÓNDE SE HALLA CONTENIDA LA DOCTRINA 10 
5. ASPECTO HISTÓRICO 12 
6. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA 26 
PATRIARCADO DE MOSCÚ Y TODA RUSIA 28 
7. ESTRUCTURA 32 
8. LA CRUZ ORTODOXA 34 
9. LA SEÑAL DE LA CRUZ 37 
10. LOS SACRAMENTOS 39 
LA DIVINA LITURGIA 42 
11. LA SANTÍSIMA MADRE DE DIOS 54 
12. LOS ICONOS 57 
13. EL TEMPLO 59 
EL ICONOSTASIO 68 
EL SANTO ALTAR 70 
14. El CORDÓN DE ORACIÓN Y LA ORACIÓN DE JESÚS 72 
15. EL CICLO LITÚRGICO 76 
16. LAS FIESTAS MAYORES 80 
17. LA GRAN CUARESMA 118 
18. EL AYUNO 121 
19. LA SEMANA SANTA 123 
20. RITOS U OFICIOS MENORES 128 
21. LIBROS LITÚRGICOS 133 
22. DIFERENCIAS IGLESIA ORTODOXA Y ROMANA 138 
23. OBJETOS LITÚRGICOS Y ORNAMENTOS 151 
ORNAMENTOS SAGRADOS 173 
24. MONASTICÍSMO 184 
25. ALTAR CASERO O ESQUINA DE ORACIÓN 190 
26. CONCLUSIÓN 194 
INTRODUCCIÓN 
¿Por qué soy Ortodoxo? 
6 
 
Soy ortodoxo porque pertenezco a la sociedad de los fieles cristianos unidos por 
la fe ortodoxa que siguen las enseñanzas y doctrinas de la Iglesia Ortodoxa, y 
viven conforme a lo que ella enseña, obedeciendo a sus Pastores en todo lo 
concerniente a la gloria de Dios y la salvación del alma. Soy Ortodoxo porque vivo 
y practico la fe y la virtud en la Iglesia Ortodoxa. Me hago miembro de ella por 
medio del Santo Bautismo administrado por sus ministros; asisto a las Iglesias 
ortodoxas y a su culto, me acerco a sus sacramentos, escucho la voz de Dios a 
través de sus pastores, trato de vivir de la Gracia que derrama continuamente 
sobre todos sus hijos. 
Soy Ortodoxo, porque amo al verdadero Dios, a Jesucristo y su doctrina, según así 
lo enseña y predica la Santa Iglesia Ortodoxa. En otro orden de consideraciones, 
ampliando lo que acabamos de decir, es llamado Ortodoxo el que cree 
Rectamente (porque la palabra griega "Ortodoxia" significa "Doctrina Recta"). La 
religión Cristiana Ortodoxa es aquella que Cristo fundó. Ella enseña: las verdades 
que debemos creer firmemente, los deberes que hemos de practicar y los medios 
que hemos de emplear para santificarnos. "Iglesia" es la agrupación de todos los 
cristianos que son bautizados, profesan la Doctrina de Jesucristo, participan de 
los mismos Sacramentos y obedecen a los Canónicos (legítimos) Pastores. Ella es 
la Depositaria de la Doctrina de Jesucristo y continúa su obra en la tierra. 
Canónicos o Legítimos Pastores de la Iglesia son los que enseñan y gobiernan a la 
Iglesia en nombre de Jesús, a saber los Obispos, los Sacerdotes y los Diáconos que 
son ordenados apropiadamente y se encuentran en orden con su Superior 
Autoridad Eclesiástica y con las leyes o cánones de la Iglesia. Cristo fundó su 
Iglesia para enseñar, santificar y salvar a todos los hombres. Su Iglesia 
permanecerá para siempre porque Cristo prometió estar con ella "hasta el fin de 
los siglos" y ser su Cabeza invisible. Fuera de la Iglesia no hay salvación porque 
Ella recibió de Jesús el poder y los medios para salvar a los hombres. 
La Iglesia que reúne las cuatro notas o características que distinguen la verdadera 
Iglesia: Una — Santa — Católica — Apostólica, es solamente la Santa Iglesia 
Ortodoxa. Ella ha mantenido por veinte siglos los mismos sacramentos, las 
mismas Doctrinas y los mismos Pastores que son los sucesores de los Apóstoles. 
7 
 
Su nombre de Ortodoxa le viene de que Ella cree y enseña correctamente la 
doctrina de Cristo. Ella se ha mantenido rectamente en la doctrina desde 
Jesucristo hasta el día de hoy. Nos llamamos Ortodoxos porque creemos 
exactamente lo que los Apóstoles enseñaron. 
 
 
 
 
 
1. DEFINICIÓN DE ORTODOXIA. 
La palabra “Ortodoxia” es de origen griego, formada de “orthós” y “doxa”, es 
decir, doctrina correcta, credo verdadero, universal, enseñanza que se sitúa en 
continuidad directa e ininterrumpida con la Tradición apostólica, por medio de la 
teología patrística y que constituye la fe común de las iglesias indivisas del primer 
8 
 
milenio. La Ortodoxia se identifica con la misma tradición apostólica, así como fue 
confirmada, interpretada y desarrollada por el consenso de la Iglesia Universal. 
De hecho, la didascalia (apostólorum) – es decir, la norma de la fe apostólica – 
fue el criterio de base de la Ortodoxia. 
Por esto, cualquier ruptura de continuidad con la Tradición apostólica ha sido 
considerada una corrupción o abandono de la Ortodoxia, que puede tomar 
forma, sea de una herejía, sea de una “confesión” separada. 
La Santa y correcta Fe de la Iglesia de Cristo (Ortodoxia) se ha mantenido intacta, 
a lo largo de los siglos, a través de los dictados de las Santas Escrituras y de la 
Santa Tradición apostólica; a través de las decisiones de los Santos Sínodos 
Apostólicos; a través de lo que enseñan los cánones de los siete Concilios 
Ecuménicos y de los sínodos locales, porque, en palabras de San Juan Crisóstomo, 
“El timón de la Iglesia de Cristo son los divinos cánones” 
2. CARACTERÍSTICAS 
Nuestro Señor Jesucristo fundó una sola Iglesia. La Iglesia Una, Santa, Católica y 
Apostólica, la cual hasta nuestros días está representada por la Iglesia Ortodoxa. 
El significado de cada una de las características enunciadas es: 
UNA: La Iglesia es Una porque es un solo Cuerpo espiritual, tiene una sola Cabeza: 
Jesucristo, y está animada por un solo Espíritu, el Espíritu de Dios (Ef. 1:22-23, 
4:4-6; 1a.Co. 3:11). La unidad de la Iglesia se expresa en la misma confesión de 
Fe, en la Comunión en las Oraciones y en los Sacramentos. 
SANTA: Porque es Santa como su base, Nuestro Señor Jesucristo, y porque en Ella 
mora el Espíritu Santo, que siempre la santifica (Jn.14:16). 
CATÓLICA: "Universal o Ecuménica", del griego Katholiki. Porque su mensaje está 
destinado a todos los hombres de todos los lugares, tiempos y pueblos, porque 
no está limitada por ningún lugar, tiempo, pueblo, sino al contrario, está abierta 
para todo aquel que desee unirse a ella (Mt. 28:18-19).Cabe decir que este 
término, no es únicamente de carácter geográfico, sino que trasciende el tiempo 
y el espacio y que su doctrina es permanente. 
9 
 
Esta expresión, siendo propia de la Iglesia Ortodoxa, la emplean para 
autodenominarse otras confesiones cristianas, como la Iglesia de Roma y la de 
Inglaterra. Pero su origen helénico les recuerda que usan un término prestado de 
la Iglesia original, indivisa y ortodoxa. 
APOSTÓLICA: Porque conserva sin interrupción la doctrina y la sucesión de los 
dones del Espíritu Santo, desde el tiempo de los Apóstoles (Ef. 2:19-22) 
ORTODOXA: Junto a las notas anteriores, nuestra Iglesia ha sido acreedora del 
Adjetivo "Ortodoxa"; la palabra ortodoxa es una palabra griega compuesta de 
"Ortho" y "Doxa", que significa Doctrina Recta, para señalar que en ella reside la 
verdadera Fe, en armonía con las enseñanzas originales de Nuestro Señor. El 
regulador de esta armonía y continuidad es Cristo mismo, conforme a su 
promesa: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" 
(Mt.28:20). El Espíritu Santo está con la Iglesia y la guíen en la verdad (Jn. 14:26). 
3. QUÉ ENSEÑA LA ORTODOXIA? 
Las principales verdades que enseña la Ortodoxia se hallan contenidas en el Credo 
Niceno-Constantinopolitano, en donde se afirma: 
1. Creo en un sólo Dios Padre, Omnipotente, Creador del Cielo y de la tierra, de 
todo lo que es visible e invisible. 
2. Y en un sólo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes 
de todos los siglos. Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero, engendrado y 
no hecho, consubstancial al Padre, por quien fueron hechas todas las cosas. 
3. Que descendió de los cielos por causa de nosotros los hombres, y por nuestra 
salvación y se encarnó del Espíritu Santo y en María Virgen y se hizo Hombre. 
4. Y fue crucificado por nuestra causa, bajo el poder de Poncio Pilatos, padeció y 
fue sepultado. 
5. Y resucitó al tercer día, según las Escrituras. 
6. Y subió a los Cielos y está sentado a la diestra del Padre. 
10 
 
7. Y nuevamente vendrá con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos y cuyo 
Reino no tendrá fin. 
8. Y en el Espíritu Santo, Señor vivificador, que del Padre procede y que es con el 
Padre y el Hijo adorado y glorificado, y que habló por los profetas. 
9. Y en una Iglesia Santa, Católica y Apostólica. 
10. Confieso, también un solo Bautismo para la remisión de los pecados. 
11. Y espero la resurrección de los muertos. 
12. Y la vida del siglo futuro. Amén. 
Sin perjuicio de lo expuesto, existe un cuerpo de verdades, atingente a lo dicho, 
relacionadas todas ellas al dogma, a la liturgia y a la ética religiosa. 
4. DÓNDE SE HALLA CONTENIDA LA DOCTRINA ORTODOXA? 
Las fuentes de donde extraemos nuestra fe ortodoxa son dos: La Sagrada 
Escritura y la Santa Tradición. La revelación hecha por Dios al hombre sobre lo 
que debe creer y practicar para agradar a Dios y conseguir su salvación eterna se 
hallan únicamente en estas dos fuentes. La única que interpreta y enseña esta 
revelación es la Iglesia, pues así lo estableció N. S. Jesucristo, y es una prueba de 
seguridad de que estamos en la verdad, pues Jesucristo prometió su asistencia a 
sus apóstoles y a su Iglesia. La Biblia es la palabra de Dios, revelada al hombre por 
medio de los patriarcas, profetas y apóstoles, y que se halla escrita en lo que se 
llama Antiguo y Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento es un anuncio y 
preparación para recibir a Jesucristo, prometido a nuestros padres Adán y Eva en 
el Paraíso Terrenal después de su pecado, y el Nuevo Testamento es esa espera y 
promesa, hecha realidad: Jesucristo, el Hijo de Dios, se hace hombre. Toda la 
Biblia gira alrededor de Cristo. Cristo es su centro. La Biblia consta de 72 libros: 
45 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo, divididos en libros Proféticos, 
Didácticos e Históricos. 
El verdadero autor de estos libros sagrados es Dios, que se sirvió de un hombre 
para Transmitir su doctrina y mandamientos, asistiéndolo para que no se 
11 
 
equivoque, pero respetando siempre el estilo de cada escritor inspirado. La Sda. 
Tradición son las verdades reveladas por Dios que no se hallan escritas en la Sta. 
Escritura y que se han transmitido oralmente de generación en generación. Hoy 
la hallamos manifestada por escrito en los Concilios, Santos Padres, Símbolos, 
Liturgias, Costumbres y leyes eclesiásticas, Monumentos, Pinturas... Tanto la Sda. 
Biblia como la Santa Tradición es revelada por Dios, son las enseñanzas de N. S. 
Jesucristo. La revelación de Dios a los hombres se cierra definitivamente con la 
muerte del último apóstol, San Juan Evangelista, muerto cerca del año 100 d. 
Cristo. 
Podemos resumir lo dicho en un simple esquema. La Ortodoxia se halla contenida 
en: 
A) Sagrada Escritura. 
B) Tradición Apostólica. 
La Tradición la encontramos manifestada en: 
1-Siete Concilios Ecuménicos. 
2-Santos Padres y Escritores Cristianos. 
3-Símbolo — Niceno — Constantinopolitano. 
4-Las Liturgias de la Iglesia. 
5-Monumentos, Pinturas, Arqueología cristiana... 
6-Los Libros Simbólicos: como los catecismos. 
7-El Magisterio permanente de la Iglesia. 
8-La Legislación Eclesiástica. 
9-Las costumbres y usos Cristianos. 
 
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5. Aspecto Histórico 
A- La Fundación de la Iglesia 
"En el año quince del gobierno del Emperador Tiberio, Poncio Pilato era 
gobernador de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Felipe 
gobernaba en Iturrea y Traconite, y Lisanias gobernaba en Abilinia. Anás y Caifás 
eran los sumos sacerdotes. Por aquel tiempo, Dios habló en el desierto a Juan, el 
hijo de Zacarías..."(Lucas 3:1-2) Con estas precisiones históricas, el Evangelistas 
Lucas, comienza a narrar la obra mesiánica de Jesús. La religión cristiana está, en 
efecto, basada en la creencia de una intervención de Dios en la historia concreta 
de la humanidad. Este carácter histórico de la obra mesiánica queda atestiguado 
también por la manera en que el evangelio fue transmitido al mundo 
grecorromano, y a las generaciones posteriores. 
Los actos realizados por Jesús debieron ser confirmados por testigos. Estos 
testigos fueron los Discípulos, quienes fueron los testigos oculares de Cristo 
resucitado. Ellos fueron necesarios para la creación de la comunidad de la Nueva 
Alianza, y con la venida del Espíritu Santo sobre ellos (la Iglesia) se confirmó la 
veracidad del testimonio y pronto comenzaron a manifestarse los frutos de la 
predicación apostólica. 
Por eso, decimos que la Iglesia nació en la Fiesta de Pentecostés, cuando un 
pequeño grupo de Galileos, "fueron llenos del Espíritu Santo" (Hechos 2:4). Este 
sucedió en Jerusalén, ciudad fronteriza del Imperio Romanos, frente al Oriente 
conquistado. La religión se difundió rápidamente por la vía de comunicación 
dentro de la Diáspora judía. Durante la vida de los Apóstoles, esta expansión llegó 
hasta España y probablemente hasta la India; Roma, Alejandría, Antioquia y otras 
grandes ciudades se convirtieron en centro de actividades cristianas. 
Durante esta expansión, los seguidores de Cristo tropezaron con muchos 
inconvenientes. El primero de ellos fue la adaptación a la comunidad Judía en la 
que nació su religión. Los judíos ocupaban una posición única en el estado 
Romano. Formaban un grupo densamente compacto, resistiéndose 
forzosamente a la fusión con sus vecinos (los habitantes de Siria y Arabia) Esto 
13 
 
era consecuencia no sólo de su profesión de un monoteísmo intransigente (en 
oposición contra el politeísmo dominante de las otras naciones de la región), sino 
que además, creían que Dios había concretado un pacto personal con Israel, 
ordenando a Su pueblo elegido que obedeciera Su ley, y prometiéndole a su vez 
redimirle del pecado y de la opresión. La ardiente esperanza de liberación de 
todas sus aflicciones, que vendría ligada al advenimiento de un mensajero divino 
especial (el Mesías), alcanzósu máxima expresión en la época que vio el 
nacimiento de la Iglesia. Después de un período de independencia política (168- 
63 a. C.), Palestina se incorporó al Estado romano y se expuso cada vez mas a la 
forzada helenización. Bajo Herodes el Grande (37-4 a. C.), que gobernó sobre 
Judea, Samaria y Galilea como rey nombrado por el senado romano, y bajo sus 
sucesores, se fundaron ciudades paganas en Palestina, donde los extranjeros 
helenizados adoraban a sus numerosos dioses. Algunos judíos comenzaron a 
mezclarse con los gentiles y a renunciar a su exclusividad religiosa. Todo esto, 
produjo en los demás un renovado celo por el judaísmo y afirmaban su confianza 
en la liberación prometida y trataban de evitar todos sus contactos con el mundo 
externo. En esa atmósfera floreció una literatura apocalíptica y cualquier rebelde 
que afirmaba ser el Mesías fácilmente reunía partidarios fanáticos. 
Como es claro en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, se ve que al principio, 
el mensaje del Evangelio se dirigió exclusivamente a esa nación oprimida. La 
respuesta fue mixta: se convirtieron algunos judíos, pero la mayoría se negaron a 
aceptar a Jesucristo como el Mesías prometido. La figura de un redentor 
crucificado se contradecía con la figura convencional de un libertador nacional. 
La actividad religiosa de los cristianos en los comienzos no estaba separada del 
Templo judío, pues los primeros adeptos eran judíos: "Los creyentes,...todos los 
días se reunían en el templo..."(Hechos 2:46, 3:1). Pero, cuando tomaron 
conciencia de la universalidad del mensaje cristiano y decidieron incorporar a su 
sociedad a los conversos del paganismo, también tomaron la crucial decisión de 
separarse de Israel. 
El judaísmo proporcionó a la Iglesia las Sagradas Escrituras, y los ritos de iniciación 
que se convirtieron en las piedras fundamentales del culto y la organización de 
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los cristianos. Del judaísmo, la naciente Iglesia aprendió a congregar a sus 
miembros en la celebración de los servicios semanales regulares, en los que se 
leían las Escrituras, se daba instrucción y se hacía verdadera la presencia divina 
mediante el encuentro corporativo, en el ágape eucarístico. 
Durante los tres primeros siglos, la nueva religión (el cristianismo) se edificó en 
las más importantes ciudades del Imperio romano. Y las comunidades cristianas 
se componían principalmente del proletariado urbano, aún cuando poco a poco, 
se unían a la Iglesia cierto número de hombres de cultura y alto rango social. Cada 
comunidad era una unidad autónoma, dirigida por un obispo asistido por 
presbíteros, diáconos y Servidoras. Las Iglesias estaban en comunicación regular 
con sus vecinos; se recogían limosnas y se enviaban a las comunidades 
necesitadas. No había autoridad central, pero las Iglesias fundadas por los 
Apóstoles en ciudades importantes gozaban de prestigio y su liderazgo era 
aceptado voluntariamente, siendo las mas destacadas entre ellas las Iglesias de 
Roma, Alejandría y Antioquia. 
Al principio la Iglesia pareció a las autoridades romanas una secta judía más; pero 
pronto se vio con claridad la diferencia entre ésta y el judaísmo, y para los 
cristianos éste fue el comienzo de trescientos años de persecución. El segundo 
problema que encontraron los cristianos fue cómo sobrevivir en un mundo 
romano hostil. 
B- La Iglesia bajo la persecución durante los tres primeros siglos 
Durante casi tres siglos, el Imperio Romanos había adoptado una postura hostil 
frente al cristianismo. Esta actitud oscilaba entre una tolerancia benéfica y la 
persecución más abierta y más violenta, que al principio eran casuales y carecían 
de consistencia; pero que gradualmente se planificaron mejor y se hicieron de 
mayor alcance. El más elevado número de victimas se atribuye a la última y más 
feroz de todas las persecuciones, la de Diocleciano y sus compañeros de gobierno 
en el siglo IV. 
Sin embargo, los primeros predicadores cristianos trataron al Imperio con mucho 
respeto; incluso pusieron en él ciertas esperanzas, reconociéndole un papel de 
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educador, en la medida en que el Reino de Dios todavía no se había realizado en 
la tierra. Pero todas esas esperanzas pronto se desvanecieron, pues aquél Imperio 
exigía a los discípulos de Cristo que renegasen de Su Maestro. 
El primer asalto contra los cristianos fue ejecutado por Nerón (57-68) que en 
Roma ordenó su ejecutó en masa para apaciguar la insatisfacción popular 
causada por el gran incendio que destruyó gran parte de la capital. Así dieron 
muerte a los Apóstoles Pedro y Pablo, con cierto número de sus seguidores. Sus 
sucesores no siguieron una política uniforme pues algunos de ellos, como 
Domiciano (81-96), fueron muy severos; y otros, tales como Cómodo (180-192) 
migaron la tensión de la persecución. 
Era difícil para el gobierno precisar la ofensa cometida por los cristianos, y 
generalmente se percibía que la Iglesia constituía una sociedad subversiva, cuya 
propia existencia desafiaba a las afirmaciones de que se debía obedecer al Estado 
romano en todos los asuntos civiles y religiosos. Tal era la opinión de Marco 
Aurelio (161-180) quien condenaba a los cristianos como fanáticos e inflexibles. 
Y cuando los emperadores se percataron del carácter verdadero de la oposición 
cristiana inauguraron una campaña anticristiana que aspiraba al exterminio total 
de esta nueva religión. 
Lo positivo de las persecuciones fue que la Iglesia tuvo la oportunidad de 
extenderse por todo el territorio del Imperio. 
C- Los Cinco Patriarcados Históricos 
Por la época en que la persecución de Diocleciano había estremecido a la Iglesia 
y desequilibrado al Imperio, Constantino, un joven teniente del temido y anciano 
Emperador, estableció una cooperación entre la Iglesia y el Estado romano. A 
partir de aquel entonces, se produjo un cambio radical en las relaciones entre 
ambas partes. Y sólo un hombre pudo armar un plan capaz de unir a dos 
elementos opuestos: la Iglesia y el Imperio. 
En el año 312, y luego de lograr una impresionante victoria en una de sus más 
decisivas empresas militares, la batalla del Puente Milvio, Constantino se reunió 
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en Milán con su par oriental Licinio. Como resultado de esta reunión, Licinio 
publicó en el año 313 el famoso edicto de tolerancia religiosa conocido con el 
nombre de Edicto de Milán. Este decreto establecía la igualdad entre los 
cristianos y los paganos; pero después de su victoria sobre Licinio en el año 324, 
Constantino comenzó a acentuar más su inclinación hacia el cristianismo 
mediante su activo interés en los asuntos de la Iglesia. Convocó y presidió los 
concilios y aprobó sistemáticamente la legislación del Imperio de acuerdo a las 
enseñanzas del Evangelio. Sin embargo Constantino no se bautizó hasta el final 
de su vida ni tampoco renunció al título pagano de Pontifex Maximus. Con esto, 
la Iglesia se estableció en paz y se oficializó en el Imperio. 
Por su lado la administración de la Iglesia siempre fue ejercida por los Obispos. Al 
Obispo de más alto rango, que pertenecía a un centro (ciudad) muy importante, 
con el tiempo se le otorgó el título de Patriarca. Y por razones administrativas, la 
Iglesia se organizó en los siguientes distritos eclesiásticos: 
1- Roma, fundada por San Pablo, fue la primera capital del Imperio Romano. 
2- Constantinopla, fundada por san Andrés y fue la segunda capital del Imperio. 
3- Alejandría, el principal centro político, cultural y filosófico de África, predicada 
por san Marcos. 
4- Antioquia, centro principal de Oriente, llamada la Ciudad de Dios, de la cual 
San Pedro fue su primer obispo. 
5- Jerusalén, llamada la Madre de las Iglesias, en la cual el Señor Jesucristo 
predicó y obró la redención. En la era apostólica fue presidida por el Apóstol 
Santiago, quien fue su primer obispo. 
Cada uno de estos distritos era presidido por un Patriarca. Todos ellos teníanlos 
mismos derechos; eran independientes en la administración de su distrito (o 
iglesia) y además, iguales entre sí. Dentro de dicha independencia y siendo Roma 
la capital del Imperio, se consideraba a su Patriarca el primero entre sus iguales 
(primos inter paris), es decir, tenía una primacía de honor solamente (1er Concilio 
17 
 
Ecuménico, Art. 6; 2° Concilio Ecuménico, Art. 3; 4° Concilio Ecuménico, Art. 28; 
6° Concilio Ecuménico, Art. 36). 
Posteriormente, con el establecimiento de la capital en Bizancio, se dieron 
honores similares al Patriarca de Constantinopla. 
D- Los Concilios Ecuménicos 
Desde el siglo IV hasta el siglo VI los emperadores otorgaron diversos privilegios 
a la Iglesia, le cedieron una parte del poder judicial y le concedieron el monopolio 
de las obras benéficas. En los lugares santos cristianos, así como en las tumbas de 
los mártires, edificaron grandes templos y en su nueva capital (Constantinopla, la 
nueva Roma) levantaron templos dedicados, no ya a la Victoria o a la Justicia, 
como lo hicieran los emperadores paganos, sino a la Sabiduría de Cristo (Hagia 
Sofía) o a la Paz Divina (Hagia Irene). 
Al adoptar la nueva religión y al intentar, cada vez más, hacer de ella la base de 
toda su política, los emperadores querían darle al Estado una nueva alma y 
asegurarle su unidad. Seguro ya de la protección imperial, el cristianismo 
aceptaba en su seno las masas cada vez más crecidas, y con el cierre de la última 
universidad pagana (la de Atenas), Justiniano, en 529, podía considerarse el jefe 
de un estado enteramente cristiano. 
En este clima de paz social y política, la Iglesia se vio perturbada por las herejías, 
es decir, por las interpretaciones incorrectas y opuestas a la verdad que ella 
encierra. Por eso, y para defender esta verdad y dar las correctas 
interpretaciones, además de otras materias normativas eclesiásticas, se 
realizaron los Concilios Ecuménicos. Dichos Concilios Ecuménicos fueron los 
siguientes: 
1. Concilio de Nicea (325). Condenó a Arrio y definió al Hijo de Dios encarnado 
como consubstancial al Padre. 
2. Concilio de Constantinopla (381). Dio una solución a las consecuencias de la 
crisis arriana. A este Concilio se le atribuye la adopción del Símbolo denominado 
Niceno-constantinopolitano. 
18 
 
3. Concilio de Efeso (431). Condenó la herejía de Nestorio, declarando que en 
Cristo no hubo una yuxtaposición de dos personas (Dios y un hombre llamado 
Jesús), sino que la divinidad y la humanidad estaban unidas en una sola persona 
(Hypóstasis), la del Verbo Hijo de Dios. Por consiguiente María, madre de Jesús es 
madre de Dios (Theotokos). 
4. Concilio de Calcedonia (451). Aprobando al mismo tiempo la existencia en 
Cristo de una sola persona, condenó a los monofisitas, quienes no distinguían los 
conceptos de "persona" (Hypóstasis) y de "naturaleza" (Physis). Según ellos, si 
Cristo era una sola persona no podía tener dos naturalezas, sino una sola, la 
divina. El Concilio sostuvo la existencia de dos naturalezas en la persona única de 
Verbo encarnado, y declaró que estas naturalezas "estaban unidas sin confusión, 
sin modificación, sin división y sin separación." A raíz de esta controversia, 
muchas Iglesias Orientales (Copta, Etíope, Jacobita , Armenia,ICASOAC: Iglesia 
Católica Apostólica Siro-Ortodoxa de Antioquía,) se separaron de la Iglesia 
Ortodoxa y adoptaron confesiones de fe monofisitas. 
5. II Concilio de Constantinopla (553). Este Concilio fue convocado por el 
Emperador Justiniano, que quería demostrar a los monofisitas como el Concilio 
de Calcedonia no había caído en nestorianismo, y así inducirles a volver. 
6. III Concilio de Constantinopla (680). Condenó una forma degenerada del 
monofisismo llamada monotelismo. Según los monotelitas, Cristo, si bien tenía 
dos naturalezas, no tenía más que una sola voluntad divina. El Concilio afirmó que 
en Jesucristo la humanidad no era una realidad abstracta, sino que se manifiesta 
por una voluntad propia, libremente sometida en todas las cosas a la voluntad 
divina. Así pues, Cristo tiene dos voluntades. 
7. II Concilio de Nicea (784). Definió la doctrina ortodoxa acerca de las imágenes 
(Iconos), que representan a Cristo y a los santos. El Verbo de Dios se encarnó y se 
hizo un hombre verdadero. Por consiguiente puede ser representado. Las 
imágenes han de ser veneradas y no adoradas, ya que la adoración se reserva sólo 
para Dios. La veneración de imágenes fue combatida por varios emperadores 
bizantinos iconoclastas. 
19 
 
Históricamente, para los ortodoxos, la época de los Concilios Ecuménicos 
representa un período normativo. Fue entonces, y no durante el transcurso de 
los siglos posteriores (como ocurre en el Cristianismo Occidental) cuando quedo 
en gran parte definida la expresión dogmática y canónica de su fe, tal como la 
conocemos hoy en día. 
Pero cabe mencionar que la obra de los Concilios Ecuménicos no se limitaba al 
aspecto puramente dogmático de la vida eclesial, sino que se extendió también a 
la estructura y organización de la Iglesia. 
E- El Gran Cisma (1054) 
Durante el periodo de los problemas que originaron los emperadores 
iconoclastas, se dañaron las relaciones entre Roma y Constantinopla. En 
Occidente, los bárbaros habían comenzado a establecerse y a formar unidades 
políticas más permanentes. Los Papas, cada vez más separados de los soberanos 
bizantinos, buscaban la amistad y protección de los gobernantes bárbaros. 
En esta época de tensión, ocurrió un suceso que tuvo grandes consecuencias para 
el futuro de la Europa cristiana. En el 800, el Papa León III coronó a Carlomagno 
como emperador en la vieja basílica de San Pedro en Roma. Esta elevación de un 
bárbaro occidental trastornó las relaciones entre los cristianos orientales y 
occidentales. 
Carlomagno comenzó a perseguir herejes, pretendiendo establecer su derecho 
como único sucesor de Constantino. En una época en que la uniformidad del ritual 
se consideraba, cada vez más, como un signo indispensable de ortodoxia 
doctrinal, no era difícil tildar de hereje a cualquier comunidad cristiana. Los 
cristianos orientales y occidentales habían seguido siempre sus propias 
tradiciones, y allá por el S. IX habían divergido éstas considerablemente, de 
manera que los obispos occidentales que apoyaban a Carlomagno le 
proporcionaron fácilmente la necesaria evidencia, consistiendo la más grave 
acusación en la supuesta corrupción del Credo, por omisión de la frase Filioque. 
20 
 
La disputa sobre el Filioque hubiera podido reducirse como en muchas 
oportunidades anteriores. Pero en el S. XI, la situación tenía el agravante de que 
Oriente y Occidente habían perdido el criterio eclesiológico común, que en 
tiempos pasados les permitió entenderse. Cuando intentaban restablecer la 
unión, sus conceptos divergentes de la Iglesia impedían encontrar un lenguaje 
común. Para uno, la sede de Roma era el criterio único de la verdad, para otros, 
el Espíritu de verdad reposaba en la Iglesia entera y se expresaba normalmente 
por vía conciliar. 
El Patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario, había emprendido las reformas 
de las Iglesias Latinas que estaban situadas dentro de su diócesis e incluso las del 
todo el Patriarcado. Los fieles de estas Iglesias conservaban las costumbres latinas 
que provocaban controversias en el pueblo. Por eso el Patriarca resolvió 
imponerles las costumbres bizantinas y al tropezar con su oposición, decidió 
sencillamente suprimirlas. 
Durante todo este tiempo, en Occidente, había reformadores que llevaban a cabo 
sus propias reformas, cuyos elementos esenciales ya habían sido aceptados en el 
mundo franco, pero que encontraban gran resistencia en Italia. El Papa León IX y 
sus seguidores apoyaban a esos movimientos, que en Italia pretendían, entre 
otras reformas, promover el celibato del clero. 
Todo esto provocaba controversias interminables sobretemas bastantes 
benignos entre interlocutores muchas veces bien intencionados, pero mal 
informados sobre la gran tradición de la Iglesia. 
Como consecuencia de todo esto, los Occidentales dictaron una sentencia de 
excomunión que acusaba a los Orientales de las cosas más inverosímiles, por 
ejemplo, de haber quitado el Filioque del Credo y haber admitido el matrimonio 
de los clérigos. Como respuestas, el Patriarca de Constantinopla, ordenó que su 
Sínodo anatemizara a quienes dictaron dicha sentencia. 
Todo esto produjo que en el 1054 se produjese lo que la historia llama el Gran 
Cisma Católico; aunque algunos historiadores afirman que la ruptura verdadera y 
definitiva se produjo en la época de las Cruzadas 
21 
 
F- Expansión y crecimiento de la Iglesia Ortodoxa en todo el mundo 
La desafortunada división de la Cristiandad se complicaría posteriormente, ya que 
Occidente, a partir del siglo XVI, sufriría un desmembramiento con motivo de la 
Reforma, apareciendo de esta forma un número de comunidades protestantes y 
dividiendo la Iglesia en materia doctrinaria. 
La Iglesia Ortodoxa, por su lado, continuó su misión natural de propagar el 
Evangelio y ensanchar sus fronteras. Así llegó a los Balcanes, a los Serbios y 
Croatas, luego a los Eslavos, Búlgaros y Ucranianos. Con el correr del tiempo, 
fueron organizadas otras misiones que alcanzaron a China, Japón y las tierras del 
Norte de Europa, Alaska, América y el sur de África donde muchos que 
desconocían el Evangelio del Señor, abrazaron la fe con mucha convicción. 
Organizadas por el esfuerzo misionero de los primeros Patriarcados, se 
establecieron Iglesias locales, a las que les fue concedida posteriormente la 
Autocefalía o Autonomía, lo cual en ningún caso afecta a la unidad de la fe, 
doctrina y sacramentos de la Iglesia. Entre ellas: Rusia, Grecia, Serbia, Rumania, 
Georgia, Albania, Bulgaria, Polonia, Finlandia y Checoslovaquia. Cada una tiene 
un Primado y un Sínodo que asegura su unidad con las otras Iglesias. Los 
Patriarcados primitivos y estas Iglesias locales existen hasta la actualidad, sin 
perder su comunión entre sí, ni alterar la unidad de la Iglesia. 
A partir del siglo XI, los ejércitos islámicos invadieron y tomaron posesión de la 
región sur oriental del Imperio Bizantino, Bulgaria, Serbia y Rumania. Al mismo 
tiempo, los feroces tártaros cayeron sobre los territorios rusos, amenazando la 
existencia de la civilización oriental y su cristiandad. Más la férrea resistencia de 
la Iglesia y su poder de sacrificio por la fe, obtuvieron un doble resultado: La 
Cristiandad Oriental mantuvo su propia existencia y también logró que la 
cristiandad Occidental quedara indemne. 
En los siglos XI, XII y XIII, Occidente organizó siete expediciones militares llamadas 
las Cruzadas, cuya intención original era rescatar los santos lugares que habían 
caído en mano de los musulmanes seldjúcidas, quienes en el año 1055 invadieron 
22 
 
Mesopotamia y tomaron la ciudad de Bagdad. En 1071, derrotaron al ejercito 
bizantino. 
El final del siglo XI se puede considerar como el principio de la decadencia del 
Imperio Bizantino. El Islam en Oriente y los cristianos latinos en Occidente se 
hallaban igualmente decididos a aniquilar al Oriente cristiano. Durante 
cuatrocientos años, el Imperio luchó contra dos frentes. 
Uno de los Emperadores bizantinos más capacitados de ese período fue Alejo 
Comneno I (1081-118), y fue durante su reinado cuando los cristianos latinos 
lanzaron su cruzada contra el Islam. El principio de las Cruzadas fue espectacular: 
el 27 de noviembre de 1095, el Papa Urbano II (1088-1099) predicó su 
trascendental sermón en el Concilio de Clermont, en el que exhortó al Occidente 
cristiano para que rescatase los Santos Lugares de la tiranía de los infieles y 
asegurar el camino a los peregrinos que se dirigían al lugar de nacimiento de 
Cristo y a la ciudad de Su muerte y Su Resurrección. 
Los Cruzados resultaron victoriosos al principio, y en 1099 tomaron Jerusalén. Sin 
embargo no mejoró la relación con los cristianos orientales. Cuando se tomaba 
una ciudad por asalto, toda la población sufría a manos de los invasores, sin 
mostrar los Cruzados ningún respeto por la vida y los bienes de los Ortodoxos. E 
incluso, las relaciones empeoraron cuando trataron de sustituir al clero local por 
sus propios hombres, y en 1100 obligaron a salir de la ciudad a Juan, Patriarca 
griego de Antioquia; le sustituyeron por un prelado latino. Esta fecha marcó un 
paso más en el alejamiento de Oriente y Occidente y creó una nueva razón para 
el antagonismo entre su clero. 
El siglo XII vio el rápido declive del Imperio Oriental y la degeneración moral y 
política de los Cruzados, que, aunque incapaces de expulsar a los Islámicos y 
establecer un orden político permanente, consiguieron varias plazas fuertes en 
Siria y Palestina. 
El hundimiento gradual del ideal original hasta el punto de una guerra de rapiña 
alcanzó su cumbre a principios del siglo XIII, en la denominada Cuarta Cruzada. El 
pontífice romano Inocencio III (1198-1216), inspirado por la misma visión de 
23 
 
Urbano II, quiso ver a las naciones cristianas marchando como una fuerza unida 
contra los seguidores del Islam. Inocencio excomulgó a los Cruzados, pero pronto 
les perdonó, esperando que dirigieran su atención a la guerra contra los invasores 
islámicos. 
Un príncipe bizantino, Alejo, hijo del depuesto emperador Isaac Ángelo, llegó al 
campamento cruzado para pedir al marqués Bonifacio de Montferrato, quien 
acaudillaba al ejercito en aquel entonces, que le ayudase a recuperar el trono de 
su padre. Los Cruzados se prestaron a ayudar a Alejo, y los venecianos ofrecieron 
su flota. En Abril de 1203, los Cruzados zarparon de Zadar y llegaron a 
Constantinopla en el mes de junio. Los ciudadanos apoyaron a Alejo III y 
ofrecieron resistencia. Pero como Alejo II no era un hombre de coraje, huyó de 
Constantinopla y los oficiales repusieron apresuradamente en el trono al ya ciego 
Isaac Ángelo. Los Cruzados aceptaron una tregua, a condición de que su 
candidato, Alejo IV, fuese proclamado coemperador con su padre. Alejo confirmó 
por su parte su disposición a respetar todas las obligaciones que había contraído 
en Zadar, incluyendo la sumisión al papado y las concesiones comerciales a 
Venecia. 
Las precipitadas promesas que hizo el joven príncipe resultaron difíciles de 
cumplir. El tesoro estaba vacío, el Patriarca y el pueblo se negaron a reconocer al 
Papa como cabeza de la Iglesia. En febrero de 1204, la excitada población 
destronó a Alejo IV. Los Cruzados decidieron atacar, y después de una breve, pero 
feroz lucha, entraron en la ciudad el Viernes Santo de 1204, y durante tres días 
saquearon salvajemente la gran capital del Oriente cristiano, que nunca había 
sido conquistada con anterioridad. El saqueo de Constantinopla es uno de los 
mayores desastres de la historia de la cristiandad. En aquellos tres días la Iglesia 
perdió su unidad; el Imperio la fuerza de resistencia a los invasores asiáticos. 
Por último, Miguel VII el Paleólogo (1260-12282) expulsó a los Cruzados y retornó 
a Constantinopla desde Nicea, donde el gobierno griego había encontrado refugio 
temporal. Bizancio sobrevivió durante otros doscientos años, pero ya no era una 
vida normal, sino una agonía de muerte. 
24 
 
Para finalizar con este capítulo, podemos concluir que los cristianos ortodoxos se 
encuentran en todos los continentes del mundo. A pesar de las diferencias 
administrativas e idiomáticas, sea el español, el portugués, el Inglés, el griego, el 
árabe, el chino, el japonés, el eslavo, etc., todos tienen las mismas enseñanzas, la 
misma Tradición Apostólica, la misma Liturgia, los mismos Sacramentos, servicios 
litúrgicos y prácticas esenciales. Los fieles que participan en cada una de sus 
Iglesias locales no pertenecen a cada Iglesia en particular sino a la SantaIglesia 
Ortodoxa. 
25 
 
 
26 
 
 6. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA 
La Iglesia Ortodoxa es un conjunto de Iglesias locales autocéfalas, es decir, con 
derecho a elegir ellas mismas sus propios jefes: los obispos. Es una familia de 
Iglesias fundamentadas, al mismo tiempo, sobre las tradiciones de los antiguos 
patriarcados y sobre las realidades del mundo moderno y cuya unidad persiste 
gracias al doble vínculo de la misma fe y la misma comunión sacramental. Son 
grupos de Diócesis cuyos obispos se unen generalmente en Concilio y eligen un 
primado local que lleva el título de Patriarca, Arzobispo o Metropolita. 
Las relaciones mutuas entre las autocefalías están reguladas, además, por una 
cierta jerarquía de honor, de la cual el Patriarcado de Constantinopla ocupa, 
después de la división de la Iglesia, el primer puesto con una primacía honorífica 
y no jurídica. 
Actualmente el mundo ortodoxo, de unos 250 millones de fieles, se compone de 
las siguientes Iglesias. 
6.1. LOS PATRIARCADOS ANTIGUOS Y OTROS PATRIARCADOS. 
A. Patriarcados Antiguos: 
I. Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, con sede en Fanar (Estambul) 
Turquía. El Patriarca, desde el año 588, lleva el título de Arzobispo de 
Constantinopla, la nueva Roma y Patriarca Ecuménico. 
Su jurisdicción se extiende a los ortodoxos de Turquía, las islas griegas de Creta y 
Patmos, las del Dodecaneso, los monasterios de monte Athos, a todas las Diócesis 
griegas del extranjero: Europa, América y Australia, y a la Iglesia autónoma de 
Finlandia. 
 
II. Patriarcado de Alejandría, con sede en Alejandría, Egipto. Su jurisdicción se 
extiende a las Diócesis de Egipto, Libia, Túnez, Sudán, Rhodesia, Etiopía, Camerún, 
Kenia, Uganda, Zaire, Tanzania y Ghana. 
27 
 
III. Patriarcado de Antioquía, con sede en Damasco, Siria. 
Agrupa todas las comunidades ortodoxas de Siria, Líbano, Irán, Irak, Kuwait, 
Arabia y algunas regiones de Turquía. También extiende su jurisdicción a las 
importantes comunidades árabes de América del Sur y de Australia. 
IV. Patriarcado de Jerusalén, con sede en Jerusalén, Israel. Se trata de una 
comunidad monástica cuyo jefe es el Patriarca y dedicada, sobre todo, a la 
custodia y culto de los Santos Lugares. Su jurisdicción se extiende a las 
comunidades y parroquias de Israel y Jordania. 
B. Otros Patriarcados: 
Patriarcado de Moscú, de Serbia, de Rumania, de Bulgaria y el Patriarcado 
(Católicos) de Georgia. 
C. Otras Iglesias Autocéfalas: 
La Iglesia de Chipre, de Grecia, de Polonia, Albania y América. 
D. Iglesias Autónomas: 
Iglesia de Finlandia, de Checoslovaquia, de Japón, de Monte Sinaí, de Estonia, de 
Lituania, de Ucrania, Hungría, China y las Rusa y Ucraniana en el extranjero. 
E. Iglesias en Dispersión: 
Comprende las varias Iglesias de América del Norte y Sur, de Australia, de Nueva 
Zelanda, de Asia y de Europa, no comprendidas anteriormente y dependientes de 
diversas jurisdicciones patriarcales. El hecho de estar representada la Iglesia 
Ortodoxa por varias Iglesias locales y autocéfalas no disminuye, de ningún modo, 
su carácter de Una, Santa, Católica y Apostólica. Aunque difieran en detalles de 
estructura son unánimes en su doctrina, en su forma de culto y en su tradición 
apostólica. 
La unidad es unidad de fe y no de administración. Si la unidad pudiese estar 
determinada por un órgano visible y permanente las controversias dogmáticas de 
28 
 
los primeros siglos, los concilios y las diferencias de los Santos Padres no hubieran 
tenido ningún sentido. 
 
6.2. PATRIARCADO DE MOSCÚ Y TODA RUSIA 
La Iglesia ortodoxa rusa (en ruso, Русская Православная Церковь, Rússkaya 
Pravoslávnaya Tsérkov), liderada por el Patriarcado de Moscú (Московский 
Патриархат, Moskovski Patriarca), es una Iglesia cristiana autocéfala integrada 
en la comunión ortodoxa. Su cabeza es el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, que 
a su vez está en comunión con los otros 14 patriarcas y primados de las otras 
Iglesias ortodoxas orientales. 
La Iglesia ortodoxa rusa es la mayor de las Iglesias ortodoxas orientales del 
mundo. Incluyendo todas las iglesias autocéfalas bajo su supervisión, su número 
de seguidores es superior a los 150 millones en todo el mundo, cerca de la mitad 
de los 300 millones de fieles estimados de la Iglesia ortodoxa oriental. Entre las 
Iglesias cristianas, la Iglesia ortodoxa rusa es la segunda tras la Iglesia católica en 
cuanto al número de seguidores. De acuerdo con cifras dadas a conocer el 2 de 
febrero de 2010, la Iglesia cuenta con 160 diócesis, incluyendo 30 142 parroquias 
atendidas por 207 obispos, 28 434 sacerdotes y 3 625 diáconos. Hay 788 
monasterios, incluyendo 386 para hombres y 402 para mujeres. 
No se debe confundir con la Iglesia ortodoxa en América (OCA), parte autónoma 
de la Iglesia ortodoxa rusa que tiene su existencia en Norteamérica desde la 
época de los misioneros ortodoxos rusos en Alaska en el siglo XVIII y el 
asentamiento ruso en Fort Ross, en la costa del Pacífico en California en el siglo 
XIX. La Iglesia ortodoxa rusa OCA más antigua de los cuarenta y ocho estados, 
establecida en 1857, es la Catedral de la Santísima Trinidad en San Francisco. 
Después de la Revolución rusa, en 1920, la Iglesia ortodoxa rusa en América 
comenzó a funcionar de hecho como una iglesia autocéfala y alcanzó, de jure, 
status de autocéfala en 1970. 
29 
 
La Iglesia ortodoxa rusa tampoco debe confundirse con la Iglesia ortodoxa rusa 
fuera de Rusia (también conocida como la Iglesia ortodoxa rusa en el Extranjero 
ROCOR), con sede en Nueva York. Fue instituida en 1920 por las comunidades 
rusas fuera de la entonces Rusia comunista, que se negó a reconocer la autoridad 
del Patriarcado de Moscú, dirigido por el Metropolitano Sergius Stragorodsky. Las 
dos Iglesias se conciliaron el 17 de mayo de 2007 y la Iglesia ortodoxa rusa fuera 
de Rusia es ahora una parte autónoma de la Iglesia ortodoxa rusa. 
Las partes constituyentes de la Iglesia ortodoxa rusa en otros países de su 
competencia exclusiva que no sean Rusia, como Ucrania o Bielorrusia, están 
legalmente registradas como entidades legales separadas, de conformidad con la 
legislación de aquellos estados independientes. 
Eclesiásticamente, la Iglesia Ortodoxa Rusa se organiza en una estructura 
jerárquica. El nivel inferior de la organización, lo que normalmente sería un solo 
edificio de la Iglesia ortodoxa rusa y sus asistentes, encabezada por un sacerdote 
que actúa como padre superior (en ruso, настоятель, nastoyatel), constituye una 
parroquia (en ruso, приход, prihod). Todas las parroquias en una región 
geográfica pertenecen a una eparquía (en ruso, епархия, equivalente a una 
diócesis occidental). Las eparquías se rigen por los obispos (en ruso, епископ, 
obispo o архиерей, archiereus). Hay 261 eparquías ortodoxas rusas en todo el 
mundo (datos de junio de 2012). 
Además, algunos eparquías se organizan en exarcados o iglesias autónomas. 
Actualmente entre estas se incluyen el Exarcado de Bielorrusia, la Iglesia 
Ortodoxa Rusa fuera de Rusia; la letona, la moldava y la Iglesia ortodoxa de 
Estonia del Patriarcado de Moscú. La Iglesia ortodoxa china y la japonesa se les 
concedieron plena autonomía por el Patriarcado de Moscú, pero esta autonomía 
no es universalmente reconocida. 
Las eparquías más pequeñas, por lo general, se rigen por un solo obispo. Las 
eparquías más grandes, exarcados e iglesias autónomas se rigen por un arzobispo 
metropolitano y, a veces también, tienen uno o más obispos que se les asignen. 
30 
 
El nivel más alto de autoridad en la Iglesia ortodoxa rusa es ejercido por el Consejo 
Local (Pomestny Sobor), que comprende a todos los obispos, así como 
representantes de los clérigos y laicos. Otro órgano de poder es del Consejo 
Episcopal (Архиерейский Собор). En los períodos comprendidos entre los 
Consejos de las más altas facultades administrativas son ejercidas por el Santo 
Sínodode la Iglesia Ortodoxa Rusa, que incluye siete miembros permanentes y 
está presidida por el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Primado del 
Patriarcado de Moscú. 
6.3. Eparquía de Argentina y Suramérica de la Iglesia ortodoxa rusa 
Es la diócesis del Patriarcado de Moscú para Argentina y Suramerica dicha iglesia 
que abarca las parroquias que se hallan en los países americanos al sur de México 
y los EE. UU. 
Cuenta con 18 parroquias y 13 sacerdotes. 
El centro administrativo de la eparquía es Buenos Aires con la catedral de la 
Anunciación de la Virgen. 
Obispos: 
Teodoro (Tekuchov) (29 de junio 1946 — julio 1952) 
Nicodemo (Rusnak) (21 de abril 1964 — 2 de julio 1970) 
Platón (Lobankov) (18 de julio 1970 — 28 de febrero 1971) 
Maxím (Kroja) (26 de marzo 1972 — 15 de diciembre 1973) 
Platón (Udovenko) (16 de diciembre 1973 — 20 de marzo 1980) 
Lázaro (Shvetz) (18 de abril 1980 — 26 de junio 1985) 
Macario (Svistun) (26 de junio - 4 de octubre 1985) 
Lázaro (Shvetz) (4 de octubre 1985 — 10 de abril 1989) de nuevo 
Marc (Petrovtzy) (10 de abril 1989 — 1 de noviembre 1993) 
Platón (Udovenko) (2 de noviembre 1993 — 26 de julio 2012) de nuevo 
Justiniano (Ovchinnikov) (el 26 de julio 2012 - 17 de junio 2013) que dirige 
temporalmente 
Leónidas (Gorbachov) (17 de junio de 2013 — 3 de junio de 2016) 
31 
 
Ignacio (Pologrudov) (3 de junio de 2016) 
 
MISIÓN EN COLOMBIA: 
De acuerdo a la agencia rusa de información Ria Novosti (06/042010), en 
Colombia viven alrededor de mil ortodoxos (la mayor parte de ellos son 
emigrados rusos, casados con colombianos y que abandonaron su país después 
de la caída del comunismo, en su gran mayoría ellos trabajan como profesores, 
músicos o médicos). Hay entre ellos creyentes y no creyentes. Durante algún 
tiempo los fieles sostuvieron su vida de fe con las visitas esporádicas del P. 
Alexander Gorbunov quien venía desde Panamá o asistiendo a la parroquia 
ortodoxa griega de Bogotá. 
En Cali la pequeña comunidad rusa fue atendida durante algunos años por el 
Padre Crisóstomo del Patriarcado ecuménico de Costantinopla. 
- En 2008, el entonces metropolita Kirill (actual patriarca de Moscú) realizó 
una visita oficial a Colombia. 
 
- En 2009, fue erigida canónicamente la parroquia ortodoxa rusa en Bogotá 
en honor a San Serafín de Sarov, pero hasta este momento ella no tiene ni local 
ni sacerdote responsable. 
- En 2010, el metropolita Hilarión visita Colombia y recibe la promesa del 
gobierno colombiano de una eventual colaboración para la construcción de una 
iglesia ortodoxa rusa en la capital. 
- En 2012, es ordenado en Madrid (España) el primer sacerdote 
colombiano del patriarcado de Moscú, el P. Alexander Rosas, después de 
terminar sus estudios en el Seminario Ortodoxo Ruso de Paris. Igualmente, en 
este año, el cardenal primado de Colombia y el secretario de la conferencia 
episcopal de Colombia viajan a Rusia y realizan una visita oficial al Patriarcado de 
Moscú. 
- 2014 el P. Alexander Rosas regresa a Colombia con la intención de 
comenzar la misión ortodoxa rusa en Colombia con la bendición del obispo Leonid 
(Gorbachov) de Buenos Aires y Suramérica. 
- 2015 Comienza a labores la Misión en Antioquia dedicada a San Alexander 
Nevsky. 
32 
 
 
 
 
7. ESTRUCTURA. 
Las normas básicas e idénticas por las cuales se rigen las iglesias ortodoxas 
contienen los siguientes elementos: 
A. Administración Canónica: 
1. Obispos diocesanos, representantes de la Iglesia en su diócesis y que la 
administran con ayuda de órganos elegidos o nombrados y compuestos de clero 
y laicos. 
2. Concilio de la Iglesia local, al que pueden acudir bien los obispos de esta Iglesia 
solamente, o bien los obispos y representantes del clero y de los laicos. 
 
3. El Primado, que es la cabeza visible de la Iglesia local y que recibe el título de 
Patriarca, Arzobispo o Metropolita. 
 
4. Sínodo permanente de los obispos de la Iglesia local, tanto si son elegidos por 
la colectividad de los obispos como si son nombrados por el Patriarca y 
convocados a las sesiones de turno. 
 
5. Parroquias, gobernadas por curas-párrocos con la ayuda de Consejos 
parroquiales, compuestos de todo el clero de la parroquia y por representantes 
elegidos o nombrados por los laicos. 
 
6. Monasterios, tanto femeninos como masculinos y que pueden ser 
dependientes del Ordinario diocesano o bien dependientes del gobierno central 
de la Iglesia local. 
 
En la Iglesia Ortodoxa no existen órdenes monásticas, aunque hay dos formas de 
vida religiosa: 
33 
 
 
a) Conventos Cenovitas (de koinovios = vida en común), donde los monjes forman 
una familia religiosa bajo la dirección de un superior único, el hegúmeno. Poseen 
en común el alojamiento, el vestido, la alimentación y el trabajo. 
 
b) Conventos Idioritmos (propio ritmo), donde los monjes tienen la 
administración en común, así como la liturgia los domingos y grandes fiestas, 
parte del vestido y el trabajo. La alimentación está a cargo de cada uno y se les 
permite poseer los bienes que ellos mismos se han procurado, aunque 
generalmente no pueden ser muchos. Existen también los Anacoretas y los 
Eremitas. La vida monástica de la Iglesia Ortodoxa en su mayor parte es una vida 
completamente litúrgica. En los monasterios comunitarios todo el ritual litúrgico 
se cumple sin omisión. La plena vida litúrgica exige al menos catorce horas diarias, 
quedando el resto del día para el trabajo manual o científico y un reposo muy 
corto. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
8. La Cruz Ortodoxa 
 
 
34 
 
 
 
 
 
 
Una explicación de la Cruz Ortodoxa tradicional de tres barras (también conocida 
como Bizantina, Eslava o rusa) 
A través de la Cruz vino nuestra Salvación. Constantemente se nos recuerda que 
Cristo murió por nosotros cuando vemos la Imagen de la Cruz (mostrando al 
Señor crucificado), y se nos recuerda que se levantó de la muerte cuando 
contemplamos la Imagen de Cristo en el manto que "no fue hecha por manos" 
(Eslavo: Нерукутвореному образъ Nerrukutvorienomu obrazs) que muestra al 
Señor resucitado. 
 
Alabando al Señor crucificado están dos ángeles, cargando entre ellos con la 
inscripción: "Ángeles del Señor" (Eslavo: Ангели Господни Anguieli Gospodñi). 
En algunas representaciones de la Cruz los Ángeles sostienen una imagen de la 
Santísima Trinidad, pero la tradición varía en si esto se permite o no; usualmente 
35 
 
los ángeles simplemente sostienen sábanas, indicando su función como 
mensajeros que sirven al Señor y esperan en Él. 
 
La barra superior de la Cruz contiene la inscripción que Pilatos ordenó se colgara 
sobre la cabeza de Cristo. En esta tabla se inscribió: "Jesús de Nazaret, Rey de los 
Judíos" en hebreo, griego y latín (abreviado a las iniciales INBI en griego, INRI en 
latín y en algunos raros casos І.Н.Ц.І. en eslavo). Esta inscripción fue reemplazada 
por "Rey de Gloria" (Eslavónico: Царь славы Tsar slavhi) justo debajo de las 
rodillas de los ángeles. 
 
En la tabla de título están inscritas las iniciales IC XC siendo las primeras y últimas 
letras del nombre de Jesucristo en griego "Iisous Khristos". En adición, justo por 
encima de los brazos de Cristo vemos la inscripción "NIKA", que en griego 
significa: "Él conquista" o "Él es victorioso" de manera que en la tradición nueva 
y vieja comúnmente vemos ambas inscripciones juntas ordenadas dentro de una 
cruz ICXC, NIKA, o sea, Jesucristo es victorioso. 
 
Nótese que en la tradición ortodoxa oriental, el Salvador no lleva una corona de 
espinas (como en la tradición occidental) ni se muestra vivo en la cruz, o en ningún 
otro aspecto de sufrimiento, sino en un estado de humilde y pacífico reposo, con 
la cabeza inclinada. También nótese que Sus pies están clavados con dos clavos. 
 
En la barra intermedia se sitúan las manos del señor. En cada esquina de la barra 
vemos al Sol (a la izquierda; en Elavonico солнца solntsa) y laluna (a la derecha; 
en Eslavo: луна luna) ya que de acuerdo a las escrituras, "El sol ocultó su luz, y la 
luna se volvió de sangre" (Joel 2:31). La inscripción "Hijo de Dios" (Eslavo: Сынъ 
Божіи Sin Bolliy) está situada en ambos lados de la cabeza de Cristo, y debajo de 
sus brazos leemos la inscripción: "Nos inclinamos ante tu Cruz, Oh Maestro, y 
rendimos culto a Tu santa Resurrección" (en Eslavo: Кресту Твоему 
покломняемся Владыко, и святое воскресение Твое славимъ) Krestu Tvoiemu 
poklomniaemsia Vladiko, i sviatoe voskreseñie Tvoie slavim. 
 
El halo de Cristo está inscrito con las letras griegas 'w ov', que significan: "El Ser" 
o "Aquel que es", para recordarnos que Cristo es el mismo Dios que se identificó 
a Sí mismo con esas palabras a Moisés en la Antigua Ley. 
36 
 
 
A los lados del cuerpo de Cristo, hay una lanza (que Lo traspasó) y una esponja en 
una vara de caña (que fue mojada en vinagre y ofrecida a Él para beber). La lanza, 
a la izquierda, está marcada con la letra "K", significando копие kopie, mientras 
que la esponja al lado opuesto tiene una "T" por трость trostch. (En otras Cruces, 
se podrá encontrar "Г" significando "губка" gubka, esponja). En el cuerpo de 
Cristo se aprecian agua y sangre fluyendo de su costado. 
 
La barra inclinada es el descansa pies. En las plegarias de la novena hora, La Iglesia 
asemeja la Cruz a una balanza de justicia: 
"Entre dos ladrones Tu Cruz vino a ser una balanza de justicia: porque uno de ellos 
fue arrastrado al Hades por el peso de su blasfemia (la balanza hacia abajo), 
mientras que el otro fue liberado de sus transgresiones por la comprensión de la 
teología (balanza hacia arriba). Oh Cristo Dios, gloria a Ti". 
 
La ciudad de Jerusalén se muestra en el paisaje, pues Cristo fue crucificado fuera 
de las paredes de la ciudad. Cerca de los pies de la Cruz están las letras "Г Г" que 
significan 'Monte Gólgota' (en Eslavo: Гора Голгофы Gora Golgothi). Esta es la 
loma fuera de la ciudad donde Cristo fue crucificado. Debajo de los pies de Cristo 
hay cuatro letras eslavónicas con marcas de abreviación: "М.Л.Р.Б.", que 
significan: "El lugar de la calavera, donde Adán fue" (en Eslavo: Место лобное 
рай бысть Mesto lobnoie rayi buistsh). 
 
Oculto en una cueva bajo la tierra está el 'cráneo de Adán' (pues por tradición se 
dice que Cristo fue crucificado precisamente en el mismo lugar donde Adán fue 
enterrado), identificado con las letras: "Г А" (en Eslavo: глава Адамла glava 
Adamla). De esta manera se nos recuerda que Adán, nuestro antepasado perdió 
el Paraíso por el árbol del que erróneamente participó; Cristo es el nuevo Adán, 
trayéndonos la Salvación y el Paraíso a través del árbol que formó la Cruz. 
 
 
 9. La Señal de la Cruz 
 
 
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Para hacer la señal de la cruz debemos juntar los tres primeros dedos de la mano 
derecha (pulgar, índice y medio) y los otros dos (anular y meñique), se doblan 
hacia la palma. 
 
Los tres primeros dedos nos demuestran nuestra fe en la Santísima Trinidad, Dios 
Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. 
 
Los dos dedos doblados, significan que el Hijo de Dios bajó a la tierra siendo Dios 
y se hizo hombre, demostrándonos sus dos naturalezas, la divina y la humana. 
 
Al iniciar la señal de la cruz ponemos los tres dedos juntos en: la frente, para 
santificar nuestra mente; en el pecho/abdomen para santificar nuestros 
sentimientos interiores; al hombro derecho y después al izquierdo, para santificar 
nuestras fuerzas corporales. 
 
La señal de la Cruz en la tradición bizantina, es en realidad la forma original que 
tuvo esta práctica entre todos los cristianos de los tiempos de la Iglesia Indivisa 
tanto de Occidente, como de Oriente. 
 
 
Esta manera antiquísima de persignarse que aún se conserva en el seno de la 
Iglesia Ortodoxa, expresa de manera simple y lógica la doctrina trinitaria, puesto 
38 
 
que el cristiano cuando pone sus dedos de la frente al abdomen, lo hace diciendo 
en nombre del Padre, cuando se dirige al hombro derecho, dice en nombre del 
Hijo, y cuando se dirige al hombro izquierdo, dice en nombre del Espíritu Santo, 
y esto tiene su razón de ser, y es la siguiente: el Hijo está sentado a la derecha del 
Padre; es por eso que entre los ortodoxos la señal de la Cruz se hace de derecha 
a izquierda, y no a la inversa como es el uso común entre los cristianos de 
Occidente, ya sean católicos, anglicanos o protestantes. 
 
Cuando nos persignamos debemos hacerlo repitiendo mentalmente: "En el 
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén." Así demostramos nuestra 
fe en la Santísima Trinidad. En nuestro deseo de vivir y trabajar para la gloria de 
Dios. La palabra Amén significa: "De verdad" o "Así sea." 
 
La señal de la cruz nos da fuerza para rechazar y vencer el mal. Tenemos que 
hacerlo correctamente, sin apuro, respetuosamente y conscientemente del acto 
que significa el persignarse. 
 
Debemos persignarnos: al iniciar, durante y al final de una oración; al 
reverenciar los iconos; al entrar y salir de la Iglesia; al besar la Cruz; también hay 
que hacerlo en los momentos difíciles de nuestras vidas, en alegrías y penas, en 
dolor y congoja; antes y después de las comidas. 
 
 
 
 10. SACRAMENTOS 
En la Iglesia Ortodoxa, celebramos lo que se llama los Sacramentos, o bien, los 
Santos Misterios. 
Generalmente, hacemos referencia a siete sacramentos o misterios: Bautismo, 
Crispación, Eucaristía, Penitencia, Santo Matrimonio y Orden Sagrado. Sin 
embargo, como cristianos ortodoxos, creemos que Dios está presente en cada 
aspecto de nuestra vida y en cada momento. Esto significa que cada acción, si 
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pedimos la gracia de Dios, su Bendición, misericordia y ayuda divina para ella, es 
también “sacramental”. Todo participa del misterio de la fe cristiana. 
 
10.1 BAUTISMO 
El misterio del bautismo, nos incorpora a la Iglesia, al cuerpo de Cristo, y es 
nuestra introducción a la vida de la Santa Trinidad. El agua es un símbolo natural 
de la purificación y la nueva vida. 
Mediante la inmersión triple en las aguas del Bautismo en el nombre de la Santa 
Trinidad, uno se muere al hombre viejo y al pecado, naciendo a una vida nueva 
en Cristo. 
El Bautismo es la identificación pública de uno con Cristo y su Iglesia. Es una 
Pascua de Resurrección personal, mediante la cual cada uno de nosotros 
comparte la Muerte de Cristo y su Victoriosa resurrección. Siguiendo la práctica 
de la Iglesia primitiva, la ortodoxia realiza el Bautismo de Infantes. La Iglesia cree 
que el misterio da testimonio de la acción de Dios, quien elige un niño para ser 
miembro importante de su pueblo. 
Desde el día de su Bautismo, se espera que los niños maduren en la vida del 
Espíritu, por medio de su familia en la Iglesia. Se practica el Bautismo de adultos, 
cuando no hubo un Bautismo previo en el nombre de la Santa Trinidad. 
 
“El que no renace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo 
que nace de la carne, es carne, y lo que nace del Espíritu, es Espíritu”. (Juan 3, 5-
6) 
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10.2 CRISMACIÓN 
El misterio de la Crismación, se da 
inmediatamente después del bautismo; 
nunca se difiere hasta una edad, mas tarde. Como el misterio de Cristo fue 
vivificado por el Espíritu, y la predicación de los apóstoles fortalecida por el 
Espíritu, así también la vida del cristiano Ortodoxo es santificada por el Espíritu 
Santo. La Crismación que también se conoce como el Pentecostés Personal, es el 
misterio que otorga el Espíritu de una forma especial. 
El Misterio de la Crismación, el sacerdote unge varias partes del cuerpo del recién 
bautizado con el Crisma o también llamado Santo Mirón diciendo: “El sello del 
don del Espíritu Santo” y las personas respondiendo: “Dale el don del Espíritu 
Santo”. El Crisma, es un aceite bendecido por el Obispo, es una señal de la 
consagración y la fuerza. Este misterioenfatiza las verdades de que no solamente 
es cada persona un miembro valioso de la Iglesia, sino, que cada uno de nosotros 
esta bendecido por el Espíritu con ciertos dones y talentos. El ungimiento también 
nos hace recordar que nuestros cuerpos tienen valor y participan en el proceso 
de la salvación. 
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Los misterios de iniciación siempre se concluyen con la distribución de la Santa 
Eucaristía al recién bautizado. Idealmente, esto sucede dentro de la celebración 
de la Divina Liturgia. Esta práctica revela que la ortodoxia considera que los niños 
desde su infancia son miembros integrantes de la Iglesia. Nunca jamás habrá un 
tiempo en que los jóvenes no sean una parte del Pueblo de Dios. 
 
 
 
10.3 COMUNIÓN 
La Santa Eucaristía que se conoce como la Divina Liturgia, es la experiencia más 
antigua, central e importante de la Ortodoxia. La palabra EUCARISTÍA, deriva del 
griego y significa: “Dar Gracias”. Es el ofrecimiento del Cuerpo y la Sangre de 
Cristo en las especias del Pan y el Vino, para la remisión de los pecados y para la 
vida eterna. La Eucaristía tiene su origen en la “ÚLTIMA CENA”, cuando Cristo 
instituyo y enseño a sus discípulos a ofrecer el pan y el vino en memoria suya. 
En la Iglesia nos reunimos para participar en el misterio de la salvación, 
recordando y celebrando la Vida, Muerte y resurrección de Cristo ofrecida todos 
los domingos y días de fiestas Eclesiásticas. La Iglesia cree que Cristo está 
realmente presente con Su Pueblo en la celebración de la santa Eucaristía. Los 
dones eucarísticos de pan y vino se convierten para nosotros en Su Cuerpo y Su 
Sangre. Todos los otros misterios de la Iglesia se dirigen hacia y fluyen d la 
Eucaristía, que está en el centro de la vida de la Iglesia. 
42 
 
Nosotros debemos recibir el Cuerpo y la Sangre de cristo en cada Divina Liturgia, 
pero debemos prepararnos para hacerlo. Nos preparamos para recibir la 
Eucaristía al: 
• Reconocer los pecados y faltas que hemos cometido; 
• Desear sinceramente el perdón de Dios; 
• Reconciliarnos con aquellos que nos han ofendido, así como con 
quienes nosotros hemos ofendido; 
• Buscar la ayudad de Dios para que caminemos de acuerdo a Sus 
Mandamientos y en Su amor; 
• Guardar la noche anterior a la Eucaristía para la reflexión, oración y 
ayuno. 
“Si no comen de la carne del Hijo del Hombre y no beben de su Sangre, no viven 
de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo 
resucitare en el ultimo día”. (Juan 6, 53-54) 
 
10.3.1 DIVINA LITURGIA 
Dentro del Rito bizantino las Liturgias más celebradas son las llamadas de San 
Juan Crisóstomo, que es la comúnmente celebrada y la de San Basilio, que se 
celebra el día de la fiesta de San Basilio el 1 de enero, en la vigilia de las fiestas de 
Navidad y Teofanía y los domingos de la Gran Cuaresma. Durante esta última, los 
días entre semana, se celebran la Liturgia de los Dones Presantificados o de San 
Gregorio Magno, que en la realidad es la celebración de las Vísperas con el oficio 
de la Comunión con los Corderos consagrados el domingo anterior. También 
existe la llamada Liturgia de Santiago de Jerusalén, y que prácticamente se 
celebra nada más que en la fiesta del primer Obispo de la Ciudad Santa. La Liturgia 
Divina según el Rito Bizantino tiene tres partes: la Liturgia de la Preparación, la 
Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística. 
Desarrollemos brevemente cada una de ellas. 
 
43 
 
Liturgia de la Preparación o “Proskomidia” 
 
Antes de comenzar la Divina Liturgia propiamente dicha, el sacerdote y un 
diácono comienzan la preparación de los dones del pan y del vino que han de 
utilizarse en la Eucaristía. Este ritual tiene un simbolismo muy particular y es muy 
similar en todas las iglesias bizantinas. 
Se utilizan cinco trozos de pan en el uso eslavo y una única “prósfora” en el uso 
griego. En el Monte Athos usan dos. El sacerdote corta del pan principal, un 
cuadrado llamado el “Cordero”, que es el pan que será consagrado. También 
separa otros trozos más pequeños y los coloca en una patena en conmemoración 
de la Madre de Dios, los santos y los fieles vivos y difuntos. El resto del pan, 
llamado “antidoron” se bendice y se distribuye entre los fieles al finalizar la Divina 
Liturgia. 
El sacerdote bendice también el vino y el agua que se vierten en el cáliz. Algo de 
agua caliente se echa en el cáliz después de la “epíclesis”. Durante toda esta 
ceremonia litúrgica, los dones (pan y vino) sin incensados varias veces y quedan 
depositados en una pequeña mesa cercana al altar del sacrificio eucarístico 
llamada “Prótesis”. 
Liturgia de la Palabra 
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El rito de entrada comienza con la exclamación que realiza el sacerdote: “Bendito 
el reino del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos 
de los siglos”. Los fieles responden: “Amén”. El diácono (o el sacerdote, si no hay 
diácono) comienza a continuación la “Gran Letanía”, que tiene este nombre por 
ser más larga de lo habitual y en la que se pide por todas las necesidades: la paz 
y la salvación para la Iglesia, sus ministros y sus fieles, los encarcelados, los 
enfermos y todos los que padecen alguna necesidad. Al igual que en la mayoría 
de las letanías, se hace memoria de los fieles difuntos y se honra a la Madre de 
Dios. El sacerdote la concluye con una oración final. 
 
Siguen tres antífonas que varían según el día, siendo las dos primeras seguidas 
por una letanía corta y una oración. La tercera antífona es seguida de la llamada 
“Pequeña Entrada” con los libros de los Evangelios y de unos “troparios” y 
“kontakios” prescritos según el día, el tiempo litúrgico o el templo en el que se 
celebra la Divina Liturgia. Después de haber entrado se canta el Trisagio: 
“Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros”. 
A continuación viene el rito de la proclamación de la Palabra de Dios. La 
proclamación de las Escrituras se anuncia con el “prokímenon”, que consiste en 
el canto de unos versículos de los salmos en forma responsorial. Entonces el 
lector proclama cantando la lectura de un pasaje de los Hechos de los Apóstoles 
durante el tiempo de Pascua o de una Epístola. En el modo ruso, recordando 
como la primitiva Iglesia fue surgiendo de las catacumbas, el lector comienza el 
canto en voz baja, la cual va alzando para terminar el texto cantado con una voz 
45 
 
aguda. Normalmente, se tiene tonos apropiados y se acompaña, sobre todo el 
Evangelio, con hermosos melismas. 
Se canta un triple aleluya, también con versos como en el prokímenon. Este 
aleluya anuncia el canto solemne del Evangelio, antes del cual existe un breve 
intercambio de plegarias entre el sacerdote y los fieles. A continuación el diácono 
canta el Evangelio. Aunque la homilía siempre es al final de la Liturgia, en algunas 
iglesias se ha introducido esta costumbre totalmente extraña y que corta el 
dinamismo de la Liturgia. 
La ceremonia continúa con la llamada “Letanía de la ferviente súplica”, la cual va 
remarcada insistentemente con la triple repetición del “Señor ten piedad”. Los 
días entre semana y, sobre todo los sábados, día dedicado a la memoria de los 
difuntos, se hace a continuación la “Letanía por los difuntos”. La primera parte de 
la Liturgia concluye con la Letanía por los catecúmenos, por aquellos que están 
esperando el bautismo. 
Liturgia Eucarística 
Esta parte de la Divina Liturgia se inicia con dos letanías en las que se pide por los 
fieles y con la “Gran Entrada” cantando el llamado “Himno de los querubines”, 
himno atribuido al emperador Justiniano I: “Nosotros, que místicamente 
representamos a los querubines, cantamos el himno tres veces santo a la Divina 
Trinidad, dejando de lado las preocupaciones de este mundo, para que podamos 
recibir al único Rey, quien viene invisible, escoltadopor los coros celestiales”. 
Mientras se canta este himno, el sacerdote va a la mesa de la “Proskomedia”, da 
la patena al diácono y él mismo coge el cáliz. Se organiza una procesión saliendo 
el diácono y el sacerdote por la puerta norte del iconostasio y llevando los dones 
se entra por la puerta principal del mismo, mientras el diácono va cantando 
pidiendo que el Señor se acuerde de todas las personas. Mientras la procesión se 
realiza, los fieles siguen cantando el “Himno de los querubines”. Si en la 
ceremonia no hay diácono, esta Gran Entrada la realiza solo el sacerdote 
portando la patena y el cáliz. Todo este rito es lo que nosotros llamaríamos el 
ofertorio. Posteriormente, el sacerdote bendice a los fieles y todos rezan el 
“Símbolo de la Fe” (el Credo). 
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Tras el rezo del Credo, el sacerdote comienza la “anáfora”, que es la gran oración 
eucarística sobre las ofrendas, que se inicia con la frase “Levantemos los 
corazones”. Como dije al principio, las dos anáforas principales son la de San Juan 
Crisóstomo y la de San Basilio el Grande. Después de recordar la historia del 
pecado del hombre, de la redención efectuada por Cristo y de la institución de la 
Eucaristía, el sacerdote invoca al Espíritu Santo (epíclesis) pidiéndole que 
descienda sobre los dones convirtiéndolos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La 
doctrina ortodoxa afirma que la transustanciación (Metamorfosean) se realiza en 
el momento de la epíclesis. Desde ese momento, el pan y el vino son tratados 
como el Cuerpo y la Sangre de Cristo. 
 
Después de haber invocado al Espíritu Santo y a los dones consagrados, el 
sacerdote conmemora a los santos, empezando por la Madre de Dios. Se canta 
un antiguo himno en honor de la Virgen, el sacerdote ora por el patriarca, el 
obispo y por el clero y fieles para que todos se mantengan dentro de la fe 
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ortodoxa y conserven la salud del alma y del cuerpo. La plegaria eucarística va 
seguida de una Letanía y del canto del Padre Nuestro. 
 
Después de esto, el sacerdote levanta los 
dones consagrados diciendo con voz alta: 
“Las cosas santas son para los santos”, a 
lo que los fieles responden: “Uno es 
Santo, uno es el Señor, Jesucristo, para 
gloria de Dios Padre. Amén”. Se realiza la 
fracción del pan justo antes de la 
comunión de los sacerdotes. 
 
Después de la comunión del clero, se distribuye la comunión entre los fieles bajo 
las dos especies. 
 
Previamente se han mezclado el pan y el vino consagrados y con una cucharilla, 
reciben la Eucaristía en la boca. Con posterioridad se toman el “antidoron” y en 
algunas partes de Rusia, un pequeño vaso de vino dulce caliente. 
 Finalmente, después de la homilía y dar la bendición, el sacerdote despide a los 
fieles, quienes, antes de abandonar el templo, veneran a la santa Cruz. 
 
 
48 
 
 
 
10.4 PENITENCIA 
El Sacramento de la Penitencia nos reconcilia con Dios y con nuestros hermanos, 
cuando hemos fallado en vivir de acuerdo a la imagen de Dios, pecamos. 
Pecado es todo aquello que va en contra del amor de Dios y del prójimo. Es una 
ofensa a Dios, infinitamente bueno y amable, y es también una ofensa a nuestra 
dignidad y a la de nuestros hermanos. Todo aquello que divide, corrompe y 
destruye al hombre en si mismo y en sus relaciones con los otros. 
Tenemos la confianza de recibir su perdón y misericordia, si buscamos en una 
forma sincera y honesta el perdón de Dios, que son sin límites. 
Este sacramento fue instituido por Nuestro Señor Jesucristo, después de su 
resurrección, cuando apareciéndose a sus discípulos les dijo: “Recibid el Espíritu 
Santo, aquellos a quienes perdonéis los pecados les serán perdonados, y aquellos 
a quienes se los retuviereis les serán retenidos”. (Juan 20, 22). 
De este modo los apóstoles y los sacerdotes recibieron el poder de perdonar los 
pecados, en nombre de Jesús. 
Jesús, porque nos ama, quiere lo mejor para nosotros. Por eso busca que cada día 
seamos mejores. Para eso es necesario que cambiemos de vida. Dejar todo 
aquello que nos separa de Dios. 
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Jesús no aplaude el pecado, pero ama a los pecadores y siempre esta dispuesto a 
perdonarlos. Todos somos pecadores. Esto quiere decir que no hacemos la 
voluntad de Dios, sino que seguimos nuestra propia voluntad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
10.5 UNCIÓN DE LOS ENFERMOS. 
Para el momento difícil de la enfermedad, Cristo nos sale al paso con el 
sacramento de la Santa Unción de los Enfermos. 
La Unción de los Enfermos, tal como lo reconoce y enseña la Iglesia, es uno de 
los siete sacramentos del Nuevo Testamento, instituido por nuestro Señor 
Jesucristo. En distintos momentos de su vida, Jesús impuso sus manos sobre los 
enfermos, perdonándoles los pecados, e incluso devolviéndoles la salud. El 
apóstol Santiago nos recuerda que esta fue la tradición de la Iglesia desde 
comienzo, cuando dice: “¿Está enfermo alguno de ustedes? Mande a llamar a los 
presbíteros de la Iglesia y oren sobre él y lo unjan con el Óleo en el nombre del 
Señor; y la oración de la fe salvara al enfermo y el Señor lo aliviara y sus pecados 
le serán perdonados”. (Sant 5, 14) 
Cuando una persona está enferma y sufriendo, a veces en la vida es frecuente 
que durante un lapso de tiempo se sienta solo y aislado. Entonces el Sacramento 
o misterio del Óleo de los enfermos o Santa Unción, nos hace recordar que 
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cuando estamos con dolor físico, emocional o espiritual, Cristo está presente con 
nosotros mediante el Misterio de su Iglesia. El está en medio de nosotros para 
ofrecernos la fuerza necesaria para enfrentar los desafíos de la vida, e inclusive 
en acercamiento de la muerte. 
Se usa el Óleo en este Misterio como una señal de la presencia, poder y perdón 
de Dios. Después de la lectura de siete Epístolas, siete Evangelios y siete 
Oraciones, todos dedicados a sanar, el sacerdote unge el cuerpo con el Óleo 
santo. La Ortodoxia nos reserva este misterio solamente a los moribundos. Se 
ofrece a todos los que están enfermos del cuerpo, mente o espíritu. La Iglesia 
además celebra el misterio, para todos sus miembros durante la Semana Santa, 
en el día miércoles Santo. 
 
 
 
 
10.6 SANTO MATRIMONIO 
Desde las primeras páginas de la Biblia, o sea, desde la creación del mundo, Dios 
dijo al hombre y a la mujer: “crezcan y multiplíquense”. 
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Esto significa que desde los albores de la humanidad, Dios mismo pensó en la 
familia. La familia, por tanto, no es una institución humana, sino que fue fundada 
por el mismo Dios. 
El es quien une a un hombre y a una mujer en una relación de amor mutuo. El 
misterio del Matrimonio da testimonio de su acción. Mediante este misterio, un 
hombre y una mujer se unen públicamente como marido y mujer. Ellos entran en 
una nueva relación del uno con el otro, con Dios y su Iglesia, ya que no se 
considera matrimonio como un contrato legal, no hay votos en el misterio. 
Según las enseñanzas ortodoxas, el matrimonio no es simplemente una 
institución social, sino una vocación eterna del Reino de Dios. Un marido y su 
esposa, están llamados por el Espíritu Santo, no solamente a vivir juntos, sino 
también a compartir juntos su vida cristiana, para que cada uno con la ayuda del 
otro, pueda acercarse más a Dios y ser las personas que deben ser. 
En el oficio del Matrimonio Ortodoxo, después de que la pareja ha sido 
comprometida y se han puesto las argollas, los novios son coronados con las 
“Coronas de Gloria y Honor” significando esto el establecimiento de una copa 
común que es reminiscencia de las “Bodas de Cana de Galilea” y que simboliza el 
compartir las cargas y alegrías de su nueva vida. 
“Dios lo hizo hombre y mujer, por eso dejara el hombre a su padre y a su madre 
para unirse con su esposa y serán los dos uno solo. De manera que ya no son dos, 
sino uno solo. Pues bien, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. (Mateo 
10, 6-9)

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