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1 CATECISMO ORTODOXO BÁSICO 2 CATECISMO ORTODOXO BÁSICO IGLESIA ORTODOXA RUSA PATRIARCADO DE MOSCÚ MISIÓN EN COLOMBIA 3 4 Rey celestial, Paráclito, Espíritu de verdad, que Estas en todas partes y todo lo llenas, tesoro de todo lo Bueno y dador de la vida, ven y mora en nosotros; Purifícanos de toda mancha y salva, oh Bueno, Nuestras almas. Santo Dios, Santo fuerte, santo inmortal, ten piedad de nosotros. CONTENIDO. 5 INTRODUCCIÓN 6 1. DEFINICIÓN DE ORTODOXIA 8 2. CARACTERÍSTICAS 8 3. QUÉ ENSEÑA LA ORTODOXIA 9 4. DÓNDE SE HALLA CONTENIDA LA DOCTRINA 10 5. ASPECTO HISTÓRICO 12 6. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA 26 PATRIARCADO DE MOSCÚ Y TODA RUSIA 28 7. ESTRUCTURA 32 8. LA CRUZ ORTODOXA 34 9. LA SEÑAL DE LA CRUZ 37 10. LOS SACRAMENTOS 39 LA DIVINA LITURGIA 42 11. LA SANTÍSIMA MADRE DE DIOS 54 12. LOS ICONOS 57 13. EL TEMPLO 59 EL ICONOSTASIO 68 EL SANTO ALTAR 70 14. El CORDÓN DE ORACIÓN Y LA ORACIÓN DE JESÚS 72 15. EL CICLO LITÚRGICO 76 16. LAS FIESTAS MAYORES 80 17. LA GRAN CUARESMA 118 18. EL AYUNO 121 19. LA SEMANA SANTA 123 20. RITOS U OFICIOS MENORES 128 21. LIBROS LITÚRGICOS 133 22. DIFERENCIAS IGLESIA ORTODOXA Y ROMANA 138 23. OBJETOS LITÚRGICOS Y ORNAMENTOS 151 ORNAMENTOS SAGRADOS 173 24. MONASTICÍSMO 184 25. ALTAR CASERO O ESQUINA DE ORACIÓN 190 26. CONCLUSIÓN 194 INTRODUCCIÓN ¿Por qué soy Ortodoxo? 6 Soy ortodoxo porque pertenezco a la sociedad de los fieles cristianos unidos por la fe ortodoxa que siguen las enseñanzas y doctrinas de la Iglesia Ortodoxa, y viven conforme a lo que ella enseña, obedeciendo a sus Pastores en todo lo concerniente a la gloria de Dios y la salvación del alma. Soy Ortodoxo porque vivo y practico la fe y la virtud en la Iglesia Ortodoxa. Me hago miembro de ella por medio del Santo Bautismo administrado por sus ministros; asisto a las Iglesias ortodoxas y a su culto, me acerco a sus sacramentos, escucho la voz de Dios a través de sus pastores, trato de vivir de la Gracia que derrama continuamente sobre todos sus hijos. Soy Ortodoxo, porque amo al verdadero Dios, a Jesucristo y su doctrina, según así lo enseña y predica la Santa Iglesia Ortodoxa. En otro orden de consideraciones, ampliando lo que acabamos de decir, es llamado Ortodoxo el que cree Rectamente (porque la palabra griega "Ortodoxia" significa "Doctrina Recta"). La religión Cristiana Ortodoxa es aquella que Cristo fundó. Ella enseña: las verdades que debemos creer firmemente, los deberes que hemos de practicar y los medios que hemos de emplear para santificarnos. "Iglesia" es la agrupación de todos los cristianos que son bautizados, profesan la Doctrina de Jesucristo, participan de los mismos Sacramentos y obedecen a los Canónicos (legítimos) Pastores. Ella es la Depositaria de la Doctrina de Jesucristo y continúa su obra en la tierra. Canónicos o Legítimos Pastores de la Iglesia son los que enseñan y gobiernan a la Iglesia en nombre de Jesús, a saber los Obispos, los Sacerdotes y los Diáconos que son ordenados apropiadamente y se encuentran en orden con su Superior Autoridad Eclesiástica y con las leyes o cánones de la Iglesia. Cristo fundó su Iglesia para enseñar, santificar y salvar a todos los hombres. Su Iglesia permanecerá para siempre porque Cristo prometió estar con ella "hasta el fin de los siglos" y ser su Cabeza invisible. Fuera de la Iglesia no hay salvación porque Ella recibió de Jesús el poder y los medios para salvar a los hombres. La Iglesia que reúne las cuatro notas o características que distinguen la verdadera Iglesia: Una — Santa — Católica — Apostólica, es solamente la Santa Iglesia Ortodoxa. Ella ha mantenido por veinte siglos los mismos sacramentos, las mismas Doctrinas y los mismos Pastores que son los sucesores de los Apóstoles. 7 Su nombre de Ortodoxa le viene de que Ella cree y enseña correctamente la doctrina de Cristo. Ella se ha mantenido rectamente en la doctrina desde Jesucristo hasta el día de hoy. Nos llamamos Ortodoxos porque creemos exactamente lo que los Apóstoles enseñaron. 1. DEFINICIÓN DE ORTODOXIA. La palabra “Ortodoxia” es de origen griego, formada de “orthós” y “doxa”, es decir, doctrina correcta, credo verdadero, universal, enseñanza que se sitúa en continuidad directa e ininterrumpida con la Tradición apostólica, por medio de la teología patrística y que constituye la fe común de las iglesias indivisas del primer 8 milenio. La Ortodoxia se identifica con la misma tradición apostólica, así como fue confirmada, interpretada y desarrollada por el consenso de la Iglesia Universal. De hecho, la didascalia (apostólorum) – es decir, la norma de la fe apostólica – fue el criterio de base de la Ortodoxia. Por esto, cualquier ruptura de continuidad con la Tradición apostólica ha sido considerada una corrupción o abandono de la Ortodoxia, que puede tomar forma, sea de una herejía, sea de una “confesión” separada. La Santa y correcta Fe de la Iglesia de Cristo (Ortodoxia) se ha mantenido intacta, a lo largo de los siglos, a través de los dictados de las Santas Escrituras y de la Santa Tradición apostólica; a través de las decisiones de los Santos Sínodos Apostólicos; a través de lo que enseñan los cánones de los siete Concilios Ecuménicos y de los sínodos locales, porque, en palabras de San Juan Crisóstomo, “El timón de la Iglesia de Cristo son los divinos cánones” 2. CARACTERÍSTICAS Nuestro Señor Jesucristo fundó una sola Iglesia. La Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, la cual hasta nuestros días está representada por la Iglesia Ortodoxa. El significado de cada una de las características enunciadas es: UNA: La Iglesia es Una porque es un solo Cuerpo espiritual, tiene una sola Cabeza: Jesucristo, y está animada por un solo Espíritu, el Espíritu de Dios (Ef. 1:22-23, 4:4-6; 1a.Co. 3:11). La unidad de la Iglesia se expresa en la misma confesión de Fe, en la Comunión en las Oraciones y en los Sacramentos. SANTA: Porque es Santa como su base, Nuestro Señor Jesucristo, y porque en Ella mora el Espíritu Santo, que siempre la santifica (Jn.14:16). CATÓLICA: "Universal o Ecuménica", del griego Katholiki. Porque su mensaje está destinado a todos los hombres de todos los lugares, tiempos y pueblos, porque no está limitada por ningún lugar, tiempo, pueblo, sino al contrario, está abierta para todo aquel que desee unirse a ella (Mt. 28:18-19).Cabe decir que este término, no es únicamente de carácter geográfico, sino que trasciende el tiempo y el espacio y que su doctrina es permanente. 9 Esta expresión, siendo propia de la Iglesia Ortodoxa, la emplean para autodenominarse otras confesiones cristianas, como la Iglesia de Roma y la de Inglaterra. Pero su origen helénico les recuerda que usan un término prestado de la Iglesia original, indivisa y ortodoxa. APOSTÓLICA: Porque conserva sin interrupción la doctrina y la sucesión de los dones del Espíritu Santo, desde el tiempo de los Apóstoles (Ef. 2:19-22) ORTODOXA: Junto a las notas anteriores, nuestra Iglesia ha sido acreedora del Adjetivo "Ortodoxa"; la palabra ortodoxa es una palabra griega compuesta de "Ortho" y "Doxa", que significa Doctrina Recta, para señalar que en ella reside la verdadera Fe, en armonía con las enseñanzas originales de Nuestro Señor. El regulador de esta armonía y continuidad es Cristo mismo, conforme a su promesa: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt.28:20). El Espíritu Santo está con la Iglesia y la guíen en la verdad (Jn. 14:26). 3. QUÉ ENSEÑA LA ORTODOXIA? Las principales verdades que enseña la Ortodoxia se hallan contenidas en el Credo Niceno-Constantinopolitano, en donde se afirma: 1. Creo en un sólo Dios Padre, Omnipotente, Creador del Cielo y de la tierra, de todo lo que es visible e invisible. 2. Y en un sólo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero, engendrado y no hecho, consubstancial al Padre, por quien fueron hechas todas las cosas. 3. Que descendió de los cielos por causa de nosotros los hombres, y por nuestra salvación y se encarnó del Espíritu Santo y en María Virgen y se hizo Hombre. 4. Y fue crucificado por nuestra causa, bajo el poder de Poncio Pilatos, padeció y fue sepultado. 5. Y resucitó al tercer día, según las Escrituras. 6. Y subió a los Cielos y está sentado a la diestra del Padre. 10 7. Y nuevamente vendrá con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos y cuyo Reino no tendrá fin. 8. Y en el Espíritu Santo, Señor vivificador, que del Padre procede y que es con el Padre y el Hijo adorado y glorificado, y que habló por los profetas. 9. Y en una Iglesia Santa, Católica y Apostólica. 10. Confieso, también un solo Bautismo para la remisión de los pecados. 11. Y espero la resurrección de los muertos. 12. Y la vida del siglo futuro. Amén. Sin perjuicio de lo expuesto, existe un cuerpo de verdades, atingente a lo dicho, relacionadas todas ellas al dogma, a la liturgia y a la ética religiosa. 4. DÓNDE SE HALLA CONTENIDA LA DOCTRINA ORTODOXA? Las fuentes de donde extraemos nuestra fe ortodoxa son dos: La Sagrada Escritura y la Santa Tradición. La revelación hecha por Dios al hombre sobre lo que debe creer y practicar para agradar a Dios y conseguir su salvación eterna se hallan únicamente en estas dos fuentes. La única que interpreta y enseña esta revelación es la Iglesia, pues así lo estableció N. S. Jesucristo, y es una prueba de seguridad de que estamos en la verdad, pues Jesucristo prometió su asistencia a sus apóstoles y a su Iglesia. La Biblia es la palabra de Dios, revelada al hombre por medio de los patriarcas, profetas y apóstoles, y que se halla escrita en lo que se llama Antiguo y Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento es un anuncio y preparación para recibir a Jesucristo, prometido a nuestros padres Adán y Eva en el Paraíso Terrenal después de su pecado, y el Nuevo Testamento es esa espera y promesa, hecha realidad: Jesucristo, el Hijo de Dios, se hace hombre. Toda la Biblia gira alrededor de Cristo. Cristo es su centro. La Biblia consta de 72 libros: 45 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo, divididos en libros Proféticos, Didácticos e Históricos. El verdadero autor de estos libros sagrados es Dios, que se sirvió de un hombre para Transmitir su doctrina y mandamientos, asistiéndolo para que no se 11 equivoque, pero respetando siempre el estilo de cada escritor inspirado. La Sda. Tradición son las verdades reveladas por Dios que no se hallan escritas en la Sta. Escritura y que se han transmitido oralmente de generación en generación. Hoy la hallamos manifestada por escrito en los Concilios, Santos Padres, Símbolos, Liturgias, Costumbres y leyes eclesiásticas, Monumentos, Pinturas... Tanto la Sda. Biblia como la Santa Tradición es revelada por Dios, son las enseñanzas de N. S. Jesucristo. La revelación de Dios a los hombres se cierra definitivamente con la muerte del último apóstol, San Juan Evangelista, muerto cerca del año 100 d. Cristo. Podemos resumir lo dicho en un simple esquema. La Ortodoxia se halla contenida en: A) Sagrada Escritura. B) Tradición Apostólica. La Tradición la encontramos manifestada en: 1-Siete Concilios Ecuménicos. 2-Santos Padres y Escritores Cristianos. 3-Símbolo — Niceno — Constantinopolitano. 4-Las Liturgias de la Iglesia. 5-Monumentos, Pinturas, Arqueología cristiana... 6-Los Libros Simbólicos: como los catecismos. 7-El Magisterio permanente de la Iglesia. 8-La Legislación Eclesiástica. 9-Las costumbres y usos Cristianos. 12 5. Aspecto Histórico A- La Fundación de la Iglesia "En el año quince del gobierno del Emperador Tiberio, Poncio Pilato era gobernador de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Felipe gobernaba en Iturrea y Traconite, y Lisanias gobernaba en Abilinia. Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. Por aquel tiempo, Dios habló en el desierto a Juan, el hijo de Zacarías..."(Lucas 3:1-2) Con estas precisiones históricas, el Evangelistas Lucas, comienza a narrar la obra mesiánica de Jesús. La religión cristiana está, en efecto, basada en la creencia de una intervención de Dios en la historia concreta de la humanidad. Este carácter histórico de la obra mesiánica queda atestiguado también por la manera en que el evangelio fue transmitido al mundo grecorromano, y a las generaciones posteriores. Los actos realizados por Jesús debieron ser confirmados por testigos. Estos testigos fueron los Discípulos, quienes fueron los testigos oculares de Cristo resucitado. Ellos fueron necesarios para la creación de la comunidad de la Nueva Alianza, y con la venida del Espíritu Santo sobre ellos (la Iglesia) se confirmó la veracidad del testimonio y pronto comenzaron a manifestarse los frutos de la predicación apostólica. Por eso, decimos que la Iglesia nació en la Fiesta de Pentecostés, cuando un pequeño grupo de Galileos, "fueron llenos del Espíritu Santo" (Hechos 2:4). Este sucedió en Jerusalén, ciudad fronteriza del Imperio Romanos, frente al Oriente conquistado. La religión se difundió rápidamente por la vía de comunicación dentro de la Diáspora judía. Durante la vida de los Apóstoles, esta expansión llegó hasta España y probablemente hasta la India; Roma, Alejandría, Antioquia y otras grandes ciudades se convirtieron en centro de actividades cristianas. Durante esta expansión, los seguidores de Cristo tropezaron con muchos inconvenientes. El primero de ellos fue la adaptación a la comunidad Judía en la que nació su religión. Los judíos ocupaban una posición única en el estado Romano. Formaban un grupo densamente compacto, resistiéndose forzosamente a la fusión con sus vecinos (los habitantes de Siria y Arabia) Esto 13 era consecuencia no sólo de su profesión de un monoteísmo intransigente (en oposición contra el politeísmo dominante de las otras naciones de la región), sino que además, creían que Dios había concretado un pacto personal con Israel, ordenando a Su pueblo elegido que obedeciera Su ley, y prometiéndole a su vez redimirle del pecado y de la opresión. La ardiente esperanza de liberación de todas sus aflicciones, que vendría ligada al advenimiento de un mensajero divino especial (el Mesías), alcanzósu máxima expresión en la época que vio el nacimiento de la Iglesia. Después de un período de independencia política (168- 63 a. C.), Palestina se incorporó al Estado romano y se expuso cada vez mas a la forzada helenización. Bajo Herodes el Grande (37-4 a. C.), que gobernó sobre Judea, Samaria y Galilea como rey nombrado por el senado romano, y bajo sus sucesores, se fundaron ciudades paganas en Palestina, donde los extranjeros helenizados adoraban a sus numerosos dioses. Algunos judíos comenzaron a mezclarse con los gentiles y a renunciar a su exclusividad religiosa. Todo esto, produjo en los demás un renovado celo por el judaísmo y afirmaban su confianza en la liberación prometida y trataban de evitar todos sus contactos con el mundo externo. En esa atmósfera floreció una literatura apocalíptica y cualquier rebelde que afirmaba ser el Mesías fácilmente reunía partidarios fanáticos. Como es claro en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, se ve que al principio, el mensaje del Evangelio se dirigió exclusivamente a esa nación oprimida. La respuesta fue mixta: se convirtieron algunos judíos, pero la mayoría se negaron a aceptar a Jesucristo como el Mesías prometido. La figura de un redentor crucificado se contradecía con la figura convencional de un libertador nacional. La actividad religiosa de los cristianos en los comienzos no estaba separada del Templo judío, pues los primeros adeptos eran judíos: "Los creyentes,...todos los días se reunían en el templo..."(Hechos 2:46, 3:1). Pero, cuando tomaron conciencia de la universalidad del mensaje cristiano y decidieron incorporar a su sociedad a los conversos del paganismo, también tomaron la crucial decisión de separarse de Israel. El judaísmo proporcionó a la Iglesia las Sagradas Escrituras, y los ritos de iniciación que se convirtieron en las piedras fundamentales del culto y la organización de 14 los cristianos. Del judaísmo, la naciente Iglesia aprendió a congregar a sus miembros en la celebración de los servicios semanales regulares, en los que se leían las Escrituras, se daba instrucción y se hacía verdadera la presencia divina mediante el encuentro corporativo, en el ágape eucarístico. Durante los tres primeros siglos, la nueva religión (el cristianismo) se edificó en las más importantes ciudades del Imperio romano. Y las comunidades cristianas se componían principalmente del proletariado urbano, aún cuando poco a poco, se unían a la Iglesia cierto número de hombres de cultura y alto rango social. Cada comunidad era una unidad autónoma, dirigida por un obispo asistido por presbíteros, diáconos y Servidoras. Las Iglesias estaban en comunicación regular con sus vecinos; se recogían limosnas y se enviaban a las comunidades necesitadas. No había autoridad central, pero las Iglesias fundadas por los Apóstoles en ciudades importantes gozaban de prestigio y su liderazgo era aceptado voluntariamente, siendo las mas destacadas entre ellas las Iglesias de Roma, Alejandría y Antioquia. Al principio la Iglesia pareció a las autoridades romanas una secta judía más; pero pronto se vio con claridad la diferencia entre ésta y el judaísmo, y para los cristianos éste fue el comienzo de trescientos años de persecución. El segundo problema que encontraron los cristianos fue cómo sobrevivir en un mundo romano hostil. B- La Iglesia bajo la persecución durante los tres primeros siglos Durante casi tres siglos, el Imperio Romanos había adoptado una postura hostil frente al cristianismo. Esta actitud oscilaba entre una tolerancia benéfica y la persecución más abierta y más violenta, que al principio eran casuales y carecían de consistencia; pero que gradualmente se planificaron mejor y se hicieron de mayor alcance. El más elevado número de victimas se atribuye a la última y más feroz de todas las persecuciones, la de Diocleciano y sus compañeros de gobierno en el siglo IV. Sin embargo, los primeros predicadores cristianos trataron al Imperio con mucho respeto; incluso pusieron en él ciertas esperanzas, reconociéndole un papel de 15 educador, en la medida en que el Reino de Dios todavía no se había realizado en la tierra. Pero todas esas esperanzas pronto se desvanecieron, pues aquél Imperio exigía a los discípulos de Cristo que renegasen de Su Maestro. El primer asalto contra los cristianos fue ejecutado por Nerón (57-68) que en Roma ordenó su ejecutó en masa para apaciguar la insatisfacción popular causada por el gran incendio que destruyó gran parte de la capital. Así dieron muerte a los Apóstoles Pedro y Pablo, con cierto número de sus seguidores. Sus sucesores no siguieron una política uniforme pues algunos de ellos, como Domiciano (81-96), fueron muy severos; y otros, tales como Cómodo (180-192) migaron la tensión de la persecución. Era difícil para el gobierno precisar la ofensa cometida por los cristianos, y generalmente se percibía que la Iglesia constituía una sociedad subversiva, cuya propia existencia desafiaba a las afirmaciones de que se debía obedecer al Estado romano en todos los asuntos civiles y religiosos. Tal era la opinión de Marco Aurelio (161-180) quien condenaba a los cristianos como fanáticos e inflexibles. Y cuando los emperadores se percataron del carácter verdadero de la oposición cristiana inauguraron una campaña anticristiana que aspiraba al exterminio total de esta nueva religión. Lo positivo de las persecuciones fue que la Iglesia tuvo la oportunidad de extenderse por todo el territorio del Imperio. C- Los Cinco Patriarcados Históricos Por la época en que la persecución de Diocleciano había estremecido a la Iglesia y desequilibrado al Imperio, Constantino, un joven teniente del temido y anciano Emperador, estableció una cooperación entre la Iglesia y el Estado romano. A partir de aquel entonces, se produjo un cambio radical en las relaciones entre ambas partes. Y sólo un hombre pudo armar un plan capaz de unir a dos elementos opuestos: la Iglesia y el Imperio. En el año 312, y luego de lograr una impresionante victoria en una de sus más decisivas empresas militares, la batalla del Puente Milvio, Constantino se reunió 16 en Milán con su par oriental Licinio. Como resultado de esta reunión, Licinio publicó en el año 313 el famoso edicto de tolerancia religiosa conocido con el nombre de Edicto de Milán. Este decreto establecía la igualdad entre los cristianos y los paganos; pero después de su victoria sobre Licinio en el año 324, Constantino comenzó a acentuar más su inclinación hacia el cristianismo mediante su activo interés en los asuntos de la Iglesia. Convocó y presidió los concilios y aprobó sistemáticamente la legislación del Imperio de acuerdo a las enseñanzas del Evangelio. Sin embargo Constantino no se bautizó hasta el final de su vida ni tampoco renunció al título pagano de Pontifex Maximus. Con esto, la Iglesia se estableció en paz y se oficializó en el Imperio. Por su lado la administración de la Iglesia siempre fue ejercida por los Obispos. Al Obispo de más alto rango, que pertenecía a un centro (ciudad) muy importante, con el tiempo se le otorgó el título de Patriarca. Y por razones administrativas, la Iglesia se organizó en los siguientes distritos eclesiásticos: 1- Roma, fundada por San Pablo, fue la primera capital del Imperio Romano. 2- Constantinopla, fundada por san Andrés y fue la segunda capital del Imperio. 3- Alejandría, el principal centro político, cultural y filosófico de África, predicada por san Marcos. 4- Antioquia, centro principal de Oriente, llamada la Ciudad de Dios, de la cual San Pedro fue su primer obispo. 5- Jerusalén, llamada la Madre de las Iglesias, en la cual el Señor Jesucristo predicó y obró la redención. En la era apostólica fue presidida por el Apóstol Santiago, quien fue su primer obispo. Cada uno de estos distritos era presidido por un Patriarca. Todos ellos teníanlos mismos derechos; eran independientes en la administración de su distrito (o iglesia) y además, iguales entre sí. Dentro de dicha independencia y siendo Roma la capital del Imperio, se consideraba a su Patriarca el primero entre sus iguales (primos inter paris), es decir, tenía una primacía de honor solamente (1er Concilio 17 Ecuménico, Art. 6; 2° Concilio Ecuménico, Art. 3; 4° Concilio Ecuménico, Art. 28; 6° Concilio Ecuménico, Art. 36). Posteriormente, con el establecimiento de la capital en Bizancio, se dieron honores similares al Patriarca de Constantinopla. D- Los Concilios Ecuménicos Desde el siglo IV hasta el siglo VI los emperadores otorgaron diversos privilegios a la Iglesia, le cedieron una parte del poder judicial y le concedieron el monopolio de las obras benéficas. En los lugares santos cristianos, así como en las tumbas de los mártires, edificaron grandes templos y en su nueva capital (Constantinopla, la nueva Roma) levantaron templos dedicados, no ya a la Victoria o a la Justicia, como lo hicieran los emperadores paganos, sino a la Sabiduría de Cristo (Hagia Sofía) o a la Paz Divina (Hagia Irene). Al adoptar la nueva religión y al intentar, cada vez más, hacer de ella la base de toda su política, los emperadores querían darle al Estado una nueva alma y asegurarle su unidad. Seguro ya de la protección imperial, el cristianismo aceptaba en su seno las masas cada vez más crecidas, y con el cierre de la última universidad pagana (la de Atenas), Justiniano, en 529, podía considerarse el jefe de un estado enteramente cristiano. En este clima de paz social y política, la Iglesia se vio perturbada por las herejías, es decir, por las interpretaciones incorrectas y opuestas a la verdad que ella encierra. Por eso, y para defender esta verdad y dar las correctas interpretaciones, además de otras materias normativas eclesiásticas, se realizaron los Concilios Ecuménicos. Dichos Concilios Ecuménicos fueron los siguientes: 1. Concilio de Nicea (325). Condenó a Arrio y definió al Hijo de Dios encarnado como consubstancial al Padre. 2. Concilio de Constantinopla (381). Dio una solución a las consecuencias de la crisis arriana. A este Concilio se le atribuye la adopción del Símbolo denominado Niceno-constantinopolitano. 18 3. Concilio de Efeso (431). Condenó la herejía de Nestorio, declarando que en Cristo no hubo una yuxtaposición de dos personas (Dios y un hombre llamado Jesús), sino que la divinidad y la humanidad estaban unidas en una sola persona (Hypóstasis), la del Verbo Hijo de Dios. Por consiguiente María, madre de Jesús es madre de Dios (Theotokos). 4. Concilio de Calcedonia (451). Aprobando al mismo tiempo la existencia en Cristo de una sola persona, condenó a los monofisitas, quienes no distinguían los conceptos de "persona" (Hypóstasis) y de "naturaleza" (Physis). Según ellos, si Cristo era una sola persona no podía tener dos naturalezas, sino una sola, la divina. El Concilio sostuvo la existencia de dos naturalezas en la persona única de Verbo encarnado, y declaró que estas naturalezas "estaban unidas sin confusión, sin modificación, sin división y sin separación." A raíz de esta controversia, muchas Iglesias Orientales (Copta, Etíope, Jacobita , Armenia,ICASOAC: Iglesia Católica Apostólica Siro-Ortodoxa de Antioquía,) se separaron de la Iglesia Ortodoxa y adoptaron confesiones de fe monofisitas. 5. II Concilio de Constantinopla (553). Este Concilio fue convocado por el Emperador Justiniano, que quería demostrar a los monofisitas como el Concilio de Calcedonia no había caído en nestorianismo, y así inducirles a volver. 6. III Concilio de Constantinopla (680). Condenó una forma degenerada del monofisismo llamada monotelismo. Según los monotelitas, Cristo, si bien tenía dos naturalezas, no tenía más que una sola voluntad divina. El Concilio afirmó que en Jesucristo la humanidad no era una realidad abstracta, sino que se manifiesta por una voluntad propia, libremente sometida en todas las cosas a la voluntad divina. Así pues, Cristo tiene dos voluntades. 7. II Concilio de Nicea (784). Definió la doctrina ortodoxa acerca de las imágenes (Iconos), que representan a Cristo y a los santos. El Verbo de Dios se encarnó y se hizo un hombre verdadero. Por consiguiente puede ser representado. Las imágenes han de ser veneradas y no adoradas, ya que la adoración se reserva sólo para Dios. La veneración de imágenes fue combatida por varios emperadores bizantinos iconoclastas. 19 Históricamente, para los ortodoxos, la época de los Concilios Ecuménicos representa un período normativo. Fue entonces, y no durante el transcurso de los siglos posteriores (como ocurre en el Cristianismo Occidental) cuando quedo en gran parte definida la expresión dogmática y canónica de su fe, tal como la conocemos hoy en día. Pero cabe mencionar que la obra de los Concilios Ecuménicos no se limitaba al aspecto puramente dogmático de la vida eclesial, sino que se extendió también a la estructura y organización de la Iglesia. E- El Gran Cisma (1054) Durante el periodo de los problemas que originaron los emperadores iconoclastas, se dañaron las relaciones entre Roma y Constantinopla. En Occidente, los bárbaros habían comenzado a establecerse y a formar unidades políticas más permanentes. Los Papas, cada vez más separados de los soberanos bizantinos, buscaban la amistad y protección de los gobernantes bárbaros. En esta época de tensión, ocurrió un suceso que tuvo grandes consecuencias para el futuro de la Europa cristiana. En el 800, el Papa León III coronó a Carlomagno como emperador en la vieja basílica de San Pedro en Roma. Esta elevación de un bárbaro occidental trastornó las relaciones entre los cristianos orientales y occidentales. Carlomagno comenzó a perseguir herejes, pretendiendo establecer su derecho como único sucesor de Constantino. En una época en que la uniformidad del ritual se consideraba, cada vez más, como un signo indispensable de ortodoxia doctrinal, no era difícil tildar de hereje a cualquier comunidad cristiana. Los cristianos orientales y occidentales habían seguido siempre sus propias tradiciones, y allá por el S. IX habían divergido éstas considerablemente, de manera que los obispos occidentales que apoyaban a Carlomagno le proporcionaron fácilmente la necesaria evidencia, consistiendo la más grave acusación en la supuesta corrupción del Credo, por omisión de la frase Filioque. 20 La disputa sobre el Filioque hubiera podido reducirse como en muchas oportunidades anteriores. Pero en el S. XI, la situación tenía el agravante de que Oriente y Occidente habían perdido el criterio eclesiológico común, que en tiempos pasados les permitió entenderse. Cuando intentaban restablecer la unión, sus conceptos divergentes de la Iglesia impedían encontrar un lenguaje común. Para uno, la sede de Roma era el criterio único de la verdad, para otros, el Espíritu de verdad reposaba en la Iglesia entera y se expresaba normalmente por vía conciliar. El Patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario, había emprendido las reformas de las Iglesias Latinas que estaban situadas dentro de su diócesis e incluso las del todo el Patriarcado. Los fieles de estas Iglesias conservaban las costumbres latinas que provocaban controversias en el pueblo. Por eso el Patriarca resolvió imponerles las costumbres bizantinas y al tropezar con su oposición, decidió sencillamente suprimirlas. Durante todo este tiempo, en Occidente, había reformadores que llevaban a cabo sus propias reformas, cuyos elementos esenciales ya habían sido aceptados en el mundo franco, pero que encontraban gran resistencia en Italia. El Papa León IX y sus seguidores apoyaban a esos movimientos, que en Italia pretendían, entre otras reformas, promover el celibato del clero. Todo esto provocaba controversias interminables sobretemas bastantes benignos entre interlocutores muchas veces bien intencionados, pero mal informados sobre la gran tradición de la Iglesia. Como consecuencia de todo esto, los Occidentales dictaron una sentencia de excomunión que acusaba a los Orientales de las cosas más inverosímiles, por ejemplo, de haber quitado el Filioque del Credo y haber admitido el matrimonio de los clérigos. Como respuestas, el Patriarca de Constantinopla, ordenó que su Sínodo anatemizara a quienes dictaron dicha sentencia. Todo esto produjo que en el 1054 se produjese lo que la historia llama el Gran Cisma Católico; aunque algunos historiadores afirman que la ruptura verdadera y definitiva se produjo en la época de las Cruzadas 21 F- Expansión y crecimiento de la Iglesia Ortodoxa en todo el mundo La desafortunada división de la Cristiandad se complicaría posteriormente, ya que Occidente, a partir del siglo XVI, sufriría un desmembramiento con motivo de la Reforma, apareciendo de esta forma un número de comunidades protestantes y dividiendo la Iglesia en materia doctrinaria. La Iglesia Ortodoxa, por su lado, continuó su misión natural de propagar el Evangelio y ensanchar sus fronteras. Así llegó a los Balcanes, a los Serbios y Croatas, luego a los Eslavos, Búlgaros y Ucranianos. Con el correr del tiempo, fueron organizadas otras misiones que alcanzaron a China, Japón y las tierras del Norte de Europa, Alaska, América y el sur de África donde muchos que desconocían el Evangelio del Señor, abrazaron la fe con mucha convicción. Organizadas por el esfuerzo misionero de los primeros Patriarcados, se establecieron Iglesias locales, a las que les fue concedida posteriormente la Autocefalía o Autonomía, lo cual en ningún caso afecta a la unidad de la fe, doctrina y sacramentos de la Iglesia. Entre ellas: Rusia, Grecia, Serbia, Rumania, Georgia, Albania, Bulgaria, Polonia, Finlandia y Checoslovaquia. Cada una tiene un Primado y un Sínodo que asegura su unidad con las otras Iglesias. Los Patriarcados primitivos y estas Iglesias locales existen hasta la actualidad, sin perder su comunión entre sí, ni alterar la unidad de la Iglesia. A partir del siglo XI, los ejércitos islámicos invadieron y tomaron posesión de la región sur oriental del Imperio Bizantino, Bulgaria, Serbia y Rumania. Al mismo tiempo, los feroces tártaros cayeron sobre los territorios rusos, amenazando la existencia de la civilización oriental y su cristiandad. Más la férrea resistencia de la Iglesia y su poder de sacrificio por la fe, obtuvieron un doble resultado: La Cristiandad Oriental mantuvo su propia existencia y también logró que la cristiandad Occidental quedara indemne. En los siglos XI, XII y XIII, Occidente organizó siete expediciones militares llamadas las Cruzadas, cuya intención original era rescatar los santos lugares que habían caído en mano de los musulmanes seldjúcidas, quienes en el año 1055 invadieron 22 Mesopotamia y tomaron la ciudad de Bagdad. En 1071, derrotaron al ejercito bizantino. El final del siglo XI se puede considerar como el principio de la decadencia del Imperio Bizantino. El Islam en Oriente y los cristianos latinos en Occidente se hallaban igualmente decididos a aniquilar al Oriente cristiano. Durante cuatrocientos años, el Imperio luchó contra dos frentes. Uno de los Emperadores bizantinos más capacitados de ese período fue Alejo Comneno I (1081-118), y fue durante su reinado cuando los cristianos latinos lanzaron su cruzada contra el Islam. El principio de las Cruzadas fue espectacular: el 27 de noviembre de 1095, el Papa Urbano II (1088-1099) predicó su trascendental sermón en el Concilio de Clermont, en el que exhortó al Occidente cristiano para que rescatase los Santos Lugares de la tiranía de los infieles y asegurar el camino a los peregrinos que se dirigían al lugar de nacimiento de Cristo y a la ciudad de Su muerte y Su Resurrección. Los Cruzados resultaron victoriosos al principio, y en 1099 tomaron Jerusalén. Sin embargo no mejoró la relación con los cristianos orientales. Cuando se tomaba una ciudad por asalto, toda la población sufría a manos de los invasores, sin mostrar los Cruzados ningún respeto por la vida y los bienes de los Ortodoxos. E incluso, las relaciones empeoraron cuando trataron de sustituir al clero local por sus propios hombres, y en 1100 obligaron a salir de la ciudad a Juan, Patriarca griego de Antioquia; le sustituyeron por un prelado latino. Esta fecha marcó un paso más en el alejamiento de Oriente y Occidente y creó una nueva razón para el antagonismo entre su clero. El siglo XII vio el rápido declive del Imperio Oriental y la degeneración moral y política de los Cruzados, que, aunque incapaces de expulsar a los Islámicos y establecer un orden político permanente, consiguieron varias plazas fuertes en Siria y Palestina. El hundimiento gradual del ideal original hasta el punto de una guerra de rapiña alcanzó su cumbre a principios del siglo XIII, en la denominada Cuarta Cruzada. El pontífice romano Inocencio III (1198-1216), inspirado por la misma visión de 23 Urbano II, quiso ver a las naciones cristianas marchando como una fuerza unida contra los seguidores del Islam. Inocencio excomulgó a los Cruzados, pero pronto les perdonó, esperando que dirigieran su atención a la guerra contra los invasores islámicos. Un príncipe bizantino, Alejo, hijo del depuesto emperador Isaac Ángelo, llegó al campamento cruzado para pedir al marqués Bonifacio de Montferrato, quien acaudillaba al ejercito en aquel entonces, que le ayudase a recuperar el trono de su padre. Los Cruzados se prestaron a ayudar a Alejo, y los venecianos ofrecieron su flota. En Abril de 1203, los Cruzados zarparon de Zadar y llegaron a Constantinopla en el mes de junio. Los ciudadanos apoyaron a Alejo III y ofrecieron resistencia. Pero como Alejo II no era un hombre de coraje, huyó de Constantinopla y los oficiales repusieron apresuradamente en el trono al ya ciego Isaac Ángelo. Los Cruzados aceptaron una tregua, a condición de que su candidato, Alejo IV, fuese proclamado coemperador con su padre. Alejo confirmó por su parte su disposición a respetar todas las obligaciones que había contraído en Zadar, incluyendo la sumisión al papado y las concesiones comerciales a Venecia. Las precipitadas promesas que hizo el joven príncipe resultaron difíciles de cumplir. El tesoro estaba vacío, el Patriarca y el pueblo se negaron a reconocer al Papa como cabeza de la Iglesia. En febrero de 1204, la excitada población destronó a Alejo IV. Los Cruzados decidieron atacar, y después de una breve, pero feroz lucha, entraron en la ciudad el Viernes Santo de 1204, y durante tres días saquearon salvajemente la gran capital del Oriente cristiano, que nunca había sido conquistada con anterioridad. El saqueo de Constantinopla es uno de los mayores desastres de la historia de la cristiandad. En aquellos tres días la Iglesia perdió su unidad; el Imperio la fuerza de resistencia a los invasores asiáticos. Por último, Miguel VII el Paleólogo (1260-12282) expulsó a los Cruzados y retornó a Constantinopla desde Nicea, donde el gobierno griego había encontrado refugio temporal. Bizancio sobrevivió durante otros doscientos años, pero ya no era una vida normal, sino una agonía de muerte. 24 Para finalizar con este capítulo, podemos concluir que los cristianos ortodoxos se encuentran en todos los continentes del mundo. A pesar de las diferencias administrativas e idiomáticas, sea el español, el portugués, el Inglés, el griego, el árabe, el chino, el japonés, el eslavo, etc., todos tienen las mismas enseñanzas, la misma Tradición Apostólica, la misma Liturgia, los mismos Sacramentos, servicios litúrgicos y prácticas esenciales. Los fieles que participan en cada una de sus Iglesias locales no pertenecen a cada Iglesia en particular sino a la SantaIglesia Ortodoxa. 25 26 6. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA La Iglesia Ortodoxa es un conjunto de Iglesias locales autocéfalas, es decir, con derecho a elegir ellas mismas sus propios jefes: los obispos. Es una familia de Iglesias fundamentadas, al mismo tiempo, sobre las tradiciones de los antiguos patriarcados y sobre las realidades del mundo moderno y cuya unidad persiste gracias al doble vínculo de la misma fe y la misma comunión sacramental. Son grupos de Diócesis cuyos obispos se unen generalmente en Concilio y eligen un primado local que lleva el título de Patriarca, Arzobispo o Metropolita. Las relaciones mutuas entre las autocefalías están reguladas, además, por una cierta jerarquía de honor, de la cual el Patriarcado de Constantinopla ocupa, después de la división de la Iglesia, el primer puesto con una primacía honorífica y no jurídica. Actualmente el mundo ortodoxo, de unos 250 millones de fieles, se compone de las siguientes Iglesias. 6.1. LOS PATRIARCADOS ANTIGUOS Y OTROS PATRIARCADOS. A. Patriarcados Antiguos: I. Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, con sede en Fanar (Estambul) Turquía. El Patriarca, desde el año 588, lleva el título de Arzobispo de Constantinopla, la nueva Roma y Patriarca Ecuménico. Su jurisdicción se extiende a los ortodoxos de Turquía, las islas griegas de Creta y Patmos, las del Dodecaneso, los monasterios de monte Athos, a todas las Diócesis griegas del extranjero: Europa, América y Australia, y a la Iglesia autónoma de Finlandia. II. Patriarcado de Alejandría, con sede en Alejandría, Egipto. Su jurisdicción se extiende a las Diócesis de Egipto, Libia, Túnez, Sudán, Rhodesia, Etiopía, Camerún, Kenia, Uganda, Zaire, Tanzania y Ghana. 27 III. Patriarcado de Antioquía, con sede en Damasco, Siria. Agrupa todas las comunidades ortodoxas de Siria, Líbano, Irán, Irak, Kuwait, Arabia y algunas regiones de Turquía. También extiende su jurisdicción a las importantes comunidades árabes de América del Sur y de Australia. IV. Patriarcado de Jerusalén, con sede en Jerusalén, Israel. Se trata de una comunidad monástica cuyo jefe es el Patriarca y dedicada, sobre todo, a la custodia y culto de los Santos Lugares. Su jurisdicción se extiende a las comunidades y parroquias de Israel y Jordania. B. Otros Patriarcados: Patriarcado de Moscú, de Serbia, de Rumania, de Bulgaria y el Patriarcado (Católicos) de Georgia. C. Otras Iglesias Autocéfalas: La Iglesia de Chipre, de Grecia, de Polonia, Albania y América. D. Iglesias Autónomas: Iglesia de Finlandia, de Checoslovaquia, de Japón, de Monte Sinaí, de Estonia, de Lituania, de Ucrania, Hungría, China y las Rusa y Ucraniana en el extranjero. E. Iglesias en Dispersión: Comprende las varias Iglesias de América del Norte y Sur, de Australia, de Nueva Zelanda, de Asia y de Europa, no comprendidas anteriormente y dependientes de diversas jurisdicciones patriarcales. El hecho de estar representada la Iglesia Ortodoxa por varias Iglesias locales y autocéfalas no disminuye, de ningún modo, su carácter de Una, Santa, Católica y Apostólica. Aunque difieran en detalles de estructura son unánimes en su doctrina, en su forma de culto y en su tradición apostólica. La unidad es unidad de fe y no de administración. Si la unidad pudiese estar determinada por un órgano visible y permanente las controversias dogmáticas de 28 los primeros siglos, los concilios y las diferencias de los Santos Padres no hubieran tenido ningún sentido. 6.2. PATRIARCADO DE MOSCÚ Y TODA RUSIA La Iglesia ortodoxa rusa (en ruso, Русская Православная Церковь, Rússkaya Pravoslávnaya Tsérkov), liderada por el Patriarcado de Moscú (Московский Патриархат, Moskovski Patriarca), es una Iglesia cristiana autocéfala integrada en la comunión ortodoxa. Su cabeza es el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, que a su vez está en comunión con los otros 14 patriarcas y primados de las otras Iglesias ortodoxas orientales. La Iglesia ortodoxa rusa es la mayor de las Iglesias ortodoxas orientales del mundo. Incluyendo todas las iglesias autocéfalas bajo su supervisión, su número de seguidores es superior a los 150 millones en todo el mundo, cerca de la mitad de los 300 millones de fieles estimados de la Iglesia ortodoxa oriental. Entre las Iglesias cristianas, la Iglesia ortodoxa rusa es la segunda tras la Iglesia católica en cuanto al número de seguidores. De acuerdo con cifras dadas a conocer el 2 de febrero de 2010, la Iglesia cuenta con 160 diócesis, incluyendo 30 142 parroquias atendidas por 207 obispos, 28 434 sacerdotes y 3 625 diáconos. Hay 788 monasterios, incluyendo 386 para hombres y 402 para mujeres. No se debe confundir con la Iglesia ortodoxa en América (OCA), parte autónoma de la Iglesia ortodoxa rusa que tiene su existencia en Norteamérica desde la época de los misioneros ortodoxos rusos en Alaska en el siglo XVIII y el asentamiento ruso en Fort Ross, en la costa del Pacífico en California en el siglo XIX. La Iglesia ortodoxa rusa OCA más antigua de los cuarenta y ocho estados, establecida en 1857, es la Catedral de la Santísima Trinidad en San Francisco. Después de la Revolución rusa, en 1920, la Iglesia ortodoxa rusa en América comenzó a funcionar de hecho como una iglesia autocéfala y alcanzó, de jure, status de autocéfala en 1970. 29 La Iglesia ortodoxa rusa tampoco debe confundirse con la Iglesia ortodoxa rusa fuera de Rusia (también conocida como la Iglesia ortodoxa rusa en el Extranjero ROCOR), con sede en Nueva York. Fue instituida en 1920 por las comunidades rusas fuera de la entonces Rusia comunista, que se negó a reconocer la autoridad del Patriarcado de Moscú, dirigido por el Metropolitano Sergius Stragorodsky. Las dos Iglesias se conciliaron el 17 de mayo de 2007 y la Iglesia ortodoxa rusa fuera de Rusia es ahora una parte autónoma de la Iglesia ortodoxa rusa. Las partes constituyentes de la Iglesia ortodoxa rusa en otros países de su competencia exclusiva que no sean Rusia, como Ucrania o Bielorrusia, están legalmente registradas como entidades legales separadas, de conformidad con la legislación de aquellos estados independientes. Eclesiásticamente, la Iglesia Ortodoxa Rusa se organiza en una estructura jerárquica. El nivel inferior de la organización, lo que normalmente sería un solo edificio de la Iglesia ortodoxa rusa y sus asistentes, encabezada por un sacerdote que actúa como padre superior (en ruso, настоятель, nastoyatel), constituye una parroquia (en ruso, приход, prihod). Todas las parroquias en una región geográfica pertenecen a una eparquía (en ruso, епархия, equivalente a una diócesis occidental). Las eparquías se rigen por los obispos (en ruso, епископ, obispo o архиерей, archiereus). Hay 261 eparquías ortodoxas rusas en todo el mundo (datos de junio de 2012). Además, algunos eparquías se organizan en exarcados o iglesias autónomas. Actualmente entre estas se incluyen el Exarcado de Bielorrusia, la Iglesia Ortodoxa Rusa fuera de Rusia; la letona, la moldava y la Iglesia ortodoxa de Estonia del Patriarcado de Moscú. La Iglesia ortodoxa china y la japonesa se les concedieron plena autonomía por el Patriarcado de Moscú, pero esta autonomía no es universalmente reconocida. Las eparquías más pequeñas, por lo general, se rigen por un solo obispo. Las eparquías más grandes, exarcados e iglesias autónomas se rigen por un arzobispo metropolitano y, a veces también, tienen uno o más obispos que se les asignen. 30 El nivel más alto de autoridad en la Iglesia ortodoxa rusa es ejercido por el Consejo Local (Pomestny Sobor), que comprende a todos los obispos, así como representantes de los clérigos y laicos. Otro órgano de poder es del Consejo Episcopal (Архиерейский Собор). En los períodos comprendidos entre los Consejos de las más altas facultades administrativas son ejercidas por el Santo Sínodode la Iglesia Ortodoxa Rusa, que incluye siete miembros permanentes y está presidida por el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Primado del Patriarcado de Moscú. 6.3. Eparquía de Argentina y Suramérica de la Iglesia ortodoxa rusa Es la diócesis del Patriarcado de Moscú para Argentina y Suramerica dicha iglesia que abarca las parroquias que se hallan en los países americanos al sur de México y los EE. UU. Cuenta con 18 parroquias y 13 sacerdotes. El centro administrativo de la eparquía es Buenos Aires con la catedral de la Anunciación de la Virgen. Obispos: Teodoro (Tekuchov) (29 de junio 1946 — julio 1952) Nicodemo (Rusnak) (21 de abril 1964 — 2 de julio 1970) Platón (Lobankov) (18 de julio 1970 — 28 de febrero 1971) Maxím (Kroja) (26 de marzo 1972 — 15 de diciembre 1973) Platón (Udovenko) (16 de diciembre 1973 — 20 de marzo 1980) Lázaro (Shvetz) (18 de abril 1980 — 26 de junio 1985) Macario (Svistun) (26 de junio - 4 de octubre 1985) Lázaro (Shvetz) (4 de octubre 1985 — 10 de abril 1989) de nuevo Marc (Petrovtzy) (10 de abril 1989 — 1 de noviembre 1993) Platón (Udovenko) (2 de noviembre 1993 — 26 de julio 2012) de nuevo Justiniano (Ovchinnikov) (el 26 de julio 2012 - 17 de junio 2013) que dirige temporalmente Leónidas (Gorbachov) (17 de junio de 2013 — 3 de junio de 2016) 31 Ignacio (Pologrudov) (3 de junio de 2016) MISIÓN EN COLOMBIA: De acuerdo a la agencia rusa de información Ria Novosti (06/042010), en Colombia viven alrededor de mil ortodoxos (la mayor parte de ellos son emigrados rusos, casados con colombianos y que abandonaron su país después de la caída del comunismo, en su gran mayoría ellos trabajan como profesores, músicos o médicos). Hay entre ellos creyentes y no creyentes. Durante algún tiempo los fieles sostuvieron su vida de fe con las visitas esporádicas del P. Alexander Gorbunov quien venía desde Panamá o asistiendo a la parroquia ortodoxa griega de Bogotá. En Cali la pequeña comunidad rusa fue atendida durante algunos años por el Padre Crisóstomo del Patriarcado ecuménico de Costantinopla. - En 2008, el entonces metropolita Kirill (actual patriarca de Moscú) realizó una visita oficial a Colombia. - En 2009, fue erigida canónicamente la parroquia ortodoxa rusa en Bogotá en honor a San Serafín de Sarov, pero hasta este momento ella no tiene ni local ni sacerdote responsable. - En 2010, el metropolita Hilarión visita Colombia y recibe la promesa del gobierno colombiano de una eventual colaboración para la construcción de una iglesia ortodoxa rusa en la capital. - En 2012, es ordenado en Madrid (España) el primer sacerdote colombiano del patriarcado de Moscú, el P. Alexander Rosas, después de terminar sus estudios en el Seminario Ortodoxo Ruso de Paris. Igualmente, en este año, el cardenal primado de Colombia y el secretario de la conferencia episcopal de Colombia viajan a Rusia y realizan una visita oficial al Patriarcado de Moscú. - 2014 el P. Alexander Rosas regresa a Colombia con la intención de comenzar la misión ortodoxa rusa en Colombia con la bendición del obispo Leonid (Gorbachov) de Buenos Aires y Suramérica. - 2015 Comienza a labores la Misión en Antioquia dedicada a San Alexander Nevsky. 32 7. ESTRUCTURA. Las normas básicas e idénticas por las cuales se rigen las iglesias ortodoxas contienen los siguientes elementos: A. Administración Canónica: 1. Obispos diocesanos, representantes de la Iglesia en su diócesis y que la administran con ayuda de órganos elegidos o nombrados y compuestos de clero y laicos. 2. Concilio de la Iglesia local, al que pueden acudir bien los obispos de esta Iglesia solamente, o bien los obispos y representantes del clero y de los laicos. 3. El Primado, que es la cabeza visible de la Iglesia local y que recibe el título de Patriarca, Arzobispo o Metropolita. 4. Sínodo permanente de los obispos de la Iglesia local, tanto si son elegidos por la colectividad de los obispos como si son nombrados por el Patriarca y convocados a las sesiones de turno. 5. Parroquias, gobernadas por curas-párrocos con la ayuda de Consejos parroquiales, compuestos de todo el clero de la parroquia y por representantes elegidos o nombrados por los laicos. 6. Monasterios, tanto femeninos como masculinos y que pueden ser dependientes del Ordinario diocesano o bien dependientes del gobierno central de la Iglesia local. En la Iglesia Ortodoxa no existen órdenes monásticas, aunque hay dos formas de vida religiosa: 33 a) Conventos Cenovitas (de koinovios = vida en común), donde los monjes forman una familia religiosa bajo la dirección de un superior único, el hegúmeno. Poseen en común el alojamiento, el vestido, la alimentación y el trabajo. b) Conventos Idioritmos (propio ritmo), donde los monjes tienen la administración en común, así como la liturgia los domingos y grandes fiestas, parte del vestido y el trabajo. La alimentación está a cargo de cada uno y se les permite poseer los bienes que ellos mismos se han procurado, aunque generalmente no pueden ser muchos. Existen también los Anacoretas y los Eremitas. La vida monástica de la Iglesia Ortodoxa en su mayor parte es una vida completamente litúrgica. En los monasterios comunitarios todo el ritual litúrgico se cumple sin omisión. La plena vida litúrgica exige al menos catorce horas diarias, quedando el resto del día para el trabajo manual o científico y un reposo muy corto. 8. La Cruz Ortodoxa 34 Una explicación de la Cruz Ortodoxa tradicional de tres barras (también conocida como Bizantina, Eslava o rusa) A través de la Cruz vino nuestra Salvación. Constantemente se nos recuerda que Cristo murió por nosotros cuando vemos la Imagen de la Cruz (mostrando al Señor crucificado), y se nos recuerda que se levantó de la muerte cuando contemplamos la Imagen de Cristo en el manto que "no fue hecha por manos" (Eslavo: Нерукутвореному образъ Nerrukutvorienomu obrazs) que muestra al Señor resucitado. Alabando al Señor crucificado están dos ángeles, cargando entre ellos con la inscripción: "Ángeles del Señor" (Eslavo: Ангели Господни Anguieli Gospodñi). En algunas representaciones de la Cruz los Ángeles sostienen una imagen de la Santísima Trinidad, pero la tradición varía en si esto se permite o no; usualmente 35 los ángeles simplemente sostienen sábanas, indicando su función como mensajeros que sirven al Señor y esperan en Él. La barra superior de la Cruz contiene la inscripción que Pilatos ordenó se colgara sobre la cabeza de Cristo. En esta tabla se inscribió: "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos" en hebreo, griego y latín (abreviado a las iniciales INBI en griego, INRI en latín y en algunos raros casos І.Н.Ц.І. en eslavo). Esta inscripción fue reemplazada por "Rey de Gloria" (Eslavónico: Царь славы Tsar slavhi) justo debajo de las rodillas de los ángeles. En la tabla de título están inscritas las iniciales IC XC siendo las primeras y últimas letras del nombre de Jesucristo en griego "Iisous Khristos". En adición, justo por encima de los brazos de Cristo vemos la inscripción "NIKA", que en griego significa: "Él conquista" o "Él es victorioso" de manera que en la tradición nueva y vieja comúnmente vemos ambas inscripciones juntas ordenadas dentro de una cruz ICXC, NIKA, o sea, Jesucristo es victorioso. Nótese que en la tradición ortodoxa oriental, el Salvador no lleva una corona de espinas (como en la tradición occidental) ni se muestra vivo en la cruz, o en ningún otro aspecto de sufrimiento, sino en un estado de humilde y pacífico reposo, con la cabeza inclinada. También nótese que Sus pies están clavados con dos clavos. En la barra intermedia se sitúan las manos del señor. En cada esquina de la barra vemos al Sol (a la izquierda; en Elavonico солнца solntsa) y laluna (a la derecha; en Eslavo: луна luna) ya que de acuerdo a las escrituras, "El sol ocultó su luz, y la luna se volvió de sangre" (Joel 2:31). La inscripción "Hijo de Dios" (Eslavo: Сынъ Божіи Sin Bolliy) está situada en ambos lados de la cabeza de Cristo, y debajo de sus brazos leemos la inscripción: "Nos inclinamos ante tu Cruz, Oh Maestro, y rendimos culto a Tu santa Resurrección" (en Eslavo: Кресту Твоему покломняемся Владыко, и святое воскресение Твое славимъ) Krestu Tvoiemu poklomniaemsia Vladiko, i sviatoe voskreseñie Tvoie slavim. El halo de Cristo está inscrito con las letras griegas 'w ov', que significan: "El Ser" o "Aquel que es", para recordarnos que Cristo es el mismo Dios que se identificó a Sí mismo con esas palabras a Moisés en la Antigua Ley. 36 A los lados del cuerpo de Cristo, hay una lanza (que Lo traspasó) y una esponja en una vara de caña (que fue mojada en vinagre y ofrecida a Él para beber). La lanza, a la izquierda, está marcada con la letra "K", significando копие kopie, mientras que la esponja al lado opuesto tiene una "T" por трость trostch. (En otras Cruces, se podrá encontrar "Г" significando "губка" gubka, esponja). En el cuerpo de Cristo se aprecian agua y sangre fluyendo de su costado. La barra inclinada es el descansa pies. En las plegarias de la novena hora, La Iglesia asemeja la Cruz a una balanza de justicia: "Entre dos ladrones Tu Cruz vino a ser una balanza de justicia: porque uno de ellos fue arrastrado al Hades por el peso de su blasfemia (la balanza hacia abajo), mientras que el otro fue liberado de sus transgresiones por la comprensión de la teología (balanza hacia arriba). Oh Cristo Dios, gloria a Ti". La ciudad de Jerusalén se muestra en el paisaje, pues Cristo fue crucificado fuera de las paredes de la ciudad. Cerca de los pies de la Cruz están las letras "Г Г" que significan 'Monte Gólgota' (en Eslavo: Гора Голгофы Gora Golgothi). Esta es la loma fuera de la ciudad donde Cristo fue crucificado. Debajo de los pies de Cristo hay cuatro letras eslavónicas con marcas de abreviación: "М.Л.Р.Б.", que significan: "El lugar de la calavera, donde Adán fue" (en Eslavo: Место лобное рай бысть Mesto lobnoie rayi buistsh). Oculto en una cueva bajo la tierra está el 'cráneo de Adán' (pues por tradición se dice que Cristo fue crucificado precisamente en el mismo lugar donde Adán fue enterrado), identificado con las letras: "Г А" (en Eslavo: глава Адамла glava Adamla). De esta manera se nos recuerda que Adán, nuestro antepasado perdió el Paraíso por el árbol del que erróneamente participó; Cristo es el nuevo Adán, trayéndonos la Salvación y el Paraíso a través del árbol que formó la Cruz. 9. La Señal de la Cruz 37 Para hacer la señal de la cruz debemos juntar los tres primeros dedos de la mano derecha (pulgar, índice y medio) y los otros dos (anular y meñique), se doblan hacia la palma. Los tres primeros dedos nos demuestran nuestra fe en la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Los dos dedos doblados, significan que el Hijo de Dios bajó a la tierra siendo Dios y se hizo hombre, demostrándonos sus dos naturalezas, la divina y la humana. Al iniciar la señal de la cruz ponemos los tres dedos juntos en: la frente, para santificar nuestra mente; en el pecho/abdomen para santificar nuestros sentimientos interiores; al hombro derecho y después al izquierdo, para santificar nuestras fuerzas corporales. La señal de la Cruz en la tradición bizantina, es en realidad la forma original que tuvo esta práctica entre todos los cristianos de los tiempos de la Iglesia Indivisa tanto de Occidente, como de Oriente. Esta manera antiquísima de persignarse que aún se conserva en el seno de la Iglesia Ortodoxa, expresa de manera simple y lógica la doctrina trinitaria, puesto 38 que el cristiano cuando pone sus dedos de la frente al abdomen, lo hace diciendo en nombre del Padre, cuando se dirige al hombro derecho, dice en nombre del Hijo, y cuando se dirige al hombro izquierdo, dice en nombre del Espíritu Santo, y esto tiene su razón de ser, y es la siguiente: el Hijo está sentado a la derecha del Padre; es por eso que entre los ortodoxos la señal de la Cruz se hace de derecha a izquierda, y no a la inversa como es el uso común entre los cristianos de Occidente, ya sean católicos, anglicanos o protestantes. Cuando nos persignamos debemos hacerlo repitiendo mentalmente: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén." Así demostramos nuestra fe en la Santísima Trinidad. En nuestro deseo de vivir y trabajar para la gloria de Dios. La palabra Amén significa: "De verdad" o "Así sea." La señal de la cruz nos da fuerza para rechazar y vencer el mal. Tenemos que hacerlo correctamente, sin apuro, respetuosamente y conscientemente del acto que significa el persignarse. Debemos persignarnos: al iniciar, durante y al final de una oración; al reverenciar los iconos; al entrar y salir de la Iglesia; al besar la Cruz; también hay que hacerlo en los momentos difíciles de nuestras vidas, en alegrías y penas, en dolor y congoja; antes y después de las comidas. 10. SACRAMENTOS En la Iglesia Ortodoxa, celebramos lo que se llama los Sacramentos, o bien, los Santos Misterios. Generalmente, hacemos referencia a siete sacramentos o misterios: Bautismo, Crispación, Eucaristía, Penitencia, Santo Matrimonio y Orden Sagrado. Sin embargo, como cristianos ortodoxos, creemos que Dios está presente en cada aspecto de nuestra vida y en cada momento. Esto significa que cada acción, si 39 pedimos la gracia de Dios, su Bendición, misericordia y ayuda divina para ella, es también “sacramental”. Todo participa del misterio de la fe cristiana. 10.1 BAUTISMO El misterio del bautismo, nos incorpora a la Iglesia, al cuerpo de Cristo, y es nuestra introducción a la vida de la Santa Trinidad. El agua es un símbolo natural de la purificación y la nueva vida. Mediante la inmersión triple en las aguas del Bautismo en el nombre de la Santa Trinidad, uno se muere al hombre viejo y al pecado, naciendo a una vida nueva en Cristo. El Bautismo es la identificación pública de uno con Cristo y su Iglesia. Es una Pascua de Resurrección personal, mediante la cual cada uno de nosotros comparte la Muerte de Cristo y su Victoriosa resurrección. Siguiendo la práctica de la Iglesia primitiva, la ortodoxia realiza el Bautismo de Infantes. La Iglesia cree que el misterio da testimonio de la acción de Dios, quien elige un niño para ser miembro importante de su pueblo. Desde el día de su Bautismo, se espera que los niños maduren en la vida del Espíritu, por medio de su familia en la Iglesia. Se practica el Bautismo de adultos, cuando no hubo un Bautismo previo en el nombre de la Santa Trinidad. “El que no renace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, es carne, y lo que nace del Espíritu, es Espíritu”. (Juan 3, 5- 6) 40 10.2 CRISMACIÓN El misterio de la Crismación, se da inmediatamente después del bautismo; nunca se difiere hasta una edad, mas tarde. Como el misterio de Cristo fue vivificado por el Espíritu, y la predicación de los apóstoles fortalecida por el Espíritu, así también la vida del cristiano Ortodoxo es santificada por el Espíritu Santo. La Crismación que también se conoce como el Pentecostés Personal, es el misterio que otorga el Espíritu de una forma especial. El Misterio de la Crismación, el sacerdote unge varias partes del cuerpo del recién bautizado con el Crisma o también llamado Santo Mirón diciendo: “El sello del don del Espíritu Santo” y las personas respondiendo: “Dale el don del Espíritu Santo”. El Crisma, es un aceite bendecido por el Obispo, es una señal de la consagración y la fuerza. Este misterioenfatiza las verdades de que no solamente es cada persona un miembro valioso de la Iglesia, sino, que cada uno de nosotros esta bendecido por el Espíritu con ciertos dones y talentos. El ungimiento también nos hace recordar que nuestros cuerpos tienen valor y participan en el proceso de la salvación. 41 Los misterios de iniciación siempre se concluyen con la distribución de la Santa Eucaristía al recién bautizado. Idealmente, esto sucede dentro de la celebración de la Divina Liturgia. Esta práctica revela que la ortodoxia considera que los niños desde su infancia son miembros integrantes de la Iglesia. Nunca jamás habrá un tiempo en que los jóvenes no sean una parte del Pueblo de Dios. 10.3 COMUNIÓN La Santa Eucaristía que se conoce como la Divina Liturgia, es la experiencia más antigua, central e importante de la Ortodoxia. La palabra EUCARISTÍA, deriva del griego y significa: “Dar Gracias”. Es el ofrecimiento del Cuerpo y la Sangre de Cristo en las especias del Pan y el Vino, para la remisión de los pecados y para la vida eterna. La Eucaristía tiene su origen en la “ÚLTIMA CENA”, cuando Cristo instituyo y enseño a sus discípulos a ofrecer el pan y el vino en memoria suya. En la Iglesia nos reunimos para participar en el misterio de la salvación, recordando y celebrando la Vida, Muerte y resurrección de Cristo ofrecida todos los domingos y días de fiestas Eclesiásticas. La Iglesia cree que Cristo está realmente presente con Su Pueblo en la celebración de la santa Eucaristía. Los dones eucarísticos de pan y vino se convierten para nosotros en Su Cuerpo y Su Sangre. Todos los otros misterios de la Iglesia se dirigen hacia y fluyen d la Eucaristía, que está en el centro de la vida de la Iglesia. 42 Nosotros debemos recibir el Cuerpo y la Sangre de cristo en cada Divina Liturgia, pero debemos prepararnos para hacerlo. Nos preparamos para recibir la Eucaristía al: • Reconocer los pecados y faltas que hemos cometido; • Desear sinceramente el perdón de Dios; • Reconciliarnos con aquellos que nos han ofendido, así como con quienes nosotros hemos ofendido; • Buscar la ayudad de Dios para que caminemos de acuerdo a Sus Mandamientos y en Su amor; • Guardar la noche anterior a la Eucaristía para la reflexión, oración y ayuno. “Si no comen de la carne del Hijo del Hombre y no beben de su Sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitare en el ultimo día”. (Juan 6, 53-54) 10.3.1 DIVINA LITURGIA Dentro del Rito bizantino las Liturgias más celebradas son las llamadas de San Juan Crisóstomo, que es la comúnmente celebrada y la de San Basilio, que se celebra el día de la fiesta de San Basilio el 1 de enero, en la vigilia de las fiestas de Navidad y Teofanía y los domingos de la Gran Cuaresma. Durante esta última, los días entre semana, se celebran la Liturgia de los Dones Presantificados o de San Gregorio Magno, que en la realidad es la celebración de las Vísperas con el oficio de la Comunión con los Corderos consagrados el domingo anterior. También existe la llamada Liturgia de Santiago de Jerusalén, y que prácticamente se celebra nada más que en la fiesta del primer Obispo de la Ciudad Santa. La Liturgia Divina según el Rito Bizantino tiene tres partes: la Liturgia de la Preparación, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística. Desarrollemos brevemente cada una de ellas. 43 Liturgia de la Preparación o “Proskomidia” Antes de comenzar la Divina Liturgia propiamente dicha, el sacerdote y un diácono comienzan la preparación de los dones del pan y del vino que han de utilizarse en la Eucaristía. Este ritual tiene un simbolismo muy particular y es muy similar en todas las iglesias bizantinas. Se utilizan cinco trozos de pan en el uso eslavo y una única “prósfora” en el uso griego. En el Monte Athos usan dos. El sacerdote corta del pan principal, un cuadrado llamado el “Cordero”, que es el pan que será consagrado. También separa otros trozos más pequeños y los coloca en una patena en conmemoración de la Madre de Dios, los santos y los fieles vivos y difuntos. El resto del pan, llamado “antidoron” se bendice y se distribuye entre los fieles al finalizar la Divina Liturgia. El sacerdote bendice también el vino y el agua que se vierten en el cáliz. Algo de agua caliente se echa en el cáliz después de la “epíclesis”. Durante toda esta ceremonia litúrgica, los dones (pan y vino) sin incensados varias veces y quedan depositados en una pequeña mesa cercana al altar del sacrificio eucarístico llamada “Prótesis”. Liturgia de la Palabra http://1.bp.blogspot.com/-EaMZ4hePwRc/TVQXpItOzfI/AAAAAAAAH9g/jz0I0YBjjaI/s1600/Zhertvennik--1+NUEVO.jpg 44 El rito de entrada comienza con la exclamación que realiza el sacerdote: “Bendito el reino del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos”. Los fieles responden: “Amén”. El diácono (o el sacerdote, si no hay diácono) comienza a continuación la “Gran Letanía”, que tiene este nombre por ser más larga de lo habitual y en la que se pide por todas las necesidades: la paz y la salvación para la Iglesia, sus ministros y sus fieles, los encarcelados, los enfermos y todos los que padecen alguna necesidad. Al igual que en la mayoría de las letanías, se hace memoria de los fieles difuntos y se honra a la Madre de Dios. El sacerdote la concluye con una oración final. Siguen tres antífonas que varían según el día, siendo las dos primeras seguidas por una letanía corta y una oración. La tercera antífona es seguida de la llamada “Pequeña Entrada” con los libros de los Evangelios y de unos “troparios” y “kontakios” prescritos según el día, el tiempo litúrgico o el templo en el que se celebra la Divina Liturgia. Después de haber entrado se canta el Trisagio: “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros”. A continuación viene el rito de la proclamación de la Palabra de Dios. La proclamación de las Escrituras se anuncia con el “prokímenon”, que consiste en el canto de unos versículos de los salmos en forma responsorial. Entonces el lector proclama cantando la lectura de un pasaje de los Hechos de los Apóstoles durante el tiempo de Pascua o de una Epístola. En el modo ruso, recordando como la primitiva Iglesia fue surgiendo de las catacumbas, el lector comienza el canto en voz baja, la cual va alzando para terminar el texto cantado con una voz 45 aguda. Normalmente, se tiene tonos apropiados y se acompaña, sobre todo el Evangelio, con hermosos melismas. Se canta un triple aleluya, también con versos como en el prokímenon. Este aleluya anuncia el canto solemne del Evangelio, antes del cual existe un breve intercambio de plegarias entre el sacerdote y los fieles. A continuación el diácono canta el Evangelio. Aunque la homilía siempre es al final de la Liturgia, en algunas iglesias se ha introducido esta costumbre totalmente extraña y que corta el dinamismo de la Liturgia. La ceremonia continúa con la llamada “Letanía de la ferviente súplica”, la cual va remarcada insistentemente con la triple repetición del “Señor ten piedad”. Los días entre semana y, sobre todo los sábados, día dedicado a la memoria de los difuntos, se hace a continuación la “Letanía por los difuntos”. La primera parte de la Liturgia concluye con la Letanía por los catecúmenos, por aquellos que están esperando el bautismo. Liturgia Eucarística Esta parte de la Divina Liturgia se inicia con dos letanías en las que se pide por los fieles y con la “Gran Entrada” cantando el llamado “Himno de los querubines”, himno atribuido al emperador Justiniano I: “Nosotros, que místicamente representamos a los querubines, cantamos el himno tres veces santo a la Divina Trinidad, dejando de lado las preocupaciones de este mundo, para que podamos recibir al único Rey, quien viene invisible, escoltadopor los coros celestiales”. Mientras se canta este himno, el sacerdote va a la mesa de la “Proskomedia”, da la patena al diácono y él mismo coge el cáliz. Se organiza una procesión saliendo el diácono y el sacerdote por la puerta norte del iconostasio y llevando los dones se entra por la puerta principal del mismo, mientras el diácono va cantando pidiendo que el Señor se acuerde de todas las personas. Mientras la procesión se realiza, los fieles siguen cantando el “Himno de los querubines”. Si en la ceremonia no hay diácono, esta Gran Entrada la realiza solo el sacerdote portando la patena y el cáliz. Todo este rito es lo que nosotros llamaríamos el ofertorio. Posteriormente, el sacerdote bendice a los fieles y todos rezan el “Símbolo de la Fe” (el Credo). 46 Tras el rezo del Credo, el sacerdote comienza la “anáfora”, que es la gran oración eucarística sobre las ofrendas, que se inicia con la frase “Levantemos los corazones”. Como dije al principio, las dos anáforas principales son la de San Juan Crisóstomo y la de San Basilio el Grande. Después de recordar la historia del pecado del hombre, de la redención efectuada por Cristo y de la institución de la Eucaristía, el sacerdote invoca al Espíritu Santo (epíclesis) pidiéndole que descienda sobre los dones convirtiéndolos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La doctrina ortodoxa afirma que la transustanciación (Metamorfosean) se realiza en el momento de la epíclesis. Desde ese momento, el pan y el vino son tratados como el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Después de haber invocado al Espíritu Santo y a los dones consagrados, el sacerdote conmemora a los santos, empezando por la Madre de Dios. Se canta un antiguo himno en honor de la Virgen, el sacerdote ora por el patriarca, el obispo y por el clero y fieles para que todos se mantengan dentro de la fe 47 ortodoxa y conserven la salud del alma y del cuerpo. La plegaria eucarística va seguida de una Letanía y del canto del Padre Nuestro. Después de esto, el sacerdote levanta los dones consagrados diciendo con voz alta: “Las cosas santas son para los santos”, a lo que los fieles responden: “Uno es Santo, uno es el Señor, Jesucristo, para gloria de Dios Padre. Amén”. Se realiza la fracción del pan justo antes de la comunión de los sacerdotes. Después de la comunión del clero, se distribuye la comunión entre los fieles bajo las dos especies. Previamente se han mezclado el pan y el vino consagrados y con una cucharilla, reciben la Eucaristía en la boca. Con posterioridad se toman el “antidoron” y en algunas partes de Rusia, un pequeño vaso de vino dulce caliente. Finalmente, después de la homilía y dar la bendición, el sacerdote despide a los fieles, quienes, antes de abandonar el templo, veneran a la santa Cruz. 48 10.4 PENITENCIA El Sacramento de la Penitencia nos reconcilia con Dios y con nuestros hermanos, cuando hemos fallado en vivir de acuerdo a la imagen de Dios, pecamos. Pecado es todo aquello que va en contra del amor de Dios y del prójimo. Es una ofensa a Dios, infinitamente bueno y amable, y es también una ofensa a nuestra dignidad y a la de nuestros hermanos. Todo aquello que divide, corrompe y destruye al hombre en si mismo y en sus relaciones con los otros. Tenemos la confianza de recibir su perdón y misericordia, si buscamos en una forma sincera y honesta el perdón de Dios, que son sin límites. Este sacramento fue instituido por Nuestro Señor Jesucristo, después de su resurrección, cuando apareciéndose a sus discípulos les dijo: “Recibid el Espíritu Santo, aquellos a quienes perdonéis los pecados les serán perdonados, y aquellos a quienes se los retuviereis les serán retenidos”. (Juan 20, 22). De este modo los apóstoles y los sacerdotes recibieron el poder de perdonar los pecados, en nombre de Jesús. Jesús, porque nos ama, quiere lo mejor para nosotros. Por eso busca que cada día seamos mejores. Para eso es necesario que cambiemos de vida. Dejar todo aquello que nos separa de Dios. 49 Jesús no aplaude el pecado, pero ama a los pecadores y siempre esta dispuesto a perdonarlos. Todos somos pecadores. Esto quiere decir que no hacemos la voluntad de Dios, sino que seguimos nuestra propia voluntad. 10.5 UNCIÓN DE LOS ENFERMOS. Para el momento difícil de la enfermedad, Cristo nos sale al paso con el sacramento de la Santa Unción de los Enfermos. La Unción de los Enfermos, tal como lo reconoce y enseña la Iglesia, es uno de los siete sacramentos del Nuevo Testamento, instituido por nuestro Señor Jesucristo. En distintos momentos de su vida, Jesús impuso sus manos sobre los enfermos, perdonándoles los pecados, e incluso devolviéndoles la salud. El apóstol Santiago nos recuerda que esta fue la tradición de la Iglesia desde comienzo, cuando dice: “¿Está enfermo alguno de ustedes? Mande a llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él y lo unjan con el Óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvara al enfermo y el Señor lo aliviara y sus pecados le serán perdonados”. (Sant 5, 14) Cuando una persona está enferma y sufriendo, a veces en la vida es frecuente que durante un lapso de tiempo se sienta solo y aislado. Entonces el Sacramento o misterio del Óleo de los enfermos o Santa Unción, nos hace recordar que 50 cuando estamos con dolor físico, emocional o espiritual, Cristo está presente con nosotros mediante el Misterio de su Iglesia. El está en medio de nosotros para ofrecernos la fuerza necesaria para enfrentar los desafíos de la vida, e inclusive en acercamiento de la muerte. Se usa el Óleo en este Misterio como una señal de la presencia, poder y perdón de Dios. Después de la lectura de siete Epístolas, siete Evangelios y siete Oraciones, todos dedicados a sanar, el sacerdote unge el cuerpo con el Óleo santo. La Ortodoxia nos reserva este misterio solamente a los moribundos. Se ofrece a todos los que están enfermos del cuerpo, mente o espíritu. La Iglesia además celebra el misterio, para todos sus miembros durante la Semana Santa, en el día miércoles Santo. 10.6 SANTO MATRIMONIO Desde las primeras páginas de la Biblia, o sea, desde la creación del mundo, Dios dijo al hombre y a la mujer: “crezcan y multiplíquense”. 51 Esto significa que desde los albores de la humanidad, Dios mismo pensó en la familia. La familia, por tanto, no es una institución humana, sino que fue fundada por el mismo Dios. El es quien une a un hombre y a una mujer en una relación de amor mutuo. El misterio del Matrimonio da testimonio de su acción. Mediante este misterio, un hombre y una mujer se unen públicamente como marido y mujer. Ellos entran en una nueva relación del uno con el otro, con Dios y su Iglesia, ya que no se considera matrimonio como un contrato legal, no hay votos en el misterio. Según las enseñanzas ortodoxas, el matrimonio no es simplemente una institución social, sino una vocación eterna del Reino de Dios. Un marido y su esposa, están llamados por el Espíritu Santo, no solamente a vivir juntos, sino también a compartir juntos su vida cristiana, para que cada uno con la ayuda del otro, pueda acercarse más a Dios y ser las personas que deben ser. En el oficio del Matrimonio Ortodoxo, después de que la pareja ha sido comprometida y se han puesto las argollas, los novios son coronados con las “Coronas de Gloria y Honor” significando esto el establecimiento de una copa común que es reminiscencia de las “Bodas de Cana de Galilea” y que simboliza el compartir las cargas y alegrías de su nueva vida. “Dios lo hizo hombre y mujer, por eso dejara el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa y serán los dos uno solo. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. (Mateo 10, 6-9)
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