Logo Studenta

290 EVAI- Escala de Evaluacin del Autismo Infantil

Esta es una vista previa del archivo. Inicie sesión para ver el archivo original

290. EVAI- Escala de Evaluación del Autismo Infantil/EVAI-ESCALA DE VALORACION DE AUTISMO INFANTIL.pdf
 UNIVERSIDAD DE TARAPACA 
 FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES, 
 ADMINISTRATIVAS Y ECONOMICAS 
DEPARTAMENTO DE FILOSOFIA Y PSICOLOGIA 
 
 
 
 EESSCCAALLAA DDEE VVAALLOORRAACCIIOONN 
 
 DDEELL AAUUTTIISSMMOO IINNFFAANNTTIILL 
 
 ((EEVVAAII)) 
 
 
 
 (The Childhood Autism Rating Scale - CARS) 
 
 
 
 
 
 Eric Schopler, Ph.D., 
 Robert J. Reichler, M.D., y 
 Bárbara Rochen Renner, Ph.D. 
 
 
 
 
 
 Publicado por 
 WPS 
 Western Psychological Services 
 
 
 
 Segunda Edición, Septiembre de 1988. 
 
 
 Copyright (c) 1986, 1988 por Western Psychological Services 
 
 
 
 
 
 
 Traducción de Francisco Leal-Soto, con la colaboración de 
 Lucía Pilar Aguirre y Elaine E. Williams, 
 Centro de Diagnóstico D-421 
 LA SERENA, CHILE 
 Septiembre de 1989. 
 DOCUMENTO DE CIRCULACION RESTRINGIDA 
 TABLA DE CONTENIDOS 
 
 
Agradecimientos 
 
Prefacio 
 
Introducción 
 
Desarrollo del método de la EVAI 
 
Relación con otros criterios y escalas de diagnóstico 
 
Ventajas de la EVAI 
 
Fundamento de los 15 ítems de la escala 
 
Evaluación de la escala 
 Confiabilidad 
 Validez 
 
Usuarios y usos de la EVAI 
 
Cómo observar y valorar 
 (I) Relación con otras personas 
 (II) Imitación 
 (III) Respuesta emocional 
 (IV) Uso del cuerpo 
 (V) Uso de objetos 
 (VI) Adaptación al cambio 
 (VII) Respuesta visual 
 (VIII) Respuesta auditiva 
 (IX) Respuesta y uso del gusto, el olfato y el tacto 
 (X) Miedo o nerviosismo 
 (XI) Comunicación verbal 
 (XII) Comunicación no-verbal 
 (XIII) Nivel de actividad 
 (XIV) Nivel y consistencia de la respuesta intelectual 
 (XV) Impresión general 
 
Interpretación de los puntajes de la EVAI 
 
Referencias 
 
Protocolo 
 
 
 
 INDICE DE TABLAS 
 
Tabla 1. Información demográfica 
 
Tabla 2. Confiabilidad entre examinadores para cada ítem 
 
 
 
 AGRADECIMIENTOS 
 
 Este instrumento ha estado en proceso de elaboración por más de 15 
años. Ha tenido la considerada atención de más colegas que los posibles 
de recordar ahora. No obstante, los autores desean agradecer la 
inapreciable contribución de Alexandra Adams y Susan Rosenthal en la 
recopilación de los datos para el uso amplio de la EVAI. Margaret D. 
Lansing recogió pacientemente ejemplos clínicos de las valoraciones. 
Robert DeVellis y Ken Daly proporcionaron los datos y el análisis de la 
primera edición de la EVAI, y Bob McConnaughey contribuyó con el 
admirable programa y análisis computacional de la muestra expandida de 
esta edición. Sue Ellis y su maestría en el uso del procesador de textos 
permitió revisar varios borradores. El desarrollo de esta edición de la 
EVAI fue parcialmente financiada por el Contrato #330-80-0841 del 
Departamento de Educación de los Estados Unidos. 
 
 
 
 PREFACIO 
 
 La Escala de Valoración del Autismo Infantil (EVAI) ha estado en uso 
desde 1971 en la forma publicada como un apéndice al artículo de 
Schopler, Reichler, DeVellis, y Daly (1980). La edición en este volumen 
permite la continuidad y consistencia con el uso de la primera versión. 
Sin embargo, ésta incluye análisis de datos adicionales, lo que resulta 
en un nuevo y más amplio uso de las Escalas. Este incluye su utilización 
por una mayor variedad de profesionales entrenados en diferentes 
disciplinas, usando datos de observaciones recogidas de una gran variedad 
de fuentes y la incorporación de los diferentes sistemas diagnósticos 
existentes. 
 
 La anterior edición de trabajo de la EVAI fue usada principalmente 
por diagnosticadores entrenados en hacer observaciones y valoraciones 
mientras observaban sesiones específicas de examen psicológico. Los 
límites de estas condiciones han sido ampliados en esta edición. Otros 
profesionales, incluyendo estudiantes de medicina, residentes de 
pediatría, educadores especiales, psicólogos escolares, especialistas del 
lenguaje y fonoaudiólogos, han mostrado su capacidad para hacer un uso 
confiable de este instrumento. Por otra parte, y adicionalmente a las 
observaciones realizadas durante sesiones formales de evaluación, las 
escalas pueden ser valoradas a partir de fichas médicas, observaciones en 
la sala de clases e informes de los padres. 
 
 Finalmente, es ampliamente reconocido que varios sistemas levemente 
diferentes para el diagnóstico del autismo han sido publicados. En esta 
edición, los 15 ítemes de la escala son identificados de acuerdo a su 
consistencia con estos cinco sistemas principales de diagnóstico. Esto 
permite al usuario establecer comparaciones aproximadas de los resultados 
de la EVAI de acuerdo con estos cinco sistemas de diagnóstico. 
 
 Estas tres nuevas características de la EVAI permiten su amplio uso 
en la clínica y la investigación, al tiempo que mantienen la continuidad 
con los sistemas existentes. 
 
 
 
 INTRODUCCION 
 
 La Escala de Valoración del Autismo Infantil (EVAI) es una escala de 
valoración conductual de 15 ítemes, desarrollada para identificar niños 
con autismo y diferenciarlos de aquellos con alteraciones del desarrollo 
que no presentan el síndrome de autismo. Además distingue entre niños con 
autismo en los rangos moderado y severo. Fue inicialmente desarrollada 
hace más de 15 años, (Reichler y Schopler, 1971), con el fin de capacitar 
a los clínicos para obtener un diagnóstico más objetivo del autismo en 
una forma más simple. Los 15 ítemes de la actual versión de la EVAI 
incorporan: a) las características primarias del autismo señaladas por 
Kanner; b) otras características descritas por Creak en muchos, pero no 
todos, los niños que pueden ser considerados autistas; y c) escalas 
adicionales útiles para delimitar los síntomas característicos de niños 
pequeños. 
 
 
 DESARROLLO DEL METODO DE LA EVAI 
 
 La actual edición de la EVAI es el resultado de un proceso de 
utilización, evaluación y modificación que ha tomado aproximadamente 15 
años e involucrado a más de 1500 casos. La escala fue primero 
desarrollada como un instrumento para la investigación, en respuesta a 
las limitaciones de los instrumentos de clasificación diagnóstica 
disponibles en ese tiempo. Esta escala valorativa original, desarrollada 
por el Child Research Project y la Universidad de Carolina del Norte en 
Chapel Hill, se basó principalmente en criterios consensuales para el 
diagnóstico del autismo, como los reportados por el British Working Party 
(Creak, 1964). Esa escala fue llamada Escala Valorativa de la Psicosis 
Infantil (Childhood Psychosis Rating Scale, CPRS) (Reichler y Schopler, 
1971), para minimizar la confusión con la clásica definición específica 
del autismo de Kanner (1943). Ahora, sin embargo, dado que la definición 
del autismo ha sido ampliada y ya no está restringida al uso inicial que 
Kanner hizo del término, llamamos a nuestro instrumento Escala de 
Valoración del Autismo Infantil (EVAI). 
 
 La escala original fue revisada para evaluar niños referidos a 
nuestro programa de cobertura estatal para el Tratamiento y Educación de 
Niños Autistas y otros Déficits en la Comunicación (Treatment and 
Education of Autistic and related Communication handicapped Children, 
Division TEACCH). TEACCH comenzó en 1966 como el primer programa estatal 
para niños y adultos con autismo y otras alteraciones similares, diseñado 
para ofrecer servicios integrales, investigación y entrenamiento. Se 
ofrece intervención especial en las tres áreas principales de la vida del 
niño: el hogar, la escuela y la comunidad. Cinco centros regionales 
proveen evaluación diagnóstica y consejería a los padres para mejorar el 
ajuste familiar. Se proporciona educación especial en unas 40 salas de 
clase localizadas en escuelas públicas, a cargo de profesores
entrenados 
y supervisados por el equipo profesional del programa TEACCH. Las 
relaciones entre la comunidad y las necesidades especiales de los niños 
son canalizadas a través de grupos de padres asociados a cada clase y 
centro. Aunque cada centro se localiza en una sede del sistema 
universitario estatal, la mayor parte de nuestra investigación se ha 
 
 
 
centralizado en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, 
donde la EVAI fue desarrollada. 
 
 Como es característico de las poblaciones con alteraciones en el 
desarrollo, aproximadamente el 75% de nuestros casos son hombres. La 
distribución etaria es similar para ambos sexos, con aproximadamente el 
57% bajo 6 años al ingreso al programa, 32% entre 6 y 10 años, y 11% de 
10 o más. El nivel socioeconómico modal de la población atendida, medida 
por el índice de dos factores (ocupación y educación) de Hollingshead-
Redlich (1958) corresponde a la categoría IV, que es la segunda más baja 
de 5. Aproximadamente el 60% de nuestros beneficiarios caen en las 
últimas dos categorías. Aproximadamente el 67% de nuestra población es 
blanca, 30% negra y 3% de otras razas. Esto refleja la distribución 
racial atendida por las escuelas públicas del estado de Carolina del 
Norte (North Carolina Education Directory 1982-83, p. 118). La mayor 
parte de nuestra muestra presenta déficits intelectuales, evaluados por 
tests estandarizados como WISC, Merrill-Palmer, Bayley y Leiter 
International Performance Scale. Aproximadamente el 71% tiene CI's bajo 
70, con sólo el 17% con CI's entre 70 y 84, y 13% iguales o mayores que 
85 (Ver Tabla 1). 
 
 
 Tabla 1 
 Información Demográfica 
 Total de Casos N = 1.606* 
 
================================================================= 
 I. Sexo Mujeres 
371 
(24.3%) 
Hombres 
1.160 
(75.7%) 
 
 
 II. Raza Negros 
450 
(30.2%) 
Blancos 
996 
(66.9%) 
Otros 
43 
(2.9%) 
 
 
III. Nivel 
Socioeconómico 
(Hollingshead) 
I 
128 
(9.1%) 
II 
131 
(9.3%) 
III 
317 
(22.4%) 
IV 
466 
(33.0%) 
V 
371 
(26.3%) 
 
 IV. Edad en 
la evaluación 
inicial 
0-5 
847 
(56.4%) 
6-10 
480 
(32.0%) 
11+ 
171 
(11.4%) 
 
 
 V. CI en la 
evaluación 
inicial 
0-69 
841 
(70.6%) 
70-84 
197 
(16.5%) 
85+ 
153 
(12.8%) 
 
================================================================= 
*Para algunas variables demográficas, el total de casos puede ser 
un poco menor que 1.606 debido a falta de información. 
 
 
 
 
 RELACION CON OTROS CRITERIOS Y ESCALAS DE DIAGNOSTICO 
 
 Cinco sistemas importantes han sido extensamente utilizados para el 
diagnóstico del autismo: los criterios de Kanner (1943), los puntos de 
Creak (1961), la definición de Rutter (1978), la de la National Society 
for Autistic Children (NSAC, 1978), y la del DSM-III-R (1987). Aunque 
ampliamente usados para diagnóstico clínico e investigación, ninguno de 
estos sistemas ha sido integrado en una escala de valoración o una lista 
de cotejo. Aunque se superponen en las principales características del 
autismo, también presentan varias diferencias significativas. 
 
 Cuando inicialmente desarrollamos nuestras valoraciones diagnósticas 
hace 14 años (Reichler y Schopler, 1971), la definición de Kanner (1943) 
era el principal sistema para diagnosticar el autismo. Fue seguido por 
los nueve puntos de Creak (1961), los que intentaron conseguir una 
definición más amplia, que también incluyera la esquizofrenia infantil. 
Los nueve puntos de Creak están entre los primeros criterios basados en 
observaciones conductuales más que en la teoría. No obstante, fueron 
difíciles de usar para la investigación debido a que no estaban 
cuantificados. La carencia de una perspectiva evolutiva los hacía 
particularmente difíciles de usar con niños pequeños. Aunque los puntos 
de Creak mezclaron el autismo con la esquizofrenia, DeMyer y cols. (1971) 
reportan que los nueve puntos de Creak para la esquizofrenia infantil se 
corresponden más estrechamente con el autismo que con la "esquizofrenia" 
como es entendida por Rimland (1964). Es importante recordar que la 
investigación de Kolvin (1971) que demostró la distinción entre autismo y 
esquizofrenia infantil aún no había sido publicada. 
 
 Los siguientes tres sistemas de diagnóstico son de origen más 
reciente. Hay algunas diferencias entre estos tres sistemas, que reflejan 
los diferentes propósitos para los que fueron desarrollados. La 
definición de Rutter (1978) se basó en la más completa evaluación de la 
investigación empírica publicada desde los trabajos de Kanner y Creak. La 
definición de la NSAC (1978), desarrollada por el Consejo Profesional 
Consultivo de la NSAC bajo la dirección de Ritvo, tenía como objetivo 
servir en la formulación de políticas sociales, legislación y difusión 
pública. La clasificación del DSM-III-R representa el sistema formulado 
por la American Psychiatric Association. Estos tres sistemas diagnósticos 
concuerdan en tres características básicas del autismo: 1) aparición 
temprana (antes de los 30 meses de edad), 2) déficit agudo en la 
responsividad a otras personas, y 3) alteraciones en el lenguaje y las 
funciones cognitivas. Tanto los criterios de Rutter como el DSM-III-R 
consideran el interés bizarro o fijación en los objetos y la resistencia 
al cambio de las rutinas como aspectos primarios de la definición. La 
definición de la NSAC enfatiza las alteraciones en las respuestas a los 
estímulos sensoriales, las que son consideradas más idiosincráticas en 
las definiciones de Rutter y del DSM-III-R. Estas diferencias en los 
criterios diagnósticos son discutidas más ampliamente en otro lugar 
(Schopler y Rutter, 1978). No obstante, el diseño de las escalas de la 
EVAI incorpora los elementos de todos estos sistemas. En la sección 
Fundamentos de la Escala, se consigna la consistencia de cada ítem en 
 
 
 
relación a cada uno de estos cinco sistemas. El usuario interesado puede 
estimar el grado en que un niño es autista de acuerdo con cada una de las 
cinco definiciones descritas, y entonces resolver algunas de las 
confusiones en el diagnóstico que aún existan en su comunidad. 
 
 Una cantidad de otros esquemas para evaluar el autismo han sido 
publicados. Entre éstos se incluye el instrumento de valoración 
desarrollado por Ruttenberg y cols. (1966). Esta medida, de ocho escalas, 
(BRIAAC) ha sido usada para evaluar los efectos del tratamiento, pero no 
para diagnosticar niños. Una Escala de Observación Conductual (Behavior 
Observation Scale, BOS) para el Autismo fue desarrollada por Freeman y 
cols. (1978), un Instrumento de Detección del Autismo para la 
Planificación Educativa (Autism Screening Instrument for Education 
Planning, ASIEP) fue dada a conocer por Krug y cols. (1979), y una lista 
de cotejo, la E-2, fue propuesta por Rimland (1964). Sin embargo, en una 
reciente crítica a los sistemas diagnósticos, Parks (1983) señala que en 
ninguno de los estudios que reportan estos tres instrumentos se incluyó 
otros niños conductualmente perturbados. Así, la validez discriminativa 
no ha sido establecida, ni se ha demostrado su utilidad para el 
diagnóstico individual, uso para el que la EVAI fue específicamente 
diseñada. 
 
 
 VENTAJAS DE LA EVAI 
 
 El énfasis de la EVAI en los datos conductuales y empíricos más que 
en la intuición clínica hace posible trasladar el diagnóstico desde el 
dominio privativo del clínico hasta el menos restrictivo dominio de 
personas adecuadamente informadas de diferentes profesiones. Las 
valoraciones son muy útiles para la identificación de síntomas 
conductuales, para la investigación o con fines de clasificación. La EVAI 
ofrece varias ventajas importantes sobre otros instrumentos: 
 
1.La inclusión de ítemes que representan varios criterios diagnósticos y 
que reflejan una amplia y fundamentada definición del síndrome 
de autismo, la que se ha desarrollado como resultado de una 
continua investigación empírica. 
 
 2.El desarrollo y optimización de la escala, basado en más de una 
década de uso
con más de 1500 niños. 
 
 3.Es aplicable a niños de cualquier edad, incluyendo preescolares. 
 
 4.Reemplaza los juicios clínicos subjetivos o esotéricos por 
valoraciones objetivas y cuantificables basadas en la 
observación directa del comportamiento. 
 
 El uso inconsistente de los criterios diagnósticos y la confusión en 
el diagnóstico del autismo han sido ampliamente reconocidos. Sin embargo, 
en los últimos años se ha producido una creciente aceptación de criterios 
conductuales como los representados en la EVAI. Hay también un creciente 
uso de la investigación empírica para aceptar o rechazar los criterios 
diagnósticos. Aunque persisten algunas diferencias entre varios autores, 
 
 
 
la tendencia hacia el empirismo ha incrementado notablemente el consenso 
respecto al diagnóstico del autismo (Schopler, 1983), así como los 
esfuerzos hacia el diagnóstico sistemático. 
 
 
 FUNDAMENTOS DE LOS 15 ITEMES DE LA ESCALA 
 
 Cada uno de los 15 ítemes de la escala se enumera más adelante, 
junto con el fundamento para su inclusión (Schopler, Reichler, DeVellis y 
Daly, 1980). La relación entre cada ítem y los cinco principales sistemas 
de diagnóstico discutidos es señalada, indicando si el ítem es primario, 
secundario o no se incluye en cada uno de ellos. 
 
 I. Relación con las personas. Las alteraciones en esta área son 
consideradas una de las características primarias del autismo en 
virtualmente cada una de las descripciones de esta enfermedad encontrada 
en la literatura, y es el caso de los cinco sistemas representados en 
este instrumento: Kanner (primaria), Creak (primaria), Rutter (primaria), 
NSAC (primaria), y DSM-III-R (primaria). 
 
 II. Imitación. Este ítem fue incluído debido al hallazgo de que 
muchos niños con dificultades severas en el lenguaje también tienen 
problemas con la imitación, tanto verbal como motora. La habilidad para 
imitar ha sido largamente considerada una importante base para el 
desarrollo del lenguaje oral. La imitación es también una destreza 
altamente relevante en el tratamiento y educación de niños pequeños. Por 
lo tanto, aunque el déficit en esta área no es considerado una 
característica primaria del autismo, este ítem se incluye en la EVAI: 
Creak (no incluída), DSM-III-R (no incluída), Kanner (secundaria), NSAC 
(no incluída), Rutter (secundaria). 
 
 III. Respuesta emocional. El autismo fue inicialmente considerado 
como un trastorno en el contacto afectivo; además, las respuestas 
emocionales anormales e inapropiadas han sido ampliamente consideradas 
como características de este trastorno: Creak (secundaria), DSM-III-R 
(primaria), Kanner (primaria), NSAC (primaria), Rutter (secundaria). 
 
 IV. Uso del cuerpo. Movimientos peculiares del cuerpo, y 
especialmente estereotipias como aleteos de las manos, golpeteos y girar 
sobre sí mismo, han sido ampliamente reportados tanto por clínicos como 
por investigadores. Semejantes movimientos y usos del cuerpo han sido 
incluídos en todos los sistemas diagnósticos: Creak (primaria), DSM-III-R 
(primaria), Kanner (secundaria), NSAC (primaria), Rutter (secundaria). 
 
 V. Uso de objetos. El uso inapropiado de objetos como juguetes y 
otros materiales está estrechamente relacionado a las relaciones 
inapropiadas con otras personas. Estas conductas aparecen frecuentemente 
en las descripciones clínicas y son ubicadas en roles primarios o 
secundarios en la mayoría de los esquemas diagnósticos: Creak 
(secundaria), DSM-III-R (primaria), Kanner (primaria), Rutter (primaria), 
NSAC (primaria). 
 
 
 
 
 VI. Adaptación al cambio. La dificultad en esta área es otra de las 
características primarias del autismo inicialmente identificadas por 
Kanner, confirmada por los datos de la investigación posterior y 
mantenida en la mayoría de las definiciones recientes del autismo: Creak 
(primaria), DSM-III-R (primaria), Kanner (primaria), NSAC (primaria), 
Rutter (primaria). 
 
 Las próximas tres escalas son medidas de las peculiaridades 
sensoriales que han sido reportadas empíricamente como preferencias 
inusuales de receptores por Goldfarb (1961) y Schopler (1965). Estos 
estudios mostraron inusual preferencia por los receptores cercanos del 
tacto y el olfato, junto a evitación de los receptores más distantes de 
la visión y la audición. Ornitz y Ritvo (1968) identificaron la 
inconsistencia perceptual que afecta a todos los sistemas sensoriales. 
Estos ítemes se relacionan con la sobreselección de estímulos reportada 
por Schreibman y Lovaas (1973). Se incluyó dos escalas que involucran los 
dos sentidos distantes y una escala que involucra los sentidos cercanos, 
debido a sus directas implicaciones en la planificación y evaluación 
educacional. 
 
 VII. Respuesta visual. La evitación del contacto visual durante las 
relaciones interpersonales ha sido ampliamente reportada en niños 
autistas. Si esta evitación del contacto visual se extiende también a la 
evitación visual de juguetes y otros materiales ha sido una pregunta de 
investigación, lo que da mayor fuerza a su inclusión en este instrumento: 
Creak (primaria), DSM-III-R (primaria), Kanner (primaria), NSAC 
(primaria), Rutter (secundaria). 
 
 VIII. Respuesta auditiva. Esta escala se refiere a la evitación de 
los receptores distantes de la audición, descrita anteriormente. Las 
funciones de aprendizaje evaluadas por esta escala tienen claras 
implicaciones para la enseñanza del lenguaje oral o destrezas de 
comunicación alternativas: Creak (primaria), DSM-III-R (secundaria), 
Kanner (secundaria), NSAC (primaria), Rutter (secundaria). 
 
 IX. Respuestas y uso del gusto, el olfato y el tacto. Este ítem fue 
incluído para evaluar la frecuentemente reportada preocupación por 
llevarse a la boca, golpear, olfatear y frotar objetos, y la peculiar 
reacción al dolor observada a veces en personas autistas: Creak 
(primaria), DSM-III-R (no incluída), Kanner (secundaria), NSAC 
(primaria), Rutter (secundaria). 
 
 X. Miedo o nerviosismo. Los miedos inusuales o inexplicables no son 
una característica primaria del autismo. Sin embargo, estas conductas 
ocurren con suficiente frecuencia para justificar su inclusión: Creak 
(primaria), DSM-III-R (secundaria), Kanner (secundaria), NSAC 
(secundaria), Rutter (secundaria). 
 
 XI. Comunicación verbal. Este ítem evalúa el grado de lenguaje 
autista, yendo desde el mutismo hasta el uso de lenguaje bizarro, no 
significativo. La mayoría de las definiciones del autismo consideran las 
conductas comunicativas autistas valoradas por este ítem como una 
 
 
 
característica primaria del trastorno: Creak (primaria), DSM-III-R 
(primaria), Kanner (primaria), NSAC (primaria), Rutter (primaria). 
 XII. Comunicación no-verbal. Este ítem evalúa el uso que el niño 
hace de, o las respuestas que tiene a, gestos y otros tipos de 
comunicación no-verbal. Esto es particularmente útil al evaluar la 
habilidad comunicativa de niños que no usan el lenguaje oral: Creak 
(secundaria), DSM-III-R (secundaria), Kanner (secundaria), NSAC 
(primaria), Rutter (primaria). 
 
 XIII. Nivel de actividad. Aunque el nivel anormal de actividad no es 
generalmente considerado una característica primaria del autismo, se 
observa frecuentemente en niños autistas, y juega un importante rol en la 
estructuración del ambiente de aprendizaje del niño: Creak (no incluída), 
DSM-III-R (no incluída), Kanner (no incluída) NSAC (secundaria), Rutter 
(no incluída). 
 
 XIV. Nivel y consistencia de la respuesta intelectual. Este ítem 
representa una ampliación de uno de los rasgos primarios del autismo 
señalados por Kanner, para incluír tanto la evaluación del retardo como 
de cualquier irregularidad en el funcionamiento intelectual: Creak 
(primaria), DSM-III-R (secundaria), Kanner (primaria), NSAC (secundaria), 
Rutter (secundaria). 
 
 XV. Impresión general. Esta es una valoración global del grado de 
autismo observado en el niño durante el período de observación, 
incluyendo tanto los juicios cuantitativos como cualitativos de todas las 
conductas
observadas y valoradas durante la sesión de diagnóstico. Esta 
valoración es hecha antes de sumar los puntajes de los 14 ítemes 
anteriores. 
 
 
 EVALUACION DE LA ESCALA 
 
 Desde 1970 hasta 1980 la EVAI estuvo sujeta a una rigurosa 
evaluación, orientada a determinar su confiabilidad y su validez. Las 
valoraciones con la EVAI fueron hechas durante la administración del 
Psychoeducational Profile (PEP) (Schopler y Reichler, 1979) en la primera 
sesión diagnóstica de cada uno de los 537 sujetos. Estas sesiones de 
diagnóstico se efectuaron en nuestros cinco centros regionales, en salas 
provistas de facilidades para observar y escuchar sin ser visto. Los 
evaluadores observaban las sesiones a través de ventanas de visión 
unilateral y hacían las valoraciones inmediatamente después de cada 
sesión. Los resultados de este estudio (Schopler, Reichler, DeVellis y 
Daly, 1980) se presentan más adelante. 
 
 Estudios más amplios fueron emprendidos entre 1981 y 1983 para 
evaluar aspectos psicométricos de la EVAI. Varios grupos de sujetos 
fueron evaluados bajo una variedad de circunstancias o ambientes y por 
diferentes tipos de profesionales, para determinar la pertinencia de la 
EVAI para profesionales ajenos al campo del autismo, que podrían usar la 
escala como un instrumento de detección (screening) bajo condiciones 
 
 
 
diferentes a las de nuestras clínicas de diagnóstico. Los análisis de 
confiabilidad y validez en estas condiciones se presentan a continuación. 
 
 
Confiabilidad. 
 
 Consistencia interna. Para evaluar la consistencia interna de la 
EVAI, se obtuvo el coeficiente Alfa. El valor alfa obtenido fue .94, el 
que indica un alto grado de consistencia interna. Esta medida indica el 
grado en que la escala, tomada como un todo, mide un fenómeno unitario 
más que varias facetas conductuales no relacionadas entre sí, y provee la 
justificación para combinar los 15 puntajes individuales en un único 
puntaje total. Es desde este puntaje total que se determinó una 
clasificación. 
 
 Confiabilidad entre examinadores. Para evaluar la confiabilidad 
entre examinadores, fueron correlacionados los puntajes obtenidos en cada 
ítem por dos evaluadores independientes y entrenados, en 280 casos. Se 
obtuvo una confiabilidad promedio de .71 entre los evaluadores, lo que 
indica un buen acuerdo entre ellos. Los coeficientes de correlación para 
cada ítem de la EVAI se presentan en la Tabla 2. 
 
 Confiabilidad test-retest. Con el objeto de evaluar la confiabilidad 
test-retest de la EVAI, se comparó los puntajes totales de dos 
aplicaciones del test, separadas por aproximadamente un año, en 91 casos. 
La correlación resultante es un indicador de la estabilidad de la escala 
a través del tiempo. Se escogió los puntajes de las evaluaciones del 
segundo y tercer año para evitar los efectos de la disminución de las 
conductas autistas que se ve frecuentemente en el período situado entre 
la primera y segunda evaluaciones, y que sigue al tratamiento intensivo 
inicial. La correlación resultante fue .88 (p<.01) y las medias (segunda 
evaluación ^=31.5; tercera evaluación ^=31.9) no fueron 
significativamente diferentes. Estos resultados indican que la EVAI es 
estable en el tiempo. Adicionalmente, dado que la EVAI puede ser usada 
como una herramienta de detección diagnóstica (screening) para dividir a 
los niños en las categorías autista versus no-autista, los datos fueron 
analizados para evaluar la concordancia test-retest de las 
categorizaciones diagnósticas. Los diagnósticos de la EVAI en la segunda 
y tercera evaluaciones coinciden el 82% de las veces. El coeficiente 
Kappa, que corrige el porcentaje de concordancia por el azar, fue .64. 
(Se considera aceptable un coeficiente Kappa de .60 o superior). Esta 
información, considerada en conjunto, indica que la confiabilidad test-
retest de la EVAI es buena, incluso en períodos tan largos como un año. 
 
 
 
 
 Tabla 2 
 Confiabilidad entre examinadores para cada ítem 
 
================================================================= 
 Item r* 
----------------------------------------------------------------- 
 I. Relación con las personas .93 
 
 II. Imitación .79 
 
 III. Respuesta emocional .71 
 
 IV. Uso del cuerpo .70 
 
 V. Uso de objetos .76 
 
 VI. Adaptación al cambio .63 
 
 VII. Respuesta visual .73 
 
VIII. Respuesta auditiva .71 
 
 IX. Uso y respuestas del gusto, el olfato y el tacto .78 
 
 X. Miedo o nerviosismo .67 
 
 XI. Comunicación verbal .69 
 
 XII. Comunicación no-verbal .62 
 
XIII. Nivel de actividad .67 
 
 XIV. Nivel y consistencia de la respuesta intelectual .55 
 
 XV. Impresión general .76 
================================================================= 
*p<.001 para todos los ítemes. 
 
 
 
Validez. 
 
 Validez referida a criterio. La validez de la EVAI referida a 
criterio fue determinada a través de la comparación de los puntajes 
totales con valoraciones clínicas obtenidas durante la misma sesión 
diagnóstica. La correlación resultante, r=.84 (p<.001), indica que los 
puntajes de la EVAI tienen una alta validez al ser comparadas con 
valoraciones clínicas como criterio. Como una evaluación adicional de la 
validez de la EVAI referida a criterio, los puntajes totales también 
fueron correlacionados con evaluaciones clínicas independientes 
realizadas por un psicólogo y un psiquiatra infantiles. Estas 
evaluaciones se basaron en la información que obtuvieron de registros de 
 
 
 
referencia, entrevistas a los padres y entrevistas clínicas no 
estructuradas con el niño. La correlación resultante, r=.80 (p<.001), 
nuevamente indica que los resultados de la EVAI son concordantes con el 
juicio de clínicos expertos. 
 
 Validez de las valoraciones de la EVAI realizadas bajo condiciones 
alternativas. Las facilidades clínicas varían en los procedimientos que 
se emplean para el diagnóstico y la evaluación de los niños; por lo 
tanto, es importante para una escala de evaluación producir resultados 
válidos en diferentes ambientes. Dado que la EVAI fue originalmente 
desarrollada para ser usada durante la administración del 
Psychoeducational Profile (PEP), todos los niños evaluados en TEACCH 
fueron valorados con la EVAI en base a las observaciones realizadas 
durante la sesión en que esa prueba se aplicó. Para examinar la validez 
de las valoraciones realizadas con la EVAI bajo otras condiciones, 
diferentes grupos de niños fueron valorados basándose en información 
recogida durante una sesión de aplicación del PEP y a) una entrevista a 
los padres, b) una observación en la sala de clases, o c) una revisión 
del registro de la historia del caso. Los resultados de uno y otro 
ambiente fueron comparados para determinar la validez referida a criterio 
de cada uno de estos encuadres. 
 
 Cuarenta y un niños fueron valorados en la EVAI por un terapeuta que 
se reunió con los padres por aproximadamente una hora en el día de 
diagnóstico para discutir acerca de la conducta del niño. Cuando los 
puntajes totales de la EVAI basados en la entrevista a los padres fueron 
comparados con los puntajes totales de las valoraciones realizadas 
durante la sesión de aplicación del PEP, no se encontró diferencias 
significativas entre los puntajes medios de ambas valoraciones (PEP 
^=32.74; entrevista ^=33.67, t=-1.26, p>.10), y la correlación indica una 
buena concordancia (r=.82, p<.01). De la misma forma, la detección 
diagnóstica con la EVAI (categorización de autista versus no-autista) a 
partir de la entrevista a los padres y de la administración del PEP coin-
cidió en el 90% de los casos. El coeficiente Kappa, que corrige el 
porcentaje de concordancia por el azar, fue .75. Así, los datos sugieren 
que es posible puntuar y hacer detección diagnóstica válidas con la EVAI 
a partir de la información recogida en una entrevista a los padres. 
 
 Posteriormente, evaluadores entrenados visitaron varias salas de 
clases del programa TEACCH para observar por períodos de una a dos horas 
a 20 niños que también
habían sido incluídos para evaluación con el PEP 
en las clínicas. Nuevamente, la media de las valoraciones basadas en 
observaciones en la sala de clases no fue significativamente diferente de 
la obtenida durante la administración del PEP (PEP ^=32.48; sala de 
clases ^=34.18, t=-1.55, p>.10). La correlación de estas valoraciones 
(r=.73, p<.01) también indica buena concordancia. Igualmente, la 
detección diagnóstica realizada con la EVAI a partir de la observación en 
la sala de clases y la realizada durante la administración del PEP 
concuerdan en el 86% de los casos. El coeficiente Kappa, que corrige el 
porcentaje de concordancia por el azar, fue .86. Estos datos sugieren que 
es posible puntuar y hacer detección diagnóstica válidas con la EVAI 
 
 
 
basándose en información obtenida durante la observación del niño en la 
sala de clases. 
 
 Finalmente, evaluadores entrenados puntuaron la EVAI basándose en 
una revisión de la información conductual contenida en el registro de la 
historia del caso de 61 niños que fueron valorados con la EVAI durante la 
administración del PEP. Una vez más, la media de las valoraciones no 
difirieron significativamente entre estas dos situaciones (PEP ^=32.34; 
revisión de la ficha ^=32.47, t=0.20, p>.10) y la correlación entre estas 
valoraciones (r=.82, p<.01) indica buen acuerdo. La detección diagnóstica 
hecha con la EVAI a partir de la información conductual contenida en la 
ficha y la realizada durante la administración del PEP coinciden en 82% 
de los casos. El coeficiente Kappa, que corrige el porcentaje de 
concordancia por el azar, fue .63. Estos datos sugieren que es posible 
puntuar y hacer detección diagnóstica válidas con la EVAI basándose en la 
información conductual contenida en las fichas de los clientes. 
 
 Validez de las valoraciones realizadas con la EVAI por profesionales 
de otras disciplinas. La EVAI fue inicialmente desarrollada y usada por 
profesionales con amplia experiencia en el campo del autismo; sin 
embargo, esta escala también está pensada para ser usada por 
profesionales de otras áreas que pueden tener una limitada experiencia 
con autismo, pero que podrían encontrar muy útil la escala para detectar 
aquellos niños que requerirían una evaluación más amplia y el tratamiento 
de expertos. Con el fin de probar la validez de las valoraciones 
realizadas con la EVAI por profesionales de áreas afines, se les dio una 
pequeña introducción a la EVAI a quienes visitaban la clínica para 
observar sesiones de diagnóstico, y se les pidió que hicieran 
valoraciones basándose en sus observaciones conductuales durante la 
administración del PEP. Una hora antes de observar la sesión de 
diagnóstico, se pedía a los visitantes que leyeran el Manual de la EVAI 
y, cuando el tiempo lo permitía, que vieran un video de entrenamiento de 
treinta minutos. Las valoraciones hechas por estos visitantes fueron 
comparadas con las puntuaciones criterio hechas por directores clínicos 
observando la misma sesión diagnóstica. Los 18 visitantes que 
participaron en este estudio incluyeron estudiantes de medicina, 
residentes e internos de pediatría, educadores especiales, psicólogos 
escolares, especialistas en lenguaje y fonoaudiólogos. La media de las 
valoraciones hechas por los profesionales visitantes con la EVAI no fue 
significativamente diferente de la media de las valoraciones hechas por 
los directores clínicos expertos que observaron la mismas sesiones 
diagnósticas (visitante ^=33.46; director clínico ^=33.15, t=0.92, 
p=>.10). Los puntajes obtenidos en la EVAI por los visitantes mostraron 
una correlación altamente significativa con aquellos obtenidos por los 
directores clínicos (r=.83, p=<.01). De igual forma, las categorizaciones 
diagnósticas resultantes de las valoraciones de los dos grupos mostraron 
un 92% de acuerdo. El coeficiente Kappa, que corrige el porcentaje de 
concordancia por el azar, fue .81. Estos datos indican que es posible que 
profesionales de áreas afines, que tienen poco entrenamiento o 
experiencia en el campo del autismo, puntúen y realicen detección 
diagnóstica en forma válida con la EVAI. 
 
 
 
 
 
 
 
 USUARIOS Y USOS DE LA EVAI 
 
 Además de evaluar el uso de la EVAI en diferentes situaciones, 
también evaluamos su validez como instrumento de screening al ser usado 
por una variedad de personas bien informadas, aunque no necesariamente 
especialistas en psicodiagnóstico. Los ensayos en la División TEACCH 
indican que profesionales como médicos, educadores especialistas, 
psicólogos escolares, especialistas en lenguaje y fonoaudiólogos, quienes 
tienen una mínima experiencia y/o entrenamiento sobre el autismo, pueden 
ser entrenados, a través de cortas instrucciones escritas o 
videograbadas, para administrar la EVAI. Aunque la puntuación de la EVAI 
puede ser realizada en diversas condiciones, como una entrevista a los 
padres, una observación en la sala de clases o la revisión del registro 
de una historia del caso, es importante tener presente que este 
instrumento no proporciona un diagnóstico completo. Otros factores, 
incluyendo los problemas conductuales individuales, síntomas médicos y 
otras características particulares, deben ser evaluados con instrumentos 
adicionales como el Psychoeducational Profile (PEP, Schopler y Reichler, 
1979) y otros procedimientos de diagnóstico. 
 
 
 COMO OBSERVAR Y VALORAR 
 
 La valoración de la EVAI puede ser realizada desde diferentes 
fuentes de observaciones, como durante una evaluación psicológica o la 
participación en la sala de clases, de información de los padres y desde 
registros de la historia del niño. Puede usarse cualquiera de estas 
fuentes siempre que incluya la información necesaria para valorar todas 
las escalas. Mientras se obtiene los datos necesarios de la observación, 
debe tomarse pequeñas notas sobre las conductas relevantes en el espacio 
proporcionado en la Hoja de Valoración para cada uno de los 15 ítemes de 
la EVAI. La valoración no debe hacerse hasta completar toda la 
recolección de datos. El evaluador debe familiarizarse con las 
descripciones y criterios de puntuación de todos los ítemes antes de 
hacer las observaciones. La información contenida en la hoja de trabajo 
debe servir sólo como recordatorio, no como sustituto de las 
descripciones y criterios de puntuación que se entregan más adelante, los 
que deben ser estudiados cuidadosamente. 
 
 Al hacer las observaciones, el comportamiento del niño debe ser 
comparado con el de un niño normal de la misma edad. Cuando se observa 
conductas que no son normales para un niño de la misma edad, la 
peculiaridad, la frecuencia, la intensidad y la duración de esas 
conductas deben tomarse en cuenta. La finalidad de la escala es valorar 
la conducta sin recurrir a explicaciones causales. Dado que algunas de 
las conductas observadas en niños autistas son similares a las producidas 
por otros trastornos infantiles, es importante hacer solamente la 
valoración del grado en que la conducta del niño se desvía de la 
normalidad, sin hacer juicios acerca de las causas que podrían 
 
 
 
explicarla, como daño orgánico cerebral o retardo mental. El puntaje 
total y el patrón de las alteraciones permitirá distinguir un niño 
autista de uno con otro tipo de alteración del desarrollo. 
 
 Una vez terminado el período de observación, el evaluador deberá 
usar las notas realizadas en la hoja de trabajo como apoyo para hacer la 
valoración de la EVAI, la que se hace en la Hoja de Valoración. Antes de 
decidir sobre los puntajes, es conveniente leer todas las descripciones 
conductuales proporcionadas para cada ítem. Para puntuar la EVAI, cada 
uno de los 15 ítemes recibe una valoración de 1 a 4. Una valoración de 1 
indica que la conducta del niño está dentro de los límites normales para 
un niño de su edad. Un 2 significa que la conducta del niño es levemente 
anormal comparada con la de los niños de su misma edad. Un 3 indica que 
la conducta del niño es moderadamente anormal
para su edad. Un 4 indica 
que la conducta del niño es severamente anormal para un niño de su edad. 
Adicionalmente a estas cuatro valoraciones, puede usarse los puntos 
intermedios (1.5, 2.5 y 3.5) cuando la conducta parece estar entre dos 
categorías. Por ejemplo, si una conducta es leve a moderadamente anormal, 
debería ser valorada con 2.5. Así, las siete valoraciones posibles para 
cada ítem son las siguientes: 
 
 1 Dentro de límites normales para la edad. 
 1.5 Mínima anormalidad para la edad. 
 2 Levemente anormal para la edad. 
 2.5 Leve a moderadamente anormal para la edad. 
 3 Moderadamente anormal para la edad. 
 3.5 Moderada a severamente anormal para la edad. 
 4 Severamente anormal para la edad. 
 
 Recuérdese que al determinar el grado de anormalidad el evaluador no 
sólo debe tener en cuenta la edad cronológica del niño, sino también la 
peculiaridad, la frecuencia, la intensidad y la duración de la conducta. 
A mayor grado de diferencia entre el niño y un niño normal de la misma 
edad en estas dimensiones, más anormal debería ser su comportamiento, y 
más alto el puntaje asignado. 
 
 En la sección siguiente se define cada uno de los 15 ítemes. Cada 
definición va acompañada de una descripción de las conductas a ser 
observadas, y de las condiciones a las que el niño podría estar 
respondiendo. Luego de estas consideraciones, siguen las cuatro 
valoraciones y ejemplos de las bases sobre las cuales se asigna una 
valoración específica a las observaciones. 
 
 
I. RELACION CON OTRAS PERSONAS. 
 
Definición. Esta es una valoración de cómo se comporta el niño en una 
variedad de situaciones que involucran interacción con otras personas. 
 
Consideraciones. Considere tanto situaciones estructuradas como no 
estructuradas en que el niño tenga la oportunidad de interactuar con un 
adulto, un hermano u otro niño. También considere cómo reacciona en el 
 
 
 
amplio rango de situaciones que va desde intensos y persistentes intentos 
para obtener sus respuestas hasta la completa libertad de acción. En 
particular, note cuán fuerte o persistente debe ser el adulto para 
obtener la atención del niño. Note la reacción del niño al contacto 
físico, a los signos físicos de afecto, como abrazos o caricias, así como 
sus respuestas a las alabanzas y a las críticas o al castigo. Considere 
el grado en que el niño se apega a los padres u otras personas. Observe 
si el niño inicia o no interacciones. También considere la responsividad, 
retraimiento, timidez y reconocimiento de personas desconocidas. 
 
 Puntuación: 
 
 1.No hay evidencia de dificultad o anormalidad en su forma de 
relacionarse con otras personas. La conducta del niño es 
apropiada a su edad. Algo de timidez, inquietud o disgusto 
puede aparecer cuando se le indica lo que tiene que hacer, 
pero no en un grado mayor que el característico para los 
niños de su edad.. 
 2.Relaciones levemente anormales. El niño puede rehuir el 
contacto visual con el adulto, evitar el contacto con él o 
ponerse inquieto si la interacción es forzada; puede ser 
excesivamente tímido, mostrarse menos responsivo que lo 
esperable frente al adulto, o apegarse a los padres algo más 
que la mayoría de los niños de su edad. 
 3.Relaciones moderadamente anormales. El niño muestra 
retraimiento (parece no darse cuenta de la presencia del 
adulto) en ocasiones. A veces es necesario hacer intentos 
fuertes y persistentes para obtener su atención. Los 
contactos iniciados por el niño son mínimos, y pueden ser de 
carácter impersonal. 
 4.Relaciones severamente anormales. El niño es consistentemente 
retraído, o no se da cuenta de lo que el adulto hace. Casi 
nunca responde o inicia contactos con el adulto. Sólo los 
intentos más persistentes para obtener su atención tienen 
algún efecto. 
 
 
II. IMITACION. 
 
Definición. Esta valoración se basa en cómo imita el niño, tanto en forma 
verbal como no-verbal. La conducta a ser imitada debe estar claramente 
dentro de las habilidades del niño. Recuerde que esta escala está pensada 
para ser una evaluación de la habilidad para imitar, no para realizar 
tareas o conductas específicas. A menudo es conveniente pedir la 
imitación de conductas que el niño ya ha mostrado espontáneamente. 
 
Consideraciones. La imitación verbal puede ir desde la repetición de 
simples sonidos hasta repetir largas oraciones. La imitación física puede 
incluír la reproducción de movimientos de las manos o de todo el cuerpo, 
cortar con tijeras, copiar formas con un lápiz o jugar con juguetes. 
Asegúrese que el niño entiende que debe imitar, como parte de un juego. 
Por ejemplo, observe cómo devuelve el niño un gesto de despedida, imita 
 
 
 
palmoteos o repite rimas o canciones infantiles. Advierta cómo imita 
sonidos y movimientos simples y complejos. Trate de reconocer cuándo el 
niño es renuente a imitar, incapaz de entender que el adulto desea que él 
imite, o incapaz de realizar el sonido, decir la palabra o hacer el 
movimiento necesario para imitar al adulto. Trate de observar un amplio 
rango de situaciones en que se pida al niño que imite. En particular, 
advierta si la imitación ocurre regularmente en forma inmediata o si 
ocurre después de un considerable retardo. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Imitación apropiada. El niño puede imitar sonidos, palabras y 
movimientos de acuerdo a su nivel de habilidades. 
 2.Imitación levemente anormal. El niño imita conductas simples como 
palmoteos o sonidos verbales simples la mayor parte del tiempo; 
ocasionalmente, imita sólo después de ser instigado o después 
de un rato. 
 3.Imitación moderadamente anormal. El niño imita sólo a veces, y 
requiere gran persistencia y ayuda de parte del adulto; 
frecuentemente sólo imita después de un rato. 
 4.Imitación severamente anormal. El niño raramente o nunca imita 
sonidos, palabras o movimientos, aún con mucho apoyo por parte 
del adulto. 
 
 
III. RESPUESTA EMOCIONAL. 
 
Definición. Esta es una valoración de las reacciones del niño tanto a 
situaciones agradables como desagradables. Involucra una determinación 
sobre si las emociones o sentimientos del niño parecen o no apropiados a 
la situación. Este ítem se relaciona con la adecuación tanto del tipo 
como de la intensidad de la respuesta. 
 
Consideraciones. Evalúe cómo responde el niño a estímulos agradables, 
como una muestra de afecto o alabanza, una leve cosquilla, un juguete o 
comida favorito, una placentera algazara. También evalúe cómo responde a 
estímulos desagradables como una reprensión o crítica, al retiro de un 
juguete o comida favorito, a las demandas para realizar una tarea 
difícil, al castigo o a procedimientos dolorosos. El tipo de respuesta 
inapropiada puede incluir cosas como reír cuando está recibiendo palmadas 
o cambiar de humor de manera imprevista sin una razón aparente. El grado 
inapropiado de respuesta puede incluír carencia de emoción en situaciones 
en que niños normales de la misma edad mostrarían alguna forma de 
reacción emocional, sobrerreaccionar con pataletas, o agitarse y 
excitarse exageradamente en respuesta a eventos menores. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Respuestas emocionales apropiadas a la edad y a la situación. El 
niño muestra un apropiado tipo y grado de respuesta emocional, 
tal como lo indican los cambios en su expresión facial, su 
postura y sus formas de comportarse. 
 
 
 
 2.Respuestas emocionales levemente anormales. El niño muestra 
ocasionalmente reacciones emocionales algo inapropiadas, en 
tipo o grado. A veces sus reacciones no tienen relación con los 
objetos o sucesos circundantes. 
 3.Respuestas emocionales moderadamente anormales. El niño muestra 
signos definidos de respuestas emocionales inapropiadas en tipo 
y/o grado. Las reacciones pueden ser muy inhibidas o excesivas, 
y pueden estar desconectadas con la situación; puede hacer 
muecas, reír o ponerse rígido, a pesar de que no estén 
presentes objetos o sucesos aparentemente ligados a reacciones 
emocionales. 
 4.Respuestas emocionales severamente anormales.
Las respuestas rara 
vez son apropiadas a la situación; una vez que el niño se pone 
de cierto humor, es muy difícil cambiarlo aún cuando se cambie 
la actividad. Inversamente, el niño puede mostrar emociones 
ampliamente diferentes en cortos períodos de tiempo cuando nada 
ha cambiado en la situación. 
 
 
IV. USO DEL CUERPO. 
 
Definición. Esta escala representa una valoración tanto de la 
coordinación como de la adecuación de los movimientos corporales. Incluye 
desviaciones de la postura, girar sobre sí mismo, golpetear, mecerse, 
caminar en punta de pies y autoagresión. 
 
Consideraciones. Tome en cuenta actividades como cortar con tijeras, 
dibujar o armar rompecabezas, además de los juegos físicamente activos. 
Evalúe la frecuencia e intensidad del uso bizarro del cuerpo. Debe 
observarse y determinarse la persistencia de las reacciones del niño a 
los intentos del examinador para impedir el uso bizarro del cuerpo. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Uso del cuerpo apropiado a su edad. El niño se mueve con la misma 
facilidad, agilidad y coordinación que un niño normal de su 
misma edad. 
 2.Uso del cuerpo levemente anormal. Pueden presentarse algunas 
peculiaridades menores, como torpeza, movimientos repetitivos, 
coordinación pobre y aparición ocasional de movimientos aún más 
inusuales como los descritos en el párrafo siguiente. 
 3.Uso del cuerpo moderadamente anormal. Presencia de conductas 
claramente extrañas o inusuales para un niño de su edad, las 
que pueden incluir movimientos extraños de los dedos, postura 
peculiar del cuerpo o los dedos, pellizcar o mirar fijamente 
partes de su cuerpo, autoagresión, mecerse, girar sobre sí 
mismo, menear los dedos o caminar en las puntas de los pies. 
 4.Uso del cuerpo severamente anormal. Intensos o frecuentes 
movimientos del tipo enumerado en el párrafo anterior son 
signos de uso severamente anormal del cuerpo. Estas conductas 
pueden persistir a pesar de los intentos por involucrar al niño 
en otras actividades. 
 
 
 
 
 
V. USO DE OBJETOS. 
 
Definición. Esta es una valoración tanto del interés del niño en juguetes 
u otros objetos como del uso de éstos. 
 
Consideraciones. Observe cómo interactúa el niño con juguetes y otros 
objetos, particularmente en actividades inestructuradas en que hay una 
gran variedad de objetos disponibles. Estos objetos deben ser apropiados 
a los intereses y habilidades del niño. Note el nivel de interés que 
muestra el niño. Ponga particular atención al uso que hace de juguetes 
con partes que cuelgan o giran. Por ejemplo, note la preocupación 
excesiva por girar las ruedas de un camión o auto de juguete en vez de 
hacerlo rodar. Observe el uso muy repetitivo de juguetes, como los 
bloques; por ejemplo, alinear reiterativamente los bloques en una fila, 
en vez de usarlos para construir una variedad de estructuras o patrones. 
Note el interés excesivo en cosas que normalmente no interesan a un niño 
con similares habilidades. Por ejemplo, ¿Dedica el niño excesivo tiempo a 
llenar y vaciar el inodoro, o a mirar correr el agua en el lavatorio? 
¿Parece preocupado con algo como una guía de teléfonos, que tiene 
listados pero no dibujos? Finalmente, considere si el niño usa o no los 
juguetes de manera más apropiada o usual después de mostrarle cómo. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Interés y uso apropiados de juguetes y otros objetos. El niño 
muestra un interés normal por juguetes y otros objetos, de 
acuerdo a su nivel de habilidades, y los usa en forma 
apropiada. 
 2.Interés o uso levemente inapropiados de juguetes y otros objetos. 
El niño puede mostrar menos interés que el típico esperable 
por un juguete, o jugar con él en forma inapropiadamente 
pueril, como golpeándolo o succionándolo, pasada la edad en que 
estas conductas son normales. 
 3.Interés o uso moderadamente inapropiados de juguetes y otros 
objetos. El niño puede mostrar escaso interés en juguetes u 
otros objetos, o usarlos de alguna manera extraña. Puede 
centrarse en alguna parte insignificante de un juguete, 
fascinarse con el reflejo de la luz sobre éste, mover 
repetitivamente alguna parte del objeto, o jugar exclusivamente 
con uno sólo. Esta conducta puede ser al menos parcial o 
temporalmente modificable. 
 4.Interés o uso severamente inapropiados de juguetes u otros 
objetos. El niño puede comprometerse en las mismas conductas ya 
indicadas en el punto 3, pero con mayor frecuencia e 
intensidad. Es muy difícil de distraer cuando está embebido en 
estas actividades inapropiadas, y es extremadamente difícil 
modificar el uso inapropiado que hace el niño de los objetos. 
 
 
VI. ADAPTACION AL CAMBIO. 
 
 
 
 
Definición. Esta escala se refiere a las dificultades para cambiar las 
rutinas o patrones establecidos, y para cambiar de una actividad a otra. 
A veces estas dificultades están relacionadas con las conductas y 
patrones repetitivos valorados en las escalas anteriores. 
 
Consideraciones. Observe la reacción del niño al cambiar de una actividad 
a otra, especialmente si ha estado activamente involucrado en la 
actividad previa. Observe la reacción del niño a los intentos de 
modificar respuestas o conductas estructuradas. Por ejemplo, si es dejado 
solo, el niño puede apilar reiterativamente bloques en una forma 
particular. Observe su reacción frente a los intentos del adulto para 
cambiar el patrón. Considere cómo reacciona el niño frente a los cambios 
en la rutina. Por ejemplo, ¿Muestra signos de angustia cuando llegan 
visitas inesperadas causando un cambio en la rutina, cuando se le lleva a 
la escuela por un camino diferente, cuando se reordenan los muebles, 
cuando un profesor suplente o un nuevo niño llega a la clase? ¿Establece 
elaborados rituales alrededor de actividades específicas como comer o 
acostarse? ¿Insiste en arreglar ciertos objetos "exactamente así", o 
comer o beber sólo con un determinado utensilio? 
 
 Puntuación: 
 
 1.Respuesta al cambio de acuerdo a su edad. Aunque el niño puede 
darse cuenta o comentar algún cambio en la rutina, lo acepta 
sin demasiadas dificultades. 
 2.Adaptación al cambio levemente anormal. Cuando un adulto trata de 
cambiar la tarea, el niño puede continuar con la misma 
actividad, o usando los mismos materiales, pero puede ser 
fácilmente distraído o cambiado. Por ejemplo, puede agitarse 
inicialmente si se lo lleva a una tienda diferente, o si se lo 
conduce al colegio por un nuevo camino, pero es fácil calmarlo. 
 3.Adaptación al cambio moderadamente anormal. El niño resiste 
activamente a los cambios en la rutina. Cuando se intenta un 
cambio de actividad, trata de continuar en la actividad 
anterior, y es difícil de distraer. Por ejemplo, puede insistir 
en volver a su lugar los muebles que han sido cambiados. Puede 
enojarse o entristecerse cuando una rutina establecida es 
alterada. 
 4.Adaptación al cambio severamente anormal. Cuando ocurren cambios, 
el niño muestra reacciones severas y difíciles de eliminar. Si 
se fuerza un cambio, puede enojarse exageradamente, negarse a 
cooperar y, quizás, responder con pataletas. 
 
 
VII. RESPUESTA VISUAL. 
 
Definición. Esta es una valoración de los patrones de atención visual 
inusuales encontrados en muchos niños autistas. Esta valoración incluye 
la respuesta del niño cuando se le pide que mire objetos y materiales. 
 
 
 
 
Consideraciones. Considere si el niño usa normalmente sus ojos cuando 
mira objetos o interactúa con personas. Por ejemplo, ¿Mira solamente por 
las esquinas de sus ojos? ¿Cuando está envuelto en una interacción 
social, mira a la otra persona a los ojos o evita el contacto visual? 
¿Con qué frecuencia debe indicársele que mire cuando está trabajando en 
algo? ¿Es necesario que el adulto dé vuelta la cabeza del niño para 
obtener su atención? La valoración de las respuestas visuales inusuales 
también incluye la observación de conductas peculiares como quedarse 
mirando fijamente el meneo de sus dedos o absorberse mirando reflejos o 
movimientos. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Respuesta visual apropiada
a su edad. La conducta visual del niño 
es normal y adecuada a su edad. La visión es utilizada junto a 
otros sentidos, como la audición o el tacto, como un medio para 
explorar objetos nuevos. 
 2.Respuesta visual levemente anormal. Ocasionalmente debe 
advertírsele que mire los objetos. Puede estar más interesado 
que los niños de su edad en mirar espejos o luces, y 
ocasionalmente puede fijar la vista en algún punto indefinido. 
También puede evitar mirar a los ojos a otras personas. 
 3.Respuesta visual moderadamente anormal. Debe recordársele 
frecuentemente que mire lo que está haciendo. Puede mirar 
fijamente al vacío, evitar el contacto visual con otras 
personas, mirar objetos desde un ángulo inusual o sostener 
objetos muy cerca de sus ojos aún cuando puede verlos 
normalmente. 
 4.Respuesta visual severamente anormal. El niño evita 
consistentemente mirar a otras personas o a ciertos objetos, y 
puede mostrar formas extremas de las conductas visuales 
peculiares ya descritas. 
 
 
VIII. RESPUESTA AUDITIVA. 
 
Definición. Esta es una valoración de las conductas auditivas inusuales y 
las respuestas inusuales a sonidos. Involucra las reacciones del niño 
tanto a voces humanas como a otros tipos de sonidos. Este ítem se 
relaciona también con el interés del niño en varios sonidos. 
 
Consideraciones. Considere las preferencias inusuales por, o los miedos 
a, ciertos sonidos cotidianos como los producidos por aspiradoras, 
lavadoras o el paso de camiones. Observe si el niño reacciona 
inapropiadamente a la intensidad de los sonidos. Por ejemplo, puede 
parecer que no escucha sonidos muy fuertes como sirenas, mientras 
reaciona a otros muy suaves, como un susurro. Puede incluso 
sobrerreaccionar a sonidos normales, que otros niños no tomarían en 
cuenta, retrocediendo o tapando sus oídos con las manos. Algunos niños 
parecen escuchar sonidos sólo mientras no están ocupados, mientras otros 
pueden atender a sonidos ajenos y distraerse de la actividad principal. 
Recuerde tomar en cuenta el interés del niño en los sonidos, y asegúrese 
 
 
 
que su respuesta es al sonido más que a la visión del objeto que lo 
produce. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Respuesta auditiva apropiada a su edad. La conducta auditiva del 
niño es normal y apropiada a su edad. La audición es usada en 
conjunto con otros sentidos, como la vista o el tacto. 
 2.Respuesta auditiva levemente anormal. Puede existir algún déficit 
de respuesta, o una leve hiperreacción, a ciertos sonidos. A 
veces las respuestas a los sonidos pueden ser tardías, y puede 
ser necesario repetirlos para que capten la atención del niño. 
Ocasionalmente puede ser distraído por sonidos extraños. 
 3.Respuesta auditiva moderadamente anormal. Las respuestas del niño 
a los sonidos pueden variar. Frecuentemente ignora un sonido 
las primeras veces que ocurre. También puede asustarse o tapar 
sus oídos cuando escucha algunos sonidos cotidianos. 
 4.Respuesta auditiva severamente anormal. El niño hiper y/o hipo 
reacciona a los sonidos en un grado extremo, independientemente 
del tipo de sonido de que se trate. 
 
 
IX. RESPUESTA AL GUSTO, EL OLFATO Y EL TACTO. 
 
Definición. Esta es una valoración de la respuesta del niño a la 
estimulación de los sentidos del gusto, el olfato y el tacto (incluyendo 
el dolor). Se valora también si el niño usa o no en forma apropiada estas 
modalidades sensoriales. En contraste con los sentidos "distales" de la 
audición y la visión valorados en las dos escalas previas, esta es una 
valoración de los sentidos "proximales". 
 
Consideraciones. Considere tanto si el niño muestra excesiva evitación 
como excesivo interés en ciertos olores, comidas, sabores o texturas. ¿Se 
preocupa por sentir ciertas superficies como la cubierta de la mesa, o 
texturas como piel o papel de lija? ¿Olfatea objetos comunes como bloques 
de juego o piezas de rompecabezas? ¿Trata de comer cosas no comestibles 
como barro, hojas o madera? Distinga la ocasional conducta exploratoria 
de llevar a la boca y tocar que muestran los niños pequeños, del más 
frecuente, peculiar e intenso tipo de conducta que aparece sin relación 
con objetos específicos. ¿Tiene el niño reacciones inusuales al dolor? 
¿Sobre o hipo reacciona al dolor? Para la observación directa de la 
reacción del niño al dolor, puede ser necesario pellizcarlo. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Uso y respuestas normales del gusto, el olfato y el tacto. El niño 
explora objetos nuevos en forma apropiada a su edad, 
generalmente palpando y mirando. Usa el gusto y el olfato 
cuando es apropiado, como cuando un objeto parece comestible. 
Frente a dolores pequeños y habituales, como un encontrón, una 
caída o un pellizco, el niño expresa incomodidad, pero no 
reacciona exageradamente. 
 
 
 
 2.Uso y respuestas levemente anormales del gusto, el olfato y el 
tacto. El niño puede persistir en poner objetos en su boca 
incluso cuando la mayoría de los niños de su edad ya ha dejado 
de hacerlo. Puede olfatear o probar con la boca objetos no 
comestibles de vez en cuando. Puede ignorar o reaccionar 
exageradamente a un pellizco u otros dolores leves que un niño 
normal expresaría como molestia o incomodidad. 
 3.Uso y respuestas moderadamente anormales del gusto, el olfato y el 
tacto. El niño puede estar moderadamente preocupado tocando, 
olfateando o probando con la boca objetos o personas. Puede 
mostrar una reacción moderadamente inusual al dolor, sea por 
exageración o debilidad. 
 4.Uso y respuestas severamente anormales del gusto, el olfato y el 
tacto. El niño se preocupa de olfatear, probar con la boca o 
palpar objetos más por la sensación que como una forma normal 
de explorar o usar los objetos. Puede ignorar completamente el 
dolor, o reaccionar muy fuertemente a cosas apenas levemente 
inconfortables. 
 
 
X. MIEDO O NERVIOSISMO. 
 
Definición. Esta es una valoración de los miedos inusuales o 
inexplicables. Sin embargo, también incluye la valoración de la ausencia 
de miedo bajo condiciones en que un niño normal del mismo nivel de 
desarrollo probablemente mostraría miedo o nerviosismo. 
 
Consideraciones. Las conductas temerosas pueden incluir llorar, gritar, 
esconderse o reír nerviosamente. Cuando esté haciendo esta valoración, 
considere la frecuencia, la intensidad y la duración de la reacción del 
niño. ¿Parece el miedo razonable o comprensible? También considere la 
penetración de la respuesta. ¿Está delimitada a un solo tipo o clase de 
situación, o se extiende a varias o muchas situaciones? ¿Podría un niño 
normal de la misma edad reaccionar de esa forma en una situación similar? 
La intensidad de la respuesta puede ser evaluada por cuán difícil es 
calmar al niño. Este tipo de rección puede ocurrir al ser separado de los 
padres, en respuesta a la proximidad física o al ser alzado del suelo en 
algunos juegos de contacto físico. Las respuestas inusuales pueden 
ocurrir frente a cosas específicas como la lluvia, una muñeca, un títere, 
plastilina, etc. Otro tipo de respuesta inusual de temor es la ausencia 
del miedo apropiado frente a situaciones como tráfico intenso o perros 
extraños, en las que niños normales reaccionarían. Recuerde considerar el 
nerviosismo inusual. ¿Es el niño particularmente excitable, alarmándose 
fácilmente en respuesta a sonidos o movimientos normales? 
 
 Puntuación: 
 
 1.Miedo o nerviosismo normales. La conducta del niño es apropiada 
tanto a la situación como a su edad. 
 2.Miedo o nerviosismo levemente anormales. Ocasionalmente muestra un 
poco más o un poco menos miedo o nerviosismo comparado con la 
 
 
 
reacción de un niño normal de su edad en una situación 
similar. 
 3.Miedo o nerviosismo moderadamente anormales. El niño muestra 
considerablemente más o considerablemente menos miedo que el 
característico, incluso para niños menores, en una situación 
similar. Puede ser difícil comprender qué está gatillando el 
miedo, y es difícil consolarlo. 
 4.Miedo o nerviosismo severamente anormales. El miedo persiste 
incluso
después de repetidas experiencias con sucesos u objetos 
inofensivos. En una sesión de evaluación, el niño puede 
permanecer asustado sin razón aparente durante toda la sesión. 
Es extremadamente difícil calmarlo o consolarlo. Inversamente, 
el niño puede no darse cuenta de peligros que otros niños de la 
misma edad evitan, como perros extraños o tráfico intenso. 
 
 
XI. COMUNICACION VERBAL. 
 
Definición. Esta es una valoración de todas las facetas del uso del habla 
y el lenguaje del niño. No sólo evalúa la presencia o ausencia de 
lenguaje oral, sino también la peculiaridad, bizarría o inadecuación de 
todos los elementos de la expresión oral del niño cuando está presente. 
Así, cuando se presente cualquier clase de lenguaje, evalúe el 
vocabulario y la estructura de las oraciones; la calidad tonal, el 
volumen o sonoridad, y el ritmo de las expresiones; y la adecuación de 
los contenidos o significados a la situación. 
 
Consideraciones. Considere la frecuencia, intensidad y extensión de las 
expresiones peculiares, bizarras o inapropiadas. Observe cómo habla el 
niño, cómo responde a preguntas y repite palabras o sonidos cuando se le 
pide. Los problemas en la comunicación verbal incluyen mutismo o falta de 
lenguaje, retraso en aprender a hablar, uso de un lenguaje característico 
de niños menores, o uso de palabras en forma peculiar o carente de 
significado. Tres tipos específicos de peculiaridad del lenguaje a 
observar, si se presentan después de la edad en que ocurren normalmente, 
son la reversión de pronombres, la ecolalia y el uso de jerigonza. 
Ejemplos de reversión de pronombres son decir "Tú quieres una galleta" 
cuando quiere decir "Quiero una galleta", o "Yo comí una galleta" para 
referirse al hecho de que Ud. acaba de comer una galleta. La ecolalia se 
refiere a repetir como un eco lo que se acaba de decir. Por ejemplo, un 
niño puede repetir las preguntas en vez de responderlas. Puede incluso 
repetir, en momentos inapropiados, cosas escuchadas con anterioridad; 
esto se denomina ecolalia diferida. La jerigonza se refiere al uso de 
palabras extrañas o sin sentido, sin intentar trasmitir un mensaje 
relacionado con esas palabras. Para niños que usan el lenguaje oral, 
recuerde observar el tono, el ritmo y el volumen o sonoridad de la voz. 
También note la excesiva repetición cuando se presenta con posterioridad 
a la edad en que es común. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Comunicación verbal normal, apropiada a la edad y a la situación. 
 
 
 
 2.Comunicación verbal levemente anormal. El habla muestra un retraso 
global. La mayor parte de su expresión oral tiene sentido; sin 
embargo, pueden aparecer algunas ecolalias o utilización 
inversa de pronombres, cuando ya ha pasado la edad en que ello 
ocurre normalmente. Algunas palabras peculiares o jerigonzas 
pueden ser ocasionalmente utilizadas. 
 3.Comunicación verbal moderadamente anormal. La expresión oral puede 
estar ausente. Cuando existe, la comunicación verbal puede ser 
una mezcla de expresión oral significativa y alguna forma 
peculiar de expresión como jerigonza, ecolalia o utilización 
inversa de pronombres. Los ejemplos de lenguaje peculiar pueden 
incluir hablar mezclando frases de comerciales de televisión, 
informes meteorológicos o resultados deportivos. Cuando usa 
lenguaje significativo, las peculiaridades incluyen el uso 
excesivo de preguntas o la preocupación por temas específicos. 
 4.Comunicación verbal severamente anormal. El niño no usa expresión 
oral significativa; en vez de ella puede producir chillidos 
infantiles, sonidos guturales o parecidos a los producidos por 
animales, o ruidos complejos que se aproximan al habla. También 
puede usar en forma bizarra y persistente algunas palabras o 
frases reconocibles. 
 
XII. COMUNICACION NO-VERBAL. 
 
Definición. Esta es una valoración de la comunicación no-verbal del niño 
a través de su expresión facial, gestos, postura y movimientos 
corporales. También incluye la respuesta del niño a la comunicación no-
verbal de los demás. Si el niño tiene habilidades de comunicación verbal 
razonablemente buenas, podría haber menos comunicación no-verbal; sin 
embargo, aquellos niños con deterioro en la comunicación verbal pueden o 
no tener desarrollado un medio de comunicación no-verbal. 
 
Consideraciones. Considere particularmente el uso de la comunicación no-
verbal cuando el niño tiene una necesidad o desea comunicarse. También 
observe la respuesta del niño a la comunicación no-verbal de los demás. 
¿Usa el niño gestos o expresión facial, por ejemplo, para indicar qué 
quiere comer o con qué quiere jugar, o trata de usar la mano del adulto 
como una extensión de la suya? ¿Usa gestos para indicar dónde quiere que 
alguien vaya, o trata de empujar a la persona para llevarla hasta ahí? 
 
 Puntuación: 
 
 1.Uso normal de la expresión no-verbal, apropiado a su edad y a la 
situación. 
 2.Uso levemente anormal de la comunicación no-verbal. Uso inmaduro 
de la comunicación no-verbal; por ejemplo, puede apuntar 
vagamente, o alcanzar lo que quiere, en situaciones en que un 
niño normal de la misma edad señalaría o gesticularía más 
específicamente para indicar lo que desea. 
 3.Uso moderadamente anormal de la comunicación no-verbal. El niño es 
generalmente incapaz de expresar deseos o necesidades en forma 
no-verbal, y generalmente no entiende la comunicación no-verbal 
 
 
 
de los demás. Puede tomar la mano del adulto para llevarla 
hasta lo que desea, pero es incapaz de indicar su deseo por 
gestos o apuntando. 
 4.Uso severamente anormal de la comunicación no-verbal. El niño 
utiliza solamente gestos bizarros o peculiares que no tienen 
significado aparente, y desconoce los significados asociados a 
los gestos o expresiones faciales de los demás. 
 
 
 
 
XIII. NIVEL DE ACTIVIDAD. 
 
Definición. Esta valoración se refiere a cuánto se mueve el niño, tanto 
en situaciones restringidas como no restringidas. Tanto la hiperactividad 
como la letargia son parte de esta valoración. 
 
Consideraciones. Considere cuánto se mueve el niño en una situación de 
juego libre y cómo reacciona cuando se le hace permanecer quieto. Tome en 
cuenta la persistencia del nivel de actividad del niño. Si es letárgico, 
¿Puede ser estimulado a moverse más? Si es excesivamente activo, ¿Es 
posible calmarlo o mantenerlo sentado y quieto? Al hacer esta valoración, 
debe tomarse en cuenta factores como la edad del niño, la distancia que 
ha viajado para llegar hasta el lugar de la evaluación, la duración de la 
sesión, la fatiga y el aburrimiento. Considere también la influencia de 
medicamentos que pudieran afectar el nivel de actividad. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Nivel de actividad normal para la edad y las circunstancias. El 
niño no es ni más ni menos activo que un niño normal de su edad 
en una situación similar. 
 2.Nivel de actividad levemente anormal. El niño puede ser levemente 
inquieto o algo "flojo" o lento de movimientos a veces. El 
nivel de actividad del niño interfiere sólo ligeramente con su 
desempeño. Generalmente es posible animarlo a mantener el nivel 
apropiado de actividad. 
 3.Nivel de actividad moderadamente anormal. El niño puede ser 
exageradamente activo y difícil de contener. Puede haber un 
poderoso impulso a la actividad. Puede aparecer con ilimitada 
energía, y no estar dispuesto a ir a dormir por la noche. 
Inversamente, puede ser muy letárgico, y requerir gran 
instigación para realizar movimientos. Pueden disgustarle los 
juegos que requieren actividad física, y puede parecer 
extremadamente "flojo". 
 4.Nivel de actividad severamente anormal. El niño muestra niveles 
extremos de actividad o inactividad, y puede pasar de un 
extremo a otro. Puede ser muy difícil manejarlo. Cuando hay 
hiperactividad, ésta se presenta virtualmente en todos los 
aspectos de la vida del niño, y se requiere un constante 
control del adulto. Si el niño es letárgico, es extremadamente 
difícil conseguir su motivación para cualquier actividad, y se 
 
 
 
requiere
el empuje del adulto para iniciar el aprendizaje o la 
realización de tareas. 
 
 
XIV. NIVEL Y CONSISTENCIA DE LA RESPUESTA INTELECTUAL. 
 
Definición. Esta valoración se relaciona tanto con el nivel general del 
funcionamiento intelectual como con la consistencia o uniformidad entre 
las diferentes habilidades. Algunas fluctuaciones en el funcionamiento 
mental pueden ocurrir en muchos niños normales o dishabilitados; sin 
embargo, esta escala intenta identificar las habilidades extremadamente 
inusuales o altas ("peaks") descritas en la definición del autismo de 
Kanner. 
 
Consideraciones. No sólo considere el uso y comprensión que el niño tiene 
del lenguaje, los números y los conceptos, sino también aspectos como qué 
tan bien recuerda lo que ha visto u oído, o cómo explora y comprende el 
funcionamiento de las cosas. Ponga particular atención al observar si el 
niño muestra inusual habilidad en una o dos áreas de su funcionamiento 
intelectual. ¿Tiene especial talento con los números, la memoria mecánica 
o la música, por ejemplo? Observe si hay pensamiento concreto o tendencia 
a tomar las cosas literalmente más allá de la edad o el nivel funcional 
en que ello es apropiado. 
 
 Puntuación: 
 
 1.Inteligencia normal y razonablemente consistente a través de 
diversas áreas. El niño es tan inteligente como un niño 
característico de su edad, y no tiene habilidades ni 
dificultades intelectuales inusuales. 
 2.Funcionamiento intelectual levemente anormal. El niño no es tan 
ingenioso como un niño característico de su edad; sus 
habilidades aparecen algo retrasadas y parejas en todas las 
áreas. 
 3.Funcionamiento intelectual moderadamente anormal. En general, el 
niño es menos hábil que un niño de su misma edad; sin embargo, 
puede funcionar en un nivel cercano a lo normal en una o más 
áreas intelectuales. 
 4.Funcionamiento intelectual severamente anormal. Aunque el niño es, 
en general, menos inteligente que un niño típico de su edad, 
puede funcionar aún mejor que un niño normal en una o más 
áreas. Puede tener ciertas habilidades particularmente 
inusuales; por ejemplo, puede tener un especial talento 
artístico o musical, o particular facilidad con los números. 
 
 
XV. IMPRESION GENERAL. 
 
 Esta escala está pensada para ser una valoración global basada en su 
percepción subjetiva del grado en que el niño es autista tal como es 
definido por las otras 14 escalas. Esta valoración debe ser realizada sin 
recurrir al promedio de las otras valoraciones. Al hacerla, debe tomar en 
 
 
 
cuenta toda la información disponible acerca del niño, incluyendo aquélla 
proveniente de fuentes como la historia del caso, la entrevista a los 
padres o registros anteriores. 
 
 Puntuación: 
 
 1.No autista. El niño no muestra síntomas característicos de 
autismo. 
 2.Autismo leve. El niño muestra unos pocos síntomas o sólo un leve 
grado de autismo. 
 3.Autismo moderado. El niño muestra varios síntomas o un grado 
moderado de autismo. 
 4.Autismo severo. El niño muestra muchos síntomas o un extremo grado 
de autismo. 
 
 
 INTERPRETACION DE LOS PUNTAJES DE LA EVAI 
 
 Después que el niño ha sido valorado en cada uno de los 15 ítemes, 
se obtiene un puntaje total sumando las 15 valoraciones individuales. La 
clasificación final del niño se basa en la información de todos los 
ítemes, no en una selección de ellos. El puntaje total de la EVAI puede 
variar desde un mínimo de 15, que se obtiene cuando la conducta del niño 
es valorada dentro de límites normales (1) en las 15 escalas, hasta un 
máximo de 60, obtenido cuando la conducta del niño es valorada como 
severamente anormal (4) en todas las escalas. Se ha establecido un 
sistema de categorización diagnóstica, que ayuda en la interpretación del 
puntaje total de la EVAI, basándose en la comparación de los puntajes de 
la EVAI con las correspondientes evaluaciones de clínicos expertos de más 
de 1500 niños. Este sistema de categorización constituye una adaptación 
de un sistema anterior, en orden a producir una versión simplificada para 
el uso de profesionales ajenos al campo del autismo. Usando este sistema 
de categorización, los niños con puntajes inferiores a 30 son 
categorizados como no-autistas, mientras que aquellos con puntajes de 30 
y más son categorizados como autistas. Adicionalmente, los puntajes que 
caen en el rango de autismo (30-60) pueden ser divididos en dos 
categorías a las que se ha asignado rótulos descriptivos que indican la 
severidad del autismo. Los puntajes entre 30 y 36.5 indican autismo leve 
a moderado, mientras que los puntajes entre 37 y 60 indican autismo 
severo. Esto resulta en el sistema de puntajes que se resume enseguida: 
 
 
 
 
 
Puntaje total 
EVAI 
 
 
Categoría 
Diagnóstica 
 
 
Nivel de 
severidad 
% de la 
Población del 
Programa 
TEACCH 
 ================================================================= 
15 - 29.5 No-autista (No-autista) 46% 
 
30 - 36.5 Autista Autismo leve 
a moderado 
 27% 
 
37 - 60.0 Autista Autismo 
severo 
 27% 
 ================================================================= 
 
 En nuestro uso de la EVAI con más de 1500 niños referidos a nuestro 
programa estatal, hemos encontrado que aproximadamente el 46% (702) caen 
en la categoría no-autista, mientras el 54% (818) caen en la categoría 
autista. De este 54% que es clasificado como autista, aproximadamente la 
mitad (405) son rotulados como leve a moderadamente autistas, mientras la 
otra mitad (413) son rotulados como severamente autistas, usando el 
sistema de categorización discutido arriba. 
 
 La EVAI fue desarrollada conceptualizando al autismo como parte de 
un continuum de dishabilidades (Wing y Gould, 1978). Concordantemente, 
los puntajes de la EVAI también representan un continuum. A más bajo 
puntaje, menos conductas autistas exhibe el niño; a mayor puntaje, más 
conductas autistas exhibe. Así, romper el continuum de puntajes para 
producir categorías diagnósticas o rótulos clasificatorios es algo 
arbitrario. La EVAI fue desarrollada primariamente para satisfacer las 
necesidades de clasificación de los niños del programa TEACCH con fines 
de clasificación administrativa y de investigación. No fue pensada para 
satisfacer todas las necesidades de diagnóstico. Como se indicó, los 
puntos de corte fueron determinados por la comparación de 1520 puntajes 
de la EVAI con la correspondiente clasificación de clínicos expertos, 
para determinar el porcentaje de acuerdo, falsos positivos y falsos 
negativos. Usando el punto de corte de 30 para el autismo, obtuvimos un 
acuerdo global de 87%, con una razón de falsos negativos de 14.6% y una 
razón de falsos positivos de 10.7%. Utilizando un punto de corte de 37 
para el autismo severo, obtuvimos un acuerdo global de 88.8%, con una 
razón de falsos negativos de 14.4% y una razón de falsos positivos de 
10.3%. 
 
 Estos no son los únicos puntos de corte posibles para distinguir 
entre estos grupos diagnósticos. Otros agrupamientos son válidos de 
acuerdo al propósito del diagnóstico (Schopler y Rutter, 1978), por lo 
que otros puntos de corte pueden ser útiles para la EVAI. Sin embargo, 
para identificar niños autistas en un gran sistema escolar estatal, el 
uso para el que la EVAI fue originalmente diseñada, los puntos de corte 
previamente descritos son óptimos. 
 
 Finalmente, queremos enfatizar que la clasificación realizada con la 
EVAI no está concebida como el punto final de la evaluación. Al 
contrario, está pensada como el primer paso en el diagnóstico y 
 
 
 
clasificación, y debería servir como punto de partida de un proceso para 
identificar las formas de evaluación individual necesarias para 
comprender otros aspectos del problema del niño, sean ellos en el 
lenguaje, en la conducta o en el funcionamiento biológico. Otros 
instrumentos, como el PEP (Schopler y Reichler, 1979) son necesarios para 
completar este proceso de diagnóstico. 
 
 
 REFERENCIAS 
 
American Psychiatric Association. (1987). Diagnostic and Statistical

Continuar navegando

Materiales relacionados

3 pag.
3 pag.