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4521 -Resumen-historico-de-la-campana-de-Acre--Alaiza

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BIBLIOTECA DIGITAL 
 
TEXTOS SOBRE BOLIVIA 
 
TEXTOS SOBRE LA HISTORIA POLÍTICA, TEORÍA POLÍTICA Y GEOPOLÍTICA, 
DE ALGUNOS DE LOS PRESIDENTES DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA, SU 
GESTIÓN Y ADMINISTRACIÓN, HISTORIA MILITAR, BATALLAS, GUERRAS 
INTERNACIONALES, GUERRA CIVIL O FEDERAL Y GUERRILLA 
 
FICHA DEL TEXTO 
 
Número de identificación del texto en clasificación Bolivia: 4521 
Número del texto en clasificación por autores: 10095 
Título del libro: Resumen histórico de la campaña de Acre 
Autor (es): Miguel Alaiza 
Editor: Imprenta “Las Horas” 
Derechos de autor: Dominio Público 
Año: 1925 
Ciudad y País: La Paz - Bolivia 
Número total de páginas: 64 
Fuente: Digitalizado por la Fundación 
Temática: La guerra del Acre 1899 - 1903 
 
TENIENTE CORONEL MIGUEL ALAIZA
/
006422
— DE LA —
INVENTARIADO
C A M P A Ñ A DEL A C R E
(con un mapa y cinco croquis)
Agosto de 1925
LA PAZ-BOLIVIA
Imprenta «Las Horas»
J I ^ J E T O M L - , »
Los pueblos viriles que aman su pasado y esperan con fe el 
porvenir, al revisar el calendario de sus glorias edifican la base 
estable del civismo, asi como al analizar los días luctuosos de su, 
historia señalan los escollos a las generaciones que avanzan dis­
puestas a seguir, con paso firme, el camino que conduce a la con- 
quista de sus ideales.
Aunque están frescos los recuerdos de la cruenta lucha cuyo 
teatro de hazañas fué el dilatado campo de los bosques misteriosos 
de nuestra f rontera noroeste y las turbias aguas de sus caudalosos 
ríos; aunque apenas han transcurrido algo más de dos decenas de 
años, en nuestro ambiente — ¿por qué. no decirlo siquiera con frart 
queza de soldado? — se nota una indiferencia para compulsar esos 
acontecimientos y medir sus alcances, que amenaza ser motivo, más 
tarde, de complicadas controversias y resta desde luego el bien (fue 
representa hacer conocer a toda la generación actual importantes 
sucesos de nuestra historia, máxime si el método mismo aconseja 
enseñarla comenzando por los fastos más próximos, por aquellos 
que están menos plagados de inducciones y son más aptos para se­
ñalar derroteros prácticos.
La necesidad de empapar al pueblo boliviano en el conoci­
miento de la guerra del Acre, es más imperiosa si se considera que 
los acontecimientos militares que embargaron a la Nación alrede­
dor de cinco años, de 1899 a 1903, tienen una, doble faz: prueban 
que las luchas intestinas, debilitándonos, constituyen el momento 
propicio para que la envidia siempre en acecho se lance al de'spojo, 
y demuestran que en este caso la. perfidia vistió con el ropaje defili 
busterismo lo que obedeció a instigaciones de altas esferas oficiales 
del Brasil, razón que debe retemplar mejor nuestros-ánimos para 
propender a la reivindicación de los territorios 'perdidos.
No pretendemos decir la ultima palabra sobre la campaña 
del Acre; al contrario, nos sometemos anticipadamente a la censu­
ra, sabiendo que ella ha de tener la virtud de mover a muchos 
otros para contribuir a la formación de la verdadera historia 
acreana.
Entretanto, será este opúsculo un medio de consulta provi- * 
sional, y con su publicación el autor cumple en forma modesta su 
anhelo de ofrendar algo a la Patria en la magna fecha del cente­
nario de su emancipación.
M. A.
R E S U M E N
DE LA
Campaña del Acre
La política lusitana
Los grandes acontecimientos del mundo se deben 
ineluctablemente a las causas que los han impulsado.* La 
Historia no es sino la filosofía práctica y experimental que 
enseña el porqué de esos acontecimientos.
Nada es resultado del acaso; todo tiene su fundamento 
causal o sustancia básica; ni los átomos se mueven en el espa­
cio sin la ley de la gravitación. Tales son las conclusiones a 
que ha llegado la ciencia positiva, mediante la observación y
la experiencia.
Ya que la Historia recoge las enseñanzas del pasado, 
para bien de las generaciones futuras, nos valemos de ella 
para exponer al pueblo boliviano las invasiones y desmembra­
ciones que ha sufrido desde el día en que se constituyó en 
nación soberana, a raíz de su independencia proclamada el 6 
de agosto de 1825.
La Real Audiencia de Charcas estaba constituida, en la 
América Hispana, sobre un vasto territorio de tres millones 
de kilómetros cuadrados, dentro de los que se hallaban ubi­
cadas sus cuatro famosas provincias de Chuquisaca, La Paz,
RESUMEN HISTORICO DE
Potosí y Santa Cruz. Sus límites iban por el norte hasta 
las proximidades del Cuzco; por el oriente y el noroeste coh- 
íinaba con ei río Madera, Mattogrosso y toda la longitud del 
lío Paraguay hasta colocarse frontero a Asunción; y por el 
sud alcanzaba al Paposo o grado 27.
Sus derechos, después como heredados a título univer­
sal por la joven nacionalidad boliviana, emanaban de Ion títu­
los expedidos por la Corona de España y de la delimitación es­
tablecida entre ésta y las posesiones portuguesas, hoy bra­
sileñas.
La Real Audiencia de Charcas se hizo célebre y. luego 
llegó a ser legendaria por las inagotables minas de plata que 
contenía el subsuelo de su jurisdicción, especialmente del 
cerro de Potosí, donde se concentraron las labores de explo­
tación colonial, que se calcula dieron a la Corona de Castilla, 
Navarra y Ai agón más de seiscientos millones de p< sos du­
ros. Los múltiples ríos de Chuquisaca y La Paz arrastraban 
oro en abundancia.
Durante su vida autónoma, Bolivia ha podido mostrar 
al mundo su portentosa riqueza minera, que, no obstante los 
inconvenientes para extraerla y exportarla, ha sido en todo 
tiempo la principal fuente para el sostenimiento de ios gas­
tos nacionales. Posteriormente se descubrieron las salitre­
ras del Litoral y Atacama, que pronto pasaron a repletar 
ajenas arcas, y en los bosques seculares del Oriente, Beni y 
Noroeste el árboi de la goma abrió ai país un amplio horizon­
te de halagüeñas perspectivas.
Estas fabulosas riquezas fueron la causa de los diferen- 
dos de Bolivia con las naciones vecinas, algunas misérrimas 
y todas poseídas de insaciable codicia. Empezaron éstas a 
desenvolver una política artera, sofisticando pactos interna­
cionales y contrariando derechos legítimamente adquiridos, 
hasta coronar sus vedadas aspiraciones con los hechos bru­
tales y bárbaros de avances y usurpaciones, premunidas de’ 
sólo el derecho de la fuerza.
Bolivia llegó a serla víctima cómoda desús vecinos, 
pero principalmente del Brasil y Chile, que entronizaron el 
evangelio de la conquista, invadiendo y cercenándole los más 
ricos girones de .su heredad colonial.
Concretándonos al proceder brasileño, cabe decir que 
el canciller y notable jurisconsulto argentino doctor Esta­
nislao S. Zebalios, estudiando la idiosincrasia y las tenden­
cias del Brasil, a través de sus diferencias con Bolivia, Ar-
LA CAMPAÑA DEL ACRE 5
gontina, Perú, Paraguay, Uruguay y las Guayacas, pueblos 
con los que limita, desde la cátedra de la prensa porteña pro­
clamó que «la política brasileña es la política de robos y des­
vergüenzas».
Los hechos son un claro fundamento para ese califica' 
tivo. A la Argentina le ha arrebatado 34,090 kilómetros cua' 
drado.s; más de 300,000 a Bol i via; 50,000 al Paraguay; 40,000 
al Perú; 16,000 al Uruguay y más de 35,000 a las Guayanas. 
¿Por qué medios ha podido el Brasil arrancar a tantos países 
un total de cerca de medio millón de kilómet:os cuadrados? 
Por todos los que ha puesto en juego una nación sin escrúpu­
los, decidida a convertirse en el pulpo de Sud América.
Para explicarse mejor esti, política inmoral, basta tener 
en cuenta que fueron aventureros lusitanos quienes se lanza­
ron a sacar provecho de las tierras descubiertas por Colón, 
constituyéndose hacia el Atlántico, sin derecho alguno y en 
menoscabo de los intereses de España. Y de casta le viene 
ai galgo...
Las posesiones de Ja Real Audiencia de Charcas nunca 
fueron respetadas por los lusitanos, sea bajo el régimen del 
Rey de Portugal, sea bajo la autónoma administraciónimpe­
rial o republicana del Brasil, violencias que llegaron a su cul­
minación durante la vida libre de Bolivia. Ahí están los tra­
tados de San Ildefonso y de Tordesillas, los suscritos des­
pués con nuestro país y la primera invasión de que fué vícti­
ma de 1826 a 1828, con cuyo motivo el Libertador Bolívar or­
denó al Mariscal Sucre declarase la guerra a la nación del 
noreste, que se permitía introducir sus armas hasta el cora­
zón del Oriente boliviano. Las huestes triunfadoras en Aya- 
cucho debían iniciar enérgicamente la tarea de repeler a los 
agresores, cuando el Brasil, de una manera excepcional, dio 
amplias satisfacciones ante la enorme responsabilidad de sus 
actos, que tendían a mutilar a un pueblo en la cuna misma.
Pero el camino de la política de rapiña del Brasil y sus 
Estados corsarios se halla abierto, especialmente sobre Boli­
via. Un ligero examen nos convence de que el plan se desen­
vuelve con diabólica disciplina: a la satrapía tenaz se coordina 
una diplomacia rabulesca, y a ésta sucede la lógica de los he­
chos, en su caso. Sitúa en nuestras' fronteras al peor ele­
mento civil, y militares inescrupulosos consuman toda clase 
de desmanes, ofensas y robos contra la dignidad e intereses 
nacionales. Los representantes del ramo consular son veja­
dos o menospreciados en toda la región amazónica, el Madera, 
Corumbá y el Guaporé. El contrabando es consentido y aun
6 RESUMEN HISTÓRICO DE
fomentado. Las haciendas bolivianas de todas las fronteras 
son asaltadas, especialmente en las regiones de Puerto Suá- 
rez, San Matías, Mateguá, Guayaramerín, Villa Bella, Cobi­
ja e infinidad de barracas.
En todas estas emergencias las reclamaciones plantea­
das ante los gobiernos centrales o estaduales nunca son aten' 
didas.
La documentación relativa a tales hechos es copiosa, se 
halla dispersa en libros y foletos y tobre todo en las anuales 
Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores, que siem­
pre se ha visto en la necesidad de abrir un párrafo destinado 
a dar cuenta de los atropellos y argucias del vecino del 
Atlántico.
I aquí conviene advertir que es urgente, no sólo para 
Bolivia sino para todas las naciones hermanas que vienen su­
friendo iguales expoliaciones, poner un dique a esa política 
dolosa, mediante una profusa propaganda de las firmes con­
clusiones del intemacionalista Zeballos y de cuantos hombres 
probos quieran contribuir a que se asienten la justicia y la 
concordia en el continente sudamericano. Para completarla 
obra, sería forzoso pedir la intervención de la Liga de las Na­
ciones, a fin de que se suscriba un pacto de garantía inter­
nacional.
Medios de represión legal y eficaz
Ya que para nosotros los daños han sido inmensos y los 
peligros futuros amenazan de muerte a nuestra patria, es in­
dispensable que con actividad y tesón procuremos siquiera 
paliar los primeros y prevenir los segundos, valiéndonos ante 
todo de la publicación de libros referentes a las cuestiones 
que nos ha suscitado el Brasil, en un periodo de dos siglos, 
propaganda que debe desenvolverse en igual forma que la 
efectuada en el diferendo con Chile.
La pauta que conviene desarrollar es a nuestro enten­
der la siguiente:
I. —Demostración amplia de los derechos de Bolivia 
sobre los territorios detentados por el Brasil;
II. —Que la soberanía se halla permanentemente ama­
gada por la falaz política de aquel país;
II.—Que no cumple los tratados que suscribe ni res­
peta el arbitraje, mientras la Liga de las Naciones no impon­
LA CAMPAÑA DEL ACRE 7
ga, sin restricción alguna, el pacto de garantía internacional. 
Que se demuestre el armamentismo del Brasil, el cual cons­
tituye un serio peligro para la paz americana;
IV. —Que se estimule y fomente toda obra de propa­
ganda destinada a comprobar nuestros derechos y a vigori­
zar nuestros anhelos. Que se proteja al elemento boliviano 
que trabaja o transita por los pueblos vecinos, donde los re­
presentantes consulares no se atreven a impetrar las de­
bidas garantías;
V . —Que se trabaje por el establecimiento definitivo de 
la paz interna, se intensifique la militarización escolar y es­
tudie y defienda todas las fronteras de la patria. Que se co­
lonice, con el mayor porcentaje de elemento nacional, los lu­
gares fronterizos y las regiones alejadas de nuestros centros 
de actividad general;
VI. —Que se envíe misiones de prensa al exterior para 
buscar soluciones pacíficas y se fomente el intercambio en 
todo orden con los países vecinos, aun cuando fuesen hostiles 
en el momento actual;
V I I—Que se dé el mayor impulso a la industria nacio­
nal, especialmente a aquellas que tengan relación con la de­
fensa, de tal modo que la importación del extranjero se re­
duzca a lo más indispensable en bien de la institución militar. 
Que se implante de una vez la remonta de caballos para el 
ejército, en potreros adecuados a la configuración topográ­
fica, se provea al avituallamiento etc,; y
VIII.—Que se proceda con toda ecuanimidad y patrio­
tismo en la designación del personal que debe representar­
nos en el exterior, en las funciones diplomáticas y consulares, 
excluyendo las improvisaciones y los favoritismos.
Antecedentes de la cuestión del Acre
El origen del diferendo de límites sustentado entre el 
Brasil y Bolivia se remonta a la primera centuria de la época 
colonial, pues esta nación, constituida dentro del perímetro de 
la Audiencia de Charcas, fundaba sus derechos, si no en la cé­
lebre bula del papa Alejandro VI—que en mayo de 1598 divi­
dió el mundo ocupado por españoles y portugueses desfavora­
blemente para los segundos,—en el tratado de San Ildefonso, 
de 1777, que se mantuvo en vigencia éntrelas Coronas de Es­
paña y Portugal y que, por tanto, no pudo ser ohjeto de modi-
RESUMEN HISTÓRICO DE
ficaciones en momentos en que la Audiencia de Charcas, como 
parte integrante del Virreinato de Lima primero y del de Bue­
nos Aires después, se declaraba independiente de ia Metrópoli.
Bolivia, pues, ingresó a la vida libre teniendo como fron 
tera con el Brasil el río Madera, hasta Ja mitad de su largo 
curso,yel paralelo correspondiente a este punto intermedio del 
Madera, prolongado hasta el río Itenez y Paraguay en la parte 
oriental.
Pero contra toda razón y antecedente histórico, en 1868 
el ministro plenipotenciario del Brasil, don Juan R.ego Mon- 
teiro, dio a conocer al g< bierno boliviano las pretensiones oe 
la Corte Imperial en sentido de ocupar la margen derecha del 
río Paraguay, invocando el uti possidetis de 1810, que siendo 
punto básico para las colonias es pallólas al constituirse en na­
ciones independientes, estaba obligadamente suj- to a las esti­
pulaciones del trabado de 1777.
Apenas cuatro años habían transcurrido desde la inicia­
ción de tan absurdas reclamaciones, cuando la oportunidad de 
realizarlas se presentó con el desorbitado gobierno del gene­
ral Melgarejo, ante quien el del Brasil constituyó un ministro 
que con adulaciones arrancó el tintado de 1867. por el cual, 
según declaración del senador brasilero general Dionisio da 
Cerqueira, «ganó más de 100,000 kiómetros cuadrados de te­
rritorio sobre las estipulaciones de 1750 y 1777». No sólo per­
dimos la mitad superior del Madera sino también la margen 
occidental del río Paraguay, cancelándose así las dos salidas 
posibles hacíalas aguas del Atlántico, como principio de un 
enclaustramiento aslixiante a que Chile poco después dio rema 
te por el lado del Pacítico.
Caído el despótico gobierno del sexenio, el congreso bo­
liviano, inspirándose en retinados escrúpulos y tal vez en te­
mores a las represalias del país vecino, prestó su aprobación 
al injusto tratado, pidiendo tan sólo la pronta demarcación de 
fronteras, operación a que se dio comienzo en 1875, por una 
comisión mixta compuesta de l< s señores Eim t. rio Viilamil de 
Rada, por Bolivia, y el eapitán defragata Antonio Claudio Soy- 
do, por el Brasil, co lán d ose los hitos divbo! ios entre Bahía 
Negra y la laguna Cáceres. Una segunda comisión, formadapor los seño es Juan Mariano Mujía y el barón de Maracayá, 
colocó los marcos de Piedra Blanca y Buena Vista, y, tinalmen 
te, en 1878 la tercera comisión, encomendada a Juan B. Min- 
chin y el mayor López de Araujo, fijó límites en el origen del 
Madera a los 109 20’ de latitud sud.
Diecisiete años después ol ministro plenipotenciario de 
Bolivia don Federico Diez de Medina ajustó con el canciller 
nr&silero Carlos Augusto de Carvalho, el protocolo de 19 de fe-
i
LA CA MPAÑA 1 >EL ACRE 9
In oro de 1895, por el cual se convino en terminar la demarca­
rían de fronteras, señalándose, para los efectos de ella, como 
naciente del Yavarí la reconocida por la comisión peruano- 
brasilera Blac-Teffle, o sea los 79 1’17” latitud sud y 749 8’37” 
longitud oe&te del meridiano de Greenwich.
Una vez constituidos en el terreno los comisarios de am­
bas partes, coronel José Manuel Pc.ndo y señor Thaumaturgo 
d( Acevedo, éste entorpeció las ope raciones geodésicas con ar­
gucias y cálculos erróneos respecto a la posición geográfica 
do los lugares, sugiriendo a su gobierno la necesidad de pro* 
ceder a una nueva investigación sobre las nacientes del Yava­
rí, la cual fué encomendada ai capitán teniente Cunha Gómez 
y adoptada como fmutíra provisional. La cancillería fluminen­
se reconoció que todo el territorio situado al sud de la citada 
línea era indiscutiblemente boliviano.
La hegemonía brasilera en el 
Acre y el Purús
El descubrimiento de la siphonia elástica en las dilata­
das selvas del noroeste, y la creciente demanda de goma que 
hacían los mercados europeos, llevó a su auge las explotacio­
nes en el Brasil, en tanto que de Bolivia se encaminaban tam­
bién corrientes inmigratorias hacia la privilegiada región, cu­
yo apartamiento e impropia calidad climatérica ño permitían 
el ingreso rápido de los contingentes, que se situaban forzo­
samente en los primeros lugares de trabajo. En cambio, es­
pecialmente el estado brasileño de Ceará contaba con las faci­
lidades de enviar a los suyos desde urbes y campos por la ad­
mirable y bien servida red fluvial de la hoya amazónica, al par 
que se trataba de gente habituada a los inconvenientes del 
bosque y la canícula.
Data de 1878 el éxodo brasileño a las regiones gomeras 
de Bolivia, donde pronto llegaron a formar núcleos de pobla­
ción, fuera de que a lo largo de los ríos se fué estableciendo 
un cordón de barraqueros con numeroso personal. Desde el 
río Rapirrán hasta el Purús, en el curso de veinte años llegó a 
constituirse una población de veinte mil habitantes, en su gran 
mayoría brasileros y varones en un noventa' por ciento.
10 RESUMEN HISTÓRICO DE
En estas condiciones, los moradores tenían que impo­
ner obligadamente costumbres, idioma, sistema monetario y 
aun leyes brasileñas, y de ahí también que nuestras autorida­
des y berzas de guarnición fuesen miradas con desconfianza 
por parte de esa gente, cuyo espíritu estrecho se hacía bravio 
en una vida de ruda soledad, luchando cuotidianamente con 
las tribus salvajes y los animales feroces.
Lo expuesto explica con toda claridad las desventajas 
con que más tarde hubieron de combatir nuestras tropas ex­
pedicionarias contra una unidad de laza e intereses, experta 
en recursos para salvar toda clase de dificultades en el terreno.
Fundación de Puerto Alonso
Alejado todo temor de nuevas exigencias y dando pre­
vio conocimiento a la Cancillería fluminense, el gobierno boli­
viano constituyó una delegación en el territorio del Acre, en­
comendándola al señor José Paravicini, quien fundó Puerto 
Alonso el 3 de enero de 1899, con los empleados Manuel Vea 
Murguía, Romualdo de la Peña, Ladislao Ibarra, H. Ugarte, 
Jorge Vea Murguía y algunos extranjeros contratados para 
los trabajos portuarios. El mayor Benigno Gamarra y el te­
niente Víctor Málaga Rodrípez, que desde septiembre de 1899 
habían ocupado la barraca Carmen (Alto Acre) con un desta­
camento de 25 hombres, se incorporaron a la delegación casi 
inmediatamente.
El gobierno del Brasil reconoció la legitimidad del do­
minio boliviano constituyendo en Puerto Alonso un funciona­
rio consular.
La chispa revolucionaria
Pero el 30 de abril de 1899, cuando ejercía la delegación 
accidental el señor Moisés Santiváflez, el juez de Antimari le 
intimó la desocupación del puerto, apoyado por e1 número de 
hombres armados que se presentaron. El señor Santiváflez, 
sintiéndose imposibilitado para hacer resistencia, hizo entre­
ga del puerto, después de pedir garantías para las personas 
de la delegación.
LA CAMPAÑA DEL ACRE 11
El día 15 de julio del mismo año, simulando la reunión 
de un comido popular, el español Luis Gálvez de Arias, se­
cundado por Domingo Cameiro, Joaquín Víctor da Silva, Utoff 
y otros revoltosos, se proclamó presidente provisorio del «Es­
tado Independiente del Acre», fijando la capital provisoria en 
el siringal de Caquetá, propiedad de da Silva.
No pararon allí ios trastornos del tilibusterismo, pues a 
fines de diciembre, a instancias de varios comandantes de va­
pores mercantes, Gálvez fué destituido y llevado preso a Ma- 
naos, pero se dejó en la presidencia del nuevo estado a Anto­
nio Sousa Braga, hombre que, aunque absolutamente igno­
rante, disponía de un crecido númeio de trabajadores para 
sostener su autoridad.
Primeras medidas tomadas por 
el gobierno boliviano
Anoticiado nuestro gobierno de los sucesos del Acre, 
para debelar la insurrección, separatista se propuso enviar al 
territorio convulsionado el suficiente número de fuerzas de 
línea, al mismo tiempo que impartía instrucciones a nuestro 
ministro en Río Janeiro, don Luis Salinas Vega, en sentido de 
gestionar ante la Cancilería la debida cooperación del Brasil 
para el restablecimiento de la administración boliviana.
Se firmó el protocolo de 30 de octubre de 1899, que mo­
dificaba el de 19 de febrero de 1895, acordando la nueva explo­
ración del Yaraví y reconociendo como frontera provisio­
nal la línea Cunha Gómez. Nuestra legación en Río designó 
a su secretario, don Pedro Krámer B., la misión de ir al Acre 
a restablecer el ordeD, para lo cual el gobierno del Brasil puso 
a su disposición la cañonera de guerra «Yutahu», que, no obs­
tante los ofrecimientos oficiales, no llegó a internarse al Acre 
en la época señalada.
Por la muerte de don Pedro Krámer, ocurrida en Ma- 
naos, se hizo cargo de la expedición el señor Ladislao íbarra, 
que en compañía del señor Romualdo de la Peña, el capitán 
brasilero Leyte Barbosa y cuatro más de personal civil, arri­
baron a Puerto Alonso, en el «Manaos», el día 19 de diciem­
bre de 1899, sin el menor obstáculo de parte de los revolu­
cionarios.
12 RESUMEN HISTÓRICO DE
Mas ol 12 de enero de 1900 atacaron el puerto en núme­
ro do 200 hombros, »«»̂ ón relación escrita por (1 mejicano 
Adolfo Marín; los McTtoroM Ibarra y IVfla y * troH dos v* nezo- 
lanoH respondieron al fuego enemigo durante treinta y cinco 
minutos, quedando heridos de gravedad Ibarra, Luis Ferrei­
ra Campos y Mamerto Kamos, y muerto a consecuencia de sus 
heridas el tripulante F. Sifrits.
La situación inte na de Bolivia
Mientras sobre nuestra alejada e inerme frontera se 
cernía la tempestad, el país se encontraba envuelto en una lu­
cha intestina que revestía los caracteres más sombríos de 
destrucción. Después de la prédica política y las represalias 
sañudas, que habían dividido por abismos de odio a la familia 
boliviana, se había izado Ja bandera del federalismo para 
afrontar con las armas el derrocamiento del partido gobernan­
te. La agresividad de los de abijo y los recursos y Jas txbor 
siones del oficialismo se combinaban de modo terrible pata 
desangrar rápidamente al pueblo y quitar al erario mis fon 
dos, disipados en movilizar tropas, adquirir armamento, pagar 
indemnizaciones etc.
Si la guerra del 79 nos encontró en medio de la peste y 
la hambruna, la asonada del Acre nos sorprendía entre las lia 
mas del fratricidio, la miseria que sigue al despilfarro y el 
decaimiento que en los espíritus dejan las grandeshecatom­
bes. Una vez más la ambición partidista, pese a los anatemas 
que se han escrito contra la clase militar, era estímulo y puen­
te para los externos contrastes.
Bien conocía nuestra postración el astuto enemigo, y 
por eso se apresuraba a minar el terreno que quería hacer 
suyo.
Felizmente, ante una amenaza de tal magnitud, el pa­
triotismo aun vibró en el exangüe organismo nacional, sacu­
dido por la indignación del ultraje y estimulado por el recuer­
do de sus pasadas glorias. Dentro de lo posible en tan depri 
mida situación, el pueblo se aprestó a defender su suelo, y así 
se formaron pequeños contingentes de voluntarios, < n diver­
sos puntos de la República, que debían reunirse a una parta 
de aquellos que habían recibido el bautizo de fuego en i<s 
campos del Crucero, para marchar todos a órdenes del meri-
18LA CAMPAÑA DEL ACRE
lorio doctor Andrés S. Muñoz, nombrado delegado del go 
hierno en el Acre y Alto Purús, para ponerse frente a ías 
Tuerzas que habían iniciado el movimiento separatista.
Además, en el teatro de la insurrección se habían agru­
pado patrióticamente, en una reducida columna, como dos 
centenares de valientes trabajadores gomeros de aquellos ríos.
Nuestras tropas en la marcha de 
concentración
Los tres puntos de ’partida fijados por el Estado Mayor 
Mènerai para la marcha de las tropas, en su concentración al 
Noroeste de la República, fueron: La Paz, Cochabamba y Sul­
la Cruz, ciudades que en este caso consultaban g cgráfica 
y estratégicamente el mejor plan de operaciones. Se t eñuó 
como base de concentración la barraca Mercedes, situada so 
bre la margen izquierda del río Orthon, de donde sería fácil 
cualquier movimiento mediante la navegación franca o la aper 
tura ue nuevos caminos.
De la ciudad de La Paz existan dos vías, una para la 
época de lluvias y otra para la estación de estiaje. La prime­
ra atraviesa la cordillera del Illampu por el desfiladero de Ga- 
llinsani, y después sigue el curso de los ríos Mapiri, Alto Bt ni 
y Orthon hasta Mercedes. La otra vía se dirige por Puerto 
Acosti, trasmontando la cortill era de Apolobamba en el paso 
de Catantica y Cololo, y luego descieude por el camino de 
Apolo hasta Rurrenabaque, desde donde se confunde con la 
anterior.
La vía de Cochabamba atraviesa la cordillera del Tunari 
en el paso de Colomi, continúa por los ríos Chapare y Mamo 
ré hasta Guayaramerín, para seguir por tien a a Riberalta y 
luego arribar el río Madre de Dios hasta la barraca Jenechi- 
quía, de donde el recorrido es otra vez por tierra hasta Mer 
cedes.
Santa Cruz de la Sierra, como punto de partida, tie ie 
vía terrestre hasta el pequeño puerto do Cuatro Ojos, y fluv.il 
por el Piraí, en un corto trayecto, y el Grande hasta su de < t- 
güe en el Mamoré, donde empalma con la vía de Cochabam a.
14 RESUMEN HISTÓRICO DE
Las rutas de La Paz y Ccchabamba arrancan de una 
altitud de 3,700 y 2 800 metros, respectivamente, con la cir­
cunstancia de que dichas alturas se elevan, al atravesar las 
cordilleras de nieves perpetuas, a más de 4 000 metros, para 
de allí descender a la región boscosa, hasta llegar al Acre, que 
se halla a 100 metros sobre el nivel del mar.
La distancia a recorrer de La Paz a Puerto Alonso es de 
2,000 kilómetros aproximadamente.
En la época a que hacemos rr ferenc-ia, los caminos eran 
en realidad angostos senderos que con dificultad daban paso a 
los peatones con su equipo do camp;.fia, quienes se veían ame­
nazados por el peligro de los profundos precipicios que limi­
tan los estrechos desfiladeros, a veces durante varios días de 
viaje. Da idea de lo arrisgado de la travesía el hecho de que 
el segundo destacamento del Regimiento Abaroa, en el trayecto 
de 225 kilómetros que median entre Apolo y Rurrenabaque, 
perdió cuarenta y tres mulos, que fueron cayendo en los pre­
cipicios, de un total de cincuenta.
Las provisiones de munición y víveres eran transporta­
das a brazo por los naturales de la región. De jefes a solda­
dos estaban obligados a marchar a pie, llevando cada uno su 
correspondiente carga de municiones, víveres y prendas de 
uso personal.
Nuestras tropas, en su mayoría procedentes déla me­
seta andina, tenían una vista acostumbrada a los dilatados ho­
rizontes de la altiplanicie y un organismo habituado a bajas 
temperaturas, de donde resultaba un contraste, desde el pri­
mer día de su inmersión en la oscuridad de la selva, esa lucha 
contra la insana naturaleza y los ardores de un clima tropical 
cuya temperatura húmeda ascendía con frecuencia de 
88 a 409.
En los bosques y en el llano las tropas acampaban al 
aire libre, por la absoluta falta de alojamiento bajo techo, que 
tan necesario era para evitar el sol abrasador durante el día y 
el ambiente húmedo y penetrante durante la noche.
Las endemias de la región revestían múltiples formas, 
algunas terribles, como el beriberi, la espundia y las fiebres 
palúdicas, que de consuno transformaban los alegres campa 
mentos en hospitales de dolores y sufrimientos interminables. 
Los preceptos reglamentarios, más o menos aplicables en
LA CAMPAÑA DEL ACRE 15
nuestras poblaciones, eran inadaptables en el bosque; allí sólo 
podían ponerse en práctica métodos y formaciones de coraba 
le muy particulares, de acuerdo con las características del 
lugar.
Bajo todo punto de vista nuestra situación era difícil. 
Pero los intereses de la Nación exigían el avance por en medio 
de todos los obstáculos, y así demostraban comprenderlo 
nuestros soldados, cuando con resignada abnegación querían 
verse io más pronto delante del adversario.
En cambio, los aeréanos contaban con abundantes y va­
riados recursos, enviados periódicamente de las florecientes 
ciudades del Pará y Manaos; en el año hacían este servicio de 
aprovisionamiento veinte vapores de un tonelaje apreciable, 
que a su regreso recogían grandes cantidades de goma elás­
tica.
A su vez, las autoridades del Estado de Amazonas fo ­
mentaban ostensiblemente la revolución, suministrando a sus 
gestores armas, municiones y facilitando la incorporación de 
nuevos combatientes La intervención oficial fue perseveran­
te desde el comienzo hasta la desgraciada conclusión de aquel 
hecho atentario contra la soberanía de Bolivia.
De La Paz marcha un destacamento de 50 plazas y 5 
oficiales, del Regimiento Abaroa, bajo el comando del teniente 
coronel Luciano Fernández, quien más tarde fue nombrado 
Jefe de Estado Mayor; y de Cochabamba sale el piquete de 
este nombre, compuesto de 50 hombres y 6 oficiales, a las ór­
denes del comandante Víctor Artero. En Riberalta se forman 
las fuerzas siguientes: «Columna 10 de Abril», comandada
por el teniente coronel Justo Tapia, con 8 oficiales y 75 de tro­
pa; «16 de Julio», cuyo jefe era el teniente coronel Emilio 
Fernández Molina, con 6 oficiales y 80 de tropa; «Zapadores», 
a cargo del teniente coronel de ingenieros Enrique F. Corne­
jo, con 3 oficiales y 30 de tropa. Los componentes de estas 
últimas fuerzas conocían la región y eran diestros en el ma­
nejo de embarcaciones. El doctor Luis Viafía era el jefe de la 
sanidad y el señor José Montes comisario de guerra.
En Mercedes, base de las operaciones, se encontraron 
las tropas expedicionarias desde mayo de 1900. El teniente 
coronel Cornejo y el doctor José Zarco, secretario de la Dele­
gación, cumpliendo órdenes de esta autoridad, recorrieron el 
trayecto de la mencionada barraca hasta la margen derecha 
del río Acre, estudiando la ruta que debía seguir la expedición 
Muñoz. Llenado el cometido con toda la abnegación que las
16 RESUMEN HISTÓRICO DE
circunstancias requerían, a su regrf so el jefe de los Zapado 
res inicia con su gente la apertura del camino de Mercedes 
al río Rapirrán, sujetándose a instrucciones del Estado Ma­
yor. Al mismo tiempo se construyeron otras obras de ver­
dadero interés, con la cooperación de los barraqueros de 
aquella zona: el puente sobre los pantanos conocidos con el 
nombre de El Curichón, de 150 metros de largo, el del Rhin, 
de 100 metros, y algunos másde menor importancia.
Hechos los anteriores aprestos, se pone en marcha todo 
el contingente de las fuerzas. Sa1» n de Mercedes el día 8 de 
agosto, llegan a Capatará el 22 y a Riosinho el 31, barraca don 
de fueron recibidos por una junta de vecinos notables, que 
pide la amnistía de los revolucionarios. Con generosidad y 
visión patriótica, el doctor Muñoz, Dc-legado National, acce­
de a la solicitud y, después de una permanencia de ocho días 
en esa barraca, prosigue por tierra hasta Puerto Alonso, 
a donde llega el 22 de septiembre y no encuentra un sólo ha­
bitante.
En el mes de junio, parte de Santa Cruz de la Sierra un 
destacamento de 50hombres y 4 oficiales, al mando del mayor 
Benjamín Ascui, el cual se incorpoió en Trinidad a otra fuer­
za de igual efectivo que había salido de Cochabamb*. a órde­
nes del comandante Maximiliano Pérez González. Estos des­
tacamentos hallábanse a cargo del vicepresidente de la Repú­
blica, señor Lucio Pérez Velasco, que contaba con el personal 
superior siguiente: secretario Enrique Jordán, señores José 
Aguirre Achá, Rodolfo Siles, mayores Zapata y Bilbao La 
Vieja, señor Antonio Velasco, encargado de la intendencia de 
guerra, y capitán Eduardo Schukrafft, ayudante.
A mediados de agosto, se incorpora en Riberalta a los 
efectivos anteriores el segundo destacamento del Abaroa, de 
50 plazas, que tiene como jefe al comandandante Salazar y en 
calidad de oficiales, el capitán Casto Estrada, los tenientes 
Rafael Antequera y Néstor Monasterios y el que estos apun­
tes ha escrito, entonces subteniente.
A consecuencia del trágico fallecimiento del comandan­
te Pérez Gonzá'ez. se fusionaron los destacamentos de Cocha- 
bamba y Santa Cruz, con la denominación de «Piquete Pérez 
Velasco» y la comandancia del mayor Ascui.
Esta fuerza, el 13 de septiembre, con un total de 150 hom­
bres, remontó el río Madre de Dios en la lancha Campa, y 
se situó en la barraca Jenechiquía para abrir una senda hasta
LA CAM PAÑA DEL ACRE 17
Palestina, otra barraca situada sobre las riberas del 
Orthon.
El 26 llegaron las tropas a Mercedes y el 7 de octubre 
continuaron su marcha a l Acre, cubiertas por un servicio de 
vanguardia confiado a la fracción del Abaroa.
En esta misma fech a llegó a Mercedes el batallón In­
dependencia, a cargo del entonces Ministro de Guerra coro­
nel Ismael Montes. Contaba con 85 oficiales y 300 hombres 
de tropa. Habiendo salido de La Paz el 14 de julio, por la vía 
de Mapiri, desde la barraca Ethea, sobre el río Beni, 
había hecho un cruce abriendo una senda por la plena selva 
al Madre de Dios, para pasar por el Sena y el Orthon a la ba­
rraca Medio Río y de allí a Mercedes, travesía arriesgada en 
que felizmente no tuvo q u e lamentar ni un só'o rezagado.
El personal superior estaba organizado en esta forma: 
Jefe del Estado Mayor General, coronel Miguel Aguirre; Pri­
mer Ayudante, teniente coronel Pastor Baldivieso; Jefes del 
batallón, tenientes coroneles Jorge Salinas Vega y Pastor 
Medinaceli y comandante Samuel Montes Vidal.
Dejando las fuerzas de Vuelta de Empresa a cargo del 
teniente coronel Baldivieso, el Vicepresidente y el Ministro 
de Guerra continúan viaje por agua a Puerto Alonso; pero en 
Bagazo, el 19 de octubre, fueron apresados junto con los 
funcionarios civiles que le s acompañaban, por los revoltosos 
Gentil Norberto, Hipólito Moreira y José Felipe da Silva, 
quienes, con el apoyo de 60 hombres, habían proclamado por 
cua/rta vez la independencia del Acre.
Sabedores los revolucionarios de que tropas de Puerto 
Alonso, a órdenes del teniente coronel Luciano Fernández, se 
dirigían a rescatar el personal que había sido apresado, y no 
contando con elementos suficientes para hacer una resistencia, 
después de un cambio de ideas, en que, de parte de las auto­
ridades bolivianas se garantizaba el derecho de posesión a los 
pobladores del Acre, declararon someterse a la soberanía de 
Bolivia, y desde luego pusieron en libertad a los prisioneros.
La excesiva confianza del Vicepresidente de la Repúbli­
ca y del comandante en je f e de las tropas, para avanzar sin nin­
guna precaución, pudo entorpecer gravemente y acaso anular 
«•I curso de las operaciones posteriores.
I entretanto, las enfermedades diezmaban nuestras tro­
pas. Las de la delegación Muñoz, que con un efectivo de 270
10 RESUMEN HISTÓRICO DE
circunstancias requerían, a su regr< so el jefe de los Zapado 
res inicia con su gente la apertura del camino de Mercedes 
al río Rapirrán, sujetándose a instrucciones del Estado Ma­
yor. Al mismo tiempo se construyeron otras obras de ver­
dadero interés, con Ja cooperación de los barraqueros de 
aquella zona: el puente sobre los pantanos conocidos con el 
nombre de El Curichón, de 150 metros de largo, el del Rhin, 
de 100 metros, y algunos más de menor importancia.
Hechos los anteriores aprestos, se pone en marcha todo 
el contingente de las fuerzas. Sa < n de Mercodes el día 8 de 
agosto, llegan a Capatará eJ 22 y a Riosinho el 31, barraca don­
de fueron recibidos por una junta de vecinos notables, que 
pide la amnistía de los revolucionarios. Con generosidad y 
visión patriótica, el doctor Muñoz, Delegado National, acce­
de a la solicitud y, después de una permanencia de ocho días 
en esa barraca, prosigue por tierra hasta Puerto Alonso, 
a donde llega el 22 de septiembre y no encuentra un sólo ha­
bitante.
En el mes de junio, parte de Santa Cruz de la Sierra un 
destacamento de 50 hombres y 4 oficiales, al mando del mayor 
Benjamín Ascui, el cual se incorpo*ó en Trinidad a otra fuer­
za de igual efectivo que había salido de Cochabamb>t a órde­
nes del comandante Maximiliano Pérez Gonzált z. Estos des­
tacamentos hallábanse a cargo del vicepresidente de la Repú­
blica, señor Lucio Pérez Velasco, que contaba con el personal 
superior siguiente: secretario Enrique Jordán, señores José 
Aguirre Achá, Rouolfo Siles, mayores Zapata y Bilbao La 
Vieja, señor Antonio Velasco, encargado de la intendencia de 
guerra, y capitán Eduardo Schukrafft, ayudante.
A mediados de agosto, se incorpora en Riberalta a los 
efectivos anteriores el segundo destacamento del Abaroa, de 
50 plazas, que tiene como jefe al comandandante Salazar y en 
calidad de oficiales, el capitán Casto Estrada, los tenientes 
Rafael Antequera y Néstor Monasterios y el que estos apun­
tes ha escrito, entonces subteniente.
A consecuencia del trágico fallecimiento del comandan­
te Pérez Gonzá’ez, se fusionaron los destacamentos de Cocha- 
bamba y Santa Cruz, con la denominación de «Piquete Pérez 
Velasco» y la comandancia del mayor Ascui.
Esta fuerza, el 13 de septiembre, con un total de 150 hom­
bres, remontó el río Madre de Dios en la lancha Campa, y 
se situó en la barraca Jenechiquía para abrir una senda hasta
17LA CAMPAÑA DEL ACRE
Palestina, otra barraca situada sobre las riberas del 
Orthon.
El 26 llegaron las tropas a Mercedes y el 7 de octubre 
continuaron su marcha al Acre, cubiertas por un servicio de 
vanguardia confiado a la fracción del Abaroa.
En esta misma fecha llegó a Mercedes el batallón In­
dependencia, a cargo del entonces Ministro de Guerra coro­
nel Ismael Montes. Contaba con 35 oficiales y 300 hombres 
de tropa. Habiendo salido de La Paz el 14 de julio, por la vía 
de Mapiri, desde la barraca Ethea, sobre el río Bani, 
había hecho un cruce abriendo una senda por la plena selva 
al Madre de Dios, para pasar por el Sena y el Orthon a la ba­
rraca Medio Río y de allí a Mercedes, travesía arriesgada en 
que felizmente no tuvo que lamentar ni un só'o rezagado.
El personal superior estaba organizado en esta forma: 
Jefe del Estado Mayor General, coronel Miguel Aguirre; Pri­
mer Ayudante, teniente coronel Pastor Baldivieso; Jefes del 
batallón, tenientes coroneles Jorge Salinas Vega y Pastor 
Medinaceli y comandante Samuel Montes Vidal.
Dejando las fuerzas de Vuelta de Empresa a cargo del 
teniente coronel Baldivieso, el Vicepresidente y el Ministro 
de Guerra continúan viaje por agua a Puerto Alonso; pero en 
Bagazo, el 19 deoctubre, fueron apresados junto con los 
funcionarios civiles que les acompañaban, por los revoltosos 
Gentil Norberto, Hipólito Moreira y José Felipe da Silva, 
quienes, con el apoyo de 60 hombres, habían proclamado por 
cua/rta vez la independencia del Acre.
Sabedores los revolucionarios de que tropas de Puerto 
Alonso, a órdenes del teniente coronel Luciano Fernández, se 
dirigían a rescatar el personal que había sido apresado, y no 
contando con elementos suficientes para hacer una resistencia, 
después de un cambio de ideas, en que, de parte de las auto­
ridades bolivianas se garantizaba el derecho de posesión a los 
pobladores del Acre, declararon someterse a la soberanía de 
Bolivia, y desde luego pusieron en libertad a los prisioneros.
La excesiva confianza del Vicepresidente de la Repúbli- 
i a y del comandante en jefe de las tropas, para avanzar sin nin­
guna precaución, pudo entorpecer gravemente y acaso anular 
el curso de las operaciones posteriores.
I entretanto, las enfermedades diezmaban nuestras tro­
pas. Las de la delegación Muñoz, que con un efectivo de 270
18 RESUMÉN HISTÓRICO DE
hombres ocupaban Puerto Alonso, en muy corto tiempo tuvie­
ron que lamentar la muerte de 50 y las graves dolencias deque 
se hallaban afectados 90, los cuales fueron trasladados a la ba­
rraca Humaitá, habilitada como hospital militar. Era, pues, 
urgente el refuerzo de gente sana, máxime si los separatistas, 
desde Caquetá, distante cuatro kilómetros, amenazaban atacar 
la residencia delegacional.
Vuelta de Empresa, considerado como el mejor punto 
estratégico, cuya guarnición, a la vez de ofrecer un apoyo efi­
caz al grueso de las fuerzas pacificadoras, aseguraba el camino 
que conduce a Mercedes, es abandonado el 10 de septiembre, 
dirigiéndose sus defensores a Puerto Alonso a bordo de la lan­
cha Iris, llevando preso a Gentil Norberto, capturado por 
el valeroso comandante Félix Araño; dicho cabecilla, olvidando 
lo que prometiera en Bagazo, seguía agitando el pendón revo­
lucionario en el Alto Acre.
La lancha Iris, que surcrba aguas del territorio brasile­
ño con objeto de adquirir víveres para las tropas del Puerto, 
fué atacada en Papiri el 30 de noviembre, choque del que re­
sultó muerto el jefe rebelde ingeniero Luis Caldas, cuyos par­
tidarios tomaron prisioneros al comandante de la Iris, señor 
Arturo Posnansky, y seis tripulantes. Después de su enérgica 
resistencia, la lancha regresó a Puerto Alonso al mando del 
mayor Schukraft. Unos quince días más tarde, volvían tam­
bién los seis tripulantes, que habían logrado burlar la vigilan­
cia de sus enemigos.
Concentradas así las fuerzas bolivianas, se encontraron 
hacia esta época sometidas a un bloqueo riguroso, que impuso 
la disminución del racionamiento a la mitad de lo reglamenta­
rio, no obstante de que se procuraba aprovechar los recursos 
naturales de la región.
Como si la pasión política obrase sobre ciertos espíri­
tus con un despotismo incontrastable, el coronel Martín Lanza, 
en su primera jornada de Mercedes, abandona su batallón, 
el Independencia, para dirigirse a continuar sus trabajos re­
volucionarios en el interior, consumando así el delito de deser­
ción en campaña.
. Fuerzas combatientes
Lf's aeréanos, obrando con bastante libertad, habían con­
seguido al fin organizarse debidamente, concentrando sus ele-
LA CAMPAÑA DEL ACRE 19
menfcos a lo largo del río, en la forma que sigue: Capatará, 
200 hombres; Vuelta de Empresa, 000; Bagazo, 300; Fortaleza, 
200; Bon Destino (residencia del cónsul brasilero Domingues 
Cameiro), 250; y Caquetá, 600. (Véase mapa adjunto.)
Nuestras tropas ocupaban tres puntos: Riosir.ho, con 
300 hombres; Puerto Alonso, con 217; y el hospital deHumaitá. 
con 120 enfermos.
En total, los revolucionarios eran 2,200 y las tropas na­
cionales solamente alcanzaban a 517 hombres.
La localización de los aeréanos impidió completamente 
a las fuerzas bolivianas una acción resuelta y decisiva, que 
obedeciese a un plan táctico.
Combate de Cajueiro
_ o U <ty* ^
Informado el señor Pérez Velasco de que los insurgen­
tes se concentraban en Bagazo, resuelve atacar, y personal­
mente averigua el estado de ánimo de los soldados enfermos 
en el hospital de Humaitá, pensando tal véz formar con ellos 
la columna de ataque. La impresión que recibe no puede ser 
más halagüefia, pues todos sin excepción piden ser enviados a 
la línea del próximo combate. Mas el cirujano se opone a la in 
corporación de aquellos cuyo estado es de mucha gravedad; 
con setenta se forma un destacamento, y algunos más, impo­
sibilitados de viajar a pie, son embarcados en la lancha Iris.
Comandan este grupo de hombres excepcionales, que 
ante el peligro han olvidado sus dolencias, los valerosos jefes 
Pérez Velasco y Fernández Molina, secundados por el teniente 
coronel Gallardo.
A pocas horas de navegación de la Iris, una fracción ene­
miga apostada en Cajueiro inicia un ataque, que es resistido 
desde una línea inmediatamente formada en tierra, hasta que 
las tropas en viaje a pie caen por retaguardia del enemigo, obli­
gándole a retirarse hacia Bagazo, dejando en el campo seis 
muertos. Da nuestra parte sólo tuvimos que lamentar la muer­
te del cabo Juan Lizón, del Abaroa.
Enviado el señor Málaga Rodrípez a intimar la rendición 
de los ocupantes de Bagazo, antela negativa se resuelve no 
exigir mayores sacrificios a los valientes asilados de Humaitá
20 RESUMEN HISTÓRICO DE
quienes regresan a su lecho de dolor con la más honda satis 
facción por el deber abnegadamente cumplido. M uchos do ellos, 
víctimas de implacable mal, fueron a poco arrebatados por la 
muerte, que quizá les condujo al eterno descanso por el sende­
ro que la g ona conquistada en aras de la Patria había ilumi­
nado.. ..
Combate de Riosinho
Son las seis de la mañana del 12 de diciembre de 1900, 
hora en que los trescientos soldados del batallón Independen 
cia acudían a la lista de diana. En el rostro de cada uno, 
tostado por los ardientes soles del trópico, en el recorrido de 
centenares de leguas bajo un pesado servicio de campaña, se 
dibuja la impaciencia por cruzar cuanto antes sus armas con 
el enemigo, ignorando que él acechaba ya oculto entre el espe­
so follaje del bosque.
Riosinho hallábase cubierto de una densa neblina, pro­
pia de aquellas zonas; la elevada selva que rodeaba el campa­
mento proyectaba sombras confusas cual cúpulas y campana­
rios de gigantescos edificios en una ciudad privada de los ra­
yos del sol por el humo de sus innumerables usinas.
De pronto, las aves que saludan este perezoso amane­
cer, suspenden súbitamente la algarabía de sus mil cantos: 
ha sonado un tiro, al que sigue otro y luego una descarga, 
hacia el sitio del cuarto puesto de centinela... El soldado 
Maximiliano Paredes ha hecho fuego al enemigo, que caute­
losamente se acercaba a sorprender el campamento, y esa voz 
de alarma enviada a los suyos provoca su caída final sobre un 
lecho de húmeda hojarasca; se ha inmolado sin vacilaciones pa 
ra asegurar la suerte d51 conjunto.
Ocupadas con prontitud y orden las provisionales trin­
cheras, comienza la lucha. Los atacantes hacen derroche de 
municiones; los defensores contestan con pocos pero eficaces 
disparos. La corta distancia que les separa, permite a nues­
tros soldados invitar a sus adversarios a abandonar el bos­
que y tomar el puesto que corresponde a un enemigo digno 
de ellos.
Los puntos atacados durante la refriega fueron el cuar­
to sector, defendido por el teniente coronel Medinaceli, el
~7
LA CAMPAÑA DEL ACRE 21
quinto y el sexto, que resguardaban el costado izquierdo 
del campamento, a órdenes del comandante Montes Vidal. 
Una fracción enemiga atacaba también desde la orilla opu >s- 
ta del río.
La banda del batallón, con sus incesantes toques béli­
cos, animaba la contienda. Allí surge nuevamente la indo­
mable bravura de los Colorados de Bolivia, con la sóla diferen­
cia de que no quema los pies del soldado la caldeada arena del 
Campo de la Alianza, sino que más bien acaricíalasplantas 
la suave alfombra de las vírgenes praderas del Acre.
Después de dos horas de combate, los 600 atacantes, 
convencidos de su impotencia, se retiran dejando en el terre­
no buena cantidad de armas y municiones, e insepultos los 
cadáveres de los hombres que han sucumbido.
Esta gloriosa jornada se debe a la hábil dirección del 
comandante de la plaza, coronel Ismael Montes, y al valeroso 
comportamiento de jefes, oficiales y tropa
Tuvimosen ella las siguientes bajas; teniente Ernesto 
Crespo, doctor Justiniano Ciadera, sargento Prudencio Gu­
tiérrez, soldado Maximiliano Paredes, Rosendo Chávez y 
Francisco Mordagón.
Restablecida la calma, ordénase que el. nombre de 
Maximiliano Paredes siga figurando en su compañía, y al pa­
sar lista el sargento de semana, cada día sigue una evocación 
sublime a la respuesta que da el cuartelero de servicio: «Muer 
to heroicamente en su puesto de Riosinho, el 12 de diciembre 
de 1900».
Hay nombres, raros nombres que no necesitan de 
bronces o de mármoles para recordar a la multitud su signi­
ficación. El de Maximiliano Paredes se grabó para siempre 
en el corazón del ejército y del pueblo boliviano en general, 
como una llave que sólo habrá de permitir impulsos grandio­
samente patrióticos.
99 RESUMEN HISTORICO DE
Ataque a la Irisen Vuelta de Gloria 
y Bon Destino
El 19 de diciembre, cuando la lancha Iris regresaba de 
su viaje a Humaifcá, conduciendo 25 hombres del Abaroa, al 
mando de los tenientes Peñaranda y Oquendo, fué atacada 
por los rebeldes en Vuelta de Gloria y más tarde en Bon 
Destino, que como ya se ha dicho, era residencia del cónsul 
brasilero.
El jefe de la comisión, teniente coronel Fernández Mo­
lina, sorprendido en tierra por el primer ataque y viendo que 
la lancha, para no caer en manes del enemigo, se dirige a 
Puerto Alonso, toma la audaz resolución de esperar en el bos 
que las sombras de la noche, momento en que, montado en un 
tronco,se deja arrastrar por la corriente; pasa los puestos ene­
migos de observación burlando la vigilancia, y después del 
terrible viaje que es de suponer durante toda la noche, ex­
puesto a la voracidad de los caimanes y completamente cala­
do, llega frente al puerto sobre su extraña embarcación, a las 
5 de la mañana del día 20, donde los tripulantes de la Iris le 
recogen casi desfallecido.
En los anales militares se ha hecho imperecedero el 
recuerdo de este inteligente y denodado jefe, ejemplo de va­
lor y patriotismo, que realizando tantas y tan temerarias proe­
zas, en muy corto tiempo de su actuación contribuyó en for­
ma eficiente a dejar bien sentado el buen nombre de nuestro 
ejército.
Combate de Puerto Alonso
La infatigable Iris, combatida y perseguida por el ene­
migo, había suspendido sus excursiones salvadoras; dejó de 
escucharse la alegre voz de su sirena, porque un cerco cada 
v» z más estrecho la privaba de todo movimiento en busca de 
nuevos recursos,
T.A CAMPAÑA DEL ACRE * 23
Mientras tanto, las tropas se hallaban reducidas a una 
ración insuficiente, aisladas del resto del mundo, y la situa­
ción s ̂hacía insostenible: un puñado de arroz y otro de hari­
na de yuca en muy mal estado, que por añadidura 
estaban en vías d d agotarse, const t ¿ían la ración diaria. A 
menudo guiados por el mayor Ramos, conocedor de los secre­
tos del bosque, los oficiales Arauco Prado, Pefiarrieta y el que 
esto escribe, contra prohibiciones terminantes, nos interná­
bamos en el bosque en busca de frutas, arriesgando un desi­
gual encuentro con patrullas enemigas, que no cesaban de 
merodear alrededor de nuestros campamentos.
En vista de la Lita de víveres, el alto comando convoca un 
consejo de jefes. Unos opinan por la retirada y otros califi­
can de indigno este proceder; al fin triunfa la idea de una fir­
me abnegación, entusiastamente sostenida por los jefes Sala- 
zar, Fernán lez Mo’ina, Azcui y Araño, en sentido de perma­
necer en el puerto desafiando el hambre y las enfermedades.
El enemigo, apostado en Caquetá, a veinte minutos de 
nuestro cuartel, no se atreve a atacarnos; pero nos asedia y se 
apodera de cuanto recurso viene con destinó al vigilado puerto.
Por fin llega el momento esperado. A la una de la tarde 
del 24 de diciembre, los aeréanos, después de haber ocupado 
sigilosamente la ribera opuesta del río, a 80 metros de nuestras 
posiciones, comienzan a enviar un nutrido fuego. La defensa 
se hace con la serenidad y el ahorro que impone la escasez de 
municiones. Cuentan los atacantes con 400 soldados, de los cua­
les casi un tercio pertenecen a las fuerzas de línea de Manaos, 
y están armados de carabinas Malinger y Winchester; tienen 
emplazados un cañón de tiro rápido y una ametralladora mo­
derna, cuyos soberbios estampidos parecen querer anona­
darnos.
Defienden el puerto 217 hombres, de los que la mitad 
son enfermos. El Abaroa, primero, y una liarte del 2?, ocupan 
la zanja al borde del río; el destacamento Cochabamba prolonga 
un ala hasta el edificio delegacional; el Pérez Velasco cubre to­
da la planicie superior del puerto y el reducto que domina el 
barranco sudoeste del río. El resto del Abaroa y el Noroeste, 
de reserva, ocupan una zanja cubierta por los cuarteles. La 
Guardia Fluvial, a cargo del mayor Varela, se halla como pro­
tección de la lancha Iris.
El combate no lleva trazas de decidirse rápidamente. El 
enemigo, desde sus segaras posiciones, dirige una lluvia de
24 RESUMEN HISTÓRICO DE
proyectiles contra el blanco demasiado vulnerable de los cuar­
teles, pero los dallo* no son muy sensibles. El valeroso tenien­
te coronel Pt dro Salazar, a cuerpo libre desde puntos domi­
nantes, con las tropas del Aba/oa dnige un eficaz fuego por 
salvas, que logra silenciar fácilmente las pis zas enemigas de 
artillería, cañón y ametralladora.
Un inesperado final tuvo el combate, pues el comando 
enemigo, al observarla salida de un destacamento nuestro, cor 
dirección al noreste, prejuzga un movimiento envolvente, y la 
desazón que le domina se comunica a la trc pa, que se entr< ga 
a desordenada fuga, dejando en el campo el cañón, la ametra­
lladora, un anteojo de campaña y carabinas con bastante mu­
nición, fuera de 15 compañeros que habían [ asado a mejor vida.
De nuestra parte, hubimos de lamentar la muerte del 
mayor Emilio CalderÓD, quien, dejando el lecho donde se en­
contraba enfermo, había ocupado espontáneamante un puesto 
en las filas de la defensa común.
En esta acción, como en las anteriores, todos lucieron 
lujo de valor, pero el brillante modelo es sin duda el teniente 
coronel Salazar, que con su temerario arrojo supo imponerse 
ante el enemigo. Con profundo espíritu de justicia, el entonces 
coronel Ismael Montes le declaró en su informe: «Héroe intré- 
pido de la jornada».
La espesura del bosque, en la orilla opuesta del río, no 
permite constatar si el enemigo mantiene tropas apostadas. 
Sin embargo, los tenientes Lizandro Peflarrieta y Belarmino 
Franco solicitan al comando la gracia de ocupar el campo ene­
migo; en consecuencia, con 20 hombres del Pérez Velasco, cru­
zan el río y se sitúan en el mismo sector desde el cual esa tar­
de habíamos recibido el ataque. El destacamento a cargo de 
estos valientes oficiales cubre el servicio de la noche, y en las 
primeras horas del siguiente día recoge el botín que los fugi­
tivos habían dejado.
El señor Florián Zambrana, en su importante libro «El 
Acre», trascribe una extensa relación hecha por un actuante 
contrario en el referido combate, de la que a nuestra vez to­
mamos la siguiente confesión:
«Según oí a un comandante que asistió al combate, las 
tropas bolivianas en Puerto Acre recibieron a los asaltantes 
con bromas y silbidos, mostrando de sus posesiones la culata 
del arma para que sobre ella hicieran puntería los asaltantes.
LA CAMPAÑA DEL ACRE 25
Esta prueba de sangre fría, ind ferencia y superioridad tan 
manifiestamente puesta en práctica, en momentos de comba­
te, enfrió completamente el entusiasmo del ejército acreano, 
que comenzó a ver en aquel procedimientodel adversario el 
anuncio de una derrota inminente. En efecto, después de 
des horas de reñido fuego de una y otra parte, y en el que los 
revolucionarios gastaron treinta mil tiros y los bolivianos só o 
mil quinientos, notaron los patriotas que el enemigo intentaba 
cortarles la retirada, lo que, siendo observado por el coman­
dante general, se dió por éste el grito de «¡Sálvese quien 
pueda!»
Este aviso brusco del comando superior, produjo el pá­
nico en el seno de los combatientes, que huyeron en deshecha 
desbandada, dejando en el campo la artillería con cinco cajas 
de municiones, la ametralladora, un anteojo del coronel Car­
valho, cuarenta rifles, entre los cuales había varios que lleva­
ban el sello de la policía de Amazonas, gran cantidad de 
municiones de guerra y de boca, varias cajas de licores y 
algunos cadáveres insepultos.
Eran justamente las cinco de la tarde cuando, después 
de haber llevado al hospital de sangre algunos muertos y he­
ridos, oímos de a bordo el són estridente del clarín que tocaba 
marche, marche, en dirección al cuartel general, que era pro­
visoriamente la casa comercial de Joaquín Víctor da Silva, 
que como patriota joven y rico tomó parte en estos aconte­
cimientos».
Ataques de Amapá y Bajé
El batallón Independencia, que se dirigía de Riosinho a 
Vuelta de Empresa, fué atacado el 31 de diciembre en las ba­
rrancas de Amapá y Bajé. Después de silenciar los fuegos 
enemigos, regresó a Riosinho, dejando en libertad a tres pri­
sioneros que fueron capturados en Amapá. El batallón per­
dió al teniente Reque Terán y al cabo Filiberto Cordero.
RESUMEN HISTÓRICO DE26
Suspensión del bloqueo de Puerto
Alonso
La derrota que los rebeldes sufrieron el 24 en Puerto 
Alonso, hizo sin duda pensar a los comandantes de los vapo­
res detenidos en Caquetá (aguas brasiletias) en los incompen­
sables perjuicios de mantener el bloqueo, por lo que el día 29, 
a iniciativa de Alvaro Rodríguez, comandante del Afuá, rom­
pieron el bloqueo y se movilizaron al puerto, restableciendo el 
intercambio comercial.
Pacificación del Acre
Pocos días después, las fuerzas revolucionarias de 
Vuelta de Empresa solicitaron, a nuestro Ministro de Guerra 
en comisión, por intermedio de los comandantes de vapores, 
amnistía general para los comprometidos en el levantamiento, 
ofreciendo de su parte deponer armas y reconocer en absolu­
to la soberanía de Bolivia en el territorio del Acre; petición 
que, como en casos anteriores, fué inmediatamente concedida, 
con todo género de garantías.
Con esta solución, los restos del batallón Independen­
cia se ponen en marcha de regreso a La Paz, quedando sólo 
en Puerto Alonso las tropas sobreviviente s de su propia guar­
nición, a cargo del teniente coronel Salazar, quien a la vez 
asumió el cargo de delegado accidental.
El 18 de septiembre de 1901 llegó a Puerto Alonso el 
Hatallón JJV de línea, organizado en el cuartel general, con la 
dotación de 50 oficiales y 250 plazas, del que eran jefes el te­
niente coronel Manuel Canseeo, el comandante Hermójenes 
Ibáfiez y el mayor Casimiro Miranda.
Llegado esto relevo, el teniente coronel Salazar viaja 
con destino al interior de la República, con las tropas de su
27LA CAMPAÑA DEL ACRE
mando, que se hallan reducidos a 47 hombres, en su totalidad 
enfermos. (1)
A bordo del vapor Cearence, el 3 de abril de 1902 llegó 
el delegado titular don Lino Romero, con el personal siguien­
te; doctor Luis Arce Lacaze, secretario; señor Salvador Cam­
pero, administrador de la aduana, doctor Leocadio Trigo, ci­
rujano de la guarnición, y un apreciable número de obreros 
contratados en Manaos, pertenecientes a distintas nacionali­
dades. Con dicho contingente, el Delegado impulsó los 
trabajos en la región.
La columna Cochabamba, que desde los primeros días 
de diciembre del año anterior se encont raba acantonada en la 
barraca Capatará, bajo la jefatura del teniente coronel José Q. 
Ruiz y del comandante Luis Artero, con el efectivo de 10 ofi­
ciales y 100 plazas, en los primeros días de mayo se incorpo­
ró a la guarnición de Puerto Alonso, reuniéndose así más de 
500 defensores de la soberanía nacional, para cualquier contin­
gencia. Desgraciadamente, el paludismo y otras endemias 
vinieron pronto a hacer presa en estas tropas, reduciéndolas 
en una proporción considerable.
El levantamiento definitivo
A instigación del gobernador de Amazonas, Silverio 
Neri, los aeréanos comenzaron a agitarse nuevamente, bajo el 
pretexto del contrato de arrendamiento de la aduana de ese 
territorio, hecha por el gobierno boliviano a un sindicato yan­
qui, así como por dos decretos delegacionales, uno que fijaba 
el término.de seis meses para la consolidación de estradas go­
meras, y otro que obligaba a los importadores de mercaderías 
a pagar en moneda corriente, al tesoro de la Delegación, los 
derechos arancelarios, quedando así cancelado el erédito de 
que antes gozaban, mediante el giro de letras sobre los mer­
cados de origen.
Los propósitos subversivos se exteriorizaron con el mo­
vimiento del 7 de agosto de 1902, en el Chapurí, donde las au-
(1) El autor formaba parte de este efectivo y, a despecho de su 
naturaleza de adolescente, estaba atacado de beriberi.
28 RESUMEN HISTÓRICO DE
toridades bolivianas fueron apresadas por el comandante en. 
jefe de las fuerzas rebeldes, Plácido de Castro, y confinadas 
al río Yaco.
Esta vez se habían organizado con mayores elementos 
materiales y morales, y las fuerzas separatistas habían sido 
divididas en dos fracciones. La más numerosa, a cuya cabe­
za se encontraba Castro, ocupó Vuelta de Empresa; la segun­
da, a órdenes de José Galdino de Asís Marifiho, se dirigió al 
Alto Acre a ocupar las barracas de los siringueros bolivianos. 
Tales disposiciones demuestran que los dos titulados coro­
neles se proponían desenvolver un plan que reputaban de­
cisivo.
Tropas irregulares
Galdino comenzó la ocupación como un Atila, ejercitan­
do actos brutales e innecesarios entre gente que, a la noticia 
de su aproximación, abandonaba sus intereses para evitar ve­
jámenes y acaso para salvar su vida. Sólo en Santa Cruz, 
barraca bien provista, encontró alguna resistencia, debido a 
la entereza del administrador don Gonzalo Moreno, quien hu­
bo de abandonarla cuando heridas de gravedad y el número 
abrumador de los asaltantes le imposibilitaban continuar la 
deftnsa.
Reunidos algunos de los propíetarips que habían huido 
de sus hogares, a iniciativa del oficial retirado Federico 
Román, resuelven organizar una columna de voluntarios, que 
a poco de comenzado el reclutamiento alcanzaba a 80 hombres 
y más tarde se elevó a 250, bajo la denominación de «Columna 
Porvenir». La planta de oficiales y de toda la tropa la compo­
nían hombres acostumbrados a la vida de las selvas y conoce­
dores de todos los secretos de la región. Estas tropas, de una 
actividad inimitable, tan pronto estaban en el Tahuamanu co­
mo en el Acre; sus condiciones varias permitían la guerra 
irregular de rápido movimiento, lo cual era una ventaja de que 
carecían las procedentes del interior, que en repetidos en­
cuentros favorables hubieron de renunciar a la persecución 
del enemigo, privándose de aniquilarlo quizá definitivamente.
En los once meses de su heroica actuación, la «Columna 
Porvenir mantuvo en jaque a las fuerzas tres veces superio­
res dtl adversario, y entre los diversos triunfos que alcanzó
CROQUIS OEL COMBATE ob
P u e r t o P l o n s o
2 4 de D ic ie m b r e d e J 9 oo
29L.A CAMPAÑA DEL ACRE
se destacan brillantemente las victorias de Bahía y Costa 
Rica.
Galdiuo, con 250 hombres se había atrincherado en la 
barraca Bahía, de donde se desprende un camino que comu­
nica con el río TMiuamanu; la Columna Porvenir, con 10 ofi­
ciales y 80 individuos de tropa, resuelve atacarlo. El 10 de 
octuore de 1902. a las tres de la tarde, se inicia el ataque, có­
modamente resistido por los sitiados; durante la noche dismi­
nuye la intensidad del fueg\ pero al amanecer del díasiguien- 
te adquieremayor tenar idad de paite de los sitiadores, que 
convencióos al íin del grave peligro que ofrecía asaltar el bien 
custodiado puesto enemigo, resuelven aliarse con un elemento 
superior. A las 10 de la mañana, desde el punto más próximo 
del edificio que servía de fuerte, se lanzan algunas flechas in­
cendiarias sobre el techo de hojas de palmera, las cuales pro­
ducen el resultado apetecido.
El hoy coronel don Federico Román refiere ese pasaje 
de la siguiente manera:
«En cuanto se produjo el incendio, nos hicieron fuego 
de la margen opuesta del río; era un numeroso refuerzo que 
ll agaba de Nazaret, barraca situada a tres horas de navegación 
aguas arriba, quienes pretendieron pasar el río como a 200 
metros del lugar de la pelea.
Dejé el combate y con diez soldados me situé en lo alto 
del ribazo, por donde pretendían cruzar el río a vado, pero sin 
hacer notar mi presencia; cuando estuvieron en medio río y 
la cabeza de esta columna se hallaba a treinta metros, con el 
agua hasta la cintura, nosotros, ocultos por el bosque y la ma­
leza, protegidos por la arboleda, rompimos fuego, sin desper­
diciar un sólo tiro, pues todos hacíamos blanco. Las aguas 
del Acre se tiñeron de rojo y comenzaron a llevar a los que 
caían. Emprendieron la retirada a toda carrera, la cual no 
podía ser tan veloz como deseaban, debido a los troncos que 
no faltan en los ríos; pero seguían cayendo, recibiendo fuego 
por las espaldas.
En este momento se sintió un fenomenal estruendo. 
Las tranquilas aguas del Acre se agitaron, formando encres­
padas olas, en que zangoloteaban los cadáveres que contem'a 
su lecho. Atónitos seguíamos haciendo fuego sobre algunos 
aeréanos que en su atolondramiento no podían subir la ba­
rranca opuesta.
30 RESUMEN HISTÓRICO 1)E
En este momento llega a toda carrera el teniente Cál­
melo Salvatierra, quien lleno de júbilo me dice: «Sígame sin
pérdida de tiempo, verá cómo se están quemando vivos todos 
nuestros enemigos».
En efecto, la explosión la había producido el incendio, 
inflamando gran canti tad de pólvora, kerosene, balas etc. que 
habían en la casa, lo que hizo volar todo el edificio, cubriendo 
todas las trincheras, en las que aún se hallaban la mayor par 
te de sus defensores, los cuales, empapados en kerosene, ar­
dían todos a un tiempo.
El cuadro era horrorosamente sublinar; hombres baña­
dos en kerosene que se retorcían en los estertores de la muer­
te, heridos en la imposibilidad de retirarse, sufriendo lenta 
agonía, que, a cierta distancia de la colosal hoguera, se estaban 
asando vivos; de las profundidades de las trincheras, cubier­
tas por los escombros del edificio, salían lastimeros gritos y 
algunos sacaban los brazos en medio de las llamas.
Era imposible socorrerlos porque el voraz incendio no 
dejaba aproximarse.
Se ordenó que se suspenda el combate, pero los 
alaridos de los que se asaban y quemaban, las cajas de 
balas que ardían y tronaban como si fuese un sinnúmero 
de ametrallrdoras que funcionasen a un tiempo, no dejaba es­
cuchar las voces de mando; era una verdadera hecatombe.
Los alaridos y quejidos lastimeros cesaron porque to­
dos habían dejado de existir; en medio de la hoguera los cadá­
veres principiaron a calcinarse; los que se hallaban a cierta 
distancia seguían asándose.
Se restableció el orden y una relativa calma. La at­
mósfera estaba impregnada del olor a carne humana que 
se quema.
En un ángulo de la trinchera había hacinados 48 cadá­
veres; al pasar a cierta distancia, de entre ellos se oía una voz 
que decía: «Viva Bulivia». Haciendo verdaderos esfuerzos; 
limpiando el terreno cubierto de brasas, se llegó a ellos, se co 
menzó a separarlos y se encontró al hombre que con voz apa­
gada aún seguía vivando. No tenía- ninguna herida de bala, 
sino solamente una horrible quemadura en el pómulo izquier- 
á >, el cual había quedado expuesto ai calor del incendio; el
LA CAMPAÑA DEL ACRE 31
rosto del cuerpo se había salvado con la protección de los mu­
chos cadáveres que tenía encima.
Todos lo atendieron con solícito cariño. Se hallaba 
completamente empapado en la sangre de sus compañeros.
Del bosque y las riberas del río se recogieron seis heri­
dos y siete prisioneros. Todos, después de tanta desgracia, 
eran atendidos y obsequiados con bondad. A'gunos eran 
nuestros conocidos y amigos.
A la una de la tarde del once de octubre de mil nove­
cientos dos, éramos dueños del campo y habíamos obtenido el 
tan deseado triunfo».
En esta feliz jornada tuvieron muy meritoria actuación 
los capitanes Román y Moreno y el teniente Manuel Suárez, 
que murió víctima de su temeridad en el primer día del ata­
que.
Sobre los escombros de la barranca Bahía se levanta 
hoy nuestra floreciente población de Cobija, como una atalaya 
que ha de impedir al codicioso vecino nuevas apropiaciones 
del suelo boliviano.
El combate de Costa Rica tuvo lugar el 7 de diciembre 
de 1902. Castro en persona, con G00 hombres, se dirigía a - 
tomar la barraca, donde se encontraba un destacamento de la 
Columna Porvenir, compuesto de 6 tenientes y 40 soldados, a 
las órdenes del capitán Román; pero los astutos defensores 
corrieron a apostarse a ambos lados del camino y mediante 
una hábil celada consumaron la matanza de casi toda la avan­
zada enemiga; luego, abriéndose paso en un círculo de fuego, 
emprendieron la retirada a bosque traviesa, reducidos a 
casi la mitad.
Castro ocupó la barraca con sus diezmadas tropas, y 
cuando por la tarde se hallaban formadas para la ceremonia 
de tomar posesión del Tahuamanu, una patrulla de 6 hombres, 
al mando del teniente Estremadoiro, desde la banda opuesta 
del río hizo una descarga que dió en tierra con la bandera 
acreanay aumentó el pavor de los separatistas, quienes al día 
siguiente dejaban la amarga presa entregada a la voracidad 
de las llamas.
32 RESUMEN HISTÓRICO DE
Hostilizado con una guerra de recursos en el bosque, 
Castro se dirigió a atacar Puerto Alonso.
En Costa Rica rindieron la vida los tenientes Filomeno 
Roca y Faustino Salvatierra, el sargento Miranda y nueve 
soldados.
La acción heroica He
Vuelta de Empresa
La columna Defensores del Acre, comandada por el 
Coronel Rosendo R. Rojas, con un efectivo de 2 jefes, 6 oficia­
les y 100 individuos de tropa, después de más de 60días de pe­
nosa marcha desde La Paz, llega a la barraca Morada Nova 
de propietarios brasileros, el 17 de septiembre de 1902. >
Vuelta de Empresa, punto estratégico del Acre, había 
sido ocupado por 200 hombres de Castro, con orden de impe­
dir el avance de nuestros refuerzos que desde el interior de 
la República se dirigían a Puerto Alonso. Para hacer más 
eficaz la vigilancia, una fracción de las tropas acrcanas se ha' 
liaba apostada en Morada Nova, observando el camino de Mer­
cedes; pero oportunamente se replegaron al grueso de Em­
presa, donde inmediatamente se ccnoce el número y la cali­
dad de elementos con que cuenta el jefe boliviano. Castro se 
halla ausente.
En la barraca hay, además, un buen servicio de 
espionaje filibustero, todo movimiento de los expedicionarios 
es atentamente observado y trasmitido al campamento con­
trario; pero los cálculos fallan gracias al atinado proceder del 
coronel Rojas.
Son las doce de la noche. La barraca se halla entrega­
da a la tranquilidad del desierto, interrumpida apenas por la 
voz del centinela que guarda el sueño de los suyos. El co­
mandante ordena levantar el campamento, y a los diez minu­
tos la columna se pone en marcha en medio de profundo si­
lencio. Cubre el servicio de seguridad una fracción al mando 
del capitán Natalio Suárez; durante el pequeño alto, se comu­
nica a toda la oficialidad el plan de ataque a Vuelta de Empre- 
i a y la misión que correspondía a cada uno, El coronel Ro-
lO M B f i T E o e \ J U E L T ñ de E M P f íE Z
27£1 /82?£ <S£T/£MB7f£ a l S JeOeTUBrtE c/e 1902.
83LA CAMPAÑA DEL ACRE
jas imparte órdenes claras y precisas, como todas las que sa­
lían de su indomable carácter.
A las siete de la mañana del 18 de septiembre,la descu­
bierta se detiene frente al puesto ocupado, en empela de la 
aproximación del grueso. De pronto se oye un murmullo de 
voces desordenadas: son los revolucionarios, que al avistai a 
nuestros soldados no atinan a ocupar sus puestos, circuns­
tancia favorable que la descubierta aprovecha para lanzarse 
al ataque.
Los rebeldes, que sólo esperaban el combate para la 
tarde de este día, con gran desconcierto se posesionan en lo 
alto de las casas.
El grueso, al escuchar un fuego continuado, acelérala 
marcha y llega a reforzar la línea de sus pocos compañeros en 
lucha. El ataque se generaliza con un empuje tal que el ene­
migo vé luego su situación insostenible; entonces opta por la 
retirada, dejando en el lugar 32 muertos, 9 prisioneros, 40 
carabinas y alrededor de 5,00 cartuchos.
De nuestro lado han caído el capitán Jorge Aguirre, el 
teniente Pavio Terrazas y 6 soldados.
El coronel Rojas, después de un estudio detenido, vien­
do la imposibilidad de proseguir hacia Puerto Alonso, porque 
en el trayecto el enemigo había atrincherado fuerzas de con­
sideración, se decide a mantenerse en el puesto conquistado a 
sangre y fuego, aumentando el poder defensivo con zanjas de 
tiradores y otros trabajos complementarios. Parte del arma 
mentó de su tropa, de antiguo sistema, es reemplazado con el 
tomado a los vencidos.
En los días siguientes de su derrota, el enemigo hace 
una activa concentración de sus fuerzas alrededor de 
Vuelta de Empresa, esta vez bajo la dirección de Castro, 
quien, con 600 hombres, se lanza al ataque el o de octubre.
La lucha, pasajeramente suspendida, se reanuda; nues­
tras fuerzas son atacadas por efectivos muy superiores y 
obligadas a reducir el consumo de munición. El día 9 llega la 
noticia de que el teniente Ricardo Esténssoro y los ocho hom 
bres que guarnecían el vapor Afuá, encallado cerca de Empre­
sa. habían capitulado después de un tenaz combate. En la 
misma fecha, Castro intima la rendición de la plaza; 
el altivo rechazo de la proposición es causa pa-
04 RESUMEN HISTORICO DE
ra que el ataque enemigo arrecie, así como las seguridades 
del sitio a que están sometidos los defensores de Vuelta de 
Empresa. Transcurren once días y sus noches de combate 
no interrumpido, durante los cuales habían sido rechazados 
sesenta y nueve ataques, con grandes pérdidas para el ene 
migo. Las escasas tropas nacionales también han sufrido un 
quebranto aproximado de 30 hombres, entre muertos y 
heridos.
El cuadro, de triste ha pasado a hacerse insoportable 
en tantos días de combate sin tregua. El enemigo no permite 
enterrar los cadáveres, que expuestos al sol y a la intemperie, 
infectan el campamento con sus emanaciones pestilentes; el 
fuego que domina desde la margen opuesta impid nuestro 
aprovisionamiento de agua; las municiones están casi 
agotadas.
El 14 el enemigo manda la siguiente nota:
«Comandancia en Jefe del Ejército Acreano.—Al Coro­
nel Rosendo Rojas, M. D. Comandante de las fuerzas bolivia­
nas en—Vuelta de Empresa.—Ciudadano:—Vos que mejor que 
ninguno sabéis el estado penoso en que se encuentran vues­
tros bravos compañeros de tan heroica defensa; considerando: 
laimposibilida i absoluta en que os encontráis de continuar por 
más tiempo en la defensa de vuestras trincheras, que distan 
de las mías apenas seis metros; considerando: el sacrificio que 
será hecho al asaltar esta trinchera de una manera fácil, te­
niendo por consecuencia el sacrificio de los míos de una ma­
nera inhumana, así como el de los vuestros; consideiando: que 
somos nosotros los responsables de lo que venga a suceder, os 
invito aceptéis una suspensión de hostilidades para tratar de 
este asunto, sobre las bases que enseguida propongo.—Pri­
mero,—Suspensión de hostilidades por tres horas. — Segundo 
. — Dorante esa suspensión de hostilidades, Jos contendientes 
no podrán hacer ningún trabajo de defensa, ni movimiento al­
guno de tropa para tomar nuevas posiciones de defensa.—Ter­
cero. -N o es permitido abastecer de víveres y agua a las trin­
cheras. — Cuarto.—Los sitiados no podrán bajar al río a sacar 
agua.— Quinto.—-El señor Coronel Rojas determinará el lugar 
en donde los parlamentarios han de conferenciar, y siendo en 
las mismas trincheras, no se vendará los ojos a los parlamen­
tarios para ingresara ellas. — Sexto.—Media hora antes de 
terminar la suspensión de armas, podrá manifestarse que se 
necesita aun más tiempo de continuar el armisticio.—Tened 
la bondad de responder al presente oficio, expresando vuestro 
consentimiento o negativa a la proposición que os hago, o in-
LA CAMPAÑA DRL ACHE 35
dicar otra que juzguéis conveniente y que acaso esté omitida 
en éste.—Campamento de combate.—Vuelta de Empresa, 14 
de octubre de 1902. — (Fdo.) José Plácido de Castro*.
Ea consecuencia, el coronel Rojas se presenta personal­
mente en el campamento enemigo y convencido deque todo 
esfuerzo era inútil, resuelve capitular, bajo las condiciones 
impuestas por la difícil situación.
El texto de la capitulación dice así:
«Campamento de combate.—Vuelta de Empresa (río 
Acre), octubre 15 de 1902.—Acta de rendición de la Raza de 
«Vuelta de Empresa». — A los cinco días del mes de octubre 
corriente, las fuerzas revolucionarias al comando del Coronel 
J. Plácido de Castro, atacaron por varios puntos la guarnición 
boliviana, bajo el comando del Coronel Rosendo R. Rojas, la 
cual, no obstante de cederá un principio terreno, en virtud 
del vigor del ataque, se recogió a sus trincheras principales, 
donde a pesar de riguroso sitio y encarnizada lucha, resist ó 
con denuedo, durante once días, como el Jefe de los revolucio 
narios es el primero en reconocerlo. El vapor «Río Afuá», 
armado de una pequeña fuerza de la misma guarnición, com­
puesta de un oficial y ocho plazas, también resistió vigorosa­
mente hasta el día 7 en la noche, en que se rindió en la impo 
sibilidad de resistencia.—En el día 9, el Coronel J. Plácido de 
Castre, reconociendo ya la inutilidad de tan tenaz resistencia 
y con el fin de cortar grandes males, ofició al Coronel Rojas, 
haciéndole ver las condiciones en que se hallaba, convidándole 
a capitular con su guarnición, con los honores a que tiene de­
recho un bravo, siendo respondido por el Coronel Rojas que el 
coronel Castro debía entenderse con el Delegado de Puerto 
Acre, de quien él dependía y recibía órdenes.—El día 14 el 
Coronel J. Plácido de Castro consintió en que su prisionero 
señor Luis F. Pinedo fuese a las trincheras bolivianas a visi­
tar a sus compatriotas, siendo en esta ocasión portador de 
un oficio del Coronel Castro, en que nuevamente les exponía su 
situación, como también la urgencia de dar solución al delica­
do problema del cual dependían tantas vidas; en respuesta, 
el Coronel Rojas dijo que solamente el siguiente día resolvería, 
haciéndose para esto una suspensión de hostilidades, con 
arreglo a las leyes militares.—El día 15 en la mañana, el Coro­
nel Plácido de Castro envió al Coronel Rojas un oficio, nstable- 
ciendo bases para la suspensión de armas, siéndole ie>pondi- 
do por el Coronel Rojas que vendría a este campamento perso­
nalmente, para de común acuerdo resolverla cue-tión.— 
A la hora marcada, la uña de la tarde, compareció en (1 punto
36 RESUMEN HISTÓRICO DE
más próximo de las trincheras el señor Coronel Rojas, acom 
panado de su Ayudante Capitán Alejandro Dun, y el señor 
Luis P. Pinedo, siendo recibidos por los Tenientes Coroneles 
Alejandrino José da Silva y José Brandón, que los acompaña 
ron hasta el campamento, donde fueron recibidos por ei señor 
Coronel José Plácido de Castro, en un alojamiento provisional, 
donde tuvo lugar el acuerdo; en el trayecto se hicieron los res 
pectivos honores militares —Después de algunas discusiones, 
el señor Coronel Rosendo R. Rojas aceptó la siguiente capitu­
lación:—Garantía de vida para sus comandados; libertad a to­
dos los prisioneios de su nacionalidad; licencia a los indígenas 
cargadores y soldados casados para volver por la vía del Ma­
dre de Dios, bajo

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