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</<?• A S3 i /^ £ u i + - v - rf y «5*99- -^9 <? 3 BIBLIOTECA DIGITAL TEXTOS SOBRE BOLIVIA TEXTOS SOBRE LA HISTORIA POLÍTICA, TEORÍA POLÍTICA Y GEOPOLÍTICA, DE ALGUNOS DE LOS PRESIDENTES DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA, SU GESTIÓN Y ADMINISTRACIÓN, HISTORIA MILITAR, BATALLAS, GUERRAS INTERNACIONALES, GUERRA CIVIL O FEDERAL Y GUERRILLA FICHA DEL TEXTO Número de identificación del texto en clasificación Bolivia: 4521 Número del texto en clasificación por autores: 10095 Título del libro: Resumen histórico de la campaña de Acre Autor (es): Miguel Alaiza Editor: Imprenta “Las Horas” Derechos de autor: Dominio Público Año: 1925 Ciudad y País: La Paz - Bolivia Número total de páginas: 64 Fuente: Digitalizado por la Fundación Temática: La guerra del Acre 1899 - 1903 TENIENTE CORONEL MIGUEL ALAIZA / 006422 — DE LA — INVENTARIADO C A M P A Ñ A DEL A C R E (con un mapa y cinco croquis) Agosto de 1925 LA PAZ-BOLIVIA Imprenta «Las Horas» J I ^ J E T O M L - , » Los pueblos viriles que aman su pasado y esperan con fe el porvenir, al revisar el calendario de sus glorias edifican la base estable del civismo, asi como al analizar los días luctuosos de su, historia señalan los escollos a las generaciones que avanzan dis puestas a seguir, con paso firme, el camino que conduce a la con- quista de sus ideales. Aunque están frescos los recuerdos de la cruenta lucha cuyo teatro de hazañas fué el dilatado campo de los bosques misteriosos de nuestra f rontera noroeste y las turbias aguas de sus caudalosos ríos; aunque apenas han transcurrido algo más de dos decenas de años, en nuestro ambiente — ¿por qué. no decirlo siquiera con frart queza de soldado? — se nota una indiferencia para compulsar esos acontecimientos y medir sus alcances, que amenaza ser motivo, más tarde, de complicadas controversias y resta desde luego el bien (fue representa hacer conocer a toda la generación actual importantes sucesos de nuestra historia, máxime si el método mismo aconseja enseñarla comenzando por los fastos más próximos, por aquellos que están menos plagados de inducciones y son más aptos para se ñalar derroteros prácticos. La necesidad de empapar al pueblo boliviano en el conoci miento de la guerra del Acre, es más imperiosa si se considera que los acontecimientos militares que embargaron a la Nación alrede dor de cinco años, de 1899 a 1903, tienen una, doble faz: prueban que las luchas intestinas, debilitándonos, constituyen el momento propicio para que la envidia siempre en acecho se lance al de'spojo, y demuestran que en este caso la. perfidia vistió con el ropaje defili busterismo lo que obedeció a instigaciones de altas esferas oficiales del Brasil, razón que debe retemplar mejor nuestros-ánimos para propender a la reivindicación de los territorios 'perdidos. No pretendemos decir la ultima palabra sobre la campaña del Acre; al contrario, nos sometemos anticipadamente a la censu ra, sabiendo que ella ha de tener la virtud de mover a muchos otros para contribuir a la formación de la verdadera historia acreana. Entretanto, será este opúsculo un medio de consulta provi- * sional, y con su publicación el autor cumple en forma modesta su anhelo de ofrendar algo a la Patria en la magna fecha del cente nario de su emancipación. M. A. R E S U M E N DE LA Campaña del Acre La política lusitana Los grandes acontecimientos del mundo se deben ineluctablemente a las causas que los han impulsado.* La Historia no es sino la filosofía práctica y experimental que enseña el porqué de esos acontecimientos. Nada es resultado del acaso; todo tiene su fundamento causal o sustancia básica; ni los átomos se mueven en el espa cio sin la ley de la gravitación. Tales son las conclusiones a que ha llegado la ciencia positiva, mediante la observación y la experiencia. Ya que la Historia recoge las enseñanzas del pasado, para bien de las generaciones futuras, nos valemos de ella para exponer al pueblo boliviano las invasiones y desmembra ciones que ha sufrido desde el día en que se constituyó en nación soberana, a raíz de su independencia proclamada el 6 de agosto de 1825. La Real Audiencia de Charcas estaba constituida, en la América Hispana, sobre un vasto territorio de tres millones de kilómetros cuadrados, dentro de los que se hallaban ubi cadas sus cuatro famosas provincias de Chuquisaca, La Paz, RESUMEN HISTORICO DE Potosí y Santa Cruz. Sus límites iban por el norte hasta las proximidades del Cuzco; por el oriente y el noroeste coh- íinaba con ei río Madera, Mattogrosso y toda la longitud del lío Paraguay hasta colocarse frontero a Asunción; y por el sud alcanzaba al Paposo o grado 27. Sus derechos, después como heredados a título univer sal por la joven nacionalidad boliviana, emanaban de Ion títu los expedidos por la Corona de España y de la delimitación es tablecida entre ésta y las posesiones portuguesas, hoy bra sileñas. La Real Audiencia de Charcas se hizo célebre y. luego llegó a ser legendaria por las inagotables minas de plata que contenía el subsuelo de su jurisdicción, especialmente del cerro de Potosí, donde se concentraron las labores de explo tación colonial, que se calcula dieron a la Corona de Castilla, Navarra y Ai agón más de seiscientos millones de p< sos du ros. Los múltiples ríos de Chuquisaca y La Paz arrastraban oro en abundancia. Durante su vida autónoma, Bolivia ha podido mostrar al mundo su portentosa riqueza minera, que, no obstante los inconvenientes para extraerla y exportarla, ha sido en todo tiempo la principal fuente para el sostenimiento de ios gas tos nacionales. Posteriormente se descubrieron las salitre ras del Litoral y Atacama, que pronto pasaron a repletar ajenas arcas, y en los bosques seculares del Oriente, Beni y Noroeste el árboi de la goma abrió ai país un amplio horizon te de halagüeñas perspectivas. Estas fabulosas riquezas fueron la causa de los diferen- dos de Bolivia con las naciones vecinas, algunas misérrimas y todas poseídas de insaciable codicia. Empezaron éstas a desenvolver una política artera, sofisticando pactos interna cionales y contrariando derechos legítimamente adquiridos, hasta coronar sus vedadas aspiraciones con los hechos bru tales y bárbaros de avances y usurpaciones, premunidas de’ sólo el derecho de la fuerza. Bolivia llegó a serla víctima cómoda desús vecinos, pero principalmente del Brasil y Chile, que entronizaron el evangelio de la conquista, invadiendo y cercenándole los más ricos girones de .su heredad colonial. Concretándonos al proceder brasileño, cabe decir que el canciller y notable jurisconsulto argentino doctor Esta nislao S. Zebalios, estudiando la idiosincrasia y las tenden cias del Brasil, a través de sus diferencias con Bolivia, Ar- LA CAMPAÑA DEL ACRE 5 gontina, Perú, Paraguay, Uruguay y las Guayacas, pueblos con los que limita, desde la cátedra de la prensa porteña pro clamó que «la política brasileña es la política de robos y des vergüenzas». Los hechos son un claro fundamento para ese califica' tivo. A la Argentina le ha arrebatado 34,090 kilómetros cua' drado.s; más de 300,000 a Bol i via; 50,000 al Paraguay; 40,000 al Perú; 16,000 al Uruguay y más de 35,000 a las Guayanas. ¿Por qué medios ha podido el Brasil arrancar a tantos países un total de cerca de medio millón de kilómet:os cuadrados? Por todos los que ha puesto en juego una nación sin escrúpu los, decidida a convertirse en el pulpo de Sud América. Para explicarse mejor esti, política inmoral, basta tener en cuenta que fueron aventureros lusitanos quienes se lanza ron a sacar provecho de las tierras descubiertas por Colón, constituyéndose hacia el Atlántico, sin derecho alguno y en menoscabo de los intereses de España. Y de casta le viene ai galgo... Las posesiones de Ja Real Audiencia de Charcas nunca fueron respetadas por los lusitanos, sea bajo el régimen del Rey de Portugal, sea bajo la autónoma administraciónimpe rial o republicana del Brasil, violencias que llegaron a su cul minación durante la vida libre de Bolivia. Ahí están los tra tados de San Ildefonso y de Tordesillas, los suscritos des pués con nuestro país y la primera invasión de que fué vícti ma de 1826 a 1828, con cuyo motivo el Libertador Bolívar or denó al Mariscal Sucre declarase la guerra a la nación del noreste, que se permitía introducir sus armas hasta el cora zón del Oriente boliviano. Las huestes triunfadoras en Aya- cucho debían iniciar enérgicamente la tarea de repeler a los agresores, cuando el Brasil, de una manera excepcional, dio amplias satisfacciones ante la enorme responsabilidad de sus actos, que tendían a mutilar a un pueblo en la cuna misma. Pero el camino de la política de rapiña del Brasil y sus Estados corsarios se halla abierto, especialmente sobre Boli via. Un ligero examen nos convence de que el plan se desen vuelve con diabólica disciplina: a la satrapía tenaz se coordina una diplomacia rabulesca, y a ésta sucede la lógica de los he chos, en su caso. Sitúa en nuestras' fronteras al peor ele mento civil, y militares inescrupulosos consuman toda clase de desmanes, ofensas y robos contra la dignidad e intereses nacionales. Los representantes del ramo consular son veja dos o menospreciados en toda la región amazónica, el Madera, Corumbá y el Guaporé. El contrabando es consentido y aun 6 RESUMEN HISTÓRICO DE fomentado. Las haciendas bolivianas de todas las fronteras son asaltadas, especialmente en las regiones de Puerto Suá- rez, San Matías, Mateguá, Guayaramerín, Villa Bella, Cobi ja e infinidad de barracas. En todas estas emergencias las reclamaciones plantea das ante los gobiernos centrales o estaduales nunca son aten' didas. La documentación relativa a tales hechos es copiosa, se halla dispersa en libros y foletos y tobre todo en las anuales Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores, que siem pre se ha visto en la necesidad de abrir un párrafo destinado a dar cuenta de los atropellos y argucias del vecino del Atlántico. I aquí conviene advertir que es urgente, no sólo para Bolivia sino para todas las naciones hermanas que vienen su friendo iguales expoliaciones, poner un dique a esa política dolosa, mediante una profusa propaganda de las firmes con clusiones del intemacionalista Zeballos y de cuantos hombres probos quieran contribuir a que se asienten la justicia y la concordia en el continente sudamericano. Para completarla obra, sería forzoso pedir la intervención de la Liga de las Na ciones, a fin de que se suscriba un pacto de garantía inter nacional. Medios de represión legal y eficaz Ya que para nosotros los daños han sido inmensos y los peligros futuros amenazan de muerte a nuestra patria, es in dispensable que con actividad y tesón procuremos siquiera paliar los primeros y prevenir los segundos, valiéndonos ante todo de la publicación de libros referentes a las cuestiones que nos ha suscitado el Brasil, en un periodo de dos siglos, propaganda que debe desenvolverse en igual forma que la efectuada en el diferendo con Chile. La pauta que conviene desarrollar es a nuestro enten der la siguiente: I. —Demostración amplia de los derechos de Bolivia sobre los territorios detentados por el Brasil; II. —Que la soberanía se halla permanentemente ama gada por la falaz política de aquel país; II.—Que no cumple los tratados que suscribe ni res peta el arbitraje, mientras la Liga de las Naciones no impon LA CAMPAÑA DEL ACRE 7 ga, sin restricción alguna, el pacto de garantía internacional. Que se demuestre el armamentismo del Brasil, el cual cons tituye un serio peligro para la paz americana; IV. —Que se estimule y fomente toda obra de propa ganda destinada a comprobar nuestros derechos y a vigori zar nuestros anhelos. Que se proteja al elemento boliviano que trabaja o transita por los pueblos vecinos, donde los re presentantes consulares no se atreven a impetrar las de bidas garantías; V . —Que se trabaje por el establecimiento definitivo de la paz interna, se intensifique la militarización escolar y es tudie y defienda todas las fronteras de la patria. Que se co lonice, con el mayor porcentaje de elemento nacional, los lu gares fronterizos y las regiones alejadas de nuestros centros de actividad general; VI. —Que se envíe misiones de prensa al exterior para buscar soluciones pacíficas y se fomente el intercambio en todo orden con los países vecinos, aun cuando fuesen hostiles en el momento actual; V I I—Que se dé el mayor impulso a la industria nacio nal, especialmente a aquellas que tengan relación con la de fensa, de tal modo que la importación del extranjero se re duzca a lo más indispensable en bien de la institución militar. Que se implante de una vez la remonta de caballos para el ejército, en potreros adecuados a la configuración topográ fica, se provea al avituallamiento etc,; y VIII.—Que se proceda con toda ecuanimidad y patrio tismo en la designación del personal que debe representar nos en el exterior, en las funciones diplomáticas y consulares, excluyendo las improvisaciones y los favoritismos. Antecedentes de la cuestión del Acre El origen del diferendo de límites sustentado entre el Brasil y Bolivia se remonta a la primera centuria de la época colonial, pues esta nación, constituida dentro del perímetro de la Audiencia de Charcas, fundaba sus derechos, si no en la cé lebre bula del papa Alejandro VI—que en mayo de 1598 divi dió el mundo ocupado por españoles y portugueses desfavora blemente para los segundos,—en el tratado de San Ildefonso, de 1777, que se mantuvo en vigencia éntrelas Coronas de Es paña y Portugal y que, por tanto, no pudo ser ohjeto de modi- RESUMEN HISTÓRICO DE ficaciones en momentos en que la Audiencia de Charcas, como parte integrante del Virreinato de Lima primero y del de Bue nos Aires después, se declaraba independiente de ia Metrópoli. Bolivia, pues, ingresó a la vida libre teniendo como fron tera con el Brasil el río Madera, hasta Ja mitad de su largo curso,yel paralelo correspondiente a este punto intermedio del Madera, prolongado hasta el río Itenez y Paraguay en la parte oriental. Pero contra toda razón y antecedente histórico, en 1868 el ministro plenipotenciario del Brasil, don Juan R.ego Mon- teiro, dio a conocer al g< bierno boliviano las pretensiones oe la Corte Imperial en sentido de ocupar la margen derecha del río Paraguay, invocando el uti possidetis de 1810, que siendo punto básico para las colonias es pallólas al constituirse en na ciones independientes, estaba obligadamente suj- to a las esti pulaciones del trabado de 1777. Apenas cuatro años habían transcurrido desde la inicia ción de tan absurdas reclamaciones, cuando la oportunidad de realizarlas se presentó con el desorbitado gobierno del gene ral Melgarejo, ante quien el del Brasil constituyó un ministro que con adulaciones arrancó el tintado de 1867. por el cual, según declaración del senador brasilero general Dionisio da Cerqueira, «ganó más de 100,000 kiómetros cuadrados de te rritorio sobre las estipulaciones de 1750 y 1777». No sólo per dimos la mitad superior del Madera sino también la margen occidental del río Paraguay, cancelándose así las dos salidas posibles hacíalas aguas del Atlántico, como principio de un enclaustramiento aslixiante a que Chile poco después dio rema te por el lado del Pacítico. Caído el despótico gobierno del sexenio, el congreso bo liviano, inspirándose en retinados escrúpulos y tal vez en te mores a las represalias del país vecino, prestó su aprobación al injusto tratado, pidiendo tan sólo la pronta demarcación de fronteras, operación a que se dio comienzo en 1875, por una comisión mixta compuesta de l< s señores Eim t. rio Viilamil de Rada, por Bolivia, y el eapitán defragata Antonio Claudio Soy- do, por el Brasil, co lán d ose los hitos divbo! ios entre Bahía Negra y la laguna Cáceres. Una segunda comisión, formadapor los seño es Juan Mariano Mujía y el barón de Maracayá, colocó los marcos de Piedra Blanca y Buena Vista, y, tinalmen te, en 1878 la tercera comisión, encomendada a Juan B. Min- chin y el mayor López de Araujo, fijó límites en el origen del Madera a los 109 20’ de latitud sud. Diecisiete años después ol ministro plenipotenciario de Bolivia don Federico Diez de Medina ajustó con el canciller nr&silero Carlos Augusto de Carvalho, el protocolo de 19 de fe- i LA CA MPAÑA 1 >EL ACRE 9 In oro de 1895, por el cual se convino en terminar la demarca rían de fronteras, señalándose, para los efectos de ella, como naciente del Yavarí la reconocida por la comisión peruano- brasilera Blac-Teffle, o sea los 79 1’17” latitud sud y 749 8’37” longitud oe&te del meridiano de Greenwich. Una vez constituidos en el terreno los comisarios de am bas partes, coronel José Manuel Pc.ndo y señor Thaumaturgo d( Acevedo, éste entorpeció las ope raciones geodésicas con ar gucias y cálculos erróneos respecto a la posición geográfica do los lugares, sugiriendo a su gobierno la necesidad de pro* ceder a una nueva investigación sobre las nacientes del Yava rí, la cual fué encomendada ai capitán teniente Cunha Gómez y adoptada como fmutíra provisional. La cancillería fluminen se reconoció que todo el territorio situado al sud de la citada línea era indiscutiblemente boliviano. La hegemonía brasilera en el Acre y el Purús El descubrimiento de la siphonia elástica en las dilata das selvas del noroeste, y la creciente demanda de goma que hacían los mercados europeos, llevó a su auge las explotacio nes en el Brasil, en tanto que de Bolivia se encaminaban tam bién corrientes inmigratorias hacia la privilegiada región, cu yo apartamiento e impropia calidad climatérica ño permitían el ingreso rápido de los contingentes, que se situaban forzo samente en los primeros lugares de trabajo. En cambio, es pecialmente el estado brasileño de Ceará contaba con las faci lidades de enviar a los suyos desde urbes y campos por la ad mirable y bien servida red fluvial de la hoya amazónica, al par que se trataba de gente habituada a los inconvenientes del bosque y la canícula. Data de 1878 el éxodo brasileño a las regiones gomeras de Bolivia, donde pronto llegaron a formar núcleos de pobla ción, fuera de que a lo largo de los ríos se fué estableciendo un cordón de barraqueros con numeroso personal. Desde el río Rapirrán hasta el Purús, en el curso de veinte años llegó a constituirse una población de veinte mil habitantes, en su gran mayoría brasileros y varones en un noventa' por ciento. 10 RESUMEN HISTÓRICO DE En estas condiciones, los moradores tenían que impo ner obligadamente costumbres, idioma, sistema monetario y aun leyes brasileñas, y de ahí también que nuestras autorida des y berzas de guarnición fuesen miradas con desconfianza por parte de esa gente, cuyo espíritu estrecho se hacía bravio en una vida de ruda soledad, luchando cuotidianamente con las tribus salvajes y los animales feroces. Lo expuesto explica con toda claridad las desventajas con que más tarde hubieron de combatir nuestras tropas ex pedicionarias contra una unidad de laza e intereses, experta en recursos para salvar toda clase de dificultades en el terreno. Fundación de Puerto Alonso Alejado todo temor de nuevas exigencias y dando pre vio conocimiento a la Cancillería fluminense, el gobierno boli viano constituyó una delegación en el territorio del Acre, en comendándola al señor José Paravicini, quien fundó Puerto Alonso el 3 de enero de 1899, con los empleados Manuel Vea Murguía, Romualdo de la Peña, Ladislao Ibarra, H. Ugarte, Jorge Vea Murguía y algunos extranjeros contratados para los trabajos portuarios. El mayor Benigno Gamarra y el te niente Víctor Málaga Rodrípez, que desde septiembre de 1899 habían ocupado la barraca Carmen (Alto Acre) con un desta camento de 25 hombres, se incorporaron a la delegación casi inmediatamente. El gobierno del Brasil reconoció la legitimidad del do minio boliviano constituyendo en Puerto Alonso un funciona rio consular. La chispa revolucionaria Pero el 30 de abril de 1899, cuando ejercía la delegación accidental el señor Moisés Santiváflez, el juez de Antimari le intimó la desocupación del puerto, apoyado por e1 número de hombres armados que se presentaron. El señor Santiváflez, sintiéndose imposibilitado para hacer resistencia, hizo entre ga del puerto, después de pedir garantías para las personas de la delegación. LA CAMPAÑA DEL ACRE 11 El día 15 de julio del mismo año, simulando la reunión de un comido popular, el español Luis Gálvez de Arias, se cundado por Domingo Cameiro, Joaquín Víctor da Silva, Utoff y otros revoltosos, se proclamó presidente provisorio del «Es tado Independiente del Acre», fijando la capital provisoria en el siringal de Caquetá, propiedad de da Silva. No pararon allí ios trastornos del tilibusterismo, pues a fines de diciembre, a instancias de varios comandantes de va pores mercantes, Gálvez fué destituido y llevado preso a Ma- naos, pero se dejó en la presidencia del nuevo estado a Anto nio Sousa Braga, hombre que, aunque absolutamente igno rante, disponía de un crecido númeio de trabajadores para sostener su autoridad. Primeras medidas tomadas por el gobierno boliviano Anoticiado nuestro gobierno de los sucesos del Acre, para debelar la insurrección, separatista se propuso enviar al territorio convulsionado el suficiente número de fuerzas de línea, al mismo tiempo que impartía instrucciones a nuestro ministro en Río Janeiro, don Luis Salinas Vega, en sentido de gestionar ante la Cancilería la debida cooperación del Brasil para el restablecimiento de la administración boliviana. Se firmó el protocolo de 30 de octubre de 1899, que mo dificaba el de 19 de febrero de 1895, acordando la nueva explo ración del Yaraví y reconociendo como frontera provisio nal la línea Cunha Gómez. Nuestra legación en Río designó a su secretario, don Pedro Krámer B., la misión de ir al Acre a restablecer el ordeD, para lo cual el gobierno del Brasil puso a su disposición la cañonera de guerra «Yutahu», que, no obs tante los ofrecimientos oficiales, no llegó a internarse al Acre en la época señalada. Por la muerte de don Pedro Krámer, ocurrida en Ma- naos, se hizo cargo de la expedición el señor Ladislao íbarra, que en compañía del señor Romualdo de la Peña, el capitán brasilero Leyte Barbosa y cuatro más de personal civil, arri baron a Puerto Alonso, en el «Manaos», el día 19 de diciem bre de 1899, sin el menor obstáculo de parte de los revolu cionarios. 12 RESUMEN HISTÓRICO DE Mas ol 12 de enero de 1900 atacaron el puerto en núme ro do 200 hombros, »«»̂ ón relación escrita por (1 mejicano Adolfo Marín; los McTtoroM Ibarra y IVfla y * troH dos v* nezo- lanoH respondieron al fuego enemigo durante treinta y cinco minutos, quedando heridos de gravedad Ibarra, Luis Ferrei ra Campos y Mamerto Kamos, y muerto a consecuencia de sus heridas el tripulante F. Sifrits. La situación inte na de Bolivia Mientras sobre nuestra alejada e inerme frontera se cernía la tempestad, el país se encontraba envuelto en una lu cha intestina que revestía los caracteres más sombríos de destrucción. Después de la prédica política y las represalias sañudas, que habían dividido por abismos de odio a la familia boliviana, se había izado Ja bandera del federalismo para afrontar con las armas el derrocamiento del partido gobernan te. La agresividad de los de abijo y los recursos y Jas txbor siones del oficialismo se combinaban de modo terrible pata desangrar rápidamente al pueblo y quitar al erario mis fon dos, disipados en movilizar tropas, adquirir armamento, pagar indemnizaciones etc. Si la guerra del 79 nos encontró en medio de la peste y la hambruna, la asonada del Acre nos sorprendía entre las lia mas del fratricidio, la miseria que sigue al despilfarro y el decaimiento que en los espíritus dejan las grandeshecatom bes. Una vez más la ambición partidista, pese a los anatemas que se han escrito contra la clase militar, era estímulo y puen te para los externos contrastes. Bien conocía nuestra postración el astuto enemigo, y por eso se apresuraba a minar el terreno que quería hacer suyo. Felizmente, ante una amenaza de tal magnitud, el pa triotismo aun vibró en el exangüe organismo nacional, sacu dido por la indignación del ultraje y estimulado por el recuer do de sus pasadas glorias. Dentro de lo posible en tan depri mida situación, el pueblo se aprestó a defender su suelo, y así se formaron pequeños contingentes de voluntarios, < n diver sos puntos de la República, que debían reunirse a una parta de aquellos que habían recibido el bautizo de fuego en i<s campos del Crucero, para marchar todos a órdenes del meri- 18LA CAMPAÑA DEL ACRE lorio doctor Andrés S. Muñoz, nombrado delegado del go hierno en el Acre y Alto Purús, para ponerse frente a ías Tuerzas que habían iniciado el movimiento separatista. Además, en el teatro de la insurrección se habían agru pado patrióticamente, en una reducida columna, como dos centenares de valientes trabajadores gomeros de aquellos ríos. Nuestras tropas en la marcha de concentración Los tres puntos de ’partida fijados por el Estado Mayor Mènerai para la marcha de las tropas, en su concentración al Noroeste de la República, fueron: La Paz, Cochabamba y Sul la Cruz, ciudades que en este caso consultaban g cgráfica y estratégicamente el mejor plan de operaciones. Se t eñuó como base de concentración la barraca Mercedes, situada so bre la margen izquierda del río Orthon, de donde sería fácil cualquier movimiento mediante la navegación franca o la aper tura ue nuevos caminos. De la ciudad de La Paz existan dos vías, una para la época de lluvias y otra para la estación de estiaje. La prime ra atraviesa la cordillera del Illampu por el desfiladero de Ga- llinsani, y después sigue el curso de los ríos Mapiri, Alto Bt ni y Orthon hasta Mercedes. La otra vía se dirige por Puerto Acosti, trasmontando la cortill era de Apolobamba en el paso de Catantica y Cololo, y luego descieude por el camino de Apolo hasta Rurrenabaque, desde donde se confunde con la anterior. La vía de Cochabamba atraviesa la cordillera del Tunari en el paso de Colomi, continúa por los ríos Chapare y Mamo ré hasta Guayaramerín, para seguir por tien a a Riberalta y luego arribar el río Madre de Dios hasta la barraca Jenechi- quía, de donde el recorrido es otra vez por tierra hasta Mer cedes. Santa Cruz de la Sierra, como punto de partida, tie ie vía terrestre hasta el pequeño puerto do Cuatro Ojos, y fluv.il por el Piraí, en un corto trayecto, y el Grande hasta su de < t- güe en el Mamoré, donde empalma con la vía de Cochabam a. 14 RESUMEN HISTÓRICO DE Las rutas de La Paz y Ccchabamba arrancan de una altitud de 3,700 y 2 800 metros, respectivamente, con la cir cunstancia de que dichas alturas se elevan, al atravesar las cordilleras de nieves perpetuas, a más de 4 000 metros, para de allí descender a la región boscosa, hasta llegar al Acre, que se halla a 100 metros sobre el nivel del mar. La distancia a recorrer de La Paz a Puerto Alonso es de 2,000 kilómetros aproximadamente. En la época a que hacemos rr ferenc-ia, los caminos eran en realidad angostos senderos que con dificultad daban paso a los peatones con su equipo do camp;.fia, quienes se veían ame nazados por el peligro de los profundos precipicios que limi tan los estrechos desfiladeros, a veces durante varios días de viaje. Da idea de lo arrisgado de la travesía el hecho de que el segundo destacamento del Regimiento Abaroa, en el trayecto de 225 kilómetros que median entre Apolo y Rurrenabaque, perdió cuarenta y tres mulos, que fueron cayendo en los pre cipicios, de un total de cincuenta. Las provisiones de munición y víveres eran transporta das a brazo por los naturales de la región. De jefes a solda dos estaban obligados a marchar a pie, llevando cada uno su correspondiente carga de municiones, víveres y prendas de uso personal. Nuestras tropas, en su mayoría procedentes déla me seta andina, tenían una vista acostumbrada a los dilatados ho rizontes de la altiplanicie y un organismo habituado a bajas temperaturas, de donde resultaba un contraste, desde el pri mer día de su inmersión en la oscuridad de la selva, esa lucha contra la insana naturaleza y los ardores de un clima tropical cuya temperatura húmeda ascendía con frecuencia de 88 a 409. En los bosques y en el llano las tropas acampaban al aire libre, por la absoluta falta de alojamiento bajo techo, que tan necesario era para evitar el sol abrasador durante el día y el ambiente húmedo y penetrante durante la noche. Las endemias de la región revestían múltiples formas, algunas terribles, como el beriberi, la espundia y las fiebres palúdicas, que de consuno transformaban los alegres campa mentos en hospitales de dolores y sufrimientos interminables. Los preceptos reglamentarios, más o menos aplicables en LA CAMPAÑA DEL ACRE 15 nuestras poblaciones, eran inadaptables en el bosque; allí sólo podían ponerse en práctica métodos y formaciones de coraba le muy particulares, de acuerdo con las características del lugar. Bajo todo punto de vista nuestra situación era difícil. Pero los intereses de la Nación exigían el avance por en medio de todos los obstáculos, y así demostraban comprenderlo nuestros soldados, cuando con resignada abnegación querían verse io más pronto delante del adversario. En cambio, los aeréanos contaban con abundantes y va riados recursos, enviados periódicamente de las florecientes ciudades del Pará y Manaos; en el año hacían este servicio de aprovisionamiento veinte vapores de un tonelaje apreciable, que a su regreso recogían grandes cantidades de goma elás tica. A su vez, las autoridades del Estado de Amazonas fo mentaban ostensiblemente la revolución, suministrando a sus gestores armas, municiones y facilitando la incorporación de nuevos combatientes La intervención oficial fue perseveran te desde el comienzo hasta la desgraciada conclusión de aquel hecho atentario contra la soberanía de Bolivia. De La Paz marcha un destacamento de 50 plazas y 5 oficiales, del Regimiento Abaroa, bajo el comando del teniente coronel Luciano Fernández, quien más tarde fue nombrado Jefe de Estado Mayor; y de Cochabamba sale el piquete de este nombre, compuesto de 50 hombres y 6 oficiales, a las ór denes del comandante Víctor Artero. En Riberalta se forman las fuerzas siguientes: «Columna 10 de Abril», comandada por el teniente coronel Justo Tapia, con 8 oficiales y 75 de tro pa; «16 de Julio», cuyo jefe era el teniente coronel Emilio Fernández Molina, con 6 oficiales y 80 de tropa; «Zapadores», a cargo del teniente coronel de ingenieros Enrique F. Corne jo, con 3 oficiales y 30 de tropa. Los componentes de estas últimas fuerzas conocían la región y eran diestros en el ma nejo de embarcaciones. El doctor Luis Viafía era el jefe de la sanidad y el señor José Montes comisario de guerra. En Mercedes, base de las operaciones, se encontraron las tropas expedicionarias desde mayo de 1900. El teniente coronel Cornejo y el doctor José Zarco, secretario de la Dele gación, cumpliendo órdenes de esta autoridad, recorrieron el trayecto de la mencionada barraca hasta la margen derecha del río Acre, estudiando la ruta que debía seguir la expedición Muñoz. Llenado el cometido con toda la abnegación que las 16 RESUMEN HISTÓRICO DE circunstancias requerían, a su regrf so el jefe de los Zapado res inicia con su gente la apertura del camino de Mercedes al río Rapirrán, sujetándose a instrucciones del Estado Ma yor. Al mismo tiempo se construyeron otras obras de ver dadero interés, con la cooperación de los barraqueros de aquella zona: el puente sobre los pantanos conocidos con el nombre de El Curichón, de 150 metros de largo, el del Rhin, de 100 metros, y algunos másde menor importancia. Hechos los anteriores aprestos, se pone en marcha todo el contingente de las fuerzas. Sa1» n de Mercedes el día 8 de agosto, llegan a Capatará el 22 y a Riosinho el 31, barraca don de fueron recibidos por una junta de vecinos notables, que pide la amnistía de los revolucionarios. Con generosidad y visión patriótica, el doctor Muñoz, Dc-legado National, acce de a la solicitud y, después de una permanencia de ocho días en esa barraca, prosigue por tierra hasta Puerto Alonso, a donde llega el 22 de septiembre y no encuentra un sólo ha bitante. En el mes de junio, parte de Santa Cruz de la Sierra un destacamento de 50hombres y 4 oficiales, al mando del mayor Benjamín Ascui, el cual se incorpoió en Trinidad a otra fuer za de igual efectivo que había salido de Cochabamb*. a órde nes del comandante Maximiliano Pérez González. Estos des tacamentos hallábanse a cargo del vicepresidente de la Repú blica, señor Lucio Pérez Velasco, que contaba con el personal superior siguiente: secretario Enrique Jordán, señores José Aguirre Achá, Rodolfo Siles, mayores Zapata y Bilbao La Vieja, señor Antonio Velasco, encargado de la intendencia de guerra, y capitán Eduardo Schukrafft, ayudante. A mediados de agosto, se incorpora en Riberalta a los efectivos anteriores el segundo destacamento del Abaroa, de 50 plazas, que tiene como jefe al comandandante Salazar y en calidad de oficiales, el capitán Casto Estrada, los tenientes Rafael Antequera y Néstor Monasterios y el que estos apun tes ha escrito, entonces subteniente. A consecuencia del trágico fallecimiento del comandan te Pérez Gonzá'ez. se fusionaron los destacamentos de Cocha- bamba y Santa Cruz, con la denominación de «Piquete Pérez Velasco» y la comandancia del mayor Ascui. Esta fuerza, el 13 de septiembre, con un total de 150 hom bres, remontó el río Madre de Dios en la lancha Campa, y se situó en la barraca Jenechiquía para abrir una senda hasta LA CAM PAÑA DEL ACRE 17 Palestina, otra barraca situada sobre las riberas del Orthon. El 26 llegaron las tropas a Mercedes y el 7 de octubre continuaron su marcha a l Acre, cubiertas por un servicio de vanguardia confiado a la fracción del Abaroa. En esta misma fech a llegó a Mercedes el batallón In dependencia, a cargo del entonces Ministro de Guerra coro nel Ismael Montes. Contaba con 85 oficiales y 300 hombres de tropa. Habiendo salido de La Paz el 14 de julio, por la vía de Mapiri, desde la barraca Ethea, sobre el río Beni, había hecho un cruce abriendo una senda por la plena selva al Madre de Dios, para pasar por el Sena y el Orthon a la ba rraca Medio Río y de allí a Mercedes, travesía arriesgada en que felizmente no tuvo q u e lamentar ni un só'o rezagado. El personal superior estaba organizado en esta forma: Jefe del Estado Mayor General, coronel Miguel Aguirre; Pri mer Ayudante, teniente coronel Pastor Baldivieso; Jefes del batallón, tenientes coroneles Jorge Salinas Vega y Pastor Medinaceli y comandante Samuel Montes Vidal. Dejando las fuerzas de Vuelta de Empresa a cargo del teniente coronel Baldivieso, el Vicepresidente y el Ministro de Guerra continúan viaje por agua a Puerto Alonso; pero en Bagazo, el 19 de octubre, fueron apresados junto con los funcionarios civiles que le s acompañaban, por los revoltosos Gentil Norberto, Hipólito Moreira y José Felipe da Silva, quienes, con el apoyo de 60 hombres, habían proclamado por cua/rta vez la independencia del Acre. Sabedores los revolucionarios de que tropas de Puerto Alonso, a órdenes del teniente coronel Luciano Fernández, se dirigían a rescatar el personal que había sido apresado, y no contando con elementos suficientes para hacer una resistencia, después de un cambio de ideas, en que, de parte de las auto ridades bolivianas se garantizaba el derecho de posesión a los pobladores del Acre, declararon someterse a la soberanía de Bolivia, y desde luego pusieron en libertad a los prisioneros. La excesiva confianza del Vicepresidente de la Repúbli ca y del comandante en je f e de las tropas, para avanzar sin nin guna precaución, pudo entorpecer gravemente y acaso anular «•I curso de las operaciones posteriores. I entretanto, las enfermedades diezmaban nuestras tro pas. Las de la delegación Muñoz, que con un efectivo de 270 10 RESUMEN HISTÓRICO DE circunstancias requerían, a su regr< so el jefe de los Zapado res inicia con su gente la apertura del camino de Mercedes al río Rapirrán, sujetándose a instrucciones del Estado Ma yor. Al mismo tiempo se construyeron otras obras de ver dadero interés, con Ja cooperación de los barraqueros de aquella zona: el puente sobre los pantanos conocidos con el nombre de El Curichón, de 150 metros de largo, el del Rhin, de 100 metros, y algunos más de menor importancia. Hechos los anteriores aprestos, se pone en marcha todo el contingente de las fuerzas. Sa < n de Mercodes el día 8 de agosto, llegan a Capatará eJ 22 y a Riosinho el 31, barraca don de fueron recibidos por una junta de vecinos notables, que pide la amnistía de los revolucionarios. Con generosidad y visión patriótica, el doctor Muñoz, Delegado National, acce de a la solicitud y, después de una permanencia de ocho días en esa barraca, prosigue por tierra hasta Puerto Alonso, a donde llega el 22 de septiembre y no encuentra un sólo ha bitante. En el mes de junio, parte de Santa Cruz de la Sierra un destacamento de 50 hombres y 4 oficiales, al mando del mayor Benjamín Ascui, el cual se incorpo*ó en Trinidad a otra fuer za de igual efectivo que había salido de Cochabamb>t a órde nes del comandante Maximiliano Pérez Gonzált z. Estos des tacamentos hallábanse a cargo del vicepresidente de la Repú blica, señor Lucio Pérez Velasco, que contaba con el personal superior siguiente: secretario Enrique Jordán, señores José Aguirre Achá, Rouolfo Siles, mayores Zapata y Bilbao La Vieja, señor Antonio Velasco, encargado de la intendencia de guerra, y capitán Eduardo Schukrafft, ayudante. A mediados de agosto, se incorpora en Riberalta a los efectivos anteriores el segundo destacamento del Abaroa, de 50 plazas, que tiene como jefe al comandandante Salazar y en calidad de oficiales, el capitán Casto Estrada, los tenientes Rafael Antequera y Néstor Monasterios y el que estos apun tes ha escrito, entonces subteniente. A consecuencia del trágico fallecimiento del comandan te Pérez Gonzá’ez, se fusionaron los destacamentos de Cocha- bamba y Santa Cruz, con la denominación de «Piquete Pérez Velasco» y la comandancia del mayor Ascui. Esta fuerza, el 13 de septiembre, con un total de 150 hom bres, remontó el río Madre de Dios en la lancha Campa, y se situó en la barraca Jenechiquía para abrir una senda hasta 17LA CAMPAÑA DEL ACRE Palestina, otra barraca situada sobre las riberas del Orthon. El 26 llegaron las tropas a Mercedes y el 7 de octubre continuaron su marcha al Acre, cubiertas por un servicio de vanguardia confiado a la fracción del Abaroa. En esta misma fecha llegó a Mercedes el batallón In dependencia, a cargo del entonces Ministro de Guerra coro nel Ismael Montes. Contaba con 35 oficiales y 300 hombres de tropa. Habiendo salido de La Paz el 14 de julio, por la vía de Mapiri, desde la barraca Ethea, sobre el río Bani, había hecho un cruce abriendo una senda por la plena selva al Madre de Dios, para pasar por el Sena y el Orthon a la ba rraca Medio Río y de allí a Mercedes, travesía arriesgada en que felizmente no tuvo que lamentar ni un só'o rezagado. El personal superior estaba organizado en esta forma: Jefe del Estado Mayor General, coronel Miguel Aguirre; Pri mer Ayudante, teniente coronel Pastor Baldivieso; Jefes del batallón, tenientes coroneles Jorge Salinas Vega y Pastor Medinaceli y comandante Samuel Montes Vidal. Dejando las fuerzas de Vuelta de Empresa a cargo del teniente coronel Baldivieso, el Vicepresidente y el Ministro de Guerra continúan viaje por agua a Puerto Alonso; pero en Bagazo, el 19 deoctubre, fueron apresados junto con los funcionarios civiles que les acompañaban, por los revoltosos Gentil Norberto, Hipólito Moreira y José Felipe da Silva, quienes, con el apoyo de 60 hombres, habían proclamado por cua/rta vez la independencia del Acre. Sabedores los revolucionarios de que tropas de Puerto Alonso, a órdenes del teniente coronel Luciano Fernández, se dirigían a rescatar el personal que había sido apresado, y no contando con elementos suficientes para hacer una resistencia, después de un cambio de ideas, en que, de parte de las auto ridades bolivianas se garantizaba el derecho de posesión a los pobladores del Acre, declararon someterse a la soberanía de Bolivia, y desde luego pusieron en libertad a los prisioneros. La excesiva confianza del Vicepresidente de la Repúbli- i a y del comandante en jefe de las tropas, para avanzar sin nin guna precaución, pudo entorpecer gravemente y acaso anular el curso de las operaciones posteriores. I entretanto, las enfermedades diezmaban nuestras tro pas. Las de la delegación Muñoz, que con un efectivo de 270 18 RESUMÉN HISTÓRICO DE hombres ocupaban Puerto Alonso, en muy corto tiempo tuvie ron que lamentar la muerte de 50 y las graves dolencias deque se hallaban afectados 90, los cuales fueron trasladados a la ba rraca Humaitá, habilitada como hospital militar. Era, pues, urgente el refuerzo de gente sana, máxime si los separatistas, desde Caquetá, distante cuatro kilómetros, amenazaban atacar la residencia delegacional. Vuelta de Empresa, considerado como el mejor punto estratégico, cuya guarnición, a la vez de ofrecer un apoyo efi caz al grueso de las fuerzas pacificadoras, aseguraba el camino que conduce a Mercedes, es abandonado el 10 de septiembre, dirigiéndose sus defensores a Puerto Alonso a bordo de la lan cha Iris, llevando preso a Gentil Norberto, capturado por el valeroso comandante Félix Araño; dicho cabecilla, olvidando lo que prometiera en Bagazo, seguía agitando el pendón revo lucionario en el Alto Acre. La lancha Iris, que surcrba aguas del territorio brasile ño con objeto de adquirir víveres para las tropas del Puerto, fué atacada en Papiri el 30 de noviembre, choque del que re sultó muerto el jefe rebelde ingeniero Luis Caldas, cuyos par tidarios tomaron prisioneros al comandante de la Iris, señor Arturo Posnansky, y seis tripulantes. Después de su enérgica resistencia, la lancha regresó a Puerto Alonso al mando del mayor Schukraft. Unos quince días más tarde, volvían tam bién los seis tripulantes, que habían logrado burlar la vigilan cia de sus enemigos. Concentradas así las fuerzas bolivianas, se encontraron hacia esta época sometidas a un bloqueo riguroso, que impuso la disminución del racionamiento a la mitad de lo reglamenta rio, no obstante de que se procuraba aprovechar los recursos naturales de la región. Como si la pasión política obrase sobre ciertos espíri tus con un despotismo incontrastable, el coronel Martín Lanza, en su primera jornada de Mercedes, abandona su batallón, el Independencia, para dirigirse a continuar sus trabajos re volucionarios en el interior, consumando así el delito de deser ción en campaña. . Fuerzas combatientes Lf's aeréanos, obrando con bastante libertad, habían con seguido al fin organizarse debidamente, concentrando sus ele- LA CAMPAÑA DEL ACRE 19 menfcos a lo largo del río, en la forma que sigue: Capatará, 200 hombres; Vuelta de Empresa, 000; Bagazo, 300; Fortaleza, 200; Bon Destino (residencia del cónsul brasilero Domingues Cameiro), 250; y Caquetá, 600. (Véase mapa adjunto.) Nuestras tropas ocupaban tres puntos: Riosir.ho, con 300 hombres; Puerto Alonso, con 217; y el hospital deHumaitá. con 120 enfermos. En total, los revolucionarios eran 2,200 y las tropas na cionales solamente alcanzaban a 517 hombres. La localización de los aeréanos impidió completamente a las fuerzas bolivianas una acción resuelta y decisiva, que obedeciese a un plan táctico. Combate de Cajueiro _ o U <ty* ^ Informado el señor Pérez Velasco de que los insurgen tes se concentraban en Bagazo, resuelve atacar, y personal mente averigua el estado de ánimo de los soldados enfermos en el hospital de Humaitá, pensando tal véz formar con ellos la columna de ataque. La impresión que recibe no puede ser más halagüefia, pues todos sin excepción piden ser enviados a la línea del próximo combate. Mas el cirujano se opone a la in corporación de aquellos cuyo estado es de mucha gravedad; con setenta se forma un destacamento, y algunos más, impo sibilitados de viajar a pie, son embarcados en la lancha Iris. Comandan este grupo de hombres excepcionales, que ante el peligro han olvidado sus dolencias, los valerosos jefes Pérez Velasco y Fernández Molina, secundados por el teniente coronel Gallardo. A pocas horas de navegación de la Iris, una fracción ene miga apostada en Cajueiro inicia un ataque, que es resistido desde una línea inmediatamente formada en tierra, hasta que las tropas en viaje a pie caen por retaguardia del enemigo, obli gándole a retirarse hacia Bagazo, dejando en el campo seis muertos. Da nuestra parte sólo tuvimos que lamentar la muer te del cabo Juan Lizón, del Abaroa. Enviado el señor Málaga Rodrípez a intimar la rendición de los ocupantes de Bagazo, antela negativa se resuelve no exigir mayores sacrificios a los valientes asilados de Humaitá 20 RESUMEN HISTÓRICO DE quienes regresan a su lecho de dolor con la más honda satis facción por el deber abnegadamente cumplido. M uchos do ellos, víctimas de implacable mal, fueron a poco arrebatados por la muerte, que quizá les condujo al eterno descanso por el sende ro que la g ona conquistada en aras de la Patria había ilumi nado.. .. Combate de Riosinho Son las seis de la mañana del 12 de diciembre de 1900, hora en que los trescientos soldados del batallón Independen cia acudían a la lista de diana. En el rostro de cada uno, tostado por los ardientes soles del trópico, en el recorrido de centenares de leguas bajo un pesado servicio de campaña, se dibuja la impaciencia por cruzar cuanto antes sus armas con el enemigo, ignorando que él acechaba ya oculto entre el espe so follaje del bosque. Riosinho hallábase cubierto de una densa neblina, pro pia de aquellas zonas; la elevada selva que rodeaba el campa mento proyectaba sombras confusas cual cúpulas y campana rios de gigantescos edificios en una ciudad privada de los ra yos del sol por el humo de sus innumerables usinas. De pronto, las aves que saludan este perezoso amane cer, suspenden súbitamente la algarabía de sus mil cantos: ha sonado un tiro, al que sigue otro y luego una descarga, hacia el sitio del cuarto puesto de centinela... El soldado Maximiliano Paredes ha hecho fuego al enemigo, que caute losamente se acercaba a sorprender el campamento, y esa voz de alarma enviada a los suyos provoca su caída final sobre un lecho de húmeda hojarasca; se ha inmolado sin vacilaciones pa ra asegurar la suerte d51 conjunto. Ocupadas con prontitud y orden las provisionales trin cheras, comienza la lucha. Los atacantes hacen derroche de municiones; los defensores contestan con pocos pero eficaces disparos. La corta distancia que les separa, permite a nues tros soldados invitar a sus adversarios a abandonar el bos que y tomar el puesto que corresponde a un enemigo digno de ellos. Los puntos atacados durante la refriega fueron el cuar to sector, defendido por el teniente coronel Medinaceli, el ~7 LA CAMPAÑA DEL ACRE 21 quinto y el sexto, que resguardaban el costado izquierdo del campamento, a órdenes del comandante Montes Vidal. Una fracción enemiga atacaba también desde la orilla opu >s- ta del río. La banda del batallón, con sus incesantes toques béli cos, animaba la contienda. Allí surge nuevamente la indo mable bravura de los Colorados de Bolivia, con la sóla diferen cia de que no quema los pies del soldado la caldeada arena del Campo de la Alianza, sino que más bien acaricíalasplantas la suave alfombra de las vírgenes praderas del Acre. Después de dos horas de combate, los 600 atacantes, convencidos de su impotencia, se retiran dejando en el terre no buena cantidad de armas y municiones, e insepultos los cadáveres de los hombres que han sucumbido. Esta gloriosa jornada se debe a la hábil dirección del comandante de la plaza, coronel Ismael Montes, y al valeroso comportamiento de jefes, oficiales y tropa Tuvimosen ella las siguientes bajas; teniente Ernesto Crespo, doctor Justiniano Ciadera, sargento Prudencio Gu tiérrez, soldado Maximiliano Paredes, Rosendo Chávez y Francisco Mordagón. Restablecida la calma, ordénase que el. nombre de Maximiliano Paredes siga figurando en su compañía, y al pa sar lista el sargento de semana, cada día sigue una evocación sublime a la respuesta que da el cuartelero de servicio: «Muer to heroicamente en su puesto de Riosinho, el 12 de diciembre de 1900». Hay nombres, raros nombres que no necesitan de bronces o de mármoles para recordar a la multitud su signi ficación. El de Maximiliano Paredes se grabó para siempre en el corazón del ejército y del pueblo boliviano en general, como una llave que sólo habrá de permitir impulsos grandio samente patrióticos. 99 RESUMEN HISTORICO DE Ataque a la Irisen Vuelta de Gloria y Bon Destino El 19 de diciembre, cuando la lancha Iris regresaba de su viaje a Humaifcá, conduciendo 25 hombres del Abaroa, al mando de los tenientes Peñaranda y Oquendo, fué atacada por los rebeldes en Vuelta de Gloria y más tarde en Bon Destino, que como ya se ha dicho, era residencia del cónsul brasilero. El jefe de la comisión, teniente coronel Fernández Mo lina, sorprendido en tierra por el primer ataque y viendo que la lancha, para no caer en manes del enemigo, se dirige a Puerto Alonso, toma la audaz resolución de esperar en el bos que las sombras de la noche, momento en que, montado en un tronco,se deja arrastrar por la corriente; pasa los puestos ene migos de observación burlando la vigilancia, y después del terrible viaje que es de suponer durante toda la noche, ex puesto a la voracidad de los caimanes y completamente cala do, llega frente al puerto sobre su extraña embarcación, a las 5 de la mañana del día 20, donde los tripulantes de la Iris le recogen casi desfallecido. En los anales militares se ha hecho imperecedero el recuerdo de este inteligente y denodado jefe, ejemplo de va lor y patriotismo, que realizando tantas y tan temerarias proe zas, en muy corto tiempo de su actuación contribuyó en for ma eficiente a dejar bien sentado el buen nombre de nuestro ejército. Combate de Puerto Alonso La infatigable Iris, combatida y perseguida por el ene migo, había suspendido sus excursiones salvadoras; dejó de escucharse la alegre voz de su sirena, porque un cerco cada v» z más estrecho la privaba de todo movimiento en busca de nuevos recursos, T.A CAMPAÑA DEL ACRE * 23 Mientras tanto, las tropas se hallaban reducidas a una ración insuficiente, aisladas del resto del mundo, y la situa ción s ̂hacía insostenible: un puñado de arroz y otro de hari na de yuca en muy mal estado, que por añadidura estaban en vías d d agotarse, const t ¿ían la ración diaria. A menudo guiados por el mayor Ramos, conocedor de los secre tos del bosque, los oficiales Arauco Prado, Pefiarrieta y el que esto escribe, contra prohibiciones terminantes, nos interná bamos en el bosque en busca de frutas, arriesgando un desi gual encuentro con patrullas enemigas, que no cesaban de merodear alrededor de nuestros campamentos. En vista de la Lita de víveres, el alto comando convoca un consejo de jefes. Unos opinan por la retirada y otros califi can de indigno este proceder; al fin triunfa la idea de una fir me abnegación, entusiastamente sostenida por los jefes Sala- zar, Fernán lez Mo’ina, Azcui y Araño, en sentido de perma necer en el puerto desafiando el hambre y las enfermedades. El enemigo, apostado en Caquetá, a veinte minutos de nuestro cuartel, no se atreve a atacarnos; pero nos asedia y se apodera de cuanto recurso viene con destinó al vigilado puerto. Por fin llega el momento esperado. A la una de la tarde del 24 de diciembre, los aeréanos, después de haber ocupado sigilosamente la ribera opuesta del río, a 80 metros de nuestras posiciones, comienzan a enviar un nutrido fuego. La defensa se hace con la serenidad y el ahorro que impone la escasez de municiones. Cuentan los atacantes con 400 soldados, de los cua les casi un tercio pertenecen a las fuerzas de línea de Manaos, y están armados de carabinas Malinger y Winchester; tienen emplazados un cañón de tiro rápido y una ametralladora mo derna, cuyos soberbios estampidos parecen querer anona darnos. Defienden el puerto 217 hombres, de los que la mitad son enfermos. El Abaroa, primero, y una liarte del 2?, ocupan la zanja al borde del río; el destacamento Cochabamba prolonga un ala hasta el edificio delegacional; el Pérez Velasco cubre to da la planicie superior del puerto y el reducto que domina el barranco sudoeste del río. El resto del Abaroa y el Noroeste, de reserva, ocupan una zanja cubierta por los cuarteles. La Guardia Fluvial, a cargo del mayor Varela, se halla como pro tección de la lancha Iris. El combate no lleva trazas de decidirse rápidamente. El enemigo, desde sus segaras posiciones, dirige una lluvia de 24 RESUMEN HISTÓRICO DE proyectiles contra el blanco demasiado vulnerable de los cuar teles, pero los dallo* no son muy sensibles. El valeroso tenien te coronel Pt dro Salazar, a cuerpo libre desde puntos domi nantes, con las tropas del Aba/oa dnige un eficaz fuego por salvas, que logra silenciar fácilmente las pis zas enemigas de artillería, cañón y ametralladora. Un inesperado final tuvo el combate, pues el comando enemigo, al observarla salida de un destacamento nuestro, cor dirección al noreste, prejuzga un movimiento envolvente, y la desazón que le domina se comunica a la trc pa, que se entr< ga a desordenada fuga, dejando en el campo el cañón, la ametra lladora, un anteojo de campaña y carabinas con bastante mu nición, fuera de 15 compañeros que habían [ asado a mejor vida. De nuestra parte, hubimos de lamentar la muerte del mayor Emilio CalderÓD, quien, dejando el lecho donde se en contraba enfermo, había ocupado espontáneamante un puesto en las filas de la defensa común. En esta acción, como en las anteriores, todos lucieron lujo de valor, pero el brillante modelo es sin duda el teniente coronel Salazar, que con su temerario arrojo supo imponerse ante el enemigo. Con profundo espíritu de justicia, el entonces coronel Ismael Montes le declaró en su informe: «Héroe intré- pido de la jornada». La espesura del bosque, en la orilla opuesta del río, no permite constatar si el enemigo mantiene tropas apostadas. Sin embargo, los tenientes Lizandro Peflarrieta y Belarmino Franco solicitan al comando la gracia de ocupar el campo ene migo; en consecuencia, con 20 hombres del Pérez Velasco, cru zan el río y se sitúan en el mismo sector desde el cual esa tar de habíamos recibido el ataque. El destacamento a cargo de estos valientes oficiales cubre el servicio de la noche, y en las primeras horas del siguiente día recoge el botín que los fugi tivos habían dejado. El señor Florián Zambrana, en su importante libro «El Acre», trascribe una extensa relación hecha por un actuante contrario en el referido combate, de la que a nuestra vez to mamos la siguiente confesión: «Según oí a un comandante que asistió al combate, las tropas bolivianas en Puerto Acre recibieron a los asaltantes con bromas y silbidos, mostrando de sus posesiones la culata del arma para que sobre ella hicieran puntería los asaltantes. LA CAMPAÑA DEL ACRE 25 Esta prueba de sangre fría, ind ferencia y superioridad tan manifiestamente puesta en práctica, en momentos de comba te, enfrió completamente el entusiasmo del ejército acreano, que comenzó a ver en aquel procedimientodel adversario el anuncio de una derrota inminente. En efecto, después de des horas de reñido fuego de una y otra parte, y en el que los revolucionarios gastaron treinta mil tiros y los bolivianos só o mil quinientos, notaron los patriotas que el enemigo intentaba cortarles la retirada, lo que, siendo observado por el coman dante general, se dió por éste el grito de «¡Sálvese quien pueda!» Este aviso brusco del comando superior, produjo el pá nico en el seno de los combatientes, que huyeron en deshecha desbandada, dejando en el campo la artillería con cinco cajas de municiones, la ametralladora, un anteojo del coronel Car valho, cuarenta rifles, entre los cuales había varios que lleva ban el sello de la policía de Amazonas, gran cantidad de municiones de guerra y de boca, varias cajas de licores y algunos cadáveres insepultos. Eran justamente las cinco de la tarde cuando, después de haber llevado al hospital de sangre algunos muertos y he ridos, oímos de a bordo el són estridente del clarín que tocaba marche, marche, en dirección al cuartel general, que era pro visoriamente la casa comercial de Joaquín Víctor da Silva, que como patriota joven y rico tomó parte en estos aconte cimientos». Ataques de Amapá y Bajé El batallón Independencia, que se dirigía de Riosinho a Vuelta de Empresa, fué atacado el 31 de diciembre en las ba rrancas de Amapá y Bajé. Después de silenciar los fuegos enemigos, regresó a Riosinho, dejando en libertad a tres pri sioneros que fueron capturados en Amapá. El batallón per dió al teniente Reque Terán y al cabo Filiberto Cordero. RESUMEN HISTÓRICO DE26 Suspensión del bloqueo de Puerto Alonso La derrota que los rebeldes sufrieron el 24 en Puerto Alonso, hizo sin duda pensar a los comandantes de los vapo res detenidos en Caquetá (aguas brasiletias) en los incompen sables perjuicios de mantener el bloqueo, por lo que el día 29, a iniciativa de Alvaro Rodríguez, comandante del Afuá, rom pieron el bloqueo y se movilizaron al puerto, restableciendo el intercambio comercial. Pacificación del Acre Pocos días después, las fuerzas revolucionarias de Vuelta de Empresa solicitaron, a nuestro Ministro de Guerra en comisión, por intermedio de los comandantes de vapores, amnistía general para los comprometidos en el levantamiento, ofreciendo de su parte deponer armas y reconocer en absolu to la soberanía de Bolivia en el territorio del Acre; petición que, como en casos anteriores, fué inmediatamente concedida, con todo género de garantías. Con esta solución, los restos del batallón Independen cia se ponen en marcha de regreso a La Paz, quedando sólo en Puerto Alonso las tropas sobreviviente s de su propia guar nición, a cargo del teniente coronel Salazar, quien a la vez asumió el cargo de delegado accidental. El 18 de septiembre de 1901 llegó a Puerto Alonso el Hatallón JJV de línea, organizado en el cuartel general, con la dotación de 50 oficiales y 250 plazas, del que eran jefes el te niente coronel Manuel Canseeo, el comandante Hermójenes Ibáfiez y el mayor Casimiro Miranda. Llegado esto relevo, el teniente coronel Salazar viaja con destino al interior de la República, con las tropas de su 27LA CAMPAÑA DEL ACRE mando, que se hallan reducidos a 47 hombres, en su totalidad enfermos. (1) A bordo del vapor Cearence, el 3 de abril de 1902 llegó el delegado titular don Lino Romero, con el personal siguien te; doctor Luis Arce Lacaze, secretario; señor Salvador Cam pero, administrador de la aduana, doctor Leocadio Trigo, ci rujano de la guarnición, y un apreciable número de obreros contratados en Manaos, pertenecientes a distintas nacionali dades. Con dicho contingente, el Delegado impulsó los trabajos en la región. La columna Cochabamba, que desde los primeros días de diciembre del año anterior se encont raba acantonada en la barraca Capatará, bajo la jefatura del teniente coronel José Q. Ruiz y del comandante Luis Artero, con el efectivo de 10 ofi ciales y 100 plazas, en los primeros días de mayo se incorpo ró a la guarnición de Puerto Alonso, reuniéndose así más de 500 defensores de la soberanía nacional, para cualquier contin gencia. Desgraciadamente, el paludismo y otras endemias vinieron pronto a hacer presa en estas tropas, reduciéndolas en una proporción considerable. El levantamiento definitivo A instigación del gobernador de Amazonas, Silverio Neri, los aeréanos comenzaron a agitarse nuevamente, bajo el pretexto del contrato de arrendamiento de la aduana de ese territorio, hecha por el gobierno boliviano a un sindicato yan qui, así como por dos decretos delegacionales, uno que fijaba el término.de seis meses para la consolidación de estradas go meras, y otro que obligaba a los importadores de mercaderías a pagar en moneda corriente, al tesoro de la Delegación, los derechos arancelarios, quedando así cancelado el erédito de que antes gozaban, mediante el giro de letras sobre los mer cados de origen. Los propósitos subversivos se exteriorizaron con el mo vimiento del 7 de agosto de 1902, en el Chapurí, donde las au- (1) El autor formaba parte de este efectivo y, a despecho de su naturaleza de adolescente, estaba atacado de beriberi. 28 RESUMEN HISTÓRICO DE toridades bolivianas fueron apresadas por el comandante en. jefe de las fuerzas rebeldes, Plácido de Castro, y confinadas al río Yaco. Esta vez se habían organizado con mayores elementos materiales y morales, y las fuerzas separatistas habían sido divididas en dos fracciones. La más numerosa, a cuya cabe za se encontraba Castro, ocupó Vuelta de Empresa; la segun da, a órdenes de José Galdino de Asís Marifiho, se dirigió al Alto Acre a ocupar las barracas de los siringueros bolivianos. Tales disposiciones demuestran que los dos titulados coro neles se proponían desenvolver un plan que reputaban de cisivo. Tropas irregulares Galdino comenzó la ocupación como un Atila, ejercitan do actos brutales e innecesarios entre gente que, a la noticia de su aproximación, abandonaba sus intereses para evitar ve jámenes y acaso para salvar su vida. Sólo en Santa Cruz, barraca bien provista, encontró alguna resistencia, debido a la entereza del administrador don Gonzalo Moreno, quien hu bo de abandonarla cuando heridas de gravedad y el número abrumador de los asaltantes le imposibilitaban continuar la deftnsa. Reunidos algunos de los propíetarips que habían huido de sus hogares, a iniciativa del oficial retirado Federico Román, resuelven organizar una columna de voluntarios, que a poco de comenzado el reclutamiento alcanzaba a 80 hombres y más tarde se elevó a 250, bajo la denominación de «Columna Porvenir». La planta de oficiales y de toda la tropa la compo nían hombres acostumbrados a la vida de las selvas y conoce dores de todos los secretos de la región. Estas tropas, de una actividad inimitable, tan pronto estaban en el Tahuamanu co mo en el Acre; sus condiciones varias permitían la guerra irregular de rápido movimiento, lo cual era una ventaja de que carecían las procedentes del interior, que en repetidos en cuentros favorables hubieron de renunciar a la persecución del enemigo, privándose de aniquilarlo quizá definitivamente. En los once meses de su heroica actuación, la «Columna Porvenir mantuvo en jaque a las fuerzas tres veces superio res dtl adversario, y entre los diversos triunfos que alcanzó CROQUIS OEL COMBATE ob P u e r t o P l o n s o 2 4 de D ic ie m b r e d e J 9 oo 29L.A CAMPAÑA DEL ACRE se destacan brillantemente las victorias de Bahía y Costa Rica. Galdiuo, con 250 hombres se había atrincherado en la barraca Bahía, de donde se desprende un camino que comu nica con el río TMiuamanu; la Columna Porvenir, con 10 ofi ciales y 80 individuos de tropa, resuelve atacarlo. El 10 de octuore de 1902. a las tres de la tarde, se inicia el ataque, có modamente resistido por los sitiados; durante la noche dismi nuye la intensidad del fueg\ pero al amanecer del díasiguien- te adquieremayor tenar idad de paite de los sitiadores, que convencióos al íin del grave peligro que ofrecía asaltar el bien custodiado puesto enemigo, resuelven aliarse con un elemento superior. A las 10 de la mañana, desde el punto más próximo del edificio que servía de fuerte, se lanzan algunas flechas in cendiarias sobre el techo de hojas de palmera, las cuales pro ducen el resultado apetecido. El hoy coronel don Federico Román refiere ese pasaje de la siguiente manera: «En cuanto se produjo el incendio, nos hicieron fuego de la margen opuesta del río; era un numeroso refuerzo que ll agaba de Nazaret, barraca situada a tres horas de navegación aguas arriba, quienes pretendieron pasar el río como a 200 metros del lugar de la pelea. Dejé el combate y con diez soldados me situé en lo alto del ribazo, por donde pretendían cruzar el río a vado, pero sin hacer notar mi presencia; cuando estuvieron en medio río y la cabeza de esta columna se hallaba a treinta metros, con el agua hasta la cintura, nosotros, ocultos por el bosque y la ma leza, protegidos por la arboleda, rompimos fuego, sin desper diciar un sólo tiro, pues todos hacíamos blanco. Las aguas del Acre se tiñeron de rojo y comenzaron a llevar a los que caían. Emprendieron la retirada a toda carrera, la cual no podía ser tan veloz como deseaban, debido a los troncos que no faltan en los ríos; pero seguían cayendo, recibiendo fuego por las espaldas. En este momento se sintió un fenomenal estruendo. Las tranquilas aguas del Acre se agitaron, formando encres padas olas, en que zangoloteaban los cadáveres que contem'a su lecho. Atónitos seguíamos haciendo fuego sobre algunos aeréanos que en su atolondramiento no podían subir la ba rranca opuesta. 30 RESUMEN HISTÓRICO 1)E En este momento llega a toda carrera el teniente Cál melo Salvatierra, quien lleno de júbilo me dice: «Sígame sin pérdida de tiempo, verá cómo se están quemando vivos todos nuestros enemigos». En efecto, la explosión la había producido el incendio, inflamando gran canti tad de pólvora, kerosene, balas etc. que habían en la casa, lo que hizo volar todo el edificio, cubriendo todas las trincheras, en las que aún se hallaban la mayor par te de sus defensores, los cuales, empapados en kerosene, ar dían todos a un tiempo. El cuadro era horrorosamente sublinar; hombres baña dos en kerosene que se retorcían en los estertores de la muer te, heridos en la imposibilidad de retirarse, sufriendo lenta agonía, que, a cierta distancia de la colosal hoguera, se estaban asando vivos; de las profundidades de las trincheras, cubier tas por los escombros del edificio, salían lastimeros gritos y algunos sacaban los brazos en medio de las llamas. Era imposible socorrerlos porque el voraz incendio no dejaba aproximarse. Se ordenó que se suspenda el combate, pero los alaridos de los que se asaban y quemaban, las cajas de balas que ardían y tronaban como si fuese un sinnúmero de ametrallrdoras que funcionasen a un tiempo, no dejaba es cuchar las voces de mando; era una verdadera hecatombe. Los alaridos y quejidos lastimeros cesaron porque to dos habían dejado de existir; en medio de la hoguera los cadá veres principiaron a calcinarse; los que se hallaban a cierta distancia seguían asándose. Se restableció el orden y una relativa calma. La at mósfera estaba impregnada del olor a carne humana que se quema. En un ángulo de la trinchera había hacinados 48 cadá veres; al pasar a cierta distancia, de entre ellos se oía una voz que decía: «Viva Bulivia». Haciendo verdaderos esfuerzos; limpiando el terreno cubierto de brasas, se llegó a ellos, se co menzó a separarlos y se encontró al hombre que con voz apa gada aún seguía vivando. No tenía- ninguna herida de bala, sino solamente una horrible quemadura en el pómulo izquier- á >, el cual había quedado expuesto ai calor del incendio; el LA CAMPAÑA DEL ACRE 31 rosto del cuerpo se había salvado con la protección de los mu chos cadáveres que tenía encima. Todos lo atendieron con solícito cariño. Se hallaba completamente empapado en la sangre de sus compañeros. Del bosque y las riberas del río se recogieron seis heri dos y siete prisioneros. Todos, después de tanta desgracia, eran atendidos y obsequiados con bondad. A'gunos eran nuestros conocidos y amigos. A la una de la tarde del once de octubre de mil nove cientos dos, éramos dueños del campo y habíamos obtenido el tan deseado triunfo». En esta feliz jornada tuvieron muy meritoria actuación los capitanes Román y Moreno y el teniente Manuel Suárez, que murió víctima de su temeridad en el primer día del ata que. Sobre los escombros de la barranca Bahía se levanta hoy nuestra floreciente población de Cobija, como una atalaya que ha de impedir al codicioso vecino nuevas apropiaciones del suelo boliviano. El combate de Costa Rica tuvo lugar el 7 de diciembre de 1902. Castro en persona, con G00 hombres, se dirigía a - tomar la barraca, donde se encontraba un destacamento de la Columna Porvenir, compuesto de 6 tenientes y 40 soldados, a las órdenes del capitán Román; pero los astutos defensores corrieron a apostarse a ambos lados del camino y mediante una hábil celada consumaron la matanza de casi toda la avan zada enemiga; luego, abriéndose paso en un círculo de fuego, emprendieron la retirada a bosque traviesa, reducidos a casi la mitad. Castro ocupó la barraca con sus diezmadas tropas, y cuando por la tarde se hallaban formadas para la ceremonia de tomar posesión del Tahuamanu, una patrulla de 6 hombres, al mando del teniente Estremadoiro, desde la banda opuesta del río hizo una descarga que dió en tierra con la bandera acreanay aumentó el pavor de los separatistas, quienes al día siguiente dejaban la amarga presa entregada a la voracidad de las llamas. 32 RESUMEN HISTÓRICO DE Hostilizado con una guerra de recursos en el bosque, Castro se dirigió a atacar Puerto Alonso. En Costa Rica rindieron la vida los tenientes Filomeno Roca y Faustino Salvatierra, el sargento Miranda y nueve soldados. La acción heroica He Vuelta de Empresa La columna Defensores del Acre, comandada por el Coronel Rosendo R. Rojas, con un efectivo de 2 jefes, 6 oficia les y 100 individuos de tropa, después de más de 60días de pe nosa marcha desde La Paz, llega a la barraca Morada Nova de propietarios brasileros, el 17 de septiembre de 1902. > Vuelta de Empresa, punto estratégico del Acre, había sido ocupado por 200 hombres de Castro, con orden de impe dir el avance de nuestros refuerzos que desde el interior de la República se dirigían a Puerto Alonso. Para hacer más eficaz la vigilancia, una fracción de las tropas acrcanas se ha' liaba apostada en Morada Nova, observando el camino de Mer cedes; pero oportunamente se replegaron al grueso de Em presa, donde inmediatamente se ccnoce el número y la cali dad de elementos con que cuenta el jefe boliviano. Castro se halla ausente. En la barraca hay, además, un buen servicio de espionaje filibustero, todo movimiento de los expedicionarios es atentamente observado y trasmitido al campamento con trario; pero los cálculos fallan gracias al atinado proceder del coronel Rojas. Son las doce de la noche. La barraca se halla entrega da a la tranquilidad del desierto, interrumpida apenas por la voz del centinela que guarda el sueño de los suyos. El co mandante ordena levantar el campamento, y a los diez minu tos la columna se pone en marcha en medio de profundo si lencio. Cubre el servicio de seguridad una fracción al mando del capitán Natalio Suárez; durante el pequeño alto, se comu nica a toda la oficialidad el plan de ataque a Vuelta de Empre- i a y la misión que correspondía a cada uno, El coronel Ro- lO M B f i T E o e \ J U E L T ñ de E M P f íE Z 27£1 /82?£ <S£T/£MB7f£ a l S JeOeTUBrtE c/e 1902. 83LA CAMPAÑA DEL ACRE jas imparte órdenes claras y precisas, como todas las que sa lían de su indomable carácter. A las siete de la mañana del 18 de septiembre,la descu bierta se detiene frente al puesto ocupado, en empela de la aproximación del grueso. De pronto se oye un murmullo de voces desordenadas: son los revolucionarios, que al avistai a nuestros soldados no atinan a ocupar sus puestos, circuns tancia favorable que la descubierta aprovecha para lanzarse al ataque. Los rebeldes, que sólo esperaban el combate para la tarde de este día, con gran desconcierto se posesionan en lo alto de las casas. El grueso, al escuchar un fuego continuado, acelérala marcha y llega a reforzar la línea de sus pocos compañeros en lucha. El ataque se generaliza con un empuje tal que el ene migo vé luego su situación insostenible; entonces opta por la retirada, dejando en el lugar 32 muertos, 9 prisioneros, 40 carabinas y alrededor de 5,00 cartuchos. De nuestro lado han caído el capitán Jorge Aguirre, el teniente Pavio Terrazas y 6 soldados. El coronel Rojas, después de un estudio detenido, vien do la imposibilidad de proseguir hacia Puerto Alonso, porque en el trayecto el enemigo había atrincherado fuerzas de con sideración, se decide a mantenerse en el puesto conquistado a sangre y fuego, aumentando el poder defensivo con zanjas de tiradores y otros trabajos complementarios. Parte del arma mentó de su tropa, de antiguo sistema, es reemplazado con el tomado a los vencidos. En los días siguientes de su derrota, el enemigo hace una activa concentración de sus fuerzas alrededor de Vuelta de Empresa, esta vez bajo la dirección de Castro, quien, con 600 hombres, se lanza al ataque el o de octubre. La lucha, pasajeramente suspendida, se reanuda; nues tras fuerzas son atacadas por efectivos muy superiores y obligadas a reducir el consumo de munición. El día 9 llega la noticia de que el teniente Ricardo Esténssoro y los ocho hom bres que guarnecían el vapor Afuá, encallado cerca de Empre sa. habían capitulado después de un tenaz combate. En la misma fecha, Castro intima la rendición de la plaza; el altivo rechazo de la proposición es causa pa- 04 RESUMEN HISTORICO DE ra que el ataque enemigo arrecie, así como las seguridades del sitio a que están sometidos los defensores de Vuelta de Empresa. Transcurren once días y sus noches de combate no interrumpido, durante los cuales habían sido rechazados sesenta y nueve ataques, con grandes pérdidas para el ene migo. Las escasas tropas nacionales también han sufrido un quebranto aproximado de 30 hombres, entre muertos y heridos. El cuadro, de triste ha pasado a hacerse insoportable en tantos días de combate sin tregua. El enemigo no permite enterrar los cadáveres, que expuestos al sol y a la intemperie, infectan el campamento con sus emanaciones pestilentes; el fuego que domina desde la margen opuesta impid nuestro aprovisionamiento de agua; las municiones están casi agotadas. El 14 el enemigo manda la siguiente nota: «Comandancia en Jefe del Ejército Acreano.—Al Coro nel Rosendo Rojas, M. D. Comandante de las fuerzas bolivia nas en—Vuelta de Empresa.—Ciudadano:—Vos que mejor que ninguno sabéis el estado penoso en que se encuentran vues tros bravos compañeros de tan heroica defensa; considerando: laimposibilida i absoluta en que os encontráis de continuar por más tiempo en la defensa de vuestras trincheras, que distan de las mías apenas seis metros; considerando: el sacrificio que será hecho al asaltar esta trinchera de una manera fácil, te niendo por consecuencia el sacrificio de los míos de una ma nera inhumana, así como el de los vuestros; consideiando: que somos nosotros los responsables de lo que venga a suceder, os invito aceptéis una suspensión de hostilidades para tratar de este asunto, sobre las bases que enseguida propongo.—Pri mero,—Suspensión de hostilidades por tres horas. — Segundo . — Dorante esa suspensión de hostilidades, Jos contendientes no podrán hacer ningún trabajo de defensa, ni movimiento al guno de tropa para tomar nuevas posiciones de defensa.—Ter cero. -N o es permitido abastecer de víveres y agua a las trin cheras. — Cuarto.—Los sitiados no podrán bajar al río a sacar agua.— Quinto.—-El señor Coronel Rojas determinará el lugar en donde los parlamentarios han de conferenciar, y siendo en las mismas trincheras, no se vendará los ojos a los parlamen tarios para ingresara ellas. — Sexto.—Media hora antes de terminar la suspensión de armas, podrá manifestarse que se necesita aun más tiempo de continuar el armisticio.—Tened la bondad de responder al presente oficio, expresando vuestro consentimiento o negativa a la proposición que os hago, o in- LA CAMPAÑA DRL ACHE 35 dicar otra que juzguéis conveniente y que acaso esté omitida en éste.—Campamento de combate.—Vuelta de Empresa, 14 de octubre de 1902. — (Fdo.) José Plácido de Castro*. Ea consecuencia, el coronel Rojas se presenta personal mente en el campamento enemigo y convencido deque todo esfuerzo era inútil, resuelve capitular, bajo las condiciones impuestas por la difícil situación. El texto de la capitulación dice así: «Campamento de combate.—Vuelta de Empresa (río Acre), octubre 15 de 1902.—Acta de rendición de la Raza de «Vuelta de Empresa». — A los cinco días del mes de octubre corriente, las fuerzas revolucionarias al comando del Coronel J. Plácido de Castro, atacaron por varios puntos la guarnición boliviana, bajo el comando del Coronel Rosendo R. Rojas, la cual, no obstante de cederá un principio terreno, en virtud del vigor del ataque, se recogió a sus trincheras principales, donde a pesar de riguroso sitio y encarnizada lucha, resist ó con denuedo, durante once días, como el Jefe de los revolucio narios es el primero en reconocerlo. El vapor «Río Afuá», armado de una pequeña fuerza de la misma guarnición, com puesta de un oficial y ocho plazas, también resistió vigorosa mente hasta el día 7 en la noche, en que se rindió en la impo sibilidad de resistencia.—En el día 9, el Coronel J. Plácido de Castre, reconociendo ya la inutilidad de tan tenaz resistencia y con el fin de cortar grandes males, ofició al Coronel Rojas, haciéndole ver las condiciones en que se hallaba, convidándole a capitular con su guarnición, con los honores a que tiene de recho un bravo, siendo respondido por el Coronel Rojas que el coronel Castro debía entenderse con el Delegado de Puerto Acre, de quien él dependía y recibía órdenes.—El día 14 el Coronel J. Plácido de Castro consintió en que su prisionero señor Luis F. Pinedo fuese a las trincheras bolivianas a visi tar a sus compatriotas, siendo en esta ocasión portador de un oficio del Coronel Castro, en que nuevamente les exponía su situación, como también la urgencia de dar solución al delica do problema del cual dependían tantas vidas; en respuesta, el Coronel Rojas dijo que solamente el siguiente día resolvería, haciéndose para esto una suspensión de hostilidades, con arreglo a las leyes militares.—El día 15 en la mañana, el Coro nel Plácido de Castro envió al Coronel Rojas un oficio, nstable- ciendo bases para la suspensión de armas, siéndole ie>pondi- do por el Coronel Rojas que vendría a este campamento perso nalmente, para de común acuerdo resolverla cue-tión.— A la hora marcada, la uña de la tarde, compareció en (1 punto 36 RESUMEN HISTÓRICO DE más próximo de las trincheras el señor Coronel Rojas, acom panado de su Ayudante Capitán Alejandro Dun, y el señor Luis P. Pinedo, siendo recibidos por los Tenientes Coroneles Alejandrino José da Silva y José Brandón, que los acompaña ron hasta el campamento, donde fueron recibidos por ei señor Coronel José Plácido de Castro, en un alojamiento provisional, donde tuvo lugar el acuerdo; en el trayecto se hicieron los res pectivos honores militares —Después de algunas discusiones, el señor Coronel Rosendo R. Rojas aceptó la siguiente capitu lación:—Garantía de vida para sus comandados; libertad a to dos los prisioneios de su nacionalidad; licencia a los indígenas cargadores y soldados casados para volver por la vía del Ma dre de Dios, bajo
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