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El Señor Jesucristo nos enseña a ministrar

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2/11/23, 17:15 El Señor Jesucristo nos enseña a ministrar
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El Señor Jesucristo nos enseña a ministrar
Por el élder Juan A. Uceda
De los Setenta
Con la ayuda de nuestro Salvador, podemos amar a Sus preciadas ovejas y ministrarlas como Él lo
haría.
El Señor Jesucristo dijo:
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas […];
“así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas”1.
En la versión griega de este pasaje de las Escrituras, la palabra bueno también signi�ca “hermoso,
magní�co”. Hoy deseo hablar del Buen Pastor, el Hermoso Pastor, el Magní�co Pastor, a saber:
Jesucristo.
En el Nuevo Testamento, se lo llama el “gran pastor”2 , el “Príncipe de los pastores”3 y “el Pastor y
Obispo de [n]uestras almas”4.
En el Antiguo Testamento, Isaías escribió: “Como pastor apacentará su rebaño”5.
En el Libro de Mormón, se lo llama “el buen pastor”6 y el “gran y verdadero pastor”7.
En Doctrina y Convenios, Él declara: “Por tanto, estoy en medio de vosotros, y soy el buen
pastor”8.
En nuestros días, el presidente Russell M. Nelson ha declarado: “El Buen Pastor cuida
amorosamente a todas las ovejas de Su rebaño y nosotros somos en realidad pastores bajo Su
dirección. Es nuestro el privilegio de ser portadores de Su amor y de añadir nuestro propio amor a
los amigos y a los vecinos —alimentarlos, atenderlos y nutrirlos— como el Salvador desea que lo
hagamos”9.
Más recientemente, el presidente Nelson ha dicho: “Una característica distintiva de la Iglesia
verdadera y viviente del Señor será siempre un esfuerzo organizado y dirigido a ministrar a los
hijos de Dios individualmente y a sus familias. Puesto que esta es Su Iglesia, nosotros, como Sus
siervos, hemos de ministrar a la persona en particular, tal como Él lo hizo. Ministraremos en Su
nombre, con Su poder y autoridad, y con Su amorosa bondad”10.
Cuando los fariseos y los escribas murmuraban contra el Señor, “diciendo: Este a los pecadores
recibe y con ellos come”11, Él respondió presentando tres hermosos relatos que hemos llegado a
conocer como la parábola de la oveja perdida, la parábola de la moneda perdida y la parábola del
hijo pródigo.
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2/11/23, 17:15 El Señor Jesucristo nos enseña a ministrar
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Es interesante notar que cuando Lucas, el autor de ese evangelio, presenta los tres relatos, utiliza la
palabra parábola en singular, no en plural12 . Al parecer, el Señor está enseñando una lección única
con tres relatos; relatos que presentan números diferentes: cien ovejas, diez monedas y dos hijos.
Sin embargo, el número fundamental de cada uno de estos relatos es el número uno. Una lección
que podemos aprender de este número es que ustedes podrían ser, bajo la dirección del Señor, un
pastor de cien élderes y futuros élderes en su cuórum de élderes, o una asesora de diez mujeres
jóvenes o un maestro de dos niños de la Primaria, pero siempre, siempre ministrándoles,
cuidándolos y amándolos uno por uno, individualmente. Ustedes nunca dicen: “Qué oveja tan
insensata” o, “después de todo, en realidad no necesito esa moneda”, o “qué rebelde es ese hijo”. Si
ustedes y yo tenemos en nosotros “el amor puro de Cristo”13, al igual que el hombre del relato de la
oveja perdida, “deja[remos] las noventa y nueve […] [e iremos] tras la que se […] perdió, hasta
[hasta, hasta] que la hall[emos]”14. O bien, como la mujer del relato de la moneda perdida,
“enc[enderemos] una lámpara, y barre[remos] la casa y busca[remos] con diligencia [con diligencia]
hasta [hasta, hasta] hallarla”15. Si tenemos en nosotros “el amor puro de Cristo”, seguiremos el
ejemplo del padre en el relato del hijo pródigo, quien cuando el hijo “aún estaba lejos, lo vio […] y
fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello y le besó”16.
¿Podemos percibir la urgencia en el corazón del hombre que perdió solamente una oveja? ¿O la
urgencia en el corazón de la mujer que perdió solamente una moneda? ¿O el amor y la compasión
inefables en el corazón del padre del hijo pródigo?
Mi esposa, María Isabel, y yo servimos en Centroamérica y residíamos en la Ciudad de Guatemala.
Allí tuve la oportunidad de conocer a Julia, una �el miembro de la Iglesia. Sentí la impresión de
preguntarle acerca de su familia. Su madre murió de cáncer en 2011. Su padre había sido un líder
�el en la estaca, prestando servicio como obispo y como consejero del presidente de estaca durante
varios años; él había sido un verdadero pastor bajo la dirección del Señor. Julia me habló de los
esfuerzos incansables de su padre por visitar, ministrar y servir. Ciertamente él se regocijaba al
alimentar y cuidar a las preciadas ovejas del Señor. Él se volvió a casar y se mantuvo activo en la
Iglesia.
Unos años después, se divorció y nuevamente tuvo que asistir solo a la iglesia. Se sentía fuera de
lugar y también sentía que algunas personas lo criticaban debido a su divorcio, y dejó de asistir a
la iglesia cuando su corazón se llenó de un espíritu negativo.
Julia hablaba muy bien de aquel maravilloso pastor bajo la dirección del Señor, que era un hombre
trabajador, amoroso y compasivo. Recuerdo vívidamente que experimenté una sensación de
urgencia mientras ella lo describía. Yo solamente deseaba hacer algo por ese hombre, un hombre
que había hecho tanto por tantas personas a lo largo de esos años.
Ella me dio el número de teléfono celular de su padre y comencé a llamarlo, con la esperanza de
tener la oportunidad de conocerlo en persona. Después de varias semanas y muchas llamadas
telefónicas sin éxito, un día �nalmente contestó al teléfono.
Le dije que había conocido a Julia, su hija, y que me impresionaba la forma en que él había
servido, ministrado y amado a las preciadas ovejas del Señor durante tantos años. Él no esperaba
un comentario como ese. Le dije que realmente quería conversar con él frente a frente, cara a cara.
Me preguntó cuál era mi intención al proponer una reunión así y le respondí: “Realmente quiero
conocer al padre de una dama tan maravillosa”. Luego, durante unos segundos, hubo silencio en el
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teléfono; unos pocos segundos que me parecieron una eternidad. Él dijo simplemente: “¿Cuándo y
dónde?”.
El día que lo conocí, lo invité a compartir conmigo algunas de sus experiencias al visitar, ministrar
y servir a las preciadas ovejas del Señor. Mientras contaba algunos relatos conmovedores, me di
cuenta de que el tono de su voz cambió y que volvió el mismo espíritu que él había sentido tantas
veces como pastor bajo la dirección del Señor. Ahora él tenía los ojos llenos de lágrimas y yo sabía
que ese era el momento oportuno para mí, pero me di cuenta de que no sabía qué decir. Oré en mi
mente: “Padre, ayúdame”.
De repente, me oí decir: “Hermano Florián, como siervo del Señor, le pido disculpas porque no
estuvimos a su lado. Perdónenos, por favor. Denos otra oportunidad de demostrarle que lo
amamos, que lo necesitamos, queusted es importante para nosotros”.
El domingo siguiente, él regresó. Tuvo una larga conversación con su obispo y permaneció activo.
Unos meses después falleció, pero había regresado. Él había regresado. Testi�co que, con la ayuda
de nuestro Salvador, podemos amar a Sus preciadas ovejas y ministrarlas como Él lo haría. Y de ese
modo, allí, en la Ciudad de Guatemala, el Señor Jesucristo llevó de vuelta a Su rebaño a una
preciada oveja más y me enseñó una lección sobre la ministración que no puedo olvidar. En el
nombre del Buen Pastor, el Hermoso Pastor, el Magní�co Pastor, a saber: el Señor Jesucristo.
Amén.
Notas
1. Juan 10:11, 15.
2. Hebreos 13:20.
3. 1 Pedro 5:4.
4. 1 Pedro 2:25.
5. Isaías 40:11.
6. Alma 5:38, 60.
7. Helamán 15:13.
8. Doctrina y Convenios 50:44.
9. Véase Russell M. Nelson, “Los pastores, los corderos y los maestros orientadores”,
Liahona, abril de 1999, pág. 48.
10. Véase Russell M. Nelson, “Ministrar con el poder y la autoridad de Dios”, Liahona, mayo
de 2018, pág. 69.
11. Lucas 15:2.
12. Véase Lucas 15:3.
13. Moroni 7:47.
14. Véase Lucas 15:4.
15. Véase Lucas 15:8.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/john/10.11,15?lang=spa#p11
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/heb/13.20?lang=spa#p20
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/1-pet/5.4?lang=spa#p4
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/1-pet/2.25?lang=spa#p25
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/isa/40.11?lang=spa#p11
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/5.38,60?lang=spa#p38
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/hel/15.13?lang=spa#p13
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/50.44?lang=spa#p44
https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2018/04/ministering-with-the-power-and-authority-of-god?lang=spa&para=13#p13
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/luke/15.2?lang=spa#p2
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/luke/15.3?lang=spa#p3
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/moro/7.47?lang=spa#p47
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/luke/15.4?lang=spa#p4
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/luke/15.8?lang=spa#p8
2/11/23, 17:15 El Señor Jesucristo nos enseña a ministrar
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16. Lucas 15:20.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/luke/15.20?lang=spa#p20

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