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11 de octubre de 2021
ECN.21/098
Ciencias Sociales y Humanidades
DESAFÍOS DE LA ENSEÑANZA DE LA ARQUEOLOGÍA FUERON ABORDADOS
EN LA MESA CONMEMORATIVA POR EL CENTENARIO DE LA SEP
• Coordinado por el miembro de El Colegio Nacional, Javier Garciadiego, se llevó a
cabo una mesa redonda más del ciclo 2021. Centenario de la Secretaría de
Educación Pública. La Enseñanza: reto para el siglo XXI.
• Con el título La enseñanza de la arqueología en México, inscrita también en el ciclo
La arqueología hoy, a cargo del colegiado Leonardo López Luján, la mesa se
transmitió en vivo el 9 de octubre, a través de las plataformas digitales de la
institución.
• Durante la sesión, que apuntó hacia los retos, tanto en el ámbito de la educación
básica, como en el posgrado, participaron Mercedes Jiménez del Arco, Jaime
Delgado, Lourdes Bujar, Gilberto Pérez Roldán y Patricia Fournier.
El conocimiento del pasado resulta fundamental para tratar de entender el presente,
más allá de que se plasme en vestigios y no necesariamente en documentos, para lo
cual también resulta indispensable generar estrategias para lograr su divulgación desde
temprana edad, al tiempo de desarrollar modelos pedagógicos que permitan su
crecimiento en distintos niveles.
Elementos planteados durante la mesa celebrada la mañana del sábado 9 de octubre,
y transmitida en vivo a través de las plataformas digitales de la institución: La
enseñanza de la arqueología en México, coordinada por Leonardo López Luján,
miembro de El Colegio Nacional, dentro de las actividades que se realizan por el
centenario de la Secretaría de Educación Pública, a cargo del también colegiado Javier
Garciadiego.
Durante la sesión, en la que participaron Mercedes Jiménez del Arco, Jaime
Delgado, Lourdes Bujar, Gilberto Pérez Roldán y Patricia Fournier, se abordaron
diversos retos en torno a la divulgación del conocimiento arqueológico en los diferentes
niveles educativos.
En educación básica se puso como ejemplo el taller “En busca de los mayas”, que
formó parte del programa de actividades del Papalote, Museo del Niño. De acuerdo con
la arqueóloga Mercedes Jiménez del Arco, el taller surgió a partir de un documental
diseñado para todo público, no precisamente para los niños, por lo que se pensó en
una actividad que despertara el interés de niñas y niños en la arqueología, en particular
en la cultura maya, con una serie de contenidos adaptados a ese sector.
“La idea era hacer un espacio que mostrara la realidad de la arqueología, pero lo
hiciera en una hora, de manera que tuviéramos información muy relevante, en un
ambiente divertido, y de aprendizaje: en la propuesta del taller se trataba de ofrecer un
aprendizaje colaborativo, tan importante hoy en día, pero en aquel momento era
pionero, porque había mucha gente involucrada en ello.”
Sin embargo, nada fue sencillo, contó la actual directora del Museo de Historia Natural
y Cultura Ambiental de Chapultepec, porque se necesitaba dosificar la información que
se ofrecía, “recuerdo muy bien que me decían, tiro por viaje, ‘no puedes decir tanto,
tienes que escoger tus mensajes’, lo que se convirtió en un ejercicio complejo”.
“Hacer llegar información que fuera contundente y relevante para los niños y las niñas
fue un proceso bastante complicado, que hoy suena muy fácil decirlo, pero de verdad,
en ese tiempo, fue algo que tuvimos que aprender todos, en especial yo, para poderlo
hacer de manera clara. Me di cuenta que el taller de arqueología no podía ser una
actividad estructurada, debíamos dejarlo un poco más libre, para más bien irte a jugar
con los niños, y que en ese juego los inspiráramos para que todos ellos seleccionaran
lo que les interesaba del taller y, a partir, de toda la información y las herramientas que
tenían pudieran desarrollar su propia interpretación.”
El reto, en palabras de la arqueóloga Mercedes Jiménez del Arco, era transformar la
experiencia de lo que se había visto en pantalla, y potenciarlo o hacerlo más ligero,
sobre todo, destacar la importancia de ese pasado, dejar muy claro a los participantes
que no se debía fomentar el saqueo, “que los niños no pensaran que podían encontrar
estas piezas y recogerlas a diestra y siniestra”.
Otra metodología fue aplicada por el arqueólogo Jaime Delgado Rubio, a través de una
serie armada a manera de noticiero: “Arqueólogos en apuros”, concebido como un
proyecto de divulgación escolar, hecho por niños y niñas para escuelas públicas en el
país, donde son ellos los que plantean aquello que se quiere investigar sobre los
antiguos habitantes de sus territorios.
“Los niños tienen esta libertad y están en poder de decidir qué quieren saber y cómo lo
quieren proyectar, en un proceso que hemos denominado cocreativo y que, por cierto,
le planta cara al proceso adultocentrista, donde los adultos decidimos un poco qué
quieren saber los niños o qué nos interesa a nosotros que los niños y niñas aprendan.”
Un proyecto transmitido por el canal de YouTube del Instituto Nacional de Antropología
e Historia (INAH), nacido del contexto de la destrucción gradual y sistemática de una de
las ciudades más poderosas del Clásico, Teotihuacan, por lo cual se les ofrece
información básica, al tiempo de fundamental.
Deben saber, por ejemplo, que tiene 22 kilómetros cuadrados de extensión, siendo una
de las ciudades mejor orientadas y más populosas del mundo antiguo, pero también
debe saber el turismo que la zona administrada por el INAH apenas representa un 7%,
el 93% restante es una ciudad sepultada.
“Eso que nos parece un impedimento cognitivo, a los niños les resulta un misterio que
habrá que resolver: es una ciudad sepultada bajo ocho poblados actuales, que están
desarrollando un equipamiento urbano; hoy mismo, con la necesidad de construir casa
o negocio están construyendo una pileta, unos cimientos y, cada vez que lo hacen, se
destruye total o parcialmente una fracción de la ciudad prehispánica.”
Frente a ese desafío, los especialistas se dieron a la tarea de organizar una cruzada
educativa para averiguar qué tanto saben las niñas y los niños en edad escolar de esta
problemática y del valor de la ciudad, porque muchos de ellos parecieran estar
dispuestos a repetir el conflicto que ven entre sus padres con el INAH, lo cual es una
verdadera desgracia para Teotihuacan.
“Nunca falta, y lo digo con mucho cariño a mis colegas divulgadores, quien piense que
hace falta sacar a los arqueólogos de sus excavaciones para que vayan a las
primarias: esto no nos funcionó. El problema es que quienes fuimos formados en
escuelas de arqueología empezamos a hablar raro: a los esqueletos los llamamos
sistemas funerarios; a las casitas, sistemas constructivos y, si son más de una casita,
entonces hablamos de un complejo arquitectónico.”
Eso entre los niños en un lenguaje extraño. Jaime Delgado expuso otro argumento más
estadístico en contra de esa idea: el INAH tiene aproximadamente 700 arqueólogos de
base y otros tantos de contrato, pero hay 198 mil escuelas primarias, secundarias,
aproximadamente 25 millones de alumnos.
Nada más por un argumento estadístico no podía ser viable esta solución. Otro
problema, señaló el especialista, es la idea de que la mejor manera de acercarse a las
niñas y a los niños, lo mejor es “bajar el lenguaje” y, no, es todo lo contrario: “debemos
desafiarlos, pensemos en estrategias didácticas, no los infantilicemos, busquemos
recursos para llamar su atención en un proceso reflexivo”.
De esta manera, se desplazó a los arqueólogos de carne y hueso, y se comenzó a
hacer una representación de ellos. Así surgió un títere llamado Kelly Importa, una
reportera que se encarga de hacer las preguntas incómodas, aunque válidas; también
tenemos a un arqueólogo, Teoreto de la Piedra, que vive en un pasado bien remoto, y
siempre está atormentado por sus teorías. Además, participa Opuntio Espinoza, un
nopal que vive en la ladera de un cerro y atestigua el avance de la mancha urbana.
Ellos son los protagonistas de la serie “Arqueólogos en apuros”, figuras que ya han
estadoen algunas escuelas “los niños empezaron a volverse locos con los títeres: el
arqueólogo más famoso de México y del mundo no lograrían ese impacto con los niños,
generaron expectativas y eso es un capital de oro para el divulgador mexicano”, resaltó
Jaime Delgado Rubio.
Oportunidades y problemas de la academia
Dentro de la sesión, se plantearon distintos desafíos para la enseñanza de la
arqueología en otros ámbitos educativos y, sobre todo, a partir de objetivos diferentes,
como el esfuerzo desarrollado por la catedrática de la Facultad de Antropología de la
Universidad Veracruzana (UV), Lourdes Budar, a través del proyecto “Vinculación
comunitaria y diálogo de saberes de la enseñanza de la arqueología. La mirada desde
el autorreconocimiento”.
En su participación, resaltó las experiencias que ha tenido con las y los estudiantes que
pertenecen a comunidades indígenas, rurales y afromexicanas, y cómo esta mirada ha
servido tanto para su formación, como para establecer dinámicas de colaboración y
diálogo con las comunidades de los Tuxtlas, en Veracruz, con las que interactúan.
“La población estudiantil es diversa, en un país pluricultural como México no debería
sorprendernos: en los años que llevo en la Universidad, he tenido la oportunidad de
formar y aprender de estudiantes que pertenecen a comunidades rurales, campesinas,
indígenas, afromexicanas y, algunos de ellos, ejercen su autorreconocimiento desde el
ingreso, mientras otros lo asumen durante la formación.”
A partir de ello, cuenta la arqueóloga, aprendió a reconocer que hay cosas urgentes en
la arqueología en México, sobre todo repensar y dialogar en torno a la ideología, las
barreras y las exclusiones que permean nuestra ciencia en México, convencida de que,
en este contexto de diversidad de diversidades, “la enseñanza de la arqueología y su
aprendizaje es desafiante”.
El proyecto de investigación, impulsado desde 2008, está diseñado de tal manera que
cuenta con tres agendas: la primera es la formativa y pone énfasis en el desarrollo y
consolidación tanto de capacidades teóricas y metodológicas, pertinentes para aplicar a
casos concretos de investigación; la segunda agenda está vinculada a los procesos de
investigación arqueológica, lo cual tiene que ver más con mis intereses en la
arqueología, “pero hay una tercera agenda, que es la comunitaria, la cual tiene la
finalidad de proveer experiencias de vinculación y diálogo entre las comunidades de los
Tuxtlas, las y los arqueólogos, y los estudiantes”.
“En esta experiencia no sólo se procura el aprendizaje de las técnicas de investigación,
sino que se promueve la construcción de consensos, la consulta a la población, el
trabajo colaborativo; se sitúan los saberes de la arqueología frente a los objetivos
públicos de las comunidades.”
El objetivo primordial, a decir de Lourdes Budar, es demostrarle a las personas en
formación que la arqueología no puede justificar su labor únicamente en la simple
existencia de un pasado inerte, lejano, sino que “ese conocimiento se transforma en
memoria para las personas del aquí y el ahora, lo que les permite repensar su
quehacer, su papel como investigadores y, en especial, despertar su necesidad de
llenar los vacíos históricos en sus comunidades, lo que les ayuda a consolidarse en
protagonistas de sus propias comunidades”.
Por otro lado, Gilberto Pérez Roldán, en la actualidad profesor de tiempo completo en
la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) se propuso abordar el tema de
la enseñanza de la arqueología a partir de los retos que implica hacerlo tanto fuera del
ámbito mesoamericano, como de instituciones como la Escuela Nacional de
Antropología e Historia o de la UNAM.
“Llegué a la UASLP en 2011, cuando estaban saliendo las primeras dos generaciones
de arqueólogos y me di cuenta que estábamos frente a un gran reto: primero porque
estaba en una región muy al norte, acostumbrado a trabajar con Mesoamérica, se
necesitaba transformar esta idea de la arqueología mexicana, muy mesoamericanista,
a una arqueología de la región del centro-norte de México.”
Desde su perspectiva, el segundo gran reto fue diseñar métodos para aplicar en las
aulas conceptos que en la ENAH son muy importantes sobre la teoría antropológica,
histórica y arqueológica, además de desarrollar una infraestructura que permita no sólo
la investigación, sino la enseñanza.
“Las instituciones necesitan ciertas infraestructuras: primero, los salones de clase, muy
importantes; la creación de laboratorios, donde se resguarden materiales
arqueológicos, y uno de los espacios fundamentales dentro de nuestra universidad son
los auditorios, pero además necesitamos llegar a la sociedad potosina en la divulgación
del conocimiento, para lo cual organizamos diferentes actividades que apuestan por
fomentar la difusión del conocimiento.”
De esta manera, resaltó Gilberto Pérez Roldán, el gran reto es el diálogo: es con las
instituciones del INAH, con las del estado y de los municipios y con los estudiantes,
“necesitamos fomentar esta participación y divulgación”.
Patricia Fournier, profesora-investigadora de la Escuela Nacional de Antropología e
Historia, por otro lado, ofreció un panorama del estado en el que se encuentra tanto el
apoyo a los programas de posgrado, como el interés que despierta entre las nuevas
generaciones de estudiantes.
Desde la experiencia en el Programa de Posgrado en Arqueología, la especialista
aseguró que uno de los objetivos es la formación de recursos humanos en los niveles
de licenciatura y posgrado, tanto en la ENAH, como en otras instituciones, aunque
también en la manera en que se desarrolla la investigación del patrimonio arqueológico
a través de proyectos en los que participan activamente los egresados.
“La ENAH, hasta la fecha, es la institución más grande en la que se enseña
arqueología y muchos de los que se desarrollan en distintas universidades, además de
la UV y la Universidad de Yucatán, son egresados de la ENAH.”
Dentro de las características que definen al programa de posgrado, a diferencia de
otras universidades, los estudiantes tienen libertad plena en la elección de los temas de
tesis, siempre y cuando se ajusten a las líneas de investigación, pues han tenido varios
aspirantes con buen perfil que no se ajustaban a estas líneas.
Sin embargo, también se han dado problemas: en el 2000, recordó Patricia Fournier,
muchos estudiantes se inscribieron por interés en la beca Conacyt y no por estudiar,
“con lo que nos dejaron números rojos ante la institución, se convirtieron en un lastre,
porque muchos no se titularon, pero sí se embolsaron la beca, por lo cual desde 2016
hemos sido más exigentes en la selección de los alumnos.”
A lo anterior habría que sumar que algunos profesores no le dan seguimiento a la
trayectoria escolar de los alumnos, se desaparecen casi todo el semestre, dejan una
larga lista de lecturas y sólo regresan para tres sesiones intensivas.
A pesar de ello, el posgrado ha logrado formar a 117 maestros y 57 doctores, y cerca
del 90 por ciento de los egresados están integrados a la práctica profesional.
Durante su charla, también habló de la “relación ríspida con el INAH”, pues en tres
décadas “únicamente se ha asignado una plaza nueva al Posgrado de Arqueología”, el
incremento se ha dado más bien debido a cambios de adscripción de otros centros de
trabajo del INAH al posgrado en Arqueología.
La mesa redonda La enseñanza de la arqueología en México, dentro del ciclo 2021.
Centenario de la Secretaría de Educación Pública. La Enseñanza: reto para el
siglo XXI, se encuentra disponible en la página de YouTube de la institución:
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