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Nuestra mayordomía terrenal

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2/11/23, 20:47 Nuestra mayordomía terrenal
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Nuestra mayordomía terrenal
Por el obispo Gérald Caussé
Obispo Presidente
Se prometen grandes bendiciones espirituales a quienes aman y cuidan la tierra así como a sus
semejantes.
En una visita reciente a Francia, nuestro país natal, mi esposa y yo tuvimos el placer de llevar a
algunos de nuestros nietos a explorar un jardín magní�co situado en el pueblecito de Giverny.
Disfrutamos al andar por sus senderos y admirar los bonitos canteros de �ores, los elegantes
nenúfares y la luz que se re�ejaba en los estanques.
Ese lugar maravilloso es el resultado de la pasión creativa de un hombre, el gran pintor Claude
Monet, quien, durante cuarenta años, dio forma y cultivó con cariño su jardín para convertirlo en
el lugar donde pintaba sus cuadros. Monet se sumergía en el esplendor de la naturaleza; después,
con el pincel, transmitía las impresiones que sentía mediante pinceladas de color y luz. Con los
años, creó una extraordinaria colección de cientos de cuadros, inspirados directamente en su jardín.
Hermanos y hermanas, nuestra interacción con la belleza de la naturaleza que nos rodea puede
producir algunas de las experiencias más inspiradoras y deleitables de la vida. Las emociones que
percibimos inspiran dentro de nosotros un profundo sentimiento de gratitud hacia nuestro Padre
Celestial y Su Hijo, Jesucristo, quienes crearon esta tierra imponente con sus montañas y arroyos,
plantas y animales; y crearon a nuestros primeros padres, Adán y Eva1.
La obra de la Creación no es un �n en sí mismo; es una parte integral del plan de Dios para Sus
hijos. Su propósito es proveer el entorno en el que los hombres y las mujeres puedan ser probados,
puedan ejercer su albedrío, encontrar gozo y aprender y progresar, para que algún día puedan
volver a la presencia de su Creador y heredar la vida eterna.
Estas maravillosas creaciones se prepararon enteramente para nuestro bene�cio y son una prueba
viviente del amor que el Creador tiene por Sus hijos. El Señor declaró: “Sí, todas las cosas que de
la tierra salen, en su sazón, son hechas para el bene�cio y el uso del hombre, tanto para agradar la
vista como para alegrar el corazón”2 .
Sin embargo, el don divino de la Creación no se recibe sin deberes ni responsabilidades. El mejor
modo de describir tales deberes es mediante el concepto de la mayordomía. En términos del
Evangelio, la palabra mayordomía designa una responsabilidad sagrada espiritual o temporal de
cuidar algo que pertenece a Dios, y de lo que nosotros somos responsables3.
Tal como se enseña en las Santas Escrituras, nuestra mayordomía terrenal incluye los siguientes
principios:
Primer principio: La tierra entera, incluso toda la vida que se halla sobre ella, le pertenece a Dios.
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El Creador ha con�ado a nuestro cuidado los recursos de la tierra y toda forma de vida, pero Él
retiene la plena propiedad. Él ha dicho: “Yo, el Señor, extendí los cielos y formé la tierra, hechura
de mis propias manos; y todas las cosas que en ellos hay son mías”4 . Todo lo que se encuentra
sobre la tierra le pertenece a Dios, incluyendo nuestra familia, nuestro cuerpo físico e incluso
nuestra vida misma5.
Segundo principio: Como mayordomos de las creaciones de Dios, tenemos el deber de honrarlas y cuidarlas.
Como hijos de Dios hemos recibido el mandato de ser mayordomos, cuidadores y guardas de Sus
divinas creaciones. El Señor ha dicho que ha hecho “a todo hombre responsable, como
mayordomo de las bendiciones terrenales que h[a] dispuesto y preparado para [Sus] criaturas”6.
Nuestro Padre Celestial nos permite utilizar los recursos de la tierra según nuestra libre voluntad.
Sin embargo, nuestro albedrío no debe interpretarse como un permiso para utilizar o consumir las
riquezas de este mundo sin sabiduría ni freno. El Señor dio esta admonición: “Y complace a Dios
haber dado todas estas cosas al hombre; porque para este �n fueron creadas, para usarse con juicio,
no en exceso, ni por extorsión”7.
El presidente Russell M. Nelson enseñó cierta vez: “En calidad de bene�ciarios de la Creación
divina, ¿qué debemos hacer? Debemos cuidar la tierra, ser mayordomos sabios de ella y conservarla
para las futuras generaciones”8.
Más allá de ser simplemente una necesidad cientí�ca o política, el cuidado de la tierra y de nuestro
entorno natural es una responsabilidad sagrada que Dios nos ha con�ado, que debe llenarnos de
un profundo sentido del deber y de humildad. También es un componente integral de nuestro
discipulado. ¿Cómo podemos honrar y amar al Padre Celestial y a Jesucristo sin honrar y amar Sus
creaciones?
Hay muchas cosas que podemos hacer, colectiva e individualmente, para ser buenos mayordomos.
Considerando nuestras circunstancias individuales, cada uno de nosotros puede usar los abundantes
recursos de la tierra de una forma más reverente y prudente. Podemos apoyar los esfuerzos de la
comunidad por cuidar la tierra. Podemos adoptar estilos de vida y comportamientos individuales
que respeten las creaciones de Dios y que hagan del espacio en que vivimos un lugar más ordenado,
más bello y más inspirador9.
Nuestra mayordomía de las creaciones de Dios también incluye, en su grado supremo, el deber
sagrado de amar, respetar y cuidar de todos los seres humanos con los que compartimos la tierra;
ellos son hijos e hijas de Dios, nuestros hermanos y hermanas, y su felicidad eterna es el propósito
mismo de la obra de la Creación.
El autor Antoine de Saint-Exupéry relató lo siguiente: Un día, mientras viajaba en tren, se
encontraba sentado en medio de un grupo de refugiados. Profundamente conmovido por la
desesperanza que vio en el rostro de un niño pequeño, exclamó: “Cuando nace una nueva rosa por
mutación en un huerto, los jardineros se regocijan; aíslan la rosa, la cuidan y la nutren. Sin
embargo, no hay jardinero para los hombres”10.
Mis hermanos y hermanas, ¿no deberíamos nosotros ser jardineros de nuestros semejantes? ¿Acaso
no somos guardas de nuestro hermano? Jesús nos mandó amar al prójimo como a nosotros
mismos11. Dicho por Él, la palabra prójimo no signi�ca la mera proximidad geográ�ca; implica la
proximidad al corazón. Abarca a todos los habitantes de este planeta, tanto si viven cerca de
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nosotros, como si lo hacen en un país lejano, sin importar sus orígenes, situaciones personales ni
circunstancias.
Como discípulos de Cristo, tenemos el deber solemne de trabajar sin descanso por la paz y la
armonía entre todas las naciones de la tierra. Debemos dar lo mejor de nosotros por proteger y
brindar solaz y alivio a los débiles, los necesitados y a todos aquellos que sufran o que estén
oprimidos. Sobre todo, el mayor don de amor que podemos ofrecer a nuestros semejantes es
compartir con ellos el gozo del Evangelio e invitarlos a venir a su Salvador a través de convenios y
ordenanzas sagrados.
Tercer principio: Se nos invita a participar en la obra de creación.
El divino proceso de creaciónno está completo aún. Cada día, las creaciones de Dios siguen
creciendo, expandiéndose y multiplicándose. Algo sumamente maravilloso es que nuestro Padre
Celestial nos extiende la invitación de participar en Su obra de creación.
Participamos en la obra de creación cada vez que cultivamos la tierra o añadimos nuestras propias
construcciones a este mundo, siempre y cuando mostremos respeto por las creaciones de Dios.
Nuestras contribuciones pueden expresarse mediante la creación de obras de arte, arquitectura,
música, literatura y cultura, que embellecen nuestro planeta, nos vivi�can los sentidos y nos
iluminan la vida. También contribuimos a través de descubrimientos cientí�cos y médicos que
preservan la tierra y la vida que hay sobre ella. El presidente �omas S. Monson resumió ese
concepto en estas bellas palabras: “Dios dejó el mundo sin terminar para que el hombre empleara
su ingenio […] a �n de que descubra la dicha y la gloria de crear”12 .
En la parábola de los talentos que enseñó Jesús, cuando el señor regresó del viaje, elogió y
recompensó a los dos siervos que hicieron crecer y aumentar sus talentos. En cambio, llamó “inútil”
al siervo que escondió el talento en la tierra, y le quitó incluso lo que había recibido13.
De forma similar, nuestra función como mayordomos de las creaciones terrenales no es solamente
conservarlas o preservarlas; el Señor espera que trabajemos diligentemente, según nos inspire Su
Santo Espíritu, para desarrollar, aumentar y mejorar los recursos que Él nos ha con�ado, no solo
para nuestro bene�cio, sino también para bendecir a otros.
Entre todos los logros del hombre, nada puede igualar la experiencia de llegar a ser cocreadores con
Dios, dando vida o ayudando a un hijo a aprender, crecer y desarrollarse; ya sea que seamos padres,
maestros o líderes, o en cualquier otra función. No hay mayordomía más sagrada, más grati�cante y
más exigente también, que la de ser socios de nuestro Creador al proporcionar cuerpos físicos para
Sus hijos procreados como espíritus, y luego ayudarlos a alcanzar su potencial divino.
La responsabilidad de la cocreación es un recordatorio constante de que la vida y el cuerpo de cada
persona son sagrados, que no pertenecen a nadie más que a Dios, y que Él nos ha hecho guardas
para respetarlos, protegerlos y cuidarlos. Los mandamientos de Dios, que rigen los poderes de la
procreación y el establecimiento de familias eternas, nos guían en esta santa mayordomía que es tan
crucial para Su plan.
Mis hermanos y hermanas, debemos reconocer que todo es espiritual para el Señor, incluyendo los
aspectos más temporales de nuestra vida. Testi�co que se prometen grandes bendiciones espirituales
a quienes aman y cuidan la tierra así como a sus semejantes. Conforme permanezcan �eles en esta
responsabilidad sagrada y honren sus convenios eternos, crecerán en el conocimiento de Dios y de
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Su Hijo Jesucristo, y sentirán el amor y la in�uencia de Ellos más abundantemente en su vida. Todo
esto los preparará para morar con Ellos y recibir poder creador adicional14 en la vida venidera.
Al �nal de esta existencia terrenal, el Maestro nos pedirá que demos un informe de nuestra
mayordomía sagrada, incluso de cómo hemos cuidado de Sus creaciones. Ruego que entonces
escuchemos Sus palabras amorosas susurrándonos al corazón: “Bien, buen siervo y �el; sobre poco
has sido �el, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”15. En el nombre de Jesucristo.
Amén.
Notas
1. La tierra y todas las cosas que se encuentran sobre ella (a excepción de Adán y Eva)
fueron creadas por Jesucristo bajo la dirección del Padre; Adán y Eva, nuestros primeros
padres, fueron creados por Dios el Padre (véanse Juan 1:1–3; Moisés 2:1, 26–27).
2. Doctrina y Convenios 59:18.
3. Véase Spencer W. Kimball, “Los Servicios de Bienestar: El Evangelio en acción”,
Liahona, febrero de 1978, págs. 108–113.
4. Doctrina y Convenios 104:14.
5. Véase Spencer W. Kimball, “Los Servicios de Bienestar”, págs. 108–113.
6. Doctrina y Convenios 104:13.
7. Doctrina y Convenios 59:20.
8. Russell M. Nelson, “La Creación”, Liahona, julio de 2000, pág. 104.
9. Véase Temas del Evangelio, “Responsabilidad y conservación medioambiental”,
topics.ChurchofJesusChrist.org.
10. Antoine de Saint-Exupéry, Terre des Hommes, 1939, pág. 214; véase también Wind, Sand
and Stars, 1939, en Airman’s Odyssey, 1984, pág. 206.
11. Véase Marcos 12:31.
12. �omas S. Monson, “En pos de la vida plena”, Liahona, agosto de 1988, pág. 6.
13. Véase Mateo 25:14–30.
14. Véase David A. Bednar y Susan K. Bednar, “Moral Purity”, devocional de la
Universidad Brigham Young – Idaho, 7 de enero de 2003, byui.edu.
15. Mateo 25:21.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/john/1.1-3?lang=spa#p1
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/pgp/moses/2.1,26-27?lang=spa#p1
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/59.18?lang=spa#p18
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/104.14?lang=spa#p15
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/104.13?lang=spa#p13
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/59.20?lang=spa#p20
https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2000/04/the-creation?lang=spa
https://www.churchofjesuschrist.org/study/manual/gospel-topics/environmental-stewardship-and-conservation?lang=spa
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/mark/12.31?lang=spa#p31
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/25.14-30?lang=spa#p14
https://www.byui.edu/devotionals/president-and-sister-david-a-bednar
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/25.21?lang=spa#p21

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