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GuGuíía de autoayudaa de autoayuda
Conduce tu miedoConduce tu miedo
Javier Díaz Calero
Conducesinmiedo.com
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Í NDI CE 
 
1. ) HABLEMOS DEL MI EDO 
1. 2) Component es de la respuest a de miedo 
1. 3) ¿Qué se piensa? 
1. 4) ¿Qué se sient e? 
 
2. ) ¿CÓMO ACTÚA EL MI EDO? 
2. 1). El miedo: un adversario o un aliado 
2. 2) ¿Qué nos provoca el miedo? 
2. 3) La Función del Miedo en la conducta 
 
3. ) LAS CONSECUENCI AS DEL MI EDO A CONDUCI R 
3. 1) El miedo a conducir 
Test de autoest ima 
Cuest ionario para medir la propensión al miedo 
3. 2) Las consecuencias del miedo a conducir 
 
4. ) ¿CÓMO I NFLUYE EL MI EDO EN LA CONDUCCI ÓN? 
4. 1) La conducción, caract eríst icas y def inición 
4. 2) La conducción como sist ema de respuest as 
4. 3) Factores emocionales y su inf luencia en la conducción 
4. 4) El miedo y la conducción. Conclusiones 
Cuest ionario de situaciones de t ráf ico que nos asust an 
Análisis del miedo a conducir 
 
5. NUESTROS PENSAMI ENTOS Y EL MI EDO A CONDUCI R 
5. 1) Pensamientos y miedo 
5. 2)) I deas erróneas sobre la circulación 
Cuest ionario de act uación cómo conductor 
5. 3) La inf luencia del entorno social en la conducción 
5. 4) Cambia tus pensamientos inadecuados 
Ejemplo de debate racional de pensamientos 
5. 5) Regist ro de situaciones conf lict ivas 
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5. 6) Las distorsiones cognit ivas 
 
6. ) EL CONTROL DEL MI EDO 
6. 1) Autoinst rucciones 
6. 2) Autoinst rucciones mot ivadoras y de apoyo 
6. 3) Autoinst rucciones para seguir procedimientos 
6. 4) Algunos “lugares” especiales. Túneles, puentes, cuestas abajo 
6. 5) Autoinst rucciones para ejecut ar movimientos básicos con el 
vehículo 
6. 6) Det ención del pensamiento 
6. 7) Cómo combat ir las distorsiones cognit ivas 
6. 8) Est rat egias para la disput a 
6. 9) La valoración del riesgo 
6. 10) La relajación 
 
7 ÉL FENÓMENO DEL ESTRÉS 
7. 1) ¿Qué es el est rés? El est rés posit ivo y negat ivo 
7. 3) Él síndrome general de adaptación 
7. 4) Nuest ra reacción int erna 
7. 5) Est rés y conducción 
¿Est á ust ed est resado? 
 
8) CONDUCE TU MI EDO 
8. 1) Mi compromiso 
8. 2) La planif icación 
8. 3) La Habituación 
8. 4) La Elección 
Regist ro de plan de ensayos 
8. 5) Recaídas 
 
El cont enido de est a Guía est a prot egido por las leyes del Regist ro de la 
propiedad int elect ual 
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1. HABLEMOS DEL MI EDO 
1. 1) Hablemos Del Miedo. 
Todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, disponemos de 
respuest as inst int ivas para preservar la vida. Se act ivan cuando surgen 
amenazas, pot encialment e peligrosas para la supervivencia y act ivan 
int ensas emociones que nos predisponen para act uar f r ent e al peligro 
 
Pongamos un ej emplo, cualquier animal huirá de su depredador nat ural y 
esa exper iencia emocional, el haber exper iment ado miedo en una 
sit uación concret a, le ayuda para aprender aquellos lugares de su 
ent orno que son pot encialment e peligrosos para su supervivencia. 
 
Los “hombres” t ambién compar t imos est as respuest as de aler t a, aunque 
en nosot ros cobran una dimensión dif erent e. Las peculiar idades de 
nuest ro Sist ema Nervioso, especialment e la conciencia y el lenguaj e, 
hacen que se conf iguren de manera dist int a a la de ot ros animales. 
Podemos prever el f ut uro, por t ant o, podemos sent ir miedo de algo 
que esperamos que ocur ra sin est ar present e el est ímulo t emido. Es 
decir , no necesit amos “ver ” la amenaza, bast a con que pensemos que 
podemos encont rar la para est ar aler t a. 
 
No obst ant e, aún manif est amos r espuest as innat as a los ruidos 
imprevist os o a est ímulos visuales inesperados. De niños mant enemos el 
miedo a la soledad y al abandono. La oscur idad crea un vago t emor , 
present e en muchos de nosot ros a pesar de ser adult os y las 
ser pient es, en general, producen “escalof r íos”. 
 
Cuando decimos de alguien que es “muy miedoso”, las caract er íst icas 
que nos llevan a ese j uicio hacen ref erencia a que aquella persona se 
asust a en sit uaciones que a los demás nos dej ar ían indif erent es. Es 
decir , no le dif erencia el miedo que sient e, sino su apar ición, que 
j uzgamos cómo inadecuada. Todos ident if icamos, sin dif icult ad, las 
manif est aciones compor t ament ales de una persona asust ada. 
 
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Por una especie de consenso común, las cult uras van def iniendo los 
grados de miedo adecuados par a las dist int as cir cunst ancias, 
considerándose “anor males” las reacciones que se alej an demasiado, en 
sent ido negat ivo o posit ivo a la media del gr upo de ref erencia. 
Asust ar se de manera adecuada, por lo que nos ocur re, es una est imación 
social 
 
En la mayor ía de los casos, el obj et o de nuest ro miedo se aprende de la 
cult ura y del medio en que nos desenvolvemos como personas. Nos 
educan y aprendemos que sit uaciones son deseables y cuales debemos 
evit ar , aunque no t engamos exper iencia direct a con ellas. 
 
En est e sent ido, nuest ra exper iencia per sonal conf or ma el conj unt o de 
sit uaciones, reales, pot enciales o imaginar ias, a las que t enemos miedo. 
La int ensidad del mismo y la causa que ha mot ivado la respuest a de 
t emor a un event o concret o es product o de la t r ayect or ia vit al de cada 
uno. 
 
El miedo es individual y subj et ivo, nadie lo sient e de la misma manera. 
Somos inf luenciables por nuest ro ent orno, a él r espondemos elaborando 
una reacción propia, ya que nunca se dan las mismas cir cunst ancias en 
dos personas dist int as. 
 
Al margen de los dist int os mot ivos y las dist int as sit uaciones que 
f avorecen en cada individuo la apar ición o no de la respuest a de miedo, 
una vez desencadenada, por ser inst int iva, se parece lo que sent imos, lo 
que pensamos y lo que t endemos a hacer . 
 
Cuando nos enf rent amos a lo cot idiano, el miedo se dir ige a personas 
concret as, sit uaciones par t iculares o hacia det erminadas act ividades. 
También, los humanos reaccionamos a nuest ros est ímulos int er nos, sean 
nuest ras reacciones f isiológicas, nuest ros recuer dos, los pensamient os 
ant icipat or ios et c. 
 
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No podemos at ender a t oda la inf or mación que los sent idos capt an de 
nuest ro ent or no (cerca de 700 est ímulos por segundo llegan al cerebro 
desde las t er minaciones ner viosas sensit ivas). Par t e de est a 
inf or mación se procesa, por zonas del cerebro especializadas, 
aut omát icament e, de manera inconscient e. Así nuest ra conciencia 
prest a at ención a un conj unt o pequeño de est ímulos que sean relevant es 
para la t area que est emos realizando. 
 
Cuando los sist emas inconscient es det ect an señales que inf orman de 
r iesgos pot enciales, son capaces de responder con una aler t a que se 
manif iest a en el miedo ant es de que seamos conscient es del peligro. 
 
Las f obias se caract er izan por desencadenar el miedo en sit uaciones 
que no represent an un r iesgo, y lo que desconcier t a a quien las suf re es 
precisament e su caráct er involunt ar io. 
 
El miedo”, puede ser invest igado, analizado j unt o a la persona que lo 
suf re y a pesar de su caráct er inconscient e y su capacidad de 
act ivarse independient ement e de nuest ra volunt ad, podemos llegar a 
cont rolar lo, conocer lo y desconect ar lo con la t écnica adecuada. 
 
1. 2) Component es De La Respuesta De Miedo 
 
La respuest a de miedo se act iva cuando el organismo es alt erado por los 
est ímulos que nos indican la presencia de un peligro. Ahora bien ¿Qué 
det ermina la señal de alarma? La int er pret ación de que esa sit uación 
represent a una amenaza. 
 
Hay pues una respuest a individual, det erminada por la int erpret ación 
que ef ect uamos del cont ext o. Las personas dif ieren en la manera de 
af ront ar una misma amenaza de r iesgo por que percibimos de dist int a 
manera la realidad. Cada per sona da más impor t ancia a unos element os 
de la sit uación que a ot ros. Podemos concret ar que los element os que 
diferencian la int er pret ación que cada cual r ealiza son: 
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 Qué element os del problema procesa, que t iempo dedica a cada 
uno y en que orden los int erpret a. Cada sit uación se compone de 
múlt iples element os, cómo no podemos at ender los a t odos, cada 
uno ut iliza dif erent es est rat egias en la selección de lo que 
considera relevant e. 
 
 Que operaciones ment ales aplica par a encont rar la resolución del 
mismo 
 
 Grado de r iesgo at r ibuido y por t ant o grado de t emor 
exper iment ado 
 
 Exper iencia previas con el f enómeno 
 
 Grado de ansiedad general 
 
 El est ado psicof ísico del suj et o 
 
Por t ant o los hechos en si mismos no det erminan linealment e la 
conduct a del suj et o, pues la realidad para una per sona es la “percibida”, 
no la exist ent e. Nuest ras int erpret aciones no son obj et ivas siempre, 
porque rara vez at endemos t odos los aspect os del hecho en sí. Se 
demuest ra cómo los est ados emocionales (y el miedo es, no se olvide, 
una emoción) det er minan que element os t enemos en cuent a. La emoción, 
nuest ro est ado de ánimo, nuest ra exper iencia nos condiciona. 
 
Por eso cuest a ent ender al ot ro y por eso esperamos que los demás 
reaccionen cómo nosot ros, olvidándonos de que el sent imient o es 
individual, porque las emociones se exper iment an individualment e. 
 
Para ser ef icaces t enemos que responder de manera proporcionada a lo 
que nos est á pasando. 
 
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Los miedos exacer bados, es decir “las f obias”, se caract er izan porque 
el organismo escoge cómo única opción la huida, es decir , la medida más 
ext rema de las que disponemos para el af ront amient o de una sit uación. 
Además la huida t iene una recompensa inmediat a, nos reduce la angust ia 
que produce la presencia del est ímulo t emido. Por t ant o es ef icaz para 
evit ar el r iesgo y para devolver nos el equilibr io emocional. 
 
La segunda caract er íst ica de las f obias es que son excesivas para el 
mot ivo que las provoca. I ncluso para quién la padece, cuando est á “lej os” 
de su miedo, es capaz de darse cuent a de ello. 
 
La t ercera caract er íst ica de la reacción f óbica, es que ret iene en la 
memor ia un conj unt o de est ímulos que est án present es o ant eceden a la 
sit uación donde se ha exper iment ado el miedo. De manera que, cuando 
aparecen en una sit uación dif erent e van a ser int erpret ados cómo aviso 
de que lo t emido est á present e o va a aparecer de manera ir r emediable, 
con lo que la respuest a de huida-escape se pone en marcha. 
 
Ot ra de las caract er íst icas de las f obias es la reducción del número de 
act ividades donde la persona podr ía sent ir se bien y no amenazada. La 
excesiva f acilidad para asust arse t iene el inconvenient e de reducir la 
exper iencia a márgenes muy est rechos y j uzgar la vida sin cont act o 
direct o con ella. 
 
Además, en las f obias se produce una incapacidad para dist inguir lo 
super f luo de lo impor t ant e. A la hora de resolver los problemas est e 
inconvenient e t iende a que la persona lo vea t odo como un obst áculo 
insuperable. 
 
La últ ima caract er íst ica de las f obias es la de bloquear cualquier 
int ent o de acercamient o a lo t emido. A f in de cuent as, esa es la f unción 
nat ural del miedo, evit ar las sit uaciones que hemos “marcado” cómo 
peligrosas. 
 
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Si est os est ímulos señal indican un peligro real t ienen un enor me poder 
prevent ivo, pero en las f obias, su apar ición sólo sir ve de prevención. 
Nuest ro ent orno social es t an complej o, que con f recuencia, haya 
muchos est ímulos “neut ros” asociados a diversas sit uaciones no 
relacionadas ent re sí, pero que quedan señalizadas cómo si f ueran la 
sit uación t emida. 
 
Pero no nos quedamos en est a f ase, el ser humano t iende a reunir los 
est ímulos en gr upos que consideramos similares por compar t ir una ser ie 
de element os comunes; f or mamos cat egor ías. En las reacciones f óbicas 
suele ocur r ir que los est ímulos asociados en la misma cat egor ía que los 
est ímulos señal acaban t ambién sir viendo de aviso al miedo, de manera, 
que al f inal de est e proceso, nos asust amos por señales dist int as de las 
or iginales y más numerosas. 
 
En muchas ocasiones, la clasif icación de est os event os ext er iores se 
realiza de manera “aut omát ica”, es decir sin darnos cuent a, de manera 
“inconscient e”. Segurament e, est a aut omat ización f ue una vent aj a 
evolut iva, para un mundo que cont inuament e nos somet ía a una 
est imulación complej a y cont inua. 
 
No bast a con est a “evaluación primaria” ref er ida a los est ímulos para 
t ener miedo. Sino ¿por qué algunas personas no se asust an mient ras 
ot ras lo hacen? ¿Por qué el grado del t emor var ía de per sona a persona 
independient ement e de que la sit uación sea similar? 
 
Hay ot ro f act or individual que det er mina la int ensidad de la respuest a 
del miedo, la valoración que ef ect uamos de nuest ras capacidades 
para resolver el problema. La exper iencia, el conocimient o del 
f enómeno, la práct ica en solución de problemas, los niveles individuales 
de ansiedad, la edad, el t ipo de t area, et c. Todos ellos son f act ores que 
var ían individualment e y det erminan el nivel “present e” de t emor ant e la 
sit uación que nos provoca miedo. 
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Por ello, r epet ir emos una de las f r ases más célebres de la psicología: 
“No son los hechos, sino la int erpretación de los mismos lo que nos 
pert urba”. Es decir , el signif icado de la realidad es una const rucción 
individual. 
 
Es evident e que desde est e plant eamient o, el miedo se t ransf or ma en 
una señal de aler t a result ant e del balance “negat ivo” ent re la valoración 
de la sit uación y de nuest ras capacidades para hacer le f r ent e, que 
despier t a una respuest a f isiológica de lucha y/ o huida, acompañada de 
un sent imient o de urgencia y miedo int enso. 
 
En resumen, el miedo se compone de cuat ro component es básicos: 
 
 Una f orma de percibir e int erpret ar el ent or no 
 
 Una respuest a emocional 
 
 Una respuest a f isiológica 
 
 Una respuest a mot ora, es decir una acción observable 
 
Est os “dist int os” component es no guardan una relación lineal, no se 
act ivan uno det rás de ot ro, t odos act úan y se ent relazan ent re sí, a 
veces uno de los component es es más int enso que ot ros, a veces la 
per sona percibe en pr imer lugar su int ranquilidad en el cuerpo y luego a 
nivel de la conciencia y ot ras veces la emoción se desencadena en f orma 
de un miedo que se espera “inevit ablement e” aunque no haya hecho su 
apar ición, nos asust amos al pensar lo que “creemos” que sucederá. 
 
El miedo puede aparecer por diver sas causas, ent re las más f recuent es 
mencionaremos las siguient es: 
 
 Un recuerdo t raumát ico que act úa conscient e o inconscient ement e 
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 Un suceso inesperado 
 
 Un suceso que se espera que ocur ra y al que se t eme 
 
 Por no creernos capaces de af ront ar una sit uación y considerar 
que no podemos escapar de ello. 
 
Es decir , el miedo acaba cumpliendo una f unción “prot ect ora,” pasa de 
ser una emoción en t iempo present e, asust ar nos de lo que ocur re, para 
t ener un caráct er ant icipat or io, asust ar nos por algo que no ha ocur r ido. 
Se podr ía pensar que est e caráct er prot ect or es benef icioso para el 
individuo, así evit ará los peligros pr esent es y f ut uros, ¿pero y si esa 
expect at iva no es “real” y nos impide disf rut ar de la vida? 
 
Que duda cabe que el miedo t iene un papel moderador de la conduct a y 
un caráct er prot ect or , pero en su j ust a medida. Sin mencionar los 
t r ast ornos que su caráct er exagerado puede producir . La angust ia est á 
en la base de numerosos problemas psicológicos y psiquiát r icos. 
 
El miedo genera una necesidad inmediat a de huida, de esconder se, de 
huir , de no enf rent ar se. El individuo reconoce suincapacidad para 
resolver el problema, advier t e un r iesgo para su int egr idad e int ent a 
prot eger se alej ándose de la f uent e de t emor o si la huida no es posible, 
paralizándose e int ent ando pasar desapercibido. Una emoción int ensa, 
negat iva, ir r acional en el sent ido de que nubla el r azonamient o, invade 
al suj et o, que se bloquea y es incapaz de pensar y decidir 
adecuadament e. 
 
Cualquiera puede dist inguir a una per sona que “est á de los nervios” con 
observar la pues la vemos acelerada de movimient os, acelerada en su 
manera de hablar , en la f orma que explora visualment e su ent orno, en 
cier t os coment ar ios que ef ect úa et c. Nos choca de ella el que not amos 
su inadecuación a la realidad, pues siempre reacciona con cier t a 
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“desmesura”, es decir , sus acciones est án ligerament e desencaj adas, 
precipit adas, poco “medidas”. 
 
I nt uit ivament e aplicamos un j uicio razonable sobre la realidad; lo 
cambiant e que es. Lo mismo que nos choca una agit ación const ant e o 
una depresión cont inuada, t odos sent imos que el est ado de ánimo var ía, 
que a veces hay que t ener pr isa y en ot ras ocasiones las cosas requieren 
más t iempo de ref lexión. Aprender a dist inguir lo urgent e de lo 
impor t ant e, lo sencillo de lo simple, son mat ices que se pier den si 
siempre aplicamos el mismo cr it er io a t odo lo que nos sucede. Puest o 
que admit imos que las “cosas” cambian, deber íamos modif icar nuest ras 
respuest as, según la sit uación. 
 
Una persona miedosa se caract er iza por exper iment ar miedo cuando la 
sit uación no lo requiere y además hacer lo en un número suf icient e de 
sit uaciones que le hagan exper iment ar un malest ar vit al y una dif icult ad 
para desenvolverse con nor malidad. 
 
Las consecuencias del miedo a la hora de procesar e int er pret ar los 
est ímulos que det ect amos a t ravés de la percepción del ambient e est án 
det erminadas por la propia alt eración emocional que el miedo nos 
provoca. Est a alt eración se produce en cualquier persona que se ve 
at emor izada. La dif erencia ent re el miedo y la f obia es una f ront era 
que se det er minada por las siguient es caract er íst icas: 
 
 Est ímulos que lo desencadenan, que le asust a 
 
 Duración de la respuest a, cuant o t iempo permanece act ivado el 
suj et o. 
 
 I ntensidad de la respuesta, la act ivación f isiológica y emocional. 
 
 Frecuencia de la respuesta, el nº de veces que la persona se 
sient e amenazada. 
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 La irracionalidad percibida del miedo suf rido, incluso por el 
suj et o que la exper iment a, 
 
Hay más un f act or cuant it at ivo que cualit at ivo, aunque nat uralment e, 
los increment os de int ensidad y f r ecuencia det er minan consecuencias 
más negat ivas a largo plazo que la duración de la respuest a, que en 
ocasiones t iene que ver con la duración de la sit uación est resant e. 
 
Aquellas personas enf rent adas a un miedo “f óbico”, r elat an su 
exper iencia en t érminos de descont r ol, de pensamient os cat ast rof ist as 
que cir culan por su cabeza, concret ados, en ocasiones en la percepción 
de r iesgo de muer t e para él o personas signif icat ivas para él. Los 
pensamient os de responsabilidad, de incompet encia, de vergüenza por lo 
que sient en, de incomprensión por par t e de las personas que les rodean, 
de un sent imient o pesimist a sobre su capacidad de resolver el conf lict o, 
f or man par t e, habit ualment e de los pensamient os exper iment ados. 
 
Cuando la ansiedad alcanza u nivel ext remo, puede desembocar en el 
llamado At aque de Pánico, exper iencia “t r aumát ica” par a quien lo suf re. 
Af or t unadament e los at aques de pánico no son f recuent es, pero una 
“subida”excesiva de la ansiedad, sin llegar al at aque de pánico es 
suf icient e para int ent ar evit ar cualquier posibilidad de volver a 
suf r ir lo. 
 
Según los cr it er ios diagnóst icos ut ilizados habit ualment e en psicología 
clínica (DSM I V), se def ine el At aque de Pánico de la siguient e manera 
 
“Un episodio de intenso miedo o molest ia, durant e el cual aparecen 
bruscamente y alcanzan el pico en los diez minutos al menos cuat ro 
de los siguient es síntomas” (APA, 1994, est a organización es la 
Sociedad americana de Psiquiat r ía) 
 
 Palpit aciones o r it mo cardiaco aceler ado. 
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 Sudoración 
 Temblor o sacudidas musculares 
 Respiración dif icult osa o sensación de asf ixia 
 Dolor o molest ias en el pecho 
 Nauseas o malest ar abdominal 
 Vér t igo, inest abilidad o pérdida de conciencia 
 Desrealización (sensación de ir r ealidad) o despersonalización 
(sent ir se separado de sí mismo) 
 Miedo a perder el cont rol o volverse loco 
 Miedo a mor ir 
 Sensaciones de adormecimient o o cosquilleo 
 Ráf agas de f r ío o calor 
 
Suele dej ar una huella int ensa en la memor ia. La per sona se sient e t an 
af ect ada que la sola idea de volver a sent ir lo crea angust ia. Aquella 
sit uación en la que se exper iment o y las que se asocian con ella act úan 
como señales de aviso, desencadenando un deseo de huida int enso. 
 
1. 3) ¿Qué se piensa? 
 
Si recor damos que el miedo busca supr imir la conduct a considerada 
como peligrosa, podemos ent ender que el miedo provoca pensamient os y 
sent imient os para que huyamos o evit emos la sit uación. 
 
Por eso, aunque es f recuent e decir que la gent e asust ada “no piensa” 
“est á f uera de sí” et c, la realidad es que su ment e est a llena de 
pensamient os, imágenes y recuerdos “cat ast róf icos”. 
 
Que est as elucubraciones ment ales, vist as por un observador no 
asust ado, puedan parecer “ir r acionales” (y en las f obias lo son, en 
cuant o no aj ust adas a la realidad), no desvir t úan su caráct er cognit ivo. 
Es más, la per sona es coherent e en su respuest a con est os 
pensamient os de “vivido peligro”. 
 
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Hay que considerar un aspect o complement ar io. La persona que 
exper iment a ansiedad, desar rolla un gran esf uerzo en buscar indicios 
en el medio que “j ust if iquen” su ansiedad. 
 
Las per sonas ansiosas son personas que se perciben así mismos 
vulnerables, cont inuament e deben pr ot eger su debilidad explorando, “a 
veces compulsivament e” el ent or no para est ar prevenidos. Se desgast an 
y el cansancio les af ect a ant es que a ot ros. 
 
¿Qué podemos deducir de t odo est o? Quizás lo más impor t ant e sea 
concluir que las decisiones basadas en esos datos conllevarán más 
errores que los basados en un análisis más prof undo. La probabilidad 
de acer t ar con la respuest a adecuada se reduce. Es f ácil que al f inal se 
acaben j ust if icando sus t emores. Mej or no probar que ser “agredido”. 
 
Vemos ent onces que la ansiedad af ect a no solo al procesamient o de los 
est ímulos sino que t ambién det ermina el número de est ímulos ut ilizados, 
que en general sobrepasa el adecuado para nuest ro sist ema cognit ivo. 
Además, el miedo dir ige la at ención de manera select iva, no hacia 
las señales adecuadas sino hacia las que indiquen el mot ivo de 
nuest ro miedo. Es normal, en est as condiciones, perder inf or mación 
relevant e para el problema. 
 
Son los pensamient os, que int erpret an las señales que llegan a nuest ro 
cerebro, los responsables de act ivar las dist int as emociones asociadas. 
El que algo nos gust e o nos disgust e depende de cómo lo queramos ver . 
I magínese a dos per sonas, una con miedo a los per ros y ot ra que t iene 
uno de compañía, ¿ver dad que no r eaccionan igual f r ent e a un per ro 
suelt o que se encuent ren en la calle?... Queremos signif icar con est e 
ej emplo la impor t ancia que nuest ra manera de pensar t iene en el miedo. 
 
El miedo, la aut oest ima, la conf ianza en uno mismo se adquieren en 
nuest ra exper iencia inf ant il, aprendemos de niños no sólo con nuest ras 
vivencias direct as con el mundo, sino que ya desde pequeños 
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incorporamos las valoraciones denuest ra f amilia y de personas 
cercanas, cuidadores, educadores et c. Est as valoraciones condicionan la 
f or ma en que el niño se aprox ima a la realidad, pues el niño t iende a 
creer aquello que le dicen 
 
Si obser vamos a nuest ro alrededor , es f ácil comprobar cómo los miedos 
se t ransmit en en las f amilias, de padres a hij os. I gual que ot ras 
“cost umbres”, educamos en el t emor y en el bienest ar a nuest ros hij os, 
de f orma que si su exper iencia no var ía, adquieren una impregnación 
duradera, cuyo or igen olvidamos y que con el paso del t iempo 
int egramos t an ínt imament e en nuest ro sist ema de creencias y 
emociones que acabamos ref ir iéndonos a ellos con expresiones del t ipo 
“yo soy así...” “Fulano es muy sensible...” et c. 
 
Así mismo, la segur idad o la insegur idad en nosot ros mismos se 
adquieren en el cont act o con los demás, cuando somos valorados por los 
ot ros, en especial por las per sonas signif icat ivas, de manera que, en 
cier t a medida, nos valoramos a nosot ros mismos en relación con las 
opiniones aj enas. 
 
Durant e la inf ancia y la adolescencia las creencias sobre nosot ros 
mismos se consolidan y además est a consolidación de la idea sobre 
quienes somos, ocur re en una f ase del desar rollo en que la capacidad de 
ref lexionar no est á suf icient ement e desar rollada. Por ello, t endemos a 
creernos la opinión de nuest ros “mayores”, no podemos j uzgar el 
mensaj e que sobre nuest ra per sona nos t rasmit en los demás. 
 
Si desde pequeños nos habit úan a asust ar nos, a sent ir nos incapaces de 
resolver y decidir , por est ar superprot egidos o lo cont rar io, nadie 
valora nuest ros acier t os y recibimos la misma recompensa por nuest ro 
esf uer zo o por su carencia, no adquir ir emos una aut oconciencia 
adecuada de nuest ros recursos. 
 
 17 
En ot ras ocasiones, las per sonas r eciben un cast igo cont inuado, de 
manera que hagan lo que hagan, son t ildados de “inút iles” en más 
ocasiones de las debidas, esa per sona t endrá una aut oimagen de 
incapacidad. Est amos ayudando a desar rollar se diversos t rast ornos de 
ansiedad e indef ensión que harán que esa persona sea más asust adiza 
que ot ras que hallan recibido una imagen de si mismos más posit iva. 
 
1. 4) Que se sient e: 
 
Lo más caract er íst ico de las f obias es el deseo de huir de la sit uación. 
De hecho, una de las f ormas más “cruent as” del miedo es la denominada 
agoraf obia, donde el hecho de no haber huida, posibilidad de escapar es 
lo que det ermina la conduct a del suj et o. 
 
La vulnerabilidad que se exper iment a puede var iar en los dist int os 
miedos, pero la necesidad de escapar se da en t odos. La huida 
represent a el alej amient o de nuest r a f uent e de t emor y la reducción 
inmediat a de la angust ia sent ida. Por ello, cuando es posible soslayar las 
sit uaciones que nos asust an, la respuest a adquiere la f or ma de una 
evit ación cada vez más manif iest a de la sit uación t emida. 
 
Esa es una de las caract er íst icas que el miedo t iene en nuest ra 
exper iencia humana, somos capaces de prever nuest ro f ut uro, lo que 
vamos a hacer , por ello, si t enemos miedo a una ser ie de sit uaciones, 
podemos planif icar acciones que nos permit an evit ar esos escenar ios. 
 
En ocasiones, cuando las personas no saben cuando aparecerá su miedo, 
la solución será mant ener una “aler t a” const ant e, con el desgast e que 
ello conlleva, esa sit uación de aler t a supone t al esf uerzo que para 
evit ar la el suj et o ir á rest r ingiendo cada vez más sus act ividades en las 
que no t enga una segur idad de evit ar los est ímulos que le inf unden 
t emor . 
 
 18 
Si no le queda más remedio que sopor t ar la sit uación, iniciará un camino 
hacia el denominado “est rés crónico”, es decir , el mant enimient o de una 
respuest a de aler t a cont inuada, que provoca una ansiedad de caráct er 
indet erminado y const ant e que acaba “socavando” la int egr idad 
psicológica del que la “suf re y que repercut e en su salud general. 
 19 
2. CÓMO ACTÚA EL MI EDO 
 
2. 1). El miedo: un adversario o un aliado 
 
Tener miedo es una respuest a nat ural y posit iva, f orma par t e de la 
herencia genét ica que la evolución de la vida en la t ier ra nos ha dej ado. 
Sin est a emoción, la vida no hubiera exist ido. 
 
Es una emoción, que cuando aparece t ransf orma nuest ro est ado de 
ánimo, ocupando nuest ra at ención y nuest ro pensamient o, con el obj et o 
de def endernos de una posible amenaza. Hace que nuest ra percepción 
del ent or no se cent re en el suceso que lo desencadena. 
 
Tiene una misión de ayuda, nos aler t a cuando aparecen sucesos 
inesperados, no previst os y consider ados cómo una amenaza. También 
aparece cuando nos enf rent amos a una sit uación previsible, que 
sabemos o creemos que va a suceder y en la que carecemos de 
exper iencia ¿quién no ha exper iment ado el miedo a la “pr imera vez”?. 
 
Ahora bien, para que se convier t a en una respuest a prevent iva, debe 
adapt ar se a las necesidades y “ret os” que el ent or no det ermina. Un 
miedo no j ust if icado nos volverá ext remadament e miedosos y una 
ausencia de miedo nos podr ía volver demasiado “at revidos”. 
 
Disponemos de dos mecanismos de aprendizaj e para adapt ar nuest ro 
miedo, para evaluar las sit uaciones cómo amenazant e o no, en f unción de 
las consecuencias que los sucesos de la vida nos proporcionen 
 
 La Habit uación: Se produce cuando lo inesperado dej a de ser lo 
por volver se cot idiano, por repet ido. Un ej emplo es cuando cambiamos 
de vivienda y la nueva t iene un nivel de ruidos dif erent e, t ardamos un 
t iempo en habit uarnos y en no prest ar at ención a los nuevos sonidos 
porque cocemos al exper iment ar los, su signif icado. 
 
 20 
La exper iencia, que nos pone en cont act o con nuest ro ent orno, hará que 
las respuest as emocionales vayan siendo at enuadas y poco a poco, el 
miedo a lo nuevo va desapareciendo, cuando comprobamos que no ocur re 
nada, que nuest ros recursos nos permit en “salir air osos” de est as 
sit uaciones. 
 
En la conducción se t ransf orma en el t ópico de “se aprende a conducir 
cuando se aprueba el car net ”. En realidad, lo que ocur re es que 
t ranscur r ido un t iempo, el conduct or novel est á habit uado a la 
cir culación, at enuándose su sor presa ant e la diver sidad del t r áf ico, 
cuando su conocimient o de las vías y de las reacciones de los demás le 
permit e disminuir su sensación de incer t idumbre. 
 
Cuando est o no ocur re, e incluso el miedo inicial aument a, 
est ableciéndose con la sint omat ología propia de las f obias, deberemos 
pensar que algo ha salido mal y que por alguna razón, esa habit uación 
nat ural no se ha producido. 
 
Los ant ecedent es de la per sona, la f orma de enf rent ar se a lo novedoso 
y a aquellas sit uaciones que exigen decisiones, cómo puede ser la 
conducción, llevan, inevit ablement e, un per iodo en que nos genera un 
esf uer zo at encional de mayor int ensidad, hast a que la habit uación a la 
sit uación nos acaba reduciendo la int ensidad emocional de nuest ras 
respuest as de at ención. 
 
En personas con respuest as ansiógenas, est e miedo puede no at enuarse 
en aquellas sit uaciones especialment e est resant es cuando la 
aut oconf ianza no est é en buen nivel o se vea det er iorada por diversas 
cir cunst ancias de nat uraleza var iable. 
 
 La Sensibilización: Se produce cuando a un suceso le sigue una 
consecuencia inesperada y dañina. Se nos “graba” en la memor ia y nos 
recuer da que no debemos hacer lo. Es una f or ma de aprendizaj e nor mal. 
 
 21 
El miedo hacia lo que nos puede producir daño es una f orma de 
prot ección, el problema se present a cuando nos “sensibilizamos” a 
est ímulos que no producen consecuencias dañinas. 
 
A veces, la int ensidad del r iesgo vivido es “t an real” que la per sona 
queda af ect ada por un único suceso t raumát ico, pero no es lonormal. De 
t odas f or mas la sensibilización excesiva represent a un t emor t an 
int enso que la persona calif ica su capacidad para af ront ar la sit uación 
de nula, descar t ando su af ront amient o sin apenas haber lo int ent ado. De 
nuevo habrá que ref er ir se a la hist or ia per sonal para det er minar el 
porqué de su sensibilización. 
 
Podemos ut ilizar un ej emplo bast ant e cor r ient e dent ro de las f obias a 
los animales, el miedo a los per ros, una de las f ormas más cor r ient es. 
 
Pensemos en el ej emplo de una per sona que de niño ha sido agredido por 
un per ro. El miedo le hará pensar de una f orma generalizada sobre 
t odos los per ros. De esa f or ma, si cada vez que vea uno de esos 
animales piensa que le puede agredir , est á cont r ibuyendo a def enderse 
de esa posible amenaza. Una f orma de pensar que int ent a evit ar la 
posibilidad de que vuelva a ocur r ir . (No nos ext rañemos, si lo analizamos 
t odos con mayor o menor f r ecuencia en nuest ra vida cot idiana 
ut ilizamos expresiones del t ipo t od@s l@s ........ son iguales.) 
 
 Es decir , agr upamos a t od@ l@s miembros del gr upo en una misma 
cat egor ía, sin conocer los individualment e e ident if icando al grupo por 
uno de sus miembros. En los miedos est as generalizaciones son 
habit uales, de manera que al no dist inguir ent re sí los est ímulos 
individuales y agrupándolos en una sola cet egor ia generalizamos, sin 
dar nos cuent a, la respuest a de miedo a cada vez más sit uaciones, a 
t odas aquellas que t engan un component e que nos permit a incluir las en 
el gr upo de las que nos asust an. Cada vez “engorda” más y más, cada vez 
nuest ro miedo aparece con más f recuencia, con más int ensidad y con 
menos cr it er io discr iminat ivo, con más incapacidad para dist inguir lo 
 22 
peligroso de lo que no lo es. Al f inal t od@s l@s ........ son iguales 
 
Ambas f ormas de aprendizaj e (habit uación y sensibilización) equilibran 
nuest ra exper iencia, t ener cier t o nivel de miedo f rent e a lo 
desconocido aument a nuest ra aler t a y f avorece la at ención, siempre y 
cuando no inhiba, por exagerado, nuest ra capacidad de reacción. La 
sensibilización bien ent endida nos permit e dist inguir aquellos element os 
de nuest ra exper iencia que realment e no son iguales a los demás y que 
represent an un peligro aut ént ico. 
 
Es impor t ant e una adecuada proporción ent re ambos mecanismos, 
porque nos ayuda a desenvolvernos con ef icacia en nuest ro ent or no. 
Cuando est a armonía se rompe y la habit uación se inhibe por la 
sensibilización, las f obias aparecerán per j udicando el nor mal 
desenvolvimient o de nuest ro exist ir . 
 
El miedo prot ege ant e lo pot encialment e ar r iesgado o peligroso, nos 
proporciona cier t a caut ela f r ent e a lo desconocido, nos recuerda que 
somos inexper t os. Es una guía que puede ayudar nos a descubr ir lagunas 
en nuest ra exper iencia, para no asumir r iesgos innecesar ios hast a que 
aprendamos a valorar , adecuadament e los est ímulos ambient ales. 
 
Pero cuando el miedo no nos prot ege, sino que nos impide af ront ar las 
act ividades que t enemos que hacer nos provoca una emoción clarament e 
negat iva e improcedent e. Por ej emplo, haber t enido exper iencias 
casuales negat ivas nos puede hacer que adj udiquemos un nivel de r iesgo 
excesivo a sit uaciones que no son t an ar r iesgadas 
 
No debemos olvidar , que al vivir r odeados de ot ras per sonas desde que 
nacemos (que nos prot egen y nos educan); se nos ha enseñado el valor 
de las cosas, somos educados sobre lo posit ivo y lo negat ivo, lo 
peligroso, los r iesgos, lo que debemos evit ar y a lo que es bueno 
acercarse. 
 
 23 
La inf luencia recibida puede aument ar o disminuir nuest ra capacidad de 
exper iment ar los sucesos novedosos de un modo posit ivo y adapt ado. 
 
Sin duda personas educadas en el t emor , van a desar rollar una mayor 
f acilidad para sent ir r iesgo, su t iempo de habit uación será más 
prolongado y t endrán más f acilidad a la sensibilización. Si nos sit uamos 
al ext remo cont rar io, encont raremos personas en las cuales el sent ido 
del peligro est á muy disminuido, asumen r iesgos en sit uaciones que no 
conocen o no saben como resolver . 
 
Así mismo, algunas per sonas reaccionan f rent e al miedo generando 
respuest as de agresividad cont ra los ot ros o cont ra las sit uaciones que 
le asust an. Cómo una f orma “expedit iva” de af ront amient o: su 
eliminación 
 
2. 2) ¿Qué nos provoca el miedo? 
 
El miedo es, cómo se ha dicho, una respuest a psicológica que 
desencadena una ser ie de cambios f isiológicos con una f inalidad 
def ensiva f rent e a una amenaza percibida. 
 
La respuest a del miedo hace que el cerebro (el hipot álamo, para ser 
exact os, una par t e del cerebro ligada a los procesos de aprendizaj e y 
de la memor ia) segregue una sust ancia (ACTH) que act iva las 
denominadas glándulas suprar renales (llamadas así por encont rarse 
encima de los r iñones). En dichas glándulas, la llegada de est e product o 
cerebral act iva la producción de la adrenalina y de los glucocor t icoides. 
Est as hor monas producen una ser ie de cambios en el f uncionamient o del 
corazón (act ivándolo), de los pulmones (que aument an la absorción de 
oxígeno) del sist ema muscular (t ensándolo), sobre la vist a (dilat ando las 
pupilas), aument a el f luj o sanguíneo a cier t as zonas del cuerpo y las 
supr ime en ot ras, et c. 
 
Est os cambios a cor t o plazo, son product o de la adrenalina, que t iene un 
 24 
ef ect o inmediat o. Los glucocor t icoides t ienen un ef ect o más lent o. Sus 
pr incipales ef ect os t ienen que ver con el met abolismo de la glucosa, la 
supresión de cier t as f unciones cómo es la disminución de act ividad del 
sist ema inmunit ar io y ligeras alt eraciones en el equilibr io químico del 
cerebro (alt era las cant idades de neurot ransmisores). Est os ef ect os a 
largo plazo, cuando el est rés y el miedo se inst auran de f orma 
permanent e, conllevan una gradual debilidad, mayor propensión a las 
inf ecciones y un decaimient o en el est ado de ánimo que puede provocar 
una depresión react iva... 
 
Todos hemos exper iment ado los ef ect os del miedo, alguna vez, en 
nuest ra vida, especialment e de niños se exper iment an est as cr isis de 
miedo int enso, alguna vez se manif iest a en sueños “t er ror íf icos” que nos 
causan una emoción int ensa. 
 
Pero los ef ect os del miedo pueden adopt ar f or mas más sut iles, más 
complej as. El ser humano puede exper iment ar lo no solo por est ímulos 
ext ernos, sino t ambién por est ímulos int er nos (piense en las pesadillas). 
Est os est ímulos int er nos se manif iest an cómo ideas int rusivas, a veces 
no percibibles de una manera conscient e, pero que sin embargo, son 
capaces de desencadenar las respuest as f isiológicas del miedo, sin que 
sepamos porqué. 
 
A veces, el miedo se exper iment a f r ent e a previsiones, nos asust amos 
de sit uaciones que t odavía no hemos vivido y a las que sin embargo 
t enemos “pánico” sin haber las exper iment ado. Tal vez por la 
inf or mación que t enemos o nos han comunicado sobre el f enómeno. 
 
Es decir , el miedo se desencadena t ant o por est ímulos del ext er ior , de 
pensamient os cat ast rof ist as no percibidos conscient ement e o de 
expect at ivas negat ivas sobre hechos venideros. 
 
Una persona asust ada, est ará en un estado de alerta más o menos 
int enso, esto supone que parte de su atención est ará ocupada en 
 25 
f ilt rar, buscar e int entar detectar aquellos est ímulos que indiquen 
la presencia real de su miedo. Lógicament e, nuest ra capacidad de 
at ención est ará or ient ada en la búsqueda de inf or mación, de t al manera 
que es muy probable comet er er rores al perder capacidad para 
det ect ar la inf ormación sobrant e, que sin embargo puede ser la 
det erminant e para af ront ar la sit uación de f orma ef ect iva.No negamos que hay sit uaciones que r equieren est a respuest a de aler t a. 
Nat uralment e, si t enemos esa respuest a en nuest ro bagaj e genét ico es 
porque cumple un papel en la supervivencia. Pero no hay que olvidar el 
medio ambient e en el que se f or mó est a respuest a de aler t a. Est as 
respuest as est án est r uct uradas par a cesar cuando la sit uación que la 
j ust if ica acaba. Pues no es el est ado nat ural de un ser vivo, menos en un 
pr imat e (un mono super ior ) cómo somos los humanos. 
 
Ahora bien, nuest ra sociedad nos somet e a desencadenar respuest as de 
aler t a y def ensa con alt a f r ecuencia. No necesar iament e grandes 
acont ecimient os t raumát icos, sino pequeños incident es. I magínese el 
lect or cir culando con pr isa, porque no llega a una cit a impor t ant e de 
t rabaj o en un t ráf ico denso. I nt ent ar á obt ener t odas las vent aj as de la 
sit uación para ganar t iempo, cambios cont inuados de car r il, int ent os de 
sobrepasar vehículos, sor t ear obst áculos ant es que ot ros conduct ores, 
apurar al máximo los semáf oros, descar t ar el det enerse en los pasos de 
peat ones, et c. 
 
No hay grandes sust os, pero sí un cont inuo de respuest as def ensivas. 
Llega un moment o en que se cronif ica est e est ado de aler t a mant enida. 
Los glucocor t icoides, (especialment e el llamado “cor t isol”), se 
mant ienen act ivados y van limando f isiológica y psicológicament e. Se 
act ivan sust ancias que nor malment e solo lo hacen en cont adas 
ocasiones. Somet emos al cuerpo a un sobreesf uer zo de act ivación del 
que nos resent imos. 
 
Nuest ro sist ema nervioso, cargado de act ivadores int ernos y ext ernos 
 26 
empieza a desencadenar respuest as anómalas, insomnio, incapacidad de 
“desconect ar ”. La vida se t ransf or ma en un “problema” puest o que 
nuest ro cerebro solo procesa problemas, con lo que cada vez t endemos 
a ver lo t odo con un f ilt r o de cont rar iedad, nuest ro humor cambia. 
 
Es verdad que el miedo acaba int er f ir iendo en nuest ra vida por que es 
una emoción que nos indica que f rent e a t odos esos pequeños problemas 
no podemos def ender nos, porque no nos sent imos capaces de hacer los 
f r ent e, nos sent imos f rágiles y suscept ibles de recibir daños de ese 
ambient e que nos rodea. Los demás empiezan a ser considerados cómo 
posibles “enemigos” que además pueden at acarnos sin previo aviso. 
 
La sensación de desesperanza, de angust ia que produce el miedo es una 
exper iencia subj et iva, que puede var iar de persona a per sona. 
 
Tenga en cuent a que lo que nos proporciona la genét ica y lo que depende 
del ambient e conf orman nuest ra par t icular f or ma de ser . Nadie es igual 
a nadie, pero t ambién t odos f or mamos una misma especie, una sola raza 
y un solo t ipo de humanos. Somos “homo sapiens” y eso nos hace 
parecernos mucho los unos a los ot ros. Además, cómo nunca se repit en 
las misma genét ica ni las mismas exper iencias, t odos somos en algunos 
aspect os dif erent es. 
 
2. 3) La f unción del miedo en la conducta. 
 
Para ent ender como nos af ect a el miedo, debemos comprender que 
cualquier emoción produce un est ado de ánimo y un conj unt o d 
pensamient os dest inados a sat isf acer esa emoción. 
 
La f inalidad del miedo es la de bloquear la sit uación t emida o huir 
cuando nos vemos obligado a exponer nos a ella. ¿porqué nos promueve 
esa respuest a? Para reducir la angust ia que la sit uación nos provoca. 
 
 27 
Es decir , el miedo act úa, en la Amaxof obia para evit ar la conducción, 
pero si el suj et o decide “llevar le la cont rar ia” y enf rent arse al miedo 
est e cont raat aca present ándose en t res moment os dif erent es: 
 
Antes de conducir 
 
Si a ust ed se le ocur re pensar en hacer lo o sabe que t endrá que 
conducir , act ivará unos pensamient os clarament e cat ast rof ist as, t ant o 
en relación a la t area como sobre su capacidad de ser capaz de sopor t ar 
su af ront amient o. Es posible que empiece a elaborar excusas para 
demorar lo o para evit ar lo. 
 
Todos esos pensamient os y la ansiedad que exper iment a est án 
dest inados a desanimar le a plant ear le la disyunt iva ent re “suf r ir ” por 
conducir o evit ar pasar lo mal. 
 
Durante la conducción 
 
Si a pesar de est e pr imer “envit e” ust ed resuelve int ent ar lo, el miedo 
acumulado se verá increment ado por un conj unt o de pensamient os cuyo 
f in es conf irmar que haber lo int ent ado era un er ror . Que hubiera sido 
mej or no hacer lo. Est ará cont inuament e explorándose así mismo, 
buscando los sínt omas que le avisen de que per derá el cont rol. Es 
probable que piense “soy un ir r esponsable” porque damos por supuest o 
“que no somos capaces”. 
 
Después de conducir 
 
Si cuando t ermina result ara, como suele ser lo habit ual, que ninguna de 
sus peores “int uiciones” se han cumplido, no se preocupe, al miedo le 
queda el argument o de que “he t enido suer t e”, “había poco t ráf ico”, et c. 
Nunca se le ocur r ir á pensar , “ya has vist o que has sido capaz de 
cont rolar la sit uación” o “hoy lo aguant é mej or que ayer pero mañana 
será mej or ”…De esa manera nunca le dej ará en paz. 
 28 
 
Test de Autoest ima 
 
“No hay juicio de valor más import ant e a la persona humana, no hay 
f actor más decisivo en su desarrollo psicológico y su mot ivación, que 
la evaluación que uno hace de sí mismo” 
 
N. Branden 
 
Cada una de las siguient es proposiciones, se puede calif icar con las 
palabras nunca (1), a veces (2), f recuentement e (3) o siempre (4). 
Escoge la palabra que mej or t e cuadr e y marca el nº cor respondient e 
 
 
 1 2 3 4 
Cuando me sient o of endido lo expreso 
Los ot ros valoran mis opiniones 
Me considero int eligent e 
Me considero digno de los dones que se 
me of recen 
 
Est oy sat isf echo con mi desarrollo personal 
Considero que compararme con ot ras personas 
para ver quien vale más, es una pérdida de 
t iempo 
 
Disf rut o conociendo y hablando con gent e nueva 
Me sient o cómodo en reuniones sociales 
Soy f eliz de ser quien soy y no quisiera 
ser ot ro 
 
La present e sit uación de mi vida me 
sat isf ace 
 
Est oy sat isf echo de la manera cómo vivo 
mi vida 
 
Me gust a el lugar donde resido 
Disf rut o de mi t rabajo 
La gent e me admira 
 29 
Soy considerado y cort és con los demás 
Me sient o bien cuando me levant o por la mañana 
No dependo de los demás 
Cont ribuyo posit ivament e a la vida de los demás 
Disf rut o cuidándome razonablement e y 
sat isf aciendo mis necesidades de aliment ación, 
ejercicio f ísico, et c. 
 
Procuro vivir una vida equilibrada: suf icient e 
descanso, t rabajo, esparcimient o, et c. 
 
Disf rut o de la soledad 
Est oy sat isf echo de mí 
Sient o respet o por mí mismo 
Me considero una persona de buen parecer 
Me aprecio, me valoro 
Me considero una persona at ract iva al ot ro sexo 
Pienso que soy una persona cariñosa 
Pienso que soy una persona generosa 
Tengo conf ianza en mi mismo 
Me considero un t riunf ador 
TOTAL COLUMNA 
 
TOTAL 
 
 
 
“Verdadero Amor de sí mismo y egoísmo, son dos polos opuest os” 
Er ich Fromm 
 
I nterpretación: 
 
La punt uación máxima es 120 y la mínima es 30 
 
Si es menor de 40 Aut oest ima baj a 
Si es ent re 41 y 80 Medianament e alt a 
 30 
Si es ent re 81 y 120 Alt a 
 
Las respuest as punt uadas con 1 o 2 son aspect os de la aut oest ima que 
hay que mej orar 
 
Las respuest as punt uadas con 3 o 4 son aspect os adecuados de t u 
aut oest ima 
 
 
Cuestionario de medida de la propensión al miedo 
 SI NO 
 
¿Le preocupa olvidar se de apagar las luces, e
y de cer rar la puer t a con llave? 
 
 
 
 
 
 
 ¿Se preocupa de sus ef ectos 
 personales? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ¿Le preocupa no t ener siempre la 
casa limpia y or denada? 
 
 
 
 
 
 
¿Le preocupa su salud? 
 
 
 
 
 
 
¿Se preocupa de hacer las cosas a 
su debido t iempo? 
 
 
 
 
 
 31 
 
¿Tiene a veces que cont ar las cosas var ias 
 veces o que repasar 
ment alment e cant idades? 
 
 
 
 
 
 
¿Es una persona que sient a 
r emordimient os de conciencia por 
 las cosas or dinar ias? 
 
 
 
 
 
 
¿Se ha vist o asalt ado alguna 
vez por det erminados pensamient os 
 de daño f ísico hacia ust ed o los suyos 
(pensamient os que llegan y se van 
sin razón alguna? 
 
 
 
¿Le preocupa que las cosas f rágiles 
que hay en su casa puedan 
caerse y romperse 
 
 
¿Ha t enido alguna vez la idea 
 persist ent e de que alguien que 
 conoce ha suf r ido un accident e 
 o le ha ocur r ido algo malo? 
 
 32 
 
¿Teme ser at acado/ a o violado/ a? 
 
 
 
¿Piensa en las cosas que ha hecho, 
pregunt ándose como podía haber lo hecho 
mej or? 
 
 
 
¿Le preocupan los microbios? 
 
 
 
¿Tiene que dar le vuelt as a las 
cosas una y ot ra vez ant es de 
t omar una decisión? 
 
 
 
 ¿Se cuest iona muchas de las cosas 
 que hace, o t iene dudas sobre ellas? 
 
 
 
¿Hay algunas cosas det erminadas 
que int ent e evit ar porque sabe que el 
 hacer las va a suponer le un t rast or no? 
 
 
 
 33 
 
¿Se preocupa mucho por el dinero? 
 
 
 
¿Piensa a menudo que las cosas 
no van a ar reglarse y que en 
cambio, si pueden empeorar? 
 
 
 
¿Se sient e ir r it ado o de mal humor 
cuando alguien no hace las cosas con 
cuidado o cor rect ament e? 
 
 
 
¿Piensa mucho en el det alle de las 
cosas? 
 
 
 
¿Le vuelven a la memor ia una y 
ot ra vez recuerdos con sent imient os 
de culpabilidad? 
 
 
 
¿Tiene sent imient os repet idos de 
celos o de miedo a que le abandonen? 
 
 
 34 
 
¿Lee los accident es de t ráf ico? 
 
 
 
¿Se encuent ra a menudo pensando 
de nuevo en sus ant iguos er rores? 
 
 
 
¿Se pone nervioso cuando piensa 
 en que puede encont rarse solo? 
 
 
 
¿Se ha sent ido alguna vez 
preocupado por los cuchillos, 
mar t illos, hachas o demás armas 
peligrosas? 
 
 
 
¿Le preocupa el hecho de ver se 
at rapado en una mult it ud, en un 
ascensor , et c.? 
 
 
 
 
Clave de corrección: 
 
Para t ener una medida de su t endencia a sent ir o percibir miedo sume 
 35 
las respuest as posit ivas que haya emit ido y compare su punt uación con 
los siguient es valores 
 
 
 
 Punt uación 
 
 
 Signif icado 
 
 28- 21 
 
 
 Mucho 
 
 21- 14 
 
 
 Bast ant e 
 
 14- 7 
 
 
 Poco 
 
 7- 0 
 
 
 Nada 
 
 
Tenga en cuent a que la percepción de miedo solo indica si t iende 
asust ar se con f acilidad. Recuer de que el miedo es result ado de 
considerar que no somos capaces de resist ir la sit uación. Por ello, la 
percepción de si mismo est á ocult a en est os t rast ornos. 
 
3. 2) Las consecuencias del miedo a conducir. 
 
Est os cuest ionar ios son solo aproximaciones para poder hacernos una 
idea de dos parámet ros impor t ant es en la calidad de la vida psicológica 
de un individuo, es obvio que en caso de duda o si t iene la sospecha de 
que est os result ados le est án inf ormando de la presencia de un 
t rast orno, no dude en consult ar a un especialist a en psicología clínica. 
 
 36 
Al f inal, la persona que comienza a desar rollar miedo a conducir , sent ir á 
su aut oconf ianza mer mada y una desconf ianza en los ot ros conduct ores, 
que se perciben, en una u ot ra medida, cómo “enemigos” que nos 
amenazan. Est o últ imo suele ocur r ir porque la propia insegur idad 
per sonal, nos hace percibir las sit uaciones t emidas como ir resolubles. 
 
En ocasiones, se observa como la persona manif iest a un gran t emor a 
ser j uzgada por los demás conduct ores. Est os af ect ados suelen viaj ar 
con conduct ores que cont inuament e van quej ándose de los ot ros 
usuar ios. Sin darse cuent a, creen que los demás los j uzgarán de la 
misma manera a la que est án acost umbrados. Est a “lect ura del 
pensamient o” es una manif est ación habit ual en la amaxof obia 
 
La reducción en el uso del vehículo pr ovoca cambios en la f orma y est ilo 
de vida de los af ect ados. Muchos de ellos han manif est ado los 
siguient es inconvenient es de su sit uación. 
 
 “Tengo menos liber t ad de movimient os, pues ahora no voy a los 
sit ios si ello me supone cir cular por det er minadas vías” 
 
 “Ahora, dependo de ot ros, amigos, f amiliares, del t r anspor t e 
público para desplazarme a cier t os lugares” 
 
 “Procuro hacer desplazamient os que evit en las car ret eras, o las 
aut opist as, eso me lleva a inver t ir más t iempo en los recor r idos 
para ir de un lugar a ot ro “ 
 
 “Me sient o inf er ior a ot ras per sonas que siguen conduciendo sin 
dif icult ad, a veces t engo que improvisar excusas para no coger 
el coche y que no se not e el miedo que suf ro” 
 
 “He rechazado más de una of er t a de t rabaj o por est e 
problema, t e inf orman de que has de viaj ar de un lugar a ot ro o 
 37 
que has de desplazar t e a lugares del ext rar radio urbano, ¡que 
se yo!, he rechazado t rabaj os por no t ener que conducir ”. 
 
Téngase en cuent a que algunos de est as ideas vienen inf luidas por el 
cambio de valor que suf r imos en la imagen per sonal. La incapacidad para 
ef ect uar una conduct a que, hast a la apar ición del problema, era 
habit ual, t r ast oca nuest ra aut opercepción. 
 
No t odas las personas llegan a exper iment ar un at aque de pánico, pero 
la mayor ía se aproxima, quedando marcada la sit uación en que se 
produce, cómo la más t emida. 
 
Una aut oest ima basada en el per f eccionismo, en la r igidez de 
pensamient o, en vivir a los demás cómo los causant es de nuest ros 
problemas, el sent ir que el dest ino nos per sigue, la f r agilidad emocional 
f r ent e a la f r ust ración, son previos a la apar ición del problema. Cuando 
se “hurga” en los ant ecedent es del problema aparece la ansiedad cómo 
uno de los f act ores personales más det erminant es, cómo no podía ser 
de ot ra manera. 
 
Ni siquiera el r esult ado de padecer accident es de t ráf ico produce el 
mismo ef ect o en unos o en ot ros af ect ados. La int ensidad y la 
per sist encia son los valores obj et ivos que def inen el t r ast orno. Es 
decir , no t ant o el t ipo de respuest a, que es común a muchas per sonas 
sino dif erencias cuant it at ivas en: 
 
 La magnit ud de la respuest a f isiológica 
 La f recuencia de apar ición de la respuest a 
 La no disminución de la misma con el paso del t iempo, sino que 
t iende a aument ar 
 El aument o de sit uaciones en que se manif iest a el miedo 
 La sensación de incont rolabilidad sobre la misma 
 La enor me necesidad de huida que llega a nublar la capacidad de 
razonar . 
 38 
 
Est as caract er íst icas, vividas por la persona cómo un problema 
limit ant e, ir r acional y generador de un sent imient o de malest ar y 
limit ación en la f orma de vida es lo que def ine la “amaxof obia” cómo un 
t rast orno. 
 
Nuest ros est udios parecen conf irmar que la aut oest ima, es un f act or 
impor t ant e f r ent e a los miedos. Una aut oest ima saludable nos hará 
percibir las dif icult ades cómo problemas que pueden solucionarse, 
aunque no result e f ácil, una aut oest ima baj a nos predispone a aument ar 
la magnit ud percibida del problema de manera, que acaba por percibir se 
cómo ir resoluble. 
 
 
 39 
 
4. ¿CÓMO I NFLUYE EL MI EDO EN LA CONDUCCI ÓN? 
 
4. 1) La conducción, caracter íst icas y def inición: 
 
En est e apar t ado hablaremos de la conducción en cuant o act ividad 
ment al e int ent aremos descr ibir los procesospsicológicos que en la 
misma se producen, para poder ent ender cómo el miedo af ect a a est a 
habilidad y cómo ej ercer una inf luencia posit iva para int ent ar mej orar 
nuest ro cont rol sobre el miedo 
 
La conducción es una act ividad complej a. El conduct or debe realizar 
múlt iples operaciones ment ales, que se deciden por lo que vé y por lo 
que oye cuando cir cula. Luego procesa est os dat os y t oma decisiones 
que ej ecut a con los pies y las manos. 
 
La f inalidad de conducir es llevar nuest ro vehículo de un lugar a ot ro. 
Nos movemos por unas vías que son públicas, es decir , compar t idas con 
ot ras personas que, al igual que nosot ros, se dir igen a un dest ino propio. 
 
Para la organización de est e f luj o de int ereses exist en normas legales, 
más o menos respet adas y ot ras no escr it as, asumidas por los usuar ios, 
que dependen de las condiciones locales donde se desar rolla el t r áf ico. 
En la conducción, nos vemos somet idos a las vent aj as y a los 
inconvenient es del lugar par t icular en el que residimos y por donde 
t ransit amos. 
 
Exist e un código no escr it o, dependient e de las cost umbres, que aplican 
los conduct ores por simple imit ación. Los nuevos conduct ores se 
adapt an, poco a poco a ese conj unt o de hábit os locales de manera 
impercept ible, incor porando o asimilando lo que observan. 
 
La cir culación de vehículos hace que la conducción, como act ividad 
humana, t enga unas caract er íst icas, que conviene t ener en cuent a para 
 40 
ent ender la dif icult ad que, act ualment e, t iene el t r ánsit o rodado. 
 
Las más signif icat ivas de las mencionadas caract er íst icas son: 
 
La complej idad 
 
Es complej a por la cant idad de est ímulos a nuest ro alrededor , coches, 
señales de t odo t ipo, luces, ruido, per sonas…Obt ener inf ormación de 
est a amalgama de dat os debe hacer se adecuadament e pues con ellos 
t enemos que decidir . 
 
Nuest ro est ado de ánimo puede det er minar a que at endemos, pues 
nunca percibimos t odo lo que nos rodea, sino un pequeño conj unt o. Y a 
su vez, lo que at endemos, puede modif icar nuest ro est ado de ánimo. Si 
est amos asust ados, puede que busquemos indicios de nuest ro miedo. 
 
La socialización 
 
Nos ref er imos a que la conducción es una act ividad social con sus 
nor mas y sus act it udes compar t idas. Los conduct ores noveles suelen 
quej arse de que el t r áf ico no es cómo les habían dicho, y en par t e es 
ver dad. Tendrá que aprender a int egrarse en el t r áf ico real, no en el 
que t eór icament e había imaginado. 
 
La Decisión 
 
Es el f act or cent ral de la act ividad del conduct or , Por ello dedicaremos 
una at ención especial más adelant e. En la t oma de decisiones los 
est ados de ánimo inf luyen de manera det erminant e. 
 
La Psicomot ricidad 
 
Hace ref erencia al cont rol que el conduct or t iene sobre su propio 
cuerpo. Es a t r avés de nuest ros brazos y piernas como cont rolamos el 
 41 
vehículo. Es con nuest ros movimient os con lo que t rasmit imos nuest ras 
decisiones al aut omóvil. 
 
El aprendizaj e de est os movimient os coordinados det erminan, en gran 
medida, que sint amos que el coche realice lo que deseamos. Si no 
conseguimos un buen cont rol de nuest ro cuerpo, dif ícilment e nos 
sent ir emos seguros conduciendo. 
 
La f inalidad 
 
Es claro que se conduce para desplazarse de un lugar a ot ro. Pero como 
hemos coment ado, est o se ef ect úa ent re ot ros muchos conduct ores. Al 
est rés que manej ar nuest ro coche en est as condiciones se puede sumar 
al que ar rast remos del t r abaj o o de nuest ra vida personal. 
 
Est a sobreexcit ación puede hacernos olvidar que lo impor t ant e no es 
llegar ant es, sino hacer lo en condiciones de segur idad. El cont rol 
emocional y una at ención adecuada per mit ir án cont rolar est as 
incidencias evit ando caer en est ados nerviosos que nos impidan act uar 
de f orma cor rect a. 
 
Podr íamos def inir la conducción como: “Una habilidad compleja, 
desarrollada en un medio social y compart ido, en la que se pone en 
marcha un sist ema de respuestas cognit ivas, emocionales y 
psicomotoras en cont inuo cambio e int errelación con el objet ivo de 
desplazarnos en automóvil de un lugar a ot ro”. 
 
4. 2 La conducción como secuencia est ructurada de respuestas 
 
Los conduct ores, cuando decidimos ir a un lugar , lo pr imero que 
hacemos es t razar un mapa ment al del desplazamient o. I ncluso en viaj es 
largos, es f r ecuent e dividir lo en t ramos, est ableciendo incluso las 
paradas. La repet ición de los it inerar ios hace que est e mapa se 
est ablezca de manera aut omát ica, sin necesidad de pensar lo. 
 42 
Cuando t enemos el r ecor r ido est ablecido, la conducción se convier t e en 
una sucesión de problemas punt uales, or iginados por la adecuación de 
nuest ro vehículo a las cir cunst ancias que o suponen cambios en la 
posición del vehículo en la vía o var iaciones de velocidad. 
 
Est as sit uaciones suelen ser muy par ecidas ent re sí pudiéndose agrupar 
en t ipos cómo; el cambio de car r il, f r enadas, adelant amient os… 
 
Est a agr upación permit e est ablecer una secuencia de acciones para 
cada una de ellas, así se especif ican en la Ley de Tráf ico cómo nor mas 
de cir culación. Veamos el siguient e ej emplo, ref er ido al cambio de 
car r il: 
 
Al ef ect uar un cambio de car r il, se puede seguir un guión pref ij ado que 
habrá que adapt ar a cada caso concret o, pero que incluirán una 
inst rucciones f ij as: mirar los espej os; valorar dist ancias y velocidad de 
los demás vehículos, señalizar y ej ecut ar el desplazamient o. Var iará la 
presencia o no de ot ros vehículos, la velocidad del t r áf ico, las 
condiciones de la calzada, pero las medidas de segur idad, “el guión” será 
similar . 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 43 
Por eso podemos hablar de la conducción como un conj unt o de 
secuencias de acciones, de guiones est ruct urados y est ereot ipados para 
act uar en un conj unt o de sit uaciones similares, en las cuales, aplicando 
el mismo procedimient o, simplif icamos el manej o del t r áf ico. 
 
La regla más básica, la más element al de t odas, el procedimient o guía 
para el t r áf ico es la siguient e: 
 
“VER” “PENSAR” “HACER” 
 
Es decir , ant es de act uar se debe observar el t r áf ico, ef ect uar una 
evaluación adecuada y sólo después modif icar la posición y/ o la 
velocidad del vehículo. Cualquiera de las nor mas de t ráf ico en vigor se 
est ruct uran en base a est e guión element al. Analicemos est a secuencia. 
 
VER: 
 
 Visión f ront al del conductor 
 
 
 
 
 
 
Ángulo muerto Ángulo muerto 
 
 
 Visión Visión 
 Lat eral Lateral 
 
 
 Visión Trasera 
 
 44 
Est e t ér mino expresa que la f uent e pr incipal de obt ención de dat os, 
para t omar decisiones, conduciendo, es el sent ido de la vist a. Toda la 
inf or mación que necesit amos son, f undament alment e, est ímulos visuales 
y est á ahí, a nuest ro alrededor . Solo hace f alt a “saber ” donde dir igir 
nuest ra at ención 
 
Observe la f igura ant er ior . En ella se represent a la visión de un 
conduct or . Si se f ij a, t ant o con la visión direct a, cómo la que 
proporcionan los espej os, per mit e cont rolar una zona, alrededor del 
aut omóvil en la que puede exist ir un r iesgo próximo. Además, es en ese 
ent orno donde nuest ro aut omóvil, si le var iamos la posición (por 
ej emplo, desplazándolo lat eralment e) o la velocidad (bien por que 
t engamos que f renar o t engamos que acelerar ) puede provocar r iesgo a 
ot ros conduct ores que t ransit en en nuest ras proximidades.Est a limit ación de visión por par t e del conduct or impone dos act it udes 
de segur idad básicas: 
 
Primero No vaya más rápido con su aut omóvil de lo que det ermine su 
campo de visión 
Segundo Limit e la velocidad a su capacidad de observación, porque no 
t odas las personas procesan la inf or mación visual a la misma 
velocidad 
 
Nuest ro sent ido de la vist a no act úa como una cámara f ot ográf ica que 
regist ra de manera obj et iva y complet a nuest ro ent or no. ¿Quién no ha 
sent ido alguna vez la decepción al comprobar una f ot o? Uno miraba a 
t ravés del visor y pensaba ¡qué maravilla! Luego, al cont emplar la 
f ot ograf ía descubre que lo que la cámara ha ref lej ado, t iene poco que 
ver con lo que habíamos creído observar con nuest ros oj os. Nuest ra 
visión no es, por nat uraleza, obj et iva. Recuerde que la at ención es 
limit ada y select iva. 
 
La percepción visual es una int erpret ación de la realidad, no vemos lo 
 45 
que los oj os cont emplan, sino la imagen que nuest ra ment e const r uye 
con los dat os recogidos por los sent idos, no solo de la vist a. La 
percepción est á inf luenciada, ent re ot ras cosas, por el est ado 
emocional, af ect ando en pr imer lugar que queremos ver y en cómo lo 
vemos. 
 
Cuando est amos cir culando, hay un número de causas y razones, t ant o 
ext ernas cómo int ernas, por las que est e act o de obser vación puede 
result ar inadecuado, nuest ra vist a no es un espej o pasivo de la realidad. 
 
Uno de ellos es la abundancia de est ímulos, “¡no me da t iempo a ver lo 
t odo!”, “¡no puedo ver t odo a la vez!”. Est as y ot ras, son expresiones 
habit uales en los conduct ores poco exper iment ados ¡y t ienen razón! 
 
No se puede, ni se debe mirar t odo, y desde luego no da t iempo. El 
cerebro humano no es capaz de at ender el gran conj unt o de est ímulos 
visuales que aparecen ant e él, ya que t iene una capacidad limit ada de 
at ención. Numerosos est udios de psicología, así lo demuest ran. Habrá 
que seleccionar y procesar un conj unt o det erminado de dat os 
 
Mi exper iencia con conduct ores asust ados me indica que, est a f alt a de 
capacidad para ver lo t odo, provoca una sensación de desasosiego 
impor t ant e, como si cualquier dat o que se pierde, que no se “procesa”, 
pueda dar or igen a una sit uación de r iesgo. Nadie puede sobrepasar un 
número det erminado de est ímulos a la vez. 
 
Si nuest ra capacidad de at ención es limit ada lo que debemos de hacer 
es administ rar mej or los recur sos de que disponemos. Las est rat egias 
que podemos usar para est e f in son: 
 
Discriminar lo important e de lo accesorio: 
De t odo lo que rodea a un aut omóvil solo unos pocos vehículos son 
signif icat ivos. Aprender a f ij ar la at ención resolverá par t e del 
 46 
problema. A veces conf undimos lo impor t ant e con lo super f luo. Lo 
f undament al es mant ener el cont rol sobre nuest ra zona de 
incer t idumbre (aquel espacio que r odea al vehículo y en el cual las 
var iaciones de posición o velocidad podr ían af ect ar a ot ros usuar ios). 
 
No sobrecargar la at ención: 
Det erminadas emociones, como la ir a, la preocupación, el miedo, 
cent ran nuest ra at ención en nosot ros mismos, en como nos sent imos y 
que pensamos. Como nuest ra capacidad es limit ada, f ij ar nos en ellas nos 
rest a ef icacia para at ender al ent orno viar io al ocupar con est os 
sent imient os y pensamient os par t e de nuest ros recursos at encionales. 
 
No sesgar la inf ormación: 
Vemos aquello que est amos predispuest os a ver y eso var ía con nuest ro 
est ado de ánimo y las expect at ivas. Cuando conducimos con miedo, 
t endemos a percibir más peligros de los que exist en. No podemos est ar 
at ent os a la vez a cómo nos sent imos y la conducción. At ienda lo 
impor t ant e. 
 
El conduct or asust ado buscará indicios de r iesgo a su alrededor , 
desviará algunos de sus recur sos at encionales en esa t area y per derá, 
por ello, par t e de su capacidad en inf ormación ir r elevant e. 
 
Est ablecer acciones secuenciadas: 
Los exper t os no miran t odo a la vez, dir igen su at ención a lo impor t ant e 
Y lo hacen de manera secuencial, pr imero una cosa y luego ot ra, pero de 
manera t an aut omát ica que no son conscient es de ello 
 
La rapidez con la que decide un conduct or exper iment ado radica en la 
práct ica de la at ención select iva, no en cualidades innat as. El haber 
aprendido a f ij ar se en lo impor t ant e le f acilit a la t area de buscar 
soluciones. Saber “qué” hay que mirar , que inf ormación buscar , permit e 
decidir en menos t iempo. 
 
 47 
Aprender a “guiar ” la at ención, seleccionando e int erpret ando las 
acciones de los ot ros en t érminos obj et ivos, no cont aminados por el 
miedo u ot ros est ados emocionales int ensos, es un requisit o necesar io 
que debe adquir ir se con un ent renamient o adecuado. 
 
PENSAR: 
 
La inf or mación obt enida por el conduct or , a t r avés de la at ención, ha de 
int er pret ar la si quiere resolver los dilemas que se present an cir culando. 
Para conseguir solucionar los, ha de responder a las siguient es 
cuest iones: 
 
Que deseo hacer Que ocurre Que hago 
 
Con la inf ormación sobre la sit uación conseguimos además, una 
valoración del r iesgo y con ello deducimos como ha de ser la respuest a 
para resolver la dispar idad ent r e lo que quiero hacer y las 
cir cunst ancias concret as en las que cir culo. No hay recet as mágicas 
para act uar , aunque las cir cunst ancias sean parecidas la respuest a 
deber ía est ar adapt ada a cada sit uación concret a. El conduct or ha de 
ser f lexible 
 
El miedo nos vuelve r ígidos y vicever sa, ser r ígidos en nuest ros 
cr it er ios, esperar que los demás se compor t en con la máxima exact it ud, 
con ar reglo a la “Ley”, es no cont emplar la realidad... 
 
Las personas con miedo t ienden a exagerar el peligro percibido y por 
t ant o, la urgencia y el t ipo de respuest a es dif erent e a la de aquellos 
que no lo t ienen. 
 
Est e análisis para buscar soluciones concret as, llega a ser aut omát ico. 
La repet ición de los procedimient os genera hábit os ment ales, que si 
bien f acilit an el procesamient o de inf or mación, pueden provocar f allos 
en las decisiones. Est os hábit os de respuest a es lo que “vulgar ment e” se 
 48 
denominan “ref lej os”. Cuando le pregunt as a un conduct or porqué act úa 
de cier t a manera suelen responder : “yo no pienso cuando t engo que 
hacer algo, lo hago...”. 
 
Damos por hecho lo que va a pasar , act uando rut inar iament e. Nuest ros 
deseos de que las cosas f ueran t al cómo las habíamos previst o han 
hecho que reaccionemos aut omát icament e, perdiendo la obj et ividad, 
puest o que hemos supuest o lo que ot ros iban a hacer . La conducción 
requiere una at ención conscient e, para evit ar que nuest ros deseos nos 
impidan capt ar la realidad. La f rase más repet ida, cuando surgen esos 
pequeños golpes ur banos, esos sust os t an cot idianos, es la de “yo creía 
que ust ed... ”. 
 
En def init iva, el t ér mino pensar, lo ut ilizamos para ref er ir la elección 
de una respuest a adecuada a una sit uación concret a. Pero, no olvidemos, 
que para escoger una respuest a adecuada, habrá que procesar 
inf or mación relevant e. 
 
HACER: 
 
Es el últ imo paso. Llevamos a cabo una secuencia de movimient os 
det erminados, que aprendemos e int egramos dent ro del proceso de 
decidir que hacer . Est as respuest as psicomot oras se caract er izan por : 
 
 Son “hábitos” que se est ruct ura al inicio de la conducción. Es 
decir , la secuencia de movimient os, la calidad de los mismos, el 
cont rol que ej erce el conduct or sobr e su cuerpo, se est ablecen en 
las pr imeras f ases del aprendizaj e. Es ent onces cuando se 
conf iguran los hábit os f ísicos del conduct or . Marcándose una 
t endencia parael f ut uro. La coor dinación de movimient os, la 
dest reza, son habilidades psicof ísicas que se aprenden. 
 
 La secuencia de movimientos se suele mant ener por la práct ica. 
Es decir , si no se modif ican cuando se realizan, la repet ición 
 49 
t iende a perpet uar el hábit o, sea est e cor rect o o incor rect o. No 
debemos conf undir la “solt ura” de movimient os con la ef icacia del 
mismo. Repet ir durant e un numer o de veces suf icient e un 
movimient o, implica que su ej ecución se realice con menos 
esf uer zo, pero si est os movimient os no son los adecuados, la 
solt ura al ef ect uar los no garant iza que cambien a ot ros más 
cor rect os. Hay conduct ores que per pet úan sus er rores año t ras 
año. 
 
 La velocidad de ejecución es independiente de la calidad. Es 
más, son dos caract eres de la respuest a en sí independient es y 
que requieren ser aprendidos de f or ma independient e, pero lo que 
es claro es que sin coordinación nunca se ej ecut an respuest as 
ef icaces. De ot ra par t e, deben de aprender se pr imero la 
coordinación y luego la rapidez, que se adquiere con el paso del 
t iempo, sin necesidad de proponerse como un obj et ivo a cor t o 
plazo. 
 
 Los hábitos motores son persist ent es, especialmente si se han 
automat izado. Es más dif ícil modif icar un hábit o que crear uno 
nuevo. Si se adquiere un hábit o inadecuado, puede perpet uarse a 
menos que se modif ique de manera conscient e. 
 
 Cuándo se desencadena una respuesta de est as caract eríst icas 
(una secuencia de movimientos) cuesta pararla, normalmente la 
secuencia se ef ectúa completa. Nos damos cuent a al f inal, pero 
no mient ras los ef ect uamos de los er rores comet idos en la 
ej ecución. 
 
 La práct ica f avorece la rapidez de ejecución de la respuesta 
elegida, pero la calidad y validez de la misma depende de su 
correcto aprendizaje. No olvidemos se t rat a de un hábit o 
adquir ido por repet ición. 
 
 50 
Nuest ras respuest as f ísicas deben ser graduales, adapt at ivas. Es 
impor t ant e aprender a manej ar el aut omóvil dando pr ior idad a la 
coordinación de los movimient os y no a su rapidez, de f or ma que 
podamos adapt ar nos a esa r ica var iedad de sit uaciones que se 
present an al conducir . La rapidez en la ej ecución debe ser result ado de 
una buena sincronización de los movimient os y no de un ret raso en la 
t oma de decisiones. 
 
Aunque los event os se parecen, no son iguales. Un buen conduct or es 
aquél que posee var ias alt ernat ivas para solucionar una misma cat egor ía 
de problemas. Conviene huir de reglas f ij as de act uación del t ipo 
“siempre que..., hago...,” por que el t r áf ico no se aj ust a a normas 
mat emát icas. Es más ambiguo, más bor roso, cir culando 2+2 puede ser 3 
y en ot ras ocasiones 5 y hast a 4. 
 
Hay que acost umbrar se a ser f lex ible, porque no ser lo nos puede 
predisponer al er ror . Una int er pret ación est r ict a provoca un 
desequilibr io con la realidad, que en mat er ia de t ráf ico es, además, muy 
var iable. La f lexibilidad de respuest as permit e adecuarse al t r áf ico. La 
cir culación, como cualquier act ividad social est á llena de mat ices y 
“ángulos”. Pues somos muchas per sonas cir culando y cada cual con su 
propio dest ino. 
 
La amaxof obia provoca que se invier t a mucho t iempo en las f ases de 
“Ver ” y “Pensar ”, pues el miedo y la indecisión conllevan la repet ición de 
las evaluaciones visuales, en def init iva, se act úa t ar de. El miedo y la 
indecisión van emparej ados 
 
 
4. 3. Factores emocionales y su inf luencia en la conducción. 
 
El t r áf ico es un gran j uego int eract ivo. Cada act o nos lleva a un cambio 
de velocidad y/ o posición, o de ambos a la vez. Pero cuando lo hacemos 
af ect amos t ambién a nuest ro ent orno, a nuest ra zona de incer t idumbre, 
 51 
except o que cir culemos solos, algo, hoy en día, dif ícil de verdad. 
 
Por t ant o, la at ención cont inua es una necesidad. Por la misma razón es 
t ambién una necesidad que el conduct or piense en qué est á haciendo y 
no sea necesar io pensar en cómo lo est á haciendo. Queremos decir que 
si se adquiere una buena ej ecución, el conduct or inver t ir á su t iempo y 
su at ención en pensar “que t engo que hacer para resolver est a 
sit uación” y no en cómo hacer lo. Hay que automat izar las respuest as 
motoras y no la elección de la respuesta 
 
Conducimos en un medio social, somos inf luidos e inf luimos en la 
conduct a de los ot ros. Observar a los demás sin int erpret ar 
er róneament e lo que el ot ro pret ende, f orma par t e de la inst rucción 
que la práct ica proporciona. El t r áf ico es un ref lej o más de la condición 
humana y de su compor t amient o en sociedad. Proyect amos en los act os 
mot ores la per sonalidad y los conf lict os (piénsese en el uso de la 
“graf ología” t ant o a nivel laboral cómo j udicial). 
 
Las personas no cambian cuando suben a conducir un aut omóvil, 
act uamos de acuer do a quien somos, a que pensamos y a que sent imos. 
La soledad de la conducción, el aislamient o que nos proporciona el 
aut omóvil puede conducir a per der , moment áneament e nuest ros 
“cont roles sociales”, aquellas conduct as que en condiciones normales, 
permit en que nos relacionemos con desconocidos en int eracciones 
sociales. 
 
La ansiedad del t r áf ico f acilit a est a pér dida de cont rol, así cómo el 
miedo y a veces emit imos conduct as agresivas. Es f ácil, en ese recint o 
pr ivado que represent a el aut omóvil que podamos conf undir nuest ros 
deseos con la realidad y sent ir nos f r ust rados por los “ot ros”, pudiendo 
llegar a agredir a esos “indeseables” que no nos dej an hacer lo que 
queremos. La idea de “educación vial” debe encer rar la del r espet o a los 
ot ros, la consideración de que et imológicament e próximo y prój imo son 
la misma palabra, y no solo el conocimient o de una Ley de Tráf ico. 
 52 
 
Pero, ¿podemos llegar a ser obj et ivos cuando int ent amos ent ender al 
ot ro? No del t odo, por que est amos condicionados por nuest ros 
sent imient os y emociones, que son “el color del cr ist al” con que miramos 
el mundo. La Psicología viene demost r ando que nuest ro est ado emocional 
provoca que j uzguemos el compor t amient o aj eno de f or ma que, sea 
coherent e con nuest ro est ado de ánimo. 
 
Así, una persona enf adada t enderá a ver en los demás agresiones 
aunque no las haya. Una per sona alegre int er pret ará las equivocaciones 
aj enas como er rores mient ras que una per sona cont rar iada las vivir á 
como signo de incompet encia. 
 
En la conducción, las emociones af ect an de diversas maneras, que para 
nuest ro int erés podemos concret ar en las siguient es: 
 
 En la act itud hacia los demás y en la int erpret ación de la 
sit uación. Est a act it ud guiará nuest ra at ención hacia aquellos 
est ímulos y compor t amient os que j ust if iquen la emoción. 
 
 Puede af ectar a la valoración del riesgo y por t ant o al t ipo de 
respuest a elegida. 
 
 La act ivación f ísica asociada a la emoción inf luye en nuest ra 
capacidad psicomotora, f act or det erminant e en la ej ecución de 
los movimient os de la respuest a elegida. 
 
Cómo resumen a est a ref lexión sobre la conduct a de conducir , dej ar 
apunt adas una ser ie de ideas: 
 
 Los “ref lejos” del conductor no exist en como cualidad innata. 
Hemos adquir ido un hábit o que nos per mit e generar acciones 
aut omát icas. Si hay dif erencias en el t iempo de reacción de cada 
individuo. Adopt e una velocidad en la cual disponga de t iempo para 
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desar rollar una respuest a adecuada. 
 
 La conducción mejora si planif icamos la acción. Procure 
int er pret ar con ant elación lo que ocur re. Haga de la observación 
un hábit o aut omát ico. I nt ent e descubr ir los indicios de lo que 
puede suceder , pero siempre como hipót esis que hay que 
comprobar y cont rast ar , no lo de por hecho.

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