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1 GuGuíía de autoayudaa de autoayuda Conduce tu miedoConduce tu miedo Javier Díaz Calero Conducesinmiedo.com 2 Í NDI CE 1. ) HABLEMOS DEL MI EDO 1. 2) Component es de la respuest a de miedo 1. 3) ¿Qué se piensa? 1. 4) ¿Qué se sient e? 2. ) ¿CÓMO ACTÚA EL MI EDO? 2. 1). El miedo: un adversario o un aliado 2. 2) ¿Qué nos provoca el miedo? 2. 3) La Función del Miedo en la conducta 3. ) LAS CONSECUENCI AS DEL MI EDO A CONDUCI R 3. 1) El miedo a conducir Test de autoest ima Cuest ionario para medir la propensión al miedo 3. 2) Las consecuencias del miedo a conducir 4. ) ¿CÓMO I NFLUYE EL MI EDO EN LA CONDUCCI ÓN? 4. 1) La conducción, caract eríst icas y def inición 4. 2) La conducción como sist ema de respuest as 4. 3) Factores emocionales y su inf luencia en la conducción 4. 4) El miedo y la conducción. Conclusiones Cuest ionario de situaciones de t ráf ico que nos asust an Análisis del miedo a conducir 5. NUESTROS PENSAMI ENTOS Y EL MI EDO A CONDUCI R 5. 1) Pensamientos y miedo 5. 2)) I deas erróneas sobre la circulación Cuest ionario de act uación cómo conductor 5. 3) La inf luencia del entorno social en la conducción 5. 4) Cambia tus pensamientos inadecuados Ejemplo de debate racional de pensamientos 5. 5) Regist ro de situaciones conf lict ivas 3 5. 6) Las distorsiones cognit ivas 6. ) EL CONTROL DEL MI EDO 6. 1) Autoinst rucciones 6. 2) Autoinst rucciones mot ivadoras y de apoyo 6. 3) Autoinst rucciones para seguir procedimientos 6. 4) Algunos “lugares” especiales. Túneles, puentes, cuestas abajo 6. 5) Autoinst rucciones para ejecut ar movimientos básicos con el vehículo 6. 6) Det ención del pensamiento 6. 7) Cómo combat ir las distorsiones cognit ivas 6. 8) Est rat egias para la disput a 6. 9) La valoración del riesgo 6. 10) La relajación 7 ÉL FENÓMENO DEL ESTRÉS 7. 1) ¿Qué es el est rés? El est rés posit ivo y negat ivo 7. 3) Él síndrome general de adaptación 7. 4) Nuest ra reacción int erna 7. 5) Est rés y conducción ¿Est á ust ed est resado? 8) CONDUCE TU MI EDO 8. 1) Mi compromiso 8. 2) La planif icación 8. 3) La Habituación 8. 4) La Elección Regist ro de plan de ensayos 8. 5) Recaídas El cont enido de est a Guía est a prot egido por las leyes del Regist ro de la propiedad int elect ual 4 1. HABLEMOS DEL MI EDO 1. 1) Hablemos Del Miedo. Todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, disponemos de respuest as inst int ivas para preservar la vida. Se act ivan cuando surgen amenazas, pot encialment e peligrosas para la supervivencia y act ivan int ensas emociones que nos predisponen para act uar f r ent e al peligro Pongamos un ej emplo, cualquier animal huirá de su depredador nat ural y esa exper iencia emocional, el haber exper iment ado miedo en una sit uación concret a, le ayuda para aprender aquellos lugares de su ent orno que son pot encialment e peligrosos para su supervivencia. Los “hombres” t ambién compar t imos est as respuest as de aler t a, aunque en nosot ros cobran una dimensión dif erent e. Las peculiar idades de nuest ro Sist ema Nervioso, especialment e la conciencia y el lenguaj e, hacen que se conf iguren de manera dist int a a la de ot ros animales. Podemos prever el f ut uro, por t ant o, podemos sent ir miedo de algo que esperamos que ocur ra sin est ar present e el est ímulo t emido. Es decir , no necesit amos “ver ” la amenaza, bast a con que pensemos que podemos encont rar la para est ar aler t a. No obst ant e, aún manif est amos r espuest as innat as a los ruidos imprevist os o a est ímulos visuales inesperados. De niños mant enemos el miedo a la soledad y al abandono. La oscur idad crea un vago t emor , present e en muchos de nosot ros a pesar de ser adult os y las ser pient es, en general, producen “escalof r íos”. Cuando decimos de alguien que es “muy miedoso”, las caract er íst icas que nos llevan a ese j uicio hacen ref erencia a que aquella persona se asust a en sit uaciones que a los demás nos dej ar ían indif erent es. Es decir , no le dif erencia el miedo que sient e, sino su apar ición, que j uzgamos cómo inadecuada. Todos ident if icamos, sin dif icult ad, las manif est aciones compor t ament ales de una persona asust ada. 5 Por una especie de consenso común, las cult uras van def iniendo los grados de miedo adecuados par a las dist int as cir cunst ancias, considerándose “anor males” las reacciones que se alej an demasiado, en sent ido negat ivo o posit ivo a la media del gr upo de ref erencia. Asust ar se de manera adecuada, por lo que nos ocur re, es una est imación social En la mayor ía de los casos, el obj et o de nuest ro miedo se aprende de la cult ura y del medio en que nos desenvolvemos como personas. Nos educan y aprendemos que sit uaciones son deseables y cuales debemos evit ar , aunque no t engamos exper iencia direct a con ellas. En est e sent ido, nuest ra exper iencia per sonal conf or ma el conj unt o de sit uaciones, reales, pot enciales o imaginar ias, a las que t enemos miedo. La int ensidad del mismo y la causa que ha mot ivado la respuest a de t emor a un event o concret o es product o de la t r ayect or ia vit al de cada uno. El miedo es individual y subj et ivo, nadie lo sient e de la misma manera. Somos inf luenciables por nuest ro ent orno, a él r espondemos elaborando una reacción propia, ya que nunca se dan las mismas cir cunst ancias en dos personas dist int as. Al margen de los dist int os mot ivos y las dist int as sit uaciones que f avorecen en cada individuo la apar ición o no de la respuest a de miedo, una vez desencadenada, por ser inst int iva, se parece lo que sent imos, lo que pensamos y lo que t endemos a hacer . Cuando nos enf rent amos a lo cot idiano, el miedo se dir ige a personas concret as, sit uaciones par t iculares o hacia det erminadas act ividades. También, los humanos reaccionamos a nuest ros est ímulos int er nos, sean nuest ras reacciones f isiológicas, nuest ros recuer dos, los pensamient os ant icipat or ios et c. 6 No podemos at ender a t oda la inf or mación que los sent idos capt an de nuest ro ent or no (cerca de 700 est ímulos por segundo llegan al cerebro desde las t er minaciones ner viosas sensit ivas). Par t e de est a inf or mación se procesa, por zonas del cerebro especializadas, aut omát icament e, de manera inconscient e. Así nuest ra conciencia prest a at ención a un conj unt o pequeño de est ímulos que sean relevant es para la t area que est emos realizando. Cuando los sist emas inconscient es det ect an señales que inf orman de r iesgos pot enciales, son capaces de responder con una aler t a que se manif iest a en el miedo ant es de que seamos conscient es del peligro. Las f obias se caract er izan por desencadenar el miedo en sit uaciones que no represent an un r iesgo, y lo que desconcier t a a quien las suf re es precisament e su caráct er involunt ar io. El miedo”, puede ser invest igado, analizado j unt o a la persona que lo suf re y a pesar de su caráct er inconscient e y su capacidad de act ivarse independient ement e de nuest ra volunt ad, podemos llegar a cont rolar lo, conocer lo y desconect ar lo con la t écnica adecuada. 1. 2) Component es De La Respuesta De Miedo La respuest a de miedo se act iva cuando el organismo es alt erado por los est ímulos que nos indican la presencia de un peligro. Ahora bien ¿Qué det ermina la señal de alarma? La int er pret ación de que esa sit uación represent a una amenaza. Hay pues una respuest a individual, det erminada por la int erpret ación que ef ect uamos del cont ext o. Las personas dif ieren en la manera de af ront ar una misma amenaza de r iesgo por que percibimos de dist int a manera la realidad. Cada per sona da más impor t ancia a unos element os de la sit uación que a ot ros. Podemos concret ar que los element os que diferencian la int er pret ación que cada cual r ealiza son: 7 Qué element os del problema procesa, que t iempo dedica a cada uno y en que orden los int erpret a. Cada sit uación se compone de múlt iples element os, cómo no podemos at ender los a t odos, cada uno ut iliza dif erent es est rat egias en la selección de lo que considera relevant e. Que operaciones ment ales aplica par a encont rar la resolución del mismo Grado de r iesgo at r ibuido y por t ant o grado de t emor exper iment ado Exper iencia previas con el f enómeno Grado de ansiedad general El est ado psicof ísico del suj et o Por t ant o los hechos en si mismos no det erminan linealment e la conduct a del suj et o, pues la realidad para una per sona es la “percibida”, no la exist ent e. Nuest ras int erpret aciones no son obj et ivas siempre, porque rara vez at endemos t odos los aspect os del hecho en sí. Se demuest ra cómo los est ados emocionales (y el miedo es, no se olvide, una emoción) det er minan que element os t enemos en cuent a. La emoción, nuest ro est ado de ánimo, nuest ra exper iencia nos condiciona. Por eso cuest a ent ender al ot ro y por eso esperamos que los demás reaccionen cómo nosot ros, olvidándonos de que el sent imient o es individual, porque las emociones se exper iment an individualment e. Para ser ef icaces t enemos que responder de manera proporcionada a lo que nos est á pasando. 8 Los miedos exacer bados, es decir “las f obias”, se caract er izan porque el organismo escoge cómo única opción la huida, es decir , la medida más ext rema de las que disponemos para el af ront amient o de una sit uación. Además la huida t iene una recompensa inmediat a, nos reduce la angust ia que produce la presencia del est ímulo t emido. Por t ant o es ef icaz para evit ar el r iesgo y para devolver nos el equilibr io emocional. La segunda caract er íst ica de las f obias es que son excesivas para el mot ivo que las provoca. I ncluso para quién la padece, cuando est á “lej os” de su miedo, es capaz de darse cuent a de ello. La t ercera caract er íst ica de la reacción f óbica, es que ret iene en la memor ia un conj unt o de est ímulos que est án present es o ant eceden a la sit uación donde se ha exper iment ado el miedo. De manera que, cuando aparecen en una sit uación dif erent e van a ser int erpret ados cómo aviso de que lo t emido est á present e o va a aparecer de manera ir r emediable, con lo que la respuest a de huida-escape se pone en marcha. Ot ra de las caract er íst icas de las f obias es la reducción del número de act ividades donde la persona podr ía sent ir se bien y no amenazada. La excesiva f acilidad para asust arse t iene el inconvenient e de reducir la exper iencia a márgenes muy est rechos y j uzgar la vida sin cont act o direct o con ella. Además, en las f obias se produce una incapacidad para dist inguir lo super f luo de lo impor t ant e. A la hora de resolver los problemas est e inconvenient e t iende a que la persona lo vea t odo como un obst áculo insuperable. La últ ima caract er íst ica de las f obias es la de bloquear cualquier int ent o de acercamient o a lo t emido. A f in de cuent as, esa es la f unción nat ural del miedo, evit ar las sit uaciones que hemos “marcado” cómo peligrosas. 9 Si est os est ímulos señal indican un peligro real t ienen un enor me poder prevent ivo, pero en las f obias, su apar ición sólo sir ve de prevención. Nuest ro ent orno social es t an complej o, que con f recuencia, haya muchos est ímulos “neut ros” asociados a diversas sit uaciones no relacionadas ent re sí, pero que quedan señalizadas cómo si f ueran la sit uación t emida. Pero no nos quedamos en est a f ase, el ser humano t iende a reunir los est ímulos en gr upos que consideramos similares por compar t ir una ser ie de element os comunes; f or mamos cat egor ías. En las reacciones f óbicas suele ocur r ir que los est ímulos asociados en la misma cat egor ía que los est ímulos señal acaban t ambién sir viendo de aviso al miedo, de manera, que al f inal de est e proceso, nos asust amos por señales dist int as de las or iginales y más numerosas. En muchas ocasiones, la clasif icación de est os event os ext er iores se realiza de manera “aut omát ica”, es decir sin darnos cuent a, de manera “inconscient e”. Segurament e, est a aut omat ización f ue una vent aj a evolut iva, para un mundo que cont inuament e nos somet ía a una est imulación complej a y cont inua. No bast a con est a “evaluación primaria” ref er ida a los est ímulos para t ener miedo. Sino ¿por qué algunas personas no se asust an mient ras ot ras lo hacen? ¿Por qué el grado del t emor var ía de per sona a persona independient ement e de que la sit uación sea similar? Hay ot ro f act or individual que det er mina la int ensidad de la respuest a del miedo, la valoración que ef ect uamos de nuest ras capacidades para resolver el problema. La exper iencia, el conocimient o del f enómeno, la práct ica en solución de problemas, los niveles individuales de ansiedad, la edad, el t ipo de t area, et c. Todos ellos son f act ores que var ían individualment e y det erminan el nivel “present e” de t emor ant e la sit uación que nos provoca miedo. 10 Por ello, r epet ir emos una de las f r ases más célebres de la psicología: “No son los hechos, sino la int erpretación de los mismos lo que nos pert urba”. Es decir , el signif icado de la realidad es una const rucción individual. Es evident e que desde est e plant eamient o, el miedo se t ransf or ma en una señal de aler t a result ant e del balance “negat ivo” ent re la valoración de la sit uación y de nuest ras capacidades para hacer le f r ent e, que despier t a una respuest a f isiológica de lucha y/ o huida, acompañada de un sent imient o de urgencia y miedo int enso. En resumen, el miedo se compone de cuat ro component es básicos: Una f orma de percibir e int erpret ar el ent or no Una respuest a emocional Una respuest a f isiológica Una respuest a mot ora, es decir una acción observable Est os “dist int os” component es no guardan una relación lineal, no se act ivan uno det rás de ot ro, t odos act úan y se ent relazan ent re sí, a veces uno de los component es es más int enso que ot ros, a veces la per sona percibe en pr imer lugar su int ranquilidad en el cuerpo y luego a nivel de la conciencia y ot ras veces la emoción se desencadena en f orma de un miedo que se espera “inevit ablement e” aunque no haya hecho su apar ición, nos asust amos al pensar lo que “creemos” que sucederá. El miedo puede aparecer por diver sas causas, ent re las más f recuent es mencionaremos las siguient es: Un recuerdo t raumát ico que act úa conscient e o inconscient ement e 11 Un suceso inesperado Un suceso que se espera que ocur ra y al que se t eme Por no creernos capaces de af ront ar una sit uación y considerar que no podemos escapar de ello. Es decir , el miedo acaba cumpliendo una f unción “prot ect ora,” pasa de ser una emoción en t iempo present e, asust ar nos de lo que ocur re, para t ener un caráct er ant icipat or io, asust ar nos por algo que no ha ocur r ido. Se podr ía pensar que est e caráct er prot ect or es benef icioso para el individuo, así evit ará los peligros pr esent es y f ut uros, ¿pero y si esa expect at iva no es “real” y nos impide disf rut ar de la vida? Que duda cabe que el miedo t iene un papel moderador de la conduct a y un caráct er prot ect or , pero en su j ust a medida. Sin mencionar los t r ast ornos que su caráct er exagerado puede producir . La angust ia est á en la base de numerosos problemas psicológicos y psiquiát r icos. El miedo genera una necesidad inmediat a de huida, de esconder se, de huir , de no enf rent ar se. El individuo reconoce suincapacidad para resolver el problema, advier t e un r iesgo para su int egr idad e int ent a prot eger se alej ándose de la f uent e de t emor o si la huida no es posible, paralizándose e int ent ando pasar desapercibido. Una emoción int ensa, negat iva, ir r acional en el sent ido de que nubla el r azonamient o, invade al suj et o, que se bloquea y es incapaz de pensar y decidir adecuadament e. Cualquiera puede dist inguir a una per sona que “est á de los nervios” con observar la pues la vemos acelerada de movimient os, acelerada en su manera de hablar , en la f orma que explora visualment e su ent orno, en cier t os coment ar ios que ef ect úa et c. Nos choca de ella el que not amos su inadecuación a la realidad, pues siempre reacciona con cier t a 12 “desmesura”, es decir , sus acciones est án ligerament e desencaj adas, precipit adas, poco “medidas”. I nt uit ivament e aplicamos un j uicio razonable sobre la realidad; lo cambiant e que es. Lo mismo que nos choca una agit ación const ant e o una depresión cont inuada, t odos sent imos que el est ado de ánimo var ía, que a veces hay que t ener pr isa y en ot ras ocasiones las cosas requieren más t iempo de ref lexión. Aprender a dist inguir lo urgent e de lo impor t ant e, lo sencillo de lo simple, son mat ices que se pier den si siempre aplicamos el mismo cr it er io a t odo lo que nos sucede. Puest o que admit imos que las “cosas” cambian, deber íamos modif icar nuest ras respuest as, según la sit uación. Una persona miedosa se caract er iza por exper iment ar miedo cuando la sit uación no lo requiere y además hacer lo en un número suf icient e de sit uaciones que le hagan exper iment ar un malest ar vit al y una dif icult ad para desenvolverse con nor malidad. Las consecuencias del miedo a la hora de procesar e int er pret ar los est ímulos que det ect amos a t ravés de la percepción del ambient e est án det erminadas por la propia alt eración emocional que el miedo nos provoca. Est a alt eración se produce en cualquier persona que se ve at emor izada. La dif erencia ent re el miedo y la f obia es una f ront era que se det er minada por las siguient es caract er íst icas: Est ímulos que lo desencadenan, que le asust a Duración de la respuest a, cuant o t iempo permanece act ivado el suj et o. I ntensidad de la respuesta, la act ivación f isiológica y emocional. Frecuencia de la respuesta, el nº de veces que la persona se sient e amenazada. 13 La irracionalidad percibida del miedo suf rido, incluso por el suj et o que la exper iment a, Hay más un f act or cuant it at ivo que cualit at ivo, aunque nat uralment e, los increment os de int ensidad y f r ecuencia det er minan consecuencias más negat ivas a largo plazo que la duración de la respuest a, que en ocasiones t iene que ver con la duración de la sit uación est resant e. Aquellas personas enf rent adas a un miedo “f óbico”, r elat an su exper iencia en t érminos de descont r ol, de pensamient os cat ast rof ist as que cir culan por su cabeza, concret ados, en ocasiones en la percepción de r iesgo de muer t e para él o personas signif icat ivas para él. Los pensamient os de responsabilidad, de incompet encia, de vergüenza por lo que sient en, de incomprensión por par t e de las personas que les rodean, de un sent imient o pesimist a sobre su capacidad de resolver el conf lict o, f or man par t e, habit ualment e de los pensamient os exper iment ados. Cuando la ansiedad alcanza u nivel ext remo, puede desembocar en el llamado At aque de Pánico, exper iencia “t r aumát ica” par a quien lo suf re. Af or t unadament e los at aques de pánico no son f recuent es, pero una “subida”excesiva de la ansiedad, sin llegar al at aque de pánico es suf icient e para int ent ar evit ar cualquier posibilidad de volver a suf r ir lo. Según los cr it er ios diagnóst icos ut ilizados habit ualment e en psicología clínica (DSM I V), se def ine el At aque de Pánico de la siguient e manera “Un episodio de intenso miedo o molest ia, durant e el cual aparecen bruscamente y alcanzan el pico en los diez minutos al menos cuat ro de los siguient es síntomas” (APA, 1994, est a organización es la Sociedad americana de Psiquiat r ía) Palpit aciones o r it mo cardiaco aceler ado. 14 Sudoración Temblor o sacudidas musculares Respiración dif icult osa o sensación de asf ixia Dolor o molest ias en el pecho Nauseas o malest ar abdominal Vér t igo, inest abilidad o pérdida de conciencia Desrealización (sensación de ir r ealidad) o despersonalización (sent ir se separado de sí mismo) Miedo a perder el cont rol o volverse loco Miedo a mor ir Sensaciones de adormecimient o o cosquilleo Ráf agas de f r ío o calor Suele dej ar una huella int ensa en la memor ia. La per sona se sient e t an af ect ada que la sola idea de volver a sent ir lo crea angust ia. Aquella sit uación en la que se exper iment o y las que se asocian con ella act úan como señales de aviso, desencadenando un deseo de huida int enso. 1. 3) ¿Qué se piensa? Si recor damos que el miedo busca supr imir la conduct a considerada como peligrosa, podemos ent ender que el miedo provoca pensamient os y sent imient os para que huyamos o evit emos la sit uación. Por eso, aunque es f recuent e decir que la gent e asust ada “no piensa” “est á f uera de sí” et c, la realidad es que su ment e est a llena de pensamient os, imágenes y recuerdos “cat ast róf icos”. Que est as elucubraciones ment ales, vist as por un observador no asust ado, puedan parecer “ir r acionales” (y en las f obias lo son, en cuant o no aj ust adas a la realidad), no desvir t úan su caráct er cognit ivo. Es más, la per sona es coherent e en su respuest a con est os pensamient os de “vivido peligro”. 15 Hay que considerar un aspect o complement ar io. La persona que exper iment a ansiedad, desar rolla un gran esf uerzo en buscar indicios en el medio que “j ust if iquen” su ansiedad. Las per sonas ansiosas son personas que se perciben así mismos vulnerables, cont inuament e deben pr ot eger su debilidad explorando, “a veces compulsivament e” el ent or no para est ar prevenidos. Se desgast an y el cansancio les af ect a ant es que a ot ros. ¿Qué podemos deducir de t odo est o? Quizás lo más impor t ant e sea concluir que las decisiones basadas en esos datos conllevarán más errores que los basados en un análisis más prof undo. La probabilidad de acer t ar con la respuest a adecuada se reduce. Es f ácil que al f inal se acaben j ust if icando sus t emores. Mej or no probar que ser “agredido”. Vemos ent onces que la ansiedad af ect a no solo al procesamient o de los est ímulos sino que t ambién det ermina el número de est ímulos ut ilizados, que en general sobrepasa el adecuado para nuest ro sist ema cognit ivo. Además, el miedo dir ige la at ención de manera select iva, no hacia las señales adecuadas sino hacia las que indiquen el mot ivo de nuest ro miedo. Es normal, en est as condiciones, perder inf or mación relevant e para el problema. Son los pensamient os, que int erpret an las señales que llegan a nuest ro cerebro, los responsables de act ivar las dist int as emociones asociadas. El que algo nos gust e o nos disgust e depende de cómo lo queramos ver . I magínese a dos per sonas, una con miedo a los per ros y ot ra que t iene uno de compañía, ¿ver dad que no r eaccionan igual f r ent e a un per ro suelt o que se encuent ren en la calle?... Queremos signif icar con est e ej emplo la impor t ancia que nuest ra manera de pensar t iene en el miedo. El miedo, la aut oest ima, la conf ianza en uno mismo se adquieren en nuest ra exper iencia inf ant il, aprendemos de niños no sólo con nuest ras vivencias direct as con el mundo, sino que ya desde pequeños 16 incorporamos las valoraciones denuest ra f amilia y de personas cercanas, cuidadores, educadores et c. Est as valoraciones condicionan la f or ma en que el niño se aprox ima a la realidad, pues el niño t iende a creer aquello que le dicen Si obser vamos a nuest ro alrededor , es f ácil comprobar cómo los miedos se t ransmit en en las f amilias, de padres a hij os. I gual que ot ras “cost umbres”, educamos en el t emor y en el bienest ar a nuest ros hij os, de f orma que si su exper iencia no var ía, adquieren una impregnación duradera, cuyo or igen olvidamos y que con el paso del t iempo int egramos t an ínt imament e en nuest ro sist ema de creencias y emociones que acabamos ref ir iéndonos a ellos con expresiones del t ipo “yo soy así...” “Fulano es muy sensible...” et c. Así mismo, la segur idad o la insegur idad en nosot ros mismos se adquieren en el cont act o con los demás, cuando somos valorados por los ot ros, en especial por las per sonas signif icat ivas, de manera que, en cier t a medida, nos valoramos a nosot ros mismos en relación con las opiniones aj enas. Durant e la inf ancia y la adolescencia las creencias sobre nosot ros mismos se consolidan y además est a consolidación de la idea sobre quienes somos, ocur re en una f ase del desar rollo en que la capacidad de ref lexionar no est á suf icient ement e desar rollada. Por ello, t endemos a creernos la opinión de nuest ros “mayores”, no podemos j uzgar el mensaj e que sobre nuest ra per sona nos t rasmit en los demás. Si desde pequeños nos habit úan a asust ar nos, a sent ir nos incapaces de resolver y decidir , por est ar superprot egidos o lo cont rar io, nadie valora nuest ros acier t os y recibimos la misma recompensa por nuest ro esf uer zo o por su carencia, no adquir ir emos una aut oconciencia adecuada de nuest ros recursos. 17 En ot ras ocasiones, las per sonas r eciben un cast igo cont inuado, de manera que hagan lo que hagan, son t ildados de “inút iles” en más ocasiones de las debidas, esa per sona t endrá una aut oimagen de incapacidad. Est amos ayudando a desar rollar se diversos t rast ornos de ansiedad e indef ensión que harán que esa persona sea más asust adiza que ot ras que hallan recibido una imagen de si mismos más posit iva. 1. 4) Que se sient e: Lo más caract er íst ico de las f obias es el deseo de huir de la sit uación. De hecho, una de las f ormas más “cruent as” del miedo es la denominada agoraf obia, donde el hecho de no haber huida, posibilidad de escapar es lo que det ermina la conduct a del suj et o. La vulnerabilidad que se exper iment a puede var iar en los dist int os miedos, pero la necesidad de escapar se da en t odos. La huida represent a el alej amient o de nuest r a f uent e de t emor y la reducción inmediat a de la angust ia sent ida. Por ello, cuando es posible soslayar las sit uaciones que nos asust an, la respuest a adquiere la f or ma de una evit ación cada vez más manif iest a de la sit uación t emida. Esa es una de las caract er íst icas que el miedo t iene en nuest ra exper iencia humana, somos capaces de prever nuest ro f ut uro, lo que vamos a hacer , por ello, si t enemos miedo a una ser ie de sit uaciones, podemos planif icar acciones que nos permit an evit ar esos escenar ios. En ocasiones, cuando las personas no saben cuando aparecerá su miedo, la solución será mant ener una “aler t a” const ant e, con el desgast e que ello conlleva, esa sit uación de aler t a supone t al esf uerzo que para evit ar la el suj et o ir á rest r ingiendo cada vez más sus act ividades en las que no t enga una segur idad de evit ar los est ímulos que le inf unden t emor . 18 Si no le queda más remedio que sopor t ar la sit uación, iniciará un camino hacia el denominado “est rés crónico”, es decir , el mant enimient o de una respuest a de aler t a cont inuada, que provoca una ansiedad de caráct er indet erminado y const ant e que acaba “socavando” la int egr idad psicológica del que la “suf re y que repercut e en su salud general. 19 2. CÓMO ACTÚA EL MI EDO 2. 1). El miedo: un adversario o un aliado Tener miedo es una respuest a nat ural y posit iva, f orma par t e de la herencia genét ica que la evolución de la vida en la t ier ra nos ha dej ado. Sin est a emoción, la vida no hubiera exist ido. Es una emoción, que cuando aparece t ransf orma nuest ro est ado de ánimo, ocupando nuest ra at ención y nuest ro pensamient o, con el obj et o de def endernos de una posible amenaza. Hace que nuest ra percepción del ent or no se cent re en el suceso que lo desencadena. Tiene una misión de ayuda, nos aler t a cuando aparecen sucesos inesperados, no previst os y consider ados cómo una amenaza. También aparece cuando nos enf rent amos a una sit uación previsible, que sabemos o creemos que va a suceder y en la que carecemos de exper iencia ¿quién no ha exper iment ado el miedo a la “pr imera vez”?. Ahora bien, para que se convier t a en una respuest a prevent iva, debe adapt ar se a las necesidades y “ret os” que el ent or no det ermina. Un miedo no j ust if icado nos volverá ext remadament e miedosos y una ausencia de miedo nos podr ía volver demasiado “at revidos”. Disponemos de dos mecanismos de aprendizaj e para adapt ar nuest ro miedo, para evaluar las sit uaciones cómo amenazant e o no, en f unción de las consecuencias que los sucesos de la vida nos proporcionen La Habit uación: Se produce cuando lo inesperado dej a de ser lo por volver se cot idiano, por repet ido. Un ej emplo es cuando cambiamos de vivienda y la nueva t iene un nivel de ruidos dif erent e, t ardamos un t iempo en habit uarnos y en no prest ar at ención a los nuevos sonidos porque cocemos al exper iment ar los, su signif icado. 20 La exper iencia, que nos pone en cont act o con nuest ro ent orno, hará que las respuest as emocionales vayan siendo at enuadas y poco a poco, el miedo a lo nuevo va desapareciendo, cuando comprobamos que no ocur re nada, que nuest ros recursos nos permit en “salir air osos” de est as sit uaciones. En la conducción se t ransf orma en el t ópico de “se aprende a conducir cuando se aprueba el car net ”. En realidad, lo que ocur re es que t ranscur r ido un t iempo, el conduct or novel est á habit uado a la cir culación, at enuándose su sor presa ant e la diver sidad del t r áf ico, cuando su conocimient o de las vías y de las reacciones de los demás le permit e disminuir su sensación de incer t idumbre. Cuando est o no ocur re, e incluso el miedo inicial aument a, est ableciéndose con la sint omat ología propia de las f obias, deberemos pensar que algo ha salido mal y que por alguna razón, esa habit uación nat ural no se ha producido. Los ant ecedent es de la per sona, la f orma de enf rent ar se a lo novedoso y a aquellas sit uaciones que exigen decisiones, cómo puede ser la conducción, llevan, inevit ablement e, un per iodo en que nos genera un esf uer zo at encional de mayor int ensidad, hast a que la habit uación a la sit uación nos acaba reduciendo la int ensidad emocional de nuest ras respuest as de at ención. En personas con respuest as ansiógenas, est e miedo puede no at enuarse en aquellas sit uaciones especialment e est resant es cuando la aut oconf ianza no est é en buen nivel o se vea det er iorada por diversas cir cunst ancias de nat uraleza var iable. La Sensibilización: Se produce cuando a un suceso le sigue una consecuencia inesperada y dañina. Se nos “graba” en la memor ia y nos recuer da que no debemos hacer lo. Es una f or ma de aprendizaj e nor mal. 21 El miedo hacia lo que nos puede producir daño es una f orma de prot ección, el problema se present a cuando nos “sensibilizamos” a est ímulos que no producen consecuencias dañinas. A veces, la int ensidad del r iesgo vivido es “t an real” que la per sona queda af ect ada por un único suceso t raumát ico, pero no es lonormal. De t odas f or mas la sensibilización excesiva represent a un t emor t an int enso que la persona calif ica su capacidad para af ront ar la sit uación de nula, descar t ando su af ront amient o sin apenas haber lo int ent ado. De nuevo habrá que ref er ir se a la hist or ia per sonal para det er minar el porqué de su sensibilización. Podemos ut ilizar un ej emplo bast ant e cor r ient e dent ro de las f obias a los animales, el miedo a los per ros, una de las f ormas más cor r ient es. Pensemos en el ej emplo de una per sona que de niño ha sido agredido por un per ro. El miedo le hará pensar de una f orma generalizada sobre t odos los per ros. De esa f or ma, si cada vez que vea uno de esos animales piensa que le puede agredir , est á cont r ibuyendo a def enderse de esa posible amenaza. Una f orma de pensar que int ent a evit ar la posibilidad de que vuelva a ocur r ir . (No nos ext rañemos, si lo analizamos t odos con mayor o menor f r ecuencia en nuest ra vida cot idiana ut ilizamos expresiones del t ipo t od@s l@s ........ son iguales.) Es decir , agr upamos a t od@ l@s miembros del gr upo en una misma cat egor ía, sin conocer los individualment e e ident if icando al grupo por uno de sus miembros. En los miedos est as generalizaciones son habit uales, de manera que al no dist inguir ent re sí los est ímulos individuales y agrupándolos en una sola cet egor ia generalizamos, sin dar nos cuent a, la respuest a de miedo a cada vez más sit uaciones, a t odas aquellas que t engan un component e que nos permit a incluir las en el gr upo de las que nos asust an. Cada vez “engorda” más y más, cada vez nuest ro miedo aparece con más f recuencia, con más int ensidad y con menos cr it er io discr iminat ivo, con más incapacidad para dist inguir lo 22 peligroso de lo que no lo es. Al f inal t od@s l@s ........ son iguales Ambas f ormas de aprendizaj e (habit uación y sensibilización) equilibran nuest ra exper iencia, t ener cier t o nivel de miedo f rent e a lo desconocido aument a nuest ra aler t a y f avorece la at ención, siempre y cuando no inhiba, por exagerado, nuest ra capacidad de reacción. La sensibilización bien ent endida nos permit e dist inguir aquellos element os de nuest ra exper iencia que realment e no son iguales a los demás y que represent an un peligro aut ént ico. Es impor t ant e una adecuada proporción ent re ambos mecanismos, porque nos ayuda a desenvolvernos con ef icacia en nuest ro ent or no. Cuando est a armonía se rompe y la habit uación se inhibe por la sensibilización, las f obias aparecerán per j udicando el nor mal desenvolvimient o de nuest ro exist ir . El miedo prot ege ant e lo pot encialment e ar r iesgado o peligroso, nos proporciona cier t a caut ela f r ent e a lo desconocido, nos recuerda que somos inexper t os. Es una guía que puede ayudar nos a descubr ir lagunas en nuest ra exper iencia, para no asumir r iesgos innecesar ios hast a que aprendamos a valorar , adecuadament e los est ímulos ambient ales. Pero cuando el miedo no nos prot ege, sino que nos impide af ront ar las act ividades que t enemos que hacer nos provoca una emoción clarament e negat iva e improcedent e. Por ej emplo, haber t enido exper iencias casuales negat ivas nos puede hacer que adj udiquemos un nivel de r iesgo excesivo a sit uaciones que no son t an ar r iesgadas No debemos olvidar , que al vivir r odeados de ot ras per sonas desde que nacemos (que nos prot egen y nos educan); se nos ha enseñado el valor de las cosas, somos educados sobre lo posit ivo y lo negat ivo, lo peligroso, los r iesgos, lo que debemos evit ar y a lo que es bueno acercarse. 23 La inf luencia recibida puede aument ar o disminuir nuest ra capacidad de exper iment ar los sucesos novedosos de un modo posit ivo y adapt ado. Sin duda personas educadas en el t emor , van a desar rollar una mayor f acilidad para sent ir r iesgo, su t iempo de habit uación será más prolongado y t endrán más f acilidad a la sensibilización. Si nos sit uamos al ext remo cont rar io, encont raremos personas en las cuales el sent ido del peligro est á muy disminuido, asumen r iesgos en sit uaciones que no conocen o no saben como resolver . Así mismo, algunas per sonas reaccionan f rent e al miedo generando respuest as de agresividad cont ra los ot ros o cont ra las sit uaciones que le asust an. Cómo una f orma “expedit iva” de af ront amient o: su eliminación 2. 2) ¿Qué nos provoca el miedo? El miedo es, cómo se ha dicho, una respuest a psicológica que desencadena una ser ie de cambios f isiológicos con una f inalidad def ensiva f rent e a una amenaza percibida. La respuest a del miedo hace que el cerebro (el hipot álamo, para ser exact os, una par t e del cerebro ligada a los procesos de aprendizaj e y de la memor ia) segregue una sust ancia (ACTH) que act iva las denominadas glándulas suprar renales (llamadas así por encont rarse encima de los r iñones). En dichas glándulas, la llegada de est e product o cerebral act iva la producción de la adrenalina y de los glucocor t icoides. Est as hor monas producen una ser ie de cambios en el f uncionamient o del corazón (act ivándolo), de los pulmones (que aument an la absorción de oxígeno) del sist ema muscular (t ensándolo), sobre la vist a (dilat ando las pupilas), aument a el f luj o sanguíneo a cier t as zonas del cuerpo y las supr ime en ot ras, et c. Est os cambios a cor t o plazo, son product o de la adrenalina, que t iene un 24 ef ect o inmediat o. Los glucocor t icoides t ienen un ef ect o más lent o. Sus pr incipales ef ect os t ienen que ver con el met abolismo de la glucosa, la supresión de cier t as f unciones cómo es la disminución de act ividad del sist ema inmunit ar io y ligeras alt eraciones en el equilibr io químico del cerebro (alt era las cant idades de neurot ransmisores). Est os ef ect os a largo plazo, cuando el est rés y el miedo se inst auran de f orma permanent e, conllevan una gradual debilidad, mayor propensión a las inf ecciones y un decaimient o en el est ado de ánimo que puede provocar una depresión react iva... Todos hemos exper iment ado los ef ect os del miedo, alguna vez, en nuest ra vida, especialment e de niños se exper iment an est as cr isis de miedo int enso, alguna vez se manif iest a en sueños “t er ror íf icos” que nos causan una emoción int ensa. Pero los ef ect os del miedo pueden adopt ar f or mas más sut iles, más complej as. El ser humano puede exper iment ar lo no solo por est ímulos ext ernos, sino t ambién por est ímulos int er nos (piense en las pesadillas). Est os est ímulos int er nos se manif iest an cómo ideas int rusivas, a veces no percibibles de una manera conscient e, pero que sin embargo, son capaces de desencadenar las respuest as f isiológicas del miedo, sin que sepamos porqué. A veces, el miedo se exper iment a f r ent e a previsiones, nos asust amos de sit uaciones que t odavía no hemos vivido y a las que sin embargo t enemos “pánico” sin haber las exper iment ado. Tal vez por la inf or mación que t enemos o nos han comunicado sobre el f enómeno. Es decir , el miedo se desencadena t ant o por est ímulos del ext er ior , de pensamient os cat ast rof ist as no percibidos conscient ement e o de expect at ivas negat ivas sobre hechos venideros. Una persona asust ada, est ará en un estado de alerta más o menos int enso, esto supone que parte de su atención est ará ocupada en 25 f ilt rar, buscar e int entar detectar aquellos est ímulos que indiquen la presencia real de su miedo. Lógicament e, nuest ra capacidad de at ención est ará or ient ada en la búsqueda de inf or mación, de t al manera que es muy probable comet er er rores al perder capacidad para det ect ar la inf ormación sobrant e, que sin embargo puede ser la det erminant e para af ront ar la sit uación de f orma ef ect iva.No negamos que hay sit uaciones que r equieren est a respuest a de aler t a. Nat uralment e, si t enemos esa respuest a en nuest ro bagaj e genét ico es porque cumple un papel en la supervivencia. Pero no hay que olvidar el medio ambient e en el que se f or mó est a respuest a de aler t a. Est as respuest as est án est r uct uradas par a cesar cuando la sit uación que la j ust if ica acaba. Pues no es el est ado nat ural de un ser vivo, menos en un pr imat e (un mono super ior ) cómo somos los humanos. Ahora bien, nuest ra sociedad nos somet e a desencadenar respuest as de aler t a y def ensa con alt a f r ecuencia. No necesar iament e grandes acont ecimient os t raumát icos, sino pequeños incident es. I magínese el lect or cir culando con pr isa, porque no llega a una cit a impor t ant e de t rabaj o en un t ráf ico denso. I nt ent ar á obt ener t odas las vent aj as de la sit uación para ganar t iempo, cambios cont inuados de car r il, int ent os de sobrepasar vehículos, sor t ear obst áculos ant es que ot ros conduct ores, apurar al máximo los semáf oros, descar t ar el det enerse en los pasos de peat ones, et c. No hay grandes sust os, pero sí un cont inuo de respuest as def ensivas. Llega un moment o en que se cronif ica est e est ado de aler t a mant enida. Los glucocor t icoides, (especialment e el llamado “cor t isol”), se mant ienen act ivados y van limando f isiológica y psicológicament e. Se act ivan sust ancias que nor malment e solo lo hacen en cont adas ocasiones. Somet emos al cuerpo a un sobreesf uer zo de act ivación del que nos resent imos. Nuest ro sist ema nervioso, cargado de act ivadores int ernos y ext ernos 26 empieza a desencadenar respuest as anómalas, insomnio, incapacidad de “desconect ar ”. La vida se t ransf or ma en un “problema” puest o que nuest ro cerebro solo procesa problemas, con lo que cada vez t endemos a ver lo t odo con un f ilt r o de cont rar iedad, nuest ro humor cambia. Es verdad que el miedo acaba int er f ir iendo en nuest ra vida por que es una emoción que nos indica que f rent e a t odos esos pequeños problemas no podemos def ender nos, porque no nos sent imos capaces de hacer los f r ent e, nos sent imos f rágiles y suscept ibles de recibir daños de ese ambient e que nos rodea. Los demás empiezan a ser considerados cómo posibles “enemigos” que además pueden at acarnos sin previo aviso. La sensación de desesperanza, de angust ia que produce el miedo es una exper iencia subj et iva, que puede var iar de persona a per sona. Tenga en cuent a que lo que nos proporciona la genét ica y lo que depende del ambient e conf orman nuest ra par t icular f or ma de ser . Nadie es igual a nadie, pero t ambién t odos f or mamos una misma especie, una sola raza y un solo t ipo de humanos. Somos “homo sapiens” y eso nos hace parecernos mucho los unos a los ot ros. Además, cómo nunca se repit en las misma genét ica ni las mismas exper iencias, t odos somos en algunos aspect os dif erent es. 2. 3) La f unción del miedo en la conducta. Para ent ender como nos af ect a el miedo, debemos comprender que cualquier emoción produce un est ado de ánimo y un conj unt o d pensamient os dest inados a sat isf acer esa emoción. La f inalidad del miedo es la de bloquear la sit uación t emida o huir cuando nos vemos obligado a exponer nos a ella. ¿porqué nos promueve esa respuest a? Para reducir la angust ia que la sit uación nos provoca. 27 Es decir , el miedo act úa, en la Amaxof obia para evit ar la conducción, pero si el suj et o decide “llevar le la cont rar ia” y enf rent arse al miedo est e cont raat aca present ándose en t res moment os dif erent es: Antes de conducir Si a ust ed se le ocur re pensar en hacer lo o sabe que t endrá que conducir , act ivará unos pensamient os clarament e cat ast rof ist as, t ant o en relación a la t area como sobre su capacidad de ser capaz de sopor t ar su af ront amient o. Es posible que empiece a elaborar excusas para demorar lo o para evit ar lo. Todos esos pensamient os y la ansiedad que exper iment a est án dest inados a desanimar le a plant ear le la disyunt iva ent re “suf r ir ” por conducir o evit ar pasar lo mal. Durante la conducción Si a pesar de est e pr imer “envit e” ust ed resuelve int ent ar lo, el miedo acumulado se verá increment ado por un conj unt o de pensamient os cuyo f in es conf irmar que haber lo int ent ado era un er ror . Que hubiera sido mej or no hacer lo. Est ará cont inuament e explorándose así mismo, buscando los sínt omas que le avisen de que per derá el cont rol. Es probable que piense “soy un ir r esponsable” porque damos por supuest o “que no somos capaces”. Después de conducir Si cuando t ermina result ara, como suele ser lo habit ual, que ninguna de sus peores “int uiciones” se han cumplido, no se preocupe, al miedo le queda el argument o de que “he t enido suer t e”, “había poco t ráf ico”, et c. Nunca se le ocur r ir á pensar , “ya has vist o que has sido capaz de cont rolar la sit uación” o “hoy lo aguant é mej or que ayer pero mañana será mej or ”…De esa manera nunca le dej ará en paz. 28 Test de Autoest ima “No hay juicio de valor más import ant e a la persona humana, no hay f actor más decisivo en su desarrollo psicológico y su mot ivación, que la evaluación que uno hace de sí mismo” N. Branden Cada una de las siguient es proposiciones, se puede calif icar con las palabras nunca (1), a veces (2), f recuentement e (3) o siempre (4). Escoge la palabra que mej or t e cuadr e y marca el nº cor respondient e 1 2 3 4 Cuando me sient o of endido lo expreso Los ot ros valoran mis opiniones Me considero int eligent e Me considero digno de los dones que se me of recen Est oy sat isf echo con mi desarrollo personal Considero que compararme con ot ras personas para ver quien vale más, es una pérdida de t iempo Disf rut o conociendo y hablando con gent e nueva Me sient o cómodo en reuniones sociales Soy f eliz de ser quien soy y no quisiera ser ot ro La present e sit uación de mi vida me sat isf ace Est oy sat isf echo de la manera cómo vivo mi vida Me gust a el lugar donde resido Disf rut o de mi t rabajo La gent e me admira 29 Soy considerado y cort és con los demás Me sient o bien cuando me levant o por la mañana No dependo de los demás Cont ribuyo posit ivament e a la vida de los demás Disf rut o cuidándome razonablement e y sat isf aciendo mis necesidades de aliment ación, ejercicio f ísico, et c. Procuro vivir una vida equilibrada: suf icient e descanso, t rabajo, esparcimient o, et c. Disf rut o de la soledad Est oy sat isf echo de mí Sient o respet o por mí mismo Me considero una persona de buen parecer Me aprecio, me valoro Me considero una persona at ract iva al ot ro sexo Pienso que soy una persona cariñosa Pienso que soy una persona generosa Tengo conf ianza en mi mismo Me considero un t riunf ador TOTAL COLUMNA TOTAL “Verdadero Amor de sí mismo y egoísmo, son dos polos opuest os” Er ich Fromm I nterpretación: La punt uación máxima es 120 y la mínima es 30 Si es menor de 40 Aut oest ima baj a Si es ent re 41 y 80 Medianament e alt a 30 Si es ent re 81 y 120 Alt a Las respuest as punt uadas con 1 o 2 son aspect os de la aut oest ima que hay que mej orar Las respuest as punt uadas con 3 o 4 son aspect os adecuados de t u aut oest ima Cuestionario de medida de la propensión al miedo SI NO ¿Le preocupa olvidar se de apagar las luces, e y de cer rar la puer t a con llave? ¿Se preocupa de sus ef ectos personales? ¿Le preocupa no t ener siempre la casa limpia y or denada? ¿Le preocupa su salud? ¿Se preocupa de hacer las cosas a su debido t iempo? 31 ¿Tiene a veces que cont ar las cosas var ias veces o que repasar ment alment e cant idades? ¿Es una persona que sient a r emordimient os de conciencia por las cosas or dinar ias? ¿Se ha vist o asalt ado alguna vez por det erminados pensamient os de daño f ísico hacia ust ed o los suyos (pensamient os que llegan y se van sin razón alguna? ¿Le preocupa que las cosas f rágiles que hay en su casa puedan caerse y romperse ¿Ha t enido alguna vez la idea persist ent e de que alguien que conoce ha suf r ido un accident e o le ha ocur r ido algo malo? 32 ¿Teme ser at acado/ a o violado/ a? ¿Piensa en las cosas que ha hecho, pregunt ándose como podía haber lo hecho mej or? ¿Le preocupan los microbios? ¿Tiene que dar le vuelt as a las cosas una y ot ra vez ant es de t omar una decisión? ¿Se cuest iona muchas de las cosas que hace, o t iene dudas sobre ellas? ¿Hay algunas cosas det erminadas que int ent e evit ar porque sabe que el hacer las va a suponer le un t rast or no? 33 ¿Se preocupa mucho por el dinero? ¿Piensa a menudo que las cosas no van a ar reglarse y que en cambio, si pueden empeorar? ¿Se sient e ir r it ado o de mal humor cuando alguien no hace las cosas con cuidado o cor rect ament e? ¿Piensa mucho en el det alle de las cosas? ¿Le vuelven a la memor ia una y ot ra vez recuerdos con sent imient os de culpabilidad? ¿Tiene sent imient os repet idos de celos o de miedo a que le abandonen? 34 ¿Lee los accident es de t ráf ico? ¿Se encuent ra a menudo pensando de nuevo en sus ant iguos er rores? ¿Se pone nervioso cuando piensa en que puede encont rarse solo? ¿Se ha sent ido alguna vez preocupado por los cuchillos, mar t illos, hachas o demás armas peligrosas? ¿Le preocupa el hecho de ver se at rapado en una mult it ud, en un ascensor , et c.? Clave de corrección: Para t ener una medida de su t endencia a sent ir o percibir miedo sume 35 las respuest as posit ivas que haya emit ido y compare su punt uación con los siguient es valores Punt uación Signif icado 28- 21 Mucho 21- 14 Bast ant e 14- 7 Poco 7- 0 Nada Tenga en cuent a que la percepción de miedo solo indica si t iende asust ar se con f acilidad. Recuer de que el miedo es result ado de considerar que no somos capaces de resist ir la sit uación. Por ello, la percepción de si mismo est á ocult a en est os t rast ornos. 3. 2) Las consecuencias del miedo a conducir. Est os cuest ionar ios son solo aproximaciones para poder hacernos una idea de dos parámet ros impor t ant es en la calidad de la vida psicológica de un individuo, es obvio que en caso de duda o si t iene la sospecha de que est os result ados le est án inf ormando de la presencia de un t rast orno, no dude en consult ar a un especialist a en psicología clínica. 36 Al f inal, la persona que comienza a desar rollar miedo a conducir , sent ir á su aut oconf ianza mer mada y una desconf ianza en los ot ros conduct ores, que se perciben, en una u ot ra medida, cómo “enemigos” que nos amenazan. Est o últ imo suele ocur r ir porque la propia insegur idad per sonal, nos hace percibir las sit uaciones t emidas como ir resolubles. En ocasiones, se observa como la persona manif iest a un gran t emor a ser j uzgada por los demás conduct ores. Est os af ect ados suelen viaj ar con conduct ores que cont inuament e van quej ándose de los ot ros usuar ios. Sin darse cuent a, creen que los demás los j uzgarán de la misma manera a la que est án acost umbrados. Est a “lect ura del pensamient o” es una manif est ación habit ual en la amaxof obia La reducción en el uso del vehículo pr ovoca cambios en la f orma y est ilo de vida de los af ect ados. Muchos de ellos han manif est ado los siguient es inconvenient es de su sit uación. “Tengo menos liber t ad de movimient os, pues ahora no voy a los sit ios si ello me supone cir cular por det er minadas vías” “Ahora, dependo de ot ros, amigos, f amiliares, del t r anspor t e público para desplazarme a cier t os lugares” “Procuro hacer desplazamient os que evit en las car ret eras, o las aut opist as, eso me lleva a inver t ir más t iempo en los recor r idos para ir de un lugar a ot ro “ “Me sient o inf er ior a ot ras per sonas que siguen conduciendo sin dif icult ad, a veces t engo que improvisar excusas para no coger el coche y que no se not e el miedo que suf ro” “He rechazado más de una of er t a de t rabaj o por est e problema, t e inf orman de que has de viaj ar de un lugar a ot ro o 37 que has de desplazar t e a lugares del ext rar radio urbano, ¡que se yo!, he rechazado t rabaj os por no t ener que conducir ”. Téngase en cuent a que algunos de est as ideas vienen inf luidas por el cambio de valor que suf r imos en la imagen per sonal. La incapacidad para ef ect uar una conduct a que, hast a la apar ición del problema, era habit ual, t r ast oca nuest ra aut opercepción. No t odas las personas llegan a exper iment ar un at aque de pánico, pero la mayor ía se aproxima, quedando marcada la sit uación en que se produce, cómo la más t emida. Una aut oest ima basada en el per f eccionismo, en la r igidez de pensamient o, en vivir a los demás cómo los causant es de nuest ros problemas, el sent ir que el dest ino nos per sigue, la f r agilidad emocional f r ent e a la f r ust ración, son previos a la apar ición del problema. Cuando se “hurga” en los ant ecedent es del problema aparece la ansiedad cómo uno de los f act ores personales más det erminant es, cómo no podía ser de ot ra manera. Ni siquiera el r esult ado de padecer accident es de t ráf ico produce el mismo ef ect o en unos o en ot ros af ect ados. La int ensidad y la per sist encia son los valores obj et ivos que def inen el t r ast orno. Es decir , no t ant o el t ipo de respuest a, que es común a muchas per sonas sino dif erencias cuant it at ivas en: La magnit ud de la respuest a f isiológica La f recuencia de apar ición de la respuest a La no disminución de la misma con el paso del t iempo, sino que t iende a aument ar El aument o de sit uaciones en que se manif iest a el miedo La sensación de incont rolabilidad sobre la misma La enor me necesidad de huida que llega a nublar la capacidad de razonar . 38 Est as caract er íst icas, vividas por la persona cómo un problema limit ant e, ir r acional y generador de un sent imient o de malest ar y limit ación en la f orma de vida es lo que def ine la “amaxof obia” cómo un t rast orno. Nuest ros est udios parecen conf irmar que la aut oest ima, es un f act or impor t ant e f r ent e a los miedos. Una aut oest ima saludable nos hará percibir las dif icult ades cómo problemas que pueden solucionarse, aunque no result e f ácil, una aut oest ima baj a nos predispone a aument ar la magnit ud percibida del problema de manera, que acaba por percibir se cómo ir resoluble. 39 4. ¿CÓMO I NFLUYE EL MI EDO EN LA CONDUCCI ÓN? 4. 1) La conducción, caracter íst icas y def inición: En est e apar t ado hablaremos de la conducción en cuant o act ividad ment al e int ent aremos descr ibir los procesospsicológicos que en la misma se producen, para poder ent ender cómo el miedo af ect a a est a habilidad y cómo ej ercer una inf luencia posit iva para int ent ar mej orar nuest ro cont rol sobre el miedo La conducción es una act ividad complej a. El conduct or debe realizar múlt iples operaciones ment ales, que se deciden por lo que vé y por lo que oye cuando cir cula. Luego procesa est os dat os y t oma decisiones que ej ecut a con los pies y las manos. La f inalidad de conducir es llevar nuest ro vehículo de un lugar a ot ro. Nos movemos por unas vías que son públicas, es decir , compar t idas con ot ras personas que, al igual que nosot ros, se dir igen a un dest ino propio. Para la organización de est e f luj o de int ereses exist en normas legales, más o menos respet adas y ot ras no escr it as, asumidas por los usuar ios, que dependen de las condiciones locales donde se desar rolla el t r áf ico. En la conducción, nos vemos somet idos a las vent aj as y a los inconvenient es del lugar par t icular en el que residimos y por donde t ransit amos. Exist e un código no escr it o, dependient e de las cost umbres, que aplican los conduct ores por simple imit ación. Los nuevos conduct ores se adapt an, poco a poco a ese conj unt o de hábit os locales de manera impercept ible, incor porando o asimilando lo que observan. La cir culación de vehículos hace que la conducción, como act ividad humana, t enga unas caract er íst icas, que conviene t ener en cuent a para 40 ent ender la dif icult ad que, act ualment e, t iene el t r ánsit o rodado. Las más signif icat ivas de las mencionadas caract er íst icas son: La complej idad Es complej a por la cant idad de est ímulos a nuest ro alrededor , coches, señales de t odo t ipo, luces, ruido, per sonas…Obt ener inf ormación de est a amalgama de dat os debe hacer se adecuadament e pues con ellos t enemos que decidir . Nuest ro est ado de ánimo puede det er minar a que at endemos, pues nunca percibimos t odo lo que nos rodea, sino un pequeño conj unt o. Y a su vez, lo que at endemos, puede modif icar nuest ro est ado de ánimo. Si est amos asust ados, puede que busquemos indicios de nuest ro miedo. La socialización Nos ref er imos a que la conducción es una act ividad social con sus nor mas y sus act it udes compar t idas. Los conduct ores noveles suelen quej arse de que el t r áf ico no es cómo les habían dicho, y en par t e es ver dad. Tendrá que aprender a int egrarse en el t r áf ico real, no en el que t eór icament e había imaginado. La Decisión Es el f act or cent ral de la act ividad del conduct or , Por ello dedicaremos una at ención especial más adelant e. En la t oma de decisiones los est ados de ánimo inf luyen de manera det erminant e. La Psicomot ricidad Hace ref erencia al cont rol que el conduct or t iene sobre su propio cuerpo. Es a t r avés de nuest ros brazos y piernas como cont rolamos el 41 vehículo. Es con nuest ros movimient os con lo que t rasmit imos nuest ras decisiones al aut omóvil. El aprendizaj e de est os movimient os coordinados det erminan, en gran medida, que sint amos que el coche realice lo que deseamos. Si no conseguimos un buen cont rol de nuest ro cuerpo, dif ícilment e nos sent ir emos seguros conduciendo. La f inalidad Es claro que se conduce para desplazarse de un lugar a ot ro. Pero como hemos coment ado, est o se ef ect úa ent re ot ros muchos conduct ores. Al est rés que manej ar nuest ro coche en est as condiciones se puede sumar al que ar rast remos del t r abaj o o de nuest ra vida personal. Est a sobreexcit ación puede hacernos olvidar que lo impor t ant e no es llegar ant es, sino hacer lo en condiciones de segur idad. El cont rol emocional y una at ención adecuada per mit ir án cont rolar est as incidencias evit ando caer en est ados nerviosos que nos impidan act uar de f orma cor rect a. Podr íamos def inir la conducción como: “Una habilidad compleja, desarrollada en un medio social y compart ido, en la que se pone en marcha un sist ema de respuestas cognit ivas, emocionales y psicomotoras en cont inuo cambio e int errelación con el objet ivo de desplazarnos en automóvil de un lugar a ot ro”. 4. 2 La conducción como secuencia est ructurada de respuestas Los conduct ores, cuando decidimos ir a un lugar , lo pr imero que hacemos es t razar un mapa ment al del desplazamient o. I ncluso en viaj es largos, es f r ecuent e dividir lo en t ramos, est ableciendo incluso las paradas. La repet ición de los it inerar ios hace que est e mapa se est ablezca de manera aut omát ica, sin necesidad de pensar lo. 42 Cuando t enemos el r ecor r ido est ablecido, la conducción se convier t e en una sucesión de problemas punt uales, or iginados por la adecuación de nuest ro vehículo a las cir cunst ancias que o suponen cambios en la posición del vehículo en la vía o var iaciones de velocidad. Est as sit uaciones suelen ser muy par ecidas ent re sí pudiéndose agrupar en t ipos cómo; el cambio de car r il, f r enadas, adelant amient os… Est a agr upación permit e est ablecer una secuencia de acciones para cada una de ellas, así se especif ican en la Ley de Tráf ico cómo nor mas de cir culación. Veamos el siguient e ej emplo, ref er ido al cambio de car r il: Al ef ect uar un cambio de car r il, se puede seguir un guión pref ij ado que habrá que adapt ar a cada caso concret o, pero que incluirán una inst rucciones f ij as: mirar los espej os; valorar dist ancias y velocidad de los demás vehículos, señalizar y ej ecut ar el desplazamient o. Var iará la presencia o no de ot ros vehículos, la velocidad del t r áf ico, las condiciones de la calzada, pero las medidas de segur idad, “el guión” será similar . 43 Por eso podemos hablar de la conducción como un conj unt o de secuencias de acciones, de guiones est ruct urados y est ereot ipados para act uar en un conj unt o de sit uaciones similares, en las cuales, aplicando el mismo procedimient o, simplif icamos el manej o del t r áf ico. La regla más básica, la más element al de t odas, el procedimient o guía para el t r áf ico es la siguient e: “VER” “PENSAR” “HACER” Es decir , ant es de act uar se debe observar el t r áf ico, ef ect uar una evaluación adecuada y sólo después modif icar la posición y/ o la velocidad del vehículo. Cualquiera de las nor mas de t ráf ico en vigor se est ruct uran en base a est e guión element al. Analicemos est a secuencia. VER: Visión f ront al del conductor Ángulo muerto Ángulo muerto Visión Visión Lat eral Lateral Visión Trasera 44 Est e t ér mino expresa que la f uent e pr incipal de obt ención de dat os, para t omar decisiones, conduciendo, es el sent ido de la vist a. Toda la inf or mación que necesit amos son, f undament alment e, est ímulos visuales y est á ahí, a nuest ro alrededor . Solo hace f alt a “saber ” donde dir igir nuest ra at ención Observe la f igura ant er ior . En ella se represent a la visión de un conduct or . Si se f ij a, t ant o con la visión direct a, cómo la que proporcionan los espej os, per mit e cont rolar una zona, alrededor del aut omóvil en la que puede exist ir un r iesgo próximo. Además, es en ese ent orno donde nuest ro aut omóvil, si le var iamos la posición (por ej emplo, desplazándolo lat eralment e) o la velocidad (bien por que t engamos que f renar o t engamos que acelerar ) puede provocar r iesgo a ot ros conduct ores que t ransit en en nuest ras proximidades.Est a limit ación de visión por par t e del conduct or impone dos act it udes de segur idad básicas: Primero No vaya más rápido con su aut omóvil de lo que det ermine su campo de visión Segundo Limit e la velocidad a su capacidad de observación, porque no t odas las personas procesan la inf or mación visual a la misma velocidad Nuest ro sent ido de la vist a no act úa como una cámara f ot ográf ica que regist ra de manera obj et iva y complet a nuest ro ent or no. ¿Quién no ha sent ido alguna vez la decepción al comprobar una f ot o? Uno miraba a t ravés del visor y pensaba ¡qué maravilla! Luego, al cont emplar la f ot ograf ía descubre que lo que la cámara ha ref lej ado, t iene poco que ver con lo que habíamos creído observar con nuest ros oj os. Nuest ra visión no es, por nat uraleza, obj et iva. Recuerde que la at ención es limit ada y select iva. La percepción visual es una int erpret ación de la realidad, no vemos lo 45 que los oj os cont emplan, sino la imagen que nuest ra ment e const r uye con los dat os recogidos por los sent idos, no solo de la vist a. La percepción est á inf luenciada, ent re ot ras cosas, por el est ado emocional, af ect ando en pr imer lugar que queremos ver y en cómo lo vemos. Cuando est amos cir culando, hay un número de causas y razones, t ant o ext ernas cómo int ernas, por las que est e act o de obser vación puede result ar inadecuado, nuest ra vist a no es un espej o pasivo de la realidad. Uno de ellos es la abundancia de est ímulos, “¡no me da t iempo a ver lo t odo!”, “¡no puedo ver t odo a la vez!”. Est as y ot ras, son expresiones habit uales en los conduct ores poco exper iment ados ¡y t ienen razón! No se puede, ni se debe mirar t odo, y desde luego no da t iempo. El cerebro humano no es capaz de at ender el gran conj unt o de est ímulos visuales que aparecen ant e él, ya que t iene una capacidad limit ada de at ención. Numerosos est udios de psicología, así lo demuest ran. Habrá que seleccionar y procesar un conj unt o det erminado de dat os Mi exper iencia con conduct ores asust ados me indica que, est a f alt a de capacidad para ver lo t odo, provoca una sensación de desasosiego impor t ant e, como si cualquier dat o que se pierde, que no se “procesa”, pueda dar or igen a una sit uación de r iesgo. Nadie puede sobrepasar un número det erminado de est ímulos a la vez. Si nuest ra capacidad de at ención es limit ada lo que debemos de hacer es administ rar mej or los recur sos de que disponemos. Las est rat egias que podemos usar para est e f in son: Discriminar lo important e de lo accesorio: De t odo lo que rodea a un aut omóvil solo unos pocos vehículos son signif icat ivos. Aprender a f ij ar la at ención resolverá par t e del 46 problema. A veces conf undimos lo impor t ant e con lo super f luo. Lo f undament al es mant ener el cont rol sobre nuest ra zona de incer t idumbre (aquel espacio que r odea al vehículo y en el cual las var iaciones de posición o velocidad podr ían af ect ar a ot ros usuar ios). No sobrecargar la at ención: Det erminadas emociones, como la ir a, la preocupación, el miedo, cent ran nuest ra at ención en nosot ros mismos, en como nos sent imos y que pensamos. Como nuest ra capacidad es limit ada, f ij ar nos en ellas nos rest a ef icacia para at ender al ent orno viar io al ocupar con est os sent imient os y pensamient os par t e de nuest ros recursos at encionales. No sesgar la inf ormación: Vemos aquello que est amos predispuest os a ver y eso var ía con nuest ro est ado de ánimo y las expect at ivas. Cuando conducimos con miedo, t endemos a percibir más peligros de los que exist en. No podemos est ar at ent os a la vez a cómo nos sent imos y la conducción. At ienda lo impor t ant e. El conduct or asust ado buscará indicios de r iesgo a su alrededor , desviará algunos de sus recur sos at encionales en esa t area y per derá, por ello, par t e de su capacidad en inf ormación ir r elevant e. Est ablecer acciones secuenciadas: Los exper t os no miran t odo a la vez, dir igen su at ención a lo impor t ant e Y lo hacen de manera secuencial, pr imero una cosa y luego ot ra, pero de manera t an aut omát ica que no son conscient es de ello La rapidez con la que decide un conduct or exper iment ado radica en la práct ica de la at ención select iva, no en cualidades innat as. El haber aprendido a f ij ar se en lo impor t ant e le f acilit a la t area de buscar soluciones. Saber “qué” hay que mirar , que inf ormación buscar , permit e decidir en menos t iempo. 47 Aprender a “guiar ” la at ención, seleccionando e int erpret ando las acciones de los ot ros en t érminos obj et ivos, no cont aminados por el miedo u ot ros est ados emocionales int ensos, es un requisit o necesar io que debe adquir ir se con un ent renamient o adecuado. PENSAR: La inf or mación obt enida por el conduct or , a t r avés de la at ención, ha de int er pret ar la si quiere resolver los dilemas que se present an cir culando. Para conseguir solucionar los, ha de responder a las siguient es cuest iones: Que deseo hacer Que ocurre Que hago Con la inf ormación sobre la sit uación conseguimos además, una valoración del r iesgo y con ello deducimos como ha de ser la respuest a para resolver la dispar idad ent r e lo que quiero hacer y las cir cunst ancias concret as en las que cir culo. No hay recet as mágicas para act uar , aunque las cir cunst ancias sean parecidas la respuest a deber ía est ar adapt ada a cada sit uación concret a. El conduct or ha de ser f lexible El miedo nos vuelve r ígidos y vicever sa, ser r ígidos en nuest ros cr it er ios, esperar que los demás se compor t en con la máxima exact it ud, con ar reglo a la “Ley”, es no cont emplar la realidad... Las personas con miedo t ienden a exagerar el peligro percibido y por t ant o, la urgencia y el t ipo de respuest a es dif erent e a la de aquellos que no lo t ienen. Est e análisis para buscar soluciones concret as, llega a ser aut omát ico. La repet ición de los procedimient os genera hábit os ment ales, que si bien f acilit an el procesamient o de inf or mación, pueden provocar f allos en las decisiones. Est os hábit os de respuest a es lo que “vulgar ment e” se 48 denominan “ref lej os”. Cuando le pregunt as a un conduct or porqué act úa de cier t a manera suelen responder : “yo no pienso cuando t engo que hacer algo, lo hago...”. Damos por hecho lo que va a pasar , act uando rut inar iament e. Nuest ros deseos de que las cosas f ueran t al cómo las habíamos previst o han hecho que reaccionemos aut omát icament e, perdiendo la obj et ividad, puest o que hemos supuest o lo que ot ros iban a hacer . La conducción requiere una at ención conscient e, para evit ar que nuest ros deseos nos impidan capt ar la realidad. La f rase más repet ida, cuando surgen esos pequeños golpes ur banos, esos sust os t an cot idianos, es la de “yo creía que ust ed... ”. En def init iva, el t ér mino pensar, lo ut ilizamos para ref er ir la elección de una respuest a adecuada a una sit uación concret a. Pero, no olvidemos, que para escoger una respuest a adecuada, habrá que procesar inf or mación relevant e. HACER: Es el últ imo paso. Llevamos a cabo una secuencia de movimient os det erminados, que aprendemos e int egramos dent ro del proceso de decidir que hacer . Est as respuest as psicomot oras se caract er izan por : Son “hábitos” que se est ruct ura al inicio de la conducción. Es decir , la secuencia de movimient os, la calidad de los mismos, el cont rol que ej erce el conduct or sobr e su cuerpo, se est ablecen en las pr imeras f ases del aprendizaj e. Es ent onces cuando se conf iguran los hábit os f ísicos del conduct or . Marcándose una t endencia parael f ut uro. La coor dinación de movimient os, la dest reza, son habilidades psicof ísicas que se aprenden. La secuencia de movimientos se suele mant ener por la práct ica. Es decir , si no se modif ican cuando se realizan, la repet ición 49 t iende a perpet uar el hábit o, sea est e cor rect o o incor rect o. No debemos conf undir la “solt ura” de movimient os con la ef icacia del mismo. Repet ir durant e un numer o de veces suf icient e un movimient o, implica que su ej ecución se realice con menos esf uer zo, pero si est os movimient os no son los adecuados, la solt ura al ef ect uar los no garant iza que cambien a ot ros más cor rect os. Hay conduct ores que per pet úan sus er rores año t ras año. La velocidad de ejecución es independiente de la calidad. Es más, son dos caract eres de la respuest a en sí independient es y que requieren ser aprendidos de f or ma independient e, pero lo que es claro es que sin coordinación nunca se ej ecut an respuest as ef icaces. De ot ra par t e, deben de aprender se pr imero la coordinación y luego la rapidez, que se adquiere con el paso del t iempo, sin necesidad de proponerse como un obj et ivo a cor t o plazo. Los hábitos motores son persist ent es, especialmente si se han automat izado. Es más dif ícil modif icar un hábit o que crear uno nuevo. Si se adquiere un hábit o inadecuado, puede perpet uarse a menos que se modif ique de manera conscient e. Cuándo se desencadena una respuesta de est as caract eríst icas (una secuencia de movimientos) cuesta pararla, normalmente la secuencia se ef ectúa completa. Nos damos cuent a al f inal, pero no mient ras los ef ect uamos de los er rores comet idos en la ej ecución. La práct ica f avorece la rapidez de ejecución de la respuesta elegida, pero la calidad y validez de la misma depende de su correcto aprendizaje. No olvidemos se t rat a de un hábit o adquir ido por repet ición. 50 Nuest ras respuest as f ísicas deben ser graduales, adapt at ivas. Es impor t ant e aprender a manej ar el aut omóvil dando pr ior idad a la coordinación de los movimient os y no a su rapidez, de f or ma que podamos adapt ar nos a esa r ica var iedad de sit uaciones que se present an al conducir . La rapidez en la ej ecución debe ser result ado de una buena sincronización de los movimient os y no de un ret raso en la t oma de decisiones. Aunque los event os se parecen, no son iguales. Un buen conduct or es aquél que posee var ias alt ernat ivas para solucionar una misma cat egor ía de problemas. Conviene huir de reglas f ij as de act uación del t ipo “siempre que..., hago...,” por que el t r áf ico no se aj ust a a normas mat emát icas. Es más ambiguo, más bor roso, cir culando 2+2 puede ser 3 y en ot ras ocasiones 5 y hast a 4. Hay que acost umbrar se a ser f lex ible, porque no ser lo nos puede predisponer al er ror . Una int er pret ación est r ict a provoca un desequilibr io con la realidad, que en mat er ia de t ráf ico es, además, muy var iable. La f lexibilidad de respuest as permit e adecuarse al t r áf ico. La cir culación, como cualquier act ividad social est á llena de mat ices y “ángulos”. Pues somos muchas per sonas cir culando y cada cual con su propio dest ino. La amaxof obia provoca que se invier t a mucho t iempo en las f ases de “Ver ” y “Pensar ”, pues el miedo y la indecisión conllevan la repet ición de las evaluaciones visuales, en def init iva, se act úa t ar de. El miedo y la indecisión van emparej ados 4. 3. Factores emocionales y su inf luencia en la conducción. El t r áf ico es un gran j uego int eract ivo. Cada act o nos lleva a un cambio de velocidad y/ o posición, o de ambos a la vez. Pero cuando lo hacemos af ect amos t ambién a nuest ro ent orno, a nuest ra zona de incer t idumbre, 51 except o que cir culemos solos, algo, hoy en día, dif ícil de verdad. Por t ant o, la at ención cont inua es una necesidad. Por la misma razón es t ambién una necesidad que el conduct or piense en qué est á haciendo y no sea necesar io pensar en cómo lo est á haciendo. Queremos decir que si se adquiere una buena ej ecución, el conduct or inver t ir á su t iempo y su at ención en pensar “que t engo que hacer para resolver est a sit uación” y no en cómo hacer lo. Hay que automat izar las respuest as motoras y no la elección de la respuesta Conducimos en un medio social, somos inf luidos e inf luimos en la conduct a de los ot ros. Observar a los demás sin int erpret ar er róneament e lo que el ot ro pret ende, f orma par t e de la inst rucción que la práct ica proporciona. El t r áf ico es un ref lej o más de la condición humana y de su compor t amient o en sociedad. Proyect amos en los act os mot ores la per sonalidad y los conf lict os (piénsese en el uso de la “graf ología” t ant o a nivel laboral cómo j udicial). Las personas no cambian cuando suben a conducir un aut omóvil, act uamos de acuer do a quien somos, a que pensamos y a que sent imos. La soledad de la conducción, el aislamient o que nos proporciona el aut omóvil puede conducir a per der , moment áneament e nuest ros “cont roles sociales”, aquellas conduct as que en condiciones normales, permit en que nos relacionemos con desconocidos en int eracciones sociales. La ansiedad del t r áf ico f acilit a est a pér dida de cont rol, así cómo el miedo y a veces emit imos conduct as agresivas. Es f ácil, en ese recint o pr ivado que represent a el aut omóvil que podamos conf undir nuest ros deseos con la realidad y sent ir nos f r ust rados por los “ot ros”, pudiendo llegar a agredir a esos “indeseables” que no nos dej an hacer lo que queremos. La idea de “educación vial” debe encer rar la del r espet o a los ot ros, la consideración de que et imológicament e próximo y prój imo son la misma palabra, y no solo el conocimient o de una Ley de Tráf ico. 52 Pero, ¿podemos llegar a ser obj et ivos cuando int ent amos ent ender al ot ro? No del t odo, por que est amos condicionados por nuest ros sent imient os y emociones, que son “el color del cr ist al” con que miramos el mundo. La Psicología viene demost r ando que nuest ro est ado emocional provoca que j uzguemos el compor t amient o aj eno de f or ma que, sea coherent e con nuest ro est ado de ánimo. Así, una persona enf adada t enderá a ver en los demás agresiones aunque no las haya. Una per sona alegre int er pret ará las equivocaciones aj enas como er rores mient ras que una per sona cont rar iada las vivir á como signo de incompet encia. En la conducción, las emociones af ect an de diversas maneras, que para nuest ro int erés podemos concret ar en las siguient es: En la act itud hacia los demás y en la int erpret ación de la sit uación. Est a act it ud guiará nuest ra at ención hacia aquellos est ímulos y compor t amient os que j ust if iquen la emoción. Puede af ectar a la valoración del riesgo y por t ant o al t ipo de respuest a elegida. La act ivación f ísica asociada a la emoción inf luye en nuest ra capacidad psicomotora, f act or det erminant e en la ej ecución de los movimient os de la respuest a elegida. Cómo resumen a est a ref lexión sobre la conduct a de conducir , dej ar apunt adas una ser ie de ideas: Los “ref lejos” del conductor no exist en como cualidad innata. Hemos adquir ido un hábit o que nos per mit e generar acciones aut omát icas. Si hay dif erencias en el t iempo de reacción de cada individuo. Adopt e una velocidad en la cual disponga de t iempo para 53 desar rollar una respuest a adecuada. La conducción mejora si planif icamos la acción. Procure int er pret ar con ant elación lo que ocur re. Haga de la observación un hábit o aut omát ico. I nt ent e descubr ir los indicios de lo que puede suceder , pero siempre como hipót esis que hay que comprobar y cont rast ar , no lo de por hecho.
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