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No hay bálsamo en Galaad_

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2/11/23, 21:55 ¿No hay bálsamo en Galaad?
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¿No hay bálsamo en Galaad?
Por el élder Brent H. Nielson
De la Presidencia de los Setenta
El poder sanador del Salvador no consiste solo en Su capacidad para sanar nuestros cuerpos, sino en
lo que quizás sea más importante aún: Su capacidad para sanar nuestros corazones.
Poco después de mi misión, cuando era un estudiante en la Universidad Brigham Young, recibí una
llamada telefónica de mi padre diciéndome que le habían diagnosticado cáncer de páncreas y,
aunque sus posibilidades de supervivencia no eran buenas, que estaba decidido a recuperarse y
volver a las actividades normales de su vida. Esa llamada telefónica fue un momento aleccionador
para mí. Mi papá había sido mi obispo, mi amigo y mi consejero. A medida que mi madre, mis
hermanos y yo contemplábamos el futuro, nos parecía sombrío. Mi hermano menor, Dave, servía en
una misión en Nueva York y participó a larga distancia en esos eventos familiares tan difíciles.
Los médicos de ese entonces sugirieron una cirugía para intentar contener la propagación del
cáncer. Nuestra familia ayunó fervientemente y oró por un milagro. Sentía que teníamos su�ciente
fe en que mi padre podía ser sanado. Justo antes de la cirugía, mi hermano mayor, Norm, y yo le
dimos una bendición a papá. Con toda la fe que pudimos acumular, oramos para que fuese sanado.
Estaba programado que la cirugía durara muchas horas, pero después de poco tiempo, el médico
vino a la sala de espera para reunirse con nuestra familia. Nos dijo que cuando comenzaron la
cirugía, vieron que a mi padre se le había extendido el cáncer por todo el cuerpo. Según lo que
observaron, a mi padre solo le quedaban unos meses de vida. Estábamos destrozados.
Cuando mi padre se despertó de la cirugía, estaba ansioso por saber si la intervención había tenido
éxito. Le dimos la triste noticia.
Seguimos ayunando y orando por un milagro. A medida que la salud de mi padre se deterioraba
rápidamente, comenzamos a orar para que fuese liberado del dolor. Finalmente, al seguir
empeorando, le pedimos al Señor que le permitiera dejar esta vida rápidamente. Tan solo unos
meses después de la cirugía, como predijo el cirujano, mi padre falleció.
Los miembros del barrio y los amigos de la familia prodigaron mucho amor y cuidados a nuestra
familia. Tuvimos un hermoso funeral donde se honró la vida de mi padre. Sin embargo, con el
paso del tiempo, experimentamos el dolor de la ausencia de mi padre y comencé a preguntarme por
qué no había sido sanado. Me preguntaba si mi fe no había sido lo su�cientemente fuerte. ¿Por qué
algunas familias habían recibido un milagro pero la nuestra no? En mi misión había aprendido a
buscar respuestas en las Escrituras, por lo que comencé a escudriñar las Escrituras.
El Antiguo Testamento enseña sobre una especia o ungüento aromático que se usaba para curar
heridas, y que se hacía de un arbusto que crecía en Galaad. En la época del Antiguo Testamento, el
ungüento llegó a conocerse como el “bálsamo de Galaad”1. El profeta Jeremías se lamentó por las
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2/11/23, 21:55 ¿No hay bálsamo en Galaad?
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calamidades que observó entre su pueblo y tenía la esperanza de que hubiese sanación. Jeremías
preguntó: “¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico?”2 . En la literatura, la música y el
arte, a menudo se ha hecho referencia al Salvador Jesucristo como el Bálsamo de Galaad debido a
Su notable poder sanador. Al igual que Jeremías, yo me preguntaba: “¿No hay bálsamo en Galaad
para la familia Nielson?”.
En el capítulo 2 de Marcos del Nuevo Testamento, encontramos al Salvador en Capernaúm. La
noticia del poder sanador del Salvador se había extendido por toda la tierra y muchas personas
viajaron a Capernaúm para que el Salvador las sanara. Había tantas personas reunidas alrededor
de la casa donde se encontraba el Salvador, que no había lugar para que Él los recibiera a todos.
Cuatro hombres llevaron a un hombre enfermo de parálisis para que el Salvador lo sanara. No
pudieron abrirse paso entre la multitud, por lo que destaparon el techo de la casa y bajaron al
hombre para colocarlo ante el Salvador.
Al leer ese relato, me sorprendió lo que dijo el Salvador cuando conoció a ese hombre: “Hijo, tus
pecados te son perdonados”3. Pensé que si yo hubiera sido uno de los cuatro hombres que habían
llevado a ese hombre, tal vez le habría dicho al Salvador: “En realidad, lo trajimos aquí para ser
sanado”. Creo que el Salvador podría haber respondido: “y Yo lo sané”. ¿Sería posible que yo no
hubiera entendido plenamente que el poder sanador del Salvador no consiste solo en Su capacidad
para sanar nuestros cuerpos, sino en lo que quizás sea más importante aún: Su capacidad para
sanar nuestros corazones y los corazones quebrantados de mi familia?
El Salvador enseñó una importante lección por medio de esa experiencia, ya que al �nal, Él sanó
físicamente a ese hombre. Me quedó claro que Su mensaje era que Él podía tocar los ojos de los que
eran ciegos y podían ver; Él podía tocar los oídos de los que eran sordos y estos podían oír; podía
tocar las piernas de aquellos que no caminaban y podían caminar. Él puede sanar nuestros ojos,
nuestros oídos y nuestras piernas, pero lo más importante de todo es que Él puede sanar nuestros
corazones al limpiarnos del pecado y al sustentarnos en las pruebas difíciles.
Cuando el Salvador se aparece a la gente del Libro de Mormón después de Su resurrección, Él
habla nuevamente de Su poder sanador. Los ne�tas oyeron Su voz desde los cielos decir: “… ¿no os
volveréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros pecados, y os convertiréis para que yo os sane?”4.
Más tarde, el Salvador enseña: “… pues no sabéis si tal vez vuelvan, y se arrepientan, y vengan a
mí con íntegro propósito de corazón, y yo los sane”5. El Salvador no se refería a una sanación
física, sino más bien a una sanación espiritual de sus almas.
Moroni aporta comprensión adicional al compartir las palabras de su padre, Mormón. Después de
hablar de milagros, Mormón explica: “Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para
hacer cualquier cosa que me sea conveniente”6. Aprendí que el objeto de mi fe debe ser Jesucristo y
que al ejercer fe en Él, necesitaba aceptar lo que a Él le era conveniente. Ahora entiendo que el
fallecimiento de mi padre era conveniente para el plan de Dios. Ahora, cuando pongo mis manos
sobre la cabeza de otra persona para bendecirla, mi fe está puesta en Jesucristo, entendiendo que
una persona puede ser y será sanada físicamente, si es conveniente para Cristo.
La expiación del Salvador, que pone al alcance tanto Su poder redentor como Su poder
habilitador, es la bendición máxima que Jesucristo ofrece a todos. Si nos arrepentimos con íntegro
propósito de corazón, el Salvador nos limpia del pecado. Si alegremente sometemos nuestra
voluntad al Padre, incluso en las circunstancias más difíciles, el Salvador soportará nuestras cargas
y hará que sean ligeras7.
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Pero esta es la lección más importante que aprendí. Erróneamente había creído que el poder
sanador del Salvador no había funcionado para mi familia. Ahora que medito sobre el pasado con
ojos más maduros y con experiencia, veo que el poder sanador del Salvador se manifestó en la vida
de cada uno de los miembros de mi familia. Estaba tan centrado en una sanación física que no
pude ver los milagros que habían ocurrido. Mediante esa difícil prueba, el Señor fortaleció y elevó
a mi madre más allá de su capacidad, y ella tuvo una vida larga y productiva. Ella ejerció una
extraordinaria in�uencia positiva en sus hijos y nietos. El Señor nos bendijo a mí y a mis hermanos
con amor, unidad, fe y resiliencia, y esto se convirtió en una parte importante de nuestras vidas y lo
sigue siendo hasta la fecha.
Pero ¿y en cuanto a mi papá? Al igual que con todos los que se arrepientan, él fue sanado
espiritualmente al procurar y recibir las bendiciones que están al alcance gracias a la expiación del
Salvador. Él recibió la remisión de sus pecados y ahora aguarda el milagro de la resurrección. El
apóstol Pablo enseñó: “Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán
vivi�cados”8. ¿Lo ven? Yo le estaba diciendo al Salvador: “Te trajimos a papá para que lo
sanaras”, y para mí, ahora está claro que el Salvador sí lo sanó. El bálsamo de Galaad sí obró en la
familia Nielson, no de la manera que habíamos supuesto, sino de una manera aún más signi�cativa
que ha bendecido y continúa bendiciendo nuestras vidas.
En el capítulo 6 de Juan del Nuevo Testamento, el Salvador efectuó un milagro sumamente
interesante. Con solo unos pocos pescados y unas cuantas hogazas de pan, el Salvador alimentó a
cinco mil personas. He leído ese relato muchas veces, pero hay una parte de esa experiencia que pasé
por alto y que ahora tiene un gran signi�cado para mí. Después de que el Salvador alimentó a los
cinco mil, pidió a Sus discípulos que recogieran los pedazos restantes, las sobras, con las que
llenaron doce canastas. Me he preguntado, por qué el Salvador se tomó el tiempo para hacer eso, y
he llegado a entender que una lección que podemos aprender de esa ocasión fue la siguiente: Él
pudo alimentar a cinco mil y hubo de sobra. “… basta mi gracia a todos los hombres”9. El poder
redentor y sanador del Salvador puede cubrir cualquier pecado, herida o prueba, sin importar cuán
grandes o difíciles sean, y hay de sobra. Su gracia es su�ciente.
Con ese conocimiento, podemos seguir adelante con fe, sabiendo que cuando lleguen tiempos
difíciles, y seguramente los habrá, o cuando el pecado acorrale nuestras vidas, el Salvador “en sus
alas traerá sanidad”10, invitándonos a todos a venir a Él.
Les doy mi testimonio del Bálsamo de Galaad, el Salvador Jesucristo, nuestro Redentor, y de Su
maravilloso poder sanador. Doy mi testimonio de que Él desea sanarlos. En el nombre de
Jesucristo. Amén.
Notas
1. Véase Guía para el Estudio de las Escrituras, “Bálsamo de Galaad”.
2. Jeremías 8:22.
3. Marcos 2:5.
4. 3 Ne� 9:13; cursiva agregada.
5. 3 Ne� 18:32; cursiva agregada.
6. Moroni 7:33.
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https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/jer/8.22?lang=spa#p22
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/mark/2.5?lang=spa#p5
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/3-ne/9.13?lang=spa#p13
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/3-ne/18.32?lang=spa#p32
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/moro/7.33?lang=spa#p33
2/11/23, 21:55 ¿No hay bálsamo en Galaad?
https://w w w.churchof jesuschrist.org/study/general-conference/2021/10/33nielson?lang=spa 4/4
7. Véase Mosíah 24:15.
8. 1 Corintios 15:22.
9. Éter 12:27.
10. Malaquías 4:2.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/mosiah/24.15?lang=spa#p15
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/1-cor/15.22?lang=spa#p22
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/ether/12.27?lang=spa#p27
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/mal/4.2?lang=spa#p2

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