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MÁS ALLÁ DE LOS CINCO PUNTOS En búsqueda de una reforma más exhaustiva Algunas verdades yacen cerca de la superficie, otras requieren profundizar. Con el contenido de este libro te beneficiarás de la excavación de otros hombres que han comenzado a remover la tierra para exponer las consecuencias y las aplicaciones de adherirse completamente a la gracia soberana de Dios en la salvación de Su pueblo, considerada no solo individualmente, sino en conjunto. Los lectores dispuestos a esforzarse encontrarán mucho para reflexionar y mucho con lo cual beneficiarse. -Jeremy Walker Pastor de la Maidenbower Baptist Church en Crawlery, Inglaterra Crecer en la gracia y el conocimiento del Señor Jesucristo involucra crecer en el conocimiento y la práctica de Su Palabra. Donde la Biblia es mal entendida o ignorada, Cristo es eclipsado, y la iglesia y el cristiano retroceden. Por el contrario, donde se estudia la Biblia diligentemente, existe vitalidad y un incremento en la semejanza a nuestro Salvador. Por lo tanto, buscar activamente al Señor a través de las Escrituras es una empresa de toda la vida que no podemos dejar a un lado. En años recientes, algunos se han preguntado si una reforma moderna puede estarse desarrollando, mientras muchos cristianos recobran interés y una comprensión bíblica del plan de Dios para la redención. Tan alentador como esto es, ¿debemos conformarnos solo con llegar hasta aquí? ¿Es esta la única verdad que necesita recuperarse en nuestros tiempos? Si somos honestos, debemos contestar no. Y debemos continuar. Esta recopilación, si se lee minuciosamente y con la Biblia abierta, sugerirá otras áreas que necesitan restauración bíblica. Estoy agradecido con los autores por establecer un marco bíblico para las enseñanzas que son frecuentemente entendidas de forma errada o que pocas veces se proclaman en estos días, pero que son vitales para el crecimiento en la gracia. De todo corazón recomiendo estos escritos y desearía haber sido más expuesto a este tema con anterioridad en mi andar cristiano. -Jack Buckley Co-pastor de la Grace Community Baptist Church en North Providence, Rhode Island ¡El redescubrimiento de “las doctrinas de la gracia” entre los bautistas durante los últimos sesenta años me ha emocionado! Sin embargo, este alentador progreso no constituye una reforma. Las preguntas “¿qué es la iglesia?”, “¿cómo debemos adorar a Dios?”, “¿qué es vivir como Cristo?”, aún están delante de nosotros, implorando una reforma bíblica. Más allá de los cinco puntos provee dirección bíblica clara para las iglesias reformadas de la actualidad. La defensa de Barcellos sobre los Diez Mandamientos para la vida cristiana bajo la gracia es implacable. Los capítulos de Blackburn sobre la teología del pacto y la doctrina de la iglesia son indispensables para la reforma bautista. La explicación de Waldron sobre el principio regulador es muy necesaria para que los bautistas recordemos este principio fundamental que requiere aplicación renovada en la adoración y el gobierno de la iglesia. La defensa de Martin del por qué los bautistas necesitan confesiones de fe en la actualidad, es irrefutable. Reunirlos como lo hizo Ventura provee un estándar clásico para la reforma bautista de nuestros días. Los pastores bautistas, estudiantes y miembros de la iglesia necesitan estudiar este libro para comprender lo que significa edificar iglesias bíblicas e iglesias bautistas reformadas en la actualidad para la gloria de Cristo. -Dr. Fred A. Malone Pastor de la First Baptist Church en Clinton, Louisiana Más allá de los cinco puntos es un recurso pastoral maravilloso para regalar a cualquier hermano o hermana en Cristo que ha comenzado el viaje hacia una mejor comprensión de las doctrinas de la gracia. Si los cinco puntos son el aperitivo para el creyente hambriento, estos ensayos proveerán un plato principal rico y satisfactorio para guiarlo a un profundo conocimiento de la verdad. - Jim Savastio Pastor de la Reformed Baptist Church en Louisville, Kentucky. Publicado por: Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org ISBN 978-1-629461-81-6 Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por Rob Ventura para traducir e imprimir este libro, Going Beyond the Five Points, al español. Copyright © 2015 Rob Ventura. All rights reserved. This edition published by arrangement with Rob Ventura. © 2019 Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español realizada por Giancarlo Montemayor; edición realizada por Paula Bautista Rodriguez; diseño de la portada y las páginas por Francisco Hernández. Todos los Derechos Reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio—electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor. ©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso. MÁS ALLÁ DE LOS CINCO PUNTOS En búsqueda de una reforma más exhaustiva Dr. Richard C. Barcellos, Dr. Sam Waldron, Earl M. Blackburn, Dr. Robert Martin Prólogo por Dr. James White Dedico esta obra a Phil y Robin Dziuba, siervos comprometidos de Cristo, miembros fieles de la iglesia y amigos bondadosos. Rob Ventura Contenido Prefacio del editor Prefacio CAPÍTULO UNO Los diez mandamientos y el cristiano CAPÍTULO DOS El principio regulador CAPÍTULO TRES La teología del pacto CAPÍTULO CUATRO La iglesia CAPÍTULO CINCO La legitimidad y uso de la Confesión de Fe Otros Títulos de Publicaciones Faro de Gracia Rob Ventura es uno de los pastores de la Grace Community Baptist Church en North Providence, Rhode Island. Es autor y escritor para Reformation 21, revista en línea de la Alliance of Confessing Evangelicals y es coautor de dos libros publicados por Reformation Heritage Books, A Portrait of Paul [Un retrato de Pablo] y Spiritual Warfare [Guerra espiritual]. Fue el editor general del libro de Greg Nichols, Covenant Theology [Teología del pacto], publicado por Solid Ground Christian Books y contribuyó en la Biblia de estudio versión King James. Él, su esposa Vanessa y su familia viven en Rhode Island. Dr. Richard C. Barcellos es pastor de la Grace Reformed Baptist Church en Palmdale, California, autor de In Defense of the Decalogue [En defensa del decálogo], The Family Tree of Reformed Biblical Theology [El árbol genealógico de la teología bíblica reformada], Better than the Beginning [Mejor que el comienzo] y The Lord’s Supper as a Means of Grace [La cena del Señor como medio de la gracia] (Christian Focus Publications). Ha enseñado en el Institute of Reformed Baptist Studies y en el Covenant Baptist Theological Seminary. Escribe en www. grbcav.org y www.reformedbaptistfellowship.org. Él y su esposa, Nanette, tienen cinco hijos. Dr. Sam Waldron es uno de los pastores de la Reformed Baptist Church en Owensboro, Kentucky, en donde reside con Charlene, su esposa, desde hace 37 años. Es el autor de varios libros, incluyendo Exposición de la Confesión Bautista de Fe de 1689, El fin de los tiempos, una explicación para todos y más recientemente A Man as a Priest in His Home [El hombre como sacerdote en su hogar]. Enseña en el Covenant Baptist Theological Seminary en donde también es el decano académico. Earl M. Blackburn pastoreó durante 22 años la Trinity Reformed Baptist Church en La Mirada, California. Es pastor de la Heritage Baptist Church en Shreveport, Lousiana, desde el 2006. Es el autor de varios libros, incluyendo John Chrysostom [Juan Crisóstomo] (Evangelical Press) y 50 World-Changing Events in Christian History [50 eventos en la historia cristiana que cambiaron el mundo] (Christian Focus Publications). También es el autor de varios panfletos publicadospor Reformed Baptist Publications, incluyendo “Unconditional Election” [“Elección incondicional”] y “The Means of Grace” [“Los medios de la gracia”]. Él y su esposa, Debby, se casaron en 1975 y tienen un hijo, Caleb. Dr. Robert Martin es pastor de la Emmanuel Reformed Baptist Church en Seattle, Washington, y es profesor de teología bíblica en el Reformed Baptist Seminary en Taylor, Carolina del Sur. Es el autor de diversos libros, incluyendo A Guide To The Puritans [Una guía de los puritanos] (Banner of Truth). Él y su esposa, Colleen, tienen tres hijos: Andrew John, Iain Josiah y Lydia Anne. Prefacio del editor ¿Alguna vez te has encontrado con una enseñanza de la Escritura que cambiara por completo tu comprensión de Dios y de la Biblia de una manera profundamente positiva? ¿Alguna vez has sido tan tremendamente bendecido por ciertas verdades bíblicas que has querido compartirlas con otros? Quizá esto fue lo que sucedió cuando adoptaste por primera vez las doctrinas de la gracia, también conocidas como los cinco puntos del calvinismo. En cierto momento, tu perspectiva de la salvación era algo superficial, pero después Dios abrió tus ojos. Llegaste a un entendimiento más profundo de la enseñanza bíblica sobre cómo un pecador realmente es salvo, y transmitiste ese mensaje a otros. ¡Llegaste a comprender que, “la salvación es de Jehová” (Jonás 2:9) y te regocijaste grandemente! Hoy, contemplamos un maravilloso resurgimiento de esta comprensión de la salvación. Muchos que antes tenían una perspectiva centrada en el hombre, ahora creen la perspectiva bíblica e histórica respecto a este tema tan precioso e importante, la salvación. Sin embargo, cuando pensamos en los cinco puntos del calvinismo, es importante entender que este sistema teológico no compone toda la teología reformada, sino solo una parte de ella. Como doctrina, estos cinco puntos se enfocan específicamente en la soteriología, es decir, la doctrina de la salvación. Para ser precisos, el calvinismo es solo el primer peldaño de la escalera teológica de la fe reformada, una escalera que, si deseamos ser completamente bíblicos en todas las cosas, debemos continuar escalando. He recopilado y editado esta obra con el propósito de alentar a aquellos que han dado el primer paso a que sigan escalando. Este libro fue escrito para motivar a los cristianos reformados a que continúen en el viaje de gracia al que Dios los ha llamado. El propósito es ayudarles a continuar caminando en las “sendas antiguas… el buen camino” (Jeremías 6:16). Para esta recopilación, contacté a cuatro amigos que ya habían escrito sobre los temas que se encuentran en este libro. Elegí estos temas porque históricamente han caracterizado al cristianismo reformado y creo que, de ser recibidos, conducirán al lector a una perspectiva reformada más completa de la vida cristiana y de la iglesia. Aunque algunos podrían abogar por la inclusión de otros temas, elegí estos debido a que son especialmente importantes en esta época de la historia de la iglesia: los Diez Mandamientos y el cristiano, el principio regulador de la adoración, teología del pacto, la iglesia, y la legitimidad y el uso de las confesiones de fe. Mi oración es que la labor de todos los involucrados en este proyecto provea gran ayuda a muchos y que en todas las cosas el maravilloso nombre de nuestro Dios sea alabado. Estoy muy agradecido por todos los hombres que contribuyeron a este proyecto. Cada uno es conocido por ser un experto en el tema asignado y amablemente aceptaron mi petición de ayuda en esta importante empresa. También quiero agradecer a varios hombres que leyeron los primeros borradores de este volumen e hicieron valiosos comentarios: Jack Buckley, Robert Gemma, D. Scott Meadows, David Chanski, Jefrrey S. Smith, Nick Scotten y Dr. Bob Burrelli. Hermanos, gracias por el tiempo que invirtieron en este proyecto. Su trabajo en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58). -Rob Ventura Cranston, Rhode Island Marzo 2015 Prefacio R.C. Sproul arruinó mi vida. Bueno, quizá fue A.W. Pink. Quienquiera que haya sido, tuve esa devastadora experiencia al percatarme de que soy una criatura y Dios es Dios. Santo. Trascendente. Todo poderoso. Libre. Majestuoso. Mi Creador y Sustentador. Él tiene todo el derecho de hacer conmigo lo que desee. Siempre ha estado ahí en la Escritura, simplemente no lo había visto con la claridad y la consistencia que, estoy seguro, llega solamente en ese momento cuando el Espíritu Santo, en Su soberanía, lo trae al corazón y la mente. Como resultado de este reordenamiento de mis prioridades espirituales, contemplé la hermosa consistencia de lo que nos gusta llamar “las doctrinas de la gracia”, aquellas verdades bíblicas que honran a Dios y exaltan a Cristo, despojando al hombre de su jactancia y dándole toda la gloria al Dios Trino en la salvación. Entré a la temida “etapa de jaula [confinamiento]”, en la cual es mejor colocar al calvinista recién reformado en una jaula [confinarlo] para que no se haga daño sí mismo o a otros, al menos por un periodo de tiempo, hasta que pueda crecer, madurar y obtener el balance adecuado entre el celo y el conocimiento. Afortunadamente, siempre he estado comprometido con la iglesia y eso provee una maravillosa corrección para la falta de balance que puede afligir al creyente. Fue solo pocos años después de que reconocí que Dios es el centro de toda la creación, que el Señor nos llevó a mí y a mi familia a una iglesia bautista reformada que era sana, sólida y madura. Y fue ahí que aprendí, mediante el ejemplo y la enseñanza, que los cinco puntos, tan vitales y centrales como son, no son suficientes. De hecho, si no observamos cómo impactan el resto de la fe, realmente no estamos captando su importancia. Este libro fue escrito por hombres que han llegado a reconocer que las doctrinas de la gracia tienen implicaciones para toda la vida cristiana. Si nos detenemos en los cinco puntos, nos regocijamos en la libertad de Dios para salvar para Su gloria, pero no observamos que Su poder y gracia deben impactar nuestra adoración, nuestra enseñanza y cada aspecto de nuestras vidas, entonces estaremos estancados en nuestro crecimiento y nuestra proclamación de estas verdades será silenciada. Si proclamo en voz alta el derecho de Dios para salvar libremente como Él desea, pero no veo que esto significa que Él tiene el mismo derecho para ordenar Su adoración de la manera que a Él le agrade, ¿en realidad he entendido Su soberanía? Si observo la incapacidad del hombre para salvarse a sí mismo y mi dependencia absoluta de la misericordia y gracia de Dios, ¿no concluiré igualmente que la persona que fue poderosamente salvada por Dios será transformada, con la misma ley de Dios escrita en su corazón, para que se goce en la santidad? El creyente que adopta conmigo las brillantes enseñanzas bíblicas de la majestuosa libertad de Dios en la salvación encontrará que los siguientes capítulos son desafiantes, esclarecedores y edificantes, ya que, así como los cinco puntos se relacionan entre sí, todos señalando la gloriosa gracia de Dios, también nos conducen a más verdades que iluminan nuestro camino, guían nuestra adoración e informan nuestra enseñanza en muchas otras áreas. Es por esta razón que recomiendo ampliamente este libro. Que el Señor se complazca en darle un amplio número de lectores alrededor del mundo. Dr. James R. White CAPÍTULO UNO Los diez mandamientos y el cristiano Dr. Richard C. Barcellos1 Introducción El tema de este capítulo es muy relevante en nuestros días. Es relevante debido a la confusión cultural en cuanto a los asuntos morales. Es bastante obvio, para la mente entrenada bíblicamente, que estamos en medio de una crisis moral. Muchos están llamando buenas a cosas que no hace mucho tiempo la mayoría concordaba en que eran muy malas y vergonzosas. Ya sea el así llamado derecho de la mujer para matar a un ser vivo en el vientre, o la supuesta libertad para la actividad sexual fuera del matrimonio, o la agenda homosexual,o la falta de respeto y el rechazo hacia las autoridades impuestas por Dios (comenzando con los padres en el hogar), existe una obvia confusión en nuestros días respecto a lo que es bueno y lo que es malo. Una de las razones para esto es que al parecer no podemos ponernos de acuerdo en cuanto a la base para determinar lo que es correcto e incorrecto. Algunos piensan que lo que es bueno hoy puede ser malo mañana, dependiendo de la opinión pública. No existe un estándar moral fijo que no cambie y se aplique a todos en todas las circunstancias posibles. Esto se basa en una teoría del relativismo ético. Cada uno se adaptan al contexto ético en el que vive. El poder otorga el derecho. Otros piensan que lo que es bueno para mí puede ser malo para ti. De nuevo, no hay un estándar moral fijo que aplique para todos en todas las circunstancias posibles. Esto se basa en una teoría de la autonomía ética. Cada uno hace lo que le parece correcto. Pero también existe confusión eclesiástica sobre este tema. Antes de castigar y condenar al mundo por su relativismo ético y autonomía ética (algo que no debería sorprendernos en absoluto, si estamos leyendo nuestras Biblias), debemos reconocer que existe también confusión sobre este asunto en muchos círculos de la iglesia cristiana. Incluso la iglesia no puede ponerse de acuerdo en cuanto al fundamento para determinar lo bueno y lo malo. Aquí hay algunas cosas que probablemente has escuchado con anterioridad. “Queremos hacer lo que Jesús hizo y dijo, no lo que Moisés ordenó”, como si Moisés no hubiera ordenado lo que Dios ordena. “No estamos bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14). ¿Significa eso que no existen mandamientos para la vida cristiana o que estos solo se encuentran en el Nuevo Testamento? “No necesito un código externo que me diga qué hacer. No necesito mandamientos. Tengo al Espíritu Santo”. ¿Entonces por qué necesitamos una Biblia? Incluso algunos podrían decir, “No estoy bajo la ley de Moisés, sino bajo la ley de Cristo. Las dos no son iguales”. Hay muchos desafíos para los predicadores y maestros de la Palabra de Dios cuando abordan el tema de la validez de la ley moral de Dios para el creyente en Cristo. Algunos dicen que no existe una ley moral de Dios o una ley de Dios que permanezca sin cambios después de la venida de Cristo. Y tenemos además ese molesto asunto del cuarto mandamiento, el del día de reposo. Como Alistair Begg dijo: “… nada ilustra más el desafío al tratar con la permanencia de la ley de Dios que el triste estado del día del Señor en el evangelicismo contemporáneo”.2 Este es un tema importante y muy relevante. ¿Debe el creyente en Cristo obedecer leyes reveladas en la Biblia antes de que se conformara el Nuevo Testamento (especialmente los Diez Mandamientos) y, si debe hacerlo, sobre qué base? ¿Cuál es la relación del creyente con los Diez Mandamientos? ¿Deben los creyentes obedecerlos–todos los diez? Antes de iniciar nuestro estudio, me gustaría ofrecer algunas aclaraciones. Quiero establecer claramente que la ley no tiene poder para justificar. Puede señalar nuestro deber, pero no puede impulsarnos a obedecer perfecta y perpetuamente, y tampoco puede lidiar con nuestra culpa. Esa es la tarea del evangelio. Así mismo, quiero decir muy claramente que la ley no tiene poder para santificar. Puede señalar nuestro deber, pero no puede impulsarnos a obedecer. Esa es la tarea del Espíritu Santo. La ley puede decirnos cómo se ve la santidad, pero no puede hacernos santos. Finalmente, este estudio no pretende resolver todos los asuntos relacionados con este tema. Nos enfocaremos solo en esta pregunta: ¿Debería el cristiano obedecer todos los Diez Mandamientos? Como podrás inferir, mi respuesta a esa pregunta es sí. Antes de abordar este tema, algo de perspectiva histórica puede ser de ayuda. Una perspectiva histórica La reforma del siglo XVI fue testigo del lugar vital que los Diez Mandamientos tienen en la ética cristiana. Juan Calvino dijo: “Ahora esa ley interna, que arriba hemos descrito como escrita, incluso grabada, en los corazones de todos, en cierto sentido afirma las mismas cosas que debemos aprender de las dos Tablas”.3 Calvino “consideraba la ley revelada en los Diez Mandamientos como una adaptación especial de la ley natural de los judíos”.4 Él sostenía claramente que, por naturaleza, los gentiles sin revelación especial poseían un conocimiento general del Decálogo,5 aunque oscurecido por el pecado.6 La postura de Calvino solía ser común entre predicadores y teólogos prominentes. Tristemente, ya no es así hoy en día. A mediados del siglo XX, un movimiento entre los círculos académicos buscó reemplazar la ley en la vida cristiana por el amor. La ley bíblica fue desechada de la ética cristiana y reemplazada por un concepto nebuloso de amor definido por uno mismo. De acuerdo con esta perspectiva, el corazón se convierte en ley para sí mismo. Juan Murray, gran teólogo reformado del siglo XX, declaró: En su insistencia sobre el amor, ellos han puesto el amor en oposición a la ley. Tenemos que recordarles con un énfasis equilibrado que el amor es el cumplimiento de la ley. No es el amor en oposición a la ley, sino el amor cumpliendo la ley. Lo que nuestros apóstoles modernos del amor realmente quieren decir es todo lo opuesto a esto: ellos se refieren a que el amor cumple sus propios edictos, que el amor no solo cumple, sino que también es la ley cumplida, que el amor es un ente autónomo, que se instruye y dirige a sí mismo, que no solo impulsa a hacer lo correcto, sino que también nos dice qué es lo correcto.7 Murray tiene razón. En la Biblia, el amor cumple la ley, no la evita. Romanos 13:10 dice: “…el cumplimiento de la ley es el amor”.8 De forma similar, 2 Juan 1:6 dice: “Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos”. No hay una dicotomía entre la ley y el amor en la Biblia. No son enemigos, sino amigos. El problema entre nosotros y la ley no es que la ley no sea amor. El problema reside en nosotros. Nosotros no amamos como debemos. Este capítulo está dedicado al lugar de los Diez Mandamientos en la vida cristiana. Mientras consideramos este tema, analizaremos la posición de la Segunda Confesión de Fe de Londres (2ª CFL) para proveer un contexto histórico y teológico para la discusión. Después, y más importante aún, observaremos la Biblia, la Palabra escrita de Dios, nuestra única fuente de autoridad infalible. Finalmente, lidiaremos con algunas objeciones y estableceremos algunas conclusiones prácticas. Espero que nuestro estudio contribuya a una comprensión adecuada del lugar de los Diez Mandamientos en la vida del creyente. Posturas de las confesiones9 La teología de la Confesión concerniente a los Diez Mandamientos comienza en la creación (2ª CFL 4). Sin embargo, la primera mención explícita de los Diez Mandamientos no se encuentra en el capítulo de la creación, sino en el capítulo de la ley de Dios (2ª CFL 19:2). Por tanto, utilizaremos el capítulo 19, De la ley de Dios, como guía para examinar la teología de la Confesión concerniente a los Diez Mandamientos. Surgirán cuatro temas que funcionarán como esquema para nuestro estudio de la Confesión: 1. Los Diez Mandamientos y la creación; 2. Los Diez Mandamientos y el Sinaí; 3. Los Diez Mandamientos y los cristianos; y 4. Los Diez Mandamientos y los no cristianos. 1. Los Diez Mandamientos y la creación En el capítulo 19 de la Confesión encontramos lenguaje que afirma que la función de los Diez Mandamientos antecede al Monte Sinaí y al otorgamiento de la ley al Israel del Antiguo Pacto. El lenguaje utilizado en la Confesión es el siguiente: Dios dio a Adán una ley de obediencia universal escrita en su corazón (2ª CFL 19:1). La misma ley que primeramente fue escrita en el corazón del hombre continuó siendo una regla perfecta de justicia después de la caída; y fue dada por Dios en el monte Sinaí, en Diez Mandamientos, y escrita en dos tablas; los cuatro primeros mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros seis, nuestrosdeberes para con los hombres (2ª CFL 19:2). Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral… (2ª CFL 19:3). La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio. Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación, sino que la refuerza considerablemente (2ª CFL 19:5). Algunas observaciones son necesarias aquí para nuestro propósito. Primero, notemos que la Confesión afirma que a Adán se le dio una “ley de obediencia universal escrita en su corazón” (2ª CFL 19:1). El capítulo 4 de la Confesión, De la creación, afirma que Adán y Eva tenían “la ley de Dios escrita en sus corazones” (2ª CFL 4:2; comparar también con 4:3 “la ley escrita en sus corazones” y 6:1 “la ley bajo la cual habían sido creados”). Segundo, esta ley, escrita en el corazón de Adán, permaneció en el hombre después del pecado de Adán y funcionaba “una regla perfecta de justicia después de la caída” (2ª CFL 19:2). Tercero, “la misma ley que primeramente fue escrita en el corazón del hombre… fue dada por Dios en el monte Sinaí, en Diez Mandamientos…” (2ª CFL 19:2). Cuarto, esta ley es llamada ley moral10 y es aplicable a todos los hombres —salvos y perdidos— porque todos los hombres tienen al menos una cosa en común—fueron creados a la imagen de Dios. La Confesión afirma: “La ley moral obliga para siempre a todos… respecto a la autoridad de Dios, el Creador” (2ª CFL 19:5). 2. Los Diez Mandamientos y el Sinaí Las afirmaciones de la Confesión respecto a los Diez Mandamientos y el Sinaí son muy claras. La misma ley que primeramente fue escrita en el corazón del hombre continuó siendo una regla perfecta de justicia después de la caída; y fue dada por Dios en el monte Sinaí, en Diez Mandamientos, y escrita en dos tablas; los cuatro primeros mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros seis, nuestros deberes para con los hombres (2ª CFL 19:2). Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral, agradó a Dios dar al pueblo de Israel leyes ceremoniales… (2ª CFL 19:3). Dios también les dio a los israelitas diversas leyes civiles… (2ª CFL 19:4). Cuatro observaciones nos ayudarán en este punto. Primero, “la misma ley que primeramente fue escrita en el corazón del hombre” (2ª CFL 19:2) por el dedo creador de Dios fue entregada por el dedo redentor, histórico y revelador de Dios en el Monte Sinaí.11 Es importante notar que es la misma ley revelada de formas diferentes. Segundo, esta ley “fue dada por Dios en el monte Sinaí, en Diez Mandamientos…” (2ª CFL 19:2; énfasis mío). La forma en que Dios eligió revelar esta ley fue “en Diez Mandamientos” (2ª CFL 19:2). Esto es importante. La esencia de la ley es la misma, aunque la forma pueda diferir. Tercero, esta ley, “dada por Dios en el monte Sinaí, en Diez Mandamientos…” (2ª CFL 19:2) es “comúnmente llamada ley moral” (2ª CFL 19:3). Cuarto, los Diez Mandamientos jugaron un papel único y central en la vida de Israel en el Antiguo Pacto. “Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral, agradó a Dios dar al pueblo de Israel leyes ceremoniales…” (2ª CFL 19:3). “Dios también les dio a los israelitas diversas leyes civiles…” (2ª CFL 19:4). Las “leyes ceremoniales”12 y las “leyes civiles”13 son consideradas como suplementarias a los Diez Mandamientos. Por tanto, la Confesión considera que los Diez Mandamientos funcionan como una ley especialmente revelada para el Israel del Antiguo Pacto y, al mismo tiempo, como una forma especialmente revelada de la ley natural,14 que está escrita en el corazón de todos los hombres (2ª CFL 4:2-3; 6:1; 19:1, 2, 3, 5, 6). 3. Los Diez Mandamientos y los cristianos La postura de la Confesión con respecto a los Diez Mandamientos y los cristianos también es muy clara. La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio. Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación, sino que la refuerza considerablemente (2ª CFL 19:5).15 Considera estas observaciones. Primero, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los cristianos debido a su contenido. “La ley moral16 obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás… no solo en consideración a su contenido…” (2ª CFL 19:5). Segundo, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los cristianos debido a que son criaturas. “La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador” (2ª CFL 19:5). Tercero, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los cristianos debido a que pertenecen a Cristo. “Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación, sino que la refuerza considerablemente” (2ª CFL 19:5). Claramente, los Diez Mandamientos, de acuerdo con la Confesión, tienen un lugar único en la vida cristiana. 4. Los Diez Mandamientos y los no cristianos Finalmente, la postura de la Confesión respecto a los Diez Mandamientos y los no cristianos también es muy clara. La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio. Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación, sino que la refuerza considerablemente (2ª CFL 19:5). Considera estas observaciones. Primero, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los no cristianos debido a su contenido. “La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás… no solo en consideración a su contenido…” (2ª CFL 19:5). Segundo, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los no cristianos debido a que son criaturas. “La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador” (2ª CFL 19:5). Debido a que la Confesión contempla los Diez Mandamientos como una forma especialmente revelada de la ley escrita en el corazón, la ley natural, es tan obligatoria para los cristianos como para los no cristianos. Esto es debido al contenido de los Diez Mandamientos y al hecho de que todos los hombres son criaturas y, por tanto, están bajo esta ley. Esta sección ha sido dedicada al lugar que los Diez Mandamientos tienen en la teología de la 2ª CFL. De acuerdo con la confesión, los Diez Mandamientos funcionan de la siguiente manera: como la ley escrita en el corazón del hombre en la creación, como el corazón y el alma de la ley del Antiguo Pacto y como la ley básica y fundamental para todos los hombres —la ley moral. Los Diez Mandamientos comenzaron a operar en la vida del hombre en el jardín del Edén. Fueron escritos por Dios en las tablas de los Diez Mandamientos y sirvieron como el corazón de su ley para el Israel del Antiguo Pacto y como la forma especialmente revelada de la ley escrita en el corazón de los hombres. Desde la venida de Cristo, continúan siendo aplicables tanto a los cristianos como a los no cristianos. Por tanto, los Diez Mandamientos trascienden el pacto debido a que son básicos y fundamentales. La Confesión intenta sintetizar lo que Dios ya ha dicho claramente en Su Palabra. En la siguiente sección de esta discusión examinaremos los fundamentos bíblicos en los que la Confesión se basa. Fundamentos bíblicos La Confesión es uno de los intentos del hombre por presentar la enseñanza bíblica en forma de propuestas teológicas.17 Por tanto, la pregunta principal no es qué proponela Confesión, sino qué enseña la Biblia.18 Mientras consideramos el asunto del lugar que tienen los Diez Mandamientos en la enseñanza de las Sagradas Escrituras, examinaremos la Biblia en tres frentes: 1. Los Diez Mandamientos y el Antiguo Pacto; 2. Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto; y 3. Los Diez Mandamientos y la ley moral. 1. Los Diez Mandamientos y el Antiguo Pacto El lugar particular que los diez Mandamientos tienen bajo el Antiguo Pacto es un hecho que no puede ser discutido. Algunas breves observaciones ilustrarán este punto. Primero, los Diez Mandamientos son presentados como una unidad en dos textos del Antiguo Testamento (Éxodo 20:2-17 y Deuteronomio 5:6-21).19 El Antiguo Testamento asume claramente que los Diez Mandamientos funcionan como una unidad en otros lugares también (Éxodo 25:16; 31:18; 34:27, 28; Deuteronomio 5:22; 9:9-11; 9:15; 10:1-5; etc.). Queda claro que el Antiguo Testamento contempla los Diez Mandamientos como una unidad de ley dada por Dios. Es interesante notar que la forma de los Diez Mandamientos es modificada un poco en Deuteronomio, aunque la sustancia y la función es básicamente la misma. ¿Pero qué hay del cambio de palabras? Esto requiere un poco de exploración. Al comparar estos dos pasajes que contienen los Diez Mandamientos como una unidad, es obvio que no son formalmente idénticos. Si a esto añadimos la declaración de Deuteronomio 5:22, parece que tenemos una dificultad insuperable. En Deuteronomio 5:22 leemos: Estas Palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí. Si esto es así, ¿cómo pueden diferir las dos narraciones de Moisés? La mejor respuesta para quienes sostienen la inspiración verbal y plenaria de la Biblia, es que Dios debió haber escrito los Diez Mandamientos en una forma simple en las tablas de piedra. En otras palabras, las tablas de piedra debieron contener una forma sintetizada de los dos relatos del Decálogo dados a nosotros por medio de Moisés. Moisés debió haber añadido detalles de la redención histórica necesarios para coincidir con las condiciones pactuales en que el Israel del Antiguo Pacto existía. Él adaptó lo que Dios escribió en las tablas de piedra a la vida del Israel del Antiguo Pacto, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Hace más de cien años, F.W. Farrar dijo: “Parece claro… que los Diez Mandamientos fueron escritos en su forma más simple y corta en las dos tablas”.20 Esta perspectiva es apoyada por diversas consideraciones. Primero, en otras partes de la Escritura los mandamientos del Decálogo son resumidos en una sola palabra (1 Timoteo 1:9-10). Segundo, tanto Jesús en Mateo 19:18 como Pablo en Romanos 13:9 citaron el noveno mandamiento, sin usar la frase “contra tu prójimo”. Tercero, Pablo hace referencia al décimo mandamiento en Romanos 7:7 y 13:9, mencionando solamente sus elementos esenciales, “No codiciarás”. Esto nos muestra que un mandamiento puede ser reducido a sus elementos esenciales. Finalmente, hay otras partes en donde el Antiguo Testamento es sintetizado en dos mandamientos: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (Mateo 22:36-40 y también Marcos 12:30-31). Lo que queda claro ahora es que los Diez Mandamientos contienen lo que puede reducirse o ampliarse sin que el mandato esencial cambie. Es la esencia del Decálogo lo que es moralmente obligatorio. Segundo, los Diez Mandamientos fueron pronunciados por Dios (Éxodo 20:1-17; Deuteronomio 9:10) y escritos por el dedo de Dios en las tablas de piedra (Éxodo 24:12; 31:18; 34:28; y Deuteronomio 9:10). Deuteronomio 9:10 ilustra ambos puntos: “y me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios; y en ellas estaba escrito según todas las palabras que os habló Jehová en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea”. Dios se encargó de pronunciar y escribir el componente central del Antiguo Pacto. Moisés después copió los Diez Mandamientos en los libros de Éxodo y Deuteronomio (Éxodo 20:1-17 y Deuteronomio 5:6-21), adaptándolos a la vida del Israel del Antiguo Pacto. Tercero , los Diez Mandamientos (es decir, las tablas de piedra) fueron puestos en el Arca del Pacto (Deuteronomio 10:1-5 y 31:24-26). En 2 Crónicas 5:10 leemos: “En el arca no había más que las dos tablas que Moisés había puesto…”. El libro de la ley, que Moisés escribió, fue puesto a un lado del arco del pacto. Los Diez Mandamientos, escritos por Dios en las dos tablas de piedra, fueron puestos dentro del arca. De una forma muy particular, los Diez Mandamientos abarcaron la ley de Dios. Todas las demás leyes del Antiguo Pacto fueron tanto mediadas por Moisés como escritas por él. Los Diez Mandamientos fueron primeramente escritos por Dios y después por Moisés. William J. Dumbrell dice: Que los Diez Mandamientos no hayan sido mediados y que el resto de la ley (Éxodo 21-23) haya sido transmitido mediante Moisés indica el carácter primario del Decálogo y el carácter secundario del código del pacto.21 El libro de la ley es suplementario al Decálogo, como la Confesión discutida anteriormente. En otra parte, Dumbrell dice: Los Diez Mandamientos junto a la legislación social que les sigue fueron dados en los capítulos 20-23 [Éxodo]. El texto ciertamente hace distinción entre ambos códigos; a Éxodo 20 se le denomina “palabras” y son entregadas a Israel [por Dios mismo] y los capítulos 21-23 son llamados “ordenanzas” y son deliberadamente transmitidas a través de Moisés.22 Cuarto, los Diez Mandamientos funcionaron como la ley básica y fundamental del Antiguo Pacto y fueron aplicados de esta manera a las condiciones particulares en que Israel existía (ver Éxodo 21-23). Klaus Bockmuehl dice: “Los Diez Mandamientos estaban en el centro de la ética del Antiguo Testamento y eran el estándar para juzgar todos los actos. Eran la base para toda acusación moral y legal”.23 El erudito del Antiguo Testamento, Walter C. Kaiser Jr., concuerda cuando dice: Es difícil exagerar la importancia y el significado de los Diez Mandamientos para la ética del Antiguo Testamento. Su profundidad puede ser fácilmente percibida en su alcance y la sencillez con la que se expresa. Es el núcleo de un complejo sistema legislativo que le sigue y presenta detalles sobre lo mismo.24 Comentando sobre Deuteronomio 6:4-9, Bockmuehl añade: Los israelitas cumplieron estos mandatos literalmente: filacterias, o piezas de piel que se usaban en la frente o en el brazo izquierdo, han sido encontradas en Qumran [un famoso descubrimiento arqueológico del siglo XX], conteniendo la Shema y, en ocasiones, todos los Diez Mandamientos escritos en ellas. El Decálogo era el centro del Pacto y ellos continuamente lo leían en los servicios de la sinagoga. En el Israel primitivo, estos eran omnipresentes.25 Tremper Longman, III, señala la centralidad básica de los Diez Mandamientos bajo el Antiguo Pacto: Los Diez Mandamientos son altamente inusuales en su contexto del antiguo cercano oriente, ya que expresan principios ético-teológicos generales. Un término técnico utilizado a menudo para esto es ley apodíctica.26 La mayoría de las leyes antiguas del cercano oriente (así como la mayoría de las leyes bíblicas) son de jurisprudencia, es decir, leyes que aplican a situaciones específicas.27 De las anteriores observaciones podemos concluir que el Decálogo es considerado una misma unidad o cuerpo de ética, que es una forma particular de la ley de Dios y, finalmente, que es la ley fundamental y básica del Antiguo Pacto. 2. Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto Vamos a ver el asunto de los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto bajo dos consideraciones principales: Los Diez Mandamientosy el Nuevo Pacto en la profecía del Antiguo Testamento y Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto en el cumplimiento del Nuevo Testamento. I. Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto en la profecía del Antiguo Testamento Mientras consideramos los Diez Mandamientos en la profecía del Antiguo Testamento, nos enfocaremos en el texto clave del Antiguo Testamento concerniente a la ley del Nuevo Pacto—Jeremías 31:33. Jeremías 31:33 es el texto clave del Antiguo Testamento que muestra claramente que los Diez Mandamientos funcionan bajo el Nuevo Pacto y son, por tanto, aplicables a los cristianos. El texto dice: Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Algunas observaciones serán de ayuda para nuestro propósito. Primero, notemos que la ley bajo el Nuevo Pacto es la ley de Dios, algo que Él mismo establece y posee. Leemos: “Daré Mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (énfasis mío). La frase “Mi ley” aparece seis veces en el libro de Jeremías (Jeremías 6:19; 9:13; 16:11; 26:4; 31:33 y 44:10). En estos contextos es descrita como algo que puede ser oído, algo que fue establecido ante el pueblo del Antiguo Pacto de Dios, algo que es equiparable a la voz de Dios, algo que puede quebrantarse, algo que al quebrantarse es considerado como abandonar el compromiso con Dios y entregarse a la idolatría, algo que puede ser escuchado, algo que puede ser transgredido, algo que será escrito en el corazón y algo que fue presentado ante los padres. Es muy claro que Jeremías se refiere a un estándar objetivo de conducta conocida y esperada cuando utiliza la frase “Mi ley”. Cualquiera que sea esta ley, sabemos que es de Dios y que ya había sido revelada al pueblo del Antiguo Pacto de Dios en los tiempos en que se escribió el libro de Jeremías. Sin duda, los antiguos lectores de Jeremías estarían de acuerdo con esto. Segundo, notemos que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto será puesta en la mente y escrita en el corazón de todos los beneficiarios del Nuevo Pacto. Esta bendición prometida, el Nuevo Pacto, debe ser disfrutada por toda la comunidad del Nuevo Pacto, así como el conocimiento salvador de Dios y el perdón de pecados: Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jeremías 31:34). Aunque Jeremías está hablando de una obra de Dios en los corazones de los individuos, cada uno de esos individuos se convierte en ciudadano de la comunidad del Nuevo Pacto y en beneficiario de todas las bendiciones prometidas. Tercero, notemos que Dios es a la vez el autor de la ley y Aquel que la escribe en el corazón. En efecto, Dios dice: “Pondré y escribiré Mi ley en las mentes y los corazones de Mi pueblo del Nuevo Pacto—en cada uno de ellos”. Estas observaciones proveen la base exegética necesaria para identificar la ley básica y fundamental de Dios en el Nuevo Pacto. El texto de Jeremías claramente asume que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto se refiere a la ley que ya estaba escrita en el momento en que se escribió Jeremías. La frase “Mi ley”, cuando se refiere a Dios, siempre hace referencia a algo revelado por Él a Israel, no solo en el libro de Jeremías, sino también en todo el Antiguo Testamento.28 La imagen de Dios mismo escribiendo una ley es un lenguaje familiar del Antiguo Testamento. Éxodo 31:18 dice: “Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (énfasis mío). Jeremías enseña claramente que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto es una ley que ha sido y será escrita por Dios mismo. Con estas cosas en mente, la única respuesta posible a la pregunta concerniente a la identidad de esta ley es que tiene que ser la misma ley que Dios mismo escribió previamente. Jeremías está enseñando que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto es una ley que fue escrita en la piedra por Dios y que será escrita en los corazones por Dios. Éxodo 24:12 identifica las “tablas de piedra” como “la ley y mandamientos que he escrito para enseñarles”. Este es un versículo muy importante porque utiliza la palabra hebrea torah (ley) como sinónimo para lo que Dios escribió en las piedras. Esto nos provee mayor justificación bíblica para llamar a lo que Dios escribió en las piedras Su ley o la ley de Dios. Una comparación de Éxodo 31:18, Jeremías 31:33 y 2 Corintios 3:3 es muy esclarecedora. Aquí están los textos en orden cronológico. Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios (Éxodo 31:18). Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo (Jeremías 31:33). Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón (2 Corintios 3:3). Tanto la revelación antecedente (Éxodo 31:18) como la subsecuente (2 Corintios 3:3) nos obligan a reconocer el hecho de que la ley de Dios, escrita por Dios mismo, es lo que escribió en la piedra. De una manera muy particular, los Diez Mandamientos constituyen la ley de Dios. Concluimos que las bendiciones del Nuevo Pacto incluyen que los Diez Mandamientos sean escritos en los corazones de todo el pueblo de Dios bajo el mismo pacto. Jeremías 31:33 enseña que el Decálogo funcionaría bajo el Nuevo Pacto como la ley básica y fundamental para los cristianos. II. Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto en el cumplimiento del Nuevo Testamento Aunque existen muchos textos que podríamos examinar para demostrar que la profecía de Jeremías de la permanente utilidad de los Diez Mandamientos se cumple bajo el Nuevo Pacto, nos concentraremos solamente en dos: 2 Corintios 3:3 y Romanos 13:8-10. 2 Corintios 3:329 dice: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”. La sección comienza en 2 Corintios 2:17, como un largo argumento para la validez del ministerio de Pablo. En 2 Corintios 3:1, Pablo ofrece preguntas regulatorias: “¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?”. En 2 Corintios 3:2, Pablo utiliza una metáfora, describiendo a los corintios como una carta escrita en su corazón. En 2 Corintios 3:3, utiliza una metáfora similar para un propósito diferente, declarando que los creyentes de Corinto son una “carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”. Considera las siguientes observaciones. Primero, en el contexto, Pablo obviamente está hablando del Nuevo Pacto profetizado por Jeremías. Esta aseveración es probada por el lenguaje utilizado por Pablo en el versículo 6, “nuevo pacto”, y en el versículo 3, en donde los paralelismos con Jeremías 31:33 son sorprendentes. Juan Calvino dijo: “Él hace referencia a la promesa que es registrada en Jeremías 31:31 y Ezequiel 37:26 [sic], concerniente a la gracia del Nuevo Testamento… Pablo dice que esta bendición fue cumplida mediante su predicación”.30 Segundo, Cristo es el autor de esta epístola escrita en el corazón. La frase “de Cristo” es mejor comprendida como Cristo siendo el autor de la epístola escrita en el corazón. Cristo autentifica el ministerio de Pablo al hacer la obra que solo Dios puede hacer al escribir en las almas de los hombres. Tercero, Cristo no utiliza tinta sino al Espíritu Santo para escribir en los corazonesde los hombres. Cuarto, las tablas de piedra se refieren a los Diez Mandamientos como fueron originalmente escritos por Dios (2 Corintios 3:7 y Éxodo 31:18). Quinto, las tablas de carne (del corazón) se refieren a los corintios. Sexto, a diferencia de lo escrito en las tablas de piedra bajo el Antiguo Pacto, que tenía como una de sus funciones el ministerio de la muerte, lo escrito en las tablas del corazón bajo el Nuevo Pacto es un ministerio del Espíritu, que da vida (ver versículos 6-7). Séptimo, lo que Cristo escribe en el corazón es la ley de Dios prometida en Jeremías 31:33. Colin Kruse comenta: Al final del versículo [versículo 3], mientras avanzaba en su argumento, Pablo varía la metáfora al decir que estas cartas no se escribían en tablas de piedra, sino en tablas de los corazones humanos. Aquí, Pablo deja atrás el contraste entre la obra del escriba utilizando una pluma y tinta y la obra del apóstol ministrando en el poder del Espíritu, e introduce otro contraste, el de escribir en tablas de piedra y en corazones humanos. Este último contraste es claramente una alusión a la descripción profética del Nuevo Pacto (comparar Jeremías 31:31-34; Ezequiel 36:24-32) bajo el que Dios escribiría su ley en corazones humanos.31 Es importante notar que Pablo cambia la metáfora al final del versículo 3. Pasa de lo que los Corintios son para él en el versículo 2, “nuestras cartas… escritas en nuestros corazones”, a lo que Cristo hizo en los corintios para hacerlos las cartas de Pablo. El ministerio de Pablo cumple la profecía del Antiguo Testamento. En el pensamiento de Pablo no hay un paso de una ley a la falta de ley o a una ley completamente nueva, sino que la misma ley pasa de la piedra al corazón. Philip Hughes da estos valiosos comentarios sobre 2 Corintios: Es evidente que Pablo tiene en mente el contraste entre el otorgamiento de la ley de Moisés en el Monte Sinaí y el establecimiento del nuevo pacto profetizado por Jeremías. En el Sinaí, la ley había sido escrita por el dedo de Dios en tablas de piedra (Éxodo 31:18)… Sin embargo, Jeremías 31:33 promete una ley que es interna, es decir, Dios escribiendo Su ley en el corazón. Es muy importante percatarse de que es la misma ley que fue grabada en las tablas de piedra en el Sinaí la que, en esta era del nuevo pacto, es grabada en las tablas del corazón humano por el Espíritu Santo. El evangelio no anula la ley, sino que la cumple… El cristiano aún está bajo la solemne obligación de guardar la ley de Dios, pero con esta vital diferencia: que él ahora tiene el poder, el poder de Cristo mediante el Espíritu Santo que mora en él, de cumplirla. La ley, por tanto, no es mala ni está obsoleta, sino como dice Pablo en otro pasaje: “la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12). Tampoco la ley se opone al amor; por el contrario, el amor a Dios y el amor al prójimo son el resumen de la ley, como nuestro Señor lo enseñó (Marcos 12:28-31): el amor, afirma el apóstol, es precisamente “el cumplimiento de la ley” (Romanos 13:8-10).32 Geoffrey Wilson dice: La superioridad del Nuevo Pacto sobre la antigua dispensación no es que haga a un lado el Decálogo (la ley moral), sino que transfiere esa ley de las tablas de piedra a ‘tablas que son corazones de carne’ [comparar Ezequiel 11:19; 36:26]. Este es el cumplimiento de la profecía de Jeremías, ‘Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón’ [Jeremías 31:33].33 El entendimiento de Pablo sobre la ley de Dios escrita en el corazón bajo el Nuevo Pacto en 2 Corintios 3:3 se vuelve claro. La ley es los Diez Mandamientos, la ley básica y fundamental del Antiguo Pacto y aquella que Dios escribió en las tablas de piedra. La función de los Diez Mandamientos bajo el Nuevo Pacto es similar a su función bajo el Antiguo Pacto. Aún funcionan como el patrón fundamental para una vida justa. 2 Corintios 3:3 es un texto del Nuevo Testamento que claramente enseña la permanente validez de los Diez Mandamientos para los cristianos en cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento. En Romanos 13:8-10 leemos: No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Aquí es obvio que el amor y la ley no son enemigos, sino amigos benditos en el proceso de santificación del creyente. En la enseñanza de Pablo y el resto de la Biblia, el amor y la ley van juntos para el creyente e incluso son inseparables. Observa lo que dice Murray sobre este punto: Una buena conducta no puede coexistir con la impureza de corazón. Conformarse externa y servilmente a los preceptos de la ley no constituye obediencia… Sin la condición interna de pureza y el impulso interno del amor, la obediencia es imposible.34 Tanto el amor como la ley son necesarios para el cristiano. La obediencia a la ley es inútil sin el amor. Expresar nuestro amor es imposible sin la ley. Hay tres observaciones sobre es texto que son de interés para nuestro estudio. Primero, Pablo no duda en ilustrar su referencia a la ley en el versículo 8 con una cita de parte del Decálogo en el versículo 9. Este fenómeno del Nuevo Testamento citando el Decálogo en el contexto de la santificación cristiana sugiere al menos dos cosas: la primera es que el Nuevo Testamento contempla el Decálogo como el centro de la ley del Antiguo Testamento, tal como el mismo Antiguo Testamento lo hace; la segunda es que el Nuevo Testamento encuentra en el Decálogo una adecuada síntesis de la ley moral (ver Mateo 19:18-19; Romanos 13:8-10; 1 Corintios 6:9-10; Efesios 6:2-3; 1 Timoteo 1:8-11; y Santiago 2:8-11 en donde se hace referencia al Decálogo en contextos evangelísticos y didácticos [es decir, de enseñanza]). Comentando sobre Romanos 13:8-10, Murray dice: “Pero lo que deseo resaltar de manera especial es, primero, que estos cuatro35 que enumera son cuatro de los mandamientos más conocidos. Es en el Decálogo que Pablo encuentra la epítome de la ley moral”.36 Segundo, Pablo nos enseña que todos los mandamientos legítimos para los cristianos pueden ser “resumidos”. La palabra griega para “resumido” no es común en el Nuevo Testamento. En Romanos 13:9, el amor es un mandamiento integral que contiene de forma implícita otros mandamientos. En otras palabras, aquello que resume algo necesariamente contiene aquello que es resumido. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” necesariamente contiene los mandamientos del Decálogo mencionados previamente por Pablo. El amor al prójimo es lo que resume aquello que es resumido. Los mandamientos individuales hacia nuestros prójimos son resumidos y, por tanto, están implícitamente contenidos en el mandamiento de amar al prójimo. Aquí, Pablo hace referencia a cinco de los Diez Mandamientos como ilustración de la ley que el amor cumple. Amar al prójimo resume los cinco mandamientos del Decálogo mencionados antes y sugiere que toda la ley moral puede ser reducida a su forma esencial (anteriormente hemos visto que esto sucede). Los comentarios de Murray sobre 1 Corintios 6:9-11 también aplican a Romanos 13:8-10, cuando dice: Él [Pablo] no dio por terminada la lista de los pecados; en otros textos menciona más pecados que no fueron mencionados específicamente aquí. Pero ha mencionado suficientes para evidenciar que el trasfondo de su pensamiento es que, en resumen, por lo menos, el Decálogo es la norma por la que el pecado es conocido, así como también es la norma de esa justicia que caracteriza al reino de Dios y aquellos que pertenecen a él. Realmente está diciendo lo que dice el apóstol Juan, que “el pecado es infracción de la ley”.37 Tercero, Pablo nos enseña que el amor es el cumplimiento de la ley. El amor se expresa a sí mismo al guardar la ley de Dios. El amor obedece la ley de Dios. Estas observacionesconfirman algunas de las cosas que ya habían sido establecidas. El Antiguo Testamento contempla los Diez Mandamientos como el centro de su ley y también lo hace el Nuevo Testamento, considerándolos también como reducibles a su forma más esencial. El Antiguo Testamento profetiza el día en que el Decálogo funcionará bajo el Nuevo Pacto como la ley básica y fundamental de Dios para los creyentes del Nuevo Pacto. El Nuevo Testamento confirma esta expectativa en 2 Corintios 3:3, Romanos 13:8-10 y muchos otros textos (Efesios 6:2-3; 1 Timoteo 1:8-11; Santiago 2:8-11, etc.). Los Diez Mandamientos funcionan como una ley apodíctica (básica y fundamental) en ambos testamentos y bajo ambos pactos. 3. Los Diez Mandamientos y la ley moral Hemos aprendido que la Biblia enseña que los Diez Mandamientos funcionan como la ley básica y fundamental (apodíctica) tanto del Antiguo como del Nuevo Pacto. Ahora consideraremos qué lugar tienen los Diez Mandamientos en el esquema de la ética básica y fundamental de toda la Biblia. Hay diferentes términos que se usan frecuentemente para definir la ley básica de Dios que aplica a todos los hombres. Algunos usan la frase ley natural.38 Otros usan la frase ley moral. Nosotros usaremos el término ley moral porque es más usado que ley natural y es el usado por la Confesión. Richard A. Muller define la ley moral como: …específicamente y predominantemente, el Decalogus, o los Diez Mandamientos; también llamada la lex Mosaica… para diferenciarla de la lex ceremonialis... y la lex civilis, o ley civil. La lex moralis, cuyo principal objetivo es regular la moral, es conocida al [hábito innato de comprender los principios básicos de la ley moral] y es la base de los actos de [conciencia—la aplicación de los hábitos innatos arriba mencionados]. En esencia, la lex moralis es idéntica a la lex naturalis… pero, a diferencia de la ley natural, esta es dada mediante revelación en una forma que es más clara y plena que la conocida por la razón.39 La pregunta que planteamos es si la Biblia nos revela o no lo que es la ley básica y fundamental (es decir, la ley moral) que es aplicable a todos los hombres, judíos y gentiles, cristianos e incrédulos, poseedores de revelación especial o no. Examinaremos tres textos (Romanos 1:18-32; 2:14-15;40 y 3:19-20) que nos proporcionarán la respuesta a nuestra pregunta. Romanos 1:18-3241 es un texto crucial para nuestra comprensión de las implicaciones éticas de la creación del hombre. La doctrina de la creación no es una doctrina abstracta, aislada y desconectada de cualquier implicación práctica. La creación a la imagen de Dios (Génesis 1:26-27) exige una conformidad moral a esa imagen (Eclesiastés 7:29). Romanos 1:18-32 es la acusación de Dios sobre el hombre como criatura en pecado. Tanto ser creados por Dios como ser pecadores son realidades universales desde la caída de Adán. En otras palabras, todos son criaturas y todos son pecadores. Pablo describe la actitud de Dios hacia Sus criaturas que se encuentran en pecado y alejadas de Cristo. El hecho mismo de su creación hace que todos los hombres sean éticamente responsables ante Dios (Romanos 1:18-23). La creación por la mano de Dios exige conformidad moral a la ley de Dios. El hombre es responsable ante Dios por su conducta y se le impone un estándar de conducta y es acusado y juzgado por no cumplir ese estándar, incluso si nunca ha leído o escuchado la Biblia. De acuerdo con Pablo, debido a que es creado por Dios, el hombre tiene un conocimiento innato de algunos de los atributos de Dios (Romanos 1:20), un conocimiento innato de la persona de Dios (Romanos 1:21), un conocimiento innato de la ley de Dios (Romanos 1:32 y 2:14-15) y un conocimiento innato del juicio de Dios (Romanos 1:32). El hecho de que el hombre en pecado y alejado de Cristo es culpable de su pecado es confirmado en diferentes partes de este pasaje. Primero, notemos que en el versículo 21 se mencionan al menos tres pecados: el pecado de no glorificar a Dios como a Dios, el pecado de no estar agradecido con Dios y el pecado de pensar neciamente. Segundo, notemos en el versículo 25 que se menciona el pecado de no adorar a Dios. Tercero, notemos que en el versículo 26 y 27 se mencionan pecados sexuales. Y cuarto, notemos la lista de vicios mencionada en los versículos 29-32, de la cual toda la humanidad participa. Todo esto asume que el hombre creado es responsable ante Dios de mantener un código ético que proviene de Dios y es conocido por toda la humanidad. Muchos de los pecados mencionados en esta sección de Romanos 1 son violaciones directas de aspectos del Decálogo. Los hombres son culpables por no adorar al Dios verdadero y odiarlo, culpables de inmoralidad sexual, codicia, asesinato, homicidio, mentiras y desobediencia a los padres. Esto al menos sugiere que los Diez Mandamientos pueden ser consultados fácilmente cuando se señalan los pecados de los hombres, sin necesidad de revelación especial. Esto significa que la esencia de los mandamientos contenidos en el Decálogo antecede a su promulgación especial en el Monte Sinaí. Esto también sugiere que los Diez Mandamientos son básicos (apodícticos) para la ética bíblica. Esto será cada vez más evidente cuando examinemos Romanos 2:14-15. Romanos 2:14-15 es otro texto crucial para comprender las implicaciones éticas de la creación del hombre. Dice: Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos. Estos versículos son encontrados en la sección que inicia en el versículo 12 y termina en el versículo 16. En el versículo 12, el interés de Pablo es defender la justicia de Dios en la condenación de los gentiles que no tienen ley escrita o las Sagradas Escrituras. En los versículos 14 y 15 presenta su defensa. Al enfocarnos en estos versículos somos confrontados por tres preguntas. ¿Cuál es la ley que poseen los judíos en este contexto? ¿Los gentiles que no tienen revelación especial tienen ley? ¿Cuál ley poseen los gentiles que no tienen revelación especial? Primero, ¿cuál es la ley que los judíos poseen en este contexto? La primera referencia a la ley en el versículo 14 obviamente hace referencia a la ley que tenían los judíos. Esta es claramente la ley que los judíos poseían mediante revelación especial—Las Sagradas Escrituras. Esta ley es mencionada al final del versículo 12, en los versículos 13 y 14 y en diferentes partes de los versículos 17-27. En los versículos 21 y 22 se hace referencia a mandamientos contenidos en el Decálogo. Por tanto, da la impresión de que Pablo se refiere a la ley básica y fundamental del Antiguo Pacto, el Decálogo. En otra parte de Romanos, Pablo hace referencia a la ley del Antiguo Pacto e inmediatamente cita partes del Decálogo (ver Romanos 13:8-10). Algunos podrían decir que la ley de los judíos a la que Pablo hace referencia es todo el Antiguo Testamento o toda la ley de Moisés (torah), que incluye la ley moral, ceremonial y civil del Antiguo Pacto. Esto significaría que, mediante la revelación general a través de la creación, Dios escribe las leyes ceremoniales y civiles del Antiguo Pacto en los corazones de todos los hombres, una proposición insostenible. La ley ceremonial fue revelada después de la caída de Adán como parte de revelación especial. No es revelación general. Presupone la entrada del pecado y tiene como objetivo señalar hacia la reparación del daño infligido por el pecado. No, la ley referida por Pablo es más básica y fundamental (apodíctica) que la ley ceremonial. La ley de los gentiles a la que se hace referencia en este contexto es una ley basada en la revelación general, no en el pecado ni en la redención. Por tanto, la ley que los gentiles poseen mediante la revelación general no puede referirse a todo el Antiguo Testamento o a toda la ley de Moisés. Debe referirse a la ley que es básicay fundamental para el estatus del hombre como criatura y como portador de la imagen de Dios. Es una ley que todos los hombres poseen por naturaleza, porque todos los hombres son creados, y una ley contenida en algún lugar de todo el conjunto de revelación especial dada a los judíos. H. C. G. Moule concuerda cuando dice: Manifiestamente, “ la Ley” en este pasaje no se refiere a la ley ceremonial de Israel, sino a la ley moral revelada a Israel, sobre todo en el Decálogo. Esto es evidente en el lenguaje del versículo 15, que no tendría sentido si la referencia fuera a ordenanzas especiales de la adoración. Los gentiles no podían “mostrar la obra de” ese tipo de “ley escrita en sus corazones”; lo que mostraban era, como ya hemos explicado, la “obra” relacionada con las exigencias reveladas de Dios… sobre la voluntad y la vida.42 Segundo, ¿los gentiles sin revelación especial poseen ley? Es claro que los gentiles no poseían la ley externamente escrita de los judíos como una ley escrita externamente; no poseían el Antiguo Testamento. ¿Significa esto que los gentiles no tenían ley? La Escritura es muy clara en que si no hay ley, no puede haber pecado (ver Romanos 4:15; 5:12-14 y 1 Juan 3:4). Seguramente Pablo no podía estar diciendo que los gentiles no poseían ninguna ley en absoluto. Por el contrario, los gentiles sí poseían ley, pero no la cumplían y no podían hacerlo y por eso son inculpados en Romanos 1. La ley que los gentiles no poseían era la ley externamente revelada del Antiguo Testamento, como una ley escrita externamente. Sin embargo, esto de ninguna forma implica que no poseían ley. Pablo deja muy en claro que sí la poseían. Él afirma en los versículos 14 y 15 que “… cuando los gentiles que no tienen ley [la ley en este contexto se refiere a la ley externamente revelada a los judíos contenida en el Antiguo Testamento], hacen por naturaleza lo que es de la ley [la ley externamente revelada a los judíos contenida en el Antiguo Testamento], éstos, aunque no tengan ley [la ley externamente revelada a los judíos contenida en el Antiguo Testamento], son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley [la ley externamente revelada a los judíos contenida en el Antiguo Testamento] escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos”. Comentando sobre este pasaje, Robert Haldane dice: “Esto evidentemente muestra que ellos tienen una ley, cuya obra está escrita en sus corazones y mediante la cual disciernen la diferencia entre lo bueno y lo malo—lo que es justo y lo injusto”.43 John Murray concuerda cuando dice: “… aunque los gentiles ‘son sin ley’ y ‘no tienen ley’ en el sentido de la ley especialmente revelada, no significa que no tienen ninguna ley en absoluto; la ley les es dada a conocer y es entendida por ellos de otra forma”.44 Comentando sobre Romanos 2:14, Murray añade: La omisión del artículo definitivo antes de [“ley”] en tres ocasiones en el versículo 14 es un ejemplo interesante de la omisión cuando el sujeto es específico y definitivo. En las primeras dos ocasiones la ley en mente es la ley especialmente revelada, como se ejemplifica en la Escritura. Que es definitivo es mostrado por la expresión [lo que es de la ley]. Por esta razón, en la última oración debemos considerar “ley” como algo definitivo—los gentiles no solo son una ley para sí mismos, sino la ley a la que se hace referencia en las otras oraciones del versículo. Esto es confirmado en el versículo 15, en donde tenemos la expresión [la obra de la ley]. El punto es que no se trata de una ley completamente diferente con la que los gentiles son confrontados; las cosas de la ley que hacen no son de una ley totalmente diferente—es esencialmente la misma ley. La diferencia reside en los diferentes métodos [énfasis mío] de ser confrontados con ella y, por implicación, en el conocimiento menos claro y detallado de su contenido.45 Los gentiles sin revelación especial no estaban, ni están, sin ley en lo absoluto. Tercero, ¿qué ley poseen los gentiles sin revelación especial? Debe ser obvio ahora que lo que los gentiles poseen son los Diez Mandamientos, aunque no necesariamente de forma idéntica a como aparecen en el Decálogo de nuestros Antiguos Testamentos. Murray dice: “Por tanto, no es una ley diferente la que confronta a los gentiles que están sin ley, sino la misma ley impuesta a ellos mediante un método diferente de revelación”.46 Por esta razón, algunos han intentado mostrar que la esencia del Decálogo se encuentra diseminada a lo largo del libro de Génesis. Esto probaría que la esencia de los mandamientos individuales de todo el Decálogo eran las normas éticas que se esperaban del hombre antes de la promulgación, a través de Moisés, de la ley moral en la forma del Decálogo.47 En otras palabras, lo que los judíos reciben mediante revelación especial (y revelación general porque fueron creados a la imagen de Dios), los gentiles lo reciben solamente por medio de la revelación general. Reciben la misma ley pero mediante diferentes métodos de revelación y en una forma diferente. La sustancia es la misma aunque la forma difiere. Francis Turretin, gran teólogo reformado, concuerda: Si se nos pregunta cómo esta ley natural concuerda con, o difiere de, la ley moral [la ley moral en el contexto de la declaración de Turretin se refiere al Decálogo], la respuesta es sencilla. Concuerda en cuanto a la sustancia y en lo que respecta a los principios, pero difiere en cuanto a accidentes y con respecto a las conclusiones. Las mismas obligaciones (hacia Dios y hacia nuestro prójimo) prescritas por la ley moral también están contenidas en la ley natural. La diferencia reside en el modo en que son proporcionadas.48 Una cuidadosa exegesis de Romanos 2:14-15 demuestra que la ley moral es encontrada de manera resumida en todo el Decálogo y es al mismo tiempo común para todos los hombres mediante la revelación general. En Romanos 3:19-20 leemos: Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. En el contexto de estos versículos cruciales, Pablo está estableciendo el hecho de que todos los hombres, judíos (personas con las Sagradas Escrituras) y griegos (personas sin las Sagradas Escrituras), están bajo pecado (Romanos 3:9). Para hacer esto, cita del Antiguo Testamento (Romanos 3:10-18). En Romanos 3:19, Pablo basa la culpabilidad universal en la responsabilidad universal por violaciones a la ley del Antiguo Testamento. Tanto judíos como gentiles están bajo pecado porque son culpables de quebrantar la ley del Antiguo Testamento. Es interesante observar que ninguno de estos pecados mencionados en Romanos 3:10-18 es un pecado ceremonial. Estos pecados reflejan violaciones a la ley moral que es común para todos los hombres y que es contenida tanto en el Antiguo Testamento como en los corazones de todos los hombres (ver la exposición de Romanos 2:14-15 presentada arriba). Se ha mostrado a partir de Romanos 1 y 2 que los gentiles no están sin ley. No tenían el Antiguo Testamento, pero no estaban sin la ley básica y fundamental del Antiguo Testamento, los Diez Mandamientos. Los judíos están bajo pecado porque han quebrantado la ley de Dios; los griegos están bajo pecado porque han quebrantado la ley de Dios, y el Antiguo Testamento los acusa a ambos. Tanto judíos como griegos están “bajo la ley”49 y “bajo pecado” y, por tanto, son culpables ante Dios. La única forma en que esto puede ser posible es si la ley bajo la cual están los judíos y la ley bajo la que están los griegos corresponden al menos en cierto grado. Ya que los judíos tenían todo el Antiguo Testamento y los griegos solo tenían la ley escrita en sus corazones, entonces la ley a la que Pablo hace referencia podría significar una cosa para los judíos y otra cosa para los griegos. W.G. T. Shedd dice: [“la ley”] la ley escrita, principalmente, porque San Pablo ha estado hablando, al final, de los judíos; sin embargo, no solo la ley escrita exclusivamente, porque los gentiles son incluidos en “toda boca” y “todo el mundo”. La ley escrita contiene implícitamente lo no escrito y, por tanto, puede ser puesta por toda la ley o la ley en general… Este pasaje esclarece la verdadera interpretación de Romanos 2:14- 15; 2:26-27.50 La ley con referencia a los judíos significa toda la ley de Moisés. La ley con referencia a los griegos significa la ley escrita en el corazón, los Diez Mandamientos en su forma natural, la ley natural. Esta interpretación se fortalece cuando consideramos el lenguaje utilizado al final del versículo 19 en el capítulo 3: “para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”. Este es un argumento a favor de que la ley a la que se hace referencia es una ley conocida por toda la humanidad. La única ley conocida por toda la humanidad y, por tanto, la ley por la que todos pueden ser culpados, es el Decálogo. Sin embargo, esto no niega el hecho de que los judíos eran más culpables porque poseían más ley. Esta comprensión de estos versículos corresponde con lo que Pablo enseñó en Romanos 2:14-15 y 26-27. Estos tres textos (Romanos 1:18-32; 2:14-15; 3:19-20) confirman un hecho ya mostrado. Los Diez Mandamientos funcionan en la Biblia como ley apodíctica. Los Diez Mandamientos funcionan como la ley básica y fundamental del Antiguo Pacto, del Nuevo Pacto y como una forma especialmente revelada de la ley natural, que fue primeramente escrita en el corazón de Adán. Los Diez Mandamientos no anulan la ley moral, sino que la contienen de forma resumida. El Catecismo mayor de Westminster dice en la pregunta 98: “¿En dónde se halla contenida la ley moral de forma resumida? La ley moral se halla resumida en los Diez Mandamientos”. 4. Conclusión Los Diez Mandamientos funcionan en al menos tres formas en la Biblia: como la ley básica y fundamental del Antiguo Pacto, como la ley básica y fundamental del Nuevo Pacto y como la ley básica y fundamental de todos los hombres— la ley moral. Lo que las Escrituras enseñan, la Confesión lo sintetiza. Los Diez Mandamientos comenzaron a funcionar en la vida del hombre en el jardín del Edén.51 Luego fueron escritos por Dios en tablas de piedra y funcionaron como el centro de la ley de Dios para el Israel del Antiguo Pacto y como la forma especialmente revelada de la ley escrita en los corazones de los hombres. Finalmente, los Diez Mandamientos están escritos en los corazones de todos los cristianos del Nuevo Pacto como una de las bendiciones de ese pacto. Los Diez Mandamientos trascienden los pactos porque son básicos y fundamentales. Trascienden todos los pactos y todas las culturas. John Murray dijo: Sin duda se admite que los Diez Mandamientos son el centro de la ética bíblica. Cuando aplicamos el método bíblico-teológico al estudio de la Escritura observamos que los Diez Mandamientos, como se promulgaron en el Sinaí, eran la forma concreta y práctica de principios que no comenzaron a tener relevancia entonces, sino que ya eran relevantes desde el inicio. Y también observaremos que, así como no comenzaron a ser relevantes en el Sinaí, tampoco cesaron de tener relevancia cuando la economía del Sinaí caducó. El estudio bíblico-teológico es el que demuestra que estos mandamientos contienen principios que pertenecen al orden que Dios estableció para el hombre en el principio, así como también al orden de redención. En otras palabras, descubrimos que pertenecen al organismo de revelación divina respecto a la voluntad de Dios para el hombre.52 I. Objeciones típicas He intentado demostrar, entre otras cosas, que Jeremías profetizó que los cristianos tienen la ley que Dios escribió en las tablas de piedra, los Diez Mandamientos, escrita en sus corazones por el Espíritu Santo enviado por el Hijo de Dios (Jeremías 31:33; 2 Corintios 3:3). El Espíritu de Dios también provoca que nos deleitemos en la ley de Dios y la obedezcamos (Ezequiel 36:27: “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”). El Nuevo Testamento nos provee la forma en que los Diez Mandamientos deben ser aplicados a los cristianos. Aunque esto parece claro y es, por mucho, la perspectiva más común en la iglesia cristiana a través de la historia, algunos no están de acuerdo. Para ser justos con aquellos que no están de acuerdo, debemos admitir que algunas declaraciones del Nuevo Testamento hacen que este asunto sea difícil de comprender (por ejemplo, Romanos 6:14). A la luz de esto, vamos a considerar algunas objeciones típicas e interactuar con ellas. a. La ley mosaica en el Antiguo y el Nuevo Testamento siempre se refiere a la ley completa, a toda la ley del Antiguo Pacto, la ley del antiguo Israel. “Debido a que los cristianos no están bajo la ley mosaica completa, entonces no pueden estar bajo ella en ninguna de sus partes”. Es lo que dice esta objeción. “Así que la ley en la profecía de Jeremías no puede tener ninguna relación con el Antiguo Pacto y su ley”. A primera vista, este parece ser un fuerte argumento, pero vamos a interactuar con él. No estamos argumentando que la ley en la profecía de Jeremías tenga que ver con los cristianos en su relación presente con el Antiguo Pacto o que estén bajo cualquier ley para obtener ya sea las bendiciones temporales prometidas al antiguo pueblo de Dios en la Tierra Prometida, o peor aún, la salvación y vida eterna. Esta es una profecía del Nuevo Pacto, de un nuevo día para el pueblo de Dios. Lo que hemos argumentado es que la profecía de Jeremías se refiere a la ley básica y fundamental del Nuevo Pacto, que es la misma del Antiguo Pacto o Pacto Mosaico. No estamos bajo la ley de Moisés como los antiguos judíos lo estaban, sino que somos criaturas creadas a la imagen de Dios, así como lo eran ellos, con la ley reescrita en nuestros corazones. Tenemos deberes como cristianos que son muy similares a los del Israel del Antiguo Pacto. Debemos amar a Dios y a nuestro prójimo, como Jesús lo dejó en claro cuando citó de Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18 en Mateo 22:37 y 39. Una cosa que aprendemos de esto es que algunas leyes del Antiguo Pacto trascienden ese pacto y pueden funcionar fuera de él. Por ejemplo, debemos adorar al único y verdadero Dios de la Biblia. Esto siempre ha sido así. Debemos adorar al único y verdadero Dios de la Biblia de la forma que Él ordena. Esto siempre ha sido así. No debemos utilizar el nombre de Dios en vano. Esto siempre ha sido así. Debemos descansar con el propósito de adorar públicamente y debemos trabajar. Esto siempre ha sido así. Debemos respetar y obedecer a nuestros padres y a todas las figuras de autoridad en nuestras vidas. Esto siempre ha sido así. Debemos respetar la vida y no matar a otros, ya sea al quitarles la vida ilegalmente o incluso al odiarles. Esto siempre ha sido así. Debemos mantenernos sexualmente puros, sin cometer adulterio en nuestros actos, palabras o pensamientos. Esto siempre ha sido así. Debemos respetar la propiedad de otros y no robar. Esto siempre ha sido así. Debemos decir la verdad y no mentir. Esto siempre ha sido así. Y debemos estar contentos con lo que tenemos y no cometer idolatría al codiciar cosas y personas. Esto siempre ha sido así. Estos son los Diez Mandamientos. De hecho, los Diez Mandamientos no se convirtieron en algo sagrado y bueno en el Sinaí. Estas cosas siempre son buenas o malas a la luz de lo que somos como criaturas hechas a la imagen de Dios. Estos simplemente reflejan los absolutos éticos entretejidos en nuestro ser. Quizá sea de ayuda si lo consideramos de la siguiente forma. Así como Dios incorporó al Antiguo Pacto la ley que había sido escrita en el corazón del hombre en la creación, ahora hace lo mismo en el Nuevo Pacto. Esta ley natural no llegó a ser lo que era en el Sinaí; fue formalmente publicada por Dios mismo en las tablas
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