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Ven a mi barca y calma la torme - Gaby Falcon

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Serie
Apasionados por Jesús
 
Volumen II
 
Ven a mi Barca
y Calma la Tormenta
 
Gaby Falcón
Copyright © 2012 Gabriela Ivonne Falcón Romero.
All rights reserved.
VEN A MI BARCA Y CALMA LA TORMENTA
Gabriela Ivonne Falcón Romero
ISBN-13: 978-1519555113
ISBN-10: 1519555113
 
CONTENIDO
 
1 Ven a mi barca y calma la tormenta 3
2
3
San Mateo 14:22-36
Oración
29
31
 
 
 
Ven a mi barca y
Calma la Tormenta
 
San Mateo 14: 22 - 36
 
 
 
 
A través de todos los tiempos y de generación en generación
este pasaje de la vida de Jesús en donde lo vemos caminando
sobre el agua, nos impacta y también seguirá impactando a las
generaciones venideras. (Si gustas leer la historia tal y como la
cuenta el apóstol Mateo en su evangelio, al final de este libro están
los versículos a los cuales nos referiremos.) 
Sin embargo, además junto a ese sorprendente acontecimiento
hay detalles que bien vale la pena analizar con lupa en mano, para
ver en cada uno de esos detalles, lo maravilloso de nuestro amado
Señor Jesucristo.
A mí me fascina ver a Jesús como un ser humano común y
corriente porque eso me lleva a sentir gran admiración por él. Las
escrituras dicen que despojándose de su divinidad se hizo hombre,
así que hay que aprender a verlo como un simple mortal y asimilar
de él la forma en la que logró entender su ministerio, cómo lo aceptó
y cómo trabajó en él; por obediencia, por amor al Padre y por amor
a las personas que lo seguían y lo buscaban y claro por amor a ti y a
mí.
Dice en los evangelios que Jesús vio a la multitud y sintió
compasión por ellos porque los vio como ovejas que no tenían
pastor. ¿Será que hoy nos puede ver de igual forma?
Actualmente vemos tanta necesidad por donde quiera que
volteemos, necesidades económicas, personas que se sienten
solas, jóvenes que no encuentran una identidad, mujeres que
pierden su valor… todos caminan sin rumbo, sin guía, sin
esperanza, sin amor…
En el capítulo trece del evangelio de Mateo, vemos a Jesús
hablando a la gente en parábolas, las parábolas son simplemente
historias que ejemplifican una realidad, en este caso, Jesús hablaba
del reino de los cielos comparándolo con situaciones reales de la
época para poder enseñarles de manera sencilla y entendible. La
gente le seguía porque quería escuchar sus enseñanzas, eran
cosas nuevas para todos y muy fascinantes.
Si leemos los demás evangelios, nos damos cuenta que
además de enseñar, también sanaba enfermos y echaba fuera
demonios, o sea que él iba a la teoría, pero también a la práctica.
No sólo les enseñaba cosas que podían parecer inalcanzables, sino
que les mostraba el poder de Dios actuando a favor de aquellos que
le buscaban.
Todas las personas estaban sorprendidas de lo que estaba
ocurriendo, de sus palabras y de su persona. Algunos se
preguntaban ¿Quién es este hombre, de dónde sacó tal sabiduría?
Ya para este momento habían encarcelado a Juan el Bautista y
lo habían decapitado, la cabeza fue entregada a sus discípulos
quienes dieron aviso a Jesús. Recordemos que Juan el Bautista era
primo (o pariente muy cercano) de Jesús.
“Cuando Jesús recibió la noticia, se apartó de allí en una barca a
un lugar desierto, pero la gente al saber esto lo siguió a pie desde
las ciudades.” Me imagino que Jesús iba en la barca por la orilla
del mar, apartado, solo, tal vez orando. Es posible que Jesús haya
sentido tristeza por la muerte de su primo ¿No crees? “Las
multitudes” lo seguían a pie desde los poblados, por la orilla de la
playa, sin perder de vista la barca en la que Jesús navegaba ¿Te
imaginas el impacto que causaba en las personas como para que le
siguieran de esa manera? ¿Qué motivaría a una persona a seguir
una embarcación por la orilla del mar (¡Hasta el siguiente poblado!)
para continuar escuchando a tal hombre?
Voy hacer una pausa aquí para invitarte a hacer una reflexión.
Actualmente ¿bajo qué circunstancias vemos a las multitudes
siguiendo a alguna persona? Lo que a mi mente llega es cuando
hay un concierto de algún artista de música pop, o rock de moda
¿no? Pero para que este concierto se lleve a cabo, tuvo que haber
un trabajo muy duro de parte de un equipo muy grande de personas
trabajando por un objetivo, así vemos al manager, la
mercadotecnia, publicidad, medios de comunicación, etcétera.
Vemos entonces por todos los medios masivos de
comunicación mensajes que tratan de convencer a las masas de
que será un concierto increíble, con luces, sonido, efectos
especiales, qué sé yo. Son circunstancias fabricadas que se
mueven con cantidades grandísimas de dinero y finalmente la
experiencia dura máximo dos horas, y si bien les va a los seguidores
de la estrella del concierto, tal vez y dure hasta tres horas y punto
se acabó.
Las personas vuelven a su casa, felices, cansados, gastados,
normalmente con dolor de garganta y los oídos tapados, con
recuerdos lindos que quizá les cuenten a sus amigos. Y eso es en el
mejor de los casos, para no pensar en tragedias como asaltos,
violaciones, pleitos de bandas, intoxicados, etcétera. Así vemos
actualmente un mensaje vacío que mueve multitudes.
Bien, pues en los tiempos de Jesús no había publicistas, ni
medios de comunicación, sin embargo las personas no seguían a
Jesús por una linda canción, o porque les hacía “sentir” emociones
fascinantes y extremas, tampoco se reunían en un lugar con luces,
sonidos y efectos especiales.
Sin embargo, vemos a las multitudes caminando a la orilla del
mar, de poblado en poblado. No sé cuánto caminarían, pero esas
personas se desgastaban así mismas siguiendo una barca donde
venía un hombre que hablaba palabras que transformaban vidas,
sanaba enfermos, traía libertad.
No sólo se les adormecía la conciencia con un ruido
estridente durante dos horas y luego volvían a su casa vacíos ¡No!
Ellos pasaban todo el día con aquel hombre que con sólo oír su voz,
su vida era cambiada para siempre y su espíritu se llenaba de vida,
de esperanza, de amor.
Quiero aclarar y agregar que no estoy criticando ningún
concierto, ni juzgando a los que asisten, simplemente es un punto
de comparación. Además confieso que a mí me gustan los
conciertos de música, claro que hay de conciertos a conciertos y de
música a música, pero en realidad el gusto se rompe en géneros y
la música en vivo, cualquiera que sea, es una experiencia muy
grata. 
¿Qué les decía Jesús que los tenía cautivados? Lo que nos
cuentan los evangelios es que a las multitudes les hablaba en
parábolas como las siguientes:
“El reino de los cielos es como el hombre que sembró buena semilla
en su campo, luego llegó su enemigo y sembró mala hierba. El
hombre les dijo a los siervos que las dejaran crecer juntas y a la
hora de segar les dirá a los segadores: Recojan la mala hierba,
pónganla en manojos y quémenla, después recojan el trigo y
guárdenlo en mi granero.”
“El reino de los cielos es como el grano de mostaza que un hombre
sembró en su campo; aunque es la semilla más pequeña, cuando
crece es la más grande de las hortalizas.”
“El reino de los cielos es como la levadura que una mujer mezcló en
harina, hasta que fermentó toda la masa.”
“El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo,
cuando un hombre lo encontró vendió todas sus pertenencias y
compró aquel campo.”
¿Qué quiere decir todo esto? Que el cielo es real, además que
hay un reino en él y que es tan maravilloso que surgirá la mala
hierba queriendo tapar la realidad hermosa. También dice que
aunque ahora parezca como un grano de mostaza tan pequeño e
insignificante, (y para algunos, irreal) de todas formas es el más
grande de los frutos ¡Venderías todo para tenerlo! 
Todas estas palabras, vino a decirnos Jesús hace más de dos mil
años y todavía se escucha a muchas personas decir: “Nadie sabe
cómo es el cielo, o lo qué sucederá después de la muerte.”
Si no lo saben es porque no lo quieren oír, en tiempos de Jesús
había una multitud siguiéndole a pie desde la mañana hasta la
noche y sin que nadie se quejara de estar cansado o de tener
hambre. Y hoy nos preguntamos ¿Quéhabrá después de la
muerte? Y a partir de esta pregunta surgen muchas teorías,
religiones, sectas, dogmas.
Es tan simple como venir a conocer al hombre más enigmático
de todos los tiempos, el único que murió y resucitó y hoy está
reinando en su trono de Gloria esperando el tiempo de la siega para
separar la mala hierba del trigo. ¿Tú dónde quieres estar?
 “Cuando Jesús salió, vio una gran multitud y tuvo
compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” Si
volvemos a lo que les había sugerido, de ver a Jesús como un
hombre común, entonces podemos imaginar que seguramente
cuando recibió la noticia de que su pariente, había sido encadenado,
encarcelado y luego decapitado, sintió gran tristeza. 
Se sabe del parentesco de Jesús con Juan porque Lucas
cuenta que cuando el ángel avisó a María de su concepción por
medio del Espíritu Santo, también le anunció que su parienta
Elizabet la estéril, había concebido y tenía seis meses de embarazo.
En el versículo treinta y nueve del capítulo uno del evangelio de
Lucas dice: “Levantándose María, fue de prisa a la montaña y entró
en la casa de Zacarías, y saludó a Elizabet.” O sea que en cuanto
María recibió la noticia por parte del ángel, fue a ver a su parienta.
Al leer esto se entiende que hay un vínculo estrecho entre ellas. Por
este motivo me gustaría creer que durante la niñez de Jesús es muy
posible que María llevara a su pequeño hijo para visitar a sus
parientes de vez en vez. ¿Te imaginas a Juan y a Jesús juntos
jugando a los cinco años? Juan era mayor por seis meses,
realmente eran de la misma edad, así que es probable que Juan y
Jesús convivieran en su crecimiento. 
Entonces quizá Jesús guardaba recuerdos de su pariente Juan,
de cómo habían crecido juntos, ¿sino por qué Jesús decidió
apartarse al recibir tal noticia? El apartarse nos habla de un dolor en
su corazón, nos habla de una posible perturbación y tristeza en su
espíritu ¿Sentiría ese dolor por la forma en la que murió aquel que
desde su nacimiento había sido apartado por Dios con un propósito
tan especial? Jesucristo era un hombre de carne y hueso, con toda
clase de sentimientos humanos, pensamientos y cuestiones. Sus
tiempos de oración eran muy prolongados y eso hacía que su
espíritu, alma y cuerpo tuvieran tal fortaleza, tal dominio propio, tal
comunión con el Padre que su parte humana quedaba consumida. 
Si pensamos humanamente, entonces sabríamos que
cuando uno recibe una noticia que afecta el alma, inmediatamente
nos apartamos y vamos a la presencia de Dios y preguntamos,
oramos, clamamos y luego recibimos el consuelo, la paz, la fortaleza
y la seguridad de que en sus manos está el control de todas las
cosas.
Cuando Jesús estuvo apartado en la barca, suponemos que fue
para estar a solas con Dios, no porque no supiera el final que iba a
tener Juan porque podemos darnos cuenta al leer los evangelios,
que Jesús sabía todas las cosas antes de que ocurrieran, recibía la
revelación del Padre por medio del Espíritu Santo, pero la noticia de
por sí le impactó. Es similar al momento que se nos cuenta de
cuando Jesús lloró al ver a Marta, María y a muchos judíos llorando
por la muerte de Lázaro, él sabía que Lázaro iba a resucitar, a eso
iba Jesús con todos ellos, pero al verles llorar se conmovió. Las
emociones humanas que había en él, las descubrimos en estos
detalles y entonces sabemos que Jesús nos comprende en todas
las circunstancias por las que atravesamos, porque él, aun siendo el
Hijo de Dios, las vivió en carne propia.
Después de estar un rato a solas con Su Padre, ya
confortado y fortalecido con el poder del Santo Espíritu, salió y vio a
la multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban
enfermos. Les atendió hasta que se fue el último, pero no sin antes
alimentarlos milagrosamente.
No eran pocas personas, eran más de cinco mil hombres más
sus esposas e hijos. A todos los atendió, los alimentó y luego se fue
a orar ¡Vaya qué hombre!
Es decir, estuvo toda la tarde con esa multitud, hablándoles,
sanando sus dolencias, quizá consolando alguno que otro. Llegó el
atardecer y era posible que tuvieran hambre así que ya conocemos
esta historia, Jesús con cinco panes y dos peces alimentó a todos y
hasta sobró. Después de esto, Jesús pidió a sus discípulos que se
adelantaran mientras él despedía a la gente. Los discípulos se
fueron en una barca. Cuando ya todos se habían ido, Jesús subió al
monte a orar él solo, y ya era de noche.
Mateo y Marco coinciden al describir que al anochecer Jesús se
fue al monte a orar y estuvo allí hasta la cuarta vigilia de la noche.
Esto significa que Jesús estuvo orando por varias horas.
Técnicamente la vigilia de la noche se divide en cuatro y las cuatro
vigilias abarcan doce horas, es decir desde que se mete el sol,
hasta que sale. O sea que Jesús estuvo orando ¡Toda la noche! 
Allí estuvo orando hasta que vio que sus discípulos se
esforzaban en remar con gran fatiga porque el viento estaba fuerte.
Dice en Marcos capítulo seis versículo cuarenta y ocho “Y viéndoles
remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la
cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería
adelantárseles”
“Y quería adelantárseles” Es decir, Jesús al ver que sus
discípulos estaban en medio de la dificultad, se levantó, dejó de orar
e incluso caminó sobre el mar en medio de un viento muy fuerte
para llegar a ellos como queriéndoseles adelantar, es decir, quería
ayudarlos, salvarlos del peligro.
Mateo dice que la barca estaba muy retirada de la tierra, pero
Juan especifica que estaban como a veinticinco o treinta estadios.
Cada estadio mide ciento ochenta metros, así que haciendo los
cálculos, la barca estaba como de cinco a seis kilómetros de la
tierra. Jesús tuvo que caminar un buen tramo de mar ¿no crees? ¡Y
en medio de un viento muy fuerte! Pero quería llegar pronto para
salvarlos, se apresuró para estar allí y era tanto su deseo de llegar
que hasta caminó sobre el mar.
Ahora imaginemos a los discípulos y a todas las personas que
iban a bordo. El tiempo que transcurrió entre que Jesús los vio y
luego camino los seis kilómetros sobre el mar para alcanzarlos, no
sé cuánto tiempo habrá transcurrido, pero sí creo que por lo menos
más de media hora. Todo ese tiempo los discípulos estuvieron
batallando con gran temor para controlar la barca, pudieron llegar a
pensar que esta vez sí se hundirían, tal vez alguno lo pensó.
¡Ah! Cuánto amor ¿no crees? Realmente Jesús se entregó cada
día: “entregó su vida.” Cuando decimos esto, pensamos en el
momento en el que estando en la cruz, murió por amor, por
nosotros. Y sí esto es verdad, pero la entregó desde antes.
Dejó sus sentimientos a un lado, cansancio, hambre, enojo,
tristeza; dejó sus tiempos de oración por aquellos a los que amó.
Todo lo hizo a un lado por amor, incluyéndose a sí mismo,
incluyendo su divinidad como Hijo de Dios, y también lo hizo por 
obediencia. Luego pienso en los momentos en los que él oraba y le
era revelado que esos mismos a los que amaba, a los que sanaba,
a los que hablaba, le iban a negar, le iban a traicionar, muchos de la
multitud que le buscaban, después le escupirían. Y veo a un hombre
entregado por amor “viéndoles como a ovejas sin pastor”. Lleno de
compasión.
Sin embargo, y con todo, él estuvo allí, con misericordia, con
paciencia, con amor, entregándose completamente para que se
cumpliera un propósito eterno: Que tú, yo y todo aquel que le reciba
y le crea, tenga hoy el privilegio de ser parte de su familia y de
sentarse a su mesa para conocerle y vivir con Él desde hoy hasta la
eternidad. Es por todo esto y por su victoria sobre la muerte, por su
sacrificio de sangre en la cruz que Él es el único digno, como un
cordero sacrificado para recibir toda la Gloria y toda la honra, la
alabanza y la adoración por todos los siglos ¡Amén!
¡Así mismo nos ve hoy! Con sus ojos llenos de amor, cuántas
veces en medio de la tormenta, él quiere venir caminando sobre las
aguas como queriendo adelantársenos ycalmar la tormenta.
Aunque conozca que tal vez algunos le negarán, algunos le
traicionarán, algunos escupirán su nombre. 
“El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me
recibe a mí recibe al Padre, quien me envió. Si reciben a un profeta
como a alguien que habla de parte de Dios, recibirán la misma
recompensa que un profeta. Y, si reciben a un justo debido a su
justicia, recibirán una recompensa similar a la de él. Y si le dan
siquiera un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores más
insignificantes, les aseguro que recibirán una recompensa.” (Mateo
10: 40-42) Quizá le negamos con nuestras actitudes en la vida
cotidiana, frente a un necesitado, en medio de un problema; Es
posible que digamos, yo nunca le negaré, pero así dijo Pedro y le
negó tres veces. Pero el asunto no es para condenar a nadie. El
asunto es que veamos cuánto amor hay en él.
Nos conoce y sabe de nuestras debilidades, pero aun así él
está allí siempre junto a nosotros porque lo prometió “estaré con
ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.” Y ¡Te creemos
Señor, gracias!
“Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua,
quedaron aterrados.
-¡Es un fantasma!- gritaron de miedo.”
Nuevamente vamos a imaginar: Están los discípulos en medio
del mar, el viento les está en contra y hacen grandes esfuerzos para
remar. En su desesperado esfuerzo por controlar la barca en contra
del viento, traen la adrenalina muy alta, están agitados, cansados,
asustados. De pronto ven a una persona que se les acerca en
medio del mar; recordemos que es el amanecer, y posiblemente
todavía no hay plena luz de día, así que seguramente tuvieron un
gran, gran susto. ¡Pensaron que era un fantasma! Pero no les
culpo, en esa situación tan desesperada, nadie puede imaginar que
su amado maestro va a llegar caminando sobre el agua.
¿Qué estarían pensando los discípulos en medio del mar? En el
capítulo ocho de Mateo se describe que en una ocasión, estando en
la barca rumbo a la tierra de los gadarenos, se levantó una
tempestad muy grande, Jesús venía dormido y los discípulos le
despertaron diciendo: ¡Señor, sálvanos que perecemos! Y él les
contestó: ¿Por qué teméis hombres de poca fe? Y al reprender los
vientos hubo grande bonanza.
Así que en esta ocasión, los discípulos seguramente pensaban:
“Si Jesús viniera con nosotros, él reprendería los vientos y no
estaríamos en peligro, pero ahora ¿qué vamos hacer? Jesús se
quedó en el monte orando y ya estamos tan lejos que ni aun
gritando nos podrá escuchar.”
Pero ellos no tenían la menor idea de que Jesús ya les había
visto remando con gran esfuerzo. Me pregunto ¿Era posible que
Jesús les viera remar desde una distancia de cinco a seis
kilómetros? Él estaba en un monte, así que me imagino que puede
ser posible, imaginemos que Jesús tenía una gran vista.
Tengo la imagen en mi mente de cuando uno va a una playa
y desde una vista panorámica ve el mar y también se logra ver un
velero, una lancha e incluso una moto de mar, y sí, es posible ver a
las personas que van dentro. Pero ¿no decimos que estaba
amaneciendo? No había suficiente luz.
A lo que voy es a lo siguiente, haciendo este análisis de la
lectura, y conociendo que Jesús se movía siempre en el espíritu,
más que en lo físico; entonces concluimos que Jesús los había visto
batallar con sus ojos espirituales, les había sentido afligidos… ¿No
será de la misma forma ahora con nosotros? ¡Claro que sí!
Esa es la razón por la cual en ocasiones se nos responden
oraciones que ni siquiera hicimos, porque Jesús nos ha visto
batallar. Este pequeño detalle nos habla enormemente del cuidado
que Jesús tiene con los que le aman, le siguen y están con él.
Pero los discípulos no lo sabían, todavía no entendían. Y
entonces se enfrentan a algo sobrenatural que jamás hubieran
imaginado y creen que un fantasma se acerca.
Jesús les dice: No teman, yo soy. ¿Has tenido alguna
experiencia sobrenatural con tu amado Jesucristo? Y luego
preguntas: ¿Eres tú, Señor? Para quienes nunca han
experimentado el poder de Dios, resultaría muy difícil entender la
presencia de Dios en un momento de oración, o resulta imposible
creer que Dios nos habla al corazón y podemos caminar guiados por
su voz. Hay quienes no entienden por qué muchos al estar en
oración rompen en llanto, o por qué algunos caen en un reposo,
inexplicable a los ojos de los hombres.
Pero así es Dios, increíble, sobrenatural, poderoso, real y
¡Vivo!
Podemos hacer como Pedro: “Señor, si eres tú, mándame
que vaya a ti sobre el agua.” Solamente que en el arrebato de
Pedro, se le olvidó que habían fuertes vientos, de todas maneras
bajó de la barca y comenzó a caminar hacia Jesús. Ya cuando se
dio cuenta de lo que estaba sucediendo y se percató de los fuertes
vientos. Tuvo miedo y comenzó a hundirse.
¿Sabes que hacemos nosotros ahora? Algo similar, decimos:
“Señor, te quiero seguir, manda que vaya contigo.” Entonces
comenzamos a caminar en medio de las aguas y al sentir el viento
fuerte, tenemos miedo y comenzamos a hundirnos.
Por eso la Palabra de Dios dice que seremos probados,
nuestra fe será probada una y otra vez. Estaremos en medio del mar
sintiendo el viento fuerte, tal vez cada vez más fuerte. Pero Jesús
estará delante de nosotros para salvarnos. Nuevamente te digo: Lo
importante es ver la misericordia de Jesucristo frente a nosotros
fortaleciéndonos, ayudándonos a crecer, preparándonos para
caminar cada vez más en lo profundo y en lo recio del viento.
Esta palabra no es para señalar el temor de Pedro, ni el de
nadie. Es para que conozcamos que si nos toca vivir en medio de
una tormenta, allí estará Jesucristo para tomar de nuestra mano y
llevarnos a la barca, es decir, a un lugar seguro.
Además, te tengo buenas noticias, las tormentas son para
quienes arriesgan todo y dan pasos de fe, aunque a medio camino
tengan que gritar ¡Señor sálvame! ¿Ya te diste cuenta que Pedro
fue el único valiente que bajó de la seguridad de una barca y
siguiendo la voz de su Señor, caminó sobre las aguas, en medio de
una gran tormenta?
Si yo hubiera estado en esa barca, al volver Pedro le hubiera
preguntado ¿Cómo te animaste a bajar? ¿Qué se siente caminar
sobre el agua? ¿Qué significa experimentar el poder sobrenatural de
Jesús?... ¡Eso es para valientes! Aunque al principio te comiences a
hundir. En el libro de los Hechos se describe que aun con la sombra
de Pedro, las personas sanaban. Allí está el resultado de avanzar
creyendo en el maestro. (No era Pedro el que sanaba, era el poder
del Espíritu Santo actuando a través de Pedro, así fue la promesa
de Jesucristo). 
“Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.” Una
vez que llegamos a la barca, una vez asidos de la mano de Jesús,
“llegamos a la barca y se calma el viento”… habrá grande bonanza.
¿No te preguntas, por qué se calmó la tormenta hasta que
volvieron a la barca? Estarás de acuerdo conmigo en que Jesús
podía calmar la tormenta desde que venía apresuradamente a
ayudar a sus discípulos. Sin embargo, la fe de Pedro y la de todos
sus discípulos, tenía que ser probada. ¡Sólo Pedro respondió! 
“Señor, si eres tú, manda que vaya contigo… le dijo ¡Ven!” Y Pedro
no le contestó, ¿Señor estás seguro? dame otra señal para que
sepa que en verdad quieres que vaya… Sólo escuchó “ven” y Pedro
se lanzó. Y sí camino sobre el agua, poco pero lo hizo. 
Lo maravilloso de esto es que siempre, absolutamente
siempre y a cada instante de nuestra vida podemos decir: “¡Señor,
sálvame! Él extenderá su mano y nos llevará a la barca. Aunque
también puede ser que nos muestre que hemos tenido poca fe.
Si estás en medio de la tormenta confiesa delante de Jesús.
“Señor tengo poca fe, ayúdame. Ven a mi barca y calma la tormenta
porque sin ti no puedo seguir. ¡Ven y calma mi tormenta! Señor, me
hundo. Sálvame”
Ahora sabemos que él ya conoce lo que nos pasa, nos ve y
deja todo para alcanzarnos y estará allí junto a nosotros para
enseñarnos, consolarnos, ayudarnos.
“Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron
diciendo: Verdaderamente eres elHijo de Dios.”
Qué manera de revelarnos quién es Él. Qué manera de
guiarnos a la adoración, qué manera de resolver las dudas y
enderezar nuestro corazón. De allí en adelante siempre diremos:
“Verdaderamente eres el Hijo de Dios” y le adoraremos en espíritu y
en verdad.
En Marcos dice: “…y ellos se asombraron en gran manera, y
se maravillaba. Porque aún no habían entendido lo de los panes,
por cuanto estaban endurecidos sus corazones.”
Fíjate muy bien. Muchos de los que iban en la barca, no sé si
sólo iban los discípulos, pero me imagino que también iban otras
personas por lo que dice el versículo.
 Muchos de ellos le habían visto sanar enfermos y luego la
multiplicación de los panes; alimentar a cinco mil personas con cinco
panes y dos peces no era poca cosa, pero no lo habían entendido.
¿Tenemos endurecido nuestro corazón? Cuántas sanidades
conoces que Dios ha realizado en las personas de tu alrededor,
alguna historia te habrán contado de alguien que fue sanado de
cáncer o de algún tumor, ¿Lo crees? Cuántas veces has visto que
se multiplica la provisión en ti, o en tu familia o en alguien más ¿Lo
crees? Has visto la transformación de una vida que era de muerte,
es decir que todo en su vida iba mal y de pronto al cambiar su
camino le ves transformada, con una paz especial, con puertas
abiertas en todo lo que hace ¿Lo crees o lo niegas? ¿Crees que es
Dios haciendo milagros hoy en día? Si no lo crees, la noticia es que
tienes endurecido tu corazón.
La manera en la que Dios nos enseña sus maravillas, con las
que nos reblandece el corazón, es precisamente en medio de una
tormenta. Cuando Jesús resucita a su amigo Lázaro, Marta y María
pasan por la tormenta también y luego, ¡zaz! La vida.
Cuando tenemos endurecido el corazón, la duda está latente.
La duda mata los milagros, ya lo pudimos ver con Pedro, Jesús le
dijo “¿Por qué dudaste?” Así que nuestra batalla es contra la duda,
contra el corazón endurecido. Cuando vamos a la vida de Jesús y
leemos sus milagros, esa duda se va disipando, porque dice que la
fe viene por el oír, y el oír la palabra de Dios. 
Te voy a compartir algo que estoy experimentando
recientemente. En medio de mi tormenta, he acudido a una libretita
especial que tengo. Allí he escrito todas las palabras que Dios ha
hablado a mi corazón, sólo él y yo, nadie más está en esas líneas,
está mi corazón y el corazón de Dios. Tengo muchos años
escribiendo allí, pero recientemente me he tomado el tiempo de
leerla y meditarla (cabe mencionar que todas las palabras de Dios
para mi vida, son palabras bíblicas, Dios no habla cosas ajenas a él
mismo) Eso me ha alumbrado el camino, ha activado mi fe, ha
producido esperanza y la esperanza no avergüenza, me ha
sostenido. Estoy tan sorprendida que te quiero recomendar que hoy
mismo compres una libreta especial y lo hagas tu diario personal
con Dios. Después de mucho tiempo será tu guía, tu sustento, tu
luz. Porque serán palabras de Dios directamente para ti. ¡La
palabra de Dios es luz en nuestro camino! Escuchar su palabra
activa nuestra fe y la fe mueve montañas. Tu corazón será libre de
toda dureza y la duda desaparece… Entonces los milagros se hacen
presentes ¡wow!
Con el único propósito de “Glorificar el nombre de Dios, y
para que el Hijo de Dios sea glorificado.” Todo esto nos abre los ojos
para sentir Su amor y entonces tener una revelación cada vez más
profunda de la persona de nuestro amado Jesucristo, podemos verle
más real y verdadero aún sin verle físicamente.
“Y luego le adoraron.” Porque al ver sus maravillas
accionando en nuestra vida, se encenderá un amor profundo y es
así como desearemos más estar en esa presencia de amor, de paz,
de sanidad que fortalece y nos alinea a su perfecta voluntad.
Pero más allá de lo que Jesucristo haga o deje de hacer en
nosotros; al conocerle, oírle hablarnos, sentir su amor real. Entonces
desearemos estar con él, en Su presencia para adorarle, amarle y
alabarle siempre.
Porque en los evangelios lo vemos y lo conocemos como un
hombre que se dio por amor, pero en el libro final de la biblia, el
Apocalipsis, lo vemos como Majestuoso rey, poderoso. Todos se
postran ante su gran trono y cantan “Santo, Santo, Santo” echando
sus coronas ante sus pies y diciendo: “Eres el único digno de
adoración.”
En el libro de Cantar de cantares hay un versículo que me
gusta mucho: “¡grato en verdad es tu amor, más que el vino!” O sea
que el amor de Dios es mejor que todas las cosas que nos puedan
rodear. Esto sucede una vez que le conoces y le dices: “Ven a mi
barca y calma la tormenta.”
 
 
San Mateo 14:22-36
Jesús anda sobre el mar
22 En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir
delante de él a la hora ribera, entre tanto que él despedía a la
multitud.
23 Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando
llegó la noche, estaba allí solo.
24 Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas;
porque el viento era contrario.
25 Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando
sobre el mar.
26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron,
diciendo: ¡un fantasma! Y dieron voces de miedo.
27 Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy,
no temáis!
28 Entonces le respondió Pedro y dijo: Señor, si eres tú, manda que
yo vaya a ti sobre las aguas.
29Y él le dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba
sobre las aguas para ir a Jesús.
30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a
hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo:
¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32 Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.
33 Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron
diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
34 Después de cruzar el lago, desembarcaron en Genesaret.
35 Los habitantes de aquel lugar reconocieron a Jesús y divulgaron
la noticia por todos los alrededores. Le llevaban todos los enfermos,
36 suplicándoles que les permitiera tocar siquiera el borde de
su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos.
 
Quiero invitarte hacer una oración, allí en donde te encuentres en este
momento, es una oración para que declares con tu boca que Jesucristo es tu
Salvador y a partir de hoy él reine en tu vida. ¿Por qué la oración? Por lo
siguiente:
Romanos 10:9-13
“Esta es la palabra de fe que predicamos: 9que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, serás salvo. 10Porque con el corazón se cree para justicia, pero con
la boca se confiesa para salvación. 11Pues la Escritura dice: Todo aquel que
en él creyere, no será avergonzado. 12Porque no hay diferencia entre judío y
griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que
le invocan; 13porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”
Te quiero preguntar ¿Tú crees que Jesucristo es el hijo único de Dios
y dejando su condición de Dios, nació como un hombre para morir por ti?
¿Crees que Jesucristo resucitó de entre los muertos para darnos vida y ahora
está sentado a la derecha del Padre, vivo? Si respondiste a todo que sí,
entonces repite con todo tu corazón y en voz alta lo siguiente:
“Señor Jesús, el día de hoy te reconozco como mi Señor y Salvador,
estoy arrepentida de todos mis pecados y te pido perdón, ven a mi corazón y
límpiame. Yo creo que moriste por mí en esa cruz y que por tu sangre
seremos salvos yo y todos los de mi casa, amén”
¡Hay fiesta en el cielo! Tu nombre se ha escrito en el libro de la vida
(Lucas 10:20), busca una biblia y ten una relación con Dios a través de su
Santa Palabra, a partir de hoy él está contigo como nunca antes. Háblale y
pídele que te hable.
 
 
 
 
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