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Serie Apasionados por Jesús Volumen II Ven a mi Barca y Calma la Tormenta Gaby Falcón Copyright © 2012 Gabriela Ivonne Falcón Romero. All rights reserved. VEN A MI BARCA Y CALMA LA TORMENTA Gabriela Ivonne Falcón Romero ISBN-13: 978-1519555113 ISBN-10: 1519555113 CONTENIDO 1 Ven a mi barca y calma la tormenta 3 2 3 San Mateo 14:22-36 Oración 29 31 Ven a mi barca y Calma la Tormenta San Mateo 14: 22 - 36 A través de todos los tiempos y de generación en generación este pasaje de la vida de Jesús en donde lo vemos caminando sobre el agua, nos impacta y también seguirá impactando a las generaciones venideras. (Si gustas leer la historia tal y como la cuenta el apóstol Mateo en su evangelio, al final de este libro están los versículos a los cuales nos referiremos.) Sin embargo, además junto a ese sorprendente acontecimiento hay detalles que bien vale la pena analizar con lupa en mano, para ver en cada uno de esos detalles, lo maravilloso de nuestro amado Señor Jesucristo. A mí me fascina ver a Jesús como un ser humano común y corriente porque eso me lleva a sentir gran admiración por él. Las escrituras dicen que despojándose de su divinidad se hizo hombre, así que hay que aprender a verlo como un simple mortal y asimilar de él la forma en la que logró entender su ministerio, cómo lo aceptó y cómo trabajó en él; por obediencia, por amor al Padre y por amor a las personas que lo seguían y lo buscaban y claro por amor a ti y a mí. Dice en los evangelios que Jesús vio a la multitud y sintió compasión por ellos porque los vio como ovejas que no tenían pastor. ¿Será que hoy nos puede ver de igual forma? Actualmente vemos tanta necesidad por donde quiera que volteemos, necesidades económicas, personas que se sienten solas, jóvenes que no encuentran una identidad, mujeres que pierden su valor… todos caminan sin rumbo, sin guía, sin esperanza, sin amor… En el capítulo trece del evangelio de Mateo, vemos a Jesús hablando a la gente en parábolas, las parábolas son simplemente historias que ejemplifican una realidad, en este caso, Jesús hablaba del reino de los cielos comparándolo con situaciones reales de la época para poder enseñarles de manera sencilla y entendible. La gente le seguía porque quería escuchar sus enseñanzas, eran cosas nuevas para todos y muy fascinantes. Si leemos los demás evangelios, nos damos cuenta que además de enseñar, también sanaba enfermos y echaba fuera demonios, o sea que él iba a la teoría, pero también a la práctica. No sólo les enseñaba cosas que podían parecer inalcanzables, sino que les mostraba el poder de Dios actuando a favor de aquellos que le buscaban. Todas las personas estaban sorprendidas de lo que estaba ocurriendo, de sus palabras y de su persona. Algunos se preguntaban ¿Quién es este hombre, de dónde sacó tal sabiduría? Ya para este momento habían encarcelado a Juan el Bautista y lo habían decapitado, la cabeza fue entregada a sus discípulos quienes dieron aviso a Jesús. Recordemos que Juan el Bautista era primo (o pariente muy cercano) de Jesús. “Cuando Jesús recibió la noticia, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto, pero la gente al saber esto lo siguió a pie desde las ciudades.” Me imagino que Jesús iba en la barca por la orilla del mar, apartado, solo, tal vez orando. Es posible que Jesús haya sentido tristeza por la muerte de su primo ¿No crees? “Las multitudes” lo seguían a pie desde los poblados, por la orilla de la playa, sin perder de vista la barca en la que Jesús navegaba ¿Te imaginas el impacto que causaba en las personas como para que le siguieran de esa manera? ¿Qué motivaría a una persona a seguir una embarcación por la orilla del mar (¡Hasta el siguiente poblado!) para continuar escuchando a tal hombre? Voy hacer una pausa aquí para invitarte a hacer una reflexión. Actualmente ¿bajo qué circunstancias vemos a las multitudes siguiendo a alguna persona? Lo que a mi mente llega es cuando hay un concierto de algún artista de música pop, o rock de moda ¿no? Pero para que este concierto se lleve a cabo, tuvo que haber un trabajo muy duro de parte de un equipo muy grande de personas trabajando por un objetivo, así vemos al manager, la mercadotecnia, publicidad, medios de comunicación, etcétera. Vemos entonces por todos los medios masivos de comunicación mensajes que tratan de convencer a las masas de que será un concierto increíble, con luces, sonido, efectos especiales, qué sé yo. Son circunstancias fabricadas que se mueven con cantidades grandísimas de dinero y finalmente la experiencia dura máximo dos horas, y si bien les va a los seguidores de la estrella del concierto, tal vez y dure hasta tres horas y punto se acabó. Las personas vuelven a su casa, felices, cansados, gastados, normalmente con dolor de garganta y los oídos tapados, con recuerdos lindos que quizá les cuenten a sus amigos. Y eso es en el mejor de los casos, para no pensar en tragedias como asaltos, violaciones, pleitos de bandas, intoxicados, etcétera. Así vemos actualmente un mensaje vacío que mueve multitudes. Bien, pues en los tiempos de Jesús no había publicistas, ni medios de comunicación, sin embargo las personas no seguían a Jesús por una linda canción, o porque les hacía “sentir” emociones fascinantes y extremas, tampoco se reunían en un lugar con luces, sonidos y efectos especiales. Sin embargo, vemos a las multitudes caminando a la orilla del mar, de poblado en poblado. No sé cuánto caminarían, pero esas personas se desgastaban así mismas siguiendo una barca donde venía un hombre que hablaba palabras que transformaban vidas, sanaba enfermos, traía libertad. No sólo se les adormecía la conciencia con un ruido estridente durante dos horas y luego volvían a su casa vacíos ¡No! Ellos pasaban todo el día con aquel hombre que con sólo oír su voz, su vida era cambiada para siempre y su espíritu se llenaba de vida, de esperanza, de amor. Quiero aclarar y agregar que no estoy criticando ningún concierto, ni juzgando a los que asisten, simplemente es un punto de comparación. Además confieso que a mí me gustan los conciertos de música, claro que hay de conciertos a conciertos y de música a música, pero en realidad el gusto se rompe en géneros y la música en vivo, cualquiera que sea, es una experiencia muy grata. ¿Qué les decía Jesús que los tenía cautivados? Lo que nos cuentan los evangelios es que a las multitudes les hablaba en parábolas como las siguientes: “El reino de los cielos es como el hombre que sembró buena semilla en su campo, luego llegó su enemigo y sembró mala hierba. El hombre les dijo a los siervos que las dejaran crecer juntas y a la hora de segar les dirá a los segadores: Recojan la mala hierba, pónganla en manojos y quémenla, después recojan el trigo y guárdenlo en mi granero.” “El reino de los cielos es como el grano de mostaza que un hombre sembró en su campo; aunque es la semilla más pequeña, cuando crece es la más grande de las hortalizas.” “El reino de los cielos es como la levadura que una mujer mezcló en harina, hasta que fermentó toda la masa.” “El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo, cuando un hombre lo encontró vendió todas sus pertenencias y compró aquel campo.” ¿Qué quiere decir todo esto? Que el cielo es real, además que hay un reino en él y que es tan maravilloso que surgirá la mala hierba queriendo tapar la realidad hermosa. También dice que aunque ahora parezca como un grano de mostaza tan pequeño e insignificante, (y para algunos, irreal) de todas formas es el más grande de los frutos ¡Venderías todo para tenerlo! Todas estas palabras, vino a decirnos Jesús hace más de dos mil años y todavía se escucha a muchas personas decir: “Nadie sabe cómo es el cielo, o lo qué sucederá después de la muerte.” Si no lo saben es porque no lo quieren oír, en tiempos de Jesús había una multitud siguiéndole a pie desde la mañana hasta la noche y sin que nadie se quejara de estar cansado o de tener hambre. Y hoy nos preguntamos ¿Quéhabrá después de la muerte? Y a partir de esta pregunta surgen muchas teorías, religiones, sectas, dogmas. Es tan simple como venir a conocer al hombre más enigmático de todos los tiempos, el único que murió y resucitó y hoy está reinando en su trono de Gloria esperando el tiempo de la siega para separar la mala hierba del trigo. ¿Tú dónde quieres estar? “Cuando Jesús salió, vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” Si volvemos a lo que les había sugerido, de ver a Jesús como un hombre común, entonces podemos imaginar que seguramente cuando recibió la noticia de que su pariente, había sido encadenado, encarcelado y luego decapitado, sintió gran tristeza. Se sabe del parentesco de Jesús con Juan porque Lucas cuenta que cuando el ángel avisó a María de su concepción por medio del Espíritu Santo, también le anunció que su parienta Elizabet la estéril, había concebido y tenía seis meses de embarazo. En el versículo treinta y nueve del capítulo uno del evangelio de Lucas dice: “Levantándose María, fue de prisa a la montaña y entró en la casa de Zacarías, y saludó a Elizabet.” O sea que en cuanto María recibió la noticia por parte del ángel, fue a ver a su parienta. Al leer esto se entiende que hay un vínculo estrecho entre ellas. Por este motivo me gustaría creer que durante la niñez de Jesús es muy posible que María llevara a su pequeño hijo para visitar a sus parientes de vez en vez. ¿Te imaginas a Juan y a Jesús juntos jugando a los cinco años? Juan era mayor por seis meses, realmente eran de la misma edad, así que es probable que Juan y Jesús convivieran en su crecimiento. Entonces quizá Jesús guardaba recuerdos de su pariente Juan, de cómo habían crecido juntos, ¿sino por qué Jesús decidió apartarse al recibir tal noticia? El apartarse nos habla de un dolor en su corazón, nos habla de una posible perturbación y tristeza en su espíritu ¿Sentiría ese dolor por la forma en la que murió aquel que desde su nacimiento había sido apartado por Dios con un propósito tan especial? Jesucristo era un hombre de carne y hueso, con toda clase de sentimientos humanos, pensamientos y cuestiones. Sus tiempos de oración eran muy prolongados y eso hacía que su espíritu, alma y cuerpo tuvieran tal fortaleza, tal dominio propio, tal comunión con el Padre que su parte humana quedaba consumida. Si pensamos humanamente, entonces sabríamos que cuando uno recibe una noticia que afecta el alma, inmediatamente nos apartamos y vamos a la presencia de Dios y preguntamos, oramos, clamamos y luego recibimos el consuelo, la paz, la fortaleza y la seguridad de que en sus manos está el control de todas las cosas. Cuando Jesús estuvo apartado en la barca, suponemos que fue para estar a solas con Dios, no porque no supiera el final que iba a tener Juan porque podemos darnos cuenta al leer los evangelios, que Jesús sabía todas las cosas antes de que ocurrieran, recibía la revelación del Padre por medio del Espíritu Santo, pero la noticia de por sí le impactó. Es similar al momento que se nos cuenta de cuando Jesús lloró al ver a Marta, María y a muchos judíos llorando por la muerte de Lázaro, él sabía que Lázaro iba a resucitar, a eso iba Jesús con todos ellos, pero al verles llorar se conmovió. Las emociones humanas que había en él, las descubrimos en estos detalles y entonces sabemos que Jesús nos comprende en todas las circunstancias por las que atravesamos, porque él, aun siendo el Hijo de Dios, las vivió en carne propia. Después de estar un rato a solas con Su Padre, ya confortado y fortalecido con el poder del Santo Espíritu, salió y vio a la multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Les atendió hasta que se fue el último, pero no sin antes alimentarlos milagrosamente. No eran pocas personas, eran más de cinco mil hombres más sus esposas e hijos. A todos los atendió, los alimentó y luego se fue a orar ¡Vaya qué hombre! Es decir, estuvo toda la tarde con esa multitud, hablándoles, sanando sus dolencias, quizá consolando alguno que otro. Llegó el atardecer y era posible que tuvieran hambre así que ya conocemos esta historia, Jesús con cinco panes y dos peces alimentó a todos y hasta sobró. Después de esto, Jesús pidió a sus discípulos que se adelantaran mientras él despedía a la gente. Los discípulos se fueron en una barca. Cuando ya todos se habían ido, Jesús subió al monte a orar él solo, y ya era de noche. Mateo y Marco coinciden al describir que al anochecer Jesús se fue al monte a orar y estuvo allí hasta la cuarta vigilia de la noche. Esto significa que Jesús estuvo orando por varias horas. Técnicamente la vigilia de la noche se divide en cuatro y las cuatro vigilias abarcan doce horas, es decir desde que se mete el sol, hasta que sale. O sea que Jesús estuvo orando ¡Toda la noche! Allí estuvo orando hasta que vio que sus discípulos se esforzaban en remar con gran fatiga porque el viento estaba fuerte. Dice en Marcos capítulo seis versículo cuarenta y ocho “Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles” “Y quería adelantárseles” Es decir, Jesús al ver que sus discípulos estaban en medio de la dificultad, se levantó, dejó de orar e incluso caminó sobre el mar en medio de un viento muy fuerte para llegar a ellos como queriéndoseles adelantar, es decir, quería ayudarlos, salvarlos del peligro. Mateo dice que la barca estaba muy retirada de la tierra, pero Juan especifica que estaban como a veinticinco o treinta estadios. Cada estadio mide ciento ochenta metros, así que haciendo los cálculos, la barca estaba como de cinco a seis kilómetros de la tierra. Jesús tuvo que caminar un buen tramo de mar ¿no crees? ¡Y en medio de un viento muy fuerte! Pero quería llegar pronto para salvarlos, se apresuró para estar allí y era tanto su deseo de llegar que hasta caminó sobre el mar. Ahora imaginemos a los discípulos y a todas las personas que iban a bordo. El tiempo que transcurrió entre que Jesús los vio y luego camino los seis kilómetros sobre el mar para alcanzarlos, no sé cuánto tiempo habrá transcurrido, pero sí creo que por lo menos más de media hora. Todo ese tiempo los discípulos estuvieron batallando con gran temor para controlar la barca, pudieron llegar a pensar que esta vez sí se hundirían, tal vez alguno lo pensó. ¡Ah! Cuánto amor ¿no crees? Realmente Jesús se entregó cada día: “entregó su vida.” Cuando decimos esto, pensamos en el momento en el que estando en la cruz, murió por amor, por nosotros. Y sí esto es verdad, pero la entregó desde antes. Dejó sus sentimientos a un lado, cansancio, hambre, enojo, tristeza; dejó sus tiempos de oración por aquellos a los que amó. Todo lo hizo a un lado por amor, incluyéndose a sí mismo, incluyendo su divinidad como Hijo de Dios, y también lo hizo por obediencia. Luego pienso en los momentos en los que él oraba y le era revelado que esos mismos a los que amaba, a los que sanaba, a los que hablaba, le iban a negar, le iban a traicionar, muchos de la multitud que le buscaban, después le escupirían. Y veo a un hombre entregado por amor “viéndoles como a ovejas sin pastor”. Lleno de compasión. Sin embargo, y con todo, él estuvo allí, con misericordia, con paciencia, con amor, entregándose completamente para que se cumpliera un propósito eterno: Que tú, yo y todo aquel que le reciba y le crea, tenga hoy el privilegio de ser parte de su familia y de sentarse a su mesa para conocerle y vivir con Él desde hoy hasta la eternidad. Es por todo esto y por su victoria sobre la muerte, por su sacrificio de sangre en la cruz que Él es el único digno, como un cordero sacrificado para recibir toda la Gloria y toda la honra, la alabanza y la adoración por todos los siglos ¡Amén! ¡Así mismo nos ve hoy! Con sus ojos llenos de amor, cuántas veces en medio de la tormenta, él quiere venir caminando sobre las aguas como queriendo adelantársenos ycalmar la tormenta. Aunque conozca que tal vez algunos le negarán, algunos le traicionarán, algunos escupirán su nombre. “El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al Padre, quien me envió. Si reciben a un profeta como a alguien que habla de parte de Dios, recibirán la misma recompensa que un profeta. Y, si reciben a un justo debido a su justicia, recibirán una recompensa similar a la de él. Y si le dan siquiera un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores más insignificantes, les aseguro que recibirán una recompensa.” (Mateo 10: 40-42) Quizá le negamos con nuestras actitudes en la vida cotidiana, frente a un necesitado, en medio de un problema; Es posible que digamos, yo nunca le negaré, pero así dijo Pedro y le negó tres veces. Pero el asunto no es para condenar a nadie. El asunto es que veamos cuánto amor hay en él. Nos conoce y sabe de nuestras debilidades, pero aun así él está allí siempre junto a nosotros porque lo prometió “estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.” Y ¡Te creemos Señor, gracias! “Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. -¡Es un fantasma!- gritaron de miedo.” Nuevamente vamos a imaginar: Están los discípulos en medio del mar, el viento les está en contra y hacen grandes esfuerzos para remar. En su desesperado esfuerzo por controlar la barca en contra del viento, traen la adrenalina muy alta, están agitados, cansados, asustados. De pronto ven a una persona que se les acerca en medio del mar; recordemos que es el amanecer, y posiblemente todavía no hay plena luz de día, así que seguramente tuvieron un gran, gran susto. ¡Pensaron que era un fantasma! Pero no les culpo, en esa situación tan desesperada, nadie puede imaginar que su amado maestro va a llegar caminando sobre el agua. ¿Qué estarían pensando los discípulos en medio del mar? En el capítulo ocho de Mateo se describe que en una ocasión, estando en la barca rumbo a la tierra de los gadarenos, se levantó una tempestad muy grande, Jesús venía dormido y los discípulos le despertaron diciendo: ¡Señor, sálvanos que perecemos! Y él les contestó: ¿Por qué teméis hombres de poca fe? Y al reprender los vientos hubo grande bonanza. Así que en esta ocasión, los discípulos seguramente pensaban: “Si Jesús viniera con nosotros, él reprendería los vientos y no estaríamos en peligro, pero ahora ¿qué vamos hacer? Jesús se quedó en el monte orando y ya estamos tan lejos que ni aun gritando nos podrá escuchar.” Pero ellos no tenían la menor idea de que Jesús ya les había visto remando con gran esfuerzo. Me pregunto ¿Era posible que Jesús les viera remar desde una distancia de cinco a seis kilómetros? Él estaba en un monte, así que me imagino que puede ser posible, imaginemos que Jesús tenía una gran vista. Tengo la imagen en mi mente de cuando uno va a una playa y desde una vista panorámica ve el mar y también se logra ver un velero, una lancha e incluso una moto de mar, y sí, es posible ver a las personas que van dentro. Pero ¿no decimos que estaba amaneciendo? No había suficiente luz. A lo que voy es a lo siguiente, haciendo este análisis de la lectura, y conociendo que Jesús se movía siempre en el espíritu, más que en lo físico; entonces concluimos que Jesús los había visto batallar con sus ojos espirituales, les había sentido afligidos… ¿No será de la misma forma ahora con nosotros? ¡Claro que sí! Esa es la razón por la cual en ocasiones se nos responden oraciones que ni siquiera hicimos, porque Jesús nos ha visto batallar. Este pequeño detalle nos habla enormemente del cuidado que Jesús tiene con los que le aman, le siguen y están con él. Pero los discípulos no lo sabían, todavía no entendían. Y entonces se enfrentan a algo sobrenatural que jamás hubieran imaginado y creen que un fantasma se acerca. Jesús les dice: No teman, yo soy. ¿Has tenido alguna experiencia sobrenatural con tu amado Jesucristo? Y luego preguntas: ¿Eres tú, Señor? Para quienes nunca han experimentado el poder de Dios, resultaría muy difícil entender la presencia de Dios en un momento de oración, o resulta imposible creer que Dios nos habla al corazón y podemos caminar guiados por su voz. Hay quienes no entienden por qué muchos al estar en oración rompen en llanto, o por qué algunos caen en un reposo, inexplicable a los ojos de los hombres. Pero así es Dios, increíble, sobrenatural, poderoso, real y ¡Vivo! Podemos hacer como Pedro: “Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre el agua.” Solamente que en el arrebato de Pedro, se le olvidó que habían fuertes vientos, de todas maneras bajó de la barca y comenzó a caminar hacia Jesús. Ya cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y se percató de los fuertes vientos. Tuvo miedo y comenzó a hundirse. ¿Sabes que hacemos nosotros ahora? Algo similar, decimos: “Señor, te quiero seguir, manda que vaya contigo.” Entonces comenzamos a caminar en medio de las aguas y al sentir el viento fuerte, tenemos miedo y comenzamos a hundirnos. Por eso la Palabra de Dios dice que seremos probados, nuestra fe será probada una y otra vez. Estaremos en medio del mar sintiendo el viento fuerte, tal vez cada vez más fuerte. Pero Jesús estará delante de nosotros para salvarnos. Nuevamente te digo: Lo importante es ver la misericordia de Jesucristo frente a nosotros fortaleciéndonos, ayudándonos a crecer, preparándonos para caminar cada vez más en lo profundo y en lo recio del viento. Esta palabra no es para señalar el temor de Pedro, ni el de nadie. Es para que conozcamos que si nos toca vivir en medio de una tormenta, allí estará Jesucristo para tomar de nuestra mano y llevarnos a la barca, es decir, a un lugar seguro. Además, te tengo buenas noticias, las tormentas son para quienes arriesgan todo y dan pasos de fe, aunque a medio camino tengan que gritar ¡Señor sálvame! ¿Ya te diste cuenta que Pedro fue el único valiente que bajó de la seguridad de una barca y siguiendo la voz de su Señor, caminó sobre las aguas, en medio de una gran tormenta? Si yo hubiera estado en esa barca, al volver Pedro le hubiera preguntado ¿Cómo te animaste a bajar? ¿Qué se siente caminar sobre el agua? ¿Qué significa experimentar el poder sobrenatural de Jesús?... ¡Eso es para valientes! Aunque al principio te comiences a hundir. En el libro de los Hechos se describe que aun con la sombra de Pedro, las personas sanaban. Allí está el resultado de avanzar creyendo en el maestro. (No era Pedro el que sanaba, era el poder del Espíritu Santo actuando a través de Pedro, así fue la promesa de Jesucristo). “Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.” Una vez que llegamos a la barca, una vez asidos de la mano de Jesús, “llegamos a la barca y se calma el viento”… habrá grande bonanza. ¿No te preguntas, por qué se calmó la tormenta hasta que volvieron a la barca? Estarás de acuerdo conmigo en que Jesús podía calmar la tormenta desde que venía apresuradamente a ayudar a sus discípulos. Sin embargo, la fe de Pedro y la de todos sus discípulos, tenía que ser probada. ¡Sólo Pedro respondió! “Señor, si eres tú, manda que vaya contigo… le dijo ¡Ven!” Y Pedro no le contestó, ¿Señor estás seguro? dame otra señal para que sepa que en verdad quieres que vaya… Sólo escuchó “ven” y Pedro se lanzó. Y sí camino sobre el agua, poco pero lo hizo. Lo maravilloso de esto es que siempre, absolutamente siempre y a cada instante de nuestra vida podemos decir: “¡Señor, sálvame! Él extenderá su mano y nos llevará a la barca. Aunque también puede ser que nos muestre que hemos tenido poca fe. Si estás en medio de la tormenta confiesa delante de Jesús. “Señor tengo poca fe, ayúdame. Ven a mi barca y calma la tormenta porque sin ti no puedo seguir. ¡Ven y calma mi tormenta! Señor, me hundo. Sálvame” Ahora sabemos que él ya conoce lo que nos pasa, nos ve y deja todo para alcanzarnos y estará allí junto a nosotros para enseñarnos, consolarnos, ayudarnos. “Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron diciendo: Verdaderamente eres elHijo de Dios.” Qué manera de revelarnos quién es Él. Qué manera de guiarnos a la adoración, qué manera de resolver las dudas y enderezar nuestro corazón. De allí en adelante siempre diremos: “Verdaderamente eres el Hijo de Dios” y le adoraremos en espíritu y en verdad. En Marcos dice: “…y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaba. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.” Fíjate muy bien. Muchos de los que iban en la barca, no sé si sólo iban los discípulos, pero me imagino que también iban otras personas por lo que dice el versículo. Muchos de ellos le habían visto sanar enfermos y luego la multiplicación de los panes; alimentar a cinco mil personas con cinco panes y dos peces no era poca cosa, pero no lo habían entendido. ¿Tenemos endurecido nuestro corazón? Cuántas sanidades conoces que Dios ha realizado en las personas de tu alrededor, alguna historia te habrán contado de alguien que fue sanado de cáncer o de algún tumor, ¿Lo crees? Cuántas veces has visto que se multiplica la provisión en ti, o en tu familia o en alguien más ¿Lo crees? Has visto la transformación de una vida que era de muerte, es decir que todo en su vida iba mal y de pronto al cambiar su camino le ves transformada, con una paz especial, con puertas abiertas en todo lo que hace ¿Lo crees o lo niegas? ¿Crees que es Dios haciendo milagros hoy en día? Si no lo crees, la noticia es que tienes endurecido tu corazón. La manera en la que Dios nos enseña sus maravillas, con las que nos reblandece el corazón, es precisamente en medio de una tormenta. Cuando Jesús resucita a su amigo Lázaro, Marta y María pasan por la tormenta también y luego, ¡zaz! La vida. Cuando tenemos endurecido el corazón, la duda está latente. La duda mata los milagros, ya lo pudimos ver con Pedro, Jesús le dijo “¿Por qué dudaste?” Así que nuestra batalla es contra la duda, contra el corazón endurecido. Cuando vamos a la vida de Jesús y leemos sus milagros, esa duda se va disipando, porque dice que la fe viene por el oír, y el oír la palabra de Dios. Te voy a compartir algo que estoy experimentando recientemente. En medio de mi tormenta, he acudido a una libretita especial que tengo. Allí he escrito todas las palabras que Dios ha hablado a mi corazón, sólo él y yo, nadie más está en esas líneas, está mi corazón y el corazón de Dios. Tengo muchos años escribiendo allí, pero recientemente me he tomado el tiempo de leerla y meditarla (cabe mencionar que todas las palabras de Dios para mi vida, son palabras bíblicas, Dios no habla cosas ajenas a él mismo) Eso me ha alumbrado el camino, ha activado mi fe, ha producido esperanza y la esperanza no avergüenza, me ha sostenido. Estoy tan sorprendida que te quiero recomendar que hoy mismo compres una libreta especial y lo hagas tu diario personal con Dios. Después de mucho tiempo será tu guía, tu sustento, tu luz. Porque serán palabras de Dios directamente para ti. ¡La palabra de Dios es luz en nuestro camino! Escuchar su palabra activa nuestra fe y la fe mueve montañas. Tu corazón será libre de toda dureza y la duda desaparece… Entonces los milagros se hacen presentes ¡wow! Con el único propósito de “Glorificar el nombre de Dios, y para que el Hijo de Dios sea glorificado.” Todo esto nos abre los ojos para sentir Su amor y entonces tener una revelación cada vez más profunda de la persona de nuestro amado Jesucristo, podemos verle más real y verdadero aún sin verle físicamente. “Y luego le adoraron.” Porque al ver sus maravillas accionando en nuestra vida, se encenderá un amor profundo y es así como desearemos más estar en esa presencia de amor, de paz, de sanidad que fortalece y nos alinea a su perfecta voluntad. Pero más allá de lo que Jesucristo haga o deje de hacer en nosotros; al conocerle, oírle hablarnos, sentir su amor real. Entonces desearemos estar con él, en Su presencia para adorarle, amarle y alabarle siempre. Porque en los evangelios lo vemos y lo conocemos como un hombre que se dio por amor, pero en el libro final de la biblia, el Apocalipsis, lo vemos como Majestuoso rey, poderoso. Todos se postran ante su gran trono y cantan “Santo, Santo, Santo” echando sus coronas ante sus pies y diciendo: “Eres el único digno de adoración.” En el libro de Cantar de cantares hay un versículo que me gusta mucho: “¡grato en verdad es tu amor, más que el vino!” O sea que el amor de Dios es mejor que todas las cosas que nos puedan rodear. Esto sucede una vez que le conoces y le dices: “Ven a mi barca y calma la tormenta.” San Mateo 14:22-36 Jesús anda sobre el mar 22 En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la hora ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23 Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24 Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. 25 Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27 Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! 28 Entonces le respondió Pedro y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29Y él le dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32 Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. 33 Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios. 34 Después de cruzar el lago, desembarcaron en Genesaret. 35 Los habitantes de aquel lugar reconocieron a Jesús y divulgaron la noticia por todos los alrededores. Le llevaban todos los enfermos, 36 suplicándoles que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos. Quiero invitarte hacer una oración, allí en donde te encuentres en este momento, es una oración para que declares con tu boca que Jesucristo es tu Salvador y a partir de hoy él reine en tu vida. ¿Por qué la oración? Por lo siguiente: Romanos 10:9-13 “Esta es la palabra de fe que predicamos: 9que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 11Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. 12Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; 13porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” Te quiero preguntar ¿Tú crees que Jesucristo es el hijo único de Dios y dejando su condición de Dios, nació como un hombre para morir por ti? ¿Crees que Jesucristo resucitó de entre los muertos para darnos vida y ahora está sentado a la derecha del Padre, vivo? Si respondiste a todo que sí, entonces repite con todo tu corazón y en voz alta lo siguiente: “Señor Jesús, el día de hoy te reconozco como mi Señor y Salvador, estoy arrepentida de todos mis pecados y te pido perdón, ven a mi corazón y límpiame. Yo creo que moriste por mí en esa cruz y que por tu sangre seremos salvos yo y todos los de mi casa, amén” ¡Hay fiesta en el cielo! Tu nombre se ha escrito en el libro de la vida (Lucas 10:20), busca una biblia y ten una relación con Dios a través de su Santa Palabra, a partir de hoy él está contigo como nunca antes. Háblale y pídele que te hable. Para comunicarte con la autora escribe a: Gaby Falcón R. gabyfalcon7@hotmail.com www.librosdegabyfalcon.mex.tl en facebook.com/gaby.falcon.35 en Twitter: @gabyfalconr Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación podráser reproducida en ningún sistema ni por ningún medio. 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