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J.-A. Miller: Intervenciones de Lacan en la Sociedad Psicoanalítica de París Intervención en el Primer Congreso Mundial de Psiquiatría 1950 El mito individual del neurótico Diálogo con los filósofos franceses Carta a D. W. Winnicott Psicoanálisis y medicina Jacques Lacan Intervenciones y T extos Manantial Jacques Lacan INTERVENCIONES Y TEXTOS EDICIONES MANANTIAL Titulo original y fuente Interventions de Lacan à la S.P.P., Ornicar? N° 31 Intervention au Premier Congrès Mondial de Psychiatrie 1950, Ornicar? No 30 Le mythe individuel du névrosé, Ornicar? N° 17/18 Dialogue avec les philosophes français, Ornicar? N° 32 Lettre a D. W. Winnicott, Ornicar? N° 33 Psychanalyse et médicine. Lettres de l'Ecole freudienne N° I Traducción: Diana Silvia Rabinovich Impreso en Argentina Queda hecho el depósito que marca la Ley N° 11.723 © de las ediciones originales, Navarin éditeur, París, Francia © de los derechos en lengua castellana y de la traducción al castellano Adiciones Manantial S.R.L., 1985, Santa Fe 1385, 3o piso, Buenos Aires, Argentina. Publicado con el acuerdo de Jacques-Alain Miller titular de los derechos morales de la obra de Jacques Lacan, según la Ley francesa del 11 de marzo de 1957. ISBN 950-9515-06-X La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntica o modi ficada por cualquier medio mecánico o electrónico, incluyendo fotoco pia. grabación o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, no autorizada por los editores, viola derechos reservados. EDICIONES MANANTIAL INTERVENCIONES DE LACAN EN LA SOCIEDAD PSICOANALITICA DE PARIS Jacques-Alain Miller Reuní aquí lo que queda de las intervenciones de Lacan en la Sociedad Psicoanalítica de París; además de las que figuran en los Escritos, y sin incluir los documentos que fueron publicados otrora en la Escisión de 1953. A partir de 1933, y hasta su renuncia en 1953, Lacan participó regularmente en las actividades de la Sociedad, en ese entonces la única asociación psicoanalítica de Francia. La mayoría de sus intervenciones, realizadas durante las sesiones científicas regulares, y en los congresos llamados "de psicoa nalistas de lengua francesa”, no son conocidas más que por las breves menciones que surgen en las actas de sesión. Más extensa es la réplica de Lacan a su psicoanalista, Ixjcwcnstein, sobre el tema del “ instinto de muerte” . Finalmente, dos resúmenes de Lacan son de su cosecha: el de su exposición de 1938, “De la impulsión al complejo” es de su mano, al igual que su respuesta a las intervenciones que siguieron a su comunicación de 1950, sobre la función del psicoanálisis en criminología. Fuera de estos dos escritos, el tenor de los comentarios que se le adjudican a Lacan a través de las actas debe ser considerado como aproximativo. Pero el conjunto, por alea torio e incierto que sea, no es menos significativo. 6 Intervenciones y textos I VALOR REPRESENTATIVO DEL CRIMEN PARANOICO (1933) La VIII Conferencia de psicoanalistas de lengua francesa, que se realizó en París el 18 y 19 de diciembre de 1933, incluyó la discusión de dos informes: uno, de Jean Piagct, “El psicoanálisis y el desarrollo intelectual’’; el otro, de Raymond de Saussurc, “ Psicología genética y psicoanálisis”. Una intervención de Jacqucs Lacan es mencionada, en el curso de la discusión del informe de Piaget, el 19 de diciembre: “El Dr. Lacan, un poco al margen de la discusión, señala que en los paranoicos las manifestaciones esenciales, tales como los asesinatos representativos, etc., tienen un eminente valor representativo social. “Hay allí algo que hace a la estructura misma de lo social”.“ II PSICOANALISIS Y PERVERSION (1934) La Sociedad escucha, el 20 de noviembre de 1934, una comunicación de Charles Odier, titulada “Conflictos instinti vos y bisexualidad” donde presenta el caso “de un bisexual perverso, constantemente cortocircuitado por el deseo de conocer proxenetas con fines de fcllatio”. En el curso de la discusión, Jacqucs Lacan, que fue aceptado como miembro adherente de la Sociedad durante la parte administrativa de esta misma sesión, figura de este modo en el acta: “quisiera preguntarle a Odier, sin dejar de felicitarlo por su exposición tan seductora, cómo concibe el papel del psicoa nalista en la elección de los medios de acción en un caso como éste”. Intervenciones de Lacan en la S. P. P. 7 Odier “responde al Dr. Lacan que la cuestión es embarazo sa. En general, el pronóstico de estos casos no es muy bueno. No hay posibilidad de adoptar una actitud particular. Hay que llegar a hacer admitir al enfermo que tener un coito es tan admisible como hacerse pis en la cama o como una fclla- tio. En cuanto a una técnica especial eventual, ella esta aún por descubrirse“. Ill EL SUICIDIO (1934) El 18 de diciembre de 1934, la sesión de la S.P.P. está consagrada a un informe del Dr. Friedmann sobre el suicidio (aparecido el año siguiente en la R.F.P. t. VIII, N° I). Durante la discusión Marie Bonaparte señala en el suicidio “cierta derrota, un repliegue del narcisismo’’. Jacques l^acan interviene a continuación, en términos que son transmitidos del siguiente modo: “el Dr. I^acan piensa también que habría que acordar la mayor importancia al factor narcisístico, pero que no habría que contentarse con una concepción pura mente energética que, por el contrario, habría que introducir una concepción estructural”. IV EL CRIMEN PARANOICO (1935) El Dr. Schiff presenta a la S.P.P., el 18 de febrero de 1935, una comunicación titulada “Psicoanálisis de un crimen in comprensible”. La inculpada mató a una tía con la cual vivía, tras un incidente fútil: “la víctima había manejado torpe mente una ‘lapicera lacrimógena’ que su sobrina le había regalado”. En la discusión, Rcné Spitz interviene para señalar que los 8 Intervenciones y textos reproches hechos a la tía eran “ reproches claros de castra ción. Una queratitis, enfermedad hereditaria, tiene el valor de una castración por su madre. ¿Pero su tía, por añadidura, no la castró al prohibirle el acceso a una profesión masculina? Luego, toma la palabra Jacques Lacan: “También le parece que la importancia dada ala queratitis está en el punto simbólico más alto de la mujer viril. Cree también en el valor desencadenante del incidente aparente mente absurdo. Tal era también el caso en el crimen de las dos hermanas Papin, que habían masacrado a su patrona a propósito de un pequeño corte de energía. Esta coincidencia de un acontecimiento objetivo con la tensión pulsional tiene gran valor”. “ ¿Puede, entonces, decirse verdaderamente que la crisis es incomprensible? Lo es para una idea convencional que se tiene de ella. Hay casos donde la realización del kakon es incomprensible, otros en los que se comprende. El caso de Aimée está calcado sobre el de Schiff. Se trata pues, verdade ramente, de una neurosis paranoica, no de una psicosis en la que la agresión adquiere la significación de un esfuerzo para romper el círculo mágico, la opresión del mundo externo". Rene Uaforgue invita luego a la asistencia a reflexionar en el “problema de la responsabilidad”. Luego de las interven ciones de Odcttc Codct, E. Pichón, G. Dalbiez y Maric üonaparte, Lacan da su opinión: “ El punto de vista de la defensa no puede más que conducir a conclusiones peligrosas. Los médicos se burlan de este punto de vista: hay jueces a medida para ello. Pero nosotros podemos dar una definición de la personalidad y la sociedad tiene derecho a pedirnos cuenta de la homogeneidad de esa personalidad. Sin doctrina, llegamos a la experticia médica tal como se practica hoy: absolutamente arbitraria. Es indignante ver a tantas plumas médicas comprometarse en experticias judiciales” . Intervenciones de Locan en ¡a S. P. P. 9 V LA ANOREXIA MENTAL (1935) Sesión de la S.P.P. del 18 de junio. Odette Codel presenta una comunicación: “A propósito de tres casos clínicos deanorexia mental”. En el curso de la discusión, “el Dr. Lacan pregunta hasta donde debe llevarse un análisis de niños. No se puede considerar como totalmente muerta a una rama muerta que está en la orilla. Ella lleva brotes a los cuales pueden engancharse materiales capaces de hacer en un momento dado todo un dique. ¿Un síntoma desprendido por una breve terapéutica no puede acaso hacer lo mismo? ” “Desea subrayar dos puntos. Primero, que en los anorexi- cos existen siempre fantasmas fálicos. Cita sueños en apoyo de esta constatación”. “ Y un segundo punto: al examinar en sus recuerdos de consultas populares, se encuentra una treintena de casos de anorexia mental. Todos esos casos se referían a varones, que eran judíos”. VI LA ANGUSTIA Y EL CUERPO FRAGMENTADO (1937) Bajo el título “Enfoques paleo-biológicos y biopsíquicos” (cf. R.F.P., t. IX, N° 3), Marie Bonaparte presenta una comunicación a la sociedad, el 19 de enero de 1937. Jacqucs lacan interviene en la discusión: “Me parece que falta la cadena representativa; en el complejo de castración está el fantasma de castración; en la angustia de penetración, está el fantasma de cvcntración. Representémonos el abismo; es obviamente cierto que nada nos permite suponer que las células se reprc:.enten «algo; la IO Intervenciones y textos angustia es un fenómeno del yo (moi). Persiste cierta ambi güedad en mi mente en lo que respecta a la percepción de estos temores; se trata de esa representación narcisistica que intenté exponer en el Congreso Internacional al hablar del “estadio del espejo”. Esta representación explica la unidad del cuerpo humano; ¿por qué esta unidad debe afirmarse precisamente para que el hombre experimente como lo más penoso la amenaza de esta fragmentación? Es en los seis primeros meses de prematuración biológica cuando llega a fijarse la angustia”. VII FIJACION MATERNA Y NARCISISMO (1937) El 25 de mayo de 1937, Daniel Lagache presenta bajo el título de “Duelo y melancolía” (cf. R.F.P., t. X, p. 693 sg. ), el caso de una enferma que entra en análisis luego de la muerte de su hijo, tras lo cual se suicida. Después de los primeros comentarios de Rene Spitz, Jacqucs I^acan hace saber que “desearía saber cuándo desapa reció el marido”. I^igachc: "fue muerto en la guerra”. Al respecto, I.acan prosigue: "Esta mujer nunca llegó al estadio genital. Esto me parece que está en correlación con el hecho de que el hombre nunca apareció en su vida más que bajo una forma mutilada. Este caso está admirablemente estructurado para ilustrar el hecho de algunos seres que nunca resolvieron el Edipo y quedan en dos dimensiones: la fijación materna y el narcisismo. Si la enferma esbozó algo logrado fue por la vía narcisística y por el canal de su hijo. Bajo la forma de Voronof, es la madre la que viene a criticar a Lagache y en esto no comparto la interpretación de {¿agache ¿por qué se suicidó esta enferma? No se; parece que el fenómeno de la anorexia que está en un segundo plano está ligado con el traumatismo del destete”. Intervenciones de ¡Mean en la S. P. P. 11 VIII EL INSTINTO DE MUERTE (1938) Loewestcin presenta en la X Conferencia de los psicoanalis tas de lengua francesa, el 21 de febrero de 1938, una comunicación consagrada a “El origen del masoquismo y la teoría de las pulsiones”. En el curso de la discusión, Jacques I^acan se expresa, según el acta, en los siguientes términos. “Agradezco en primer término a Loewenstein su informe, cuyo' mérito es el de plantear claramente los problemas y especialmente el problema de la teoría de las pulsiones de muerte, que resuelve a su modo, pero que resuelve. “La complicación extrema de esta discusión sobre el masoquismo surge de una suerte de diplopía que nos captura cada vez que interviene este trasfondo del instinto de muerte. Creo que es difícil eliminar de la doctrina analítica la intuición freudiana del instinto de muerte. Intuición, porque, para la actualización doctrinaria, queda aún mucho por hacer, como nuestra discusión lo prueba; pero sin duda me parece extraordinario, por parte de algunos, decir que, en lo que respecta al tema de los instintos de muerte, Freud hizo una construcción especulativa y ha estado alejado de los hechos. Es más especulativo querer que todo lo que encontramos en nuestro dominio tenga un sentido biológico que, siguiendo esa experiencia concreta del hombre —ninguno otro la tuvo en su siglo más que Freud— hacer surgir una noción bastarda, que nos deja estupefactos. Poco me importa que esto consti tuya un enigma biológico; es cierto que en el dominio biológico, el hombre se distingue, en tanto que es un ser que se suicida, que tiene un superyó. Observamos su esbozo en el reino animal y, obviamente, no se trata de separar al hombre de la escala animal; pero de todos modos, puede señalarse que lo que se parece más a un superyó humano no aparece en los 12 Intervenciones y textos animales salvo en la vecindad del hombre, cuando están domesticados. En lo referente a las otras sociedades animales, desde hace cierto tiempo apareció una crítica que pone en duda las semejanzas, un poco proyectadas, que se habían establecido, entre la supuesta analogía de las sociedades de hormigas y de las sociedades humanas; de modo tal que en lo que hace a su superyó, no podemos decir gran cosa. El hombre es también un animal que se sacrifica y nos es imposible a nosotros, analistas, desconocerlo, sobre todo que, sobre este último punto, ya surgieron equívocos. Esta especie de convergencia que hemos subrayado, entre la culminación del principio de realidad, de objetalidad y el sacrificio, es algo que quizá no es tan simple como la teoría parece indicarlo. No es una maduración del ser, es mucho más misterioso. May una convergencia entre dos cosas totalmente distintas: entre la culminación de la realidad y algo que parece ser la punta extrema de esa relación entre el hombre y la muerte, que por otro lado puede ser precisada fenomenològicamente hablante. Estando intricado el sentido de la vida del hombre, en su vivencia, con el sentido de la muerte, lo que especifica al hombre en relación al instinto de muerte, es que el hombre es el animal que sabe que morirá, que es un animal mortal. “ Freud precisamente, partía de una formación, de una mente biologista, y en el contacto mismo con la experiencia de los enfermos, pronunciaba estas palabras que debían serle difíciles: “El instinto de muerte es una cosa que debemos tener en cuenta, que me parece hacer una especie de irrup ción feliz en este biologismo que molesta demasiado”. “Palpamos en todo momento una suerte de distinción entre los ordenes y los dominios, en esas estructuras que son esenciales. No capté, recién, lo que quería decir Locwenstein al terminar su informe, cuando insistía en que fuesen distin guidos los mecanismos y las tendencias. Si quería hablar de la tendencia que tenemos a hacer que todos los mecanismos sólo sean tendencias, ¿por qué dar todo más bien a las intervenciones de ¡mcan en la S. P. P. 13 tendencias o más bien a los mecanismos? Si simplemente es esto a lo que quiso limitarse, estoy totalmente de acuerdo; cada quien sabe en qué medida, en la doctrina analítica, las tendencias siempre fueron una noción que prevaleció sobre los mecanismos, y en muchos casos todavía nos incomodan. Pero si se trata, fenomenològicamente, de establecer el vínculo cronológico entre los mecanismos y las tendencias, allí, ya no lo sigo más. Mecanismo es una palabra que me parece dejar una duda, ya que, bajo este termino, parecería citar otras cosas que mecanismos, que principios, y me complació mucho la ironía de su demostración, de acuerdo a la cual estos principios se arman y se desarman con la mayor facilidad. Entonces, si se trata de aportar un poco de claridad en esta discusión, yo creo que ella puede estar en esta dirección: investigación psicogenética, en consecuencia evolutiva e histórica de las estructuras y de las formas, en sus relaciones con las tendencias”. IX DE I.A IMPULSION AL COMPLEJO (1938) El 25 de octubre de 1938, Jacques Lacan presentó una comunicación titulada “De la impulsión al complejo” . El resumen publicado en la R.F.P. es presentado como pcrtenc- cicndole. El acta de la discusión (por J. Leuba) es reproduci da aquí in extenso. Resumen de Jacques ÍMcan Esta comunicación es una contribución al estudio de los hechos definidos por la clínica clásica como "impulsiones”, por los medios del psicoanálisis. 14 Intervenciones y textos 1.a preocupación clínica domina aquí tanto la presentación como el análisis de los hechos. La presentación de los dos casos relatados está hecha tomándose un gran cuidado al describir las etapas de la evolución psicológica de los sujetos en el curso del trata miento. En un vocabulario lo más cercano posible al fenóme no y que no se limita a la afirmación de mecanismos supuestamente reconocidos en la patogenia. Un procedimien to tal subraya la extensión que encuentra en estos momentos artificiales el campo de la clínica y el complemento que aportan a la gama de los estados mórbidos: satisfacción que supera el interés clasificatorio para revelar la estructura. El análisis, oponiendo en sumo grado los dos casos elegidos en formas aparentemente muy cercanas, manifiesta toda su potencia de diagnóstico como técnica de intervención. El primer caso muestra en efecto una resolución de los síntomas desde el momento en que son dilucidados los episodios edípicos, por una reevocación casi puramente anamnésica y antes casi de toda condensación de la transfe rencia, sin embargo, totalmente lista para operarse. Manifesta ción mórbida muy plástica pues, y cuya desaparición sólo se traduce como la de un parásito en la personalidad. El segundo caso necesita, en cambio, el recurrir a fantas mas extraordinariamente arcaicos, exumados no solamente a partir del recuerdo sino del sueño y cuya relación con las impresiones recibidas del exterior en la primera infancia se limita evidentemente a una incidencia ocasional, y no hace más que profundizar la pregunta sobre su origen. Fantasmas de desmembramiento y de fragmentación corporal, polarizados entre la imagen del cadáver oculto y aquellas mellizas del vampiro macho con rostro de vie jo y de la mujer ogro despedazadora de niños. Estas repre sentaciones caracterizadas efectivamente por el tono del horror revelan ser solidarias, en la estructura, de revelacio nes mentales de una cualidad afectiva muy diferente y Intervenciones de Locan en la S. P. P. ■ 15 que pueden definirse como estados de beatitud pasiva. Su complejo, que coincide con ciertas intuiciones poéticas muy llamativamente expresadas en la literatura, es destacado por el autor en la presente ocasión bajo la invocación de Saturno, debido al motivo de la devoración sangrienta del niño y a su relación singular como si fuera el revés de un sueño arcadiano. 1.a forma clínica, como es frecuente, hay que insistir en ello, sólo libra plenamente sus particularidades tardíamente, en el curso del flujo confidencial condicionado por el trata miento, mostrando claramente la relatividad de las obser vaciones de la práctica psiquiátrica ordinaria que sólo pueden sondear las variaciones de cada caso no sólo en la reticencia, sino en la ignorancia y la inconsciencia de los síntomas. Es solamente por el acercamiento de las perspectivas proporcio nadas sobre el mismo síntoma por incidencias narrativas o interpretativas múltiples, que en el curso del monólogo psicoanalítico y sin ninguna sugestión del cuestionario, verá dibujarse en su pureza un caso como el aquí presentado: que el autor caracteriza como una neurosis obsesiva reducida a su base pulsional, es decir a la cual le falta casi toda la superestructura de las obsesiones en tanto que desplaza miento de afectos, y lo que el análisis ha aislado estructural- mente como síntomas de defensa del yo. Entidad que desde el punto de vista formal se sitúa entre la neurosis y la perversión, desde el punto de vista estructural impone el reconocimiento de una génesis preedípica tanto en el caso de algunas formas neuróticas como en el de ciertas perversiones. 1.a resolución de los síntomas es llamativamente comple ta en este caso, pero pese al carácter de los síntomas, apa rentemente localizados en paroxismos parasitarios, ésta fue aquí correlativa de una verdadera restructuración de la per sonalidad, con toma de consciencia y reforma sistemática de las actitudes más profundas hacia la realidad: verdade 16 Intervenciones y textos ra recreación por parte del sujeto de su yo y de su mundo. Este ejemplo ilustra y confirma la forma teórica que dio el expositor de un estado estructural primordial llamado “del cuerpo fragmentado” en la génesis del yo. La dirección terapéutica manifiesta hasta qué punto, a pesar de las desventajas de un lenguaje abreviado e impactan te, conviene distinguir en la maniobra intelectual de las interpretaciones analíticas, lo que es del orden del mundo primordial de las imágenes y lo que pertenece a la materiali dad de los hechos. La conclusión se inscribe en el esfuerzo teórico desarro llado por el autor para comprender el sentido y la realidad de la transferencia, que son diferentes tanto según los casos como según las funciones de la personalidad involucrada en el análisis. Discusión Sr. Odier — Sólo tengo un reproche que hacerle a la comunicación que acabamos de escuchar: el que sea demasia do larga. A partir del momento en que expone usted una tesis y no casos clínicos, debería haber abreviado la exposición demasiado larga de hechos que no siempre eran necesarios a su tesis y reducirla a lo que era estrictamente indispensable para desarrollar el hilo de su pensamiento. El Dr. lacan suscitó, a propósito de estos dos casos típicos, el último de los cuales parecería en efecto tener una estructura primitiva muy pura, varios problemas complejos sobre los cuales sería útil volver. Uno puede preguntarse, por ejemplo, porque, en el segundo caso, la neurosis evolucionó en sentido obsesivo más bien que en cualquier otro sentido. Sr. Borel — Deseo simplemente hacer una pregunta sobre el nivel saturniano del que habló Lacan: ¿en qué momento se sitúa éste en el análisis? Sr. Lacan — Esto coincide con el estadio sádico-oral. Lo que Intervenciones de Ixican en la S. P. P. 17 digo acerca de él sólo tiene el valor de una descripción fenomenológica. Sr. Borel — ¿Había creído comprender empero que usted hacía de él un estadio, en el estilo de lo que usted llama el estadio del espejo? Sr. Locan — Sí, si se quiere. Es efectivamente un estadio, yo pienso que importa destacar esto. Sr. Borel - Otra pregunta: usted dijo que las pulsiones en el segundo caso se muestran en estado puro. ¿No tuvo la enferma defensa contra esas pulsiones? ¿Nunca tuvo ese cortejo de representaciones ideativas tal como se lo observa en la mayoría de las obsesiones? Sr. Locan — No, en lo más mínimo. Sr. Borel — En esc caso el pronóstico es bueno. De todos modos, ambos casos son bastante cercanos. Ix> que hace la dificultad de una cura es la perdida de contacto, debido a las defensas, con el hecho primitivo. El pronóstico es siempre favorable cuando el contacto con el hecho primitivo no es demasiado lejano. Sr. Lowenstein Lacan destacó claramente la diferencia entre una neurosis fundada en regresiones a planos p regen i t a- les y una neurosis cercana a la genital idad. Suscitó, sin resolverlos a mi entender, problemas que me parecen nuevos por el sistema imprevisto de coordenadas que construyó. Quisiera volver a la discusión sobre la obsesión en relación al segundo caso. Lacan hizo una distinción entre las obsesio nes puras y las obsesiones combatidas por sistemas de defensa en segundo grado. Parece que la acción del superyó respecto a las pulsiones primitivas es muy fuerte, aunque Lacan no lohaya puesto en evidencia. Algunos obsesivos son castigados allí por donde pecan, es decir que la realización de la pulsión se vuelve la punición misma. Creo que se puede agregar este punto de vista en la distinción que hace Lacan. Sr. Cénac — Quiero señalar la gran satisfacción mental que 18 Intervenciones y textos hemos experimentado al ver al psicoanálisis dar todo su sentido a la pulsión. En el segundo caso dcscripto por Lacan, la importancia dada a esa impulsión muy primitiva, sin defensa, permite decir que no se trata de una obsesión ¡deativa y Lacan tiene razón en no hacer de ella una neurosis obsesiva. Por el contrario, yo esperaba en todo momento mientras lo escuchaba que la denominase una neurosis his térica. Creo que Lacan tiene mucha razón en hacer intervenir esa noción de lo real en la comprensión de este caso. Hay en efecto algo que se opone a la idea de la neurosis obsesiva típica y es la idea de alivio que experimenta la enferma al pensar en la realización de su pulsión. Sr. Parcheminey — Mientras I^acan hablaba, pensaba en una enferma de Odicr que tenía la compulsión de matar a su hijo. En ese caso se veía la ii/iportancia preponderante que adqui ría la creencia en la omnipotencia mágica del pensamiento: “Juro que mataré a mi hijo” , decía. Es quizás esto lo que explique la intensidad de las reacciones de defensa en el caso de Odier, defensas que no se vuelven a encontrar en el caso de Lacan. Laforguc había señalado que no hay que descuidar, en los casos que hemos escuchado hoy a la noche, los mecanismos de defensa del yo. Da dos ejemplos clínicos que ilustran este mecanismo. En uno se trataba de una enferma cuya neurosis la protegía contra el temor y la angustia que le había causado siendo niña un aborto más que probable de su madre. En el otro ejemplo se trataba de la represión de los fantasmas de masturbación, con representaciones sádicas de tortura, de llamas, etc. Estos fantasmas reprimidos fueron despertados por un acontecimiento traumatizante, en este caso el aborto de una hermana. En casos semejantes el ser se acusa de querer llevar a cabo estos actos y busca ayuda en los rituales obsesivos, no siendo él mismo suficientemente fuerte como para reprimir estos fantasmas. Intervenciones de Locan en la S. P. P. 19 Observé que en todos los casos en que una mujer, luego de una frigidez total, encuentra el orgasmo, este retomo se hace por la vía de la masturbación con predominio de fantasmas sádicos. .SV. Hartmann — Me limitare a hablar del segundo de los casos sobre los que Lacan nos expuso un análisis tan instructivo. Lacan tiene sin duda razón en fijar un límite entre el síntoma principal de su enferma y la perversión. Me parece sin embargo que se trata de un estado mórbido que, aunque no pertenece a la perversión en el sentido estricto de esta noción, puede ser dcscripto como una forma de transición entre la neurosis y la perversión. Efectivamente, no estoy convencido de la naturaleza primaria de las pulsiones en causa. Ilabitualmentc, estos síntomas pulsionalcs muestran una génesis más compleja, en tanto representan, por ejemplo, el retomo de tendencias instintivas ya reprimidas, como en la neurosis. Por otro lado, puede observarse, en casos semejan tes, cómo, debido a la tolerancia del yo hacia una tendencia parcial del instinto (la pulsión), se explica el mantenimiento en estado de represión de las tendencias principales (comple jo de Edipo y de castración), tal como ocurre en la perver sión. I no de los problemas más interesantes, en los análisis parecidos a los del segundo caso de Lacan, me parece que consiste en la comparación de los mecanismos de defensa del yo y de la función del superyó con las funciones análogas en la neurosis obsesiva. Quizá la continuación de este análisis, sobre todo al dirigirse hacia la neurosis infantil, podrá ayudamos a aclarar estas cuestiones aún poco estudiadas por el análisis. Sr. Lacan - Debido a lo tardío de la hora, Lacan sólo responde muy sucintamente a los argumentadores. Se limita pues a constatar que Hartmann no está para nada de acuerdo con su concepción de la pulsión primitiva en estado puro y aporta en apoyo a lo dicho por I^aforgue un hecho relativo a 20 Intervenciones y textos la segunda enferma: él también había sospechado un trauma bajo la forma del aborto de su madre y había orientado las investigaciones en ese sentido. La enferma volvió a encontrar el recuerdo de un balde de baño que le parecía tan grande como ella y que contenía cosas sospechosas. Mientras ella miraba dentro de ese balde, su madre lanzaba gritos en la habitación contigua. Diversos recortes permitieron establecer que en realidad estos hechos se situaban en el momento del nacimiento de su hermana. La sesión administrativa es remitida a la próxima reunión. X DELINCUENCIA Y PASAJE AL ACTO (1948) Durante la reunión de la S.P.P. del 1 7 de febrero de 1948, Francis Pasche presenta algunos casos clínicos bajo el título “ 1.a delincuencia neurótica”. En el curso de la discusión, Serge I^bovici interviene para señalar que “la noción de delincuencia requiere las nociones de justicia y de pasaje al acto”. “El Dr. I>acan está igualmente de acuerdo en centrar el interés sobre el pasaje al acto, al igual que el Dr. Mâle [. . .]” . XI MADRE CASTRADORA Y PADRE CARENTE (1948) El 20 de abril de 1948 J. Leuba presenta un relato titulado: “Madre fálica y madre castradora”. En la discusión, Sacha Nacht “dice que no observa que el autor haya establecido una diferencia muy neta entre el temor del padre y el de la madre” . lâchât señala que “vio la castración por la madre mucho más a menudo que por el Intervenciones de Locan en la S. P. P. 21 padre, hasta el punto que casi llegó a negar el temor de la castración por el padre”. El resumen señala luego: “el Sr. Dugauteiz también comparte esa opinión, y el Dr. Lacan se inclina en el mismo sentido”. ‘‘La imago materna es mucho más castradora que la ¡mago paterna. AI final de cada uno de mis análisis vi el fantasma de desmembramiento, el mito de Osiris. Cuando el padre es carente de una manera o de otra (muerto, ausente, incluso ciego), se producen las neurosis más graves”. XII LAS DOS HIPERTENSIONES (1948) La comunicación de reinicio del año, el 19 de octubre de 1948, es realizada por el Dr. Ziwar acerca del “Psicoanálisis de los principales síndromes psicosomáticos” (cf. R.F.P., 1948, N° 4). Sacha Nacht interviene en la discusión para reprocharle al orador por “buscar establecer una estructura patógena fija en cada síndrome, pues si se dice que se debe encontrar tal o cual estructura, se arriesga a observar mal”. Jacques I.acan toma la palabra para responderle: “ El Dr. Lacan cree que Nacht hace a Ziwar el reproche inmerecido de haber querido describir estructuras típicas en síndromes típicos. Por el contrario, su criterio es que es adecuado sistematizar, lo que los americanos han hecho en gran medida. Reliriéndosc a los síndromes dcscriptos, hay, dijo, dos hipertensiones: la roja que mantiene, y la blanca (la de las mujeres embarazadas, por ejemplo), que mata. La blanca, la de los jóvenes, interesa al cirujano. Se encuentra en la roja una fuerte emotividad, un carácter colérico, una estructura pasional estudiada por Frcud (que describió tan bien esa pasión: la ambición). En la hipertensión, el resenti miento adquiere un lugar importante. Pero no tendremos 22 Intervenciones y textos fórmula definitiva hasta que no sepamos todo acerca de la estructura psíquica y su formación”. XIII PSICOANALISIS Y SOCIOLOGIA (1948) El 14 de diciembre de 1948, exposición de S.A. Shcntoub: “Comentarios metodológicos sobre el socio-análisis”. 1.a dis cusión es abierta por Citarles Odier, que indica que hay “siempre una antinomia entre lo individual y lo social y que toda la sociología de. Engels y de Marx está basada en la negación del individuo” . Jacques Lacan toma la palabra luego de él, enun sentido contrario: “El Dr. Lacan está de acuerdo sobre todos los puntos de vista de la exposición. Lo que el psicoanálisis puede aportar a la sociología, dice, es un aparato conveniente para enfrentar el sujeto (“yo nunca digo el individuo” ) en el plano de la experiencia subjetiva”. XIV MAGIA Y PSICOSOMATICA (1949) La comunicación es hecha el 20 de junio de 1949 por Rene Hcld sobre “El problema de la terapéutica en medicina psicosomática”. En los siguientes términos son recogidos los comentarios de Jacques I>acan a lo largo de la discusión: “El I)r. Lacan lamenta verse reducido al papel de mago, cuando es consultado en el servicio del Dr. Blondín acerca de casos de hipertiroidismo pre-operatorio, por ejemplo; el mismo papel le es dado en el servicio del Dr. Mocquot. A su entender, no habrá jamás más que una galería de casos hasta tanto no tengamos una teoría sólida del narcisismo, en la cual Intervenciones de Lacan en la S. P. P. 23 trabaja. A propósito de un punto particular suscitado por cl Dr. Hcld, está totalmente de acuerdo que las madres tienen un carácter mortífero y muy especialmente en las relaciones madre-hija, pero se separa de la opinión del conferencista que quiere explicar ese carácter por la emancipación de la mujer: el fenómeno es demasiado reciente para estar en el origen de un problema demasiado antiguo”. XV LA MUÑECA-FLOR DE FRANÇOISE DOLTO (1949) Françoise Dolto continúa su trabajo ya publicado en la N° 1, 1949, bajo el tí tu lo ‘‘Cura psicoanalítica con ayuda de la muñeca-flor” , con una comunicación, el 18 de octubre de 1949, “A propósito de la muñeca-flor”. En el curso de la discusión: "El Dr. Lacan tiene el sentimiento cada vez más fuerte de que la muñeca-flor de la Sra. Dolto se integra en sus investigaciones personales sobre la imago del cuerpo propio del estadio del espejo y del cuerpo fragmentado. Ix: resulta importante que la muñeca-flor no tenga boca y luego de haber señalado que ella es un símbolo sexual y que ella enmascara el rostro humano, termina diciendo que espera aportar un día un comentario teórico al aporte de la Sra. Dolto”. En su respuesta a las intervenciones, Françoise Dolto aprueba la idea de que ‘‘la muñeca-flor se integra a las reacciones del estadio del espejo, pero hay que entender la idea del espejo como objeto de reflexión, no sólo de lo visible, sino de lo audible, de lo sensible, de lo intencional. La muñeca no tiene rostro, ni manos, ni pies, ni derecho ni revés, ni articulaciones ni codo”. 24 Intervenciones y textos XVI EL SER VIVO Y SU “UMWELT” (1949) Maric Bonaparte lee, el 16 de noviembre de 1949, un texto basado en una exposición realizada en el Congreso Internacio nal de Zurich en agosto del mismo año: “Psique en la naturaleza o acerca de los límites de la psicogénesis” . Jacques Lacan interviene en la discusión para “insistir en el hecho de que el ser vivo no puede concebirse sin un Umwelt que lo baña por lodos lados y cuya actividad se hace sentir en el”. XVII LA MADRE FAL1CA (1949) El 20 de diciembre de 1949, Maurice Bouvet presenta una exposición consagrada a las “ Incidencias terapéuticas de la toma de consciencia de la envidia del pene en un caso de neurosis obsesiva femenina” (cf. R.F.P., t. XIV, N° 2 y su libro La relación de objeto, Payot, 1967). El resumen de la discusión comienza así: “ Luego de que el Dr. Nacht hubiese aprobado el conjunto de esta exposición, el Dr. Lacan dice que quisiera hacer algunas críticas. Porqué el autor no habló del estadio de la madre fálica, lo que habría permitido dar una descripción mucho más simple de este magnífico caso. Allí donde Bouvet ve un vuelco en el momento de la toma de consciencia de la envidia del pene, Lacan ve la emergencia de la imagen de la madre fálica”. Serge Lebovici “quisiera asociarse a los comentarios de Lacan. El sueño central se sirve de un símbolo ambiguo, a la vez femenino y masculino y de cualidad prcgenital”. Angelo Hcsnard “está de acuerdo con Lacan que, en el caso analizado por Bouvet, el plano genital no fue alcanzado”. Intervenciones de 1̂ 2 can cn la S. P. P. 25 El resumen finaliza con la mención de que “el Dr. Bouvet le responde al Dr. Lacan que él mismo no tuvo la impresión de que esta enferma hubiese alcanzado el estadio genital y que había, cn cambio, subrayado que aún había permanecido en el estadio pregenital”. XVIII PSICOANALISIS Y CRIMINOLOGIA (1950) Durante la XIII Conferencia de los psicoanalistas de lengua francesa, Jacqucs Lacan presenta, el 29 de mayo de 1950, una comunicación bajo el título “ Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis cn criminología”, (firmado con Michcl Ccnac, pero enteramente redactada por el). Esta comunicación, que figura en la R.F.P. 1951, N° 1, es reto mada en los Escritos. El número de la R.F.P. incluye igualmente la reseña de la discusión, y un resumen de Lacan de sus respuestas, que se leerá a continuación. Resumen de Jacques Lacan En una serie de respuestas a cada una de las personas que intervinieron y cuyos momentos es imposible restituir porque no fueron grabados, especialmente en un largo diálogo con Hesnard, tuve ocasión de reafirmar las premisas esenciales que doy por impuestas por la experiencia analítica a todo desarrollo posible de la criminología. El análisis, en la medida en que es, dentro de los límites de ciertas convenciones técnicas, esencialmente diálogo y progre so hacia un sentido, mantendrá siempre presente, en el núcleo de sus consecuencias objctivablcs en términos científicos, la plenitud dramática de la relación del sujeto con el sujeto; si el parte en efecto del llamado del hombre al hombre, se de 26 Intervenciones y textos sarrolla en una investigación que va más allá de la realidad de la conducta: señaladamente a la verdad que allí se constituye. Ningún método pues hará menos posible eludir la relación dialéctica que vincula el Crimen con la Ley, en tanto que ésta es a la vez normativa (imperativo categórico) y contingente (ley positiva). Es decir que él no podrá apoyar ningún rebajamiento cicntificista o pragmatista del nivel de los problemas. Ahora bien, esta es la tendencia misma de la criminología, tal como ella surge al escuchar el discurso de Hesnard, en la plena antinomia de sus efectos: a saber que, si ella humaniza rá el tratamiento del criminal, no lo hará más que al precio de un derrocamiento de su humanidad, en la medida en que el hombre se hace reconocer por su semejante por los actos cuya responsabilidad asume. F.l lazareto ciertamente es la solución ideal del problema que plantea el crimen al idealismo científico. Y sin duda es válida para prevenir los actos que una determinación orgánica excluye con certeza del círculo de la interacción social. Incluso esta exclusión es raramente tan completa como se la supone demasiado simplemente (e incluso en los estados epilépticos, casos ejemplares en la materia). El psicoanálisis extiende el dominio de las indicaciones de una cura posible del criminal como tal: al manifestar la existencia de crímenes que sólo tienen sentido comprendidos en una estructura cerrada de la subjetividad, señaladamente aquella que excluye al neurótico de la realización auténtica del otro, ahogando en él las pruebas de la lucha y de la comunicación social, estructura que lo deja preso de esa raíz cortada de la consciencia moral que llamamos el superyó, en otros términos, a la ambigüedad profunda del sentimiento que aislamos bajo el término de culpabilidad. Aún debe señalarse que, si el reconocimiento de la morbi dez de estos casos permite evitarles felizmente, con la degradación penitenciaria, el estigma que a ella se liga en núes- Intervenciones de Locan en la S. P. P. 27 tra sociedad, sigue siendo cierto que la cura no podría ser otra cosa que una integración por el sujeto de su verdadera responsabilidad y que igualmente es esto a lo cual se tendía por vías confusas mediante la búsquedade una punición que puede ser quizá más humano dejársela encontrar a él. La denuncia del Universo mórbido de la falta no puede tener como corolario ni como fin el ideal de una adaptación del sujeto a una realidad sin conflictos. Esto porque la realidad humana no sólo se debe a la organización social, sino a una relación subjetiva que, por estar abierta a una dialéctica patética que debe someter lo particular a lo universal, adquiere su punto de partida en una alienación dolorosa del individuo en su semejante y encuentra sus caminos en las retorsiones de la agresividad. Por eso comprendemos el hecho de esa importante frac ción de criminales acerca de los que nos afirma llcsnard, harto justamente, que no se encuentra en ellos absolutamente nada que pueda ser delimitado como anomalía psíquica. Y no es poco que de fe de ello su gran experiencia y su rigor como clínico cuando ese es el caso corriente «ante el cual el psiquiatra sin idea preconcebida sigue asombrándose aún. Sólo el psicoanalista que sabe a qué atenerse en lo referente a la estructura del yo en tanto tal, comprenderá también la coherencia de los rasgos que presentan estos sujetos a los que se nos describe por su idealismo egocéntrico, su apologética pasional, y esa extraña satisfacción del acto realizado donde su individualidad parece encerrarse en su suficiencia. Esos criminales que hemos llamado aquí criminales del yo (moi), son las víctimas sin voz de una evolución creciente de las formas directrices de la cultura hacia relaciones de coacción cada vez más exterior. Igualmente la sociedad en que estos criminales se producen no los toma sin mala consciencia como chivos emisarios y el papel de vedette que les confiere tan fácilmente manifiesta 28 Intervenciones y textos con claridad la función real que aseguran en ella. A ello se debe esc movimiento de la opinión que se complace tanto más en considerarlos como alienados en la medida en que reconoce en ellos las intenciones de todos. Sólo el psicoanálisis, por que sabe cómo desviar las resis tencias del yo (moi), es capaz en estos casos de desprender la verdad del acto, comprometiendo en él la responsabilidad del criminal por una asunción lógica, que debe conducirlo a la aceptación de un justo castigo. ¿Quién osaría sin embargo llevar a cabo sin temblar una tarca tal, si no lo inviste una teología? Sólo el Estado, con la Ley positiva que él sostiene, puede dar al acto criminal su retribución. El acto será entonces sometido a un juicio fundado abstractamente en criterios formales, en los que se refleja la estructura del poder establecido. El veredicto dependerá, no sin escándalo pero tampoco sin razón, del juego de los debates monos verídicos: a partir de lo cual resulta no menos lógicamente esc reconoci miento del derecho del acusado a la mentira, al que se denomina respeto de la consciencia individual. Este encadenamiento implacable choca demasiado —al menos aún por un tiempo— con los valores de verdad mantenidos en la consciencia pública por las disciplinas científicas, como para que los mejores espíritus no estén tentados, bajo el nombre de criminología, por el sueño de un tratamiento enteramente objetivo del fenómeno criminal. De esta manera Piprot D’AlIeaumes nos incita a concertar, con el fin de determinar las condiciones del estado peligroso, a todas las ciencias del hombre, pero sin tener en cuenta las prácticas jurídicas en ejercicio. Ante esto nosotros le decimos entonces: “ Usted vuelve a la trampa, sin embargo desembozada, de las categorías del crimen natural Pero la etnografía al igual que la historia nos testimonia que las categorías del crimen sólo son relativas a las costumbres y a las leyes existentes. De igual modo que el Intervenciones de Imc<m en la S. P. P. 29 psicoanálisis le afirma que la determinación mayor del crimen, es la concepción misma de la responsabilidad que el sujeto recibe de la cultura en la que vive”. Por eso Lacan y Cénac escriben: “ La responsabilidad, es decir, el castigo. . . ” , y vinculan la aparición de la crimino logía misma con una concepción de la pena que designan según Tarde como concepción sanitaria, pero que, por ser nueva, no deja de inscribirse al igual que las precedentes en una estructura de la sociedad. Punto de vista que tuvimos el honor fuese aprobado por varios juristas presentes hoy. Pero si una tal concepción de la pena fue sostenida por un movimiento humanitario cuyos fundamentos no se trata de cuestionar, los progresos de la época luego de Tarde nos han mostrado sus peligros: a saber la deshumanización que impli ca para el condenado. Decimos que culmina en el límite, para obtener el endere zamiento de Cain, en colocar en el campo conccntracionario exactamente al cuarto de la humanidad. Que se acepte reconocer en esta imagen en la que encarnamos nuestro pensamiento, la forma utópica de una tendencia cuyas meta morfosis futuras no pretendemos prever, ya que su realización supondría el establecimiento del Imperio Universal. Es por ello que es necesaria una conciliación de los derechos del individuo tal como están garantizados actual mente por la organización jurídica (no olvidemos toda la libertad que está suspendida en la distinción en el régimen penal entre derecho político y derecho común, por ejemplo) y los progresos abiertos por la ciencia a nuestra maniobra psicológica del hombre. Para una tal conciliación, el psicoanálisis aporta una medi da esencial. Ciertamente es científicamente fecunda, pues define es tructuras que permiten aislar ciertas conductas para sustraer las de la común medida, y entre las que quedan por examinar, permite comprender los juegos de espejismo y de compensa 30 Intervenciones y textos ción, restablece en su claridad dialéctica ese pegoteo de las motivaciones agresivas con una alienación fundamental, en la que naufragan las especulaciones irrisorias de los utilitaristas sobre el valor intimidante de la pena. No es de ningún modo hasta las tinieblas de un destino más imposible de cambiar que todas las incidencias biográficas, como esclarece, con la noción de automatismo de repetición, la claridad nocturna de un sentido inscripto en el orden del cuerpo. Las nociones conjugadas del superyó, del yo y del ello, no dependen entonces en modo alguno de una vana casuística y pueden guiar la acción del pensamiento del pedagogo, del político y del legislador. 1.a acción concreta del psicoanálisis es benéfica en un orden duro. Las significaciones que revela en el sujeto culpable no lo excluyen de la comunidad humana. Hace posible una cura en la que el sujeto no está alienado de sí mismo y la responsabilidad que restaura en él responde a la esperanza que palpita en todo ser deshonrado, de integrarse en un sentido vivido. Pero por este hecho afirma también que ninguna ciencia de las conductas puede reducir la particularidad de cada devenir humano, y que ningún esquema puede suplir en la realización de su ser a esa búsqueda en la que todo hombre manifiesta el sentido de la verdad. 1.a verdad a la que el psicoanálisis puede conducir al criminal, no puede ser desprendida del fundamento de la experiencia que la constituye, y ese fundamento es el mismo que define el carácter sagrado de la acción médica: a saber, el respeto por el sufrimiento del hombre. F.l psicoanálisis del criminal tiene sus limites que son exactamente aquellos en que comienza la acción policial, en cuyo campo debe rehusar entrar. Por eso no se ejercerá sin dificultad, incluso allí donde el delincuente, infantil, por ejemplo, se beneficia con una cierta protección de la ley. Intervenciones de iMcan en la S. P. P. 31 Pero precisamente porque la verdad que busca es la verdad de un sujeto es que no puede más que mantener la noción de la responsabilidad, sin la cual la experiencia humana no entraña ningún progreso. INTERVENCION EN EL PRIMER CONGRESO MUNDIAL DE PSIQUIATRIA 1950 En esta intervenciónJacques Locan responde a las exposiciones presentadas por Franz Alexander, Anna Freud, Melante Klein y Raymond de Saussu- re, en el marco de la V Sección del Congreso Mun dial, "Psicoterapia, psicoanálisis ", Este escrito fue publicado por primera vez en tas actas del Congreso, tomo V (A.S.I., rr 1172, Paris, Hermán, 1952). J.-A .M . I-a noción de emoción, a la cual el ensayo teórico de Raymond de Saussure indica un retorno, no nos parece que pueda suplir a la de situación que la domina, y el epíteto de alucinado nada cambia en ella, salvo recordamos que toda retrospección del enfermo, fuera del análisis que la resuelve en sus significaciones, sólo vale para nosotros bajo la caución de su control. I-as vacaciones, por ende, consideradas aquí como realizando el acceso del sujeto al placer, tíos parecen un criterio excesivamente conformista, por relegar a un segundo plano toda una historia obsesiva. También debemos aquí tomar en cuenta la importancia de la tan justificada advertencia de Thomas de Quincey en lo que concierne al asesinato, a saber, que lleva al robo, luego a la mentira y finalmente a la rumiación, y decir que una falta de lógica condujo a nuestro amigo a una etiología pasada de moda, a una anamnesis incierta y, para decirlo todo, a la falta de humor. Intervención en el I Congreso de Psiquiatría 33 Que interés puede tener, en efecto, traducir nuestra expe riencia a las categorías con las que Piaget con sus cuestiona rios separa la psicología del niño de una psicología ideal del adulto que sería la de un filósofo en el ejercicio de sus funciones: pueden remitirse aquí a los criterios enunciados en la p. 144 en la distinción de lo subjetivo y de lo objetivo, la reciprocidad de los puntos de vista, etc., para ver si digo la verdad. ¿Por qué intentar fundar en estas falaces objetivaciones de estructura lo que descubrimos por el método totalmente contrario: a saber, por una dialéctica familiar, a nivel de los intereses particulares del sujeto, donde la sola virtud de las significaciones incluidas en el lenguaje, moviliza las imágenes mismas que sin que lo sepa rigen su conducta y demuestran reglarla hasta en sus funciones orgánicas? Nuestro procedimiento parte de la similitud implicada en el uso de la palabra, similitud supra-individual sin duda como su soporte, pero por esta vía se realizaron los descubrimientos impensables para el sentido común, (que esto no disguste a Alcxander), que no sólo lian conmovido nuestro conocimien to del hombre sino, puede decirse, inaugurado el del niño. ¿Pues el hecho de estructura esencial para el estudio del psiquismo del niño, no es acaso que hablando, con razón, la lengua de la cual se sirven los adultos, usa sus formas sintácticas con una precisión llamativa desde los inicios de su aprendizaje? Además, no son sólo nuestras las críticas que merecen las nociones de pensamiento primitivo, de pensamiento mágico, incluso la de pensamiento vivido, cuya novedad saludo aquí. Un etnógrafo como Claude IxAi-Strauss quien las articula definitivamente en el capítulo titulado La ilusión arcaica, de su obra más importante, las ilustra fácilmente con este comentario: que a los adultos de las sociedades primitivas sus propios niños les parecen participar de formas mentales que para ellos caracterizan al hombre civilizado. u Intervenciones y textos Recurramos pues para comprender nuestra experiencia a los conceptos que se han formado en ella: la identificación, por ejemplo, y si debemos buscar apoyo en otra ciencia, tomémoslo en la lingüística, en la noción de fonema por ejemplo, promovida por RománJakobson, yaque el lenguaje determina la psicología más de lo que la psicología lo explica. Que de Saussure nos perdone nuestra crítica de un trabajo que sigue siendo una muy brillante observación de clínica psicosomática. Veremos ahora, en Alexander, cómo una exposición rigu rosa del pensamiento de Freud culmina en una completa inversión de su sentido, bajo la influencia de un factor que intentaremos definir. El acento que coloca con justeza sobre el término de prevcrbal para designar el campo del inconsciente dinámico nos recuerda, —con la importancia que tienen en él los fenómenos propiamente lingüísticos del lapsus, del calambur, etc.,— que Freud exigía de la definición de lo reprimido, que la situación hubiese sido en algún momento verbalizada. Mclanie Klein, procediendo en el niño desde la aparición del lenguaje a un verdadero encantamiento de lo vivido del estadio infanSy ha despertado objeciones que se deben nada menos que al eterno problema de la esencia de lo innomi nado. Evocamos aquí su obra no solamente porque Anna Freud, por más opuesta que ella se haya mostrado a esta suerte de transgresión que la funda, es la única que la mencionó aquí, sino porque vemos en este ejemplo ilustre que los frutos de nuestra técnica sólo pueden ser apreciados sanamente a la luz de la noción de verdad. Si esta noción, en efecto, puede ser eliminada en física de las operaciones que se pueden conside rar denudadas de sentido; no podemos, bajo pena de sumergir nuestro pensamiento en las tinieblas, dejar de sostenerla en su vigor socrático: es decir, olvidar que la verdad es un movi miento del discurso, que puede valederamente esclarecer la intervención en el / Congreso de Psiquiatría 35 confusión de un pasado que ella eleva a la dignidad de la historia, sin agotar su impensable realidad. Es, en efecto, esta dialéctica misma la que opera en la cura y la que se descubre en ella porque ha determinado al hombre desde su llegada al mundo hasta penetrar toda su naturaleza a través de las crisis formadoras en las que el sujeto se identificó alienándose. Así el ego, síndico de las funciones más móviles por las cuales el hombre se adapta a la realidad, se nos revela como una potencia de ilusión, incluso de mentira: es una superes tructura comprometida en la alienación social. Si la teoría de los instintos nos muestra una sexualidad donde ningún elemento de la relación instintiva: tendencia, órgano, objeto, escapa a la sustitución, a la inversión, a la conversión, es porque la necesidad biológica cuyo alcance es supraindivi- dual, era el campo predestinado a las combinaciones de lo simbólico así como a las prescripciones de la Ley. A partir de aqui, al dedicarse en su técnica abreviada a la igualización de las tensiones del ego, Alcxander puede hacer un trabajo de ingeniero. Desconoce el espíritu mismo de la terapéutica freudiana que, planteando id sujeto entre la lógica que lo lleva al universal y la realidad en la cual se alienó, respeta el movimiento de su deseo. La verdad que será su salvación, no está en vuestro poder el dársela, pues ella no está en ningún lado, ni en su profundidad, ni en ninguna alforja, ni ante él ni ante usted. Ella es, cuando él la realiza, y si usted está allí para responderle cuando ella llega, no puede usted forzarla tomando la palabra en su lugar. Igualmente, la teoría de la sexualidad que Alcxander introduce bajo el acápite de la psicosomática nos revela el sentido de su posición: la sexualidad, lo hemos escuchado, es una forma específica de descarga para todas las tensiones psicológicas excesivas. Así la dialéctica freudiana que reveló la verdad del amor en el regalo cxcremencia! del niño o en sus exhibiciones motrices, se invierte aquí en un problema de Intervenciones y textos b.dance fuera de la naturaleza donde la función sexual se define biológicamente como un exceso de la excreción, psicológicamente como un prurito nacido de un yo en el límite de su eficacia. La teoría nos interesa en tanto que manifiesta que toda ciencia llamada psicológica debe estar afectada por los ideales de la sociedad en la que se produce, no ciertamente porque nosotros la remitamos a lo que la literatura nos enseña sobre las manifestaciones del sexo en América, sino más bien por lo que se deduce de ella al lomarla al pie de la letra,a saber: que los animales mecánicos que se están montando un poco por todos lados con el mecanismo del feedback, pues ya ven, se agitan y sufren por sus necesidades, no dejarán de manifestar dentro de poco nuevas ganas de hacer el amor. Designemos la carencia subjetiva que se manifiesta aquí en sus correlatos culturales por la letra c, símbolo al cual es posible darle cualquier traducción que parezca convenirle. Kste factor escapa tanto a los cuidados como a la crítica, mientras el sujeto se satisfaga en él y asegure la coherencia social. Pero si el efecto de discordancia simbólica que llama mos la enfermedad mental, llega a disolverlo, sería nuestra tarea restaurarlo. Es deseable, por ende, que el analista lo haya, aunque más no sea mínimamente, superado. Por eso el espíritu de Freud estará algún tiempo todavía en el horizonte de todos nosotros, porque también, agradecién dole a Anna Freud el habernos recordado una vez más la amplitud de sus puntos de vista, nos alegramos de que Lévinc nos informe que algunos, incluso en América, lo consideran, al igual que nosotros, amenazado. 16 EL MITO INDIVIDUAL DEL NEUROTICO Texto establecido por Jacques -Alain Miller El mito individual del neurótico fue una confe rencia dada en el Colegio filosófico Jean WahL El texto fue difundido en 1953, sin la aprobación de ¡Mean y sin haber sido corregido por é l (cf. Escritos, T. I, p. 72), El interés del Psychoanalytical Quaterly de pu blicar una traducción, nos llevó a hacer las correc ciones necesarias. La presente versión, releída por el autor, ocupará por lo tanto, el lugar de la "nueva versión" anunciada en 1966, que no fu e hecha. Im traducción realizada por la Sra. Martha Evans debe aparecer en una próxima edición de la revista americana. J . -A. M. Septiembre de 1978 Voy a hablarles de un tema que debo realmente calificar de nuevo y que como tal es difícil. La dificultad de esta exposición de ningún modo le es intrínseca. Ella se debe al hecho de que trata de algo nuevo que tanto mi experiencia analítica como la tentativa que hago, en el curso de una enseñanza llamada de seminario, de profundizar la realidad fundamental del análisis me han permitido percibir. Extraer esa parte original fuera de esa enseñanza y fuera de esa experiencia, para hacerles sentir su alcance, entraña dificultades muy especiales en la exposición. Por eso les pido de antemano indulgencia por si quizá aparece alguna dificultad en la captación, al menos en un primer abordaje, de lo que sigue. I El psicoanálisis, debo recordarlo como preámbulo, es una disciplina que, dentro del conjunto de las ciencias, se nos aparece con una posición verdaderamente particular. Se dice a menudo que ella no es una ciencia hablando estrictamente, lo que parece implicar por contraste que ella es simplemente 38 Intervenciones y textos un arte. Este es un error, si se entiende por arte que ella no es más que una técnica, un método opcracional, un conjunto de recetas. Pero no lo es si se emplea esa palabra, un arte, en el sentido en que se la empleaba en la Edad Media cuando se hablaba de las artes liberales; conocen ustedes su serie que va desde la astronomía a la dialéctica pasando por la aritmética, la geometría, la música y la gramática. Nos es difícil ciertamente aprehender hoy la función y el alcance en la vida y en el pensamiento de los maestros medievales de esas artes llamadas liberales. Sin embargo, es cierto que lo que las caracteriza y las distingue de las ciencias que surgieron de ellas es que mantenían en primer plano lo que puede llamarse una relación fundamental con la medida del hombre. ¡Pues bien! el psicoanálisis es actualmente la única disciplina comparable quizá con esas artes liberales, ya que preserva esa relación de medida del hombre consigo mismo; relación interna, cerrada sobre sí misma, inagotable, cíclica, que entraña por excelencia el uso de la palabra. Tal es lo que hace que la experiencia analítica no sea decisivamente objctivable. Implica siempre en el seno de ella misma la emergencia de una verdad que sólo puede ser dicha, porque lo que la constituye es la palabra, y porque sería necesario de algún modo decir la palabra misma, que es, hablando estrictamente, lo que no puede ser dicho en tanto que palabra. Vemos surgir del psicoanálisis, por otra parte, métodos que tienden a objetivar medios de actuar sobre el hombre, sobre el objeto humano. Pero no son más que técnicas derivadas de ese arte fundamental que es el psicoanálisis en tanto que está constituido por esa relación intersubjetiva que no puede, se los dije, ser agotada, pues es la que nos hace hombres. Es, sin embargo, aquello que nos vemos llevados a intentar expresar de todos modos en una fórmula que da su esencia, a ello se debe que exista en el seno de la experiencia analítica algo que es hablando con propiedad un mito. El m ito individual 39 El mito es lo que da una forma discursiva a algo que no puede ser transmitido en la definición de la verdad, porque la definición de la verdad sólo puede apoyarse sobre ella misma y la palabra en tanto que progresa la constituye. 1.a palabra no puede captarse a sí misma ni captar el movimiento de acceso a la verdad como una verdad objetiva. Sólo puede expresarla de modo mítico.En este sentido puede decirse que aquello en lo cu¿d la teoría analítica concretiza la relación iiucrsubjetiva, que es el complejo de Edipo, tiene un valor de mito. Me referiré hoy a una serie de hechos de experiencia que intentaré ejemplificar a propósito de esas formaciones que constatamos en lo vivido por los sujetos que tomamos en análisis, los sujetos neuróticos por ejemplo, y que son conocidos por todos aquellos a quien la experiencia analítica no les es totalmente ajena. Estas formaciones necesitan aportarle al mito cdípico, en tanto que está en el centro de la experiencia analítica, ciertas modificaciones de estructura que son correlativas a los progresos que realizamos nosotros mismos en la comprensión de la experiencia analítica. Esto es lo que nos permite, en segundo grado, captar que la teoría analítica está enteramente subtendida por el conflicto funda mental que, por intermedio de la rivalidad con el padre, vincula al sujeto con un valor simbólico esencial; pero esto, como verán, está siempre en función de cierta degradación concreta, quizá ligada a circunstancias sociales especiales, de la figura del padre. La experiencia misma está tendida entre esta imagen del padre, siempre degradada, y una imagen cuya dimensión nuestra práctica nos permite cada día captar mejor, y medir sus incidencias en el analista mismo, en tanto que, bajo una forma seguramente velada y casi renegada por la teoría analítica, adquiere de todos modos, de manera casi clandestina, en la relación simbólica con el sujeto, la posición de ese personaje muy borrado por la declinación de nuestra historia, que es el del amo: el del maestro moral, el del amo 40 Intervenciones y textos que instituye en la dimensión de las relaciones humanas fundamentales a quien está en la ignorancia y que lo prepara para lo que puede llamarse el acceso a la conciencia, incluso a la sabiduría, en la toma de posesión de la condición humana. Si confiamos en la definición del mito como una cierta representación objetivada de un epos o de una gesta que expresa de modo imaginario las relaciones fundamentales características de cierto modo de ser humano en una época determinada; si lo comprendemos como la manifestación social latente o patente, virtual o realizada, plena o vaciada de su sentido, de esc modo del ser, es indudable que podemos volver a encontrar su función en la vivencia misma de un neurótico. 1.a experiencia nos proporciona, en efecto, toda suerte de manifestaciones acordes con este esquema y de las que puede decirse que se tratan, hablando estrictamente, de mitos; se los mostraré con un ejemplo que creo es de los más familiares paratodos aquellos de entre ustedes que se intere san en estas cuestiones, que tomaré de una de las grandes observaciones de Freud. Estas observaciones se benefician periódicamente con un recrudecimiento del interés en la enseñanza, lo que no impide que uno de nuestros eminentes colegas manifestase reciente mente respecto a ellas —lo escuché de su boca— una suerte de desprecio. La técnica, decía, es en ellas tan torpe como arcaica. Después de todo, esto puede sostenerse si se piensa en el progreso que hemos realizado tomando conciencia de la relación intersubjetiva, y sólo interpretando a través de las relaciones que se establecen entre el sujeto y nosotros en la actualidad en las sesiones. ¿Pero mi interlocutor debía llevar las cosas hasta el punto de decir que los casos de Freud estaban mal elegidos? Puede decirse, ciertamente, que todos son incompletos, que para muchos se trata de psicoanálisis detenidos, de fragmentos de análisis. Pero esto mismo debería incitamos a reflexionar y a preguntamos por qué Freud hizo El mito individual 41 esta elección. Esto, obviamente, si confiamos en Freud. Y es necesario confiar en el. Esto no es decirlo todo, como proseguía aquel que emitía los comentarios que les he relatado, que seguramente esto tiene al menos el carácter alentador de mostramos que basta con un granito de verdad en algún lado para que esta llegue a hacerse transparente y a surgir pese a los obstáculos que la exposición le opone. No creo que sea ésta una visión justa de las cosas. A decir verdad, el árbol de la práctica cotidiana le ocultaba a mi colega la dimensión del bosque que surgió de los textos freudianos. Elegí para ustedes *W Hombre de las ratas” y creo poder justificar en esta ocasión el interés de Freud por este caso. II Se trata de una neurosis obsesiva. 1‘ienso que ninguno de los que han acudido a escuchar la presente conferencia deja de haber oído hablar de lo que se considera como la raíz y la estructura de esta neurosis, a saber, la tensión agresiva, la fijación instintiva, etc. El progreso de la teoría analítica colocó en el origen de nuestra comprensión de la neurosis obsesiva una elaboración genética extremadamente compleja y, sin duda, tal elemento, tal fase de los temas fantasmáticos o imaginarios que tenemos el hábito de encontrar siempre en el análisis de una neurosis obsesiva, se vuelven a encontrar en la lectura del “Hombre de las ratas”. Pero este lado tranquili zante, que siempre tienen para quienes leen o para quienes aprenden, los pensamientos familiares, vulgarizados, enmasca ra quizás al lector la originalidad de esta observación y su carácter especialmente significativo y convincente. Este caso toma su título, como saben, de un fantasma realmente fascinante que tiene, en la psicología de la crisis que pone al sujeto al alcance del analista, una función evidente de desencadenamiento. Es el relato de un suplicio 42 Intervenciones y textos que siempre se benefició de una iluminación singular, incluso de una verdadera celebridad, y que consiste en la introducción de una rata, excitada por medios artificiales, en el recto del supliciado, por medio de un dispositivo más o menos inge nioso. La primera escucha de este relato provoca en el sujeto un estado de horror fascinado, que no desencadena su neurosis, pero que actualiza sus temas y suscita la angustia. Le sigue toda una elaboración cuya estructura deberemos ver. Este fantasma es ciertamente esencial para la teoría del determinismo de una neurosis y se vuelve a encontrar en numerosos temas en el curso de la observación. ¿Quiere decir que en ello reside todo su interés? No sólo no lo creo, sino que estoy seguro que en toda lectura atenta se percibirá que su interés principal surge de la extrema particularidad del caso. Como Freud siempre lo subrayó, cada caso debe ser estudiado en su particularidad, exactamente como si ignoráse mos toda la teoría. Lo que hace la particularidad de este caso, es el carácter manifiesto, visible, de las relaciones en juego. El valor ejemplar de este caso particular reside en su simplicidad, del mismo modo que en geometría puede decirse que un caso particular puede tener una deslumbrante superioridad de evidencia en relación a la demostración, cuya verdad, debido a su carácter discursivo, permanecerá velada bajo las tinieblas de una larga serie de deducciones. En esto consiste la originalidad del caso, y se le presenta a todo lector algo atento. La constelación —¿por qué no? , en el sentido en que hablan de ella los astrólogos—, la constelación original que presidió el nacimiento del sujeto, su destino y diría casi su prehistoria, a saber las relaciones familiares fundamentales que estructuraron la unión de sus padres, resulta tener una relación muy precisa y quizá definible a través de una fórmula de transformación, con lo que aparece como más contingente, más fantasmático, más paradójicamente mórbi El mito individual 43 do en su caso, a saber, el estado último de desarrollo de su gran aprehensión obsesiva, el argumento imaginario al cual llega como a la solución de la angustia vinculada con el desencadenamiento de la crisis. La constelación del sujeto está formada en la tradición tamiliar por el relato de cierto número de rasgos que especifican la unión de los padres. Debe saberse que el padre fue suboficial al comienzo de su carrera y que siguió siendo muy “suboficial”, con la nota de autoridad, pero algo irrisoria, que esto entraña. Cierta deva luación lo acompaña de modo permanente en la estima de sus contemporáneos y una mezcla de desafío y de brillo compo nen un personaje convencional que se vislumbra a través del hombre simpático descripto por el sujeto. Este padre se encontró en posición de hacer lo que se llama un casamiento ventajoso: su mujer pertenece a un medio mucho más elevado en la jerarquía burguesa y le aportó a la vez los medios de vida y la situación misma con la que se beneficia en el momento en que van a tener a su hijo. El prestigio está pues del lado de la madre. Y una de las bromas más frecuentes entre estas personas, que en principio se entienden bien y parecen incluso vinculadas por un afecto real, es una especie de juego que consiste en un diálogo entre los esposos: la mujer hace una alusión divertida a cuán prendado estuvo su marido, justo antes del casamiento, de una joven pobre pero linda, y el marido exclama y afirma en cada ocasión que se trata de algo tan fugitivo como lejano y olvidado. Pero este juego, cuya repetición misma implica quizá que entraña cierto artificio, impresionó ciertamente de manera profunda al joven sujeto que será más tarde nuestro paciente. Otro elemento del mito familiar tiene mucha importancia. El padre tuvo, en el curso de su carrera militar, lo que se puede llamar en términos púdicos, problemas. No hizo ni más ni menos que dilapidar, jugando, los fondos del regimiento, de los que era depositario a causa de sus funciones. Debió su 44 Intervenciones y textos honor, incluso su vida, al menos en el sentido de su carrera, del papel que pudo seguir teniendo en la sociedad, a la intervención de un amigo, que le prestó la suma que debía reembolsar > que resultó de este modo su salvador. Se habla aún de esc momento como de un episodio verdaderamente importante y significativo del pasado paterno. Así es entonces como se presenta la constelación familiar del sujeto. El relato sale pedazo por pedazo en el curso del análisis, sin que el sujeto lo una de ningún modo con nada de lo que ocurre en el momento actual. Es necesaria toda la intuición de Freud para comprender que están allí los elementos esenciales del desencadenamiento de la neurosis obsesiva. El conflicto mujer rica/mujer pobre se reproduce exactamente en la vida del sujeto en el momento en que su padre lo empujaba a casarse con una mujer rica y es entonces cuando se desencadena la neurosis propiamente dicha. Apor tando este hecho,el sujeto dice casi al mismo tiempo: “Le digo aquí algo que ciertamente no tiene ninguna relación con todo lo que me ocurrió ”. Entonces, Freud se percata de inmediato de la relación. Lo que se ve, en electo, sobrevolando panorámicamente la observación, es la estricta correspondencia entre estos ele mentos iniciales de la constelación subjetiva y el desarrollo último de la obsesión fantasmática. ¿Cuál es este desarrollo último.-’ Î a imagen del suplicio engendró primero en el sujeto, según el modo del pensamiento propio del obsesivo, toda suerte de temores, a saber, que ese suplicio pudiera serle infligido un día a las personas que le eran más queridas y, principalmente, o bien a esc personaje de la mujer pobre idealizada a la cual le consagra un amor cuyo estilo y valor propio veremos enseguida -e s la forma misma del amor de la que es capaz el sujeto obsesivo— o bien, más paradójicamente aún, a su padre que, sin embargo, ha muerto ya en ese momento y se ve reducido a un personaje imaginado en el más allá. Pero el sujeto se vio llevado finalmente a comporta- micntos que nos muestran que las construcciones ncuróti« .t* del obsesivo terminan a veces por confinar con las construí ciones delirantes. Se encuentra en la situación de tener que pagar el precio de un objeto que no es indiferente precisar, un par de anteojos que le pertenecen, que se le perdieron en el curso de las grandes maniobras durante las cuales se le hizo el relato del suplicio en cuestión y en la que se desencadenó la crisis actual: pide el reemplazo urgente de sus anteojos a su óptico de Viena —pues todo esto ocurre en la antigua Austria-Hun- gría, antes del inicio de la guerra del 14— y por un correo expreso éste le envía una pequeña encomienda que contiene el objeto. Ahora bien, el mismo capitán que le contó la historia del suplicio y que lo impresiona mucho por cierta ostentación de gustos crueles, le informa que debe reembol sarle su costo a un teniente A, que se ocupa de los asuntos del correo y que se supone ha desembolsado la suma en su lugar. En torno a esta idea del reembolso la crisis conoce su desarrollo último. El sujeto se hace un deber neurótico de reembolsar la suma, pero en ciertas condiciones muy preci sas. Se impone este deber a sí mismo bajo la forma de un mandamiento interior que surge en el psiquismo obsesivo, en contradicción con su primer movimiento que se había expre sado bajo la forma “no pagar”. Helo aquí, por el contrario, vinculado consigo mismo por una suerte de juramento, "pagar a A -A Ahora bien, se percata muy rápido que este imperativo absoluto nada tiene de adecuado, ya que no es A quien se ocupa de los asuntos del correo sino un teniente B. Esto no es todo. En el momento mismo en que todas estas elucubraciones se producen en él, el sujeto sabe perfectamen te, como se descubre luego, que en realidad tampoco le debe esa suma al teniente B, sino sencillamente a la señora del correo, que tuvo la amabilidad de confiar en B, señor honorable que es oficial y que se encuentra en los alrededo res. Sin embargo, hasta el momento en que llegará a confiarse El mito individual 4 ' 46 Intervenciones y textos a los cuidados de Freud, el sujeto estará en un estado de angustia máximo, perseguido por uno de esos conflictos tan característicos de la vivencia de los obsesivos, que gira enteramente en torno al siguiente argumento, puesto que se juró que le reembolsaría la suma a A, conviene, a fin de que no le ocurran a aquellos a quienes más ama las catástrofes anunciadas por la obsesión, que le haga reembolsar a la generosa dama del correo por el teniente A, que ante él ésta le de la suma en cuestión al teniente B y que él le reembolse entonces al teniente A, cumpliendo así su juramento al pie de la letra. Me aquí adonde lo lleva, por esa deducción propia de los neuróticos, la necesidad interior que lo dirige. No pueden no reconocer, en este argumento que implica el paso de cierta suma de dinero del teniente B a la generosa «lama del correo que pagó, luego de la dama a otro personaje masculino, un esquema que, complementario en algunos pumos, suplementario en otros, paralelo de cierta manera c inverso de otra, es el equivalente de la situación original, en tanto que ella pesa con un peso cierto sobre el espíritu del sujeto y, sobre todo, lo qtic hace de él ese personaje con un modo de relaciones muy especial hacia los otros que se llama un neurótico. Obviamente, este argumento es imposible de seguir. El sujeto sabe perfectamente que no le debe nada ni a A ni a B, sino a la dama del correo, y que si el argumento se realizase, sería ella a fin de cuentas quien estaría allí para cobrar. De hecho, como ocurre siempre en la vivencia de los neuróticos, la realidad imperativa de lo real pasa por delante de todo lo que lo atormenta infinitamente; que lo atormenta hasta en el tren que lo lleva en la dirección exactamente contraria a aquella que hubiera debido tomar para ir a cumplir ante la dama del correo la ceremonia expiatoria que le parecía tan necesaria. Diciéndose al mismo tiempo en cada estación que todavía podía descender, cambiar de tren, volver; se dirige hacia Viena, donde va a confiarse a Ercud, y se contentará El m ito individual 47 simplemente, una vez comenzado el tratamiento, con enviarle un giro a la dama del correo. Este argumento fantasmático se presenta como un peque ño drama, una gesta, que es precisamente la manilestación de lo que llamo mito individual del neurótico. Refleja, en efecto, de un modo sin duda cerrado para el sujeto, pero no absolutamente, lejos de ello, la relación inaugural entre el padre, la madre y el personaje, mas o menos borrado en el pasado, del amigo. Esta relación no es dilucidada, evidentemente, del modo puramente fáctico en que se las he expuesto, pues ella sólo adquiere su valor de la aprehensión subjetiva que de ella tuvo el sujeto. ¿Qué da su carácter mítico a este pequeño argumento fantasmático? No es simplemente el hecho de que ponga en escena una ceremonia que reproduce más o menos exacta mente la relación inaugural que se encuentra en ella como oculta, la modifica en el sentido de cierta tendencia. Por un lado, tenemos en el origen una deuda del padre en relación al amigo; pues omití decir que nunca volvió a encontrar al amigo - lo cual sigue siendo misterioso en la historia origi nal— y nunca pudo reembolsar su deuda. Por otro, hay en la lustoria del padre sustitución, sustitución de la mujer pobre por la mujer rica. Ahora bien, en el interior del fantasma desarrollado por el sujeto, observamos algo así como un intercambio de los términos terminales de cada una de estas relaciones funcionales. La profundización de los hechos fundamentales de que se trata en la crisis obsesiva muestra, en efecto, que el objeto del deseo tantalizante que tiene el sujeto de volver al lugar donde está la dama del correo no es para nada esa dama misma, sino un personaje que en la historia reciente del sujeto encarna a la mujer pobre, una sirvienta, de posada que encontró, en el curso de las maniobras, en la atmósfera de calor heroico que caracteriza la fraternidad militar, y con la cual se libró a alguna de esas operaciones de pellizcar el trasero en que se expanden amablemente estos 48 Intervenciones y textos generosos sentimientos. Para extinguir la deuda, de algún modo hay que devolverla, no al amigo, sino a la mujer pobre y, por esta vía, a la mujer rica que lo sustituye en el argumento imaginado. 1 odo ocurre como si los impasses propios de la situación original se desplazasen a otro punto de la red mítica, como si lo que no estuviese resuelto aquí se reprodujese siempre allí. Para comprender bien es necesario ver que en la situación original, tal como se las he pintado, hay una doble deuda. Existe por un lado la frustración, incluso una suerte de castración del padre. Existe, por otro, la deuda social nunca resuelta implicada en la relación
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