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Esperar en el Señor

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3/11/23, 15:23 Esperar en el Señor
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Esperar en el Señor
Por el élder Je�rey R. Holland
Del Cuórum de los Doce Apóstoles
Fe signi�ca con�ar en Dios en los buenos tiempos y en los malos, aunque eso incluya algo de
sufrimiento hasta que veamos Su brazo revelarse a nuestro favor.
Mis queridos hermanos y hermanas, todos estamos deseosos —y nadie más que yo— por escuchar
las palabras �nales de nuestro amado profeta, el presidente Russell M. Nelson. Esta ha sido una
conferencia magní�ca, pero es la segunda vez que el COVID-19 ha alterado nuestras reuniones
tradicionales. Estamos tan cansados de este contagio, que ya tenemos ganas de arrancarnos el
cabello. Al parecer, algunos de mis hermanos en el Cuórum ya han seguido ese camino. Por favor,
sepan que oramos constantemente por quienes han resultado ser afectados de algún modo, en
especial, por quienes han perdido seres queridos. Todos estamos de acuerdo en que esto se ha
prolongado durante mucho, mucho tiempo.
¿Cuánto tiempo aguardaremos para recibir alivio de las tribulaciones que nos sobrevienen? ¿Y qué
me dicen de sobrellevar las pruebas individuales mientras esperamos y esperamos, y la ayuda parece
tan lenta en llegar? ¿Por qué la demora, cuando las cargas parecen ser más de lo que podemos
soportar?
Mientras hacemos tales preguntas, si lo intentamos, podemos oír la súplica de otra persona que
resuena desde la celda húmeda y obscura de una cárcel durante uno de los inviernos más fríos que
hubiera habido en aquel lugar.
“Oh Dios, ¿en dónde estás?”, oímos desde las profundidades de la cárcel de Liberty. “¿Y dónde está
el pabellón que cubre tu morada oculta? ¿Hasta cuándo se detendrá tu mano ?”1. ¿Hasta cuándo,
oh, Señor? ¿Hasta cuándo?
Así que, no somos ni los primeros ni seremos los últimos en hacer tales preguntas cuando los pesares
nos opriman o el dolor en nuestro corazón siga y siga. Ahora no me re�ero a la pandemia ni a las
cárceles, sino a ustedes, a su familia y a sus vecinos que afrontan cualquier cantidad de tales
desafíos. Me re�ero al anhelo de muchas personas que desearían estar casadas y no lo están, o a las
que están casadas y desean que la relación fuera un poco más celestial. Me re�ero a aquellos que
tienen que lidiar con la indeseable aparición de alguna enfermedad grave —quizás incurable— o
que afrontan una batalla de toda la vida con algún defecto genético que no tenga remedio. Me
re�ero a la lucha continua contra di�cultades de salud emocional y mental que agobian
pesadamente el alma de tantos que las sufren, así como el corazón de quienes les aman y sufren con
ellos. Me re�ero a los pobres, a quienes el Salvador nos mandó jamás olvidar, y me re�ero a ustedes,
que esperan el regreso de un hijo, sin importar su edad, que ha escogido una senda diferente de la
que ustedes pidieron en oración que tomara.
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Asimismo, reconozco que incluso esta larga lista de cosas que podríamos esperar individualmente
no pretende abordar las grandes inquietudes económicas, políticas y sociales que se nos presentan
colectivamente. Es claro que nuestro Padre Celestial espera que abordemos esas agobiantes
cuestiones públicas, así como las personales, pero habrá momentos en la vida en los que aun
nuestro máximo esfuerzo espiritual, y nuestras oraciones y súplicas fervientes no produzcan las
victorias que hayamos anhelado, ya sea en cuanto a las grandes cuestiones globales, o a las
pequeñas y personales. De modo que, mientras trabajamos y esperamos juntos la respuesta a
algunas de nuestras oraciones, les ofrezco mi promesa apostólica de que estas son escuchadas y
contestadas, aunque quizás no en el tiempo ni en la forma en que queríamos. No obstante, siempre
son contestadas en el momento y en la forma en que un padre omnisciente y eternamente
compasivo debe responderlas. Mis queridos hermanos y hermanas, por favor, comprendan que
Aquel que jamás se adormece ni duerme2 se preocupa por la dicha y la exaltación postrera de Sus
hijos por encima de todo lo demás que un ser divino tenga que hacer. Él es el amor puro
personi�cado de manera gloriosa, y Su nombre es Padre Misericordioso.
“Si tal es el caso”, podrían decir, “¿no deberían Su amor y Su misericordia simplemente partir
nuestro mar Rojo personal y permitirnos atravesar nuestros problemas sobre tierra seca? ¿No
debería Él enviar gaviotas del siglo XXI volando desde algún lugar para que engullan todos
nuestros irritantes grillos de este siglo XXI?”.
La respuesta a tales preguntas es: “Sí, Dios puede conceder milagros instantáneamente, pero tarde
o temprano aprendemos que a los tiempos y las estaciones de nuestra travesía terrenal debe
dirigirlos Él y nadie más que Él”. Él administra el calendario de cada uno de nosotros de modo
individual. Por cada hombre enfermo al que se sane instantáneamente mientras espera entrar en el
estanque de Betesda3, habrá otra persona que pasará cuarenta años en el desierto esperando entrar
en la tierra prometida4. Por cada Ne� y Lehi que se protege de modo divino mediante una llama de
fuego envolvente debido a su fe5, se quema a un Abinadí en alguna hoguera ardiente por causa de
la fe de este6. Y recordamos que el mismo Elías que, en un instante, hizo descender fuego del cielo
para testi�car contra los sacerdotes de Baal7, es el mismo Elías que soportó un período en el que no
hubo lluvia durante años y que, por un tiempo, se alimentó solo del escaso sustento que un cuervo
podía llevar en las garras8. A mi criterio, no creo que lo que comió haya sido algo que pudiéramos
llamar “la cajita feliz”, de una famosa cadena de hamburguesas.
¿Cuál es el punto? El punto es que la fe signi�ca con�ar en Dios en los buenos tiempos y en los
malos, aunque eso incluya algo de sufrimiento hasta que veamos Su brazo revelarse a nuestro
favor9. Aquello puede ser difícil en nuestro mundo moderno, cuando muchos han llegado a creer
que el mayor bien de la vida es evitar todo sufrimiento, y que nadie debe angustiarse por nada10.
Pero esa creencia jamás nos conducirá a “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”11.
Me disculpo con el élder Neal A. Maxwell por atreverme a modi�car y agrandar algo que dijo en
cierta ocasión; yo también propongo que “[nuestra vida] no […] puede estar llen[a] de fe y libre de
tensiones”. Simplemente, no bastará con “pasar plácida e ingenuamente por la vida” diciendo,
mientras bebemos otro sorbo de limonada: “Señor, dame todas Tus virtudes escogidas, pero
procura no darme pesar, ni a�icción, ni dolor, ni oposición. Por favor, no permitas que le caiga mal
a nadie, ni que nadie me traicione, y por encima de todo, jamás permitas que me sienta
abandonado por Ti ni por quienes amo. De hecho, Señor, pon cuidado de evitarme todas las
experiencias que te han hecho divino. Y luego, cuando el accidentado viaje de todos los demás
haya terminado, por favor, permíteme venir a Ti y morar contigo, donde pueda jactarme de cuán
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similares son nuestras fortalezas y nuestro carácter, mientras �oto en mi nubede cristianismo
cómodo”12 .
Mis queridos hermanos y hermanas, el cristianismo es reconfortante, pero a menudo no es cómodo.
La senda a la santidad y a la felicidad aquí y en el más allá es larga y, a veces, escabrosa. Para
recorrerla, se requiere tiempo y persistencia. Pero, por supuesto, el galardón por hacerlo es
monumental. Esa verdad se enseña de manera clara y convincente en el capítulo 32 de Alma, en el
Libro de Mormón. Allí, aquel gran sumo sacerdote enseña que si la palabra de Dios se planta en
nuestro corazón tal como una simple semilla, y si nos preocupamos lo su�ciente para regarla,
quitarle las hierbas, nutrirla y alentarla, en el futuro, nos dará un fruto que “es sumamente precioso,
[…] más dulce que todo lo dulce”, el cual, al comerlo, nos conducirá a una condición en la que ya
no tendremos más sed ni hambre13.
En ese extraordinario capítulo, se enseñan muchas lecciones, pero la principal de todas ellas es el
axioma de que la semilla tiene que ser nutrida y que debemos esperar a que madure; “mira[mos]
hacia adelante con el ojo de la fe a su fruto”14. Alma dice que nuestra cosecha llegará “con el
tiempo”15. No es de extrañar que concluya su extraordinaria instrucción repitiendo tres veces el
llamado a la diligencia y la paciencia en nutrir la palabra de Dios en nuestro corazón, “esperando”,
como dice él, con “longanimidad […] que el árbol [nos] dé fruto”16.
El COVID y el cáncer, la duda y el abatimiento, los problemas económicos y las pruebas familiares.
¿Cuándo se nos retirarán esas cargas? La respuesta es: “con el tiempo”17. Y el que sea un período
corto o largo, no siempre lo podremos determinar nosotros, pero por la gracia de Dios, las
bendiciones llegarán a los que se aferren al evangelio de Jesucristo. Esa cuestión se resolvió en un
jardín muy privado y en una colina muy pública de Jerusalén, hace mucho tiempo.
Al escuchar ahora a nuestro querido profeta concluir esta conferencia, ruego que recordemos, tal
como Russell Nelson ha demostrado toda su vida, que quienes “esperan en Jehová tendrán nuevas
fuerzas [y] levantarán las alas como águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se
fatigarán”18. Ruego que “con el tiempo” —tarde o temprano— esas bendiciones lleguen a cada uno
de ustedes que busque alivio de su pesar y liberación de su a�icción. Testi�co del amor de Dios y de
la restauración de Su glorioso evangelio, el cual es, de un modo u otro, la respuesta a todo
problema que afrontemos en la vida. En el redentor nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Notas
1. Doctrina y Convenios 121:1–2.
2. Véase Salmos 121:4.
3. Véase Juan 5:2–9.
4. Véanse Números 32:13; Deuteronomio 27; Josué 5:6.
5. Véase Helamán 5:20–52.
6. Véase Mosíah 17.
7. Véase 1 Reyes 18:17–40.
8. Véase 1 Reyes 17:1–7.
9. Véase Doctrina y Convenios 123:17.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/32?lang=spa
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/121.1-2?lang=spa#p1
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/ps/121.4?lang=spa#p4
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/john/5.2-9?lang=spa#p2
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/num/32.13?lang=spa#p13
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/deut/2.7?lang=spa#p7
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/josh/5.6?lang=spa#p6
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/hel/5.20-52?lang=spa#p20
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/mosiah/17?lang=spa
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/1-kgs/18.17-40?lang=spa#p17
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/1-kgs/17.1-7?lang=spa#p1
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/123.17?lang=spa#p17
3/11/23, 15:23 Esperar en el Señor
https://w w w.churchof jesuschrist.org/study/general-conference/2020/10/57holland?lang=spa 4/4
10. Véase Rankin Wilbourne y Brian Gregor, “Jesus Didn’t Su�er to Prove a Philosophical
Point”, Christianity Today, 20 de septiembre de 2019, christianitytoday.com.
11. Efesios 4:13.
12. Modi�cación que hace el élder Je�rey R. Holland del texto de Neal A. Maxwell; véase
Neal A. Maxwell, “Para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”, Liahona, julio
de 1991, pág. 96.
13. Alma 32:42.
14. Alma 32:40; cursiva agregada.
15. Alma 32:42.
16. Alma 32:43; cursiva agregada; véase también Alma 32:41–42.
17. Alma 32:42.
18. Isaías 40:31; cursiva agregada; véase también Isaías 40:28–30.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/eph/4.13?lang=spa#p13
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/32.42?lang=spa#p42
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/32.40?lang=spa#p40
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/32.42?lang=spa#p42
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/32.43?lang=spa#p43
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/32.41-42?lang=spa#p41
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/alma/32.42?lang=spa#p42
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/isa/40.31?lang=spa#p31
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/isa/40.28-30?lang=spa#p28

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