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Sustancias de Abuso 
en Familias Empresarias 
 
Francisco Javier Macías Berrocal 
Segundo Curso de Formación Básica de Terapia Familiar 
 
Profesor: Josep Checa 
Fecha: 4 de Julio de 2007 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A Vicky, Almu, Puri, Gemma, Julia, 
Anxela, Inma, Laura y María 
 
 
 
 
y a Josep 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
 
En primer lugar le agradezco a Jospe Checa sus comentarios, la información aportada en materia 
de adicciones y la motivación para realizar un trabajo de campo que me fuera de utilidad en el 
ámbito de la Consultoría de Empresa Familiar, aunque se realizara desde la óptica clínica de la 
Terapia Sistémica Familiar. 
 
También agradezco a David Bork la información aportada y el interés que mostró desde un 
principio; sobre todo ante mis dudas de si sería oportuno o no hablar de adicciones en el mundo 
de la Consultoría de Empresas Familiares. Como él mismo dijo: “El abuso de sustancias es un 
tema presente en nuestra sociedad, en las empresas y en las familias, por tanto también en las 
Empresas Familiares, ¿por qué no hablar de ello?”. 
 
También le agradezco a Guillermo Salazar la información aportada, por el apoyo incondicional y 
la motivación para realizar unas conclusiones que fueran interesantes. 
 
También le agradezco a Alberto Gimeno y a Gemma Baulenas sus comentarios con respecto a la 
temática del presente trabajo de campo. Sus comentarios fueron breves pero de gran valor 
informativo. 
 
También le agradezco a Pilar Saldaña su interés y las referencias de contacto. 
 
Finalmente, le agradezco a Santiago Dodero, a Eduardo Estévez y a Manuel Carlos Vallejo el 
interés y sus comentarios de apoyo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Indice 
 
 
Introducción…………………………………………………………………………………………………………. 5 
 
1.- Genética de las adicciones ……………………………………………………………………………. 6 
 
 1.1.- Factores endógenos 
 
 1.2.- Factores exógenos 
 
2.- El papel del entorno en las adicciones ……………………………………………............ 8 
 
3.- Dinámicas observadas en las familias con adicciones ………………………………… 9 
 
4.- Precaución con las conclusiones ……………………………………………………………….…. 12 
 
5.- Estructura Familiar en torno a las adicciones ……………………………………………… 12 
 
5.1.- Clasificación Toxicomanías Cancrini. 
 
5.2.- Clasificación Toxicomanías Linares. 
 
6.- Ciclo Vital Familiar en las adicciones …………………………………………………………… 15 
 
7.- Ciclo Adictivo ………………………………………………………………………………………………… 17 
 
8.- Funciones nutricias y sociabilizadoras ………………………………………………………… 18 
 
9.- Sistemas Familiares con Empresa ………………………………………………………………. 19 
 
10.- El dilema de la Familia Empresaria …………………………………………………………… 19 
 
11.- La problemática de la Familia Empresaria ………………………………………………… 19 
 
12.- Salir de una Familia Empresaria ……………………………………………………………….. 21 
 
13.- El ciclo vital Familia Empresa ……………………………………………………………………. 22 
 
14.- Abuso de sustancias en Familias Empresarias …………………………………………. 22 
 
15.- Tipología de abuso de sustancias en Familias Empresarias …………………….. 24 
 
16.- Casos ……………………………………………………………………………………………………………. 25 
 
16.1.- Caso I. 
 
16.2.- Caso II. 
 
16.3.- Caso III. 
 
17.- Hipótesis ……………………………………………………………………………………………………….. 28 
 
18.- Conclusión ……………………………………………………………………………………………………… 32 
 
19.- Anexos …………………………………………………………………………………………………………… 34 
 
20.- Referencias Bibliográficas …………………………………………………………………………….. 44 
 
Sustancias de Abuso en Familias Empresarias 
 
 
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Introducción 
 
La premisa inicial del presente trabajo de campo fue investigar si la empresa familiar contribuye 
de alguna manera a las adicciones entre sus miembros. 
 
La aparente permisividad de los progenitores, junto con la disponibilidad económica y la sombra 
que el magnífico fundador proyecta sobre su esposa y descendientes, parecía que podrían 
facilitar un caldo de cultivo para que germinaran las adicciones en los individuos predispuestos a 
ello. 
 
La primera sorpresa fue la escasa información y ausencia de datos de alrededor del consumo de 
drogas en empresas familiares; tanto desde el mundo de la Consultoría de Empresas Familiares 
como desde el mundo de la Terapia Familiar. La única publicación a mi alcance, sobre el abuso 
de sustancias en las Empresas Familiares, la encontré en el libro “Family Business, Risky 
Business”, publicado por David Bork en 1984. En un estudio realizado por Pulkkinen, y que me 
hizo llegar Guillermo Salazar, aparece una reseña sobre las adicciones en los empresarios en 
Finlandia. Al margen de estas informaciones, ha sido difícil encontrar más datos. 
 
Así los datos que presento en el presente trabajo de campo los obtengo por un lado del ámbito 
clínico, relativos a familias con miembros adictos, y por otro lado de publicaciones del ámbito 
empresarial relativos a la problemática en las empresas familiares. También presento los datos 
obtenidos de la observación de tres casos de empresas familiares con problemas de abuso de 
sustancias. Finalmente realizo unas conclusiones que espero sirvan para reflexionar y prevenir el 
riesgo de adicciones en la empresa familiar. 
 
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1.- Genética de las adicciones 
 
Datos globales de las sociedades occidentales, indican que las personas mayores de 12 años se 
distribuirían de la siguiente forma en relación al consumo de drogas: 
 
Nunca ha consumido una droga ilegal 60% 
Nunca ha consumido una droga ilegal y además no ha sido fumador habitual 30% 
Nunca ha consumido una droga ilegal y además no ha probado el alcohol 15% 
De los que tienen fácil acceso al cannabis, lo consumen 65% 
De los que tienen fácil acceso a la heroína, la consumen 16% 
De los iniciados en el consumo de alcohol lo siguen consumiendo 90% 
De los iniciados en el consumo de tabaco lo siguen consumiendo 60% 
De los iniciados en el consumo de heroína la siguen consumiendo 16% 
De los iniciados en el consumo de alucinógenos los siguen consumiendo 8% 
 Fuente: Emilio Ambrosio Flores (UNED) Jornadas Genética Adicciones 10 Mayo 2006 
 
 
Ahora bien, los niveles de dependencia así como la frecuencia del consumo varían en cada 
persona. Sin embargo, sí se puede establecer unas fases básicas en el proceso adictivo que son 
comunes para todos. 
 
Inicio Uso Abuso Dependencia 
 
En este proceso el punto crítico está en la frontera entre lo que consideramos abuso y lo que 
consideramos dependencia. Para el Sistema Nervioso Central se trata de una transición en que 
se producen neuroadaptaciones cerebrales específicas que instauran la dependencia. En el Anexo 
I se puede ver la clasificación que hace el DSM-IV para diferenciar el abuso de la dependencia. 
 
Tanto la farmacogenética como la genética de las adicciones en general, se han centrado en la 
investigación sobre el alcoholismo porque este es un comportamiento muy relevante tanto desde 
un punto de vista social como sanitario. Los estudios clásicos de alcoholismo, de familias, 
gemelos y adopciones indican claramente que hay un componente hereditario importante en la 
predisposición al alcoholismo. Actualmente se llevan a cabo estudios en otras adicciones como el 
tabaquismo o el abuso de opiáceos para determinar la importancia genética. 
 
Cuando hablamos de susceptibilidad individual a la drogodependencia, parece necesario 
considerar que se trata de un juego entre los factores endógenos y los exógenos que regulan la 
predisposición individual al consumo de drogas y posteriormente a su dependencia. 
 
 
1.1.- Factores endógenosEl estudio de genes específicos asociados al alcoholismo o a otras adicciones se ha centrado en 
un inicio sobre los genes codificados por encimas que metabolizan el alcohol y sobre genes que 
afectan al sistema dopaminérgico y porqué éste es el principal sistema de refuerzo cerebral. 
 
En 1990 se observó que entre alcohólicos, especialmente aquellos que presentaban 
características conductuales que indicaban un grado más elevado de adicción, había una 
sobrepresentación de la frecuencia del alelo A1 en comparación con sujetos de control. Más de 
diez estudios posteriores, entre 1990 y 1998, van a encontrar resultados contradictorios respecto 
a esta asociación, corroborando los resultados iniciales en unos casos y refutandolos en otros. 
 
De forma paralela, algunos estudios han indicado una asociación entre la presencia de este alelo 
A1 y una probabilidad más grande de desarrollar cierto tipo de conductas, como la adicción a las 
drogas, la adicción a la nicotina, la obesidad, la ludopatía, la conducta agresiva o el trastorno por 
estrés postraumático. 
 
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En la actualidad hay toda una serie de genes que han estado asociados a la conducta adictiva, 
con resultados positivos en algunos estudios y negativos en otros. La mayoría de los productos 
de estos genes, como los que forman el sistema serotoninérgico o el péptido colecistoquinina, 
actúan modulando el sistema de refuerzo cerebral. 
 
Conducta Gen/s codificados por 
Alcohol Alcohol deshidrogenasa 2, alcohol deshidrogenasa 3, aldehido deshidrogenasa 2, receptor 
DRD2, proteína transportadora de serotonina, triptófano hidroxilasa, colecistoquinina. 
Tabaco Proteína transportadora de serotonina, receptor DRD2. 
Cannabis CNR1 (receptor cannabinoide). 
Cocaína Proteína transportadora de dopamina, colinesterasa, proteína transportadora de serotonina, 
receptor 5-HT1B de serotonina. 
Opiáceos Receptor µ , prodinorfina. 
Principales genes que presentan polimorfismos que modulan la probabiidad de presentar algún tipo de conducta adictiva en humanos. 
Fuente: Material didáctico Genética del Comportamiento. UOC. 
 
Así, aunque se hayan identificado diversos genes concretos asociados al rendimiento cognitivo, a 
las variables de personalidad y a las conductas adictivas en humanos, se ha de tener en cuenta 
que la mayoría de estos trabajos son estudios de asociación en donde se compara la fecuencia 
genotípica o alélica de un determinado gen entre una muestra que presenta el trastorno y un 
grupo de control. En estos casos el hecho de encontrar una asociación positiva de un gen con un 
trastorno o conducta no demuestra en ningún caso que estemos delante de una relación causal. 
 
Al tratarse de rasgos multifactoriales, un resultado negativo tampoco implica forzosamente que 
no haya una asociación entre el gen y la enfermedad, ya que en particular sólo explica una 
pequeña parte de la variabilidad del trastorno (del orden de un 1% a un 5%). 
 
 
1.2.- Factores exógenos: 
 
En general las conductas adictivas están en función de muchas variables donde hay causas 
ambientales destacables, como por ejemplo, los aspectos asociados a las caracterísiticas 
químicas de la droga (cómo afecta a la dependencia y tolerancia del organismo, la intensidad del 
refuerzo) y al ambiente sociocultural de las personas (grupos religiosos o étnicos, relaciones con 
los amigos, grado del conflicto familiar). 
 
El conjunto de datos resultado de las investigaciones han ido haciendo que poco a poco se hayan 
asociado rasgos fenotípicos a la drogadicción. Hoy en día se habla con más frecuencia de un 
conjunto de genes que tuvieran que ver con la adicción y que estarían asociados con otros 
relativos a la búsqueda de sensaciones, atracción por el riesgo, rasgos de la personalidad, 
impulsividad, conductas desadaptadas como la conducta antisocial o con distintos grados de 
susceptibilidad y estrés. Parece ser que en los humanos están implicados una serie de 
transmisores como la Dopamina, la Serotonina, los opioides. 
 
Finalmente, desde el punto de vista de la genética, la drogadicción sería un fenotipo, es decir, la 
expresión del resultado de la acción de un genotipo y de un ambiente, y de la interacción del 
genotipo y del ambiente, factores difíciles de separar. 
 
Fenotipo = Genotipo + Ambiente + Interacción Genotipo y Ambiente 
 
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Los datos del grupo Brake, son ilustrativos de la importancia del ambiente. En este caso se 
hicieron estudios con monos. Todos los monos tenían la misma dotación genética y homogéneos 
genéticamente. Los monos estuvieron alojados individualmente y de forma agrupada. Cuando 
estaban alojados individualmente, se midió el cuerpo estriado por neuroimagen, obteniendo los 
niveles del receptor D2 de Dopamina. Cuando estos animales se agruparon se establecieron 
relaciones de dominancia entre ellos. Se volvieron a medir los niveles de receptores de D2 y se 
observó en los animales dominantes, que estos niveles habían aumentado comparados con los 
de los animales subordinados. Lo que es todavía más interesante en este caso, es que cuando se 
dejó que los animales se auto-administraran droga, es este caso cocaína, eran los animales 
subordinados los que se auto-administraban más cantidad. 
 
Este tipo de datos son interesantes en relación a la importancia del ambiente psicosocial. Nos 
dicen que en situaciones sociales los niveles de receptores pueden cambiar y que un aumento en 
el número de receptores, concretamente de subtipo de D2, pueden actuar como un factor 
protector. 
 
Por tanto, hay que tener en cuenta este tipo de datos cuando en humanos se hacen estudios que 
tratan de determinar la importancia o la aportación de uno o un grupo de genes a un problema 
concreto de adicción, los factores los genéticos, los ambientales, e incluso la interacción entre los 
dos parece difícil de separar. 
 
En palabras de Josep Checa, “no somos lo que portamos escrito en los genes, sino más bien, lo 
que dan de sí estos genes después de exponerlos continuadamente al conjunto de estímulos de 
un entorno determinado. Lo contrario dejaría triste e injustamente predestinados a ser 
drogadictos a muchos individuos.” 
 
La Fundación de Ayuda al Drogadicto desarrolla programas de prevención para la escuela, la 
comunidad y las familias. De éstas últimas dice: 
 
“La familia tiene un papel indiscutible en la prevención del consumo de drogas por ser la única 
institución en la que el individuo participa durante toda su vida. La familia tiene la capacidad de 
constituirse en transmisora de valores, costumbres, hábitos, modelos de comportamiento, así 
como en elemento de apoyo, resolución de conflictos y sustento del estado del bienestar”. 
 
Así pues, tomando las palabras de la FAD, introduciré el siguiente tema relativo a las dinámicas 
familiares en las adicciones. 
 
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2.- El papel del entorno en las adicciones 
 
Kandel y colaboradores (1976), extrapolando a partir de sus datos, sugieren que hay tres etapas 
en el uso adolescente de drogas: 
 
1) Uso de drogas legales, como alcohol, es principalmente un fenómeno social. 
 
2) Uso de marihuana influído por los pares: amigos, conocidos, etc. 
 
3) Uso frecuente de otras drogas ilegales, donde parece depender en gran medida de las 
relaciones padres-adolescentes. 
 
Las conclusiones coinciden con las de Blum y colegas (1972) quienes sugieren que la influencia 
del grupo de pares en el abuso de drogas más serio, es nulo o muy escaso si la familia 
permanece fuerte. 
 
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3.- Dinámicas observadas en familias con adicciones 
 
a) Relaciones Padres-hijos/as: 
 
Sobre los factores familiares en la drogadicción podemos encontrar en las publicaciones y 
estudios (Harbin y Naziar, 1975), (Klagsbrun y Davis, 1977), (Salmon y Salmon, 1977), 
(Selding, 1972), (Stanton, 1979), que se da un patrón prototipo en las familias de adictos 
masculinos donde la madre está involucrada en una reacción indulgente, apegada, 
sobreprotectora, abirtrariamente premisiva con el adicto, que ocupa la posición de hijo 
favorecido. A menudo es malcriado. La madre declara que fue el hijo “más fácil de criar” y 
generalmente era bueno cuando era niño. 
 
En las familias tratadas por Stanton y Todd (1982) habitualmente había una relación muy 
estrecha y dependiente entre madre e hijo acompañada por un padre aparentemente distante y 
excluido. En un 5% de estas familias los roles estaban invertidos y era el padre el más cercano o 
el más apegado al adicto. En un 80% de los casos uno de los progenitores era alcohólico. Puede 
que otros estudios den unas tasas más bajas de progenitores alcohólicos. Los autores atribuyen 
estas diferencias al efecto de sobrepotección y prevención por parte del paciente identificado y la 
familia. 
 
En la mayoría de los casos el padre parecía más contrariado por la adicción del hijo y la madre 
tendía a minimizarla. Esto difiere de los problemas típicos de los hijos, en que la madres suele 
ser la que se queja. 
 
Gangher y Schugart (1966) y Torda (1968) encuentran que las declaraciones indican que el 
padre de los adictos varones es distante, desapegado, débil o ausente. Las relaciones padre-hijo 
en las familias de adictos, en contraste con las normales, son descritas por el adicto como muy 
negativas, con una disciplina ruda e incoherente, especialmente entre aquellos que se inyectan 
heroína en vez de inhalarla. 
 
Por otro lado, las investigaciones de Kaufman y Kaufman (1979) advierten que las relaciones 
padre-hijo apegadas, ocurrieron en un 40% de sus casos, sobre todo en ciertos grupos étnicos. 
 
Schwartzman (1975), describe dos tipos de padres de adictos: 
 
a) “Hombre de paja”: padre autoritario y violento pero fácilmente controlado por la 
madre. 
 
b) “Distante”: padre en un segundo lugar frente a la madre en poder frente a la familia. 
 
b) Hermanos de los adictos 
 
Rosemberg (1971), señala que los hermanos de los adictos masculinos suelen tener un relación 
más positiva con el padre. En contraste con los varones, las adictas mujeres parecen estar en 
abierta competencia con las madres (a quienes consideran sobreprotectoras y autoritarias), 
mientras que sus padres suelen caracterizarse como ineptos, indulgentes, sexualmente agresivos 
y a menudo alcohólicos. 
 
 
c) Dependencia emocional familias origen 
 
Los estudios de Mason (1958) y Chein (1964), nos ofrecen pruebas de que, a pesar de los 
alardes de independencia, la mayoría de los adictos mantienen estrechos lazos familiares. 
Aunque no vivan con sus padres, tal vez residan en las cercanías. Su frecuencia de contacto es 
mucho más elevada que la exisente entre “normales” comparables, otros grupos de pacientes 
psiquiátricos o los abusadores polidrogas. Este patrón está testimoniado en 15 de cada 17 
informes sobre hábitos de residencia y 7 de cada 7 informes sobre frecuencia de contacto 
familiar. 
 
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Perzel y Lamon (1979) hallaron que el 64% de los adictos a la heroína entablaban contacto 
telefónico diario con por lo menos un progenitor; la cifra para los usuarios de polidrogas es del 
51%, y para los normales del 9%. Más aún, esto parece ser un fenómeno internacional, pues 
tasas similares de adictos viviendo con los padres se han hallado en Puerto Rico, Italia, 
Inglaterra y Tailandia, no sólo en América del Norte. 
 
En resumen, por lo menos 2/3 de los drogadictos masculinos de menos de 35 años, viven con la 
gente que los crió y el 80-85% mantienen por lo menos un contacto semanal con estas figuras 
parentales. 
 
En el trabajo con drogadictos a menudo se observa que los adictos dicen que no ven a sus 
padres con regularidad. En estas ocasiones los terapeutas toman estas respuestas como 
maniobras para proteger a la familia y no como una afirmación con validez propia. 
 
d) Miedo a la separación 
(Duncan Stanton, Thomas C. Todd, David B. Heard, Sam Krschenr, Jerry I. Kleinman, David T. Mowatt, Paul Riley, 
Samuel M. Scott, John M. Van Deusen) 
 
Los drogadictos suelen prensentarse como individuos dependientes e inadaptados que a menudo 
“se derrumban”. Parece que no funcionan porque son demasiado dependientes y no están 
preparados para asumir responsabilidades, como si necesitaran protección. Temen estar aislados 
o separados. 
 
Según observaron los autores en sus estudios, cuando un adicto comenzaba a triunfar (en el 
trabajo, o en el programa de desintoxicación, etc.) en cierto modo se encaminaba hacia el 
abandono de la familia. Interesaba que en ese momento se desarrollaba una crisis en la familia: 
los padres reñían o se separaban, o un progenitor desarrollaba síntomas, o un hermano se 
convertía en un problema. Coincidiendo con estos acontecimientos, el adicto retomaba una 
conducta de fracaso y el otro problema familiar se disipaba. 
 
Los autores observaron este patrón con tanta frecuencia que no sólo el adicto tenía miedo a 
separarse, sino también la familia. Por ello concluyeron que se trataba de un proceso 
interdependiente, donde el fracaso servía como función protectora para mantener la cercanía 
familiar. La familia necesitaba al adicto tanto o más que el adicto a la familia. La presión para 
que no se vaya es tan poderosa que la familia soporta (o alienta) terribles indignidades, tales 
como mentiras, robos, y la vergüenza pública que el adicto genera, en vez de adoptar una 
posición firme. También tiende a protegerlo de agentes externos, como parientes y otros 
sistemas sociales. En vez de aceptar la responsabilidad, los miembros de la familia suelen culpar 
a los sistemas externos, tales como los pares o el vecindario, por el problema del adicto. 
 
e) Primacía de la familia de origen sobre la familia de procreación 
(Duncan Stanton, Thomas C. Todd, David B. Heard, Sam Krschenr, Jerry I. Kleinman, David T. Mowatt, Paul Riley, 
Samuel M. Scott, John M. Van Deusen) 
 
En los estudios de los autores, al principio parecía que el problema de la adicción se concentraba 
en el matrimonio del adicto. Observaron que cuando iniciaban el tratamiento y se ejercía presión 
sobre el matrimonio, lós cónyuges se separaban y el adicto volvía a casa de sus padres, “como 
si” hubiese estado esperando una excusa para volver con ellos. A menudo se daba un permiso 
parental para volver, una sutil presión para que regresara. “Un matrimonio feliz significaría que 
sus padres lo han perdido”. 
 
Los autores observaron tres tipos generales de relación dentro de la díada del sistema, madre y 
esposa del adicto: 
 
a) Conflicto abierto entre ambas y rara vez hablan o establecen contacto. 
 
b) Nuera y madre se toleran, observando sutilezas en la madre de intromisión en el 
matrimonio de su hijo (ej: comentarle a la nuera que ha recibido visitas de él para 
contarle sus problemas, o insinuar relaciones extramaritales u otras transgresiones que 
contrarian a la esposa). 
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c) Madre y nuera como hermanas o madres jóvenes que reaccionan ante el adicto como si 
fuera un bebé. Lo miman, ríen sus torpezas, lo ayudan si se tropieza, etc. Se sienten 
felices ante la conducta pueril del adicto, como si la incompetencia del adicto les causara 
placer.f) Muerte y martirios 
(Duncan Stanton, Thomas C. Todd, David B. Heard, Sam Krschenr, Jerry I. Kleinman, David T. Mowatt, Paul Riley, 
Samuel M. Scott, John M. Van Deusen) 
 
Los adictos tienden a encarar la muerte como más postiva que sus pares y suelen expresar más 
deseo de muerte que otros pacientes psiquiátricos. Esto podría indicar una tendencia suicida y 
varios autores han comparado adicción con un suicidio crónico (Coleman y Stanton, 1978, 1980). 
 
Desde un punto de vista familiar varios estudios también han documentado la alta tendencia de 
pérdidas parentales causadas por la muerte en las familias de adictos. En general se trata de 
muertes traumáticas, repentinas e inesperadas. La tasa de mortandad temprana de los abuelos 
parentales varones es también mayor de la esperada. Por último, parece exisitir una asociación 
entre el momento de uso inicial de drogas por parte de los adolescentes y la muerte de un 
progenitor u otra persona significativa tal como un par. 
 
La adicción forma parte de un continuo de autodestrucción que es instigado, o la menos no 
resistido, por la mayoría de los miembros de la familia. Esto puede relacionarse con el citado 
problema de la separación, pues muchas familias declaran explícitamente que perferirían la 
muerte del adicto a verlo con gentes ajenas a la familia. En estas familias parece existir un 
contrato donde el rol del adicto consiste en morir o acercarse a la muerte. Se convierte en un 
mártir que se sacrifica por mandato de los familiares. Los autores creen que los familiares toleran 
una solución en que el adicto tienta a la muerte porque en la mitología familiar la muerte es una 
solución aceptable para su dilema. Es un intento desesperado de preservar la familia ante 
crecientes presiones socioculturales que los exhortan a liberar al adicto. 
 
g) Privación parental 
 
Kaufman y Kaufman (1979) señalan una alta incidencia de privación parental para familias de 
ambos sexos, muchas de las cuales han experimentado la separación o muerte de un progenitor, 
más comunmente el padre, antes de los 16 años. 
 
h) Clasificación Hijos en Familias de Adictos 
(Programa Alfil 2004. Guía de actuación preventiva para niños y jóvenes de familiasa con problemas de alcohol. 
Barcelona. Socidrogalcohol). 
 
El alcoholismo y todas las drogodependencias graves evolucionan en estructuras y 
funcionamientos familiares complicados, que condicionan la percepción que cada miembro de la 
familia adquiere de su núcleo de pertenencia. Han estado descritas diferentes reacciones 
adaptativas en los hijos de los alcohólicos, en relación con el papel que juegan dentro de la 
familia, que pueden extrapolarse a otros infantes o adolescentes que conviven con diferentes 
toxicómanías de sus padres. 
 
Héroe: El hijo responsable que crece antes de tiempo, que protege y concilia. 
 
Chivo espiatorio: el que distrae la atención a base de dar muchos problemas para que 
ninguno centre la atención en la adicción del progenitor. 
 
El olvidado o invisible: el que procura no reclamar nada para no añadir más sufrimiento a 
la familia. 
 
El comediante: el que disimula el malestar de todos haciendo ruido y comportándose 
supérfluamente. 
 
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Es posible encajar a los hijos de los adictos en alguno de estos cuatro roles descritos o en el 
límite entre uno y otro. Lo que es interesante de esta clasificación es la inversión de los papeles 
familiares entre padres e hijos y las funciones de tener cuidado el uno del otro. Son los hijos los 
que más sienten la necesidad de procurar el bienestar de sus padres, sin recibir todo lo que 
necesitan en sentido contrario. Lo peor de todo, en cualquier estilo de adaptación de los infantes 
a las miserias familiares, es la factura que reciben sobre su equilibrio físico, que les deja 
hipotecada su salud mental de cara al futuro (Josep Checa, 2006). 
 
h) Generalidades. 
 
En estas familias suele haber una falta de presión constructiva para el cambio. El abusador es 
desechado en cuanto persona y la familia se siente impotente y a menudo culpa a causas 
externos (los amigos, los conocidos, el vecindario, etc.) por el problema. En algunas familias el 
paciente identificado es el foco de todos los problemas familiares. Además, el adicto puede ser 
sobreprotegido por la familia y tratado como una persona inútil e incompetente. Estas familias 
encaran la droga como una fuerza todopoderosa que el adicto no puede resistir. 
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4.- Precaución en las conclusiones 
 
Por otro lado, vivir con los padres o verlos regularmente no es por fuerza indicio de disfunción. 
Tales situaciones pueden ser muy naturales, según el medio cultural y étnico, y un apego familiar 
permanente por cierto no implica drogadicción. 
 
Más importante, es la calidad y la estructura operativo-funcional dentro de las familias que 
tienen hijos que abusan de las drogas, y también se debe prestar atención a la etapa dentro del 
ciclo de la vida familiar. 
 
El apego excesivo sólo puede tomarse como medida indirecta de disfunción. 
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5.- Estructura Familiar en las Adicciones 
 
 
5.1.- Clasificación Toxicomanías (Cancrini) 
 
Crancini (1982) ha realizado estudios en el ámbito de las toxicomanías. Este autor considera las 
toxicomanías como un intento evasivo y equivocado de autoterapia. Hay bastante 
heterogeneidad desde el punto de vista individual y familiar, por lo que plantea la siguiente 
tipología: 
 
 
Tipo A: Toxicomanías Traumáticas. 
 
Hay adicciones que aparecen en climas familiares más o menos favorables y que 
responden a dramas o tragedias particulares (las secuelas de un accidente grave, una 
separación o un divorcio, la muerte de alguna persona próxima, o cualquier otra pérdida 
mal digerida) que afectan a personas que se habían comportado siempre de una forma 
responsable. Se trata de intoxicaciones producto de elecciones personales, pero que 
pueden tener más sentido en contextos familiares en los que ha resultado más complicado 
recibir apoyo, porque nunca se ha tenido o nunca se ha podido pedir adecuadamente. O al 
contrario, porque ha llegado siempre en exceso y, ahora, toda ayuda se queda corta. O 
porque no queda ninguno para darlo. O aquél hijo autosuficiente que nunca había 
necesitado ayuda y se había encargado de asistir a los demás y de pronto se derrumba. O 
el que no ha podido superar la fase de individuación y desvinculación de su familia de 
origen. 
 
Tipo B: Toxicomanías Área Neurótica. 
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Escuela de Terapia Familiar Página 13 
 
Los conflictos y luchas de poder con hijos excesivamente involucrados. Divisiones de 
parecer, especialmente entre progenitores o entre éstos y otros adultos que tienen poder 
en la organización de la familia a la hora de decidir que está permitido hacer y qué no, 
quién tiene derecho a hacerlo y quién no. Posiciones enfrentadas sobre como tratar a los 
hijos, complicadas de reconciliar porque, al final, se juega a ganar o perder ventaja en un 
conflicto familiar crónico, frecuentemente de pareja. Alguno de los hijos, elegido por 
afinidad o por posición de edad, o por condición de salud, o por razón de género, pasa a 
ser pieza clave en las disputas, tanto por activa (aliado emocional de un bando en contra 
del otro) como por pasiva (objeto de discusión sobre cómo tratarlo y sobre lo que le 
conviene). 
 
Se pueden dar casos de una madre implicada en los asuntos del hijo con un padre 
periférico. También se pueden dar casos, menos frecuente, de un padre implicado en los 
asuntos de la hija, con una madre periférica. Esta estructura es conocida como “el 
triángulo perverso” y suele ir acompañado de una debilidadentre subsistemas que 
consitutyen la jerarquía familiar, polarización entre el hijo malo y el hijo bueno, sistemas 
de comunicación protagonizados por mensajes contradictorios o paradójicos y conflictos 
que se desarrollan rápida y violentamente. 
 
Este tipo de toxicomanías se caracteriza por un estado de ánimo depresivo y una actitud 
exhibicionista. El comportamiento del toxicómano es controlado y la tendencia no es 
grave. El adicto mantiene su relación con su familia y con su entorno. Tiene una larga 
historia de alteraciones del comportamiento, sobre todo inestabilidad. Su estado es 
depresivo y relacionado con dificultades del grupo familiar. También presenta otras 
manifestaciones de malestar inespecífico (somatizaciones, tedio, nerviosismo, etc.). 
 
 
Tipo C: Toxicomanía de Transición. 
 
El contexto familiar no define las relaciones, mantiene un frecuente número de mensajes 
paradójicos e incongruentes, al mismo tiempo que existen un alto nivel de mistificaciones, 
predominando los mensajes que invalidan la identidad personal. 
 
Los familiares recurren a no definir sus relaciones recurriendo a mensajes paradójicos 
incongruentes. Los miembros de la familia tienden a ignorar el significado del mensaje de 
los demás y se sirven de la enfermedad para resolver el problema del liderazgo con 
actitudes de autosacrificio. 
 
Los padres suelen tener una relación caracterizada por una “hybris” simétrica de familias 
psicóticas. Se puede dar una polaridad en el eje logrado-malogrado, bueno-malo, 
característico de las familias tipo B. En cuanto al Ciclo Vital, son familias que coinciden 
con una desvinculación inminente y de forma incompleta con el hermano prestigioso. 
 
Los toxicómanos de transición tienden a implicar a amigos y parientes en asuntos 
familiares, a repetir dramatizaciones muy intensas y de corta duración. Están entre la 
psicosis y la neurosis, correspondiendo a cuadros clínicos definidos como border-line o 
pacientes con molestias fásicas y graves con un humor alternante. 
 
La familia del toxicómano puede tener dificultad en correlacionar la evolución del consumo 
con acontecimientos específicos de la vida de la persona. El consumo de drogas para esta 
persona supone una forma de controlar la angustia y puede existir un grave riesgo de 
suicidio si se interrumpe violentamente el consumo. 
 
En la falta pronunciada de respeto y en adversidad se forjan los trastornos psiquiátricos 
de personalidad más difíciles de tratar. Formas de ser y de pensar que comportan vivir 
con la sensación culpabilizadora de desgracia inmensa y que potencian las conductas más 
arriesgadas y desesperadas. Nada bueno se puede esperar cuando, en la infancia, falta la 
protección más básica que deberían adoptar las personas más próximas, y sobre todo si 
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Escuela de Terapia Familiar Página 14 
las agresiones llegan de estas figuras. El mundo se vuelve hostil al predominar el defecto 
del amor, bien sea en forma manifiestamente violenta como agresiones físicas y/o 
sexuales, o bien en circunstancias menos llamativas como en las que continuadamente se 
deniega comprensión y se desautarizan la expresión de los sentimientos. 
 
 
Tipo D: Toxicomanías Sociopáticas. 
 
El modelo familiar de comunicación y organización es característico de las familias 
deterioradas, generalmente de clases sociales más desfavorecidas que aparecen como un 
grupo desorganizado y se puede observar una falta de adecuación de las funciones 
parentales respecto al hijo. 
 
El consumo se realiza por imitación a los círculos familiares caracterizados por la pobreza 
económica, la delincuencia, la marginación social, etc. Comportarse de forma integrada 
con el núcleo de pertenencia ahorra sentimientos de culpa o de fracaso ante las 
expectativas de otros. La falta de dedicación al aprendizaje en el respeto de las normas 
sociales no indica que no existe cobertura emocional, que puede ser incondicional, desde 
las figuras protectoras (muchas veces madres y parejas). Convivir con las drogas, 
negociar con ellas, buscar recursos de asistencia social, tolerar complicaciones de salud y 
esquivar problemas legales se convierte en todo un oficio (Josep Checa, 2006). 
 
La adicción se asimila rápidamente por el toxicómano, casi de forma natural, en su estilo 
de vida. La actitud del toxicómano es desafiante y se puede mostrar frío y provocador en 
un ambiente hostil. Puede contener sentimientos depresivos. El toxicómano se muestra 
descuidado hacia sí mismo, realiza un uso no selectivo de fármacos, se le atribuye poca 
capacidad de percibir sus emociones y pueden darse conductas marginales y/o delictivas. 
 
Cirilo y colaboradores (1993), amplían la descripción de Crancini proponiendo diferentes 
recorridos evolutivos posibles, haciendo mención de vacíos emocionales históricos disimulados, 
desconocidos o reconocidos en parte. Este tipo de observaciones parecen realizadas en un 
intento de reconocer el sufrimiento y las carencias afectivas que, en una familia, pasan de una 
generación a otra sin encontrar solución, y que acaban por expresarse en forma de abuso y de 
dependencia de drogas. Del mismo modo que el tamaño de una bola de nieve en su descenso, 
los desequilibrios que no encontraron soluciones favorales en la época de los abuelos recaen 
sobre los hijos y de éstos a los nietos. 
 
 
5.2.- Clasificación Toxicomanías en base a la Parentalidad y Conyugalidad (Linares) 
 
La drogodependencia tipo A, podría aparecer en una familia sin necesidad de que previamente 
aparezca en la familia una parentalidad y una conyugalidad disfuncionales. Bastaría un 
acontecimiento significativo ante el cual existe un duelo de difícil elaboración que ponga a prueba 
la continuidad de la nutrición emocional. Lo mismo podríamos decir del alcoholismo, definiéndolo 
como alcoholismo reactivo. 
 
La drogodependencia y el alcoholismode Tipo B, de índole más neurótico en la relación de pareja 
sometidos a juegos de simetría intestable. 
 
La drogodependencia de Tipo C, o psicótico, puede ser más frecuente que el alcoholismo 
psicótico. En estos casos el individuo desconfirmado se puede encontrar en una búsqueda de 
identidad, econtrándola en el uso de opiáceos. Al menos en nuestra cultura occidental. 
 
La drogodependencia y el alcoholismo de Tipo D, más sociopático, sería más fácil de encontrar en 
situaciones de carencia afectiva en hogares rotos y parentalidad deteriorada. 
 
Otro tipo de alcoholismo lo podemos encuadrar en el espacio de la depresión mayor (C’), dentro 
de una conyugalidad armoniosa y una parentalidad deteriorada, propio de una pareja de 
alcohólicos. En ésta un sólido cónyuge acumula responsabilidades a medida que el paciente las 
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Escuela de Terapia Familiar Página 15 
abandona, un cónyuge en alianza con unos suegros solícitos y unos hijos parentalizados. En 
estos casos sería frecuente una complementareidad rígida. 
 
Conyugalidad 
Armoniosa 
A 
C’ 
Parentalidad Parentalidad 
Deteriorada Conservada 
C B 
D 
Conyugalidad 
Deteriorada 
 
Indice 
 
6.- Ciclo Vital Familiar en las Adicciones 
 
El propio paso del curso vital, con etapas bien comunes y generalizables, representa también por 
sí mismo, una fuente natural de turbulencias: la exigencia y/o el deseo de entrar en la 
adolescencia, de madurar y de poder emanciparse, de crear un núcleo familiar propio, de 
acostumbrarse a vivir en pareja, de poder acoger y cuidar de los descendientes, de aceptar que 
los hijos crecen y se van, de quedarse solos, de envejecer, jubilarse, de sentir próxima la hora 
de la propia muerte (Jay Haley, 1980). 
 
Algunas circunstancias de la vida en común resultan claramente adversasy complicadas de 
atravesar (diferentes observadores han recogido una presencia de experiencias traumáticas y de 
muertes inesperadas, difíciles de asumir, en familias afectadas por el consumo de drogas 
(Santon, M.D. i Todd, T, 1978)). 
 
Dos etapas del ciclo vital se destacan especialmente en el desarrollo de una adicción en una 
persona joven. El primero es la llegada de la adolescencia. Aquí comienza habitualmente la 
ingestión de drogas, aunque no necesariamente la adicción. Esta es la etapa en que se orienta 
más hacia las actividades heterosexuales, o recibe más presión para orientarse hacia ellas. 
Aunque sus actos previos tendían a ser considerados asexuales, ahora desarrolla intereses 
“sexuales”. Este cambio hacia relaciones de índole más adulta, que implican crecimiento e 
individuación respecto de la familia, puede generar pánico parental y preparar la escena para 
una conducta adictiva posterior. 
 
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La segunda etapa vital de la adicción es la del abandono del hogar, enfatizada por Haley (1980). 
Esta etapa pone de relieve la individuación y la competencia adulta del paciente identificado, 
transformándose en el eje alrededor del cual suele desarrollarse y girar la adiccción. 
 
La integridad de la familia de origen puede resultar amenazada por el paso de un miembro hacia 
la autonomía. En tales familias, el advenimiento de un síntoma que retarde dicha transición 
puede constituir una “solución”, pues posterga o elude una crisis familiar mayor. 
 
Un hijo mayor adicto representa para los hermanos menores un poderoso ejemplo de los 
“peligros” que acechan más allá del círculo familiar. Por otra parte, si el primogénito logra 
manejar responsablemente la transición hacia la adultez, sus hermanos menores pueden sufrir 
una presión mayor. Tal vez el hijo menor deba emprender el camino más difícil de todos, 
convirtiéndose en el eslabón final para la permanencia o ruptura de la futura viabilidad de la 
familia, ahora reducida a la díada esposo-esposa. 
 
Aunque la edad de los hermanos es un factor importante para determinar cuál hijo se vuelve 
adicto, el efecto está mediatizado por la edad de los progenitores, a mayor edad de los padres, 
más difícil resultará la emancipación del adicto. Tácita o manifiestamente, los padres de un 
adicto adulto que vive con ellos, suelen inquietarse ante la perspectiva de que el hijo se marche, 
a pesar de su edad. Los padres opinan que sería irresponsable que el hijo se marchara del hogar 
antes de ser plenamente “responsable” de su conducta. 
 
La posición de los padres constituye una contradicción o paradoja que limita seriamente las 
probabilidades de que el hijo logre la independencia, aunque rara vez los miembros de la familia 
la reconocen como tal. Esta admonición impide que el hijo adquiera las condiciones necesarias 
para demostrar una conducta responsable, o para que los padres la perciban como tal. El adicto 
se encuentra en un trance que el impide abandonar el hogar responsablemente o demostrar 
responsabilidad en el hogar. 
 
La experiencia de John M. Van Deusen y Peter Urquhart con diversas familias dentro del 
esquema “hijo único o menor que reside con los padres”, revela una notable coherencia de 
características que ilustran variaciones sobre temas comunes. El status quo o atascamiento 
inducido por el pardójico apego excesivo entre padres e hijo en el problema de la droga es 
recurrente. En ciertas familias se expresa en forma menos directa, a menudo con proverbios que 
racionalizan el fracaso y mantienen el conflicto en un plano impersonal, libre de afectos. De 
acuerdo con estos aforismos, la percepción del tiempo es indefinida en estas familias, y el 
“futuro” y el “progreso” son conceptos vagos. 
 
En contraste con la vaguedad de metas en estas familias, hay una persistente expresión de 
intimidad, preocupación mutua y cariño entre los padres y el hijo. Los padres se preocupan por el 
hijo porque está enfermo, el hijo se preocupa porque ellos podrían enfermarse (aludiendo a 
síntomas físicos tales como la hipertensión y los trastornos cardíacos). Los hijos no enfrentan a 
los padres, sino que describen el hogar y la familia como fuerzas sólidas y positivas. Los padres 
describen a los hijos como “buenos muchachos”. 
 
Otros problemas relacionados con el ciclo vital es la jubilación del progenitor del adicto. El 
progenitor que no trabaja puede volverse débil, ineficaz, deprimido e incapaz de disciplinar o 
controlar adecuadamente a los hijos. El conflicto entre los progenitores suele aumentar. En tales 
casos, el paciente identificado puede volverse cada vez más incompetente y problemático. 
 
Bajo la capa de afecto y preocupación familiar suele estar oculto el problema de una jubilación 
inminente o efectiva. Cuando un padre que trabaja está por jubilarse, la modificación que ello 
implicará en los hábitos del resto de los familiares puede inducir una crisis en el matrimonio o en 
el uso de drogas. Los roles establecidos se cuestionan, el reemplazo del que gana el sustento 
puede ser esencialmente problemático. Cuando un padre que trabaja se jubila y comienza a 
adaptarse a la vida hogareña, su presencia tal vez induzca una crisis, como lo ilustra nuestro 
ejemplo de un padre que sigue continuamente al hijo en busca de compañía. Las ocasiones de 
mayor tensión pueden presentarse durante las comidas, cuando está reunida toda la familia, o 
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Escuela de Terapia Familiar Página 17 
cuando el hijo desea estar solo. Aun en estas ocasiones, es posible que la familia actúe con 
calma y cuidado, sin estallidos de furia ni otros picos emocionales. 
 
Otros problemas del ciclo vital que a menudo se relacionan con la aparición de la adicción pueden 
ser: 
 
a) Muertes repentinas en la familia y su consecuente pesar. 
b) Enfermedad grave de un familiar, especialmente un progenitor. 
c) Enfermedad o muerte inminente, tal como después de un ataque cardíaco del cual la 
víctima se recupera pero causa inquietud a la familia que teme provocar tnesiones que le 
causen la muerte. 
 
Siempre desde una óptica consciente de la importancia relativa de cada factor implicado en las 
adicciones, como fórmula preventiva conviene encarar con valentía, aceptar y preparar la llegada 
de cada etapa crítica de cambio y de desarrollo personal y familiar. En definitiva, aceptar el paso 
del tiempo y de sus imperativos. El contacto continuado con las drogas tiene la perversa 
capacidad de frenar el avance implacable (pero en realidad previsible y del todo conveniente) del 
ciclo vital dentro de una familia (Josep Checa, 2006). 
 
La configuración de los vínculos afectivos familiares no puede evolucionar si la rueda del relevo 
entre generaciones se congela. En medio de un proceso de adicción, la maduración individual se 
detiene, las posibilidades de autonomizarse decrecen, la disposición de la familia para compartir 
y para ceder poder de decisión se limita y la capacidad de enriquecimiento mutuo se mutila. Los 
hijos no se van de casa de forma efectiva, los padres se distraen de los problemas personales y 
conyugales para conceder prioridad a los aspectos incompletos o defectuosos de la crianza o para 
mantener bien separadas las funciones de ambos progenitores (a menudo uno dentro y otro 
fuera de casa), mientras el reloj interno de la familia pierde ritmo hasta casi llegar a pararse. En 
el contacto con las drogas, las familias experimentan un test que pone a prueba su fortaleza y su 
flexibilidad. (Josep Checa, 2006). 
Indice 
 
7.- Ciclo Adictivo 
 
El advenimiento del ciclo adictivo se produce a menudo en la adolescencia y se intensifica cuandoel adicto manifiesta su intención de abandonar el hogar. El drogadicto está atrapado en un 
dilema. Por una parte sufre grandes presiones para permanecer estrechamente ligado a la familia 
(que puede derrumbarse sin él), mientras que, por otra parte, fuerzas socioculturales y 
biológicas lo incitan a establecer relaciones íntimas externas. 
 
Diversos factores extrafamilares también pueden amenazar el sistema familiar y desencadenar el 
ciclo adictivo. Éstos pueden incluir la pérdida del empleo o la jubilación del padre, la enfermedad 
grave de un miembro de la familia, o el matrimonio y partida de un hermano, etc. 
 
La droga brinda una solución en diversos niveles para el dilema de darle la independencia o no. 
Paradójicamente, le permite estar simultáneamente cerca y lejos, “dentro” y “fuera”, ser 
competente e incompetente, en relación con su familia de origen. Esto es seudoindividuación. 
 
La ingestión de drogas se relaciona así, con un intenso miedo a la separación experimentando 
por la familia ante los intentos de individuación del adicto. La familia se atasca en esta etapa 
evolutiva. 
 
La naturaleza crónica de la drogadicción se puede explicar desde el punto de vista siguiente: el 
ciclo adictivo forma parte de un patrón familiar que involucra un complejo sistema homeostático 
de mecanismos de retroalimentación entrelazados que sirven para conservar la adicción y, en 
consecuencia, la estabilidad familiar general. El patrón habiualmente involucra al menos a tres 
personas y sigue una secuencia en la cual, cuando el adicto mejora, las figuras parentales 
empiezan a separarse; cuando el adicto se vuelve de nuevo problemático, las figuras parentales 
dejan de concentrarse en su propio conflicto para prestar atención al adicto, al menos hasta que 
él comienza a mejorar de nuevo, con lo cual el círculo del proceso se cierra. Indice 
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8.- Funciones nutricias y sociabilizadoras 
 
Parece apocalíptico terminar el apartado de las adicciones con un círculo vicioso del que parece 
imposible escapar. Por ello incluyo a continuación un modelo, en el que coinciden varios autores, 
sobre los ingredientes básicos que debe incluir una buena educación de los hijos adolescentes 
para que, por ellos mismos, sean capaces de resolver los dilemas propios del crecimiento y el 
irremediable avance por el ciclo vital. 
 
En relación a los estilos de educación paterna y a la consecución de la independencia, en los 
diferentes estudios, aparecen dos dimensiones que estructuran el comportamiento de padres y 
madres con respecto a los hijos: el soporte afectivo y el control (Lamborn y colaboradores, 
1991). 
 
 
Familias 
Indulgentes 
 
Familias 
con Autoridad 
 
Familias 
Negligentes 
 
Familias 
Autoritarias A
FE
C
T
O
 
- 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 +
 
- + 
CONTROL 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En el trabajo de Lamborn y colaboradores (1991) los resultados apuntan a una predominancia de 
los dos estilos opuestos, progenitores con autoridad (32,3%) y progenitores negligentes 
(37,7%). 
 
Las relaciones familiares contribuyen a desarrollar los aspectos de autoconcepto y autoestima y a 
estructurar una identidad general. El Anexo II recoge los supuestos de E. Erikson y J. Marcia 
sobre la identidad y el Anexo III unas notas tomadas de J.L. Linares sobre las funciones 
sociabilizadores y de nutrición emocional de los padres. 
 
Combinar la protección y la aportación de calidez con la aplicación continuada y coherente de 
normas de conducta en beneficio de los hijos es una actividad que podría ser considerada como 
de artesanía. Se necesita mucho interés para hacerlo bien y suficiente dedicación para adquirir la 
habilidad. Ni se trata de dejadez, ni se trata de preocupación desmesurada (Josep Checa, 2006) 
 
En algunos casos la dejadez puede ser sofisticada cuando se oculta tras una apretada agenda 
extraescolar de los hijos que apenas deja espacio para compartir tiempo con ellos. Otra forma de 
dejadez es la ausencia habitual y exagerada de los padres del domicilio familiar, algunas veces 
abusivamente justificada por razones económicas, laborales o profesionales. Estos en ocasiones 
delegan en sustitutos lo que habría de venir de la familia. El egoísmo y las adicciones de los 
adultos (el alcohol en el lugar del trabajo, en las relaciones afectivas, etc.) estorban en el 
equilibrio psicológico de sus jóvenes. 
 
Cuando el alcohol y otras drogas se encuentran muy presentes en el entorno familiar, siempre 
hay más riesgo de accidentes, de desamparo y de maltrato. El exceso de protección se sitúa en 
el extremo opuesto de la desatención, pero son al mismo tiempo prototípicos en las 
toxicomanías. La maduración y la salud mental de los hijos se pueden conseguir si en las tareas 
de crianza incluímos dos ingredientes: enseñar a seguir normas de conducta y aportar ternura. 
(Josep Checa, 2006) 
 
Indice 
 
 
 
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9.- Sistemas Familiares con Empresa 
 
De acuerdo la definición dada por el Ministerio de Economía del Estado Español: 
 
“Se viene considerando que una empresa es familiar cuando una parte esencial de su propiedad 
está en manos de una o varias familias, cuyos miembros intervienen de forma decisiva en la 
administración y dirección del negocio. Existe, por tanto, una estrecha relación entre propiedad y 
gestión o, dicho de otro modo, entre la vida de la empresa y la vida de la familia.” 
 
Indice 
 
10.- El dilema de la Familia Empresaria 
 
Los sistemas Familia y Empresa se interrelacionan retando a propietario y descendencia a 
integrar la paradoja que ambos sistemas ocasionan al operar juntos. Gestionar esta confusión se 
convierte en todo un arte: 
 
 
Sistema Familiar Sistema Empresarial 
- Sistema Emocional. - Sistema orientado a tareas. 
- Misión: nutrir a la descendencia para 
convertirse en adultos competentes. 
- Misión: producir bienes y servicios 
rentables (estrategias efectivas). 
- Reglas igualitarias. 
- Diferencias basadas en las 
competencias. 
- Aceptación incondicional. 
- Aceptación basada en la 
consecución de objetivos. 
- Relaciones permanentes. 
- Relaciones temporales y 
contractuales. 
- Poder: generacional / orden de 
nacimiento. 
- Poder basado en la autoridad y la 
influencia. 
 Fuente: Material Didáctico Certificado Consultoría Empresa Familiar, FFI. 
 
Indice 
 
11.- Problemática en la Familia Empresaria 
 
Los conflictos, rivalidades y tensiones familiares pueden ser los principales problemas que 
afectan a una empresa familiar y que pueden causar su desaparición. Los conflictos familiares no 
son un caso aislado. En la investigación realizada por los profesores Vilanova y Gimeno (1996), 
en la mayoría de las empresas familiares de tercera generación existían conflictos entre los 
familiares que participan en la gestión y los que sólo participan en su capital. 
 
Las tensiones y rivalidades a menudo están latentes y no se explicitan hasta que fallecen los 
líderes familiares. Ahora bien, los conflictos y las tensiones familiares pueden promover una 
renovación estratégica y organizativa de la empresa. La carga emocional que se vive en estas 
empresas puede avivar las tensiones personales y los conflictos familiares a medida que van 
aumentado el numero de miembros familiares en la empresa. 
 
Los conflictos pueden ser de diferentes tipos y pueden involucrar a diferentes personas. El 
conflicto puede ser entre el fundador y su cónyuge a causa del tiempo, los recursos y esfuerzos 
invertidos en la empresa familiar; o entre el padre y sus hijos enlos temas relacionados con la 
delegación, el estilo de dirección, la retribución o la sucesión; entre hermanos (y/o cuñados) o 
entre primos por el liderazgo y la distribución del poder o por la retribución por el trabajo y por la 
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propiedad; o entre familiares y profesionales por la delegación, formalización y 
profesionalización. 
 
La cultura autoritaria en que por lo general se ha formado y educado la generación que dirige y/o 
controla la propiedad puede no haber desarrollado ni la actitud ni la capacidad de prevenir o 
gestionar conflictos. Por el contrario, no ha promovido una comunicación abierta y sincera entre 
padres e hijos ni la adquisición de habilidades de comunicación y negociación y ha fomentado la 
existencia de fuertes resistencias a sentarse conjuntamente y crear normas y estructuras de 
gobierno familia-empresa. 
 
En una empresa familiar la carga emocional es más elevada que en otra empresa no familiar por 
lo que parece haber una mayor probabilidad para que surjan conflictos interpersonales. Estos 
conflictos se pueden deber tanto a problemas que se producen dentro de la familia y que se 
transfieren a la emrpesa familiar como a problemas que se producen por el solapamiento entre la 
familia y la empresa. 
 
La cultura y pautas de relación interpersonal que ha desarrollado la familia pueden dificultar la 
continuidad de la empresa familiar tanto al frenar el desarrollo de una cultura de diálogo, 
cooperación y participación como por generar uso valores que pueden dificultar una adecuada 
formación de los sucesores, el predominio de la empresa sobre la familia, la adecuada selección 
del sucesor, o que puedan promover agravios comparativos hacia las mujeres, el sostenimiento 
del mito de la familia equilibrada y que frena las críticas y conflictos así como la orientación al 
cambio. 
 
Cauffman ha señalado que las familias empresarias desarrollan una serie de actitudes 
contraproducentes para la empresa. Entre ellas ha destacado las resistencias a recibir críticas del 
exterior (o incluso, de la propia familia), el secretismo informativo y financiero, la democracia en 
la retribución, independientemente de la contribución de cada persona, o el nepotismo. 
 
La empresa familiar está condicionada por las características de la familia empresaria (Amat, 
1998). Una familia armoniosa crea relaciones y personas armoniosas, tanto dentro de la familia 
como dentro de la empresa familiar. Por el contrario, una familia conflictiva crea relaciones y 
personas conflictivas. En este caso, hay signos manifiestos: 
 
- Relaciones personales distantes y tensas. 
- Limitado sentimiento de pertenencia a la familia. 
- Limitado sentimiento de compromiso con la familia. 
- Desconsideración a la historia y las tradiciones familiares. 
- Falta de respeto a los miembros de mayor edad. 
- Percepción de que los modelos de comportamiento de los miembros de mayor edad no se 
deben imitar. 
 
Puede que estos comportamientos hayan venido facilitados por: 
 
- Inestabilidad familiar agravada por crisis familiares y separaciones matrimoniales. 
- Dirección autoritaria y poco participativa que dificulta una visión compartida. 
- Excesiva presión para reducir la autonomía de los hijos. 
- Ansiedades paternas de control. 
 
La familia propensa al conflicto se caracteriza por la dificultad de tener una comunicación e 
interacción clara y sincera, en la que domine la confianza mutua, por tener unas reglas de 
comportamiento excesivamente rígidas y dominadas por la rivalidad y los celos, por primar una 
toma de decisiones excesivamente autoritarista o un conflicto continuo por el poder y la 
autoridad. 
 
Una de las principales caracterísiticas de la familia conflictiva es el bajo desarrollo de la 
autoestima. Esta puede ser el producto de una pauta de interacción como la comparación crítica 
y desfavorable de un hijo (o del cónyuge) con un hermano o amigo, el predominio de la crítica 
sobre el elogio, el predominio del amor condicionado sobre el amor sincero y generoso, el 
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rechazo a la expresión de los sentimientos y emociones personales, la falta de autorización 
paterna a dar a los hijos libertad de actuar en acciones relativamente sencillas, la exigencia de 
alcanzar expectativas excesivamente ambiciosas, una limitada dedicación a los hijos. Cuando una 
persona tiene una baja autoestima tiene miedo a ser engañado, despreciado o poco valorado. 
Por ello no es extraño que tienda a aislarse, a protegerse del exterior volviéndose frío e 
indiferente. En este caso los problemas explotarán cuando se produzcan problemas en la 
empresa con sus familiares que le hagan descargar la tensión reprimida. 
 
Kets de Vries (1993) ha señalado que el hijo de un empresario puede tener bastantes 
dificultades en desarrollar su sentido de la autoestima. El esfuerzo que requiere la empresa y la 
dedicación de tiempo que supone resta tiempo para que el padre pueda estar con la familia. 
Igualmente, la menor disponibilidad del padre o madre conlleva la lucha de los hijos por el 
tiempo limitado de los padres. La envidia y los celos que surgen de esta situación suelen persistir 
cuando se incorporan a la empresa familiar especialmente si hay agravios comparativos o si no 
está clara la línea de autoridad. Kets de Vries, ha señalado el caso de hijos que han tenido una 
victoria edípica sobre su padre compitiendo con él para conseguir la mayor parte del afecto y 
amor de su madre. Por otra parte, cuando ellos mismos han sido padres tienden a despreciar y 
humillar a sus hijos y a dificultar que puedan conseguir el afecto materno, es decir, que siguen 
compitiendo con sus hijos por el afecto de su esposa. 
 
Desde la óptica de la formación de sucesores, autores como Kets de Vries, Rosenblatt o Jaffe, 
han señalado que una familia empresaria corre el riesgo de plantear dificultades al desarrollo y 
maduración psicológica de los hijos. La existencia de la empresa y del patrimonio familiar 
permite crear una zona de seguridad que protege a los familiares, especialmente a los menos 
capaces, de enfrentarse a la realidad de la competencia e incertidumbre laboral. Por otro lado, el 
complejo de culpabilidad de los padres y/o abuelos, especialmente el que ha sido el fundador de 
la empresa, por la poca dedicación a los hijos (e incluso a la esposa) y la satisfacción de sus 
propias necesidades a través de sus hijos promueve la aparición de hijos consentidos y, 
sobretodo, dificulta que éstos adquieran el sentido del valor del trabajo, la ambición y la 
necesidad de logro. Además, cuando se es hijo de un empresario hecho a sí mismo, con un claro 
componente carismático, autoritario y heroíco como han sido muchos empresarios surgidos en 
los 80, el miedo a no alcanzar los altos niveles exigidos por el padre, el miedo al fracaso, 
contribuye a desmotivar y a frustrar el desarrollo de las capacidades de sus hijos. 
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12.- Salir de la Familia Empresaria 
 
Dejar de pertenecer a la familia que nos crió parece prácticamente imposible, sobre todo cuando 
compartimos con ellos gran parte de nuestra genética. Además la huella del pasado con ellos es 
difícil de borrar por completo. 
 
Ahora bien, cuando nos referimos a la salir de la empresa, debería ser diferente, sin embargo no 
es así. Salir de una Empresa Familiar es extraordinariamente difícil dado que, al margen de otras 
cuestiones emocionales, la liquidez de los accionistas es una ficción en la mayoría de las 
Empresas Familiares. 
 
A menudo los miembros más jóvenes de la familia se sienten estancados en sus respectivas 
carrerasprofesionales. Son gente que debería dejar la empresa e ir a trabajar a otro lugar, pero 
por diversas razones sigue en ella. Quizás después de pensarlo dos veces, simplemente no 
quieren liberarse de sus "esposas de oro", o sienten que marcharse es defraudar a padres y 
hermanos. 
 
Si lo que quieren es vender sus acciones se topan con barreras igualmente infranqueables. 
Muchas familias consideran que vender acciones de la empresa es un acto de deslealtad, si no de 
alta traición. Hay que olvidarse de vender por el valor que los abogados de la empresa han 
determinado por cuestiones de impuestos patrimoniales. Pero, por otro lado, si se insiste en un 
precio más alto, puede que la familia tenga que endeudarse para comprar la salida. Si la 
empresa se viniese abajo por ello, se cargaría con un sentimiento de culpa de por vida. 
Sustancias de Abuso en Familias Empresarias 
 
 
Escuela de Terapia Familiar Página 22 
 
Es posible que algunos miembros jóvenes de la familia finalmente elijan la opción de la lealtad 
aún cuando sean infelices. Se declararán leales a los dirigentes de la empresa con la esperanza 
de obtener algún tipo de recompensa por sus sentimientos de privación. 
 
Este impedimento por salir de la Empresa Familiar me recuerda al dilema (fuerza centrípeta de la 
familia vs. fuerza centrífuga social y biológica) ante el que se encontraba el chico adolescente 
incapaz de independizarse y que finalmente optó por la pseudoindependencia. 
 
¿En qué momento del ciclo vital de una Empresa Familiar se produce la salida, la independencia?. 
Indice 
 
13.- Ciclo Vital Familia y Empresa 
 
Diversos autores presentan modelos de ciclos vitales en Empresas Familiares (ver Anexo IV). En 
este caso he tomado el modelo de ciclo vital de Ward porque incorpora a los padres o generación 
propietaria y a sus hijos, de este modo, hace hicapié en la perspectiva generacional. Este ciclo 
vital puede aplicarse tanto a empresas familiares recién creadas como a las maduras. De 
cualquier forma parece más adecuado para las empresas cuya propiedad y dirección están 
todavía en manos del fundador. 
 
 
Etapas evolución Empresa Familiar 
 Etapa I (inicial) Etapa II (intermedia) Etapa III (avanzada) 
Edad Empresa 
(o renovación) 0-5 años 10-20 años 20-30 años 
Edad Padres 25-35 años 40-50 años 55-70 años 
Edad Hijos 0-10 años 15-25 años 30-45 años 
Negocio Rápido crecimiento, 
grandes exigencias de 
tiempo y dinero 
Maduro 
Necesita una regeneración 
estratégica y más 
inversiones 
Organización 
 
Pequeña y dinámica Mayor y más compleja Estancada 
Propietario- 
Director Comprometido con el 
éxito de la empresa 
Quiere control y 
estabilidad 
Se interesa por otras cosas o 
está semirretirado; la 
siguiente generación busca 
crecimiento y quiere cambios 
Expectativas 
Familia Necesidades elementales 
Más necesidades, 
comodidades, educación 
hijos 
Mayores necesidades, 
seguridad, generosidad 
Objetivos 
Familia 
Éxito empresarial 
Crecimiento y formación 
hijos 
Armonía y unidad familiar 
Fuente: Ward 
 
Cada empresa permanecerá en cada etapa un tiempo diferente y muchas no conseguirán 
atravesar las tres etapas. La adicción a sustancias podría ser una forma de atascarse en una de 
las etapas. 
 
Ward también ofrece un ciclo vital para la Propiedad de la Empresa Familiar recogido en el Anexo 
V. También en el Anexo V se pueden consultar los grupos de interés que intervienen en una 
Empresa Familiar. 
Indice 
 
 
14.- Abuso de Sustancias en Familias Empresarias 
 
Al tratarse de la única publicación encontrada que hable sobre el abuso de sustancias en el 
ámbito de las Empresas Familiares, a continuación traduzco un fragmento del capítulo que David 
Bork dedica en su libro “Family Business, Risky Business”, con respecto a este tema: 
 
Sustancias de Abuso en Familias Empresarias 
 
 
Escuela de Terapia Familiar Página 23 
“En Noviembre de 1984, el hijo de Tycoon Texas fue a jucio por el asesinato premeditado de su 
padre. El motivo, según el querellante: “avaricia y dinero”. La hermanastra, en la defensa del 
acusado, dijo que éste consumía cocaína en base de forma habitual. Este escenario podría sonar 
a una película de Grado B, pero es un ejemplo de la vida real donde el abuso del alcohol y drogas 
presenta sus dificultades a una familia y a los intereses de su negocio. 
 
No todas las familias que se encuentran con un abuso de sustancias finalizan en una situación 
extrema como la situación de la familia de Texas. Pero las drogas no hacen diferencias, esté la 
ley implicada o no. La familia que tiene un problema de abuso de drogas en su seno, lo sufrirá en 
privado y en público. La familia pierde su propio sentido del respeto y el negocio pierde la 
oportunidad de expandirse en todo su potencial. 
 
“No es asunto mío” 
 
El abuso de sustancias está presente hoy en día entre los hombres y mujeres de negocios. 
Algunas instituciones públicas tienen programas para ayudar a sus empleados a manejar este 
problema. Otros despiden empleados sin importarles sus activos o su talento. Propietarios y 
directivos se dan cuenta de lo fácil que es para una compañía perder beneficios cuando sus 
empleados son dependientes del alcohol, el cannabis, la cocaíana, las anfetaminas, etc. 
 
En un negocio familiar el problema está compuesto por relaciones personales muy cercanas y el 
estigma percibido de admitir un problema dentro de sus filas. El alcohol parece tener una base 
social y genética que la familia está poco dispuesta a encarar. 
 
Beber de forma recreativa es un relajante aceptado por muchas familias. La persona que ha 
bebido demasiado es simplemente etiquetado “está pasándoselo bien”. Mientras la persona 
parece que hace su trabajo, independientemente de que beba durante la mañana, la noche o la 
hora del cócktel, la gente reacciona diciendo: “no es asunto mío”. Sin embargo, cuando beber 
complica las relaciones personales de la persona, la familia debe darse cuenta de que la persona 
se ha convertido en un “abusador del alcohol”, es decir, en un “alcohólico”. Para este individuo, 
el alcohol ha dejado de tener la indulgencia del tiempo de ocio. Ahora es una forma de suicidio. 
Lo mismo se puede decir para cualquier otra sustancia adictiva. 
 
Todo lo que entra en el cuerpo lo afecta de alguna manera. Pero el alcohol y las drogas afectan al 
cerebro de forma especialmente rápida y pueden causar impedimientos en sus funciones en un 
corto periodo de tiempo. Incapacidades permanentes pueden resultar del uso y el abuso de las 
drogas y el alcohol. El ejecutivo que parece absolutamente correcto o sobrio, puede de hecho 
estar significativamente deshabilitado en su toma de decisiones. Este tipo de pérdida 
compromete los recursos y las oportunidades de toda una empresa y los destinos de todos los 
implicados en el negocio –propietarios, directivos, empleados, clientes, acreedores, etc. 
 
El miembro familiar adoptado 
 
En algunas familias el alcohol es un “viejo miembro” en ambas familias de origen, con una larga 
y honrosa tradición cultural, social y familiar. La sustancia elegida para la adicción, no es 
necesariamente específica en cada familia. La adicción al alcohol, a la heroína, a la marihuana, a 
la cocaína, a los somníferos, al tabaco, o a la comida, depende del estilo social, de la 
disponibilidad y de las prácticas de los pares en cada generación familiar. Es el comportamiento 
en sí y no la sustancia, lo que está como “encajado” en la familia. 
 
El alcohol, u otra sustancia dada, es una nueva presencia humana, se convierte en un miembro 
familiar, en un confidente, en un compañero y en un socio del negocio. Se le incluye en la escena 
social de todas o casi todas las ocasiones familiares. Las relaciones personales,las relaciones 
sociales y las relaciones de poder, están todas reorganizadas para hacerle un sitio al recién 
llegado, tanto en las familias nucleares como en las familias extensas. 
 
Este miembro familiar adoptado no es fácil de incorporar. Es demandante, insistente, insidioso, 
imprudente, arriesgado, olvidadizo y cambiante, alterna rápidamente entre la melancolía, la 
sociabilidad, la depresión, la convivencia y el ultraje. Es también teatrero y falsamente profundo 
Sustancias de Abuso en Familias Empresarias 
 
 
Escuela de Terapia Familiar Página 24 
y honesto. La peor característica del “familiar adoptado” es que no parece funcionar en el mundo 
de una persona vital ni en las comunicaciones del negocio. Los mensajes son frecuentemente 
indescifrables, inconsistentes, poco dignos de confianza e impermanentes. Los miembros 
familiares y los socios del negocio no saben cuándo o cómo han sido recibidos sus mensajes. 
 
La forma en que las familias se acomodan a estas circunstancias es encaminando las 
comunicaciones por encima, alrededor, o por debajo de este miembro, construyendo nuevos 
acuerdos en los que las acciones de la familia y de los negocios ocurren en la periferia, a través 
de nuevos conductos y relaciones de poder.” 
Indice 
 
15.- Tipología Abuso Sustancias en Familias Empresarias 
 
En un intento de categorizar el abuso de sustancias en Familias empresarias, de la experiencia 
de David Bork, obtengo la siguiente clasificación (siempre susceptible de ser ampliada): 
 
Aislar la autoridad 
 
Cuando los miembros familiares están acostumbrados al uso del alcohol en su seno, les resulta 
difícil distinguir qué es y qué no es considerado un “excesivo abuso de sustancias”. 
 
Puede darse el caso de que uno o los dos progenitores utilice el alcohol como un relajante o 
como una herramienta social de negocios. También se puede dar el caso de la utilización 
frecuente de medicamentos somníferos o estimulantes para regular la actividad. 
 
Así pues, cuando la familia está acostumbrada al uso de sustancias adictivas, la actitud que 
suelen adoptar los miembros de la familia es proteger a sus miembros hasta que el 
comportamiento es tan aberrante o peligroso que está cercano a pedir responsabilidades legales. 
 
Llegados a este punto, una práctica posible es aislar la autoridad del individuo por otros 
miembros familiares, si ello es posible. Sin embargo, si el que está abusando de las sustancias es 
el gerente de la empresa, el problema es más complicado. 
 
Las reuniones de toma de decisiones alrededor del alcohol 
 
Otro caso puede darse en el seno de un grupo directivo acostumbrado al uso del alcohol en sus 
reuniones de toma de decisiones. 
 
En este caso, puede ocurrir que sea parte de la cultura del equipo ejecutivo. Podría darse el caso 
de un fundador particularmente no dominante en el negocio, que deja a sus directivos la gestión 
inteligente de los asuntos del negocio y donde prácticamente no hay diferencia entre los 
miembros familiares y los no familiares. Todo el equipo directivo, familiares y no familiares, son 
tratados “como si fueran de la familia”. Esto por sí sólo puede ser ya un generador de problemas 
para el funcionamiento del negocio. 
 
Ahora bien, si además se da el caso de que toda la “familia ejecutiva” bebe en sus reuniones de 
toma de decisiones, en medio de un clima de fatiga y privacidad, entonces este comportamiento 
empieza a ser un problema real. 
 
El uso del alcohol puede ser tan comedido que no llegue a notarse públicamente como para 
afectar la reputación, el poder, la posición o la salud física de sus directivos. Aquí el problema 
real es dónde y cuándo beben lo que comienza a ser peligroso para la estabilidad de la empresa. 
 
El gran vendedor 
 
La actividad comercial no sólo es propiedad del departamento de ventas, sino de cualquier área 
de la empresa. Muchos fundadores comenzaron su negocio encargándose ellos directamente de 
la venta directa de su producto. Muchas de estas ventas se realizaron alrededor de suculentas 
comidas y agradables vinos en buenos restaurantes. La empresa crece y esta cultura alrededor 
Sustancias de Abuso en Familias Empresarias 
 
 
Escuela de Terapia Familiar Página 25 
de la gastronomía y la enología, parece no impedir la correcta dirección del negocio o el control 
de socios y colaboradores. 
 
Es en este caso una cuestión de identidad social, pedir otro tipo de comidas y bebidas sin alcohol 
puede ser interpretado como un rechazo por su personal y colaboradores. Por tanto, puede que 
no sea hasta que el gran vendedor tenga problemas de salud cuando empiece a cambiar sus 
hábitos de consumo. 
 
El alcohólico infantilizado 
 
Detrás de una fachada de no involucración, los miembros familiares están secretamente 
enredados en unos lazos ambivalentes y tienden involuntariamente a mantener a un miembro 
familiar adicto, en una posición de dependencia, infantilizádolo, percibiéndolo como débil y 
persuadiéndolo para escapar de las frustraciones en vez de superarlas. 
 
Si este miembro infantilizado tiene un hermano, será bastante fácil para él convertirse en el hijo 
prestigioso. En el contexto de la empresa familiar será fácil que el hijo prestigioso asuma cada 
vez más responsabilidades incrementándose así la distancia entre ambos y el rencor del miembro 
infantilizado hacia el miembro prestigioso. 
 
Ejecutivo sobrepasado 
 
Ingresos elevados, flujos de tesorería rápidos, proyectos interesantes, contratos lucrativos, 
rápido crecimiento y entre medio un gestor que combina la adicción al trabajo con la adicción a 
la cocaína. 
 
Fratría y tradición 
 
Otro caso es el de las empresas cuyo fundador ha convivido con la adicción hasta integrarla en 
su forma de vivir, pensar y trabajar. A su desaparición la asociación de hermanos continúa la 
tradición consumiendo sustancias de abuso, no sólo las “aconsejadas” por la generación anterior, 
sino añadiendo algunas de moda. A veces una visión tan tolerante al abuso de sustancias desde 
la dirección del negocio, permite tácitamente el consumo en otros trabajadores no familiares. 
Indice 
 
 
16.- Casos 
 
Los casos que describo a continuación son casos reales que se interesaron por la consultoría de 
empresa familiar y que, en la construcción del genograma, aparecieron otros datos de interés. 
 
16.1.- Caso I 
 
Familia nativa de un pueblo de Extremadura. La pareja conyugal emigró a Navarra en los años 
50 en busca de oportunidades. Hoy dirigen una inmobiliaria de prestigio y suficientemente 
profesionalizada para superar las crisis del sector. 
 
67 66 
 
40 41 43 35 
8 2 
Sustancias de Abuso en Familias Empresarias 
 
 
Escuela de Terapia Familiar Página 26 
Padre e hija co-gestionan una inmobiliaria bajo el título de API de ésta. Él se especializa en la 
inversión inmobiliaria y promociones mientras ella se responsabiliza del personal y de las 
transacciones de compra-venta. La apertura de la oficina fue una forma de consolidar la actividad 
que venía realizando el padre de forma autónoma hacía años. La madre ocupada de las tareas de 
la casa y la crianza de los hijos deja claro que quien manda en la casa es ella. También actúa en 
el negocio como consejera y haciendo acto de presencia en eventos sociales cuando es 
necesario. 
 
El hijo menor trabajó durante un tiempo con su padre y su hermana en la oficina, pero debido a 
la elevada conflictivad entre su hermana y él, decidió independizarse y abrir una inmobiliaria 
propia. Ambos hermanos se tienen la guerra declarada, por lo que este negocio a servido para 
hacer la competencia al negocio de su padre

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