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1 
Capítulo 1 
De las industrias culturales a las 
industrias creativas: una visión 
crítica 
 
Antonio Castro-Higueras (Universidad de Málaga -España-) 
 
1 Introducción 
 
En las últimas décadas han surgido una serie de conceptos relacionados con la 
visión económica de la creatividad y de la cultura. Se habla de industrias culturales, 
creativas, de los contenidos digitales, del entretenimiento, etc. 
En este artículo se abordarán estos conceptos, contextualizándolos en su marco 
político así como la delimitación de los subsectores que comprenden este sector de 
la economía desde los distintos enfoques existentes. Esta aproximación se realiza 
desde una perspectiva crítica. 
El principal objetivo del estudio es determinar los elementos clave que han 
favorecido la evolución del concepto de industrias culturales y su progresiva 
hibridación con el término industrias creativas así como los elementos económicos, 
políticos e ideológicos que subyacen en el cambio de paradigma. 
El método utilizado, basado en un análisis documental, pone el foco en el 
estudio de las delimitaciones del sector. Previo al análisis se presenta, a modo de 
introducción, el contexto histórico en el que se han desarrollado estas corrientes. 
El resultado obtenido tras la revisión confirma la tendencia economicista de las 
políticas culturales en cuanto a la generación de riqueza y su progresiva integración 
y disolución en el amplio campo de las industrias creativas. 
 
 
 
2 
2 Contexto histórico 
2.1. Industrias culturales 
 
En el siglo XIX las ciencias sociales comienzan a estudiar el concepto de 
cultura, desde disciplinas como la antropología o la sociología. Tylor, antropólogo 
británico, definió la cultura como "aquel todo complejo que incluye el 
conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y 
cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto 
miembro de la sociedad" (Tylor, según citado en Kahn, 1975) 
Posteriormente, y ya desde una perspectiva institucional, la UNESCO entiende 
que 
 
"la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos 
distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a 
una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los 
modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de 
valores, las tradiciones y las creencias" (UNESCO, 1982a: 1). 
 
Las primeras referencias a una visión económica de la cultura parte de la 
Escuela de Franckfurt. Como bien es sabido, Horkheimer y Adorno (1988) señalan 
al liberalismo como cuna de la industria cultural. Para los autores, el término 
industria cultural representaba el sometimiento de la cultura a la lógica capitalista. 
A partir de los años 70, organismos internacionales como la UNESCO, entre 
otros, se interesan por las industrias culturales desde una visión menos crítica, 
evidenciando la potencialidad de la cultura como sector productivo. Gaethan 
Tremblay (2011), señala este tránsito del catastrofismo a un análisis económico en 
el cambio de industria cultural, en singular, a industrias culturales, en plural, donde 
se pasa de un proceso único a una pluralidad de sectores económicos. Según Justin 
Oconnor (2011), el hecho de que las industrias culturales aparecieran como algo 
positivo frente a la concepción de Adorno y Horkheimer, no se debió a la 
importancia económica de la cultura sino al surgimiento de una nueva clase de 
espacio político-cultural. 
En el informe Industrias Culturales: El futuro de la cultura en juego, (UNESCO, 
1982b), se exponen las distintas visiones del momento: la defensa de la economía 
liberal en el campo de las industrias culturales de manos de Albert Bretón, la crítica 
marxista de Armand Mattelard y Jean-Marie Piemme, y la visión integradora de 
Augustin Girard que destaca las potencialidades de las industrias culturales no solo 
en el desarrollo económico sino también en la democracia cultural. Esta tercera vía 
es la que parece hacer suya la UNESCO. En las conclusiones del informe se 
 
3 
destaca que "no basta subrayar los aspectos negativos de las industrias culturales en 
relación con las actividades clásicas. Parece más importante y más realista analizar 
sus interacciones positivas“ (UNESCO, 1982a: 301) 
Este interés por las industrias culturales se convierte en un llamamiento a la 
clase política para que actúe en esa dirección. Este es el caso del propio Girard 
(UNESCO, 1982a) o la Greater London Council en el Reino Unido (Garnham, 
1990) que reclaman y promueven la aplicación de políticas culturales a nivel 
supranacional, nacional, regional o local. 
2.1.1. Definición de industria cultural 
 
En su introducción, el informe UNESCO citado anteriormente da una definición 
genérica de lo que se entendía por industria cultural 
 
 “Se estima, en general, que existe una industria cultural cuando los bienes y 
servicios culturales se producen, reproducen, conservan y difunden según 
criterios industriales y comerciales, es decir, en serie y aplicando una estrategia 
de tipo económico, en vez de perseguir una finalidad de desarrollo cultural” 
(UNESCO, 1982b: 21). 
 
Este concepto de industrias culturales ha ido evolucionando y actualizándose 
con el tiempo. La propia UNESCO, una década más tarde, las define como aquellas 
industrias que 
 
“producen y distribuyen bienes o servicios que, en el momento en el que se están 
creando, se considera que tienen un atributo, uso o fin específico que incorpora o 
transmite expresiones culturales, con independencia del valor comercial que 
puedan tener" (UNESCO, 2013: 7). 
 
Es importante resaltar la frase final en esta definición en la que se descarta 
como condición u objetivo de esa mercantilización: el valor comercial que puedan 
tener. De esta manera se sugiere la importancia de otras dimensiones distintas del 
resto de sectores de la economía. Las industrias culturales no solo generan riqueza 
sino que contribuyen a la cohesión e integración social, transmite valores, 
promueve las identidades culturales de los distintos pueblos, preserva la diversidad 
cultural, etc. Esta definición influirá y servirá de base para la definición del Libro 
Verde de las Industrias Culturales y Creativas (Comisión Europea, 2010). 
La propia UNESCO, en 2007 vuelve a definir las industrias culturales como 
 
 
4 
“aquellas que producen productos creativos y artísticos tangibles o intangibles, y 
que tienen el potencial para crear riqueza y generar ingresos a través de la 
explotación de los activos culturales y de producción de bienes y servicios 
basados en el conocimiento” (UNESCO, 2007: 11). 
 
Esta definición ya incorpora el concepto de creatividad explícitamente 
 
“Lo que las industrias culturales tienen en común es que en todas ellas se usa la 
creatividad, el conocimiento cultural y la propiedad intelectual para producir 
productos y servicios con significado social y cultural” (UNESCO, 2007: 11) 
 
En la última definición se aprecia claramente el cambio de enfoque ya que 
incorpora términos como “productos creativos” además de referirse a la 
potencialidad de estas industrias para la creación de riqueza. 
Pero otras instituciones han abordado las industrias culturales y las han 
definido. Este es el caso de la Unión Europea que en su Libro Verde de las 
Industrias Culturales y Creativas define a las industrias culturales como 
 
“las que producen y distribuyen bienes o servicios que, en el momento en el que 
se están creando, se considera que tienen un atributo, uso o fin específico que 
incorpora o transmite expresiones culturales, con independencia del valor 
comercial que puedan tener." (Comisión Europea, 2010: 6) 
 
De las definiciones anteriores se desprende el cambio de enfoque en las 
aproximaciones al tema de estudio. Se pasa de un concepto de industria cultural 
como la cultura que se comercializa a un concepto más genérico como es el 
mercadode la cultura, entendida como los productos, bienes o servicios que 
contienen expresiones culturales. 
En los aspectos no mercantiles pero desde un punto de vista crítico, pone el foco 
Ramón Zallo cuando se refiere a su "función de reproducción ideológica y social" 
(Zallo, 1988: 26). Tremblay también define las industrias culturales enfatizando la 
"pérdida creciente del control de los trabajadores y de los artistas sobre el producto 
de su actividad" (Tremblay, 1990, según citado por Tremblay, 2011: 55) 
En este punto cabe preguntarse: ¿Cómo y por qué surgen las industrias 
creativas? En el siguiente apartado se analiza la evolución histórica del concepto y 
su progresiva hibridación con el término industrias culturales. 
 
5 
2.2. Industrias Creativas 
 
El reemplazo del término cultural por el creativo, reforzando el plano 
económico del sector cultural, se produce a partir de los cambios en las políticas 
culturales de algunos países anglosajones. Es en Australia donde a principios de la 
década de los 90 del siglo pasado aparece el concepto de “industrias creativas”. El 
gobierno laborista de Keating define por primera vez la política cultural australiana 
en un documento llamado Creative Nation: Commonwealth Cultural Policy, 
(Commonwealth Government, 1994). Este documento enfatiza la importancia de la 
cultura para la identidad nacional pero su principal aportación es la visión más 
amplia del sector refiriéndose a culture-related industries. Menciona el valor 
añadido de la cultura y su contribución a la innovación, al marketing y al diseño. 
Finalmente determina que el nivel de creatividad determinará la capacidad de 
adaptación a la nueva situación económica. En definitiva se trata de un documento 
en el que el enfoque de la cultura como sector económico es determinante. 
Ya en Europa, en el Reino Unido, el primer gobierno laborista de Blair crea la 
Creative Industry Task Force en 1997, dentro de el Departamento de Cultura, 
Medios y Deportes (DCMS) que será la encargada de publicar Creative Industries 
Mapping Document (DCMS, 1998). Nicholas Garham (2011) señala este 
momento como el punto de inflexión para la modificación del modelo europeo, 
refiriéndose al cambio de postura del partido laborista británico en las elecciones 
de 1997. Antes de su celebración, el partido laborista se refería a industrias 
culturales mientras que tras la victoria protagonizada por Toni Blair, se adoptó la 
expresión industrias creativas. 
Los objetivos principales del Creative Industries Mapping Document son los de 
definir, describir y cuantificar el sector creativo del Reino Unido, llegando a la 
sorprendente conclusión de que al menos un millón de empleos y un 4% del PIB 
del país procedía de este sector de la economía (DCMS, 1998). A nivel conceptual, 
en este documento se explicita el tránsito de cultural a lo creativo de las políticas 
culturales del gobierno británico, haciendo hincapié en las nuevas formas de 
producción, mediación y recepción de los servicios y bienes culturales en el marco 
de una sociedad de la información y el conocimiento. 
Ya en el plano europeo, Corredor y Bustamante (2012) señalan como momento 
clave para el desarrollo de las industrias creativas la publicación del informe The 
Economy of Culture in Europe. Este informe encargado por la Comisión Europea 
(2006) a KEA European Affairs supone la apuesta del sector cultural y creativo 
como motor de crecimiento e innovación enmarcada en la promoción de la 
sociedad del conocimiento, objetivo propuesto por el Consejo de Europa reunido 
en Lisboa en 2000. Previamente la UNCTAD (2004) ya señala el amplio alcance de 
las industrias creativas entre los distintos sectores económicos, incluyendo a las 
industrias culturales como un subconjunto dentro de las industrias creativas. 
 
6 
En algo más de dos décadas, el concepto de industrias creativas se ha ido 
complejizando con el resultado de numerosos enfoques con sus respectivas 
definiciones y delimitaciones de los sectores que se incluyen en ellas. Este rasgo 
conforma también una de las principales críticas que recibe el término industrias 
creativas. 
2.2.1. Definición de industrias creativas 
 
Las definiciones son elementos importantes en el contexto de la investigación 
dado que forma parte del marco conceptual por lo que tendrán implicaciones en las 
posteriores teorías o en sus aplicaciones prácticas (Briones, 1996). Como hemos 
mencionado, uno de los principales problemas de las industrias creativas es el gran 
número y variedad de definiciones que nos aproximan al concepto, en su mayor 
parte procedentes de organismos públicos nacionales o internacionales en las que 
cada uno de ellos enfatizan unos aspectos en función de las políticas públicas que 
fomentan. 
Estas definiciones, como veremos en el punto referido a las visiones críticas de 
las industrias creativas, no son neutrales sino deliberadamente confusas como 
demuestran los estudios de autores como Susan Galloway (Galloway y Dunlop, 
2006) o Schlesinger (2007). También autores críticos españoles como Ramón Zallo 
acusan al término industrias creativas de imprecisión, poca consistencia o 
instrumentalizables ideológicamente (Zallo, 2009). 
Lo que tienen de común las definiciones que se detallan a continuación es la 
convergencia conceptual y práctica del talento individual con las industrias 
culturales en el contexto de las tecnologías de la información y la comunicación en 
una nueva economía del conocimiento para el uso de los nuevos consumidores-
ciudadanos-interactivos (Hartley, 2005). 
Pero adentrándonos en las definiciones más conocidas, una de las primeras 
surge en el Reino Unido, donde el Departamento de Cultura, Medios y Deporte 
describe a las industrias creativas como 
 
"industrias que tienen su origen en la creatividad, habilidad y talento individuales 
y que presentan un potencial para la creación de riquezas y empleo por medio de 
la generación y explotación de la propiedad intelectual." (DCMS, 1998: 3) 
 
Esta aproximación, de carácter económico, sitúa la creatividad como input 
central en el proceso de producción mientras que señala a la propiedad intelectual 
como una características de sus outputs. 
Para su definición, la UNCTAD se basa en la aplicación de la creatividad a 
cualquier actividad que genere productos simbólicos, siempre desde la perspectiva 
de la propiedad intelectual. "Son los ciclos de creación, producción y distribución 
 
7 
de bienes y servicios que tienen como base fundamental la creatividad y el capital 
intelectual". (UNCTAD, 2008: 4) 
Por su parte, la UNESCO define a las industrias creativas como 
 
"aquellos sectores de actividad organizada que tienen por objeto principal la 
producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la comercialización 
de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial." 
(UNESCO, 2010: 17) 
 
El enfoque de la UNESCO, menos económico que el del Reino Unido, está más 
orientado a la cultura y pone el énfasis en los contenidos y en los diferentes 
procesos de la cadena de valor de los sectores que utilizan dichos contenidos. 
La Unión Europea, a través de su Libro Verde de las Industrias Culturales y 
Creativas, utiliza este mismo enfoque cultural al definir a las industrias creativas 
como "aquellas que utilizan la cultura como material y tienen una dimensión 
cultural, aunque su producción sea principalmente funcional." (Comisión Europea, 
2010: 6) 
Desde la perspectiva de los derechos de autor, la Organización Mundial de la 
Propiedad Intelectual (OMPI) define las industrias del copyright como aquellas que 
 
"se dedican íntegramente a la creación, producción y fabricación, interpretación 
o ejecución, radiodifusión, comunicación y exhibición o distribución y venta de 
obras y otro material protegido por derechos de autor." (OMPI, 2003: 32). 
 
El enfoque económico de la OMPI tiene a los derechos de autor como principal 
características de losoutputs de las industrias creativas. 
KEA Europeans Affairs en su informe sobre la Economía de la Cultura en 
Europa (Comisión Europea, 2006), sitúa a las industrias creativas como 
complementarias a las culturales. Dentro del sector cultural distingue entre sectores 
no industriales e industriales. El sector creativo, en cambio, se refiere a cuando la 
cultura se convierte en un input creativo en la producción de bienes no culturales. 
 
2.2.2. Visión crítica de las industrias creativas 
 
Como se puede observar en las definiciones anteriores, cada una de las 
instituciones pone el énfasis en algunos elementos. Por ejemplo, encontramos 
definiciones más liberales y economicistas como la que realiza la UNCTAD (2008) 
y la OMPI (2003) frente a otras más culturales como las propuestas por la 
UNESCO (2010) o la Comisión Europea (2006). 
 
8 
Estas visiones institucionales sobre las industrias creativas tienen una gran 
contestación entre los académicos e investigadores que denuncian una misión y 
visión económica e ideológica en el concepto con el fin de redirigir las políticas 
públicas. Es el caso de Philiph Schlesinger al señalar que tras la supuesta 
racionalidad de las políticas públicas sobre las industrias creativas subyace una 
visión meramente económica (Schlesinger, 2009a). Refiriéndose al caso concreto 
del Reino Unido, señala que la definición de la DCMS se apoya en dos 
características básicas: la creatividad individual y su capacidad de generar 
propiedad intelectual y en el aprovechamiento de esta para la creación de riqueza y 
empleo. Por tanto, se rompe con el concepto de industrias culturales. En sus 
palabras "la cultura es desplazada por la creatividad" (Schlesinger, 2009b: 83) 
En este nuevo marco, la cultura pasa por ser un sector económico más de la 
economía de mercado. "La cultura sale así, definitivamente, del ámbito de la 
ciudadanía para entrar en el de la sociedad de mercado" (Bustamante, 2011a: 130). 
Como señala Ramón Zallo, 
 
"El debate de fondo es si la cultura es un puro valor e instrumental; si el mercado 
es único regulador; si la diversidad y la igualdad cultural vendrán del libre 
funcionamiento de las economías, o de la consciencia colectiva sobre lo que está 
en juego; o si la innovación fagocita a la cultura" (Zallo, 2011b: 156). 
 
Esta mercantilización de la cultura es el principal foco de críticas pero las 
críticas más duras se dan en el plano ideológico. Es de consenso entre los autores 
críticos, el carácter neoliberal que subyace en las industrias creativas. En palabras 
de Enrique Bustamante, 
 
"Las grandilocuentes apelaciones a la nueva creatividad desvelan así sus 
connotaciones nada inocentes, los intereses, ideológicos, económicos y de poder 
que subyacen tras términos aparentemente transparentes y de sentido común" 
(Bustamante, 2011b: 15). 
 
Según Miller (2009), este neoliberalismo favorece la hegemonía del capital 
corporativo multinacional sobre la esfera cultural. 
Las industrias creativas también reciben críticas de tipo conceptual y 
metodológico como la de Gaëtan Tremblay que, desde un punto de vista 
semántico, rechaza la identificación del término creatividad con creación ya que el 
primero es una potencialidad mientras que el segundo es un proceso (Tremblay, 
2011). Según el autor, se confunde entre virtualidad y realidad. En la misma línea, 
Zallo (2011a) defiende que una aptitud como la creatividad no es válida como 
fundamento de una disciplina científica ya que no es objetivable. A nivel 
 
9 
pragmático, John Hartley (2005) resalta la dificultad de incluir las industrias 
creativas dentro del sector primario, secundario o terciario ya que, en su opinión, la 
creatividad se encuentra en la mayoría de ellos, se trata de un input y no un output 
o resultados de cualquier industria. 
Pero los autores críticos no limitan sus análisis a las industrias creativas sino 
que se extienden a otras "modas" (Bustamante, 2011b y 2009 , Zallo, 2011a y 
Garnham, 2000) como industrias del entrenamiento, industrias del copyright, 
industrias del ocio, etc. que se hibridan a partir de la cultura y el conocimiento. 
Enrique Bustamante señala el origen en los estudios de consultoría económica en 
expresiones como industrias del entretenimiento, del ocio o del copyright 
(Bustamante, 2011b)… El autor también critica el término industrias de contenidos 
digitales que pone el énfasis en el soporte cuyos promotores son principalmente 
empresas de industria electrónica y operadoras de telecomunicaciones. En 
definitiva, se trata de una amalgama de términos, tipologías, sectores, actividades, 
etc. sin ninguna validad científica en la que "los términos nunca son inocentes ni 
neutrales" (Bustamante, 2011b: 128) 
3 Delimitación de las industrias culturales y creativas 
 
De la misma forma que no existe una definición única de industrias culturales y 
creativas, tampoco existe un consenso en los sectores que las componen. 
A esta dificultad para conceptualizar el término en cuanto a las actividades, 
sectores y actores que lo integran, se le suma la diversidad de enfoques estadísticos 
que pretenden evaluar la situación de las industrias culturales y creativas en los 
distintos ámbitos con el fin de realizar un diagnóstico certero para su posterior 
aplicación al diseño de las políticas públicas. 
En este apartado de la investigación abordaremos las distintas delimitaciones de 
las industrias culturales y creativas para confirmar que los modelos más 
economicistas incluyen tipologías más extensas, diluyéndose aún más las industrias 
culturales en los sectores creativos. 
3.1. Sectores que componen las industrias culturales 
 
Retrotrayéndonos en el tiempo, la primera clasificación de los sectores que 
integran las industrias culturales surge del documento de la UNESCO de 1982 
donde Augustin Girard delimita el campo de las industrias culturales en (1) libros, 
(2) diarios y revistas, (3) discos, (4) radio, (5) televisión, (6) cine, (7) nuevos 
productos y servicios audiovisuales, (8) fotografía, (9) reproducciones de arte y 
(10) publicidad. (UNESCO, 1982b) 
 
10 
Esta clasificación se formaliza en el Marco para las Estadísticas Culturales 
(UNESCO, 1986) que distingue entre 10 categorías culturales: (0) patrimonio 
cultural, (1) prensa y literatura, (2) música, (3) artes escénicas, (4) artes pictóricas y 
plásticas, (5) cine y fotografía, (6) radio y televisión, (7) actividades socioculturales 
(8) deportes y juegos, y (9) naturaleza y medio ambiente. La novedad radica en la 
introducción de las funciones como elementos diferenciados en el proceso cultural. 
En este documento se incluyen 5 funciones: (1) creación/producción, (2) 
transmisión/diseminación, (3) recepción/consumo, (4) preservación y registro y (5) 
participación. 
La propia UNESCO, en 2009, actualiza la delimitación basándose en un modelo 
jerárquico que distingue entre dominios culturales y dominios relacionados: (1) 
patrimonio cultural y natural, (2) presentaciones artísticas y celebraciones, (3) artes 
visuales y artesanías, (4) libros y prensa, (5) medios audiovisuales e interactivos y 
(6) diseño y servicios creativos; siendo (7) el patrimonio cultural inmaterial un 
dominio transversal. (UNESCO, 2009). 
En el caso de la Unión Europea, se han desarrollado, a través de Eurostat, 
programas destinados a definir, delimitar y evaluar estadísticamente, de forma 
armonizada, la cultura en Europa. En 1997-2004 se crea LEG-Culture (Leadership 
Group on Culture) (Eurostat, 2000) y en 2009-2011 el programa ESSnet o 
European Statistical System Network (Eurostat, 2012). 
LEG Culture se basó en el marco de la Unesco de 1986 para delimitar 8 
dominios culturales: (1) patrimonio cultural, (2) archivos, (3) bibliotecas, (4) 
editorial y prensa, (5) artes visuales, (6) arquitectura, (7) artes escénicas y (8) 
audiovisual y multimedia; y 6 funciones: (1) preservación, (2) creación, (3) 
producción, (4) diseminación, (5) comercio/ventas y (6) educación.La ESSnet 
amplia su visión distinguiendo entre 10 dominios y 6 funciones, incluyendo los 
dominios de publicidad y artesanías, y las funciones de gestión/regulación. 
Como se puede observar, la tendencia de las instituciones supranacionales en el 
campo de las industrias culturales tienden a ampliar el número de sectores que la 
componen, acercándose al concepto de industrias creativas. 
3.2. Sectores que comprenden las industrias creativas 
 
La primera delimitación de los sectores incluidos en las industrias creativas la 
realizó el DCMS en el Reino Unido. A partir de esta primera clasificación, 
numerosas tipologías han surgido en el ámbito académico pero sobre todo en el 
institucional. La Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el 
Desarrollo (UNCTAD) recoge y agrupa estas clasificaciones en varios modelos de 
industrias creativas (UNCTAD, 2008, p.36; 2013, p.22) 
1. Modelo del Reino Unido. El DCMS fue el primero, desde su 
enfoque económico, en definir el sector, incluyendo a la publicidad, 
 
11 
arquitectura, artes y antigüedades, artesanías, diseño, moda, cine y 
video, software de entretenimiento interactivo, música, artes 
escénicas, editorial, software y videojuegos, televisión y radio. 
(DCMS, 2001). Estas actividades incluyen los procesos de creación, 
producción, distribución, diseminación, promoción y actividades 
relacionadas con la educación y la prensa. Por tanto, no solo se 
amplían las actividades de las industrias culturales sino también los 
procesos. 
2. Modelo de textos simbólicos: Este modelo se basa en los estudios 
del sociólogo Hesmondhalgh (2002) que, desde la perspectiva 
semiótica, señala las industrias culturales como productoras de 
significados sociales en forma de textos y símbolos. El autor 
distingue entre actividades primarias: televisión, radio, cine, prensa, 
editorial y música, cuyo propósito es comunicar con la audiencia a 
través de la creación de textos; y actividades periféricas: teatro, 
artesanía, pintura y escultura, las cuales no utilizan métodos 
industriales. 
La UNCTAD distingue tres dominios en este modelo de textos 
simbólicos: 
a. Industrias culturales centrales: publicidad, cine, internet, 
música, editorial, televisión y radio, videojuegos 
b. Industrias culturales periféricas: artes creativas 
c. Frontera de las industrias culturales: electrónica de 
consumo, moda, software y deporte 
3. Modelo de los círculos concéntricos: Propuesto por Throsby (2008), 
distingue entre (1) artes creativas: literatura, música, artes escénicas 
y artes visuales; (2) otras industrias culturales centrales: cine, 
museos y bibliotecas; (3) industrias culturales ampliadas: 
patrimonio, editorial, software, televisión y radio, videojuegos; e (4) 
industrias relacionadas: publicidad, arquitectura, diseño y moda. 
Las ideas creativas se originan en el núcleo de las artes creativas. A 
medida que se separan del centro se hacen más difusas y aumenta 
su capacidad industrial. Este modelo ha sido tomado por la 
Comisión Europea a través del Informe KEA (Comisión Europea, 
2006) y también por The Work Foundation (2007) británica. 
4. Modelo de copyright de la Organización Mundial de la Propiedad 
Intelectual: Este modelo está basado en las industrias que participan 
directamente o indirectamente en la creación, fabricación, 
producción y distribución de bienes sujetos a derechos de autor. 
(OMPI, 2003) Distingue entre (1) núcleo de industrias: publicidad, 
cine y vídeo, música, artes escénicas, editorial, software, televisión 
y radio , visual y arte gráfico; (2) industrias de material de 
 
12 
electrónica, instrumentos, papel, fotocopiadores; e (3) industrias 
parciales: arquitectura, ropa, calzado, diseño, moda, enseres 
domésticos, juguetes. 
5. Modelo de la UNESCO: Distingue entre (1) industrias en dominios 
culturales centrales: museos, galerías y bibliotecas, artes escénicas, 
festivales, artes visuales y artesanía, diseño, editorial, televisión y 
radio, cine y vídeo, fotografía, medios interactivos; y (2) industrias 
en dominios culturales expandidos: instrumentos de música, 
equipos de sonido, arquitectura, publicidad, equipos de impresión, 
software, hardware audiovisual (UNESCO, 2012) 
6. Modelo de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio 
y el Desarrollo (UNCTAD). El enfoque de la UNCTAD se 
construye a partir de "la ampliación del concepto de creatividad 
basadas en actividades con un fuerte componente artístico, a 
cualquier actividad económica que produzca productos simbólicos, 
con una gran dependencia en la propiedad intelectual ampliando el 
mercado a su máxima expresión" (UNCTAD, 2004, p.4) 
Esta institución distingue entre actividades tradicionales y actividades de 
ejecución, más cercanas al mercado. La clasificación propuesta está dividida en 
cuatro grandes grupos: (1) patrimonio cultural, (2) artes, (3) medios de 
comunicación y (4) creaciones funcionales, que a su vez se dividen en nueve 
grupos. 
3.3. Otras tipologías 
 
Como hemos visto anteriormente, existen conceptos relacionados con las 
industrias culturales y creativas como son las industrias del entretenimiento, del 
copyright, de los contenidos digitales, etc. Cada uno de ellos tiene su tipología de 
sectores que ponen el foco en su objeto de estudio. Entre estas tipologías cabe 
destacar, por su perspectiva basada en el usuario, la Culture and Experience 
Economy. 
Desde este enfoque de la economía de la cultura y la experiencia "basada en la 
creciente demanda de experiencias construidas sobre el valor añadido que la 
creatividad genera" (Danish Ministry of Culture, 2003: 8), el ministerio de cultura 
danés incluye en el sector a la moda, artes visuales, música, libros, teatro, radio y 
televisión, prensa, arquitectura, diseño, cine y vídeo, publicidad, edutainment, 
producción de contenidos, eventos, instituciones culturales, turismo, juguetes y 
atracciones e industrias deportivas. 
Estas y otras propuestas son interesantes pero exceden el ámbito del presente texto 
aunque no dejan de requerir un estudio exhaustivo referido a su relación con las 
industrias culturales y creativas. 
 
13 
3.4. Aproximaciones nacionales 
 
Aunque las definiciones de instituciones supranacionales son la referencia en 
cuanto a la delimitación de las industrias culturales y creativas, en la práctica cada 
nación hace su propia adaptación del concepto a sus políticas públicas. Entre los 
enfoques nacionales más representativos cabe destacar los siguientes: 
• Enfoque británico: Desde una perspectiva económica, sitúa a la creatividad 
en el centro del proceso de producción. Este enfoque propuesto por la 
DCMS ha sido ampliamente abordado en epígrafes anteriores. 
• Enfoque francés: Desde la perspectiva de las industrias culturales el 
Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia (DEPS, 2006) hace una 
tipología más restringida de los dominios o actividades culturales. El caso 
francés es significativo por la escasa introducción del concepto de 
industrias creativas en sus políticas públicas, discusión prácticamente 
inexistente en el ámbito académico y profesional. (Bouquillion, Miege y 
Moeglin, 2011). 
• Enfoque nórdico de la economía de la cultura y de la experiencia. Pone el 
foco en el usuario y su acceso a los productos culturales. 
• Enfoque de las industrias del copyright. Señalan la protección del derecho 
de autor como fuente de crecimiento económico. 
 
En el caso español, el Ministerio de Cultura con su Cuenta Satélite de la Cultura 
(Ministerio de Cultura, 2011), adapta, con sensibles modificaciones, la 
clasificación LEG-culture de la UE quedando el siguiente sistema de dimensiones o 
sectores del ámbito cultural: 
• Patrimonio: Monumentos históricos, museos, sitios arqueológicos y otros. 
• Archivos y bibliotecas 
• Libros y prensa 
• Artes plásticas: Pintura, escultura, fotografía, arquitectura y otros. 
• Artes escénicas: teatro, ópera, zarzuela, danza, conciertos, multidisciplinar 
y otros. 
• Audiovisual ymultimedia: cine y vídeo, música grabada, radio y 
televisión, y otros. 
El ministerio distingue las fases o funciones: 
• Creación 
• Producción 
• Fabricación 
• Difusión y distribución 
• Promoción y regulación 
• Actividades educativas 
• Actividades auxiliares 
 
 
14 
A nivel autonómico, como ejemplo, la Consejería de Educación, Cultura y 
Deporte a través de la Cuenta Satélite de la Cultura en Andalucía (Consejería de 
Cultura, 2010; 2014), establece las siguientes dimensiones: 
• Patrimonio cultural, archivos y bibliotecas 
• Libros y prensa 
• Artes visuales 
• Artesanía 
• Artes escénicas 
• Audiovisual y multimedia 
• Arquitectura 
• Publicidad 
• Educación 
Esta clasificación de las actividades culturales toma como referencia la 
propuesta del ESSnet aunque introduce la dimensión Educación y obvia las 
funciones o fases del proceso. 
Como se puede observar, el hecho de que coexistan en un mismo espacio tres 
delimitaciones distintas (ESSnet, Cuenta Satélite de la Cultura en España y Cuenta 
Satélite de la Cultura en Andalucía) muestra la dificultad para describir, de forma 
homologada, los sectores incluidos en las industrias culturales y creativas. Este 
hecho se refleja en la disparidad de cifras y datos relativos al sector según sea la 
referencia aplicada. Esto hace más complejo el conocimiento real del sector y, 
sobre todo, la coordinación de políticas públicas en este campo. 
4 Conclusión 
La revisión realizada de los conceptos de industrias culturales y creativas junto 
a las tipologías de sectores de actividad que las comprenden muestra una evolución 
clara desde las iniciales industrias culturales a las más extensas industrias creativas. 
Como hemos podido ver, los organismos internacionales han ido evolucionando 
el concepto inicial de las industrias culturales para ampliarlo y otorgarle un mayor 
papel en la generación de riqueza, a pesar de esto, no existe un concepto claro de 
industria creativa en cuanto a los sectores que la componen. Este hecho dificulta su 
evaluación y dimensionamiento. 
Respecto a los momentos clave de su evolución, es en la década de los 80 del 
siglo pasado cuando se produce el auge de las industrias culturales. Pero es el paso 
dado por el gobierno británico el que fija el camino a seguir por el resto de 
instituciones al ampliar el concepto de industrias creativas. A partir de aquí se han 
ido sucediendo distintos avances en las políticas culturales con la economía como 
eje. 
 
 
15 
La tendencia descrita que refleja un aumento paulatino de los sectores que se 
incluyen en estas industrias no es un mero avance cuantitativo sino que tiene 
consecuencias directas de carácter cualitativo como es la disolución, de facto, de 
las industrias culturales en las industrias creativas, perdiendo así uno de sus 
principales rasgos distintivos. 
La consolidación de este concepto como directriz para el diseño y aplicación de 
políticas por parte de las administraciones públicas está desembocando en una 
situación en la que la parte más economicista de la cultura eclipsa y deja de lado 
otros aspectos de la cultura como la cohesión social, los aspectos identitarios, de 
diversidad, etc. 
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