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1 Capítulo 1 De las industrias culturales a las industrias creativas: una visión crítica Antonio Castro-Higueras (Universidad de Málaga -España-) 1 Introducción En las últimas décadas han surgido una serie de conceptos relacionados con la visión económica de la creatividad y de la cultura. Se habla de industrias culturales, creativas, de los contenidos digitales, del entretenimiento, etc. En este artículo se abordarán estos conceptos, contextualizándolos en su marco político así como la delimitación de los subsectores que comprenden este sector de la economía desde los distintos enfoques existentes. Esta aproximación se realiza desde una perspectiva crítica. El principal objetivo del estudio es determinar los elementos clave que han favorecido la evolución del concepto de industrias culturales y su progresiva hibridación con el término industrias creativas así como los elementos económicos, políticos e ideológicos que subyacen en el cambio de paradigma. El método utilizado, basado en un análisis documental, pone el foco en el estudio de las delimitaciones del sector. Previo al análisis se presenta, a modo de introducción, el contexto histórico en el que se han desarrollado estas corrientes. El resultado obtenido tras la revisión confirma la tendencia economicista de las políticas culturales en cuanto a la generación de riqueza y su progresiva integración y disolución en el amplio campo de las industrias creativas. 2 2 Contexto histórico 2.1. Industrias culturales En el siglo XIX las ciencias sociales comienzan a estudiar el concepto de cultura, desde disciplinas como la antropología o la sociología. Tylor, antropólogo británico, definió la cultura como "aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad" (Tylor, según citado en Kahn, 1975) Posteriormente, y ya desde una perspectiva institucional, la UNESCO entiende que "la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias" (UNESCO, 1982a: 1). Las primeras referencias a una visión económica de la cultura parte de la Escuela de Franckfurt. Como bien es sabido, Horkheimer y Adorno (1988) señalan al liberalismo como cuna de la industria cultural. Para los autores, el término industria cultural representaba el sometimiento de la cultura a la lógica capitalista. A partir de los años 70, organismos internacionales como la UNESCO, entre otros, se interesan por las industrias culturales desde una visión menos crítica, evidenciando la potencialidad de la cultura como sector productivo. Gaethan Tremblay (2011), señala este tránsito del catastrofismo a un análisis económico en el cambio de industria cultural, en singular, a industrias culturales, en plural, donde se pasa de un proceso único a una pluralidad de sectores económicos. Según Justin Oconnor (2011), el hecho de que las industrias culturales aparecieran como algo positivo frente a la concepción de Adorno y Horkheimer, no se debió a la importancia económica de la cultura sino al surgimiento de una nueva clase de espacio político-cultural. En el informe Industrias Culturales: El futuro de la cultura en juego, (UNESCO, 1982b), se exponen las distintas visiones del momento: la defensa de la economía liberal en el campo de las industrias culturales de manos de Albert Bretón, la crítica marxista de Armand Mattelard y Jean-Marie Piemme, y la visión integradora de Augustin Girard que destaca las potencialidades de las industrias culturales no solo en el desarrollo económico sino también en la democracia cultural. Esta tercera vía es la que parece hacer suya la UNESCO. En las conclusiones del informe se 3 destaca que "no basta subrayar los aspectos negativos de las industrias culturales en relación con las actividades clásicas. Parece más importante y más realista analizar sus interacciones positivas“ (UNESCO, 1982a: 301) Este interés por las industrias culturales se convierte en un llamamiento a la clase política para que actúe en esa dirección. Este es el caso del propio Girard (UNESCO, 1982a) o la Greater London Council en el Reino Unido (Garnham, 1990) que reclaman y promueven la aplicación de políticas culturales a nivel supranacional, nacional, regional o local. 2.1.1. Definición de industria cultural En su introducción, el informe UNESCO citado anteriormente da una definición genérica de lo que se entendía por industria cultural “Se estima, en general, que existe una industria cultural cuando los bienes y servicios culturales se producen, reproducen, conservan y difunden según criterios industriales y comerciales, es decir, en serie y aplicando una estrategia de tipo económico, en vez de perseguir una finalidad de desarrollo cultural” (UNESCO, 1982b: 21). Este concepto de industrias culturales ha ido evolucionando y actualizándose con el tiempo. La propia UNESCO, una década más tarde, las define como aquellas industrias que “producen y distribuyen bienes o servicios que, en el momento en el que se están creando, se considera que tienen un atributo, uso o fin específico que incorpora o transmite expresiones culturales, con independencia del valor comercial que puedan tener" (UNESCO, 2013: 7). Es importante resaltar la frase final en esta definición en la que se descarta como condición u objetivo de esa mercantilización: el valor comercial que puedan tener. De esta manera se sugiere la importancia de otras dimensiones distintas del resto de sectores de la economía. Las industrias culturales no solo generan riqueza sino que contribuyen a la cohesión e integración social, transmite valores, promueve las identidades culturales de los distintos pueblos, preserva la diversidad cultural, etc. Esta definición influirá y servirá de base para la definición del Libro Verde de las Industrias Culturales y Creativas (Comisión Europea, 2010). La propia UNESCO, en 2007 vuelve a definir las industrias culturales como 4 “aquellas que producen productos creativos y artísticos tangibles o intangibles, y que tienen el potencial para crear riqueza y generar ingresos a través de la explotación de los activos culturales y de producción de bienes y servicios basados en el conocimiento” (UNESCO, 2007: 11). Esta definición ya incorpora el concepto de creatividad explícitamente “Lo que las industrias culturales tienen en común es que en todas ellas se usa la creatividad, el conocimiento cultural y la propiedad intelectual para producir productos y servicios con significado social y cultural” (UNESCO, 2007: 11) En la última definición se aprecia claramente el cambio de enfoque ya que incorpora términos como “productos creativos” además de referirse a la potencialidad de estas industrias para la creación de riqueza. Pero otras instituciones han abordado las industrias culturales y las han definido. Este es el caso de la Unión Europea que en su Libro Verde de las Industrias Culturales y Creativas define a las industrias culturales como “las que producen y distribuyen bienes o servicios que, en el momento en el que se están creando, se considera que tienen un atributo, uso o fin específico que incorpora o transmite expresiones culturales, con independencia del valor comercial que puedan tener." (Comisión Europea, 2010: 6) De las definiciones anteriores se desprende el cambio de enfoque en las aproximaciones al tema de estudio. Se pasa de un concepto de industria cultural como la cultura que se comercializa a un concepto más genérico como es el mercadode la cultura, entendida como los productos, bienes o servicios que contienen expresiones culturales. En los aspectos no mercantiles pero desde un punto de vista crítico, pone el foco Ramón Zallo cuando se refiere a su "función de reproducción ideológica y social" (Zallo, 1988: 26). Tremblay también define las industrias culturales enfatizando la "pérdida creciente del control de los trabajadores y de los artistas sobre el producto de su actividad" (Tremblay, 1990, según citado por Tremblay, 2011: 55) En este punto cabe preguntarse: ¿Cómo y por qué surgen las industrias creativas? En el siguiente apartado se analiza la evolución histórica del concepto y su progresiva hibridación con el término industrias culturales. 5 2.2. Industrias Creativas El reemplazo del término cultural por el creativo, reforzando el plano económico del sector cultural, se produce a partir de los cambios en las políticas culturales de algunos países anglosajones. Es en Australia donde a principios de la década de los 90 del siglo pasado aparece el concepto de “industrias creativas”. El gobierno laborista de Keating define por primera vez la política cultural australiana en un documento llamado Creative Nation: Commonwealth Cultural Policy, (Commonwealth Government, 1994). Este documento enfatiza la importancia de la cultura para la identidad nacional pero su principal aportación es la visión más amplia del sector refiriéndose a culture-related industries. Menciona el valor añadido de la cultura y su contribución a la innovación, al marketing y al diseño. Finalmente determina que el nivel de creatividad determinará la capacidad de adaptación a la nueva situación económica. En definitiva se trata de un documento en el que el enfoque de la cultura como sector económico es determinante. Ya en Europa, en el Reino Unido, el primer gobierno laborista de Blair crea la Creative Industry Task Force en 1997, dentro de el Departamento de Cultura, Medios y Deportes (DCMS) que será la encargada de publicar Creative Industries Mapping Document (DCMS, 1998). Nicholas Garham (2011) señala este momento como el punto de inflexión para la modificación del modelo europeo, refiriéndose al cambio de postura del partido laborista británico en las elecciones de 1997. Antes de su celebración, el partido laborista se refería a industrias culturales mientras que tras la victoria protagonizada por Toni Blair, se adoptó la expresión industrias creativas. Los objetivos principales del Creative Industries Mapping Document son los de definir, describir y cuantificar el sector creativo del Reino Unido, llegando a la sorprendente conclusión de que al menos un millón de empleos y un 4% del PIB del país procedía de este sector de la economía (DCMS, 1998). A nivel conceptual, en este documento se explicita el tránsito de cultural a lo creativo de las políticas culturales del gobierno británico, haciendo hincapié en las nuevas formas de producción, mediación y recepción de los servicios y bienes culturales en el marco de una sociedad de la información y el conocimiento. Ya en el plano europeo, Corredor y Bustamante (2012) señalan como momento clave para el desarrollo de las industrias creativas la publicación del informe The Economy of Culture in Europe. Este informe encargado por la Comisión Europea (2006) a KEA European Affairs supone la apuesta del sector cultural y creativo como motor de crecimiento e innovación enmarcada en la promoción de la sociedad del conocimiento, objetivo propuesto por el Consejo de Europa reunido en Lisboa en 2000. Previamente la UNCTAD (2004) ya señala el amplio alcance de las industrias creativas entre los distintos sectores económicos, incluyendo a las industrias culturales como un subconjunto dentro de las industrias creativas. 6 En algo más de dos décadas, el concepto de industrias creativas se ha ido complejizando con el resultado de numerosos enfoques con sus respectivas definiciones y delimitaciones de los sectores que se incluyen en ellas. Este rasgo conforma también una de las principales críticas que recibe el término industrias creativas. 2.2.1. Definición de industrias creativas Las definiciones son elementos importantes en el contexto de la investigación dado que forma parte del marco conceptual por lo que tendrán implicaciones en las posteriores teorías o en sus aplicaciones prácticas (Briones, 1996). Como hemos mencionado, uno de los principales problemas de las industrias creativas es el gran número y variedad de definiciones que nos aproximan al concepto, en su mayor parte procedentes de organismos públicos nacionales o internacionales en las que cada uno de ellos enfatizan unos aspectos en función de las políticas públicas que fomentan. Estas definiciones, como veremos en el punto referido a las visiones críticas de las industrias creativas, no son neutrales sino deliberadamente confusas como demuestran los estudios de autores como Susan Galloway (Galloway y Dunlop, 2006) o Schlesinger (2007). También autores críticos españoles como Ramón Zallo acusan al término industrias creativas de imprecisión, poca consistencia o instrumentalizables ideológicamente (Zallo, 2009). Lo que tienen de común las definiciones que se detallan a continuación es la convergencia conceptual y práctica del talento individual con las industrias culturales en el contexto de las tecnologías de la información y la comunicación en una nueva economía del conocimiento para el uso de los nuevos consumidores- ciudadanos-interactivos (Hartley, 2005). Pero adentrándonos en las definiciones más conocidas, una de las primeras surge en el Reino Unido, donde el Departamento de Cultura, Medios y Deporte describe a las industrias creativas como "industrias que tienen su origen en la creatividad, habilidad y talento individuales y que presentan un potencial para la creación de riquezas y empleo por medio de la generación y explotación de la propiedad intelectual." (DCMS, 1998: 3) Esta aproximación, de carácter económico, sitúa la creatividad como input central en el proceso de producción mientras que señala a la propiedad intelectual como una características de sus outputs. Para su definición, la UNCTAD se basa en la aplicación de la creatividad a cualquier actividad que genere productos simbólicos, siempre desde la perspectiva de la propiedad intelectual. "Son los ciclos de creación, producción y distribución 7 de bienes y servicios que tienen como base fundamental la creatividad y el capital intelectual". (UNCTAD, 2008: 4) Por su parte, la UNESCO define a las industrias creativas como "aquellos sectores de actividad organizada que tienen por objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial." (UNESCO, 2010: 17) El enfoque de la UNESCO, menos económico que el del Reino Unido, está más orientado a la cultura y pone el énfasis en los contenidos y en los diferentes procesos de la cadena de valor de los sectores que utilizan dichos contenidos. La Unión Europea, a través de su Libro Verde de las Industrias Culturales y Creativas, utiliza este mismo enfoque cultural al definir a las industrias creativas como "aquellas que utilizan la cultura como material y tienen una dimensión cultural, aunque su producción sea principalmente funcional." (Comisión Europea, 2010: 6) Desde la perspectiva de los derechos de autor, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) define las industrias del copyright como aquellas que "se dedican íntegramente a la creación, producción y fabricación, interpretación o ejecución, radiodifusión, comunicación y exhibición o distribución y venta de obras y otro material protegido por derechos de autor." (OMPI, 2003: 32). El enfoque económico de la OMPI tiene a los derechos de autor como principal características de losoutputs de las industrias creativas. KEA Europeans Affairs en su informe sobre la Economía de la Cultura en Europa (Comisión Europea, 2006), sitúa a las industrias creativas como complementarias a las culturales. Dentro del sector cultural distingue entre sectores no industriales e industriales. El sector creativo, en cambio, se refiere a cuando la cultura se convierte en un input creativo en la producción de bienes no culturales. 2.2.2. Visión crítica de las industrias creativas Como se puede observar en las definiciones anteriores, cada una de las instituciones pone el énfasis en algunos elementos. Por ejemplo, encontramos definiciones más liberales y economicistas como la que realiza la UNCTAD (2008) y la OMPI (2003) frente a otras más culturales como las propuestas por la UNESCO (2010) o la Comisión Europea (2006). 8 Estas visiones institucionales sobre las industrias creativas tienen una gran contestación entre los académicos e investigadores que denuncian una misión y visión económica e ideológica en el concepto con el fin de redirigir las políticas públicas. Es el caso de Philiph Schlesinger al señalar que tras la supuesta racionalidad de las políticas públicas sobre las industrias creativas subyace una visión meramente económica (Schlesinger, 2009a). Refiriéndose al caso concreto del Reino Unido, señala que la definición de la DCMS se apoya en dos características básicas: la creatividad individual y su capacidad de generar propiedad intelectual y en el aprovechamiento de esta para la creación de riqueza y empleo. Por tanto, se rompe con el concepto de industrias culturales. En sus palabras "la cultura es desplazada por la creatividad" (Schlesinger, 2009b: 83) En este nuevo marco, la cultura pasa por ser un sector económico más de la economía de mercado. "La cultura sale así, definitivamente, del ámbito de la ciudadanía para entrar en el de la sociedad de mercado" (Bustamante, 2011a: 130). Como señala Ramón Zallo, "El debate de fondo es si la cultura es un puro valor e instrumental; si el mercado es único regulador; si la diversidad y la igualdad cultural vendrán del libre funcionamiento de las economías, o de la consciencia colectiva sobre lo que está en juego; o si la innovación fagocita a la cultura" (Zallo, 2011b: 156). Esta mercantilización de la cultura es el principal foco de críticas pero las críticas más duras se dan en el plano ideológico. Es de consenso entre los autores críticos, el carácter neoliberal que subyace en las industrias creativas. En palabras de Enrique Bustamante, "Las grandilocuentes apelaciones a la nueva creatividad desvelan así sus connotaciones nada inocentes, los intereses, ideológicos, económicos y de poder que subyacen tras términos aparentemente transparentes y de sentido común" (Bustamante, 2011b: 15). Según Miller (2009), este neoliberalismo favorece la hegemonía del capital corporativo multinacional sobre la esfera cultural. Las industrias creativas también reciben críticas de tipo conceptual y metodológico como la de Gaëtan Tremblay que, desde un punto de vista semántico, rechaza la identificación del término creatividad con creación ya que el primero es una potencialidad mientras que el segundo es un proceso (Tremblay, 2011). Según el autor, se confunde entre virtualidad y realidad. En la misma línea, Zallo (2011a) defiende que una aptitud como la creatividad no es válida como fundamento de una disciplina científica ya que no es objetivable. A nivel 9 pragmático, John Hartley (2005) resalta la dificultad de incluir las industrias creativas dentro del sector primario, secundario o terciario ya que, en su opinión, la creatividad se encuentra en la mayoría de ellos, se trata de un input y no un output o resultados de cualquier industria. Pero los autores críticos no limitan sus análisis a las industrias creativas sino que se extienden a otras "modas" (Bustamante, 2011b y 2009 , Zallo, 2011a y Garnham, 2000) como industrias del entrenamiento, industrias del copyright, industrias del ocio, etc. que se hibridan a partir de la cultura y el conocimiento. Enrique Bustamante señala el origen en los estudios de consultoría económica en expresiones como industrias del entretenimiento, del ocio o del copyright (Bustamante, 2011b)… El autor también critica el término industrias de contenidos digitales que pone el énfasis en el soporte cuyos promotores son principalmente empresas de industria electrónica y operadoras de telecomunicaciones. En definitiva, se trata de una amalgama de términos, tipologías, sectores, actividades, etc. sin ninguna validad científica en la que "los términos nunca son inocentes ni neutrales" (Bustamante, 2011b: 128) 3 Delimitación de las industrias culturales y creativas De la misma forma que no existe una definición única de industrias culturales y creativas, tampoco existe un consenso en los sectores que las componen. A esta dificultad para conceptualizar el término en cuanto a las actividades, sectores y actores que lo integran, se le suma la diversidad de enfoques estadísticos que pretenden evaluar la situación de las industrias culturales y creativas en los distintos ámbitos con el fin de realizar un diagnóstico certero para su posterior aplicación al diseño de las políticas públicas. En este apartado de la investigación abordaremos las distintas delimitaciones de las industrias culturales y creativas para confirmar que los modelos más economicistas incluyen tipologías más extensas, diluyéndose aún más las industrias culturales en los sectores creativos. 3.1. Sectores que componen las industrias culturales Retrotrayéndonos en el tiempo, la primera clasificación de los sectores que integran las industrias culturales surge del documento de la UNESCO de 1982 donde Augustin Girard delimita el campo de las industrias culturales en (1) libros, (2) diarios y revistas, (3) discos, (4) radio, (5) televisión, (6) cine, (7) nuevos productos y servicios audiovisuales, (8) fotografía, (9) reproducciones de arte y (10) publicidad. (UNESCO, 1982b) 10 Esta clasificación se formaliza en el Marco para las Estadísticas Culturales (UNESCO, 1986) que distingue entre 10 categorías culturales: (0) patrimonio cultural, (1) prensa y literatura, (2) música, (3) artes escénicas, (4) artes pictóricas y plásticas, (5) cine y fotografía, (6) radio y televisión, (7) actividades socioculturales (8) deportes y juegos, y (9) naturaleza y medio ambiente. La novedad radica en la introducción de las funciones como elementos diferenciados en el proceso cultural. En este documento se incluyen 5 funciones: (1) creación/producción, (2) transmisión/diseminación, (3) recepción/consumo, (4) preservación y registro y (5) participación. La propia UNESCO, en 2009, actualiza la delimitación basándose en un modelo jerárquico que distingue entre dominios culturales y dominios relacionados: (1) patrimonio cultural y natural, (2) presentaciones artísticas y celebraciones, (3) artes visuales y artesanías, (4) libros y prensa, (5) medios audiovisuales e interactivos y (6) diseño y servicios creativos; siendo (7) el patrimonio cultural inmaterial un dominio transversal. (UNESCO, 2009). En el caso de la Unión Europea, se han desarrollado, a través de Eurostat, programas destinados a definir, delimitar y evaluar estadísticamente, de forma armonizada, la cultura en Europa. En 1997-2004 se crea LEG-Culture (Leadership Group on Culture) (Eurostat, 2000) y en 2009-2011 el programa ESSnet o European Statistical System Network (Eurostat, 2012). LEG Culture se basó en el marco de la Unesco de 1986 para delimitar 8 dominios culturales: (1) patrimonio cultural, (2) archivos, (3) bibliotecas, (4) editorial y prensa, (5) artes visuales, (6) arquitectura, (7) artes escénicas y (8) audiovisual y multimedia; y 6 funciones: (1) preservación, (2) creación, (3) producción, (4) diseminación, (5) comercio/ventas y (6) educación.La ESSnet amplia su visión distinguiendo entre 10 dominios y 6 funciones, incluyendo los dominios de publicidad y artesanías, y las funciones de gestión/regulación. Como se puede observar, la tendencia de las instituciones supranacionales en el campo de las industrias culturales tienden a ampliar el número de sectores que la componen, acercándose al concepto de industrias creativas. 3.2. Sectores que comprenden las industrias creativas La primera delimitación de los sectores incluidos en las industrias creativas la realizó el DCMS en el Reino Unido. A partir de esta primera clasificación, numerosas tipologías han surgido en el ámbito académico pero sobre todo en el institucional. La Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) recoge y agrupa estas clasificaciones en varios modelos de industrias creativas (UNCTAD, 2008, p.36; 2013, p.22) 1. Modelo del Reino Unido. El DCMS fue el primero, desde su enfoque económico, en definir el sector, incluyendo a la publicidad, 11 arquitectura, artes y antigüedades, artesanías, diseño, moda, cine y video, software de entretenimiento interactivo, música, artes escénicas, editorial, software y videojuegos, televisión y radio. (DCMS, 2001). Estas actividades incluyen los procesos de creación, producción, distribución, diseminación, promoción y actividades relacionadas con la educación y la prensa. Por tanto, no solo se amplían las actividades de las industrias culturales sino también los procesos. 2. Modelo de textos simbólicos: Este modelo se basa en los estudios del sociólogo Hesmondhalgh (2002) que, desde la perspectiva semiótica, señala las industrias culturales como productoras de significados sociales en forma de textos y símbolos. El autor distingue entre actividades primarias: televisión, radio, cine, prensa, editorial y música, cuyo propósito es comunicar con la audiencia a través de la creación de textos; y actividades periféricas: teatro, artesanía, pintura y escultura, las cuales no utilizan métodos industriales. La UNCTAD distingue tres dominios en este modelo de textos simbólicos: a. Industrias culturales centrales: publicidad, cine, internet, música, editorial, televisión y radio, videojuegos b. Industrias culturales periféricas: artes creativas c. Frontera de las industrias culturales: electrónica de consumo, moda, software y deporte 3. Modelo de los círculos concéntricos: Propuesto por Throsby (2008), distingue entre (1) artes creativas: literatura, música, artes escénicas y artes visuales; (2) otras industrias culturales centrales: cine, museos y bibliotecas; (3) industrias culturales ampliadas: patrimonio, editorial, software, televisión y radio, videojuegos; e (4) industrias relacionadas: publicidad, arquitectura, diseño y moda. Las ideas creativas se originan en el núcleo de las artes creativas. A medida que se separan del centro se hacen más difusas y aumenta su capacidad industrial. Este modelo ha sido tomado por la Comisión Europea a través del Informe KEA (Comisión Europea, 2006) y también por The Work Foundation (2007) británica. 4. Modelo de copyright de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual: Este modelo está basado en las industrias que participan directamente o indirectamente en la creación, fabricación, producción y distribución de bienes sujetos a derechos de autor. (OMPI, 2003) Distingue entre (1) núcleo de industrias: publicidad, cine y vídeo, música, artes escénicas, editorial, software, televisión y radio , visual y arte gráfico; (2) industrias de material de 12 electrónica, instrumentos, papel, fotocopiadores; e (3) industrias parciales: arquitectura, ropa, calzado, diseño, moda, enseres domésticos, juguetes. 5. Modelo de la UNESCO: Distingue entre (1) industrias en dominios culturales centrales: museos, galerías y bibliotecas, artes escénicas, festivales, artes visuales y artesanía, diseño, editorial, televisión y radio, cine y vídeo, fotografía, medios interactivos; y (2) industrias en dominios culturales expandidos: instrumentos de música, equipos de sonido, arquitectura, publicidad, equipos de impresión, software, hardware audiovisual (UNESCO, 2012) 6. Modelo de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD). El enfoque de la UNCTAD se construye a partir de "la ampliación del concepto de creatividad basadas en actividades con un fuerte componente artístico, a cualquier actividad económica que produzca productos simbólicos, con una gran dependencia en la propiedad intelectual ampliando el mercado a su máxima expresión" (UNCTAD, 2004, p.4) Esta institución distingue entre actividades tradicionales y actividades de ejecución, más cercanas al mercado. La clasificación propuesta está dividida en cuatro grandes grupos: (1) patrimonio cultural, (2) artes, (3) medios de comunicación y (4) creaciones funcionales, que a su vez se dividen en nueve grupos. 3.3. Otras tipologías Como hemos visto anteriormente, existen conceptos relacionados con las industrias culturales y creativas como son las industrias del entretenimiento, del copyright, de los contenidos digitales, etc. Cada uno de ellos tiene su tipología de sectores que ponen el foco en su objeto de estudio. Entre estas tipologías cabe destacar, por su perspectiva basada en el usuario, la Culture and Experience Economy. Desde este enfoque de la economía de la cultura y la experiencia "basada en la creciente demanda de experiencias construidas sobre el valor añadido que la creatividad genera" (Danish Ministry of Culture, 2003: 8), el ministerio de cultura danés incluye en el sector a la moda, artes visuales, música, libros, teatro, radio y televisión, prensa, arquitectura, diseño, cine y vídeo, publicidad, edutainment, producción de contenidos, eventos, instituciones culturales, turismo, juguetes y atracciones e industrias deportivas. Estas y otras propuestas son interesantes pero exceden el ámbito del presente texto aunque no dejan de requerir un estudio exhaustivo referido a su relación con las industrias culturales y creativas. 13 3.4. Aproximaciones nacionales Aunque las definiciones de instituciones supranacionales son la referencia en cuanto a la delimitación de las industrias culturales y creativas, en la práctica cada nación hace su propia adaptación del concepto a sus políticas públicas. Entre los enfoques nacionales más representativos cabe destacar los siguientes: • Enfoque británico: Desde una perspectiva económica, sitúa a la creatividad en el centro del proceso de producción. Este enfoque propuesto por la DCMS ha sido ampliamente abordado en epígrafes anteriores. • Enfoque francés: Desde la perspectiva de las industrias culturales el Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia (DEPS, 2006) hace una tipología más restringida de los dominios o actividades culturales. El caso francés es significativo por la escasa introducción del concepto de industrias creativas en sus políticas públicas, discusión prácticamente inexistente en el ámbito académico y profesional. (Bouquillion, Miege y Moeglin, 2011). • Enfoque nórdico de la economía de la cultura y de la experiencia. Pone el foco en el usuario y su acceso a los productos culturales. • Enfoque de las industrias del copyright. Señalan la protección del derecho de autor como fuente de crecimiento económico. En el caso español, el Ministerio de Cultura con su Cuenta Satélite de la Cultura (Ministerio de Cultura, 2011), adapta, con sensibles modificaciones, la clasificación LEG-culture de la UE quedando el siguiente sistema de dimensiones o sectores del ámbito cultural: • Patrimonio: Monumentos históricos, museos, sitios arqueológicos y otros. • Archivos y bibliotecas • Libros y prensa • Artes plásticas: Pintura, escultura, fotografía, arquitectura y otros. • Artes escénicas: teatro, ópera, zarzuela, danza, conciertos, multidisciplinar y otros. • Audiovisual ymultimedia: cine y vídeo, música grabada, radio y televisión, y otros. El ministerio distingue las fases o funciones: • Creación • Producción • Fabricación • Difusión y distribución • Promoción y regulación • Actividades educativas • Actividades auxiliares 14 A nivel autonómico, como ejemplo, la Consejería de Educación, Cultura y Deporte a través de la Cuenta Satélite de la Cultura en Andalucía (Consejería de Cultura, 2010; 2014), establece las siguientes dimensiones: • Patrimonio cultural, archivos y bibliotecas • Libros y prensa • Artes visuales • Artesanía • Artes escénicas • Audiovisual y multimedia • Arquitectura • Publicidad • Educación Esta clasificación de las actividades culturales toma como referencia la propuesta del ESSnet aunque introduce la dimensión Educación y obvia las funciones o fases del proceso. Como se puede observar, el hecho de que coexistan en un mismo espacio tres delimitaciones distintas (ESSnet, Cuenta Satélite de la Cultura en España y Cuenta Satélite de la Cultura en Andalucía) muestra la dificultad para describir, de forma homologada, los sectores incluidos en las industrias culturales y creativas. Este hecho se refleja en la disparidad de cifras y datos relativos al sector según sea la referencia aplicada. Esto hace más complejo el conocimiento real del sector y, sobre todo, la coordinación de políticas públicas en este campo. 4 Conclusión La revisión realizada de los conceptos de industrias culturales y creativas junto a las tipologías de sectores de actividad que las comprenden muestra una evolución clara desde las iniciales industrias culturales a las más extensas industrias creativas. Como hemos podido ver, los organismos internacionales han ido evolucionando el concepto inicial de las industrias culturales para ampliarlo y otorgarle un mayor papel en la generación de riqueza, a pesar de esto, no existe un concepto claro de industria creativa en cuanto a los sectores que la componen. Este hecho dificulta su evaluación y dimensionamiento. Respecto a los momentos clave de su evolución, es en la década de los 80 del siglo pasado cuando se produce el auge de las industrias culturales. Pero es el paso dado por el gobierno británico el que fija el camino a seguir por el resto de instituciones al ampliar el concepto de industrias creativas. A partir de aquí se han ido sucediendo distintos avances en las políticas culturales con la economía como eje. 15 La tendencia descrita que refleja un aumento paulatino de los sectores que se incluyen en estas industrias no es un mero avance cuantitativo sino que tiene consecuencias directas de carácter cualitativo como es la disolución, de facto, de las industrias culturales en las industrias creativas, perdiendo así uno de sus principales rasgos distintivos. La consolidación de este concepto como directriz para el diseño y aplicación de políticas por parte de las administraciones públicas está desembocando en una situación en la que la parte más economicista de la cultura eclipsa y deja de lado otros aspectos de la cultura como la cohesión social, los aspectos identitarios, de diversidad, etc. 5 Bibliografía Bouquillion, P, Miège, B, Moeglin, P. La situación de la industria creativa. Un debate significativo en Francia. 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