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Un orificio aórtico situado en su porción posterosuperior derecha y rodeado por un anillo fibroso al que se unen las tres válvulas —derecha, posterior e izquierda— de la valva aórtica; la aorta ascendente tiene su origen en el orificio aórtico. La valva atrioventricular izquierda (mitral) tiene dos cúspides, anterior y posterior. La valva atrioventricular izquierda se localiza posterior al esternón al nivel del 4.º cartílago costal. Cada una de estas cúspides recibe cuerdas tendinosas de más de un músculo papilar. Estos músculos y sus cuerdas sostienen la valva, permitiendo que las cúspides resistan la presión desarrollada durante las contracciones (bombeo) del ventrículo izquierdo (figs. 4-56 C y 4-58 A). Las cuerdas tendinosas se tensan, justo antes de la sístole y durante esta, impidiendo que las cúspides sean empujadas hacia el interior del atrio izquierdo. A medida que atraviesa el ventrículo izquierdo, el torrente sanguíneo experimenta dos giros en ángulo recto, cuyo resultado conjunto es un cambio de dirección de 180º. Esta inversión del flujo tiene lugar alrededor de la cúspide anterior de la valva atrioventricular izquierda (fig. 4-58 B). La valva aórtica semilunar, entre el ventrículo izquierdo y la aorta ascendente, está situada oblicuamente (v. fig. 4-56). Se localiza posterior al lado izquierdo del esternón al nivel del 3.er espacio intercostal. VALVAS SEMILUNARES Cada una de las tres válvulas semilunares de la valva pulmonar (anterior, derecha e izquierda), al igual que las válvulas semilunares de la valva aórtica (posterior, derecha e izquierda), es cóncava cuando se ve superiormente (figs. 4-56 B y 4-58 A). (V. cuadro clínico «Bases para la denominación de las válvulas de las valvas aórtica y pulmonar».) Las válvulas semilunares no tienen cuerdas tendinosas que las sostengan. Su área es más pequeña que la de las cúspides de las valvas AV, y la fuerza ejercida sobre ellas es menos de la mitad que la ejercida sobre las cúspides de las valvas atrioventriculares derecha e izquierda. Las válvulas se proyectan en la arteria, pero son presionadas hacia (y no contra) sus paredes a medida que la sangre sale del ventrículo (figs. 4-56 C y 4-59 B). Tras la relajación del ventrículo (diástole), la retracción elástica de la pared del tronco pulmonar o de la aorta hace retroceder la sangre hacia el corazón. Sin embargo, las válvulas se cierran bruscamente, como un paraguas plegado por el viento, y así atrapan el flujo sanguíneo revertido (figs. 4-56 B y 4-59 C). Se juntan para cerrar por completo el orificio, apoyándose una en la otra a medida que sus bordes se encuentran y evitando así que una cantidad importante de sangre retorne al ventrículo. 697 https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org booksmedicos.org Push Button0:
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