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GINECOLOGIA (6)

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1330 Atlas de cirugía ginecológica
SECCIÓ
N
 6
POSOPERATORIO
Las complicaciones posoperatorias tempra-
nas más frecuentes son similares a las de 
otras intervenciones quirúrgicas abdomina-
les mayores e incluyen fi ebre, íleo paralítico, 
dehiscencia de la herida y anemia que requiere 
transfusión. Rara vez surgen complicaciones 
graves, como una obstrucción y una fístula 
intestinales (Gillette-Cloven, 2001). A largo 
plazo muchas pacientes tendrán un mal resul-
tado funcional, que incluye incontinencia fecal 
o estreñimiento crónico (Rasmussen, 2003).
La anastomosis rectal baja tiene tasas de 
dehiscencia mucho mayores que las anasto-
mosis de colon intraperitoneales. La fuga fecal 
causa fi ebre, leucocitosis, dolor abdominal 
inferior e íleo. Cualquier conjunto sospechoso 
de estos signos y síntomas obliga a obtener una 
tomografía computarizada (CT) del abdomen 
y la pelvis con medio de contraste oral. Cuando 
existe una fuga, ésta puede manifestarse por un 
absceso pélvico; a veces se demuestra la extra-
vasación del contraste hacia la acumulación 
de líquido. En ocasiones, esta complicación 
puede corregirse con drenaje percutáneo del 
absceso, reposo intestinal y antibióticos de 
amplio espectro. De lo contrario, quizá sea 
necesaria una ileostomía o colostomía de asa 
para derivación temporal (Mourton, 2005). 
Los factores de riesgo para la fuga posquirúr-
gica incluyen radiación pélvica previa, diabe-
tes mellitus, albúmina sérica preoperatoria 
baja, procedimiento quirúrgico prolongado 
y anastomosis bajas (≤6 cm desde el borde 
anal) (Matthiessen, 2004; Mirhashemi, 2000; 
Richardson, 2006).
fuga, la parte distal del recto debe dividirse de 
nuevo y se elabora otra vez la anastomosis. En 
algunas situaciones, puede intentarse reforzar 
las suturas separadas para cerrar la fuga de 
aire, pero esto es más arriesgado. También es 
posible considerar la colostomía de derivación 
si no puede corregirse el problema de otra 
manera.
⓮ Pasos finales. Todos los sitios de 
pedículos deben revisarse para confi rmar la 
hemostasia; la pelvis se irriga. No siempre es 
necesaria la aspiración nasogástrica. Además, el 
drenaje profi láctico con aspiración de la pelvis 
no mejora el resultado ni infl uye en la grave-
dad de las complicaciones (Merad, 1999).
sar la integridad de la anastomosis por inser-
ción suave de un proctoscopio o una sonda 
de hule rojo a través del ano, pero distal a la 
anastomosis e insufl ación de aire en el intes-
tino. El cirujano de abdomen debe palpar 
con suavidad el sigmoides para cerciorarse de 
que está entrando aire en ubicación proximal 
al sitio de anastomosis. No deben observarse 
burbujas cuando la anastomosis es hermé-
tica (fig. 44-23.5). La aparición de burbujas 
sugiere una pérdida, pero debe revisarse de 
forma doble en cuanto a su autenticidad. En 
ocasiones, el aire se bombea de manera errónea 
a la vagina en lugar de hacerlo hacia el recto 
por la colocación incorrecta del catéter de 
hule rojo. Si hay sospechas válidas de alguna 
FIGURA 44-23.5 Prueba de la anastomosis.
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