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Il. Inventario en el opúsculo titulado «L'art Catalán a París». III. Listas de las aduanas española y fran cesa. IV. Inventario establecido por la Dirección de Museos Nacionales de Francia. Este inventario último lo firmó M. Veme Director de dicho servicio. La copia del mis mo fue entregada por el Director al Sr. Jefe Nacional de Bellas Artes el día 8 de marzo de 1939. Otra copia, obra en los Archivos de la Dirección de Museos Nacionales de Fran cia sito en el Museo del Louvre de París. Los documentos de Aduanas y las listas de objetos establecidas por las mismas Qunto con una copia del inventario de Maison Laf fitte, publicado en el opúsculo «L' Art Cata lan a París») fue entregado así mismo al Jefe Nacional de Bellas Artes, el día 8 de marzo de 1939. Proseguidas las gestiones para llevar a la práctica el plan de refugio en Francia de to das las obras de arte salvadas de la revolu ción roja en Cataluña, en septiembre de 1937, el Director de Barcelona, había recibi do oficiosamente, oferta de las autoridades de Bellas Artes, de Francia, de la posibili dad de disponer del Castillo de Salsas, cerca de la frontera del Perthus, para depositar, en el primer momento, las obras que se fue ron trayendo de Olot, o de otros depósitos. Este Castillo, vecino de Perpignan, ofrecía admirables condiciones para el caso. El «Service de Monuments Historiques» de Francia, al cual pertenece, hubiera accedido gustoso a tal utilización. Estaba prevista la custodia del mismo, por fuerzas de gendar mería de la Comandancia de Perpignan. Si tuado en Olot, el núcleo principal y casi úni co de obras a trasladar, los portes se hacían económicos, dada la distancia relativamente corta de Olot a la frontera y de la frontera al depósito de Salsas proyectado. Las garantías que se ofrecían no podían ser otras que las mismas que se habían logrado para los materiales expuestos en Maison Laffitte, eso es: un recibo de la Dirección de Milagros Guardia Museos Nacionales de Francia, al pie del in ventario de las obras entradas. Apurar más las cosas, tratar de establecer tratos o con tratos con poderes determinados, era con traproducente. En este estado las cosas, el Director de Bar celona creyó llegado el momento de plan tear la cuestión, empezando por comunicar su proyecto al Presidente del Comité de la exposición catalana en París, que lo aprobó y lo apoyó en todo momento. Vista esta actitud y de acuerdo con él, lo ex puso al Comisario de Museos, en visita que éste hizo a Maison-Laffitte. El Comisario pero, se opuso resueltamente al proyecto, y por una serie de razones de distinto carácter, siendo la principal de ellas, la de que «por pertenecer gran parte de las obras en cues tión, a particulares, muchos de los cuales se hallaban refugiados en el extranjero, éstas al llegar a Francia, podían ser reivindicadas por ellos, y ya en posesión de ellas, vender las, cosa que equivaldría a su pérdida para España». Con este criterio fue informado, por el Co misario, el Consejero de Cultura. Comenta do el proyecto (al ser conocido entre algunos elementos de Barcelona), la campaña contra el Director del Museo subió de punto, insis tiéndose cerca de dicha autoridad para que ordenara la vuelta a Barcelona de dicho fun cionario, la gestión del cual se juzgaba por algunos, «peligrosa». Llegó el mes de octubre (1937) y con él, la fecha señalada para la clausura oficial de la Exposición de Artes y Técnicas de París, que llevaba consigo la terminación del plazo señalado a la de arte catalán de Maison-Laf fitte. Prorrogada otro mes, pero, la exposi ción de París, incierta su reapertura en la primavera de 1938, sin decisión el Consejero de la Generalidad, las cosas se sostuvieron hasta el mes de noviembre, en el mismo es tado. En esta fecha (noviembre de 1937) el Conse jero de Cultura estuvo en Maison-Laffitte y el Director del Museo de Barcelona, le expuso la realidad de la situación. con su proyecto y 316 la necesidad de llevarlo a la práctica. Declaró el Director, que sólo podía responder de la conservación de los objetos, si estos eran trasladados a Francia y que de no hacerse así, pesaría sobre el propio Consejero, ante el porvenir, la responsabiliad de los daños que se produjeran. Que en cuanto a las obras que se hallaban expuestas en Maison-Laffitte, de ninguna manera aceptaría la responsabilidad de llevarlas a Barcelona, y que si esto se ha cía, se reservaba el derecho en Francia, de protestar públicamente exponiendo las razo nes que le inducían a tal posición. Para comprender la presión que el Director de Barcelona podía ejercer sobre los ele mentos responsables de la Generalidad, de be tenerse en cuenta el prestigio público que a ese funcionario había dado su gestión al frente del Museo de Barcelona. Ingresado por concurso al servicio del mis mo, en 1912, a su actividad se debía la for mación de las grandes colecciones de arte de Barcelona. Perseguidas pieza a pieza por los más apartados rincones de las iglesias del Pi rineo catalán, retablos góticos y pinturas murales románicas, afluían a los locales an tes vacíos del Museo Barcelonés, hasta lle gar a convertir éste en un exponente magní fico de la historia del arte medieval en Cataluña. Además, su conducta durante la revolución roja en Barcelona, al frente del personal de su Museo, era de todo el mundo conocida y los coleccionistas privados que vieron sus co lecciones salvadas y los elementos eclesiásti cos, que a sus esfuerzos debieron la conser vación de obras de arte insustituibles, constituían el centro de la opinión del país, un testimonio que daba al Director una au toridad moral considerable en todo lo que a la buena conservación de tales obras de arte se refería. Por ellas trabajó denodadamente con peligro de su propia vida, para poderse mantener en el puesto, que un deber moral le señalaba en aquel momento. Además, su actuación como creador del Mu seo de Barcelona era conocida en los centros museográficos de Europa. Miembro de algu nas academias internacionales como la So-
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