Logo Studenta

Teologismos_ Una perspectiva diferente (Spanish Edition)

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Teologismos:
Una perspectiva diferente
 
 
 
 
Teologismos:
Una perspectiva diferente
 
 
 
 
Juan Manuel Quero Moreno
AUTOR DEL LIBRO
Juan Manuel Quero Moreno nació en la bella
ciudad de Granada, en España. Comparte que tuvo una experiencia de
verdadera conversión cristiana cuando tenía 18 años.
Doctor «cum laude» en Historia, por la Universidad Complutense de
Madrid, España. Licenciado en Geografía e Historia por la UNED, y
Graduado en Teología por el Seminario Teológico Bautista Español. Ha
estado ejerciendo como pastor bautista en diferentes iglesias por más de 25
años; así mismo es profesor de Historia y de Teología. Ha ejercido durante
muchos años, en cargos directivos de la Unión Evangélica Bautista de España
(UEBE), y colaborado en diferentes comisiones y ministerios de la
Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE).
Profesor de diferentes materias teológicas desde hace unos 25 años.
Ha impartido las asignaturas de «Historia del Cristianismo», «Historia
Bíblica», «Teología del Antiguo Testamento», «Hermenéutica Bíblica»,
«Teología Sistemática», «Ministerio Pastoral», «Homilética y Oratoria».
 
 
 
Índice
 
 
INTRODUCCIÓN 11
1. Sociedad: su complejidad en las relaciones 15
2. Consejería y aliento para almas heridas 63
3. Una moral que revela la necesidad de
una ética diferente 75
4. Historia como ilustraciones del presente 97
5. Teología como un encuentro en
la Palabra de Dios 137
6. Pedagogía o intentos de educar 275
REFLEXIÓN FINAL 315
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN
Me encontraba en Facebook la viñeta que utilizo en esta introducción
para explicar el propósito general de este libro. Es frecuente emitir algunos
juicios, e incluso llegar a algunos criterios y convicciones partiendo de
perspectivas muy parciales, y que no tienen en cuenta otros ángulos de
análisis y de visión. En la viñeta a la que hago referencia aquí, nos
encontramos con una discusión, que incluso puede convertirse en un
enfrentamiento acalorado, porque cada uno tiene una perspectiva desde su
situación. Esto se resuelve cuando somos capaces de ver el asunto desde otros
puntos. Ni siquiera es suficiente ponerse en lugar del otro. Hay que hacer
más. Como seres racionales y reflexivos, hemos de llegar a conclusiones que
comprendan todas las posibilidades. Mi propósito en estas páginas es este,
intentar que el lector vea que hay otras lecturas de las cosas, una perspectiva
mucho más amplia.
Desde un ángulo muy abierto, intento ver las cosas con diferentes
lupas. Una de ellas, –para mí, muy importante– es la Biblia, que entiendo
encierra principios, donde no solamente se han inspirado los cristianos. El
Evangelio ha sido a lo largo de la Historia, una fuente de recursos que ha
ayudado a todo aquel que ha buscado miras más completas. Esta premisa se
mantiene sin que esto suponga un prejuicio, sino una perspectiva, que
teniendo en cuenta otros puntos de mira, nos pueda llevar a situarnos en una
buena posición de comprensión de los acontecimientos.
Por lo comentado anteriormente, la primera parte del título de este libro
es «teologismos». Utilizo este nombre, ‒que si bien, en filosofía puede tener
matices diferentes‒, aquí conlleva la idea de análisis bajo el planteamiento de
cómo actuaría Dios, ‒el de la Biblia‒, en las diferentes disyuntivas con las
que nos apela la vida, en sus diferentes vertientes cotidianas, pero también en
las más estructuradas de la sociedad; es decir, en la misma política, en la
religión, en la educación, etc.
Mi experiencia como profesor en materias teológicas, me lleva con
cierta facilidad a vislumbrar con disfrute, la manera en la que se constatan, en
diferentes modelos de comportamiento, las distintas creencias que el hombre
tiene. Esto conlleva también una mirada antropológica, que no hay que
desdeñar.
Por otro lado, mi profesión como pastor evangélico o protestante
durante muchos años, me ha mantenido muy cerca de problemáticas de todo
tipo. Esto significa tratar a personas muy distintas, con culturas diferentes, y
percepciones y formas de asumir los problemas de manera muy distinta.
Vivir junto a otros, significa acompañar en el dolor de la enfermedad, la
tragedia o la muerte, por un lado; pero, también, estar al lado de muchas
personas en la felicidad de tener un hijo, unirse en matrimonio, o celebrar su
fe y otros acontecimientos. Todo ello, me ha dado la facilidad para poder
proyectar reflexiones desde una perspectiva distinta a lo que suele ser la
percepción tan monolítica con la que a veces nos acercamos a los sucesos.
Las reflexiones que se hacen en las siguientes páginas, tratan sucesos
ocurridos en diferentes momentos históricos, pero, sobre todo en estos
tiempos recientes. Se hacen de forma muy breve, con el propósito,
simplemente, de abrir otros caminos de análisis, en los que el lector puede
considerar otras posibilidades.
Este libro se escribe en el sur de Europa, en España. Este es un lugar de
encuentro para culturas; un lugar estratégico también en lo que se refiere al
intercambio e influencias de las naciones. Las huellas de muchos pueblos,
que desde la antigüedad forjaron la cultura de este país, contrastan con la
realidad de una situación actual, que es muy cosmopolita, donde convive una
población bastante plural. Todo esto hace más factible una visión, que no
quede limitada geográficamente, pues los planteamientos son totalmente
traspolables a cualquier otro lugar. En realidad, los pueblos más pequeños,
así como las sociedades más cosmopolitas y sofisticadas tienen una serie de
elementos comunes, que forman parte de la vida y del ser humano.
Cada tema comentado aquí, está encabezado por una imagen.
Vivimos en el tiempo de la imagen. Los sucesos, quedan registrados en
imágenes. Las nuevas generaciones leen de forma muy gráfica, yendo más
allá de las palabras constitutivas de una lingüística. Estas son ya, más que una
ilustración que potencia lo que se escribe. En realidad, creo que las imágenes
no solamente ilustran, sino que también constituyen un tipo de «lenguaje»,
que se suma a lo que contamos, y se fija en nuestra retina, y memoria.
 
 
 
 
 
1. Sociedad:
su complejidad en las relaciones
Amigos o Amiguismo: una opción lícita para
muchos
Los buenos
principios para tener una vida más saludable en nuestras relaciones afectivas,
están revestidos hoy de una nubilosa muy espesa. Se relativizan los valores
más importantes, para dar cabida a los intereses más individuales, que
terminan desdibujando lo más básico de nuestra razón de ser.
La Biblia, la cual comprende de forma muy clara, el conjunto de
principios más básicos e importantes de nuestra existencia, puede ordenar de
nuevo, el caos que universalmente vuelve a producirse. 
Ahora bien, el problema es que la hermenéutica que se hace de la
Biblia, bien en la interpretación de su mensaje, así como en su aplicación más
práctica, también se ha mediatizado por los intereses personales, y a veces
incluso colectivos, de alguna entidad. Cada uno quiere hacer decir a La Biblia
lo que cree más adecuado para su programa. Y se hace lo contrario a lo que
las Escrituras manifiestan para hacer una buena exégesis de esos principios:
«ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada» (2ª Pedro
1:20).
Uno de los principios sociales, que quizás tenga menos entidad, en los
estudios sociológicos, y tratados éticos y antropológicos es la amistad. Sin
embargo, esto está presente constantemente en todo, y define un alineamiento
de vida satisfactoria, así como podría ser lo contrario, un sentido alienado de
las relaciones.
Actualmente se puede usar de forma coloquial el adjetivo «amigo»,
por lo que su significado puede partir desde un nivel muy superfluo hasta
algo mucho más profundo. Pero esta gradación, nos puede llevar a perder el
significado de lo que realmente es tener una amistad verdadera. El significado
de amistad, desde su etimología hasta el uso actual, conlleva la idea de afecto
por elotro. Nos habla de un amor fraterno. El libro de Proverbios, nos
presenta de forma muy interesante, lo que es y lo que no es la amistad. «En
todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia»
(Proverbios 17:17). Pero también se nos recuerda que las riquezas traen
muchos amigos (19:4). En esta última observación, se nos va introduciendo
lo que es el amiguismo. Uno se acerca al otro por intereses egoístas,
rompiendo la pureza de la amistad. Por ende, esto lleva a un intercambio de
intereses; «yo te favorezco, pero me debes una». El amiguismo es favorecer a
aquellos «amigos», frente a terceros más cualificados para recibir este favor.
Por extensión, esto nos podría llevar simplemente al tráfico de influencias,
que tanto se denuncia en política, empresas, e incluso en el ámbito religioso.
Quizás de aquí venga el dicho «hay que tener amigos hasta en el infierno»
Este tipo de amiguismo se ha dado frecuentemente a lo largo de la
historia de la humanidad. Tanto ha sido así, que cuando de forma más
específica se ha dado entre familiares, ha llegado incluso a adquirir un
nombre concreto, «nepotismo». 
En nuestros
días es necesario que enfaticemos el principio de amistad verdadera. Esa que
se da no solamente cuando interesa, o no conlleva problemas; sino esa, que
como hemos leído en Proverbios, es para siempre, «porque en todo tiempo
ama el amigo». Esa amistad es la que se manifiesta de forma especial en
tiempos de angustia, de dolor, o de cualquier otro trastorno. El que es amigo,
se preocupa por el otro, lo atiende, le aconseja, le presta su apoyo. El amigo
no engaña al otro con lisonjas falsas, pero le presta su mano para que en las
debilidades y baches de esta vida pueda sentir su apoyo, no por interés, sino
por la amistad que existe. La amistad se prueba, precisamente, en los
momentos de dificultad, pues el amigo es como hermano en tiempos de
angustia.
Un amigo, no es un contacto de una red social. Los amigos virtuales,
son eso, virtuales, un espejismo que no solamente se da en Facebook u otras
páginas de Internet, pues antes de que existiera la informática ya se daban
estas amistades virtuales, con poca profundidad, que solamente aportan una
imagen, una gracia, una foto; pero que se disipan en cualquier momento en el
que «ya no hay cobertura».
La amistad es necesaria para el ser humano. Una persona sin amigos,
es una persona que tiene amputada parte de su vida. Es verdad, que la
amistad no depende de uno solamente, sino que ha de surgir de la voluntad de
dos; pero comencemos a valorar más lo que esto significa. Esto es básico
para no caer en amiguismos, nepotismos, u otros afectos, que más que
afectos, son efectos de otras intenciones.
El ejemplo más importante, donde podemos mirarnos para
comportarnos como verdaderos amigos es Jesús. Él puso bajo relieve lo que
es la amistad y lo que es el amiguismo. Sería bueno, adentrarnos un poco en
esto, pero nos haría falta más que unas pocas palabras, así que lo dejaremos
para la próxima reflexión.
Amigos o Amiguismo: Una referencia
paradigmática
En los primeros acercamientos que tuve a la Palabra de Dios, --La
Biblia--, me encontré con un pasaje que me llamó bastante la atención, y que
me costaba, inicialmente. Cierto trabajo entender. Se trata de Juan 15:14,
donde Jesús dice: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.»
Me extrañaba, porque me parecía una amistad demasiado condicionada al
interés de Jesús. Pero analizando el contexto, se destaca lo que Jesús nos
manda para que realmente podamos tenerlo como amigo: «Esto os mando:
Que os améis unos a otros.» La amistad es algo que también es coherente en
la línea doctrinal y hermenéutica del Evangelio. Hay unos parámetros, unas
limitaciones u orientaciones que se deben dar para que se desarrolle una
amistad saludable, y en este caso es que el amor que enlaza y une a los
amigos, sea abierto a también a otros.
 
La amistad que vemos en el mejor paradigma que podamos encontrar es
Jesús. Esta amistad supone un afecto abierto a todos, que no se circunscribe
solamente a los más cercanos, como podría ser su propia familia. Otro de los
pasajes bíblicos con cierta dificultad para mí, era el que se encuentra en
Lucas 8:20-21. Aquí se ve a Jesús atendiendo a una gran multitud, pero su
familia llega, y uno de los discípulos, le indica que su madre y hermanos
están allí, con la idea de que les dé preferencia. Ante esto, la respuesta de
Jesús, es similar, pues indica que su familia es aquella que hace la voluntad
del Padre. Era difícil entender una amistad fuera del proyecto vital que Jesús
tendría que desarrollar. Si aún nuestra familia no forma parte de la vida en la
que gasto todo mi tiempo, será difícil que puedan ser mis amigos, aun siendo
mi familia. 
Este proyecto vital, formaría parte de toda una eternidad en el programa de
restauración de este mundo, que aún hoy se sigue dando, y que debería
formar parte de los programas de evangelización. Esto ha de distinguir a las
iglesias evangélicas, que se basan en este proyecto vital, o kerigmático[1]. La
religión o nueva alianza, deja de ser algo frío e institucional, para forjarse en
una amistad, una familia de hermanos donde se fragua una relación
verdadera, no fácil siempre, pero como todo lo bueno, algo que merece
dedicación y esfuerzo, porque el afecto recibido de Jesús, nos lleva a amar a
los demás de forma desinteresada.
 
Un ejemplo de amor desinteresado, quizás podría ser el de Nelson
Mandela, Premio Nobel de la Paz, y tan recordado en estos momentos por su
reciente fallecimiento. Fue amigo de su carcelero, amigo de algunos
presidentes de distintos países, amigo de pobres y de ricos. Su amistad no fue
muy bien entendida por algunos. Aunque él no habló mucho de religión, su
formación se dio entre metodistas, y sin entrar en esto último, porque puede
ser algo polémico, quisiera citar algunas palabras suyas, que creo aportan
también a lo que meditamos aquí:
Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel o su origen,
o su religión. La gente tiene que aprender a odiar,
y si ellos pueden aprender a odiar, se les puede enseñar a amar,
porque el amor llega más naturalmente al
corazón humano que su contrario.
 
Por otro lado, la amistad no debe entenderse como algo que se da
solamente a los que tienen a Jesús como Señor de sus vidas, sino que también
se ha de hacer extensiva a todos, aunque no sean creyentes. Jesús dijo:
«Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas
falten, os reciban en las moradas eternas» (Lc. 16:9). Esto no es por interés
nuestro, pues no implica un rédito para nosotros, sino por el bien de los
demás. ¿Cómo podemos tener un amigo al que no ofrezcamos lo que
sabemos que es lo más importante para una vida plena? En realidad, la base
de cualquier metodología de evangelización pasará por esta amistad, aunque
pueda recibir diferentes nombres. Esta amistad debe romper cualquier barrera
social, entendiendo como antagónico, cualquier tinte racista o xenofóbico,
trascendiendo incluso lo religioso para encontrarse con la persona, objeto de
ese amor «ágape» que nos muestra el Evangelio.
 
Soy consciente de que esto es difícil de entender para muchos. Una
mala interpretación de ello, fue unos de los ingredientes negativos que
adquirió el fariseísmo. Cuando Jesús andaba con gente que para otros era
despreciable, porque eran borrachos, prostitutas o ladrones, es decir,
pecadores, le identificaban con ellos, sin entender también que debían tener la
oportunidad de su amistad (Lc. 15:1, 2). En este caso, es que se explica quién
ha de ser objeto del amor de Dios; pues amar a Dios supone amar a nuestro
prójimo como a nosotros mismos. ¿Pero quién es nuestro prójimo? Los
fariseos y escribas pensaban que estos eran los más cercanos: sus
correligionarios, sus familiares. Aun, actualmente, y por la falta de una
hermenéutica y una voluntad adecuadas, se sigue entendiendo esto de forma
farisaica. Se suele utilizar la etimología del término «prójimo» para llegar a
la conclusiónde que este es nuestro «próximo» más cercano, pero se vuelve a
errar. Nuestro prójimo que de forma especial necesita de nuestro amor, de
nuestra amistad, es aquel que está más depauperado, que pasa por mayores
dificultades. Por ello Jesús expone la parábola del Buen Samaritano (Lc.
10:29-37).
 
Con ello Jesús destierra el amiguismo de sus propósitos. Las
condiciones que él pone, no son en interés propio, sino en una coherencia
basada en principios de una amistad saludable y perdurable. En el proceso
desarrollado para llevar a la cruz a Jesús, Pilatos y Herodes se hicieron
amigos, por un interés que ilustra el amiguismo, frente a una amistad
verdadera, que lleva a Jesús a morir en una cruz para dar lo mejor a este
mundo, ofreciéndose como amigo supremo, pues aún siendo Dios mismo, él
se humilla para darnos lo mejor. Esto lo hace a pesar de nuestros fallos, a
pesar de nuestros pecados (Rom. 5:8). Lo hace por todos sin acepción de
personas. Permitió que en su propia genealogía entraran algunos de diferentes
nacionalidades; de diferentes estatus sociales, incluso marginales. Permitió el
beso de Judas; la negación de Pedro; la incredulidad de Tomás.
 
Jesús es nuestro paradigma, que nos ayuda a diferenciar lo que es un
verdadero amigo, de un tipo de amiguismo que nos deteriora. Sigamos su
ejemplo, y su mandato, permitiendo que él sea nuestro amigo.
 
El Irlandés Joseph Scriven (1820-1886) fue un evangélico que
consagró su vida a servir al Señor, y a ayudar a su prójimo, a pesar de vivir
dificultades muy serias. Él compuso el himno que se titula «¡Oh que amigo
nos es Cristo!» Creo oportuno terminar con la primera estrofa de esto himno,
esperando que nos haga reflexionar.
¡Oh, qué amigo nos es Cristo!
El llevó nuestro dolor,
Y nos manda que llevemos
Todo a Dios en oración.
¿Vive el hombre desprovisto
De paz, gozo y santo amor?
Esto es porque no llevamos
Todo a Dios en oración.
El rol de una mujer no está
determinado por su sexo
Los estereotipos que se han dado en las diferentes civilizaciones del
mundo, a lo largo de la Historia, han presentado una pobre valoración de la
mujer frente al hombre. Las civilizaciones egipcia, hebrea, griega, romana o
latina, así como las distintas culturas orientales han presentado a la mujer
como un objeto comercial, «un juguete sexual», una sirvienta para el hogar,
una persona de menos valor, que estaba restringida a los diferentes status
sociales a los que el hombre accedía. Creer que el rol de una mujer depende
de su sexo, creo que es una aberración, y que incluso puede atentar contra su
integridad, siendo algo pecaminoso, según la etimología de «hamartía» o
«pecado», concepto muy manipulado para ciertas cosas, y no utilizado para
denunciar otras.
En el trasfondo bíblico también podemos encontrar este contexto
cultural, en este caso el hebreo, que era medio por el que se vehiculizaba la
Palabra de Dios; pero insisto que esto era el contexto cultural, y no la Palabra
de Dios o la Biblia. Si esto no se distingue, se podría llegar a ciertas
conclusiones no muy adecuadas[2]. Por ello vemos que en las estadísticas que
se encuentran en la Biblia, no se cuenta a las mujeres, ni a los niños. Se habla
de esclavitud, incluso de poligamia en el pueblo hebreo —entendiendo por
poligamia que el hombre puede tener varias mujeres, pero no al revés,
aunque, que exista esto y que la Biblia lo regule, no significa que esté
aprobado por la Palabra. El mensaje bíblico que rompe la cultura y la
mentalidad prejuiciada en muchos aspectos, coloca a la mujer en una
posición de dignidad que no está etiquetada por grados de género sexual.
Todavía, en la actualidad tenemos que celebrar días especiales de la
mujer, o «El Día Internacional de la Mujer» (8 de marzo). Esto debido a que
el machismo aún constituye una realidad, que se manifiesta poderosamente
en ámbitos religiosos, pero también en diferentes esferas sociales, y con
énfasis en algunos países más que en otros. El protestantismo, desde su base
bíblica, ha dejado una aportación muy significativa, que ha ayudado a
equilibrar la igualdad de la mujer en el campo educativo, y por lo tanto en los
diferentes estratos sociales. Este fue además uno de los postulados de la
Reforma Protestante del Siglo XVI.
Lo que el apóstol Pablo enseña en la Escritura «Ya no hay judío ni
griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros
sois uno en Cristo Jesús» (Gal. 3:28), es bastante esclarecedor. Creo que lo
que dice este texto, abarca todas las esferas de las competencias sociales e
incluso eclesiológicas. Se puede llegar a la conclusión de que la mujer viene
de «Venus» y el hombre de «Marte», es decir que se pueden considerar unas
diferenciaciones básicas, y que son lógicas en la constitución de lo que es ser
hombre y mujer, ya que no somos hermafroditas, pero estas no son
distinciones incapacitantes en alguno de los géneros.
Como Pastor de una iglesia de la Unión Evangélica Bautista de España
(UEBE), por no entrar en otras denominaciones de la confesión evangélica,
puedo decir que la mujer tiene una consideración competencial, al mismo
nivel que la del hombre. Si bien, a mediados del siglo pasado, todavía
existían reservas importantes para que la mujer asumiera cargos directivos en
las iglesias; hoy las cosas son muy diferentes. Hay un buen número de
mujeres que son pastoras, y los mismos consejos directivos de las
congregaciones están formados tanto por hombres como por mujeres.
La mujer puede tener los mismos dones y capacidades que pueda tener el
hombre para servir al Señor. Los dones no se dan según el género o el sexo,
sino como el Espíritu Santo quiere. Entendemos que bíblicamente no se
ponen cortapisas, para que la mujer en cualquier parte del mundo, sea
valorada en igualdad con respecto al hombre.
Creo que ni el machismo ni el hembrismo que busca estar por encima
uno de lo otro, con tratos esclavistas, de discriminación, de imposición o de
señorío, deberían existir en nuestro mundo. No es propio del Evangelio,
nunca debería serlo de nuestras iglesias, sino todo lo contrario.
Las mujeres deben tomar también conciencia de ello. No tienen que
imitar al hombre, por ser hombre, sino que tienen que ser ellas mismas.
Siendo lo que ellas son en el espacio de libertad y de igualdad en el que
tienen que moverse, hará que este mundo sea algo más justo. De esta forma
los planes de Dios, que desde el principio nos presenta a la humanidad como
«varón y hembra» se podrán cumplir como dice la Escritura, «porque no hay
varón ni mujer, sino que somos uno en Cristo».
En siguientes apartados entraremos a considerar algunas cuestiones
más concretas al respecto. Dejo para reflexiones posteriores, el papel tan
importante que fue asumido por mujeres de nuestro propio país, y de otros
lugares, para que las cosas hoy fuesen diferentes.
DACIÓN EN PAGO: Un código de malas 
costumbres
en España
Hace tiempo que se hacía eco la noticia de que el gobierno de España
presentaba unas medidas que serían parte de una buena solución para los
españoles que no pueden pagar las hipotecas de sus casas. Esto es lo que
llamaron «la dación en pago».
Los afectados no solamente se quedan en la calle, sino que además se
quedan sin trabajo, sin casa, y con una gran deuda, porque la vivienda
embargada, tasada inicialmente a un precio, posteriormente es tasada en otro
muy inferior. Incluso si les queda algún sueldo les es también embargado en
una buena parte. El cúmulo de factores negativos, para esas familias que
optaron por una vía más próspera, les ha llevado a una especie de condena,
ante la que algunos incluso se quitan la vida.
Hablamos de personas de todas las edades. Algunos son muy jóvenes,
y otros muy mayores, pero si bien la justicia a veces se quita la venda, y
produce acciones injustas según las hermenéuticas procesales, en este caso
mantiene la venda bien apretada. Se mantiene esta venda a nivel legislativo, a
nivel jurídico, y a nivel político y gubernativo para no ver lo que ocurre. 
La «dación en pago» que no es unaley que obligue a nadie, sino que
una especie de recomendación a los bancos, a modo de código de buenas
costumbres, no es más que un maquillaje, que no ha tenido nada más que una
aplicación testimonial; solamente en muy pocos casos. Muchos creían que
cuando avalaron sus préstamos con sus casas, esto sería suficiente para
condonar la deuda, en caso de una crisis económica.
Ahora incluso se habla del «banco malo» que comenzará ya a operar
para agilizar los problemas de los bancos para cobrar la deuda y sacar todas
las viviendas de los desahucios a precios aún más rebajados. No hace falta ser
muy avispado para entender que todo sigue una política que enriquece más a
los que más tienen, y empobrece más a los que menos tienen, desquiciando
incluso a las clases medias según la suerte de sus trabajos. Sin entrar en todas
las derivaciones y desviaciones que todo esto conlleva, está claro que los
miles de viviendas de desahucios es una gran oportunidad para los que tienen
más dinero, y la especulación está servida.
 
Así, al final, la dación en pago, que se presenta como un código de
buenas costumbres, manifiesta en nuestro país ser un código, que es más
bien, de malas costumbres. Las plataformas sociales anti-desahucios se han
ido formando para protestar y denunciar la barbarie y la injusticia social que
se está llevando a cabo con todas estas acciones respaldadas por la ley. 
Frases como: «rescatar a las personas en lugar de rescatar primero a los
bancos» recobran una gran fuerza. Creo que «rescatar a las personas» sería la
medida correcta, a la que los evangélicos también podríamos sumarnos. 
 
Todo esto trae a mi mente, --aunque en principio no tenga parangón-
—, la dación en pago de Jesús. Murió en una cruz para rescatarnos, sin que
nosotros lo mereciéramos. Algo incompresible, y no aceptado por muchos,
que siguen pensando que no es posible ser rescatados sin hacer méritos; que
hay que hacer algo para «comprar» ese rescate. Pero el amor de Dios, tiene
ojos diferentes, y nos ve a todos necesitados, como sociedad y como
individuos. Por ello se da a sí mismo por nosotros, para que simplemente,
desde la creencia, o desde la fe, podamos recibir lo que realmente nos hace
libres de la injusta hipoteca de una vida desquiciada por el pecado. «Mas
Dios muestra su amor por nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros» (Romanos 5:8).
¿CÓMO VER LA BENDICIÓN DE DIOS?
 
La obra de Dios; su bendición, tenemos que verla de una forma
diferente a como mira el hombre no creyente o el cristiano que no sigue a
Cristo. Hay dos formas de ver las cosas que ocurren alrededor de nosotros. La
primera sería con la limitada mirada humana. No es posible ver la bendición
de Dios, sin dar lugar a Dios. Desde una humanidad sin Dios, se ven las cosas
muy limitadas, y esto lo deja la Biblia que muchos tienen, y que pocos son
honestos para aplicarla y vivir sus planteamientos. Explico este primer punto.
 
Las gafas de la religión no son suficientes para ver la
bendición de Dios. Los religiosos ven la necesidad, pero no
la solución, porque la solución no es la religión, es Dios.
Los religiosos en la parábola del buen samaritano, vieron la
necesidad, pero no la solución. Muchas personas vienen a
la iglesia con sus gafas de sol, especial para ver problemas,
pero sin señalar las soluciones.
La moral oportunista tampoco nos sirve. Con esto quiero
decir, que cuando nosotros nos encontramos bien, es muy
fácil juzgar a los que se encuentran mal, pensando que
nunca nos ocurrirá algo así a nosotros. Cuando una mujer
se acercó a Jesús derramando sus lágrimas sobre sus pies,
las personas que allí estaban, pensaban que si Él supiera
quién le tocaba no lo permitiría. Pero claro que lo sabía, y
lo permitía, el problema, es que ellos se creían por encima
de ella, y estaban en un nivel más bajo, porque aquella
mujer se quebrantó delante de Dios.
La mirada desde nuestros recursos humanos es deficiente.
Creemos que tenemos estudios suficientes, dinero,
capacidades, o habilidad para hacer lo que queramos, pero
esto tampoco es suficiente para ver y disfrutar las
bendiciones de Dios. Vemos que no es insuficiente, cuando
una multitud que sigue a Jesús necesita ser alimentada. Los
discípulos incluso, ven como una muy buena opción
despedir a la multitud para que vayan a comer, e incluso se
atreven a darle este consejo a Jesús.
 
La segunda forma de mirar, sería con los ojos del entendimiento. Un
día estaba en el gimnasio, en una cinta de correr, que te suelen poner junto a
unas ventanas o monitores de tv para que no te aburras demasiado. Miraba
hacia el césped, y veía como una paloma bebía agua en un aspersor que
refrescaba y regaba la hierba. La paloma parecía ser bastante lista, pues se
puso a beber por el ángulo muerto, es decir, por donde el agua no le daba
directamente, ya que tenía mucha fuerza y podría hacerle daño. Así que por
otro lado podría tener el control y beber, y refrescarse. La paloma podría estar
contenta por lo bien que lo hacía, pero no se imaginaba algo. Esos aspersores
estaban programados para que, a una hora determinada, parasen de echar
agua, y automáticamente estos bajaban rápidamente para meterse debajo del
suelo. En este momento la paloma fue sorprendida, el automatismo del
aspersor le cogió la cabeza, y murió en breves instantes. Creemos tener el
control según nuestros cálculos, según nuestra mirada, pero solamente
podemos vivir en la bendición de Dios, cuando vemos todas las perspectivas,
y esto solamente puede hacerlo Dios. Nosotros ni siquiera sabemos cómo
pedir, y pedimos mal, pero cuando lo hacemos guiados por el Espíritu Santo
las cosas son diferentes. Por eso la oración de Pablo, es que Dios ilumine,
alumbre los ojos del entendimiento (Efesios 1:18). Y esto es mirar desde
Cristo, desde su presencia. Mirar con los ojos del entendimiento, no es
simplemente vivir un positivismo constante y sin sentido. Pero sí es saber que
con Cristo y desde la fe, las cosas se viven de forma muy diferente.
«Gorditos» para la crisis
 A
finales de los años setenta conocí a un matrimonio, cercano a los treinta años
de edad –en realidad ella tenía en torno a 25 años y él unos 29. Los conocí en
una congregación evangélica; para mayor identidad, Bautista, que se situaba
en la calle Ángel Barrios, 10, de Granada.
Yo no tenía muy buen concepto de los evangélicos. Pero las
abstracciones, y los prejuicios que nos hacen distantes, y que muchas veces
nos llevan a rechazar oportunidades únicas, pudieron disiparse cuando conocí
a estas personas; en especial al matrimonio que me refiero.
Ella se llamaba Angelina, y él Julio. Angelina estaba embarazada de
su segundo hijo, Andrés, y tenían una pequeña hija, Cristina. No sería muy
fácil cubrir todos los gastos que tendrían, pues hacía unos años Julio había
sido operado de corazón, siéndole implantada una válvula de platino. Quedó
con un grado de minusvalía suficiente como para no poder trabajar, por lo
que inicialmente se tuvieron que conformar con una pequeña pensión.
Pero en su forma de hacer frente a la crisis, pude ver principios
vitales, que venían dados por la Palabra de Dios. Fuimos entablando una
amistad, y aunque yo era aún un chaval de 18 años recién cumplidos,
pudimos compartir el deseo de entender esta vida, desde lo que Dios tendría
para nosotros.
Recuerdo que ellos recogían piedras cuando íbamos al río o a la playa.
—Yo siempre que iba a la playa, si cogía algo, era alguna concha, o alguna
caracola. Me pareció que tenían una afición un tanto rara; hasta que me
explicaron que aquellas piedras, tenían que ser de una forma específica, pues
la utilizaban para hacer pequeños muñecos de piedra, que llamaban
«gorditos»; ya que la piedra central sería la más grande, la cual simulaba el
cuerpo o la barriga; una más pequeña, la cabeza; y dos pequeñitas para los
pies. No había que apocarse, con «gorditos» se podría salir de la crisis. En su
casa se preparaban con mucha creatividad, --que no faltaba--, pero de forma
sencilla. Yo tenía mi trabajo en aquel tiempo,pero en los ratos libres les
echaba una mano. Los «gorditos» se metían en cajitas y nos los llevábamos al
centro de la ciudad de Granada. La gente los compraba como rosquillas. Esto
sería una buena ayuda en aquel tiempo.
Hacía años, el Señor los llamó para ir al Seminario Bautista. Yo
llevaba dos años con mis estudios teológicos. Para mí no sería fácil dejar el
trabajo para marchar al Seminario, pero para ellos sería mucho más
complicado, pues tenían que ir con tres hijos, ya que acababa de nacer David,
su tercer hijo. Pero, de forma figurada, se prepararían «gorditos para crisis»,
y marcharían en 1984, a Alcobendas, sin saber, quizás, que ya no residirían
más en Granada.
 Terminarían el Seminario, y ellos estaban dispuestos a ir a cualquier
parte a servir al Señor en el Ministerio; aunque oraban, para que, a ser
posible, no fuese en el País Vasco. En todos sitios menos allí. Pero Dios los
llevó a Vitoria, en un tiempo de actos terroristas, y un ambiente bastante
tenso. No estarían exentos de problemas, por lo que tuvieron que seguir
preparando «gorditos para la crisis». Dios que es fiel, los bendijo, y el
testimonio evangélico se potenció, con la formación de una hermosa iglesia.
Recientemente, la válvula de platino del corazón de mi amigo Julio
Reyes, comenzó a fallar. Pensábamos que sería otro de los amagos que sufrió
anteriormente, pero este fue más fuerte, y no pudo superarlo. El pasado día
12 de junio de este año 2013, partió con el Señor. Sí, a pesar del dolor y de la
nueva etapa que se abriría para Angelina y la familia, habría que seguir con
ánimo. Se tendrían que fabricar nuevos «gorditos para la crisis».
La crisis, sea cual sea, no nos debe amilanar. Es momento para hacer
hincapié en todos los valores que Dios nos ha dado. Estos «gorditos» de los
que hablo en la narración, representan los principios que Dios nos ha dado
para vivir, y para que probemos también, que, en tiempos de crisis, Él es real.
Con estos principios vivimos un tiempo en la tierra, pero edificamos en el
cielo, que es donde está nuestra casa eterna.
El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como
las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. 
Muchas son las aflicciones del justo,
Pero de todas ellas le librará Jehová. (Isaías 40:29-31; Samos 34:19)
A «Spain» se le cayó la «S»
El semanario «The Economist» recogió en su primera página, la
difícil situación por la que está pasando España, representando esta realidad
con la idea de que a «Spain» se le está cayendo la «S», quedando «pain» que
significa pena y dolor en inglés.[3] Esta es la desolación que auguran
diferentes artículos en la prensa internacional. Siguiendo este juego de
palabras en inglés, quisiera ilustrar otras realidades, que son las que han
hecho que se desplome la «S» para dar a luz una situación dolorosa.
A «Spain» se le cayó la «in». Durante mucho tiempo nos hemos
dormido en los laureles, y España se quedó en una especie de «spa». La
comodidad y el disfrute personal nos cegó de forma que nos creíamos que
éramos ricos y sin necesidad de nada, habiendo olvidado que nosotros, en
otro tiempo, también estábamos considerados como uno de los países en vías
de desarrollo, eufemismo que se impuso para no hablar de países
tercermundistas.
 Fue en 1975 cuando dejamos de aparecer en la lista de países receptores
del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Y sería en
1981 cuando España dejaría de ser considerada como país receptor de ayuda
internacional. Los cierto es que desde que pasamos el umbral y nos colamos
en la clasificación de países desarrollados, España cambió de mentalidad en
muchos aspectos. El problema, es que rápidamente nos acostumbramos a lo
bueno, y se nos olvidó que un estado de bienestar requiere una ética de
trabajo. Sobre esto se ha escrito de forma muy amplia, pudiendo destacar
dentro el protestantismo al ínclito alemán Max Weber. Pero, lo cierto, es que
a veces, conocer lo correcto, no es igual que aplicarlo. No podíamos vivir de
las rentas, sin pensar lo suficiente en los que siguen en el tercermundismo,[4]
dando la espalda de a una realidad mundial, que no nos queda tan lejos. Lo
vemos cuando nos acomodamos a nuestro estado de bienestar, e incluso
procuramos vivir por encima de nuestras posibilidades, porque el «spa»
queda bien en un país que es rico, aunque eso suponga una corrupción
general y un déficit sistémico.
A «Spain» se le cayó la «pa». Efectivamente, «sin» en inglés significa
pecado. Este concepto tan bíblico en cuanto a su definición, y tan antibíblico
en su práctica, tiene un significado muy amplio. Viene del vocablo griego
hamartía, lo que significa fallar el blanco, es decir vivir fuera de los
propósitos que Dios tiene para nuestras vidas. El pecado no siempre significa
quebrantar una ley, pues pueden existir leyes que respalden una vida
pecaminosa que justifique el comportamiento errático, --aunque estas normas
sean incluso religiosas. Pecado podría ser vivir por encima de nuestras
posibilidades, y hacerlo a toda costa, pudiéndonos llevar finalmente a la
corrupción, a un comportamiento que nos pueda autojustificar para conseguir
lo que queramos. Las religiones a veces han monopolizado este término, para
decir que pecado es aquello contrario a la filosofía desarrollada por ellos. Por
esto ha adquirido un sentido muy religioso y peyorativo, conociéndose más
por lo que las religiones dicen, que por lo que la Biblia señala. Son los
principios bíblicos los que nos acercan a la voluntad de Dios, los que nos
ayudan a acertar, a desarrollar lo que realmente produce una vida próspera,
una sociedad mejor, haciendo ver lo que estorba y es pecado, y esto ni
siquiera es monopolio de ninguna religión.
A «Spain» se le cayó la «S». En este caso, tal como decía el
semanario inglés, queda «pain», dolor. ¿Qué se podría hacer entonces para
recuperar una situación mejor? ¿Cómo podríamos poner la «S» que se cayó?
En este caso la «S» que necesitamos es la de «salvación». Un rescate
económico del país parece el vaticinio más acertado; pero esto da la
impresión de llevarnos, a lo que algunos llaman ya, un país en vías de
subdesarrollo, que requiere ser sostenido por otros. ¿Sería el dinero, lo
puramente economicista lo que nos daría una salida? ¿Es el euro el símbolo
de la estabilidad? Yo creo que no. Si no cambiamos las actitudes
acomodaticias en las que nos sumergimos, y reconocemos el pecado de
nuestra propia corrupción en muchos niveles y esferas, las actitudes, así como
la ética tan laxa, en lo que al trabajo se refiere, nos seguiría arrastrando al
dolor. Necesitamos un rescate integral, una redención integral, una salvación
que penetre en nuestros pensamientos, hábitos, y filosofía de vida. Como
creyente, creo que esa salvación solamente no la puede dar el Salvador.
Cristo señala nuestra pecaminosidad, pero no para condenarnos, sino para
restaurarnos y hacernos libres. Necesitamos que sea colocada la «S» de
«Spain», y solamente es posible reconociendo políticos, gobernadores y
ciudadanos de todo tipo, que el problema lo tenemos todos, que el sistema
falla, pero que el equilibrio que tiene en cuenta tanto al que está mejor como
al que está peor, solamente puede darlo alguien que está en una esfera
diferente, no sujeto a estas hecatombes, y que tiene todo el poder para
rescatar, restaurar y guiar en un nuevo sendero de vida abundante, y este
efectivamente, es Jesús, cuyo nombre significa Salvador.
Las dos caras
de una puerta blindada
En nuestra sociedad las puertas blindadas cada vez son más sofisticas,
y las cerraduras sellan nuestras casas como si fueran búnkeres. Así se han
pasado de las cortinas o persianas, con puertas de fácil acceso, a puertas
aceradas, que intentan proteger nuestros bienes y nuestra propia integridad.
Pero las puertas que nos protegen también pueden aislarnos, la cerradura queimpide la entrada, a veces puede impedirnos la salida inmediata. Hemos sido
creados como seres sociales, gregarios, con capacidad de amar, a veces de
entristecernos y de saber encajar los embates de las personas en las que
depositamos nuestra confianza. Dios mismo se presenta en la Biblia como un
ser social, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero no solamente hemos sido
creados como seres sociales, sino como seres abiertos en las relaciones, para
crecer en el trato con los demás. La Iglesia debería ser un ejemplo de esto,
que, presentándose como una familia, es además una institución que sea
abierta a todos, con el propósito de que se puedan integrar. Esta condición no
deberíamos cambiarla. Nuestros problemas interpersonales, no nos deberían
de llevar a realizar un blindaje en la relación con los demás, sino más bien
una reflexión que nos dé madurez en nuestra forma de comprendernos,
tratarnos, y relacionarnos.
Las relaciones interpersonales frustradas por diferentes circunstancias,
pueden llevar a la depresión y a la soledad, si no somos capaces de superar
los daños sufridos. Solo hay que vivir un poco de tiempo para comprobar que
las relaciones humanas no son perfectas, y aquella persona que nos parece
más confiable, en un momento dado descubrimos que nos falla de forma
incomprensible. Esto nos puede mover al extremo opuesto, de modo que ya
no nos fiemos de nadie.
La Biblia nos enseña a tener un buen equilibrio, a ser sencillos como
palomas y prudentes como serpientes. Tenemos que usar «la mirilla» de esas
puertas, para saber a quién abrimos nuestros pensamientos, nuestro corazón,
o nuestro propio hogar, pero tenemos que buscar una buena relación con los
demás. Recordemos que Jesús mismo se acercaba a aquellos que tenían
prohibido relacionarse con otros, como podrían ser aquellos que tenían
algunas enfermedades, o un signo racial determinado.
Y lo que nunca deberíamos de hacer es aislarnos de todo el mundo,
victimizándonos pensando que todo el mundo es una especie de enemigo con
el que no se puede vivir. A veces, somos nosotros los que nos encontramos
insatisfechos por no poder ofrecer lo que los demás esperan. Hace unos días
estuve con mi hijo viendo el estreno de la película de Batman, que en esta
ocasión se titulaba El caballero oscuro: La leyenda renace, dirigida por
Christopher Nolan. En esta ocasión se presenta a Batman deprimido y
aislado, debido a su frustración por la falta de reconocimiento de aquellos a
los que ayudó. Se encerró en la planta de un hotel, donde nadie podía pasar.
Sus pensamientos estaban impregnados de negativismo. Nada podría hacer,
nadie le podría querer, nada podría hacer, todo eran molestias, impedimentos
y carencias. Pero alguien se coló dentro de su depresivo hogar, y fue de
nuevo en las relaciones interpersonales que todo cambió. Pudo entender que
había una oportunidad para rehacer su vida, y así se lo propuso, teniendo un
resultado que da colofón a la narración de esta película.
Mirar al mundo y a nuestro prójimo con una desconfianza absoluta,
nos llevará a la amargura, y al aislamiento. Si poco a poco te has aislado
perdiendo la facultad de vivir alegremente, y no siendo capaz de enfrentarse
con el mundo, necesitas tener un encuentro, o un reencuentro con aquél, que
dice la Biblia que llama a la puerta de nuestras vidas, de manera que, si
estamos dispuestos a abrirle a él, también tendremos el ánimo para comenzar
una vida con perspectivas nuevas y más maduras (Apocalipsis 3:20). Jesús
vino para darnos un sentido nuevo de vida, en el que las personas y sus
relaciones tienen un valor positivo y necesario.
Menos ínfulas y más sabiduría
El dicho de que «el hábito no hace al monje», es muy conocido,
aunque a nadie se le escapa la importancia que tiene la forma de vestir en el
tiempo que vivimos. Nuestra indumentaria habla; es un código de
comunicación no verbal. Pero, al igual, que muchas cosas en nuestros días,
este código se flexibiliza, según donde estemos, qué hagamos, o bien, con
quién estemos. A veces nos encontramos con el error de que «el hábito no
hace al monje» cuando lo que ocurre es todo lo contrario.
Nos gusta encasillar todo. A los trabajadores en sectores de
administración, oficinas, etc. se les llamó (traducido del inglés) «trabajadores
de cuello blanco», diferenciándose de los que trabajaban más en el sector
obrero, que se les conocía como «trabajadores de cuello azul».
En todo esto hay una especie de fricción, pues en el encasillamiento
con etiqueta de indumentaria («envoltorio») se hace una diferenciación entre
unos y otros. Por ejemplo, las fuerzas de seguridad se visten de una manera
diferente, y dentro de los mismos cuerpos también encontramos otros
distingos. Este lenguaje no verbal, obtiene una megafonía muy fuerte, sobre
todo cuando uno de los que visten distinto, están en medio de un grupo
diferente. No llama la atención un hombre con traje y corbata entre un grupo
que viste igual en el trabajo o en otra actividad. Pero una sola persona que
viste así, entre personas vestidas de una forma sencilla e informal, llama
poderosamente la atención. El quid de la cuestión, se da en poder saber
cuándo hay que llamar la atención y cuándo no. Es importante conocer
cuándo estamos dando el mensaje adecuado, y cuándo estamos haciendo todo
lo contrario. La «est/ética» da mucho que hablar a los filósofos
posmodernos; pero lo cierto, es que nos debe de llevar a un replanteamiento
en cuanto a nuestra forma de relacionarnos; algo fundamental para un pastor
evangélico, o para un simple cristiano, o persona que quiera socializar de una
forma sana. Esto trasciende la forma de vestir, y se transforma en
comportamientos, tanto colectivos como individuales.
Como pastor evangélico, --me refiero a mí mismo--, «mi uniforme»
se suponía que era con traje y corbata. Pero la corbata no hace al pastor,
como el hábito no hace al monje. En la postmodernidad, la ética parece ser
sustituida por la estética, por la intensidad que tiene la apariencia, y por la
sobredimensión que se le da al individuo frente a otros. Es importante que
cuidemos el mensaje que demos. El que sube a un púlpito para predicar, a un
estrado para disertar, o a una plataforma determinada para enseñar, es
importante que lo haga arreglado según el protocolo del lugar; pero ha de
saber luego bajar al lugar donde están los demás, y aun siendo alguien
destacado, ser uno más entre ellos; pues esto, en un mundo posmoderno, dice
mucho. La sociedad está cansada de la corrupción de «cuello blanco», y hoy,
si no se usa bien la etiqueta con la que nos ataviamos, puede ser perniciosa.
Recordaremos la expresión de «viene con muchas ínfulas», cuando
nos referimos a alguien que se presenta con muchas etiquetas, calificándose
como la persona más apta. Curiosamente, esta expresión también tiene que
ver con lo religioso. Las ínfulas es un adorno de tela que cae en forma de
cintas en una mitra, que, entre otros, utiliza el obispo católico. Tiene una
simbología basada en la autoridad. Pero las ínfulas podrían ser también otro
tipo de indumentaria. Quizás una corbata en un contexto determinado, o una
forma de aparentar lo que uno sabe o es, sin constatarlo por una cercanía
imprescindible para aceptar adecuadamente lo que es necesario recibir,
entender, aprender, o vivir. Y es que necesitamos más sabiduría y menos
ínfulas. Necesitamos tener unos principios claros y éticos; bien
fundamentados; siendo necesario, que estos principios sean bíblicos, eternos,
pues esto es lo que generará otro método, otra estética, otro lenguaje, según
los tiempos. El peligro está cuando las ínfulas y las corbatas se anteponen.
Los centros educativos, tanto seculares como teológicos, no deben enseñar
métodos, como si fueran principios. Han de investigar lo suficiente sobre los
cambios sociales, para superar las barreras existentes, y así poder
relacionarnos de la forma más adecuada. El Apóstol Pablo decía: Me he
hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de
todo, para que de todos modos salvea algunos (1ª Cor. 9:22).
España en situación de «rescate»
Hace mucho tiempo, España ya necesitaba ser rescatada. Ante la
inactividad laboral de nuestro país, con sus 6.000.000 de desempleados, en
números redondos, España parece necesitar, según algunos, ser rescatada de
una situación de la que parece no poder salir sola.
Se ha intentado –y se sigue en ello--, depurar el sistema económico y
social en otros muchos aspectos. Se intentan desplegar toda una batería de
medidas, relacionadas con las CCAA, así como con la sanidad, o los
productos farmacéuticos. Se intentan clausurar y poner fin a trabajos que no
son realmente útiles. Los candidatos a gobernar a partir de 20 N, presentan
otras propuestas, pero, en definitiva, y a pesar de la confianza que se intenta
transmitir, el escepticismo empaña la sociedad, y el eco de «situación de
rescate» recobra fuerte eco.
Pero, no es la primera vez que se ha hablado de la necesidad de
«rescatar nuestro país». Resuenan en mi mente aquellas famosas medidas
que, intentando un rescate, --que no se ofrecía en Europa como hoy--, sino
que se tenía que gestionar de una manera más autárquica, se darían en otros
formatos, como fueron las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, que
en realidad fue un proceso iniciado ya por Godoy en 1798, y que no se
cerraría hasta el 16 de diciembre de 1924. Consistió en aprobar una ley que
permitiera expropiar una serie de bienes que no eran enajenables, y que
estaban en «manos muertas», es decir que no producían nada, y que
solamente eran acumulados. Así tierras, y edificios de gran magnitud fueron
finalmente enajenados, especialmente de la Iglesia Católica, que había
retenido en el tiempo muchas tierras, y lugares destinados para iglesias,
conventos, que prácticamente ni se usaban. Un ejemplo muy paradigmático, y
muy simbólico en el tiempo que vivimos sería el mismo Congreso de los
Diputados, que por cierto que parece ofrecer a la política y a lo que se trata
allí un halo divino, pues antes era una especie de templo, pues se trataba de lo
que desde el Siglo XVI era el Convento del Espíritu Santo, que después de un
incendio y otras cuestiones, es también asimilado en las desamortizaciones
apuntadas anteriormente.
No obstante, todo esto nos lleva a constatar algo, que somos frágiles
como vasijas de barro. Que, aunque nos creamos fuertes, hemos de estar muy
pendientes, pues también podemos caer. El problema es cuando la «vasija»
que somos está llena de un contenido basado en el «YO», en el ego, sea este
un país, un pueblo, una comunidad –aunque esta sea una iglesia—o una
persona.
Lo que ocurre es que no hay nadie exento de ese «yo» que
frecuentemente daña nuestro sistema. Ese «yo» que en la conjugación de
todas las lenguas aparece siempre en PRIMERA PERSONA, marcando quién
es la prioridad. Por ello, en realidad todos necesitamos ser rescatados. Pero lo
necesitamos de verdad. Hay un sinónimo muy bíblico para ello,
REDENCIÓN, es el rescate de Dios, el que se produce en Cristo. La palabra
«Redención» viene del griego «lío», que da la idea de alguien que está atado,
y necesita ser liberado por una tercera persona que está libre para poderlo
hacer. Dios obra de forma perfecta para rescatarnos de muchos «lios». Él es
experto para deshacer líos, nudos; pero nos libera, no para volver a
enredarnos, sino para iniciar un nuevo camino. No será la desamortización de
Mendizábal o la de Madoz; no sería la de Zapatero, Rubalcaba o Rajoy entre
otros políticos, --y que cada uno vote en conciencia--, pero es la
desamortización de ese Dios que redime y nos abre un nuevo camino de
esperanza, con nuevos principios, que no son ya medios de especulación en
detrimento de otros. Estos principios que equilibran y nos dan una nueva
perspectiva social, siguen estando en la Biblia, pues contiene directrices de
Dios probadas en la Historia, y que tantas veces nos ha sacado de la crisis, a
pesar de que la «vasija» se haya roto, pues Dios sigue siendo el alfarero, de
hombres, mujeres y pueblos enteros.
 
Sin que nos presionen
 
Según el diccionario de la RAE, voluntario se define como: «Persona
que, entre varias obligadas por turno o designación a ejecutar algún trabajo o
servicio, se presta a hacerlo por propia voluntad, sin esperar a que le toque su
vez».
Este concepto nos da una orientación bastante adecuada para entender
lo que significa el trabajo de mujeres y hombres que, en el ámbito del
ofrecimiento generoso del evangélico, han trabajado o están trabajando
dentro de un gran voluntariado que desde hace siglos sirve en España.
Pero el mejor concepto de «voluntariado evangélico» es el que nos
presenta la Biblia, manual de acción social que da un significado profundo y
amplio, aportando principios generales para cualquier tipo de servicio
dirigido al prójimo. Lo podemos ver en uno de los pasajes más conocidos del
Nuevo Testamento como es la parábola del Buen Samaritano. El amor al
prójimo se ilustra como servicio desinteresado al necesitado. No por
imposición, aunque esta sea religiosa, sino por voluntad propia, libre y
deseosa, que es motivada por el mismo amor de Dios (Lucas 10:30-37).
Si acercamos la lupa a cualquiera de las áreas de trabajo evangélico
podemos encontrar voluntarios con una vocación de servicio especial. En este
caso pienso en el trabajo realizado en España por voluntarios del
protestantismo. En todos ellos vemos claramente estos principios bíblicos.
El ínclito Jorge Borrow, todo un personaje que destaca por su
inteligencia e investigación lingüística, se relaciona con la alta esfera de la
sociedad, pero esto no obstaría para que estuviera con la gente necesitada
como era el sector gitano de nuestro país, al que se dedicó viviendo con él. Su
identificación era tan natural y sencilla con el pueblo español, que era
conocido como Don Jorgito el inglés. Hizo una labor magnífica aportando
vías culturales de integración al pueblo gitano, al final de la primera mitad del
siglo XIX. Pero otros como él darían pasos similares, como fue el caso de
William Rule, quien levantó la primera escuela evangélica en suelo español,
antes que Borrow llegara a España. Ellos no eran especuladores de la
necesidad, sino que se involucraban viviendo con los necesitados las
carencias existentes.
Este sería el reto de otros voluntarios que de forma abnegada se
entregarían por que aquellos más depauperados pudiesen tener lo que ellos
disfrutaban, y en ello invertirían sus vidas, e incluso la de su propia familia.
La predicación del evangelio en España no sería simplemente la
verbalización de un mensaje, sino la acción social de gente voluntaria que,
con principios bíblicos, por una identificación con el prójimo, el necesitado, y
un amor a los demás, de forma generosa daría lo mejor que tenían en esta
ayuda, haciendo presente el mensaje renovador de Dios mismo.
Intentemos no olvidar nunca estos principios, pues el servicio a Dios, y
al prójimo, tiene que ser algo de corazón, de una vida que ha interiorizado el
amor y el poder de Dios.
 
2. Consejería
y
aliento para
almas heridas
Uno de Noviembre: Lágrimas, muerte, flores y
jolgorio
En un día oscuro todo cabe. Como español lamento decir que,
respetando a mis compatriotas, así como a todos aquellos que en muchos
países de todo el mundo celebran el día de Todos los Santos, a mí me da
grima, y me crea cierta repulsa; por el significado que se le da; por la
contradicción bíblica que encierra; y por el mercado que gira siempre
alrededor de todo esto. Recuerdo cuando mi madre encendía las llamadas
«mariposas» una especie de mechas en unos soportes flotantes en un cuenco
de aceite, una lucecita por cada alma de los conocidos y familiares que
fallecieron. Me parecía algo terrorífico, a pesar de las muy buenas
intenciones de mi madre y de aquellas personas que piensan hacer un bien
con ello.
El origen de estas celebraciones parece datarse ya en el Siglo IV. El
propósito inicial era conmemorar las vidas de los mártires, recordando el día
que les fueron quitadas sus vidas por testimonio de sufe. Pero esto se
desvirtuó bastante, se quiso incluir a todos los santos, conocidos y no
conocidos, siendo sancionado por diferentes papas católicos.
La costumbre en nuestro país es la de llevar flores a las tumbas, y
hacer rezos por los difuntos. Incluso se ofrece transporte público gratuito para
facilitar este tipo de «liturgia». Se convierte también, en algunas ciudades y
regiones más que en otras, en algo muy folclórico, donde se preparan
comidas muy típicas que corresponden a esta estación del año, como son las
castañadas. La celebración se suele relacionar con el otoño para simbolizar al
difunto con la naturaleza que parece morir. Es el tiempo en el que se secan las
plantas, caen las hojas, y se pasa al crudo invierno.
Desde no hace tanto también se introdujo
en nuestro país otra fiesta importada de EEUU, el día de Halloween. A pesar
de no tener ningún arraigo entre el pueblo español, encontró fácil y rápida
cabida, pues en el agujero negro del día de todos los santos, seguido por el
día de los difuntos, o de las almas benditas, parece caber todo, y más aún si
está acompañado de jolgorio, mercado y negocio. Muchos se quejan de esta
fiesta, no solamente por no ser originaria de nuestro país, sino por su
trasfondo relacionado con las tinieblas. Pero el morbo que sienta tan bien a
tanta gente, lo hace apetitoso. Un baile detrás de máscaras, --que nos recuerda
también el tiempo de carnaval--, y la tensión que crea toda una
cinematografía, son elementos de respaldo a todo este tinglado.
Incluso se ha convertido en una fiesta familiar, pues los padres
acompañan a los niños con sus disfraces para recoger caramelos. Se dan
todos los ingredientes de esas fiestas que arraigan. Comidas especiales (tarta
de calabaza entre otras cosas), y actividades atractivas para niños, jóvenes y
adultos; además de medios comerciales y de ocio que crean un marco
apropiado. Hasta los colegios toman partido en todo esto, y los niños,
incluidos los más pequeñitos son rodeados de toda una parafernalia que
también empuja a todo esto. En realidad, encaja bastante bien con el día de
los difuntos, pues creer que estos pueden manifestarse, y que incluso pueden
moverse de un lugar de condenación a otro mejor, podría producir una
caricatura como la de Halloween. Muchos cristianos rechazan el día de
Halloween, por lo motivos citado; pero, quizás tendríamos que analizar bien
la otra cara de la celebración, la base, la fiesta de nuestro país, «El Día de
Todos los Santos».
¿Qué dice la Biblia, --el manual del cristianismo—sobre todo esto?
No dice nada que le dé sostenimiento, sino todo lo contario, lo rechaza,
hablando de los que mueren en términos muy diferentes. No existe ni siquiera
un pasaje, donde se rece o se pida por alguien que ha fallecido. Todo lo
contrario, se advierte, que las prácticas de invocación de los muertos, o
adoración o culto a los difuntos es pecado. Se aclara que el tiempo de
salvación es una decisión de cada persona, cuando aún está viva, y que
cuando muere, se produce un destino irrevocable, marcado por la decisión
que en vida se produjo. No es cuestión de terceros, ni de derechos adquiridos
por ritos u otras acciones. Es algo que tiene que ver con la fe, y con la gracia
(don) que Dios ofrece a todos en Cristo.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree,
ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo,
y los hombres amaron más las tinieblas que la luz,
porque sus obras eran malas.
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la
luz y no viene a la luz,
para que sus obras no sean reprendidas.
Mas el que practica la verdad viene a la luz,
para que sea manifiesto
que sus obras son hechas en Dios. (Juan 3:18-21).
El Motivo de Provecho
El mundo de hoy, que podemos encasillar como ultramoderno quiere
hechos que se puedan experimentar, y que en sí manifiesten que hay éxito.
Quiere vivir las cosas en primera persona, sintiendo lo que ello implica. La
perspectiva histórica de la frustración humana es muy amplia, o más amplia
que nunca porque tenemos más medios de investigación y procesos para
analizar. En todos ellos los principios a seguir fallaron, no fueron suficientes:
en la Historia Antigua, en el Medievo, en el Renacimiento, en el Barroco, en
el Romanticismo, en la Modernidad, en la Posmodernidad, o en la
Ultramodernidad[5] hay multitud de fracasos, donde se ve el esfuerzo de
sobrevivir. Ante esto el hombre se ha vuelto susceptible. Estas etapas a lo
largo del tiempo se han abreviado, como en una selección de lo mejor, porque
los referentes tenían menos base para subsistir. La Antigüedad (la más larga
de todas, sin tener en cuenta la Prehistoria) está compuesta por milenios, pero
poco a poco cada Edad va haciéndose más corta e inestable, hasta llegar a
nuestros días que estamos en constante cambio. Sin embargo, en todos los
procesos la Palabra de Dios ha sido referente para nosotros, y medio para
motivar a las personas en todas las áreas de la vida, a ser impulsados para
vivir.
Hoy tanto los discípulos como los maestros, los profesores y todo aquél
que pretende impartir conocimientos para facultar y formar adecuadamente al
individuo, debe de trabajar con «el motivo de provecho», el leitmotiv de los
proyectos y propósitos que nos mueven. Hoy la falta de interés de los
jóvenes, incluso de los docentes tiene que ver con la fuerte frustración en este
punto. El libro de Proverbios que está lleno de consejos para la vida, tiene
como trasfondo este tema. Esto lo que los grandes filósofos, llamarían «el
eudemonismo», de lo que Aristóteles fue el principal representante. En
Proverbios «el motivo de provecho» no es la norma en sí, sino lo que está
acorde a los principios divinos. Proverbios 10:4 no dice: «La mano
negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece». Por la
norma en sí, podríamos decir que los pobres son negligentes y lo ricos
diligentes, y que esta es su paga sin más; pero Proverbios 14:21 sigue con el
tema: Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de
los pobres es bienaventurado. La norma no encierra al individuo, lo libera,
porque es para ayudarle y guiarle. El gran problema de los fariseos era este,
poner la norma por encima de la necesidad del hombre. El que es un vago o
no actúa bien se empobrece, pero hay otros que llegan a esta situación por
otros motivos, como la injusticia humana. Pero a pesar de todo, en el pobre
hay necesidad, por lo que hay felicidad y recompensa en ayudarles. No es la
norma lo que define la buena enseñanza, sino el motivo de provecho, la
necesidad sujeta a la voluntad de Dios en nuestra profesión.
«La Curva de la Muerte»
El título ya estaba servido, «La Curva de la Muerte». Me refiero,
como no, al grave accidente del pasado día 24 de Julio de 2013, que se
produce en una curva cerrada, en el barrio de Angrois, a 4 km. de la capital
gallega de España. El motivo, al parecer, fue sobrepasar el límite de
velocidad, debido a un grave descuido del maquinista. En el momento que se
escribe sobre este tema, son ya 79 muertos y más de un centenar de heridos,
de los 218 pasajeros que transportaba este convoy de 8 vagones y dos
máquinas de Alvia.
En la Historia de la Humanidad, ha habido muchas «curvas de la
muerte», unas más sinuosas y peligrosas que otras, donde casi, de «una
pasada» murieron millones de personas. Podríamos escribir libros sobre
guerras, genocidios y actos terroristas que terminaron con la vida de millones
de personas. Estas «curvas de la muerte», por poner algunos ejemplos del
mismo siglo XX, podrían ser los siguientes genocidios: «Genocidio
Armenio», entre 1915-1923, con la masacre de vidas, entre 1.500.000 y
2.000.000 teniendo dificultad para concretar un número más concreto.
Holocausto o Solución Final nazi (1942), donde son gaseados unos 6.000.000
de judíos, además de gitanos y discapacitados entre otros. Hiroshima y
Nagasaki con bombardeos atómicos los días 6, 9 de agosto respectivamente,
del 1945,con más de 200.000 muertos. Genocidio de Ruanda, como intento
de exterminar a la población tutsi por el gobierno hutu en 1994, con el
asesinato de 800.000 personas, y más de 5.000 niños, hijos de las mujeres
tutsi violadas. Se podría seguir recordando otras «curvas de la muerte» del
pasado siglo nada más.
Quizás la «curva de la muerte» de ALVIA, no sea tan pronunciada
como las mencionadas anteriormente, pero para cualquiera de las familias de
las víctimas, esta ha sido la curva más sinuosa, la más cruel. En realidad, la
muerte es una curva que en nuestras vidas crea un dolor que deja una huella
imborrable.
La muerte no respeta a nadie, y esta no es la voluntad de Dios, sino
que, según la Biblia, es una condición del hombre caído, es decir, de toda la
humanidad, aunque esto no formara parte del proyecto inicial de Dios. Una
de las premisas sicológicas con las que trabajan los sicólogos con las familias
que sufren las perdidas, es la aceptación de lo ocurrido. Hay que trabajar esto,
dicen, para que no se dé un duelo patológico. ¿Pero quién acepta la muerte
inicialmente? La muerte la tenemos al margen de la vida y la miramos de
reojo. No se quiere morir, y muchas veces se llega a creer, --a pesar de que la
estadística nos muestre que a todos nos sobrevendrá--, que a mí nunca me
ocurrirá. A veces hablamos de estar preparados o no para morir, pero esto,
siempre es un tema que nos presenta la tensión entre muerte y vida, porque la
muerte forma parte de la vida actual, pero es algo extraño, ajeno, a pesar de
ser cotidiano. Nadie quiere morir. Jesús en cuanto a la cruz, oraba al padre
ante la posibilidad de que no se diera esto. Jesús que es Dios, y que vino a
esto, nos estaba mostrando desde la humanidad, el significado de la muerte.
El apóstol Pablo, decía que prefería marchar con el Señor (morir o dejar el
cuerpo), pero que por las circunstancias que vivía era necesario seguir en este
mundo.
La tensión se da, incluso entre creyentes, que tenemos la esperanza de
que cuando dejemos este cuerpo, tendremos una vida eterna para disfrutar, un
cielo, que es la promesa de lo mejor. Podemos tener la alegría de esta
esperanza en estos momentos, pero también las lágrimas del dolor de la
separación de los seres queridos y de otras situaciones; se da esta tensión.
Porque seamos creyentes, tampoco es natural afrontar la muerte como si fuera
una fiesta; se da esta tensión.
A veces los mismos creyentes nos apresuramos a la hora de explicar
algunas cuestiones al respecto. Cuando una persona se salva de morir en un
accidente como el de ALVIA, se suele hablar del milagro que hizo Dios con
ellos; pero yo me pregunto ¿qué pensarán las personas que no se salvaron?
¿Dios no los quiso salvar?, ¿eran peores? La tensión vuelve a surgir. Como
en un espacio como este no se puede abrir una disquisición de tipo
escatológico como esta, lo dejaré aquí, esperando que podamos reflexionar,
llegando a conclusiones correctas.[6] Solamente unas palabras finales,
pensando en las personas que todavía siguen sufriendo, y que seguirán
teniendo un gran dolor, una marca en sus almas, por esta «curva de la
muerte». La vida que Dios nos da en Cristo, no tiene fecha de caducidad, que
es eterna, a pesar del mal trago de la muerte: Mas para mí el vivir es Cristo, y
el morir es ganancia. (Filipenses 1:21).
Aunque muchos religiosos, y muchas personas con buenas
intenciones vengan con respuestas estereotipadas para consolar, la verdad es
que lo importante es acompañar en el dolor, y dejar que Dios que da la vida,
siga actuando dando aliento. Como dijo el pensador francés Paul Claudel
«Jesús no vino para explicar el sufrimiento, sino para llenarlo con su
presencia». Me llega a doler el dolor que ha provocado esta «curva de la
muerte», y oro para que Dios llene con su presencia las vidas de todos los que
sufren ahora.
 
3. Una moral
que
revela la necesidad
de una ética diferente
Rebajas 70% o una «ética mínima»
Con la llegada de la globalización los valores humanos se han
analizado aplicando perspectivas diferentes, también desde la misma
metamodernidad. Este es el tiempo que queramos o no, nos ha tocado vivir. 
Este es el turno de la crisis en el sentido de cambios muy importantes,
también en lo económico. Esta es una época de buenas oportunidades para
hacer tanto lo bueno como lo malo. Es el tiempo de los megas, y de las gigas,
de los grandes viajes, de los grandes acontecimientos; la época en la que hoy
más que nunca «el mundo es un pañuelo». A muchos se les queda pequeño
este planeta, siendo protagonistas el estrés, la tensión y el agobio.
Sin embargo, esto puede significar una gran oportunidad para
multiplicar lo bueno. Esta es una época única y muy especial para reproducir
el evangelio de forma multitudinaria, exponencial, y hacerse eco de forma
imprevisible. Pero en este tiempo de autopistas de la comunicación y del
encuentro intercultural e interreligioso, también se plasman las miserias más
profundas del ser humano. De la discusión de la laicización, de colocar
crucifijos, medias lunas, o llevar «burka», «hiyab» u otros símbolos
religiosos en lugares públicos, se ha pasado a algo mucho más profundo: la
convivencia en su sentido más esencial, pero también más cotidiano.
En lo globalizado no se puede presentar algo diferente a lo que existía
en la autarquía o en lo más aislado, pues no son las estructuras sino el
pensamiento, el corazón de hombres y mujeres, los valores personales que se
expresan en diferentes oportunidades. Esta es una oportunidad que tiene
repercusiones muy fuertes, y que pueden ser muy peligrosas o muy benignas,
según lo que anide en nuestro foro interno.
Por este motivo, los filósofos y pensadores de nuestra época –entre
los que destacan Adela Cortina--, comienzan a hablar de una «ética mínima»,
ya que para no destruirnos se hace necesario un mínimo. Parece que en la
crisis también se da el oportunismo, la ocasión para justificarnos, de iniciar
REBAJAS, que no solamente comienzan en El Corte Inglés. Cuando la ética
alude a la convivencia del ser humano, se piden unos mínimos, se baja el
listón, ante los choques culturales, religiosos, económicos y étnicos. El
teólogo Häns Küng en su Proyecto de una ética mundial, constata que es
posible una ética mínima. Esto hace referencia a respetar a nuestro prójimo
independientemente de su cultura, etnia, religiosidad, etc. Es saber convivir
sin pensar que el que es diferente a nosotros, por alguno de los motivos
expresados anteriormente, es peor que nosotros. Esto implica hacer una
«ciudadanía cosmopolita» más abierta. Y en esto creo que los cristianos
tendríamos que ser una avanzadilla especial, piedra de ángulo, para anunciar
el evangelio, y ser sal y luz en este mundo, respetando al otro, sea quien sea.
Es más, el cristiano tendría que ser ejemplo, pionero no de una simple ética
mínima, sino de una ética máxima. La ética máxima, es para mí, lo que
realmente enseña el evangelio, es amar a nuestro prójimo como a nosotros
mismos, entendiendo por nuestro prójimo, al necesitado, al que sufre, al que
tiene menos, al pecador que necesita la ayuda de Dios.
Pero para llegar a una ética máxima, tenemos que superar la mínima.
No se llega a la mínima cuando la oportunidad de nuestra época globalizada
se aprovecha para vejar y hablar mal de nuestro prójimo, cosa que no ocurre
solo entre partidos políticos antagónicos, sino que ocurre entre aquellos que,
en una falta de respeto, de ética mínima, dan cabida a la crítica y a la
murmuración. Esto es lo que se convierte en esa pequeña chispa que enciende
un gran fuego, y que en nuestro tiempo globalizado entraña un gran peligro
por la fácil propagación, y el mucho daño que produce, aunque la palabra se
haya soltado de forma gratuita y sin medir sus consecuencias.
Esto nos lleva a otra reflexión de «cortafuegos» en un mundo que se
incendia con facilidad. Cuando las iglesias quieren ser significativas, y llegar
a una ética máxima, es muy importante, que sus líderes, pastores y dirigentes
hagan cortafuegos, que confrontentodo aquello que pueda obstaculizar una
ética máxima. Que sean valientes, y corten la propagación de los fuegos de la
murmuración y de la intransigencia, basada en éticas personales que tienen
distintas varas de medir, y que dañan a las personas. Esto nos ayudará a
cumplir nuestro cometido en este tiempo, y llegar a la ética máxima de
bendecir incluso a quién nos maldice, en obediencia al mandato bíblico, y así
desarmar el mal con el bien, y rechazar el pecado amando al pecador.
La corrupción del poder: más cerca de lo que
pensamos
Suele ser muy común hablar de la corrupción política, y es que la
imagen de nuestros políticos lleva mucho tiempo bastante deteriorada, sea
cual sea el signo ideológico en el que podamos pensar. Ejemplos de esto no
es necesario poner aquí, pues los tenemos diariamente en todos los medios de
comunicación, con nombres y apellidos, alcanzando estos a la misma familia
real de nuestro propio país. Pero esto no es nuevo, la historiografía ha dejado
bien constatada esta realidad de forma muy diversa.
Pero es fácil, y hasta cierto punto gratuito, tener un escaparate donde
dirigir las miradas para elaborar las críticas y señalar las diferentes formas de
corrupción, que, si bien tienen que ver muchas de ellas, de forma directa o
indirecta, con el dinero, lo cierto es que se podría hablar de otras muchas
maneras de corrupción. Podríamos considerar la descomposición que produce
el poder en las esferas del abuso y la sumisión impuesta, incluso con
planteamientos benéficos; pero que al final, realmente quien se beneficia de
forma especial son los que buscan la autoridad como una satisfacción
personal.
Podríamos abrir escaparates más cercanos que el de la política, los
cuales, incluso podrían ser bastante más usuales. Todos ostentamos algún
tipo de poder, aunque sea de menor grado. Los principios corrosivos también
se dan en estos, aunque las consecuencias sean muy diferentes. Pero,
evidentemente, que los que tienen repercusiones más fuertes, son aquellos
que conllevan una organización determinada, y que incluso están arropados
por legislaciones privadas o públicas.
Son muchos los empresarios que aprovechando la autoridad que tienen
para despedir, degradar, o promocionar a sus empleados, utilizan su posición
para ir más allá de lo que son sus prerrogativas. En una jerarquía funcional,
el mando, en distintas escalas, se plasma de forma muy curiosa. Unos se
quejan del despotismo de los que tienen autoridad por encima de ellos, pero,
sin embargo, ellos también aprovechan este autoritarismo a veces con una
fuerza mayor, produciéndose el «efecto de tuerca» que empieza desde la
cúspide y que va llegando hasta los niveles más bajos.
También se da todo esto de forma doméstica. La «violencia de género»
suele ocurrir en todos los ámbitos sociales, y a edades que no siguen patrones
únicos. «El machismo» sigue siendo una realidad en la que el hombre hace
uso de una autoridad de forma desmedida, infravalorando su entorno, y
especialmente a su pareja. El ámbito de lo privado se utiliza para desarrollar
una actitud agresiva, en palabra, actitudes, e incluso en lo físico,
produciéndose un maltrato que atenta contra la integridad del que se
convierte en la persona más débil o vulnerable.
En ámbitos religiosos también se pueden producir estas aberraciones
sociales. Cuando las estructuras jerárquicas dejan de ser funcionales y se
convierten en objetivos en sí mismas, se da una alienación que solamente
puede ser equilibrada y ordenada por los principios bíblicos que han de darse
de forma especial y particular en una iglesia u organización cristiana, aunque
también tengan una trascendencia universal. Los líderes de estas
organizaciones pueden ser «endiosados» de forma peligrosa. Con un sentido
paternalista, pueden convertirse en la referencia obligada para todas las cosas.
Estas personas al final pueden presentarse como el molde al que todos tienen
que ajustarse. Los chicos tienen que consultarle sobre quién podría ser su
pareja. Para adquirir una propiedad, de nuevo hay que preguntar quién es el
referente para todo. La capacidad de reflexión y de responsabilidad
individual, se delega en otro y no se desarrolla, --lo que para algunos incluso
parece más fácil y cómodo.
El concepto de liderazgo bíblico, tiene como modelo a Jesús, y nos
muestra algo muy diferente. Quien tiene la máxima autoridad se presenta
como Siervo Sufriente, y no impone nada, sino que lo ofrece y lo inspira de
forma amorosa, buscando la reflexión individual, de manera que se pueda
vivir bajo principios sólidos, que den madurez y estabilidad.
¡Castigó Dios a Japón!
La tierra no reposa ni un segundo, pues suspendida en el espacio, no
para de girar en sus movimientos de rotación, traslación y algunos otros de
los que hemos oído hablar menos. La tierra tampoco deja de moverse bajo
nuestros pies, bajo su corteza terrestre. Hay movimientos tectónicos que se
encuentran con fallas o fracturas, que pueden llegar a provocar grandes
seísmos como el reciente de Japón. Pero nosotros solemos creer que la tierra
sobre la que pisamos nunca temblará hasta el punto de que nuestra vida
peligre. Entendemos que caminamos sobre suelo firme y que nuestro
equilibrio está asegurado dentro de un margen de estabilidad. Incluso desde
nuestra aparente seguridad podemos convertirnos en espectadores de las
tragedias de nuestro prójimo. Nos lamentamos, pero intentamos que no nos
afecte demasiado, aunque no dejamos de mirar de reojo por si lo acontecido
puede repercutirnos, lo que tendría una forma muy diferente de entender las
cosas.
Algunos, --y esto me duele especialmente--, llegan a emitir juicios
que desde mi punto de vista son muy injustos y gratuitos: «¡Castigó Dios a
Japón!» ¿Quiénes somos nosotros para llegar a conclusiones tan severas y
juicios tan tremendos? Todavía oigo comentarios similares con respecto
Haití. Algunos llegan a conclusiones de que el paganismo, la santería y todo
el pecado haitiano han llevado a este castigo divino. Por ello creen que
murieron centenares y miles de personas, entre los cuales también había
niños, ancianos, gente sincera que buscaba a Dios, entre lo que también se
podría contar un buen número de creyentes evangélicos.
En España ha habido muchos terremotos, especialmente en la zona
sur de nuestro país, como fue el caso del que en 1969 sacudió Cabo de San
Vicente muriendo muchas personas. Hace muchos años que incluso teníamos
la «fiesta del terremoto» instaurada por Fernando VI para recordar el sismo
que acompañado de un fuerte tsunami arrasó Lisboa, teniendo una mortandad
entre 60.000 y 100.000 personas, creando además importantes daños en
nuestro País. ¿Qué ocurre?, ¿la población de Lisboa era muy pecadora? Ya
que Andalucía es una zona muy sísmica, ¿significaría esto que es la zona más
pagana de nuestro país?
Pero estas tristes conclusiones no solamente se oyen ante catástrofes
consecuentes a fenómenos de la naturaleza, pues como objetos arrojadizos se
lanzan a las personas que sufren en otras situaciones. Muchos de nosotros
podríamos haber cogido el tren de cercanías que el 11 M acabaría con la vida
de muchas personas en Madrid, y no quienes tuvieran un pecado especial. El
avión que se accidenta o el coche que colisiona no tienen por qué tener una
causa divina. Estos juicios, posicionamientos y argumentos que provienen de
lo que se podría llamar la «hermenéutica del garrotazo» son aplicados con
cierta frecuencia por aquellos que hacen no solamente una interpretación
errónea, sino también interesada.
Es cierto que en la Biblia hay algunos pasajes que nos hablan del
juicio de Dios, pero no podemos hacer de esto una norma en todos los casos,
ya que son excepciones en el curso de la Historia, que nos constatan en su
contexto histórico y bíblico, realidades diferentes, que nos llevarán hasta el
Mesías y el cumplimiento de la revelación de Dios en la Biblia, con todo lo
que ello implica y supone. Vemos que Jesús no vino a condenar al mundo
sino a salvarlo tal como nos dice el evangelio de Juan (3:17).

Continuar navegando