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TESTIFICA Josué Yrion ****************************************************** Primera edición 2018 © 2018 por Josue Yrion World Evangelism & Missions, Inc. P.O. Box 768 La Mirada, CA 90637-0768 Estados Unidos de América Fax: (562) 947-2268 Teléfono: (562) 928-8892 Correo electrónico: josueyrion@josueyrion.org Página web: www.josueyrion.org Edición: Nancy Pineda Diseño y diagramación: Alicia Mejías, BGG Designs, Miami FL, www.bggdesigns7.com Reservados todos los derechos. Ninguna porción ni parte de esta obra se puede reproducir, ni guardar en un sistema de almacenamiento de información, ni transmitir en ninguna forma por ningún medio (electrónico, mecánico, de fotocopias, grabación, etc.) sin el permiso previo de los editores. A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se tomaron de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia. Las palabras en las citas con letras en negrillas indican el énfasis añadido por el autor. ISBN 1-933467-010 ISBN 978-1933-467016 Categoría: Iglesia y ministerio / Evangelismo / Misiones Category: Church & Ministry / Evangelism / Missions Impreso en Colombia. Printed in Colombia. ******************************************************* CONTENIDO Introducción Presentación Dedicatoria Prólogo Lista de abreviaturas Primera parte: La seriedad de testificar 1. La importancia de testificar 2. La responsabilidad de testificar 3. Métodos bíblicos de testificar 4. La obediencia de testificar Segunda parte: La oposición al testificar 5. La desobediencia al no testificar 6. Excusas y negligencias al no testificar 7. La rendición de cuentas al no testificar 8. La falta de convicción al no testificar Tercera parte: El respaldo para testificar 9. El ejemplo de Cristo para testificar 10. La Gran Comisión para testificar 11. El enorme desafío para testificar 12. La pasión necesaria para testificar Palabras finales y agradecimientos Notas Acerca del Autor INTRODUCCIÓN «En la obra de evangelización, siempre es cierto que el presente nunca puede anticipar el futuro, y que el futuro nunca puede sustituir el pasado. Lo que debe hacerse por la salvación de un alma debe hacerse en esta generación». J. Oswald Sanders La ciudad de Dios, Jerusalén, después de Antioquía, se tornó en el centro de la evangelización y de las misiones del Nuevo Testamento, según el relato del libro de Hechos. Aquí se encontraban las tres civilizaciones más importantes de la época: griega, romana y hebrea, donde creció el cristianismo de manera significativa en cuanto a la obra misionera, pues los miembros de la iglesia primitiva testificaban de Cristo sin cesar durante los tres primeros siglos de la era cristiana. Los elementos de la civilización griega no son difíciles de trazar. Incluía el arte, la arquitectura, la literatura, el idioma, la ciencia y la filosofía. Todavía nos admiramos que una cultura tan pequeña tuviera tantas ideas profundas y un gran dinamismo, y que alcanzara e hiciera tanto. Esto se lo debemos a la mente, el intelecto inquisidor y al espíritu lleno de vitalidad del griego. En medio de todo esto, nació Cristo, que vino a redimir a la humanidad de sus pecados. Su propagación del evangelio, su muerte en la cruz y su victoriosa resurrección provocaron un impacto en la sociedad, griega y hebrea, donde vivía el pueblo que recibió la ley dada por Dios por medio de Moisés. Con esto, el gobierno romano se afectó mucho, pues unos pocos hombres y mujeres doblegaron el poder dominante de Roma ante la arrolladora autoridad del cristianismo del primer siglo, y donde los primeros cristianos de la época de la iglesia primitiva estaban determinados a testificar del Señor Jesús en cualquier lugar del Imperio romano. A partir de estas tres civilizaciones, todas las generaciones posteriores al nacimiento de Cristo, tanto judíos, griegos como romanos, recibieron la influencia de este Gran personaje que cambió la historia del mundo en apenas treinta y tres años, pues testificó de manera poderosa a través de sus hechos, palabras, obras, milagros, muerte y resurrección. Antes de su partida, Él dejó claro la obra que le encomendó a su Iglesia: debía testificar, evangelizar y hacer la obra de misiones en todo el mundo hasta que Él volviera. Por lo tanto, nuestra responsabilidad es testificar y anunciar el evangelio a todos los continentes del mundo. De ahí que las palabras que abren esta sección de J. Oswald Sanders reflejaran el contenido de este libro: Tenemos que testificar y alcanzar el mundo para Cristo, y hacer todo lo posible a fin de ser ejemplos para la generación cristiana de hoy, y también la que vendrá, al prepararla y madurarla de modo que, a su debido tiempo, ocupe nuestro lugar. Hoy, al igual que en esas tres civilizaciones antiguas de Grecia, Israel y Roma que escucharon la Palabra por el testimonio y la evangelización de la iglesia primitiva, necesitamos predicar el evangelio. Es más, necesitamos testificar de cualquier forma posible en los tres idiomas más hablados y conocidos del mundo actual (inglés, español y francés), sin dejar fuera, por supuesto, a todas las demás naciones de la tierra que no hablan ninguno de estos idiomas. En estos debemos incluir el chino, el mandarín y el cantonés, así como el hindi, telugu y tamil de la India, donde solo en naciones como China y la India hay más personas que no conocen a Cristo que los cristianos de todo el mundo. En estos lugares hay miles de millones de personas que aún no han escuchado el Nombre de Cristo en pleno siglo XXI, pues aun nadie les ha testificado de Cristo en la conocida Ventana 10/401. Tampoco debemos olvidarnos del resto del mundo en todos los continentes, donde millones de millones de personas están en la misma situación espiritual aterradora. Aquí es donde entramos nosotros para reconocer nuestra responsabilidad como cristianos, la cual encontramos sin sombra de dudas en la Palabra de Dios, y que podemos corroborar en este libro... Testifica. PRESENTACIÓN «La iglesia cristiana existe para las misiones, así como el fuego existe para quemar». Emil Brunner Cuando escribí el primer libro, El poder de la Palabra de Dios, mi deseo fue llevar a la Iglesia a un entendimiento teológico más profundo sobre la necesidad de volver a las Escrituras. En el segundo, Heme aquí, Señor, envíame a mí, mi pasión fue hablarle al pueblo de Dios y a sus ministros sobre reconocer la importancia de las misiones mundiales en sus vidas y hacer de la evangelización una prioridad. En el tercer libro, La crisis en la familia de hoy, mi intención fue establecer las bases bíblicas para que el matrimonio entre un hombre y una mujer fuera estable, sólido y santo, teniendo a Cristo como fuente de todas las bendiciones, ya sean materiales o espirituales, a fin de que el hogar sea capaz de resistir los embates furiosos del enemigo y permanecer hasta el fin. En el cuarto, La fe que mueve la mano de Dios, mi propósito fue escribirles a los cristianos y ministros diciéndoles que la fe madura es capaz de llevarlos a niveles espirituales poderosos y a recibir grandes milagros de parte de Dios, si tan solo creemos lo que ya sabemos y predicamos. En el quinto libro, El secreto de la oración eficaz, mi énfasis fue dejar en claro la importancia de mantener o regresar a la comunión íntima con el Señor al obtener el resultado y la respuesta que esperamos de Dios a través del secreto de una oración específica y de poder hecha por medio del Espíritu Santo. En el sexto libro, La vida espiritual victoriosa, mi corazón anheló expresar que es posible vivir una vida espiritual plena, abundante y próspera cuando empleamos las bases de la Palabra de Dios para obtenerla. En el séptimo y el octavo libro, Espíritu Santo, necesito conocerte más, que están en dos tomos, mi vida y mi ser escribieron sobre la tercera persona de la Santísima Trinidadde la cual, creyentes y ministros, necesitamos el respaldo, la ayuda, el poder, la unción y la autoridad del Espíritu Santo en todas las esferas de nuestra vida personal, privada y pública. En el noveno libro, «Dad, y se os dará», escribí sobre la necesidad de tener un entendimiento claro y sencillo, y al mismo tiempo profundo en lo espiritual, sobre la administración y la mayordomía de las finanzas, la necesidad de estar fundamentados en la Palabra de Dios y aplicar sus principios establecidos como la fidelidad en los diezmos, ofrendas y el sostenimiento de la obra de Dios en cuanto a su avance mediante la evangelización y las misiones mundiales. En el décimo libro, Pablo: Su vida, llamado y ministerio, escribí sobre el ejemplo de este gran hombre de Dios, el único que pudo decir: «Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo» (1 Co 11:1), y una vez más pudo afirmar: «Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros» (Flp 4:9). Su amor por Cristo, sus tribulaciones, persecuciones, prisiones, aflicciones, su pasión, su ambición por predicar donde no se había anunciado al Señor, así como su motivación y liderazgo en la preparación de nuevos candidatos a obreros, hicieron del apóstol Pablo el personaje más importante de la iglesia y del Nuevo Testamento después del propio Cristo. En esencia, los escritos de Pablo son la base de la teología cristiana del Nuevo Testamento, solo a continuación de las enseñanzas mismas de Jesucristo en los cuatro Evangelios. En el undécimo libro, La conquista de Cristo en la cruz, escribí sobre el propósito de Dios en la cruz, así como del amor inmenso de Cristo demostrado en la cruz al sufrir una muerte horrenda, y lograr la victoria por su sangre y resurrección. Además, señalé que, por la cruz, Cristo venció el pecado, obtuvo nuestro perdón, sanó nuestras enfermedades y, por último, derrotó al diablo y la muerte. En resumen, la cruz es la respuesta para cada pregunta del hombre y la solución para toda la necesidad de la humanidad, ya sea física, espiritual o material. En este duodécimo libro, Testifica, que habla sobre nuestra responsabilidad de testificarles de Cristo a los inconversos mediante la evangelización y las misiones, deseo hablar del tema que es mi llamado y la pasión de mi corazón desde jovencito: ¡El amor por las almas perdidas! En este libro hago hincapié en que todos los cristianos tenemos, de una forma u otra, el llamado a testificarles de Cristo a nuestros amigos, familiares, y colegas de escuela o trabajo. Sin importar la edad, tú puedes testificar de Cristo. NO necesitas ser una persona joven para testificar. NO necesitas ser una persona adulta para testificar. NO necesitas tener un llamado específico para testificar. NO necesitas un llamado especial como pastor, evangelista o misionero para testificar. Todo cristiano tiene un llamado a testificar de Cristo donde quiera que esté. Así que, repito, NO necesitas de un llamado especial para ir al otro lado del mundo como evangelista o misionero para testificar. Puedes testificar al otro lado de la calle, a tus vecinos; puedes testificar al otro lado de la sala a tus familiares; puedes testificar al otro lado de tu oficina a tus compañeros de trabajo; y puedes testificar al otro lado de tu clase en la escuela. Por lo tanto, estamos comprometidos con la evangelización y las misiones a nivel local, nacional, internacional o en cualquier esfera que Dios nos quiera usar. Así que podemos testificar a nivel local en nuestro barrio o ciudad; podemos testificar a nivel nacional en las ciudades de nuestro país o nación; y podemos testificar a nivel internacional y mundial alrededor del mundo. Ten la seguridad de que, para Dios, todos estos niveles tienen el mismo valor. Lo que importa es ganar las almas, ya sea que estén en nuestro propio barrio o en el otro lado del mundo. Las almas perdidas están en cualquier lugar. El sabio Salomón lo dijo de manera muy acertada: «El que gana almas es sabio» (Pr 11:30). Y tú puedes ganar a los inconversos, a las almas perdidas, dondequiera que estén, solo necesitas amarlas, tener un corazón dispuesto a buscarlas, y el interés y la disposición de hacerlo. Cristo lo dijo de forma categórica cuando dejó claro que la tarea de todo cristiano es testificar: «Como me envió el Padre, así también yo os envío» (Jn 20:21). Él NO dijo que esta Palabra era en específico para líderes, pastores, ministros, evangelistas o misioneros. En su lugar dijo: «Así también yo os envío». ¿A quién envía? ¡Nos envía a todos! ¡A toda la Iglesia! ¡A todo cristiano! ¡A todo creyente! Una vez más las palabras del Señor definen que este es un llamado para todos: «Y estas señales seguirán a los que creen» (Mr 16:17). ¿Creemos en Cristo? ¡Sin lugar a dudas, pues somos cristianos! Entonces, ¡Cristo nos habla a nosotros también! A los que creemos... ¡A los que somos creyentes! ¡A todos los cristianos! ¡A todos los salvos! Quiero dejar claro que después de haber predicado la Palabra de Dios hasta hoy en más de setenta y cuatro países alrededor del mundo en todos los continentes, es triste que la Iglesia, por lo que he visto y oído, haya fallado en su tarea de testificar en cuanto a la evangelización, ya sea de manera local, nacional o mundial. Los «shows», el «entretenimiento» y los «programas» de muchas iglesias de hoy no incluyen en su enfoque, meta o propósito el testificar de Cristo ni tienen en cuenta la responsabilidad con relación a la evangelización y las misiones. ¡Esto es lamentable! Sus «estrategias» de mantener la membresía o «ganar» a más feligreses sencillamente es como dicen las estadísticas: Transferencia de creyentes de otras iglesias y no de nuevos convertidos. Tales pastores y sus iglesias no tienen idea de la filosofía, teología ni del propósito en cuanto al llamado a la evangelización y las misiones. Tampoco la tienen en cuanto a la responsabilidad de testificar, tanto en lo personal de cada cristiano como en la corporativa de toda la iglesia, cuando la tarea suprema es ganar almas para Cristo. Muchas de estas iglesias no incluyen la evangelización y las misiones como prioridad. Es más, solo viven de «evento en evento», de «programa en programa», de «show en show», de «entretenimiento en entretenimiento», sin salir de las cuatro paredes. No buscan a los perdidos, no evangelizan, no ganan almas, no aman al perdido, no se preocupan por traer a alguien nuevo como visitante para oír la Palabra. Lo que es peor, estas «iglesias» saben la definición del discipulado y la preparación de nuevos cristianos para la tarea que el mismo Cristo comisionó a la iglesia: ¡Testificar de su Palabra a tiempo y fuera de tiempo! Muchas de estas llamadas «iglesias» funcionan más como un «club cristiano», donde se reúnen una vez a la semana de domingo en domingo, y se pasan todo un año entero sin ganar una sola alma para Cristo. Incluso, algunas ya llevan años que no reciben un solo nuevo convertido en su membresía. He visto de todo al predicar en tales iglesias en cada estado de la nación estadounidense y alrededor del mundo. ¿Qué más puedo decir? Que mi corazón llora de tristeza por ver la precaria condición de una iglesia fría, triste y sin poder que se destruye por las pocas personas sin entrega, amor y pasión por las almas perdidas. De esto se trata este libro: De que cada cristiano y ministro sea consciente de su responsabilidad respecto a TESTIFICAR. Es mi oración y deseo que, mediante esta obra literaria, descubras todo lo relacionado con lo que abarca el gran llamado que tiene cada cristiano de testificar. Por eso estoy seguro que la lectura de este libro te llevará a un nivel espiritual mucho más alto y profundo cuando sepas, entiendas y pongas en práctica los principios bíblicos establecidos aquí. Dios nos salvó con un propósito específico: Testificar y ganar para Cristo a otros que caminan hacia una eternidad de perdición horrible, a menos que nosotros obedezcamos la tarea de la Gran Comisión. De ahí que las palabras antes citadas de estegran teólogo del siglo XX, Emil Brunner, sigan vigentes en nuestros días. Nuestro propósito como Iglesia de Cristo fue, es y siempre será la tarea de testificar a través de la evangelización y las misiones. Desde el punto de vista bíblico, y sin temor a represalias, hasta me atrevo a decir lo siguiente: «Una iglesia cristiana, sea cual sea su denominación o concilio, donde su líder o ministro no enseña y anima al cristiano a testificar, y donde la iglesia misma no evangeliza, no gana almas ni testifica. Además, si esta iglesia no tiene un departamento misionero, no sostiene financieramente a los evangelistas y los misioneros, sean locales, nacionales o internacionales, no tiene razón de existir dentro del contexto bíblico de la iglesia del Nuevo Testamento establecida en el libro de los Hechos de los apóstoles». ¡Punto! Algún día, tales ministros e iglesias tendrán que rendirle cuentas al Señor por las miles y miles de personas que vivían a su alrededor, pero que se perdieron por toda una eternidad porque no les amaron lo suficiente como las amó Cristo. Dichas iglesias responderán al Dios Todopoderoso en cuanto a por qué no testificaron de una salvación tan gloriosa y eterna, estando tan cerca de esas personas. Tendrán que excusarse por el simple hecho de haber pasado por alto el mandato del Señor que en el Evangelio de Marcos se expresa de manera tan enfática: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Mr 16:15). ¡Que Dios tenga misericordia de nosotros! DEDICATORIA «He visto a mucha gente estar de pie por muchas horas, noche tras noche, y cuando terminamos de predicar, les he escuchado decir: “¡Quédate y cuéntanos más!”. Para mí no es cansancio de la carne quedarme y hablar más del evangelio a gente que tiene sed de oírlo. El tiempo vuela y se renueva nuestra fuerza». Jonathan Goforth El movimiento de la evangelización y las misiones mundiales de testificar sobre la persona de Jesucristo no empezó con Francisco Javier, William Carey, David Livingston, Hudson Taylor, con el apóstol Pablo y ni con el mismo Cristo. Empezó con Dios el Padre. Robert E. Speer escribió: «Los argumentos supremos para las misiones no se encuentran en algunas palabras específicas. En la propia esencia y el carácter de Dios es donde se encuentran las profundas raíces de todo el movimiento misionero»1. La Reforma Protestante declaró que la Gran Comisión de testificar solo se podía aplicar a los doce apóstoles y que estos llevaron el evangelio hasta los confines del mundo conocido. La Reforma dijo que la Gran Comisión ya la completaron los apóstoles, y que la iglesia y sus futuras generaciones no tenían la autoridad ni la responsabilidad para la evangelización del mundo. ¡Nada pudo estar más lejos de la verdad! Por consiguiente, las iglesias de Europa fallaron en gran medida por más de doscientos años en la tarea de testificar y evangelizar, así como en las misiones mundiales. Sin embargo, al mismo tiempo en que la iglesia europea fallaba en su llamado y misión, el Espíritu Santo despertaba corazones de un ejército de hombres y mujeres de Dios, levantándolo para testificar y cumplir con la tarea olvidada de la iglesia. Basados en la Gran Comisión de Mateo 28:19-20, este ejército de Dios ha transformado el mundo bajo el poder y la unción del Espíritu Santo en todos los continentes. A estos héroes que transformaron el mundo, hombres y mujeres de Dios del pasado, y también los grandes siervos y siervas de hoy, misioneros y misioneras en mi generación que conozco alrededor del mundo, y las futuras generaciones que vendrán después de nosotros, a todos les dedico este libro con mi corazón. Los reconozco por su labor, esfuerzo, pasión, abnegación, sacrificio, total entrega y dedicación al Señor en la tarea aún no terminada de testificar de Cristo en cuanto a la evangelización y las misiones. A ellos les dedico esta obra literaria en reconocimiento por el alto precio que han pagado, pagan y que pagarán de igual manera, al llevar la Palabra hasta los confines de la tierra. Por eso, las palabras de Jonathan Goforth antes citadas son tan apropiadas para este momento. Hay que trabajar aunque sintamos cansancio físico por viajes constantes alrededor del mundo, ¡pues nuestro descanso no está aquí! ¡Firmes y adelantes huestes de la fe, sin temor alguno que Jesús nos ve! Nuestro trabajo diario y labor incansable están aquí. Nuestros desvelos, viajes y predicaciones constantes de día y de noche están aquí. Sin embargo, ¡nuestro galardón y nuestra recompensa están en los cielos! ¡Aleluya! PRÓLOGO «Jesús nos ha llamado y nos ha llenado de poder para ser sus testigos. Él nos usa a fin de formar parte en el adelanto de su propósito de redención en la historia. Desde luego, la pregunta se hace: “¿Cómo podemos ser testigos de Cristo?”. La respuesta es: “¡A través de la proclamación del evangelio!”». Daniel Myer Cuando leemos en la Palabra el mandato de llevar a cabo la Gran Comisión, casi siempre queremos pasarlo por alto aludiendo que no recibimos este llamado. En verdad, no todos los creyentes tienen el llamado a servir de manera específica en algunos de los cincos ministerios descritos en Efesios 4:11. No obstante, la Biblia nos declara que todo creyente tiene un llamado a trabajar para el Señor. Dios nos llama a todos para llevar a cabo la Gran Comisión, y una forma de lograrlo es cuando testificamos. En el Evangelio de Marcos tenemos la historia del mandato de Jesús a testificar. La Biblia nos dice que cuando Jesús calmó la tempestad y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos, le salió al encuentro un hombre en completa posesión demoníaca. Después que Jesús dejó libre a ese pobre hombre de su tormento, este quería seguirle, pero el Señor no se lo permitió, como lo vemos en el siguiente pasaje: Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban. Marcos 5:18-20 Como vemos en la Palabra, Jesús no permitió que este hombre le siguiera porque tenía otros planes. El Señor mandó al gadareno que testificara, que contara lo que Dios hizo a su favor. Dios también nos dio a nosotros este llamado a testificar. Nuestra responsabilidad es hablarle al perdido de Jesús. Todos los redimidos por la sangre del Cordero tenemos un testimonio que dar. Todos, como el gadareno, somos testigos del poder de Dios en nuestra vida. «Testificar» significa contar las Buenas Nuevas de salvación, decirles a todos nuestros familiares, conocidos y desconocidos cuán grandes cosas Cristo ha hecho con nosotros. Josué y yo llevamos treinta años de casados, y en todo este tiempo yo he sido testigo de la pasión que él tiene por la evangelización, por ganar almas. Él le habla del amor de Cristo a todo el que se encuentra a su paso, y trata de ganar las almas perdidas en cualquier momento que se le presenta la oportunidad. Por ejemplo, el año pasado fuimos a predicar a Tijuana, México. Habíamos quedado con el pastor que organizó el evento de encontrarnos en un restaurante McDonald’s que quedaba a la entrada de la ciudad, para desde ese lugar ir juntos hacia donde se celebraría el evento. Llegamos y estacionamos el auto. Josué se bajó para ver si el pastor ya nos estaba esperando. Al cabo de un rato, me preocupé, pues Josué se demoraba en regresar. Cuando miré por el espejo retrovisor, allí estaba Josué evangelizando al guardia de seguridad. Y es que así es él, no pierde una oportunidad para hablar de Cristo. Queridos hermanos, la voluntad de Dios es que todos testifiquemos del amor de Cristo. La voluntad del Señor es que le hablemos al perdido de las Buenas Nuevas de salvación. La Biblia nos dice que el gadareno obedeció el mandato del Señor, y comenzó a publicar en el área de Decápolis, o sea, en todaslas ciudades vecinas, cuán grandes cosas había hecho Jesús con él. Asimismo, la voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es que nosotros, al igual que el gadareno, cumplamos nuestro llamado a testificar. Por eso es que recomiendo en gran manera este libro escrito por mi querido esposo, Josué, llamado: Testifica. También le pido al Señor en oración que, al leer, el Espíritu Santo te contagie y llene de esta pasión para contarle al perdido cuán grandes cosas Cristo ha hecho en tu vida. Por eso es que las palabras que cité de Daniel Myer siguen vigentes hoy: Tenemos que proclamar, evangelizar y testificar del evangelio a quien esté a nuestro alcance. ¡Amén! Dámaris Yrion LISTA DE ABREVIATURAS Génesis Gn Éxodo Éx Levítico Lv Números Nm Deuteronomio Dt Josué Jos Jueces Jue Rut Rt 1 Samuel 1 S 2 Samuel 2 S 1 Reyes 1 R 2 Reyes 2 R 1 Crónicas 1 Cr 2 Crónicas 2 Cr Esdras Esd Nehemías Neh Ester Est Job Job Salmos Sal Proverbios Pr Eclesiastés Ec Cantares Cnt Isaías Is Jeremías Jer Lamentaciones Lm Ezequiel Ez Daniel Dn Oseas Os Joel Jl Amós Am Abdías Abd Jonás Jon Miqueas Miq Nahum Nah Habacuc Hab Sofonías Sof Hageo Hg Zacarías Zac Malaquías Mal Mateo Mt Marcos Mr Lucas Lc Juan Jn Hechos Hch Romanos Ro 1 Corintios 1 Co 2 Corintios 2 Co Gálatas Gl Efesios Ef Filipenses Flp Colosenses Col 1 Tesalonicenses 1 Ts 2 Tesalonicenses 2 Ts 1 Timoteo 1 Ti 2 Timoteo 2 Ti Tito Tit Filemón Flm Hebreos Heb Santiago Stg 1 Pedro 1 P 2 Pedro 2 P 1 Juan 1 Jn 2 Juan 2 Jn 3 Juan 3 Jn Judas Jud Apocalipsis Ap PRIMERA PARTE: LA SERIEDAD DE TESTIFICAR 1. LA IMPORTANCIA DE TESTIFICAR «Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura [...] Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén». Marcos 16:15, 20 «Una iglesia que no busca a los perdidos, ella misma está perdida». Reinhard Bonnke Como cristianos, todos debemos tener gran interés en testificar de Cristo a través de las misiones y la evangelización. La seriedad de este llamado que tiene cada cristiano está relacionada con el nivel de importancia que le damos a la obra de Dios. Testificar mediante la evangelización está en el corazón de Dios y su obra misionera alrededor del mundo. El amor por las almas es de suma importancia. La muerte de Cristo en la cruz y su amor es la base de nuestro llamado a testificar, y debemos tomarlo con mucha seriedad. Como ya dije antes en la presentación: Una iglesia que no evangeliza, no testifica del amor de Dios reflejado por medio de Cristo en la cruz, no tiene un departamento misionero y no alcanza a las almas perdidas para el Señor, no tiene razón de existir dentro del contesto bíblico de la iglesia del Nuevo Testamento. El trabajo de las organizaciones misioneras, sean las que sean, que no incluya la evangelización como prioridad y no le da la importancia debida, se catalogan como asistencia social y humanitaria, pero no evangelizadora. Podrán ayudar a los necesitados y enfermos, y con esto atraerlos a Cristo, pero si no se les predica ni testifica de la Palabra de Dios a estas personas, esto no es evangelización, sino obra caritativa. Además, no sustituye la definición clásica del Nuevo Testamento donde se establece que la prioridad es alcanzar a los perdidos para Cristo mediante la predicación de la Palabra de Dios. Esto es muy serio, pues se abandona la predicación y se sustituye por obras de caridad. Es obvio que este trabajo social de ayuda humanitaria es necesario en todos los continentes, sobre todo en los países del Tercer Mundo. Sin embargo, el alma es más importante que el cuerpo. El cuerpo vivirá por algún tiempo, pero el alma es eterna. De modo que si sanamos el cuerpo y perdemos el alma, nuestro trabajo será en vano y un completo fracaso. Por otra parte, si salvamos solo el alma y no ayudamos a los necesitados, también nos equivocamos en nuestro trabajo misionero al no atender las necesidades físicas de los demás. Tenemos que hacer ambas tareas. En realidad, cada cristiano tiene el llamado a ganar almas para el Señor y no necesita de un llamado especial para evangelizar, como ya dije también. Hay llamados específicos para los ministros, como el de evangelista, pastor o misionero, pero hay un llamado general de servicio que cada cristiano debe obedecer. Ahí es donde todo cristiano debe tomar en serio la tarea de testificar. Una escuela o un hospital cristianos, o cualquier otra institución, solo serán una obra misionera si de veras les predican y testifican de Jesucristo a los demás, y ganan a los inconversos para el Reino de Dios. La propia definición bíblica de la palabra evangelización o misiones denota un llamado para cada cristiano de forma individual, de modo que cumpla con su tarea personal de testificar, ya sea con un llamado específico como ministro del evangelio o solo como un creyente, pues en ambas situaciones la mayor importancia radica en ganar almas perdidas para Cristo. El Congreso sobre Evangelización Mundial de 1966, cuyo organizador principal fue Billy Graham, enfatizó mucho que sus participantes y líderes llevaran de vuelta a sus iglesias y comunidades una nueva pasión por la evangelización. Más tarde, ya de regreso en sus casas, algunos que estuvieron en este congreso dijeron: «En muchas partes del mundo están más que dispuestos a escuchar el evangelio que los predicadores están dispuestos a predicar». ¡Esto es algo insólito! LA SERIEDAD DE TESTIFICAR Como nunca antes en la historia, las personas no cristianas tienen un hambre muy grande por escuchar la Palabra de Dios, así que están abiertos al evangelio de Cristo. Incluso, muchos están demostrando interés en la fe cristiana. En mi caso, que he predicado en más de setenta y cuatro países en todos los continentes alrededor del mundo, te puedo decir que esto es cierto. Aunque la sociedad y la moralidad de las naciones están en decadencia, por esta misma razón y como nunca antes, tenemos que tomar en serio la oportunidad de testificar y predicar a Cristo por todos los medios posibles debido al avance de la tecnología actual. Debido también a que los corazones están vacíos y en busca de una solución a sus problemas espirituales, debemos tener presente que la respuesta la tenemos nosotros al anunciar a Cristo Jesús. Repito, por esto debemos tomar en serio la tarea de testificar. Por mi experiencia puedo decirte que he visto a muchas personas que quieren oír el evangelio aquí mismo en Estados Unidos, así como en el Canadá, animistas en África, budistas en Asia, hindúes en la India, musulmanes en el Oriente Medio y en muchos países del mundo, europeos intelectuales y gran cantidad de ateos, así como australianos insatisfechos que buscan una respuesta que los placeres de la vida no les han proporcionado. También he visto hispanos en México, Latinoamérica, Centroamérica y Suramérica que están desilusionados con su religión tradicional. Sí, millones de millones de personas en todos los continentes están encontrando en Cristo la razón de vivir, de modo que se salvan y sanan de manera física y espiritual. En fin, se liberan de sus cadenas de vicios y ataduras espirituales en sus vidas. ¡Cristo es la solución! En todo lugar, el Espíritu Santo está llevando de veras el hambre por el Pan de Vida a estos corazones deseosos de perdón, restauración y de toda clase de bendición que solo les puede dar Cristo. Por eso debemos aprovechar este mover del Espíritu y testificar con seriedad, ahínco y determinación. Esta hambre espiritual no solo se encuentra en las grandes masas de personas pobres, desde el punto de vista económico en los países del Tercer Mundo. ¡De ninguna manera! En todos los niveles sociales, desde el menor hasta el mayor, desde un campesino, maestro, estudiante, trabajador público, oficiales de gobiernos, personas de negocios, empresarios, profesionales, médicos, abogados, ya sea del menor nivel hasta el más alto, incluso los presidentes, jefes de estado, primeros ministros o reyes, todos están encontrando el Pan y el Aguade Vida que es Cristo. Así que debemos asumir la responsabilidad de testificar con mucha seriedad y entender como cristianos la importancia de este llamado de proclamar, anunciar y testificar mediante la evangelización o las misiones. ¡Nuestro tiempo es ahora! Así que, ¡testifica! LA DEFINICIÓN DEL LLAMADO A LAS MISIONES Y A LA EVANGELIZACIÓN Todo cristiano tiene el llamado a evangelizar, testificar y a saber cuál es su parte en el plan de Dios en cuanto a las misiones y la evangelización, sin importar que sea en un llamado general de servir o uno específico en cuanto al ministerio. «En el Nuevo Testamento hay cinco llamados concretos que Cristo nos hace a cada creyente para testificar:» Primer llamado a testificar: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mateo 28:19). Segundo llamado a testificar: «Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15). Tercer llamado a testificar: «Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén» (Lucas 24:47). Cuarto llamado a testificar: «Como me envió el Padre, así también yo os envío» (Juan 20:21). Este pasaje enfatiza, de una vez por todas, nuestro llamado a la evangelización. Quinto llamado a testificar: «Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8). ¿Todavía tienes alguna duda sobre la importancia de este llamado de Cristo hacia nosotros, a todos los cristianos? ¿No debería ser importante para ti también? Muchas definiciones se le han dado a la palabra evangelización a lo largo de estos años del cristianismo. Michael Green define la evangelización de la siguiente manera: La evangelización [es] la proclamación de las buenas nuevas de salvación a hombres y mujeres, con miras a su conversión a Cristo y su incorporación en la iglesia1. Por otra parte, el Dr. J.I. Packer sugiere que «la evangelización es solo predicar el evangelio»2. El Dr. John Stott está de acuerdo con Packer y dice que la evangelización y su contexto es que «su esencia está en la fiel proclamación del evangelio»3. Las palabras «evangelización» y «misiones» están ligadas entre sí, puesto que en las misiones se predica el evangelio y se testifica de Jesús, y no solo se limitan a las obras humanitarias de varias organizaciones. Muchos teólogos dicen que de nada vale atender el cuerpo de las personas en obras caritativas y sanar sus enfermedades, cuando volverán a morir de todos modos. En cambio, si no han oído del evangelio de Cristo, estarán perdidas para siempre. Eruditos sobre la evangelización y las misiones también comentan que podemos demostrar el amor de Cristo a través de las obras caritativas, pero que se debe testificar y predicar el evangelio, a fin de que se salven sus almas. Por otro lado, John Stott define que las misiones «es llevar a cabo todo lo que Dios nos encomienda a hacer como su pueblo»4. Así que podemos concluir que si en las misiones están presentes la testificación y la predicación del evangelio, de seguro que hay evangelización. Al igual que muchos líderes, soy de los que opinan que la evangelización incluye netamente la proclamación del evangelio. Es más, toda obra de evangelización es misiones, aunque no todas las misiones sean evangelización. Dos palabras griegas en el Nuevo Testamento sobresalen en estos aspectos: «euangelion», que solo es «buenas nuevas», y aparece setenta y cinco veces. La otra es «euangelizomai», que es «publicar y anunciar las buenas nuevas», es decir, predicar el evangelio, la cual aparece veinticuatro veces. El evangelio es el «evangel», o «euangelion», las buenas nuevas, y «euangelizomai» es la «evangelización», que es la proclamación y predicación de las buenas nuevas. EL MENSAJE DE LAS MISIONES Y DE LA EVANGELIZACIÓN El evangelio tiene muchas facetas, aspectos e interpretaciones, pero solo un único tema: ¡Cristo! Eso está claro en el libro de los Hechos de los apóstoles. Justo después de su conversión, Pablo «predicaba a Cristo» en Damasco (Hch 9:20). Predicaba, o sea, testificaba de Cristo, y este crucificado (1 Co 2:2). Los otros apóstoles hacían lo mismo. Testificaban en cualquier parte que iban, pues predicaban de Cristo, y su crucifixión y resurrección (lee Hch 2:24; 4:2, 33). En una ocasión, le preguntaron al gran evangelista y misionero Stanley Jones en la India: «¿Qué tiene el cristianismo que no tiene el hinduismo?». Su respuesta fue instantánea: «Jesucristo». Él es el centro de nuestra predicación. Si eliminamos a Cristo y predicamos otra cosa, ya no es cristianismo, sino cualquier otra religión sin fundamento, base y verdad. La cruz de Cristo y su resurrección es el corazón del evangelio y de la evangelización. Fuera de Él no hay evangelio. El evangelio es Cristocéntrico en dos maneras: Su Persona y su obra redentora. El Nuevo Testamento enseña, y la iglesia primitiva creía al igual que nosotros, que durante su vida, ministerio, crucifixión y resurrección, Jesucristo es y seguirá siendo único e inigualable, pues vive para siempre. Sin Él no existiría la salvación, el evangelio, el Nuevo Testamento, y tampoco habría iglesia cristiana ni esperanza para la humanidad. En mi último libro, La conquista de Cristo en la cruz, hablé en detalles sobre la persona única de Cristo. En cuanto al gran significado de la cruz, me referí al propósito de Dios, al amor inmenso de Cristo, su muerte horrenda, la victoria de su poder, la victoria del poder de la sangre, la victoria del poder de la resurrección, la victoria sobre el pecado, el perdón que logró, la sanidad de la enfermedad, y la derrota del diablo y la muerte en la cruz. ¡Aleluya! ¡Oh, bendita conquista! ¡Gloria al Señor! Él es el Hijo unigénito de Dios, su encarnación y nacimiento virginal fueron milagrosos. También lo fueron su vida santa y sin pecado, su carácter intachable, su poder, sus milagros, su muerte expiatoria en la cruz del Calvario, su victoriosa resurrección, su ascensión al cielo, así como lo será su futura Segunda Venida. Jesucristo es el único y soberano Salvador del mundo y Señor del universo. Junto con la persona de Cristo está su obra. Él es el corazón del evangelio que predicamos y testificamos. Pablo lo resumió cuando dijo que Él murió por nuestros pecados, lo sepultaron y resucitó al tercer día con poder, de acuerdo con las Escrituras (1 Co 15:1-3). Así que Él no murió como un profeta, un reformador ni tampoco como un mártir. Él murió y padeció como el único Salvador del mundo (1 P 3:18). Jesucristo dio su vida y derramó su sangre para la remisión de nuestros pecados, pues vino a cumplir el plan eterno de Dios para rescatar a la humanidad de la perdición. Por esta razón predicamos «las buenas nuevas de salvación»: Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 2 Corintios 5:19 Jesús reconcilió al hombre con Dios y nos encargó a nosotros, a todos los cristianos y ministros del evangelio, llevarles la Palabra de reconciliación a los demás debido a que: Dios amó al mundo. Cristo murió por todos. Cualquiera que invocare el nombre del Señor en arrepentimiento y confesión será salvo. Gracias a estos tres aspectos es que podemos predicarle y testificarle al mundo el mensaje del evangelio. LA IMPORTANCIA Y PRIORIDAD DE LAS MISIONES y DE LA EVANGELIZACIÓN Teniendo en cuenta que los expertos en la evangelización dicen que esta NO ES ninguna obra social, ayuda comunitaria ni cualquier trabajo humanitario, aunque todas estas cosas podrán expresar el amor de Cristo, si no se testifica, la predicación del evangelio NO ES evangelización, sino solo trabajo misionero. ¿Cuál debería ser la importancia de la evangelización? No hay duda de que todas las estrategias para alcanzar las almas son importantes. Muchomás cuando vemos los resultados en la conversión de las personas a las que se les testifica y se les predica el mensaje de salvación. Las demás cosas que se hagan a su favor solo serían obras caritativas sin ningún beneficio para el alma, sino solo para el cuerpo. Sin Cristo, esas personas morirán e irán a una eternidad separadas de Dios. Es obvio que reconocemos que debido a muchos de estos trabajos misioneros la gente se ha convertido por el simple hecho de la demostración de amor de los cristianos. Un ejemplo de esto lo vemos cuando a las multitudes inconversas se les atiende y se les suple para sus necesidades físicas, sociales, económicas y psicológicas. Alrededor del mundo, el amor de Cristo se expresa a diario a través de estos programas comunitarios de grandes organizaciones misioneras cristianas y, como resultado, muchos miles se entregan a Cristo. Sin embargo, esto solo será trabajo misionero si se incluyó la testificación y la proclamación del evangelio. De esta manera se transforma en la evangelización, según el contexto bíblico de la iglesia del Nuevo Testamento. Como dijera Jack Frizen: La evangelización debe ser nuestra obsesión. El elemento básico en el alcance misionero es la prioridad de la evangelización, ya sea de palabra o por hechos. La evangelización fue la orden directa de Cristo a sus discípulos y es la comisión solemne a la iglesia. Otros ministerios deben apoyar la evangelización, pero no sustituirla. Por lo tanto, creemos que el énfasis es ganar almas para Cristo, pero también podemos decir que la evangelización social, junto con la proclamación verbal del evangelio, han alcanzado a millones de personas alrededor del mundo. Aun así, las dos deben trabajar juntas, y jamás lo humanitario debe quitarle la prioridad a la predicación y la testificación. ¿Por qué? Porque la ayuda física y humanitaria, la obra de caridad y de misericordia, y la justicia social durarán algún tiempo, será por un momento. En cambio, cuando se testifica y se predica el evangelio, las almas se salvan para toda la eternidad. Por supuesto, muchas organizaciones misioneras trabajan con estas actividades y usan el trabajo misionero humanitario como forma para atraer a los inconversos a las iglesias y que conozcan a Cristo. ¡Y esto se debe hacer! ¡Es una estrategia excelente! Sin embargo, la importancia primordial y la prioridad de la evangelización es testificar y predicar la Palabra de Dios. «Aparte que nuestro ministerio ayuda financieramente a cincuenta y dos misioneros en todos los continentes del mundo, también ayudamos del mismo modo a ministerios que predican la Palabra como por ejemplo:» «Judíos para Jesús», que alcanza a los judíos para Cristo alrededor del mundo. Morris Cerullo Evangelismo Mundial. «King Ministries», con el evangelista y amigo Daniel King, que tiene como meta alcanzar a un millón de personas para Cristo cada año alrededor del mundo. «Fred Jordan Mission», que da albergue, abrigo, ropas y comida a los desamparados y, al mismo tiempo, les testifica y les predica el evangelio. «Life Outreach», organización de James Robinson, que abre pozos en África para ofrecer agua potable a los sedientos, reparte comida, zapatos y construye casas de refugio en Asia para sacar a las niñas de la prostitución, a la vez que les testifican y les predican la Palabra. «Hand to Hand», organización que conocimos personalmente en Bangkok, Tailandia, dedicada a sacar niñas de las garras de la explotación sexual, y les construye casas de refugio seguras donde las alimentan, les enseñan, les testifican y les predican la Palabra de Dios. Las organizaciones evangélicas siempre consideran que la evangelización es la tarea primordial y más importante que llevan a cabo. En la iglesia primitiva, ya había problemas en cuanto a su prioridad En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Hechos 6:1-2 ¡Aquí está la prioridad! ¿Cuál es? ¡La predicación de la Palabra! ¿Cómo lo sabemos? Por la respuesta de quienes componían el liderazgo de la iglesia cuando dijeron: Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Hechos 6:3 ¿Cuál trabajo? ¡La asistencia social y humanitaria que desarrollaba la iglesia! ¿Por qué escogieron a estos hombres? ¡Para que la iglesia se enfocara en su prioridad que era testificar, predicar la Palabra y alcanzar las almas! Como se confirma en el libro de Hechos: Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Hechos 6:4 Esta es la tarea fundamental y de suma importancia: ¡La evangelización! Billy Graham fue el que más enfatizó este punto. El Pacto de Lausana, difundido por el Congreso Internacional sobre Evangelización Mundial, que se realizó en julio de 1974 en la ciudad de Lausana, Suiza, de seguro que es uno de los documentos cristianos más importantes del siglo XX. En el cuarto punto del Pacto de Lausana sobre de la Evangelización Mundial se expresa la función de la iglesia: Evangelizar es difundir la buena nueva de que Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de los muertos según las Escrituras, y que ahora como el Señor que reina ofrece el perdón de los pecados y el don liberador del Espíritu Santo a todos los que se arrepienten y creen. También la directiva de las Misiones Foráneas afirmó lo siguiente: Cuando una casa se está quemando en la noche, lo primero, y la preocupación más urgente, es sacar a tiempo vivos los que están durmiendo. De la misma manera, la preocupación principal del misionero es por el ALMA de la persona para salvarla del fuego eterno. A su tiempo, cuando estén reconciliados con Cristo, podrán recibir una obra social y humanitaria. Debemos mantener esta manera y prioridad misionera, y seguir las pisadas de los apóstoles de Cristo. EL COMPLEMENTO DE LAS MISIONES Y DE LA EVANGELIZACIÓN Orlando Costas, en su libro La iglesia y su misión evangelizadora, no usa el término «prioridad de la iglesia», sino que prefiere hablar del «trabajo total de la iglesia», como una sola cosa en conjunto5. Para Costas, la acción social y la evangelización son dos partes integrales de la iglesia y su misión. Por un lado, tiene razón, aunque hay diferentes puntos de vista entre los ministros con relación a este asunto6. Diría que a pesar de que nuestra prioridad es predicar y ganar almas para Cristo, la iglesia evangélica ha fallado en muchos aspectos en cuanto a la ayuda humanitaria y social. Pudiéramos alcanzar a más millones de personas (predicando y ayudando), si hubiéramos incluido el trabajo de la obra caritativa, como Jesús mismo lo dijo: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Mateo 25:34-40 Es aquí donde la iglesia evangélica ha fallado, aunque creamos que nuestra tarea principal sea la de testificar y predicar el evangelio. Sí, necesitamos testificar y predicar, pero sin olvidar la asistencia social, porque el hombre es cuerpo, alma y espíritu. De modo que en cada una de estas esferas hay distintas necesidades que solo Cristo puede suplirleal hombre. Es bíblico y lógico que necesitemos personas y ministerios cristianos que hagan obras sociales y humanitarias, como lo dijo el mismo Jesús. Que den comida a los hambrientos y agua al sediento. Que provean orfanatos para los niños, casas para los ancianos, ropa para el que no tiene. Es más, que visiten los hospitales y oren por los enfermos. Sin embargo, lo que es más importante, que también testifiquen y prediquen la Palabra. Por otra parte, hay necesidad de que se ejerza el ministerio en las cárceles, que se abrigue al que tiene frío y que se reciba en sus instalaciones a los desamparados. Nos hacen falta ministerios que hagan cada una de estas cosas, así como cristianos que les ayuden, pues todo esto es bíblico y necesario. Ahora bien, sería mucho mejor si realizáramos esta obra a la vez que testificamos, predicamos y alcanzamos a las personas para Cristo. ¡Aleluya! Nuestro ministerio ayuda financieramente a muchos ministerios y misioneros en la India, África y Asia que tienen asilos para huérfanos, ancianos y desamparados. Así que junto con la ayuda material, se les predica la Palabra para suplir sus necesidades espirituales. Como resultado, les ministran en todas las formas y carencias humanas. Y aparte de estos versículos donde Cristo dejó bien claro la tarea de la Iglesia que es ayudar al necesitado, ¿hay alguna otra base bíblica? ¡Claro que sí! Veamos el caso de Cornelio: Él, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Hechos 10:4 Cornelio prestaba ayuda social y caritativa a los demás, y esto le llamó la atención a Dios. Nadie es salvo por darles limosnas a los pobres ni por ofrendar en sus iglesias. En cambio, la demostración de las obras y del amor de Dios en nuestros corazones es lo que nos mueven a dar, contribuir, compartir, ayudar y hacer las obras humanitarias y sociales. No somos salvos por las obras, pero sí somos salvos para HACER las obras. Repito: No somos salvos por las obras, como lo aclara bien la Palabra: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2:8-9 Aun así, somos salvos para HACER las buenas obras, como lo dijo el propio Cristo: Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16 John Stott dijo: Aunque no somos salvos por las buenas obras, tampoco podremos actuar sin ellas. Las buenas obras no son el camino para la salvación, pero son una evidencia necesaria para nosotros. Una fe que no se demuestra en sí misma por las obras, es muerta. En la epístola de Santiago encontramos la siguiente conclusión: Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Santiago 2:17-18 Cuando me refiero a las «obras», expreso que el cristiano debe dar frutos de su salvación al emplear su vida y sus finanzas para el beneficio de los menos afortunados. Como ya dije, hasta el momento, nuestro ministerio está ayudando financieramente a cincuenta y dos misioneros y sus familias en todos los continentes del mundo, así como preparamos a centenares de personas en el Instituto Teológico J.Y. que tenemos en la India, para alcanzar el Asia para Cristo. Con tal objetivo, asumimos la responsabilidad financiera de sostener a maestros, estudiantes y misioneros. Tenemos fe, pero también tenemos obras. Al igual que las obras sin fe es muerta, la fe sin obras es muerta también. Ambas se complementan entre sí. Por lo tanto, ¡llevemos a cabo las dos tareas! ¿QUÉ NOS IMPULSA A LAS MISIONES Y A LA EVANGELIZACIÓN? Nuestro objetivo primordial al testificar y predicar la Palabra de Dios, la Biblia, es la certeza absoluta de que nuestro Dios es el único Dios verdadero, de modo que debemos rechazar cualquier otro falso «dios» o religión que puedan existir en la tierra. Nuestra convicción, pasión y entrega está en darle a conocer al mundo el único, absoluto y verdadero Dios, y que aparte de Él, no hay otro dios. Así que esta es nuestra prioridad: Proclamar y testificar del evangelio para la salvación de las almas, y después, la obra social y humanitaria. Los dos deben complementarse, pero nunca lo humanitario debe sustituir la evangelización, como pregunta J. Mack Stiles: Entonces, ¿cuidar de los demás es el evangelio, es la evangelización? ¡No! No sin la proclamación y el testimonio verbal del mensaje que produce la salvación. Nunca debemos confundir la atención que debemos brindarles a quienes tienen necesidades materiales con la proclamación del evangelio para salvación. Cuidar de los demás representa el evangelio, apunta al evangelio y es una aplicación del evangelio, pero NO es el evangelio en el significado original de la palabra, así que no es igual al evangelio. Nosotros creemos que predicar debe ser la prioridad de la iglesia. La salvación de las almas es lo más importante, pero también creemos que ayudar al necesitado es importante también. Algunos ministerios evangelizadores solo alcanzan a las almas perdidas. Otros se dedican nada más a atender las necesidades físicas de las personas mediante obras humanitarias y sociales. Nosotros y nuestro ministerio, en cambio, hacemos ambas cosas: Proclamamos y testificamos del evangelio para la salvación de los perdidos, pero también ayudamos financieramente a ministerios que dan comida y abrigo a los pobres, y sostienen orfanatos y escuelas para que los niños desamparados aprendan a leer y escribir. Incluso, ayudamos financieramente a organizaciones que tienen hospitales que se preocupan por sanar las enfermedades de personas necesitadas como estas. Creemos en los milagros, y los hemos visto alrededor del mundo en nuestras cruzadas, pero también somos conscientes que Dios usa a los médicos y las medicinas para curar un cuerpo enfermo y aliviar el dolor. Seamos realistas: ¡Hasta nosotros los ministros nos enfermamos de vez en cuando! ¿Verdad? E. Stanley Jones, evangelista y misionero en la India, dijo en cierta ocasión: Un evangelio individual sin un evangelio social es un alma sin cuerpo, y un evangelio social sin un evangelio individual es un cuerpo sin alma. Uno es un fantasma y el otro es un cadáver. ¡Así es! ¡Tenemos que hacer el evangelio individual y el evangelio social! Esto es lo que nos impulsa a la evangelización y a las misiones: Predicar, testificar y también ayudar materialmente a los demás. Entre los ministros hay diferentes puntos de vista sobre este asunto, pero creo que todos estamos de acuerdo en que la proclamación del evangelio salva el alma, mientras que el trabajo social y humanitario restaura el cuerpo. Si hacemos ambas cosas, tendremos el evangelio completo. Jesús enfatizó mucho en esto, basta con leer los Evangelios. Aunque Él testificó y predicó la Palabra, también sanó enfermos, e hizo un trabajo humanitario y social al ayudar a las necesidades físicas de los demás, como cuando multiplicó los panes y los pescados, y dio de comer a la multitud. Por lo tanto, Él dio esta tarea de ayudar a los necesitados y enfermos a nosotros, su Iglesia, de lo cual ya comentamos el pasaje de Mateo 25:31-46. Hablando sobre esto, Lindsay Brown comentó: Algunos de nosotros somos egocéntricos. Nuestro desafío está en preocuparnos por los necesitados. Para los ministerios de misericordia que tenemos, su desafío es hacernos ver la necesidad y ser sensibles a los demás. Así que tanto nosotros, como estos ministerios de la iglesia, debemos comunicar y testificar con nuestras palabras el evangelio, pero también ayudar a los necesitados. Nuestro modelo está en Jesús que predicó, pero también alimentó a los cinco mil. EL AMOR A LOS DEMÁS ES LA BASE DE LAS MISIONES Y DE LA EVANGELIZACIÓN Cierta vez un misionero trabajaba en una nación fría en extremo. Al pasar por una calle, vio a una persona sin abrigo para protegersede tan baja temperatura. Se detuvo, le ofreció un folleto evangelístico y se marchó. Entonces, le escuchó a su corazón decir: «¿De qué le sirve el folleto si esta persona podrá morir de frío en cualquier instante?». Paró en la calle y, considerando volver, pensó: «Si yo regalara mi abrigo, el que moriría de frío sería yo». Cuando empezó de nuevo a seguir su camino, escuchó la misma voz hablándole a su corazón más alto aún. Decidió regresar y, quitándose el abrigo, se lo dio a esta persona que leía el folleto. Al cabo de mucho años, una vez en una conferencia misionera el misionero estaba oyendo a la gente testificar de las bendiciones del Señor. Un hombre se paró y dijo: «Hace muchos años yo estaba en la calle con mucho frío y sin abrigo. Un misionero me dio un folleto y se fue, después regresó y me dio su abrigo. Su gesto de amor cambió mi corazón y me salvó tanto mi vida espiritual como física. Así que hoy también predico de este gran amor de Cristo por medio de sus siervos». El misionero que estaba sentado escuchándole, lo reconoció y empezó a llorar de emoción. Más tarde, los dos se abrazaron entre lágrimas y nació una gran amistad. Como ves, la generosidad de este hombre le salvó la vida, y por esta acción Dios también le salvó su alma. El amor demostrado por este misionero tuvo consecuencias de vida eterna. En cuanto a esto, el pastor David Platt dijo: Hoy más de mil millones de personas viven y mueren en la pobreza. Tratan de vivir con menos de un dólar al día. Si yo voy hablar de la urgente necesidad espiritual al predicar el evangelio de Cristo, no puedo pasar por alto, también de paso, la urgente necesidad física a mi alrededor. ¿Cómo podemos los cristianos olvidarnos que, mientras vivimos, miles de niños y de personas hambrientas en el mundo morirán hoy porque no tuvieron comida o agua? ¿Cómo podemos vivir nuestras vidas de cristianos e ignorar que tales personas ni siquiera existen? Esta es una realidad profunda que la iglesia evangélica debe afrontar. Nos han acusado de solo predicar y testificar de lo espiritual a las almas, y de no importarnos lo material de tales personas. Nos han apuntado con el dedo y nos han señalado que solo nuestra visión es alcanzar las almas en lo espiritual para que se llenen las iglesias. Sin embargo, muchas personas del Tercer Mundo, en especial de América Latina, África y Asia, no reciben atención en cuanto a sus necesidades físicas, sociales y humanas. Repito: «La prioridad de la iglesia es predicar y testificar de la Palabra, a fin de que las almas se salven de la condenación eterna al proclamarles el evangelio. Aun así, también debemos promover el bien humanitario de los demás a través del evangelio social y caritativo. Es más, debemos demostrar el amor al alimentar, cuidar, suplir, sanar y ayudar en sus necesidades físicas a millones y millones de personas alrededor del mundo». UN PUNTO DE VISTA DISTINTO SOBRE LAS MISIONES Y LA EVANGELIZACIÓN En su libro Revolución en el mundo de las misiones, el Dr. K.P. Yohannan, fundador y director internacional de «Evangelio para Asia», ofrece de acuerdo a su experiencia algunos puntos de interpretación diferentes. Según expresa, el diablo ha introducido una sarta de medias verdades para confundir a la iglesia al proponer la obra social y humanitaria sin la predicación del evangelio. Así que enfatiza que millones de personas se perdieron, y se pierden, porque el enemigo ha introducido ciertas mentiras. El Dr. Yohannan, oriundo de la India, nos presenta una serie de afirmaciones que de seguro son mentiras del enemigo, y a las que les daremos respuesta en pocas palabras7: Primera mentira: ¿Cómo podemos predicar el evangelio a alguien que tiene el estómago vacío? Estoy en desacuerdo a lo que parece una declaración racional y lógica. Un estómago vacío no tiene nada que ver con la condición espiritual de su alma. Dios ama al rico de la Quinta Avenida en Nueva York, pero también ama al pobre y miserable en las calles de Bombay, India. La única manera que cualquiera de los dos herede la vida eterna es a través del arrepentimiento y de la confesión de sus pecados. En los últimos cien años, muchas organizaciones cristianas han invertido millones de dólares en trabajos sociales y humanitarios sin haber ninguna persona convertida, así que este es el resultado de esta gran mentira. Aunque debemos ocuparnos de los necesitados, no debemos caer en lo que practican dichas organizaciones cristianas que olvidan que nuestra prioridad es la evangelización. Segunda mentira: El trabajo social (suplir solo las necesidades materiales del hombre) es un trabajo misionero Esta es la tragedia de todas las tragedias. Es uno de los más grandes malentendidos de todos los tiempos. Ha causado que millones murieran sin Cristo y fueran al infierno sin que escucharan el verdadero evangelio de Cristo. Esta mentira se disemina a través de la propaganda en la televisión de organizaciones cristianas que piden ayuda financiera solo para satisfacer las necesidades materiales de las personas. En su mayoría, los cristianos dan su ofrenda pensando que en algún lugar el misionero está alcanzando a miles de personas que todavía no son salvas. Sin embargo, esto es un engaño, pues tratan de que alguien se sienta un poco mejor en lo material ahora, mientras va camino a una eternidad de sufrimiento. Tercera mentira: El trabajo social es trabajo misionero y es igual que predicar La sepultura y la muerte están en esta declaración. En Lucas 14:9-23 se cuenta la triste historia del hombre rico y Lázaro. ¿Qué beneficio obtuvo el hombre rico con sus posesiones? No pudo pagar su salida fuera del infierno. Lo perdió todo, incluyendo su alma. ¿Y qué me dices de Lázaro? Él no tenía ninguna posesión que perder, pero había preparado su alma. ¿Qué era lo más importante durante su tiempo en la tierra? ¿Cuidar su cuerpo o su alma inmortal? Es un crimen en contra de la humanidad perdida ir en el Nombre de Cristo a las misiones solo para hacer la obra social y actuar de manera negligente en cuanto el llamado que se le debe hacer a las personas al arrepentimiento de su rebelión y que tienen que seguir a Cristo. Cuarta mentira: No van a escuchar el evangelio a menos que le ofrezcamos otra cosa primero Yo me he sentado en las calles de Bombay con los mendigos. Hombres pobres y miserables que pronto morirían. Al hablarles del evangelio, les he dicho que no tenía nada material que darles, pero que tenía la vida eterna para ofrecerles. Así que empezaba a testificarles sobre el amor de Jesús que murió por sus almas y acerca de que Él tenía muchas mansiones en la casa de su Padre (Jn 14:2), de modo que podrían ir allí para nunca más tener hambre o sed. Además, les decía que el Señor les quitaría toda lágrima de sus ojos, pues no habría más dolor, lloro ni tristeza (Ap 7:16; 21:14). Qué gozo, alegría y felicidad es haber visto a algunos de ellos abrir sus corazones y oír sobre el perdón de pecados que encontraron en Jesús. ESTO ES «NECESARIO HACER, SIN DEJAR DE HACER AQUELLO» Estas palabras de Jesús lo aclaran bien (Mt 23:23). No obstante, sustituir el Espíritu Santo y la Palabra de Dios por un plato de arroz nunca salvará un alma y es muy raro que cambie la actitud del corazón del hombre. Hasta Jesús reprendió a las multitudes al decirles que le seguían por las obras y los milagros que Él hacía. Con esto, no me refiero a que las iglesias en Estados Unidos deben dejar de enviar los miles de millones de dólares que suplen las necesidades del hombre tanto en la India como en otras naciones. A finales de los años de 1970, aprendí de primera mano la horrible verdad de la ineficacia de la ayuda humanitaria en el norte de la India. A través de las iglesias, había varias misiones, hospitales y escuelas como son conocidas. Así que tratamos de conectarnos con algunos misioneros y sus iglesias locales. Estábamos seguros que encontraríamos cristianos cerca de estas famosas misiones. Para nuestro asombro, no encontramos ninguna iglesia establecida en ningún lugar. Casi no había cristianosen estas aldeas, y estas se encontraban en profundas tinieblas espirituales como lo estuvieron unos doscientos años atrás cuando llegaron los misioneros. Quedamos muy impresionados al ver que después de ochenta o cien años de constante trabajo misionero, y al cabo de varias inversiones de millones y millones de dólares en estas regiones, casi no existía iglesia cristiana establecida en estas aldeas. Al viajar por la India y otras naciones, he visto que esto se repite una y otra vez. Una de las naciones donde han tenido un gran fracaso con el trabajo humanitario es Tailandia. Después de ciento cincuenta años del maravilloso trabajo social que se ha desarrollado, solo menos de un uno por ciento de toda la población general es cristiana. Los misioneros sacrificaban sus vidas en el servicio de la nación, a través de los campos civiles, educacionales, médicos y otros. Tailandia les debe mucho a los misioneros que construyeron los primeros hospitales, escuelas e imprentas. Incluso, formaron los primeros médicos y ofrecieron la primera educación en cuanto a la ciencia. Hasta ayudaron a Tailandia en la diplomacia entre naciones. Después de todo esto, solo quedaron vestigios de las buenas obras sociales y humanitarias que hicieron mientras que millones de personas se fueron a la eternidad sin Cristo y sin la esperanza de la vida eterna. Murieron con mejor educación, gobierno y salud, pero murieron sin Cristo y están perdidas para siempre. ¿En qué se equivocaron los misioneros cristianos? ¿No fueron lo bastante dedicados? ¿Será que cambiaron la prioridad de predicar el evangelio de salvación y lo sustituyeron con la ayuda humanitaria para intentar aliviar el sufrimiento del cuerpo? Por otro lado, he encontrado a hermanos nativos que son pobres y con una mínima educación, pero que están dedicados a predicar el evangelio en áreas pioneras. No tienen nada material que ofrecerle a la gente, ninguna preparación en cuanto a la agricultura, ni alivio médico ni alguna escuela. Sin embargo, centenares de almas se salvan y en pocos años se fundaron algunas iglesias. ¿Qué hacen bien estos hermanos para lograr tales resultados donde otros con muchas más ventajas no lo hicieron? La respuesta está en entender básicamente lo que es el trabajo misionero en realidad. No hay nada equivocado con las obras caritativas, PERO ELLAS NO ESTÁN PARA QUE SE CONFUNDAN CON LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO. Los programas para alimentar a los necesitados pueden ayudar a alguien para que no muera de hambre. La ayuda médica puede prolongar la vida y sanar la enfermedad. Los proyectos de construcción de casas pueden hacer que esta vida temporal sea más cómoda, PERO SOLO EL EVANGELIO DE JESUCRISTO PUEDE SALVAR EL ALMA DE UNA VIDA DE PECADO Y DE UNA ETERNIDAD EN EL INFIERNO. En otras palabras, esto fue lo que expresó el Dr. K.P. Yohannan. En parte, estoy de acuerdo con la explicación que resumí antes acerca de las palabras del Dr. K.P. Yohannan. Aun así, también enfatizo que podemos hacer de manera adicional las obras caritativas, sociales y los trabajos humanitarios, pero sin olvidar que junto a estos se encuentran la testificación y la predicación de la Palabra de Dios. Solo lo humanitario no será suficiente, tiene que haber predicación, pues hay que testificar de Cristo para que haya conversión. Hace varios años, y ahora aún más en nuestros días, parece ser que el Dr. K.P. Yohannan y su organización, «Evangelio para Asia», ha cambiado bastante su enfoque en cuanto a sus afirmaciones anteriores respecto a la ayuda humanitaria y caritativa, así como la obra social. En el reciente brote de fiebre por el dengue causado por los mosquitos en la India, «Evangelio para Asia» donó a través de la Iglesia Creyente más de doscientos cincuenta mil mosquiteros a las familias más pobres para evitar las picaduras de mosquitos que transmiten esta enfermedad que ha invadido la nación. Este esfuerzo es una manera de combatir la epidemia de la fiebre del dengue que ha sido una de las peores en los últimos seis años, sobre todo en Nueva Delhi, según la organización Christian Newshire. El Ministerio de Salud de la Unión ha informado de veintiocho mil casos de esta fiebre en 2015. Solo en Nueva Delhi, veinticinco personas murieron el año pasado, comparado a tres en 2014. Esta ola de fiebre del dengue es posible pararla, dice el Dr. Yohannan, por eso estamos trabajando por la gracia de Dios para proteger estas personas de esta plaga. En la ciudad de Bhubaneshwar, el alcalde Shri Ananta Narayana Jena ha alabado el trabajo de la Iglesia Creyente y se lo ha agradecido al decir: Lo que están haciendo por las personas es admirable, pues les dan educación y entendimiento en cuanto a la higiene personal, y son de gran ayuda los mosquiteros que los protegen de las enfermedades que provocan estos mosquitos. El dengue es una enfermedad común entre las regiones tropicales, también conocida como «la fiebre rompe huesos», que es similar a la malaria. El Dr. Yohannan termina diciendo: Oremos al Señor para que Él sane a todas estas personas que sufren con esta fiebre, pues estamos demostrando el amor de Cristo a través de la distribución de estos mosquiteros. En verdad, el Dr. Yohannan siempre ha creído en la ayuda humanitaria, pero nunca ha dejado de enfatizar que la prioridad está en testificar y predicar, y que después viene la obra caritativa. En los últimos treinta años, su organización «Evangelio para Asia» ha provisto asistencia humanitaria y ayuda espiritual a millones de personas en el sur de Asia, en especial entre quienes no han escuchado sobre Cristo todavía. Solo el año pasado patrocinaron a setenta y cinco mil niños, brindaron ayuda médica gratuita a más de ciento y ochenta mil personas, cavaron más de seis mil pozos para darles agua potable a los sedientos, instalaron once mil filtros de agua, dieron regalos gratuitos en tiempo de Navidad a más de cuatrocientas mil familias y sus enseñanzas espirituales están disponibles en ciento diez lenguas, a la vez que mantienen programas radiales en catorce naciones en el sur de Asia. En otras palabras, ¡es un gran ministerio! Por eso digo: La predicación y la testificación van junto con la ayuda humanitaria y la obra caritativa y social. De esta manera, las personas ven el amor de Cristo a través de las obras de los creyentes, y esa es una gran estrategia para traerlos a Cristo. CUANDO LO PRIMERO ES LO PRIMERO, LO SEGUNDO VIENE DESPUÉS En la época que se instaló el comercio en las islas Fiyi, un mercader ateo y escéptico llegó para hacer negocios. En cuanto salió del barco, vio una Biblia. —¡Qué absurdo! —le dijo al jefe de la tribu—. Ustedes han estado oyendo las necedades y leyendas de estos misioneros sin sentido. —¿Usted ve esa piedra muy grande allá? —le preguntó el jefe. —¡Sí! —le dijo el mercader. —Pues bien —le contestó de inmediato el jefe—, solo hace unos años atrás usábamos esa piedra para aplastarles las cabezas a nuestras víctimas para sacarles el cerebro. ¿Usted ve aquel gran horno allá? —¡Sí! —Solo hace unos años también lo usábamos para cocinar los cuerpos de humanos que nos lo comíamos después. Si no hubiéramos oído lo que le llama necedades y leyendas de los misioneros, le aseguro que su cabeza ya estaría aplastada en esa piedra y su cuerpo ya se estaría cocinando en ese horno. ¿Lo ves? Cuando se testifica del evangelio de Cristo, cambian los corazones de los hombres, como sucedió en esa tribu de las islas Fiyi. Si los misioneros se hubieran limitado a ofrecerle ayuda humanitaria a esta tribu caníbal, pero no le hubieran predicado el evangelio, todavía los fiyianos estarían perdidos y no habría ocurrido la transformación en su vida. Tendrían algo que comer, pero sus almas estarían perdidas aún. Primero es predicar y más tarde alimentar. Primero damos el alimento espiritual para el alma del hombre, y después damos alimentos para su cuerpo. ¡No al revés! Creo que si en Asia se le hubiera dado la prioridad que se debe a la predicación del evangelio en lugar de dársela a la ayuda humanitaria, deseguro que la libertad y la prosperidad prevalecerían en la mayor parte del continente asiático hoy en día. De manera indirecta, el verdadero evangelio produce más cambios sociales que todos los esfuerzos del mundo juntos. Tenemos que aprender de los errores del pasado en cuanto a las misiones y no repetirlos. Los chinos aliados de Mao Tsé-tung les dijeron a los misioneros: «Ustedes han tratado de ganar la atención de las masas a través de las construcciones de orfanatos, casas para los desamparados, hospitales y escuelas. Nosotros, en cambio, hemos impreso nuestro mensaje y hemos distribuido nuestra literatura en toda China. Algún día, nosotros los echaremos a ustedes los misioneros de nuestro país y lo haremos mediante la página impresa». ¡Y lo hicieron! Un líder cristiano dijo que si la iglesia le hubiera dedicado más tiempo a testificar y predicar el evangelio como lo hizo construyendo hospitales, orfanatos, escuelas y casas de ancianos, las cosas hubieran sido diferentes. En realidad, esas obras humanitarias eran necesarias, pero más lo era predicar y testificar del evangelio. Como resultado, hoy en día no existiría la Cortina de Bambú. La tragedia de China se repite hoy en otros países. Cuando permitimos que la actividad misionera tenga su centro en las necesidades físicas del hombre sin el equilibrio espiritual adecuado, participamos de un programa que, a la larga, enviará las personas a una eternidad sin Cristo. El Dr. J.I. Packer dijo en cuanto a esto: La naturaleza del amor es hacer el bien y aliviar primero la necesidad espiritual. Entonces, si nuestro vecino no es salvo, tenemos que demostrarle amor al testificarle a él y su familia que sin las Buenas Nuevas de salvación, se perderían para siempre. En lo particular, he visto que hay ministerios y organizaciones dentro y fuera de Estados Unidos que solo predican y testifican del evangelio. También he visto que otras organizaciones y ministerios solo ofrecen ayuda y alivio humanitarios, sociales y caritativos. De acuerdo con el llamado dado por Dios, creo que necesitamos de estos dos tipos de organizaciones y ministerios. Los dos son necesarios. No debemos ignorar que la importancia de nuestro llamado como cristianos es predicar y testificar de la salvación en Cristo, pero que también tenemos que aliviar las necesidades físicas de los menos afortunados a través de las obras sociales y humanitarias, sobre todo en los países de la Ventana 10/40. Como también dijera el Dr. John Stott en cuanto al trabajo social y a la obra humanitaria: ¿Cuál es, entonces, la base bíblica de nuestra preocupación social? ¿Por qué los cristianos deben participar? Solo hay dos posiciones que los cristianos pueden adoptar en cuanto al mundo: Escapar o involucrarse. Escapar quiere decir que le daremos las espaldas al mundo en rechazo, nos lavaremos las manos y nos olvidaremos de los agonizantes gritos que piden socorro. En contraste, involucrarse quiere decir que miramos al mundo con compasión, trabajamos, servimos y sentimos en nosotros ese amor que no podemos contener. LA CONDICIÓN DE LA HUMANIDAD ANTE LAS MISIONES Y LA EVANGELIZACIÓN La iglesia no puede obedecer de veras su llamado en cuanto a alcanzar al pecador si pasa por alto las necesidades básicas del hombre y sus intentos de recibir alivio de estas, ya sea de manera física, mental, espiritual, intelectual o material. No podemos ignorar y hacer oídos sordos al clamor de miles de millones de personas que anhelan ser libres de las cadenas de enfermedad, pobreza y de, lo que es más importante, la necesidad de un Salvador que les pueda traer paz y seguridad de la vida eterna. Jesús trajo alivio y esperanza a todos los que vinieron a Él, pues así se confirma en la Palabra: Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Hechos 10:38 Algunos misioneros abogan para que nuestro énfasis solo esté en el ámbito espiritual y que resida de forma exclusiva en la salvación de las almas al proclamar y testificar del evangelio. Sin embargo, como vimos, Jesús atendió las necesidades físicas de las personas, pues sanó sus enfermedades y les dio de comer a los que no tenían cuando multiplicó los panes y los pescados. Además, trajo salvación al alma, como lo hizo con Zaqueo y muchísimos otros. Este punto de vista de varias agencias misioneras en que solo debemos ver el lado espiritual y no el social, físico y material, parece fuera del contexto bíblico. También están fuera de contexto quienes dicen que solo se necesita la ayuda humanitaria y social. Los dos son necesarios, pues Jesús mismo dijo en el inicio de su ministerio: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Lucas 4:18-19 Aquí vemos que Jesús predicaba el evangelio de las Buenas Nuevas, el de la Palabra; testificaba; traía salvación; sanaba a los quebrantados de corazón, o los que tenían necesidades espirituales; predicaba libertad a los cautivos, tanto en lo espiritual como en lo físico; daba vista a los ciegos o los sanaba de sus enfermedades; ponía en libertad espiritual y física a los oprimidos. A la vez que predicaba la Palabra dando salvación, Jesús suplía las necesidades de sanidad y restauración. Su ministerio abarcaba todos los niveles. ¡Fue completo! Así que los dos tipos de organizaciones que se van a los extremos en sus actividades, solo hacen una de estas cosas y dejan a un lado las otras. Por eso vemos, como ya dije antes, que algunas solo predican y testifican sin ofrecer ayuda material, mientras que otras, por el contrario, solo se dedican a brindar ayuda humanitaria, social y caritativa. De modo que solo atienden las necesidades físicas y materiales de las multitudes, a través de las ayudas médicas y educativas, sin tener en cuenta la predicación del evangelio para la salvación de las almas. Una vez más, debo decir: Necesitamos los dos enfoques para que así prediquemos un evangelio completo. Hay una frase que algunos predicadores estadounidenses a favor de este punto de vista igual que al mío dicen: «A la gente no le importa cuánto sabes, hasta que sepan cuánto te importa la gente». ¡Tienen toda la razón! Tenemos que predicar un evangelio tripartito. En otras palabras, tenemos que predicar un evangelio que abarque alma, cuerpo y espíritu, lo mismo que hizo Jesús: Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Mateo 4:23 De aquí hemos llegado a estas frases conocidas: «Todo el evangelio para toda persona» o «El evangelio completo para la persona completa». Por lo tanto, una vez realizado este análisis, llegamos a entender dónde radican las principales necesidades que tienen los seres humanos: 1. La necesidad espiritual Ningún cristiano niega que la necesidad más importante del hombre es la espiritual, su necesidad de salvación que solo la puede suplir Jesucristo (Hch 4:12; 1 Ti 2:5). El hombre posee un alma eterna, creada a la imagen de Dios, y esto hace que viva en comunión con su Creador si es cristiano o apartado de Dios si no es salvo. Esta fue la prioridad de Cristo, la de los apóstoles después de Él en la iglesia primitiva y lo es hasta hoy de la iglesia cristiana. Jesús dejó claro cuál era su énfasis al decir: Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Marcos 8:36-37 La Escritura enseña que la humanidad está ajena de la vida de Dios (Ef 4:18); es hostil hacia a Él (Ro 5:10); y está bajo la ira de Dios (Jn 3:36). De ahí la importancia de este llamado a la evangelización y a las misiones, pues todo cristiano tiene que testificar: Predicarle al pecador que su única
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