Logo Studenta

Testifica esa es tu misión - Josue Yrion

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

TESTIFICA
Josué Yrion
******************************************************
Primera edición 2018
© 2018 por Josue Yrion World Evangelism & Missions, Inc.
P.O. Box 768
La Mirada, CA 90637-0768
Estados Unidos de América
Fax: (562) 947-2268
Teléfono: (562) 928-8892
Correo electrónico: josueyrion@josueyrion.org
Página web: www.josueyrion.org
Edición: Nancy Pineda
Diseño y diagramación: Alicia Mejías, BGG Designs, Miami FL,
www.bggdesigns7.com
Reservados todos los derechos. Ninguna porción ni parte de esta obra se
puede reproducir, ni guardar en un sistema de almacenamiento de
información, ni transmitir en ninguna forma por ningún medio (electrónico,
mecánico, de fotocopias, grabación, etc.) sin el permiso previo de los
editores.
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se tomaron de la
Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; ©
renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society, y
puede ser usada solamente bajo licencia.
Las palabras en las citas con letras en negrillas indican el énfasis añadido por
el autor.
ISBN 1-933467-010
ISBN 978-1933-467016
Categoría: Iglesia y ministerio / Evangelismo / Misiones
Category: Church & Ministry / Evangelism / Missions
Impreso en Colombia.
Printed in Colombia.
*******************************************************
CONTENIDO
Introducción
Presentación
Dedicatoria
Prólogo
Lista de abreviaturas
Primera parte: La seriedad de testificar
1. La importancia de testificar
2. La responsabilidad de testificar
3. Métodos bíblicos de testificar
4. La obediencia de testificar
Segunda parte: La oposición al testificar
5. La desobediencia al no testificar
6. Excusas y negligencias al no testificar
7. La rendición de cuentas al no testificar
8. La falta de convicción al no testificar
Tercera parte: El respaldo para testificar
9. El ejemplo de Cristo para testificar
10. La Gran Comisión para testificar
11. El enorme desafío para testificar
12. La pasión necesaria para testificar
Palabras finales y agradecimientos
Notas
Acerca del Autor
INTRODUCCIÓN
«En la obra de evangelización, siempre es cierto que el presente nunca
puede anticipar el futuro, y que el futuro nunca puede sustituir el pasado.
Lo que debe hacerse por la salvación de un alma debe hacerse en esta
generación».
J. Oswald Sanders
La ciudad de Dios, Jerusalén, después de Antioquía, se tornó en el centro de
la evangelización y de las misiones del Nuevo Testamento, según el relato del
libro de Hechos. Aquí se encontraban las tres civilizaciones más importantes
de la época: griega, romana y hebrea, donde creció el cristianismo de manera
significativa en cuanto a la obra misionera, pues los miembros de la iglesia
primitiva testificaban de Cristo sin cesar durante los tres primeros siglos de la
era cristiana.
Los elementos de la civilización griega no son difíciles de trazar. Incluía el
arte, la arquitectura, la literatura, el idioma, la ciencia y la filosofía. Todavía
nos admiramos que una cultura tan pequeña tuviera tantas ideas profundas y
un gran dinamismo, y que alcanzara e hiciera tanto. Esto se lo debemos a la
mente, el intelecto inquisidor y al espíritu lleno de vitalidad del griego. En
medio de todo esto, nació Cristo, que vino a redimir a la humanidad de sus
pecados. Su propagación del evangelio, su muerte en la cruz y su victoriosa
resurrección provocaron un impacto en la sociedad, griega y hebrea, donde
vivía el pueblo que recibió la ley dada por Dios por medio de Moisés.
Con esto, el gobierno romano se afectó mucho, pues unos pocos hombres y
mujeres doblegaron el poder dominante de Roma ante la arrolladora
autoridad del cristianismo del primer siglo, y donde los primeros cristianos de
la época de la iglesia primitiva estaban determinados a testificar del Señor
Jesús en cualquier lugar del Imperio romano.
A partir de estas tres civilizaciones, todas las generaciones posteriores al
nacimiento de Cristo, tanto judíos, griegos como romanos, recibieron la
influencia de este Gran personaje que cambió la historia del mundo en apenas
treinta y tres años, pues testificó de manera poderosa a través de sus hechos,
palabras, obras, milagros, muerte y resurrección. Antes de su partida, Él dejó
claro la obra que le encomendó a su Iglesia: debía testificar, evangelizar y
hacer la obra de misiones en todo el mundo hasta que Él volviera.
Por lo tanto, nuestra responsabilidad es testificar y anunciar el evangelio a
todos los continentes del mundo. De ahí que las palabras que abren esta
sección de J. Oswald Sanders reflejaran el contenido de este libro: Tenemos
que testificar y alcanzar el mundo para Cristo, y hacer todo lo posible a fin de
ser ejemplos para la generación cristiana de hoy, y también la que vendrá, al
prepararla y madurarla de modo que, a su debido tiempo, ocupe nuestro
lugar.
Hoy, al igual que en esas tres civilizaciones antiguas de Grecia, Israel y
Roma que escucharon la Palabra por el testimonio y la evangelización de la
iglesia primitiva, necesitamos predicar el evangelio. Es más, necesitamos
testificar de cualquier forma posible en los tres idiomas más hablados y
conocidos del mundo actual (inglés, español y francés), sin dejar fuera, por
supuesto, a todas las demás naciones de la tierra que no hablan ninguno de
estos idiomas. En estos debemos incluir el chino, el mandarín y el cantonés,
así como el hindi, telugu y tamil de la India, donde solo en naciones como
China y la India hay más personas que no conocen a Cristo que los cristianos
de todo el mundo. En estos lugares hay miles de millones de personas que
aún no han escuchado el Nombre de Cristo en pleno siglo XXI, pues aun
nadie les ha testificado de Cristo en la conocida Ventana 10/401. Tampoco
debemos olvidarnos del resto del mundo en todos los continentes, donde
millones de millones de personas están en la misma situación espiritual
aterradora. Aquí es donde entramos nosotros para reconocer nuestra
responsabilidad como cristianos, la cual encontramos sin sombra de dudas en
la Palabra de Dios, y que podemos corroborar en este libro... Testifica.
PRESENTACIÓN
«La iglesia cristiana existe para las misiones, así como el fuego existe
para quemar».
Emil Brunner
Cuando escribí el primer libro, El poder de la Palabra de Dios, mi deseo fue
llevar a la Iglesia a un entendimiento teológico más profundo sobre la
necesidad de volver a las Escrituras.
En el segundo, Heme aquí, Señor, envíame a mí, mi pasión fue hablarle al
pueblo de Dios y a sus ministros sobre reconocer la importancia de las
misiones mundiales en sus vidas y hacer de la evangelización una prioridad.
En el tercer libro, La crisis en la familia de hoy, mi intención fue establecer
las bases bíblicas para que el matrimonio entre un hombre y una mujer fuera
estable, sólido y santo, teniendo a Cristo como fuente de todas las
bendiciones, ya sean materiales o espirituales, a fin de que el hogar sea capaz
de resistir los embates furiosos del enemigo y permanecer hasta el fin.
En el cuarto, La fe que mueve la mano de Dios, mi propósito fue escribirles a
los cristianos y ministros diciéndoles que la fe madura es capaz de llevarlos a
niveles espirituales poderosos y a recibir grandes milagros de parte de Dios,
si tan solo creemos lo que ya sabemos y predicamos.
En el quinto libro, El secreto de la oración eficaz, mi énfasis fue dejar en
claro la importancia de mantener o regresar a la comunión íntima con el
Señor al obtener el resultado y la respuesta que esperamos de Dios a través
del secreto de una oración específica y de poder hecha por medio del Espíritu
Santo.
En el sexto libro, La vida espiritual victoriosa, mi corazón anheló expresar
que es posible vivir una vida espiritual plena, abundante y próspera cuando
empleamos las bases de la Palabra de Dios para obtenerla.
En el séptimo y el octavo libro, Espíritu Santo, necesito conocerte más, que
están en dos tomos, mi vida y mi ser escribieron sobre la tercera persona de la
Santísima Trinidadde la cual, creyentes y ministros, necesitamos el respaldo,
la ayuda, el poder, la unción y la autoridad del Espíritu Santo en todas las
esferas de nuestra vida personal, privada y pública.
En el noveno libro, «Dad, y se os dará», escribí sobre la necesidad de tener
un entendimiento claro y sencillo, y al mismo tiempo profundo en lo
espiritual, sobre la administración y la mayordomía de las finanzas, la
necesidad de estar fundamentados en la Palabra de Dios y aplicar sus
principios establecidos como la fidelidad en los diezmos, ofrendas y el
sostenimiento de la obra de Dios en cuanto a su avance mediante la
evangelización y las misiones mundiales.
En el décimo libro, Pablo: Su vida, llamado y ministerio, escribí sobre el
ejemplo de este gran hombre de Dios, el único que pudo decir: «Sed
imitadores de mí, así como yo de Cristo» (1 Co 11:1), y una vez más pudo
afirmar: «Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto
haced; y el Dios de paz estará con vosotros» (Flp 4:9). Su amor por Cristo,
sus tribulaciones, persecuciones, prisiones, aflicciones, su pasión, su
ambición por predicar donde no se había anunciado al Señor, así como su
motivación y liderazgo en la preparación de nuevos candidatos a obreros,
hicieron del apóstol Pablo el personaje más importante de la iglesia y del
Nuevo Testamento después del propio Cristo. En esencia, los escritos de
Pablo son la base de la teología cristiana del Nuevo Testamento, solo a
continuación de las enseñanzas mismas de Jesucristo en los cuatro
Evangelios.
En el undécimo libro, La conquista de Cristo en la cruz, escribí sobre el
propósito de Dios en la cruz, así como del amor inmenso de Cristo
demostrado en la cruz al sufrir una muerte horrenda, y lograr la victoria por
su sangre y resurrección. Además, señalé que, por la cruz, Cristo venció el
pecado, obtuvo nuestro perdón, sanó nuestras enfermedades y, por último,
derrotó al diablo y la muerte. En resumen, la cruz es la respuesta para cada
pregunta del hombre y la solución para toda la necesidad de la humanidad, ya
sea física, espiritual o material.
En este duodécimo libro, Testifica, que habla sobre nuestra responsabilidad
de testificarles de Cristo a los inconversos mediante la evangelización y las
misiones, deseo hablar del tema que es mi llamado y la pasión de mi corazón
desde jovencito: ¡El amor por las almas perdidas! En este libro hago hincapié
en que todos los cristianos tenemos, de una forma u otra, el llamado a
testificarles de Cristo a nuestros amigos, familiares, y colegas de escuela o
trabajo.
Sin importar la edad, tú puedes testificar de Cristo. NO necesitas ser una
persona joven para testificar. NO necesitas ser una persona adulta para
testificar. NO necesitas tener un llamado específico para testificar. NO
necesitas un llamado especial como pastor, evangelista o misionero para
testificar. Todo cristiano tiene un llamado a testificar de Cristo donde quiera
que esté. Así que, repito, NO necesitas de un llamado especial para ir al otro
lado del mundo como evangelista o misionero para testificar. Puedes
testificar al otro lado de la calle, a tus vecinos; puedes testificar al otro lado
de la sala a tus familiares; puedes testificar al otro lado de tu oficina a tus
compañeros de trabajo; y puedes testificar al otro lado de tu clase en la
escuela.
Por lo tanto, estamos comprometidos con la evangelización y las misiones a
nivel local, nacional, internacional o en cualquier esfera que Dios nos quiera
usar. Así que podemos testificar a nivel local en nuestro barrio o ciudad;
podemos testificar a nivel nacional en las ciudades de nuestro país o nación; y
podemos testificar a nivel internacional y mundial alrededor del mundo. Ten
la seguridad de que, para Dios, todos estos niveles tienen el mismo valor. Lo
que importa es ganar las almas, ya sea que estén en nuestro propio barrio o en
el otro lado del mundo. Las almas perdidas están en cualquier lugar. El sabio
Salomón lo dijo de manera muy acertada: «El que gana almas es sabio» (Pr
11:30). Y tú puedes ganar a los inconversos, a las almas perdidas,
dondequiera que estén, solo necesitas amarlas, tener un corazón dispuesto a
buscarlas, y el interés y la disposición de hacerlo.
Cristo lo dijo de forma categórica cuando dejó claro que la tarea de todo
cristiano es testificar: «Como me envió el Padre, así también yo os envío» (Jn
20:21). Él NO dijo que esta Palabra era en específico para líderes, pastores,
ministros, evangelistas o misioneros. En su lugar dijo: «Así también yo os
envío». ¿A quién envía? ¡Nos envía a todos! ¡A toda la Iglesia! ¡A todo
cristiano! ¡A todo creyente!
Una vez más las palabras del Señor definen que este es un llamado para
todos: «Y estas señales seguirán a los que creen» (Mr 16:17). ¿Creemos en
Cristo? ¡Sin lugar a dudas, pues somos cristianos! Entonces, ¡Cristo nos habla
a nosotros también! A los que creemos... ¡A los que somos creyentes! ¡A
todos los cristianos! ¡A todos los salvos! Quiero dejar claro que después de
haber predicado la Palabra de Dios hasta hoy en más de setenta y cuatro
países alrededor del mundo en todos los continentes, es triste que la Iglesia,
por lo que he visto y oído, haya fallado en su tarea de testificar en cuanto a la
evangelización, ya sea de manera local, nacional o mundial.
Los «shows», el «entretenimiento» y los «programas» de muchas iglesias de
hoy no incluyen en su enfoque, meta o propósito el testificar de Cristo ni
tienen en cuenta la responsabilidad con relación a la evangelización y las
misiones. ¡Esto es lamentable! Sus «estrategias» de mantener la membresía o
«ganar» a más feligreses sencillamente es como dicen las estadísticas:
Transferencia de creyentes de otras iglesias y no de nuevos convertidos.
Tales pastores y sus iglesias no tienen idea de la filosofía, teología ni del
propósito en cuanto al llamado a la evangelización y las misiones. Tampoco
la tienen en cuanto a la responsabilidad de testificar, tanto en lo personal de
cada cristiano como en la corporativa de toda la iglesia, cuando la tarea
suprema es ganar almas para Cristo. Muchas de estas iglesias no incluyen la
evangelización y las misiones como prioridad. Es más, solo viven de «evento
en evento», de «programa en programa», de «show en show», de
«entretenimiento en entretenimiento», sin salir de las cuatro paredes. No
buscan a los perdidos, no evangelizan, no ganan almas, no aman al perdido,
no se preocupan por traer a alguien nuevo como visitante para oír la Palabra.
Lo que es peor, estas «iglesias» saben la definición del discipulado y la
preparación de nuevos cristianos para la tarea que el mismo Cristo comisionó
a la iglesia: ¡Testificar de su Palabra a tiempo y fuera de tiempo!
Muchas de estas llamadas «iglesias» funcionan más como un «club
cristiano», donde se reúnen una vez a la semana de domingo en domingo, y
se pasan todo un año entero sin ganar una sola alma para Cristo. Incluso,
algunas ya llevan años que no reciben un solo nuevo convertido en su
membresía. He visto de todo al predicar en tales iglesias en cada estado de la
nación estadounidense y alrededor del mundo. ¿Qué más puedo decir? Que
mi corazón llora de tristeza por ver la precaria condición de una iglesia fría,
triste y sin poder que se destruye por las pocas personas sin entrega, amor y
pasión por las almas perdidas. De esto se trata este libro: De que cada
cristiano y ministro sea consciente de su responsabilidad respecto a
TESTIFICAR.
Es mi oración y deseo que, mediante esta obra literaria, descubras todo lo
relacionado con lo que abarca el gran llamado que tiene cada cristiano de
testificar. Por eso estoy seguro que la lectura de este libro te llevará a un nivel
espiritual mucho más alto y profundo cuando sepas, entiendas y pongas en
práctica los principios bíblicos establecidos aquí. Dios nos salvó con un
propósito específico: Testificar y ganar para Cristo a otros que caminan hacia
una eternidad de perdición horrible, a menos que nosotros obedezcamos la
tarea de la Gran Comisión. De ahí que las palabras antes citadas de estegran
teólogo del siglo XX, Emil Brunner, sigan vigentes en nuestros días.
Nuestro propósito como Iglesia de Cristo fue, es y siempre será la tarea de
testificar a través de la evangelización y las misiones. Desde el punto de vista
bíblico, y sin temor a represalias, hasta me atrevo a decir lo siguiente: «Una
iglesia cristiana, sea cual sea su denominación o concilio, donde su líder o
ministro no enseña y anima al cristiano a testificar, y donde la iglesia misma
no evangeliza, no gana almas ni testifica. Además, si esta iglesia no tiene un
departamento misionero, no sostiene financieramente a los evangelistas y los
misioneros, sean locales, nacionales o internacionales, no tiene razón de
existir dentro del contexto bíblico de la iglesia del Nuevo Testamento
establecida en el libro de los Hechos de los apóstoles». ¡Punto!
Algún día, tales ministros e iglesias tendrán que rendirle cuentas al Señor por
las miles y miles de personas que vivían a su alrededor, pero que se perdieron
por toda una eternidad porque no les amaron lo suficiente como las amó
Cristo. Dichas iglesias responderán al Dios Todopoderoso en cuanto a por
qué no testificaron de una salvación tan gloriosa y eterna, estando tan cerca
de esas personas. Tendrán que excusarse por el simple hecho de haber pasado
por alto el mandato del Señor que en el Evangelio de Marcos se expresa de
manera tan enfática: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura» (Mr 16:15).
¡Que Dios tenga misericordia de nosotros!
DEDICATORIA
«He visto a mucha gente estar de pie por muchas horas, noche tras noche,
y cuando terminamos de predicar, les he escuchado decir: “¡Quédate y
cuéntanos más!”. Para mí no es cansancio de la carne quedarme y hablar
más del evangelio a gente que tiene sed de oírlo. El tiempo vuela y se
renueva nuestra fuerza».
Jonathan Goforth
El movimiento de la evangelización y las misiones mundiales de testificar
sobre la persona de Jesucristo no empezó con Francisco Javier, William
Carey, David Livingston, Hudson Taylor, con el apóstol Pablo y ni con el
mismo Cristo. Empezó con Dios el Padre. Robert E. Speer escribió: «Los
argumentos supremos para las misiones no se encuentran en algunas palabras
específicas. En la propia esencia y el carácter de Dios es donde se encuentran
las profundas raíces de todo el movimiento misionero»1.
La Reforma Protestante declaró que la Gran Comisión de testificar solo se
podía aplicar a los doce apóstoles y que estos llevaron el evangelio hasta los
confines del mundo conocido. La Reforma dijo que la Gran Comisión ya la
completaron los apóstoles, y que la iglesia y sus futuras generaciones no
tenían la autoridad ni la responsabilidad para la evangelización del mundo.
¡Nada pudo estar más lejos de la verdad!
Por consiguiente, las iglesias de Europa fallaron en gran medida por más de
doscientos años en la tarea de testificar y evangelizar, así como en las
misiones mundiales. Sin embargo, al mismo tiempo en que la iglesia europea
fallaba en su llamado y misión, el Espíritu Santo despertaba corazones de un
ejército de hombres y mujeres de Dios, levantándolo para testificar y cumplir
con la tarea olvidada de la iglesia. Basados en la Gran Comisión de Mateo
28:19-20, este ejército de Dios ha transformado el mundo bajo el poder y la
unción del Espíritu Santo en todos los continentes.
A estos héroes que transformaron el mundo, hombres y mujeres de Dios del
pasado, y también los grandes siervos y siervas de hoy, misioneros y
misioneras en mi generación que conozco alrededor del mundo, y las futuras
generaciones que vendrán después de nosotros, a todos les dedico este libro
con mi corazón. Los reconozco por su labor, esfuerzo, pasión, abnegación,
sacrificio, total entrega y dedicación al Señor en la tarea aún no terminada de
testificar de Cristo en cuanto a la evangelización y las misiones. A ellos les
dedico esta obra literaria en reconocimiento por el alto precio que han
pagado, pagan y que pagarán de igual manera, al llevar la Palabra hasta los
confines de la tierra.
Por eso, las palabras de Jonathan Goforth antes citadas son tan apropiadas
para este momento. Hay que trabajar aunque sintamos cansancio físico por
viajes constantes alrededor del mundo, ¡pues nuestro descanso no está aquí!
¡Firmes y adelantes huestes de la fe, sin temor alguno que Jesús nos ve!
Nuestro trabajo diario y labor incansable están aquí. Nuestros desvelos, viajes
y predicaciones constantes de día y de noche están aquí. Sin embargo,
¡nuestro galardón y nuestra recompensa están en los cielos! ¡Aleluya!
PRÓLOGO
«Jesús nos ha llamado y nos ha llenado de poder para ser sus testigos. Él
nos usa a fin de formar parte en el adelanto de su propósito de redención
en la historia. Desde luego, la pregunta se hace: “¿Cómo podemos ser
testigos de Cristo?”. La respuesta es: “¡A través de la proclamación del
evangelio!”».
Daniel Myer
Cuando leemos en la Palabra el mandato de llevar a cabo la Gran Comisión,
casi siempre queremos pasarlo por alto aludiendo que no recibimos este
llamado. En verdad, no todos los creyentes tienen el llamado a servir de
manera específica en algunos de los cincos ministerios descritos en Efesios
4:11. No obstante, la Biblia nos declara que todo creyente tiene un llamado a
trabajar para el Señor. Dios nos llama a todos para llevar a cabo la Gran
Comisión, y una forma de lograrlo es cuando testificamos. En el Evangelio
de Marcos tenemos la historia del mandato de Jesús a testificar. La Biblia nos
dice que cuando Jesús calmó la tempestad y llegaron al otro lado del mar, a la
región de los gadarenos, le salió al encuentro un hombre en completa
posesión demoníaca. Después que Jesús dejó libre a ese pobre hombre de su
tormento, este quería seguirle, pero el Señor no se lo permitió, como lo
vemos en el siguiente pasaje:
Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le
dejase estar con él. Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu
casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho
contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. Y se fue, y comenzó a
publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y
todos se maravillaban.
Marcos 5:18-20
Como vemos en la Palabra, Jesús no permitió que este hombre le siguiera
porque tenía otros planes. El Señor mandó al gadareno que testificara, que
contara lo que Dios hizo a su favor. Dios también nos dio a nosotros este
llamado a testificar. Nuestra responsabilidad es hablarle al perdido de Jesús.
Todos los redimidos por la sangre del Cordero tenemos un testimonio que
dar. Todos, como el gadareno, somos testigos del poder de Dios en nuestra
vida. «Testificar» significa contar las Buenas Nuevas de salvación, decirles a
todos nuestros familiares, conocidos y desconocidos cuán grandes cosas
Cristo ha hecho con nosotros.
Josué y yo llevamos treinta años de casados, y en todo este tiempo yo he sido
testigo de la pasión que él tiene por la evangelización, por ganar almas. Él le
habla del amor de Cristo a todo el que se encuentra a su paso, y trata de ganar
las almas perdidas en cualquier momento que se le presenta la oportunidad.
Por ejemplo, el año pasado fuimos a predicar a Tijuana, México. Habíamos
quedado con el pastor que organizó el evento de encontrarnos en un
restaurante McDonald’s que quedaba a la entrada de la ciudad, para desde ese
lugar ir juntos hacia donde se celebraría el evento.
Llegamos y estacionamos el auto. Josué se bajó para ver si el pastor ya nos
estaba esperando. Al cabo de un rato, me preocupé, pues Josué se demoraba
en regresar. Cuando miré por el espejo retrovisor, allí estaba Josué
evangelizando al guardia de seguridad. Y es que así es él, no pierde una
oportunidad para hablar de Cristo.
Queridos hermanos, la voluntad de Dios es que todos testifiquemos del amor
de Cristo. La voluntad del Señor es que le hablemos al perdido de las Buenas
Nuevas de salvación. La Biblia nos dice que el gadareno obedeció el mandato
del Señor, y comenzó a publicar en el área de Decápolis, o sea, en todaslas
ciudades vecinas, cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
Asimismo, la voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es que
nosotros, al igual que el gadareno, cumplamos nuestro llamado a testificar.
Por eso es que recomiendo en gran manera este libro escrito por mi querido
esposo, Josué, llamado: Testifica. También le pido al Señor en oración que, al
leer, el Espíritu Santo te contagie y llene de esta pasión para contarle al
perdido cuán grandes cosas Cristo ha hecho en tu vida. Por eso es que las
palabras que cité de Daniel Myer siguen vigentes hoy: Tenemos que
proclamar, evangelizar y testificar del evangelio a quien esté a nuestro
alcance. ¡Amén!
Dámaris Yrion
LISTA DE ABREVIATURAS
Génesis Gn
Éxodo Éx
Levítico Lv
Números Nm
Deuteronomio Dt
Josué Jos
Jueces Jue
Rut Rt
1 Samuel 1 S
2 Samuel 2 S
1 Reyes 1 R
2 Reyes 2 R
1 Crónicas 1 Cr
2 Crónicas 2 Cr
Esdras Esd
Nehemías Neh
Ester Est
Job Job
Salmos Sal
Proverbios Pr
Eclesiastés Ec
Cantares Cnt
Isaías Is
Jeremías Jer
Lamentaciones Lm
Ezequiel Ez
Daniel Dn
Oseas Os
Joel Jl
Amós Am
Abdías Abd
Jonás Jon
Miqueas Miq
Nahum Nah
Habacuc Hab
Sofonías Sof
Hageo Hg
Zacarías Zac
Malaquías Mal
Mateo Mt
Marcos Mr
Lucas Lc
Juan Jn
Hechos Hch
Romanos Ro
1 Corintios 1 Co
2 Corintios 2 Co
Gálatas Gl
Efesios Ef
Filipenses Flp
Colosenses Col
1 Tesalonicenses 1
Ts
2 Tesalonicenses 2
Ts
1 Timoteo 1 Ti
2 Timoteo 2 Ti
Tito Tit
Filemón Flm
Hebreos Heb
Santiago Stg
1 Pedro 1 P
2 Pedro 2 P
1 Juan 1 Jn
2 Juan 2 Jn
3 Juan 3 Jn
Judas Jud
Apocalipsis Ap
PRIMERA PARTE: LA SERIEDAD DE TESTIFICAR
1. LA IMPORTANCIA DE TESTIFICAR
«Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura
[...] Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y
confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén».
Marcos 16:15, 20
«Una iglesia que no busca a los perdidos, ella misma está perdida».
Reinhard Bonnke
Como cristianos, todos debemos tener gran interés en testificar de Cristo a
través de las misiones y la evangelización. La seriedad de este llamado que
tiene cada cristiano está relacionada con el nivel de importancia que le damos
a la obra de Dios. Testificar mediante la evangelización está en el corazón de
Dios y su obra misionera alrededor del mundo. El amor por las almas es de
suma importancia.
La muerte de Cristo en la cruz y su amor es la base de nuestro llamado a
testificar, y debemos tomarlo con mucha seriedad. Como ya dije antes en la
presentación: Una iglesia que no evangeliza, no testifica del amor de Dios
reflejado por medio de Cristo en la cruz, no tiene un departamento misionero
y no alcanza a las almas perdidas para el Señor, no tiene razón de existir
dentro del contesto bíblico de la iglesia del Nuevo Testamento.
El trabajo de las organizaciones misioneras, sean las que sean, que no incluya
la evangelización como prioridad y no le da la importancia debida, se
catalogan como asistencia social y humanitaria, pero no evangelizadora.
Podrán ayudar a los necesitados y enfermos, y con esto atraerlos a Cristo,
pero si no se les predica ni testifica de la Palabra de Dios a estas personas,
esto no es evangelización, sino obra caritativa. Además, no sustituye la
definición clásica del Nuevo Testamento donde se establece que la prioridad
es alcanzar a los perdidos para Cristo mediante la predicación de la Palabra
de Dios. Esto es muy serio, pues se abandona la predicación y se sustituye
por obras de caridad.
Es obvio que este trabajo social de ayuda humanitaria es necesario en todos
los continentes, sobre todo en los países del Tercer Mundo. Sin embargo, el
alma es más importante que el cuerpo. El cuerpo vivirá por algún tiempo,
pero el alma es eterna. De modo que si sanamos el cuerpo y perdemos el
alma, nuestro trabajo será en vano y un completo fracaso. Por otra parte, si
salvamos solo el alma y no ayudamos a los necesitados, también nos
equivocamos en nuestro trabajo misionero al no atender las necesidades
físicas de los demás. Tenemos que hacer ambas tareas.
En realidad, cada cristiano tiene el llamado a ganar almas para el Señor y no
necesita de un llamado especial para evangelizar, como ya dije también. Hay
llamados específicos para los ministros, como el de evangelista, pastor o
misionero, pero hay un llamado general de servicio que cada cristiano debe
obedecer. Ahí es donde todo cristiano debe tomar en serio la tarea de
testificar.
Una escuela o un hospital cristianos, o cualquier otra institución, solo serán
una obra misionera si de veras les predican y testifican de Jesucristo a los
demás, y ganan a los inconversos para el Reino de Dios. La propia definición
bíblica de la palabra evangelización o misiones denota un llamado para cada
cristiano de forma individual, de modo que cumpla con su tarea personal de
testificar, ya sea con un llamado específico como ministro del evangelio o
solo como un creyente, pues en ambas situaciones la mayor importancia
radica en ganar almas perdidas para Cristo.
El Congreso sobre Evangelización Mundial de 1966, cuyo organizador
principal fue Billy Graham, enfatizó mucho que sus participantes y líderes
llevaran de vuelta a sus iglesias y comunidades una nueva pasión por la
evangelización. Más tarde, ya de regreso en sus casas, algunos que estuvieron
en este congreso dijeron: «En muchas partes del mundo están más que
dispuestos a escuchar el evangelio que los predicadores están dispuestos a
predicar». ¡Esto es algo insólito!
LA SERIEDAD DE TESTIFICAR
Como nunca antes en la historia, las personas no cristianas tienen un hambre
muy grande por escuchar la Palabra de Dios, así que están abiertos al
evangelio de Cristo. Incluso, muchos están demostrando interés en la fe
cristiana. En mi caso, que he predicado en más de setenta y cuatro países en
todos los continentes alrededor del mundo, te puedo decir que esto es cierto.
Aunque la sociedad y la moralidad de las naciones están en decadencia, por
esta misma razón y como nunca antes, tenemos que tomar en serio la
oportunidad de testificar y predicar a Cristo por todos los medios posibles
debido al avance de la tecnología actual. Debido también a que los corazones
están vacíos y en busca de una solución a sus problemas espirituales,
debemos tener presente que la respuesta la tenemos nosotros al anunciar a
Cristo Jesús. Repito, por esto debemos tomar en serio la tarea de testificar.
Por mi experiencia puedo decirte que he visto a muchas personas que quieren
oír el evangelio aquí mismo en Estados Unidos, así como en el Canadá,
animistas en África, budistas en Asia, hindúes en la India, musulmanes en el
Oriente Medio y en muchos países del mundo, europeos intelectuales y gran
cantidad de ateos, así como australianos insatisfechos que buscan una
respuesta que los placeres de la vida no les han proporcionado. También he
visto hispanos en México, Latinoamérica, Centroamérica y Suramérica que
están desilusionados con su religión tradicional. Sí, millones de millones de
personas en todos los continentes están encontrando en Cristo la razón de
vivir, de modo que se salvan y sanan de manera física y espiritual. En fin, se
liberan de sus cadenas de vicios y ataduras espirituales en sus vidas. ¡Cristo
es la solución!
En todo lugar, el Espíritu Santo está llevando de veras el hambre por el Pan
de Vida a estos corazones deseosos de perdón, restauración y de toda clase de
bendición que solo les puede dar Cristo. Por eso debemos aprovechar este
mover del Espíritu y testificar con seriedad, ahínco y determinación. Esta
hambre espiritual no solo se encuentra en las grandes masas de personas
pobres, desde el punto de vista económico en los países del Tercer Mundo.
¡De ninguna manera! En todos los niveles sociales, desde el menor hasta el
mayor, desde un campesino, maestro, estudiante, trabajador público, oficiales
de gobiernos, personas de negocios, empresarios, profesionales, médicos,
abogados, ya sea del menor nivel hasta el más alto, incluso los presidentes,
jefes de estado, primeros ministros o reyes, todos están encontrando el Pan y
el Aguade Vida que es Cristo. Así que debemos asumir la responsabilidad de
testificar con mucha seriedad y entender como cristianos la importancia de
este llamado de proclamar, anunciar y testificar mediante la evangelización o
las misiones. ¡Nuestro tiempo es ahora! Así que, ¡testifica!
LA DEFINICIÓN DEL LLAMADO A LAS MISIONES Y A LA EVANGELIZACIÓN
Todo cristiano tiene el llamado a evangelizar, testificar y a saber cuál es su
parte en el plan de Dios en cuanto a las misiones y la evangelización, sin
importar que sea en un llamado general de servir o uno específico en cuanto
al ministerio. «En el Nuevo Testamento hay cinco llamados concretos que
Cristo nos hace a cada creyente para testificar:»
Primer llamado a testificar: «Por tanto, id, y haced discípulos a
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo» (Mateo 28:19).
Segundo llamado a testificar: «Y les dijo: Id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15).
Tercer llamado a testificar: «Y que se predicase en su nombre el
arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén» (Lucas 24:47).
Cuarto llamado a testificar: «Como me envió el Padre, así
también yo os envío» (Juan 20:21). Este pasaje enfatiza, de una
vez por todas, nuestro llamado a la evangelización.
Quinto llamado a testificar: «Pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra»
(Hechos 1:8).
¿Todavía tienes alguna duda sobre la importancia de este llamado de Cristo
hacia nosotros, a todos los cristianos? ¿No debería ser importante para ti
también? Muchas definiciones se le han dado a la palabra evangelización a lo
largo de estos años del cristianismo. Michael Green define la evangelización
de la siguiente manera:
La evangelización [es] la proclamación de las buenas nuevas de salvación
a hombres y mujeres, con miras a su conversión a Cristo y su
incorporación en la iglesia1.
Por otra parte, el Dr. J.I. Packer sugiere que «la evangelización es solo
predicar el evangelio»2. El Dr. John Stott está de acuerdo con Packer y dice
que la evangelización y su contexto es que «su esencia está en la fiel
proclamación del evangelio»3.
Las palabras «evangelización» y «misiones» están ligadas entre sí, puesto que
en las misiones se predica el evangelio y se testifica de Jesús, y no solo se
limitan a las obras humanitarias de varias organizaciones. Muchos teólogos
dicen que de nada vale atender el cuerpo de las personas en obras caritativas
y sanar sus enfermedades, cuando volverán a morir de todos modos. En
cambio, si no han oído del evangelio de Cristo, estarán perdidas para siempre.
Eruditos sobre la evangelización y las misiones también comentan que
podemos demostrar el amor de Cristo a través de las obras caritativas, pero
que se debe testificar y predicar el evangelio, a fin de que se salven sus
almas. Por otro lado, John Stott define que las misiones «es llevar a cabo todo
lo que Dios nos encomienda a hacer como su pueblo»4. Así que podemos
concluir que si en las misiones están presentes la testificación y la
predicación del evangelio, de seguro que hay evangelización.
Al igual que muchos líderes, soy de los que opinan que la evangelización
incluye netamente la proclamación del evangelio. Es más, toda obra de
evangelización es misiones, aunque no todas las misiones sean
evangelización. Dos palabras griegas en el Nuevo Testamento sobresalen en
estos aspectos: «euangelion», que solo es «buenas nuevas», y aparece setenta
y cinco veces. La otra es «euangelizomai», que es «publicar y anunciar las
buenas nuevas», es decir, predicar el evangelio, la cual aparece veinticuatro
veces. El evangelio es el «evangel», o «euangelion», las buenas nuevas, y
«euangelizomai» es la «evangelización», que es la proclamación y
predicación de las buenas nuevas.
EL MENSAJE DE LAS MISIONES Y DE LA EVANGELIZACIÓN
El evangelio tiene muchas facetas, aspectos e interpretaciones, pero solo un
único tema: ¡Cristo! Eso está claro en el libro de los Hechos de los apóstoles.
Justo después de su conversión, Pablo «predicaba a Cristo» en Damasco (Hch
9:20). Predicaba, o sea, testificaba de Cristo, y este crucificado (1 Co 2:2).
Los otros apóstoles hacían lo mismo. Testificaban en cualquier parte que
iban, pues predicaban de Cristo, y su crucifixión y resurrección (lee Hch
2:24; 4:2, 33).
En una ocasión, le preguntaron al gran evangelista y misionero Stanley Jones
en la India: «¿Qué tiene el cristianismo que no tiene el hinduismo?». Su
respuesta fue instantánea: «Jesucristo». Él es el centro de nuestra predicación.
Si eliminamos a Cristo y predicamos otra cosa, ya no es cristianismo, sino
cualquier otra religión sin fundamento, base y verdad. La cruz de Cristo y su
resurrección es el corazón del evangelio y de la evangelización. Fuera de Él
no hay evangelio.
El evangelio es Cristocéntrico en dos maneras: Su Persona y su obra
redentora. El Nuevo Testamento enseña, y la iglesia primitiva creía al igual
que nosotros, que durante su vida, ministerio, crucifixión y resurrección,
Jesucristo es y seguirá siendo único e inigualable, pues vive para siempre. Sin
Él no existiría la salvación, el evangelio, el Nuevo Testamento, y tampoco
habría iglesia cristiana ni esperanza para la humanidad.
En mi último libro, La conquista de Cristo en la cruz, hablé en detalles sobre
la persona única de Cristo. En cuanto al gran significado de la cruz, me referí
al propósito de Dios, al amor inmenso de Cristo, su muerte horrenda, la
victoria de su poder, la victoria del poder de la sangre, la victoria del poder de
la resurrección, la victoria sobre el pecado, el perdón que logró, la sanidad de
la enfermedad, y la derrota del diablo y la muerte en la cruz. ¡Aleluya! ¡Oh,
bendita conquista! ¡Gloria al Señor! Él es el Hijo unigénito de Dios, su
encarnación y nacimiento virginal fueron milagrosos. También lo fueron su
vida santa y sin pecado, su carácter intachable, su poder, sus milagros, su
muerte expiatoria en la cruz del Calvario, su victoriosa resurrección, su
ascensión al cielo, así como lo será su futura Segunda Venida. Jesucristo es el
único y soberano Salvador del mundo y Señor del universo.
Junto con la persona de Cristo está su obra. Él es el corazón del evangelio
que predicamos y testificamos. Pablo lo resumió cuando dijo que Él murió
por nuestros pecados, lo sepultaron y resucitó al tercer día con poder, de
acuerdo con las Escrituras (1 Co 15:1-3). Así que Él no murió como un
profeta, un reformador ni tampoco como un mártir. Él murió y padeció como
el único Salvador del mundo (1 P 3:18). Jesucristo dio su vida y derramó su
sangre para la remisión de nuestros pecados, pues vino a cumplir el plan
eterno de Dios para rescatar a la humanidad de la perdición. Por esta razón
predicamos «las buenas nuevas de salvación»:
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de
la reconciliación.
2 Corintios 5:19
Jesús reconcilió al hombre con Dios y nos encargó a nosotros, a todos los
cristianos y ministros del evangelio, llevarles la Palabra de reconciliación a
los demás debido a que:
Dios amó al mundo.
Cristo murió por todos.
Cualquiera que invocare el nombre del Señor en arrepentimiento y
confesión será salvo.
Gracias a estos tres aspectos es que podemos predicarle y testificarle al
mundo el mensaje del evangelio.
LA IMPORTANCIA Y PRIORIDAD DE LAS MISIONES y DE LA EVANGELIZACIÓN
Teniendo en cuenta que los expertos en la evangelización dicen que esta NO
ES ninguna obra social, ayuda comunitaria ni cualquier trabajo humanitario,
aunque todas estas cosas podrán expresar el amor de Cristo, si no se testifica,
la predicación del evangelio NO ES evangelización, sino solo trabajo
misionero. ¿Cuál debería ser la importancia de la evangelización?
No hay duda de que todas las estrategias para alcanzar las almas son
importantes. Muchomás cuando vemos los resultados en la conversión de las
personas a las que se les testifica y se les predica el mensaje de salvación. Las
demás cosas que se hagan a su favor solo serían obras caritativas sin ningún
beneficio para el alma, sino solo para el cuerpo. Sin Cristo, esas personas
morirán e irán a una eternidad separadas de Dios.
Es obvio que reconocemos que debido a muchos de estos trabajos misioneros
la gente se ha convertido por el simple hecho de la demostración de amor de
los cristianos. Un ejemplo de esto lo vemos cuando a las multitudes
inconversas se les atiende y se les suple para sus necesidades físicas, sociales,
económicas y psicológicas. Alrededor del mundo, el amor de Cristo se
expresa a diario a través de estos programas comunitarios de grandes
organizaciones misioneras cristianas y, como resultado, muchos miles se
entregan a Cristo. Sin embargo, esto solo será trabajo misionero si se incluyó
la testificación y la proclamación del evangelio. De esta manera se transforma
en la evangelización, según el contexto bíblico de la iglesia del Nuevo
Testamento. Como dijera Jack Frizen:
La evangelización debe ser nuestra obsesión. El elemento básico en el
alcance misionero es la prioridad de la evangelización, ya sea de palabra o
por hechos. La evangelización fue la orden directa de Cristo a sus
discípulos y es la comisión solemne a la iglesia. Otros ministerios deben
apoyar la evangelización, pero no sustituirla.
Por lo tanto, creemos que el énfasis es ganar almas para Cristo, pero también
podemos decir que la evangelización social, junto con la proclamación verbal
del evangelio, han alcanzado a millones de personas alrededor del mundo.
Aun así, las dos deben trabajar juntas, y jamás lo humanitario debe quitarle la
prioridad a la predicación y la testificación. ¿Por qué? Porque la ayuda física
y humanitaria, la obra de caridad y de misericordia, y la justicia social
durarán algún tiempo, será por un momento. En cambio, cuando se testifica y
se predica el evangelio, las almas se salvan para toda la eternidad.
Por supuesto, muchas organizaciones misioneras trabajan con estas
actividades y usan el trabajo misionero humanitario como forma para atraer a
los inconversos a las iglesias y que conozcan a Cristo. ¡Y esto se debe hacer!
¡Es una estrategia excelente! Sin embargo, la importancia primordial y la
prioridad de la evangelización es testificar y predicar la Palabra de Dios.
«Aparte que nuestro ministerio ayuda financieramente a cincuenta y dos
misioneros en todos los continentes del mundo, también ayudamos del mismo
modo a ministerios que predican la Palabra como por ejemplo:»
«Judíos para Jesús», que alcanza a los judíos para Cristo alrededor
del mundo.
Morris Cerullo Evangelismo Mundial.
«King Ministries», con el evangelista y amigo Daniel King, que
tiene como meta alcanzar a un millón de personas para Cristo cada
año alrededor del mundo.
«Fred Jordan Mission», que da albergue, abrigo, ropas y comida a
los desamparados y, al mismo tiempo, les testifica y les predica el
evangelio.
«Life Outreach», organización de James Robinson, que abre pozos
en África para ofrecer agua potable a los sedientos, reparte
comida, zapatos y construye casas de refugio en Asia para sacar a
las niñas de la prostitución, a la vez que les testifican y les
predican la Palabra.
«Hand to Hand», organización que conocimos personalmente en
Bangkok, Tailandia, dedicada a sacar niñas de las garras de la
explotación sexual, y les construye casas de refugio seguras donde
las alimentan, les enseñan, les testifican y les predican la Palabra
de Dios.
Las organizaciones evangélicas siempre consideran que la evangelización es
la tarea primordial y más importante que llevan a cabo. En la iglesia
primitiva, ya había problemas en cuanto a su prioridad
En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo
murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de
aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce
convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que
nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas.
Hechos 6:1-2
¡Aquí está la prioridad! ¿Cuál es? ¡La predicación de la Palabra! ¿Cómo lo
sabemos? Por la respuesta de quienes componían el liderazgo de la iglesia
cuando dijeron:
Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen
testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes
encarguemos de este trabajo.
Hechos 6:3
¿Cuál trabajo? ¡La asistencia social y humanitaria que desarrollaba la iglesia!
¿Por qué escogieron a estos hombres? ¡Para que la iglesia se enfocara en su
prioridad que era testificar, predicar la Palabra y alcanzar las almas! Como se
confirma en el libro de Hechos:
Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.
Hechos 6:4
Esta es la tarea fundamental y de suma importancia: ¡La evangelización!
Billy Graham fue el que más enfatizó este punto. El Pacto de Lausana,
difundido por el Congreso Internacional sobre Evangelización Mundial, que
se realizó en julio de 1974 en la ciudad de Lausana, Suiza, de seguro que es
uno de los documentos cristianos más importantes del siglo XX. En el cuarto
punto del Pacto de Lausana sobre de la Evangelización Mundial se expresa la
función de la iglesia:
Evangelizar es difundir la buena nueva de que Jesucristo murió por
nuestros pecados y resucitó de los muertos según las Escrituras, y que
ahora como el Señor que reina ofrece el perdón de los pecados y el don
liberador del Espíritu Santo a todos los que se arrepienten y creen.
También la directiva de las Misiones Foráneas afirmó lo siguiente:
Cuando una casa se está quemando en la noche, lo primero, y la
preocupación más urgente, es sacar a tiempo vivos los que están
durmiendo. De la misma manera, la preocupación principal del misionero
es por el ALMA de la persona para salvarla del fuego eterno. A su tiempo,
cuando estén reconciliados con Cristo, podrán recibir una obra social y
humanitaria. Debemos mantener esta manera y prioridad misionera, y
seguir las pisadas de los apóstoles de Cristo.
EL COMPLEMENTO DE LAS MISIONES Y DE LA EVANGELIZACIÓN
Orlando Costas, en su libro La iglesia y su misión evangelizadora, no usa el
término «prioridad de la iglesia», sino que prefiere hablar del «trabajo total
de la iglesia», como una sola cosa en conjunto5. Para Costas, la acción social
y la evangelización son dos partes integrales de la iglesia y su misión. Por un
lado, tiene razón, aunque hay diferentes puntos de vista entre los ministros
con relación a este asunto6.
Diría que a pesar de que nuestra prioridad es predicar y ganar almas para
Cristo, la iglesia evangélica ha fallado en muchos aspectos en cuanto a la
ayuda humanitaria y social. Pudiéramos alcanzar a más millones de personas
(predicando y ayudando), si hubiéramos incluido el trabajo de la obra
caritativa, como Jesús mismo lo dijo:
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre,
heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de
beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos
le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te
sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos
forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos
enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá:
De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos
más pequeños, a mí lo hicisteis.
Mateo 25:34-40
Es aquí donde la iglesia evangélica ha fallado, aunque creamos que nuestra
tarea principal sea la de testificar y predicar el evangelio. Sí, necesitamos
testificar y predicar, pero sin olvidar la asistencia social, porque el hombre es
cuerpo, alma y espíritu. De modo que en cada una de estas esferas hay
distintas necesidades que solo Cristo puede suplirleal hombre.
Es bíblico y lógico que necesitemos personas y ministerios cristianos que
hagan obras sociales y humanitarias, como lo dijo el mismo Jesús. Que den
comida a los hambrientos y agua al sediento. Que provean orfanatos para los
niños, casas para los ancianos, ropa para el que no tiene. Es más, que visiten
los hospitales y oren por los enfermos. Sin embargo, lo que es más
importante, que también testifiquen y prediquen la Palabra.
Por otra parte, hay necesidad de que se ejerza el ministerio en las cárceles,
que se abrigue al que tiene frío y que se reciba en sus instalaciones a los
desamparados. Nos hacen falta ministerios que hagan cada una de estas
cosas, así como cristianos que les ayuden, pues todo esto es bíblico y
necesario. Ahora bien, sería mucho mejor si realizáramos esta obra a la vez
que testificamos, predicamos y alcanzamos a las personas para Cristo.
¡Aleluya!
Nuestro ministerio ayuda financieramente a muchos ministerios y misioneros
en la India, África y Asia que tienen asilos para huérfanos, ancianos y
desamparados. Así que junto con la ayuda material, se les predica la Palabra
para suplir sus necesidades espirituales. Como resultado, les ministran en
todas las formas y carencias humanas. Y aparte de estos versículos donde
Cristo dejó bien claro la tarea de la Iglesia que es ayudar al necesitado, ¿hay
alguna otra base bíblica? ¡Claro que sí! Veamos el caso de Cornelio:
Él, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo:
Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.
Hechos 10:4
Cornelio prestaba ayuda social y caritativa a los demás, y esto le llamó la
atención a Dios. Nadie es salvo por darles limosnas a los pobres ni por
ofrendar en sus iglesias. En cambio, la demostración de las obras y del amor
de Dios en nuestros corazones es lo que nos mueven a dar, contribuir,
compartir, ayudar y hacer las obras humanitarias y sociales. No somos salvos
por las obras, pero sí somos salvos para HACER las obras. Repito: No somos
salvos por las obras, como lo aclara bien la Palabra:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Efesios 2:8-9
Aun así, somos salvos para HACER las buenas obras, como lo dijo el propio
Cristo:
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:16
John Stott dijo:
Aunque no somos salvos por las buenas obras, tampoco podremos actuar
sin ellas. Las buenas obras no son el camino para la salvación, pero son
una evidencia necesaria para nosotros. Una fe que no se demuestra en sí
misma por las obras, es muerta.
En la epístola de Santiago encontramos la siguiente conclusión:
Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno
dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te
mostraré mi fe por mis obras.
Santiago 2:17-18
Cuando me refiero a las «obras», expreso que el cristiano debe dar frutos de
su salvación al emplear su vida y sus finanzas para el beneficio de los menos
afortunados. Como ya dije, hasta el momento, nuestro ministerio está
ayudando financieramente a cincuenta y dos misioneros y sus familias en
todos los continentes del mundo, así como preparamos a centenares de
personas en el Instituto Teológico J.Y. que tenemos en la India, para alcanzar
el Asia para Cristo. Con tal objetivo, asumimos la responsabilidad financiera
de sostener a maestros, estudiantes y misioneros. Tenemos fe, pero también
tenemos obras. Al igual que las obras sin fe es muerta, la fe sin obras es
muerta también. Ambas se complementan entre sí. Por lo tanto, ¡llevemos a
cabo las dos tareas!
¿QUÉ NOS IMPULSA A LAS MISIONES Y A LA EVANGELIZACIÓN?
Nuestro objetivo primordial al testificar y predicar la Palabra de Dios, la
Biblia, es la certeza absoluta de que nuestro Dios es el único Dios verdadero,
de modo que debemos rechazar cualquier otro falso «dios» o religión que
puedan existir en la tierra.
Nuestra convicción, pasión y entrega está en darle a conocer al mundo el
único, absoluto y verdadero Dios, y que aparte de Él, no hay otro dios. Así
que esta es nuestra prioridad: Proclamar y testificar del evangelio para la
salvación de las almas, y después, la obra social y humanitaria. Los dos
deben complementarse, pero nunca lo humanitario debe sustituir la
evangelización, como pregunta J. Mack Stiles:
Entonces, ¿cuidar de los demás es el evangelio, es la evangelización? ¡No!
No sin la proclamación y el testimonio verbal del mensaje que produce la
salvación. Nunca debemos confundir la atención que debemos brindarles a
quienes tienen necesidades materiales con la proclamación del evangelio
para salvación. Cuidar de los demás representa el evangelio, apunta al
evangelio y es una aplicación del evangelio, pero NO es el evangelio en el
significado original de la palabra, así que no es igual al evangelio.
Nosotros creemos que predicar debe ser la prioridad de la iglesia. La
salvación de las almas es lo más importante, pero también creemos que
ayudar al necesitado es importante también. Algunos ministerios
evangelizadores solo alcanzan a las almas perdidas. Otros se dedican nada
más a atender las necesidades físicas de las personas mediante obras
humanitarias y sociales. Nosotros y nuestro ministerio, en cambio, hacemos
ambas cosas: Proclamamos y testificamos del evangelio para la salvación de
los perdidos, pero también ayudamos financieramente a ministerios que dan
comida y abrigo a los pobres, y sostienen orfanatos y escuelas para que los
niños desamparados aprendan a leer y escribir. Incluso, ayudamos
financieramente a organizaciones que tienen hospitales que se preocupan por
sanar las enfermedades de personas necesitadas como estas.
Creemos en los milagros, y los hemos visto alrededor del mundo en nuestras
cruzadas, pero también somos conscientes que Dios usa a los médicos y las
medicinas para curar un cuerpo enfermo y aliviar el dolor. Seamos realistas:
¡Hasta nosotros los ministros nos enfermamos de vez en cuando! ¿Verdad? E.
Stanley Jones, evangelista y misionero en la India, dijo en cierta ocasión:
Un evangelio individual sin un evangelio social es un alma sin cuerpo, y
un evangelio social sin un evangelio individual es un cuerpo sin alma.
Uno es un fantasma y el otro es un cadáver.
¡Así es! ¡Tenemos que hacer el evangelio individual y el evangelio social!
Esto es lo que nos impulsa a la evangelización y a las misiones: Predicar,
testificar y también ayudar materialmente a los demás.
Entre los ministros hay diferentes puntos de vista sobre este asunto, pero creo
que todos estamos de acuerdo en que la proclamación del evangelio salva el
alma, mientras que el trabajo social y humanitario restaura el cuerpo. Si
hacemos ambas cosas, tendremos el evangelio completo. Jesús enfatizó
mucho en esto, basta con leer los Evangelios. Aunque Él testificó y predicó la
Palabra, también sanó enfermos, e hizo un trabajo humanitario y social al
ayudar a las necesidades físicas de los demás, como cuando multiplicó los
panes y los pescados, y dio de comer a la multitud. Por lo tanto, Él dio esta
tarea de ayudar a los necesitados y enfermos a nosotros, su Iglesia, de lo cual
ya comentamos el pasaje de Mateo 25:31-46. Hablando sobre esto, Lindsay
Brown comentó:
Algunos de nosotros somos egocéntricos. Nuestro desafío está en
preocuparnos por los necesitados. Para los ministerios de misericordia que
tenemos, su desafío es hacernos ver la necesidad y ser sensibles a los
demás. Así que tanto nosotros, como estos ministerios de la iglesia,
debemos comunicar y testificar con nuestras palabras el evangelio, pero
también ayudar a los necesitados. Nuestro modelo está en Jesús que
predicó, pero también alimentó a los cinco mil.
EL AMOR A LOS DEMÁS ES LA BASE DE LAS MISIONES Y DE LA EVANGELIZACIÓN
Cierta vez un misionero trabajaba en una nación fría en extremo. Al pasar por
una calle, vio a una persona sin abrigo para protegersede tan baja
temperatura. Se detuvo, le ofreció un folleto evangelístico y se marchó.
Entonces, le escuchó a su corazón decir: «¿De qué le sirve el folleto si esta
persona podrá morir de frío en cualquier instante?». Paró en la calle y,
considerando volver, pensó: «Si yo regalara mi abrigo, el que moriría de frío
sería yo». Cuando empezó de nuevo a seguir su camino, escuchó la misma
voz hablándole a su corazón más alto aún. Decidió regresar y, quitándose el
abrigo, se lo dio a esta persona que leía el folleto.
Al cabo de mucho años, una vez en una conferencia misionera el misionero
estaba oyendo a la gente testificar de las bendiciones del Señor. Un hombre
se paró y dijo: «Hace muchos años yo estaba en la calle con mucho frío y sin
abrigo. Un misionero me dio un folleto y se fue, después regresó y me dio su
abrigo. Su gesto de amor cambió mi corazón y me salvó tanto mi vida
espiritual como física. Así que hoy también predico de este gran amor de
Cristo por medio de sus siervos».
El misionero que estaba sentado escuchándole, lo reconoció y empezó a
llorar de emoción. Más tarde, los dos se abrazaron entre lágrimas y nació una
gran amistad.
Como ves, la generosidad de este hombre le salvó la vida, y por esta acción
Dios también le salvó su alma. El amor demostrado por este misionero tuvo
consecuencias de vida eterna. En cuanto a esto, el pastor David Platt dijo:
Hoy más de mil millones de personas viven y mueren en la pobreza.
Tratan de vivir con menos de un dólar al día. Si yo voy hablar de la
urgente necesidad espiritual al predicar el evangelio de Cristo, no puedo
pasar por alto, también de paso, la urgente necesidad física a mi alrededor.
¿Cómo podemos los cristianos olvidarnos que, mientras vivimos, miles de
niños y de personas hambrientas en el mundo morirán hoy porque no
tuvieron comida o agua? ¿Cómo podemos vivir nuestras vidas de cristianos e
ignorar que tales personas ni siquiera existen? Esta es una realidad profunda
que la iglesia evangélica debe afrontar. Nos han acusado de solo predicar y
testificar de lo espiritual a las almas, y de no importarnos lo material de tales
personas. Nos han apuntado con el dedo y nos han señalado que solo nuestra
visión es alcanzar las almas en lo espiritual para que se llenen las iglesias. Sin
embargo, muchas personas del Tercer Mundo, en especial de América Latina,
África y Asia, no reciben atención en cuanto a sus necesidades físicas,
sociales y humanas. Repito: «La prioridad de la iglesia es predicar y testificar
de la Palabra, a fin de que las almas se salven de la condenación eterna al
proclamarles el evangelio. Aun así, también debemos promover el bien
humanitario de los demás a través del evangelio social y caritativo. Es más,
debemos demostrar el amor al alimentar, cuidar, suplir, sanar y ayudar en sus
necesidades físicas a millones y millones de personas alrededor del mundo».
UN PUNTO DE VISTA DISTINTO SOBRE LAS MISIONES Y LA EVANGELIZACIÓN
En su libro Revolución en el mundo de las misiones, el Dr. K.P. Yohannan,
fundador y director internacional de «Evangelio para Asia», ofrece de
acuerdo a su experiencia algunos puntos de interpretación diferentes. Según
expresa, el diablo ha introducido una sarta de medias verdades para confundir
a la iglesia al proponer la obra social y humanitaria sin la predicación del
evangelio. Así que enfatiza que millones de personas se perdieron, y se
pierden, porque el enemigo ha introducido ciertas mentiras. El Dr. Yohannan,
oriundo de la India, nos presenta una serie de afirmaciones que de seguro son
mentiras del enemigo, y a las que les daremos respuesta en pocas palabras7:
Primera mentira: ¿Cómo podemos predicar el evangelio a alguien que
tiene el estómago vacío?
Estoy en desacuerdo a lo que parece una declaración racional y lógica. Un
estómago vacío no tiene nada que ver con la condición espiritual de su alma.
Dios ama al rico de la Quinta Avenida en Nueva York, pero también ama al
pobre y miserable en las calles de Bombay, India. La única manera que
cualquiera de los dos herede la vida eterna es a través del arrepentimiento y
de la confesión de sus pecados. En los últimos cien años, muchas
organizaciones cristianas han invertido millones de dólares en trabajos
sociales y humanitarios sin haber ninguna persona convertida, así que este es
el resultado de esta gran mentira. Aunque debemos ocuparnos de los
necesitados, no debemos caer en lo que practican dichas organizaciones
cristianas que olvidan que nuestra prioridad es la evangelización.
Segunda mentira: El trabajo social (suplir solo las necesidades materiales
del hombre) es un trabajo misionero
Esta es la tragedia de todas las tragedias. Es uno de los más grandes
malentendidos de todos los tiempos. Ha causado que millones murieran sin
Cristo y fueran al infierno sin que escucharan el verdadero evangelio de
Cristo. Esta mentira se disemina a través de la propaganda en la televisión de
organizaciones cristianas que piden ayuda financiera solo para satisfacer las
necesidades materiales de las personas. En su mayoría, los cristianos dan su
ofrenda pensando que en algún lugar el misionero está alcanzando a miles de
personas que todavía no son salvas. Sin embargo, esto es un engaño, pues
tratan de que alguien se sienta un poco mejor en lo material ahora, mientras
va camino a una eternidad de sufrimiento.
Tercera mentira: El trabajo social es trabajo misionero y es igual que
predicar
La sepultura y la muerte están en esta declaración. En Lucas 14:9-23 se
cuenta la triste historia del hombre rico y Lázaro. ¿Qué beneficio obtuvo el
hombre rico con sus posesiones? No pudo pagar su salida fuera del infierno.
Lo perdió todo, incluyendo su alma. ¿Y qué me dices de Lázaro? Él no tenía
ninguna posesión que perder, pero había preparado su alma. ¿Qué era lo más
importante durante su tiempo en la tierra? ¿Cuidar su cuerpo o su alma
inmortal? Es un crimen en contra de la humanidad perdida ir en el Nombre de
Cristo a las misiones solo para hacer la obra social y actuar de manera
negligente en cuanto el llamado que se le debe hacer a las personas al
arrepentimiento de su rebelión y que tienen que seguir a Cristo.
Cuarta mentira: No van a escuchar el evangelio a menos que le
ofrezcamos otra cosa primero
Yo me he sentado en las calles de Bombay con los mendigos. Hombres
pobres y miserables que pronto morirían. Al hablarles del evangelio, les he
dicho que no tenía nada material que darles, pero que tenía la vida eterna para
ofrecerles. Así que empezaba a testificarles sobre el amor de Jesús que murió
por sus almas y acerca de que Él tenía muchas mansiones en la casa de su
Padre (Jn 14:2), de modo que podrían ir allí para nunca más tener hambre o
sed. Además, les decía que el Señor les quitaría toda lágrima de sus ojos,
pues no habría más dolor, lloro ni tristeza (Ap 7:16; 21:14). Qué gozo, alegría
y felicidad es haber visto a algunos de ellos abrir sus corazones y oír sobre el
perdón de pecados que encontraron en Jesús.
ESTO ES «NECESARIO HACER, SIN DEJAR DE HACER AQUELLO»
Estas palabras de Jesús lo aclaran bien (Mt 23:23). No obstante, sustituir el
Espíritu Santo y la Palabra de Dios por un plato de arroz nunca salvará un
alma y es muy raro que cambie la actitud del corazón del hombre. Hasta
Jesús reprendió a las multitudes al decirles que le seguían por las obras y los
milagros que Él hacía. Con esto, no me refiero a que las iglesias en Estados
Unidos deben dejar de enviar los miles de millones de dólares que suplen las
necesidades del hombre tanto en la India como en otras naciones.
A finales de los años de 1970, aprendí de primera mano la horrible verdad de
la ineficacia de la ayuda humanitaria en el norte de la India. A través de las
iglesias, había varias misiones, hospitales y escuelas como son conocidas. Así
que tratamos de conectarnos con algunos misioneros y sus iglesias locales.
Estábamos seguros que encontraríamos cristianos cerca de estas famosas
misiones. Para nuestro asombro, no encontramos ninguna iglesia establecida
en ningún lugar. Casi no había cristianosen estas aldeas, y estas se
encontraban en profundas tinieblas espirituales como lo estuvieron unos
doscientos años atrás cuando llegaron los misioneros.
Quedamos muy impresionados al ver que después de ochenta o cien años de
constante trabajo misionero, y al cabo de varias inversiones de millones y
millones de dólares en estas regiones, casi no existía iglesia cristiana
establecida en estas aldeas.
Al viajar por la India y otras naciones, he visto que esto se repite una y otra
vez. Una de las naciones donde han tenido un gran fracaso con el trabajo
humanitario es Tailandia. Después de ciento cincuenta años del maravilloso
trabajo social que se ha desarrollado, solo menos de un uno por ciento de toda
la población general es cristiana. Los misioneros sacrificaban sus vidas en el
servicio de la nación, a través de los campos civiles, educacionales, médicos
y otros. Tailandia les debe mucho a los misioneros que construyeron los
primeros hospitales, escuelas e imprentas. Incluso, formaron los primeros
médicos y ofrecieron la primera educación en cuanto a la ciencia. Hasta
ayudaron a Tailandia en la diplomacia entre naciones.
Después de todo esto, solo quedaron vestigios de las buenas obras sociales y
humanitarias que hicieron mientras que millones de personas se fueron a la
eternidad sin Cristo y sin la esperanza de la vida eterna. Murieron con mejor
educación, gobierno y salud, pero murieron sin Cristo y están perdidas para
siempre. ¿En qué se equivocaron los misioneros cristianos? ¿No fueron lo
bastante dedicados? ¿Será que cambiaron la prioridad de predicar el
evangelio de salvación y lo sustituyeron con la ayuda humanitaria para
intentar aliviar el sufrimiento del cuerpo?
Por otro lado, he encontrado a hermanos nativos que son pobres y con una
mínima educación, pero que están dedicados a predicar el evangelio en áreas
pioneras. No tienen nada material que ofrecerle a la gente, ninguna
preparación en cuanto a la agricultura, ni alivio médico ni alguna escuela. Sin
embargo, centenares de almas se salvan y en pocos años se fundaron algunas
iglesias. ¿Qué hacen bien estos hermanos para lograr tales resultados donde
otros con muchas más ventajas no lo hicieron? La respuesta está en entender
básicamente lo que es el trabajo misionero en realidad.
No hay nada equivocado con las obras caritativas, PERO ELLAS NO
ESTÁN PARA QUE SE CONFUNDAN CON LA PREDICACIÓN DEL
EVANGELIO. Los programas para alimentar a los necesitados pueden
ayudar a alguien para que no muera de hambre. La ayuda médica puede
prolongar la vida y sanar la enfermedad. Los proyectos de construcción de
casas pueden hacer que esta vida temporal sea más cómoda, PERO SOLO EL
EVANGELIO DE JESUCRISTO PUEDE SALVAR EL ALMA DE UNA
VIDA DE PECADO Y DE UNA ETERNIDAD EN EL INFIERNO. En otras
palabras, esto fue lo que expresó el Dr. K.P. Yohannan.
En parte, estoy de acuerdo con la explicación que resumí antes acerca de las
palabras del Dr. K.P. Yohannan. Aun así, también enfatizo que podemos
hacer de manera adicional las obras caritativas, sociales y los trabajos
humanitarios, pero sin olvidar que junto a estos se encuentran la testificación
y la predicación de la Palabra de Dios. Solo lo humanitario no será suficiente,
tiene que haber predicación, pues hay que testificar de Cristo para que haya
conversión.
Hace varios años, y ahora aún más en nuestros días, parece ser que el Dr.
K.P. Yohannan y su organización, «Evangelio para Asia», ha cambiado
bastante su enfoque en cuanto a sus afirmaciones anteriores respecto a la
ayuda humanitaria y caritativa, así como la obra social. En el reciente brote
de fiebre por el dengue causado por los mosquitos en la India, «Evangelio
para Asia» donó a través de la Iglesia Creyente más de doscientos cincuenta
mil mosquiteros a las familias más pobres para evitar las picaduras de
mosquitos que transmiten esta enfermedad que ha invadido la nación. Este
esfuerzo es una manera de combatir la epidemia de la fiebre del dengue que
ha sido una de las peores en los últimos seis años, sobre todo en Nueva Delhi,
según la organización Christian Newshire.
El Ministerio de Salud de la Unión ha informado de veintiocho mil casos de
esta fiebre en 2015. Solo en Nueva Delhi, veinticinco personas murieron el
año pasado, comparado a tres en 2014. Esta ola de fiebre del dengue es
posible pararla, dice el Dr. Yohannan, por eso estamos trabajando por la
gracia de Dios para proteger estas personas de esta plaga. En la ciudad de
Bhubaneshwar, el alcalde Shri Ananta Narayana Jena ha alabado el trabajo de
la Iglesia Creyente y se lo ha agradecido al decir:
Lo que están haciendo por las personas es admirable, pues les dan
educación y entendimiento en cuanto a la higiene personal, y son de gran
ayuda los mosquiteros que los protegen de las enfermedades que provocan
estos mosquitos.
El dengue es una enfermedad común entre las regiones tropicales, también
conocida como «la fiebre rompe huesos», que es similar a la malaria. El Dr.
Yohannan termina diciendo:
Oremos al Señor para que Él sane a todas estas personas que sufren con
esta fiebre, pues estamos demostrando el amor de Cristo a través de la
distribución de estos mosquiteros.
En verdad, el Dr. Yohannan siempre ha creído en la ayuda humanitaria, pero
nunca ha dejado de enfatizar que la prioridad está en testificar y predicar, y
que después viene la obra caritativa. En los últimos treinta años, su
organización «Evangelio para Asia» ha provisto asistencia humanitaria y
ayuda espiritual a millones de personas en el sur de Asia, en especial entre
quienes no han escuchado sobre Cristo todavía. Solo el año pasado
patrocinaron a setenta y cinco mil niños, brindaron ayuda médica gratuita a
más de ciento y ochenta mil personas, cavaron más de seis mil pozos para
darles agua potable a los sedientos, instalaron once mil filtros de agua, dieron
regalos gratuitos en tiempo de Navidad a más de cuatrocientas mil familias y
sus enseñanzas espirituales están disponibles en ciento diez lenguas, a la vez
que mantienen programas radiales en catorce naciones en el sur de Asia. En
otras palabras, ¡es un gran ministerio! Por eso digo: La predicación y la
testificación van junto con la ayuda humanitaria y la obra caritativa y social.
De esta manera, las personas ven el amor de Cristo a través de las obras de
los creyentes, y esa es una gran estrategia para traerlos a Cristo.
CUANDO LO PRIMERO ES LO PRIMERO, LO SEGUNDO VIENE DESPUÉS
En la época que se instaló el comercio en las islas Fiyi, un mercader ateo y
escéptico llegó para hacer negocios. En cuanto salió del barco, vio una Biblia.
—¡Qué absurdo! —le dijo al jefe de la tribu—. Ustedes han estado oyendo
las necedades y leyendas de estos misioneros sin sentido.
—¿Usted ve esa piedra muy grande allá? —le preguntó el jefe.
—¡Sí! —le dijo el mercader.
—Pues bien —le contestó de inmediato el jefe—, solo hace unos años atrás
usábamos esa piedra para aplastarles las cabezas a nuestras víctimas para
sacarles el cerebro. ¿Usted ve aquel gran horno allá?
—¡Sí!
—Solo hace unos años también lo usábamos para cocinar los cuerpos de
humanos que nos lo comíamos después. Si no hubiéramos oído lo que le
llama necedades y leyendas de los misioneros, le aseguro que su cabeza ya
estaría aplastada en esa piedra y su cuerpo ya se estaría cocinando en ese
horno.
¿Lo ves? Cuando se testifica del evangelio de Cristo, cambian los corazones
de los hombres, como sucedió en esa tribu de las islas Fiyi. Si los misioneros
se hubieran limitado a ofrecerle ayuda humanitaria a esta tribu caníbal, pero
no le hubieran predicado el evangelio, todavía los fiyianos estarían perdidos y
no habría ocurrido la transformación en su vida. Tendrían algo que comer,
pero sus almas estarían perdidas aún. Primero es predicar y más tarde
alimentar. Primero damos el alimento espiritual para el alma del hombre, y
después damos alimentos para su cuerpo. ¡No al revés!
Creo que si en Asia se le hubiera dado la prioridad que se debe a la
predicación del evangelio en lugar de dársela a la ayuda humanitaria, deseguro que la libertad y la prosperidad prevalecerían en la mayor parte del
continente asiático hoy en día. De manera indirecta, el verdadero evangelio
produce más cambios sociales que todos los esfuerzos del mundo juntos.
Tenemos que aprender de los errores del pasado en cuanto a las misiones y
no repetirlos.
Los chinos aliados de Mao Tsé-tung les dijeron a los misioneros: «Ustedes
han tratado de ganar la atención de las masas a través de las construcciones
de orfanatos, casas para los desamparados, hospitales y escuelas. Nosotros,
en cambio, hemos impreso nuestro mensaje y hemos distribuido nuestra
literatura en toda China. Algún día, nosotros los echaremos a ustedes los
misioneros de nuestro país y lo haremos mediante la página impresa». ¡Y lo
hicieron!
Un líder cristiano dijo que si la iglesia le hubiera dedicado más tiempo a
testificar y predicar el evangelio como lo hizo construyendo hospitales,
orfanatos, escuelas y casas de ancianos, las cosas hubieran sido diferentes. En
realidad, esas obras humanitarias eran necesarias, pero más lo era predicar y
testificar del evangelio. Como resultado, hoy en día no existiría la Cortina de
Bambú. La tragedia de China se repite hoy en otros países. Cuando
permitimos que la actividad misionera tenga su centro en las necesidades
físicas del hombre sin el equilibrio espiritual adecuado, participamos de un
programa que, a la larga, enviará las personas a una eternidad sin Cristo. El
Dr. J.I. Packer dijo en cuanto a esto:
La naturaleza del amor es hacer el bien y aliviar primero la necesidad
espiritual. Entonces, si nuestro vecino no es salvo, tenemos que
demostrarle amor al testificarle a él y su familia que sin las Buenas
Nuevas de salvación, se perderían para siempre.
En lo particular, he visto que hay ministerios y organizaciones dentro y fuera
de Estados Unidos que solo predican y testifican del evangelio. También he
visto que otras organizaciones y ministerios solo ofrecen ayuda y alivio
humanitarios, sociales y caritativos. De acuerdo con el llamado dado por
Dios, creo que necesitamos de estos dos tipos de organizaciones y
ministerios. Los dos son necesarios. No debemos ignorar que la importancia
de nuestro llamado como cristianos es predicar y testificar de la salvación en
Cristo, pero que también tenemos que aliviar las necesidades físicas de los
menos afortunados a través de las obras sociales y humanitarias, sobre todo
en los países de la Ventana 10/40. Como también dijera el Dr. John Stott en
cuanto al trabajo social y a la obra humanitaria:
¿Cuál es, entonces, la base bíblica de nuestra preocupación social? ¿Por
qué los cristianos deben participar? Solo hay dos posiciones que los
cristianos pueden adoptar en cuanto al mundo: Escapar o involucrarse.
Escapar quiere decir que le daremos las espaldas al mundo en rechazo, nos
lavaremos las manos y nos olvidaremos de los agonizantes gritos que
piden socorro. En contraste, involucrarse quiere decir que miramos al
mundo con compasión, trabajamos, servimos y sentimos en nosotros ese
amor que no podemos contener.
LA CONDICIÓN DE LA HUMANIDAD ANTE LAS MISIONES Y LA EVANGELIZACIÓN
La iglesia no puede obedecer de veras su llamado en cuanto a alcanzar al
pecador si pasa por alto las necesidades básicas del hombre y sus intentos de
recibir alivio de estas, ya sea de manera física, mental, espiritual, intelectual o
material. No podemos ignorar y hacer oídos sordos al clamor de miles de
millones de personas que anhelan ser libres de las cadenas de enfermedad,
pobreza y de, lo que es más importante, la necesidad de un Salvador que les
pueda traer paz y seguridad de la vida eterna. Jesús trajo alivio y esperanza a
todos los que vinieron a Él, pues así se confirma en la Palabra:
Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y
cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él.
Hechos 10:38
Algunos misioneros abogan para que nuestro énfasis solo esté en el ámbito
espiritual y que resida de forma exclusiva en la salvación de las almas al
proclamar y testificar del evangelio. Sin embargo, como vimos, Jesús atendió
las necesidades físicas de las personas, pues sanó sus enfermedades y les dio
de comer a los que no tenían cuando multiplicó los panes y los pescados.
Además, trajo salvación al alma, como lo hizo con Zaqueo y muchísimos
otros. Este punto de vista de varias agencias misioneras en que solo debemos
ver el lado espiritual y no el social, físico y material, parece fuera del
contexto bíblico. También están fuera de contexto quienes dicen que solo se
necesita la ayuda humanitaria y social. Los dos son necesarios, pues Jesús
mismo dijo en el inicio de su ministerio:
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en
libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.
Lucas 4:18-19
Aquí vemos que Jesús predicaba el evangelio de las Buenas Nuevas, el de la
Palabra; testificaba; traía salvación; sanaba a los quebrantados de corazón, o
los que tenían necesidades espirituales; predicaba libertad a los cautivos,
tanto en lo espiritual como en lo físico; daba vista a los ciegos o los sanaba de
sus enfermedades; ponía en libertad espiritual y física a los oprimidos. A la
vez que predicaba la Palabra dando salvación, Jesús suplía las necesidades de
sanidad y restauración. Su ministerio abarcaba todos los niveles. ¡Fue
completo!
Así que los dos tipos de organizaciones que se van a los extremos en sus
actividades, solo hacen una de estas cosas y dejan a un lado las otras. Por eso
vemos, como ya dije antes, que algunas solo predican y testifican sin ofrecer
ayuda material, mientras que otras, por el contrario, solo se dedican a brindar
ayuda humanitaria, social y caritativa. De modo que solo atienden las
necesidades físicas y materiales de las multitudes, a través de las ayudas
médicas y educativas, sin tener en cuenta la predicación del evangelio para la
salvación de las almas.
Una vez más, debo decir: Necesitamos los dos enfoques para que así
prediquemos un evangelio completo. Hay una frase que algunos predicadores
estadounidenses a favor de este punto de vista igual que al mío dicen: «A la
gente no le importa cuánto sabes, hasta que sepan cuánto te importa la
gente». ¡Tienen toda la razón! Tenemos que predicar un evangelio tripartito.
En otras palabras, tenemos que predicar un evangelio que abarque alma,
cuerpo y espíritu, lo mismo que hizo Jesús:
Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda
dolencia en el pueblo.
Mateo 4:23
De aquí hemos llegado a estas frases conocidas: «Todo el evangelio para toda
persona» o «El evangelio completo para la persona completa».
Por lo tanto, una vez realizado este análisis, llegamos a entender dónde
radican las principales necesidades que tienen los seres humanos:
1. La necesidad espiritual
Ningún cristiano niega que la necesidad más importante del hombre es la
espiritual, su necesidad de salvación que solo la puede suplir Jesucristo (Hch
4:12; 1 Ti 2:5). El hombre posee un alma eterna, creada a la imagen de Dios,
y esto hace que viva en comunión con su Creador si es cristiano o apartado de
Dios si no es salvo. Esta fue la prioridad de Cristo, la de los apóstoles
después de Él en la iglesia primitiva y lo es hasta hoy de la iglesia cristiana.
Jesús dejó claro cuál era su énfasis al decir:
Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su
alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Marcos 8:36-37
La Escritura enseña que la humanidad está ajena de la vida de Dios (Ef 4:18);
es hostil hacia a Él (Ro 5:10); y está bajo la ira de Dios (Jn 3:36). De ahí la
importancia de este llamado a la evangelización y a las misiones, pues todo
cristiano tiene que testificar: Predicarle al pecador que su única

Continuar navegando