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Claudio Spiguel 
Las relaciones sociales de producción y las clases 
sociales 
Ficha de Cátedra No. 2 
(Confeccionada a partir del teórico-práctico del 2004) 
1. La Historia Social y las relaciones sociales de producción 
Las relaciones sociales de producción como objeto de estudio histórico 
Si el conocimiento de la historia tiene por objeto, no actos individuales, 
sino las sociedades en su proceso de desarrollo y cambio (grandes masas, 
pueblos enteros), y, si atiende no sólo a cada hecho circunstancial sino a los 
procesos de cambio, -porque la especificidad del pensar histórico no es sólo 
ver aquello que originado se repite, sino poder explicar que aquello que fue 
ya no es y cómo surgió lo nuevo de lo viejo-, entendemos que el concepto 
de Historia General alude a esos grandes relieves del devenir histórico que 
deben ser caracterizados a grandes rasgos para advertir los significados 
históricos, sociales, de los hechos particulares, los acontecimientos. Por lo 
tanto, una dimensión muy básica y sostén del análisis histórico es la 
dimensión de las relaciones sociales de producción, las relaciones entre los 
hombres vinculadas por la producción. La feroz lucha ideológica, la violenta 
disputa por el pasado –expresión de la lucha de clases en el plano 
intelectual- es la causa principal de que aún hoy se deje en las penumbras 
la historia de las relaciones sociales y se la suplante por las historias de los 
grandes hombres, la historia política, las ideas, la historia de los Estados. 
¿Cómo hacer esta historia? Vilar machaca una y otra vez la necesidad de 
pensar sociológicamente la historia y, sobre todo, pensar históricamente la 
sociedad y sus cambios, trabajo que no se puede hacer si al mismo tiempo 
no hacemos una propia historia de la sociología, del conocimiento de las 
sociedades, es decir, de los instrumentos científicos de que dispuso cada 
proyecto social para explicarse el mundo social. [1] 
En este sentido, “Historia Social” no sería la historia de aquella dimensión 
segregada que resulta de lo que queda después de separar la historia 
económica, la historia política, la historia cultural. Sino que por el contrario 
todas esas dimensiones articulan este nivel de análisis de las relaciones 
sociales entre los hombres, entre sí. 
Desde el surgimiento del excedente bajo ciertas condiciones la sociedad 
se dividió en grupos sociales básicos, definidos por la explotación, por la 
relación entre productores directos y un grupo que, merced a ciertas 
condiciones, puede apropiarse de ese excedente, de ese plusproducto. Esa 
realidad tan básica es un nivel de análisis muy importante para entender la 
interrelación de los hombres entre sí, las relaciones contradictorias, como 
una gran divisoria de aguas que define de manera determinante a los 
grupos sociales y al mismo tiempo a la gestación y desarrollo de los 
cambios de las sociedades. 
Si bien la explicación de los cambios históricos se encuentra en la 
integración de las múltiples dimensiones de la actividad de los hombres a la 
vez, la propia actividad de los hombres siempre incluyen el desarrollo de las 
contradicciones propias de esas relaciones sociales. 
Es fundamental no perder de vista que las relaciones sociales de 
producción, las relaciones de clase son producto de la práctica humana, no 
son fuerzas metafísicas, son los hombres de cada época los que las 
construyen, son ellos los que las reproducen, los que las transforman, los 
que las revolucionan, los que, los que dan origen a nuevas relaciones 
sociales, encumbran a algunas y secundarizan o destierran a otras de sus 
sociedades. 
Las relaciones de clase son un fenómeno de naturaleza histórica, no han 
existido siempre, sólo surgieron en determinadas condiciones. No han sido 
siempre las mismas, sino que cambiando las condiciones concretas de 
existencia, los hombres cambian sus relaciones sociales también. 
Para abordar la génesis, el origen de las clases, tenemos que empezar 
por la dimensión más básica de la vida humana: la producción. Desde el 
propio proceso de hominización, las relaciones con la naturaleza a través 
del desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo genera una segunda 
naturaleza humana, sociocultural, que absorbe la naturaleza biológica pero 
no la niega. [2] 
A través del trabajo productivo los hombres entran en una relación con la 
naturaleza que cambia en la medida en que cambian sus fuerzas 
productivas sociales. Y, en ese sentido, crean los hombres su propio 
ambiente, no sólo porque crean el ambiente natural sino porque crea su 
ambiente social, no de cualquier modo, no aisladamente, porque esa 
transformación de la naturaleza se da en relaciones sociales y no a través 
de un hombre aislado. 
Por lo tanto, para ver la génesis de un nivel fundante de la reproducción 
de un sistema de clases, de sus contradicciones, de sus luchas, de sus 
cambios, es necesario partir de las relaciones de los hombres en la 
producción, aunque ese análisis no se agota en ese terreno. 
En el tomo III del Capital Marx concluye: “en todos los casos es la 
relación directa entre los propietarios de las condiciones de producción y los 
productores directos, una relación que siempre corresponde a una 
determinada fase de desarrollo del tipo de trabajo, y por lo tanto a una 
determinada fase de desarrollo de las capacidades productivas sociales; es 
en esa relación directa donde se debe buscar el secreto más íntimo, la base 
oculta de toda la estructura social compleja y, por consiguiente, de la forma 
política, de las relaciones de soberanía y dependencia, en una palabra de 
cada forma específica y de Estado”. 
TEORÍA LIBERAL Y SU CRÍTICA DESDE EL 
MARXISMO 
Desde ya que este es punto de partida para reconstruir este fenómeno 
tan complejo de las clases y sus relaciones, choca violentamente con teorías 
ampliamente predominantes. En primer lugar con una que tiene varios 
siglos, la teoría liberal, y que parte de la existencia de un hombre aislado 
desde los orígenes hasta la actualidad, que actúa a partir de un móvil que a 
lo largo de la historia se supone el mismo, que es el de maximizar sus 
beneficios y disminuir sus costos, con el afán de ganar más en su 
producción. Ese “homus económicus”, separado de todo lo demás, en esa 
teoría económica vulgar ampliamente predominante, es concebido como un 
individuo pre-social, ahistórico. Está constituido como anterior a sus 
relaciones, que ellas son posteriores a su propia existencia. Ahistórico ya 
que ese móvil permanece inalterable a lo largo de la historia. Sólo se 
vinculan a posteriori de su propia existencia en relaciones que son 
concebidas como de intercambio. Ese individuo aislado nunca existió. 
Por ejemplo Robinson Crusoe, al cual Marx alude, una novela maravillosa 
de un individuo que cayó en una isla desierta y que construye toda su vida 
sociocultural. Pero Robinson porta los elementos de su sociedad, que es la 
sociedad inglesa del siglo de Daniel Defoe, y, al mismo tiempo, la novela 
tuvo que incorporar un sirviente (Viernes) para ayudarlo a Robinson. A esto 
llama Marx las “robinsonadas del siglo XVIII” en un contexto en el que la 
ideología revolucionaria de la burguesía necesitaba mostrar la existencia de 
un individuo previo a la sociedad para demostrar la necesidad de eliminar 
las barreras artificiales de coacción jurídica, de privilegios, planteando la 
igualdad natural de los hombres. 
Pero, al mismo tiempo, es una imagen invertida, ya que cuanto más nos 
remontamos al pasado más nos encontramos al hombre en el seno de 
múltiples relaciones de grupo, de clan, de linaje, de vinculación, etc. Y sólo 
muy recientemente, en las condiciones del capitalismo, ese individuo 
“aparece” desligado de todas esas relaciones sociales, etc. [3] 
El “individuo” –a diferencia de sus antepasados- se ve a sí mismo 
vinculándose con los otros principalmente en lo que sería la base de la 
sociedad, “el mercado”. Este “mercado” -resultadode la interacción de los 
individuos entre sí- abarca toda la sociedad. Este “aparecer” está sostenido 
por relaciones de producción en el mercado que hacen aparecer a los 
individuos como aislados. 
Este “aparecer” del individuo surge a la vez como necesidad y también 
como valor. Pensemos en la exacerbación del individualismo y su 
endiosamiento, carreras personales, viviendas unipersonales. Esta imagen 
está en el fondo de los mandatos de soledad propios de la sociedad 
contemporánea. 
Contradictoriamente, esta forma de aparecer los individuos desligados de 
sus ataduras sociales se da en un momento en el que alcanzan su máxima 
expansión las relaciones sociales de producción capitalistas, en la etapa de 
la universalización a través del poder del capital que genera una vinculación 
de los hombres inaudita hasta ese momento: grandes colectividades de 
hombres producen socialmente (colectivamente) millones de bienes cuyos 
destinos están a miles de kilómetros de los lugares de producción. 
TEORÍA DE LOS ESTRATOS SOCIALES 
Vilar, en su Introducción al vocabulario… [4] plantea la polémica con la 
teoría de los estratos sociales que divide la sociedad en clase alta, media y 
baja. Ejemplo de estas formas de clasificación es la división de sectores por 
el monto de los ingresos o por el pago de impuestos. Muchas veces se 
utilizan para establecer estas divisiones, fuentes estadísticas de distribución 
del ingreso. Esta visión no da cuenta de cómo se generan y perpetúan esos 
ingresos, no da cuenta de cómo cambian sus fuentes y su forma de 
desarrollarse en la historia, y no da cuenta de las relaciones entre esos 
estratos que resultan en esa división. 
La teoría de los estratos sociales está ligada a ver los ingresos o la 
distribución como un fenómeno separado de la producción, no da cuenta de 
las relaciones, sino que clasifica individuos aislados –o como mucho 
familias- que intercambian yen el mercado y de eso resulta una cierta 
distribución del ingreso. Por detrás de esta concepción subyace o bien la 
idea de que las diferencias de estratos se deben a que existen sujetos más 
aptos y menos aptos, o bien que son producto de políticas de gobiernos 
entendidos también como resultados de voluntades individuales. 
CATEGORÍAS SOCIOPROFESIONALES 
Lo mismo ocurre con una definición en función de categorías socio-
profesionales, que naturalizan como una división técnica lo que es en 
realidad una división social del trabajo. Las categorías socio profesionales 
pueden no sólo sirven para designar ubicaciones sociales diferentes, sino 
también para Encubrirlas. No es lo mismo el médico que es dueño de una 
clínica, que el joven residente asalariado que trabaja para el Estado o para 
el capital privado invertido en la salud. Pertenecen a distintos grupos 
sociales, aunque los dos son médicos. 
¿COMO DEFINIR ENTONCES LAS CLASES SOCIALES? 
Para entender profundamente las relaciones entre las personas es 
necesario descubrir sus determinantes esenciales en la realidad y sólo sobre 
la base de un proceso de abstracción tener una categoría que exprese esos 
determinantes y que luego se convierte en la guía para reconstruir el 
concreto real que la categoría reconoce. Ese concreto real siempre es más 
vasto, más rico y más complejo que la categoría. Pero sin esa categoría no 
podemos reconstruirlo. [5] 
VISIONES FUNCIONALISTAS 
Otras visiones también insuficientes sobre las estructuras de clase son las 
visiones funcionalistas. Estas definiciones pagan tributo a una visión de la 
sociedad como un todo armónico en el que los grupos sociales cooperan en 
beneficio del común. Estas relaciones de función no están expresadas en 
términos de relación y contradicción. Se plantea que en tanto la sociedad 
“funciona” una clase precisa de la otra y se “recicla la relación. Se anulan 
los antagonismos que darán lugar al conflicto, al cambio y que están 
vigentes en todos los niveles de la vida social, empezando por la propia 
producción. 
DEFINICIÓN MARXISTA 
Para estudiar las relaciones de clase es necesario poner a foco la 
contradicción existente en el propio proceso de producción, puesto que los 
productores no se apropian del plusproducto de su trabajo y los 
apropiadores no participan en el trabajo productivo y esas son las 
condiciones de la producción en nuestras sociedades. Por lo tanto, la 
contradicción, el conflicto está en el propio acto de producir. Pero esas 
relaciones de producción no provienen de la mente retorcida de un sujeto, 
ni del aire, ni de un dios. Al estudiar la historia advertimos que la forma que 
adquieren las relaciones de producción está siempre vinculada con un 
determinado grado de desarrollo (una configuración específica) de las 
fuerzas productivas de una sociedad. 
Relaciones de producción y sus formas históricas 
En los estudios de las sociedades históricas encontramos tres tipos de 
relaciones: 
1) relaciones entre los hombres a través de los medios de producción, de 
las condiciones materiales; relaciones entre hombres a través de las cosas 
(tierra, fábricas) que se denominan relaciones de propiedad. 
2) El proceso de trabajo ¿Cuál es su función en las relaciones humanas 
en el proceso de trabajo? ¿Y cuál es la posición de la jerarquía de los 
monjes del monasterio..., o de los príncipes roturadores, o de los 
encomenderos, o de los señores mineros de los mitayos en Potosí? ¿Cuál es 
su rol en el proceso de trabajo? 
3) El modo y proporción en que cada grupo se apropia de la parte 
de riqueza de que va a disponer. 
1. Las relaciones de propiedad 
En la etapa de la barbarie (para Engels), de la comunidad de aldea, en el 
uso el común o la apropiación colectiva del suelo que comienza a disolverse, 
surgen diversas formas de propiedad que son expresión y medio a través 
del cual los hombres se relacionan entre sí, puesto que determinan -en 
distintas sociedades- distintas relaciones de producción. Debemos tener en 
cuenta que cuando decimos propiedad, decimos también no propiedad. 
Decimos, entonces que existieron históricamente distintas formas de 
propiedad y de desposesión simultáneamente. 
Por ejemplo, en la sociedad de “castas puras” existe la coexistencia de 
una propiedad eminente sobre todo el suelo y las condiciones de producción 
por parte de la casta dominante, y a la vez hay un uso directo de la 
comunidad aldeana de ese suelo que a través de mecanismos coactivos de 
estirpe, de linaje, esa comunidad aldeana tributa. 
En las sociedades antiguas la producción mercantil acelera procesos de 
apropiación privada de la tierra, de capital-dinero en manos de 
determinados grupos sociales, y se desarrolla el fenómeno de la usura. En 
las sociedades antiguas del Mediterráneo eso culminó en una sociedad 
basada en el trabajo esclavo (esclavitud cosa-mercantil). Allí tenemos otra 
forma de relación de propiedad: el esclavo, el productor no sólo no posee 
ningún medio de vida propio, sino que no posee su propia persona, es 
propiedad él mismo del esclavista. Esto se vincula con cierto grado de 
desarrollo de las fuerzas productivas que encontró un límite y el límite 
también de la ampliación del intercambio mercantil. 
En las sociedades feudales europeas o formas coloniales en la América 
colonial encontramos una propiedad del señor feudal, o del terrateniente, 
directa en el caso de su señorío, eminente en el caso de su jurisdicción, su 
condado, etc., y, a la vez, encontramos una clase de productores 
campesinos que disponen de un pedazo de tierra donde trabaja; también 
encontramos propiedad comunal de los campesinos de la aldea o los pastos 
en común; o también la propiedad familiar del campesino. A través de estas 
relaciones entre estas dos grandísimas formas de propiedad feudal es que 
se relacionan los hombres entre sí, puesto que el campesino debe tributar 
una renta a su superior (en trabajo, en especie, en moneda). La obligación 
de entregar este tributo se establece sobre la basede mecanismos 
coactivos (la fuerza militar, la fuerza de la ley, de la costumbre). La base de 
ese poder coactivo tiene un doble carácter: el control del poder militar pero 
también el control de grandes extensiones de tierra en forma directa por 
parte del señor. 
Finalmente, en el capitalismo encontramos la forma de la propiedad 
privada absoluta, exclusiva. No hay coexistencia de formas de propiedad. 
Cada uno es dueño de lo que tiene y lo usa de modo exclusivo. Pero al 
mismo tiempo, la propiedad absoluta se da en el seno de una sociedad 
donde los grandes medios de producción, las fábricas, el dinero para 
comprarlas, la tierra, pasan a estar monopolizados por una clase, que es la 
clase de los capitalistas. Al mismo tiempo, en el otro polo, diversos procesos 
llevan a la ruina a los artesanos y a los campesinos quienes pasan a no 
tener ningún medio de producción propio; se genera así una clase de 
desposeídos (“liberados” dice Marx) de todo medio de producción y forma 
de subsistencia. Lo único que les queda es su propia persona y esto los 
diferencia del esclavo. En la sociedad capitalista, encuentran también una 
mercancía propia, pasible de ser vendida: su fuerza de trabajo, su 
capacidad de trabajar. Para eso la va a ofrecer a quien la pueda comprar: 
los dueños del capital, no compelido, en un principio, por ninguna coacción 
jurídica, sino por esa relación de producción donde carece de todo medio de 
vida. 
En esta sociedad, entonces lo que lo compele a estos desposeídos a 
trabajar para otros es el hambre; es decir, una compulsión que aparece 
como económica, producto de un proceso histórico, no sólo económico. 
En el proceso de producción esa fuerza de trabajo al gastarse genera un 
trabajo que posee dos cualidades: una es el trabajo concreto vinculada a 
qué es lo que va a producir, pero es también, a la vez un trabajo creador de 
valor, a esto se llama trabajo abstracto. En una sociedad donde rige 
plenamente la producción de mercancías el trabajo abstracto implica el 
conjunto de todo el trabajo social de la sociedad. Ese coágulo de trabajo 
social crea un producto, que independientemente de su finalidad, de su 
utilidad, es poseedor de un valor, un valor creado por esa capacidad de 
trabajar. Pero ese valor es mayor a la fuerza de trabajo que gastó el 
individuo. En un corto tiempo de la jornada de trabajo, el obrero produce 
bienes por un valor equivalente al de su salario (trabajo necesario). 
El resto de la jornada genera un valor excedente, plusvalor que se 
queda el capitalista junto con todo el trabajo ya que es el dueño de las 
máquinas, de la materia prima y pagó el salario. Ese plusproducto es la 
parte del trabajo no retribuido, el trabajo excedente, o plusvalía. Hoy, 
un obrero genera a veces en 15 minutos el trabajo necesario. Esta es la 
base de la valorización del capital. Claro que para convertir ese valor en 
capital el capitalista debe vender esta producción en el mercado. 
2. El proceso de trabajo . 
Las relaciones establecidas en el proceso de trabajo van cambiando. Aún 
en el mismo seno de relaciones capitalistas de producción, han cambiado. 
Cuando la producción artesanal pasa a ser producción capitalista el patrón 
manufacturero era quien poseía todos los martillos, compraba el cuero para 
hacer los zapatos, pagaba el salario de los obreros y decidía cómo iba a 
vender su trabajo. Y los trabajadores a su vez, ya no eran más artesanos, 
estaban unidos dentro de un mismo taller, dependían de un salario ya que 
ninguno tenía su propio martillo. Estos obreros parciales cooperaban para 
generar un producto en lo que se llama el estadio de la cooperación simple. 
Por el contrario, en la actualidad el capitalista es un gran burgués 
monopolista al frente de sus compañías por acciones, regido por la lógica 
del capital financiero que se invierte aquí y allá, no participa en la dirección 
del trabajo productivo. Dirigen empleados a sueldo que participan por 
delegación del poder del capital y los obreros de la Ford , ya no son aquellos 
obreros manuales de la cooperación simple de la manufactura. 
En la sociedad actual hay una gran heterogeneidad: hay gigantescos 
medios de producción socializados, que se producen socialmente por 
obreros relacionados entre sí, hay obreros altamente calificados que 
controlan los procesos productivos a través de los robots, coexistiendo con 
trabajadores precarios, tercerizados, parcializados, en las mismas unidades 
modernas, coexistiendo con productores de una materia prima que a lo 
mejor se realiza en Indonesia con el trabajo manual de niños de 10 años. Es 
decir, los trabajos concretos varían en el tiempo, en el espacio y en la 
situación concreta. 
Hay distintas formas de trabajo concreto. Pero todos ellos son ejercidos 
por productores directos que, deben trabajar bajo patrón para vivir, no 
tienen medios de vida propios, y deben vender su fuerza de trabajo por un 
salario. Los hombres se ven arrojados al mercado y cuando enajenan su 
capacidad para trabajar, ya no le pertenece, es el capitalista quien lo usa. 
Su acto creador, el trabajo mismo, se le convierte en una potencia ajena 
porque le es enajenado en el propio proceso de la producción. Esto significa 
alineación del trabajo en la sociedad capitalista, y ya forma parte del 
capital que le es enajenado. Las propias máquinas que son el fruto también 
del trabajo de los obreros, trabajo muerto o cristalizado (producto de un 
proceso de trabajo anterior) , son puestas en movimiento por la fuerza 
productiva del trabajo de los productores, y, sin embargo, esos productores 
aparecen como apéndices de las máquinas, porque esas máquinas están 
monopolizadas, enajenadas, forman parte del capital, pero no más que el 
propio trabajo humano acumulado – muerto. Esta forma de trabajo 
enajenado se da en condiciones de una producción social inaudita en la 
historia que abarca los cinco continentes y que concatena las producciones 
en una economía mundial, no sin diferencias entre economías desarrolladas 
y dependientes. Ya nadie puede decir, como decía el artesano en la edad 
media, “esto lo hice yo”. Este es el carácter social, colectivo de la 
producción en el capitalismo. 
Por el contrario esta situación tiene otro polo, ya que en este sistema de 
producción cada vez más social, la apropiación de esta producción es cada 
vez más privada, más concentrada en pocas manos. Esto se manifiesta en 
contradicciones económicas: las crisis de sobreproducción, la competencia 
monopolista. Se manifiesta no sólo en la economía sino en el conjunto de 
las acciones sociales y en la política. 
3) El modo y proporción en que cada grupo se apropia de la parte 
de riqueza de que va a disponer. 
¿Qué recibe el esclavo? Parece que no recibe nada, pero del producto que 
crea este esclavo, el señor esclavista tiene que darle de comer. En las 
economías señoriales aparece de modo nítido pero complejo, la distinción 
entre el trabajo necesario del campesino en su parcela y del trabajo 
excedente bajo la forma de renta (el trabajo en el dominio señorial, etc..). 
¿De qué modo en el capitalismo se realiza esta apropiación? Salario de 
los obreros, la plusvalía que es la base de la ganancia cuando se vende el 
producto, para el capitalista. 
Estas relaciones de producción configuran grupos de personas que se 
relacionan entre sí a través de esas relaciones y que son relaciones 
contradictorias es decir antagónicas. Por eso, se expresan de múltiples 
modos. Ya en el propio acto de producir, pero a la vez en los conflictos 
económicos, en la vida social, en la lucha política, en el terreno ideológico 
de la cultura se expresa la existencia y conducta de estas clases originadas 
en estas relaciones contradictorias. 
Como hemos visto, no existen leyes económicas universales 
transhistóricas sino que en determinadas relaciones de producción funciona 
cierta economía pero no otra, no existe una ley abstracta de la regularidad 
económicatransponible (salvo aspectos muy generales como este de la 
producción y de las relaciones) desde hoy hasta los cazadores recolectores 
como plantea la teoría económica vulgar. Por el contrario, existen sí 
regularidades, mecanismos de funcionamiento, contradicciones específicas, 
y, por lo tanto, tendencias en ciertas economías determinadas por 
determinadas relaciones de producción. 
Sobre la definición de las clases sociales 
La definición clásica 
Una formulación de Lenin se ha convertido en clásica en el pensamiento y 
la historiografía marxista: 
“Las clases son grandes grupos de personas que se diferencian unos de 
otros por el lugar que ocupan en un sistema de producción social 
históricamente determinado, por las relaciones en que se hallan respecto de 
los medios de producción (relaciones que, en gran parte, son establecidas y 
fijadas por leyes), por su papel en la organización social del trabajo y, en 
consecuencia, por el modo y la proporción en que obtienen la parte de la 
riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los 
cuales puede apropiarse el trabajo del otro en virtud de los diferentes 
lugares que uno y otro ocupan en un determinado régimen de economía 
social” [6] 
La definición es útil e importante porque pone el foco en la génesis de las 
clases sociales en las relaciones de producción, en el conjunto de sus 
dimensiones, pero exige a partir de ese punto de partida indispensable, 
ulteriores precisiones y desarrollos para dar cuenta del conjunto de 
dimensiones que hacen a la división en clases de la sociedad, a la existencia 
de las clases y las contradicciones y lucha entre ellas en cada época 
histórica y cada formación social. 
La crítica de Thompson 
Thompson polemiza con concepciones estáticas que niegan la práctica 
social humana, la acción consciente de los hombres, concepciones 
economicistas, o con concepciones apriorísticas, revestidas de ropaje 
dogmático que plantean que existen las relaciones y a partir de allí es 
posible deducir todo lo demás, que desprecian el análisis concreto y 
plantean la teoría como punto de llegada y no como guía para el análisis de 
lo concreto (en polémica con las posiciones de Althusser [7] y con el 
estructuralismo). 
En la Historiografía argentina el peso de las ideas de la corriente inglesa y 
en particular de Thompson para la definición de los grandes grupos sociales 
a los cuales llamamos clases sociales ha dejado una huella muy profunda. 
Es cierto que en muchos casos se empezó usando a Thompson para 
terminar negando la existencia de clases sociales. 
Thompson nos alerta contra el peligro de la cosificación de las categorías. 
En este caso sería confundir la categoría clase por la realidad clase y a 
partir de allí omitir un análisis del concreto real, un análisis histórico. En su 
preocupación por enfatizar que las clases no existen de por sí antes de su 
constitución (¡), como compartimentos estancos, plantea que las clases son 
una relación. 
Sin embargo ¿podría pensarse en estos términos? ¿Qué es primero: los 
hombres que establecen relaciones y constituyen la clase o sus relaciones 
entre sí y contra la clase opuesta? En realidad podemos afirmar que hay 
una coexistencia ontológica entre el hombre y sus relaciones, no se puede 
pensar el uno sin las otras; no existen las relaciones sueltas, separadas de 
los hombres que la integran y practican. Y por el otro lado no existen los 
hombres sino en el seno de ciertas relaciones y así se hicieron hombres. 
Al mismo tiempo, hablando de un hombre, de un grupo, de una 
generación en particular, las relaciones sociales (las relaciones de clase) los 
preexisten y se le presentan como condiciones objetivas de existencia que 
son a la vez el resultado de la práctica social anterior. En cambio, si 
hablamos del conjunto de la sociedad, las relaciones de clase no pre-existen 
a los hombres, sino que éstos las producen y reproducen. Es preciso pensar 
esta dialéctica sin romperla, sino viendo qué determina a qué, dadas ciertas 
condiciones. 
La naturaleza de los hombres concretos que trabajan, que luchan, que 
sienten, y la de las relaciones sociales de producción, son tan materiales (en 
el sentido de reales) una como otra. No es que la relación es un espíritu y 
los hombres son cosas. Ambos son aspectos de un mismo fenómeno real. Al 
mismo tiempo, en esas condiciones objetivas, los hombres practican; 
aunque, como dice Thompson, inscriptos en las relaciones de producción en 
las que se desarrollan de un modo no voluntario. No siempre lo saben, pero 
lo hacen. Al mismo tiempo, es preciso notar que es precisamente el hecho 
de que lo hagan (la práctica en la producción en determinadas relaciones) la 
condición de su saberlo (conciencia), de la posibilidad de tener un correlato 
subjetivo (en el pensamiento) de lo que hacen, sus representaciones, sus 
ideas, su ideología y otras múltiples expresiones subjetivas de existencia de 
estas realidades de clase (formas de sentir, usos y costumbres, la psicología 
colectiva). 
Todas estas dimensiones no se reducen, ni pueden ser explicados 
solamente por la práctica de clase; pero, al mismo tiempo no existen 
independientemente de estas relaciones sociales. Integrar estos aspectos es 
materia específica del análisis histórico. Las clases, sus relaciones, sus 
contradicciones, existen en la producción y fuera de ella, en la lucha social, 
política, cultural, en los actos sociales, en las formas de organización. Por 
ejemplo: ¿Qué determinaciones vinculadas a las relaciones de clase existen 
en las formas de acción política del “caudillismo”? ¿Y en la forma de la 
democracia directa? ¿Y en la forma de la delegación de la democracia 
representativa en los estado capitalistas? ¿Cómo podemos relacionar esas 
formas con ese secreto oculto de la relación entre unos y otros, con la 
existencia de las clases? 
La reacción de Thompson respecto de las posiciones estructuralistas 
extiende la crítica al conjunto de la concepción materialista de las clases; 
deriva en ciertas posiciones que niegan la existencia de clase fuera de la 
acción subjetiva en común de los integrantes dela misma. Thompson 
plantea entonces que no existen las clases como grupos de hombres 
cuantitativamente “medibles”, fuera de las relaciones con la otra clase. Esto 
último es cierto y fundamental , pero por el contrario sí existen grupos de 
hombres asalariados que es posible “medir”. Dice que las clases sólo existen 
cuando ponen su experiencia subjetiva en común y se articulan en una 
acción social, política, cultural. 
A mi juicio, Thompson escinde la realidad para el otro lado. Lo móvil, lo 
que hace al movimiento aparece fundamentado en la experiencia subjetiva 
(que no es más que el correlato interior de la práctica pero él no usa la 
palabra práctica) y es preciso advertir que toda práctica comporta un 
elemento subjetivo, pero al mismo tiempo la práctica es tan material como 
una máquina o una montaña, y se mueve: crea cosas, trabaja en común 
cooperativamente pero los productos le son enajenados, lucha en la calle, 
genera escritos. El dice que las clases no existen sino cuando ponen en 
común ideales, intereses. 
Sin embargo Marx plantea “las condiciones transforman a la masa de la 
población del país en trabajadores,.... así pues esta masa es ya una clase 
con respecto al capital, pero no es una clase para sí” [8] . Esta es la 
diferencia (que pone en el foco la relación, que es ella misma un proceso 
histórico) entre “clase en sí” y “clase para sí” en la definición marxista. Esa 
relación es tratada por Gramsci en cuanto al proceso de formación de los 
partidos políticos y de las ideologías [9] . Es decir, cuál es la relación entre 
la práctica en la producción en la que se constituyen esos grupos de 
hombres – las clases sociales- (y la contradicción no existe solamente fuera 
de la economía, existe en el propio acto de producir, y es una 
contradicción básica a travésde la acción de los hombres en el proceso 
de trabajo) y sus formas de constituirse, organizarse y actuar en otras 
dimensiones e instancias de la práctica social, fuera de la producción. No es 
que lo móvil sea la actividad social, política y cultural y lo inerte sean las 
relaciones de producción, puesto que estas son portadas por los hombres 
que las practican y a partir de allí las producen, reproducen y las cambian 
Ese es un proceso histórico que involucra las diversas dimensiones de la 
totalidad social (economía, política, cultura) pero condicionado por el 
carácter contradictorio de las propias relaciones entre los hombres en la 
producción y con relación al desarrollo de las fuerzas productivas de la 
sociedad.. 
Todo esto plantea la necesidad de no escindir, de no romper la totalidad, 
porque con la totalidad podemos dar cuenta del devenir que es al fin y al 
cabo el objetivo del análisis histórico. El hombre actúa y crea su propia 
sociedad, pero no solo como experiencia subjetiva, no sólo como móviles 
subjetivos que guían la acción, sino también como práctica en el sentido 
bien material de la misma y tan móvil como las otras dimensiones. 
Los otros grupos humanos 
Es importante disponer de claridad conceptual para el análisis de 
categorías, fracciones, capas, integrantes de distintas clases. Sin la 
categoría de relaciones de producción no podemos estudiar las sociedades, 
pero no porque lleguemos a la categoría ya las conocemos. 
En ese sentido Vilar plantea la clasificación de diferentes agrupamientos, 
grupos a través de los cuales se manifiesta, se vehiculiza, se ejerce 
el conflicto entre las clases. Serían instancias mediadoras. Algunas 
son organizaciones cuyo carácter de clase es explícito y evidente: los 
sindicatos (pero ahí también hay una complejidad, ¿quién dirige los 
sindicatos?) y las corporaciones empresarias. Pero, hay muchas otras 
organizaciones que no son explícitamente de clase. ¿Cómo se relaciona la 
existencia de esas instituciones con las relaciones de clase? Por ejemplo, la 
actividad educativa. ¿Cómo se manifiestan las relaciones de clase en la 
educación, en las actividades culturales? Tienen carácter de clase los 
contenidos, las formas y los objetivos con los que la clase dominante 
organiza la escuela. y en el ejercicio de su poder (material y espiritual) 
define que se conoce, como se conoce y sobre todo quien conoce y quien 
no. [10] Al mismo tiempo, los alumnos de la escuela y los maestros buscan 
conocer, y su origen social y sus necesidades los hacen chocar en diverso 
grado con las políticas educativas y las ideas y contenidos dominantes, etc. 
Es decir, se expresan contradicciones sociales (de clase) en un terreno que 
no es el de la producción. Cómo se expresan esas relaciones allí es materia 
del análisis histórico y teórico. Así como también hace a ese análisis las 
relaciones entre clase y cultura(s), las opresión de clase y la de género (y la 
lucha contra ellas), las relaciones entre clases y agrupamientos “étnicos”, 
entre opresión de clase y opresión étnica, racial o nacional (y la lucha 
contra esas opresiones), la relación entre las clases en el interior de una 
formación social determinada y las relaciones entre los pueblos y naciones. 
Este vínculo es preciso reponerlo en una historia que debe dar cuenta de 
las relaciones sociales (y en las sociedades divididas en clases, las 
relaciones de clase) como realidad fundante, todavía aún por hacer frente a 
la historia tradicional que precisamente desvinculaba y desvincula (aunque 
con nuevas formas) la historia de las naciones, de los poderes, de las ideas, 
de la cultura, etc., respecto de las relaciones sociales. 
Por otra parte, cuando el objeto a estudiar es un caso, una micro-historia, 
un individuo, una familia, un grupo, es preciso ver cómo se mediatizan 
estas realidades en la existencia e historia de esa familia, ese individuo. 
Primero está el origen o la extracción de clase de cada persona y su 
desarrollo vital en el terreno económico (hay gente que cambia de clase, a 
lo que alude el concepto de “movilidad social”, aunque las clases no 
cambian). Pero, ese origen no determina la totalidad de su práctica social: 
están también otras dimensiones, política, ideológica, de las formas de 
pensar a través de las cuales actúa. ¿Cómo es esa relación entre origen 
social y práctica? No es mecánica, no está predeterminada. Porque hay 
obreros que en las huelgas son carneros, y hay hijos de las clases 
propietarias que se ponen al servicio de los desposeídos. Pero, al mismo 
tiempo, las conductas de los carneros o de individuos ricos que se pone al 
servicio de los desposeídos implican recorridos particulares e individuales 
que también están condicionados por determinadas relaciones sociales en 
su conjunto (y no por otras) , y tendencialmente la mayoría de los 
integrantes de una clase social actúa, piensa, toma posiciones de modo 
similar y común , lo que se manifiesta de modo visible y concentrado en los 
períodos de agudización de las contradicciones de clases, de la lucha entre 
las clases. 
Hay a la vez categorías que no pueden ser definidas por su ubicación en 
el proceso productivo, aunque su génesis, características, funciones y 
transformaciones están condicionadas por el desarrollo de una sociedad 
basada en determinadas relaciones de producción. Por ejemplo, los 
intelectuales. Los hay de extracción social terrateniente, grandes 
burgueses, de la pequeña burguesía urbana y rural, de origen obrero, etc. 
Hay una múltiple categoría de intelectuales empezando por el más básico 
que es la maestra de grado y hay grandes ideólogos, científicos, incluyendo 
las múltiples funciones de dirección, en la sociedad y el Estado, en el marco 
de la amplia y penetrante definición de Gramsci. [11] ¿Cómo los definimos 
en relación a la estructura social? Por su práctica, no por su origen. ¿Qué 
hace, qué piensa, qué cultura, qué ciencia produce, para quién? Tiene que 
ver con la producción y el conjunto de las relaciones sociales que 
condicionan y se expresan en el terreno de la lucha política y el ejercicio del 
poder, del conocimiento y de las diversas formas de conciencia social. 
El concepto de pueblo 
Ninguna sociedad se reduce a las clases fundamentales y a las relaciones 
de producción predominantes puesto que estas no existen sino en un todo 
complejo que articula múltiples relaciones de producción, y, por lo tanto, a 
la vez hay una estructura social compleja que no se reduce a las clases 
fundamentales de las relaciones de producción dominantes. Y, por eso, en 
la vida histórica concreta hay un desarrollo contradictorio, tendencial, de la 
economía, de la política y de la sociedad, que determina contradicciones 
más vastas. En ese sentido, se podría escarbar en una definición científica y 
rigurosa y no contrapuesta a la de clases, para el concepto de pueblo: 
aquellas clases, capas, sub-fracciones de clase, que en determinada 
sociedad, en determinada época histórica de su desarrollo guardan una 
contradicción fundamental con las clases dominantes, que a la vez también 
son una heterogeneidad aún en los países capitalistas más puros, ya que la 
burguesía se divide en múltiples fracciones. La cuestión es utilizar un 
concepto de pueblo y de sectores populares no para velar la existencia de 
las clases, sino por el contrario para dar cuenta de esa contradicción 
fundamental (en el seno de una totalidad social, unidad de múltiples 
contradicciones) en una formación social dada, en una etapa histórica, lo 
que precisamente requiere el análisis de cuales son las clases que 
componen los sectores populares y las clases que no. En diciembre de 2001 
por ejemplo se contrapuso un conjunto de capas y clases que componen el 
pueblo argentino en en esta etapa histórica respecto de un gobierno que 
aplicaba una política favorable a una muy pequeña minoría. 
Una vuelta más sobre las castas y las clases 
Las relacionesde explotación primigenias de casta, sobre la base del 
surgimiento de la producción mercantil, y de ampliación del comercio, van 
transformando las tradiciones de esas castas y van generando un 
afianzamiento de la propiedad privada de la tierra, acumulación de capital 
dinerario, en el tráfico, en los transportes, en los talleres artesanales, que 
en la sociedad antigua culminó y tuvo su límite en una economía basada en 
el trabajo esclavo. Es decir que las relaciones de casta también se basan en 
relaciones de producción dadas y de explotación. Al mismo tiempo las 
relaciones de casta no existen sin estas determinaciones no económicas 
basadas en la fuerza, el linaje, la ideología, etc., que las perpetúan. 
Vilar plantea que estas diferencias de los aspectos no económicos se 
funda en aspectos económicos. La sociedad feudal pura, sin intercambio 
mercantil, la coacción de la estirpe, del linaje, puede y necesita 
desarrollarse sobre la base de ciertas relaciones económicas: el control 
eminente de la tierra que es la base del poder coactivo, de la existencia de 
una clase que está vinculada a medios de vida propios y que si no fuera por 
la coerción produciría sus propios medios de vida; por eso la lucha de 
campesinos y artesanos va a ser tan importante para disolver, arruinar, 
hacer declinar y derrocar ese orden feudal; se inscribe en la lucha del 
campesino por disponer de su propiedad absoluta. Este proceso 
concatenado con otros ( la Conquista de América, la expansión del 
comercio, etc.) generaron el surgimiento de las condiciones del desarrollo 
de la clase capitalista, incluido un revivir de la esclavitud de los pueblos 
africanos; fue un proceso concatenado, inherente a la formación del 
capitalismo en Europa. 
La producción mercantil solo surge en determinadas condiciones de la 
producción, y, a la vez, reactúa sobre esas condiciones. El modo de 
intercambio es un desarrollo del modo de producción, pero a su vez, y como 
ya hemos visto al ampliarse la producción mercantil erosiona, revoluciona el 
modo de producción antiguo, pero esta revolución siempre encuentra los 
límites de las fuerzas productivas y por eso el Imperio Romano no derivó en 
capitalismo sino en esclavitud. 
 
 
 
[1] Ver J. Fontana, Historia. Análisis del pasado y proyecto social, Crítica, 
Barcelona, 1982 
[2] Ver J. Vazeilles, El presente histórico y la historia universal, Manuel 
Suárez, Buenos Aires, 2005, pp 45-52. 
[3] K. Marx, Introducción a la Crítica de la Economía Política, Anteo, 
Buenos Aires, 1986, pp.15-17 
[4] Ver P. Vilar, op. cit., p. pp.110-111 
[5] Pla 
[6] V. I. Lenin, Una gran iniciativa (junio de 1919), Obras completas, 
tomo XXIX, p. 413. 
[8] K. Marx, Miseria de la Filosofía, Ed. Lenguas extranjeras, pp.165 
[9] Ver A. Gramsci, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto 
Croce, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1971, pp.16-19 
[10] K. Marx y F. Engels, La Ideología Alemana, Ediciones Pueblos 
Unidos, Montevideo, 1973, pp.50-53. 
[11] Ver A. Gramsci, Los intelectuales y la organización de la cultura, 
Nueva Visión, Buenos Aires, 1972, pp.9-21

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