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Claudio Spiguel Las relaciones sociales de producción y las clases sociales Ficha de Cátedra No. 2 (Confeccionada a partir del teórico-práctico del 2004) 1. La Historia Social y las relaciones sociales de producción Las relaciones sociales de producción como objeto de estudio histórico Si el conocimiento de la historia tiene por objeto, no actos individuales, sino las sociedades en su proceso de desarrollo y cambio (grandes masas, pueblos enteros), y, si atiende no sólo a cada hecho circunstancial sino a los procesos de cambio, -porque la especificidad del pensar histórico no es sólo ver aquello que originado se repite, sino poder explicar que aquello que fue ya no es y cómo surgió lo nuevo de lo viejo-, entendemos que el concepto de Historia General alude a esos grandes relieves del devenir histórico que deben ser caracterizados a grandes rasgos para advertir los significados históricos, sociales, de los hechos particulares, los acontecimientos. Por lo tanto, una dimensión muy básica y sostén del análisis histórico es la dimensión de las relaciones sociales de producción, las relaciones entre los hombres vinculadas por la producción. La feroz lucha ideológica, la violenta disputa por el pasado –expresión de la lucha de clases en el plano intelectual- es la causa principal de que aún hoy se deje en las penumbras la historia de las relaciones sociales y se la suplante por las historias de los grandes hombres, la historia política, las ideas, la historia de los Estados. ¿Cómo hacer esta historia? Vilar machaca una y otra vez la necesidad de pensar sociológicamente la historia y, sobre todo, pensar históricamente la sociedad y sus cambios, trabajo que no se puede hacer si al mismo tiempo no hacemos una propia historia de la sociología, del conocimiento de las sociedades, es decir, de los instrumentos científicos de que dispuso cada proyecto social para explicarse el mundo social. [1] En este sentido, “Historia Social” no sería la historia de aquella dimensión segregada que resulta de lo que queda después de separar la historia económica, la historia política, la historia cultural. Sino que por el contrario todas esas dimensiones articulan este nivel de análisis de las relaciones sociales entre los hombres, entre sí. Desde el surgimiento del excedente bajo ciertas condiciones la sociedad se dividió en grupos sociales básicos, definidos por la explotación, por la relación entre productores directos y un grupo que, merced a ciertas condiciones, puede apropiarse de ese excedente, de ese plusproducto. Esa realidad tan básica es un nivel de análisis muy importante para entender la interrelación de los hombres entre sí, las relaciones contradictorias, como una gran divisoria de aguas que define de manera determinante a los grupos sociales y al mismo tiempo a la gestación y desarrollo de los cambios de las sociedades. Si bien la explicación de los cambios históricos se encuentra en la integración de las múltiples dimensiones de la actividad de los hombres a la vez, la propia actividad de los hombres siempre incluyen el desarrollo de las contradicciones propias de esas relaciones sociales. Es fundamental no perder de vista que las relaciones sociales de producción, las relaciones de clase son producto de la práctica humana, no son fuerzas metafísicas, son los hombres de cada época los que las construyen, son ellos los que las reproducen, los que las transforman, los que las revolucionan, los que, los que dan origen a nuevas relaciones sociales, encumbran a algunas y secundarizan o destierran a otras de sus sociedades. Las relaciones de clase son un fenómeno de naturaleza histórica, no han existido siempre, sólo surgieron en determinadas condiciones. No han sido siempre las mismas, sino que cambiando las condiciones concretas de existencia, los hombres cambian sus relaciones sociales también. Para abordar la génesis, el origen de las clases, tenemos que empezar por la dimensión más básica de la vida humana: la producción. Desde el propio proceso de hominización, las relaciones con la naturaleza a través del desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo genera una segunda naturaleza humana, sociocultural, que absorbe la naturaleza biológica pero no la niega. [2] A través del trabajo productivo los hombres entran en una relación con la naturaleza que cambia en la medida en que cambian sus fuerzas productivas sociales. Y, en ese sentido, crean los hombres su propio ambiente, no sólo porque crean el ambiente natural sino porque crea su ambiente social, no de cualquier modo, no aisladamente, porque esa transformación de la naturaleza se da en relaciones sociales y no a través de un hombre aislado. Por lo tanto, para ver la génesis de un nivel fundante de la reproducción de un sistema de clases, de sus contradicciones, de sus luchas, de sus cambios, es necesario partir de las relaciones de los hombres en la producción, aunque ese análisis no se agota en ese terreno. En el tomo III del Capital Marx concluye: “en todos los casos es la relación directa entre los propietarios de las condiciones de producción y los productores directos, una relación que siempre corresponde a una determinada fase de desarrollo del tipo de trabajo, y por lo tanto a una determinada fase de desarrollo de las capacidades productivas sociales; es en esa relación directa donde se debe buscar el secreto más íntimo, la base oculta de toda la estructura social compleja y, por consiguiente, de la forma política, de las relaciones de soberanía y dependencia, en una palabra de cada forma específica y de Estado”. TEORÍA LIBERAL Y SU CRÍTICA DESDE EL MARXISMO Desde ya que este es punto de partida para reconstruir este fenómeno tan complejo de las clases y sus relaciones, choca violentamente con teorías ampliamente predominantes. En primer lugar con una que tiene varios siglos, la teoría liberal, y que parte de la existencia de un hombre aislado desde los orígenes hasta la actualidad, que actúa a partir de un móvil que a lo largo de la historia se supone el mismo, que es el de maximizar sus beneficios y disminuir sus costos, con el afán de ganar más en su producción. Ese “homus económicus”, separado de todo lo demás, en esa teoría económica vulgar ampliamente predominante, es concebido como un individuo pre-social, ahistórico. Está constituido como anterior a sus relaciones, que ellas son posteriores a su propia existencia. Ahistórico ya que ese móvil permanece inalterable a lo largo de la historia. Sólo se vinculan a posteriori de su propia existencia en relaciones que son concebidas como de intercambio. Ese individuo aislado nunca existió. Por ejemplo Robinson Crusoe, al cual Marx alude, una novela maravillosa de un individuo que cayó en una isla desierta y que construye toda su vida sociocultural. Pero Robinson porta los elementos de su sociedad, que es la sociedad inglesa del siglo de Daniel Defoe, y, al mismo tiempo, la novela tuvo que incorporar un sirviente (Viernes) para ayudarlo a Robinson. A esto llama Marx las “robinsonadas del siglo XVIII” en un contexto en el que la ideología revolucionaria de la burguesía necesitaba mostrar la existencia de un individuo previo a la sociedad para demostrar la necesidad de eliminar las barreras artificiales de coacción jurídica, de privilegios, planteando la igualdad natural de los hombres. Pero, al mismo tiempo, es una imagen invertida, ya que cuanto más nos remontamos al pasado más nos encontramos al hombre en el seno de múltiples relaciones de grupo, de clan, de linaje, de vinculación, etc. Y sólo muy recientemente, en las condiciones del capitalismo, ese individuo “aparece” desligado de todas esas relaciones sociales, etc. [3] El “individuo” –a diferencia de sus antepasados- se ve a sí mismo vinculándose con los otros principalmente en lo que sería la base de la sociedad, “el mercado”. Este “mercado” -resultadode la interacción de los individuos entre sí- abarca toda la sociedad. Este “aparecer” está sostenido por relaciones de producción en el mercado que hacen aparecer a los individuos como aislados. Este “aparecer” del individuo surge a la vez como necesidad y también como valor. Pensemos en la exacerbación del individualismo y su endiosamiento, carreras personales, viviendas unipersonales. Esta imagen está en el fondo de los mandatos de soledad propios de la sociedad contemporánea. Contradictoriamente, esta forma de aparecer los individuos desligados de sus ataduras sociales se da en un momento en el que alcanzan su máxima expansión las relaciones sociales de producción capitalistas, en la etapa de la universalización a través del poder del capital que genera una vinculación de los hombres inaudita hasta ese momento: grandes colectividades de hombres producen socialmente (colectivamente) millones de bienes cuyos destinos están a miles de kilómetros de los lugares de producción. TEORÍA DE LOS ESTRATOS SOCIALES Vilar, en su Introducción al vocabulario… [4] plantea la polémica con la teoría de los estratos sociales que divide la sociedad en clase alta, media y baja. Ejemplo de estas formas de clasificación es la división de sectores por el monto de los ingresos o por el pago de impuestos. Muchas veces se utilizan para establecer estas divisiones, fuentes estadísticas de distribución del ingreso. Esta visión no da cuenta de cómo se generan y perpetúan esos ingresos, no da cuenta de cómo cambian sus fuentes y su forma de desarrollarse en la historia, y no da cuenta de las relaciones entre esos estratos que resultan en esa división. La teoría de los estratos sociales está ligada a ver los ingresos o la distribución como un fenómeno separado de la producción, no da cuenta de las relaciones, sino que clasifica individuos aislados –o como mucho familias- que intercambian yen el mercado y de eso resulta una cierta distribución del ingreso. Por detrás de esta concepción subyace o bien la idea de que las diferencias de estratos se deben a que existen sujetos más aptos y menos aptos, o bien que son producto de políticas de gobiernos entendidos también como resultados de voluntades individuales. CATEGORÍAS SOCIOPROFESIONALES Lo mismo ocurre con una definición en función de categorías socio- profesionales, que naturalizan como una división técnica lo que es en realidad una división social del trabajo. Las categorías socio profesionales pueden no sólo sirven para designar ubicaciones sociales diferentes, sino también para Encubrirlas. No es lo mismo el médico que es dueño de una clínica, que el joven residente asalariado que trabaja para el Estado o para el capital privado invertido en la salud. Pertenecen a distintos grupos sociales, aunque los dos son médicos. ¿COMO DEFINIR ENTONCES LAS CLASES SOCIALES? Para entender profundamente las relaciones entre las personas es necesario descubrir sus determinantes esenciales en la realidad y sólo sobre la base de un proceso de abstracción tener una categoría que exprese esos determinantes y que luego se convierte en la guía para reconstruir el concreto real que la categoría reconoce. Ese concreto real siempre es más vasto, más rico y más complejo que la categoría. Pero sin esa categoría no podemos reconstruirlo. [5] VISIONES FUNCIONALISTAS Otras visiones también insuficientes sobre las estructuras de clase son las visiones funcionalistas. Estas definiciones pagan tributo a una visión de la sociedad como un todo armónico en el que los grupos sociales cooperan en beneficio del común. Estas relaciones de función no están expresadas en términos de relación y contradicción. Se plantea que en tanto la sociedad “funciona” una clase precisa de la otra y se “recicla la relación. Se anulan los antagonismos que darán lugar al conflicto, al cambio y que están vigentes en todos los niveles de la vida social, empezando por la propia producción. DEFINICIÓN MARXISTA Para estudiar las relaciones de clase es necesario poner a foco la contradicción existente en el propio proceso de producción, puesto que los productores no se apropian del plusproducto de su trabajo y los apropiadores no participan en el trabajo productivo y esas son las condiciones de la producción en nuestras sociedades. Por lo tanto, la contradicción, el conflicto está en el propio acto de producir. Pero esas relaciones de producción no provienen de la mente retorcida de un sujeto, ni del aire, ni de un dios. Al estudiar la historia advertimos que la forma que adquieren las relaciones de producción está siempre vinculada con un determinado grado de desarrollo (una configuración específica) de las fuerzas productivas de una sociedad. Relaciones de producción y sus formas históricas En los estudios de las sociedades históricas encontramos tres tipos de relaciones: 1) relaciones entre los hombres a través de los medios de producción, de las condiciones materiales; relaciones entre hombres a través de las cosas (tierra, fábricas) que se denominan relaciones de propiedad. 2) El proceso de trabajo ¿Cuál es su función en las relaciones humanas en el proceso de trabajo? ¿Y cuál es la posición de la jerarquía de los monjes del monasterio..., o de los príncipes roturadores, o de los encomenderos, o de los señores mineros de los mitayos en Potosí? ¿Cuál es su rol en el proceso de trabajo? 3) El modo y proporción en que cada grupo se apropia de la parte de riqueza de que va a disponer. 1. Las relaciones de propiedad En la etapa de la barbarie (para Engels), de la comunidad de aldea, en el uso el común o la apropiación colectiva del suelo que comienza a disolverse, surgen diversas formas de propiedad que son expresión y medio a través del cual los hombres se relacionan entre sí, puesto que determinan -en distintas sociedades- distintas relaciones de producción. Debemos tener en cuenta que cuando decimos propiedad, decimos también no propiedad. Decimos, entonces que existieron históricamente distintas formas de propiedad y de desposesión simultáneamente. Por ejemplo, en la sociedad de “castas puras” existe la coexistencia de una propiedad eminente sobre todo el suelo y las condiciones de producción por parte de la casta dominante, y a la vez hay un uso directo de la comunidad aldeana de ese suelo que a través de mecanismos coactivos de estirpe, de linaje, esa comunidad aldeana tributa. En las sociedades antiguas la producción mercantil acelera procesos de apropiación privada de la tierra, de capital-dinero en manos de determinados grupos sociales, y se desarrolla el fenómeno de la usura. En las sociedades antiguas del Mediterráneo eso culminó en una sociedad basada en el trabajo esclavo (esclavitud cosa-mercantil). Allí tenemos otra forma de relación de propiedad: el esclavo, el productor no sólo no posee ningún medio de vida propio, sino que no posee su propia persona, es propiedad él mismo del esclavista. Esto se vincula con cierto grado de desarrollo de las fuerzas productivas que encontró un límite y el límite también de la ampliación del intercambio mercantil. En las sociedades feudales europeas o formas coloniales en la América colonial encontramos una propiedad del señor feudal, o del terrateniente, directa en el caso de su señorío, eminente en el caso de su jurisdicción, su condado, etc., y, a la vez, encontramos una clase de productores campesinos que disponen de un pedazo de tierra donde trabaja; también encontramos propiedad comunal de los campesinos de la aldea o los pastos en común; o también la propiedad familiar del campesino. A través de estas relaciones entre estas dos grandísimas formas de propiedad feudal es que se relacionan los hombres entre sí, puesto que el campesino debe tributar una renta a su superior (en trabajo, en especie, en moneda). La obligación de entregar este tributo se establece sobre la basede mecanismos coactivos (la fuerza militar, la fuerza de la ley, de la costumbre). La base de ese poder coactivo tiene un doble carácter: el control del poder militar pero también el control de grandes extensiones de tierra en forma directa por parte del señor. Finalmente, en el capitalismo encontramos la forma de la propiedad privada absoluta, exclusiva. No hay coexistencia de formas de propiedad. Cada uno es dueño de lo que tiene y lo usa de modo exclusivo. Pero al mismo tiempo, la propiedad absoluta se da en el seno de una sociedad donde los grandes medios de producción, las fábricas, el dinero para comprarlas, la tierra, pasan a estar monopolizados por una clase, que es la clase de los capitalistas. Al mismo tiempo, en el otro polo, diversos procesos llevan a la ruina a los artesanos y a los campesinos quienes pasan a no tener ningún medio de producción propio; se genera así una clase de desposeídos (“liberados” dice Marx) de todo medio de producción y forma de subsistencia. Lo único que les queda es su propia persona y esto los diferencia del esclavo. En la sociedad capitalista, encuentran también una mercancía propia, pasible de ser vendida: su fuerza de trabajo, su capacidad de trabajar. Para eso la va a ofrecer a quien la pueda comprar: los dueños del capital, no compelido, en un principio, por ninguna coacción jurídica, sino por esa relación de producción donde carece de todo medio de vida. En esta sociedad, entonces lo que lo compele a estos desposeídos a trabajar para otros es el hambre; es decir, una compulsión que aparece como económica, producto de un proceso histórico, no sólo económico. En el proceso de producción esa fuerza de trabajo al gastarse genera un trabajo que posee dos cualidades: una es el trabajo concreto vinculada a qué es lo que va a producir, pero es también, a la vez un trabajo creador de valor, a esto se llama trabajo abstracto. En una sociedad donde rige plenamente la producción de mercancías el trabajo abstracto implica el conjunto de todo el trabajo social de la sociedad. Ese coágulo de trabajo social crea un producto, que independientemente de su finalidad, de su utilidad, es poseedor de un valor, un valor creado por esa capacidad de trabajar. Pero ese valor es mayor a la fuerza de trabajo que gastó el individuo. En un corto tiempo de la jornada de trabajo, el obrero produce bienes por un valor equivalente al de su salario (trabajo necesario). El resto de la jornada genera un valor excedente, plusvalor que se queda el capitalista junto con todo el trabajo ya que es el dueño de las máquinas, de la materia prima y pagó el salario. Ese plusproducto es la parte del trabajo no retribuido, el trabajo excedente, o plusvalía. Hoy, un obrero genera a veces en 15 minutos el trabajo necesario. Esta es la base de la valorización del capital. Claro que para convertir ese valor en capital el capitalista debe vender esta producción en el mercado. 2. El proceso de trabajo . Las relaciones establecidas en el proceso de trabajo van cambiando. Aún en el mismo seno de relaciones capitalistas de producción, han cambiado. Cuando la producción artesanal pasa a ser producción capitalista el patrón manufacturero era quien poseía todos los martillos, compraba el cuero para hacer los zapatos, pagaba el salario de los obreros y decidía cómo iba a vender su trabajo. Y los trabajadores a su vez, ya no eran más artesanos, estaban unidos dentro de un mismo taller, dependían de un salario ya que ninguno tenía su propio martillo. Estos obreros parciales cooperaban para generar un producto en lo que se llama el estadio de la cooperación simple. Por el contrario, en la actualidad el capitalista es un gran burgués monopolista al frente de sus compañías por acciones, regido por la lógica del capital financiero que se invierte aquí y allá, no participa en la dirección del trabajo productivo. Dirigen empleados a sueldo que participan por delegación del poder del capital y los obreros de la Ford , ya no son aquellos obreros manuales de la cooperación simple de la manufactura. En la sociedad actual hay una gran heterogeneidad: hay gigantescos medios de producción socializados, que se producen socialmente por obreros relacionados entre sí, hay obreros altamente calificados que controlan los procesos productivos a través de los robots, coexistiendo con trabajadores precarios, tercerizados, parcializados, en las mismas unidades modernas, coexistiendo con productores de una materia prima que a lo mejor se realiza en Indonesia con el trabajo manual de niños de 10 años. Es decir, los trabajos concretos varían en el tiempo, en el espacio y en la situación concreta. Hay distintas formas de trabajo concreto. Pero todos ellos son ejercidos por productores directos que, deben trabajar bajo patrón para vivir, no tienen medios de vida propios, y deben vender su fuerza de trabajo por un salario. Los hombres se ven arrojados al mercado y cuando enajenan su capacidad para trabajar, ya no le pertenece, es el capitalista quien lo usa. Su acto creador, el trabajo mismo, se le convierte en una potencia ajena porque le es enajenado en el propio proceso de la producción. Esto significa alineación del trabajo en la sociedad capitalista, y ya forma parte del capital que le es enajenado. Las propias máquinas que son el fruto también del trabajo de los obreros, trabajo muerto o cristalizado (producto de un proceso de trabajo anterior) , son puestas en movimiento por la fuerza productiva del trabajo de los productores, y, sin embargo, esos productores aparecen como apéndices de las máquinas, porque esas máquinas están monopolizadas, enajenadas, forman parte del capital, pero no más que el propio trabajo humano acumulado – muerto. Esta forma de trabajo enajenado se da en condiciones de una producción social inaudita en la historia que abarca los cinco continentes y que concatena las producciones en una economía mundial, no sin diferencias entre economías desarrolladas y dependientes. Ya nadie puede decir, como decía el artesano en la edad media, “esto lo hice yo”. Este es el carácter social, colectivo de la producción en el capitalismo. Por el contrario esta situación tiene otro polo, ya que en este sistema de producción cada vez más social, la apropiación de esta producción es cada vez más privada, más concentrada en pocas manos. Esto se manifiesta en contradicciones económicas: las crisis de sobreproducción, la competencia monopolista. Se manifiesta no sólo en la economía sino en el conjunto de las acciones sociales y en la política. 3) El modo y proporción en que cada grupo se apropia de la parte de riqueza de que va a disponer. ¿Qué recibe el esclavo? Parece que no recibe nada, pero del producto que crea este esclavo, el señor esclavista tiene que darle de comer. En las economías señoriales aparece de modo nítido pero complejo, la distinción entre el trabajo necesario del campesino en su parcela y del trabajo excedente bajo la forma de renta (el trabajo en el dominio señorial, etc..). ¿De qué modo en el capitalismo se realiza esta apropiación? Salario de los obreros, la plusvalía que es la base de la ganancia cuando se vende el producto, para el capitalista. Estas relaciones de producción configuran grupos de personas que se relacionan entre sí a través de esas relaciones y que son relaciones contradictorias es decir antagónicas. Por eso, se expresan de múltiples modos. Ya en el propio acto de producir, pero a la vez en los conflictos económicos, en la vida social, en la lucha política, en el terreno ideológico de la cultura se expresa la existencia y conducta de estas clases originadas en estas relaciones contradictorias. Como hemos visto, no existen leyes económicas universales transhistóricas sino que en determinadas relaciones de producción funciona cierta economía pero no otra, no existe una ley abstracta de la regularidad económicatransponible (salvo aspectos muy generales como este de la producción y de las relaciones) desde hoy hasta los cazadores recolectores como plantea la teoría económica vulgar. Por el contrario, existen sí regularidades, mecanismos de funcionamiento, contradicciones específicas, y, por lo tanto, tendencias en ciertas economías determinadas por determinadas relaciones de producción. Sobre la definición de las clases sociales La definición clásica Una formulación de Lenin se ha convertido en clásica en el pensamiento y la historiografía marxista: “Las clases son grandes grupos de personas que se diferencian unos de otros por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se hallan respecto de los medios de producción (relaciones que, en gran parte, son establecidas y fijadas por leyes), por su papel en la organización social del trabajo y, en consecuencia, por el modo y la proporción en que obtienen la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo del otro en virtud de los diferentes lugares que uno y otro ocupan en un determinado régimen de economía social” [6] La definición es útil e importante porque pone el foco en la génesis de las clases sociales en las relaciones de producción, en el conjunto de sus dimensiones, pero exige a partir de ese punto de partida indispensable, ulteriores precisiones y desarrollos para dar cuenta del conjunto de dimensiones que hacen a la división en clases de la sociedad, a la existencia de las clases y las contradicciones y lucha entre ellas en cada época histórica y cada formación social. La crítica de Thompson Thompson polemiza con concepciones estáticas que niegan la práctica social humana, la acción consciente de los hombres, concepciones economicistas, o con concepciones apriorísticas, revestidas de ropaje dogmático que plantean que existen las relaciones y a partir de allí es posible deducir todo lo demás, que desprecian el análisis concreto y plantean la teoría como punto de llegada y no como guía para el análisis de lo concreto (en polémica con las posiciones de Althusser [7] y con el estructuralismo). En la Historiografía argentina el peso de las ideas de la corriente inglesa y en particular de Thompson para la definición de los grandes grupos sociales a los cuales llamamos clases sociales ha dejado una huella muy profunda. Es cierto que en muchos casos se empezó usando a Thompson para terminar negando la existencia de clases sociales. Thompson nos alerta contra el peligro de la cosificación de las categorías. En este caso sería confundir la categoría clase por la realidad clase y a partir de allí omitir un análisis del concreto real, un análisis histórico. En su preocupación por enfatizar que las clases no existen de por sí antes de su constitución (¡), como compartimentos estancos, plantea que las clases son una relación. Sin embargo ¿podría pensarse en estos términos? ¿Qué es primero: los hombres que establecen relaciones y constituyen la clase o sus relaciones entre sí y contra la clase opuesta? En realidad podemos afirmar que hay una coexistencia ontológica entre el hombre y sus relaciones, no se puede pensar el uno sin las otras; no existen las relaciones sueltas, separadas de los hombres que la integran y practican. Y por el otro lado no existen los hombres sino en el seno de ciertas relaciones y así se hicieron hombres. Al mismo tiempo, hablando de un hombre, de un grupo, de una generación en particular, las relaciones sociales (las relaciones de clase) los preexisten y se le presentan como condiciones objetivas de existencia que son a la vez el resultado de la práctica social anterior. En cambio, si hablamos del conjunto de la sociedad, las relaciones de clase no pre-existen a los hombres, sino que éstos las producen y reproducen. Es preciso pensar esta dialéctica sin romperla, sino viendo qué determina a qué, dadas ciertas condiciones. La naturaleza de los hombres concretos que trabajan, que luchan, que sienten, y la de las relaciones sociales de producción, son tan materiales (en el sentido de reales) una como otra. No es que la relación es un espíritu y los hombres son cosas. Ambos son aspectos de un mismo fenómeno real. Al mismo tiempo, en esas condiciones objetivas, los hombres practican; aunque, como dice Thompson, inscriptos en las relaciones de producción en las que se desarrollan de un modo no voluntario. No siempre lo saben, pero lo hacen. Al mismo tiempo, es preciso notar que es precisamente el hecho de que lo hagan (la práctica en la producción en determinadas relaciones) la condición de su saberlo (conciencia), de la posibilidad de tener un correlato subjetivo (en el pensamiento) de lo que hacen, sus representaciones, sus ideas, su ideología y otras múltiples expresiones subjetivas de existencia de estas realidades de clase (formas de sentir, usos y costumbres, la psicología colectiva). Todas estas dimensiones no se reducen, ni pueden ser explicados solamente por la práctica de clase; pero, al mismo tiempo no existen independientemente de estas relaciones sociales. Integrar estos aspectos es materia específica del análisis histórico. Las clases, sus relaciones, sus contradicciones, existen en la producción y fuera de ella, en la lucha social, política, cultural, en los actos sociales, en las formas de organización. Por ejemplo: ¿Qué determinaciones vinculadas a las relaciones de clase existen en las formas de acción política del “caudillismo”? ¿Y en la forma de la democracia directa? ¿Y en la forma de la delegación de la democracia representativa en los estado capitalistas? ¿Cómo podemos relacionar esas formas con ese secreto oculto de la relación entre unos y otros, con la existencia de las clases? La reacción de Thompson respecto de las posiciones estructuralistas extiende la crítica al conjunto de la concepción materialista de las clases; deriva en ciertas posiciones que niegan la existencia de clase fuera de la acción subjetiva en común de los integrantes dela misma. Thompson plantea entonces que no existen las clases como grupos de hombres cuantitativamente “medibles”, fuera de las relaciones con la otra clase. Esto último es cierto y fundamental , pero por el contrario sí existen grupos de hombres asalariados que es posible “medir”. Dice que las clases sólo existen cuando ponen su experiencia subjetiva en común y se articulan en una acción social, política, cultural. A mi juicio, Thompson escinde la realidad para el otro lado. Lo móvil, lo que hace al movimiento aparece fundamentado en la experiencia subjetiva (que no es más que el correlato interior de la práctica pero él no usa la palabra práctica) y es preciso advertir que toda práctica comporta un elemento subjetivo, pero al mismo tiempo la práctica es tan material como una máquina o una montaña, y se mueve: crea cosas, trabaja en común cooperativamente pero los productos le son enajenados, lucha en la calle, genera escritos. El dice que las clases no existen sino cuando ponen en común ideales, intereses. Sin embargo Marx plantea “las condiciones transforman a la masa de la población del país en trabajadores,.... así pues esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero no es una clase para sí” [8] . Esta es la diferencia (que pone en el foco la relación, que es ella misma un proceso histórico) entre “clase en sí” y “clase para sí” en la definición marxista. Esa relación es tratada por Gramsci en cuanto al proceso de formación de los partidos políticos y de las ideologías [9] . Es decir, cuál es la relación entre la práctica en la producción en la que se constituyen esos grupos de hombres – las clases sociales- (y la contradicción no existe solamente fuera de la economía, existe en el propio acto de producir, y es una contradicción básica a travésde la acción de los hombres en el proceso de trabajo) y sus formas de constituirse, organizarse y actuar en otras dimensiones e instancias de la práctica social, fuera de la producción. No es que lo móvil sea la actividad social, política y cultural y lo inerte sean las relaciones de producción, puesto que estas son portadas por los hombres que las practican y a partir de allí las producen, reproducen y las cambian Ese es un proceso histórico que involucra las diversas dimensiones de la totalidad social (economía, política, cultura) pero condicionado por el carácter contradictorio de las propias relaciones entre los hombres en la producción y con relación al desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad.. Todo esto plantea la necesidad de no escindir, de no romper la totalidad, porque con la totalidad podemos dar cuenta del devenir que es al fin y al cabo el objetivo del análisis histórico. El hombre actúa y crea su propia sociedad, pero no solo como experiencia subjetiva, no sólo como móviles subjetivos que guían la acción, sino también como práctica en el sentido bien material de la misma y tan móvil como las otras dimensiones. Los otros grupos humanos Es importante disponer de claridad conceptual para el análisis de categorías, fracciones, capas, integrantes de distintas clases. Sin la categoría de relaciones de producción no podemos estudiar las sociedades, pero no porque lleguemos a la categoría ya las conocemos. En ese sentido Vilar plantea la clasificación de diferentes agrupamientos, grupos a través de los cuales se manifiesta, se vehiculiza, se ejerce el conflicto entre las clases. Serían instancias mediadoras. Algunas son organizaciones cuyo carácter de clase es explícito y evidente: los sindicatos (pero ahí también hay una complejidad, ¿quién dirige los sindicatos?) y las corporaciones empresarias. Pero, hay muchas otras organizaciones que no son explícitamente de clase. ¿Cómo se relaciona la existencia de esas instituciones con las relaciones de clase? Por ejemplo, la actividad educativa. ¿Cómo se manifiestan las relaciones de clase en la educación, en las actividades culturales? Tienen carácter de clase los contenidos, las formas y los objetivos con los que la clase dominante organiza la escuela. y en el ejercicio de su poder (material y espiritual) define que se conoce, como se conoce y sobre todo quien conoce y quien no. [10] Al mismo tiempo, los alumnos de la escuela y los maestros buscan conocer, y su origen social y sus necesidades los hacen chocar en diverso grado con las políticas educativas y las ideas y contenidos dominantes, etc. Es decir, se expresan contradicciones sociales (de clase) en un terreno que no es el de la producción. Cómo se expresan esas relaciones allí es materia del análisis histórico y teórico. Así como también hace a ese análisis las relaciones entre clase y cultura(s), las opresión de clase y la de género (y la lucha contra ellas), las relaciones entre clases y agrupamientos “étnicos”, entre opresión de clase y opresión étnica, racial o nacional (y la lucha contra esas opresiones), la relación entre las clases en el interior de una formación social determinada y las relaciones entre los pueblos y naciones. Este vínculo es preciso reponerlo en una historia que debe dar cuenta de las relaciones sociales (y en las sociedades divididas en clases, las relaciones de clase) como realidad fundante, todavía aún por hacer frente a la historia tradicional que precisamente desvinculaba y desvincula (aunque con nuevas formas) la historia de las naciones, de los poderes, de las ideas, de la cultura, etc., respecto de las relaciones sociales. Por otra parte, cuando el objeto a estudiar es un caso, una micro-historia, un individuo, una familia, un grupo, es preciso ver cómo se mediatizan estas realidades en la existencia e historia de esa familia, ese individuo. Primero está el origen o la extracción de clase de cada persona y su desarrollo vital en el terreno económico (hay gente que cambia de clase, a lo que alude el concepto de “movilidad social”, aunque las clases no cambian). Pero, ese origen no determina la totalidad de su práctica social: están también otras dimensiones, política, ideológica, de las formas de pensar a través de las cuales actúa. ¿Cómo es esa relación entre origen social y práctica? No es mecánica, no está predeterminada. Porque hay obreros que en las huelgas son carneros, y hay hijos de las clases propietarias que se ponen al servicio de los desposeídos. Pero, al mismo tiempo, las conductas de los carneros o de individuos ricos que se pone al servicio de los desposeídos implican recorridos particulares e individuales que también están condicionados por determinadas relaciones sociales en su conjunto (y no por otras) , y tendencialmente la mayoría de los integrantes de una clase social actúa, piensa, toma posiciones de modo similar y común , lo que se manifiesta de modo visible y concentrado en los períodos de agudización de las contradicciones de clases, de la lucha entre las clases. Hay a la vez categorías que no pueden ser definidas por su ubicación en el proceso productivo, aunque su génesis, características, funciones y transformaciones están condicionadas por el desarrollo de una sociedad basada en determinadas relaciones de producción. Por ejemplo, los intelectuales. Los hay de extracción social terrateniente, grandes burgueses, de la pequeña burguesía urbana y rural, de origen obrero, etc. Hay una múltiple categoría de intelectuales empezando por el más básico que es la maestra de grado y hay grandes ideólogos, científicos, incluyendo las múltiples funciones de dirección, en la sociedad y el Estado, en el marco de la amplia y penetrante definición de Gramsci. [11] ¿Cómo los definimos en relación a la estructura social? Por su práctica, no por su origen. ¿Qué hace, qué piensa, qué cultura, qué ciencia produce, para quién? Tiene que ver con la producción y el conjunto de las relaciones sociales que condicionan y se expresan en el terreno de la lucha política y el ejercicio del poder, del conocimiento y de las diversas formas de conciencia social. El concepto de pueblo Ninguna sociedad se reduce a las clases fundamentales y a las relaciones de producción predominantes puesto que estas no existen sino en un todo complejo que articula múltiples relaciones de producción, y, por lo tanto, a la vez hay una estructura social compleja que no se reduce a las clases fundamentales de las relaciones de producción dominantes. Y, por eso, en la vida histórica concreta hay un desarrollo contradictorio, tendencial, de la economía, de la política y de la sociedad, que determina contradicciones más vastas. En ese sentido, se podría escarbar en una definición científica y rigurosa y no contrapuesta a la de clases, para el concepto de pueblo: aquellas clases, capas, sub-fracciones de clase, que en determinada sociedad, en determinada época histórica de su desarrollo guardan una contradicción fundamental con las clases dominantes, que a la vez también son una heterogeneidad aún en los países capitalistas más puros, ya que la burguesía se divide en múltiples fracciones. La cuestión es utilizar un concepto de pueblo y de sectores populares no para velar la existencia de las clases, sino por el contrario para dar cuenta de esa contradicción fundamental (en el seno de una totalidad social, unidad de múltiples contradicciones) en una formación social dada, en una etapa histórica, lo que precisamente requiere el análisis de cuales son las clases que componen los sectores populares y las clases que no. En diciembre de 2001 por ejemplo se contrapuso un conjunto de capas y clases que componen el pueblo argentino en en esta etapa histórica respecto de un gobierno que aplicaba una política favorable a una muy pequeña minoría. Una vuelta más sobre las castas y las clases Las relacionesde explotación primigenias de casta, sobre la base del surgimiento de la producción mercantil, y de ampliación del comercio, van transformando las tradiciones de esas castas y van generando un afianzamiento de la propiedad privada de la tierra, acumulación de capital dinerario, en el tráfico, en los transportes, en los talleres artesanales, que en la sociedad antigua culminó y tuvo su límite en una economía basada en el trabajo esclavo. Es decir que las relaciones de casta también se basan en relaciones de producción dadas y de explotación. Al mismo tiempo las relaciones de casta no existen sin estas determinaciones no económicas basadas en la fuerza, el linaje, la ideología, etc., que las perpetúan. Vilar plantea que estas diferencias de los aspectos no económicos se funda en aspectos económicos. La sociedad feudal pura, sin intercambio mercantil, la coacción de la estirpe, del linaje, puede y necesita desarrollarse sobre la base de ciertas relaciones económicas: el control eminente de la tierra que es la base del poder coactivo, de la existencia de una clase que está vinculada a medios de vida propios y que si no fuera por la coerción produciría sus propios medios de vida; por eso la lucha de campesinos y artesanos va a ser tan importante para disolver, arruinar, hacer declinar y derrocar ese orden feudal; se inscribe en la lucha del campesino por disponer de su propiedad absoluta. Este proceso concatenado con otros ( la Conquista de América, la expansión del comercio, etc.) generaron el surgimiento de las condiciones del desarrollo de la clase capitalista, incluido un revivir de la esclavitud de los pueblos africanos; fue un proceso concatenado, inherente a la formación del capitalismo en Europa. La producción mercantil solo surge en determinadas condiciones de la producción, y, a la vez, reactúa sobre esas condiciones. El modo de intercambio es un desarrollo del modo de producción, pero a su vez, y como ya hemos visto al ampliarse la producción mercantil erosiona, revoluciona el modo de producción antiguo, pero esta revolución siempre encuentra los límites de las fuerzas productivas y por eso el Imperio Romano no derivó en capitalismo sino en esclavitud. [1] Ver J. Fontana, Historia. Análisis del pasado y proyecto social, Crítica, Barcelona, 1982 [2] Ver J. Vazeilles, El presente histórico y la historia universal, Manuel Suárez, Buenos Aires, 2005, pp 45-52. [3] K. Marx, Introducción a la Crítica de la Economía Política, Anteo, Buenos Aires, 1986, pp.15-17 [4] Ver P. Vilar, op. cit., p. pp.110-111 [5] Pla [6] V. I. Lenin, Una gran iniciativa (junio de 1919), Obras completas, tomo XXIX, p. 413. [8] K. Marx, Miseria de la Filosofía, Ed. Lenguas extranjeras, pp.165 [9] Ver A. Gramsci, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1971, pp.16-19 [10] K. Marx y F. Engels, La Ideología Alemana, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1973, pp.50-53. [11] Ver A. Gramsci, Los intelectuales y la organización de la cultura, Nueva Visión, Buenos Aires, 1972, pp.9-21
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