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1 Libro Historia de la Enfermería en Chile Capítulo V: Reflexiones sobre el desarrollo del patrón de conocimiento ético de enfermería en Chile. 2019 Dra. Maggie Campillay C. Colaboración de Mg. ©Pablo Dubó A. Disponible en: http://bibliotecadigital.ufro.cl/?a=view&item=1673 Introducción En la actualidad, la enfermería en Chile acontece en una sociedad pluralista y de mayor diversidad cultural, lo que dificulta encontrar convenciones morales únicas y que sean compartidas por todos/as. Para revisar los aspectos éticos profesionales debemos comprender el rol social que ha http://bibliotecadigital.ufro.cl/?a=view&item=1673 2 cumplido la profesión en el tiempo, y principalmente tener consciencia de cómo el contexto socio- político afecta el desarrollo ético profesional. En este trabajo se reflexiona en primer lugar, sobre la influencia que han tenido algunos aspectos históricos en el rol social y carácter ético de los/as profesionales de enfermería. En segundo lugar, se describen elementos conceptuales que se sugieren como necesarios para la comprensión de aspectos bioéticos y éticos de profesión. Las principales fuentes de información utilizadas, han sido documentos históricos de la base de datos de la Biblioteca nacional digital de Chile, artículos de investigadoras/es nacionales e internacionales, que han aportado con sus evidencias al desarrollo del tema. Se incluyen además, referentes de la bioética universal y ética profesional, que han influido en el pensamiento crítico de los autores. Por su naturaleza académica, está dirigido de manera muy especial a los estudiantes y profesionales de enfermería interesados en profundizar en las bases históricas y epistemológicas de la ética de enfermería nacional. I. Análisis crítico a la construcción del rol social y ético de la Enfermería profesional en Chile. La profesión de enfermería nace en Chile a principios del siglo XX, con el fin de mejorar las condiciones de cuidado de pacientes en los hospitales y asumir un rol comunitario activo en promover la salud y prevenir la enfermedad. Contribuyendo desde sus inicios a dignificar la vida de las personas, familias y comunidades. Se desarrolla al amparo de fuertes discursos morales, obra de médicos/as de la época, y con expectativas acordes al avance internacional de la enfermería profesional. Uno de los primeros discursos sanitarios al respecto, se registra el año 1904 por el médico Moisés Amaral, quien expone durante el primer Congreso Médico Latinoamericano sobre La nueva profesión de enfermera. En este, analiza la situación precaria que vivía el cuidado en el sistema sanitario chileno de la época. Siendo conocedor de la realidad que acontecía en países de Europa y Norteamérica, su discurso se centra en la dificultad y riesgos de mantener el cuidado de los pobres pacientes en manos de personas voluntarias y practicantes con baja formación, quienes en ese momento, entregaban cuidados basados solo en la caridad y la buena voluntad. Enfatizando en que esas cualidades por si solas, habían dejado de ser suficientes para lograr efectivos beneficios en la salud de las personas (1). Este discurso realizado frente a los médicos más influyentes de Latinoamérica, constituye un hito histórico para la profesión, dado que se reconoce socialmente la necesidad de relevar la práctica del cuidado a un nivel profesional. Y marca un punto de inflexión en el sistema sanitario chileno, al realizar una distinción fundamental entre el cuidado como oficio o práctica cotidiana, y el cuidado profesional. Ambas actividades fundamentales para la vida humana, pero que tomarán caminos distintos en términos de formación y roles en la sociedad chilena. Feito (2) se refiere a “la actividad de cuidar como toda acción humana que contribuye a la ayuda y solicitud ante la necesidad del otro”. Se reconoce universalmente que el cuidado humano es una actividad social, que tiene que ver con valores como la solidaridad y que se caracteriza principalmente por el deseo de ayudar a otros, considerándolo además, fundamental para la supervivencia de la humanidad. En este sentido, los 3 medios para lograr el cuidado serán diferentes, si este lo realiza una persona ejerciendo una actividad cotidiana, improvisada y motivada por la voluntad. A la que realiza un profesional con un ámbito de acción definido, guiado por lo planificado, utilizando un método, y logrando sus objetivos de manera eficiente y demostrando idoneidad. En el mismo discurso, Amaral hace un repaso histórico sobre el estado del cuidado de manera magistral; desde los inicios de la enfermería profesional con Florence Nightingale hasta lo que ocurría con el cuidado en Latinoamérica, destacando logros en el cuidado alcanzado por países desarrollados. Haciendo un llamado a imitar el camino seguido por estos, y dar un salto cualitativo en la formación de enfermeras. Como parte final de su presentación, se refiere en específico al perfil de ingreso de las postulantes a la nueva enfermería profesional, poniendo énfasis en la búsqueda de mujeres que se caractericen por su buena conducta y moralidad (1). En este punto, se devela la imagen de una enfermera idealizada, basada en el prejuicio y estereotipo propio de una sociedad patriarcal, que atribuye la actividad laboral de cuidar solo a las mujeres y que marcará el desarrollo social de la profesión hasta la actualidad (3,4). Esta enfermera idealizada fue descrita como una mujer con profundos valores cristianos, con énfasis en el carácter y sentido moral de la profesión (5): […] “La tarea de la Enfermera requiere acertado criterio, abnegación sincera, entendimiento humano, tacto ilimitado, paciencia inagotable, facultad para tomar decisiones rápidas y acertadas, personalidad atrayente, fe inquebrantable en los resultados de su trabajo y conocimientos científicos con base sólida. Debe ser tolerante, generosa, valerosa, compasiva, cumplida, íntegra, veraz y leal. Sus creencias le proporcionarán ayuda espiritual, pero no tratará de cambiar las creencias ajenas. Trabajará siempre por levantar a los desafortunados y por mejorar individualmente las condiciones dé sus semejantes, sin mezclarse en la política. Su tarea consiste en hacer de cada individuo que se ponga en contacto con ella, una persona más sana, física, moral y mentalmente, sin intervenir en su credo personal. No le corresponde hacer distinción entre diferentes razas, credos o clases sociales. Servirá a la humanidad doliente sin pensar si lo merece o no y evitará los sufrimientos cuándo y dónde los encuentre”[...]. Desde una perspectiva sociológica, estas cualidades establecen el carácter axiológico dado a la profesión, y encarna además, diferencias profundas en educación y expectativas sociales entre hombres y mujeres a inicios del siglo XX. En este contexto complejo de desigualdades nace y se construye la enfermería profesional en Chile, con la ventaja de haber nacido como carrera profesional, pero bajo prejuicios ejercidos por la profesión médica (6). Las consecuencias de este hecho, en parte explican el rol social disminuido que ha asumido la profesión hasta la actualidad (3). Registros históricos nacionales muestran que los primeros planes de formación de enfermeras profesionales, consideraron siempre a lo menos una asignatura de ética, moral profesional y deontología (7). Esto da cuenta de la importancia dada al conocimiento ético entre cuyos valores más destacados para la época, estaba la obediencia y sumisión asociada a la mujer. Mayers (6), médica directora de una las primeras escuelas de enfermería profesional en Chile, apoyaría enérgicamente la profesionalización del cuidado en el país, mientras con la misma fuerza la limitaba como campo laboral exclusivamente a las mujeres. Basada en la convicción, de que cuidar era una actividad cotidiana y propia del género femenino: […]“el cuidado de enfermos de ambos sexos entodos los países civilizados está en manos de enfermeras y no de 4 practicantes varones. Por instinto, la mujer sabe cuidar mejor a los enfermos. Posee la mano leve, la paciencia y puntualidad en el desempeño de sus obligaciones junto al enfermo, como no lo alcanza a tener la mayoría de los hombres. Quien ha tenido una madre, una esposa o una hermana, comprenderá el valor de ser atendido por una mujer en el curso de una enfermedad”[...]. Estas palabras expresan el orden natural del mundo sanitario de la época, caracterizado por una estructura hospitalaria dominada por la tradición médica, todavía en su mayoría hombres, preocupados por el cultivo de la ciencia y encargados de tomar todas las decisiones importantes. Mientras subyace el cuidado representado por ayudantes voluntariosos y sin preparación, o dueñas de casa que después de algún evento vital de enfermedad, se dedicaban al cuidado de pacientes en hospitales y hogares, encargándose de la higiene, acompañamiento y vigilancia de pacientes. En su mayoría sin recibir remuneración por estos subvalorados servicios. Esta identidad inicial de cuidadora sacrificada es también, la identidad que acompañará el trabajo de la primeras enfermeras profesionales, y es causa del desarrollo de un estatus social inferior del cual no se ha podido desprender con facilidad enfermería. Los valores asociados a este rol son como ya se ha mencionado anteriormente, la sumisión, paciencia y dedicación desinteresada por otras personas (8). De acuerdo a Bourdieu, la naturaleza femenina reflejada se asimila a la distribución del trabajo, la actividad de cuidar al ser asimilada inicialmente a tareas domésticas se consideraron inferiores para ser realizadas por los hombres (9). Las creencias arraigadas de que cuidar es una actividad que cualquier mujer pudiera desarrollar adecuadamente, ha determinado su poca valoración en la sociedad. Este estatus disminuido y de poca valoración por el trabajo de cuidar en la informalidad, se traspasa también al cuidado formal, generando desde su creación una barrera actitudinal en la sociedad como en los propios miembros del estamento de enfermería. Se crea y comienza a cumplirse la profecía (10,11) de que los/as profesionales de enfermería carecen de autodeterminación, limitando el ascenso y estatus que estos ocupan en la sociedad. Haciendo que el desarrollo profesional toque un techo, donde los límites superiores no sobrepasarán nunca a las profesiones de mayor significación social. En la estratificación social, el estatus social es “la posición social que encuadra a un individuo o un grupo en el marco de una sociedad; es el lugar que se ocupa en la sociedad”(12). Se establece por ello, una ubicación desigual de los grupos sociales que la componen. Las profesiones son grupos de la sociedad que generan esfuerzos por mantener o elevar el lugar ocupado en esta distribución, que no solo depende de los mismos integrantes del grupo, sino del rol social asignado en un momento histórico determinado. Desde esta perspectiva, algunas profesiones ocuparán un lugar superior y otros inferior, generando siempre conflictos por ocupar estratos más elevados dentro de la sociedad. En esta distribución de superioridad y subordinación de las profesiones, es que el individuo y grupo obtiene su prestigio y poder. En este sentido, enfermería ha sido descrita como una profesión más bien instrumental, subordinada históricamente a las órdenes del médico (12,13). Esta estratificación, establece la noción de que para mantener la cohesión del grupo se deben tener en consideración aspectos éticos básicos como la solidaridad y lealtad entre sus miembros, necesarios para contribuir a su desarrollo y consciencia de grupo social (12). Por otra parte, la autonomía corresponde a uno de los factores más importantes para el desarrollo 5 profesional, relacionado directamente con el logro de mayor estatus. La autonomía profesional es “el ejercicio del libre juicio profesional en el cuidado de los pacientes” (13). Ha sido este rasgo, especialmente complejo y difícil de alcanzar para la profesión de enfermería, descrito a nivel nacional como a nivel global, dado su desarrollo como profesión heterónoma subordinada a la hegemonía médica. La aceptación exacerbada por parte de las primeras enfermeras profesionales de esta realidad, condicionadas por la educación recibida, determinó su natural aceptación por la subordinación (8,14). En Chile, Chuaqui et al., (8), describe la evolución de la identidad de las/os enfermeras/os en tres periodos históricos diferentes, . Develando que el rol social de la profesión ha ido cambiando, “desde un rol caracterizado por una vocación desinteresada por lo económico e interesada en la ayuda al otro de manera incondicional, a una vocación de servicio en el ámbito de la enfermería, para pasar finalmente a una relación más profesionalizante y compleja”. Especialmente relevante y optimista es lo que define como tercer periodo, en donde el logro de incorporar la gestión del cuidado en el Código sanitario, es percibido positivamente por las /os profesionales de enfermería, generando un cambio en la autopercepción de la autonomía profesional. Sin duda, esto es prometedor pero, se requiere de muchas otras estrategias para derribar las creencias y valores arraigados en la profesión y que limitan su empoderamiento social (8). La falta de autonomía descrita como un problema de la profesión (8,14,15) afecta la identidad profesional, y las expectativas del entorno social. Bajas expectativas sociales se relacionan directamente con las bajas expectativas de la profesión. Este círculo de infravaloración basado en expectativas asignadas por otros/as determinaron el comportamiento final de las/os enfermeras/os (10,11). La profecía auto cumplida de infravaloración por el propio trabajo, es el círculo negativo que acompaña la profesión desde sus inicios, consecuencia de prejuicios asociados al poco valor dado al trabajo de la mujer y a la actividad de cuidar en una sociedad patriarcal dominante (9). La modificación de estas creencias no ha sido fácil de abordar para los/as enfermeros/as, dado que requiere de soluciones que consideren algo más que voluntad. Merton (10,11) menciona que para hacer desaparecer estas falsas ideas o creencias sobre la profesión, habría que identificar a quienes les resulta conveniente que esto ocurra, pues estas prácticas provocan que se perpetúen estatus y poderes dentro de otros grupos en la sociedad. Considerar además, que los/as enfermeras/as han adquirido la enseñanza de estos patrones de relaciones sociales predominantes, la mayoría de las veces de manera inconsciente. Este no darse cuenta de su rol y estatus social ha favorecido que este fenómeno se perpetúe, y que se mantenga en el tiempo como un enemigo invisible que va frenando la autodeterminación profesional. El papel de los principios y valores en este fenómeno, son fundamentales. Dado que el grupo social es el responsable de establecer y reforzar sus propios bienes internos. La revisión de los bienes internos representados en principios y valores de la profesión, es dinámica y requiere de una constante atención (2). En este sentido, se debe poner especial atención a la importancia de ciertos valores por sobre otros, asociados principalmente a las expectativas que la sociedad tiene sobre la profesión. Esto tensiona las propias expectativas del estamento y pueden haber facilitado la dominación de grupos de poder en el sistema sanitario, dada la dificultad que resulta el poder hacerlos visibles. Un ejemplo de esto, es como valores como la obediencia y sumisión, han sido 6 altamente valorados por la sociedad. Frecuentemente asociado a las profesiones de servicio y al trabajo femenino, pero como lo hemos planteado; constituye para la profesión un elemento de tensión, dado que al reforzar estos valores apreciados por la sociedad (bien externo), disminuyela autonomía profesional(bien interno) (2). Visto desde otra perspectiva, valida la idea de que enfermería es una profesión heterónoma. Si esto ocurriera en la práctica profesional, no solo comprometería el estatus profesional, sino pone en riesgo el bien mayor y la razón de ser de la profesión, que es brindar cuidados seguros. Entendiendo que las consecuencias de las acciones del profesional de enfermería recaen siempre en los pacientes (2). Los profesionales que vean la obediencia como un patrón de conducta virtuoso estimulados/as y reforzados/as por el entorno social que los controla, no serán capaces de percibirlo como conducta negativa. Actuarán más bien con la obediencia esperada externamente, lo que es de extrema gravedad, dado que estaría respondiendo moralmente basada/o en un prejuicio, y no en los principios y valores fundamentales de la profesión. Esto podría verse como una exageración, pero permite aclarar la relación directa que existe entre los valores y bienes internos de la profesión y los valores y bienes externos encarnados por la sociedad (2,16). Los principios y valores de la profesión, representan los límites que estamos dispuestos/as a asumir socialmente. Siendo estos límites o mínimos morales, consecuencia de un análisis participativo y democrático que debe convocar al mayor número de profesionales de enfermería. Esto dará legitimidad a cualquier propuesta realizada, permitiendo que todos los miembros del colectivo comprendan la importancia de incorporarlos al saber teórico y al ejercicio práctico de la profesión. Se requiere además, generar la argumentación necesaria para justificar la importancia de un principio o valor por sobre otro, pues esto contribuye a su empoderamiento y defensa social de la profesión. Si bien existen principios y valores universales a los que enfermería debe hacer honor, como los derechos humanos universales. Es necesario considerar que los principios y valores tienen una carga cultural propia, por lo que no existe ningún grupo a nivel internacional que comparta estrictamente los mismos valores y principios, o cuyo orden jerárquico o prioridades sean en rigor los mismos (16,17). Aspectos del contexto social-político han tensionado por mucho tiempo la práctica profesional de enfermería y especialmente su autonomía. Herencia de los primeros años de formación profesional dependiente de la práctica médica. Periodo comprendido entre los años 1906-1944 que finaliza formalmente, cuando la dirección de las escuelas de enfermería queda por primera vez en manos de enfermeras docentes. Sin embargo, documentos posteriores demuestran lo difícil que será desprenderse de estos prejuicios culturales. Guzmán (18) médico que en su calidad de director general de sanidad de la época publica un artículo en el año 1954, dejando ver su comprensión personal sobre la profesión de enfermería. Declara sobre la enfermería: 1) “Profesión sacrificada: ayudar al médico higienista en sus múltiples labores y al sociólogo. Importancia de su acción en la sociedad. 2) Cualidades especiales que requiere la enfermera sanitaria: buena salud, moralidad irreprochable, bondad infinita, dulzura en el trato y paciencia, además de coraje en su trabajo, perseverancia, vivacidad y optimismo. 7 3) Programa de los cursos que tenga presente la necesidad de los agentes sanitarios en uso en el país, así como los adaptables a nuestro medio social y al nivel cultural de nuestro pueblo para tener una enfermera sanitaria con una formación a la vez moral, cívica y social y técnica”. La prevalencia del discurso patriarcal, destacando el rol social de profesión sacrificada y heterónoma; cincuenta años después del discurso realizado por Amaral. Demuestra que en un periodo de 50 años, los discursos médicos son muy similares, evidencia la sobrevaloración de lo masculino y la desvalorización de profesiones feminizadas. Permitiendo el ascenso con mayor rapidez y legitimidad de estatus a figuras masculinas que femeninas. Limitando con ello, las seguramente también legítimas aspiraciones profesionales de las mujeres enfermeras que desearían ocupar cargos directivos, y no solo dedicarse a las actividades asistenciales (3,9). La posibilidad de ocupar cargos de poder, no solo se relacionan con un mayor estatus, sino con la posibilidad de influir culturalmente en la sociedad. Según Cortina (17) “una profesión no es un ente autónomo culturalmente, sino que recibe influencias y a su vez influye culturalmente en la sociedad. Por eso, la comunidad de profesionales también es responsable del estado actual de la sociedad”. El ingreso de hombres a la profesión constituye por ello, un hecho relevante para la profesión, siendo una estrategia urgente para contribuir al cambio de actitud de los propios profesionales de enfermería. Dado que los enfermeros tienden a ocupar espacios de trabajo diferentes que las enfermeras, aportando diversidad y complementariedad de género para generar cambios a nivel cultural(19). El primer enfermero en Chile fue Waldo Alfaro Retamal que egresa de la Universidad de Chile el año 1966(20). El ingreso de hombres a la profesión a partir de este evento, ha ido siempre en aumento, pero sigue siendo insuficiente para cambiar los imaginarios sociales que han acompañado la enfermería como profesión feminizada en una sociedad patriarcal (19). Considerar además, que la tendencia a repetir patrones socialmente aceptados ha sido responsabilidad también profesional, la falta de reflexión y análisis sobre el rol profesional es una de principales sus limitaciones. Mientras que los patrones aprendidos socialmente y que frenan el avance profesional, no siempre son fáciles de identificar y requieren de un esfuerzo intencionado para visibilizarlos. El pesimismo que puede provocar la baja valoración social del cuidado, deben reemplazarse por el optimismo colectivo para persistir en la posibilidad de que la profesión llegue más allá de lo que otros grupos sociales planificaron para nosotros/as. El futuro requiere sin duda, de un esfuerzo personal por auto superarse y para derribar los propios prejuicios perpetuados, que hoy todavía limitan el desarrollo profesional. Adam y De Bray en el año 1933, publican en la revista de Asistencia Social de Chile el artículo Como dignificar la profesión de enfermería (5). En este, las autoras destacan nuevamente el carácter moral de la profesión, pero en este enfatizan la importancia del conocimiento empírico y humanista en la formación de los/as profesionales de enfermería: […]“en la formación del arte de la enfermera” […]”se tomen en cuenta aptitudes técnicas y sociales” […] ”los principios científicos fundamentales sirven de guía a las prácticas de enfermería y los ideales humanitarios y profesionales determinan la actitud y el ánimo de la enfermera” […], […]”Así, aunque una Enfermera tuviera todos los conocimientos modernos en su ramo, si careciera de las aptitudes sociales o de ideales humanitarios, fracasaría en su 8 profesión”[…]. Este discurso vanguardista para el momento histórico en que se realizó, desafía a la profesión a construir un modelo de enseñanza armonizado en sus aspectos biomédicos y humanistas. Considerando que el desarrollo de la profesión y la enseñanza deben ir de la mano para enfatizar en los aspectos ontológicos y la toma de decisiones éticas. A pesar de los esfuerzos realizados por mantener la formación humanista en las escuelas de enfermería, la dependencia aprendida hacia el enfoque biomédico ha sido un fenómeno global que ha hecho prevalecer el conocimiento empírico en la formación de profesionales de enfermería (21). Los precursores de la enfermería en Chile, contribuyeron a la construcción de valores profesionales. La enfermera sacrificada, paciente y obediente constituyen el resultado de las expectativas externas. Valores que han prevalecido a lo largo de la historia y que se asumen finalmente como internos. Representanelementos de dominación social que las mismas enfermeras se han encargado de perpetuar (2). En el estudio realizado por Chuaqui et al.,(8), los dos primeros periodos de la identidad profesional se relacionan con valores históricamente aprendidos, mientras solo a partir de los años 90 es posible establecer un cambio relevante, de tipo estructural, que entrega mayor poder a las enfermeras en los servicios hospitalarios a partir de gestión del cuidado, y que representa un primer cambio en los bienes internos de la profesión. Por otra parte, y en un hecho histórico posterior, el crecimiento sostenido y no regulado de escuelas de enfermería, han puesto en cuestionamiento el cumplimiento la calidad de la formación, afectando los aspectos humanistas de la profesión (22,23). El interés desproporcionado por los avances biotecnológicos, utilizados para atraer a nóveles enfermeros/as, ponen énfasis en aspectos tecnológicos y procedimentales favoreciendo el conocimiento empírico por sobre el humanista. El estudio realizado por Brevis et al., (24), describió que en planes y programas de las carreras de enfermería dictadas en universidades chilenas, existe una brecha de formación en ética. Al demostrar que algunas de éstas, no tenían incorporada la asignatura de bioética o ética de enfermería en la formación de pregrado. Esta situación se ha dado a nivel global no siendo un problema que exclusivamente afecte a las escuelas de enfermería. Cortina (25) denomina a esta situación el triunfo de la razón instrumental, caracterizado por el énfasis en una educación que prepara a los jóvenes para el desarrollo de cuantas habilidades técnicas puedan aprender, con el fin de lograr el estado de bienestar-felicidad y vivir en la nueva sociedad del conocimiento. Los riesgos de una educación basada principalmente en aspectos técnicos, es promover una mirada parcial sobre los fines de una profesión. Dado que buscando el estado de bienestar personal se puede abandonar o descuidar el rol social de la profesión. Este fenómeno favorece el excesivo interés por el conocimiento científico y un abandono de los aspectos humanistas de la profesión, y como consecuencia pérdida de los bienes internos de enfermería (2,21). Siendo el bien interno según Feito (2) lo “que legitima algo como propio de una profesión, es lo que le da su sentido y validez social”. Señala además, que la ética de la profesión está dada en la actitud de cuidado. La actitud de cuidado es una dimensión propia del cuidar que hace que las personas tomen conciencia de su papel en la relación del cuidado y el mundo. Es una situación de sensibilidad ante la realidad, de toma de conciencia de vulnerabilidad, de permitir que nos interpele y nos obligue a la acción, como modo de humanidad. Por ello, es fundamental educar en la actitud del cuidado, promoviendo y fomentando la aparición de esta sensibilidad en los/as alumnos/as y en las etapas más temprana de formación profesional. 9 Los acontecimientos socio-políticos del país, han contribuido a la construcción de una imagen de profesión infravalorada. Sumándose además, el hecho que durante la dictadura militar se suprime la fiscalización que ejercía el Colegio de enfermeras de Chile sobre sus miembros., En el año 1953 se crea el Colegio de enfermeras de Chile, responsable de regular el correcto ejercicio de la profesión, a través de un Código deontológico o normas de buena conducta. Dentro de sus más destacadas atribuciones iniciales estaba dictar y fiscalizar las normas de ética del colectivo. Permitiendo la auto regulación de la conducta de sus miembros, además de contribuir al desarrollo y actualización profesional. Sin embargo, desde la entrada en vigencia del decreto ley Nº 3.621 en 1981, se suprime dicha atribución, estableciendo en su artículo 4º que le corresponderá a la autoridad de salud competente, a través de los respectivos empleadores y a los tribunales de justicia dirimir en conflictos cuando exista una parte perjudicada como consecuencia del ejercicio profesional. Así, en los casos en que exista falta grave profesional, queda a criterio de los empleadores o los/as afectados/as, iniciar procesos de denuncia o investigación, en los tribunales de justicia correspondientes. Siendo en estos casos, abordado desde una perspectiva más bien legal que ética, e individual más que colectiva. Esto ha debilitado el desarrollo del conocimiento ético de la profesión, pues la mayoría de los dilemas profesionales especialmente de la práctica clínica son de manejo local y no son observables como una oportunidad de mejora colectiva, más bien ha prevalecido el temor a las consecuencias legales (26,27). En este aspecto a nivel internacional, el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) define el Código deontológico de enfermería como “una guía para actuar sobre la base de los valores y necesidades sociales y solo tendría significado como documento vivo si se aplica a las realidades de la enfermería y de la atención de salud en una sociedad cambiante” (28) De igual manera, su uso en la práctica, queda restringido a una decisión personal y no existe una instancia en que sea posible revisar el comportamiento ético de los profesionales de enfermería. Para lograr este propósito, el código debe ser ampliamente difundido, revisado, comprendido, asimilado y utilizado por las enfermeras en todos los aspectos de su quehacer. El CIE recomienda éste pueda permanecer al alcance de los estudiantes y las enfermeras a lo largo de su formación y de su vida laboral (24). A nivel global, Beauchamp & Childress (29) mencionan que los Códigos deontológicos han contribuido al desarrollo del carácter ético de las profesiones como medicina y enfermería, al permitir la reflexión sobre los problemas de ética en el ámbito de la salud. Dado que en ellos, se aplican los principios generales de la bioética con ciertas obligaciones claramente definidas, y que garantizan que las personas que pertenecen a estos grupos de profesionales, cumplan con ellos en relación a sus miembros y también a otras personas. Estas obligaciones, buscan garantizar los derechos de las personas que son beneficiarios de estos profesionales, entendiendo que siempre surgirán problemas en la que la ética se enfrenta a conflictos valóricos. Los códigos tienden a fomentar y reforzar la identificación de sus miembros con los valores prevalecientes de la profesión. Esto es beneficioso si realmente incorporan normas morales defendibles, principios y valores fundamentales para el bien de las personas. Por ello, la importancia de que sean integrales, coherentes y plausibles. Requieren además, de una reflexión amplia por parte de los miembros que componen el colectivo, tanto para definirlos y revisarlos teniendo en consideración los avances de la profesión y los aspectos sociopolíticos que la limitan en cada país 10 (29,30). En resumen, en los primeros albores del siglo XX en Chile, se estableció la importancia de la ética como un conocimiento irrenunciable en la formación profesional de enfermeras/os. Pero con énfasis en valores externos a la profesión, y directamente relacionados con influencias socio-culturales, que han limitado su desarrollo. La presencia de imaginarios fuertemente arraigados, reforzados culturalmente y transmitidos a las generaciones futuras, son responsables de la sobrevaloración de valores como la obediencia y sacrificio. Los acontecimientos socio-culturales han influido en nuestra forma de vestir, de hablar, de comunicarnos, de relacionarnos, y priorizar los valores. Por tanto, repensar los valores y principios de la profesión requiere de cierta urgencia, que debe considerar temas relativoS a lo deontológico, axiológico y teleológico. La profesión de enfermería debe ser esencialmente reflexiva y autónoma, para permitir poner la suficiente distancia para observar la acción profesional y someterla a un análisis crítico global. Debe ser lapropia profesión quien estructure su pensamiento y la acción profesional, poniendo en contexto los acontecimientos socio-culturales que la han moldeado, y la complejidad de los sistemas sociales que la tensionan en la actualidad (14,15). II. Bases conceptuales de bioética y ética de Enfermería. La ética y bioética en enfermería La ética es considerada fundamental para la vida humana, es parte de la filosofía y comprende la reflexión sobre problemas morales y juicios de valor. Es una opción para actuar por el bien común, que supone la conciencia de la propia existencia y de otros seres humanos. Como ciencia establece metodologías para la discusión sobre el actuar humano, manteniendo principios morales considerados como fundamentales (31). La tradición ética se remonta a Grecia casi seis siglos antes de Cristo de la mano del pensamiento racional desarrollado por Sócrates, Platón y Aristóteles, traspasándose a la tradición filosófica occidental. La palabra ética proviene del vocablo griego ethos, que significa costumbres y que tiene su correspondencia latina en la palabra moral. El ethos “constituye un conjunto de valores y hábitos consagrados por la tradición cultural de un pueblo” (14). Mientras la moral es la suma de principios fundamentales y valores imprescindibles que preside las acciones de cada individuo (30,31). Beauchamp & Childress (29), definen a la moral como las convenciones sociales sobre lo que es correcto o incorrecto, conductas que son ampliamente compartidas por la sociedad y que se mantienen estables en el tiempo. Mientras, la ética se reserva para las teorías filosóficas, la reflexión sobre moral común o convicciones en particular a tradiciones religiosas. La ética médica se desarrolló desde Hipócrates hasta mediados del siglo XX, donde posteriormente comienza a decrecer (29). La bioética, es parte de la ética aplicada, definida como la disciplina científica que estudia los aspectos éticos de la medicina, y la biología, y las relaciones del hombre con los restantes seres vivos (29,30,31,32). Como ciencia aplicada, ha contribuido a aclarar y superar dilemas éticos, a pesar de 11 estar limitada para alcanzar una perspectiva única y universalmente aceptable (29). El uso del neologismo bioética se utiliza por primera vez el año 1970 por el médico estadounidense Potter y luego el médico holandés Hellegers, quien el año 1971 crea el Instituto Kennedy de reproducción humana y bioética, concentrando su atención y dedicación exclusiva a problemas biomédicos. Este hecho inició un desarrollo importante en la incorporación de la ética a las ciencias de la vida (29). En la universidad de California, entre los años setenta y ochenta, el pionero de la bioética Albert Jansen, comienza a dictar diversos cursos para la enseñanza de la bioética en la carrera de medicina. A pesar de que la base de su enseñanza estaba centrada en dilemas éticos médicos, se generó un gran interés por parte de los profesionales de enfermería. Quienes comenzaron a asistir a las clases y a darse cuenta de la importancia que este cuerpo de conocimiento tendría para la profesión. Así es como, en el año 1978 las profesoras de enfermería de la misma universidad, Davis & Aroskar publican el primer libro para la enseñanza de la bioética dirigido a enfermeras titulado: Los dilemas éticos y práctica de enfermería. A partir de este hecho, las enfermeras a nivel global iniciaron un creciente interés por la bioética orientando y adaptando este conocimiento al desarrollo de su propia disciplina (33). En Chile, la enseñanza de la bioética, se da secundariamente a este suceso en los años noventa, incluyendo la bioética en los programas formales de estudio de las escuelas de enfermería profesionales. Hecho que constituye un cambio importante en la enseñanza formal de la ética, al ampliar los aspectos éticos abordables por los profesionales de enfermería, dado el enorme contexto en el que las enfermeras actúan. Este abordaje temprano de la bioética por parte de los profesionales de enfermería se considera un hecho positivo al prepararlos para responder a dilemas de naturaleza global e interdisciplinarios. Cambio de paradigma universal del desarrollo moral La teoría del desarrollo cognitivo de Kohlberg corresponde a la teoría del desarrollo moral más extensamente aceptada. Según esta teoría, los individuos desarrollan sus capacidades morales en la medida que profundizan sus capacidades cognitivas para comprender la naturaleza de las relaciones morales, hasta llegar a la madurez moral. El autor afirma que el proceso de desarrollo moral avanza a través de etapas determinadas, organizadas jerárquicamente y que se corresponden con niveles distintos del razonamiento moral (29,34). Desde esta perspectiva, propone seis etapas del desarrollo moral agrupadas en tres niveles; el nivel preconvencional (estadios I y 2), el nivel convencional (estadios 3 y 4) y el nivel postconvencional (estadios 5 y 6). Kohlberg propuso que para medir la moralidad de las personas era necesario considerar la capacidad de razonamiento lógico en los individuos, pues al desarrollar el pensamiento lógico abstracto una persona estaría en condiciones de lograr un desarrollo moral elevado. Para desarrollar el pensamiento moral se requiere entonces que el individuo haya logrado avanzar en el pensamiento lógico abstracto. Aunque no siempre se da la relación directa entre individuos con pensamiento lógico abstracto avanzado y un desarrollo moral elevado. Si es condición sine qua non, que individuos que tienen un desarrollo moral elevado tendrán siempre pensamiento lógico abstracto elevado (34). 12 Razonar moralmente es una función del pensamiento que se asocia al desarrollo evolutivo exclusivo del ser humano, y a otras funciones del pensamiento que determinan su desarrollo final. Kohlberg estableció que sus etapas mentales cumplen necesariamente con ciertos criterios; son formas cualitativamente diferentes de pensamiento, son estructuradas, el progreso es una secuencia invariante, se puede caracterizar como integraciones jerárquicas y son universales y transculturales (34). El concepto de convencional utilizado en sus estadíos para clasificar la moralidad en los seres humanos, se refiere a la capacidad para someterse a las reglas, expectativas y convenciones de la sociedad o de la autoridad, y defenderlas precisamente porque son reglas, expectativas o convenciones que toda sociedad ha impuesto (29). Basada en el modelo convencional de desarrollo moral propuesto por Kohlberg, Gilligan descubre que al aplicarlo en mujeres, éstas siempre quedaban en una etapa más baja del desarrollo moral que los hombres. Este hallazgo, la llevó a cuestionar el trabajo de Kohlbeg describiéndolo como un prejuicio basado en las diferencias de género. A partir de esto, y realizando nuevamente la investigación realizadas por Kohlberg, pero ahora considerando a hombres y mujeres. Descubrió que en general, los hombres y las mujeres siguen caminos distintos en el desarrollo moral. Que respecto a la moralidad existe una voz distinta para definir criterios de moralidad madura. En ese sentido, el aporte más importante realizado por Gilligan tiene que ver con que las mujeres se identifican más con el cuidado de otros, que se basa en las relaciones de apego tales como las relaciones que se dan entre madre e hijo. Y en segundo lugar, que las respuestas morales dependen siempre de las emociones humanas, es decir, la capacidad de empatía, el sentido de la amistad y conocimiento de cómo son las personas que nos importan (29). En la teoría del cuidado, Beauchamp & Childress (29) denominan a estos dos elementos fundamentales como; interdependencia y respuesta emocional. La interdependencia dice relación con la capacidad humana para ser autónomo pero a la vez necesitar al otro, esto se da en un espacio de mutua relación. La respuesta emocional irá directamente relacionadacon la interdependencia que se logre. Se establece una faceta vital de la relación moral, es decir no siempre lo que es moralmente bueno, hace sentir mejor a las personas. Es en este sentido, la teoría de ética del cuidado de Gilligan, cobra gran importancia para la profesión de enfermería, pues la aplicación de este modelo ha sido utilizado ampliamente para comprender la relación de ayuda que establece el/la enfermera/o con los sujetos de cuidado. Por ello, no siempre lo que el profesional considera bueno para el paciente, es lo que el paciente hará o considerará bueno para él o ella. Lo relevante en la relación de ayuda, es generar confianza suficiente para que el paciente exprese realmente sus deseos y decisiones. Le corresponde a la/el enfermero/a complementar la información sobre su estado y educarlo sobre el proceso de enfermedad o proceso vital para que tome siempre una decisión libre e informada. El reconocimiento e importancia de la dimensión emocional en la ética del cuidado, se contrapone a lo que muchas veces se planteaba en la práctica del cuidado; que los sentimientos distraen a las personas cuando deben tomar decisiones. La ética del cuidado corrige este prejuicio cognitivista al dar el mismo valor a las emociones como a la razón. Por lo tanto, en la teoría del cuidado las emociones toman valor moral, por lo que tener una cierta actitud emocional y expresar las emociones en la actuación, son factores moralmente relevantes (35). 13 Sin un marco más amplio de las emociones, la ética en la atención de salud y especialmente en el cuidado, estará limitada a la esfera de las relaciones íntimas, al cuidado de familiares y a la asignación histórica de roles de cuidado a las mujeres. A nivel social, el rol de cuidar se ha legitimizado como actividad femenina, siendo en su mayoría las mujeres las que optan por carreras de servicio y de cuidado. Sin embargo, esto no quiere decir que los hombres se abran a la posibilidad de conectarse con su dimensión emocional y sean también buenos cuidadores (29). Otras de las teorías del desarrollo moral que han contribuido a explicar el razonamiento y comportamiento moral de las personas es la de James Rest. En su planteamiento teórico, más que un orden cronológico utiliza un orden lógico, dado que cada uno de los componentes se pueden influenciar unos con otros y utilizar en el orden que se requiera. Los cuatro componentes de esta propuesta representan procesos involucrados en la producción de un acto moral. Este modelo por lo pragmático y operativo, ha sido ampliamente usado por enfermeras investigadoras interesadas en el desarrollo moral y ético de la profesión (36). Los componentes del modelo de Rest (36) son: a) Sensibilidad ética se refiere a la conciencia de cómo nuestras acciones afectan a las personas. Incluye estar consciente de quiénes son los participantes, de la situación, qué líneas de acción son posibles y cuál podrían ser las consecuencias de los diferentes comportamientos a las diferentes partes. La sensibilidad ética implica construir diferentes posibles escenarios para la situación e imaginar cómo las acciones podrían impactar a los participantes en la situación. b) Juicio moral se refiere a qué curso de la acción de las posibles alternativas debería ser elegido para cada situación. En esta fase, la situación ya está interpretada y las necesidades y el bienestar de los diferentes participantes. En esta etapa la justicia es un principio elemental para tomar decisiones. c) Motivación moral o Integridad se refiere a las prioridades valóricas de los individuos, y la importancia que le dan, en contraste con otros valores. Se refiere a un compromiso con el curso de acción moral y asumir la responsabilidad personal por los resultados morales, es decir, la motivación está vinculada a la identidad profesional y concepto de rol. El rol profesional supone variar dimensiones de autoridad, responsabilidad, agencia y autonomía. e) Coraje o Carácter moral se define este componente como elementos del carácter: la perseverancia, la fuerza de convicción y valentía. El carácter moral implica tener coraje y habilidades de ejecución para llevar a cabo una línea de acción incluso bajo presión social. Formación en ética de enfermería Para que un profesional de enfermería esté habilitado para el ejercicio legal de la profesión en Chile, requiere de un título profesional de enfermera/o entregado por una institución de nivel superior quien certifique la condición de enfermera/o generalista (37). Junto con el dominio de la práctica clínica, se requiere que las graduadas/os de enfermería sean capaces de abordar ciertos dilemas éticos con cierta uniformidad, a pesar de que existe autonomía de cada casa de estudio para establecer planes y programas propios. 14 Las competencias y habilidades para tomar decisiones éticas en la práctica debiesen tener alguna uniformidad. Esto permite el manejo de ciertos conceptos teóricos y principios mínimos que ayudarán al/el enfermera/o a resolver de mejor forma los dilemas éticos que encontrará en su práctica habitual. A la vez, desempeñar de mejor forma su rol al comprender la necesidad de actuar con mayor compromiso, mejor comunicación y consenso entre sus pares y el resto del equipo (38,39). Las escuelas de enfermería han utilizado el proyecto TUNING Latinoamérica, para el rediseño del currículo del profesional de enfermería, considerando un meta-perfil propuesto para formar un/a enfermera/o generalista (40,41). Se describen en este las siguientes competencias éticas: Competencia General Competencias Específicas Compromiso ético Capacidad de trabajar dentro del contexto de Códigos éticos, normativos y legales de la profesión. Capacidad para participar activamente en los comités de ética de la práctica de la enfermería y bioética. FUENTE: Tuning Latinoamérica (31) El aporte de Tuning, ha permitido contar con competencias éticas comunes en las escuelas de enfermería Latinoamericanas. Han facilitado la reflexión y debate para encontrar la mejor forma de incorporarlos en los planes y programas de cada escuela. En la primera competencia específica descrita, se alojan los aspectos propios de la ética profesional. Mientras en la segunda competencia específica se aborda la bioética desde una perspectiva global y transdisciplinaria. Harmic (39) propone que para la adquisición de competencias profesionales en ética, las/os enfermeras/os deben transitar por distintas fases de formación ética. Cada una concatenada con la otra, generando como consecuencia un proceso evolutivo en la formación ética entre el pre y postgrado. Esta propuesta, la desarrolla para las enfermeras de práctica avanzada; Nurse practitioner, reconocidas en los Estados Unidos por su modelo de experta y especialista a nivel comunitario. En Chile, se ha estado analizando este modelo como una posibilidad para ampliar el rol de la enfermera a nivel de la atención primaria de salud (38). Las siguientes fases han sido adaptadas de la propuesta de Harmic (39) para la enfermera generalista formada en el pregrado y posteriormente al avanzar en programas de postgrado que incluyan consecutivamente el grado de Magíster y Doctor/a. a) Etapa Nº1: Corresponde a la etapa de educación en ética de pregrado. Se adquiere la base para la toma de decisiones éticas en enfermería. El primer trabajo en esta fase es lograr la sensibilidad ética para el cuidado. Para ello, se necesita de considerable conocimiento personal para ir construyendo una estructura moral profesional propia. Durante esta fase se espera que el futuro profesional relacione su formación teórica con la práctica clínica. Así, 15 deberá reconocer y reflexionar sobre algunos dilemas éticos comunes en el contexto asistencial de enfermería. b) Etapa Nº2: Corresponde a la etapa de educación en ética de postgrado nivel Magíster. Se adquiere profundizandoen el nivel teórico y conceptual, paradigmas y aspectos legales y normativos que le permiten reconocer los verdaderos dilemas éticos y preocuparse por ellos. A nivel social, su posición frente a estos temas le permite ganar credibilidad, ganar confianza y adquirir mayor conciencia sobre los problemas éticos. Se espera en etapa se desarrollen con más fuerza competencias para la gestión e investigación en dilemas éticos. c) Etapa Nº3: Corresponde a la etapa de educación en ética de postgrado nivel Doctor principiante. Su madurez relacionada con el conocimiento adquirido, le permite sentirse cómodo/a identificando y discutiendo dilemas éticos. Como fase avanzada del conocimiento enfermero/a se comporta con liderazgo frente al tema y puede desarrollar de manera completa la toma de decisiones ética. Se considera principiante pues, recién inicia su etapa de doctor/a. d) Etapa Nº4: Corresponde a la etapa de educación en ética de postgrado nivel Doctor experto/a. Como fase de integración plena, no solo es capaz de liderar el proceso de abordaje de los dilemas éticos, sino ya puede abogar en pro de la justicia social, la equidad y políticas éticas dentro de todos los ámbitos de atención en salud. Se considera experto pues, cumple un rol social de abogacía y activismo pleno. Como todo proceso evolutivo, el débil desarrollo de alguna de las etapas de base, retrasa la consecución de la siguiente. En Chile, muchos/as enfermeras/os se mantienen a lo largo de su vida profesional como profesionales generalistas, por ello, la formación ética en el pregrado corresponde a la base del conocimiento y actuación ética en la que basará su desempeño futuro. Esto fundamenta la necesidad de que la enseñanza de la ética y bioética se inicie en etapas tempranas de formación profesional de enfermería. En una revisión de las mallas de enfermería y la ubicación de la asignatura de bioética en el avance curricular, se evidenció gran variabilidad en la ubicación de la asignatura de ética. En algunos casos se iniciaba en el primer y segundo año, en otros casos en etapas posteriores (24). Esto demuestra la gran variabilidad de criterios que existen al momento de tomar la decisión de cómo enseñar ética y bioética en las escuelas de enfermería. Esto causa incertidumbre, y puede constituir un riesgo para los sujetos de cuidado, pues existirían diferencias en la preparación moral de enfermeros/as dependiendo de la casa de estudios de la que egrese. Esto no ha sido estudiado a nivel nacional. Dada su complejidad es materia que debe ser relevada por las posibles consecuencias en los pacientes. La enfermera como agente moral La agencia moral de enfermería se refiere a la capacidad que esta tiene para deliberar, elegir, expresar y actuar sobre sus responsabilidades morales. Los profesionales de enfermería promulgan su agencia moral cuando reflexionan y actúan de manera deliberada en su práctica profesional. Es el rol asistencial el que permite su ejercicio más directo, dado que el paciente asumirá las consecuencias de 16 la acción que realiza u omita el personal de enfermería (42-44). Este reconocimiento sobre las consecuencias morales de la labor de enfermería, han permitido que se discuta globalmente sobre la complejidad de la práctica de enfermería y las responsabilidades que se asocian a su ejercicio. El agente moral, tiene un curso de acción moral posible que se relaciona con el contexto sociopolítico significativo para la profesión, que va más allá de los intereses individuales o la propia voluntad del agente. Esta perspectiva es congruente con las concepciones emergentes de la ética de enfermería. La integración del conocimiento ético en la formación profesional y la experiencia, son las raíces que sustentan la agencia moral de la profesión (42). A pesar de que la formación en bioética es compartida por las profesiones sanitarias, profesiones como medicina y enfermería han desarrollado sus propias guías y códigos éticos, identificándose diferencias sustanciales en sus enfoques. Saxén (45) hace referencia a estas diferencias, destacando que mientras enfermería pone su foco central en la reflexividad moral, la medicina pone su foco central en la ética universal, el reduccionismo, la objetividad y la amenaza, evidenciando una brecha discursiva entre ambos. Este punto llama especialmente la atención, si se piensa que ambas profesiones son ciencias de la vida y comparten propósitos comunes como velar por la salud de los pacientes, individuos, familias y comunidad. Además de desarrollarse en los mismos espacios profesionales en donde se realizan esfuerzos comunes por la salud de los pacientes. Sin embargo, esta diferencia se fundamenta no solo en sus diferentes funciones y roles, sino en las diferencias de formación que segmentan y especializan a cada profesión. A partir de esta diferencia, frente a un mismo dilema ético es posible observar que los médicos y enfermeras se posicionan de manera diferente moralmente. La revisión sistemática realizada por Elmore et al., (44) demuestra, que frente a decisiones al final de la vida y en el contexto de la muerte. El médico se mantiene distante moralmente y se posiciona como el responsable último de las decisiones clínicas que se toman con el paciente. Mientras las enfermeras en cambio son moralmente cercanas, abogando por el paciente y la familia, y son vistas como mediadoras en el proceso, llegando a relacionarse de una manera más profunda con la familia y el moribundo. En este ejemplo, la enfermera juega un papel crítico al final de la vida tanto en la práctica clínica como agente moral responsable por el buen morir del paciente. El entorno clínico en donde ocurre la mayoría de las veces la práctica del cuidado, se caracteriza por ser altamente normativa y cada vez más tecnificado, Dificultando la agencia moral de los/as profesionales de enfermería que e ambientes clínicos automatizados actúan con mayor rigidez. Lamentablemente esto puede ocurrir en situaciones que requieren de una mayor flexibilidad, conciencia y sensibilidad por parte de los profesionales que continuamente se enfrentan a dilemas éticos relacionado con sus pacientes, y que por su condición de enfermedad están más vulnerables de lo habitual (46). El entrenamiento que requiere una enfermera para enfrentar dilemas éticos de una manera autónoma y elevada, involucra funciones cognitivas, emocionales y sociales (47). La complejidad del ejercicio de la agencia moral de la enfermera está dada por sus propias experiencias y la integración de muchos aspectos de las competencias profesionales. Es así, que esta competencia solo es posible de adquirir en el largo plazo, pues implica un proceso de formación permanente, que parte desde que se ingresa 17 como novata/o y que probablemente no terminará nunca más. Convirtiéndose así, en un ideal profesional que siempre estará en construcción (48). Descrito por Benner (48) como sabiduría práctica, consiste en el máximo de desarrollo del conocimiento ético adquirido con la experiencia, fortaleciendo la idea de que solo la experiencia enriquece la formación permanente de enfermería. La teoría de novata a experta demostró que en etapas iniciales de formación profesional, se presentan inseguridades en el manejo de los pacientes, se viven las primeras experiencias significativas y el aprendizaje formal se complementa a través de la observación de pares y otros profesionales; lo que se conoce como modelaje. Se ha demostrado además, que los/as novatos/as sufren de mayor estrés moral, llegando en algunos casos a pasar de un hecho puntual y dilemático a lo que se denomina angustia moral, experimentando sentimientos de culpa por errores o situaciones que no siempre pueden manejar moralmente con habilidad. En la enseñanza de la ética se han considerado respuestas morales predecibles frente a dilemas comunes para la profesión. Estas respuestas automatizadas son el resultadodel trabajo investigativo de enfermeras/os quienes han recogido las mejores prácticas frente a eventos dilemáticos Este tipo de respuestas permitiría favorecer el entrenamiento en ética de futuros profesionales de enfermería, disminuyendo la posibilidad de malas decisiones y errores no intencionados que afectarían a los pacientes. Esto es posible en las primeras etapas de la vida profesional, ya que es relevante que junto con la ganancia en experiencia, se asuman conductas morales más elevadas y disminuya la posibilidad de estrés y angustia moral. Según la documentación revisada, es posible identificar dos formas de respuestas morales posibles, que contribuyen desde dos perspectivas distintas a mejorar la agencia moral de enfermería (47,48): a) Un proceso reflexivo y de juicio individual dado por la experiencia personal. b) Un proceso automatizado y reflejo, consecuencia del aprendizaje y entrenamiento colectivo y modelado. Considerar a lo menos estos dos aspectos, y teniendo claridad sobre los principales dilemas morales que afectan la profesión. Es posible proponer las mejores respuestas morales para la práctica clínica, facilitando además el proceso de enseñanza-aprendizaje de la ética profesional. Un primer esfuerzo a nivel nacional, nos interpela a explorar los principales dilemas morales al que se enfrentan los enfermeros/as clínicos. Dado que lo que acontece a nivel global, no siempre es posible de implementar a nivel local, por los esquemas socio-culturales que están involucrados. A nivel internacional, Lachman (49) propone el Modelo CODE que corresponde a un esquema individual para lidiar con los dilemas éticos derivados de la práctica clínica. La propuesta se basa en la Teoría de las virtudes, considerando ciertas virtudes o valores como fundamentales para el quehacer ético profesional; el coraje moral, la superación de la aversión al riesgo, asertividad y la negociación, junto con la capacidad de soportar el sufrimiento, y la capacidad de superar el miedo y defender los valores profesionales. Para la autora, los conflictos en la práctica clínica son inevitables, pues al ser un espacio compartido e interdisciplinario en donde convergen distintas formas de pensamiento y visiones del mundo. La formación educativa y profesional variada, dará origen a tantas opiniones y disimilitudes frente a una misma situación práctica que harán imposible pensar de una solo forma de abordar problemas. Basado en esto, plantea la dificultad para prevenir dilemas 18 éticos en la práctica. Por lo que propone avanzar, más bien en estrategias de solución individuales. Siendo la primera estrategia para mejorar respuestas morales, las que desarrollan las propias personas, considerando virtudes o valores profesionales. Modelo CODE de Lachman como estrategia para abordar dilemas éticos profesionales: CODE Courage to be moral requires: Se requiere valentía o coraje. Obligations to honor: Obligaciones éticas. Danger management: Manejo del peligro y control emocional. Expression and action: Habilidad para expresarse, ser asertivo y negociar. Fuente: Lachman (49) Estas estrategias permiten que las enfermeras reconozcan sus propios temores, pero no permiten que estos temores les impidan hacer la abogacía por sus pacientes. El conocimiento de la enfermera sobre la situación (la sabiduría), el control emocional (la templanza), la gestión del riesgo y la capacidad de abordar asertivamente el problema moral (valor) son aspectos centrales de la capacidad de la enfermera para actuar de una manera moralmente valiente. Sólo cuando estas virtudes se implementan y la voz de la enfermera se oye, puede prevalecer la justicia en cualquier situación clínica en la que no se está haciendo lo correcto para el paciente (49). Esta propuesta aplica a cualquier contexto en que exista un dilema ético para enfermería, y su utilización requiere que las/os enfermeras/os sean formadas en estas técnicas, utilizando casos reales para desarrollar una propuesta de acción a la vez de reflexionar si el curso de las medidas tomadas fueron las mejores para el paciente. Esta estrategia posibilita desarrollar destrezas emocionales y habilidades cognitivas para promover la competencia ética. El desarrollo de la asertividad es fundamental para controlar las respuestas emocionales en determinados momentos, y actuar razonablemente, ponderando las consecuencias de las acciones sobre los pacientes y el entorno. Esto es clave para el éxito de la propuesta (49). La tendencia natural a creer que nuestros valores y principios están por sobre los de otras personas, son una fuente reconocida de tensión en la práctica clínica. Por ello, junto con los aspectos teóricos siempre relevantes para la formación profesional, se requiere la formación en habilidades y estrategias para la práctica, más bien alojados en el pensamiento psicológico emocional. El clima organizacional de la formación, se vincula al posterior clima organizacional de la práctica. Los/as enfermeros/as en formación aprenden de sus profesores/as (modelaje); cómo comportarse, cómo arbitrar, cómo negociar y cómo mediar un conflicto. Evitar el problema no es nunca la mejor solución, más bien es la fuente de un conflicto no resuelto y demuestra la poca capacidad para resolver problemas en la profesión (48). Autores como Varcoe et al., (50), mencionan que la actuación ética de los/as profesionales de enfermería corresponde a un compromiso diario con el bienestar del paciente y no solo la aplicación 19 de una estrategia de riesgo para afrontar un dilema. Sin embargo, conocer y familiarizarse con estas técnicas, contribuyen a generar una memoria anticipatoria, que ante un evento similar permita reconocer el problema y establecer una respuesta de afrontamiento más adecuada, especialmente en los profesionales de enfermería novatos/as (48). Por otro lado, estando a la sombra del modelo médico, la enfermería enfrenta un entorno limitado para desarrollar habilidades éticas. Por lo que estos aspectos teóricos, requieren de un acompañamiento permanente, contribuyendo al desarrollo de mayores habilidades, empoderamiento y autonomía para aplicarlos en la práctica. Influencia de las instituciones en el ejercicio de la agencia moral En la agencia moral de los/as profesionales de enfermería, cobra gran importancia la agencia moral de las instituciones en donde se ejerce la acción de cuidar. Dado que en las instituciones es donde está incorporado el quehacer práctico y la razón de ser de la profesión. Por lo que la agencia moral institucional afectará directamente el ejercicio de su agencia moral, su trabajo e identidad (51,52). El impacto de las instituciones en la moral profesional se relaciona especialmente con las lealtades que estos se demuestran entre sí, y que a su vez compiten mutuamente. Esto genera tensiones entre la lealtad que los/as profesionales de enfermería deben tener en primer lugar hacia sus pacientes, y secundariamente hacia sus colegas, médicos o la institución (53). Es también la institución la que provee de los recursos para el cuidado, el número de enfermeros/as, los recursos materiales, los procesos clínicos-administrativos, la comunicación formal, las políticas internas, el ejercicio del poder entre muchos otros temas que afectan la calidad del cuidado (54). Las instituciones son organizaciones complejas con propósitos propios, que no necesariamente actúan como comunidades morales y que no siempre velan por el bienestar del paciente. En el contexto sociopolítico actual, las instituciones deben sobrevivir económicamente, y se deben a su posicionamiento en el mercado y al prestigio público impulsado por una imagen construida socialmente, en la cual no es posible exponer conflictos y problemas internos. Esta moral corporativa puede dañar la identidad moral del profesional de enfermería, pues exponer una situación moral profesional puede contravenirla moral institucional (54). La identidad moral de los profesionales de enfermería es fundamental para ejercer como agente moral. Una identidad moral bien definida, permite responder a los principios y valores que guían la profesión. A nivel institucional, las enfermeras deben compartir una única identidad moral, esto permite construir una comunidad moral para enfermería, que corresponde a la creación de espacios abiertos de discusión moral, en donde los dilemas y temas relevantes para la profesión se expresan libremente, generando diálogos morales más efectivos y formativos. Esto fortalece la identidad y agencia moral profesional y como consecuencia, fortalece la identidad e imagen social de la profesión (52,53). De acuerdo a Peter et al (54), la identidad moral de los profesionales de enfermería, se fortalece cuando las enfermeras reciben mayores muestra de gratitud por su trabajo. Generando un círculo virtuoso entre el ejercicio moral individual y el reconocimiento social profesional. Los riesgos que a veces implica estandarizar todos los procesos en el ambiente sanitario, podría provocar consecuencias negativas en las respuestas morales individuales. Lindemann (53), se refiere a 20 la dificultades que existen para que las personas mantengan su identidad moral. Dado que los seres humanos responden a narraciones maestras que actúan como guías sociales que nos dicen que hacer y como comportarnos. Como consecuencia de esto, el daño moral puede ser enorme para personas que difieren de estos patrones y que no pueden expresarse con libertad y autonomía. La identidad moral profesional entonces no solo está relacionada con las características propias de las personas y su propio sentido del yo, sino también con la comprensión que las demás personas tienen de sus roles y funciones. El contexto como se ha visto anteriormente, es relevante en el modelamiento de la identidad autorizada culturalmente para determinada profesión (52,53). Ejercer entonces la agencia moral para el profesional de enfermería, constituye un complejo sistema de interacciones que involucran el desarrollo de identidad moral individual influenciada por el entorno. El ejercicio profesional corresponde a una actividad humana cooperativa y compartida, caracterizada por mutua capacidad de respuesta, compromiso con la actividad conjunta y fundamental para cumplir objetivos comunes. Habrá momentos en que se requiere de la ayuda de otros para sostener la imagen moral personal o del grupo cuando el medio es especialmente adverso (52,53). La posibilidad de lograr la excelencia ética parece casi imposible, a lo menos de manera permanente, siempre habrá momentos en que como agentes morales se actuará de buena forma y en otras ocasiones no (53). Para cumplir como agentes morales responsables del cuidado, el/la enfermero/a requiere conocer de mínimos morales que orienten su comportamiento profesional. Estos son conocimiento moral y experiencial, valores y principios que permiten justificar moralmente sus acciones (39,53). Consecuencias de dilemas morales en profesionales de enfermería En la literatura estudiada uno de las temáticas más abordadas en ética de enfermería han sido las consecuencias negativas que ha tenido para la enfermera la dimensión moral. Ya sea por las decisiones que toma en pro del bienestar del paciente, como lo que deja de hacer consciente que el curso de las acciones que realice pueden perjudicarlo. Esto ocurre habitualmente, por temor a las consecuencias del entorno y a falta de coraje moral. El sufrimiento o angustia moral experimentado por muchos profesionales de enfermería en estas situaciones, produce una huella en su propia consciencia. Transformándose muchas veces en procesos de sufrimiento moral y psicológico que afectará irremediablemente su vida personal, así como el ambiente laboral donde se desempeñe (49). Una de los modismos más utilizados para referirse a la angustia moral en Chile, es el llamado cargo de conciencia, que aparece posterior a un hecho en que la persona piensa y cree que actuó indebidamente, generando malestar moral y emocional. Harmic (55), describe la angustia moral como una experiencia común en el entorno clínico, pero a la vez como un fenómeno poco estudiado y comprendido, de muy poca discusión entre los profesionales sanitarios y de enfermería. La importancia de profundizar en el estudio de la angustia moral permite mayor comprensión sobre el significado construido sobre el rol moral y social de la profesión de enfermería. Por mucho tiempo, se ha entendido que la enfermería es una profesión de sacrificio, deber y servicio, la falta de reconocimiento a la complejidad moral de enfermería a lo largo de su historia parece ser uno de los factores principales de la angustia moral que sufren los 21 profesionales. Esta naturalización de la angustia es un problema presente que es importante visibilizar. La angustia moral es experimentada comprometiendo no solo la salud de los profesionales que la vivencian, afecta además, la calidad de la atención y los cuidados de los pacientes (33,55). Jameton(33), describe los principales conceptos relacionados a los dilemas morales de la práctica clínica: a) Dilema moral clásico, se produce cuando dos o más acciones opuestas pueden estar igualmente justificadas éticamente, y el agente es incapaz de llevar a cabo ambas acciones por lo que se enfrenta a un dilema en la elección de qué curso ético es el más conveniente a seguir. b) Incertidumbre moral, se produce cuando el agente no conoce el curso ético correcto, pero siente una incómoda incertidumbre moral que puede permanecer en silencio a veces pensado que solo ella tiene esa incertidumbre o por temor a verse como torpe al hacer preguntas sobre el tema. c) Angustia o estrés moral, se produce cuando el agente sabe o cree que sabe cual es el curso de acción éticamente apropiado, pero se siente limitado de actuar ya sea por obstáculos inherentes a la situación, como falta de tiempo, de recursos, limitaciones institucionales o legales, las relaciones de poder entre otras. Las emociones son una fuente importante de visión moral para los especialistas en ética del cuidado, porque estas son fundamentales para una atención de calidad. La confianza, simpatía, empatía y sensibilidad son requisitos de atención que elevan la calidad del cuidado. Si la respuesta a un dilema socava estas emociones se pondrá en peligro la atención. Aún así, en el contexto de la atención en salud se le da más valor a la racionalidad, pero la racionalidad por si sola no permite la plenitud del cuidado. Estudios han evidenciado que emociones como la compasión contribuyen a un mejor cuidado, y que el sufrimiento moral determina menor compasión (56,57). La respuesta a la falta de compasión no está bien documentada, es un fenómeno complejo y de análisis reciente, pero es importante tenerlo en consideración, especialmente durante el proceso de formación profesional. Se debiera poner especial atención a personas que en esta etapa carezcan de compasión. Algunos autores se refieren a esto desde la concepción de la ética de justicia indicando que la falta de calidad moral trae consecuencias socio patológicas en las personas y las daña en su dignidad. Esto se ha observado con mucha frecuencia en personas con daño orgánico multifuncional (57). Urlich (58,59) reportó en estudios primarios sobre estrés moral en enfermeras, que es un problema real y común en los servicios de enfermería existiendo poca preocupación por parte de los administradores para hacerse cargo del problema. Evidenció al igual como Benner lo hiciera, que las/os enfermeras/os más jóvenes sufren más de estrés moral que las/os enfermeros/as experimentados/as y que no siempre reciben el acompañamiento necesario para asegurar el aprendizaje o modelamiento moral. Distintos estudios a nivel internacional reportan la misma situación, concluyendo quelos profesionales de enfermería siempre estarán enfrentados a dilemas éticos en su práctica profesional, pero no siempre saben como enfrentarlos (60-62). 22 Enfermería una profesión que debe revalorarse. Tschuden(63) recalca en su libro Las enfermeras importan que: las montañas de conocimiento formal y experiencial de las enfermeras se ha desestimado, pues no han podido llegar a la cima de su propia montaña. Generando una tensión ética entre el mundo político, los usuarios y la enfermería, que ha dificultado que los/as profesionales de enfermería obtenga el reconocimiento social consecuente a la función central que cumplen en la sociedad. Para la autora, los profesionales de enfermería cumplen un papel vital para los pacientes, pues cuidar requiere de acciones que van más allá de realizar tareas o actividades técnicas. Implica comprometerse con la persona porque esa persona es única e importante. El/la profesional enfermería acompaña en eventos vitales sanitarios, actuando con la intención de evitar el sufrimiento de las personas, pero también apoyando para evitar la enfermedad. Esto ha permitido la acumulación de un gran conocimiento y experiencia que hoy respaldan sus acciones. La dificultad que ha tenido el profesional de enfermería para que esta experiencia sea traspasada al paciente y este comprenda la importancia de su rol, se relaciona con la falta de valoración que los mismos profesionales de enfermería le dan a su trabajo. Esta falta de estima profesional, se manifiesta muchas veces en una práctica caracterizada por reclamos constantes sobre su situación laboral y profesional. Situación que genera un ambiente de desesperanza y no contribuye a mejorar su situación ni la del paciente, generando una actitud que contrasta con lo esperado para la profesión. Socialmente, esta sensación negativa de la profesión, es generado en parte por el propio profesional, lo que requiere de estrategias de cambio que obligue a repensar las formas como se está interpretando lo que se hace en la práctica de enfermería. La enfermera ha desestimado su conocimiento, y no ha sido políticamente estratégica para acceder a los grupos de poder, que tienen la posibilidad de resolver muchas de las dificultades que afectan al colectivo. Solo los profesionales de enfermería tienen la responsabilidad primordial de cuidarse a si mismos, de confiar en sus capacidades, de visualizar la profesión con un futuro próspero, y transmitir la importancia de su rol a los usuarios y estudiantes. Así, secundariamente serán revaloradas en el sistema sanitario (46,63). Chinn Et al.,(46) en su modelo emancipatorio, propone que las enfermeras independientemente de su entorno, llevan a la práctica el legado de su propio desarrollo y comprensión moral, así como el conocimiento de la práctica ética y moral obtenida a través de la educación formal. Solo la integración de los aspectos teóricos y prácticos posibilitan a los profesionales de enfermería reflexionar y cuestionar su quehacer, estableciendo las bases de nuevos fundamentos que desarrollen este conocimiento para la profesión. Para lograr este propósito, la autonomía del profesional es lo fundamental. La visión y claridad ética en la que debe situarse la profesión de enfermería, la convoca a aspirar a la auto superación, en una lógica de la ética de las virtudes, en un sentido más social que filosófico y centrando su actuar en el bien común y no solo el individual (25,28,29). En la actualidad, el ideal ético y moral de la profesión está amenazado por muchos factores. En nuestro país, los acontecimientos históricos que han marcado una subvaloración, caracterizado la relevancia que le hemos dado a los valores desde la perspectiva que estos bienes externos son más importantes que los bienes internos de la profesión. 23 Mientras que el individualismo ha ido reemplazando lo colectivo en una lógica de libre mercado. Parsons (64), advierte sobre los riesgos de que las profesiones se vean superadas por el interés económicos. Menciona la tendencia global a la concentración de los negocios, en una la sociedad que está en la búsqueda de ganancias económicas y pro del interés propio, definiéndola como una sociedad basada en lo adquisitivo. En contraste, plantea que las profesiones se caracterizan por su desinterés, y la búsqueda comprometida por la prestación de servicios a sus usuarios, separando ambas como dos estructuras con valores distintos. Hecho del cual no hemos estado ajeno, basado en la proliferación de nuevas escuelas que tensionan los intereses por formar buenos profesionales, e instituciones que exigen ganancias económicas para poder subsistir. Para Lolas et al (30), un buen profesional, considera su profesión como un imperativo ético, maneja el poder de buena forma que beneficie a las personas y a la sociedad, produce conocimiento para el bien común y busca soluciones a problemas que son importantes para las personas, es eficiente, efectivo y razona sobre las prácticas sociales que le competen a su quehacer. REFERENCIAS 1. Amaral M. La profesión de enfermera. Necesidad de difundir su enseñanza. [Internet].1954. [citado 02 de Dic. 2018]; 4-30. Disponible desde: http://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0065705.pdf 2. Feito L. Los cuidados en la ética del siglo XXI. Enfermería Clínica[internet]. 2005.[citado 11 de Oct. 2018]; 15(3):167-174. 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