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Beltran_2000_Expansiongeografica

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Expansión geográfica y diversificación económica. Pautas y estrategias del
asentamiento chino en España
Conference Paper · January 2000
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Joaquin Beltran
Autonomous University of Barcelona
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EXPANSIÓN GEOGRÁFICA Y DIVERSIFICACIÓN ECONÓMICA. PAUTAS Y 
ESTRATEGIAS DEL ASENTAMIENTO CHINO EN ESPAÑA 
 
 Joaquín Beltrán Antolín 
 Centro de Estudios Internacionales e Interculturales. 
 Universidad Autónoma de Barcelona 
 
Dirección postal: 
Passeig Torras i Bages, 51, entlo. 2ª 
08030 Barcelona 
Tel.: 93 345 8130 
e-mail: joaquin.beltran@uab.es 
 
 
La relación de los emigrantes con el territorio siempre posee una determinada dimensión 
temporal que se manifiesta en el proyecto migratorio: desde las estancias temporales en los 
lugares de destino hasta el asentamiento definitivo, pasando por estados intermedios como el 
retorno al lugar de origen tras la jubilación o las visitas periódicas a sus pueblos a lo largo de 
la vida. Además, la movilidad intrínseca a todo proceso migratorio, puede llegar a convertirse 
en un modus vivendi que descubrimos al utilizar una perspectiva de análisis que contenga una 
mínima profundidad histórica. Los cambios socioeconómicos y estructurales a los que toda 
sociedad se ve sometida con el paso del tiempo se traducen en variaciones y adaptaciones de 
los ciudadanos emigrantes que en ella conviven y trabajan. El objetivo de esta ponencia será 
determinar las pautas y estrategias del asentamiento chino en el estado español descubriendo 
las relaciones existentes con los cambios de sus actividades económicas. Pero antes es 
necesario comenzar por el principio para entender mejor lo que ahora sucede. 
 
1. Los círculos concéntricos. Pueblos de origen de los emigrantes chinos en España 
 
La emigración china hacia España tiene una historia centenaria. Los primeros emigrantes 
sobre los que existe información y están documentados procedían de la provincia de 
Guangdong y llegaron aquí vía Cuba tras ser detenidos y condenados por su participación en 
los movimientos de independencia cubanos. Una vez cumplida su condena se quedaron en 
Ceuta, Melilla, Huelva, Madrid, etc. Eran muy pocos y no dieron lugar a cadenas de 
reunificación posteriores. 
 
De quienes si existe constancia, aparte de los diplomáticos y funcionarios empleados en la 
Embajada China, durante la década de 1920 y 1930, es de los buhoneros procedentes del 
distrito de Qingtian (provincia de Zhejiang), colectivo que en la actualidad, junto con sus 
vecinos de la Municipalidad de Wenzhou, representan a más del 80% de todos ciudadanos 
chinos residentes en el estado español. 
La historia de la migración internacional procedente de Qingtian se remonta a finales del 
siglo pasado. Los primeros emigrantes fueron artesanos de pequeñas esculturas de piedra, 
actividad económica tradicional desarrollada en una parte determinada de ese distrito que se 
caracteriza por ser una zona muy montañosa (90% del total de la superficie). Las limitaciones 
de la tierra de cultivo en su territorio les obligaba a dedicarse temporalmente a otras 
actividades económicas complementarias a su producción agraria: la emigración temporal 
haciendo todo tipo de trabajos (habitualmente relacionados con el transporte) era una práctica 
habitual en los momentos de menor trabajo agrícola para lograr unos ingresos mínimos que 
permitieran comprar la comida que su tierra no producía. Estos emigrantes solían volver para 
el momento de recolectar la cosecha. 
 
En el cuadrante sureste del distrito de Qingtian se encuentran localizadas canteras de 
pirofilita, un tipo de piedra fácil de esculpir. Y será de estas comarcas de donde saldrán los 
primeros artesanos-comerciantes que en su búsqueda de nuevos clientes para sus obras, 
llegarán a Europa. Algunos vinieron por su cuenta, otros participaron en distintas 
Exposiciones Universales de finales del siglo pasado y comienzos de éste exhibiendo sus 
productos y logrando un gran éxito económico. Los retornados ricos a las comarcas de 
Shankou, Fangshan y Youzhu, junto a las de Fushan, Zhangdan y Waidan (las comarcas 
artesanas) fueron el desencadenante que fomentó y facilitó la emigración de nuevos parientes 
y vecinos que se iban cargados con cajas llenas de esculturas de piedra hasta llegar a Europa 
donde al acabar sus existencias pedían más cajas que les llegaban meses después por correo 
(marítimo). Algunos, mientras tanto, se dedicaron a la venta ambulante de todo tipo de 
pequeñas mercancías, y poco a poco se especializaron en esta actividad en Europa. 
Desarrollaron un nicho económico étnico propio prácticamente autosuficiente que incluía 
desde la importación de productos de China y Japón a tiendas de venta al por mayor donde se 
abastecían los buhoneros que luego vendían de pueblo en pueblo, de feria en feria y de país 
en país. Alrededor de los buhoneros surgieron una serie de servicios, empresas regentadas por 
connacionales, o mejor, paisanos: posadas, peluquerías, casas de comida, tiendas de 
productos chinos al por menor, abacerías, tiendas de fruta y verduras, etc. 
 
Los chinos en Europa de antes de la segunda guerra mundial (incluidos los del estado 
español) proceden de unos pueblos muy concretos que se extienden como círculos 
concéntricos conforme va pasando el tiempo a partir del núcleo central donde se localizaba la 
artesanía de esculturas de piedra. Los vínculos de parentesco, especialmente los afines, 
porque en el sistema patrilineal chino la residencia matrimonial suele ser patrilocal, siendo las 
mujeres quienes vienen de pueblos de fuera, permitieron quela amplitud de la zona de origen 
progresivamente se extendiera. Los primeros grupos de emigrantes estaban formados por 
vecinos de los pioneros retornados o sus parientes, a quienes informaron, financiaron y en 
definitiva facilitaron su traslado. Eran grupos de hombres jóvenes, solteros y casados, cuyo 
objetivo consistía en estar unos años en el extranjero para volver con los ahorros de su trabajo 
e invertir en la compra de tierra o apertura de algún negocio. Para reunir el dinero necesario 
del viaje recurrían a pedir prestado a sus parientes o vendían parte de sus propiedades. 
Personas cada vez más alejadas geográficamente (normalmente coincidiendo con los 
parientes afines) comenzaron a descubrir la posibilidad de emigrar al extranjero donde ya 
existía una red de paisanos trabajando: sus primeras noticias les llegaron por los retornados 
ricos o porque sus parientes les pedían dinero prestado para financiar sus viajes. Por ejemplo, 
el primer emigrante del distrito de Wencheng (Municipalidad de Wenzhou) fue una persona 
emparentada con una familia del vecino distrito de Qingtian que ha emigrado previamente. 
Así, la parte interior de los distritos de Wencheng y de Rui’an que limitan con Qingtian, junto 
con la capital Wenzhou (puerto de mar), de la Municipalidad de Wenzhou, es la zona 
geográfica de donde sigue procediendo la mayoría de los emigrantes chinos en Europa. Y 
curiosamente los primeros que decidieron ir al extranjero no procedían de la misma orilla del 
mar, del puerto, sino del interior, de la montaña, y sólo después de que se asentaron y 
triunfaron los del interior, se aventuraron quienes más fácil lo tenían en principio, los de 
Wenzhou. 
 
La emigración desde Qingtian ha crecido de un modo espectacular durante la década de 1980 
y especialmente en la de 1990. Si en 1990 había 27.000 emigrantes de los cuales 3.500 
estaban en España, en 1992 eran 33.000 y en 1995 ya alcanzaban los 60.000. El 80% de ellos 
se concentra en Europa Occidental. Los pueblos de origen siguen estando situados en la zona 
sureste del distrito. Un análisis de los permisos de salida expedidos durante 1979-1986 
muestra que el 72% corresponde a personas procedentes de la capital del distrito (Hecheng) y 
cinco comarcas (xiang) que forman el núcleo principal: Fangshan, Youzhu, Shankou, Fushan 
y Gangtou. El 14,7% siguiente corresponde a la ciudad de Wenxi junto con cinco comarcas 
situadas en la periferia del primer círculo: Tangyang, Xiaoling, Wu’an, Zhangdan y Dongan. 
A continuación se añade otra periferia que rodea al segundo círculo con un 8,7% del total, 
compuesta por otras seis comarcas: Renzhuang, Jintian, Qiancang, Rengong, Shuangyang y 
la ciudad de Beishan. 
 
El distrito de Qingtian con 2.500 Km cuadrados tenía 480.000 habitantes en 1987. La 
Municipalidad de Wenzhou, en cambio, tiene 11.784 Km cuadrados y 6.924.000 habitantes 
en 1994. De Wenzhou la mayoría de los emigrantes procede de los distritos que limitan con 
Qingtian y de la capital: el distrito de Rui’an con 1.360 Km cuadrados y 370.000 habitantes y 
el distrito de Wencheng que tiene 1.294 Km cuadrados y 1.157.000 habitantes. Wenzhou 
tenía en 1994, 248.000 emigrantes en el extranjero, de los que más de 145.000 residen en 
cuatro países de Europa: Francia, Holanda, Italia y España. 
 
Con respecto a Wenzhou, sólo decir que su emigración fue posterior a la de Qingtian y siguió 
sus mismos destinos y rutas. Actualmente, no resulta extraño que haya más emigrantes de 
Wenzhou que de Qingtian porque la diferencia del total de su población respectiva es 
enorme, 7 millones de Wenzhou frente a medio millón de Qingtian. Aunque no debemos 
olvidar que no se emigra desde cualquier lugar o pueblo, sino desde una zona muy concreta y 
delimitada que no incluye, ni mucho menos, la superficie total de Qingtian ni la de Wenzhou. 
 
2. La distribución espacial de los residentes chinos en España durante la primera mitad 
del siglo XX. 
 
Los expresidiarios de finales de siglo se quedaron a vivir cerca de las cárceles (Ceuta y 
Melilla). Hubo casos excepcionales como los que se convirtieron en aguadores de Huelva, 
algún cocinero contratado por familias burguesas y de militares y un famoso pastelero que 
abrió tienda en Madrid. 
 
Los buhoneros que llegaron un poco más tarde, deambulaban por los caminos de España, 
entrando y saliendo de Francia y Portugal con relativa facilidad, aunque tenían su residencia 
especialmente concentrada en la capital, Madrid, y en las ciudades de Barcelona y Valencia, 
donde retornaban después de sus giras por diversas ferias, como hacían los circos chinos que 
también se instalaron en Madrid. En estos lugares se encontraba también la Embajada y los 
consulados chinos. Es difícil conocer su número, algunas fuentes chinas hablan que llegaron 
a ser 300 en España y 200 más en Portugal, sobre un total de 10.000 en Europa, aunque otras 
afirman que una estimación más realista elevaría su volumen a una media de 25.000 en toda 
Europa durante las décadas de 1920 y 1930. No existen datos fiables disponibles, aunque sí 
que poseemos testimonios escritos y gráficos de la época que muestran su presencia por las 
calles de los pueblos de España. La guerra civil atrajo también a estudiantes chinos que 
estaban en el extranjero (Europa y EEUU) comprometidos con la causa antifascista que 
participaron en las Brigadas Internacionales. Hubo casos de matrimonios de chinos con 
ciudadanas españolas. A finales de la década de 1940 se produjo una pequeña concentración 
en la calle Hortaleza de Madrid. En 1952 había 116 residentes chinos censados. 
 
3. Los chinos de Taiwan y las órdenes religiosas. El espacio sagrado 
 
La estrecha relación del régimen de Franco con el de la China nacionalista de Chiang Kai-
shek se institucionalizó con el mantenimiento durante 20 años de relaciones diplomáticas 
(1953-1973). El acuerdo cultural de los vínculos diplomáticos permitió la llegada de distintas 
promociones de estudiantes taiwaneses que vinieron a España a continuar o complementar 
sus estudios. En gran medida estos lazos culturales estuvieron controlados por las órdenes 
religiosas españolas establecidas en China que se refugiaron en Taiwan tras la victoria del 
Partido Comunista en el continente. Los misioneros ayudaron y facilitaron el envío de 
estudiantes, fueron los intermediarios privilegiados con el resultado de que bastantes de ellos 
se matricularon en centros de estudios superiores regidos por la Iglesia. 
 
No es extraño encontrar a residentes chinos durante las décadas de 1960 y 1970 en Navarra 
(sólo hasta el año 1975), Guipúzcoa (hasta el año 1971), Salamanca (lugar preferente para los 
estudiantes extranjeros), y evidentemente en Madrid y Barcelona. Este espacio universitario-
religioso dio sus frutos con la aparición de una pequeña élite de chinos licenciados en España, 
además de la ordenación de algunos sacerdotes. Algunos retornaron, otros se casaron con 
españolas y la mayoría acabó nacionalizándose. Los estudiantes de Bellas Artes de Taiwan, 
pintores en su mayoría, no han dejado de venir a estudiar el arte occidental y las técnicas del 
óleo desde los años cincuenta a la actualidad. 
 
Taiwan, gracias a su relación privilegiada con el gobierno español durante muchos años y a la 
élite educada que aquí se ha formado, fue la representante oficiosa de los emigrantes chinos 
hasta mediados de la década de los ochenta. Una relación más reciente entre religión y 
migración se corresponde en este caso con la iglesia cristiana evangélica. Muchos emigrantes 
procedentes de Qingtian-Wenzhou pertenecen a ella. Se han multiplicado sus centros de culto 
en las grandes ciudades, localizados en las zonas donde la concentración residencial es 
mayor. Por ejemplo, en los distritos del Eixample y de Sants en Barcelona. En esta caso la 
iglesia se ha convertido en un centro de reunión, donde también se intercambia informaciónque es importante para el establecimiento y los negocios de los emigrantes. 
 
4. Cambio de actividad económica y cambio de pautas residenciales. Restaurantes y 
turismo, 1970-1990 
 
La transformación del nicho económico étnico de los emigrantes chinos fue un proceso lento 
iniciado antes de la segunda guerra mundial en Holanda y Gran Bretaña, que se extendió 
progresivamente por el resto de Europa occidental. Su principal actividad pasó a encuadrarse 
dentro del sector de la hostelería, dejando el comercio minorista en un segundo plano. Los 
restaurantes de comida china tardaron más en llegar, asentarse y multiplicarse en el estado 
español en comparación con otros países de Europa. De hecho, salvo algunas excepciones de 
restaurantes chinos en Madrid y Barcelona desde la década de los cuarenta y cincuenta, el 
motor de su establecimiento en España está estrechamente vinculado con una doble 
circunstancia, por una parte el acercamiento al punto de saturación de su oferta en 
determinados países europeos y por otra el desarrollo de las zonas turísticas españolas en el 
litoral mediterráneo y en las islas desde comienzos de los años setenta. 
 
El primer lugar donde la oferta de comida china alcanzó su máxima expansión fue en Gran 
Bretaña, esto obligó a los emigrantes chinos a dirigirse a otros países, especialmente a 
Holanda. Poco después llegó la saturación a Holanda, impulsándoles también a buscar nuevos 
mercados. La competencia creciente en el interior del sector y la necesidad de encontrar 
nuevas salidas al capital acumulado de los negocios en expansión se encontró con la 
disyuntiva de abrir restaurantes en pueblos cada vez más pequeños o en otros países. España 
fue un destino elegido por algunos de los chino-británicos, chino-holandeses y chino-
franceses que siguiendo a sus mejores clientes les acompañaron en sus vacaciones a España y 
abrieron restaurantes de comida china en sus lugares preferidos de asueto veraniego. Además 
de Barcelona y Madrid, en 1971 ya hay un número significativo de residentes chinos en las 
provincias de Baleares, Las Palmas, Málaga, Cádiz, Tarragona, Sevilla. En 1981 habrá que 
añadir a estas provincias también Tenerife y Valencia. 
 
Desde 1986, con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea y el paralelo 
aumento del nivel medio de vida y los cambios en la dieta que pasaron a incluir el comer 
fuera de casa, la oferta de la restauración de comida china se convirtió en un negocio en 
expansión en un territorio sin explotar, y hasta 1990 todavía sigue las pautas de asentamiento 
en las zonas turísticas. Es destacable cómo en 1986, con respecto a los residentes chinos, 
aunque todavía el 29% vive en Madrid, la siguiente mayor concentración estará en Valencia, 
seguida por Las Palmas, y sólo en cuarto lugar aparece Barcelona. Las provincias que vienen 
a continuación coinciden con las zonas turísticas, tendencia que acabamos de señalar: 
Alicante, Málaga, Baleares, Tenerife. El censo de 1990 sigue prácticamente con la misma 
distribución. 
 
Durante la década de 1990 es necesario destacar dos acontecimientos de trascendencia 
internacional que tuvieron lugar en España, afectando directamente a las pautas de 
asentamiento de los chinos. El primero, la Exposición Universal de Sevilla, y el segundo, las 
Olimpiadas de Barcelona, ambos de 1992. Coincidiendo con el segundo proceso de 
regularización extraordinaria de 1990-1991, se observa especialmente el retorno a la 
provincia de Barcelona que se había mantenido durante toda la década anterior como un 
destino secundario. Por ejemplo, la provincia de Barcelona en 1976 llegó a tener al 22,7% de 
todos los residentes chinos en España, en 1981 su proporción se redujo al 14,6%, bajando en 
1986 a menos de la mitad (6,8%), porcentaje que incluso disminuye más en 1990 (6,3%). En 
1992, en cambio, sube al 13,9%, volviendo a ocupar a nivel provincial su segundo puesto 
tradicional que perdió en 1982-1983 ante las Palmas y Valencia, y desde entonces no ha 
dejado de aumentar su peso relativo hasta alcanzar el 20,4% de 1998. Incluso el año 1995 se 
produjo el caso excepcional de que la Comunidad Autónoma de Cataluña con 2.289 
residentes chinos superara a la de Madrid que sólo tuvo 2.036. Cataluña y Barcelona han 
vuelto durante los años noventa a recuperar el lugar que les corresponde proporcionalmente 
por su número de habitantes. 
 
El censo de 1998 nos muestra cómo las 18 provincias con más de un 1% del total de los 
residentes chinos, que reúnen en su conjunto al 83,5% del total del colectivo, salvo Madrid 
donde reside el 25,9%, seguido de cerca por Barcelona (20,4%), la distribución del 
asentamiento chino se concentra en el arco mediterráneo (23,1%, incluyendo de mayor a 
menor a las provincias de Alicante, Valencia, Málaga, Murcia, Girona, Cádiz, Castellón, 
Tarragona, Granada, a las que habría que sumar Almería con un 0,98%), junto a la islas 
(7,8%: Tenerife, Palmas, Baleares), con sólo cuatro provincias situadas en otras partes: 
Zaragoza (2,2%), Vizcaya (1,5%), Sevilla (1,4%) y Badajoz (1,1%), que se corresponden 
prácticamente con las de mayor población. 
 
En el periodo de 1990-1998 los residentes chinos se han multiplicado por cinco (había 4.090 
en 1990), casi doblando su población de 1996 (10.816) a 1998 (20.692). En las últimas cuatro 
décadas podemos observar dos tendencias con respecto a sus pautas de asentamiento. Primero 
la dispersión creciente de su residencia: en 1961 sólo estaban presentes en 14 provincias con 
un 79% del total viviendo en sólo tres (Madrid, Barcelona y Valencia) de ellas; veinte años 
después, en 1981 ya estaban en 23 provincias, pero ya las tres primeras (Madrid, Barcelona, 
Palmas) sólo reunían al 65%. De 1986 a 1990 todavía no están presentes en 1 ó 2 provincias, 
dependiendo del año, y no será hasta 1992 cuando ya los encontremos repartidos por toda la 
geografía estatal. Su dispersión, paralelamente a repartirse por todos los lugares, también 
repercute en que su concentración en las tres primeras provincias es cada vez menor, 
manteniéndose alrededor del 50% en los últimos años (1996-1998). 
 
5. De los Municipios. El caso de Cataluña en la década de los noventa: la dispersión 
geográfica. 
 
Durante las décadas de 1960 a 1980, se observa el estratégico asentamiento chino en la costa 
mediterránea y en las islas, zonas turísticas por excelencia donde ofrecer su oferta culinaria a 
extranjeros que ya les conocen (británicos, holandeses, franceses, alemanes, daneses, suecos, 
etc.) y a una creciente clase media española que además de ir de vacaciones a la playa 
progresivamente va cambiando sus gustos e incorporando la “exótica” comida china a sus 
alternativas de comer fuera de casa, en restaurantes. En cambio, el rápido crecimiento 
experimentado por el colectivo chino especialmente desde 1991 en adelante, da lugar a dos 
procesos paralelos relacionados con la saturación de su oferta que a continuación 
describiremos: 
 
a) En las capitales de provincias el número creciente de nuevos restaurantes que se abre llega 
un momento en que satura su oferta, es decir, son incapaces de mantener una clientela 
mínima que haga rentable y beneficiosa la empresa. La competencia entre restaurantes se 
exacerba con la bajada de los precios del menú, obligando a muchos de ellos a cerrar, 
incapaces de mantener unos márgenes de beneficios cada vez más precarios, o incluso 
inexistentes. El caso del municipio de Barcelona es el más espectacular: de varias docenas de 
restaurantes de comida china que había en 1990 se pasa en tres años a más de medio millar. 
Dos años después muchos han cerrado, incapaces de sobrevivir en una ciudad que no puede 
absorber tan rápido su oferta: de los 500 restaurantes de 1992, cerraron alrededor de 200 
durante 1993-1995, aunque en la actualidad (2000), ya han vuelto a superar la cantidad de 
1992. 
 
Una alternativa ante esta crisisde competencia al concentrar la oferta en una única ciudad es 
desplazarse hacia ciudades y pueblos cada vez más pequeños. En la segunda parte de la 
década de 1990 se ha producido el fenómeno del asentamiento de empresarios y familias 
chinas en prácticamente todos los pueblos del estado español con una población superior a 
10.000 personas. Según estudios manejados por los empresarios de restaurantes chinos, el 
mínimo de población necesaria para que un restaurante de comida china sea rentable es de 
8.000 personas y además necesita un determinado periodo de tiempo antes de hacerse con 
una clientela fiel, fija y continua que lo convierta en un negocio sólido. La especial 
concentración de los emigrantes chinos en el sector de la hostelería ha supuesto que la 
dispersión espacial y geográfica sea imprescindible si lo que se busca es un mayor beneficio 
y rentabilidad, o lo que es lo mismo clientes para su cocina. 
 
La comparación del censo de 1991 con el de 1996 de Cataluña a nivel municipal es un caso 
paradigmático de lo que aquí se plantea. En 1991 había ciudadanos chinos censados en un 
total de 34 municipios de toda Cataluña, el 53% de ellos con una población de más de 
100.000 habitantes y sólo el 26% de los municipios tenía menos de 20.000 habitantes. En 
1996 los chinos ya están presentes en 106 municipios, es decir, durante esos cinco años se 
establecen en 72 municipios más, siendo el 51% del total de ellos de menos de 20.000 
habitantes. Progresivamente están en más pueblos que son también más pequeños y cada vez 
más situados en el interior. 
 
Si además tenemos en cuenta el volumen total de la población china en cada lugar 
observamos como el municipio de Barcelona acogía en 1991 al 60,9% de todos los chinos 
censados en Cataluña o al 71,6% del total de los de la provincia, porcentajes que en 1996 
bajan respectivamente al 37,3% para Cataluña y al 45,6% para la provincia. En la comarca 
del Barcelonés que incluye además de al Municipio de Barcelona a su periferia (Hospitalet de 
Llobregat, Santa Coloma de Gramanet, Badalona y Sant Adrià de Besos), la concentración, 
aunque continúa siendo significativa, también disminuye de un censo a otro y en 1996 reúne 
sólo al 48,7% de todos los chinos censados en Cataluña, habiendo bajado desde el 67,5% en 
1991. 
 
De las 28 comarcas en que se divide Cataluña, en 1991 no había chinos censados en 11, no 
obstante, en 1996 ya estaban presentes en todas, aunque en 10 de ellas su número era inferior 
a 10 personas. Se trata de los pioneros que inician la empresa familiar, conforme vaya 
pasando el tiempo ayudarán a emigrar a sus parientes que pasarán a a formar parte de la mano 
de obra de la empresa. 
 
6. De la ciudad. El caso de Barcelona: la diversificación económica 
 
Las pautas residenciales de los ciudadanos chinos también están influidas por otro factor 
importante que cobra cada vez un mayor protagonismo durante la década de 1990. Se trata de 
otra alternativa al aumento de la competencia de los restaurantes entre sí, una vez alcanzado 
el punto de saturación. Dentro de la hostelería se ha diversificado la oferta con una mayor 
variedad de menús, de distintos precios y categorías, o bien aprovechando la gran riqueza 
culinaria de las distintas variantes regionales chinas, además se ha entrado en el mercado de 
la comida rápida y del servicio a domicilio. Pero la transformación más significativa ha 
consistido en el abandono del sector económico de la hostelería para dedicarse a otro tipo de 
actividad económica. 
 
En el estado español durante la última década cabe destacar dos nuevos sectores: el comercio 
y los talleres de confección. El comercio se ha desarrollado en diversos ámbitos, desde las 
tradicionales empresas de importación/exportación que siempre estuvieron presentes en el 
colectivo chino, a las tiendas al por mayor de textil y marroquinería, pasando por las tiendas 
de regalos de mercancías baratas (las famosas “Todo a cien”), hasta el retorno a la venta 
ambulante en las calles de las grandes ciudades y zonas turísticas incluyendo las ferias de los 
pueblos. Dependiendo de la actividad comercial concreta será necesario, o no, utilizar la 
estrategia de la dispersión geográfica para crear clientelas y evitar la competencia: evidente 
en el caso de las tiendas de regalos que operan, en este aspecto, de un modo semejante a los 
restaurantes. La venta ambulante, por su parte, se caracteriza por la movilidad inherente a la 
actividad, aunque no necesariamente vaya ligada a una dispersión residencial, pues el 
vendedor se puede desplazar con su mercancía diariamente a los lugares elegidos durante las 
horas que considere oportunas o mejores para su negocio, volviendo al acabar su trabajo a su 
residencia habitual. 
 
El comercio al por mayor se caracteriza, en cambio, por la pauta de su concentración en 
determinadas zonas, en Barcelona en el límite entre los barrios del Eixample y de Ciutat 
Vella, en Madrid en el barrio de Lavapiés. La concentración de negocios dedicados a una 
actividad similar recuerda a los gremios de antaño y ha sido, y continúa siendo, una práctica 
habitual en la China de hoy en día: en las ciudades hay calles o barrios especializados en 
negocios concretos que todo el mundo conoce y adonde uno se dirige en caso de necesitar 
algo de lo que allí se ofrece. La concentración en este caso no parece afectar al éxito 
económico de las empresas, sino todo lo contrario. Las tiendas al por mayor se abastecen 
directamente de China o bien de los talleres que también se han establecido en España 
regidos por ellos mismos. En ocasiones las tiendas, igual que los talleres de confección, son 
empresas donde han invertido los propietarios de restaurantes ante la saturación creciente de 
la hostelería china y la acumulación de capital disponible que busca nuevas alternativas de 
inversión para aumentar sus beneficios. 
 
En el caso de Barcelona, si observamos la evolución residencial de los chinos a partir del 
padrón municipal de 1995 a 1999 por distritos y por zonas estadísticas (barrios), nos 
encontramos con varias tendencias: 
 
1. La mayor concentración siempre ha estado en el barrio del Eixample, oscilando entre el 
28% y el 34% del total de los chinos empadronados en toda Barcelona. 
2. Además del Eixample, los otros distritos que han contado con más de un 10% del total de 
los empadronados en distintos años son Sants, Sarrià-S. Gervasi, Gràcia y Sant Martí. Sarrià-
S. Gervasi y Gràcia han perdido peso con el paso del tiempo, pasando de tener 
respectivamente el 11,3% y el 10,6% del total de empadronados en 1995 al 6,7% y 7,5% en 
1999. En cambio, la evolución de Sant Martí ha consistido en ganar una mayor 
representatividad con los años, pasando del 8,5% en 1995 al 14,5% en 1998, y bajando hasta 
el 11,9% en 1999. 
2. Si analizamos su asentamiento por zonas estadísticas, que son las subdivisiones 
administrativas de los distritos, nos encontramos con la progresiva dispersión del 
asentamiento. Por ejemplo, las seis primeras zonas estadísticas por volumen de 
empadronados chinos en 1995 tenían en su conjunto al 53% del total de todos ellos, 
reduciéndose esta proporción progresivamente hasta el 43,4% en 1999. Es decir, cada vez 
están más repartidos. 
3. La zona estadística de Esquerra Eixample, donde tradicionalmente se produce la mayor 
concentración, baja del 18% del total de los empadronados en 1995 al 14,2% en 1999. Gràcia 
se ha mantenido siempre en el segundo lugar, y su disminución no ha sido tan fuerte, pasa del 
9,6% del total en 1995 al 7,3% en 1999. La zona estadística que más peso relativo ha perdido 
es Sant Gervasi que en 1995 ocupaba el tercer lugar con un 7,9% de total y en 1999 está en 
noveno lugar con un 4,3%. Les Corts también baja desde el 7,4% al 5%. Sants se mantiene en 
torno al 5% durante todo este periodo. Las zonas estadísticas que más crecen son las de 
SagradaFamilia que pasa del 3,8% en 1995 al 6,5% en 1999, Estació Nord del 3,3% al 5,3% 
y Poble Nou, del 1,6% al 4,4%. 
 
En definitiva, comparando 1995 con 1999 nos encontramos en primer lugar con una mayor 
dispersión y no con una concentración creciente, y con un núcleo central formado por las 
zonas estadísticas de Ezquerra Eixample y Gràcia, seguido por una corona que excluiría al 
distrito de Ciutat Vella, curiosamente donde la concentración de ciudadanos extranjeros 
residentes en Barcelona es mayor. Esta corona ha desplazado su peso desde la zona suroeste a 
la noreste, es decir desde las zonas estadísticas de Sant Gervasi, Les Corts, Sant Antoni y 
Sants a las de Sagrada Familia, Estació Nord, Dreta Eixample, Poble Nou y Sagrera. 
 
El establecimiento en el Eixample de los emigrantes chinos coincide con que se trata del 
distrito más comercial de Barcelona y uno de los de mayor atractivo turístico, es decir donde 
el sector servicios en sus ámbitos de hostelería y comercio tiene más posibilidades de 
prosperar. La emigración china a Europa se caracteriza por la alta proporción de empresarios, 
empresas familiares y trabajadores por cuenta propia. El mayor estatus económico en general 
del colectivo, y la menor discriminación con respecto a los chinos por parte de la sociedad 
general del estado español, comparada con las actitudes racistas hacia otros ciudadanos 
extranjeros como marroquíes y los procedentes del Africa subsahariana, ha permitido su 
asentamiento en zonas de la ciudad donde reside la clase media y media alta, evitando, en la 
medida de lo posible, su presencia en los barrios más degradados social y económicamente, 
como determinadas partes de Ciutat Vella, donde, en cambio se concentra una gran 
proporción de emigrantes (22,8% de todos los extranjeros empadronados en Barcelona en 
1999 frente al 8,6% del total de los chinos). 
 
7. Las semillas de “chinatown” en el estado español. 
 
Hasta hace poco tiempo el peso demográfico del colectivo chino en España era relativamente 
pequeño y además su especialización casi total en el sector de la hostelería aconsejaba la 
dispersión de su asentamiento buscando clientelas propias para evitar la competencia interna. 
Estos factores guiaron la pauta de una débil concentración residencial y una dispersión 
generalizada. De cualquier modo, el importante incremento del volumen de su población en 
los últimos años que ya alcanza a 20.692 residentes oficiales en 1998 a los que habría que 
sumar la mayoría de los 1.049 nacionalizados durante el periodo 1980-1998, así como a los 
procedentes de Taiwan, Hong Kong, Macao, Singapur y de otros países del sudeste asiático 
que tengan ascendientes chinos, además de aquellos que no tienen sus documentos en regla. 
Tomando como un indicador una noticia reciente donde se decía que de las 141.745 
solicitudes (a fecha 31/05/00) presentadas durante el último proceso de regularización 
extraordinaria que acaba de finalizar, el 6,8% correspondía a chinos, es decir casi 10.000 
personas más. No estaría por lo tanto muy alejado de la realidad afirmar que el colectivo 
chino tiene más de 40.000 personas en el año 2000. 
 
Para el año 1998 los residentes oficiales, a pesar de las pautas ya señaladas y descritas, son 
especialmente numerosos en las provincias de Madrid (5.363) y Barcelona (4.225), lugares 
donde comienzan a producirse determinadas concentraciones residenciales, las tradicionales 
“chinatown” de algunos países. En el caso de Madrid nos encontramos con el barrio de 
Lavapiés y de Tetuán, además de su importante presencia en Fuenlabrada. Estos lugares se 
han ido constituyendo en centros donde los chinos progresivamente aumentan su proporción 
con respecto al total de residentes, fenómeno que es destacable desde mediados de la década 
de 1990 y que se ha acelerado para el 2000 con el aumento de su número. 
 
Para el caso de Barcelona antes analizado, es importante destacar este cambio de peso 
relativo de su residencia que gira en torno a un fenómeno más reciente que consiste en la 
concentración de tiendas al por mayor de confección y marroquinería en la Ronda de Sant 
Pere desde el año 1998. Actualmente hay más de 80 tiendas en esa zona situada en el 
Eixample, limítrofe con Ciutat Vella. Este proceso de concentración comercial ha ido 
acompañado de otro de desplazamiento residencial del suroeste al noreste, como vimos 
anteriormente. Un poco antes se produjo un fenómeno similar en el barrio de Lavapiés de 
Madrid. El sector comercial al por mayor retorna con nuevas fuerzas en el interior del 
colectivo chino que ya experimentó con él durante las décadas de 1920 y 1930 en Europa. 
Una de sus características consiste en que una parte importante de su clientela son los mismos 
emigrantes chinos que se dedican a la venta ambulante como actividad principal o secundaria 
para completar y aumentar sus ingresos económicos. 
 
La imposibilidad de absorber a toda la mano de obra china disponible y presente en el estado 
español y en otros países europeos, dentro del sector servicios (hostelería y comercio) ha 
hecho que se diversifiquen las inversiones hacia otras actividades productivas como los 
talleres de confección y de marroquinería. Los primeros talleres de que se tiene constancia en 
la zona de Barcelona datan de comienzos de la década de 1990, solían estar vinculados a los 
propietarios de restaurantes y se relacionaban con procesos semejantes entre los chinos de 
Francia e Italia, e incluso de sus propios pueblos de origen donde también ha prosperado este 
tipo de actividad en los últimos veinte años. No olvidemos que muchos de los chinos aquí 
residentes tienen familiares y parientes próximos en otros países europeos, con quienes 
mantienen unos vínculos muy cercanos en aspectos relacionados con transferencias de 
capital, mano de obra, información, etc. 
 
Así, en la ciudad de Barcelona siempre ha habido talleres dispersos, siguiendo la pauta de los 
restaurantes. Pero lo que ahora queremos destacar es la concentración de esta actividad 
manufacturera en determinados lugares como por ejemplo Santa Coloma de Gramanet y 
Badalona, especialmente en la zona de su frontera. Los talleres de confección y 
marroquinería se encuadran habitualmente dentro de la economía sumergida y se han 
desarrollado en zonas de declive industrial donde ocupan el espacio dejado por industrias 
(textiles, en este caso) que han cerrado. En Santa Coloma y Badalona también hay talleres de 
confección regidos por marroquíes que están en competencia con los de los chinos: muchos 
han entrado en crisis porque los chinos ofrecen más producción y mejor calidad del acabado 
por menos dinero, lo cual ha llegado a ser una fuente de tensiones y conflictos entre los dos 
colectivos. El rápido desarrollo de esta actividad y el auge que está teniendo en estos lugares 
concretos se debe a varios factores, uno consiste en la existencia de una especialización e 
infraestructura previa relacionada con el mundo textil (incluyendo la disponibilidad de 
maquinaria en alquiler y empresas que subcontratan su producción a los talleres); otro en que 
la inversión necesaria para iniciar la empresa es mucho menor que si se tratara de un 
restaurante. Allí han ido a parar muchos trabajadores y empresarios chinos procedentes de 
todo el estado español, expulsados del sector de la hostelería, por los recortes de mano de 
obra o los fracasos de algunos restaurantes. 
 
Santa Coloma de Gramanet es un caso paradigmático de este nuevo y espectacular desarrollo. 
Si en 1991 había 9 personas chinas empadronadas, en 1996 eran ya 51; las 170 de 1997 
pasan a 330 en 1998, y a 473 en 1999, llegando en mayo de 2000 a contabilizarse 646. Su 
concentración destaca en el Distrito VI (Fons) vecino de Badalona, con un 35% del total de 
sus empadronados en 1998, seguido del distrito I (Centre) con el 24%. En Fons es donde 
están localizados los talleresde confección, en una zona continua físicamente (las separa una 
calle) al municipio de Badalona donde también se concentran estos talleres. 
 
Las chinatown tradicionales en EEUU y en el sudeste de Asia fueron el resultado de la 
mezcla de diversos factores, por un lado un importante peso demográfico del colectivo, y por 
otro las políticas discriminatorias y segregacionistas, además del fuerte rechazo social de 
carácter racista de las mayorías nacionales. Las dificultades para acceder a una plena 
ciudadanía, la imposibilidad legal de ejercer determinados trabajos y profesiones, obligó a los 
emigrantes chinos a depender en gran medida de sí mismos creando nichos económicos 
étnicos prácticamente autosuficientes donde existía la posibilidad de una movilidad social 
ascendente. Las estructuras comunitarias creadas para defender sus intereses, eran también el 
gobierno y la policía propia, encargadas del control social en el interior de las comunidades y 
de resolver los conflictos internos. Dentro de la chinatown se encontraba trabajo, vivienda, 
lugares de ocio, servicios de todo tipo, era el espacio donde se podía lograr un cierto prestigio 
social y además estaba tejido por densas redes de amigos y de familiares. Constituían, en 
definitiva, estados dentro del estado. 
 
Hace años (1997) aventuré la hipótesis de la imposibilidad a corto plazo de crear chinatown, 
barrios chinos, hablando en propiedad y no metafóricamente, en el estado español, dado que 
su actividad económica principal (restaurantes de comida china) dependía precisamente de la 
dispersión, y no de la concentración, residencial y geográfica. De todos modos, actualmente 
ya estamos siendo testigos de determinadas, aunque todavía muy débiles, concentraciones. El 
cambio fundamental ha sido la rápida colonización sectorial del interior, me refiero a la 
apertura de restaurantes en prácticamente todos los pueblos con más de 10.000 habitantes de 
toda la geografía española, junto con el espectacular aumento de su presencia. La saturación 
de los restaurantes orienta sus actividades hacia otros sectores donde la concentración 
geográfica no sólo no afecta negativamente a la prosperidad de los negocios, sino que a 
veces incluso la promueve y facilita. 
 
8. El territorio para una sociedad que vive en la red. 
 
Para concluir me gustaría recordar que, a pesar de estas tendencias hacia la concentración 
espacial, todavía continúa vigente dentro de la cultura migrante propia del sur de la provincia 
de Zhejiang, la idea de que el éxito económico y social va asociado tanto a la diversificación 
de las inversiones como a la dispersión geográfica. Continúa la validez de la máxima “hay 
que plantar árboles en diversos lugares, así, si alguno se marchita, todavía quedarán otros que 
nos darán sus frutos”. Las familias de emigrantes con un mayor éxito económico están 
compuestas por varios grupos domésticos repartidos por distintos lugares del mundo, con 
algún miembro todavía residente en China (suelen ser los padres o algún hermano que se ha 
quedado a cuidar de ellos) donde se ocupa de guardar las propiedades de los emigrantes, o ser 
un agente laboral (reclutador de nueva mano de obra entre parientes, amigos, conocidos y 
vecinos), comercial (agente de exportación/importación), industrial (dirigir talleres o 
fábricas), inmobiliario (comprar bienes raíces) o bursátil (invertir en bolsa), también se 
encargará de cuidar a los niños, hijos de los emigrantes que decidan que se pasen su infancia 
y se escolaricen en sus pueblos de origen aunque hayan nacido en Europa, además de ser el 
representante de la familia para la comunidad y para el gobierno, gestionando también las 
posibles donaciones para el bien público que aumenten el prestigio social familiar en el 
pueblo. 
 
Los viajes y visitas periódicas a los pueblos de origen serán más frecuentes conforme el 
asentamiento en el extranjero sea más sólido y los recursos que se mueven por las redes sean 
más abundantes. Tener como punto de referencia y vivir en el interior de un entramado de 
redes familiares, económicas y comerciales transnacionales, significa que la vinculación de 
los emigrantes al territorio que les proporciona su residencia durante un determinado tiempo, 
es mínima y circunstancial. Los cambios de residencia, la movilidad de la mano de obra de 
pueblo a pueblo, de ciudad a ciudad, de provincia a provincia, de país a país, se adaptan a las 
necesidades de las distintas inversiones y empresas regidas por los miembros de estas redes, y 
convierten el asentamiento, aunque sea durante mucho tiempo, en un mismo sitio, en un 
referente vital bastante secundario, nunca primordial ni básico, sino más bien meramente 
instrumental. En lugares donde el crecimiento ha sido muy rápido fácilmente encontramos a 
personas que antes de llegar a ese destino han estado en otras provincias del estado español y 
en otros países de Europa, o de cualquier otro continente. Además muchos tendrán también 
parientes en otros lugares con quienes están en contacto, pues les han facilitado desde 
créditos a trabajo, vivienda, información e incluso, en ocasiones, hasta futuros cónyuges. 
También nos encontramos con parejas conyugales separadas por motivos laborales, uno está 
en Santander y otro en Barcelona, por ejemplo. 
 
Ni siquiera la compra de vivienda es un índice de arraigo, lo que sí demuestra, en cambio, es 
la capacidad de acumular capital y de invertirlo en bienes inmuebles. Esta es la radiografía de 
la fase actual del proceso migratorio chino en España. Seguramente, dentro de una 
generación, cuando hayan crecido los niños que por primera vez desde mediados de los años 
noventa están siendo escolarizados en España de un modo bastante sistemático, la relación 
con el territorio (su especial vinculación con sus pueblos de origen) y la vida en la red (de la 
cual depende el éxito de sus empresas en los nichos económicos étnicos), se transformen 
conforme su nivel de educación formal les permita acceder a otros tipos de trabajo que 
posean prestigio social para los emigrantes chinos y que de algún modo los aleje de la 
dependencia del colectivo para formar parte de un modo indistinguible de la sociedad 
general. 
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