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91Investigación-intervención sobre la vida en la calle desde una perspectiva socio-clínica La diferencia entre los niveles de vida y los ingresos entre las diferentes poblaciones en México ha sido muy marcada. La distancia entre los pobres y los ricos se hace cada día mayor. Ya en 1995 Julieta Campos observaba que la distancia entre los ricos y los po- bres aumentó como resultado de los movimientos políticos y de adaptación del modelo económico neoliberal. La autora señala que ya desde el noventa y cinco el ingreso de las 24 familias más ricas de México es equivalente al de 25 millones de los mexicanos más pobres. En un periodo de la historia reciente del país, se creyó en un milagro económico. Entre los años 30 y los 70, México obtuvo un crecimiento espectacular de su PIB duplicándolo prácticamente9; lo que produjo una migración hacia las ciudades, en particular, hacia la ciudad de México que en 40 años ha quintuplicado su población10. Un crecimiento tan rápido ha impedido la absorción de estas poblaciones y con ello asistimos a la pro- liferación de cinturones de miseria. Estas nuevas entidades han alterado las formas de organización de la ciudad, en particular, el cambio de los barrios populares en el des- plazamiento de poblaciones. Las personas que llegan a México desarrollan estrategias de apropiación de la tierra, de demanda de servicios y crean nuevas formas de acultu- ración11. Sin embargo, las diversas crisis económicas que han golpeado al país desde los años 80 no han hecho más que aumentar la tasa de pobreza, el número de personas que viven en un estado extremo de pobreza ha aumentado constantemente.12 La crisis económica y la migración en las zonas urbanas han contribuido al aumento del número de perso- nas que subsisten gracias al comercio ambulante. Podemos distinguir varias categorías de vendedores, algunos de ellos teniendo un papel importante en la economía informal, otros situándose en el límite de la mendicidad disfrazada. 9 Según numerosos estudios el PIB pasó del 3.6 al 6.7 en ese período. 10 México tenía en 1960 5.4 millones de habitantes y actualmente cuenta con más de 25 millones. 11 Un ejemplo interesante es el de Ciudad Netzahualcóyotl que pasa de ser un gran cinturón de miseria a ser un barrio popular con servicios y con una identidad propia en un periodo de 20 años. 12 Según Pieck y Aguado (1995), entre 1984 y 1989 la población en situación de pobreza extrema pasó de 11 millones a 14.9 millones. Además de acuerdo con los autores este porcentaje deberá incrementarse dado que el modelo de desarrollo y las políticas de modernización e industrialización no benefician más que a los exportadores. 92 Los vendedores ambulantes son una institución en México, cuentan con una compleja organización y participan a través de sus líderes en la vida política y social de los barrios. Estos mismos líderes aseguran los lazos entre los sectores formales e informales de la economía de un barrio y poseen a través de actividades como la negociación de permi- sos y de espacios una forma importante de poder (Castro, 1990)13. Otro caso es el de los vendedores de las esquinas o de semáforos en alto, quienes de- ben negociar también su lugar de venta, pero participan mucho menos en las redes de poder. Estos vendedores ofrecen productos de moda o de uso corriente a bajos precios. Se trata de un mercado muy dinámico pues los objetos deben ser renovados periódica- mente. Este trabajo requiere ciertas habilidades, el vendedor debe negociar rápidamen- te, convencer al cliente y buscar el beneficio mayor, debe poder también resistir a las inclemencias del clima, sol y lluvia y de la contaminación de la ciudad. Otra categoría de vendedores es la que se define por las características de las personas, más que por los productos vendidos. Se trata de los niños, las mujeres de origen indí- gena que a menudo llevan un niño en brazos, los ancianos o los discapacitados. Estas personas venden en general productos de bajo costo como dulces o chicles. La relación de venta se hace la mayoría de las veces apoyada en una relación de ayuda, además del intercambio mercantil. Los jóvenes que lavan los parabrisas, los tragafuegos o los pequeños payasos, cuya ac- tividad se encuentra más próxima a la mendicidad son a menudo jóvenes que viven en la calle. En la Ciudad de México hay familias enteras que sobreviven gracias a las diferentes formas de comercio descritas. A menudo toda la familia participa, esto constituye una especie de modelo familiar para asegurar los recursos económicos. Las investigaciones realizadas (Taracena, 1995; Bueno, 1990), muestran que ciertos jóvenes vendedores en la calle o aquellos que lavan los parabrisas pueden tener mayores ganancias que ciertos obreros en una fábrica: en ese contexto la importancia de la cantidad de dinero aportada 13 Castro Nieto (1990) estudió el papel de los líderes de los vendedores ambulantes en el Barrio de Tepito. El autor pone en evidencia en su estudio la función de control político y social que pueden ejercer. 93Investigación-intervención sobre la vida en la calle desde una perspectiva socio-clínica por cada miembro de la familia puede introducir tensiones que transforman algunas veces los lazos familiares (Taracena y Tavera, 1996). Las relaciones de autoridad pueden verse trastocadas ya que algunas veces un niño pequeño puede aportar más dinero a la familia que alguno de los padres. A menudo la consecuencia de este hecho es que el niño acepta mucho más difícilmente las reglas planteadas por la familia y se encuentra seducido por el ambiente de la calle dejando de lado la escuela. En la economía de la supervivencia encontramos entonces, diferentes posiciones y es- tatus desde los vendedores ambulantes organizados, hasta los jóvenes callejeros que trabajan en situaciones más o menos estructuradas hasta llegar a veces a situaciones próximas a la mendicidad. Los conceptos teóricos que nos pueden ayudar a dar cuenta de esta realidad no son fáciles de elegir. En los esfuerzos de los intelectuales mexicanos por dar cuenta de la pobreza y de las formas de la sobrevivencia en los medios populares, se escribió mucho en los años setenta sobre la noción de marginalidad, un ejemplo de ello es el trabajo de Lomnitz (1978). Este concepto fue abandonado en beneficio del de mercado informal, que implica una comprensión populista (Fassin, 1996). En esa línea, antropólogos y so- ciólogos se interesaron por el estudio de la cultura popular como una manera de conocer los aspectos identitarios de las clases populares. Las críticas a esta posición mostraron que la idea de cultura popular es un terreno de producción de discursos de estado o folk- lóricos, que buscan definir los lazos de identidad. De acuerdo con Fassin (1996), la noción de exclusión es otra propuesta para pensar la posición de aquellos que no acceden a los derechos sociales fundamentales y debería ser puesta en tela de juicio en ciertos países, en particular en América Latina, donde la población llamada excluida nunca ha sido incluida en una situación de empleo formal. Tal es el caso de México, en donde una parte importante de la población mexicana vive de su participación en el sector informal y sólo una pequeña parte de la población tiene una seguridad en el empleo. De acuerdo con el observatorio de la economía informal en su publicación del 9 de Mayo del 2009: “Devereux pone en primer término el hecho de que el ser humano Los Vendedores callejeros son la cara visible de una economía sumergida que no figura en las 94 estadísticas oficiales, pero que según el Fondo Monetario Internacional representa hasta el 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de México. La economía informal emplea a unos 12 millones de mexicanos, o la tercera parte de la poblaci- ón ocupada del país, según datos de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación14.Quizá el término que más se acercaría a la posibilidad de dar cuenta del fenómeno de los niños y jóvenes en situación de calle es el desafiliación social (Castel, 1995), pues los jóvenes de la calle son excluidos de los sistemas de educación y salud. Aunque lo ante- rior no significa que ellos no tengan sus mecanismos de auto-adscripción a grupos de jóvenes que les permiten un sentimiento de pertenencia y que definen formas diferen- tes de socialización que los impuestos por la cultura dominante. La pregunta que surge a menudo cuando se realizan acciones institucionales para tra- bajar con esta población es ¿Por qué esos jóvenes se encuentran en la calle? A menudo la explicación que proponen los servicios sociales es más bien de índole psicológica, ya que tiende a responsabilizar al joven o a su familia de la expulsión del niño a la calle. Así se insiste en constatar las fallas o faltas individuales o del grupo familiar. La descripción y análisis de la situación socio-económica y política que subyace al incre- mento de la población en situación de supervivencia es importante porque ante todo, el problema de los jóvenes de la calle es resultado de una situación social. El tratar de explicar el fenómeno de callejerización sólo a partir de un marco psicológico contribui- ría a des-responsabilizar al Estado y a la sociedad en su conjunto, de un hecho que no es más que la expresión de la sociedad en la que vivimos que se concretiza en personas particulares. Tenemos la hipótesis de que los jóvenes que se encuentran ahora en la calle provienen de familias que migraron del campo a la ciudad hace dos o tres generaciones y que en el proceso de adaptación a la Ciudad de México perdieron sus referentes culturales sin adquirir otros. Es innegable que el porcentaje mayor de jóvenes de la calle se encuentra en las zonas urbanas, ya que en las comunidades pequeñas los niños que deben trabajar conservan en general sus lazos con la familia y la comunidad. 14 http://economia-informal.blogspot.com/ 95Investigación-intervención sobre la vida en la calle desde una perspectiva socio-clínica Algunos estudios realizados en la Ciudad de México van en ese sentido. Un estudio realizado por Ekstein (1999), de 1967 a 1997 muestra la evolución de poblaciones que participan en la economía informal y en la economía de la supervivencia. La autora es- tudió tres barrios de la Ciudad de México en donde se realizan actividades de comercio y donde se encuentra un gran número de talleres y de micro-empresas familiares. Uno en el centro de la ciudad y otros dos en la periferia. En el curso de los treinta años en el que Ekstein realizó su estudio, observó una pauperi- zación de las poblaciones estudiadas que los obliga a cambiarse de barrio en la búsque- da de espacios y mano de obra más baratos. Esta movilidad ha roto a menudo el espíritu comunitario, el modo de organización y los hábitos de solidaridad. La autora subraya que se ha producido un incremento en las actividades del comercio ligadas a la droga. Se trata de un mercado doméstico secundario de drogas poco caras, principalmente marihuana e inhalantes. Los habitantes de estos barrios están entrampados en una eco- nomía en la que juegan un doble papel, como consumidores y como distribuidores, particularmente, las generaciones jóvenes. La autora piensa que la pérdida de espíritu comunitario cobra un papel importante en la dificultad para luchar con este fenómeno. Ciertos hábitos culturales y familiares de organización y de solidaridad permiten ―en ocasiones― a las familias más pobres, hacer frente a la falta de empleo y a las condicio- nes de precariedad de la vida cotidiana. Los cambios económicos producen migracio- nes, modos de urbanización que rompen a menudo con estas cadenas de solidaridad, el sujeto se encuentra de más en más aislado de su grupo de referencia y debe hacer frente solo o en el mejor de los casos, en el seno de una familia mono-nuclear, a las dificultades para encontrar formas de supervivencia. En ese sentido, es interesante el trabajo de Bronfman (1993), quien ha estudiado las familias que muestran un porcentaje elevado de mortalidad infantil en las colonias po- bres de la ciudad de México. El autor comparó 74 familias y encontró que en condi- ciones sociodemográficas equivalentes, la tasa de mortalidad infantil está ligada a la ausencia de relaciones sociales que les ayudan a hacer frente a las urgencias en caso de enfermedad o accidente. Es innegable entonces que la pérdida del lazo social se encuentra en la base del fenó- meno que queremos estudiar, pero queda por responder por qué algunos jóvenes en
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