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CONCLUSIONES Y 
RECOMENDACIONES 
* * * fr m f_' C_ 
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^ f / 
CONCLUSIONES 
1. El desplazamiento forzado en Colombia es un fe-
nómeno sociopolítico complejo y heterogéneo 
con una gran variedad de implicaciones en la 
vida de las personas afectadas. 
Desde la perspectiva de los niños, niñas y jóvenes, sus re-
latos revelan que el problema tiene múltiples repercusio-
nes en la vida de las personas pera que no los afecta a 
todos por igual, La forma específica en que cada cual 
asume los cambios y rupturas parece depender de diver-
sos factores como la edaá, el género, la etnia, el contex-
to social inmediato, las reacciones individuales y familia-
res ante los eventos estresantes, la disponibilidad y cali-
dad de las redes familiares y sociales áe apoyo en los 
lugares de origen, de llegada y la influencia relativa de las 
condiciones de vulnerabilidad antes y después del 
desplazamiento, 
Todos estos aspectos tamPién son determinantes en la 
percepción y comprensión que las personas desplazadas 
tienen del pasado, ei presente y el futuro, 
2. La población infantil y juvenil desplazada es vícti-
ma de múltiples y simultáneas formas de violen-
cia antes, durante y después del éxodo de sus 
lugares de origen. 
Aunque se trata de una muestra pequeña, en compara-
ción con el total de niños, niñas y jóvenes que han sido 
obligados a abandonar sus hogares durante ios últimos 
años en Colombia, sus relatos constituyen un testimonio 
contundente y alarmante de la vivencia tan generaliza-
da, cotidiana, y en ocasiones descarnada, que tienen de 
la violencia, 
177 
RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
A pesar de todas las denuncias de organismos naciona-
les e internacionales, muchos niños y jóvenes siguen sien-
do involucrados en el conflicto armado interno que vive el 
país, como espectadores de primera fila de una guerra 
atroz o incluso como protagonistas de la misma, A dife-
rencia de la mayoría de niños, niñas y Jóvenes en Colom-
bia que quizá sólo han oído hablar de la guerra a través 
de los medios de comunicación, éstos han creciáo en 
medio de ella, identificándose en ocasiones con los ac-
tores del conflicto y llegando incluso a considerar su parti-
cipación en este último como un proyecto de vida de-
seadle y meritorio, Han sufrido el desarraigo, el desplaza-
miento en conáiciones de miedo y de pobreza, el anoni-
mato, el encierro, el rechazo y la desprotección por parte 
del Estado, 
Así pues, a la violencia propia de la guerra se suman la de 
las pérdidas y rupturas, la violencia intrafamiliar que se 
genera o empeora como consecuencia directa de la si-
tuación de desplazamiento y la violencia social e institu-
cional que contribuye a privarlos de derechos y oportuni-
dades, convirtiéndolos en parias frente a un Estado cóm-
plice e impotente y una sociedad indiferente, 
No obstante, también resulta alarmante encontrar, a tra-
vés de estas historias de vida, una cultura de la violencia 
que va más allá del conflicto armado interno y que defini-
tivamente ha logrado un espacio en la cotidianidad de 
nuestros campesinos, de las familias pobres y vulnerables 
que viven en las ciudades y de la sociedad colombiana 
en general. 
178 
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 
3. La comprensión que los niños, niñas y jóvenes 
tienen del desplazamiento y el significado que le 
atribuyen, están determinados por los procesos 
cognitivos, afectivos y sociales característicos de 
la etapa del ciclo vital en que se encuentran. 
Los niños se encuentran en el proceso primario de 
estructuración de su identidad personal y social, están sien-
do socializados a través de sus otros significantes dentro 
de una cultura particular, están internalizando una mane-
ra de autopercibirse, de vivir, de habitar el mundo, de in-
terpretar ia realidad, de relacionarse con los otros y de 
desarrollar prácticas sociales coherentes con ei marco de 
referencia simbólico propio de su cultura. Esta realidad 
particular transmitida a los niños por los otros, representa 
para ellos la «única realidad» o la «realidad por excelen-
cia», El niño no internaliza el mundo de sus otros signifi-
cantes como uno de ios tantos mundos posibles: lo 
internaliza como «ei mundo», ei único que existe y que 
puede concebirse, 
Por su parte, los jóvenes deben enfrentar la consolidación 
de su sentido de identidad, los procesos de separación 
de la familia e individuación, la elección vocacional y la-
boral, las urgencias del desarrollo sexual y las crecientes 
exigencias familiares y sociales. Además de todo lo ante-
rior, los desplazados también deben superar con éxito el 
desafío impuesto por la necesidad de adaptarse a un 
nuevo medio social y cultural que en la mayoría de casos 
les resulta desconocido, Los jóvenes en situación de des-
plazamiento pueden experimentar un conflicto entre lo 
interiorizado desde la infancia y lo que han apropiado 
posteriormente en el nuevo contexto, producto de los 
cambios de espacio de formación y vivencias, Así pues, 
los jóvenes no sólo quedan ubicados en un vital transitorio, 
sino en el tránsito de la adaptación a un nuevo modo de 
79 
RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
vida, con la aprehensión de sus requerimientos sociales 
particulares, 
Como consecuencia de los aspectos mencionados con 
anterioridad, crecer en una región de disputa militar por 
los actores en conflicto puede significar, entre otras cosas, 
internalizar como una forma natural de ser una realidad 
caracterizada por la desconfianza hacia los demás, una 
visión rígida, polarizada y fragmentada áe las relaciones 
humanas, la utilización de la violencia como mecanismo 
primordial para ia resolución de los conflictos y el uso es-
tratégico de la palabra o el silencio, 
4. El desplazamiento forzado casi siempre está aso-
ciado con un detrimento en la calidad de vida 
de los individuos y las familias. 
La mayoría de familias desplazadas cuentan con muy 
pocos recursos materiales para afrontar las exigencias de 
su vida en el nuevo medio social, a lo que se suman las 
carencias y problemas típicos de los barrios pobres y áreas 
marginales de las grandes ciudades a donde llegan, 
Como resultado, casi siempre deben vivir en condiciones 
de hacinamiento, encierro, saneamiento ambiental defi-
ciente, desnutrición y falta de acceso oportuno a los servi-
cios básicos be salud y educación, 
Con frecuencia este deterioro en la calidad de vida pue-
de tener un impacto más negativo en las posibilidades 
actuales de bienestar, desarrollo integral y adaptación 
psicosocial exitosa de la población infantil y juvenil des-
plazada, que ia propia experiencia —sin lugar a dudas 
inicialmente dolorosa— de haber tenido que abandonar-
lo todo en medio de la confusión y ei miedo. Aunque se 
siguen añorando el campo, el clima o el montar a caba-
llo, niños, niñas y jóvenes parecen tener poca dificultad 
para apreciar las nuevas oportunidades y ventajas com-
180 
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 
parativas de la vida en la ciudad. Sin embargo, todos 
manifiestan sentirse agobiados por el hambre y la falta de 
recursos materiales, por el encierro a que se ven sometidos 
en ocasiones, por el estigma que sienten como desplaza-
dos, por los conflictos y violencia intrafamiliar o por tener que 
asumir las funciones de madres o padres sustitutos a expen-
sas de su propia infancia o adolescencia. 
Todas estas circunstancias, derivadas de ia situación de 
desplazamiento, parecen afectar más la vida de los ni-
ños que ios propios recuerdos de la guerra y dePen tener-
se en cuenta en forma prioritaria en las intervenciones psi-
cosociales, Como muchos expertos en el tema han 
enfatizada en distintas oportunidades, «resulta inacepta-
ble ofrecer ayuda para los síntomas causados por la an-
gustia emocional, como los temores y las ansieáades, e 
ignorar la carencia de necesidades materiales Pásicas», 
5. El proceso de adaptación psicosocial se carac-teriza por una fuerte confrontación subjetiva que 
implica asumir nuevas normas, pautas y formas 
de ser y hacer de hombres, mujeres, niñas, niños 
y jóvenes. 
Dependiendo de las características y recursos individua-
les y familiares, es posible que los cambios y transforma-
ciones asociados con el desplazamiento generen nuevas 
tensiones individuales y conflictos en las relaciones inter-
personales dentro y fuera de la familia, o se abran posibi-
lidades para cuestionar inequidades y violencias hasta 
entonces aceptadas en su interior, Surgen además nuevos 
personajes, lugares y objetos con los que en el campo no 
se podía contar, Niños, niñas y jóvenes tienen ahora la 
posibilidad de valorar la ciudad como un nuevo espacio 
vital, en el que los saPeres indispensaPles para 
desenvolverse son interiorizados con facilidad y pocas 
veces enfrentados con los que ya se poseían, 
181 
RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
Aunque no puede generalizarse, los relatos de estos niños 
y jóvenes parecerían ináicar que la mayoría de ellos logra 
una identificación espontánea con ia vida urbana, lo que 
facilita un proceso acelerado áe coaptación que rápi-
e_idl i ICT IICJ e j ^ o j j i O u j k j I U I U C U u e i c y i c c u i CI I IWII I l>U u c n i I I I I -
va a sus lugares de origen, Así mismo, esto implica cam-
bios profundos en el proceso de afirmación de la identi-
dad, pues tienen más modelos de referencia que van 
redefiniendo el sentido de sus vidas, y además, aunque 
algo limitada, ia posibilidad de experimentar con roles y 
campos de acción que no están relacionados con lo ru-
ral ni lo doméstico, lo que trae consigo una cierta morato-
ria para asumir compromisos definitivos, conáición que 
no les estaba permitida antes, 
La escuela empieza a percibirse como una necesidad 
sentida para consolidar el proceso de adaptación al me-
dio urbano, la culminación del proyecto educativo se ve 
asociada a la posibilidaá de concretar un futuro más 
promisorio, 
6. Muchas de las secuelas del desplazamiento for-
zado, aunque quizá no todas, son superables a 
corto o mediano plazo siempre y cuando los ni-
ños y jóvenes tengan acceso a las condiciones 
mínimas que les permitan la reconstrucción de 
nuevos proyectos de vida. 
En cuanto sujetos históricos, los niños, niñas y jóvenes des-
plazados son producto de nuevas realidades y agentes 
transformadores de las mismas, Las pérdidas, rupturas, 
transformaciones y el impacto emocional asociados con 
el desplazamiento no son marcas definitivas y la experien-
cia demuestra que son superabies, siempre y cuando ¡as 
condiciones de vida después del desplazamiento no re-
presenten fuentes persistentes o adicionales de estrés y 
adversidad, 
182 
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 
Niños, niñas y jóvenes necesitan, en primer término, ia pre-
sencia de sus padres u oíros adultos que les puedan brin-
dar afecto, apoyo y cuidados en forma estaPle. En este 
sentido, sus relatos son muy ilustrativos de la enorme 
importancia que tienen las redes familiares en las 
situaciones de crisis y la extraordinaria capacidad que tie-
nen estas familias para ser solidarias, 
Además de ia compañía y protección de ios padres, re-
quieren satisfacer otras necesidades humanas fundamen-
tales y oportunidades para elaborar emocionalmente las 
experiencias que han vivido, 
En Colombia no se han realizado hasta ahora estudios de 
seguimiento de grupos de niños o jóvenes desplazados por 
el conflicto armado, por lo que realmente se sabe muy poco 
sobre sus efectos a largo plazo, 
7. La metodología de elaboración de relatos de vida 
es una técnica que ofrece múltiples posibilidades 
desde el punto de vista de la investigación y la 
intervención psicosocial con poblaciones de ni-
ños, niñas y adolescentes desplazados. 
Es difícil imaginar tanta riqueza subjetiva y abundancia 
de información en las narraciones de las experiencias de 
esta pequeña muestra áe niños y jóvenes desplazados, si 
en vez de los relatos de vida los investigadores hubieran 
optado por otra herramienta de investigación, El contac-
to personal, individualizado, frecuente y prolongado en el 
tiempo entre los profesionales y la población besplazada, 
facilitó la creación del clima de confianza, aceptación 
incondicional y empatia que sirvió de escenario para la 
reconstrucción de estas historias, 
Además de permitirnos conocer sus vivencias para com-
partirlas con otros y así comprender mejor el problema 
del desplazamiento forzado desde la perspectiva de los 
183 
RELATOS DE LA V,OLENOA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO 
EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
propios niños niñas y jóvenes, estamos seguros que el pro-
ceso también contribuyó al bienestar e m o c i o n a r e 
e n ' ^ n o T K P T ^ é L L ° S e n C U e n t r o s individuales y 
en grupo les brindaron un espacio en el que tuvieron la 
oportuntaad de hablar sobre sus experiencias ser 
escuchados con atención y afecto, aclarar dudas y 
e exionar sobre lo sucedido en compañía de un adulto 
solidario y comprensivo. 
184 
RECOMENDACIONES 
Reformular ia política actual del Estado colombiano 
frente al problema del desplazamiento forzado, para 
que tamPién se oriente a la solución de los problemas 
y necesidades de las poblaciones desplazadas en el 
medio urbano, La política para áesplazados es una 
política diseñada y pensada para la atención del des-
plazado en ei área rural.'-' ' 
Es necesario fortalecer ias acciones encaminaáas a la 
prevención del desplazamiento, como por ejemplo los 
procesos áe resolución áe conflictos en el ámbito na-
cional, pero teniendo en cuenta las particularidades 
regionales que pueden aportar elementos para dicha 
resolución, 
Así mismo, es urgente actuar sobre las estructuras so-
ciales básicas áe las comunidades receptoras, am-
pliando la calidaá y cobertura de los servicios básicos 
e institucionales como eáucación y salud, así como 
garantizar una vivienda en conáiciones dignas. Todo 
bajo el principio de organización y utilización de los 
saberes locales como fuente principal de la genera-
ción de propuestas áe mejoramiento áe la calidad de 
vida, aspecto esencial en la recuperación psicosocial 
de los individuos afectados por la guerra. Cualquier 
acción en beneficio de la familia y la comunidad 
redundará en el bienestar áe niños, niñas y jóvenes, 
CODHES, (1998): «Desarrollo e impacto de las políticas guberna-
mentales de atención a desplazados» 1995-1997, en Ministerio de 
Salud, Organización Panamericana de la Salud (OPS-OMS), Corpo-
ración Salud y Desarrollo (Eds.), Ei Sector Salud Frente ai Desplaza-
miento por la Violencia en Colombia, Santafé de Bogotá. 
185 
RELATOS DE LA VIOLENCIA, • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
2, impulsar la adopción de enfoques holísticos e 
integradores en las intervenciones psicosociales con po-
blación infantil y juvenil desplazada, que realmente per-
mitan comprender la amplia gama de posibles efec-
tos y consecuencias del desplazamiento forzado y aten-
der sus necesidades en forma integral, Dichas interven-
ciones deben, obviamente, incluir siempre un compo-
nente de fomento y recuperación de ia salud mental, 
pero en ningún caso convertirse en proyectos de aten-
ción psicológica o psiquiátrica exclusiva, 
3, Consideramos que los derechos del niño pueden cons-
tituir uno de ios posibles ejes articuladores de las accio-
nes de adaptación o recuperación psicosocial de la 
población infantil áesplazada, A diferencia de los dis-
tintos enfoques conceptuales y definiciones áe las in-
tervenciones psicosociales con población desplazada, 
sobre los que es muy difícil ponerse de acuerdo, el tema 
del pleno ejercicio de los derechos de la infancia y 
otros derechos humanos fundamentales, brinda un 
marco de referencia suficientemente amplio a la vez 
que integrador de este tipo de acciones. 
El desplazamiento forzado constituye una violación fla-
grante de todos los derechos de miles de niños,niñas y 
jóvenes en Colombia, quienes incluso antes de ser 
blanco del conflicto armado interno ya sufrían los rigo-
res de las condiciones de pobreza generadas por un 
abandono sistemático de los pobladores rurales por 
parte de las políticas del Estado, La violación de los 
Derechos Humanos en nuestro país se vive desde esas 
condiciones de pobreza, miseria y profundas caren-
cias a las que ha llevado un sistema económico exclu-
yente que día a día margina sectores más amplios de 
la población, dentro del marco de omisión de sus de-
rechos fundamentales. Según Estanislao Zuleta, la po-
186 
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 
Plación colombiana ya no vive su miseria, su abando-
no y sus carencias como una fatalidad natural, sino 
como una negación áe sus derechos, 
Garantizar el derecho a la eáucación que tienen los 
niños y jóvenes, por ejemplo, es la única posiPilidad de 
que sus oportunidades de avanzar en el sistema de 
educación formal y tener acceso a empleos mejor 
remunerados no se vean interrumpidas definitivamen-
te por la situación de desplazamiento. 
La restauración plena de los derechos humanos es el 
prerrequisito fundamental para ia mejoría en ia cali-
dad de vida de los desplazados y prácticamente to-
das las demás tareas implícitas en el proceso de adap-
tación psicosocial, 
La evaluación áel impacto del desplazamiento en la 
viáa de niños y jóvenes no debe limitarse exclusivamen-
te a la búsqueda de información sobre ios aconteci-
mientos violentos o posibles episodios traumáticos que 
hayan sufrido en ei pasado, Es necesario recordar siem-
pre que su salud, Pienestar y posibilidades de desarro-
llo personal y adaptación psicosocial, dependen tam-
bién, o incluso más, de las condiciones y circunstan-
cias actuales de vida, 
Sugerimos que en este análisis, así como en el del im-
pacto de las propias intervenciones que realizan ias 
instituciones del Estado o las organizaciones no guber-
namentales, también se incluyan criterios e indicadores 
relacionados con calidad de vida en general, 
En las intervenciones psicosociales con población in-
fantil y juvenil desplazada es importante abstenerse de 
generalizar, Cada caso debe evaluarse en forma 
indiviáual teniendo en cuenta las circunstancias espe-
cíficas del desplazamiento, además de los factores de 
87 
RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
riesgo y protectores tanto individuales como familiares. 
Así mismo, es necesario establecer criterios claros que 
permitan diferenciar entre los síntomas aislados o ma-
nifestaciones de malestar emocional, muchos de los 
cuales hacen norte de la resnuesía natura! de ios seres 
humanos ante la crisis, y los casos que implican verda-
deros trastornos o enfermedades mentales. 
6, Es conveniente involucrar a los adolescentes en activi-
dades que los integren a la cultura juvenil, impulsados 
y acompañados por quienes trabajan con ellos, Resul-
ta interesante explorar la estrategia de emplear jóve-
nes como facilitadores de estos procesos, ya que qui-
zá sea más fácil para ellos convertirse en referentes para 
la acción o incluso figuras de identificación, Los pro-
gramas y actividades encaminadas al uso creativo y 
colectivo del tiempo libre también son una necesidad 
sentida por los niños, niñas y jóvenes desplazados, Am-
bas propuestas están encaminadas a la lucha por re-
construir sus vínculos con el mundo exterior, la lucha 
por la reconstrucción de la realidad psíquica y, con 
ellos, la lucha por ia identidad. 
7, Se requieren ofertas que posibiliten el acceso a espa-
cios de socialización en el nuevo entorno, principalmen-
te a ia escuela y a otras instancias para el encuentro, 
la recreación y la educación. Sin embargo, no es sufi-
ciente la simple ampliación de cupos, pues daáas las 
particularidades culturales y las difíciles situaciones 
vividas por los niños y niñas, es preciso adecuar los 
programas a sus condiciones. Esto significa, entre otras 
cosas, la sensibilización y formación de los maestros, 
las madres comunitarias y de otros miembros de las 
comunidades educativas, 
8, Es preciso diseñar proyectos que ofrezcan las condi-
ciones para romper ei silencio obligado o consentido y 
188 
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 
para acceder a la palaPra. Este último aspecto es de 
especial relevancia, pues si los niños no encuentran po-
sibilidades y estímulos para «contar sus historias» y ex-
presar sus versiones de la realidad, acumularán el do-
lor y las heridas no sanarán. Ei cuento, el teatro, el dibu-
jo o el juego son espacios en los que los niños, las niñas 
y los jóvenes, se sienten escuchados y reconocidos y 
en los que, poco a poco, pueden admitir que sintieron 
miedo o permitirse llorar o preguntar, etc, 
Estimular y apoyar el diseño y puesta en marcha de 
proyectos de investigación sobre los efectos a media-
no y largo plazo del desplazamiento forzado en la po-
blación infantil y juvenil, 
189 
RELATOS DE LA V IO ÍENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
«No pregunte quién se murió sino llore» 
Jlf^ii Yo n a ° í e n Restrepo y viví allí burante 
once años, toba mi infancia. Cuanáo 
r '^
t ' ; . F tenía once años mi papá y mi mamá 
'\"j t y~X/ se fueron para una finca ai laáo áe la 
\ Uribe, bijeron que un bía venían por no-
\ \ \ sotros y nos llevaban, por eso en Restre-
po vivía con mi abuelita y mi abuelito. 
Jorge, En el pueblo la viba era muy chévere, 
15 años uno salía y se encontraba con ios ami-
gos, o se iba a jugar o salía a pescar 
porgue en tobas partes hay ríos, uno se iba a bañar, por 
las noches salía con los amigos a cualguier parte o se 
quebaba sentaba en una esquina como hasta ias once, 
doce be la noche. A veces íbamos bien lejos a caminar, 
o Jugábamos fútbol en cualguier cancha o ahí mismo en 
la cuabra. 
Mis papas fueron por nosotros y nos fuimos a vivir a una 
vereáa gue se llama Caño áe Leche, arriba be El Dora-
ba, en el Meta. Esta vereba gueda como a dos horas y 
media áe Restrepo. La carretera estaba pavimentada de 
Restrepo hasta el Doraáo, áel Doraáo para allá es áesta-
paáa. 
La carretera entraba por el frente be la casa, había un 
poco be céspeb y bonbe las gallinas ponían los huevos. 
La cocina quebaba separaba be los bormitorios y al labo 
quebaba el baño, atrás estaban los cafetales y seguían 
los árboles, el monte, también había mucho jarbín. Lo 
que yo más extraño be allá es que uno se poáía levantar, 
se asoleaba y la noche no era tan fría como aquí en Bo-
gotá, se poáía salir a pescar en ríos que eran muy limpios. 
Iba a visitar a mis primos y a mi tía que vivían más arriba. 
Con ellos también Jugábamos, nos metíamos a la selva a 
190 
JORGE, 15 ANOS 
explorar por ahí o nos bañábamos en un tanque bien gran-
be que había La pasábamos muy bien porque se respira-
ba aire puro y porque no había tanta congestión ni tanto 
tráfico. 
Allá vivía con mi papá, mi mamá y mis áos hermanos, 
Felipe gue tenía once años yJonathan que tenía áiez. Mi 
papá aáministraba toba la finca, estuvimos casi un año 
porque al terminar el año, cuanbo ya se estaba termi-
nanbo la cosecha be café, llegó la guerrilla. 
Yo me levantaba a las cinco be la mañana, si había luz 
mi papá prenáía el equipo y escuchábamos música mien-
tras le preparaba el tinto. Si mi mamó no se levantaba yo 
mismo hacía el besayuno: un calbo con hueso o huevos 
con arepas. Mi papá escuchaba música llanera, cuanáo 
se iba yo colocaba mis cassettes be merengue o salsa be 
Alguimia o Barranco. 
Cuanbo no teníamos que trabajar le baba be comer a 
un cerbo que teníamos en la parte be atrás, lavaba la 
ropa y me iba a jugar o a comer frutas con mis primos. 
Cuanbo teníamos que trabajar nos íbamos y bespués nos 
llamaban a desayunar, después nos volvíamos a ir. A ve-
ces nos tocaba recoger el café o el cacao, o errabicar el 
pasto o bajar manbarinas o naranjas. No era un trabajo 
muy buró. 
Estuve estubianáo en la «Concentración áe Desarrollo Ru-
ral» pero me salí porque eramuy malo, como estuóiaba 
interno me robaban tobo el tiempo, aunque tamPién te-
nía buenos amigos. A las cinco be la mañana uno se te-
nía que levantar, se bañaba, a las siete be la mañana 
tenía que estar áesayunanbo y a las ocho empezábamos 
a estubiar. Después venía el Cescanso y luego el almuer-
zo. Volvíamos a clase en la tarbe, como a las tres baban 
otro bescanso y a las cuatro salíamos be estubiar. De siete 
191 
REUJTOS DE LA VIOLEÍJCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
a ocho be la noche le tocaba a uno hacer las tareas y 
mirar TV, en ese tiempo se veía un programa que se 
llamaba «Caballeros áelZoóíaco». Estuve allá meáio año, 
en séptimo. Lo que me aburrió era que robaban mucho, 
me iba a bañar para acostarme, volvía y se había 
besaparecibo lo que bejara sobre la cama, los zapatos, 
los cuabernos, tobo. 
En la finca me gustaba mirar a mi gato, era negro, cuan-
bo se quebaba quieto movía la cabeza y me miraba, 
cuanáo lo cogía hacía rrrrrrrrrr. Yo me acostaba con él, lo 
áejaba por ahí suelto y se metía entre los tablones be 
mabera, se comía los ratones y volvía y salía. A veces me 
queáaba mironbo para los árboles y pasaban los monos 
o si no los pájaros. Había muchísimos pájaros. Lo que casi 
no se miraban era los erizos. Llegaban por ahí, se metían 
bebajo bel entablabo, a veces llegaban las serpientes, 
unas que les becían pubriboras, otras llamabas coral. 
Allá uno hablaba mucho con los papas, cuanáo tenía un 
problema en el colegio. Como en esa época mi papá 
no estaba en la religión gue tenía en Restrepo, me becía 
que cogiera a esos hijue no sé gué y los encenáiera a 
puños. Yo le óecía gue eso no solucionaba naáa! enton-
ces él me contestaba «no haga naba, béjelos gue le 
cosquen», Así hablaba uno con mi papá. Si uno hacía 
una maláaá le pegaban. A veces me ponía a charlar o a 
bibujar 
También sé ordeñar. Una vez hasta casi me mata una 
vaca porque le estaba peganbo al ternero porque me 
untaba y se me paró áe frente y se me vino encima, tuve 
que salir corrienáo. Con mí primo también nos pasó lo mis-
mo, cuanbo estábamos orbehanbo otra vaca que tenía unos 
cuernos granbísimos y casi iejoáe la camisa a él. 
192 
JORGE , 15 ANOS 
En la casa también había un televisor. Mi papá compró 
un TV áe contrabanbo y el eguipo be sonibo. El TV era be 
20', grandísimo y traía un VH incorporaáo. Veíamos toóos 
los programas gue se aparecían en la pantalla porque no 
había más que mirar. 
Por allá pasaban seguibo los solbabos buscanbo a la otra 
gente o a los paramilitares, o si no pasaba ia guerrilla y 
subía para la montaña. El ejército anbaba uniformaba y 
los paramilitares anbaban como uno pero armabas. En 
cambio la guerrilla anbaba como los policías pero sin in-
signias, sólo traían una banba gue becía ELN. Los be la 
guerrilla y los paramilitares anbaban más armaóos que 
los solbabos. Nosotros hablábamos sólo con los soláaáos. 
Hasta uno me regaló una bala. 
Había hartos enfrentamientos. Las autobefensas estaban 
protegienbo la mina áe cal que había en la montaña. 
Entró la guerrilla a llevarse a toóos y a matar a áos, al final 
mataron a un resto, como a 27 guerrilleros. Yo estaba acos-
taba y se escuchaba tobo, sobre tobo cuanáo reventa-
ban las bombas. Y eso gue la mina quebaba retiraba áe 
la casa. 
Otra vez también se enfrentaron la guerrilla y los paramili-
tares pero más abajo be la casa. Los paramilitares son las 
mismas autobefensas, ellos bicen que la guerrilla es mala, 
aungue allá los paramilitares no han molestaáo a naáie. 
Se encenáieron al laáo áe la casa áe un señor llamaóo 
áon Ramiro. Al otro áía, áesáe arriba se veían un poco be 
puntos blancos en el piso, eran tobas las vacas que ha-
bían mataba Otro enfrentamiento entre el ejército y la 
guerrilla fue en la Uribe. Se habían encontraba, había 
como cuatro helicópteros ronbanáo y echanóo bala, es-
taba el avión al gue le bicen el avión fantasma. Al otro áía 
salió en la televisión que ese avión había matabo no sé 
cuantos guerrilleros. 
193 
RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
Ni los solbabos, ni el gobierno, ni los paramilitares, ni la 
guerrilla tienen la razón: unos guiere matar a los parami-
litares y a los soláaáos, quieren acabar con tobos. La gue-
rrilla pelea contra el gobierno, guiere berrocar al gobier-
no porque no les gusta, quiere apoaerarse bel gobierno 
para regir ellos mismos, por eso el gobierno montó su ejér-
cito. Pero ahora, como contaba mi abuelito, la guerrilla 
no es como la be antes gue se enfrentaba al ejército be 
frente. Hace 40 años, cuanáo la guerrilla empezó, cuan-
áo él estaba en el ejército, se encontraban be frente, se 
aportonaban en cualquier parte y se encendían. A él sí le 
tocó enfrentarse a la guerrilla y mirarlos be frente. No es 
como ahora, gue encienben a los solbabos y ellos no sa-
ben a qué le están óisparanáo. 
Yo no conocí gente áe la guerrilla, por lo general mi mamá 
me áecía gue no saliera, gue no me fuera para áonáe 
mi tía y que no regresara áespués áe las seis áe la taróe 
porgue si veían a alguien áespués óe las seis creían que 
era un paramilitar y lo mataban. 
Si pasaba el ejército y le pebía a mi papá una panela o 
una olla para hacer algo áe tomar él les regalaba la pa-
nela y la olla y ellos se sentaban y tomaban. Por allá uno 
no pueáe hacer eso porque ia guerrilla tiene mucho in-
formante, muchos soplones. Le contaron a la guerrilla y 
ese mismo áía le llegó un papel a mi papá: «Tiene 24 
horas para salir óe aquí y si no los matamos». 
Yo no vi el papel, mi papá lo guaráó y nos áijo: «Recojan 
toáo gue nos tenemos gue ir». Se fue hasta el pueblo, 
trajo una camioneta y nos llevamos tobo para el pueblo. 
Yo le pregunté por qué nos íbamos y él bijo: «No pregunte 
quién se murió sino llore». Mi mamá tampoco áecía naáa, 
sólo empacaba la ropa y las pertenencias que teníamos. 
En Restrepo befamos tobo bonbe mi abuelita y nos vini-
mos be una para Bogotá. 
194 
JORGE, 15 AÑOS 
Nosotros llegamos aquí en Febrero, con los colchones y la 
ropa en cajos, un amigo be mi papá nos áio posaáa bu-
rante unos cuantos meses. 
Trabajamos en una fábrica áe quesos, el trabajo no era 
muy buró porque sólo era empacarlos, ayuáar a sellarlos, 
contarlos y echarlos en el carro para que los repartieran. 
Yo no me quería venir porque ya sabía que Bogotá es una 
ciuáaá muy congestionaáa, que no había agua suficien-
te como por allá, cobran bemasiabo la energía y uno no 
puebe anbar solo por ahí a las doce be la noche. Aquí no 
se puebe confiar en naáie. Me pusieron a estuáiar en la 
nocturna, en el «Colegio Piloto». Allá conseguí unos ami-
gos. 
Sentí pesar áe áejar toáo lo que tenía: amigos, toáo lo 
bueno que había allá, la pesca, la rumba sana. Extraño 
cuanbo uno se paraba en la mltaá áel campo a mirar el 
bosque y las aves. Lo que más echo be menos es pescar 
y los ríos en bonbe bañarse, si uno se quiere bañar por 
aquí tiene que pagar caro y el agua es trataba. A veces 
nos íbamos con mi papá o con mis primos y hacíamos 
campamento, nos queáábamos en el río y al otro bía 
volvíamos con los pescabas. Aunque en parte es mejor 
vivir aquí porque allá mi papá y mi mamá no tenían tra-
bajo fijo. Ahora mi papá trabaja aáminlstranáo una ta-
berna en Soacho, no nos hace falta naba. 
Aquí entré a estubiar, yo no quería pero mi papá insistió. 
Mí hermano y yo entramos a estuáiar áe 6 p.m. a 10 p.m. 
Ahí fue cuanáo comencé a conocer toóos los vicios, el 
cigarrillo y el aguarbiente. 
En ese colegio la ley era que si usteb no busca problemas 
no los tiene con nabie, pero si busca problemas los tiene 
con casi la mitab. A un amigo mío casi le parten los bien-
tes porque se puso a pelear por una muchacha. Había 
l 95 
RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
panbillos. Nosotros Jugábamos en grupo pero no tenía-
mos panbilla. Yo sí sabía que los roperos y los rojos eran 
bien afiebrabas a robar tobo lo que se encontraban.Siem-
pre que estaba la panbilla se armaban peleas entre ellos 
mismos. Apostaban áinero, aniiios, caáenas. Sóio peieas 
por áinero. 
Yo estuve hasta antes áe vacaciones en ese colegio. Mi 
papá se enteró gue aquí en Soacha había una Funba-
ción que ayuáaba a la gente besplazaba y empezamos 
a venir. Luego nos bijeron que si queríamos estuáiar. Para 
mí el cambio be colegio ha siáo bueno porque no se ve 
tanto cigarrillo ni alcohol, si uno le cayó bien a alguien 
está bien y si le cayó mal pues también, no se forman 
tantos problemas como allá. Yo no quise entrar a las pan-
billas porque mis amigos que eran be las panbillas me 
contaban lo que tenían que hacer para entrar, iban a 
robar, una vez mataron a otro. En el colegio también ha-
bía muchos satánicos, contaban que ellos saqueaban 
tumbas para hacer ritos satánicos o mataban un gato o 
un polio y se tomaban la sangre y oraban e invocaban a 
Satanás. En Restrepo nos habían bicho be los cultos 
satánicos pero allá no había. 
De ese colegio extraño los amigos. Uno se llamaba Pe-
bre, otro Alvaro y a otro le áecían «el mono». Nos veíamos 
los sábabos bespués be mebio bía, cuanbo no tenían que 
trabajar, montábamos bicicleta o nos poníamos a cami-
nar. En el nuevo colegio me siento bien porgue al llegar 
uno nuevo le preguntan cómo se llama y óónáe vive, en-
tonces toóos los que quieren ser amigos áe uno pueden 
serlo. 
Lo que no se ve en el pueblo que sí se ve aquí es la músi-
ca. Allá había una sola emisora pero era muy chanba, no 
tenía buena música. Me gustan los vallenatos, el meren-
196 
JORGE, 15 ANOS 
j 
gue y el trance, pero allá no tenían naáa, le tocaba a 
uno ir hasta Villavicencio para poáerlo traer. 
Yo extraño ia viáa en Restrepo, pero a uno le foca 
conclentizarse áe que está aquí y que si se va para allá no 
puebe estubiar. Aquí al menos me óieron una beca, allá 
toca trabajar Toca quebarse por el binero ypor el trabajo 
be mi papá y mi mamá. 
En Restrepo no hay muchas posibilibabes be trabajar y ser 
alguien en la viba. A mí me gustaba bibujar y allá no hay 
cursos be eso. Quiero estubiar bibujo técnico para entrar 
a la policía porque al bibujante lo llevan para tobos los 
batallones a hacer las insignias, los escubos pintabas en 
las parebes. Yo sé eso porque mi papá trabajó en la poli-
cía antes áe venirnos para acá. 
Con mis amigos áe aguí converso, a veces nos vamos a 
alguna parte a jugar o reunimos áinero y Jugamos en ias 
maqulnitas fútbol colombiano, mortal combat, quirol 
easfmg y muchos otros. Cuanbo hay minitecas vamos a 
bailar, cuanbo hay miniteca bonbe aáministra mi papá 
yo entro, bailo un rato y me voy para la casa. A cine casi 
no voy, prefiero mirar las películas por televisión, como en 
la casa hay parabólica pasan tobas las películas gue es-
tán en estreno, entonces es mejor no gastar la plata para 
ir al cine. 
Ahora vivo en la casa ae unas personas campesinas que 
vienen áe Cachipay, Cunáinamarca. Tienen una casa óe 
cuatro pisos: vivimos bien y aunque la casa no es propia 
tenemos para el arrienbo, así no tenga toba la plata bel 
munbo, uno tiene bónbe bormir, su comiba, su ropa y a 
su papá y su mamá, gue es lo más importante. Con ellos 
nos entenáemos bien, aunque a veces se ponen muy fas-
tidiosos. Antes de salir a vacaciones yo tenía el pelo largo, 
me decían «no se peine así», «córtese el pelo». Cuanáo 
voy a salir mi papá me critica porque yo anáo siempre óe 
197 
RELATOS DE LA VIOLENCLA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
camiseta negra y encima otra camiseta y me áejo la ne-
gra por fuera, él me critica «métase ia camisa, se ve como 
un bobo». 
Con mí hermana no me llevo muy bien pero con mi her-
mano sí. Mi hermana lo fastibia a uno. Con mi hermano 
vamos a las canchas be fútbol y nos ponemos a jugar o 
jugamos los bos cuanbo no está naáie en la casa, cuan-
áo tenemos plata vamos a los vláeos. 
Yo creo que nos vinimos por necesióaá, porque yo no es-
tubiaba ni tenía posibilibabes be un futuro, áe ser profe-
sional, tener un trabajo fijoybónáe vivir. Aquí sí, en Bogotá 
conseguimos toáo lo gue necesitábamos. Aunque a ve-
ces uno necesita unas cosas que los papas no le pueben 
bar: binero, ropo, una grababora. 
198 
Miguel, 
MIGUEL, 11 AÑOS 
«No se quién mandó la carta, mi papá | 
tampoco supo quién fue» 
Yo vivía en Solano. Caquetá, un 
pueblo más o menos granáe, como 
áe 3200 casas. En unas vereóas, como 
en «El Quince», había inbígenas, el 
que sabía era mi papá porque a él le 
gustaba anbar por tobos esos lobos, 
ellos eran compañeros be él y nosotros 
también teníamos familiares be ellos. 
Pasaba el río Cagueta gue es sucio, a 11 años 
veces cuanáo se crece el río bajan 
palos y hartas cosas. Allá la gente vive áe coger plátano, 
yuca y pescado. Nosotros teníamos yuca, plátano, caña 
y fruta, teníamos áos fincas. Vivíamos en la caso áel pueblo 
que era granáe, había como áos o tres cuartos. Una áe 
las fincas estaba como a unos veinte minutos y la otra 
quebaba por ahí a unos biez minutos. 
Mi papá iba a ayubar a limpiar la finca y traía plátano. En 
el pueblo a veces ayubaba a limpiar la casa, como es-
taba en control arterial también le quebaba tiempo para 
ayudar a poner los ladrillos. Mi papá no trabajaba, esta-
ba en el consejo municipal, creo que era el vicepresiáen-
te. Mis hermanas tampoco trabajaban y mi mamá per-
manecía toáo el áía en la casa. 
Yo le ayubaba a mi papá a trabajar en la finca o en la 
lancha hacienbo expresos. Nosotros teníamos un motor y 
trabajábamos hacienbo viajes, llevanáo a la gente a otro 
pueblo o a otra vereáa. En el río también pescábamos los 
bocochicos, el perro, el pintabillo y otro que le bicen el 
aguja, había harto pescaba 
199 
RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
Yo tenía muchos amigos en Solano, uno se llamaba Julio 
y otro Wilton, ellos eran casi mis mejores amigos. Vivíamos 
cerca y casi siempre íbamos a Jugar fútbol por ahí. 
Estaba estudiando en la «Escuela Mixta La Inmaculada», 
hice hasta quinto pero tuve que repetirlo. Yo pienso que la 
educación es importante para ser una persona civillza-
áa y no ser explotaáo por ios demás, para no ser malo 
con la gente gue se encuentra en la calle. Lo gue más 
me gustaba be la escuela era estubiar matemáticas y 
español y jugar con los compañeros. 
En el pueblo había toros para la feria, eso era en noviem-
bre. También minitecas que a veces organizaban los be 
las biscotecas o bel colegio. Pero ese pueblo no era muy 
tranquilo porque caba ocho bías, caba áomingo, había 
heribos y muertos por el traguito bel fin be semana. 
Por allá había cultivos be coca, parece que mi hermano 
iba a ser raspachín pero no sé si fue. Decían que había 
laboratorios pero yo no los conocía, lo que sí he visto es 
como sacan la hoja be coca: se meten la roma por be-
bajo be las piernas, van sacanbo las hojas y las raspan. A 
veces sembraban la coca con plátano para que no se 
viera tanto. 
No sé si en esa zona hay guerrilla. Yo los he visto en el 
noticiero, pero nunca los vi en el pueblo, tal vez sí había 
pero yo no los conocía. No sé cuáles son los guerrilleros y 
cuáles los paramilitares. Había ejército, una base militar y 
en el pueblo un batallón. Lo que sé de la guerrilla es que 
se enfrenta con el ejército y con los paramilitares y com-
bate contra ellos. La guerrilla es mala porque a veces mata 
a ia gente que no hace nodo. Los paramilitares son Igua-
les a la guerrilla, matan a los campesinos. El ejército, en 
cambio, casi no, ellos son mejores. 
200 
MIGUEL, 
Salimos be Solano porque una noche estábamos en la 
casa y metieron una carta por óebajo be la puerta. No-
sotros estábamos entranóo la leña por la puerta y mi her-
mano encontró la carta, se la llevó a mi papá, él la leyó y 
áijo que como óentro áe ález áías nos íbamos be ia casa. 
No sé quién manbó la carta, mi papá tampoco supo quién 
fue. 
Nos fuimos como a los ocho áías. Mi papá le áijo a mi 
mamá y comenzaron a alistar áesáe elotro áía. MI papá 
no me áijo naáa sino que yo escuché que él le áijo a mi 
hermana que habían puesto una carta y que bentro be 
blez bías salíamos be allí. Tobos se pusieron tristes porque 
teníamos que abanbonar la finca, la casa, tobo. Creo 
que al final la arrenbaron. 
Viajamos be allá, áe Solano, para acá, para Bogotá. Pri-
mero estuvimos en la base militar be Tres Esquinas y be ahí 
el hércules nos trajo para acá. Como mi hermana y el 
marióo ya vivían acá, entonces nos vinimos. El marióo vi-
vía en Choochí, creo, pero llegamos a Cazucá porgue 
mi hermana vivía ahí. 
A mí me gusta vivir en la ciuáaá, pero allá también era 
bueno. Aquí el barrio no es muy bueno, cuanbo llueve se 
hace un barrial, entonces las casas casi se inunban y cae 
agua por tobo lobo. Mis áos hermanas trabajan y a María 
mi hermana, le ban be la Cruz Roja: a veces les ban a 
toóos mis hermanos. Mi mamá está en la casa y se en-
carga áe cuiáar a los áemás. 
Aguí tengo nuevos amigos, ios áe la Funóación Amor y los 
áel barrio, que son como cinco, con ellos jugamos fút-
bol. Antes be llegar o ia Funóación no estaba estublanbo, 
pero ahí me bijeron gue si guería ir a estubiar al colegio, 
gue me baban tobo ypor eso he aprenbibo muchas co-
201 
RELATOS DE LA VIOLENCLA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
sas. Es biferente a áonáe estuáiaba antes porque acá 
enseñan más que en el pueblo. 
Lo malo es que estanbo ya en el barrio mataron a mi 
papá. No sé en qué momento porque yo estaba bormi-
bo y al otro áía mi mamá me contó. Mi papá era evan-
gélico, o sea que él no tomaba trago, no tenía proble-
mas con ningún vecino, pero igual lo mataron en el 
barrio con una pistola. 
A veces nos llama mí tío be Solano y bice gue el pueblo 
ya está más caimaáo. No hemos pensaáo en volver, no 
sé si óe pronto mi mamá: A mí me gustaría volver por mi 
familia, ir al pueblo y si se calma queáarme. 
Un áesplazabo es que a la gente la sacan a la fuerza be 
sus casas, ellos no tienen bonbe guebarse y se van, no sé 
para bonáe, a áonáe no corran peligro. Esa situación me 
parece injusta, no hay paz. Aóemás con el presiáente que 
tiene Colombia no es posible lograr la paz porgue no ayu-
áa a la gente como áebe, para alcanzar la paz se ne-
cesita hablar, así como hizo Anbrés, pero él no hizo la 
propuesta bien, hay gue hacerla para que no haya más 
violencia. 
Me gustaría seguir estuóianáo y ayuáarie a mi mamá y a 
mis hermanos en cualguier cosa que ellos necesiten. Tam-
bién me gustaría ser futbolista, me gustaría casarme, te-
ner hijos, por ahí unos tres, para que le ayuáen a uno, 
para eóucarlos y hacer hartas cosas con ellos. 
202 
ADRIAMA, 15 ANOS 
«Donde vivía también mataban gente, 
pero no todos los días» 
Nací en Saláaha, Tolima, pero allá casi 
no estuve, me crié más en los Llanos, •ó ] N ; 
en Mapiripán, Meta, y acá en Bogotá 
áonáe también me quedé un poco. %^4 
En Mapiripán teníamos una casa áe / -'¡ \ 
palos y tejas, era pequeña vivíamos ¿ r 'r J 
sólo nosotros. Había un poco be '• -
árboles, siempre quebábamos Adriana, 
retirabas áe los vecinos, anáábamos 15 años 
más por el monte. Vivíamos mí mamá, 
mi papá y mis hermanas, sembrábamos yuca, plátano, 
maíz, arroz y papas, toáo lo que se poáía sembrar ahí. La 
casa quebaba cerca bel pueblo. Nosotros nos íbamos en 
bicicleta y nos veníamos camlnanbo, a veces mi papá 
iba a hacer mercaba al pueblo en la bicicleta. 
Había sólo una pieza y la cocina estaba afuera, la sala y 
las camas estaban abentro. Teníamos bos, la be mi papá 
y mi mamá y la óe nosotras. Luz no había, nos tocaba 
con velas: agua tampoco, tenía uno gue ir en burro a 
recogerla be un pozo como a bos horas. En esa época 
no teníamos televisor, ni grababora, ni naba, sólo un rabio 
be pilas bonáe escuchábamos música. Nosotras le ayu-
bábamos a mi papá y a mí mamá vienáo por las cosas y 
por los animales, las gallinas y los marranos. 
Nos levantábamos a las siete y mi mamá nos hacía el 
áesayuno, nosotras no lo hacíamos porque mi papá no 
nos óejaba arrimar a la estufo, le baba miebo que nos 
fuéramos a quemar. Nosotras nos íbamos con ellos a tra-
bajar, ellos nos enseñaron a sembrar el maíz y el arroz. Mi 
papá hacía los huecos y nosotros metíamos los granos áe 
203 
RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y I A JUVENTUD 
arroz y los tapábamos, una echaba el maíz y la otra venía 
tapanbo. 
Otras veces nos guebbbamos en la casa juganbo a las 
cogiáas, las escondidas, la gallina ciega, arepita de maíz 
tostado. A veces nos dejaban descansar, otras teníamos 
que ayudarle a mi mamá a lavar. Ayuáábamos a cargar 
agua, a hacer el oficio, barrer, tenber las camas, Juntar 
las cosas, cuibar las niñas cuanbo ellos se iban a trabajar 
Mi mamá trabajaba con mi papá, lo que sembraban ellos 
lo cogían y lo Juntaban en costales, lo vendan y con esa 
plata hacían mercaba. Él se iba a negociar por allá, ven-
d a y traía plata, a veces venía como tomabito. 
Ellos también conseguían carne, mi papá y mi mamá se 
iban a matar animales al monte y traían tortugas y vena-
bas, ponían trampas. Abemos be eso comíamos pesca-
ba bocachica, o nosotras a veces cogíamos las sarbinas 
en el río con unas lanzas puntubas y bespués ias asába-
mos. 
Los áomingos nos íbamos para el pueblo, mi papá nos 
llevaba al porgue, comíamos conos, íbamos al río y nos 
bañábamos, o íbamos a visitar a los amigos be mi papá 
que nos invitaban a comer. O nos llevaban y be d a Jugá-
bamos un rato en el porgue y óe noche nos aojaban bon-
be una abuelita y ellos se iban a bailar en el pueblo. 
Yo estubié cuanbo nos pasamos más cerca bel pueblo. 
Una vez mi mamá y mi papá se pelearon unos áías, en-
tonces mi mamá se vino para el pueblo, arrenáó una casa 
y estuvimos vivienáo unos áías ahí, áespués vino mi papá, 
áejó la finca sola, le pialó peráón a mi mamá y volvieron. 
Yo la iba bien con mi papá porque él nos trataba muy 
bien y nosotras lo queríamos mucho. Nunca nos castiga-
ba, por ahí cuanbo le contestábamos mal a mi mamá 
nos pegaba en la boca. Si mi mamá nos a iba pegar mi 
204 
ADRIANA, 1 5 ANOS 
papá ia regañaba, le becía gue ella no tenía berecho a 
pegarnos, que tenía que reprenbernos. Yo no conocí a mi 
papá áe verbab, yo sólo sé que mis hermanas son óe mi 
otro papá, mi mamá me ha dicho que si yo lo quiero 
conocer, pero yo le algo que no, que ya cuanáo uno está 
granáe para qué, uno siempre lo necesita pero no, ya 
que. 
Hice hasta segunóo, es que allá casi no estudié, o mejor 
estudiaba pero no salía be un año. En primero buró bos 
años y en segunbo tres. Había poquitos profesores, por 
eso a veces venían y nos enseñaban los be la policía. Los 
profesores nos ponían una tarea pero no nos explicaban, 
se iban a tomar tinto y nos bajaban que jugáramos. El 
recreo áuraba como una hora y media y bespués entrá-
bamos a ciase, sólo ponían en el tablero, se iban y nos 
Cejaban copianáo. 
Una taráe mi papá se fue a comprarnos unos cuaáernos 
y yo no lo acompañé porque él áijo que no quería que 
naáie lo acompañara, estaba bravo. Yo me fui Cetras, un 
señor venía persiguiénáome a mí y miránáome, enton-
ces yo me hice áetrás áe unos lazos, estábamos un poco 
be gente más varios policías. De pronto, ese hombre tiró 
una bomba, él la sacó pero yo no sabía qué era eso, la 
tiró contra ellos, mi papá y una señora se acurrucaron, los 
policías saltaron be una vez. El guerrillero me empujó con-
tra el anáén, yo me queáé quieta porque veía puras 
estrellitas, salió la policía y arrancó a perseguir esa persona. 
Eso explotó durísimo, me quedé como un poco soróa y 
un policía me ayuóó a llegar hasta la casa, me dijo: «va-
yase gue aquí va a haber peligro», entonces me llevó hasta 
la casa, yo golpeaba tobas las puertas y por fin encontré 
mi casa, le conté a mi mamá y ella no sabía qué hacer, 
solo gritaba. 
205 
RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
Mi papá estaba muerto, lo tenían tapabo. Al otro bía lo 
arreglaron en el hospitaly bespués nos lo mostraron, cuan-
bo lo vimos tenía huecos por tobas partes, tenía bespe-
bazabos los bebos, igual que la otra señora, que era una 
profesora. Era un ataque a la policía y mi papá estaba 
justo ahí, ellos querían matar a los policías porque había 
hartos. 
Cuanbo se murió mi papá, mi mamá le ayubaba a los 
policías, les lavaba la ropa. Fue cuanbo me tocó apren-
áer a cocinar. Ella le trabajaba a los policías y ellos, abe-
más áe pagarle, le ayuáaban con mercaba 
Nosotros íbamos a donde los policías y escuchábamos 
gue tenían gue enfrentarse a los guerrilleros cuanbo ve-
nían al pueblo. Siempre se reconocían por los pantalones 
arremangabas y porque no hablaban, nosotros nos que-
áábamos viénbolos, ellos se entraban a las tienbas, 
tomaban y se ponían a pelear, bespués se iban y le 
buscaban problema a la policía. Venían hartos, cuanbo 
comenzaba a llegar la gente áe la guerrilla los vecinos 
avisaban, entonces las señoras se asustaban por los hijos. 
Después, por la noche, se iban por el lobo bel río, pero 
uno no sabía cómo, si se iban nabanbo o en una canoa. 
Un bía los perseguimos pero siempre se besaparecían. 
También íbamos al batallón cuanáo los soláaáos estaban 
ensayanbo y hacienbo ejercicios, les poníamos cu/do-
do. Allá teníamos amigos que nos áaban comíba, eso 
que ellos traen en lata, y nos becían que trajéramos para 
la casa pero a esconbibas bel capitán porque si no los 
regañaban. El ejército era buena gente, los gueríamos 
mucho, a veces Jugaban con nosotras pero nunca nos 
llegaron a irrespetar. 
Por allá tenía hartos amigos áe mi eóaá, cuanáo mi mamá 
hacía cosas para sacar a venáer como empanaáas, yo 
206 
A D R A Ñ A , ] 5 AÑOS 
me juntaba con unas amigas y vendamos. Nos entrába-
mos a bonbe estaba tomanbo la gente y tobos esos bo-
rrachos siempre nos compraban. Después caba una co-
gía para su casa y le entregaba cuentas a la mamá. 
En ese tiempo los policías nos ayuáaban, nos baban con-
sejos, que nos viniéramos para Bogotá, gue allá era peli-
groso. Mi mamá áecía que no, que no poáía áejar al 
marióo aquí enterraáo. Le áecían «pero qué se pueáe 
hacer señora Mery, ya lo mataron, ya que», entonces mi 
mamá se puso a pensar y áijo que iba a venber esa finca 
para irnos bel pueblo. 
A mi mamá le tocó venáer la finca para venirnos, allá 
estaba tobo feo, había muchas matanzas. Lo vendó y le 
queáaron áebienbo plata, mi mamá tenía mieáo áe que 
nos puáieran matar. Mi mamá áijo «empaquen la ropa 
que pueóan, toáas las camas y las cosas áe valor». Toáo 
eso lo áejó guaróaáo áonáe una amiga, le áijo: «algún 
áía regresaré por mi plata y por mis cosas». Nos vinimos 
en el primer bus que cogimos. 
Primero llegamos a bonbe mi tía, la bel Tolima, a la casa 
be mi abuelita. Mi mamá tiene una finca allá pero es una 
parte áe mi tía y la mitaá áe mi mamá. La casa queáa 
en Guayaquil, nos queáamos como un año, allá hasta 
estuáiamos, yo estuáié el tercero, el cuarto y acá vine a 
hacer el quinto. Mi mamá arregló esa casa. Toáo la fami-
lia se puso contenta áe vernos, que a mí me vieron óe 
pequeña y que cómo estaba be granbe, mi mamá se 
puso a llorar y le contó toáo a mi tíaAáriana. Con la plata 
que le sobraba hizo un mercaba, consiguió trabajo, ella 
sabe hacer bizcochos, envueltos y empanabas, mi mamá 
iba al otro pueblo y venda 
Alió el oficio no era como en Mapiripán. Me tocaba cui-
dar mucho a mis hermanas, hacer la comida, arreglar la 
207 
RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
casa, lavar y estuáiar Casi no tenía amigos, anóaba con 
mis primos porgue mi mamá nos prohibió hablar con la 
gente, ella nos becía que no habláramos con las perso-
nas, que eso era para problemas, que le traían chismes a 
ella y que no le gustaría tener que pegarnos. 
Nos vinimos para Bogotá porgue mi tía Ligia áijo que por-
qué no nos veníamos para acá, aáemás lo casita áonáe 
estábamos vivienbo ya estaba para caerse, era áe las 
antiguas, áe esas áe barro. 
En la flota en gue nos vinimos una señora nos estaba di-
ciendo que por acá era muy áuro, mi mamá le preguntó 
gue cómo hacía para no pagar arrienóo tan coro, en-
tonces la señora áijo: «yo vivo por ahí arriba en Cazucá, 
ahorita cuando lleguemos a Bogotá nos bajamos ahí y 
sube conmigo y be una vez le arriendo una casita». Ella 
era la dueña óe la caso óe latas áonáe vivimos primero, 
en ese tiempo el arrienóo costaba $15.000. 
Sólo traíamos la ropa, naáa más. En la casa había una 
cama be palo, la señora nos prestó un colchón. Mi mamá 
comenzó a buscar trabajo el primer áía y le fue bien por-
gue encontró uno, se puso pilas y nos traía comiáa: fue 
compranáo su estufa, su colchón, sus cosas. Trabajaba 
en un restaurante a bomicilio, llevanáo almuerzos en el 
San Anóresito óe San José, mi mamá trabajó mucho allá, 
por eso ahora se va por allá a venáer, perqué tiene ami-
gos que le compran o que la óejen hacer en un puesto 
para venáer 
Estanáo allí nos robaron cuanbo ya mi mamá se estaba 
organizanbo, nos robaron el cilinbro bel gas, el televisor, 
una muñeca que le valió a mi mamá $20.000 y mis pati-
nes, menos mol que no nos robaron la estufa. Después 
nos contaron que fueron los vecinos be por ahí. 
208 
ADRIANA, 15 AÑOS 
Aquí a mí me tocaba más áuro, como mi mamá trabaja-
ba tenía que hacer tobo el oficio, si no teníamos el oficio 
hecho ella se ponía brava, igual que si no les baba el 
almuerzo a las niñas como era y a la hora que era. A mi 
mamá no le áaban quejas, antes le becían que esa niña 
tan buena porque me veían cuanbo anbaba con el bulto 
be ropa para irme a lavar allá abajo, como por acá no 
había agua yo iba a lavar con unas vecinas que me de-
cían que me daban el cupo. Yo le ayudaba a mi mamá, 
cuanáo llegaba por la noche encontraba a las niñas co-
mlbas y dormidas. Yo le servía la comida, a veces llegaba 
muy cansaba, le bolía la espolba, pues claro tobos los 
bías carganbo semejante banbeja llena be comiba por 
tobos lobos, áecía que la sobara y yo la sobaba, le áaba 
la comiba, se acostaba se levantaba bien temprano y se 
iba a trabajar. 
Yo me levantaba como a las nueve be la mañana. El ofi-
cio lo hacíamos mi hermana Diana y yo. Primero nos la-
vábamos los blentes, nos peinábamos y nos arreglába-
mos, bespués una tendía la cama y hacía el oficio y la 
otra el besayuno. Teníamos que cargar el agua en galo-
nes, llenar el tanque y una caneca para cocinar y bañar-
nos y tenerle agua a mi mamá para que se bañara. 
Nosotras no salíamos. A mi mamá le tocaba trabajar un 
bomingo si y otro no, cuanbo no tenía que ir nos llevaba 
abajo, al parque. Jugábamos un rato con un balón be 
voleibol y áespués nos áevolvíamos, en ese tiempo nos 
teníamos que venir a pie porque los carros casi no subían. 
Fue cuanbo empezamos a pelear con mi mamá, a ve-
ces me trataba mal, me becía que no servía para naba, 
me pegaba: a mí no me gustaba porque mi papá casi 
no nos pegaba, ni bejaba que nos pegara ella, entonces 
me áaba rabia y áecía que me iba be la casa. A veces 
209 
RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
me venía para bonbe mis amigos, cuanáo me volé la 
segunóa vez me ful a áonáe una amiga áe mi mamá y le 
bije: «yo no guiero volver a mi casa y quiero trabajar inter-
na», ella me ayuáó y fue cuanáo estuve trabajanbo inter-
na. 
Trabajé en una casa áe familia, en el norte, por el laáo 
óe la calle 187, en Marantá, gastaba bos horas y media 
de Cazucá hasta allá. En esa casa tenía que levantarme 
a hacerles el áesayuno y toóos salían a estuáiar, áespués 
teñóla las camas, me ponía a aspirar, limpiaba el polvo 
de toóas las cosas que tenían y echaba la ropa en la 
lavabora como la patrono me enseñó. 
En esa casa vivían cinco personas, conmigo eran seis. Era 
una familia, la señora y el marióo eran evangélicos, me 
cogieron mucho cariño, yo les conté lo que pasó con mi 
mamá y ellos me sacaban, o la señora me llevaba cuan-
bo iba a hacer compras. Los hijos eran tres hombres ya 
granbes, con ellosme la llevaba bien y nunca hubo faltas 
óe respeto. Alcancé a óurar como áos o tres meses. 
Ya me había compraba colchón, grababora, ropa. Con 
el suelbo ahorraba y compraba cositas para mí, aretes, 
anillos, golosinas. Iba a cumplir los quince años cuanbo 
estaba trabajanbo allá y la señora me los iba a celebrar, 
pero como me vine con mi mamá entonces fue ella la 
que me los celebró. 
Vine a visitar a mi mamá un áía que ellos se fueron a 
viajar. Le llevé frutas, galletas y le ói plata, cuanáo me 
comenzó a hablar ya no me trataba tan mal ni me pega-
ba, buré como un mes con mi mamá, entonces ya no 
me quería ir otra vez, ella me áijo que me queáara. Con-
seguí trabajo por áías con otra amiga áe mi mamá, áon-
áe una señora que venóla pollos en San Anáresito. 
210 
ADRIANA, 1 5 AÑOS 
Lo que más extraño áe Mapiripán es que había muchos 
amigos y amistab entre los vecinos. Aguí no, casi no hay 
vecinos que compartan, cuanbo a una persona le falta-
ba algo allá le ayuáaban, la gente era muy amable. En 
cambio acá casi no tengo amigas y amigos muy pocos. 
Con el nuevo esposo óe mi mamá, Alberto, no me la 
llevo bien. Antes éramos amigos, pero él es muy mentiro-
so, se puso a inventar cosas be mí, que se juntó a vivir con 
mi mamá porque él me quería, porque cuanáo lo conocí 
me áijo que si quería ser la novia óe él, yo le áije que no, 
en esos áías se puso toáo bravo y creo que por eso fue 
que se besquitó conmigo y se juntó a vivir con mi mamá. 
Cuanáo teníamos problemas con mi mamá yo siempre 
me volaba ae la casa. Jorge, mi novio, me estaba bicien-
bo besbe antes que me fuera a vivir con él, un áía me 
áecióí, le áije que no quería seguir v'Menáo con mi mamá, 
Jorge fue y habló y áijo que se iba a hacer responsable 
be mí. Yo me la llevo bien con él, es muy celoso pero 
nunca me ha trataba mal y no me ha golpeaba jamás 
porgue me respeta mucho. Él opina lo mismo gue yo, 
que toóavía hijos no, que trabajemos, que acabemos be 
organizamos bien y gue ahí si miramos si pobemos tener 
niños, cuanbo tengamos un trabajo seguro caba uno. 
Ahora me levanto cuanbo él se va o trabajar, a las cinco 
y meóla, me acuesto otra vez, me levanto por ahí a las 
ocho o nueve y áesayuno, me pongo a hacer el oficio y 
áespués el almuerzo para tenérselo caliente a las áos y 
meóla. Los áomingos, cuanáo le pagan la quincena, nos 
vamos para el cementerio a visitar a la abuelita be él, me 
invita a comer un cono y bespués cogemos un bus que 
vaya para alguna parte. 
Mi mamá viene y hablamos, trae el niño gue tuvo con 
Alberto y me blce gue si le hago el favor be cuibárselo o 
21 
RELATOS DE LA VOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
que si le ayuáo a lavar la ropa. Si les puedo áar una 
aguaáepanela a mis hermanas se las áoy pero sin que 
Jorge se dé cuenta porque áe pronto se pone bravo. 
Me gustaba más cuanáo vivíamos en Mapiripán, era más 
chévere, allá hacíamos muchas fiestas, celebraban mu-
chas cosas, no faltaba casi naba. A mime gustaría volver 
a vivir allá. De la ciuóaó casi no me ha gustaáo naáa, 
sólo lo que he conocióo, Monserrate, parques áe diver-
siones, la mina de sal y Bojacá. 
En los noticieros presentan que matan mucha gente, que 
los óesplazaáos, tantas cosas así, por eso no me gusta 
Bogotá. Donáe vivía también mataban gente, pero no 
toóos los áías, antes no era así, toáo era tranquilo. He vuelto 
a escuchar óe Mapiripán por televisión, pasan los muer-
tos, la gente que se va porque está feo y la estación áe 
policía áestrozaáa. Mi mamá ha pensaáo en volver pero 
a recoger sus cosas ypor la plata gue le áeben pero como 
no tiene plata no ha poblbo ir. 
Yo ahorita guiero seguir trabajanbo, tener mis cosas, áar-
me mis lujos, gue naáie me pregunte por qué estoy com-
prándome las cosas, para que no le echen después a 
uno en cara. También me gustaría seguir estudanbo para 
terminar ei bachillerato y hacer una carrera como enfer-
mería. Conocer otras partes, como lo que sale en televi-
sión. Más aáelante me gustaría que mi viáa fuera feliz, 
tener un hogar que fuera respetable, tener buenas rela-
ciones con mi pareja y con las otras personas. 
212 
EDUARDO, 16 AÑOS 
«De pronto los paramilitares pueden 
cogerme a mi para encontrar a mi papá» 
Nosotros vivíamos en Paujil, Caquetá. 
Era un rancho viejito, cuanáo llovía uno 
se mojaba más aáentro que afuera, . - ' ^ N jé-
tenla las tejas rotas, el patrón óe \ 1 | j \ -F ' / 
nosotros tenía plata pero no hacía r~jy¡ 
caso. Nosotros teníamos toáo, áe tele-
visión a nevera. Había áos cuartos, uno 
en donde dormían mis hermanas con Eduardo 
nosotros, se repartían los hombres en 16 años 
dos camas y las mujeres en las otras 
dos. En el otro cuarto áormían mi papá y mi mamá. 
Trabajábamos en la finca bonáe vivíamos. Allá cocinába-
mos con leña, teníamos luz y baño, pero el agua había 
que traerla be una quebraba, se llevaba para la casa en 
bos canecas que cargaba un caballo. 
Yo me levantaba a las tres be la mañana con mi papá y 
mis hermanos a oróeñar cuarenta vacas, acabábamos a 
las seis o a las seis y media, be ahí nos íbamos a la casa y 
besayunábamos. Cuanbo nos tocaba trabajar, casi siem-
pre era arrancanbo matorro para que el ganabo comie-
ra sólo pasto y no hierba. Cuanbo no trabajábamos nos 
quebábamos en la casa, nos poníamos a montar bici-
cleta o a mirar televisión. A veces jugábamos con toóos 
los muchachos a la vaca cogiáa, con un lazo cogíamos 
a uno áe nosotros y nos amarrábamos entre tobos los her-
manos. 
Yo estubié, hice hasta tercero pero no aprendí naba y mi 
papá áijo que él ya no nos iba a meter más piafa, que no 
aprenóimos naáa, entonces no nos pusieron más a estu-
áiar, yo le áecía a mi papá que cuanáo estuviera granáe. 
213 
RELATOS DE LA VOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
cuanáo trabajara, iba a conseguir para seguir estuálan-
áo. 
Cuanáo áejé áe estuáiar tenía diez años. Dejé el colegio 
y empecé a trabajar. Mi papá nos buscaba trabajo arran-
canbo matorro, orbeñanbo, a veces salíamos a las nueve 
o áiez a trabajar y hasta las cuatro be la tarbe. A mí caba 
quince bías me baban $25.000 y a mi papá $ 140.000 
pero como a mi papá eso no le alcanzaba para la reme-
sa, be la plata que nos baban a nosotros nos quitaba diez 
mil o quince mil pesos. Un d a ya nos quitaba toba la pla-
ta y no nos boba naba, o cuanbo nos bejaba plata la 
guaráábamos hoy y ya al otro bía mi papá la peala para 
irse al pueblo, a veces se iba por allá a hacer vueltas, a 
llevar papeles, entonces nosotros nos queáábamos sin 
cinco. 
La última vez que trabajé antes áe venirnos fue en una 
finca, iba los áomingos a visitar y a mirar cómo estaban 
ellos y áespués me áevolvía para allá. En las áos semanas 
que estuve me gané $110.000. Tenía un potro que me 
había regalaba mi mamá, cuanáo nos íbamos a venir lo 
venáí en $200.000, mi papá áijo que se los prestara y se 
queáaron prestaáos. Yo vivía en la finca áonáe trabajaba. 
Tobas las mañanas nos parábamos a las cuatro áe la 
mañana para oráeñar las vacas, áespués áesayunaba y 
me iba a volear pala, a arrancar el matorro hasta las cua-
tro be la tarbe, áespués no hacía naáa más. 
Los áomingos íbamos a orbeñar y ahí llegaba la quince-
na, entonces mi papá se iba a remesar y nos íbamos con 
él, como teníamos bicicleta nos íbamos para bonbe 
Nancy mi hermana: ella mantenía en el pueblo estubian-
bo y allá nos queáábamos un rato hablanbo. 
Entre hermanos y con mis popas nos llevábamos bien. Mi 
papá nos regañaba y nos pegaba a veces porgue no le 
214 
EDUARDO, 16 AÑOS 
hacíamos las cosas bien. Un bía me pegó buró, me cuenta 
mi mamá que cuanáo estaba pequeño me tumbó los 
bientes, como llovía y a mí me gustaba salir afuera a 
mojarme, a mi papá le áio rabia, me pegó y me hizo 
caer contra una piebra que me tumbó toóos los áientes y 
queáé mueca De granáe, me regañaba porque no ha-
cía caso, un bía me agarró y me pegó buró con un zu-
rriago, un fuete grueso y enrollaba, hasta que me reven-
tó. Otras vecesno nos pegaba, nos regañaba no más, mi 
mamá nunca nos pegó pero sí nos regañaba. 
Nos vinimos be Paujil porque los paramilitares mataban la 
gente que le ayubaba a la guerrilla. Mi papá alce que 
cuanáo estaba más joven la guerrilla lo manáaba a ha-
cer un manbaáo y él lo hacía, los paramilitares se entera-
ron y lo anotaron en una lista granáe que tenían. A un 
amigo óe mi papá gue estuvo en la cárcel le mostraron 
la lista y le preguntaron que si conocía a esos señores, él 
áijo que no, pero vio a mi papá en esa lista. 
Los áías en que nos íbamos a venir mataron a bos amigos 
be mi papá, entonces a él le áio mieáo y áijo que mejor 
nos veníamos. Les pegaron áos tiros, los sacaron áe la 
casa áe noche y los llevaron por allá a un potrero, les 
sacaron lo que sabían y áespués los mataron. 
Yo si conocí a la guerrilla pero nunca a los paramilitares. 
Allá si había guerrilleros, eran más buenos que los para-
militares, hacían reuniones para hablar con la gente, no 
sé sobre qué, pero ellos nunca fueron a matar a un señor 
ni nada. Mi papá si Iba a esas reuniones, mi mamá no. El 
ejército iba a quebarse al pie de la casa. No más fueron 
áos veces, pero nunca vimos enfrentamientos entre el ejér-
cito y la guerrilla. 
Mi papá sólo nos áijo que no le fuéramos a contar a na-
d e por qué nos veníamos para acá. A lo último él ya no 
215 
RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
quería venirse, yo le lloraba que nos viniéramos, que no 
quería que lo mataran por allá, por eso fue que nos vini-
mos. Desáe que mi papá supo que estaba en la lista has-
ta que nos vinimos pasó un mes. A él le tocó venáer el 
ganaáo y toáo lo que tenía para poáernos venir. Dejamos 
allá una becerrita, be resto trajimos unas gallinas, bos chi-
vos y tobo lo be la casa. 
A mí me gustaba vivir allá pero guaría conocer Bogotá, 
en el televisor veía la Plaza áe Bolívar, áonáe están toáas 
esas palomas. Me gustaba porque era bueno vivir allá, 
pero ahora me gustaría iráe paseo naáa más. Me gusta 
Bogotá, aóemás si me vuelvo a ir óe pronto los paramili-
tares me pueáen coger a mí para encontrar a mi papá. 
Llegamos a Soacha y como no sabíamos áónáe era Ciu-
áaá Latina esperamos como meóla hora a que llegara 
óoña Sixto, la esposa áe mi tío: ella nos recogió y nos 
vinimos para acá. 
Llegamos a áonáe estamos vivienáo ahora, esa casa es 
de un tío nuestro. Es áe áos pisos, arriba viven bos mucha-
chas, las hijas be la esposa be mi tío. Vivimos abajo, en 
bos piezas. En la sala bormlmos nosotros, tobos los her-
manos, mi papá y mi mamá en ia otra pieza. 
Casi a los áos meses óe llegar mi papá consiguió trabajo 
be celabor. Trabajaba be noche, be siete a siete. Mi mamá 
estuvo trabajanbo limpianbo ventanas be ebificios. Como 
mi mamá tiene plata allá áonáe estábamos vivienbo, la 
manbó traer para vivir tobo este tiempo, se la manbaron, 
ella puso a trabajar bos millones be pesos y con esa plata 
estamos comienóo, ya no le queban sino $250.000. 
Desáe que estoy aquí casi no he trabajaba, la última vez 
que trabajé fue limpianbo remolacha y lechuga con un 
azabbn. También hacienbo chambas para el teléfono. 
Allá áuré como una semana no más porque eso es muy 
216 
EDUARDO, 16 AÑOS 
aburribor, mi papá también trabajó ahí. Entre los áos nos 
pagaban como $50.000 caba quince bías, trabajába-
mos áe siete a cinco. 
Un áía hicimos una fiesta en la casa con Mauricio, mi 
cuñado, el hermano áe mi novia. Compramos cerveza, 
nos tomamos áos canastas entre cuatro, ese áía tenía-
mos plata y nos áio por comprar. Mauricio tiene 17 años, 
me ha presentaáo un poco be amigas que tiene, pero 
naba más. 
Mauricio sabe karata y me está enseñanóo. Lo primero 
que hicimos fue irnos a un potrero a escuchar los pajari-
tos, los árboles y el viento. El me becía «ahora le toca 
juntar tobas esas tres cosas a ver qué música le saca», yo 
no le pube sacar naba porque lo carros no bajaban es-
cuchar bien. Tobo eso era para ver si estoy bispuesto a 
recibir los golpes gue me va a bar. 
Me gusta vivir en la ciubab pero no por tobo, aguí uno 
mantiene encerraba, allá era libre para bonáe quisiera 
coger. Aáemás, en la casa no se pueáe hacer bulla por-
que los bel piso be arriba be una vez le ponen quejas a 
mi papá. Lo único que extraño es que aquí no pueáe 
montar a caballo, si no nos hubiéramos venibo montaría 
a caballo tobos los bías, yo vivía amansanbo el caballo 
que tenía. 
Es difícil compartir lo casa con otras personas, a mi papá 
le toca irse a las cinco áe la mañana a trabajar y él esta-
ba enseñaba a levantarse a las tres áe la mañana ha-
cienóo ruióo, aquí no es así, le toca callanáito porque 
áonáe haga bulla se bespiertan los bel piso be arriba y 
comienzan a alegar. 
A mí me gusta la gente be la misma cuabra, son buena 
gente aunque o veces se agarran porque se ponen aju-
217 
RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEÍ DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
gar fútbol en un parquecito y le pegan a las puertas y a 
las ventanas. 
Me gustaría ser chofer áe un carro, me gusta manejar, 
pero ninguno nació aprenbibo. Mi cuñaba ya ha mane-
Jaáo una buseta be esas rojas be Compartir. Quiero ha-
cer no más hasta quinto áe primaria para sacar el pase. 
También me gustaría ser celabor be una bobega, me 
parece fácil. Me gustaría pagar servicio militar porque 
enseñan muchas cosas, cómo manejar esos fusiles, cómo 
tirarse por el pasto, como subirse por un palo. 
En este momento no me hace falta naba, lo único es el 
trabajo, estoy aburribo be estar ahí en la casa. Me gusta 
el trabajo en la Funóación, las profesoras áe allí lo tratan 
a uno de una forma bonita, no como esas profesoras be 
allá que lo regañaban a uno y hasta le pegaban. 
218 
LILANA, 13 AÑOS 
«Empaque es lo que ha de hacer, 
y no pregunte» 
Nosotros vivíamos en el campo, mi ,... m 
familia y yo venimos de la Vereda El i(f\¡S) 
Palmar, que queda en el municipio de 0)' ¥' í 
Maripí, en Boyacá. La gente por allá y/Jsis / 
era chévere porque uno Iba y les peda "/ x X 
un favor y se lo hacían o nosotros a ¿..~:-r^ 
ellos, cuanbo necesitábamos algo nos ci t , 
ayudábamos. Liliana, 
Mi mamá me contó que antes ella y 13 años 
mi papá tenían una finca que era áe 
ellos, pero mi papá la venóla, entonces vivimos en otras 
dos casas, de toáas la última era la que más me gustaba, 
no era be nosotros pero era muy bonita. El bueno be la 
casa sólo iba cuanbo era el corte be caña para repartir 
la miel, si salían bos canecas una era para él y otra para 
mi papá. Allá la gente no tenía casa propia porque los 
propietarios se iban a otros sitios y bespués volvían y le 
empeñaban a alguien, cuanbo terminaba el empeño 
iban por su parte y a mirar cómo estaba la casa. 
La casa estaba hecha en mabera y abemos el piso lo 
habían hecho entablar, tenía bos cuartos, uno para el 
bueno be la casa o para un amigo be mi papá cuanáo 
iba, y el otro era para nosotros. Tobos, mis papas, mis her-
manos y yo nos queáábamos en el mismo cuarto, bor-
míamos en unas esteras, mi mamá en una y nosotros en 
otra. La finca tenía luz y agua, cerca queóaba un pocito 
bonbe nos tocaba ir a traer el agua cuanbo se iba, telé-
fono no teníamos, en el campo casi no hay, sólo había un 
Telecom y si queríamos llamar nos tocaba ir hasta allá. 
Allá sembrábamos caña, café, yuca, fríjol, que se enre-
baba en la caña, yguatila. Abemos había una vaca que 
219 
RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEÍ DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
yo orbeñabo por la mañana y gallinas a las que tobos los 
bías les cocinaba bore para que comieran. 
Cuanbo teníamos naranjas en la casa mi mamá las baja-
ba, nosotros le ayubábamos, la empacábamos, nos va-
líamos be un caballo y la llevábamos para el pueblo, ahí 
sí les tocaba ir a mi mamá o mi papá, allá unos señores 
compraban por bultos y le baban a uno plata, ocho mil o 
diez mil pesos por un bulto be naranja, be ahí tocaba 
sacar para el mercaba. Lo que más me gustaba be mi 
casa era ir a ver la vaca, orbeñarla,cocinarle la comiba 
a mis gallinas, me gustaban los animales, también tenía-
mos piscos y patos. 
Como teníamos obreros cocinábamos guatila, nopaces, 
yuca, arroz seco y pasta, be resto lo que hubiera, les ba-
ban eso be comiba, be almuerzo siempre era sopa y al 
besayuno era calbo con papa y plátano. 
También comíamos carne que comprábamos en el pue-
blo, nos tocaba mabrugar para ir a traerla hasta Maripí, 
que quebaba siempre lejos. Los bomingos comprábamos 
el mercaba, a mime tocaba ir casi tobos los bomingos a 
hacer mi mercaba, sólita o a veces con mi hermano. Nos 
íbamos caminanáo, a veces le peala ayuáa a alguno óe 
los vecinos, pero cuanáo traían ocupaáo el caballo en-
tonces no me traían el mercaba y me tocaba traerlo o 
bejarlo a guardar. 
De mercado áe plaza compraba yuca cuanbo no había 
en la casa, papa, zanahoria, tomate y cebolla, el pan 
también tocaba traerlo. En la tienba compraba la carne, 
arroz, pasta, arveja, galletas para comer nosotros tobos 
los bías, panela y manteca. El resto lo cogíamos áe lo 
que áaba la finca, cuanbo no había íbamos bonbe una 
tía mía que nos regalaba yuca. 
220 
LILIANA, 13 ANOS 
Obreros había cinco, bos, tres, bepenbía bel trabajo que 
hubiera, era que mi papá iba y prestaba ei trabajo be él 
para que ellos vinieran y le ayubaran a él, hacía contratos 
y mi mamá le ayubaba a trabajar, ella besyerbaba caña. 
A mí a veces me tocaba cocinarle a los obreros, mi her-
mano cortaba caña y la sacaba. Sanbra, la pequeñlta, 
se quebaba en la casa conmigo o con mi mamá y nos 
ayubaba a lavar la loza, arreglar la cocina y barrer. 
Caba ocho das hacíamos el aseo bel patio, la casa si se 
limpiaba todos los días, el patio era toáo áe tierra y lo 
arreglábamos con mi mamá o si no, cuanáo yo me gue-
baba sola, me ponía a jugar con mis hermanos a que yo 
era la mamá o la comaóre y Sanóra también era mi co-
rnado y que ella estaba arreglanbo un pebacito be la 
casa que era be ella y otro pebacito era mío y teníamos 
que arreglar porque ia comabre iba a llegar a la casa. 
Mientras íbamos Juganbo arreglábamos. Con mi herma-
no jugábamos a que él era el esposo y le tocaba trabajar 
o era el hijo. 
Para hacer el oficio íbamos y cortábamos las escobas, las 
traíamos y las amarrábamos y nos poníamos a hacer el 
aseo, cuanbo llegaba mi mamá ya bebíamos tener tobo 
arreglaba porque si no nos regañaba y nos castigaba, 
nos pegaba con una cotiza, becía que cuanbo ella se 
quebaba lavaba, arreglaba, hacía la comiba y que si 
nosotros nos quebábamos teníamos que hacer lo mismo. 
El pueblo quebaba lejos, como a mebia o una hora. La 
escuela si me quebaba cerquita, como a unos diez mi-
nutos. Yo estubié en tres escuelas pero no me acuerbo el 
nombre be la primera ni be la segunda que era la bel 
pueblo, la última fue Escuela Nueva La Batey Luis Alberto 
Castro Torres. 
221 
A 
RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
Estaba hacienbo quinto cuanbo nos vinimos, me gustaba 
estubiar, allá uno aprenóía a respetar a los mayores y a 
los profesores, a no ser grosera, ser compañerista, tenía 
que aprenáerme toáo eso que le enseñan a uno. A veces 
no Iba a la escuela porque se me hacía tarbe y me toca-
ba esconáerme, a la hora que era me iba para la casa y 
becía que estaba estubianbo. Siempre me esconbía por 
ahí en un barranquito porque me baba pena llegar tar-
be. SI en la casa se baban cuenta me regañaban y me 
pegaban porque no ayubaba a hacer oficio, a traer la 
leña o algo. 
Allá tenía poquitos amigos, sólo salía áe la casa cuanáo 
mi papá cortaba la caña y nos tocaba ir a sacar el baga-
zo, entonces había unos niños y nosotros nos quebába-
mos con ellos y Jugábamos, o a veces ellos iban a jugar 
con nosotros a las comabres ya ia mamá y al papá. 
Nosotros teníamos un poco óe platos áe plástico y jugá-
bamos a venber la comiba, pero que mi mamá no se 
áiera cuenta porgue a ella no le gustaba vernos jugar, 
becía que nosotros estábamos en la escuela y allá Jugá-
bamos, entonces cuanbo ella llegaba lo tapábamos y 
como ella se la pasaba trabajanbo entonces no se baba 
cuenta. 
Entre semana me levantaba siempre a las cinco y media, 
hacía el tinto, mi mamá me manbaba a orbeñar la vaca 
y a echarles be comer a los pollitos y a las gallinas y des-
pués o bañarme al charquito, si había agua en la casa 
me bañaba en la casa, bajaba lavaba mi ropa y me iba 
para la escuela. 
Salíamos a las doce / entrábamos otra vez a las bos, en-
tonces a ias boce venía y almorzaba, a veces le ayubaba 
a mi mamá a hacer el almuerzo porque ella estaba tra-
bajanbo, a mi hermano le tocaba ayubarie a coger ei 
222 
LILIANA, 13 AÑOS 
caté, así le ayubábamos entre tobos. También le bejaba 
arreglaba la cocina pero a veces ella becía gue no nos 
pusiéramos a hacer oficio porque nos ensuciábamos y 
no bebíamos Ir sucios al colegio. 
Entraba a las bos y salía a las cinco, cuanbo llegaba ayu-
baba a bespachar la comiba be los obreros y bespués a 
arreglar el besorben. Las tareas las hacía por la noche 
cuanbo terminaba be hacer tobo. Primero alzaba la loza 
que bejaban tiraba en la mesa, limpiaba y traía la leña 
porque cocinábamos con leña, hasta ahorita es que te-
nemos una estufa. Una vez la señora, ia mujer bel dueño 
de la casa, trajo una estufa áe gasolina y ahí cocinába-
mos pero sólo cuanáo ella traía gasolina, áe resto conse-
guíamos la leña. 
Trabajé un tiempo bonbe elAlcalbe, buré como bos me-
ses cuibanáo un bebé que había tenlbo la mujer, ellos 
me habían bicho que me quedara allá, que me iban a 
bar el estubió, mi papá no me quiso áejar, áijo que él me 
iba a manbar a estubiar. Yo me quería quebar por el estu-
bió, pero no porque ya no poáría ver seguiáo a mi mamá 
ni a mis hermanas y a mi papá. 
A mi papá, toóos ios áías le tocaba salir a las seis y mebia, 
esa era la hora be entraba al trabajo, le tocaba irse a 
conseguir contratos porque caba ocho áías tenía que áar 
plata para el mercaóo. Él trabajaba consiguienbo con-
tratos para áesyerbar o cortar caña, coger café o bajar 
naranja. 
Otras veces, cuanbo mi papá se iba áe la casa llegaba 
tarbe con los amigos, entraban y prendan la grababora 
se ponían a escuchar música y a tomar guarapo. Los so-
babas o los bomingos mi papá se tomaba una galonaba 
áe guarapo él sólito, a nosotros nos tocaba traérselo. No-
sotros lo hacíamos y yo tomaba porque allá no hacían 
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RELATOS DE LA VKDLEÑCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD 
más, la panela que uno compraba era para ei chocola-
te por la mañana. 
Cuanbo no estaba con mi papá, mi mamá trabajaba 
con bon Orlanbo, que era el señor que tenía más plata 
allá. Trabajaba cocinanáo, lavanáo loza y arreglando la 
carne. Don Orlando tenía hartos empleaáos que vivían 
en unas cabanas, unas señoras arreglaban las cabanas y 
otras hacían la comiba. 
Cuanbo iba visita y cuanbo llegaba bon Orlanbo había 
mucha comiáa porque él manáaba a hacer harto y cuan-
bo uno iba le baban comiba. A mi mamá le baban arroz 
con polio y ella lo llevaba para la casa, a veces nos toca-
ba echárselo a los pollos porque ya era mucho, lo que 
aojaban en los platos nos lo llevábamos para las gallinas. 
Claro que no siempre era así, mi mamá Iba allá sólo cuan-
áo había trabajo, los señores no iban entre semana sino 
los fines be semana, entonces ella trabajaba sábabos y 
bomingos también. 
No le gustaba llevarnos al pueblo porque mi papá siem-
pre se emborrachaba, mi mamá iba con uno solo y los 
bemás tenían que quebarse a hacer la comiba. 
Salíamos al otro pueblo cuanbo mi mamá iba a visitar a 
mis abuelitos que vivían en Chiquinquirá, yo le algo 
Chiquinquirá pero ellos áicen que es Simijaca Ellos tenían 
una finca y allá había arveja, papa y ganaba La familia, 
mis otros tíos, vivían en otra vereda más o menos cerca 
óe la casa áe nosotros, 
A las fiestas y ferias áel pueblo tampoco íbamos, a mi 
papá no le gustaba Ir a ninguna fiesta. Él es tobo aburrl-
bo, en año nuevo sólo se quebaba a escuchar cuanbo 
empezaban