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Katz y Kosacoff (1998) Aprendizaje tecnológico, desarrollo institucional y la microeconomía de la sustitución de importaciones

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Katz y Kosacoff (1998) – Aprendizaje tecnológico, desarrollo institucional y la microeconomía de la sustitución de importaciones
Los países de América Latina emergen de la Segunda Guerra Mundial fuertemente aislados del contexto internacional. Muchos de ellos están regidos en ese entonces por gobiernos militares de alto contenido nacionalista, para los que el “clima” de la Guerra Fría y los atractivos de la planificación se traducían en el otorgamiento de alta prioridad a los sectores de la defensa y a las denominadas “industrias pesadas”. El sesgo también era en favor del monopolio estatal de muchas de estas actividades productivas.
En América Latina estos son años de fuerte desabastecimiento en los mercados de durables de consumidores, de insumos energéticos y de bienes de capital. Pero son años en los que diversas economías de la región comienzan a crecer relativamente rápido. En algunos casos esto ocurre por ayuda externa brindada por los países desarrollados; en otros casos, es la inversión extranjera directa la que moviliza la producción industrial; en otros, la dinamización del aparato manufacturero ocurre merced a la presencia de grandes saldos acumulados de reservas internacionales. Argentina constituye el ejemplo prototípico de esta situación.
La “protección natural” que resulta del período bélico, la protección arancelaria (o, en muchos casos, la prohibición lisa y llana de importación), la disponibilidad de crédito subsidiado, etcétera, inducen a numerosos empresarios de Argentina, Brasil, México, Chile o Colombia a iniciar la producción local de durables de consumo y equipos de capital de baja complejidad copiando diseños de ingeniería una o hasta dos décadas rezagados con respecto al estado del arte internacional.
Las políticas sustitutivas fueron muchas veces pensadas como “transitorias”. Constituían una respuesta acotada a los cambios que internacionalmente venían ocurriendo tras la ruptura del multilateralismo y la convertibilidad prototípicas de los años del régimen del patrón oro.
Dos grandes actores del escenario industrial del mundo sustitutivo emergen y se consolidan en ese entonces: por un lado, las grandes empresas públicas y, por otro, las PyMEs de capital nacional. También crece un segmento de grandes firmas de capital local, relacionadas con la explotación de recursos naturales. Un cuarto actor de importancia – las subsidiarias locales de empresas transnacionales – irrumpe en la escena productiva latinoamericana sobre el final de los años ’50 en Argentina y Brasil. Esta incorporación de América Latina al proceso de internacionalización de la producción de las empresas transnacionales era acorde con la existencia prevaleciente de modelos de producción “fordistas”, difundidos a partir de la radicación de “multiplantas” en las economías protegidas por altas tarifas arancelarias.
Sobre el modelo sustitutivo, es poco lo que se ha avanzado en la comprensión de su microeconomía. A partir de innovaciones “mayores” generadas décadas antes en las sociedades más industrializadas, la profundización de la industrialización se daba generalmente vía la incorporación a través de la “copia” de esas tecnologías, por lo que se requería poseer conocimientos y, más aún, generar conocimientos adicionales para su adaptación a un modelo de organización industrial que iba a resultar muy distinto en comparación con el de las sociedades más avanzadas. 
Aspectos de estructura y comportamiento micro
Tamaño de las plantas industriales: por lo general, éstas eran no mayores a un 10% del tamaño “prototípico” de las de un país desarrollado, produciendo bienes relativamente semejantes.
Los lay-out de fábrica y la organización del trabajo fabril eran mucho menos sofisticados, más artesanales, no sólo por adaptación a distintos precios relativos de factores sino, primordialmente, por la falta de información, equipos y conocimientos organizacionales más adecuados. El grado de integración vertical de los establecimientos industriales era sumamente elevado ante la inmadurez del tejido productivo local y la ausencia de proveedores independientes de partes.
Este conjunto de condiciones iniciales genera múltiples señales físicas y económicas que inducen a numerosos empresarios locales a realizar esfuerzos tecnológicos domésticos destinados a mejorar diseños de producto, procesos de fabricación y formas de organización del trabajo fabril. Obviamente las mejoras potenciales de productividad alcanzables a través de tales esfuerzos eran significativas dado el alto grado de ineficiencia operativa inicial.
Numerosas compañías reaccionaron a estas señales creando departamentos de asistencia técnica de planta, de ingeniería de procesos, de organización y planeamiento de la producción, cuyo propósito fundamental era el de generar unidades incrementales de conocimientos tecnológicos sobre la base de las cuales mejorar el diseño del producto, los procesos productivos, la organización del trabajo, los lay-out de ingeniería, las técnicas de control de calidad, etc.
La resolución de los “cuellos de botella” y las mejoras de calidad hicieron posible comenzar a pensar en mercados externos. También es cierto que la salida hacia el exterior fue muchas veces impulsada tanto por incentivos de política pública como por caídas cíclicas de la demanda interna que ocurren ante la recurrencia de los ciclos macroeconómicos de stop-and- go propios de economías sumamente afectadas por el ciclo de financiamiento externo.
El modelo de comportamiento microeconómico permite comprender como se va produciendo la acumulación de capacidades tecnológicas al interior de la firma y su gradual impacto sobre la productividad fabril, así como sobre el grado de sofisticación organizacional y tecnológica de la firma a medida que pasa el tiempo. También permite describir cómo, a consecuencia de ello, van cambiando de manera dinámica las ventajas comparativas de la firma y sus posibilidades de inserción competitiva internacional.
Hay muy distintos cuadros institucionales, marcos regulatorios y patrones de interdependencia entre los agentes económicos individuales condicionando las estrategias de cada una de ellas, el tipo de esfuerzos tecnológicos encarados en planta, y los impactos que estos últimos tienen sobre la productividad, las ventajas comparativas dinámicas y el empleo.
Aquí encontramos el distinto basamento microeconómico que subyace bajo la conducta diferencial de productores asiáticos y latinoamericanos que, partiendo de situaciones más o menos similares, fueron progresando a lo largo de un sendero evolutivo más ágil y exitoso que el alcanzado por las firmas locales. Una mayor tasa de ahorro e inversión, la distinta presión competitiva del entorno local, una mayor y más coercitiva política gubernamental forzando a la firma a volcarse hacia el exterior, un escenario sistémico de rápido mejoramiento de los recursos humanos calificados y de la infraestructura tecnológica general de la sociedad a partir del gasto público, etc, parecerían proveer distintas – y complementarias – explicaciones de lo ocurrido en ambas regiones.

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