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POLÍTICAS MACROECONÓMICAS EN ECONOMÍAS ABIERTAS Parte I Mario Damill1 CEDES Buenos Aires, agosto de 2004, revisado en octubre de 2008. 1 Agradezco la colaboración y los comentarios de Laura Goldberg, Martín Rapetti, Eleonora Tubio, Martín Fiszbein, Federico Pastrana, Emiliano Libman y Mara Pedrazzoli, así como los recibidos de muchos estudiantes de los cursos de Macroeconomía I de la UBA. INDICE Capítulo 1. Introducción........................................................................................................................................ 2 Capítulo 2. Una economía abierta pero financieramente aislada: desde los acuerdos de Bretton Woods hasta mediados de los años setenta................................................................................................................................. 8 Determinación del producto: el equilibrio interno o de "ingreso-gasto"...................................................... 8 El tipo de cambio ................................................................................................................................... 10 El tipo de cambio y las cuentas nacionales ............................................................................................ 15 La determinación del nivel del producto................................................................................................ 18 Determinación del equilibrio interno ..................................................................................................... 26 La solución analítica .............................................................................................................................. 29 La política fiscal..................................................................................................................................... 31 El equilibrio externo .................................................................................................................................. 31 Conflicto entre equilibrio interno y externo y política económica............................................................. 34 El ajuste del balance de pagos ................................................................................................................... 36 Tipo de cambio, regímenes cambiarios, devaluación ................................................................................ 37 Algunas digresiones ............................................................................................................................... 41 El régimen de tipo de cambio fijo e intervención cambiaria.................................................................. 46 Otros regímenes cambiarios................................................................................................................... 50 Los efectos de una devaluación ............................................................................................................. 51 El efecto de la devaluación sobre la demanda agregada ........................................................................ 53 Los programas de ajuste tradicional del Fondo Monetario Internacional .................................................. 57 La dinámica de marchas y contramarchas (o "stop-go")........................................................................ 58 Los estructuralistas y el ajuste del balance de pagos en el largo plazo ...................................................... 66 2 POLÍTICAS MACROECONÓMICAS EN ECONOMÍAS ABIERTAS Capítulo 1. Introducción. ¿Por qué hablamos, para comenzar, de políticas macroeconómicas en economías abiertas? La calificación suena innecesaria ya que, en sentido estricto, ninguna economía de la que tengamos noticia es cerrada: bienes, capitales y personas cruzan las fronteras nacionales y, fuera de algunos períodos excepcionales, han tendido a hacerlo con intensidad creciente, en especial durante los últimos siglos. La única excepción es el planeta en su conjunto, al que sí podemos considerar como un sistema económico cerrado. Esto significa que quienes participan en él no realizan transacciones de importancia con residentes en el exterior, por ahora! Sin embargo, las políticas económicas están aún muy condicionadas por las fronteras políticas, puesto que si bien se aplican sobre sistemas relativamente abiertos, se definen en gran medida en instituciones de carácter nacional. Durante mucho tiempo, prácticamente desde la gran depresión de los años treinta, cuando se origina la macroeconomía como campo específico dentro de la disciplina, hasta los años sesenta, buena parte de la discusión relativa a las políticas macroeconómicas se hacía razonando acerca del comportamiento de un sistema cerrado. Esto se debía en parte a que tanto el comercio mundial cuanto los flujos internacionales de capitales colapsaron con aquel ya lejano episodio traumático, y su restablecimiento fue relativamente lento. En economías de gran tamaño, en especial en los Estados Unidos (que se convertiría en el centro de mayor influencia en la generación de ideas y políticas en macroeconomía, y el origen de casi todos los manuales de gran difusión sobre estos temas), las transacciones internacionales (sobre todo los movimientos de capitales) pasaron a tener un papel menor en la determinación del crecimiento, el empleo y la inflación, y eso no podía sino reflejarse también en los textos de macroeconomía. Desde fines de los años cincuenta ese panorama cambió, y con la intensificación de los intercambios (y de los movimientos de capitales en particular) entre distintas economías, se hizo imprescindible repensar el diseño y los efectos de las políticas macroeconómicas, puesto que éstos no son generalmente iguales en una economía abierta que en una relativamente cerrada. Por otra parte, los grados de apertura de 3 distintas economías son también disímiles, y el de una misma economía varía según qué aspecto se examine: la circulación de bienes, de capitales o de trabajo, por ejemplo. Estas diferencias tienen consecuencias relevantes y se modifican a lo largo del tiempo. La gran mayoría de los países participa actualmente en una densa y creciente red mundial de intercambios, aunque algunas áreas geográficas se han mantenido relativamente aisladas de los flujos internacionales de comercio y de capitales, como sucede aún con algunas regiones del África, por ejemplo. La población del globo se vincula así a través de múltiples canales económicos. Muchos problemas como los asociados con el endeudamiento externo, el “riesgo país”, las relaciones con el Fondo Monetario Internacional, la competitividad y las fluctuaciones en los movimientos de capitales financieros entre naciones son materia de preocupación cotidiana de todos nosotros y ocupan buena parte del espacio en los medios de prensa. Durante un viaje en taxi el conductor nos habla con inquietud acerca de lo que sucede con el tipo de cambio en un país vecino o, a veces, en otro muy lejano; o quizás del precio de la soja en los mercados internacionales, o del precio de algún otro producto importante en nuestra pauta de exportaciones. Sabemos que esos asuntos pueden ser relevantes para nuestro bienestar y para el de toda la población. En ocasiones, muy relevantes. Volvemos a nuestra pregunta inicial: ¿Por qué destacar entonces que se va a tratar aquí de economías abiertas? Lo hacemos para tener bien presente, desde el inicio, un aspecto muy importante de la interdependencia de las sociedades humanas: en el mundo que fue tomando cuerpo en el último tercio del siglo XX, la eficacia y la viabilidad de las políticas macroeconómicas nacionales dependen palpablemente del impacto que ellas puedan tener sobre los intercambios que tienen lugar entre el espacio económico interno yel externo. En otras palabras, los efectos internos de las políticas están condicionados hoy en día, más que en el pasado, por sus propias consecuencias sobre las relaciones entre la economía nacional que las lleva adelante y su contexto externo, sus socios comerciales, el mundo en general. Todos hemos oído o leído muchas veces referencias al hecho de que las economías se han tornado, con el tiempo, más interdependientes. Así lo revelan las tendencias a la expansión de los flujos comerciales, de los movimientos financieros y de las inversiones directas a través de las fronteras nacionales. Estas transformaciones han sido y son impulsadas por importantes cambios institucionales y tecnológicos. Entre los de naturaleza institucional se incluyen, por ejemplo, los acuerdos internacionales de comercio y los procesos de liberalización de las relaciones financieras (tanto internas cuanto con el exterior) en un grupo creciente de países. 4 Esta liberalización, que ha sido muy intensa desde comienzos de los años setenta, entraña la supresión de regulaciones preexistentes (a las tasas de interés, por ejemplo) y la eliminación de restricciones y controles a las transacciones comerciales y a los movimientos de capital. Los cambios tecnológicos comprenden extraordinarios avances en materia de comunicaciones y transportes, que redujeron fuertemente los costos en esos ámbitos de actividad y acortaron distancias. Entre otros muchos aspectos, cuentan también los importantes progresos de la tecnología de procesamiento de la información. Por estas razones, entre otras, en el mundo de hoy es imposible pensar en el diseño y el impacto de las políticas económicas nacionales sin tomar cuidadosamente en cuenta sus condicionantes externos y sus efectos sobre las relaciones económicas internacionales de los países. En notas anteriores nos hemos referido a aspectos del funcionamiento de una economía cerrada. Ahora debemos ampliar el conjunto de aspectos a considerar en la escena macroeconómica de la que pretendemos ocuparnos, incluyendo distintos elementos que aparecen al tratar de las transacciones con el exterior. La perspectiva que estamos planteando nos lleva, en resumen, a examinar el amplio campo de las políticas macroeconómicas nacionales tomando especial cuidado de entenderlas en sus múltiples interacciones con el resto del mundo. Ese es uno de los ejes en torno a los que se estructurarán los desarrollos analíticos que plantearemos en este capítulo y en los siguientes. Un segundo eje será éste: nos preocuparemos por vincular la presentación de los instrumentos y recursos analíticos con el examen de algunos problemas concretos y relevantes de política económica del presente, y también de etapas históricas precedentes. Lo hacemos así porque entendemos que el estudio de la historia económica y de las instituciones es esencial para una mejor comprensión de las circunstancias en las que nos desenvolvemos hoy. Sin embargo, como nuestro tema aquí no es la historia sino la macroeconomía y las políticas macroeconómicas, seguiremos este camino de conexión entre la historia y la teoría de un modo muy “estilizado” y sólo hasta donde nos sea útil para ilustrar la pertinencia y relevancia de las herramientas de análisis macroeconómico. El estudiante interesado en la historia (y tratándose de estudiantes de economía, sería bueno que se tratara de todos ellos…) encontrará seguramente útil, al abordar ese campo, contar con elementos analíticos provenientes de la teoría económica, que, esperamos, ayudarán a comprender los fenómenos. John Hicks, que entre otros numerosos aportes fue uno de los fundadores 5 de la macroeconomía, dice en la Introducción a su libro “Valor y capital”, en relación con el vínculo entre el análisis económico, la historia y las instituciones: “Es ésta una obra de economía teórica, considerada como el análisis lógico de un sistema económico donde rige la iniciativa privada y en donde no se hace referencia alguna a controles institucionales. Creo que esta limitación es muy censurable, pues considero que el análisis lógico puro del capitalismo es una labor por sí misma, mientras que el examen de las instituciones económicas se realiza mejor por otros métodos, tales como los que emplean los historiadores de la economía (aún cuando las instituciones sean contemporáneas). La economía sólo comienza a acercarse al final de su jornada cuando se han realizado ambas tareas; pero existe una línea fronteriza clara entre ellas y será mejor que la respetemos.” “Debe comprenderse, sin duda, que el precio de esta austeridad es que el economista exclusivamente teórico es incapaz de decir si alguna de las oportunidades o peligros que diagnostica se dan o no en el mundo real en un determinado momento. Necesita dejar este punto para una investigación distinta. Pero cuando menos habrá ayudado a ese otro investigador al mostrarle algunas de las cosas que debe buscar”.2 Al vincular la exposición de los instrumentos analíticos básicos de la macroeconomía con el análisis histórico de la economía y de las políticas económicas procuraremos lograr un mejor entendimiento de ambos campos: de la historia económica de nuestro país, de la región latinoamericana y de otros casos que puedan proporcionarnos lecciones útiles, por un lado, pero también de las teorías y su utilidad práctica, por otro. Ilustraremos estos criterios con un ejemplo. Es posible pensar en una economía abierta que, sin embargo, sólo comercia con el resto del mundo; es decir, que no recibe (ni origina) flujos de capitales (y en consecuencia no tiene deuda externa, entre otros rasgos). Eso puede considerarse una mera simplificación, que deja fuera de la discusión un conjunto de problemas a fin de comenzar con un tratamiento sencillo, pero preferimos pensarlo de otro modo. Ya hemos indicado que las economías latinoamericanas estuvieron de hecho aisladas en el plano financiero desde la gran depresión hasta mediados de los años setenta, aproximadamente. En ese extenso 2Hicks, John R., Valor y capital, Fondo de Cultura Económica, México, 1945, páginas xxii y xxiii. 6 lapso no tuvieron acceso significativo a los mercados de fondos privados, y el limitado crédito internacional disponible para ellas provenía casi exclusivamente de fuentes oficiales o de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. En ese contexto de financiamiento externo escaso, todas estas economías mantenían prohibiciones y restricciones severas a las salidas de divisas, en especial a las originadas en movimientos financieros. Es decir, mantenían “controles de cambios” o, en otros términos, controles y restricciones a las operaciones con moneda extranjera . Por todo esto, el supuesto de economía financieramente cerrada o aislada (que “sólo comercia” con el resto del mundo) se adapta razonablemente bien a esa etapa, y puede ayudarnos a entender mejor algunos de los dilemas centrales de política económica de aquel período. Tales dilemas, como se verá, no son únicamente de interés histórico sino que arrojan también alguna luz sobre el presente. Adoptado este enfoque, las secciones que siguen estarán destinadas a plantear un conjunto de modelos macroeconómicos básicos para el análisis de la política económica en economías abiertas, aplicándolos simultáneamente al estudio de episodios concretos de la historia económica argentina o también a experiencias de otras naciones. Además de ciertas diferencias analíticas que irán apareciendo a medida que avancemos, el tratamiento que propondremos aquí difiere también del que siguen otros textos usuales como “Macroeconomía” de Olivier Blanchard3, en el hecho de que los temas se irán introduciendo paso a paso, comenzando, en el capítulo siguiente con una discusión muy simplificada,centrada en el mercado de bienes. Examinaremos allí, para comenzar, la determinación del producto interno y del resultado del balance de pagos en una economía que sólo comercia con el resto del mundo, y estudiaremos también los efectos de las políticas fiscal y cambiaria en ese marco. En el texto ya citado de O.Blanchard, en cambio, se introducen, en el capítulo inicial de la sección destinada a la Macroeconomía de Economías Abiertas, todos los temas más o menos al unísono, incluyendo los flujos comerciales, el papel de los tipos de cambio, los movimientos de capitales y el papel de las tasas de interés. Es decir, las cuestiones “reales” y las monetarias y financieras se presentan simultáneamente. Ese procedimiento tiene algunas ventajas, en especial porque permite una visión de la escena en su conjunto desde un inicio, pero a nuestro juicio puede hacer más dificultosa la comprensión de algunos temas y, sobre todo, deja de lado la oportunidad 7 de discutir algunas cuestiones muy interesantes de política económica que pueden presentarse cuando una economía no tiene acceso al crédito externo, según trataremos de mostrar. Así, en el capítulo 2 se utilizará el esquema analítico sencillo inicial para describir la dinámica de “marchas y contramarchas” (stop-go) de la economía argentina en la larga etapa transcurrida entre la gran depresión y mediados de los años setenta. Más adelante, en el capítulo 3 de esta sección, completaremos la revisión “histórica” de la teoría incorporando nuevamente, en primer lugar, los mercados financieros y la política monetaria (es decir, “el lado LM” del modelo macroeconómico básico en torno al cual se estructura buena parte de estas notas), y luego los flujos internacionales de capitales. Se examinará también cómo varía la forma de operación y la eficacia de las políticas fiscal y monetaria con tipos de cambio fijos y flexibles. En el capítulo 3 se discutirán, asimismo, retomando la perspectiva histórica, los principales mecanismos macroeconómicos que contribuyen a explicar la generación de un fuerte endeudamiento externo de la Argentina en el período 1978-82, algunos de los cuáles son también pertinentes para la fase de nuevo endeudamiento que el país atravesó entre 1991 y 2001, antes de la profunda crisis de 2001-2002 que puso fin al régimen de convertibilidad. 3 Por ejemplo en: Blanchard, Olivier, Macroeconomics, 5th Edition, Pearson Prentice-Hall, N.Jersey, 2008. 8 Capítulo 2. Una economía abierta al comercio pero financieramente aislada. Determinación del producto: el equilibrio interno o de "ingreso-gasto" A continuación planteamos, como punto de partida de esta sección, la argumentación más sencilla destinada a explicar la forma de determinación del nivel del producto agregado de una economía de mercado en un contexto muy simplificado. En sus lineamientos básicos, esta argumentación ya ha sido presentada en el capítulo destinado al estudio de la determinación del nivel de actividad en una economía cerrada, donde la identificamos con la designación habitual de modelo keynesiano simple (MKS). Pero aquí la reformularemos incorporando algunas transacciones que los agentes que residen en cierto espacio nacional realizan con el resto del mundo, es decir, con no residentes. Hemos optado por pagar el costo de reiterar ciertas argumentaciones ya presentadas en la exposición del MKS de economía cerrada, a los efectos de que esta sección pueda leerse con relativa autonomía. Como sucede con casi todo modelo macroeconómico, el punto de partida del MKS es una relación contable (en argumentaciones más complejas serán eventualmente varias). En este caso, partiremos de la identidad básica de las cuentas nacionales: (1.1) .QXGICY −+++≡ Como viéramos en el capítulo destinado a la descripción de ese sistema de cuentas y del marco macroeconómico de consistencia, esta identidad nos dice que el ingreso (o el producto) total generado en la economía (Y) es idénticamente igual a la suma del consumo privado (C), la inversión bruta interna (I), el gasto del gobierno en bienes y servicios (G) y las exportaciones (X), menos las importaciones (Q). Como es práctica corriente en el análisis macroeconómico, emplearemos aquí también los conceptos de producto e ingreso como sinónimos, ambos simbolizados con la letra Y. Recordemos además que todas las variables que estamos considerando deben referirse a cierto período. En la ecuación (1.1) podríamos haber calificado a cada una de ellas con un subíndice que indicara el lapso al que se refiere (un año o trimestre determinado, por ejemplo, el que obviamente debe ser común a todas). Por simplicidad omitiremos los subíndices temporales en este texto, excepto cuando la indicación 9 explícita de los períodos resulte indispensable. Otra cuestión importante es que las variables de la ecuación (1.1) pueden medirse a precios corrientes o bien a precios constantes. Uno de los supuestos usuales en el MKS es el de exogeneidad del nivel de precios (P). De modo que podemos escribir: ,0PP = donde el subíndice “0” indica, como sabemos, que el valor de esa variable está determinado “fuera del modelo”. Es decir que para nosotros es un dato, y asumimos que no se modifica en el período de análisis, al menos por el momento. En otros términos, la argumentación que desarrollaremos a continuación asume “precios nominales dados”. Asumiremos, asimismo, que las variables de la ecuación (1.1) están medidas a precios constantes. Es decir, nos ocuparemos del consumo en términos reales, de la inversión en términos reales, y así con las otras variables. La argumentación procurará entonces mostrar cómo se determina el nivel del producto real en una economía de mercado sencilla y abierta en la que el nivel de precios no varía. Otros supuestos subyacentes se irán revelando más adelante. Antes de seguir con la formulación del modelo puede ser útil recordar algunas definiciones que representan variantes de la identidad contable básica (1.1). La suma (C+I+G) suele designarse como “absorción interna”. Corresponde al gasto agregado de los residentes, y lo designaremos con la letra A. Por otro lado, en una primera aproximación (a la que enseguida tendremos que hacer algunos ajustes), la cuenta (X-Q) corresponde a lo que se conoce como balance comercial (BC). Por lo tanto, la identidad básica (1.1) también puede escribirse así: .BCAY +≡ O bien, naturalmente, así: .BCAY ≡− De manera que si, por ejemplo, BC fuese menor que cero (es decir, si hubiese déficit en el balance de comercio del país con el resto del mundo), está claro que necesariamente debe cumplirse que la absorción supere al ingreso generado en la 10 economía. Es común que la identidad sea presentada de este modo, y también que se diga que si hay déficit comercial entonces es porque A es mayor que Y, es decir, los residentes están gastando más que su ingreso. Sin embargo, esa lectura involucra causalidad (el lado izquierdo de la última expresión “explica” lo que se observa en el lado derecho), y esa no es una lectura válida de una identidad contable. Una identidad no puede leerse causalmente, sus dos términos son equivalentes. Otra forma muy habitual de presentar la identidad que nos ocupa es: ,XGICQY +++≡+ donde la suma (Y+Q) se designa como “oferta global” y el lado derecho como “demanda global”. El tipo de cambio Tenemos que comenzar a considerar ahora un aspecto que no aparecía en los análisis de economía cerrada de notas anteriores. Además del hecho obvio de que en la expresión (1.1) tenemos dos nuevas variables, las exportaciones y las importaciones, hay que tomar en cuenta que esas transacciones, que involucran tambiéna agentes del resto del mundo, suelen realizarse en moneda extranjera, sobre todo cuando se trata de economías cuya divisa no es un medio de pago internacional corrientemente aceptado. De modo que va a aparecer en escena una nueva variable de importancia crucial: el tipo (o la tasa) de cambio. Para comenzar, designaremos con la letra E al tipo de cambio nominal. Se trata de la tasa a la cual se intercambian dos monedas. Trabajando siempre en un plano agregado, asumiremos que el resto del mundo opera con una divisa que llamamos dólar, mientras que la de nuestra economía es el peso. El valor de “E” indica entonces cuántos pesos son necesarios para comprar un dólar. En la práctica habrá una multiplicidad de tipos de cambio nominales relevantes (peso/dólar, peso/euro, peso/real, peso/yen, etc.), circunstancia a la que no prestaremos atención por el momento. Otra noción del tipo de cambio de gran importancia es la de tipo de cambio real (ER), al que se define como: ,. P PEER f = 11 donde Pf es el nivel general de precios del resto del mundo. De manera que en esa relación estamos comparando los precios de las mercancías extranjeras (los que expresamos en nuestra moneda, al multiplicarlos por el tipo de cambio, en el numerador) con los precios internos, P, que aparecen en el denominador. En una primera aproximación, entonces, ER es una relación entre los precios agregados externos e internos. Así definido, el tipo de cambio real sube si lo hace E, dada la relación de precios, o bien si se incrementa el cociente (Pf/P), dado el tipo de cambio nominal. 12 Sobre el tipo de cambio real y las unidades de medida Es muy útil pensar en qué unidades se mide el tipo de cambio real. Para ello, desplegamos la siguiente expresión: ( ) ../.$ )./$.).($/.$( Ydeun YdeuSUzSUhER f = Puede parecer una fórmula engorrosa, pero una breve exploración mostrará que no lo es tanto. Tome en cuenta que los tres términos incluidos entre paréntesis en esta ecuación se corresponden con las tres variables consideradas más arriba en la definición del tipo de cambio real. Pero aquí hemos reemplazado la paridad nominal E por la expresión (h.$/U$S), que indica que esa variable es igual a una cierta cantidad “h” de pesos por dólar. El segundo paréntesis del numerador despliega el contenido de la variable Pf y es un poco más oscuro. Considere que Pf es el precio medio de las mercancías extranjeras. Llamamos Yf a esas mercancías (es decir, al producto generado por el resto del mundo). El nivel de precios extranjeros es igual a la expresión (z.U$S/u.de Yf), es decir, es una cantidad “z” de dólares “por unidad de mercancía extranjera”, que es lo que significa la expresión “u.de Yf”. (La respuesta espontánea frente a la pregunta acerca de “en qué unidades se mide Pf” suele ser que “se mide en dólares”. Pero los precios también son tasas de cambio, entre unidades monetarias y cantidades de mercancías; el precio de las manzanas se mide en pesos por kilo, o por tonelada). Todo esto habrá aclarado ya el significado del denominador. Allí reemplazamos a la variable “P”, los precios internos, por la expresión (n.$/u.de Y). De modo que el nivel de precios internos (o “el precio interno medio”) es una cierta cantidad de pesos (n pesos) por unidad de Y, es decir, por unidad de nuestro producto. En esa ecuación pueden efectuarse simplificaciones. Los signos $ y U$S aparecen, cada uno de ellos, dos veces, pero una vez multiplicando y la otra dividiendo, de manera que podemos eliminarlos. Además, (u.de Y), que aparece en el denominador pero dividiendo, pasaría al numerador, y lo contrario sucede con (u.de Yf). La ecuación simplificada resultante es la siguiente: . )..( )..(. fYdeun YdeuzhER = Como se ve, han desaparecido de allí todas las unidades monetarias. Eso quiere decir que ER es una medida “real”, cosa que ya sabíamos. ¿Qué nos indica el cociente? Indica cuántas unidades de Y son necesarias para adquirir una unidad de Yf. En esa notación, se necesitan (h.z/n) unidades de Y para adquirir una unidad de mercancía extranjera. En síntesis, el tipo de cambio real es, al igual que cualquier precio relativo, una tasa de cambio entre mercancías. Si el tipo de cambio real fuese “más alto” hoy que ayer, sabríamos que ahora hace falta más mercancía producida internamente para comprar la misma cantidad de mercancía internacional. O, lo que es lo mismo: una unidad de mercancía internacional “compra” más mercancía interna. En otras palabras, las mercancías internas se abaratan en comparación con las producidas por el resto del mundo cuando el tipo de cambio real sube. Se trata de dos formas de decir lo mismo. También podemos decir que la economía nacional se torna más competitiva, ceteris paribus, a un tipo de cambio real más alto. Es pertinente introducir aquí una nota aclaratoria. En la práctica, los precios P y Pf los medimos mediante índices, que no tienen unidades. Y cuando hablamos del tipo de cambio real también lidiamos con índices. En este recuadro hemos pretendido indagar “en el fondo” de la noción de tipo de cambio real, pero cuando se trata de medir, en la práctica, las cosas son entonces algo más complicadas. La observación de cómo evolucionan los índices de tipo de cambio real nos sirve para determinar si las mercancías nacionales se están encareciendo en relación con las extranjeras, o si sucede lo contrario. Pero no nos permite hacer comparaciones estáticas tan precisas como la que sugeríamos arriba, en valor absoluto (“cuántas unidades de mercancía nacional se requieren para comprar una unidad de mercancía extranjera”). Además de que la propia noción de “unidades de producto” agregado es también más comprensible en abstracto que traducible a términos empíricos concretos. 13 La definición que hemos dado al tipo de cambio real es la que se utiliza corrientemente, y transmite su contenido claramente. Puesto que refleja la relación entre el precio de las mercancías extranjeras y las que nosotros producimos, es inmediato suponer que las compras y ventas al resto del mundo van a depender de ER. Un tipo de cambio más alto incentivaría probablemente nuestras exportaciones, al abaratarlas comparativamente, y por el contrario desalentaría las importaciones. Claro que al decir esto estamos hablando de comportamientos, y todavía no hemos abordado esa cuestión aquí, porque estamos lidiando aún con definiciones básicas y con la contabilidad. Retomaremos el punto un poco más adelante. Sin embargo, si bien la noción de tipo de cambio real que estamos empleando transmite la idea correcta en términos generales, las cosas pueden ser algo diferentes según los casos, y vale la pena aclararlo aquí. Veamos. Con nuestra interpretación de ER estamos de hecho asumiendo que nuestras importaciones se hacen a precios en dólares Pf, pues eso es lo que cuestan las mercancías extranjeras. En cambio, exportamos a precios que, expresados en dólares, serían, en término medio, iguales a (P/E). Es decir, vendemos al exterior mercancías cuyo precio medio es “el precio interno” P, el que dividimos por E si queremos expresarlo en dólares. No obstante, como hemos dicho, las cosas pueden funcionar algo distinto. Consideremos el caso de una “economía pequeña”. Entendemos que una economía pequeña se caracteriza centralmente porque comercia con el resto del mundo a precios definidos en los mercados internacionales, sobre los cuales las ofertas o demandas de los residentes locales no influyen o tienen una gravitación poco significativa. Si una tonelada de soja cuesta 400 dólares en el mercado internacional, seguirá costándolos luego de una depreciación cambiaria (es decir, de una suba de E) en un país pequeño, productor de esa oleaginosa. Observe que, entonces, en el caso de una economía pequeña, un tipo de cambio real más alto no significa,en realidad, precios de exportación más competitivos (podríamos pensarlo así: el precio de exportación en dólares no es P/E, sino Pf, y seguirá siendo Pf a cualquier tipo de cambio). De todos modos, una suba de E sí constituiría normalmente un incentivo a exportar más, pero por otra razón: porque aumentaría, ceteris paribus, la rentabilidad de las actividades que producen bienes para el resto del mundo (el precio de la soja, por ejemplo, medido en pesos, subirá normalmente en relación con los costos internos de producción, cuando suba E). En tal caso, no es que aumente la demanda internacional de soja local, pero sí aumentaría la oferta generada internamente, y si se trata de una economía pequeña, esa oferta adicional no encontrará problemas para colocarse, puesto que la demanda internacional 14 será muy elástica a los precios vigentes, como indica el supuesto de economía pequeña. En muchos de los mercados en los que opera, una economía como la argentina es pequeña o relativamente pequeña, por lo que es conveniente y útil adoptar la idea de que nuestras compras y ventas al resto del mundo se hacen a precios internacionales, y eso es lo que haremos aquí. Al hacerlo así estaremos de hecho empleando otra simplificación que cabe poner también en evidencia. La variable Pf se refiere a los precios promedio del resto del mundo. Como acabamos de indicar, utilizaremos esos precios tanto en el caso de las exportaciones cuanto en el de las importaciones, asumiendo el supuesto de economía pequeña. Entre tanto, las “canastas” de bienes importados y exportados serán con certeza diferentes, y es seguro que diferirán, a su vez, de la canasta que está por detrás de Pf. Si optáramos por un grado más de realismo al costo de un poco más de complejidad, podríamos trabajar con distintas variables de precio. Por ejemplo, con Px y Pq, para denotar el nivel de precios de nuestras exportaciones y de nuestras importaciones, respectivamente, ambos en dólares, en lugar de hacerlo sólo con Pf en representación de ambos. El cociente entre ambos precios, (Px/Pq), se denomina relación de “términos del intercambio”. Lo mencionamos aquí a título informativo, pero en adelante seguiremos el camino simplificado de trabajar con Pf como única variable de los precios del comercio internacional, en dólares. 15 El tipo de cambio, las cuentas nacionales y el balance de pagos Al incorporar las transacciones “que cruzan las fronteras nacionales” en el análisis se hace necesario incorporar también una nueva identidad contable, como es el balance de pagos. Esta es una cuenta de flujos, como la identidad básica de las cuentas nacionales, y procura captar todas las transacciones que, en determinado período, se realizan entre residentes y no residentes. Estas transacciones son muy diversas pero, Los términos del intercambio comercial Al omitir los términos del intercambio en el análisis que sigue estamos dejando de lado una variable importante. Una caída de los términos del intercambio puede complicar bastante la marcha de una economía, al deteriorar el resultado del comercio con el exterior, así como una suba importante de ese cociente puede tener el efecto contrario. En la visión de Raúl Prebisch y de la CEPAL sobre los procesos de desarrollo esta variable jugaba un papel central. Prebisch sostenía que los términos del intercambio de economías como las latinoamericanas tenderían a declinar secularmente, debido en parte a la composición de sus flujos de comercio (típicamente, exportaciones primarias e importaciones de manufacturas industriales). La demanda mundial de alimentos, por ejemplo, tiende a crecer menos que el ingreso mundial (es decir, tiene una elasticidad- ingreso menor que la unidad), mientras que la demanda de bienes complejos, de mayor contenido tecnológico, se incrementa más rápidamente. Siendo así, es posible que los precios de los primeros tiendan a declinar en relación con los precios de los segundos (aunque hay que tomar en cuenta también la evolución de las condiciones de oferta, además de las de la demanda). De modo que un país exportador de alimentos e importador de bienes industriales podría estar destinado a enfrentar, entre otros limitantes a su dinamismo económico, esta tendencia negativa sobre su comercio. Ese es uno de los argumentos que alimentaban las tomas de posición a favor de promover, a través de diversos mecanismos de protección y subsidio, el desarrollo de las industrias manufactureras locales, uno de cuyos efectos sería, se pensaba, la modificación de esa estructura comercial poco deseable, diversificando las exportaciones. La idea de una caída tendencial de los términos del intercambio ha generado mucha discusión y evidencias a favor y en contra. Es un asunto no plenamente saldado. Aunque sí es más claro que ese cociente varía, y a veces pronunciadamente, con el ciclo económico mundial. Las commodities tienen precios mucho más fluctuantes que las manufacturas, de modo que suben más en las fases de expansión global y suelen declinar en términos relativos en las de contracción o falta de dinamismo. Una recesión global tiene entonces efectos negativos amplificados sobre los balances de comercio de las economías periféricas, los que se ven afectados por caídas en el volumen de ventas a los que suele agregarse una declinación en los términos del intercambio. Una expansión global, como la experimentada desde comienzos de la década del 2000, tiene los efectos contrarios. No sabemos con claridad, actualmente, si los precios históricamente muy altos de las commodities alcanzados en la primera década del siglo en curso reflejan una coyuntura muy especial o un cambio más permanente, aunque hay indicios importantes a favor de esta última interpretación. 16 como ya hemos indicado, en principio asumiremos que solamente las hay en el plano comercial, por lo que el balance de pagos con el que trabajaremos inicialmente será semejante al concepto más restringido de “balance comercial”. Sin embargo, no abordaremos todavía una descripción detallada de esta cuenta. El punto que queremos destacar aquí es que el balance de pagos es un estado contable que se elabora en dólares, y a los precios a los cuáles se realizan efectivamente los intercambios, mientras que las cuentas nacionales se elaboran en moneda local (pesos, en nuestro caso), y a precios internos, es decir, a precios que incorporan los efectos de impuestos y subsidios. En lo que sigue ignoraremos este último aspecto (impuestos y subsidios) para simplificar, pero no es posible obviar el primero: la variable exportaciones, por ejemplo, aparecerá en las cuentas nacionales y también en el balance de pagos, pero no podemos atribuirles la misma letra (“X”, en la notación de la ecuación 1.1), porque ambas están medidas de manera diferente. El tipo de cambio debe intervenir para que podamos hacer el nexo entre las exportaciones de las cuentas nacionales y las del balance de pagos, y lo mismo con las importaciones. Volvamos entonces a la contabilidad nacional para dar lugar a este punto. En nuestra ecuación (1.1) las variables están medidas en pesos, y también a precios constantes, incluyendo a X y Q. Es posible expresar el valor de las exportaciones y de las importaciones como: .... xER P xPEX f == .... qER P qPEQ f == En el término del lado derecho de la expresión correspondiente a X, la variable x representa a las cantidades exportadas de bienes. Al multiplicarlas por Pf (en el término del centro) las expresamos en valores, en dólares. Luego, al multiplicar ese producto por E, lo llevamos a precios internos, corrientes. Posteriormente deflactamos por P para llevar la cuenta a precios (internos) constantes. Esa es entonces una descomposición de X. Pero ese cómputo es igual al producto del tipo de cambio real porla cantidad exportada “x”, según se indica en el miembro de la derecha. Algo semejante hacemos luego con las importaciones: llamamos q a las cantidades importadas. Al multiplicarlas por Pf las expresamos en valores, en dólares. Luego 17 multiplicamos ese producto por E y lo llevamos a precios internos, corrientes. Posteriormente deflactamos por P para llevar la cuenta a precios internos constantes (es decir, del año base). Esa es entonces la descomposición de Q. Pero eso es igual al producto del tipo de cambio real por la cantidad importada “q”.4 Ya hemos señalado que ignoramos aquí la existencia de impuestos o subsidios que afecten a las importaciones y a las exportaciones. Si hay aranceles de importación, tendrán incidencia en los correspondientes precios internos, de modo que el cálculo del valor de las importaciones sería algo distinto que en la ecuación precedente. Si designamos como “h” a la tasa promedio del impuesto sobre las compras externas (incluyendo los aranceles y otros tributos, como el IVA) tendríamos: ..).1(..).1( qERh P qPEhQ f += + = A partir de estas definiciones, e ignorando subsidios, aranceles e impuestos a exportaciones5 e importaciones, podemos reescribir así la identidad básica de cuentas nacionales6: (1.1’) )..( qxERGICY −+++≡ 4 Como siempre, conviene examinar también aquí las unidades de medida para comprobar que no se ha cometido un error. Observe que “q” y “x”, que tienen precios internacionales, deben medirse entonces en unidades de la mercancía producida por el resto del mundo (Yf). Haciéndolo así, Q y X se miden en unidades del producto interno Y, lo que es correcto en tanto estamos trabajando a precios constantes (nuevamente, como en el recuadro en el que examinamos las unidades de medida de ER, miramos aquí “el fondo de la cuestión”, aunque en la práctica los precios se miden mediante índices, que no tienen unidades, y las “cantidades” son en realidad medidas de valor a precios constantes). 5 En la ecuación correspondiente a las exportaciones podríamos haber incluido también, como se hace con las importaciones, un término correspondiente a los impuestos a las ventas al resto del mundo (como son las “retenciones”; en tal caso, este factor tendría signo negativo, puesto que reduce el precio interno para dados tipo de cambio y precio internacional), y también, con el signo contrario, uno para reflejar la existencia de subsidios a dichas ventas. 6 Cabe otra aclaración importante. La representación que acabamos de dar a las exportaciones e importaciones medidas en términos reales es algo diferente de la que se les da en la práctica al elaborar las series de cuentas nacionales a precios constantes en la Argentina, por ejemplo. En efecto, en el cómputo habitual, los cálculos se harían tomando también el tipo de cambio real del año base, de modo que las exportaciones, por ejemplo, serían: X= ER0.x, donde ER0 es precisamente la paridad cambiaria real del referido año base. En tal caso, ningún cambio de precios incidiría en el cómputo de las variables de la identidad contable básica a precios constantes. El criterio que seguimos aquí tiene, con todo, la ventaja de permitir que los cambios en el tipo de cambio real tengan algún impacto sobre las cuentas nacionales “reales”. Esos efectos tienen relevancia en la práctica y de otro modo no los captaríamos en el modelo “real” desarrollado en las páginas que siguen. 18 Conviene aclarar, en este punto, que este tratamiento es diferente al que se encuentra en algunos manuales de macroeconomía, como el de Blanchard, ya mencionado, o en Blanchard y Pérez Enrri (2000), por ejemplo. La expresión equivalente a la (1.1) en esos textos es: ,.qERXGICY −+++≡ donde las exportaciones no se expresan como el producto de las cantidades exportadas por el tipo de cambio real, porque están computadas directamente en dólares, la moneda nacional de los EE.UU., al igual que el consumo, la inversión y el gasto del gobierno. Mientras que sí están multiplicadas por el tipo de cambio las importaciones. Esos autores lo hacen así porque asumen que Estados Unidos exporta a precios de venta fijados en su propia moneda, mientras que importa, por ejemplo, bienes preciados en euros desde la Unión Europea (o, más en general, bienes preciados en moneda extranjera). Entonces, el tipo de cambio modifica el valor de las importaciones medido en dólares, pero no el de las exportaciones, medidas en esa moneda “por naturaleza”. Nosotros optamos por un enfoque diferente porque estamos pensando en una economía pequeña o relativamente pequeña, que en la mayor parte de los rubros del comercio opera a precios definidos en moneda extranjera en los mercados internacionales, tanto en aquellos en los que vende como en los que compra. Estas diferencias de tratamiento parecen menores, pero conviene tenerlas en cuenta porque se reflejarán luego en algunos efectos también distintos de una devaluación, por ejemplo. Observe que no se trata simplemente de preferencias en la forma que se escoge para “modelar” la economía, sino de diferencias reales entre economías distintas, que la modelización procura captar. La determinación del nivel del producto. Acabamos de replantear la identidad básica de las cuentas nacionales. Ya sabemos que los sistemas de cuentas son registros de lo que ha pasado. Nos muestran resultados de acciones ya transcurridas. Son la materia prima informativa a partir de la cual narramos historias, construimos relatos sobre la economía, tratamos de hallar sentidos. Solemos referirnos a variables como las que acabamos de mencionar, cuando las vemos desde la perspectiva del sistema de cuentas, como magnitudes “realizadas” (o “ex post”). Informan sobre lo que sucedió. De modo que es posible hablar del consumo realizado, o de la inversión realizada, por ejemplo. 19 Ahora bien, la información macroeconómica que viene ordenada en la forma de sistemas contables (esencialmente las cuentas nacionales, las cuentas fiscales, las cuentas monetarias y las cuentas externas) nos puede permitir “describir” lo que ha venido sucediendo (por ejemplo, la inversión creció o bajó, lo mismo en relación con el consumo, etc.), pero para pasar de la descripción a la explicación, a los “por qué”, hacen falta relaciones que no sean de naturaleza contable. Necesitamos de otras relaciones que reflejen vínculos de causalidad entre distintas variables, por ejemplo. Estas relaciones se suelen llamar “de comportamiento”. Si decimos que el gasto en inversión depende de la tasa de interés, estaremos en principio adoptando una línea de causalidad que va del interés a la inversión, y asumimos esa vinculación como la manifestación de una conducta (la de quienes toman decisiones de inversión). Naturalmente, hace falta tener buenos fundamentos para asumir ese supuesto de comportamiento o algún otro. Puede argumentarse a favor de una hipótesis como ésa a partir de un razonamiento teórico (partiendo, por ejemplo, de un conjunto de axiomas acerca de la conducta de los agentes económicos), o de la introspección, o en ocasiones tomando como punto de partida observaciones empíricas. La conexión entre tasa de interés e inversión, por ejemplo, podría surgir del examen de series de datos temporales de ambas variables. Este eventual origen empírico no nos eximirá, sin embargo, de la preocupación por comprender los fundamentos de la conducta desde una perspectiva teórica (¿por qué los agentes económicos que toman decisiones de inversión actúan de este modo y no de otro?), del mismo modo que fundamentos teóricos supuestamente sólidos no eximen de la comprobación empírica. Volvamos a nuestro modelo. Luego de planteada la ecuación contable inicial, nos preocuparemos por explicar cada una de las variables del lado derecho de (1.1’), es decir, el consumo, la inversión y todo lo demás,pero atendiendo ahora a los determinantes del comportamiento. Nuestra primera ecuación de comportamiento de las variables de gasto del miembro derecho de (1.1’) será la llamada función consumo, que indica que las decisiones privadas (agregadas) de consumo dependen de una o de varias de las restantes variables que aparecerán en la argumentación (es decir, que emplearemos en el modelo). Pero antes que eso, necesitamos dos elementos previos: (1.2) ,TYYD −≡ (1.3) ..0 YtTT += 20 La variable T capta los ingresos tributarios que el gobierno obtiene del sector privado (netos de transferencias del gobierno a ese sector, como jubilaciones) y YD es el ingreso disponible privado.7 YD es igual al ingreso total generado en la economía (Y) menos los impuestos (netos de transferencias), según se establece en (1.2).8 La ecuación (1.3) describe el comportamiento de la recaudación tributaria. Observe que, en consecuencia, no se trata en este caso de una identidad. Suponemos que una parte de la recaudación no está vinculada con el ingreso, y la consideraremos determinada exógenamente, es decir, "fuera del modelo". Ese componente de los ingresos fiscales se designa como T0. Cabe pensar que está referido a tributos como los que pueden establecerse sobre los activos o el patrimonio, por ejemplo, es decir, sobre stocks. Estos componentes de T tendrán normalmente un comportamiento poco asociado al del ingreso o el producto total de la economía, en el corto plazo. En cambio, otros tributos sí se vincularán con Y (o con el ciclo, como se suele decir). Esos se expresan en el segundo sumando de (1.3). Podemos interpretar al símbolo "t" como la tasa media de impuestos sobre el ingreso. Suponemos que los parámetros T0 y t son “manipulables” por parte del gobierno. Por eso los consideraremos “instrumentos” de política fiscal. Ahora sí estamos en condiciones de introducir nuestra función consumo. Será: ..10 YDcCC += También esta variable sigue, en consecuencia, al igual que la recaudación T, un comportamiento lineal (lo que significa que se puede expresar como la ecuación de una recta). C0 es a veces designado como consumo autónomo, mientras que “c1” es la llamada propensión marginal a consumir, porque nos dice cuánto cambia el consumo si YD varía en una unidad monetaria (es decir, cuánto varía C ante en cambio marginal en el ingreso disponible). Valiéndonos de (1.2) y (1.3) sustituimos YD en la última expresión, y reordenando los términos obtenemos la siguiente descripción de este componente del gasto: 7 En la ecuación de YD no incluimos explícitamente las transferencias al sector privado (como jubilaciones, por ejemplo), de modo que T puede entenderse como “impuestos netos de transferencias”. Si T fuese definida como ingresos por impuestos únicamente, entonces podríamos introducir las transferencias TR sumando en la expresión (1.2), y habría que decidir de qué modo se determina esta variable. Simplificadamente, podríamos hacer TR=TR0. 8 Podríamos introducir explícitamente las transferencias, haciendo: YD = Y+TR-T, donde T ya no es la recaudación tributaria neta de transferencias, sino bruta. 21 .).1.().( 1010 YtcTcCC −+−= En esa ecuación tenemos una descripción del comportamiento del consumo privado agregado. Vale la pena distinguir a la variable C con algún símbolo que nos recuerde que nos estamos refiriendo aquí a una definición del consumo diferente de la contenida en las identidades (1.1) ó (1.1’). Mientras que allí la C designa al consumo “realizado” o ex post, aquí estamos hablando de la forma en que se determina el consumo “planeado” por el sector privado (la expresión latina que usamos en este caso es "ex ante"). Es decir, estamos describiendo la forma en que suponemos que la gente decide o hace planes de consumo. A este último concepto, el gasto planeado de consumo, lo identificaremos entonces como C*. Llegamos, ahora sí, a la ecuación (1.4): (1.4) .).1.().( 1010 * YtcTcCC −+−= Nuestros supuestos de comportamiento para las restantes variables del lado derecho de (1.1) serán en general, por ahora, bastante sencillos. A saber: (1.5) .0 * II = (1.6) .0 * GG = (1.7) .0 * xx = (1.8) ..0 * Yqqq y+= Es decir que estamos considerando exógenos a los valores planeados de todas las variables de gasto, excepto el consumo (ecuación (1.4)) y las compras de bienes al resto del mundo (ecuación (1.8)). Observe que esta última expresión se refiere en realidad a las cantidades “q” que se planea adquirir en el resto del mundo, así como la función (1.7) se refiere a las cantidades “x” que se planea exportar. Las cantidades que los agentes residentes desean adquirir en el exterior tienen también un componente independiente del producto que designamos como q0, pero además dependen del nivel del producto Y. El parámetro qy nos dice cuán fuerte es la relación entre las importaciones y el producto. Varios argumentos pueden explicar esta relación de causalidad. Uno de ellos es que a medida que aumenta el valor del producto 22 interno tienden a incrementarse las compras de insumos de la producción local que se obtienen del extranjero. Pero también un ingreso mayor de la población incentivará la demanda de bienes importados en alguna medida, ya sea porque no tienen sustitutos internos o porque su sustituibilidad es imperfecta, por ejemplo. Finalmente, nuestro último supuesto, por el momento, se referirá al tipo de cambio real, al que consideraremos exógeno: (1.9) .0ERER = También debemos decir que G0 se agregará al conjunto de “instrumentos de política fiscal” contemplados en la argumentación. Ya tenemos desplegados prácticamente todos los elementos constitutivos de nuestro primer modelo en las ecuaciones (1.1’) a (1.9). Ahora debemos utilizarlos para construir nuestra explicación de la determinación de Y, que es el objetivo del modelo keynesiano simple. Hemos “explicado” el comportamiento de los distintos agregados de gasto considerados separadamente; pero lo que queremos en realidad es determinar el comportamiento del gasto total, o demanda agregada. Estamos en condiciones de dar un paso más reuniendo estas distintas piezas de argumentación. Ese paso consistirá en adicionar los valores planeados o ex ante de todas las variables de gasto ya definidas. Tendríamos así una expresión parecida a la (1.1’) pero definida para magnitudes planeadas en lugar de realizadas: )..( ****** qxERGICY −+++= Más precisamente, esa ecuación define al "gasto total planeado en bienes y servicios producidos internamente", que es lo que designamos como Y*. Nos estamos refiriendo a la demanda de bienes y servicios producidos dentro de nuestras fronteras; por ello restamos el valor de las compras provenientes del resto del mundo (las importaciones), en el lado derecho de la ecuación. Ahora es posible sustituir C* por la expresión (1.4), I* por (1.5) y así sucesivamente, lo que nos lleva, tras reordenar los términos, a la siguiente versión modificada de la última ecuación: [ ] ...)1.().(.( 0100000010* YqERtcqxERGITcCY y−−+−+++−= 23 Para simplificar la notación hacemos: ,. 000100 GITcCA ++−= Por lo que podemos escribir: (1.1’.a) [ ] ...)1.().( 010000* YqERtcqxERAY y−−+−+= Esa es ahora nuestra ecuación de gasto planeado total en bienes producidos internamente. Como vemos, tiene también forma lineal, con una ordenada al origen igual a [A0+ ER0.(x0 – q0)] y una pendiente de valor [c1.(1– t) – ER0.qy]. Y*, el gasto total planeado en bienes producidos internamente, es a veces designado como DA, por "demanda agregada". No se debe confundir este concepto con el de demanda global, que aparece en las cuentas nacionales, que hemos mencionado ya más arriba. Por un lado, esta última es una noción “ex post”, pero además, y más importante, la demanda globalde las cuentas nacionales se define, como también vimos, como la suma del consumo, la inversión, el gasto público en bienes y servicios y las exportaciones, sin restar las importaciones. Si se compara la expresión que acabamos de incluir para Y* con su versión para una economía cerrada, se observan dos cambios: en la ordenada al origen de la recta aparecen ahora parámetros que se refieren a las ecuaciones de exportaciones e importaciones, de manera que la posición de la línea depende de ellos. Por ejemplo, un aumento de las exportaciones exógenas desplazará la función Y* hacia arriba. Además, también cambia la pendiente. Podríamos decir que ahora será “menor” que en la economía cerrada, porque aparece un nuevo término, negativo: (-ER0.qy). Un incremento en el ingreso estará asociado ahora a un aumento menor de Y* que antes, y eso se debe a que una parte del aumento del ingreso se dirigirá a la compra de bienes importados, y por ende no se destinará a gasto en bienes producidos internamente. Las importaciones son algo así como una nueva “filtración” hacia afuera de la corriente de ingreso-gasto, de naturaleza semejante a la que aparece cuando, en la discusión de economía cerrada, se introducen los impuestos (que también “restan” en la pendiente de la función Y*). 24 Tenemos que abordar ya la fase final de nuestra argumentación. Para eso es útil, antes de resolver formalmente el modelo, volver a plantearlo pero en un lenguaje un poco distinto, como es el gráfico. Consideremos el diagrama de ingreso-gasto (también conocido como gráfico de la cruz keynesiana), que es el incluido en la parte superior de la ilustración siguiente. Representamos el gasto en el eje de ordenadas y el ingreso en las abscisas. La recta de 45º corresponde al lugar geométrico de los puntos de cuentas nacionales, puesto que en este sistema de cuentas el ingreso y el gasto total (ex post, naturalmente) son idénticamente iguales. Mientras tanto, la ecuación (1.1’.a) es una recta cuya ordenada al origen es, como ya vimos, [A0 + ER0.(x0 – q0)], y cuya pendiente es positiva pero menor que la unidad (puesto que normalmente "c1" será menor que uno; mientras que "t" y " ER0.qy", que son números positivos, están restando; asumiremos además que esa pendiente es positiva). De manera que (1.1’.a) cruza a la recta de 45º "desde arriba" en el primer cuadrante. 25 Observe nuevamente la ecuación (1.1’.a) y su representación. Es una relación entre el gasto planeado (Y*) y el realizado (Y), tal que para cada valor de este último nos permite determinar un valor del primero. ¿Dado un valor cualquiera de Y, cuál será el Y* correspondiente? Si Y se ubicase en un nivel determinado, Y1, por ejemplo, entonces Y*1 puede obtenerse directamente de la fórmula. Será: [ ] ...)1.().( 10100001* YqERtcqxERAY y−−+−+= Gráfico 1. El modelo keynesiano simple para una economía abierta: equilibrio interno y externo Gasto [C+I+G+ER.(x-q)]1 Y* 45º Yint Ingreso (Y) Exportaciones e importaciones (en dólares) Yex Yint Ingreso (Y) Pf.x0 G rá fic o 1. a. E qu ilib rio in te rn o Y1 G rá fic o 1. b. E qu ilib rio e xt er no Pf.x0 Pf.q0 Pf.q(Y) Y*1 Déficit (∆R<0) 26 En el gráfico 1, Y*1 es un punto sobre la recta Y*, correspondiente al nivel Y1 del producto realizado, que medimos en el eje de abscisas. Determinación del equilibrio interno Supóngase que la economía está efectivamente operando en el punto Y1 según se indica en el gráfico 1. Es decir, está generando ese valor de producto por unidad de tiempo (por año, por ejemplo). En las condiciones de la economía descriptas por la ecuación (1.1’.a), que representa el comportamiento del gasto planeado, se observa que, dado Y1, el gasto planeado total Y*1 resulta menor que el realizado. ¿Qué significa esto? En términos más concretos, las firmas están generando producto por valor de, digamos, 100 pesos (ese es Y1), pero la suma de las decisiones de gasto del sector privado, el gobierno y el resto del mundo en bienes y servicios internos arroja un valor menor, digamos 80 (éste es Y*1). Ahora bien, si los agentes que operan en (y con) esta economía están dispuestos a gastar voluntariamente tan sólo $ 80 en los bienes que ella produce, ¿por qué es que las cuentas nacionales están registrando un gasto realizado (igual al producto) de 100? La razón es simple y es la misma que planteáramos en otro capítulo, al describir este mismo mecanismo en una economía cerrada. Las firmas están produciendo efectivamente mercancías por $100, pero en las circunstancias que estamos describiendo sólo venden $80. Los otros $20 se acumulan como existencias de mercancías sin vender, como stocks adicionales en sus depósitos. Más exactamente, constituyen acumulación no planeada o no deseada de existencias (sabemos que es no planeada porque la variación planeada de inventarios estaría incluida dentro de los $80 del gasto planeado total). Por lo tanto, lo que está sucediendo puede también describirse así: la inversión realizada (que es la que las cuentas nacionales miden, y que normalmente incluye la variación de existencias9) supera a la planeada (de la cual las cuentas nacionales no tienen noticia alguna, porque no registran planes o deseos) en 20 unidades monetarias. Esta es una situación de desequilibrio, tema sobre el cuál ya hemos escrito en capítulos anteriores. Los planes de los agentes económicos no son mutuamente 27 compatibles, por lo que no pueden realizarse simultáneamente. Algunos se ven frustrados (en este caso eso sucede con los planes de inversión: las firmas están invirtiendo de hecho más de lo que desearían), y eso motiva revisión de conductas, cambios de planes. ¿Qué podemos conjeturar que sucederá en nuestro ejemplo? Como hicimos en el caso de una economía cerrada, suponemos que las empresas productivas no sostendrán por mucho tiempo un nivel de actividad en el que producen más que lo que son capaces de vender. Luego, a lo largo de los meses, contraerán el empleo y el producto, por lo que la economía se moverá hacia la izquierda de Y1, según el gráfico 1. 9 La inversión bruta interna suele tener, en efecto, dos componentes: inversión bruta interna fija (que incluye el gasto en maquinaria y equipo, equipo de transporte, y construcciones) y variación de existencias. Sin embargo, en la Argentina, en las cuentas nacionales con base en el año 1993, la variación de existencias se ha publicado separadamente, es decir, en un rubro distinto de la inversión, que también incluye el concepto "discrepancia estadística". 28 Volviendo al gráfico 1.a: ¿Hasta dónde continuará la contracción? Seguramente hasta alcanzar el punto correspondiente al valor de Y que designamos como Yint, en el que el gasto realizado y el planeado son iguales (se cortan allí la recta Y* y la línea de 45º). Ése es el único punto en el gráfico que tiene tal propiedad. Es por ello la única situación posible, bajo los supuestos que hemos adoptado, en la que los distintos planes individuales de gasto pueden, todos ellos, realizarse simultáneamente. Yint es nuestro punto de equilibrio en dos sentidos: lo es porque en él los planes individuales son mutuamente compatibles y por ello realizables simultáneamente (según nuestra definición de equilibrio) y porque además parece que la economía se movería hacia ese punto si estuviese fuera de él. Si hubiésemos partido de una situación en la Meses, trimestres y años Recién hemos hablado de que las empresas ajustarán su volumen de producción y empleo a lo largo de “los meses”. La cuestión de los períodos de ajuste siempre aparece como una preocupaciónimportante cuando uno comienza a enfrentarse con argumentaciones como la que estamos planteando aquí. Nos preguntamos, ¿a cuántos meses o trimestres se refiere el “corto plazo”?¿Qué significan mediano y largo plazo? La respuesta general es que cuando hablamos de esa forma no solemos tener una referencia muy precisa del tiempo involucrado. La distinción entre esos distintos “plazos” característicos (corto, mediano, largo), se suele basar en cuáles son las variables que se supone que varían o pueden variar significativamente “en el período de análisis”. Por ejemplo, si no prestamos atención a la variación de los precios nominales, que asumimos como fijos, estamos haciendo un análisis de corto plazo: en el corto plazo los ajustes ante perturbaciones (como una suba o una caída del gasto) parecen ser predominantemente de stocks, es decir, de cantidades, en la mayor parte de los mercados (recordando que por el momento sólo estamos considerando mercados de bienes). Luego, cuando trabajamos con precios nominales endógenos, decimos que estamos tratando del mediano plazo. En ambos casos se suele asumir como dada la capacidad productiva instalada (es decir, el acervo de maquinaria, equipo, construcciones). Naturalmente, ese supuesto no es razonable cuando se trata del largo plazo. En el largo plazo, ese acervo (que suele designarse también como “stock de capital”) debe poder variar, como todo lo demás. Lo que planteamos aquí es bastante general, pero en algunos textos la distinción de plazos puede ser algo diferente. Es decir, se trata de una distinción instrumental, útil en el análisis pero pasible de cambiar según los autores, el problema y el contexto de cada estudio. En cualquier caso, el análisis que estamos planteando aquí, en el marco del MKS, es de corto plazo, porque estamos ignorando las variaciones de los precios nominales y del acervo de capital. Asumimos que las firmas ajustan primero las cantidades que producen y sólo más lentamente (más allá del "horizonte" temporal de este modelo) revisan sus decisiones de precio. De modo que en el texto nos referimos a "meses" en un sentido figurado (podríamos también hablar de semanas, o de trimestres), puesto que las consideraciones de tiempo o plazo son aquí imprecisas, sólo ilustrativas. 29 que Yint fuese mayor que Y1, al revés que en el ejemplo precedente, el análisis habría sido semejante pero la economía se habría movido en el sentido contrario. Con un gasto planeado mayor que el realizado, las firmas venderían más que lo que producen, desagotarían inventarios, y tendrían, tarde o temprano, que responder a esa situación con un aumento del producto.10 Hemos escogido para designar a ese nivel del producto el símbolo Yint, puesto que constituye nuestra primera definición de “equilibrio interno”. Parece claro, sin embargo, que se trata de un equilibrio interno en un sentido limitado. Es perfectamente posible que nuestro equilibrio de ingreso-gasto, Yint, se verifique simultáneamente con un exceso de oferta laboral, por ejemplo, aunque eso no ha sido contemplado aún en el esquema analítico de esta sección. Observe, por otro lado, que la dinámica de los “inventarios” es muy importante en este modelo. De tal modo, este esquema analítico sencillo capta apropiadamente un aspecto típico de los procesos económicos reales. En efecto, solemos ver acumulación de inventarios de mercancías sin vender en las fases iniciales de cualquier recesión y, al contrario, las expansiones suelen iniciarse con el desagote de existencias acumuladas previamente, lo que sucede normalmente antes de que los niveles de actividad comiencen a repuntar. La solución analítica ¿Cómo obtenemos analíticamente el valor de equilibrio del producto en el modelo? Nuestra definición de equilibrio implica que Yint corresponde a un nivel de Y tal que, si el mismo se verifica, se cumple la siguiente condición (que llamamos condición de equilibrio): ,*YY = es decir que las magnitudes ex ante y ex post son iguales. Sustituyendo, en esta condición, Y* por su expresión en (1.1’.a) tenemos: [ ] ,..)1.().( 010000 YqERtcqxERAY y−−+−+= 10 Por cierto, para que esto sea posible debemos asumir que hay capacidad instalada disponible y capacidad de trabajo adicional que también puede ser utilizada para aumentar el producto. 30 que, como vemos, es una ecuación con una única incógnita, Y, cuyo nivel de equilibrio (Yint), podremos determinar, si conocemos los valores de los parámetros y de las variables exógenas que aparecen allí. Despejando la variable Y, y luego reordenando, nuestra condición de equilibrio resulta: (1.1’.b) [ ] [ ].).(..)1.(1 1 0000 01 int qxERAqERtc Y y −+ ⎪⎭ ⎪ ⎬ ⎫ ⎪⎩ ⎪ ⎨ ⎧ +−− = Allí el valor de equilibrio de la variable endógena Y, se expresa como función de las exógenas y de los parámetros de comportamiento (c1, t, qy) que intervienen en el “multiplicando” y en el término entre llaves. Éste último, que resultará superior a uno (dado que asumimos que la pendiente de la ecuación (1.1’.a) es inferior a la unidad), es la versión de economía abierta del multiplicador keynesiano simple, que depende centralmente de la propensión marginal a consumir, “c1”, pero también de la tasa impositiva t, de la propensión marginal a importar qy y, en esta formulación, del nivel del tipo de cambio real. Dada la “filtración” hacia bienes extranjeros ya mecionadas, el multiplicador es “menor” que el que obtuvimos en el MKS de una economía cerrada, lo que en la expresión (1.1’.b) es evidenciado por la presencia de un sumando adicional, positivo, en el denominador. Si designamos como α a esta versión del multiplicador podemos reescribir simplificadamente la última expresión: (1.1’.c) [ ] .1,).(.. 0000int >−+= ααα conqxERAY Forma reducida Cuando un modelo se plantea de modo que en las ecuaciones que lo componen las variables endógenas resultan igualadas a expresiones en que intervienen únicamente parámetros y variables exógenas (y no otras endógenas), se dice que está formulado en forma reducida. Luego, la ecuación (1.1’.b) es la forma reducida de nuestro modelo. En la forma reducida perdemos de vista las ecuaciones de comportamiento que fundamentan la argumentación. En cambio, si el modelo es planteado como un conjunto de relaciones de comportamiento e identidades se dice que está formulado en su forma estructural. 31 La política fiscal Se comprende, a partir de aquí, que cualquier cambio en el nivel de una de las variables exógenas, como la inversión planeada, por ejemplo, se traducirá en una variación ampliada del nivel de equilibrio del producto. En otras palabras, podemos escribir, replanteando (1.1'.c) en términos de variaciones (y suponiendo constantes los valores de los parámetros involucrados en el cálculo del multiplicador): (1.1'.c’) [ ].).(.. 0000int qxERAY −∆+∆=∆ αα Allí, el símbolo ∆ significa "variación de". Así, por ejemplo, una caída de la inversión de $10 dará lugar a una contracción del nivel de equilibrio del producto igual a α.$10, es decir, mayor que la caída de la inversión (puesto que α>1). Recuerde que la inversión planeada es uno de los sumandos que se incluyen dentro de A0. Eso da también lugar a una primera consideración de política económica. Podemos ya comenzar a discutir la política fiscal en este modelo, como hiciéramos en el caso de una economía cerrada. Utilizando los instrumentos que hemos identificado previamente, T0 y t, a los que luego se agregó el gasto público (G0), el gobierno puede, por ejemplo, procurar alcanzar cierta meta de Y. Cambios en las tasas de impuestos sobre el ingreso o en la ordenada al origen de la función de recaudación fiscal afectarán el valor de Y de equilibrio. De tal modo, el gobierno podría apuntar a lograr cierto valor de Y, definido como meta. A suvez, si variaciones del gasto privado desplazan o amenazan con desplazar al producto de ese nivel deseado, el gobierno podría, en principio, valerse de cambios en t o en T0 (ó en G0) para contrabalancear esas perturbaciones. Llamamos a esto política fiscal compensatoria, o “contracíclica”. El balance de pagos y el equilibrio externo Como siempre, comenzaremos el análisis de este tema a partir del planteo del marco contable. En este caso, se trata de una única identidad que agregaremos ahora a nuestro modelo. En el análisis anterior hemos incorporado al modelo keynesiano simple de economía cerrada dos nuevas variables, exportaciones e importaciones, y una tercera, el tipo de cambio real. Además de reflejarse en las cuentas nacionales del modo que viéramos 32 más arriba, el valor de esos flujos de comercio entre el país y el exterior se vuelca también en un estado contable que procura captar la totalidad de las transacciones entre residentes y no residentes: el balance de pagos. En nuestra economía sencilla, que por ahora sólo comercia con el resto del mundo, las cuentas del balance de pagos serán también muy simples (más adelante veremos esta cuenta con mayor detalle, incorporando las restantes partidas, aunque siempre de forma basante agregada, como es característico de un enfoque macroeconómico). Con nuestros supuestos, la identidad del balance de pagos podríamos escribirla así: (1.10) ... RqPxP ff ∆≡− Esta cuenta se confecciona en dólares de los EE.UU. en muchas naciones, incluyendo a la Argentina, aunque en la zona del euro se elabora actualmente en esa moneda y en Japón en yenes, por ejemplo. Vemos en la expresión (1.10) el valor de las exportaciones en dólares tal como lo hemos definido más arriba (Pf.x), neto del valor de las importaciones (Pf.q). Las exportaciones dan lugar a ingresos y las importaciones a egresos de moneda extranjera.11 El resultado del balance de pagos, ∆R, es la variación de reservas de moneda extranjera en poder de la autoridad cambiaria (normalmente el banco central), dentro de cierto período12. El saldo ∆R puede naturalmente ser positivo o negativo. Ya sabemos que de las identidades contables tenemos que pasar a la economía y eso requiere introducir algunas hipótesis de comportamiento. En lo que sigue asumiremos que Pf = Pf0, es decir, que los precios internacionales están determinados exógenamente. En cuanto a exportaciones e importaciones, lo que necesitamos ya lo hemos incluido en nuestra discusión del modelo sencillo de páginas anteriores. Recordemos aquí las dos ecuaciones de comportamiento que describen esas transacciones, según las planteáramos más arriba: (1.7) ,0 * xx = (1.8) ..0 * Yqqq y+= 11 Hablamos de moneda extranjera porque estamos pensando principalmente en economías como la argentina u otras de la región latinoamericana y, hasta hoy, ninguna de ellas cuenta con una moneda nacional de aceptación corriente en el plano internacional. 33 El Gráfico 1.b nos permite avanzar en la descripción del comportamiento del comercio (y del balance de pagos) en esta economía. Representamos allí las relaciones anteriores, aunque de manera ligeramente modificada, para expresarlas en dólares. Más precisamente, graficamos las relaciones siguientes: (1.7’) ,.. 0 * xPxP ff = (1.8’) ( ).... 0* YqqPqP yff += En el gráfico se muestra una línea horizontal correspondiente a Pf.x*, donde x* asume el valor x0, asociado al hecho de que suponemos que las exportaciones son exógenas (en especial, no dependen de Y), y una línea ascendente correspondiente a Pf.q*, (donde q* es designada como q(Y)). Ya señalamos que ésta tiene pendiente positiva porque asumimos que las compras al resto del mundo sí se vinculan con el nivel del producto. Se percibe inmediatamente que es posible concebir la existencia de un nivel de Y compatible con el equilibrio del balance de pagos. En otras palabras, ese nivel particular de Y sería compatible con un resultado nulo de las transacciones entre residentes y no residentes (∆R = 0), en el período que se está considerando. Note que la noción de "equilibrio" que utilizamos aquí difiere un tanto de la que empleáramos con Yint. Es así en especial porque no supondremos, por el momento, la existencia de un mecanismo que lleve automáticamente al equilibrio del balance de pagos si nos encontramos fuera de él. Llamaremos Yex a ese nivel del producto tal que, si estuviese vigente, mantendría al balance de pagos equilibrado. Con las ecuaciones (1.7’), (1.8’) y (1.10), y el supuesto de “precios externos exógenos” podemos encontrar ese punto fácilmente. Tomando (1.7’) y (1.8’) y sustituyendo en (1.10) resulta: (1.10.a) ( ) ,.. 000 RYqqxP yf ∆=−− que es la ecuación del balance de pagos modificada por la inclusión de nuestros supuestos sobre comportamiento (de modo que no es ya una identidad). Esa ecuación puede resolverse de dos maneras. 12 En la Argentina se publican datos del balance de pagos con frecuencia trimestral, y se difunden de esa manera y también en cuadros de frecuencia anual. 34 Es factible, en primer lugar, resolverla para un valor cualquiera de Y (en cuyo caso obtendremos el correspondiente valor de ∆R). Volveremos sobre esta forma de resolución un poco más adelante. La alternativa es obtener su solución de equilibrio, es decir, la que corresponde al caso particular en que se cumple que (∆R = 0). En esta última situación tendremos: (1.10.b) ( ) ,0.. 000 =−− YqqxP yf que ahora no es simplemente la ecuación del balance de pagos sino, más precisamente, la correspondiente condición de equilibrio. Es también, como puede constatarse inmediatamente, una ecuación con una única incógnita, Y. El valor de esa variable que podemos obtener resolviendo esa expresión será, justamente, el valor Yex que estamos buscando. En consecuencia, despejando, tendremos: (1.10.b’) ( ) .00 ⎥ ⎥ ⎦ ⎤ ⎢ ⎢ ⎣ ⎡ − = y ex q qx Y Como puede verse, ese valor, que depende únicamente de los parámetros de la ecuaciones de comportamiento del comercio con el exterior, se determina aquí de un modo diferente del que nos permitiera obtener Yint en la sección anterior (compare las expresiones (1.1’.b) y (1.10.b’)). Cabe entonces concluir que no hay ninguna razón, hasta el momento, para suponer que ambos valores de Y deban ser iguales. En la situación que estamos describiendo sólo lo serían por casualidad. Si es así, vale la pena preguntarse qué problemas pueden plantearse cuando Yint y Yex son diferentes. Equilibrio interno y externo y política económica Comenzaremos por considerar un caso en que, tal como se ilustra en el Gráfico 1, se verifica que: ,intYYex < 35 es decir, que el ingreso que hace nulo el resultado del balance de pagos es menor que el que determinaría el equilibrio interno o de ingreso-gasto, lo que en términos del modelo que estamos desarrollando equivale a suponer que se están perdiendo reservas de divisas. Asumiremos que la economía está operando con un nivel de actividad tal que se genera el ingreso Yint, el que se establece según vimos más arriba y depende centralmente de un conjunto de variables exógenas y parámetros de comportamiento, incluyendo los niveles de los instrumentos de política fiscal. Es decir, hemos tenido tiempo de ajustar el ingreso interno hasta su nivel de equilibrio. Podríamos también asumir, aunque no es necesario para el argumento, que el nivel del producto Yint constituye una meta de la política económica. ¿Qué sucedería con el balance de pagos en tal situación? En el Gráfico 1.b se observa que si el producto está en el nivel Yint, superior a Yex, el valor en dólares
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