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Nota 07 (Abiertas I)

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POLÍTICAS MACROECONÓMICAS 
 
EN ECONOMÍAS ABIERTAS 
 
Parte I 
 
 
 
 
 
 
Mario Damill1 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CEDES 
Buenos Aires, agosto de 2004, revisado en octubre de 2008.
 
1 Agradezco la colaboración y los comentarios de Laura Goldberg, Martín Rapetti, Eleonora Tubio, 
Martín Fiszbein, Federico Pastrana, Emiliano Libman y Mara Pedrazzoli, así como los recibidos de 
muchos estudiantes de los cursos de Macroeconomía I de la UBA. 
INDICE 
 
Capítulo 1. Introducción........................................................................................................................................ 2 
Capítulo 2. Una economía abierta pero financieramente aislada: desde los acuerdos de Bretton Woods hasta 
mediados de los años setenta................................................................................................................................. 8 
Determinación del producto: el equilibrio interno o de "ingreso-gasto"...................................................... 8 
El tipo de cambio ................................................................................................................................... 10 
El tipo de cambio y las cuentas nacionales ............................................................................................ 15 
La determinación del nivel del producto................................................................................................ 18 
Determinación del equilibrio interno ..................................................................................................... 26 
La solución analítica .............................................................................................................................. 29 
La política fiscal..................................................................................................................................... 31 
El equilibrio externo .................................................................................................................................. 31 
Conflicto entre equilibrio interno y externo y política económica............................................................. 34 
El ajuste del balance de pagos ................................................................................................................... 36 
Tipo de cambio, regímenes cambiarios, devaluación ................................................................................ 37 
Algunas digresiones ............................................................................................................................... 41 
El régimen de tipo de cambio fijo e intervención cambiaria.................................................................. 46 
Otros regímenes cambiarios................................................................................................................... 50 
Los efectos de una devaluación ............................................................................................................. 51 
El efecto de la devaluación sobre la demanda agregada ........................................................................ 53 
Los programas de ajuste tradicional del Fondo Monetario Internacional .................................................. 57 
La dinámica de marchas y contramarchas (o "stop-go")........................................................................ 58 
Los estructuralistas y el ajuste del balance de pagos en el largo plazo ...................................................... 66 
 
 
2 
 
 
POLÍTICAS MACROECONÓMICAS 
EN ECONOMÍAS ABIERTAS 
 
 
Capítulo 1. Introducción. 
 
¿Por qué hablamos, para comenzar, de políticas macroeconómicas en economías 
abiertas? La calificación suena innecesaria ya que, en sentido estricto, ninguna 
economía de la que tengamos noticia es cerrada: bienes, capitales y personas cruzan 
las fronteras nacionales y, fuera de algunos períodos excepcionales, han tendido a 
hacerlo con intensidad creciente, en especial durante los últimos siglos. La única 
excepción es el planeta en su conjunto, al que sí podemos considerar como un sistema 
económico cerrado. Esto significa que quienes participan en él no realizan 
transacciones de importancia con residentes en el exterior, por ahora! 
Sin embargo, las políticas económicas están aún muy condicionadas por las 
fronteras políticas, puesto que si bien se aplican sobre sistemas relativamente abiertos, 
se definen en gran medida en instituciones de carácter nacional. 
Durante mucho tiempo, prácticamente desde la gran depresión de los años treinta, 
cuando se origina la macroeconomía como campo específico dentro de la disciplina, 
hasta los años sesenta, buena parte de la discusión relativa a las políticas 
macroeconómicas se hacía razonando acerca del comportamiento de un sistema 
cerrado. Esto se debía en parte a que tanto el comercio mundial cuanto los flujos 
internacionales de capitales colapsaron con aquel ya lejano episodio traumático, y su 
restablecimiento fue relativamente lento. En economías de gran tamaño, en especial en 
los Estados Unidos (que se convertiría en el centro de mayor influencia en la 
generación de ideas y políticas en macroeconomía, y el origen de casi todos los 
manuales de gran difusión sobre estos temas), las transacciones internacionales (sobre 
todo los movimientos de capitales) pasaron a tener un papel menor en la determinación 
del crecimiento, el empleo y la inflación, y eso no podía sino reflejarse también en los 
textos de macroeconomía. 
Desde fines de los años cincuenta ese panorama cambió, y con la intensificación de 
los intercambios (y de los movimientos de capitales en particular) entre distintas 
economías, se hizo imprescindible repensar el diseño y los efectos de las políticas 
macroeconómicas, puesto que éstos no son generalmente iguales en una economía 
abierta que en una relativamente cerrada. Por otra parte, los grados de apertura de 
 
 
3 
 
 
distintas economías son también disímiles, y el de una misma economía varía según 
qué aspecto se examine: la circulación de bienes, de capitales o de trabajo, por 
ejemplo. Estas diferencias tienen consecuencias relevantes y se modifican a lo largo del 
tiempo. 
La gran mayoría de los países participa actualmente en una densa y creciente red 
mundial de intercambios, aunque algunas áreas geográficas se han mantenido 
relativamente aisladas de los flujos internacionales de comercio y de capitales, como 
sucede aún con algunas regiones del África, por ejemplo. La población del globo se 
vincula así a través de múltiples canales económicos. Muchos problemas como los 
asociados con el endeudamiento externo, el “riesgo país”, las relaciones con el Fondo 
Monetario Internacional, la competitividad y las fluctuaciones en los movimientos de 
capitales financieros entre naciones son materia de preocupación cotidiana de todos 
nosotros y ocupan buena parte del espacio en los medios de prensa. Durante un viaje 
en taxi el conductor nos habla con inquietud acerca de lo que sucede con el tipo de 
cambio en un país vecino o, a veces, en otro muy lejano; o quizás del precio de la soja 
en los mercados internacionales, o del precio de algún otro producto importante en 
nuestra pauta de exportaciones. Sabemos que esos asuntos pueden ser relevantes 
para nuestro bienestar y para el de toda la población. En ocasiones, muy relevantes. 
Volvemos a nuestra pregunta inicial: ¿Por qué destacar entonces que se va a tratar 
aquí de economías abiertas? Lo hacemos para tener bien presente, desde el inicio, un 
aspecto muy importante de la interdependencia de las sociedades humanas: en el 
mundo que fue tomando cuerpo en el último tercio del siglo XX, la eficacia y la viabilidad 
de las políticas macroeconómicas nacionales dependen palpablemente del impacto que 
ellas puedan tener sobre los intercambios que tienen lugar entre el espacio económico 
interno yel externo. En otras palabras, los efectos internos de las políticas están 
condicionados hoy en día, más que en el pasado, por sus propias consecuencias sobre 
las relaciones entre la economía nacional que las lleva adelante y su contexto externo, 
sus socios comerciales, el mundo en general. 
Todos hemos oído o leído muchas veces referencias al hecho de que las economías 
se han tornado, con el tiempo, más interdependientes. Así lo revelan las tendencias a la 
expansión de los flujos comerciales, de los movimientos financieros y de las inversiones 
directas a través de las fronteras nacionales. Estas transformaciones han sido y son 
impulsadas por importantes cambios institucionales y tecnológicos. Entre los de 
naturaleza institucional se incluyen, por ejemplo, los acuerdos internacionales de 
comercio y los procesos de liberalización de las relaciones financieras (tanto internas 
cuanto con el exterior) en un grupo creciente de países. 
 
 
4 
 
 
Esta liberalización, que ha sido muy intensa desde comienzos de los años setenta, 
entraña la supresión de regulaciones preexistentes (a las tasas de interés, por ejemplo) 
y la eliminación de restricciones y controles a las transacciones comerciales y a los 
movimientos de capital. 
Los cambios tecnológicos comprenden extraordinarios avances en materia de 
comunicaciones y transportes, que redujeron fuertemente los costos en esos ámbitos 
de actividad y acortaron distancias. Entre otros muchos aspectos, cuentan también los 
importantes progresos de la tecnología de procesamiento de la información. 
Por estas razones, entre otras, en el mundo de hoy es imposible pensar en el diseño 
y el impacto de las políticas económicas nacionales sin tomar cuidadosamente en 
cuenta sus condicionantes externos y sus efectos sobre las relaciones económicas 
internacionales de los países. 
En notas anteriores nos hemos referido a aspectos del funcionamiento de una 
economía cerrada. Ahora debemos ampliar el conjunto de aspectos a considerar en la 
escena macroeconómica de la que pretendemos ocuparnos, incluyendo distintos 
elementos que aparecen al tratar de las transacciones con el exterior. 
La perspectiva que estamos planteando nos lleva, en resumen, a examinar el amplio 
campo de las políticas macroeconómicas nacionales tomando especial cuidado de 
entenderlas en sus múltiples interacciones con el resto del mundo. Ese es uno de los 
ejes en torno a los que se estructurarán los desarrollos analíticos que plantearemos en 
este capítulo y en los siguientes. 
Un segundo eje será éste: nos preocuparemos por vincular la presentación de los 
instrumentos y recursos analíticos con el examen de algunos problemas concretos y 
relevantes de política económica del presente, y también de etapas históricas 
precedentes. Lo hacemos así porque entendemos que el estudio de la historia 
económica y de las instituciones es esencial para una mejor comprensión de las 
circunstancias en las que nos desenvolvemos hoy. Sin embargo, como nuestro tema 
aquí no es la historia sino la macroeconomía y las políticas macroeconómicas, 
seguiremos este camino de conexión entre la historia y la teoría de un modo muy 
“estilizado” y sólo hasta donde nos sea útil para ilustrar la pertinencia y relevancia de las 
herramientas de análisis macroeconómico. El estudiante interesado en la historia (y 
tratándose de estudiantes de economía, sería bueno que se tratara de todos ellos…) 
encontrará seguramente útil, al abordar ese campo, contar con elementos analíticos 
provenientes de la teoría económica, que, esperamos, ayudarán a comprender los 
fenómenos. John Hicks, que entre otros numerosos aportes fue uno de los fundadores 
 
 
5 
 
 
de la macroeconomía, dice en la Introducción a su libro “Valor y capital”, en relación con 
el vínculo entre el análisis económico, la historia y las instituciones: 
 
“Es ésta una obra de economía teórica, considerada como el análisis lógico de 
un sistema económico donde rige la iniciativa privada y en donde no se hace 
referencia alguna a controles institucionales. Creo que esta limitación es muy 
censurable, pues considero que el análisis lógico puro del capitalismo es una 
labor por sí misma, mientras que el examen de las instituciones económicas se 
realiza mejor por otros métodos, tales como los que emplean los historiadores de 
la economía (aún cuando las instituciones sean contemporáneas). La economía 
sólo comienza a acercarse al final de su jornada cuando se han realizado ambas 
tareas; pero existe una línea fronteriza clara entre ellas y será mejor que la 
respetemos.” 
“Debe comprenderse, sin duda, que el precio de esta austeridad es que el 
economista exclusivamente teórico es incapaz de decir si alguna de las 
oportunidades o peligros que diagnostica se dan o no en el mundo real en un 
determinado momento. Necesita dejar este punto para una investigación distinta. 
Pero cuando menos habrá ayudado a ese otro investigador al mostrarle algunas 
de las cosas que debe buscar”.2 
 
 
Al vincular la exposición de los instrumentos analíticos básicos de la macroeconomía 
con el análisis histórico de la economía y de las políticas económicas procuraremos 
lograr un mejor entendimiento de ambos campos: de la historia económica de nuestro 
país, de la región latinoamericana y de otros casos que puedan proporcionarnos 
lecciones útiles, por un lado, pero también de las teorías y su utilidad práctica, por otro. 
Ilustraremos estos criterios con un ejemplo. Es posible pensar en una economía 
abierta que, sin embargo, sólo comercia con el resto del mundo; es decir, que no recibe 
(ni origina) flujos de capitales (y en consecuencia no tiene deuda externa, entre otros 
rasgos). Eso puede considerarse una mera simplificación, que deja fuera de la 
discusión un conjunto de problemas a fin de comenzar con un tratamiento sencillo, pero 
preferimos pensarlo de otro modo. Ya hemos indicado que las economías 
latinoamericanas estuvieron de hecho aisladas en el plano financiero desde la gran 
depresión hasta mediados de los años setenta, aproximadamente. En ese extenso 
 
2Hicks, John R., Valor y capital, Fondo de Cultura Económica, México, 1945, páginas xxii y xxiii. 
 
 
6 
 
 
lapso no tuvieron acceso significativo a los mercados de fondos privados, y el limitado 
crédito internacional disponible para ellas provenía casi exclusivamente de fuentes 
oficiales o de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el 
Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. En ese contexto de 
financiamiento externo escaso, todas estas economías mantenían prohibiciones y 
restricciones severas a las salidas de divisas, en especial a las originadas en 
movimientos financieros. Es decir, mantenían “controles de cambios” o, en otros 
términos, controles y restricciones a las operaciones con moneda extranjera . Por todo 
esto, el supuesto de economía financieramente cerrada o aislada (que “sólo comercia” 
con el resto del mundo) se adapta razonablemente bien a esa etapa, y puede 
ayudarnos a entender mejor algunos de los dilemas centrales de política económica de 
aquel período. Tales dilemas, como se verá, no son únicamente de interés histórico sino 
que arrojan también alguna luz sobre el presente. 
Adoptado este enfoque, las secciones que siguen estarán destinadas a plantear un 
conjunto de modelos macroeconómicos básicos para el análisis de la política 
económica en economías abiertas, aplicándolos simultáneamente al estudio de 
episodios concretos de la historia económica argentina o también a experiencias de 
otras naciones. 
Además de ciertas diferencias analíticas que irán apareciendo a medida que 
avancemos, el tratamiento que propondremos aquí difiere también del que siguen otros 
textos usuales como “Macroeconomía” de Olivier Blanchard3, en el hecho de que los 
temas se irán introduciendo paso a paso, comenzando, en el capítulo siguiente con una 
discusión muy simplificada,centrada en el mercado de bienes. Examinaremos allí, para 
comenzar, la determinación del producto interno y del resultado del balance de pagos 
en una economía que sólo comercia con el resto del mundo, y estudiaremos también 
los efectos de las políticas fiscal y cambiaria en ese marco. 
En el texto ya citado de O.Blanchard, en cambio, se introducen, en el capítulo inicial 
de la sección destinada a la Macroeconomía de Economías Abiertas, todos los temas 
más o menos al unísono, incluyendo los flujos comerciales, el papel de los tipos de 
cambio, los movimientos de capitales y el papel de las tasas de interés. Es decir, las 
cuestiones “reales” y las monetarias y financieras se presentan simultáneamente. Ese 
procedimiento tiene algunas ventajas, en especial porque permite una visión de la 
escena en su conjunto desde un inicio, pero a nuestro juicio puede hacer más 
dificultosa la comprensión de algunos temas y, sobre todo, deja de lado la oportunidad 
 
 
7 
 
 
de discutir algunas cuestiones muy interesantes de política económica que pueden 
presentarse cuando una economía no tiene acceso al crédito externo, según trataremos 
de mostrar. 
Así, en el capítulo 2 se utilizará el esquema analítico sencillo inicial para describir la 
dinámica de “marchas y contramarchas” (stop-go) de la economía argentina en la larga 
etapa transcurrida entre la gran depresión y mediados de los años setenta. 
Más adelante, en el capítulo 3 de esta sección, completaremos la revisión “histórica” 
de la teoría incorporando nuevamente, en primer lugar, los mercados financieros y la 
política monetaria (es decir, “el lado LM” del modelo macroeconómico básico en torno al 
cual se estructura buena parte de estas notas), y luego los flujos internacionales de 
capitales. Se examinará también cómo varía la forma de operación y la eficacia de las 
políticas fiscal y monetaria con tipos de cambio fijos y flexibles. En el capítulo 3 se 
discutirán, asimismo, retomando la perspectiva histórica, los principales mecanismos 
macroeconómicos que contribuyen a explicar la generación de un fuerte endeudamiento 
externo de la Argentina en el período 1978-82, algunos de los cuáles son también 
pertinentes para la fase de nuevo endeudamiento que el país atravesó entre 1991 y 
2001, antes de la profunda crisis de 2001-2002 que puso fin al régimen de 
convertibilidad. 
 
3 Por ejemplo en: Blanchard, Olivier, Macroeconomics, 5th Edition, Pearson Prentice-Hall, N.Jersey, 
2008. 
 
 
8 
 
 
 
Capítulo 2. Una economía abierta al comercio pero financieramente aislada. 
 
Determinación del producto: el equilibrio interno o de "ingreso-gasto" 
 
A continuación planteamos, como punto de partida de esta sección, la argumentación 
más sencilla destinada a explicar la forma de determinación del nivel del producto 
agregado de una economía de mercado en un contexto muy simplificado. En sus 
lineamientos básicos, esta argumentación ya ha sido presentada en el capítulo 
destinado al estudio de la determinación del nivel de actividad en una economía 
cerrada, donde la identificamos con la designación habitual de modelo keynesiano 
simple (MKS). Pero aquí la reformularemos incorporando algunas transacciones que los 
agentes que residen en cierto espacio nacional realizan con el resto del mundo, es 
decir, con no residentes. 
Hemos optado por pagar el costo de reiterar ciertas argumentaciones ya presentadas 
en la exposición del MKS de economía cerrada, a los efectos de que esta sección 
pueda leerse con relativa autonomía. 
Como sucede con casi todo modelo macroeconómico, el punto de partida del MKS 
es una relación contable (en argumentaciones más complejas serán eventualmente 
varias). En este caso, partiremos de la identidad básica de las cuentas nacionales: 
 
(1.1) .QXGICY −+++≡ 
 
Como viéramos en el capítulo destinado a la descripción de ese sistema de cuentas 
y del marco macroeconómico de consistencia, esta identidad nos dice que el ingreso (o 
el producto) total generado en la economía (Y) es idénticamente igual a la suma del 
consumo privado (C), la inversión bruta interna (I), el gasto del gobierno en bienes y 
servicios (G) y las exportaciones (X), menos las importaciones (Q). Como es práctica 
corriente en el análisis macroeconómico, emplearemos aquí también los conceptos de 
producto e ingreso como sinónimos, ambos simbolizados con la letra Y. 
Recordemos además que todas las variables que estamos considerando deben 
referirse a cierto período. En la ecuación (1.1) podríamos haber calificado a cada una 
de ellas con un subíndice que indicara el lapso al que se refiere (un año o trimestre 
determinado, por ejemplo, el que obviamente debe ser común a todas). Por simplicidad 
omitiremos los subíndices temporales en este texto, excepto cuando la indicación 
 
 
9 
 
 
explícita de los períodos resulte indispensable. Otra cuestión importante es que las 
variables de la ecuación (1.1) pueden medirse a precios corrientes o bien a precios 
constantes. 
Uno de los supuestos usuales en el MKS es el de exogeneidad del nivel de precios 
(P). De modo que podemos escribir: 
 
,0PP = 
 
donde el subíndice “0” indica, como sabemos, que el valor de esa variable está 
determinado “fuera del modelo”. Es decir que para nosotros es un dato, y asumimos 
que no se modifica en el período de análisis, al menos por el momento. En otros 
términos, la argumentación que desarrollaremos a continuación asume “precios 
nominales dados”. Asumiremos, asimismo, que las variables de la ecuación (1.1) están 
medidas a precios constantes. Es decir, nos ocuparemos del consumo en términos 
reales, de la inversión en términos reales, y así con las otras variables. 
La argumentación procurará entonces mostrar cómo se determina el nivel del 
producto real en una economía de mercado sencilla y abierta en la que el nivel de 
precios no varía. Otros supuestos subyacentes se irán revelando más adelante. 
Antes de seguir con la formulación del modelo puede ser útil recordar algunas 
definiciones que representan variantes de la identidad contable básica (1.1). 
La suma (C+I+G) suele designarse como “absorción interna”. Corresponde al gasto 
agregado de los residentes, y lo designaremos con la letra A. Por otro lado, en una 
primera aproximación (a la que enseguida tendremos que hacer algunos ajustes), la 
cuenta (X-Q) corresponde a lo que se conoce como balance comercial (BC). Por lo 
tanto, la identidad básica (1.1) también puede escribirse así: 
 
.BCAY +≡ 
 
O bien, naturalmente, así: 
 
.BCAY ≡− 
 
De manera que si, por ejemplo, BC fuese menor que cero (es decir, si hubiese déficit 
en el balance de comercio del país con el resto del mundo), está claro que 
necesariamente debe cumplirse que la absorción supere al ingreso generado en la 
 
 
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economía. Es común que la identidad sea presentada de este modo, y también que se 
diga que si hay déficit comercial entonces es porque A es mayor que Y, es decir, los 
residentes están gastando más que su ingreso. Sin embargo, esa lectura involucra 
causalidad (el lado izquierdo de la última expresión “explica” lo que se observa en el 
lado derecho), y esa no es una lectura válida de una identidad contable. Una identidad 
no puede leerse causalmente, sus dos términos son equivalentes. 
Otra forma muy habitual de presentar la identidad que nos ocupa es: 
 
,XGICQY +++≡+ 
 
donde la suma (Y+Q) se designa como “oferta global” y el lado derecho como 
“demanda global”. 
 
El tipo de cambio 
 
Tenemos que comenzar a considerar ahora un aspecto que no aparecía en los 
análisis de economía cerrada de notas anteriores. Además del hecho obvio de que en 
la expresión (1.1) tenemos dos nuevas variables, las exportaciones y las importaciones, 
hay que tomar en cuenta que esas transacciones, que involucran tambiéna agentes del 
resto del mundo, suelen realizarse en moneda extranjera, sobre todo cuando se trata de 
economías cuya divisa no es un medio de pago internacional corrientemente aceptado. 
De modo que va a aparecer en escena una nueva variable de importancia crucial: el 
tipo (o la tasa) de cambio. 
Para comenzar, designaremos con la letra E al tipo de cambio nominal. Se trata de la 
tasa a la cual se intercambian dos monedas. Trabajando siempre en un plano 
agregado, asumiremos que el resto del mundo opera con una divisa que llamamos 
dólar, mientras que la de nuestra economía es el peso. El valor de “E” indica entonces 
cuántos pesos son necesarios para comprar un dólar. En la práctica habrá una 
multiplicidad de tipos de cambio nominales relevantes (peso/dólar, peso/euro, peso/real, 
peso/yen, etc.), circunstancia a la que no prestaremos atención por el momento. 
Otra noción del tipo de cambio de gran importancia es la de tipo de cambio real (ER), 
al que se define como: 
 
,.
P
PEER
f
= 
 
 
11 
 
 
 
donde Pf es el nivel general de precios del resto del mundo. De manera que en esa 
relación estamos comparando los precios de las mercancías extranjeras (los que 
expresamos en nuestra moneda, al multiplicarlos por el tipo de cambio, en el 
numerador) con los precios internos, P, que aparecen en el denominador. En una 
primera aproximación, entonces, ER es una relación entre los precios agregados 
externos e internos. 
Así definido, el tipo de cambio real sube si lo hace E, dada la relación de precios, o 
bien si se incrementa el cociente (Pf/P), dado el tipo de cambio nominal. 
 
 
12 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sobre el tipo de cambio real y las unidades de medida 
 
Es muy útil pensar en qué unidades se mide el tipo de cambio real. Para ello, 
desplegamos la siguiente expresión: 
( ) ../.$
)./$.).($/.$(
Ydeun
YdeuSUzSUhER
f
= 
 Puede parecer una fórmula engorrosa, pero una breve exploración mostrará que no lo es 
tanto. Tome en cuenta que los tres términos incluidos entre paréntesis en esta ecuación se 
corresponden con las tres variables consideradas más arriba en la definición del tipo de cambio 
real. Pero aquí hemos reemplazado la paridad nominal E por la expresión (h.$/U$S), que indica 
que esa variable es igual a una cierta cantidad “h” de pesos por dólar. El segundo paréntesis del 
numerador despliega el contenido de la variable Pf y es un poco más oscuro. Considere que Pf es 
el precio medio de las mercancías extranjeras. Llamamos Yf a esas mercancías (es decir, al 
producto generado por el resto del mundo). El nivel de precios extranjeros es igual a la expresión 
(z.U$S/u.de Yf), es decir, es una cantidad “z” de dólares “por unidad de mercancía extranjera”, 
que es lo que significa la expresión “u.de Yf”. (La respuesta espontánea frente a la pregunta 
acerca de “en qué unidades se mide Pf” suele ser que “se mide en dólares”. Pero los precios 
también son tasas de cambio, entre unidades monetarias y cantidades de mercancías; el precio 
de las manzanas se mide en pesos por kilo, o por tonelada). Todo esto habrá aclarado ya el 
significado del denominador. Allí reemplazamos a la variable “P”, los precios internos, por la 
expresión (n.$/u.de Y). De modo que el nivel de precios internos (o “el precio interno medio”) es 
una cierta cantidad de pesos (n pesos) por unidad de Y, es decir, por unidad de nuestro 
producto. 
 En esa ecuación pueden efectuarse simplificaciones. Los signos $ y U$S aparecen, cada 
uno de ellos, dos veces, pero una vez multiplicando y la otra dividiendo, de manera que podemos 
eliminarlos. Además, (u.de Y), que aparece en el denominador pero dividiendo, pasaría al 
numerador, y lo contrario sucede con (u.de Yf). La ecuación simplificada resultante es la 
siguiente: 
.
)..(
)..(.
fYdeun
YdeuzhER = 
 Como se ve, han desaparecido de allí todas las unidades monetarias. Eso quiere decir que 
ER es una medida “real”, cosa que ya sabíamos. ¿Qué nos indica el cociente? Indica cuántas 
unidades de Y son necesarias para adquirir una unidad de Yf. En esa notación, se necesitan 
(h.z/n) unidades de Y para adquirir una unidad de mercancía extranjera. 
 En síntesis, el tipo de cambio real es, al igual que cualquier precio relativo, una tasa de 
cambio entre mercancías. Si el tipo de cambio real fuese “más alto” hoy que ayer, sabríamos que 
ahora hace falta más mercancía producida internamente para comprar la misma cantidad de 
mercancía internacional. O, lo que es lo mismo: una unidad de mercancía internacional “compra” 
más mercancía interna. En otras palabras, las mercancías internas se abaratan en comparación 
con las producidas por el resto del mundo cuando el tipo de cambio real sube. Se trata de dos 
formas de decir lo mismo. También podemos decir que la economía nacional se torna más 
competitiva, ceteris paribus, a un tipo de cambio real más alto. 
 Es pertinente introducir aquí una nota aclaratoria. En la práctica, los precios P y Pf los 
medimos mediante índices, que no tienen unidades. Y cuando hablamos del tipo de cambio real 
también lidiamos con índices. En este recuadro hemos pretendido indagar “en el fondo” de la 
noción de tipo de cambio real, pero cuando se trata de medir, en la práctica, las cosas son 
entonces algo más complicadas. La observación de cómo evolucionan los índices de tipo de 
cambio real nos sirve para determinar si las mercancías nacionales se están encareciendo en 
relación con las extranjeras, o si sucede lo contrario. Pero no nos permite hacer comparaciones 
estáticas tan precisas como la que sugeríamos arriba, en valor absoluto (“cuántas unidades de 
mercancía nacional se requieren para comprar una unidad de mercancía extranjera”). Además de 
que la propia noción de “unidades de producto” agregado es también más comprensible en 
abstracto que traducible a términos empíricos concretos. 
 
 
13 
 
 
La definición que hemos dado al tipo de cambio real es la que se utiliza 
corrientemente, y transmite su contenido claramente. Puesto que refleja la relación 
entre el precio de las mercancías extranjeras y las que nosotros producimos, es 
inmediato suponer que las compras y ventas al resto del mundo van a depender de ER. 
Un tipo de cambio más alto incentivaría probablemente nuestras exportaciones, al 
abaratarlas comparativamente, y por el contrario desalentaría las importaciones. Claro 
que al decir esto estamos hablando de comportamientos, y todavía no hemos abordado 
esa cuestión aquí, porque estamos lidiando aún con definiciones básicas y con la 
contabilidad. Retomaremos el punto un poco más adelante. 
Sin embargo, si bien la noción de tipo de cambio real que estamos empleando 
transmite la idea correcta en términos generales, las cosas pueden ser algo diferentes 
según los casos, y vale la pena aclararlo aquí. Veamos. Con nuestra interpretación de 
ER estamos de hecho asumiendo que nuestras importaciones se hacen a precios en 
dólares Pf, pues eso es lo que cuestan las mercancías extranjeras. En cambio, 
exportamos a precios que, expresados en dólares, serían, en término medio, iguales a 
(P/E). Es decir, vendemos al exterior mercancías cuyo precio medio es “el precio 
interno” P, el que dividimos por E si queremos expresarlo en dólares. No obstante, 
como hemos dicho, las cosas pueden funcionar algo distinto. Consideremos el caso de 
una “economía pequeña”. Entendemos que una economía pequeña se caracteriza 
centralmente porque comercia con el resto del mundo a precios definidos en los 
mercados internacionales, sobre los cuales las ofertas o demandas de los residentes 
locales no influyen o tienen una gravitación poco significativa. Si una tonelada de soja 
cuesta 400 dólares en el mercado internacional, seguirá costándolos luego de una 
depreciación cambiaria (es decir, de una suba de E) en un país pequeño, productor de 
esa oleaginosa. Observe que, entonces, en el caso de una economía pequeña, un tipo 
de cambio real más alto no significa,en realidad, precios de exportación más 
competitivos (podríamos pensarlo así: el precio de exportación en dólares no es P/E, 
sino Pf, y seguirá siendo Pf a cualquier tipo de cambio). De todos modos, una suba de E 
sí constituiría normalmente un incentivo a exportar más, pero por otra razón: porque 
aumentaría, ceteris paribus, la rentabilidad de las actividades que producen bienes para 
el resto del mundo (el precio de la soja, por ejemplo, medido en pesos, subirá 
normalmente en relación con los costos internos de producción, cuando suba E). En tal 
caso, no es que aumente la demanda internacional de soja local, pero sí aumentaría la 
oferta generada internamente, y si se trata de una economía pequeña, esa oferta 
adicional no encontrará problemas para colocarse, puesto que la demanda internacional 
 
 
14 
 
 
será muy elástica a los precios vigentes, como indica el supuesto de economía 
pequeña. 
En muchos de los mercados en los que opera, una economía como la argentina es 
pequeña o relativamente pequeña, por lo que es conveniente y útil adoptar la idea de 
que nuestras compras y ventas al resto del mundo se hacen a precios internacionales, y 
eso es lo que haremos aquí. 
Al hacerlo así estaremos de hecho empleando otra simplificación que cabe poner 
también en evidencia. La variable Pf se refiere a los precios promedio del resto del 
mundo. Como acabamos de indicar, utilizaremos esos precios tanto en el caso de las 
exportaciones cuanto en el de las importaciones, asumiendo el supuesto de economía 
pequeña. Entre tanto, las “canastas” de bienes importados y exportados serán con 
certeza diferentes, y es seguro que diferirán, a su vez, de la canasta que está por detrás 
de Pf. Si optáramos por un grado más de realismo al costo de un poco más de 
complejidad, podríamos trabajar con distintas variables de precio. Por ejemplo, con Px y 
Pq, para denotar el nivel de precios de nuestras exportaciones y de nuestras 
importaciones, respectivamente, ambos en dólares, en lugar de hacerlo sólo con Pf en 
representación de ambos. 
El cociente entre ambos precios, (Px/Pq), se denomina relación de “términos del 
intercambio”. Lo mencionamos aquí a título informativo, pero en adelante seguiremos el 
camino simplificado de trabajar con Pf como única variable de los precios del comercio 
internacional, en dólares. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
15 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El tipo de cambio, las cuentas nacionales y el balance de pagos 
 
 
Al incorporar las transacciones “que cruzan las fronteras nacionales” en el análisis se 
hace necesario incorporar también una nueva identidad contable, como es el balance 
de pagos. Esta es una cuenta de flujos, como la identidad básica de las cuentas 
nacionales, y procura captar todas las transacciones que, en determinado período, se 
realizan entre residentes y no residentes. Estas transacciones son muy diversas pero, 
Los términos del intercambio comercial 
 
Al omitir los términos del intercambio en el análisis que sigue estamos dejando de 
lado una variable importante. Una caída de los términos del intercambio puede complicar 
bastante la marcha de una economía, al deteriorar el resultado del comercio con el 
exterior, así como una suba importante de ese cociente puede tener el efecto contrario. 
En la visión de Raúl Prebisch y de la CEPAL sobre los procesos de desarrollo esta 
variable jugaba un papel central. Prebisch sostenía que los términos del intercambio de 
economías como las latinoamericanas tenderían a declinar secularmente, debido en 
parte a la composición de sus flujos de comercio (típicamente, exportaciones primarias e 
importaciones de manufacturas industriales). La demanda mundial de alimentos, por 
ejemplo, tiende a crecer menos que el ingreso mundial (es decir, tiene una elasticidad-
ingreso menor que la unidad), mientras que la demanda de bienes complejos, de mayor 
contenido tecnológico, se incrementa más rápidamente. Siendo así, es posible que los 
precios de los primeros tiendan a declinar en relación con los precios de los segundos 
(aunque hay que tomar en cuenta también la evolución de las condiciones de oferta, 
además de las de la demanda). De modo que un país exportador de alimentos e 
importador de bienes industriales podría estar destinado a enfrentar, entre otros 
limitantes a su dinamismo económico, esta tendencia negativa sobre su comercio. Ese 
es uno de los argumentos que alimentaban las tomas de posición a favor de promover, a 
través de diversos mecanismos de protección y subsidio, el desarrollo de las industrias 
manufactureras locales, uno de cuyos efectos sería, se pensaba, la modificación de esa 
estructura comercial poco deseable, diversificando las exportaciones. 
La idea de una caída tendencial de los términos del intercambio ha generado mucha 
discusión y evidencias a favor y en contra. Es un asunto no plenamente saldado. Aunque 
sí es más claro que ese cociente varía, y a veces pronunciadamente, con el ciclo 
económico mundial. Las commodities tienen precios mucho más fluctuantes que las 
manufacturas, de modo que suben más en las fases de expansión global y suelen 
declinar en términos relativos en las de contracción o falta de dinamismo. Una recesión 
global tiene entonces efectos negativos amplificados sobre los balances de comercio de 
las economías periféricas, los que se ven afectados por caídas en el volumen de ventas 
a los que suele agregarse una declinación en los términos del intercambio. Una 
expansión global, como la experimentada desde comienzos de la década del 2000, tiene 
los efectos contrarios. No sabemos con claridad, actualmente, si los precios 
históricamente muy altos de las commodities alcanzados en la primera década del siglo 
en curso reflejan una coyuntura muy especial o un cambio más permanente, aunque hay 
indicios importantes a favor de esta última interpretación. 
 
 
16 
 
 
como ya hemos indicado, en principio asumiremos que solamente las hay en el plano 
comercial, por lo que el balance de pagos con el que trabajaremos inicialmente será 
semejante al concepto más restringido de “balance comercial”. Sin embargo, no 
abordaremos todavía una descripción detallada de esta cuenta. El punto que queremos 
destacar aquí es que el balance de pagos es un estado contable que se elabora en 
dólares, y a los precios a los cuáles se realizan efectivamente los intercambios, 
mientras que las cuentas nacionales se elaboran en moneda local (pesos, en nuestro 
caso), y a precios internos, es decir, a precios que incorporan los efectos de impuestos 
y subsidios. En lo que sigue ignoraremos este último aspecto (impuestos y subsidios) 
para simplificar, pero no es posible obviar el primero: la variable exportaciones, por 
ejemplo, aparecerá en las cuentas nacionales y también en el balance de pagos, pero 
no podemos atribuirles la misma letra (“X”, en la notación de la ecuación 1.1), porque 
ambas están medidas de manera diferente. El tipo de cambio debe intervenir para que 
podamos hacer el nexo entre las exportaciones de las cuentas nacionales y las del 
balance de pagos, y lo mismo con las importaciones. 
Volvamos entonces a la contabilidad nacional para dar lugar a este punto. En nuestra 
ecuación (1.1) las variables están medidas en pesos, y también a precios constantes, 
incluyendo a X y Q. Es posible expresar el valor de las exportaciones y de las 
importaciones como: 
 
.... xER
P
xPEX
f
== 
 
.... qER
P
qPEQ
f
== 
 
En el término del lado derecho de la expresión correspondiente a X, la variable x 
representa a las cantidades exportadas de bienes. Al multiplicarlas por Pf (en el término 
del centro) las expresamos en valores, en dólares. Luego, al multiplicar ese producto 
por E, lo llevamos a precios internos, corrientes. Posteriormente deflactamos por P para 
llevar la cuenta a precios (internos) constantes. Esa es entonces una descomposición 
de X. Pero ese cómputo es igual al producto del tipo de cambio real porla cantidad 
exportada “x”, según se indica en el miembro de la derecha. 
Algo semejante hacemos luego con las importaciones: llamamos q a las cantidades 
importadas. Al multiplicarlas por Pf las expresamos en valores, en dólares. Luego 
 
 
17 
 
 
multiplicamos ese producto por E y lo llevamos a precios internos, corrientes. 
Posteriormente deflactamos por P para llevar la cuenta a precios internos constantes 
(es decir, del año base). Esa es entonces la descomposición de Q. Pero eso es igual al 
producto del tipo de cambio real por la cantidad importada “q”.4 Ya hemos señalado que 
ignoramos aquí la existencia de impuestos o subsidios que afecten a las importaciones 
y a las exportaciones. Si hay aranceles de importación, tendrán incidencia en los 
correspondientes precios internos, de modo que el cálculo del valor de las 
importaciones sería algo distinto que en la ecuación precedente. Si designamos como 
“h” a la tasa promedio del impuesto sobre las compras externas (incluyendo los 
aranceles y otros tributos, como el IVA) tendríamos: 
 
..).1(..).1( qERh
P
qPEhQ
f
+=
+
= 
 
A partir de estas definiciones, e ignorando subsidios, aranceles e impuestos a 
exportaciones5 e importaciones, podemos reescribir así la identidad básica de cuentas 
nacionales6: 
 
(1.1’) )..( qxERGICY −+++≡ 
 
 
4 Como siempre, conviene examinar también aquí las unidades de medida para comprobar que no se 
ha cometido un error. Observe que “q” y “x”, que tienen precios internacionales, deben medirse entonces 
en unidades de la mercancía producida por el resto del mundo (Yf). Haciéndolo así, Q y X se miden en 
unidades del producto interno Y, lo que es correcto en tanto estamos trabajando a precios constantes 
(nuevamente, como en el recuadro en el que examinamos las unidades de medida de ER, miramos aquí 
“el fondo de la cuestión”, aunque en la práctica los precios se miden mediante índices, que no tienen 
unidades, y las “cantidades” son en realidad medidas de valor a precios constantes). 
5 En la ecuación correspondiente a las exportaciones podríamos haber incluido también, como se 
hace con las importaciones, un término correspondiente a los impuestos a las ventas al resto del mundo 
(como son las “retenciones”; en tal caso, este factor tendría signo negativo, puesto que reduce el precio 
interno para dados tipo de cambio y precio internacional), y también, con el signo contrario, uno para 
reflejar la existencia de subsidios a dichas ventas. 
6 Cabe otra aclaración importante. La representación que acabamos de dar a las exportaciones e 
importaciones medidas en términos reales es algo diferente de la que se les da en la práctica al elaborar 
las series de cuentas nacionales a precios constantes en la Argentina, por ejemplo. En efecto, en el 
cómputo habitual, los cálculos se harían tomando también el tipo de cambio real del año base, de modo 
que las exportaciones, por ejemplo, serían: X= ER0.x, donde ER0 es precisamente la paridad cambiaria 
real del referido año base. En tal caso, ningún cambio de precios incidiría en el cómputo de las variables 
de la identidad contable básica a precios constantes. El criterio que seguimos aquí tiene, con todo, la 
ventaja de permitir que los cambios en el tipo de cambio real tengan algún impacto sobre las cuentas 
nacionales “reales”. Esos efectos tienen relevancia en la práctica y de otro modo no los captaríamos en el 
modelo “real” desarrollado en las páginas que siguen. 
 
 
18 
 
 
Conviene aclarar, en este punto, que este tratamiento es diferente al que se 
encuentra en algunos manuales de macroeconomía, como el de Blanchard, ya 
mencionado, o en Blanchard y Pérez Enrri (2000), por ejemplo. La expresión 
equivalente a la (1.1) en esos textos es: 
 
,.qERXGICY −+++≡ 
 
donde las exportaciones no se expresan como el producto de las cantidades 
exportadas por el tipo de cambio real, porque están computadas directamente en 
dólares, la moneda nacional de los EE.UU., al igual que el consumo, la inversión y el 
gasto del gobierno. Mientras que sí están multiplicadas por el tipo de cambio las 
importaciones. Esos autores lo hacen así porque asumen que Estados Unidos exporta a 
precios de venta fijados en su propia moneda, mientras que importa, por ejemplo, 
bienes preciados en euros desde la Unión Europea (o, más en general, bienes 
preciados en moneda extranjera). Entonces, el tipo de cambio modifica el valor de las 
importaciones medido en dólares, pero no el de las exportaciones, medidas en esa 
moneda “por naturaleza”. Nosotros optamos por un enfoque diferente porque estamos 
pensando en una economía pequeña o relativamente pequeña, que en la mayor parte 
de los rubros del comercio opera a precios definidos en moneda extranjera en los 
mercados internacionales, tanto en aquellos en los que vende como en los que compra. 
Estas diferencias de tratamiento parecen menores, pero conviene tenerlas en cuenta 
porque se reflejarán luego en algunos efectos también distintos de una devaluación, por 
ejemplo. Observe que no se trata simplemente de preferencias en la forma que se 
escoge para “modelar” la economía, sino de diferencias reales entre economías 
distintas, que la modelización procura captar. 
 
La determinación del nivel del producto. 
 
Acabamos de replantear la identidad básica de las cuentas nacionales. Ya sabemos 
que los sistemas de cuentas son registros de lo que ha pasado. Nos muestran 
resultados de acciones ya transcurridas. Son la materia prima informativa a partir de la 
cual narramos historias, construimos relatos sobre la economía, tratamos de hallar 
sentidos. Solemos referirnos a variables como las que acabamos de mencionar, cuando 
las vemos desde la perspectiva del sistema de cuentas, como magnitudes “realizadas” 
(o “ex post”). Informan sobre lo que sucedió. De modo que es posible hablar del 
consumo realizado, o de la inversión realizada, por ejemplo. 
 
 
19 
 
 
Ahora bien, la información macroeconómica que viene ordenada en la forma de 
sistemas contables (esencialmente las cuentas nacionales, las cuentas fiscales, las 
cuentas monetarias y las cuentas externas) nos puede permitir “describir” lo que ha 
venido sucediendo (por ejemplo, la inversión creció o bajó, lo mismo en relación con el 
consumo, etc.), pero para pasar de la descripción a la explicación, a los “por qué”, 
hacen falta relaciones que no sean de naturaleza contable. Necesitamos de otras 
relaciones que reflejen vínculos de causalidad entre distintas variables, por ejemplo. 
Estas relaciones se suelen llamar “de comportamiento”. Si decimos que el gasto en 
inversión depende de la tasa de interés, estaremos en principio adoptando una línea de 
causalidad que va del interés a la inversión, y asumimos esa vinculación como la 
manifestación de una conducta (la de quienes toman decisiones de inversión). 
Naturalmente, hace falta tener buenos fundamentos para asumir ese supuesto de 
comportamiento o algún otro. Puede argumentarse a favor de una hipótesis como ésa a 
partir de un razonamiento teórico (partiendo, por ejemplo, de un conjunto de axiomas 
acerca de la conducta de los agentes económicos), o de la introspección, o en 
ocasiones tomando como punto de partida observaciones empíricas. La conexión entre 
tasa de interés e inversión, por ejemplo, podría surgir del examen de series de datos 
temporales de ambas variables. Este eventual origen empírico no nos eximirá, sin 
embargo, de la preocupación por comprender los fundamentos de la conducta desde 
una perspectiva teórica (¿por qué los agentes económicos que toman decisiones de 
inversión actúan de este modo y no de otro?), del mismo modo que fundamentos 
teóricos supuestamente sólidos no eximen de la comprobación empírica. 
Volvamos a nuestro modelo. Luego de planteada la ecuación contable inicial, nos 
preocuparemos por explicar cada una de las variables del lado derecho de (1.1’), es 
decir, el consumo, la inversión y todo lo demás,pero atendiendo ahora a los 
determinantes del comportamiento. 
Nuestra primera ecuación de comportamiento de las variables de gasto del miembro 
derecho de (1.1’) será la llamada función consumo, que indica que las decisiones 
privadas (agregadas) de consumo dependen de una o de varias de las restantes 
variables que aparecerán en la argumentación (es decir, que emplearemos en el 
modelo). Pero antes que eso, necesitamos dos elementos previos: 
 
(1.2) ,TYYD −≡ 
(1.3) ..0 YtTT += 
 
 
 
20 
 
 
La variable T capta los ingresos tributarios que el gobierno obtiene del sector privado 
(netos de transferencias del gobierno a ese sector, como jubilaciones) y YD es el 
ingreso disponible privado.7 YD es igual al ingreso total generado en la economía (Y) 
menos los impuestos (netos de transferencias), según se establece en (1.2).8 
La ecuación (1.3) describe el comportamiento de la recaudación tributaria. Observe 
que, en consecuencia, no se trata en este caso de una identidad. Suponemos que una 
parte de la recaudación no está vinculada con el ingreso, y la consideraremos 
determinada exógenamente, es decir, "fuera del modelo". Ese componente de los 
ingresos fiscales se designa como T0. Cabe pensar que está referido a tributos como 
los que pueden establecerse sobre los activos o el patrimonio, por ejemplo, es decir, 
sobre stocks. Estos componentes de T tendrán normalmente un comportamiento poco 
asociado al del ingreso o el producto total de la economía, en el corto plazo. En cambio, 
otros tributos sí se vincularán con Y (o con el ciclo, como se suele decir). Esos se 
expresan en el segundo sumando de (1.3). Podemos interpretar al símbolo "t" como la 
tasa media de impuestos sobre el ingreso. Suponemos que los parámetros T0 y t son 
“manipulables” por parte del gobierno. Por eso los consideraremos “instrumentos” de 
política fiscal. 
Ahora sí estamos en condiciones de introducir nuestra función consumo. Será: 
 
..10 YDcCC += 
 
También esta variable sigue, en consecuencia, al igual que la recaudación T, un 
comportamiento lineal (lo que significa que se puede expresar como la ecuación de una 
recta). C0 es a veces designado como consumo autónomo, mientras que “c1” es la 
llamada propensión marginal a consumir, porque nos dice cuánto cambia el consumo si 
YD varía en una unidad monetaria (es decir, cuánto varía C ante en cambio marginal en 
el ingreso disponible). 
Valiéndonos de (1.2) y (1.3) sustituimos YD en la última expresión, y reordenando los 
términos obtenemos la siguiente descripción de este componente del gasto: 
 
 
7 En la ecuación de YD no incluimos explícitamente las transferencias al sector privado (como 
jubilaciones, por ejemplo), de modo que T puede entenderse como “impuestos netos de transferencias”. 
Si T fuese definida como ingresos por impuestos únicamente, entonces podríamos introducir las 
transferencias TR sumando en la expresión (1.2), y habría que decidir de qué modo se determina esta 
variable. Simplificadamente, podríamos hacer TR=TR0. 
8 Podríamos introducir explícitamente las transferencias, haciendo: YD = Y+TR-T, donde T ya no es la 
recaudación tributaria neta de transferencias, sino bruta. 
 
 
21 
 
 
.).1.().( 1010 YtcTcCC −+−= 
 
En esa ecuación tenemos una descripción del comportamiento del consumo privado 
agregado. Vale la pena distinguir a la variable C con algún símbolo que nos recuerde 
que nos estamos refiriendo aquí a una definición del consumo diferente de la contenida 
en las identidades (1.1) ó (1.1’). Mientras que allí la C designa al consumo “realizado” o 
ex post, aquí estamos hablando de la forma en que se determina el consumo 
“planeado” por el sector privado (la expresión latina que usamos en este caso es "ex 
ante"). 
Es decir, estamos describiendo la forma en que suponemos que la gente decide o 
hace planes de consumo. A este último concepto, el gasto planeado de consumo, lo 
identificaremos entonces como C*. 
Llegamos, ahora sí, a la ecuación (1.4): 
 
(1.4) .).1.().( 1010
* YtcTcCC −+−= 
 
Nuestros supuestos de comportamiento para las restantes variables del lado derecho 
de (1.1) serán en general, por ahora, bastante sencillos. A saber: 
 
(1.5) .0
* II = 
(1.6) .0
* GG = 
(1.7) .0
* xx = 
(1.8) ..0
* Yqqq y+= 
 
Es decir que estamos considerando exógenos a los valores planeados de todas las 
variables de gasto, excepto el consumo (ecuación (1.4)) y las compras de bienes al 
resto del mundo (ecuación (1.8)). Observe que esta última expresión se refiere en 
realidad a las cantidades “q” que se planea adquirir en el resto del mundo, así como la 
función (1.7) se refiere a las cantidades “x” que se planea exportar. 
Las cantidades que los agentes residentes desean adquirir en el exterior tienen 
también un componente independiente del producto que designamos como q0, pero 
además dependen del nivel del producto Y. El parámetro qy nos dice cuán fuerte es la 
relación entre las importaciones y el producto. Varios argumentos pueden explicar esta 
relación de causalidad. Uno de ellos es que a medida que aumenta el valor del producto 
 
 
22 
 
 
interno tienden a incrementarse las compras de insumos de la producción local que se 
obtienen del extranjero. Pero también un ingreso mayor de la población incentivará la 
demanda de bienes importados en alguna medida, ya sea porque no tienen sustitutos 
internos o porque su sustituibilidad es imperfecta, por ejemplo. 
 
 Finalmente, nuestro último supuesto, por el momento, se referirá al tipo de 
cambio real, al que consideraremos exógeno: 
 
(1.9) .0ERER = 
 
También debemos decir que G0 se agregará al conjunto de “instrumentos de política 
fiscal” contemplados en la argumentación. 
Ya tenemos desplegados prácticamente todos los elementos constitutivos de nuestro 
primer modelo en las ecuaciones (1.1’) a (1.9). Ahora debemos utilizarlos para construir 
nuestra explicación de la determinación de Y, que es el objetivo del modelo keynesiano 
simple. Hemos “explicado” el comportamiento de los distintos agregados de gasto 
considerados separadamente; pero lo que queremos en realidad es determinar el 
comportamiento del gasto total, o demanda agregada. Estamos en condiciones de dar 
un paso más reuniendo estas distintas piezas de argumentación. 
Ese paso consistirá en adicionar los valores planeados o ex ante de todas las 
variables de gasto ya definidas. Tendríamos así una expresión parecida a la (1.1’) pero 
definida para magnitudes planeadas en lugar de realizadas: 
 
)..( ****** qxERGICY −+++= 
 
Más precisamente, esa ecuación define al "gasto total planeado en bienes y servicios 
producidos internamente", que es lo que designamos como Y*. Nos estamos refiriendo 
a la demanda de bienes y servicios producidos dentro de nuestras fronteras; por ello 
restamos el valor de las compras provenientes del resto del mundo (las importaciones), 
en el lado derecho de la ecuación. 
Ahora es posible sustituir C* por la expresión (1.4), I* por (1.5) y así sucesivamente, 
lo que nos lleva, tras reordenar los términos, a la siguiente versión modificada de la 
última ecuación: 
 
[ ] ...)1.().(.( 0100000010* YqERtcqxERGITcCY y−−+−+++−= 
 
 
23 
 
 
 
Para simplificar la notación hacemos: 
 
,. 000100 GITcCA ++−= 
 
Por lo que podemos escribir: 
 
(1.1’.a) [ ] ...)1.().( 010000* YqERtcqxERAY y−−+−+= 
 
Esa es ahora nuestra ecuación de gasto planeado total en bienes producidos 
internamente. Como vemos, tiene también forma lineal, con una ordenada al origen 
igual a [A0+ ER0.(x0 – q0)] y una pendiente de valor [c1.(1– t) – ER0.qy]. 
Y*, el gasto total planeado en bienes producidos internamente, es a veces designado 
como DA, por "demanda agregada". 
No se debe confundir este concepto con el de demanda global, que aparece en las 
cuentas nacionales, que hemos mencionado ya más arriba. Por un lado, esta última es 
una noción “ex post”, pero además, y más importante, la demanda globalde las cuentas 
nacionales se define, como también vimos, como la suma del consumo, la inversión, el 
gasto público en bienes y servicios y las exportaciones, sin restar las importaciones. 
Si se compara la expresión que acabamos de incluir para Y* con su versión para una 
economía cerrada, se observan dos cambios: en la ordenada al origen de la recta 
aparecen ahora parámetros que se refieren a las ecuaciones de exportaciones e 
importaciones, de manera que la posición de la línea depende de ellos. Por ejemplo, un 
aumento de las exportaciones exógenas desplazará la función Y* hacia arriba. 
Además, también cambia la pendiente. Podríamos decir que ahora será “menor” que 
en la economía cerrada, porque aparece un nuevo término, negativo: (-ER0.qy). Un 
incremento en el ingreso estará asociado ahora a un aumento menor de Y* que antes, y 
eso se debe a que una parte del aumento del ingreso se dirigirá a la compra de bienes 
importados, y por ende no se destinará a gasto en bienes producidos internamente. Las 
importaciones son algo así como una nueva “filtración” hacia afuera de la corriente de 
ingreso-gasto, de naturaleza semejante a la que aparece cuando, en la discusión de 
economía cerrada, se introducen los impuestos (que también “restan” en la pendiente 
de la función Y*). 
 
 
24 
 
 
Tenemos que abordar ya la fase final de nuestra argumentación. Para eso es útil, 
antes de resolver formalmente el modelo, volver a plantearlo pero en un lenguaje un 
poco distinto, como es el gráfico. 
Consideremos el diagrama de ingreso-gasto (también conocido como gráfico de la 
cruz keynesiana), que es el incluido en la parte superior de la ilustración siguiente. 
Representamos el gasto en el eje de ordenadas y el ingreso en las abscisas. La recta 
de 45º corresponde al lugar geométrico de los puntos de cuentas nacionales, puesto 
que en este sistema de cuentas el ingreso y el gasto total (ex post, naturalmente) son 
idénticamente iguales. 
Mientras tanto, la ecuación (1.1’.a) es una recta cuya ordenada al origen es, como 
ya vimos, [A0 + ER0.(x0 – q0)], y cuya pendiente es positiva pero menor que la unidad 
(puesto que normalmente "c1" será menor que uno; mientras que "t" y " ER0.qy", que son 
números positivos, están restando; asumiremos además que esa pendiente es positiva). 
De manera que (1.1’.a) cruza a la recta de 45º "desde arriba" en el primer cuadrante. 
 
 
 
 
 
25 
 
 
 
 
Observe nuevamente la ecuación (1.1’.a) y su representación. Es una relación entre 
el gasto planeado (Y*) y el realizado (Y), tal que para cada valor de este último nos 
permite determinar un valor del primero. ¿Dado un valor cualquiera de Y, cuál será el Y* 
correspondiente? Si Y se ubicase en un nivel determinado, Y1, por ejemplo, entonces 
Y*1 puede obtenerse directamente de la fórmula. Será: 
 
[ ] ...)1.().( 10100001* YqERtcqxERAY y−−+−+= 
Gráfico 1. El modelo keynesiano simple para una
economía abierta: equilibrio interno y externo
Gasto
[C+I+G+ER.(x-q)]1 Y*
45º
Yint Ingreso (Y)
Exportaciones
e
importaciones
(en dólares)
Yex Yint Ingreso (Y)
Pf.x0
G
rá
fic
o 
1.
a.
 E
qu
ilib
rio
 in
te
rn
o
Y1
G
rá
fic
o 
1.
b.
 E
qu
ilib
rio
 e
xt
er
no
Pf.x0
Pf.q0
Pf.q(Y)
Y*1
Déficit (∆R<0)
 
 
26 
 
 
 
En el gráfico 1, Y*1 es un punto sobre la recta Y*, correspondiente al nivel Y1 del 
producto realizado, que medimos en el eje de abscisas. 
 
Determinación del equilibrio interno 
 
Supóngase que la economía está efectivamente operando en el punto Y1 según se 
indica en el gráfico 1. Es decir, está generando ese valor de producto por unidad de 
tiempo (por año, por ejemplo). En las condiciones de la economía descriptas por la 
ecuación (1.1’.a), que representa el comportamiento del gasto planeado, se observa 
que, dado Y1, el gasto planeado total Y*1 resulta menor que el realizado. 
¿Qué significa esto? En términos más concretos, las firmas están generando 
producto por valor de, digamos, 100 pesos (ese es Y1), pero la suma de las decisiones 
de gasto del sector privado, el gobierno y el resto del mundo en bienes y servicios 
internos arroja un valor menor, digamos 80 (éste es Y*1). 
Ahora bien, si los agentes que operan en (y con) esta economía están dispuestos a 
gastar voluntariamente tan sólo $ 80 en los bienes que ella produce, ¿por qué es que 
las cuentas nacionales están registrando un gasto realizado (igual al producto) de 100? 
La razón es simple y es la misma que planteáramos en otro capítulo, al describir este 
mismo mecanismo en una economía cerrada. Las firmas están produciendo 
efectivamente mercancías por $100, pero en las circunstancias que estamos 
describiendo sólo venden $80. Los otros $20 se acumulan como existencias de 
mercancías sin vender, como stocks adicionales en sus depósitos. Más exactamente, 
constituyen acumulación no planeada o no deseada de existencias (sabemos que es no 
planeada porque la variación planeada de inventarios estaría incluida dentro de los $80 
del gasto planeado total). 
Por lo tanto, lo que está sucediendo puede también describirse así: la inversión 
realizada (que es la que las cuentas nacionales miden, y que normalmente incluye la 
variación de existencias9) supera a la planeada (de la cual las cuentas nacionales no 
tienen noticia alguna, porque no registran planes o deseos) en 20 unidades monetarias. 
Esta es una situación de desequilibrio, tema sobre el cuál ya hemos escrito en 
capítulos anteriores. Los planes de los agentes económicos no son mutuamente 
 
 
27 
 
 
compatibles, por lo que no pueden realizarse simultáneamente. Algunos se ven 
frustrados (en este caso eso sucede con los planes de inversión: las firmas están 
invirtiendo de hecho más de lo que desearían), y eso motiva revisión de conductas, 
cambios de planes. 
¿Qué podemos conjeturar que sucederá en nuestro ejemplo? Como hicimos en el 
caso de una economía cerrada, suponemos que las empresas productivas no 
sostendrán por mucho tiempo un nivel de actividad en el que producen más que lo que 
son capaces de vender. Luego, a lo largo de los meses, contraerán el empleo y el 
producto, por lo que la economía se moverá hacia la izquierda de Y1, según el gráfico 1. 
 
9 La inversión bruta interna suele tener, en efecto, dos componentes: inversión bruta interna fija (que 
incluye el gasto en maquinaria y equipo, equipo de transporte, y construcciones) y variación de 
existencias. Sin embargo, en la Argentina, en las cuentas nacionales con base en el año 1993, la 
variación de existencias se ha publicado separadamente, es decir, en un rubro distinto de la inversión, 
que también incluye el concepto "discrepancia estadística". 
 
 
28 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Volviendo al gráfico 1.a: ¿Hasta dónde continuará la contracción? Seguramente 
hasta alcanzar el punto correspondiente al valor de Y que designamos como Yint, en el 
que el gasto realizado y el planeado son iguales (se cortan allí la recta Y* y la línea de 
45º). Ése es el único punto en el gráfico que tiene tal propiedad. Es por ello la única 
situación posible, bajo los supuestos que hemos adoptado, en la que los distintos 
planes individuales de gasto pueden, todos ellos, realizarse simultáneamente. 
Yint es nuestro punto de equilibrio en dos sentidos: lo es porque en él los planes 
individuales son mutuamente compatibles y por ello realizables simultáneamente (según 
nuestra definición de equilibrio) y porque además parece que la economía se movería 
hacia ese punto si estuviese fuera de él. Si hubiésemos partido de una situación en la 
Meses, trimestres y años 
 
Recién hemos hablado de que las empresas ajustarán su volumen de 
producción y empleo a lo largo de “los meses”. La cuestión de los períodos de ajuste 
siempre aparece como una preocupaciónimportante cuando uno comienza a 
enfrentarse con argumentaciones como la que estamos planteando aquí. Nos 
preguntamos, ¿a cuántos meses o trimestres se refiere el “corto plazo”?¿Qué 
significan mediano y largo plazo? La respuesta general es que cuando hablamos de 
esa forma no solemos tener una referencia muy precisa del tiempo involucrado. La 
distinción entre esos distintos “plazos” característicos (corto, mediano, largo), se 
suele basar en cuáles son las variables que se supone que varían o pueden variar 
significativamente “en el período de análisis”. Por ejemplo, si no prestamos atención 
a la variación de los precios nominales, que asumimos como fijos, estamos haciendo 
un análisis de corto plazo: en el corto plazo los ajustes ante perturbaciones (como 
una suba o una caída del gasto) parecen ser predominantemente de stocks, es 
decir, de cantidades, en la mayor parte de los mercados (recordando que por el 
momento sólo estamos considerando mercados de bienes). Luego, cuando 
trabajamos con precios nominales endógenos, decimos que estamos tratando del 
mediano plazo. En ambos casos se suele asumir como dada la capacidad productiva 
instalada (es decir, el acervo de maquinaria, equipo, construcciones). 
Naturalmente, ese supuesto no es razonable cuando se trata del largo plazo. En 
el largo plazo, ese acervo (que suele designarse también como “stock de capital”) 
debe poder variar, como todo lo demás. 
Lo que planteamos aquí es bastante general, pero en algunos textos la distinción 
de plazos puede ser algo diferente. Es decir, se trata de una distinción instrumental, 
útil en el análisis pero pasible de cambiar según los autores, el problema y el 
contexto de cada estudio. 
En cualquier caso, el análisis que estamos planteando aquí, en el marco del 
MKS, es de corto plazo, porque estamos ignorando las variaciones de los precios 
nominales y del acervo de capital. Asumimos que las firmas ajustan primero las 
cantidades que producen y sólo más lentamente (más allá del "horizonte" temporal 
de este modelo) revisan sus decisiones de precio. De modo que en el texto nos 
referimos a "meses" en un sentido figurado (podríamos también hablar de semanas, 
o de trimestres), puesto que las consideraciones de tiempo o plazo son aquí 
imprecisas, sólo ilustrativas. 
 
 
29 
 
 
que Yint fuese mayor que Y1, al revés que en el ejemplo precedente, el análisis habría 
sido semejante pero la economía se habría movido en el sentido contrario. Con un 
gasto planeado mayor que el realizado, las firmas venderían más que lo que producen, 
desagotarían inventarios, y tendrían, tarde o temprano, que responder a esa situación 
con un aumento del producto.10 
Hemos escogido para designar a ese nivel del producto el símbolo Yint, puesto que 
constituye nuestra primera definición de “equilibrio interno”. 
Parece claro, sin embargo, que se trata de un equilibrio interno en un sentido 
limitado. Es perfectamente posible que nuestro equilibrio de ingreso-gasto, Yint, se 
verifique simultáneamente con un exceso de oferta laboral, por ejemplo, aunque eso no 
ha sido contemplado aún en el esquema analítico de esta sección. 
Observe, por otro lado, que la dinámica de los “inventarios” es muy importante en 
este modelo. De tal modo, este esquema analítico sencillo capta apropiadamente un 
aspecto típico de los procesos económicos reales. En efecto, solemos ver acumulación 
de inventarios de mercancías sin vender en las fases iniciales de cualquier recesión y, 
al contrario, las expansiones suelen iniciarse con el desagote de existencias 
acumuladas previamente, lo que sucede normalmente antes de que los niveles de 
actividad comiencen a repuntar. 
 
La solución analítica 
 
¿Cómo obtenemos analíticamente el valor de equilibrio del producto en el modelo? 
Nuestra definición de equilibrio implica que Yint corresponde a un nivel de Y tal que, si 
el mismo se verifica, se cumple la siguiente condición (que llamamos condición de 
equilibrio): 
 
,*YY = 
 
es decir que las magnitudes ex ante y ex post son iguales. Sustituyendo, en esta 
condición, Y* por su expresión en (1.1’.a) tenemos: 
 
[ ] ,..)1.().( 010000 YqERtcqxERAY y−−+−+= 
 
 
10 Por cierto, para que esto sea posible debemos asumir que hay capacidad instalada disponible y 
capacidad de trabajo adicional que también puede ser utilizada para aumentar el producto. 
 
 
30 
 
 
que, como vemos, es una ecuación con una única incógnita, Y, cuyo nivel de equilibrio 
(Yint), podremos determinar, si conocemos los valores de los parámetros y de las 
variables exógenas que aparecen allí. Despejando la variable Y, y luego reordenando, 
nuestra condición de equilibrio resulta: 
 
(1.1’.b) [ ] [ ].).(..)1.(1
1
0000
01
int qxERAqERtc
Y
y
−+
⎪⎭
⎪
⎬
⎫
⎪⎩
⎪
⎨
⎧
+−−
= 
 
Allí el valor de equilibrio de la variable endógena Y, se expresa como función de las 
exógenas y de los parámetros de comportamiento (c1, t, qy) que intervienen en el 
“multiplicando” y en el término entre llaves. Éste último, que resultará superior a uno 
(dado que asumimos que la pendiente de la ecuación (1.1’.a) es inferior a la unidad), es 
la versión de economía abierta del multiplicador keynesiano simple, que depende 
centralmente de la propensión marginal a consumir, “c1”, pero también de la tasa 
impositiva t, de la propensión marginal a importar qy y, en esta formulación, del nivel del 
tipo de cambio real. Dada la “filtración” hacia bienes extranjeros ya mecionadas, el 
multiplicador es “menor” que el que obtuvimos en el MKS de una economía cerrada, lo 
que en la expresión (1.1’.b) es evidenciado por la presencia de un sumando adicional, 
positivo, en el denominador. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Si designamos como α a esta versión del multiplicador podemos reescribir 
simplificadamente la última expresión: 
 
(1.1’.c) [ ] .1,).(.. 0000int >−+= ααα conqxERAY 
Forma reducida 
 
Cuando un modelo se plantea de modo que en las ecuaciones que lo 
componen las variables endógenas resultan igualadas a expresiones en que 
intervienen únicamente parámetros y variables exógenas (y no otras endógenas), 
se dice que está formulado en forma reducida. Luego, la ecuación (1.1’.b) es la 
forma reducida de nuestro modelo. En la forma reducida perdemos de vista las 
ecuaciones de comportamiento que fundamentan la argumentación. En cambio, si 
el modelo es planteado como un conjunto de relaciones de comportamiento e 
identidades se dice que está formulado en su forma estructural. 
 
 
 
31 
 
 
La política fiscal 
 
Se comprende, a partir de aquí, que cualquier cambio en el nivel de una de las 
variables exógenas, como la inversión planeada, por ejemplo, se traducirá en una 
variación ampliada del nivel de equilibrio del producto. 
En otras palabras, podemos escribir, replanteando (1.1'.c) en términos de variaciones 
(y suponiendo constantes los valores de los parámetros involucrados en el cálculo del 
multiplicador): 
 
 (1.1'.c’) [ ].).(.. 0000int qxERAY −∆+∆=∆ αα 
 
Allí, el símbolo ∆ significa "variación de". Así, por ejemplo, una caída de la inversión 
de $10 dará lugar a una contracción del nivel de equilibrio del producto igual a α.$10, es 
decir, mayor que la caída de la inversión (puesto que α>1). Recuerde que la inversión 
planeada es uno de los sumandos que se incluyen dentro de A0. 
Eso da también lugar a una primera consideración de política económica. Podemos 
ya comenzar a discutir la política fiscal en este modelo, como hiciéramos en el caso de 
una economía cerrada. Utilizando los instrumentos que hemos identificado previamente, 
T0 y t, a los que luego se agregó el gasto público (G0), el gobierno puede, por ejemplo, 
procurar alcanzar cierta meta de Y. Cambios en las tasas de impuestos sobre el ingreso 
o en la ordenada al origen de la función de recaudación fiscal afectarán el valor de Y de 
equilibrio. De tal modo, el gobierno podría apuntar a lograr cierto valor de Y, definido 
como meta. A suvez, si variaciones del gasto privado desplazan o amenazan con 
desplazar al producto de ese nivel deseado, el gobierno podría, en principio, valerse de 
cambios en t o en T0 (ó en G0) para contrabalancear esas perturbaciones. Llamamos a 
esto política fiscal compensatoria, o “contracíclica”. 
 
El balance de pagos y el equilibrio externo 
 
Como siempre, comenzaremos el análisis de este tema a partir del planteo del marco 
contable. En este caso, se trata de una única identidad que agregaremos ahora a 
nuestro modelo. 
En el análisis anterior hemos incorporado al modelo keynesiano simple de economía 
cerrada dos nuevas variables, exportaciones e importaciones, y una tercera, el tipo de 
cambio real. Además de reflejarse en las cuentas nacionales del modo que viéramos 
 
 
32 
 
 
más arriba, el valor de esos flujos de comercio entre el país y el exterior se vuelca 
también en un estado contable que procura captar la totalidad de las transacciones 
entre residentes y no residentes: el balance de pagos. En nuestra economía sencilla, 
que por ahora sólo comercia con el resto del mundo, las cuentas del balance de pagos 
serán también muy simples (más adelante veremos esta cuenta con mayor detalle, 
incorporando las restantes partidas, aunque siempre de forma basante agregada, como 
es característico de un enfoque macroeconómico). Con nuestros supuestos, la identidad 
del balance de pagos podríamos escribirla así: 
 
(1.10) ... RqPxP ff ∆≡− 
 
Esta cuenta se confecciona en dólares de los EE.UU. en muchas naciones, 
incluyendo a la Argentina, aunque en la zona del euro se elabora actualmente en esa 
moneda y en Japón en yenes, por ejemplo. Vemos en la expresión (1.10) el valor de las 
exportaciones en dólares tal como lo hemos definido más arriba (Pf.x), neto del valor de 
las importaciones (Pf.q). Las exportaciones dan lugar a ingresos y las importaciones a 
egresos de moneda extranjera.11 El resultado del balance de pagos, ∆R, es la variación 
de reservas de moneda extranjera en poder de la autoridad cambiaria (normalmente el 
banco central), dentro de cierto período12. El saldo ∆R puede naturalmente ser positivo 
o negativo. 
Ya sabemos que de las identidades contables tenemos que pasar a la economía y 
eso requiere introducir algunas hipótesis de comportamiento. 
En lo que sigue asumiremos que Pf = Pf0, es decir, que los precios internacionales 
están determinados exógenamente. En cuanto a exportaciones e importaciones, lo que 
necesitamos ya lo hemos incluido en nuestra discusión del modelo sencillo de páginas 
anteriores. Recordemos aquí las dos ecuaciones de comportamiento que describen 
esas transacciones, según las planteáramos más arriba: 
 
(1.7) ,0
* xx = 
(1.8) ..0
* Yqqq y+= 
 
 
11 Hablamos de moneda extranjera porque estamos pensando principalmente en economías como la 
argentina u otras de la región latinoamericana y, hasta hoy, ninguna de ellas cuenta con una moneda 
nacional de aceptación corriente en el plano internacional. 
 
 
33 
 
 
El Gráfico 1.b nos permite avanzar en la descripción del comportamiento del 
comercio (y del balance de pagos) en esta economía. Representamos allí las relaciones 
anteriores, aunque de manera ligeramente modificada, para expresarlas en dólares. 
Más precisamente, graficamos las relaciones siguientes: 
 
(1.7’) ,.. 0
* xPxP ff = 
(1.8’) ( ).... 0* YqqPqP yff += 
 
En el gráfico se muestra una línea horizontal correspondiente a Pf.x*, donde x* 
asume el valor x0, asociado al hecho de que suponemos que las exportaciones son 
exógenas (en especial, no dependen de Y), y una línea ascendente correspondiente a 
Pf.q*, (donde q* es designada como q(Y)). Ya señalamos que ésta tiene pendiente 
positiva porque asumimos que las compras al resto del mundo sí se vinculan con el 
nivel del producto. Se percibe inmediatamente que es posible concebir la existencia de 
un nivel de Y compatible con el equilibrio del balance de pagos. 
En otras palabras, ese nivel particular de Y sería compatible con un resultado nulo de 
las transacciones entre residentes y no residentes (∆R = 0), en el período que se está 
considerando. Note que la noción de "equilibrio" que utilizamos aquí difiere un tanto de 
la que empleáramos con Yint. Es así en especial porque no supondremos, por el 
momento, la existencia de un mecanismo que lleve automáticamente al equilibrio del 
balance de pagos si nos encontramos fuera de él. 
Llamaremos Yex a ese nivel del producto tal que, si estuviese vigente, mantendría al 
balance de pagos equilibrado. 
Con las ecuaciones (1.7’), (1.8’) y (1.10), y el supuesto de “precios externos 
exógenos” podemos encontrar ese punto fácilmente. Tomando (1.7’) y (1.8’) y 
sustituyendo en (1.10) resulta: 
 
(1.10.a) ( ) ,.. 000 RYqqxP yf ∆=−− 
 
que es la ecuación del balance de pagos modificada por la inclusión de nuestros 
supuestos sobre comportamiento (de modo que no es ya una identidad). 
Esa ecuación puede resolverse de dos maneras. 
 
12 En la Argentina se publican datos del balance de pagos con frecuencia trimestral, y se difunden de 
esa manera y también en cuadros de frecuencia anual. 
 
 
34 
 
 
Es factible, en primer lugar, resolverla para un valor cualquiera de Y (en cuyo caso 
obtendremos el correspondiente valor de ∆R). Volveremos sobre esta forma de 
resolución un poco más adelante. 
La alternativa es obtener su solución de equilibrio, es decir, la que corresponde al 
caso particular en que se cumple que (∆R = 0). En esta última situación tendremos: 
 
(1.10.b) ( ) ,0.. 000 =−− YqqxP yf 
 
que ahora no es simplemente la ecuación del balance de pagos sino, más 
precisamente, la correspondiente condición de equilibrio. 
Es también, como puede constatarse inmediatamente, una ecuación con una única 
incógnita, Y. El valor de esa variable que podemos obtener resolviendo esa expresión 
será, justamente, el valor Yex que estamos buscando. En consecuencia, despejando, 
tendremos: 
 
(1.10.b’) 
( )
.00
⎥
⎥
⎦
⎤
⎢
⎢
⎣
⎡ −
=
y
ex q
qx
Y 
 
Como puede verse, ese valor, que depende únicamente de los parámetros de la 
ecuaciones de comportamiento del comercio con el exterior, se determina aquí de un 
modo diferente del que nos permitiera obtener Yint en la sección anterior (compare las 
expresiones (1.1’.b) y (1.10.b’)). 
Cabe entonces concluir que no hay ninguna razón, hasta el momento, para suponer 
que ambos valores de Y deban ser iguales. En la situación que estamos describiendo 
sólo lo serían por casualidad. Si es así, vale la pena preguntarse qué problemas 
pueden plantearse cuando Yint y Yex son diferentes. 
 
Equilibrio interno y externo y política económica 
 
Comenzaremos por considerar un caso en que, tal como se ilustra en el Gráfico 1, se 
verifica que: 
 
,intYYex < 
 
 
 
35 
 
 
es decir, que el ingreso que hace nulo el resultado del balance de pagos es menor que 
el que determinaría el equilibrio interno o de ingreso-gasto, lo que en términos del 
modelo que estamos desarrollando equivale a suponer que se están perdiendo 
reservas de divisas. 
Asumiremos que la economía está operando con un nivel de actividad tal que se 
genera el ingreso Yint, el que se establece según vimos más arriba y depende 
centralmente de un conjunto de variables exógenas y parámetros de comportamiento, 
incluyendo los niveles de los instrumentos de política fiscal. Es decir, hemos tenido 
tiempo de ajustar el ingreso interno hasta su nivel de equilibrio. Podríamos también 
asumir, aunque no es necesario para el argumento, que el nivel del producto Yint 
constituye una meta de la política económica. 
¿Qué sucedería con el balance de pagos en tal situación? En el Gráfico 1.b se 
observa que si el producto está en el nivel Yint, superior a Yex, el valor en dólares

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