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Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 353 Creencias sobre la tecnología y sus relaciones con la ciencia José Antonio Acevedo Díaz1 , Ángel Vázquez Alonso2 , Mª Antonia Manassero Mas3 y Pilar Acevedo Rom ero4 1I nspección de Educación, Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, Delegación Provincial de Huelva, España. E-mail: ja_acevedo@vodafone.es. 2Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de las I slas Baleares, España. E-mail: avazquez@dgform .caib.es. 3Departamento de Psicología, Universidad de las I slas Baleares, España. E-mail: ma.manassero@uib.es.4Departam ento de Quím ica Analít ica, Universidad de Sevilla, España. E-mail: pi_acevedo@yahoo.es. Resum en: Dent ro del m arco que prom ueve el m ovim iento educat ivo CTS para la alfabet ización cient ífica y tecnológica de todas las personas, se parte de la necesidad de contextualizar la enseñanza de las ciencias afrontando la tecnología. En el art ículo se plantea el problem a que supone para ello los diversos significados de la tecnología y sus conexiones con la ciencia, analizándose brevem ente cinco m odelos de estas relaciones, algunas form as de aproxim arse a la noción de tecnología y los pr incipales rasgos del conocim iento tecnológico. A cont inuación se revisan las creencias sobre la tecnología y sus relaciones con la ciencia del profesorado y el alum nado, com parándose los resultados de las evaluaciones realizadas en nuest ro contexto educat ivo con ot ros que aparecen reflejados en la bibliografía internacional. Se concluye señalando los puntos m ás débiles m ost rados por el profesorado sobre los tem as planteados y algunas im plicaciones para la enseñanza de las ciencias que se proclam a. Palabras clave: tecnología, relaciones ent re ciencia y tecnología, enseñanza de las ciencias, creencias CTS, evaluación. Tit le : Beliefs about technology and it s relat ionships with science. Abstract : The science- technology-society (STS) educat ional fram ework prom otes the scient ific and technological literacy for all, contextualizing science educat ion taking into account the technology. This paper addresses the problem of the diverse m eanings of the technology and it s com plex connect ions with science, through the analysis of five m odels about these relat ionships, of som e form s of approaching the technology concept and the m ain features of the technological knowledge. The science teachers' and pupil’s beliefs on the technology and their relat ionships with science are revised, through com parison between the spanish educat ional context and others displayed in the internat ional literature. The paper concludes by point ing out the weakest points shown from the teachers’ beliefs on the topics, as well as som e im plicat ions for im proving science teaching. Keyw ords: technology, relat ionships between science and technology, science teaching, evaluat ion of STS beliefs. Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 354 I nt roducción CTS es el acrónim o de un lem a que caracter iza a un am plio m ovim iento m undial con influencia en la enseñanza de las ciencias contem poránea desde hace m ás de dos décadas, el cual pretende la finalidad de cont r ibuir a m ejorar la alfabet ización cient ífica y tecnológica de todas las personas; m ás en concreto, t iene el propósito de propiciar la part icipación dem ocrát ica de la ciudadanía en la evaluación y tom a de decisiones respecto a asuntos cient íficos y tecnológicos de interés social (Acevedo, Vázquez y Manassero, 2003; Mart ín-Gordillo, 2003 en este m ism o núm ero m onográfico) . Sus t res com ponentes son la ciencia, la tecnología y la sociedad, por lo que los esfuerzos por aclarar los conceptos de cualquiera de estos t res elem entos no son, en absoluto, un ejercicio banal de academ icism o. La ut ilización de estos vocablos en el lenguaje habitual puede hacernos creer que sabem os lo que significan, porque podem os hablar de ellos y hacernos entender en una conversación que no sea m uy profunda. No obstante, el análisis conceptual de tales térm inos, t ratando de definir los con la m ayor precisión posible, perm ite que afloren problem as, m at ices y lim itaciones que perm anecen im plícitos en su uso m ás corr iente, incluso aunque las definiciones que se propongan puedan ser m ejorables con poster ior idad. Así pues, el exam en y la discusión de las creencias sobre el significado de estos conceptos puede cont r ibuir a hacer explícitas algunas de las dificultades y obstáculos que van a presentarse en la práct ica para asum ir de verdad las finalidades educat ivas m ás im portantes que propugna el m ovim iento CTS para la enseñanza de las ciencias (Acevedo, Manassero y Vázquez, 2002; Acevedo, Vázquez y Manassero, 2003) . Las personas viven hoy en día m ás en el m arco de una cultura tecnológica que en el de una cultura cient ífica (Acevedo, 1997a) . Tam bién es un hecho que em presarios, polít icos y ciudadanos, en general, t ienden a dar valor a la ciencia sobre todo por su capacidad para resolver problem as y su ut ilidad social; esto es, dan m ás relevancia a su faz inst rum ental y tecnológica. Al m ism o t iem po, en esta época, los cr iter ios t ípicos de la racionalidad tecnológica (pragm at ism o, ut ilidad, etc.) están desplazando a ot ros m ás propios de la racionalidad cient ífica (verosim ilitud, explicación, etc.) . Por lo tanto, es m uy im portante prestar atención a las creencias sobre la noción de tecnología y sus relaciones con la ciencia (Herschbach, 1995) , lo que se hará en este art ículo. Pese a todo, no debe olvidarse que la presencia de la educación tecnológica en la enseñanza de las ciencias ha sido generalm ente m arginada por quienes planifican y diseñan los currículos de ciencias, los autores y editores de libros de texto y el profesorado, tanto en España com o en la m ayoría de los dem ás países del m undo (Maiztegui et al. , 2002) . Sin duda, un factor que subyace en esta falta de atención es la m enor est im a que suele tener en los am bientes académ icos el conocim iento práct ico frente al teórico (Acevedo, 1996; Cajas, 1999; De Vries, 1996; Gardner, 1999; González-García, López-Cerezo y Luján, 1996; Maiztegui et al. , 2002) ; un hecho que, en general, se viene repit iendo al m enos desde la Grecia Clásica. Antes de cont inuar, hay que advert ir que cuando aquí se hace referencia a la educación tecnológica no se está hablando sim plem ente de la ut ilización de tecnología en la educación cient ífica (por ejem plo, últ im am ente se está prestando m ás atención en la enseñanza de las Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 355 ciencias al em pleo de ordenadores y sus am plias posibilidades de uso en red, com o I nternet ) , lo cual es un aspecto interesante pero m uy lim itado del tem a que se plantea, porque int roducir la educación tecnológica en la enseñanza de las ciencias no es lo m ism o que usar tecnología en la educación cient ífica y va m ucho m ás allá de esta opción. La enseñanza integrada de la ciencia con la tecnología ha sido defendida desde hace años (por ejem plo, fue propugnada por la Division of Science, Technical and Environm ental Educat ion de la UNESCO). No obstante, la polém ica sobre cuáles son las ventajas e inconvenientes de esta opción perm anece abierta todavía (Hallak y Poisson, 2000; Sjøberg, 2002) , habiéndose aprovechado tam bién algunos de los problem as y dificultades que origina la integración para reclam ar un papel m ás específico de la educación tecnológica (Gilbert , 1995; De Vries, 1996) . Sin ent rar ahora en el debate sobre las m aterias básicas que deben com poner el currículo obligator io (véanse, por ejem plo, unas interesantes reflexiones sobre el papel curr icular de la educacióntecnológica en un t rabajo reciente de Mart ín-Gordillo y González-Galbarte, 2002) , hay que subrayar que existen suficientes razones para incluir la dim ensión tecnológica en la educación cient ífica, las cuales alcanzan su pleno significado en el m arco teórico del m ovim iento CTS para la enseñanza de las ciencias (Acevedo, Manassero y Vázquez, 2002; Acevedo, Vázquez y Manassero, 2003) . Ent re los diversos m ot ivos los hay didáct icos (por ejem plo, favorecer un aprendizaje m ás significat ivo, facilitar la conexión con la vida cot idiana, contextualizar la ciencia con las relaciones CTS, interesar a los estudiantes, etc.) , epistem ológicos (m ejorar la com prensión de la naturaleza de la ciencia y la tecnociencia contem poráneas) y, por supuesto, sociales (capacitar a los ciudadanos para su part icipación dem ocrát ica en la sociedad civil a la hora de tom ar decisiones con fundam ento sobre cuest iones tecnocient íficas de interés social) ; razones que son aplicables a una educación cient ífica dest inada a todas las personas, vayan a ser o no profesionales de la ciencia o la ingeniería en el futuro. En tal caso, es absolutam ente necesario prestar m ás atención al papel de la educación tecnológica en la enseñanza de las ciencias, incorporando en ésta act ividades que perm itan aprender ciencias abordando problem as tecnológicos (Maiztegui et al. , 2002) , entendidos éstos en su sent ido m ás am plio. Modelos sobre las relaciones entre ciencia y tecnología Niiniluoto (1997) ha analizado con detalle la naturaleza de la tecnología, proponiendo cinco m odelos sobre sus relaciones con la ciencia (véase tam bién en este m ism o núm ero m onográfico el art ículo de Mart ins, 2003) : • La tecnología se subordina a la ciencia y puede reducirse a ella; depende, pues, ontológicam ente de la ciencia. • La ciencia se subordina a la tecnología y puede reducirse a ella; es decir , depende ontológicam ente de la tecnología. • Ciencia y tecnología son m ás o m enos lo m ism o. Esta posición conduce al concepto de tecnociencia int roducido por Latour (1987, p. 29 de la t raducción castellana) . Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 356 • La ciencia y la tecnología son ontológicam ente independientes; tam bién lo son desde un punto de vista causal. • La ciencia y la tecnología interaccionan causalm ente, pero son ontológicam ente independientes. La prim era posición se deriva de una concepción filosófica posit iv ista y analít ica que considera a la tecnología com o ciencia aplicada; una tesis a la que algunos filósofos com o Bunge (1966, 1969) cont r ibuyeron, a m ediados de los años sesenta, para dar los fundam entos de un paradigm a de la filosofía de la tecnología que suele tener buena acogida ent re los cient íficos (De Vr ies, 1996; Osorio, 2002; Quintanilla, 1998; Staudenm aier, 1985) y se ha t ransm it ido al público por fam osos divulgadores de la ciencia com o I saac Asim ov y Carl Sagan (González-García, López-Cerezo y Luján, 1996) . Afirm ar que la tecnología no es m ás que la sim ple aplicación de la ciencia equivale tam bién a proclam ar que el desarrollo tecnológico depende jerárquicam ente de la invest igación cient ífica; esto es, que el conocim iento práct ico se subordina al teórico (Sanm art ín, 1990a) . Esta form a de entender la tecnología subyace en el m odelo lineal de invest igación y desarrollo ( I + D) que ha dom inado las polít icas públicas de ciencia y tecnología durante la m ayor parte del siglo XX (García-Palacios et al. , 2001) . Sin duda, las relaciones ent re ciencia y tecnología van m ás allá de las que se derivan de la est recha visión de la tecnología com o ciencia aplicada (Flem ing, 1989; Kline, 1985; Layton, 1988) , pudiendo recurr irse a la histor ia para com probarlo, incluso la m ás reciente. Com o ejem plo, se ha m ost rado que m ás del 90% de la invest igación sobre los sistem as de arm am ento realizada en los EE.UU. durante 1966 no es representat iva de un desarrollo tecnológico basado en la ciencia (Staudenm aier, 1985) . La im agen de la ciencia com o un sistem a para producir conocim iento y de la tecnología com o el m edio m ás adecuado para su aplicación no sirve para com prender las conexiones sistém icas vigentes, ni tam poco las de antaño. El segundo punto de vista, opuesto al pr im ero, se apoya en el hecho de que la tecnología (quizás sería m ejor decir aquí la técnica) es anterior a la ciencia, pero va m ucho m ás allá de esto (Gardner, 1997) , habiéndose llegado a considerar la ciencia com o una dim ensión m ás de los sistem as socio- técnicos com plejos (López-Devesa, 2001) . Esta propuesta, en la que las teorías cient íficas se contem plan com o inst rum entos conceptuales sofist icados de la práct ica hum ana, ha sido sostenida por I hde (1983) y guarda m ucha relación con el punto de vista m aterialista de la tecnología propio de la dialéct ica del pensam iento m arxista, el cual afirm a que la ciencia no es m ás que una form a intensificada de tecnología ( I hde, 1979) ; de ot ra form a, se asocia a las denom inadas filosofías de la praxis (por ejem plo, m arxism o, pragm at ism o, etc.) , donde se sost iene que la ciencia se m ueve por intereses tecnológicos y se supedita a la razón técnica (Acevedo, 1997b) . En una línea sim ilar, Sanm art ín (1987, 1990b) ha desarrollado un m odelo de corte m aterialista m uy elaborado, el cual pretende m ost rar cóm o influye la tecnología en la interpretación del m undo natural a t ravés de la ciencia. Para ello, este autor dist ingue t res t ipos de teorías cient íficas: • Las que t ratan de dilucidar las causas del éxito o el fracaso de determ inadas técnicas precient íficas o t radiciones operat ivas. Esta clase de teorías, que se encuent ran en la base del edificio cient ífico, perm ite sust ituir Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 357 una técnica preteórica por una técnica teorizada, o bien una técnica teorizada por ot ra m ás elaborada. • Ot ras que nacen de la reflexión sobre ciertas tecnologías y t ratan de explicar por analogía cuest iones pertenecientes a ot ros ám bitos de conocim iento; este proceso provoca cam bios en el significado de los conceptos clave de una teoría cient ífica al extenderlos m ás allá del contexto para el que fueron const ruidos. Así, estas teorías cont r ibuyen al aum ento de generalidad y a la unificación teórica. • Paradigm as con enunciados de gran generalidad, elaborados com o program as m etafísicos de invest igación para configurar una cosm ovisión dom inante durante un am plio período de t iem po. El contenido de un paradigm a viene sum inist rado por teorías de los ot ros t ipos, que así quedan incluidas en él. La perspect iva que ident ifica ciencia y tecnología ha adquir ido gran peso en la contem poraneidad. Com o advierte Niiniluoto (1997) , el uso del concepto postm oderno de tecnociencia, sugerido por m uchos autores para describir la creciente im bricación ent re ciencia y tecnología, pretende difum inar am bas nociones para const ruir un elem ento esencial de una nueva ideología acerca del objeto y la m etodología de los estudios sociales sobre ciencia, tecnología y sociedad. No obstante, aunque la tecnociencia asociada a la gran ciencia (big science) y la alta tecnología (high technology) ha ido aum entando durante el siglo XX, sobre todo desde el conocido proyecto Manhat tan desarrollado para fabricar la bom ba atóm ica durante la Segunda Guerra Mundial, y se prevé que crezca m ás durante el XXI , la ciencia que no sigue ese pat rón aún se sigue pract icando en buena m edida y lo m ism o puede decirse de la tecnología (Echeverría, 1999) . Cabe decir tam bién que desde la didáct ica de las ciencias se ha cr it icado a veces la ident ificación superficial ent re ciencia y tecnología, que asoma perm anentem ente cuando se analizan las im plicaciones sociales de am bas pero se relegan los procesos que conducen al desarrollo cient ífico y tecnológico (Valdés et al. , 2002) . En esta época es difícil apoyar a la vez la independencia ontológica y causal ent re la ciencia y la tecnología, por lo que no es fácil encont rar ahora m uchos part idar ios de esta tesis. Con m at ices, fue defendida hace años por Price (1965, 1972) , el cual afirm ó que la interacción ent re am bas es m ás débil de la que suele darse ent re las nuevas y viejas tecnologías. Basalla (1988) tam bién sost iene que, en lo fundam ental, la m ayoría de las novedades tecnológicas derivan evolut ivam ente de inventos anter iores, a pesar de que la conexión ent re la ciencia y la tecnología contem poráneas pueda ser bastante com pleta en m uchos casos. Para defender este m odelo suele recurr irse a casos histór icos com o la revolución indust r ial que se produjo en I nglaterra ent re los siglos XVI I I y XI X, el rápido desarrollo indust r ial de los EE.UU. durante el XI X y el de Japón en el XX, que no fueron precedidos por ningún increm ento notable en la invest igación cient ífica en los cam pos afectados. Sin em bargo, tam bién pueden m ost rarse ot ros ejem plos de signo cont rar io, com o el de Alem ania en el XI X y los EE.UU. en el XX, donde la relación ent re ciencia y tecnología ha sido m ucho m ás intensa. Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 358 La interacción causal ent re la ciencia y la tecnología, defendida en la últ im a de las tesis, ha ido aum entando desde el siglo XI X, pero predom ina la tendencia a m ost rar lo con un sesgo exagerado a favor del sent ido que va desde la ciencia a la tecnología en det r im ento del opuesto, lo que no es adm isible (Valdés et al. , 2002) . Conviene recordar al respecto que la observación y la experim entación cient íficas están cargadas de una com petente práct ica previa, que está fuertem ente condicionada por la tecnología (Hacking, 1983; I hde, 1997) . Tam poco debe olvidarse que la ciencia no sólo t iene por finalidad const ruir representaciones del m undo para explicar lo y hacer predicciones, sino que igualm ente pretende intervenir en él para t ransform arlo; en nuest ros días esto es tan evidente que la m ayor parte de la ciencia que se hace en todas partes responde a pr ior idades tecnológicas civiles y m ilitares (Acevedo, 1997b) . Aún así, pese a las crecientes conexiones ent re am bas, se considera que la ciencia y la tecnología son ontológicam ente independientes (Niiniluoto, 1997) . Com o se ha anotado en ot ro lugar (Acevedo, 1997b) , una m irada al pasado perm ite com probar que la ciencia se ha relacionado siem pre en m ayor o m enor m edida con el estado, el ejército, los em presarios y el com ercio (Stewart , 1992) . Desde m uy pronto, en los siglos XVI I y XVI I I , la ciencia m oderna tuvo tam bién el sent ido de lo út il y gran interés por los asuntos tecnológicos; son bien conocidas las im plicaciones sociales, indust r iales y com erciales de afam ados cient íficos de la época com o Boyle, Newton y Hooke, ent re ot ros m uchos, en la ciudad de Londres (Stewart , 1997) . Sin duda, hay casos en todas las épocas. En el siglo XI X, físicos teóricos com o Maxwell y Kelvin tam bién aparecen ligados a la tecnología y a la ciencia indust r ial; por ejem plo, en relación con el cableado de la telegrafía t ransat lánt ica (Pest re, 2000; Sm ith y Wise, 1989) . Ya en el XX, la insigne Marie Curie cont r ibuyó decisivam ente a poner en m archa los procesos indust r iales para fabricar y purificar m uchas sustancias radiact ivas, así com o la inst rum entación necesaria para ello; adem ás, bajo su dirección, el I nst ituto del Radio representó un decisivo papel en el desarrollo m et rológico de la radiact ividad para usos indust r iales y m édicos, const ituyéndose un servicio de m edidas y cont rol de los inst rum entos que hizo del laborator io de Curie el cent ro nacional de m edidas oficioso que aún no exist ía en Francia (Boudia, 1997) . Las m uest ras anter iores no significan que desde la aparición de la ciencia m oderna, la tecnología haya sido una consecuencia de ésta; nada m ás lejos de tal afirm ación. Así, durante el siglo XI X, algunos oficios ant iguos generaron ciencias basadas en la técnica; por ejem plo, la term odinám ica le debe m ucho a la reflexión teórica sobre las m áquinas de vapor que habían desarrollado técnicos ingleses del XVI I I y la quím ica orgánica indust r ial se potenció en parte por los intereses de los fabricantes de t intes. De m odo sim ilar, en el siglo XX, m uchos conocim ientos m etalúrgicos se incorporaron a la ciencia de los m ateriales, pudiendo encont rarse m ás ejem plos parecidos en la agricultura y la m edicina. Pero tam bién hay innovaciones tecnológicas basadas en la ciencia; son paradigm át icos el de la indust r ia eléct r ica, a finales del XI X, el de la ingeniería nuclear con fines m ilitares y civiles para la producción de energía eléct r ica, en el XX, y las aplicaciones indust r iales y m édicas de la biología m olecular y la genét ica (biotecnologías) que están en pleno desarrollo con grandes expectat ivas en este siglo XXI (Zim an, 1984) . Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 359 Estos ejem plos, y ot ros m uchos que podrían ponerse, no t ienen que ser del todo perfectos; con frecuencia se dan situaciones interm edias en las que la tecnología ha ejercido m ayor o m enor influencia en la evolución de una ciencia y viceversa. Así m ism o, hay casos en los que la ciencia y la tecnología se han desarrollado de form a concertada y ot ros en los que se han com portado de m anera bastante independiente. Dicho de ot ra form a, los productos tecnológicos pueden haber seguido diversos procedim ientos en su diseño y desarrollo, desde aquellos que no precisan tener dem asiado en cuenta las teorías cient íficas m ás avanzadas hasta los que dependen en gran m edida de éstas, pasando por los que com binan am bas vías (Basalla, 1988; De Vries, 1996) . Durante el siglo XX la práct ica tecnológica se ha hecho m ucho m ás cient ífica, no sólo por el conocim iento que le ha proporcionado la ciencia sino, sobre todo, por haber incorporado una m etodología m ás sistem át ica de un m odo cada vez m ás consciente y extendido. Por su parte, la ciencia se ha ligado cada vez m ás a los intereses tecnológicos, hasta el punto de que ha ido desplazando su m odo de hacer y su organización desde los propios de la ciencia académ ica hasta los m ás t ípicos de la ciencia que se realiza en los laboratorios indust r iales y gubernam entales (civiles y m ilitares) ; esto es, tam bién la práct ica cient ífica se ha hecho m ás tecnológica. Com o ha hecho notar Zim an (1984) , actualm ente todas las tecnologías t ienden a generar sus propias ciencias; al m ism o t iem po, es difícil encont rar algún cam po de conocim iento cient ífico que no sea escrutado para determ inar sus potenciales beneficios com erciales, por lo que todas las ciencias que aún no lo han hecho se encuent ran en vía de dar lugar a sus respect ivas tecnologías. Se ha hecho posible, así, gran parte del sueño baconiano, que estaba en el or igen de la ciencia m oderna. En consecuencia, aunque algunos de los m odelos m ost rados puedan sat isfacer m ás que ot ros, quizás la conclusión m ás prudente sea decir que ninguno es capaz de dar cuenta por sí m ism o de las m últ iples y com plejas conexiones ent re la ciencia y la tecnología contem poráneas. Aún m enos parece que sea posible establecer alguno que sirva para explicarlas adecuadam ente en cualquier época, porque las relaciones no han sido siem pre las m ism as a lo largo de la histor ia (Gardner, 1997; Gilbert , 1992) , habiendo cam biado tam bién a t ravés de los t iem posel ejercicio y la organización de las práct icas cient ífica y tecnológica. No es posible, pues, encont rar una relación causal directa y sim ple ent re ciencia y tecnología. Tal y com o afirm a Richards (1983) , aunque los canales de com unicación no sean del todo perfectos en su m odo de operar, hoy en día suele darse un flujo de inform ación en am bos sent idos ent re la ciencia y la tecnología a t ravés del cont inuo I + D (o al revés, D+ I , com o cada vez sucede m ás desde finales del siglo XX) . Aproxim aciones a la noción de tecnología Com o se ha apuntado m ás arr iba, a pesar de la enorm e vigencia actual de la tecnología su status cultural y académ ico cont inúa siendo infer ior al de la ciencia (Gilbert , 1992; Layton, 1988) . Adem ás, salvo honrosas excepciones, habitualm ente la técnica ha sido m arginada por la filosofía en beneficio de la ciencia. Medina (1989) at r ibuye este desinterés al dogm a Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 360 cultural que pr ivilegia el conocim iento teórico frente al saber ligado a las capacidades operat ivas propias de las técnicas; una suprem acía racional y dogm át ica de la teoría, que nació con el program a teoricista desarrollado por la ant igua filosofía heleníst ica y se extendió desde lo epistem ológico hasta lo ét ico y lo polít ico (Luján, 1989; Medina, 1988) . Tal y com o señala Cardwell (1994) , tam bién han cont r ibuido a consolidar esta situación algunos histor iadores de la ciencia, que han ignorado la histor ia de la técnica y la tecnología, incluso dist inguiendo con ironía y desprecio ent re histor ia de thinkers (pensadores) y de t inkers (m añosos y chapuceros) . Este credo teoricista siem pre ha estado presente en la civilización occidental y, a finales del siglo XI X, condujo a que la ciencia m oderna se apropiara de la tecnología para subordinarla a lo abst racto y considerarla una m era aplicación suya. Se estableció así un m odelo de dependencia jerárquica de la tecnología respecto a la ciencia que, pese a su aparente ingenuidad, perm it ía just ificar las dem andas de los cient íficos académ icos a la sociedad de m ás fondos y recursos para sus invest igaciones (Layton, 1988) . Esta im agen se ha m antenido acrít icam ente hasta nuest ra época, ocultando tanto las profundas relaciones que existen ent re la tecnología y la ciencia com o las interacciones ent re la const rucción de las teorías cient íficas y los conocim ientos producidos por las tecnologías (Sanm art ín, 1990b) , tal y com o m uest ran los desarrollos histór ico y social de la ciencia (Bernal, 1964; Sánchez-Ron, 1992) y la tecnología (Basalla, 1988; Cardwell, 1994) . Hay diferentes form as de entender la noción de tecnología, un concepto que cada vez es m ás com plejo; así m ism o, hay que tener en cuenta que su significado ha ido cam biando a t ravés de los t iem pos y que es polisém ico en la vida cot idiana. Del sent ido m ás est r icto que tenía en los siglos XVI I I y XI X se ha pasado hoy a interpretar la com o un conjunto de fenóm enos, herram ientas, inst rum entos, m áquinas, organizaciones, m étodos, técnicas, sistem as, etc. (Osor io, 2002) . Por ejem plo, Kline (1985) se refiere a diversos significados de la tecnología, tales com o: • El conjunto de productos art if iciales elaborados por las personas. • Los procesos de producción; esto es, el conjunto de personas, m áquinas y recursos necesarios en un sistem a socio- técnico de fabricación. • Los conocim ientos, m etodologías, capacidades y dest rezas necesarias para poder realizar las tareas product ivas. • El sistem a socio- técnico necesario para poder ut ilizar los productos fabricados. La m ayoría de las personas sólo suelen tener en cuenta las t res pr im eras acepciones, ignorando la im portancia de la últ im a. El pr im er punto de vista, conocido com o la visión inst rum ental o artefactual de la tecnología, es posiblem ente el m ás arraigado ent re el público y se corresponde con la im agen t radicional que procede de la ingeniería, en la que los productos tecnológicos se aíslan de su ent ram ado social (González-García, López- Cerezo y Luján, 1996; Quintanilla, 1998) . Ot ras aproxim aciones m ás adecuadas contem plan la tecnología com o un sistem a com plejo con una serie de com ponentes heterogéneos que se relacionan ent re sí ( inst rum entos y artefactos técnicos, procesos de Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 361 producción, cont rol y m antenim iento, cuest iones organizat ivas, aspectos cient íficos, asuntos legales, recursos naturales y art if iciales, etc.) , con las personas y el m edio am biente (González-García, López-Cerezo y Luján, 1996; Hughes, 1983, 1987; Osorio, 2002; Pacey, 1983, 1999; Quintanilla 1988, 1998) . Estos puntos de vista tam bién perm iten abrir la tecnología a la part icipación pública para su evaluación y cont rol a la hora de tom ar decisiones responsables. Es posible hacer diferentes enfoques desde una perspect iva sistém ica, pero aquí se prestará atención al que cent ra su atención en la act ividad tecnológica (Pacey, 1983, 1999) . El m odelo conceptual sistém ico de la práct ica tecnológica elaborado por Pacey (1983) incluye aspectos relacionados con t res dim ensiones: • Técnica ( conocim ientos, capacidades y dest rezas técnicas; inst rum entos, herram ientas y m áquinas; recursos hum anos y m ateriales; m aterias pr im as, productos obtenidos, desechos y residuos; etc.) . Esta dim ensión se asocia al significado m ás rest r ingido, pero tam bién m ás habitual, de la tecnología. • Organizat iva (polít ica adm inist rat iva: planificación y gest ión; cuest iones de econom ía m ercado e indust r ia; aspectos relacionados con la act ividad profesional product iva y la dist r ibución de productos; agentes sociales: em presarios, sindicatos, etc.; usuarios y consum idores; etc.) . Al incluir asuntos sociales y polít icos relevantes, esta dim ensión ext iende la noción de la tecnología. • I deológica-cultural ( finalidades y objet ivos; sistem a de valores y códigos ét icos; creencias sobre el progreso; etc.) . Esta dim ensión tam bién am plía el concepto de tecnología, al tom ar en consideración los valores y las ideologías que conform an una perspect iva cultural capaz de influir en la act ividad creat iva de los diseñadores e inventores tecnológicos. Posteriorm ente, Pacey (1999) ha añadido una cuarta dim ensión im plícita, que subyace ent re las ot ras t res, a la que llam a experiencia personal. De esta m anera intenta com pensar el énfasis que han puesto los estudios sociales de la tecnología en lo colect ivo frente a lo personal, incluyendo en éste el papel de lo afect ivo y lo axiológico, esto es, los sent im ientos y los valores personales sobre la tecnología. Así, el sent ido social de la tecnología coexist ir ía con las respuestas personales (Osorio, 2002) . La propuesta de Pacey (1983) es que el análisis, la valoración y la gest ión de la tecnología se haga tom ando com o referencia todas las dim ensiones en conjunto, pues cam bios en aspectos de cualquiera de ellas pueden producir ajustes y m odificaciones en los de las ot ras; de ot ra m anera, plantea que la práct ica tecnológica se aborde com o un sistem a. Por ejem plo, una concepción de la tecnología rest r ingida a su dim ensión técnica daría respuestas exclusivam ente técnicas a los problem as tecnológicos de interés social; sin em bargo, m uchas de las soluciones dependen en m ayor grado de cam bios socio- tecnológicos correspondientes a las dim ensiones organizat iva e ideológica-cultural. Esta ot ra form a de abordar los problem as tecnológicos que afectan a la sociedad puede favorecer la part icipación social para su resolución, por lo que es probable que las soluciones aportadas lleguen a estar m ás de acuerdocon los deseos e intereses de los ciudadanos. Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 362 En resum en, básicam ente puede decirse que hay t res grandes form as de entender la tecnología. Una es com o ciencia aplicada, que práct icam ente le niega cualquier rasgo dist int ivo y la considera com o un apéndice de la ciencia. Ot ra acepción m uy com ún, y a la vez rest r ingida, es la que se basa sólo en las capacidades y dest rezas necesarias para realizar las tareas product ivas y, sobre todo, en los propios artefactos elaborados. Un concepto m ás am plio de la tecnología, que perm ite situarla en su contexto social, es considerarla com o un sistem a, teniendo en cuenta tam bién las im plicaciones tecnológicas sociales y am bientales (Acevedo, 1996, 1998; Flem ing, 1989; Gilbert , 1992; Rodríguez-Acevedo, 1998) derivadas de sus dim ensiones organizat iva e ideológico-cultural. Rasgos del conocim iento tecnológico Sin duda, hoy es m uy difícil negar que la tecnología ut iliza m étodos sistem át icos de invest igación sim ilares a los de la ciencia y que tam bién hace uso de los hallazgos de ésta. Ahora bien, aunque la ciencia suele dictar los lím ites de las posibilidades físicas de un artefacto, no determ ina en absoluto su form a final. Adem ás, el conocim iento cient ífico capaz de est im ular una innovación tecnológica no t iene que ser el m ás avanzado ni se presenta en su form a m ás pura; teorías cient íficas de segunda o tercera m ano pueden prestar un buen servicio a la tecnología en m uchas ocasiones (Basalla, 1988) . Ésta no se lim ita a tom ar prestadas sus ideas de la ciencia sino que desarrolla sus propios m étodos, perviviendo tam bién algunas característ icas específicas de oficios t radicionales, conocim ientos tácitos y habilidades técnicas; esto es, el know-how , de acuerdo con el argot norteam ericano al uso desde 1897 (Cardwell, 1994) . La tecnología se nut re tanto de su propia experiencia com o de ot ras áreas, const ituyendo un conocim iento básico est ructurado por la tensión ent re las dem andas de la funcionalidad del diseño tecnológico y las rest r icciones que le im ponen el entorno socio-cultural y el m edio am biente (Staudenm aier, 1985) . El conocim iento tecnológico, que en esencia es interdisciplinar y pragm át ico, está or ientado hacia una praxis concreta para la resolución de com plejos problem as y la tom a de decisiones en cuest iones de la vida cot idiana que afectan profundam ente a la sociedad (Acevedo, 1996) . En él conviven conocim ientos de carácter proposicional obtenidos a part ir de diversos cam pos junto a ot ros operat ivos relacionados con el saber hacer. El conocim iento tecnológico t iene, pues, rasgos propios que lo hacen diferente, form al y sustancialm ente, del or iginado por la ciencia (Acevedo, 1998a,b; Gardner, 1997) . Adem ás, las operaciones de diseño, desarrollo y evaluación de tecnologías se ajustan a una lógica diferente a la de la invest igación cient ífica. Todo esto se revela claram ente en los diversos com ponentes de la tecnología, ent re los que destacarem os los siguientes: • Com ponente cient ífico- tecnológico, que realza las relaciones m utuas ent re la ciencia y la tecnología respetando sus propias finalidades y objet ivos. La tecnología ut iliza num erosos conocim ientos cient íficos, pero éstos se som eten a un t ratam iento previo de reelaboración y reconst rucción conceptual con el fin de integrarlos y adaptarlos para su adecuación al contexto tecnológico; así m ism o, hace uso de algunos procedim ientos m etodológicos sem ejantes a los em pleados por la ciencia. Ésta recibe Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 363 tam bién m uchas aportaciones de la tecnología, no sólo inst rum entos y sistem as sino tam bién m étodos, conocim ientos teóricos, conceptos y m odelos que se usan com o analogías y m etáforas, etc. • Com ponente histór ico-cultural, que subraya la relación ent re las técnicas desarrolladas por la hum anidad y los cam bios que éstas provocan en el m edio am biente, en la cultura y en las condiciones de vida de las personas; así m ism o, se ocupa de cóm o la sociedad condiciona la act iv idad tecnológica. En este com ponente pueden incluirse tam bién técnicas art íst icas com o la arquitectura, la pintura, la escultura, la m úsica, la fotografía, el cine, etc. • Com ponente organizat ivo-social, que m uest ra cóm o la dim ensión organizat iva es uno de los elem entos m ás im portantes de la t ram a tecnológica. A la vez, destaca la tecnología com o factor que influye decisivam ente sobre las diversas form as de organización social. • Com ponente verbal- iconográfico, que destaca m odos de expresión y com unicación propios de la tecnología: sím bolos, esquem as, vocabular io específico, etc. • Com ponente técnico-m etodológico, que es el conjunto de capacidades y dest rezas técnicas necesar ias para m anipular inst rum entos y fabricar productos y ot ros sistem as tecnológicos, así com o los procedim ientos y est rategias que hacen falta para resolver problem as reales en situaciones concretas. Siguiendo a Staudenm aier (1985) , Flem ing (1989) ha clasificado de ot ra form a los pr incipales elem entos que configuran el conocim iento tecnológico: • Conceptos cient íficos que hay que reelaborar, rebajando su nivel de abst racción, para adaptarlos a las necesidades planteadas y al contexto del diseño tecnológico. • Datos problem át icos referentes a aspectos discut ibles de la act ividad tecnológica, com o pueden ser los posibles im pactos sociales y m edioam bientales de una tecnología, los dilem as que surgen al adoptar una innovación tecnológica, las dificultades que aparecen cuando una tecnología diseñada para un determ inado contexto se t ransfiere sin m ás a ot ros am bientes culturales diferentes, etc. • Teoría tecnológica com o un cuerpo de conocim ientos que usa m étodos experim entales sistem át icos parecidos a los de la ciencia pero cent rados en el diseño, la const rucción, el com portam iento y la evaluación de artefactos y sistem as tecnológicos. Una teoría de este t ipo supone siem pre reflexión sobre la práct ica tecnológica, por lo que pueden considerarse com o m ediadora ent re ésta y una teoría cient ífica m ás abst racta. • Pericia técnica (know-how) com o repertor io de procedim ientos y técnicas específicas con inst rum entos, m áquinas y ot ros elem entos, acom pañados de un conjunto de cr iter ios pragm át icos que se basan sobre todo en un conocim iento tácito cuya codificación es casi im posible. En sum a, al igual que ocurre con las com unidades de cient íficos, ingenieros, m édicos y ot ros profesionales form an com unidades de tecnólogos con sus propios ám bitos de problem as, teorías, m étodos, Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 364 procedim ientos y técnicas en donde se em plean elem entos derivados del conocim iento cient ífico, adaptados a su peculiar m odo de hacer, junto a conocim ientos tácitos de carácter técnico, t radiciones basadas en la experiencia acum ulada y práct icas empresariales relacionadas con la com ercialización y el uso de sus productos y servicios. Una consecuencia errónea de la visión de la tecnología com o ciencia aplicada es considerar que las teorías con las que t rabaja un tecnólogo son m enos com plejas que las de la ciencia, un punto de vista que fom enta la superior idad del saber cient ífico sobre el tecnológico (Osorio, 2002) . Com o la pr incipal finalidad de los tecnólogos no es cont r ibuir a la const rucción de cuerpos coherentes de conocim ientos teóricos (Flem ing, 1989) , pues éstos son m ás un m edio que un fin (Cajas, 1999) , para m uchas personas la existencia de teorías procedentes de la tecnología no es tan evidente com o la de teoríascient íficas. Sin em bargo, se han elaborado m uchas en m edicina, inform át ica, com unicación y, en general, las diversas ingenierías; algunas de ellas han cont r ibuido, y cont inúan haciéndolo en buena m edida, al desarrollo de teorías cient íficas (Sanm art ín, 1990b) . Ahora bien, conviene no olvidar que el cr iter io de validez de una teoría tecnológica no es tanto que sea verdadera o verosím il sino que funcione en la práct ica y sea út il, lo que supone dist inguir ent re racionalidad cient ífica y racionalidad tecnológica. Por ot ra parte, cuando la enseñanza de las ciencias presta atención a la tecnología generalm ente suele lim itarse a ilust rar ciertos pr incipios de la ciencia (Gardner, 1994, 1999) , lo que tam bién favorece la visión de la tecnología com o ciencia aplicada. No obstante, hay que tener en cuenta que el funcionam iento de los productos tecnológicos no puede ser explicado sobre la base de un único pr incipio cient ífico, porque incluso los m ás sencillos form an com plejos sistem as con elem entos m uy diversos (Gardner, 1997) ; pero, habitualm ente, en la enseñanza de las ciencias casi nunca suele explorarse el funcionam iento de estos sistem as tecnológicos (Valdés et al. , 2002) . Gilbert (1995) ha señalado algunas diferencias ent re los conocim ientos cient íficos y tecnológicos atendiendo a diversas característ icas de cada uno: finalidad (explicación vs. fabr icación) , interés ( lo natural vs. lo art if icial) , m étodo (analít ico vs. sintét ico) , procedim iento ( sim plificación del fenóm eno vs. com plej idad del artefacto) y resultado ( conocim iento generalizable vs. objeto part icular y concreto) . Estos rasgos podrían parecer út iles para resaltar diferencias ent re la ciencia y la tecnología; sin em bargo, en la actualidad am bas no son totalm ente independientes, con objet ivos, m étodos y productos tan dist intos (Acevedo, 1997b; Gardner, 1994; González-García, López-Cerezo y Luján, 1996) , por lo que hacer dem asiado hincapié en las diferencias tam bién podría cont r ibuir a que la educación cient ífica ignore la tecnología (Maiztegui et al, 2002) . Por ejem plo, respecto a las finalidades de la ciencia, ésta no pretende sólo buscar explicaciones del m undo sino tam bién hacer predicciones, lo que obliga a intervenir adem ás de a representar (Hacking, 1983) ; en este proceso la ciencia adquiere rasgos que suelen at r ibuirse específicam ente a la tecnología. Más aún, desde su nacim iento ent re los siglos XVI y XVI I , el propósito de la ciencia m oderna no fue solam ente sust ituir la intención Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 365 básicam ente teleológica ( finalista) propia de la ciencia helenista clásica por una explicación causal de la est ructura del m undo natural, sino que tam bién tuvo un interés inst rum ental y de ut ilidad, por el que se pretendía encont rar las causas de los fenóm enos para cont rolar técnicam ente su producción y conseguir dom inar la naturaleza; un em peño que queda m uy claro en las obras de filósofos tan dist intos com o Bacon (1979) y Descartes (1979) , donde se subrayan con frecuencia que verdad y ut ilidad son inseparables. En sum a, la ciencia m oderna tam bién tuvo desde sus orígenes una clara vocación tecnológica, que indudablem ente se ha increm entado en la actualidad. Por ot ro lado, aunque el m étodo analít ico sea característ ico de la ciencia, ésta tam bién ut iliza una m etodología sintét ica, com o ocurre cuando se const ruyen grandes cosm ovisiones del m undo. Tam poco debe olvidarse que el t rabajo cient ífico incluye inst rum entos y est rategias propias del diseño tecnológico y que, adem ás, los problem as y objet ivos de la tecnología influyen cada vez m ás en la ciencia actual (Acevedo, 1997b) . Así pues, puede afirm arse sin am bigüedades que la tecnología contem poránea se apoya en la ciencia, pero que al m ism o t iem po const ituye un requisito de ésta (Gardner, 1997) . Una breve revisión de las creencias del a lum nado y el profesorado sobre la tecnología y sus relaciones con la ciencia En los apartados precedentes se ha pasado revista a diferentes aproxim aciones a la noción de tecnología y los pr incipales rasgos del conocim iento tecnológico. Así m ism o, se han analizado cinco m odelos acerca de las relaciones ent re la ciencia y la tecnología. Cabe preguntarse ahora qué grado de incidencia t ienen las perspect ivas teóricas expuestas en las creencias del alum nado y el profesorado sobre estas cuest iones. De m anera resum ida, en la tabla adjunta se m uest ran ejem plos de algunas de estas creencias. Los porcentajes corresponden a los resultados de las evaluaciones hechas a am plias m uest ras de alum nado y profesorado de Mallorca ut ilizando el Cuest ionario de Opiniones y Creencias sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad –COCTS– (Manassero, Vázquez y Acevedo, 2001, 2003) , que han sido inform adas recientem ente (Acevedo, Vázquez y Manassero, 2002; Acevedo et al. , 2002; Acevedo et al. , 2002a,b) . Las ideas de los estudiantes y el profesorado acerca de la tecnología son generalm ente m enos adecuadas que sobre la ciencia (Acevedo, 2001; Manassero y Vázquez, 2002; Manassero, Vázquez y Acevedo, 2001) . En diversos estudios de los años ochenta, sobre todo norteam ericanos (EE.UU. y Canadá) , se indican que la tecnología se considera sinónim a de la ciencia aplicada (Flem ing, 1987, 1988) . Aunque se ha apuntado que los estudiantes europeos no perciben con tanta intensidad la tecnología de esta m anera, éstos conocen m uchos m ás ejem plos de tecnología or ientada por la ciencia que de ciencia guiada por la tecnología (Flem ing, 1989) . Es corr iente, pues, que ignoren la existencia de fenóm enos que la ciencia ha podido abordar no sólo gracias a los avances tecnológicos que han facilitado la inst rum entación necesaria para invest igarlos, sino porque han sido art if icialm ente creados por la propia tecnología. En efecto, la m ediación de los inst rum entos técnicos puede llegar a t ransform ar la propia experim entación cient ífica al m odificar la naturaleza del objeto. Valdés et al. (2002) citan varios casos de la elect r icidad y el elect rom agnet ism o (pr im er circuito de Volta, Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 366 experim ento de Oersted, inducción elect rom agnét ica de Faraday, etc.) , subrayando que en todos ellos m ás que refer irse a la ut ilización de inst rum entos tecnológicos en la invest igación cient ífica, procede hablar de una autént ica inm ersión de ésta en la propia práct ica tecnológica ( I hde, 1997) . En ot ros t rabajos hechos en la década de los noventa, Vázquez y Manassero (1997; Manassero y Vázquez, 1998) encont raron la creencia anotada en alrededor de la cuarta parte del alum nado y cerca de la m itad del profesorado de Mallorca, porcentajes infer iores al de los estudios canadienses de Zoller et al. (1990, 1991) , en los que las respuestas de este t ipo están próxim as a la m itad de alum nos y casi dos tercios de profesores, y al estadounidense de Rubba y Harkness (1993) , con casi dos quintos de profesores en form ación inicial y cerca de cuat ro quintos en ejercicio, y m ás parecidos al realizado en I srael por Ben-Chaim y Zoller (1991) , con m enos de un tercio de estudiantes y m ás de la m itad del profesorado. En los resultados que se exponen en la tabla puede com probarse que esta idea es m uy habitual en los profesores en ejercicio y tam bién aparece en el profesorado en form ación inicial y en el alum nado, aunque con una frecuencia m enor (cuest iones 10211, 10412 y 10413) . En sum a, con porcentajes m ayores o m enores, ésta es la im agen m ás habitual de la tecnología, que se reproduce y guía las respuestas a ot ras cuest iones sobre las relaciones ent re ciencia y tecnología.Flem ing (1987) ha señalado que los estudiantes de educación secundaria superior suelen tener dificultades para dist inguir ent re ciencia y tecnología, si bien cuando se les pregunta en térm inos generales parecen diferenciar los papeles que juegan cada una y tam bién son capaces de reconocer algunas relaciones adecuadas o plausibles ent re am bas. Rubba y Harkness (1993) apuntan que tam poco los profesores, sobre todo en ejercicio, son capaces de discernir bien ent re las dos. Esto m ism o ha sido inform ado por Vázquez y Manassero (1997; Manassero y Vázquez, 1998, 2002) , destacando que los alum nos asum en la est recha conexión actual ent re ciencia y tecnología, pero dist inguen ent re am bas. Ahora bien, en un art ículo poster ior, Flem ing (1989) m at izaba que cuando se profundiza con ot ras preguntas puede com probarse la tendencia del alum nado a ident ificar ciencia y tecnología com o una em presa com ún, quizás com o consecuencia de una m ala com prensión de su dependencia m utua. Según Ryan y Aikenhead (1992) los estudiantes de bachillerato canadienses suelen confundir ciencia con tecnología, estando en su origen la im agen de la tecnología com o ciencia aplicada, que aparece explícita en m uchos currículos y textos de ciencia habituales (Gardner, 1994, 1999) . Hoy en día, esto tam bién podría estar prom ovido por la ut ilización del concepto postm oderno de tecnociencia para describir la creciente im bricación ent re la ciencia y la tecnología. Los estudiantes m allorquines asum en esta fuerte relación actual (cuest ión 10411) , aunque la opción que establece que la tecnología es m uy parecida a la ciencia no recibe práct icam ente ningún apoyo (Acevedo et al. , 2002a; Manassero y Vázquez, 2002) . Por ot ra parte, la percepción de com plem entariedad ent re ciencia y tecnología es la razón esgrim ida por cerca de la cuarta parte de estos estudiantes para just ificar que la sociedad debe apoyar con fondos a am bas (cuest ión 10421) . Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 367 Creencias principales Alum nos ( % ) Futuros profesores ( % ) Profesores en act ivo ( % ) (10211) La tecnología es ciencia aplicada 20,9 37,0 45,7 (10211) La tecnología se describe como procesos, inst rumentos y artefactos 24,6 23,5 22,1 (10211) Adem ás de diseñar y saber hacer cosas (know-how) , la tecnología incluye aspectos organizat ivos, económ icos y a los consum idores 16,1 16,5 9,5 (10211) La tecnología es una forma de resolver problemas práct icos 13,5 13,0 12,6 (10311) Act itud am bivalente y prevent iva frente al significado de I + D 37,9 34,4 23,8 (10311) I+ D es una com binación de ciencia y tecnología 17,1 21,7 25,9 (10311) En el signif icado de I + D subyace la visión de la tecnología determ inada por la ciencia 14,0 17,1 24,1 (10411) Se señalan relaciones adecuadas ent re ciencia y tecnología 71,3 (10411) La tecnología se subordina jerárquicam ente a la ciencia 11,1 (10412) La tecnología es ciencia aplicada 42,5 (10412) El avance de la ciencia conduce a nuevas tecnologías 31,9 (10412) La ciencia proporciona el conocim iento básico a la tecnología 13,4 (10413) Los avances tecnológicos conducen al progreso de la ciencia 30,2 (10413) La tecnología sum inist ra herram ientas y técnicas a la ciencia 25,0 (10413) La tecnología es ciencia aplicada 15,2 (10413) La disponibilidad de tecnología influye en la dirección de la invest igación cient ífica 14,4 (10421) Hay que invert ir en ciencia y tecnología, porque cada una a su m anera son provechosas para la sociedad 37,5 (10421) Hay que invert ir en ciencia y tecnología porque ambas interaccionan y se com plementan mutuamente 22,3 (10421) Hay que invert ir en ciencia y tecnología, porque el conocim iento cient ífico es necesario para el avance tecnológico 21,4 (10431) La tecnología t iene un cuerpo de conocim ientos propio, aunque su avance también depende del conocim iento cient ífico 36,8 51,5 47,3 (10431) Cada aplicación tecnológica se basa en un descubrim iento cient ífico 29,5 27,0 29,0 Tabla 1.- Ejemplos de creencias del alum nado y el profesorado sobre el significado de la tecnología y sus relaciones con la ciencia Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 368 En un art ículo de Flem ing (1989) se indicaba que m uchos alum nos que parecían com prender aceptablem ente la influencia de la ciencia en la tecnología, no percibían igual de bien la de ésta sobre la ciencia; una vez m ás, se at r ibuye el or igen de este resultado a la im agen de la tecnología com o ciencia aplicada. En ot ros estudios poster iores se ha encont rado justam ente lo cont rar io; por ejem plo, los profesores en ejercicio y en form ación inicial del t rabajo realizado por Rubba y Harkness (1993) y nuest ros estudiantes m allorquines m uest ran m ejor com prensión de la influencia de la tecnología en la ciencia que de ésta en la tecnología. En la pr im era cuest ión (10413) predom ina la idea de que la tecnología am plía la capacidad de progreso de la ciencia, con m ayoría de creencias adecuadas frente a la que ident ifica la tecnología con ciencia aplicada, m ient ras que en la segunda (10412) esta últ im a es el punto de vista dom inante. Com o se ha señalado, cuando se m ant iene que la tecnología no es m ás que ciencia aplicada se está ignorando la naturaleza específica del conocim iento tecnológico. Esta posición se apoya en la creencia de que la tecnología viene determ inada prior itar iam ente por la ciencia y se subordina jerárquicam ente a ella, lo que tam bién or igina una com prensión lim itada del significado de I nvest igación y Desarrollo (Flem ing 1989, Manassero y Vázquez, 1998, 2002; Vázquez y Manassero, 1997) . La m itad de los profesores de Mallorca (en ejercicio y en form ación inicial) reconoce que la tecnología t iene un cuerpo de conocim ientos propio, aunque m ás de la cuarta parte sost iene su subordinación jerárquica a la ciencia (Acevedo et al. , 2002b) , un porcentaje que aún es m ayor en el profesorado del estudio hecho por Rubba y Harkness (1993) . Aunque en m enor m edida, algo sim ilar sucede con los estudiantes m allorquines (cuest ión 10431) . Así m ism o, en el significado que se asigna a I + D subyace parcialm ente el punto de vista de la tecnología determ inada por la ciencia, que alcanza a casi la cuarta parte de profesores en ejercicio y porcentajes algo m enores, pero significat ivos, de profesores en form ación inicial y alum nos (cuest ión 10311) . La subordinación de la tecnología a la ciencia aparece tam bién, explícita o im plícitam ente, en ot ras respuestas del alum nado (cuest iones 10411 y 10412) . La ident ificación de la tecnología con inst rum entos y artefactos técnicos es ot ra creencia incom pleta que tam bién goza de bastante apoyo ent re am plios porcentajes de estudiantes, y algo m ás bajos de profesores, del m undo occidental (Acevedo, Vázquez y Manassero, 2002; Bam e, Dugger y De Vries, 1993; Ben-Chaim y Zoller, 1991; Rennie, 1987; Rubba y Harkness, 1993; Zoller et al. , 1991) . Se t rata de la perspect iva inst rum ental o artefactual de la tecnología a la que ya se ha hecho referencia; la cual podría verse potenciada aún m ás por la creciente integración de utensilios tecnológicos en la enseñanza de la ciencia (De Vr ies, 1996) . Por últ im o, generalm ente son bastante m inoritar ias ot ras nociones m ás adecuadas com o la que relaciona la tecnología con la necesidad de resolver problem as práct icos o la m ás apropiada que incluye, adem ás del diseño y el saber hacer (know-how) , la organización y los procesos (Acevedo, 1996; Gilbert , 1992; Rubba y Harkness, 1993) , sobre todo en el caso del profesorado en act ivo (cuest ión 10211). Esta últ im a noción invoca una visión m ás com pleja y sistém ica de la tecnología tal y com o que se ha expuesto en este art ículo. Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 369 Conclusiones e im plicaciones para el profesorado Al igual que ocurre con los futuros profesores en form ación inicial (Acevedo et al. , 2002b) , las cuest iones que se refieren a la tecnología y sus conexiones con la ciencia revelan dificultades y lim itaciones del pensam iento del profesorado en ejercicio de todos los niveles (pr im aria, secundaria y universidad) evaluado con el COCTS (Acevedo et al. , 2002) , con porcentajes de respuestas adecuadas por debajo de la m edia general y m ás elevados de inapropiadas en com paración con las que dan a ot ras cuest iones de las diferentes dim ensiones del COCTS. Ent re los aspectos m ás problem át icos pueden destacarse las visiones inst rum ental y com o ciencia aplicada de la tecnología (10211) , subordinada a la ciencia (10311) o excesivam ente dir igida por ésta (10431) y la m ediocre com prensión del significado de I + D (10311) . Estas insuficiencias cuest ionan seriam ente su preparación para int roducir adecuadam ente la educación tecnológica en la enseñanza de las ciencias y poder im plicarse así con m ás eficacia en la alfabet ización cient ífico- tecnológica de todas las personas, que es, sin duda, el reto m ás im portante que t iene la enseñanza de las ciencias para el siglo XXI (Acevedo, Vázquez y Manassero, 2002, 2003; Cajas, 2001b) . En efecto, cuando algo no se com prende bien o no se valora dem asiado suele excluirse, por lo que cabe esperar que el profesorado t ienda a ignorar la presencia de la tecnología en la enseñanza de las ciencias, o no la contem ple com o se m erece ni, por supuesto, de form a apropiada. Sin ent rar ahora en consideraciones epistem ológicas relacionadas con la com prensión de una concepción de la naturaleza de la ciencia capaz de incluir la tecnología y la tecnociencia contem poráneas (Acevedo, 2000; Acevedo y Acevedo, 2002) , desde una perspect iva propia de la didáct ica de las ciencias, la exclusión de la tecnología del curr ículo de ciencias dificulta la relación ent re la ciencia escolar y la experiencia diar ia del alum nado, de la que la tecnología es una parte sustancial; algo que los profesores de ciencias no suelen tener en cuenta generalm ente (Cajas, 1999, 2001a) . Sin duda esto resulta m uy negat ivo a la hora de favorecer un aprendizaje significat ivo, elim inando un referente im portante para su logro, com o es la t ransferencia de aprendizajes escolares a la vida cot idiana (Acevedo, Manassero y Vázquez, 2002; Acevedo, Vázquez y Manassero, 2003; Vázquez et al. , 2001) . Para m ejorar su form ación en este cam po, no basta con que el profesorado reconozca que las act ividades cient íficas conllevan diversas tecnologías o el diseño tecnológico, ni que para resolver los problem as tecnológicos contem poráneos hacen falta ideas, conceptos y teorías cient íficas, com o de m anera un poco sim ple se ha despachado m uchas veces el tem a en la enseñanza de las ciencias; es preciso que avancen m ás en el significado de las nociones de ciencia y tecnología, incluyendo la presencia de lo social en la naturaleza y la práct ica de am bas, ya que se t rata de const rucciones hum anas. Es necesario, así m ism o, provocar la reflexión del profesorado sobre los im pactos que la ciencia y la tecnología ejercen en la sociedad, los cuales pueden alcanzar al sistem a de valores sociales dom inante, incluso m ucho m ás allá de las finalidades y previsiones que inicialm ente se pensaban (Désautels y Larochelle, 2003) . A la vez, tam bién hay que favorecer su com prensión sobre cóm o los valores sociales intervienen contextualm ente en la form a de desarrollarse, relacionarse y Revista Elect rónica de Enseñanza de las Ciencias, Vol. 2, Nº 3, 353-376 (2003) 370 diferenciarse la ciencia y la tecnología, tanto en el pasado com o en el presente (Acevedo, 1998a,b) . Para conseguir lo es im prescindible asum ir con todas sus consecuencias la or ientación CTS en la form ación del profesorado, con el fin de dotar le de la cultura cient ífica y tecnológica necesaria para abordar los nuevos retos que se presentan en el siglo XXI a la educación cient ífica y tecnológica (Acevedo, Manassero y Vázquez, 2002; Acevedo, Vázquez y Manassero, 2003) . Referencias bibliográficas Acevedo, J.A. (1996) . La tecnología en las relaciones CTS. Una aproxim ación al tem a. Enseñanza de las Ciencias, 14(1) , 35-44. Acevedo, J.A. (1997a) . Cóm o puede cont r ibuir la Histor ia de la Técnica y la Tecnología a la educación CTS. 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