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https://espanol.free-ebooks.net/t/146 William Montgomery CONSEJO DIRECTIVO REGIONAL – LIMA COLEGIO DE PSICÓLOGOS DEL PERÚ William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 1 LA TIMIDEZ Y SU TRATAMIENTO ______________________________ William Montgomery Urday Colegio de Psicólogos del Perú Consejo Directivo Regional - Lima Lima-Perú 2010 William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 2 Colegio de Psicólogos del Perú – CDR - Lima Junta Directiva Período 2010-2012 DECANO: Dr. Jaime Aliaga Tovar SECRETARIO: Mg. Pedro Ticona Arellano TESORERO: Lic. Jorge Saldarriaga Ruiz VOCAL 1: Mg. Ramón Vera Cortegana VOCAL 2: Lic. América Zalazar Lino Título: La Timidez y su Tratamiento Autor: William Montgomery Urday Docente Universidad Nacional Mayor de San Marcos © 2010 Colegio de Psicólogos del Perú Consejo Directivo Regional – Lima Jr. Camilo Carrillo 164 – Jesús María Impreso en Gráfica Universo, Jr. Rufino Torrico 329 Int. 11 – Lima-Perú Primera edición. Tiraje: 1000 ejemplares Hecho el Depósito Legal Nº 2010 - 05494 en la Biblioteca Nacional del Perú. ISBN: 978-612-45754-0-2 William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 3 _____________________________ PRÓLOGO _____________________________ Entre las variadas dificultades que ha encontrado la elaboración de La Timidez y su Tratamiento está la ausencia de estadísticas e investigaciones directamente relacionadas con la prevalencia de la timidez en el Perú, lo cual no es de extrañar, dado que en el mundo entero tampoco hay mucha información al respecto, salvo la mencionada en las páginas del capítulo inicial de esta publicación. Se ha prestado mucha atención a los trastornos de fobia, ansiedad, depresión, agresividad, falta de asertividad, evitación y pánico asociados a diversas patologías sociales, pero muy pocas veces a problemas poco manifiestos como el que ocupa las páginas que siguen. Las razones de eso se explicitaran en su debido lugar. De cualquier modo, se juzga por lo general de acuerdo a las solitarias investigaciones del Dr. Phillip Zimbardo y sus colaboradores que entre un 40% a 50% de la población mundial sufre o ha sufrido en algún momento de timidez, y una parte menor de esa cifra (con timidez crónica) podría acercarse al peligroso borde de la fobia social. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 4 El grado de disfunción conductual ocasionada por la timidez más recalcitrante varía de acuerdo con una serie de condiciones, a saber: el sexo, la edad, el número de familiares, el tipo de red social y familiar, la clase social o estatus socioeconómico,la disposición biológica, factores ambientales e incluso la procedencia etnogeográfica. No obstante se puede decir que, al margen de todas esas condiciones, la Psicología ha desarrollado herramientas terapéuticas suficientemente efectivas para ayudar al individuo aquejado por ese problema. Dichas herramientas quizá no eliminen por completo el trastorno, pero si permiten afrontarlo y afrontar las situaciones que lo afectan. Por ello, como se explicará en su momento, los conceptos de control y autocontrol están muy vinculados a estos procedimientos, que, por lo demás, son bastante conocidos y de amplio uso en el “recetario” contemporáneo para aplicarse a un extenso rango de problemas psicológicos. Aquí se adaptan sus operaciones al problema de la timidez, en consonancia con la experiencia de quien escribe. Durante el transcurso de la exposición del tema en todo momento se enfatiza la parte práctica, y se dedica más de la mitad del libro al desarrollo de la evaluación, la tecnología y su aplicación a través de un programa. En ese sentido, esta obra muy bien pudo llamarse “técnicas para el control de la timidez”. William Montgomery Urday Enero de 2010 William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 5 _____________________________ ÍNDICE _____________________________ P. INTRODUCCIÓN....................................................... 9 CAPÍTULO 1 La timidez.................................................................... 19 CAPÍTULO 2 Timidez y autocontrol.................................................. 37 CAPÍTULO 3 Evaluación inicial de la timidez................................... 53 CAPÍTULO 4 Control de las emociones negativas............................. 75 William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 6 CAPÍTULO 5 Mejoramiento del trato social...................................... 97 CAPÍTULO 6 Incremento de la efectividad personal......................... 121 CAPÍTULO 7 Modificación de la forma de pensar............................ 143 CAPÍTULO 8 Un programa y matices en el enfoque......................... 165 EPÍLOGO.................................................................... 181 BIBLIOGRAFÍA......................................................... 187 TABLAS ________________________________________________ 1.1.Criterios para el diagnóstico de la fobia social según el DSM IV, p. 23 1.2. Registro de conducta del niño tímido, p. 31. 1.3. Escala de timidez revisada de Check y Buss, p. 32. 2.1.Cuestionario de autocontrol infantil y adolescente (muestra de ítems), p. 46. 2.2.Escala de locus de control para niños, p. 48. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 7 3.1. Criterios de determinación de un problema, p. 54. 3.2. Proceso de evaluación conductual, p. 55. 3.3. Taxonomía de estímulos y situaciones, p. 59. 3.4. Ejemplo de cuadro informativo, p. 62. 3.5. Inventario de indicadores de tensión y ansiedad, p. 68. 3.6. Inventario de ansiedad, p. 69. 3.7. Cuestionario de apoyo comunitario percibido, p. 70. 3.8. Modelo de hoja para test sociométrico, p. 72. 4.1. Hoja de control de los ejercicios de relajación, p. 89. 4.2. Autorregistro de ansiedad subjetiva, p. 90. 4.3. Hoja de autoverbalizaciones de afrontamiento, p. 91. 4.4. Escala breve de miedo a la evaluación negativa, p. 92. 4.5. Inventario de miedos escolares (muestra de ítems), p. 92. 4.6. Inventario de confianza para hablar en público (muestra de ítems), p. 93. 4.7. Lista de emociones positivas y negativas, p. 94. 5.1. Tres tipos de comportamiento social, p. 104. 5.2. Ejemplo de registros de componentes verbales y no verbales de la actuación, p. 111. 5.3. Escala de habilidades sociales (muestra de ítems), p. 112. 5.4. Inventario de destrezas sociales (muestra de ítems), p. 113. 5.5. Escala de comportamiento asertivo para niños (muestra de ítems), p. 114. 5.6. Escala multidimensional de expresión social (muestra de ítems parte motora), p. 116. 5.7. Escala multidimensional de expresión social (muestra de ítems parte cognitiva), p. 117. 6.1. Escala de problemas, p. 134. 6.2. Hoja de metas, p. 135. 6.3. Hoja de perfil del problema, p. 136. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 8 6.4. Análisis y selección de alternativas, p. 137. 6.5. Inventario de toma de riesgos (muestra de ítems), p. 138. 6.6. Inventario de resolución de conflictos (muestra de ítems), p. p. 140. 7.1. Hoja de debate de creencias irracionales, p. 149. 7.2. Módulo básico de funcionamiento de pensamientos distorsionados, p. 151. 7.3. Registro diario de pensamientos distorsionados, p. 158. 7.4. Hoja de debate de pensamientos, p. 159. 7.5. Inventario de creencias (muestra de ítems), p. 160. 7.6. Inventario de aceptación-acción, p. 162. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 9_____________________________ INTRODUCCIÓN _____________________________ En la experiencia clínica cotidiana no suelen ser reportados muchos casos de timidez. Los que vienen generalmente son de tipo infanto-juvenil, remitidos a consulta por los padres y/o maestros preocupados por el retraimiento social de los chicos, y más aun por sus posibles correlatos de bajo rendimiento en otras áreas. Como dicen Monjas (2001) y Banús (2010), se cree que las personas con este problema no padecen seriamente debido a que su comportamiento externo es poco perturbador, y no se les identifica como sujetos de tratamiento especializado. Además, son una minoría dentro del universo de pacientes con padecimientos psicológicos. Sin embargo cabe sospechar que, debajo de una parte de los trastornos de depresión, ansiedad generalizada u otros problemas de disforia por los que son remitidos niños y adolescentes, habría causas relacionadas con la ansiedad social. Por ejemplo, hay casos de masturbación compulsiva, William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 10 de hábitos nerviosos, de trastornos alimentarios, etcétera, desarrollados debido al temor y frustración que el o la joven sufre con respecto a su fallida interacción con personas del sexo opuesto de su misma edad. Entonces, lo que hay que tratar allí es el problema de fondo, además de sus correlatos. Quizá esta causa soterrada tiene que ver con la conocida tesis de Jerome Kagan sobre lo que él llama fenómeno de “inhibición conductual”, una especie de manifestación del factor neuroticismo en el temperamento, que hace que ciertos niños sean propensos a tener menor control de sus reacciones de miedo y ansiedad, ante sucesos no familiares (Kagan, 2000; Sandín, 2009). Esta inhibición conductual se halla íntimamente relacionada con los problemas de timidez y fobia social, y también con muchos otros trastornos emocionales que aparentemente no tendrían que ver mucho con ella1. De cualquier modo, la tesis aquí defendida es que la timidez permanente o crónica resulta un problema de mucha mayor incidencia que la que se acostumbra aceptar, lo que lo califica para ser objeto de mayor atención que la tenida hasta ahora. Ciertamente, no todos están de acuerdo con esto. Por ejemplo, para Scott (2006) la timidez en los tiempos que corren se ha convertido sólo en un “mal estado de ánimo” entre los habitantes del hemisferio occidental, debido a que implica un fracaso en lograr valores culturales tales como la asertividad y la expresividad, lo cual ocasiona una “moda epidémica” de búsqueda de tratamientos que se reflejaría, por un lado, en el aumento de intervenciones clínicas y de 1 Sin embargo, como se dice en el primer capítulo de esta obra, sería un error atribuir el mayor peso de la influencia para el surgimiento de la ansiedad social al factor biológico, teniendo tanta evidencia empírica que demuestra, a su vez, el papel del aprendizaje temprano en dicha etiología. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 11 páginas de autoayuda sobre la timidez en la internet, y, por otro lado, en la creciente tasa de diagnósticos de fobia social, trastornos de ansiedad social y de personalidad por evitación El uso de los recursos de la internet también es motivo de discusión con respecto a la timidez, pues para algunos sumergirse en la wev constituye un medio de aislamiento atractivo para los socialmente retraídos, empeorando su hábito; mientras que para otros es un medio de empoderamiento que ofrece oportunidades para desinhibirse y adquirir competencias sociales. Al decir de Saunders y Chester (2008), probablemente sea las dos cosas a la vez. Mención aparte merece también el uso ya enormemente generalizado de los teléfonos celulares. Aunque todavía no hay investigaciones al respecto, es notorio que andar permanentemente interconectado con una red social y familiar proporciona cierto grado de apoyo y seguridad para algunos individuos, lo que les puede servir para mejorar su conducta de afrontamiento o calmar su ansiedad (este último papel lo cumplía antes el cigarrillo). Hoy en día es casi impensable no ver por las calles a mucha gente, sobre todo a mujeres jóvenes, manipulando y conectándose a través de llamadas por celular casi “compulsivamente” cada tantos minutos. ¿Es eso una buena o mala señal? El tiempo lo dirá. TIMIDEZ Y TIMIDEZ ________________________________________________ Ahora bien, ¿es tan “malo” ser tímido? No desde cierta óptica. Phillip Zimbardo, el más connotado investigador de este rasgo de la personalidad, señala que hay dos clases de William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 12 timidez: una “pública” o moderada y otra “privada” o extrema (Zimbardo y Radl, 1981/2002). La primera es molesta, pero superable con algún esfuerzo. El individuo que es “tímido público” puede desempeñarse de manera relativamente normal en la mayoría de actividades sociales, e incluso esconder su timidez. La segunda, la timidez extrema, en cambio, es recalcitrante y verdaderamente representa un problema para quien la sufre, porque incapacita o disminuye significativamente la capacidad de desempeño en situaciones específicas que involucran exhibición o escrutinio interpersonal. En los casos moderados, podría decirse incluso que la conducta tímida es una virtud. No inhibe al sujeto para disfrutar de la vida de forma aceptable, y si no lo califica como un compañero muy divertido que digamos, tampoco lo convierte en un grave obstáculo para que otros se diviertan. De hecho, probablemente este mundo sería mucho mejor si estuviera mayoritariamente habitado por tímidos moderados; y con seguridad sería mucho menos violento. Ellos suelen ser más respetuosos y protocolares en el trato social. Por eso el tratamiento psicoterapéutico se dirige más a quienes vivencian su timidez de manera “privada”. Aquellos que sienten emociones negativas y ven truncadas sus metas debido a su incapacidad de controlarlas. Aquellos que piensan distorsionadamente acerca de la realidad, magnificando las dificultades. Aquellos que carecen de habilidades de comunicación interpersonal y de estrategias para manejar diversos tipos de conflicto. Ese tipo de timidez, según las investigaciones del grupo de Zimbardo (véase Henderson y Zimbardo, 1998a), correlaciona significativamente con sentimientos de vergüenza, de desconfianza interpersonal, de resentimiento y de hostilidad, al par que muestra altas tasas operantes de distanciamiento y evitación social. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 13 EL PLAN DE ESTE LIBRO ________________________________________________ Este libro está hecho para ayudar a tratar esos problemas desde una perspectiva que se considera consensualmente eficaz (véase el apéndice a esta introducción). Respecto al contenido de la obra, el ordenamiento es el siguiente: El primer capítulo tiene por objeto definir la timidez y describir algunas de sus características, discutir los factores que contribuyen a que aparezca y explicitar sus dimensiones directamente observables. El segundo capítulo se refiere a las relaciones entre la timidez y los repertorios de autocontrol, tanto en términos de variable de la personalidad como de estrategia de afrontamiento. El tercer capítulo aborda el campo de la evaluación conductual de la timidez, empezando por los criterios generales de determinación de un problema, la entrevista, los registros, autorregistros y pruebas de autoinforme pertinentes. Los cuatro capítulos siguientes tratan sobre paquetes de tratamiento para: 1) controlar las emociones negativas, 2) mejorar el trato social, 3) incrementar la efectividad personal, y 4) modificar la forma de pensar. Es evidente que estos módulos requieren instrumentación propia para cumplirsus objetivos. Por ello, en cada sección se brinda información básica sobre registros y autoinformes desde un punto de vista conductual, y se indican los registros y autoinformes más indicados para cumplimentar las tareas evaluativas de cada módulo, incluyendo los formatos de algunos de esos instrumentos. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 14 El último capítulo se ocupa tanto de la elaboración de un programa conductual para el tratamiento de la timidez, como de discutir algunas atingencias respecto a las particularidades de la eficacia de las intervenciones psicológicas, con referencia a la tecnología y la alianza terapéutica. Al final de cada capítulo se consigna una breve bibliografía recomendada para la sección específica. Para terminar, en el epílogo de la obra se presenta una serie de listas con recomendaciones para padres, maestros y otras personas en contacto directo con sujetos tímidos, con el objeto de prevenir dificultades cotidianas relacionadas con su trastorno. Con el objeto de clarificar algunos aspectos del tratamiento teórico-conceptual dado en este libro —sobre todo para aquellos no iniciados en el enfoque conductual—, también se incluye adjunto un apéndice a esta introducción que explicita un conjunto de tesis básicas para lo que se va a decir en los sucesivos capítulos. APÉNDICE: UN ESBOZO TEÓRICO ESQUEMÁTICO ________________________________________________ Cualquier tipo de aplicación psicológica parte de una teoría. La teoría implicada aquí es conductista, pero previniendo la tradición de mal entendimiento que suele evocar esta declaración sumaria, es conveniente precisar algunos aspectos de su interpretación con base en textos anteriores de quien suscribe (Montgomery, 2005ab, 2006, 2007). Las influencias fundamentales de esta postura conductista pueden encontrarse en varias fuentes, entre ellas Staats (1975/1979; 1996/1997), Santacreu, Hernández, Adarraga y Márquez (2002), Fernández-Ballesteros (2004a), Ribes y López (1985) y Goldfried y Davison, 1976/1981). William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 15 A continuación, se enuncian una serie de postulados progresivamente inclusivos que expresan los principios del enfoque teórico, metodológico y aplicativo que se profesa: 1) El conductismo es una manera de ver lo psicológico desde el punto de vista de la interacción intra y extraorgánica del individuo con su ambiente físico, biológico y social. Dicha interacción, llamada conducta o comportamiento, tiene correlatos cognitivos. afectivos, motores y fisiológicos, y está sujeta a principios funcionales (relacionados con el aprendizaje) en torno a los cuales se delimita la metodología y la investigación. 2) Si bien el aprendizaje explica los rasgos humanos, diversas condiciones biológicas (sistemas nervioso central y periférico) pueden afectarlo. El papel de la biología es proporcionar los mecanismos disposicionales para el funcionamiento de lo sensorial, el aprendizaje y la ejecución de la conducta. 3) En el desarrollo humano, la interacción evoluciona desde niveles simples hasta complejos por medio de intrincadas combinaciones de repertorios conductuales adquiridos mediante el aprendizaje, por lo que es central la metodología de análisis detallados de los principios y combinaciones de ellos, que intervienen en los niveles de adquisición humana y de personalidad. El aprendizaje es “acumulativo-jerárquico”, una propiedad que implica la agrupación de unidades pequeñas de conducta para formar configuraciones más complejas, en las cuales, una vez formadas como un todo, se cumplen los principios de aprendizaje de la misma forma que se cumplían en las respuestas unitarias simples. Cada nivel de comportamiento tiene su propia configuración particular en base a la acumulación inclusiva de aprendizajes en niveles anteriores. 4) En la base del funcionamiento “acumulativo-jerárquico” están los procesos de condicionamiento clásico e instrumental, que se sobreponen e interactúan entre sí. Hay tres funciones que los estímulos pueden tener para el individuo: cuando se aparea un estímulo incondicionado (Ei) de propiedades reforzantes (ya que evoca respuestas glandulares internas) con un nuevo E, éste, ya condicionado (Ec), llegará a evocar la misma respuesta que producía el Ei, adquiriendo también la cualidad de estímulo William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 16 reforzador (Er). Así se mezclan principios de ambos tipos de condicionamiento. Puesto que un Er también evoca respuestas fisiológicas internas, hay que añadir que éstas igualmente se condicionan a otros E presentes en la situación, constituyendo una especie de “contexto propiciador” de interacciones (Ed) que comprende funciones tanto discriminativas y reforzantes como evocadoras (Ec) de respuestas instrumentales y emocionales. De tal manera, el condicionamiento clásico es el que da funciones a un Ed condicionado (instrumental). 5) Estas funciones, a su vez, se ven afectadas por los estados de privación y saciedad, y los procesos de discriminación y generalización, fortaleciéndolas, extendiéndolas, restringiéndolas o debilitándolas. Así, el individuo tiene la oportunidad de aprender en su desarrollo gran cantidad de comportamientos relacionados con eventos emotivos y motivacionales a la vez, tanto en el sentido de acercarse, como de alejarse de diversas situaciones. Por eso las funciones hasta ahora reseñadas se denominan “actitudinales- reforzantes-directivas” (sistema A-R-D), dando cuenta de las actitudes e intereses característicos de toda persona. El hecho de que gran parte de dicha conducta esté ligada a estimulación interna explica el porqué de la autonomía de la conducta humana. 6) Los mecanismos implicados en el aprendizaje humano son extraordinariamente complejos. La conducta del individuo está tan determinada por acontecimientos anteriores, como es determinante de lo que le sucederá después, debido a constelaciones de habilidades complejas aprendidas en la niñez que disponen las condiciones personales y situacionales para interactuar de variadas formas en etapas posteriores. Así se llega al concepto de personalidad como un conjunto de repertorios conductuales básicos (RBCs) representativos del estado actual en que se encuentra el aprendizaje acumulativo-jerárquico del individuo, pero además que lo capacitan para nuevas adquisiciones. Un repertorio (o conjunto de ellos) es condición para que aparezcan otros, y así sucesivamente. 7) Los RBCs de la personalidad son los sistemas cognitivo- lingüístico, emotivo-motivacional y motor-sensorial. El primero involucra repertorios relacionados con el lenguaje receptivo y William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 17 productivo (aprendizaje verbal motor y verbo-emocional, habla, imitación y etiquetación verbal, desarrollo de la lectura, la escritura y los conceptos, inteligencia), el segundo involucra repertorios relacionados con la afectividad (aprendizaje de actitudes, vinculación y apego, condicionamiento parental), y el tercero se compone de repertorios referidos al plano sensomotor instrumental (habilidades de equilibrio y coordinación motora fina y gruesa, manipulación, imitación, atención, imaginación, etc.). Si bien pueden describirse e investigarse separadamente, debe quedar claro que las tres clases de RBCs funcionan entretejidos en interacciones complejas. 8) El análisis de los fenómenos psicológicos con base en los conceptos, principios y métodos del aprendizaje permite desplegar una ingeniería conductual que cambia o dispone sucesos para promover, disminuir, mantener, extender o incrementar el comportamiento en la medida que se necesite según el contexto, las circunstancias del control y los correlatos motores, afectivos y cognitivos que suponga. Los problemas del individuo bajo consulta (“procesos” o “respuestas encubiertas”)se tratan como conductas en sí mismas, porque involucran contingencias lingüísticas y simbólicas observables como relaciones complejas, con parámetros de orden geográfico (dónde y cuándo suceden), descriptivo (qué sucede), topográfico (cómo se actúa o no, pudiendo hacerlo, en ellas), demográfico (quiénes intervienen o no, pudiendo hacerlo), probabilitario (cómo comenzó el problema y cuál fue su evolución; con qué habilidades, déficits, excesos o inadecuaciones en el repertorio se llega), discursivo (pensamiento acerca del problema) y otros datos relevantes. 9) Las tesis expuestas no aluden al paradigma skinneriano (aunque lo integran junto a otros enfoques). Se trata de un punto de vista integrado e integrador desde el cual no se hacen distinciones entre cognición y conducta. La cognición es una propiedad de la conducta en función y no cabe crear un mundo fantasmal a partir de su separación del mundo real. De hecho, la tecnología creada y utilizada a partir de enfoques llamados (incorrectamente) cognitivo- conductuales, como el aprendizaje social y los centrados en creencias, valoraciones, atribuciones y estrategias, se basa William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 18 mayoritariamente en la aplicación de las leyes del aprendizaje a las esferas del comportamiento verbal, emocional y simbólico., dentro de los parámetros ya señalados. 10) Todas las técnicas mencionadas en este libro, al margen de la declaración “procognitivista” de los autores de algunas de ellas y de muchos de sus seguidores, son conductistas porque: a) utilizan principios básicos del análisis conductual en distintas combinaciones, tanto a nivel de conducta abierta como encubierta; b) se ocupan de situaciones interactivas (E�R); c) llevan la analogía del análisis científico al quehacer cotidiano (división en componentes, subcomponentes, objetivos, tareas, uso de parámetros, etc.); d) utilizan métodos de observación y registro conductual; e) trabajan con una lógica determinista, cuantitativa y operacionalista, y f) enfatizan el cambio de la conducta abierta. En este contexto, la timidez (en su versión extrema) resulta un problema conductual abordable como RBC inadaptativo, con correlatos de tipo cognitivo-lingüístico, emotivo-motivacional y motor-sensorial abiertos y encubiertos. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 19 _____________________________ CAPÍTULO� _____________________________ � LA TIMIDEZ _____________________________ En términos terapéuticos, la forma particular de ansiedad social llamada timidez no suele ser tomada muy en serio en comparación con otros trastornos, dado que siempre se le ha considerado un problema menor, pero en realidad se constituye en una seria dificultad para un buen número de personas, principalmente aquellas que atraviesan las difíciles etapas de la infancia y de la adolescencia. Si bien ninguna etapa de la vida carece de exigencias, es indudable que los niños y los jóvenes son los más presionados por la necesidad social, y posteriormente económica, de relacionarse de manera exitosa con sus semejantes, sintiendo vivamente las carencias de habilidades comunicativas y de autocontrol de la ansiedad que su formación familiar y educacional a veces no les brinda. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 20 Estas carencias suelen manifestarse, de acuerdo con las características de la situación en que se ve inmerso el sujeto tímido, como simple dificultad en buscar, mantener o responder adecuadamente a relaciones sociales, o como una elevada reactividad nerviosa frente a circunstancias que lo destacan protagónicamente de alguna manera (interactuar con extraños, ser objeto de atención, estar bajo observación evaluativa, etcétera). En suma, malestar e inhibición en presencia de otras personas, lo que en el mundo actual es realmente un gran impedimento. 1. CARACTERÍSTICAS GENERALES ________________________________________________ En su estudio, Monjas (2001) define sumariamente la timidez (infantil) como “un patrón de conducta caracterizado por déficit y/o inadecuación de relaciones interpersonales y una tendencia estable y fuerte de escape o evitación del contacto social con otras personas en diversas situaciones sociales” (p. 39). Técnicamente, los mecanismos de condicionamiento clásico y operante se hayan en la base de la explicación fundamental en la adquisición y mantenimiento del trastorno. En términos de la teoría del aprendizaje emotivo- motivacional de Staats (1996/1997), la timidez con frecuencia se encuentra vinculada con ciertos sucesos traumáticos que evocan reactividad emocional negativa en relación a una vulnerabilidad predisponerte particular a cada individuo, y más asíduamente se relaciona tanto con el reforzamiento negativo que conlleva la evitación a situaciones exigentes (por ejemplo, ir a reuniones sociales o simplemente ir al colegio), como con el reforzamiento William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 21 positivo de la reacción tímida debida a la atención y la sobreprotección de los entornos familiares o sociales más cercanos. También la experiencia vicaria, obtenida mediante la observación de otros individuos y la recepción de informaciones que inducen respuestas evitativas (por ejemplo, la noticia de que la fiesta de fin de año va a ser comenzada con discursos de cada uno de los asistentes), puede jugar un papel determinante. La prevalencia de la ansiedad social está cercana al 6 % de la población, y la atención sanitaria que se le brinda desde la salud pública es todavía insuficiente (Vallés, 2008). La timidez en sí misma suele ser reportada en mucho mayor índice (en sus investigaciones, Herderson y Zimbardo [1998b] han detectado hasta un 50 %). La mayoría de las veces sólo se presenta en las primeras etapas del desarrollo, tendiendo a aminorarse o desaparecer con el transcurso del tiempo, pero en ocasiones continúa hasta la adultez, e incluso se puede incrementar hasta constituirse como una fobia social. De hecho, la presencia de timidez infantil es un factor de riesgo para la evolución de una fobia. En estudios hechos al respecto (Heiser, Turner y Beidel, 2002) la prevalencia de la fobia social es significativamente superior entre los tímidos (18 % de la muestra) comparada con la de los no tímidos (3 %), no obstante la mayoría de los tímidos no es socialmente fóbica (83 %). La diferencia de la fobia social con la timidez parece ser una cuestión de grado (Olivares, Rosa, Piqueras, Sánchez- Meca, Méndez y García-López, 2002). Ambas pueden aparecer en la infancia, e involucran miedos persistentes a contactos con personas no familiares y al enjuiciamiento ajeno, con síntomas de anticipación cognitiva negativa, ansiedad, desajustes psicofisiológicos, temor a fracasar, William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 22 angustia y huida. Sin embargo, la intensidad y duración de los síntomas, así como la frecuencia de la conducta instrumental de escape o evitación, son mucho mayores en los sujetos fóbicos (Caballo, 1995; Heiser, Turner y Beidel, 2002; Echeburúa y Corral, 2009). Esta diferencia “clínicamente significativa” se especifica en los criterios diagnósticos del manual de trastornos mentales DSM-IV (APA, 1994/2002, p. 427; ver tabla 1.1). En cualquier caso, mientras dura la ansiedad social, su presencia en cualquier grado suele experimentarse como un impedimento que priva al individuo aquejado por ella de relacionarse a plenitud con ricas fuentes de estimulación situacional e interpersonal que redundarían en mejoras vitales a todo nivel, en los planos amical, familiar, sentimental, educativo, laboral, de pareja, y otros. Según datos aportados por Henderson en 1997 gracias a un perfil obtenido mediante el Inventariode Minnessota (Cit. por (Olivares, Rosa, Piqueras, Sánchez-Meca, Méndez y García-López, 2002; p. 525), la timidez provoca un deterioro de las relaciones sociales en un 13 % de los casos. Y no sólo eso. Desde siempre es comúnmente aceptado, entre otras cosas, que los estudiantes que fracasan en la escuela con frecuencia muestran como una de sus características el mostrar temores intensos y ser muy conformistas (Clarizio y McKoy, 1970/1981). Esto, desde luego, es muy relativo. Pero ilustra cómo el trastorno en última instancia redunda en conflictos personales, frustraciones, baja autoestima y baja autoeficacia, con la consiguiente pérdida de oportunidades, y a veces en cuantiosos gastos relativos a servicios de atención sanitaria y tratamientos psicofarmacológicos. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 23 Tabla 1.1. Criterios para el diagnóstico de la fobia social según el DSM-IV. A. Temor acusado y persistente por una o más situaciones sociales o actuaciones en público en las que el sujeto se ve expuesto a personas que no pertenecen al ámbito familiar o a la posible evaluación por parte de los demás. El individuo teme actuar de un modo (o mostrar síntomas de ansiedad) que sea humillante o embarazoso. Nota: En los niños es necesario haber demostrado que sus capacidades para relacionarse socialmente con sus familiares son normales y han existido siempre, y que la ansiedad social aparece en las reuniones con individuos de su misma edad. B. La exposición a las situaciones sociales temidas provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional o más o menos relacionada con una situación. Nota: En los niños la ansiedad puede traducirse en lloros, berrinches, inhibición o retraimiento en situaciones sociales donde los asistentes no pertenecen al marco familiar. C. El individuo reconoce que este temor es excesivo o irracional. Nota: En los niños puede faltar este reconocimiento. D. Las situaciones sociales o actuaciones en público temidas se evitan o bien se experimentan con ansiedad o malestar intensos. E. Los comportamientos de evitación, la anticipación ansiosa, o el malestar que aparece en la(s) situación(es) social(es) o actuación(es) en público temida(s) interfieren acusadamente con la rutina normal del individuo, con sus relaciones laborales (o académicas) o sociales, o bien producen un malestar clínicamente significativo. F. En los individuos menores de 18 años la duración del cuadro sintomático debe prolongarse como mínimo 6 meses. G. El miedo o el comportamiento de evitación no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad médica y no pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno metal. H. Si hay una enfermedad médica u otro trastorno mental, el temor descrito en el Criterio A no se relaciona con estos procesos. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 24 2. FACTORES ENDÓGENOS Y EXÓGENOS ________________________________________________ Algunas teorías de la personalidad, que enfatizan los factores biológicos, atribuyen los rasgos comúnmente identificados con la timidez a predisposiciones temperamentales, relacionadas con las tipologías nerviosas y constitucionales tales como el tipo “melancólico” de Hipócrates, el tipo “introvertido” de Jung y Eysenck, los tipos “cerebrotónico” de Sheldon y “asténico” de Kretschmer (véase Pinillos, López y García, 1966); pero, aún cuando las correlaciones formales de la timidez con las pruebas construidas para “medir” dichos rasgos tipológicos puedan ser altas2, es poco probable que se deban a algo más que generalizaciones hechas a partir de las propias conductas de los individuos con problemas de ansiedad social. El más representativo autor moderno de la postura que da énfasis al plano biológico es Kagan (1994, 2000), quien, a través de multitud de estudios con niños en la primera infancia, indica que ha encontrado efectivamente predisposiciones temperamentales predecibles hasta los veinticuatro meses en un 15 por ciento de su muestra, que se morigeran en la interacción con el ambiente y con la edad (algo que, en honor a la verdad, también consideran los teóricos de la personalidad antes mencionados). Este posible aspecto genético se reflejaría en un patrón temprano de inhibición conductual —timidez, distanciamiento y pasividad—, ante personas, objetos o situaciones no familiares, de manera más o menos estable 2 Henderson y Zimbardo (1998b) señalan que la diferencia entre introvertidos y tímidos radica en la distinta actitud ante los encuentros sociales. En resumen, todo tímido es introvertido, pero no todo introvertido es tímido. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 25 hasta aproximadamente los siete años de edad. Según Kagan (2000), la inhibición conductual se puede detectar a partir de un seguimiento de la reactividad motora y del llanto de los niños desde los cuatro meses hasta los dos años, y a los cuatro años ya se puede predecir si un niño en particular es o será tímido. No obstante, la heredabilidad del rasgo de timidez o vulnerabilidad a la fobia social no está concluyentemente probada, pudiéndose atribuir las diferencias tempranas al aprendizaje emotivo-motivacional del neonato. Las interacciones lúdicas, cariñosas y vocales con el bebé son formas primarias para su condicionamiento emocional, a partir de sus primeras respuestas de conducta motora, de atención y perceptiva, y pueden afectar de muy diversas formas el factor temperamental (Staats, 1996/1997), como se verá en el siguiente parágrafo respecto al papel del hogar en los patrones de crianza. Quizá estudios como el de Díaz, Pérez, Martínez, Herrera y Brito (2000) pueden dar luz sobre la influencia de ciertos elementos que modifican el equilibrio entre factores endógenos y exógenos en la primera infancia. Ellos investigaron, en una muestra de 38 niños y sus correspondientes madres, el nexo entre cada una de las personalidades maternas (a través del Cuestionario de Personalidad 16PF de Cattell) y las reacciones temperamentales (tono emocional, nivel de actividad y vocalización) ante la estímulación física y social de cada uno de sus respectivos bebés de nueve meses de edad, en diferentes situaciones de laboratorio. Los datos fueron positivos frente a la hipótesis formulada, acerca de una relación significativa entre la extroversión materna y la reacción temperamental de cada infante. En otras palabras, la experiencia moldeada a través de los patrones de crianza y cuidado de los individuos produce William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 26 un componente idiosincrásico típico de cada individuo, que integra determinantes biológicos, culturales, sociales y del medio físico. Hay, pues, factores endógenos y exógenos en inextricable combinación, que intervienen en este complejo problema conductual. 2.1. El papel del hogar ________________________________________________ Siendo importantes los patrones de crianza, cabe preguntarse qué tipos particulares de ambientes o atmósferas familiares son las que harían más propensos a los niños a manifestar un comportamiento general rotulado como “tímido” o “retraído”. Desde semejante perspectiva se considera que la dinámica familiar de los primeros años, con características combinadas o yuxtapuestas en muchos patrones distintos relacionados con la edad, el grupo étnico, el género sexual, el número de miembros, la cultura, etcétera; influye decisivamente sobre la aparición de conductas dependientes, inhibidas, inseguras, ansiosas y desajustadas. Ciertas investigaciones acerca de esa dinámica señalan, por ejemplo, que las interacciones entre el comportamiento de una madre excesivamenteindulgente o muy rígida, y un padre pasivo, por lo general influyen sobre el surgimiento de diversas modalidades de timidez en sus hijos (Lebl, 2005), desde luego condicionalmente al lugar que ocupen en el número de vástagos, o con respecto a otras condiciones coyunturales. Según Hauck (1980/1983), hay cuatro modelos de amabilidad y firmeza en el hogar: a) poco amable y firme (tiende a formar niños nerviosos, inseguros y acomplejados), b) amable pero no firme (tiende a formar niños consentidos), c) ni amable ni firme (tiende a formar vagos y delincuentes), y d) amable pero firme (tiende a formar gente productiva). William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 27 Cada hogar es distinto, pero también comparte una serie de características con otros hogares que podrían ser estadísticamente suficientes como para catalogarlo con las etiquetas de “autocrático”, “tolerante” o “democrático”, según las clasificaciones al uso. Es importante indicar que para catalogar estos tipos de hogares se tienen en cuenta, por un lado, el “calor” o “frialdad” de las relaciones sociales dentro de ellos, y, por otro lado, el grado de independencia o dependencia que fomentan entre sus variados participantes (Crombach, 1977). 2.2. La familia ________________________________________________ En el caso de las familias afectuosas y democráticas, los miembros se consultan y se alientan ente sí a expresar sus emociones y sentimientos, tanto como a concretar sus realizaciones. Puede decirse que ésta es la atmósfera familiar ideal para producir individuos con buenas o aceptables habilidades sociales y eficacia personal (los que sin duda en la teoría de Eysenck [1981/1995] se llamarían, según el grado de activación y labilidad, “extrovertido estable” o “introvertido estable”). En las familias demasiado indulgentes, los padres sobreprotegen al niño generándole una sensación de seguridad, únicamente dentro del propio hogar o círculo interno. El refuerzo positivo se dispensa indiscriminadamente, fortaleciendo la dependencia del hijo con respecto a los padres, sin estimular respuestas instrumentales de realización propia ni tolerancia a la frustración. Esto puede agudizarse si se trata de un hijo único, o del menor del grupo. Cuando el niño criado en estas condiciones tiene que salir del círculo interno en el cual se le ha encerrado William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 28 cual “jaula de oro”, difícilmente exhibirá las competencias que requiere en el nivel justo para interactuar en el mundo, inhibiendo su conducta social y mostrándose poco comunicativo, poco asertivo, temeroso, sumiso, retraído e indefenso, con las consiguientes dificultades que eso conlleva en la relación con sus pares dentro de la escuela y con otras redes sociales. No es raro, por ejemplo, encontrar sujetos de este tipo entre las víctimas de bullying infantil y adolescente (Monjas, 2001; García, 2008). Esto es irónico, pero se debe la contraposición entre su crianza de trato “blando” y el duro maltrato que sufren en otros contextos. En el otro polo están las familias de carácter autocrático. Allí la represión y el castigo están a la orden, imponiendo normas que recortan la independencia de los hijos. La exigencia es excesiva respecto a metas distorsionadas, induciendo ansiedad, y la disciplina es rígida y arbitraria, inclinando a los niños hacia la rebeldía, o, más frecuentemente, al servilismo. En este último caso se produce el rasgo de “conformidad obligada”: un niño callado, poco asertivo, poco emprendedor, obediente, pero en esencia, hostil. Acostumbrado a un grado de exigencia superior a sus posibilidades y a ser constantemente reprimido, el individuo criado bajo estas condiciones no tenderá, por lo general, a rebasar los límites de su “universo” subjetivo, prefiriendo la seguridad de pasar desapercibido en cualquier situación. Una reciente investigación, hecha a partir de una muestra de casi tres mil padres y madres con hijos e hijas escolarizados (Torío, Peña e Inda, 2008), revela que hay un grupo no consciente del conjunto de valores más importantes en la educación de sus vástagos, difiriendo el deseo paterno (lo que debería ser) de la realidad (lo que es) en las tendencias de comportamiento. Esto realza la necesidad de programas de de formación para padres, con fines de William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 29 orientación psicopedagógica adecuada y modificar o mejorar sus prácticas de crianza. 3. DIMENSIONES DIRECTAMENTE OBSERVABLES DE LA TIMIDEZ ________________________________________________ La timidez es un constructo que sintetiza una determinada constelación de respuestas emocionales e instrumentales. Los referentes que se consideran como indicadores directamente observables del trastorno (generalmente identificado en sus dimensiones con el comportamiento no asertivo), son verbales y no verbales. Los componentes verbales son, entre otros, volumen bajo de la voz y poca fluidez de vocalización (tartamudez, pausas exageradas, silencios, muletillas, vacilaciones, etc.), y los segundos involucran gestos tensos o estereotipados; faciales y de las extremidades (frotamiento de manos, temblor, entrelazamiento), hábitos nerviosos (morderse las uñas, jalarse el cabello, meterse el dedo en la nariz), hombros encogidos, mirada huidiza, etc. Adicionalmente, pueden considerarse el sudor de manos, la sequedad de la garganta, la palidez o el enrojecimiento de la cara en situaciones socialmente exigentes (Fábregas y García, 1988; Caballo, 1995). Basados en estos indicadores, traducibles en parámetros topográficos y de frecuencia, duración, latencia o intensidad necesarios para la medición de la conducta, los profesionales de la conducta pueden verificar anecdóticamente a través de la entrevista y observación lo siguiente con respecto al sujeto tímido (ver Zimbrado y Radl, 1981/2002): William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 30 a) ¿Es renuente a iniciar una conversación o actividad, ofrecerse a hacer algo o preguntar? b) ¿Es renuente a estructurar situaciones ambiguas mediante preguntas, normas o el reordenamiento físico de los elementos? c) ¿Es más renuente que otros sujetos a hablar con sus condiscípulos, permanece más tiempo en silencio, interrumpe menos que otros individuos? d) ¿Es incapaz de manejarse en situaciones permisivas, por ejemplo una fiesta? e) ¿Presenta dificultades más asiduas cuando las pautas de conducta no son claras, con respecto a la generalidad de sujetos? f) ¿Hace menos gestos y movimientos que otros individuos? g) ¿Muestra mayor tendencia a obedecer órdenes sin cuestionarlas y es poco bromista? La Encuesta de Timidez de Stanford fue la primera herramienta de investigación sobre la timidez (Zimbardo y Radl, 1981/2002). Son un total de 34 preguntas ordenadas en cinco secciones que indagan sobre: a) información básica (datos personales, educativos, religiosos, étnicos), b) timidez propia (autopercepción y creencia sobre la percepción ajena), c) envergadura de la timidez (ante quienes y ante qué situaciones), d) reacciones ante la timidez (sensaciones y pensamientos), y e) consecuencias de la timidez (atribuciones positivas o negativas). Lebl (2005, pp. 77-78), por su parte, recomienda los siguientes formatos de registro para ser aplicados por los padres y maestros del niño presuntamente tímido (tabla 1.2): William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 31 Tabla 1.2. Registro de conducta del niño tímido. Descripción de la conducta Siempre A veces Según circunstancias 1 Mi hijo no levanta la cabeza delante de la gente X 2 Habla poco Delante de extraños 3 No tiene amigos En el barrio Autorregistro de conducta del padre frente al niño. a) Cuando el niño hace algo bueno Semana.............................Días Tono de voz Mi reacción (gestos) ¿A solas? ¿Con testigos? Comentarios o expresiones Primer día Fecha Indiferente Elevo las cejas A solas “Bien, ahora vete” No digo nada b) Cuando el niño hace algo malo Semana...... Días Tono de voz ¿Qué hago? ¿A solas? ¿Con testigos? Comentarios o expresiones Primer día Fecha Gritos Ademán de pegarle Delante de los hermanos “Imbécil, cierra la puerta” William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 32 Actualmente, la Escala de Timidez Revisada de Cheek y Buss3 puede servir de instrumento inicial para determinar algunos aspectos generales (ver tabla 1.3). Contiene 13 reactivos cuya valoración está entre 1(muy en desacuerdo) y 5 (muy de acuerdo), por lo tanto la mínima puntuación posible es de 13, y la máxima de 65. Las puntuaciones inferiores a 34 indicarían ausencia general de timidez, aunque la puedan sentir en un par de situaciones. Las personas tímidas suelen alcanzar, e su mayoría, puntajes por encima de 35 a 39, y las de rasgo más extremo la puntuación máxima de 49 hacia adelante. Tabla 1.3. Escala de Timidez Revisada de Cheek y Buss. 1 Me siento tenso cuando estoy con gente que no conozco bien. 2 Soy un poco raro socialmente. 3 No encuentro difícil solicitar información a otras personas. 4 No me suelo encontrar confortable en fiestas u otras reuniones sociales. 5 Cuando estoy con un grupo de personas me cuesta decidir sobre los temas adecuados de que hablar. 6 No necesito mucho tiempo para vencer mi timidez en situaciones nuevas. 7 Me resulta difícil actuar con naturalidad cuando me encuentro con gente nueva. 8 Me siento nervioso cuando he de hablar con alguien importante. 9 No tengo dudas sobre mi competencia social. 10 Tengo problemas al mirar a alguien directo a los ojos. 11 Me siento cohibido en las situaciones sociales. 12 No me resulta difícil hablar con desconocidos. 13 Soy más tímido con las personas del sexo opuesto. 3 Cheek, J. M. y Buss, A. H. (1981). Shyness and sociability. Journal of Personality and Social Psychology (41):330–339. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 33 Como es lógico, este instrumento de medición debe relacionarse con otros para evaluar el desempeño social y asertivo. Una vez verificados a través de distintas formas de evaluación el tipo de respuestas y su grado de intensidad, así como los demás parámetros de su ocurrencia, es conveniente asesorar cuidadosamente al cliente tímido en la fijación de metas, entre otras, en función a: ¿Qué es lo que quiere mejorar y en qué grado y/o jerarquía? ¿Qué está dispuesto a hacer para ello? ¿Cuáles son sus objetivos a largo plazo en cuanto a avance personal? En algunos casos, dada la apariencia de “seguridad” que le brinda encerrarse en su timidez, el sujeto prefiere evitar las tareas que juzga desagradables aunque reconozca racionalmente su necesidad. Por ello, como regla general, es bueno ir dosificando los objetivos, de modo que su fácil cumplimiento vaya fortaleciendo la poca confianza que tiene en sí mismo. RESUMEN _____________________________________________ La timidez es una forma de ansiedad social que aqueja a mucha gente y conlleva malestar e inhibición en presencia de otras personas, debidas a la combinación de muchos factores. La influencian componentes temperamentales y también componentes relacionados con las formas de crianza excesivamente protectora o represiva. El aprendizaje de los patrones de comportamiento socialmente retraído, rotulado como “tímido”, se vincula tanto a sucesos traumáticos William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 34 evocadores de respuestas emocionales negativas, como a la evitación instrumental de situaciones exigentes. Asimismo, puede desarrollarse por la atención y la sobreprotección recompensantes del entorno familiar o social, y por la observación de otros individuos o recepción de informaciones que inducen respuestas evitativas. Padecer timidez infantil es riesgoso para la formación posterior, predisponiendo al individuo a numerosos tipos de fracaso social. Los indicadores verbales y no verbales del trastorno comparten dimensiones con el comportamiento no asertivo, pudiéndose identificar a simple vista una serie de respuestas vinculadas a la no-asertividad, con parámetros distintivos que caracterizan al individuo tímido, entre ellas la baja frecuencia de interacción con extraños, de gestuación y vocalización. Esos parámetros de comportamiento deben especificarse con miras a una intervención cuidadosamente planificada para llevarse a cabo con la necesaria dosificación, dada la fragilidad emocional de este tipo de pacientes. Para determinar si existe un grado preocupante de timidez, pueden utilizarse tanto registros como escalas de medición. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA _____________________________________________ Check, J. (1990/1990). Cómo vencer la timidez: Un enfoque personalizado para adquirir seguridad y autocontrol. Barcelona: Paidós. Henderson, L. & Zimbardo, P. G. (1998). Shyness. Enciclopedia of mental health. 3, 497-509. San Diego: Academia Press. Recuperado de: www.shyness.com/enciclopedia.html/ Lebl, B. (2005). El niño tímido. En G. Aguilar, B. de Lebl y L.A. Resinos (Eds.). Conductas problema en el niño normal. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 35 Problemas preventivos y terapéuticos. Guía para padres y maestros. (pp. 72-86). Sevilla: Trillas-Eduforma. Monjas, M. I. (2001). La timidez en la infancia y la adolescencia. Madrid: Pirámide. Ed. Orig.: 2000. Olivares, J., Rosa, A. I., Piqueras, J. A., Sánchez-Meca, J., Méndez, X. y García-López, L. J. (2002). Timidez y fobia social en niños y adolescentes: Un campo emergente. Psicología Conductual, 10(3), 523-542. Zimbardo, P.G. y Radl, S. (1981/2002). El niño tímido. Superar y prevenir la timidez. Buenos Aires: Paidós Ibérica. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 36 William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 37 _____________________________ CAPÍTULO� _____________________________ � TIMIDEZ Y AUTOCONTROL _____________________________ Toda persona ha sentido alguna forma de timidez en su vida. El temor a las situaciones nuevas, a las exigencias de ciertas responsabilidades o al roce con cierto tipo (o número) de personas, es normal. Para la mayoría de la gente dichas perturbaciones son episódicas, esporádicas y superables, en base a estrategias espontáneas de afrontamiento que aprende cada cual en el transcurso de su desarrollo. Esto no es así para los individuos tímidos, quienes sufren dichos temores de manera más profunda y frecuente, careciendo del grado suficiente de habilidad y/o autocontrol requeridos por el afrontamiento. Incluso, como dice Zimbardo, hay tímidos “públicos” y “privados”. Los primeros son aquellos que progresivamente se van imponiendo a su retraimiento y, a la larga, logran William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 38 desempeñarse más o menos adecuadamente en situaciones sociales. No pierden la timidez, pero saben dominarla. Los segundos son aquellos cuya posibilidad de acción y control emocional es rebasada por las circunstancias. Esos niños y adolescentes cuya relación interpersonal es defectuosa por el comportamiento inhibido, retraído y aislado que muestran, tienen una posibilidad muy grande de sufrir trastornos emocionales y problemas de personalidad. Dicho esto, resulta evidente que el manejo del autocontrol puede ser un gran apoyo para dominar la timidez. Se puedecontar con que entrenando al individuo en el manejo de ciertas habilidades que sirvan para refrenar sus emociones, y enseñándole a emitir cierto tipo de respuestas corrientemente necesarias en todo contexto social, ese aprendizaje le servirá para mejorar cuantitativa y cualitativamente sus interacciones sociales. En los parágrafos siguientes se caracterizan el autocontrol y sus modalidades, su relación con la personalidad y el afrontamiento, y las técnicas conductuales que sirven para operativizarlo en los casos de tratamiento terapéutico de la timidez 1. ¿QUÉ ES EL AUTOCONTROL? ____________________________________________ El autocontrol, de acuerdo con la definición funcional de Thoresen y Mahoney (1974/1980), es un fenómeno genérico en que cierta conducta de emisión poco probable se emite en relativa ausencia de impedimentos externos inmediatos. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 39 Skinner (1979/1980) cuenta pintorescamente cómo se le ocurrió la idea del autocontrol aplicado terapéuticamente oyendo por radio la perorata de un predicador evangélico que distinguía entre personalidades controladas y controladoras. El pastor le dijo a un sujeto que refería no poder dominar su afición a la bebida: “¿Qué quiere decir esto de que no sabe cortar su afición a la bebida? ¿No es acaso su brazo el que levanta el vaso hasta sus labios? ¿Quiere decir que no puede dominar su brazo?” (p. 105). Por otro lado (Skinner, 1953/1971), reseña ocho formas que el individuo puede utilizar para autocontrolarse, como conductas que describen, analizan u operan sobre otras conductas propias: 1) Restricción y ayuda física. 2) Manipulación de estados de privación y saciedad. 3) Autoinducción de cambios en los estados emotivos. 4) Uso de estímulación aversiva. 5) Uso de fármacos o estimulantes. 6) Autorreforzamiento o autoextinción. 7) Autocastigo de respuestas indeseables. 8) Contrarrestando la conducta no deseada con respuestas incompatibles. El entrenamiento para el uso efectivo de procedimientos de autorregulación y autocontrol por parte del cliente bajo consulta en un episodio psicoterapéutico, es una alternativa para el manejo que en la terapia conductual tradicionalmente se ha cargado sobre la modificación del ambiente para controlar el comportamiento, y actualmente es una cuestión de rutina. Según lo muestra la experiencia, la William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 40 causación personal es posible y además reproducible. Las personas aprenden a ejercer su voluntad, y por consiguiente su autodirección, con diversos niveles de eficiencia y efectividad, y si es necesario ellos se pueden incrementar, como es el caso de los grados de habilidad que requieren los individuos tímidos para mejorar su competencia social. El control psicoterapéutico implica el uso del control en la consulta clínica por parte de la acción discriminativa, evocadora y reforzante del profesional que interviene sobre un problema psicológico, mediante la instigación oral o física, textual, gráfica o gestual, la retroalimentación de las ejecuciones deseables, el moldeamiento de performances adecuadas, y la prescripción instruccional. La meta es que la misma persona bajo intervención pueda alterar, sin la presencia del terapeuta, sus propios desajustes, cambiando independientemente su entorno físico y social (Montgomery, 2008b, 2008c). Desde esta perspectiva, el autocontrol puede entenderse tanto como cambio autoimpuesto, o como autorrestricción o control de la propia impulsividad o emocionalidad. Esto es relativo, ya que en ocasiones la impulsividad es la respuesta más adaptativa. En general, dice Logue (1995), un individuo en buenas condiciones de ajuste debería ser capaz de ser impulsivo o controlado en función de que es lo que más le sirve según la índole de cada situación. Por tanto, se debe contar, como señala Goldiamond (1965/1972), con la suficiente capacidad intelectual de un sujeto como para hacer un análisis funcional de su propia conducta. Por ejemplo, un individuo tímido inmerso en una reunión social podría utilizar la relajación para aminorar su respuesta emocional de temor al ridículo, en cuyo caso estaría empleando la forma (3) de autocontrol, o buscar en una conversación el tema que le parece que maneja mejor William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 41 para conducirse con mayor seguridad y suficiencia en la interacción, en cuyo caso estaría empleando (6). 2. PERSONALIDAD Y CONSTRUCTOS DE AUTOCONTROL ________________________________________________ ¿Quién ejerce el autocontrol? El constructo utilizado para representar el conjunto de repertorios funcionalmente unificado que integra el individuo, y constituye el agente controlador llamado “sí mismo” o “yo” en la literatura psicológica, es la personalidad. Esta se puede analizar de acuerdo con las probabilidades de que alguien manifieste ciertas tendencias de conducta en las variadas situaciones de su vida cotidiana. Como señala Staats (1996/1997), los repertorios de personalidad son concebibles como complejas constelaciones de habilidades adquiridas en la niñez y desarrolladas durante el resto de la vida. Estas constelaciones, llamadas repertorios básicos de conducta, una vez aprendidas por el sujeto y en relación con situaciones del entorno, disponen condiciones para más aprendizaje. Así, se puede suponer, por ejemplo, que un niño criado por padres sociables —con buenas habilidades sociales, con un gran círculo de amistades y muy atentos al desarrollo lúdico de su hijo—, aprende desde muy pequeño a acercarse a personas extrañas al círculo interno de la familia, enriqueciendo su repertorio con atractivas conductas de expresión y comunicación. Se relaciona afectivamente y se ejercita en el juego cooperativo, y todo eso lo aplica después a diversos ambientes conforme va creciendo y enfrentado nuevos retos de desarrollo. Puesto que ya ha tenido experiencias positivas con las personas, entonces tenderá William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 42 siempre a ver lo mejor en ellas y no le será difícil acercarse y adaptarse a nuevas situaciones sociales exigentes. Lo contrario será verificado si el niño fue criado en un ambiente restrictivo para las relaciones sociales, con padres parcos y desconfiados, con pocas oportunidades de interacción amical. El niño probablemente desarrollará repertorios básicos de temor y prevención frente a las personas con que no trata regularmente. Preferirá aislarse dedicándose a ocupaciones solitarias, y no llegará a adquirir las suficientes habilidades sociales como para interactuar en nuevos ambientes. Su falta de seguridad lo llevará a un apego exagerado hacia figuras protectoras que le brindan atención y aprobación, perpetuando su dependencia. A propósito de eso (la dependencia), dos constructos postulados por algunos teóricos de la personalidad para dar cuenta de algunas tendencias manifestadas por los individuos respecto a lo que creen que pueden y no pueden hacer, son los del locus de control y de la autoeficacia percibida (Visdómine y Luciano, 2006). Un locus de control interno implica mayor responsabilidad y sentimiento de que uno puede influir en las circunstancias, con las implicancias autorregulatorias que eso supone. Lo contrario es el locus de control externo, que hace atribuir los resultados a la suerte o a factores humanos ajenos. La autoeficacia percibida se diferencia del locus de control en que, además de referirse a las creencias de las personas sobre los resultados de sus acciones, comprende también las creencias acerca de las propias competencias para alterar el ambiente. En efecto, los individuos en proceso de lograr metas tienden a evaluar con frecuencia su propia performance. Aquellas respuestas satisfactorias en sí mismole producirán la motivación suficiente para avanzar o concretar mayores éxitos. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 43 Los niños o adolescentes que desarrollan repertorios de confianza y seguridad en lo que hacen puede decirse que tienen un locus de control interno y un buen índice de autoeficacia, y que se encuentran en mejores condiciones de enfrentar sus ansiedades. En lugar de mantenerse cerca de las figuras protectoras, ser pasivos y acudir en busca de ayuda cada vez que se halla en una situación de dificultad rutinaria, serán autosuficientes y tomarán la iniciativa, incluso al encontrarse con obstáculos cuya superación requiera de particular esfuerzo. Las técnicas de autocontrol que se reseñan a continuación pueden permitir a los sujetos que no adquirieron espontáneamente esos repertorios, a aprenderlos de manera sistemática. 3. AUTOCONTROL Y AFRONTAMIENTO DE LA TIMIDEZ ________________________________________________ Terapéuticamente, el autocontrol agrupa procedimientos cuyo objetivo principal es enseñar estrategias al cliente para que controle o modifique su propio comportamiento frente a distintas situaciones. Todo eso para alcanzar metas a largo plazo, en consonancia con el carácter de la intervención (Rehm, 1991). Las habilidades de afrontamiento que buscan instalarse en el repertorio del individuo aquejado por la timidez son modos de “saber hacer” fuera de la consulta. Por un lado se auspicia el control de la reactividad nerviosa, y por otro incrementar comportamientos sociales deficitarios. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 44 Específicamente, los procedimientos adecuados al trastorno de la ansiedad social son las terapias de manejo de la ansiedad, de asertividad, de condicionamiento encubierto, de reestructuración racional, de solución de problemas, de entrenamiento autoinstruccional y de biorretroalimentación, además de otras técnicas insertas en ellas, como el manejo contingencial, la comunicación y negociación, la toma de decisiones, etcétera. Apelan a la modificación de respuestas instrumentales y/o respondientes, sean lingüístico-cognitivas, emotivo-motivacionales y sensorial-motoras. A nivel lingüístico-cognitivo, suele dirigirse la atención selectiva con prioridad a la información que le llega en términos de fracaso social y amenaza (recibir críticas y toda clase de desaprobación, sobredimensionar sus problemas y subestimar sus capacidades). Su diálogo interno se orienta preferentemente a la apreciación negativa de los acontecimientos y hacia la autoevaluación desfavorable de sí mismo. Henderson y Zimbardo (1998ab) añaden que es frecuente la creencia en “formas correctas” de hacer las cosas que el tímido piensa que debe adivinar. A nivel emotivo-motivacional, el malestar se centra en los sentimientos de embarazo y de vergüenza. El embarazo implica sentirse una especie de estorbo, acompañado a la sensación de torpeza e inutilidad. La vergüenza es una sensación de bochorno vinculada a la percepción de lo que piensa la gente frente al desempeño de la persona en situaciones comprometidas. Eso se aúna, por un lado, a la actitud de desagrado que lleva a la evitación o escape de dichas situaciones; y por otro lado, a las reacciones fisiológicas que acompañan las emociones negativas, tales como la sequedad de la boca, la sudoración, los temblores corporales, la ruborización y otros síntomas. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 45 A nivel sensorial-motor, lo evidente es el arsenal de respuestas instrumentales que el sujeto tímido emite frente a lo que teme, pasando por la lentitud, torpeza o apresuramiento de su conducta verbal y no verbal, hasta la evitación o escape. La modificación de los repertorios lingüístico- cognitivos, emotivo-motivacionales y sensorial-motores es posible gracias a la articulación inteligente de los procedimientos terapéuticos conductuales antes mencionados. Los pasos o etapas usuales de la intervención incluyen el autorregistro, la autoevaluación y el cambio contingencial. El autorregistro permite identificar las dimensiones de las conductas problemáticas y otras colaterales en el momento en que suceden; la autoevaluación posibilita el examen de los paramétros registrados (probabilidad, topografía, fuerza y escenario de la conducta) y sugerir alternativas de autocontrol programadas en metas, objetivos y análisis de tareas; y el cambio contingencial se compone de operaciones para autorreforzar, autocastigar o autoextinguir las conductas consideradas clave, de acuerdo a la evaluación de los excesos, déficits o inadecuaciones encontradas. En dicho proceso el terapeuta ayuda a desarrollar y fortalecer las conductas controladoras (López, Rodríguez-Naranjo y Gavino, 2006), atendiendo y reforzando positivamente su ocurrencia. A través de la tecnología conductual que propende al autocontrol, el individuo puede aprender a ser un agente de cambio de su propio comportamiento, convirtiéndose en participante activo y responsable del episodio psicoterapéutico. A manera de línea base, o simplemente de estrategia de autoconocimiento, pueden tenerse en cuenta los repertorios de automanejo personal, mediante el Cuestionario William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 46 de Autocontrol Infantil y Adolescente, de Cápafons y Silva (2001). Se trata de una colección de 89 ítems con alternativas de respuesta dicotómica (Si–No), aplicable a niños y adolescentes entre los 11 y 19 años de edad. Son cinco subescalas, tres de las cuales evalúan aspectos positivos del auto-control (retroalimentación personal, retraso de la recompensa y autocontrol criterial), otra mide aspectos negativos (autocontrol procesual), y otra la “sinceridad” de las respuestas (Tabla 2.1). Tabla 2.1. Cuestionario de Autocontrol Infantil y Adolescente (muestra de ítems). 1. Normalmente hago las cosas que realmente me gustan, aunque haya cosas más urgentes que hacer. 2. Casi siempre hago las cosas que me gustan, aunque tenga cosas más importantes que hacer. 3. Cuando quiero llegar temprano a un sitio, me fijo una hora determinada para salir. 4. Cuando me dicen que debo portarme bien, suelo preguntar: "¿Qué quiere decir eso?" 5. Cuando estoy aburrido pero quiero estudiar, procuro quitar de mi vista todo lo que me pueda distraer (juguetes, revistas, etc.) 7. A veces soy brusco con los demás. 8. Cuando cometo errores me critico a mí mismo. 9. Recuerdo mis obligaciones en casa. 10. Para mí es importante saber lo que tengo que hacer para saber si lo estoy consiguiendo. 11. Llego puntual a todos los sitios. 12. Me gusta todo tipo de comida. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 47 13. Cuando prometo algo y me cuesta cumplirlo, procuro tenerlo en la cabeza y recordármelo. 14. Si pongo un plan en marcha, quiero saber por mis propios medios cómo me va funcionando. 15. Cuando me esfuerzo por algo, sé si voy teniendo éxito en mi empeño. 16. Me cuesta mucho recordar las normas de clase, aunque las sepa. 17. A veces me dicen que soy incapaz de saber lo que está bien o mal hecho. 18. Suelo pensar en por qué mis amigos se comportan de la manera que lo hacen. 19. A veces desobedezco a mis padres. 20. Recojo los papeles que otros tiran al suelo. 21. Me cuesta darme cuenta qué cosas de las que hago les gustan a mis amigos. 22. Cuando soy incapaz de hacer algo que me cuesta, pienso que se debe a la mala suerte. 23. A veces digo mentiritas a mis compañeros. 24. Cuando algo me da mucho miedo, me es imposible pensar en cosas que me distraigan. 25. Cuando me preguntan "¿Por qué haces eso?", me quedo sin saber qué responder. 26. Cuando alguien me cuenta sus problemas, me cuesta saber cómo los puede solucionar.27. Sólo trabajo cuando por ello puedo conseguir cosas enseguida. 28. Si me prometo algo a mí mismo, intento pensar en si lo que hago es lo que me he prometido. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 48 También es digna de considerarse la Escala de Locus de Control para Niños de Nowicki y Strilkland4, transcrita de Kirby y Grimley (1986/1992, pp. 69-70), que contiene 40 reactivos igualmente puntuables dicotómicamente (Si-No), los cuales dan una idea del grado en que el infante atribuye el éxito o fracaso a factores internos o externos en una gran variedad de situaciones (tabla 2.2). Tabla 2.2. Escala de Locus de Control para Niños (muestra de ítems). 1 ¿Piensas que la mayoría de problemas se resolverán solos si no pierdes el tiempo con ellos? 3 ¿Algunos chicos nacen con suerte? 7 ¿Sientes que la mayoría de las veces no tiene caso esforzarse demasiado porque las cosas de cualquier modo salen mal? 10 ¿Piensas que basta con desearlo mucho para que ocurran cosas buenas? 14 ¿Piensas que es casi imposible que cambies el punto de vista de tus padres acerca de cualquier cosa? 15 ¿Crees que tus padres deberían permitirte tomar la mayoría de tus propias decisiones? 18 ¿La mayoría de los chicos de tu edad son más fuertes que tú? 23 ¿Sientes que si un niño de tu edad intenta golpearte no puedes hacer gran cosa para detenerlo? 28 Opinas que los chicos se pueden salir con la suya si se empeñan en ello? 4 Nowicki, S. y Strilkland, B. R. (1971, Sep. 3-7). A locus of control scale for children. Paper presented at the 79th Annual Convention of the American Psychological Association, Washington, D.C. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 49 32 ¿Sientes que cuando suceden cosas buenas es porque se ha trabajado duro para obtenerlas? 36 ¿Sientes que cuando no le agradas a alguien, poco puedes hacer en ese sentido? 40 ¿Piensas que es mejor ser listo que tener suerte? Las técnicas propuestas por el análisis conductual, que pueden agruparse en cuatro categorías, son aptas para controlar las emociones negativas, para mejorar la interacción social, para incrementar la efectividad personal y para reorganizar las cogniciones. Es conveniente observar que, según los datos disponibles, esta tecnología (la combinación de la exposición junto a las habilidades sociales y procedimientos cognitivos), es la más eficaz en el tratamiento de la ansiedad social (Olivares, Rosa, Piqueras, Sánchez-Meca, Méndez y García-López, 2002; Henderson y Zimbardo, 1998b). 3.1. Técnicas para controlar emociones negativas _____________________________________________ Se dirigen a reconocer aquellas situaciones, síntomas fisiológicos e interpretaciones del sujeto que activan sus emociones negativas e impiden su normal recepción de mensajes, para contrarrestarlas aplicando control autoinstruccional, imaginería dirigida, respiración diafragmática y relajación muscular autónoma (Wolpe, 1958/1980; Cautela y Groden, 1978/1985; Suinn, 1990/1993). La biorretroalimentación es otra posibilidad, que implica una preparación especial del sujeto para que pueda reconocer estados fisiológicos normalmente inadvertidos, para lo cual se amplifica la señal de las respuestas orgánicas William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 50 mediante aparatos, aprendiendo a controlar las propias respuestas de tensión muscular, temperatura, superficie dérmica, actividad cerebral, conductividad de la piel, presión sanguínea y tasa cardiaca (Davis, Robbins y McKay, 1982/1985). En ocasiones pueden combinarse estos entrenamientos con la medicación psiquiátrica a través de tabletas de Prozac o Paxil, entre otras corrientemente utilizadas para el tratamiento de la fobia social. 3.2. Técnicas para mejorar la interacción social _____________________________________________ Su objetivo fundamental es la enseñanza de una adecuada discriminación de situaciones y del comportamiento que se suele emitir frente a ellas, y de diferentes destrezas sociales ejercidas para defender los derechos individuales legítimos sin dañar a nadie. Asimismo, de habilidades cognitivas para resolver problemas interpersonales (Wolpe, 1958/1980; Lange, 1980/1983; Caballo, 1993; Spivack y Shure, 1974). 3.3. Técnicas para incrementar la efectividad personal _____________________________________________ La solución de problemas y el entrenamiento autoinstruccional son recomendables para aumentar la posibilidad de buen desempeño en diversos contextos. La solución de problemas pretende reconocer y analizar los componentes de las situaciones problemáticas, a fin de reperfilarlas y articular una lista de posibles soluciones a ellas, maximizando beneficios y minimizando costos. Dichas soluciones son practicadas desde la más probable hasta la menos probable (D’Zurilla, 1986/1993). El William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 51 entrenamiento auto-instruccional (Meinchembaum, 1985/1987), direcciona el “diálogo interno” que el individuo utiliza para guiar su propia conducta, analizando funcionalmente las habilidades requeridas para cumplimentar cada acción, y programando sistemáticamente discursos específicos que faciliten la tarea. 3.4. Técnicas para la reorganización cognoscitiva _____________________________________________ La reestructuración racional, o reorganización cognoscitiva, consiste del uso de medios contra- argumentativos para identificar autoafirmaciones incapacitantes y combatirlas autorreforzando respuestas lingüísticas y lógicas incompatibles con el pensamiento distorsionado (véase Yankura y Dryden, 1993/2000; Beck, 1998/2000, Ellis y Grieger 1980/1983). RESUMEN _____________________________________________ La causación personal es posible y reproducible. Los individuos pueden aprender a ejercer su autodirección o incrementarla para mejorar su competencia social, como es el caso de los individuos tímidos. El autocontrol puede tomar la forma de cambio autoimpuesto, o autorrestricción, o control de la propia impulsividad o emocionalidad. La tecnología de autocontrol agrupa procedimientos cuyo objetivo principal es enseñar estrategias al cliente para que controle o modifique su propio comportamiento instrumental y/o respondiente frente a distintas situaciones, sea en términos de repertorios lingüístico-cognitivo, emotivo-motivacional o sensorial- William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 52 motor, con el fin de alcanzar metas a largo plazo de acuerdo con las metas de la intervención. La tecnología para cumplimentarlas pasa por procedimientos dedicados a controlar las emociones negativas, para mejorar la interacción social, para incrementar la efectividad personal y para reorganizar las cogniciones. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA _____________________________________________ Davis, M., Robbins, E. & McKay, M. (1982/1985). Técnicas de autocontrol emocional. Barcelona: Martínez Roca. Henderson, L. & Zimbardo, P. G. (1998b). Shyness. Enciclopedia of mental health. 3, 497-509. San Diego: Academia Press. Recuperado de: www.shyness.com/enciclopedia.html/ Olivares, J., Rosa, A. I., Piqueras, J. A., Sánchez-Meca, J., Méndez, X. y García-López, L. J. (2002). Timidez y fobia social en niños y adolescentes: Un campo emergente. Psicología Conductual, 10(3), 523-542. Skinner, B. F. (1953/1971). Ciencia y conducta humana. Barcelona: Fontanella. Staats, A. W. (1996/1997). Conducta y personalidad: Conductismo psicológico. Bilbao: Descleé de Brouwer. Thoresen, C. E. y Mahoney, M. J. (1974/1980). Conducta y autocontrol. Madrid: Morata. William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 53 _____________________________ CAPÍTULO� _____________________________
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