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La-Timidez-y-su-Tratamiento

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William 
Montgomery 
CONSEJO DIRECTIVO REGIONAL – LIMA 
 
COLEGIO DE PSICÓLOGOS DEL PERÚ 
 
 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 1 
 
LA TIMIDEZ Y SU 
TRATAMIENTO 
______________________________ 
 
 
 
 
 
 
William Montgomery Urday 
 
 
 
 
Colegio de Psicólogos del Perú 
Consejo Directivo Regional - Lima 
Lima-Perú 
2010 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 2 
 
 
 
Colegio de Psicólogos del Perú – CDR - Lima 
Junta Directiva Período 2010-2012 
 
 
DECANO: Dr. Jaime Aliaga Tovar 
SECRETARIO: Mg. Pedro Ticona Arellano 
TESORERO: Lic. Jorge Saldarriaga Ruiz 
VOCAL 1: Mg. Ramón Vera Cortegana 
VOCAL 2: Lic. América Zalazar Lino 
 
 
 
 
 
 
Título: La Timidez y su Tratamiento 
Autor: William Montgomery Urday 
Docente Universidad Nacional Mayor de San Marcos 
© 2010 Colegio de Psicólogos del Perú 
Consejo Directivo Regional – Lima 
Jr. Camilo Carrillo 164 – Jesús María 
Impreso en Gráfica Universo, Jr. Rufino Torrico 329 Int. 11 –
Lima-Perú 
Primera edición. 
Tiraje: 1000 ejemplares 
Hecho el Depósito Legal Nº 2010 - 05494 
en la Biblioteca Nacional del Perú. 
 
ISBN: 978-612-45754-0-2 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 3 
 
 
 
 
_____________________________ 
 
PRÓLOGO 
_____________________________ 
 
Entre las variadas dificultades que ha encontrado la 
elaboración de La Timidez y su Tratamiento está la ausencia 
de estadísticas e investigaciones directamente relacionadas 
con la prevalencia de la timidez en el Perú, lo cual no es de 
extrañar, dado que en el mundo entero tampoco hay mucha 
información al respecto, salvo la mencionada en las páginas 
del capítulo inicial de esta publicación. Se ha prestado 
mucha atención a los trastornos de fobia, ansiedad, 
depresión, agresividad, falta de asertividad, evitación y 
pánico asociados a diversas patologías sociales, pero muy 
pocas veces a problemas poco manifiestos como el que ocupa 
las páginas que siguen. Las razones de eso se explicitaran en 
su debido lugar. 
De cualquier modo, se juzga por lo general de acuerdo 
a las solitarias investigaciones del Dr. Phillip Zimbardo y 
sus colaboradores que entre un 40% a 50% de la población 
mundial sufre o ha sufrido en algún momento de timidez, y 
una parte menor de esa cifra (con timidez crónica) podría 
acercarse al peligroso borde de la fobia social. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 4 
El grado de disfunción conductual ocasionada por la 
timidez más recalcitrante varía de acuerdo con una serie de 
condiciones, a saber: el sexo, la edad, el número de 
familiares, el tipo de red social y familiar, la clase social o 
estatus socioeconómico,la disposición biológica, factores 
ambientales e incluso la procedencia etnogeográfica. No 
obstante se puede decir que, al margen de todas esas 
condiciones, la Psicología ha desarrollado herramientas 
terapéuticas suficientemente efectivas para ayudar al 
individuo aquejado por ese problema. Dichas herramientas 
quizá no eliminen por completo el trastorno, pero si 
permiten afrontarlo y afrontar las situaciones que lo afectan. 
Por ello, como se explicará en su momento, los conceptos de 
control y autocontrol están muy vinculados a estos 
procedimientos, que, por lo demás, son bastante conocidos y 
de amplio uso en el “recetario” contemporáneo para 
aplicarse a un extenso rango de problemas psicológicos. 
Aquí se adaptan sus operaciones al problema de la timidez, 
en consonancia con la experiencia de quien escribe. 
Durante el transcurso de la exposición del tema en 
todo momento se enfatiza la parte práctica, y se dedica más 
de la mitad del libro al desarrollo de la evaluación, la 
tecnología y su aplicación a través de un programa. En ese 
sentido, esta obra muy bien pudo llamarse “técnicas para el 
control de la timidez”. 
 
William Montgomery Urday 
Enero de 2010 
 
 
 
 
 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 5 
 
 
 
_____________________________ 
 
ÍNDICE 
_____________________________ 
 
 
 
P. 
 
INTRODUCCIÓN....................................................... 
 
9 
CAPÍTULO 1 
La timidez.................................................................... 
 
 
19 
CAPÍTULO 2 
Timidez y autocontrol.................................................. 
 
 
37 
CAPÍTULO 3 
Evaluación inicial de la timidez................................... 
 
 
53 
CAPÍTULO 4 
Control de las emociones negativas............................. 
 
 
75 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 6 
 
CAPÍTULO 5 
Mejoramiento del trato social...................................... 
 
 
97 
CAPÍTULO 6 
Incremento de la efectividad personal......................... 
 
 
121 
CAPÍTULO 7 
Modificación de la forma de pensar............................ 
 
 
143 
CAPÍTULO 8 
Un programa y matices en el enfoque......................... 
 
 
165 
EPÍLOGO.................................................................... 
 
181 
BIBLIOGRAFÍA......................................................... 187 
 
 
 
 
 
 
TABLAS 
________________________________________________ 
 
1.1.Criterios para el diagnóstico de la fobia social según el 
DSM IV, p. 23 
1.2. Registro de conducta del niño tímido, p. 31. 
1.3. Escala de timidez revisada de Check y Buss, p. 32. 
 
2.1.Cuestionario de autocontrol infantil y adolescente 
(muestra de ítems), p. 46. 
2.2.Escala de locus de control para niños, p. 48. 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 7 
3.1. Criterios de determinación de un problema, p. 54. 
3.2. Proceso de evaluación conductual, p. 55. 
3.3. Taxonomía de estímulos y situaciones, p. 59. 
3.4. Ejemplo de cuadro informativo, p. 62. 
3.5. Inventario de indicadores de tensión y ansiedad, p. 68. 
3.6. Inventario de ansiedad, p. 69. 
3.7. Cuestionario de apoyo comunitario percibido, p. 70. 
3.8. Modelo de hoja para test sociométrico, p. 72. 
 
4.1. Hoja de control de los ejercicios de relajación, p. 89. 
4.2. Autorregistro de ansiedad subjetiva, p. 90. 
4.3. Hoja de autoverbalizaciones de afrontamiento, p. 91. 
4.4. Escala breve de miedo a la evaluación negativa, p. 92. 
4.5. Inventario de miedos escolares (muestra de ítems), p. 92. 
4.6. Inventario de confianza para hablar en público (muestra 
de ítems), p. 93. 
4.7. Lista de emociones positivas y negativas, p. 94. 
 
5.1. Tres tipos de comportamiento social, p. 104. 
5.2. Ejemplo de registros de componentes verbales y no 
verbales de la actuación, p. 111. 
5.3. Escala de habilidades sociales (muestra de ítems), p. 112. 
5.4. Inventario de destrezas sociales (muestra de ítems), p. 
113. 
5.5. Escala de comportamiento asertivo para niños (muestra 
de ítems), p. 114. 
5.6. Escala multidimensional de expresión social (muestra de 
ítems parte motora), p. 116. 
5.7. Escala multidimensional de expresión social (muestra de 
ítems parte cognitiva), p. 117. 
 
6.1. Escala de problemas, p. 134. 
6.2. Hoja de metas, p. 135. 
6.3. Hoja de perfil del problema, p. 136. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 8 
6.4. Análisis y selección de alternativas, p. 137. 
6.5. Inventario de toma de riesgos (muestra de ítems), p. 138. 
6.6. Inventario de resolución de conflictos (muestra de 
ítems), p. p. 140. 
 
7.1. Hoja de debate de creencias irracionales, p. 149. 
7.2. Módulo básico de funcionamiento de pensamientos 
distorsionados, p. 151. 
7.3. Registro diario de pensamientos distorsionados, p. 158. 
7.4. Hoja de debate de pensamientos, p. 159. 
7.5. Inventario de creencias (muestra de ítems), p. 160. 
7.6. Inventario de aceptación-acción, p. 162. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 9_____________________________ 
 
INTRODUCCIÓN 
_____________________________ 
 
En la experiencia clínica cotidiana no suelen ser 
reportados muchos casos de timidez. Los que vienen 
generalmente son de tipo infanto-juvenil, remitidos a 
consulta por los padres y/o maestros preocupados por el 
retraimiento social de los chicos, y más aun por sus posibles 
correlatos de bajo rendimiento en otras áreas. Como dicen 
Monjas (2001) y Banús (2010), se cree que las personas con 
este problema no padecen seriamente debido a que su 
comportamiento externo es poco perturbador, y no se les 
identifica como sujetos de tratamiento especializado. 
Además, son una minoría dentro del universo de pacientes 
con padecimientos psicológicos. 
Sin embargo cabe sospechar que, debajo de una parte 
de los trastornos de depresión, ansiedad generalizada u otros 
problemas de disforia por los que son remitidos niños y 
adolescentes, habría causas relacionadas con la ansiedad 
social. Por ejemplo, hay casos de masturbación compulsiva, 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 10 
de hábitos nerviosos, de trastornos alimentarios, etcétera, 
desarrollados debido al temor y frustración que el o la joven 
sufre con respecto a su fallida interacción con personas del 
sexo opuesto de su misma edad. Entonces, lo que hay que 
tratar allí es el problema de fondo, además de sus correlatos. 
Quizá esta causa soterrada tiene que ver con la 
conocida tesis de Jerome Kagan sobre lo que él llama 
fenómeno de “inhibición conductual”, una especie de 
manifestación del factor neuroticismo en el temperamento, 
que hace que ciertos niños sean propensos a tener menor 
control de sus reacciones de miedo y ansiedad, ante sucesos 
no familiares (Kagan, 2000; Sandín, 2009). Esta inhibición 
conductual se halla íntimamente relacionada con los 
problemas de timidez y fobia social, y también con muchos 
otros trastornos emocionales que aparentemente no tendrían 
que ver mucho con ella1. 
De cualquier modo, la tesis aquí defendida es que la 
timidez permanente o crónica resulta un problema de mucha 
mayor incidencia que la que se acostumbra aceptar, lo que lo 
califica para ser objeto de mayor atención que la tenida hasta 
ahora. Ciertamente, no todos están de acuerdo con esto. Por 
ejemplo, para Scott (2006) la timidez en los tiempos que 
corren se ha convertido sólo en un “mal estado de ánimo” 
entre los habitantes del hemisferio occidental, debido a que 
implica un fracaso en lograr valores culturales tales como la 
asertividad y la expresividad, lo cual ocasiona una “moda 
epidémica” de búsqueda de tratamientos que se reflejaría, por 
un lado, en el aumento de intervenciones clínicas y de 
 
1 Sin embargo, como se dice en el primer capítulo de esta obra, 
sería un error atribuir el mayor peso de la influencia para el 
surgimiento de la ansiedad social al factor biológico, teniendo 
tanta evidencia empírica que demuestra, a su vez, el papel del 
aprendizaje temprano en dicha etiología. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 11 
páginas de autoayuda sobre la timidez en la internet, y, por 
otro lado, en la creciente tasa de diagnósticos de fobia social, 
trastornos de ansiedad social y de personalidad por evitación 
El uso de los recursos de la internet también es motivo 
de discusión con respecto a la timidez, pues para algunos 
sumergirse en la wev constituye un medio de aislamiento 
atractivo para los socialmente retraídos, empeorando su 
hábito; mientras que para otros es un medio de 
empoderamiento que ofrece oportunidades para desinhibirse 
y adquirir competencias sociales. Al decir de Saunders y 
Chester (2008), probablemente sea las dos cosas a la vez. 
Mención aparte merece también el uso ya 
enormemente generalizado de los teléfonos celulares. 
Aunque todavía no hay investigaciones al respecto, es notorio 
que andar permanentemente interconectado con una red 
social y familiar proporciona cierto grado de apoyo y 
seguridad para algunos individuos, lo que les puede servir 
para mejorar su conducta de afrontamiento o calmar su 
ansiedad (este último papel lo cumplía antes el cigarrillo). 
Hoy en día es casi impensable no ver por las calles a mucha 
gente, sobre todo a mujeres jóvenes, manipulando y 
conectándose a través de llamadas por celular casi 
“compulsivamente” cada tantos minutos. 
¿Es eso una buena o mala señal? El tiempo lo dirá. 
 
 
 
TIMIDEZ Y TIMIDEZ 
________________________________________________ 
 
 
Ahora bien, ¿es tan “malo” ser tímido? No desde cierta 
óptica. Phillip Zimbardo, el más connotado investigador de 
este rasgo de la personalidad, señala que hay dos clases de 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 12 
timidez: una “pública” o moderada y otra “privada” o 
extrema (Zimbardo y Radl, 1981/2002). La primera es 
molesta, pero superable con algún esfuerzo. El individuo que 
es “tímido público” puede desempeñarse de manera 
relativamente normal en la mayoría de actividades sociales, e 
incluso esconder su timidez. La segunda, la timidez extrema, 
en cambio, es recalcitrante y verdaderamente representa un 
problema para quien la sufre, porque incapacita o disminuye 
significativamente la capacidad de desempeño en situaciones 
específicas que involucran exhibición o escrutinio 
interpersonal. 
En los casos moderados, podría decirse incluso que la 
conducta tímida es una virtud. No inhibe al sujeto para 
disfrutar de la vida de forma aceptable, y si no lo califica 
como un compañero muy divertido que digamos, tampoco lo 
convierte en un grave obstáculo para que otros se diviertan. 
De hecho, probablemente este mundo sería mucho mejor si 
estuviera mayoritariamente habitado por tímidos moderados; 
y con seguridad sería mucho menos violento. Ellos suelen ser 
más respetuosos y protocolares en el trato social. 
Por eso el tratamiento psicoterapéutico se dirige más a 
quienes vivencian su timidez de manera “privada”. Aquellos 
que sienten emociones negativas y ven truncadas sus metas 
debido a su incapacidad de controlarlas. Aquellos que 
piensan distorsionadamente acerca de la realidad, 
magnificando las dificultades. Aquellos que carecen de 
habilidades de comunicación interpersonal y de estrategias 
para manejar diversos tipos de conflicto. Ese tipo de timidez, 
según las investigaciones del grupo de Zimbardo (véase 
Henderson y Zimbardo, 1998a), correlaciona 
significativamente con sentimientos de vergüenza, de 
desconfianza interpersonal, de resentimiento y de hostilidad, 
al par que muestra altas tasas operantes de distanciamiento y 
evitación social. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 13 
EL PLAN DE ESTE LIBRO 
________________________________________________ 
 
Este libro está hecho para ayudar a tratar esos 
problemas desde una perspectiva que se considera 
consensualmente eficaz (véase el apéndice a esta 
introducción). 
Respecto al contenido de la obra, el ordenamiento es el 
siguiente: 
El primer capítulo tiene por objeto definir la timidez y 
describir algunas de sus características, discutir los factores 
que contribuyen a que aparezca y explicitar sus dimensiones 
directamente observables. 
El segundo capítulo se refiere a las relaciones entre la 
timidez y los repertorios de autocontrol, tanto en términos de 
variable de la personalidad como de estrategia de 
afrontamiento. 
El tercer capítulo aborda el campo de la evaluación 
conductual de la timidez, empezando por los criterios 
generales de determinación de un problema, la entrevista, los 
registros, autorregistros y pruebas de autoinforme 
pertinentes. 
Los cuatro capítulos siguientes tratan sobre paquetes de 
tratamiento para: 1) controlar las emociones negativas, 2) 
mejorar el trato social, 3) incrementar la efectividad personal, 
y 4) modificar la forma de pensar. Es evidente que estos 
módulos requieren instrumentación propia para cumplirsus 
objetivos. Por ello, en cada sección se brinda información 
básica sobre registros y autoinformes desde un punto de vista 
conductual, y se indican los registros y autoinformes más 
indicados para cumplimentar las tareas evaluativas de cada 
módulo, incluyendo los formatos de algunos de esos 
instrumentos. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 14 
El último capítulo se ocupa tanto de la elaboración de 
un programa conductual para el tratamiento de la timidez, 
como de discutir algunas atingencias respecto a las 
particularidades de la eficacia de las intervenciones 
psicológicas, con referencia a la tecnología y la alianza 
terapéutica. 
Al final de cada capítulo se consigna una breve 
bibliografía recomendada para la sección específica. 
Para terminar, en el epílogo de la obra se presenta una 
serie de listas con recomendaciones para padres, maestros y 
otras personas en contacto directo con sujetos tímidos, con el 
objeto de prevenir dificultades cotidianas relacionadas con su 
trastorno. 
Con el objeto de clarificar algunos aspectos del 
tratamiento teórico-conceptual dado en este libro —sobre 
todo para aquellos no iniciados en el enfoque conductual—, 
también se incluye adjunto un apéndice a esta introducción 
que explicita un conjunto de tesis básicas para lo que se va a 
decir en los sucesivos capítulos. 
 
 
APÉNDICE: UN ESBOZO TEÓRICO ESQUEMÁTICO 
________________________________________________ 
 
Cualquier tipo de aplicación psicológica parte de una teoría. 
La teoría implicada aquí es conductista, pero previniendo la 
tradición de mal entendimiento que suele evocar esta declaración 
sumaria, es conveniente precisar algunos aspectos de su 
interpretación con base en textos anteriores de quien suscribe 
(Montgomery, 2005ab, 2006, 2007). Las influencias fundamentales 
de esta postura conductista pueden encontrarse en varias fuentes, 
entre ellas Staats (1975/1979; 1996/1997), Santacreu, Hernández, 
Adarraga y Márquez (2002), Fernández-Ballesteros (2004a), Ribes 
y López (1985) y Goldfried y Davison, 1976/1981). 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 15 
A continuación, se enuncian una serie de postulados 
progresivamente inclusivos que expresan los principios del enfoque 
teórico, metodológico y aplicativo que se profesa: 
1) El conductismo es una manera de ver lo psicológico 
desde el punto de vista de la interacción intra y extraorgánica del 
individuo con su ambiente físico, biológico y social. Dicha 
interacción, llamada conducta o comportamiento, tiene correlatos 
cognitivos. afectivos, motores y fisiológicos, y está sujeta a 
principios funcionales (relacionados con el aprendizaje) en torno a 
los cuales se delimita la metodología y la investigación. 
2) Si bien el aprendizaje explica los rasgos humanos, 
diversas condiciones biológicas (sistemas nervioso central y 
periférico) pueden afectarlo. El papel de la biología es proporcionar 
los mecanismos disposicionales para el funcionamiento de lo 
sensorial, el aprendizaje y la ejecución de la conducta. 
3) En el desarrollo humano, la interacción evoluciona 
desde niveles simples hasta complejos por medio de intrincadas 
combinaciones de repertorios conductuales adquiridos mediante el 
aprendizaje, por lo que es central la metodología de análisis 
detallados de los principios y combinaciones de ellos, que 
intervienen en los niveles de adquisición humana y de personalidad. 
El aprendizaje es “acumulativo-jerárquico”, una propiedad que 
implica la agrupación de unidades pequeñas de conducta para 
formar configuraciones más complejas, en las cuales, una vez 
formadas como un todo, se cumplen los principios de aprendizaje 
de la misma forma que se cumplían en las respuestas unitarias 
simples. Cada nivel de comportamiento tiene su propia 
configuración particular en base a la acumulación inclusiva de 
aprendizajes en niveles anteriores. 
4) En la base del funcionamiento “acumulativo-jerárquico” 
están los procesos de condicionamiento clásico e instrumental, que 
se sobreponen e interactúan entre sí. Hay tres funciones que los 
estímulos pueden tener para el individuo: cuando se aparea un 
estímulo incondicionado (Ei) de propiedades reforzantes (ya que 
evoca respuestas glandulares internas) con un nuevo E, éste, ya 
condicionado (Ec), llegará a evocar la misma respuesta que 
producía el Ei, adquiriendo también la cualidad de estímulo 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 16 
reforzador (Er). Así se mezclan principios de ambos tipos de 
condicionamiento. Puesto que un Er también evoca respuestas 
fisiológicas internas, hay que añadir que éstas igualmente se 
condicionan a otros E presentes en la situación, constituyendo una 
especie de “contexto propiciador” de interacciones (Ed) que 
comprende funciones tanto discriminativas y reforzantes como 
evocadoras (Ec) de respuestas instrumentales y emocionales. De tal 
manera, el condicionamiento clásico es el que da funciones a un Ed 
condicionado (instrumental). 
5) Estas funciones, a su vez, se ven afectadas por los 
estados de privación y saciedad, y los procesos de discriminación y 
generalización, fortaleciéndolas, extendiéndolas, restringiéndolas o 
debilitándolas. Así, el individuo tiene la oportunidad de aprender en 
su desarrollo gran cantidad de comportamientos relacionados con 
eventos emotivos y motivacionales a la vez, tanto en el sentido de 
acercarse, como de alejarse de diversas situaciones. Por eso las 
funciones hasta ahora reseñadas se denominan “actitudinales-
reforzantes-directivas” (sistema A-R-D), dando cuenta de las 
actitudes e intereses característicos de toda persona. El hecho de 
que gran parte de dicha conducta esté ligada a estimulación interna 
explica el porqué de la autonomía de la conducta humana. 
6) Los mecanismos implicados en el aprendizaje humano 
son extraordinariamente complejos. La conducta del individuo está 
tan determinada por acontecimientos anteriores, como es 
determinante de lo que le sucederá después, debido a 
constelaciones de habilidades complejas aprendidas en la niñez que 
disponen las condiciones personales y situacionales para interactuar 
de variadas formas en etapas posteriores. Así se llega al concepto 
de personalidad como un conjunto de repertorios conductuales 
básicos (RBCs) representativos del estado actual en que se 
encuentra el aprendizaje acumulativo-jerárquico del individuo, pero 
además que lo capacitan para nuevas adquisiciones. Un repertorio 
(o conjunto de ellos) es condición para que aparezcan otros, y así 
sucesivamente. 
7) Los RBCs de la personalidad son los sistemas cognitivo-
lingüístico, emotivo-motivacional y motor-sensorial. El primero 
involucra repertorios relacionados con el lenguaje receptivo y 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 17 
productivo (aprendizaje verbal motor y verbo-emocional, habla, 
imitación y etiquetación verbal, desarrollo de la lectura, la escritura 
y los conceptos, inteligencia), el segundo involucra repertorios 
relacionados con la afectividad (aprendizaje de actitudes, 
vinculación y apego, condicionamiento parental), y el tercero se 
compone de repertorios referidos al plano sensomotor instrumental 
(habilidades de equilibrio y coordinación motora fina y gruesa, 
manipulación, imitación, atención, imaginación, etc.). Si bien 
pueden describirse e investigarse separadamente, debe quedar claro 
que las tres clases de RBCs funcionan entretejidos en interacciones 
complejas. 
8) El análisis de los fenómenos psicológicos con base en 
los conceptos, principios y métodos del aprendizaje permite 
desplegar una ingeniería conductual que cambia o dispone sucesos 
para promover, disminuir, mantener, extender o incrementar el 
comportamiento en la medida que se necesite según el contexto, las 
circunstancias del control y los correlatos motores, afectivos y 
cognitivos que suponga. Los problemas del individuo bajo consulta 
(“procesos” o “respuestas encubiertas”)se tratan como conductas 
en sí mismas, porque involucran contingencias lingüísticas y 
simbólicas observables como relaciones complejas, con parámetros 
de orden geográfico (dónde y cuándo suceden), descriptivo (qué 
sucede), topográfico (cómo se actúa o no, pudiendo hacerlo, en 
ellas), demográfico (quiénes intervienen o no, pudiendo hacerlo), 
probabilitario (cómo comenzó el problema y cuál fue su evolución; 
con qué habilidades, déficits, excesos o inadecuaciones en el 
repertorio se llega), discursivo (pensamiento acerca del problema) y 
otros datos relevantes. 
9) Las tesis expuestas no aluden al paradigma skinneriano 
(aunque lo integran junto a otros enfoques). Se trata de un punto de 
vista integrado e integrador desde el cual no se hacen distinciones 
entre cognición y conducta. La cognición es una propiedad de la 
conducta en función y no cabe crear un mundo fantasmal a partir de 
su separación del mundo real. De hecho, la tecnología creada y 
utilizada a partir de enfoques llamados (incorrectamente) cognitivo-
conductuales, como el aprendizaje social y los centrados en 
creencias, valoraciones, atribuciones y estrategias, se basa 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 18 
mayoritariamente en la aplicación de las leyes del aprendizaje a las 
esferas del comportamiento verbal, emocional y simbólico., dentro 
de los parámetros ya señalados. 
10) Todas las técnicas mencionadas en este libro, al margen 
de la declaración “procognitivista” de los autores de algunas de 
ellas y de muchos de sus seguidores, son conductistas porque: a) 
utilizan principios básicos del análisis conductual en distintas 
combinaciones, tanto a nivel de conducta abierta como encubierta; 
b) se ocupan de situaciones interactivas (E�R); c) llevan la 
analogía del análisis científico al quehacer cotidiano (división en 
componentes, subcomponentes, objetivos, tareas, uso de 
parámetros, etc.); d) utilizan métodos de observación y registro 
conductual; e) trabajan con una lógica determinista, cuantitativa y 
operacionalista, y f) enfatizan el cambio de la conducta abierta. 
En este contexto, la timidez (en su versión extrema) resulta 
un problema conductual abordable como RBC inadaptativo, con 
correlatos de tipo cognitivo-lingüístico, emotivo-motivacional y 
motor-sensorial abiertos y encubiertos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 19 
 
 
 
_____________________________ 
 
 CAPÍTULO� 
_____________________________
� LA TIMIDEZ 
_____________________________ 
 
 
En términos terapéuticos, la forma particular de 
ansiedad social llamada timidez no suele ser tomada muy en 
serio en comparación con otros trastornos, dado que siempre 
se le ha considerado un problema menor, pero en realidad se 
constituye en una seria dificultad para un buen número de 
personas, principalmente aquellas que atraviesan las difíciles 
etapas de la infancia y de la adolescencia. Si bien ninguna 
etapa de la vida carece de exigencias, es indudable que los 
niños y los jóvenes son los más presionados por la necesidad 
social, y posteriormente económica, de relacionarse de 
manera exitosa con sus semejantes, sintiendo vivamente las 
carencias de habilidades comunicativas y de autocontrol de la 
ansiedad que su formación familiar y educacional a veces no 
les brinda. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 20 
Estas carencias suelen manifestarse, de acuerdo con las 
características de la situación en que se ve inmerso el sujeto 
tímido, como simple dificultad en buscar, mantener o 
responder adecuadamente a relaciones sociales, o como una 
elevada reactividad nerviosa frente a circunstancias que lo 
destacan protagónicamente de alguna manera (interactuar con 
extraños, ser objeto de atención, estar bajo observación 
evaluativa, etcétera). En suma, malestar e inhibición en 
presencia de otras personas, lo que en el mundo actual es 
realmente un gran impedimento. 
 
 
1. CARACTERÍSTICAS GENERALES 
________________________________________________ 
 
 
En su estudio, Monjas (2001) define sumariamente la 
timidez (infantil) como “un patrón de conducta caracterizado 
por déficit y/o inadecuación de relaciones interpersonales y 
una tendencia estable y fuerte de escape o evitación del 
contacto social con otras personas en diversas situaciones 
sociales” (p. 39). 
Técnicamente, los mecanismos de condicionamiento 
clásico y operante se hayan en la base de la explicación 
fundamental en la adquisición y mantenimiento del trastorno. 
En términos de la teoría del aprendizaje emotivo-
motivacional de Staats (1996/1997), la timidez con 
frecuencia se encuentra vinculada con ciertos sucesos 
traumáticos que evocan reactividad emocional negativa en 
relación a una vulnerabilidad predisponerte particular a cada 
individuo, y más asíduamente se relaciona tanto con el 
reforzamiento negativo que conlleva la evitación a 
situaciones exigentes (por ejemplo, ir a reuniones sociales o 
simplemente ir al colegio), como con el reforzamiento 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 21 
positivo de la reacción tímida debida a la atención y la 
sobreprotección de los entornos familiares o sociales más 
cercanos. 
También la experiencia vicaria, obtenida mediante la 
observación de otros individuos y la recepción de 
informaciones que inducen respuestas evitativas (por 
ejemplo, la noticia de que la fiesta de fin de año va a ser 
comenzada con discursos de cada uno de los asistentes), 
puede jugar un papel determinante. 
La prevalencia de la ansiedad social está cercana al 6 
% de la población, y la atención sanitaria que se le brinda 
desde la salud pública es todavía insuficiente (Vallés, 2008). 
La timidez en sí misma suele ser reportada en mucho mayor 
índice (en sus investigaciones, Herderson y Zimbardo 
[1998b] han detectado hasta un 50 %). La mayoría de las 
veces sólo se presenta en las primeras etapas del desarrollo, 
tendiendo a aminorarse o desaparecer con el transcurso del 
tiempo, pero en ocasiones continúa hasta la adultez, e incluso 
se puede incrementar hasta constituirse como una fobia 
social. 
De hecho, la presencia de timidez infantil es un factor 
de riesgo para la evolución de una fobia. En estudios hechos 
al respecto (Heiser, Turner y Beidel, 2002) la prevalencia de 
la fobia social es significativamente superior entre los 
tímidos (18 % de la muestra) comparada con la de los no 
tímidos (3 %), no obstante la mayoría de los tímidos no es 
socialmente fóbica (83 %). 
La diferencia de la fobia social con la timidez parece 
ser una cuestión de grado (Olivares, Rosa, Piqueras, Sánchez-
Meca, Méndez y García-López, 2002). Ambas pueden 
aparecer en la infancia, e involucran miedos persistentes a 
contactos con personas no familiares y al enjuiciamiento 
ajeno, con síntomas de anticipación cognitiva negativa, 
ansiedad, desajustes psicofisiológicos, temor a fracasar, 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 22 
angustia y huida. Sin embargo, la intensidad y duración de 
los síntomas, así como la frecuencia de la conducta 
instrumental de escape o evitación, son mucho mayores en 
los sujetos fóbicos (Caballo, 1995; Heiser, Turner y Beidel, 
2002; Echeburúa y Corral, 2009). Esta diferencia 
“clínicamente significativa” se especifica en los criterios 
diagnósticos del manual de trastornos mentales DSM-IV 
(APA, 1994/2002, p. 427; ver tabla 1.1). 
 
En cualquier caso, mientras dura la ansiedad social, su 
presencia en cualquier grado suele experimentarse como un 
impedimento que priva al individuo aquejado por ella de 
relacionarse a plenitud con ricas fuentes de estimulación 
situacional e interpersonal que redundarían en mejoras vitales 
a todo nivel, en los planos amical, familiar, sentimental, 
educativo, laboral, de pareja, y otros. Según datos aportados 
por Henderson en 1997 gracias a un perfil obtenido mediante 
el Inventariode Minnessota (Cit. por (Olivares, Rosa, 
Piqueras, Sánchez-Meca, Méndez y García-López, 2002; p. 
525), la timidez provoca un deterioro de las relaciones 
sociales en un 13 % de los casos. Y no sólo eso. Desde 
siempre es comúnmente aceptado, entre otras cosas, que los 
estudiantes que fracasan en la escuela con frecuencia 
muestran como una de sus características el mostrar temores 
intensos y ser muy conformistas (Clarizio y McKoy, 
1970/1981). 
 
Esto, desde luego, es muy relativo. Pero ilustra cómo 
el trastorno en última instancia redunda en conflictos 
personales, frustraciones, baja autoestima y baja autoeficacia, 
con la consiguiente pérdida de oportunidades, y a veces en 
cuantiosos gastos relativos a servicios de atención sanitaria y 
tratamientos psicofarmacológicos. 
 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 23 
Tabla 1.1. Criterios para el diagnóstico de la fobia social 
según el DSM-IV. 
 
A. Temor acusado y persistente por una o más situaciones sociales 
o actuaciones en público en las que el sujeto se ve expuesto a 
personas que no pertenecen al ámbito familiar o a la posible 
evaluación por parte de los demás. El individuo teme actuar de un 
modo (o mostrar síntomas de ansiedad) que sea humillante o 
embarazoso. Nota: En los niños es necesario haber demostrado que 
sus capacidades para relacionarse socialmente con sus familiares 
son normales y han existido siempre, y que la ansiedad social 
aparece en las reuniones con individuos de su misma edad. 
B. La exposición a las situaciones sociales temidas provoca casi 
invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede 
tomar la forma de una crisis de angustia situacional o más o menos 
relacionada con una situación. Nota: En los niños la ansiedad puede 
traducirse en lloros, berrinches, inhibición o retraimiento en 
situaciones sociales donde los asistentes no pertenecen al marco 
familiar. 
C. El individuo reconoce que este temor es excesivo o irracional. 
Nota: En los niños puede faltar este reconocimiento. 
D. Las situaciones sociales o actuaciones en público temidas se 
evitan o bien se experimentan con ansiedad o malestar intensos. 
E. Los comportamientos de evitación, la anticipación ansiosa, o el 
malestar que aparece en la(s) situación(es) social(es) o 
actuación(es) en público temida(s) interfieren acusadamente con la 
rutina normal del individuo, con sus relaciones laborales (o 
académicas) o sociales, o bien producen un malestar clínicamente 
significativo. 
F. En los individuos menores de 18 años la duración del cuadro 
sintomático debe prolongarse como mínimo 6 meses. 
G. El miedo o el comportamiento de evitación no se deben a los 
efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad 
médica y no pueden explicarse mejor por la presencia de otro 
trastorno metal. 
H. Si hay una enfermedad médica u otro trastorno mental, el temor 
descrito en el Criterio A no se relaciona con estos procesos. 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 24 
2. FACTORES ENDÓGENOS Y EXÓGENOS 
________________________________________________ 
 
Algunas teorías de la personalidad, que enfatizan los 
factores biológicos, atribuyen los rasgos comúnmente 
identificados con la timidez a predisposiciones 
temperamentales, relacionadas con las tipologías 
nerviosas y constitucionales tales como el tipo “melancólico” 
de Hipócrates, el tipo “introvertido” de Jung y Eysenck, 
los tipos “cerebrotónico” de Sheldon y “asténico” de 
Kretschmer (véase Pinillos, López y García, 1966); pero, aún 
cuando las correlaciones formales de la timidez con las 
pruebas construidas para “medir” dichos rasgos tipológicos 
puedan ser altas2, es poco probable que se deban a algo más 
que generalizaciones hechas a partir de las propias conductas 
de los individuos con problemas de ansiedad social. 
El más representativo autor moderno de la postura que 
da énfasis al plano biológico es Kagan (1994, 2000), quien, a 
través de multitud de estudios con niños en la primera 
infancia, indica que ha encontrado efectivamente 
predisposiciones temperamentales predecibles hasta los 
veinticuatro meses en un 15 por ciento de su muestra, que se 
morigeran en la interacción con el ambiente y con la edad 
(algo que, en honor a la verdad, también consideran los 
teóricos de la personalidad antes mencionados). 
Este posible aspecto genético se reflejaría en un patrón 
temprano de inhibición conductual —timidez, 
distanciamiento y pasividad—, ante personas, objetos o 
situaciones no familiares, de manera más o menos estable 
 
2 Henderson y Zimbardo (1998b) señalan que la diferencia entre 
introvertidos y tímidos radica en la distinta actitud ante los 
encuentros sociales. En resumen, todo tímido es introvertido, 
pero no todo introvertido es tímido. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 25 
hasta aproximadamente los siete años de edad. Según Kagan 
(2000), la inhibición conductual se puede detectar a partir de 
un seguimiento de la reactividad motora y del llanto de los 
niños desde los cuatro meses hasta los dos años, y a los 
cuatro años ya se puede predecir si un niño en particular es o 
será tímido. 
No obstante, la heredabilidad del rasgo de timidez o 
vulnerabilidad a la fobia social no está concluyentemente 
probada, pudiéndose atribuir las diferencias tempranas al 
aprendizaje emotivo-motivacional del neonato. Las 
interacciones lúdicas, cariñosas y vocales con el bebé son 
formas primarias para su condicionamiento emocional, a 
partir de sus primeras respuestas de conducta motora, de 
atención y perceptiva, y pueden afectar de muy diversas 
formas el factor temperamental (Staats, 1996/1997), como se 
verá en el siguiente parágrafo respecto al papel del hogar en 
los patrones de crianza. 
Quizá estudios como el de Díaz, Pérez, Martínez, 
Herrera y Brito (2000) pueden dar luz sobre la influencia de 
ciertos elementos que modifican el equilibrio entre factores 
endógenos y exógenos en la primera infancia. Ellos 
investigaron, en una muestra de 38 niños y sus 
correspondientes madres, el nexo entre cada una de las 
personalidades maternas (a través del Cuestionario de 
Personalidad 16PF de Cattell) y las reacciones 
temperamentales (tono emocional, nivel de actividad y 
vocalización) ante la estímulación física y social de cada uno 
de sus respectivos bebés de nueve meses de edad, en 
diferentes situaciones de laboratorio. Los datos fueron 
positivos frente a la hipótesis formulada, acerca de una 
relación significativa entre la extroversión materna y la 
reacción temperamental de cada infante. 
En otras palabras, la experiencia moldeada a través de 
los patrones de crianza y cuidado de los individuos produce 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 26 
un componente idiosincrásico típico de cada individuo, que 
integra determinantes biológicos, culturales, sociales y del 
medio físico. Hay, pues, factores endógenos y exógenos en 
inextricable combinación, que intervienen en este complejo 
problema conductual. 
 
2.1. El papel del hogar 
________________________________________________ 
 
Siendo importantes los patrones de crianza, cabe 
preguntarse qué tipos particulares de ambientes o atmósferas 
familiares son las que harían más propensos a los niños a 
manifestar un comportamiento general rotulado como 
“tímido” o “retraído”. 
Desde semejante perspectiva se considera que la 
dinámica familiar de los primeros años, con características 
combinadas o yuxtapuestas en muchos patrones distintos 
relacionados con la edad, el grupo étnico, el género sexual, el 
número de miembros, la cultura, etcétera; influye 
decisivamente sobre la aparición de conductas dependientes, 
inhibidas, inseguras, ansiosas y desajustadas. Ciertas 
investigaciones acerca de esa dinámica señalan, por ejemplo, 
que las interacciones entre el comportamiento de una madre 
excesivamenteindulgente o muy rígida, y un padre pasivo, 
por lo general influyen sobre el surgimiento de diversas 
modalidades de timidez en sus hijos (Lebl, 2005), desde 
luego condicionalmente al lugar que ocupen en el número de 
vástagos, o con respecto a otras condiciones coyunturales. 
Según Hauck (1980/1983), hay cuatro modelos de 
amabilidad y firmeza en el hogar: a) poco amable y firme 
(tiende a formar niños nerviosos, inseguros y acomplejados), 
b) amable pero no firme (tiende a formar niños consentidos), 
c) ni amable ni firme (tiende a formar vagos y delincuentes), 
y d) amable pero firme (tiende a formar gente productiva). 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 27 
Cada hogar es distinto, pero también comparte una 
serie de características con otros hogares que podrían ser 
estadísticamente suficientes como para catalogarlo con las 
etiquetas de “autocrático”, “tolerante” o “democrático”, 
según las clasificaciones al uso. Es importante indicar que 
para catalogar estos tipos de hogares se tienen en cuenta, por 
un lado, el “calor” o “frialdad” de las relaciones sociales 
dentro de ellos, y, por otro lado, el grado de independencia o 
dependencia que fomentan entre sus variados participantes 
(Crombach, 1977). 
 
2.2. La familia 
________________________________________________ 
 
En el caso de las familias afectuosas y democráticas, 
los miembros se consultan y se alientan ente sí a expresar sus 
emociones y sentimientos, tanto como a concretar sus 
realizaciones. Puede decirse que ésta es la atmósfera familiar 
ideal para producir individuos con buenas o aceptables 
habilidades sociales y eficacia personal (los que sin duda en 
la teoría de Eysenck [1981/1995] se llamarían, según el grado 
de activación y labilidad, “extrovertido estable” o 
“introvertido estable”). 
En las familias demasiado indulgentes, los padres 
sobreprotegen al niño generándole una sensación de 
seguridad, únicamente dentro del propio hogar o círculo 
interno. El refuerzo positivo se dispensa 
indiscriminadamente, fortaleciendo la dependencia del hijo 
con respecto a los padres, sin estimular respuestas 
instrumentales de realización propia ni tolerancia a la 
frustración. 
Esto puede agudizarse si se trata de un hijo único, o del 
menor del grupo. Cuando el niño criado en estas condiciones 
tiene que salir del círculo interno en el cual se le ha encerrado 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 28 
cual “jaula de oro”, difícilmente exhibirá las competencias 
que requiere en el nivel justo para interactuar en el mundo, 
inhibiendo su conducta social y mostrándose poco 
comunicativo, poco asertivo, temeroso, sumiso, retraído e 
indefenso, con las consiguientes dificultades que eso conlleva 
en la relación con sus pares dentro de la escuela y con otras 
redes sociales. No es raro, por ejemplo, encontrar sujetos de 
este tipo entre las víctimas de bullying infantil y adolescente 
(Monjas, 2001; García, 2008). Esto es irónico, pero se debe 
la contraposición entre su crianza de trato “blando” y el duro 
maltrato que sufren en otros contextos. 
En el otro polo están las familias de carácter 
autocrático. Allí la represión y el castigo están a la orden, 
imponiendo normas que recortan la independencia de los 
hijos. La exigencia es excesiva respecto a metas 
distorsionadas, induciendo ansiedad, y la disciplina es rígida 
y arbitraria, inclinando a los niños hacia la rebeldía, o, más 
frecuentemente, al servilismo. En este último caso se produce 
el rasgo de “conformidad obligada”: un niño callado, poco 
asertivo, poco emprendedor, obediente, pero en esencia, 
hostil. Acostumbrado a un grado de exigencia superior a sus 
posibilidades y a ser constantemente reprimido, el individuo 
criado bajo estas condiciones no tenderá, por lo general, a 
rebasar los límites de su “universo” subjetivo, prefiriendo la 
seguridad de pasar desapercibido en cualquier situación. 
Una reciente investigación, hecha a partir de una 
muestra de casi tres mil padres y madres con hijos e hijas 
escolarizados (Torío, Peña e Inda, 2008), revela que hay un 
grupo no consciente del conjunto de valores más importantes 
en la educación de sus vástagos, difiriendo el deseo paterno 
(lo que debería ser) de la realidad (lo que es) en las 
tendencias de comportamiento. Esto realza la necesidad de 
programas de de formación para padres, con fines de 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 29 
orientación psicopedagógica adecuada y modificar o mejorar 
sus prácticas de crianza. 
 
 
3. DIMENSIONES DIRECTAMENTE 
 OBSERVABLES DE LA TIMIDEZ 
________________________________________________ 
 
La timidez es un constructo que sintetiza una 
determinada constelación de respuestas emocionales e 
instrumentales. Los referentes que se consideran como 
indicadores directamente observables del trastorno 
(generalmente identificado en sus dimensiones con el 
comportamiento no asertivo), son verbales y no verbales. 
Los componentes verbales son, entre otros, volumen 
bajo de la voz y poca fluidez de vocalización (tartamudez, 
pausas exageradas, silencios, muletillas, vacilaciones, etc.), y 
los segundos involucran gestos tensos o estereotipados; 
faciales y de las extremidades (frotamiento de manos, 
temblor, entrelazamiento), hábitos nerviosos (morderse las 
uñas, jalarse el cabello, meterse el dedo en la nariz), hombros 
encogidos, mirada huidiza, etc. Adicionalmente, pueden 
considerarse el sudor de manos, la sequedad de la garganta, 
la palidez o el enrojecimiento de la cara en situaciones 
socialmente exigentes (Fábregas y García, 1988; Caballo, 
1995). 
Basados en estos indicadores, traducibles en 
parámetros topográficos y de frecuencia, duración, latencia o 
intensidad necesarios para la medición de la conducta, los 
profesionales de la conducta pueden verificar 
anecdóticamente a través de la entrevista y observación lo 
siguiente con respecto al sujeto tímido (ver Zimbrado y Radl, 
1981/2002): 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 30 
a) ¿Es renuente a iniciar una conversación o actividad, 
ofrecerse a hacer algo o preguntar? 
 
b) ¿Es renuente a estructurar situaciones ambiguas 
mediante preguntas, normas o el reordenamiento físico de los 
elementos? 
 
c) ¿Es más renuente que otros sujetos a hablar con sus 
condiscípulos, permanece más tiempo en silencio, interrumpe 
menos que otros individuos? 
 
d) ¿Es incapaz de manejarse en situaciones permisivas, 
por ejemplo una fiesta? 
 
e) ¿Presenta dificultades más asiduas cuando las 
pautas de conducta no son claras, con respecto a la 
generalidad de sujetos? 
 
f) ¿Hace menos gestos y movimientos que otros 
individuos? 
 
g) ¿Muestra mayor tendencia a obedecer órdenes sin 
cuestionarlas y es poco bromista? 
 
La Encuesta de Timidez de Stanford fue la primera 
herramienta de investigación sobre la timidez (Zimbardo y 
Radl, 1981/2002). Son un total de 34 preguntas ordenadas en 
cinco secciones que indagan sobre: a) información básica 
(datos personales, educativos, religiosos, étnicos), b) timidez 
propia (autopercepción y creencia sobre la percepción ajena), 
c) envergadura de la timidez (ante quienes y ante qué 
situaciones), d) reacciones ante la timidez (sensaciones y 
pensamientos), y e) consecuencias de la timidez (atribuciones 
positivas o negativas). Lebl (2005, pp. 77-78), por su parte, 
recomienda los siguientes formatos de registro para ser 
aplicados por los padres y maestros del niño presuntamente 
tímido (tabla 1.2): 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 31 
 
Tabla 1.2. Registro de conducta del niño tímido. 
 
Descripción de la conducta Siempre A 
veces 
Según 
circunstancias 
1 Mi hijo no levanta la cabeza 
delante de la gente 
 
X 
 
2 Habla poco Delante de 
extraños 
3 No tiene amigos En el barrio 
 
 
 
 
Autorregistro de conducta del padre frente al niño. 
 
 
a) Cuando el niño hace algo bueno Semana.............................Días Tono de 
voz 
Mi 
reacción 
(gestos) 
¿A solas? 
¿Con 
testigos? 
Comentarios o 
expresiones 
Primer 
día 
Fecha 
Indiferente Elevo 
las cejas 
A solas “Bien, ahora 
vete” 
No digo nada 
 
b) Cuando el niño hace algo malo Semana...... 
 
Días Tono de 
voz 
¿Qué 
hago? 
¿A solas? 
¿Con 
testigos? 
Comentarios o 
expresiones 
Primer 
día 
Fecha 
Gritos Ademán 
de 
pegarle 
Delante 
de los 
hermanos 
“Imbécil, cierra la 
puerta” 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 32 
Actualmente, la Escala de Timidez Revisada de Cheek 
y Buss3 puede servir de instrumento inicial para determinar 
algunos aspectos generales (ver tabla 1.3). Contiene 13 
reactivos cuya valoración está entre 1(muy en desacuerdo) y 
5 (muy de acuerdo), por lo tanto la mínima puntuación 
posible es de 13, y la máxima de 65. Las puntuaciones 
inferiores a 34 indicarían ausencia general de timidez, aunque 
la puedan sentir en un par de situaciones. Las personas 
tímidas suelen alcanzar, e su mayoría, puntajes por encima de 
35 a 39, y las de rasgo más extremo la puntuación máxima de 
49 hacia adelante. 
 
 
Tabla 1.3. Escala de Timidez Revisada de Cheek y Buss. 
 
 
1 Me siento tenso cuando estoy con gente que no conozco bien. 
2 Soy un poco raro socialmente. 
3 No encuentro difícil solicitar información a otras personas. 
4 No me suelo encontrar confortable en fiestas u otras 
 reuniones sociales. 
5 Cuando estoy con un grupo de personas me cuesta decidir sobre 
los temas adecuados de que hablar. 
6 No necesito mucho tiempo para vencer mi timidez en situaciones 
nuevas. 
7 Me resulta difícil actuar con naturalidad cuando me encuentro 
con gente nueva. 
8 Me siento nervioso cuando he de hablar con alguien importante. 
9 No tengo dudas sobre mi competencia social. 
10 Tengo problemas al mirar a alguien directo a los ojos. 
11 Me siento cohibido en las situaciones sociales. 
12 No me resulta difícil hablar con desconocidos. 
13 Soy más tímido con las personas del sexo opuesto. 
 
 
3 Cheek, J. M. y Buss, A. H. (1981). Shyness and sociability. Journal 
of Personality and Social Psychology (41):330–339. 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 33 
 
Como es lógico, este instrumento de medición debe 
relacionarse con otros para evaluar el desempeño social y 
asertivo. 
Una vez verificados a través de distintas formas de 
evaluación el tipo de respuestas y su grado de intensidad, así 
como los demás parámetros de su ocurrencia, es conveniente 
asesorar cuidadosamente al cliente tímido en la fijación de 
metas, entre otras, en función a: 
¿Qué es lo que quiere mejorar y en qué grado y/o 
jerarquía? 
¿Qué está dispuesto a hacer para ello? 
¿Cuáles son sus objetivos a largo plazo en cuanto a 
avance personal? 
En algunos casos, dada la apariencia de “seguridad” 
que le brinda encerrarse en su timidez, el sujeto prefiere 
evitar las tareas que juzga desagradables aunque reconozca 
racionalmente su necesidad. Por ello, como regla general, es 
bueno ir dosificando los objetivos, de modo que su fácil 
cumplimiento vaya fortaleciendo la poca confianza que tiene 
en sí mismo. 
 
 
RESUMEN 
_____________________________________________ 
 
La timidez es una forma de ansiedad social que aqueja 
a mucha gente y conlleva malestar e inhibición en presencia 
de otras personas, debidas a la combinación de muchos 
factores. La influencian componentes temperamentales y 
también componentes relacionados con las formas de crianza 
excesivamente protectora o represiva. El aprendizaje de los 
patrones de comportamiento socialmente retraído, rotulado 
como “tímido”, se vincula tanto a sucesos traumáticos 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 34 
evocadores de respuestas emocionales negativas, como a la 
evitación instrumental de situaciones exigentes. Asimismo, 
puede desarrollarse por la atención y la sobreprotección 
recompensantes del entorno familiar o social, y por la 
observación de otros individuos o recepción de 
informaciones que inducen respuestas evitativas. 
Padecer timidez infantil es riesgoso para la formación 
posterior, predisponiendo al individuo a numerosos tipos de 
fracaso social. Los indicadores verbales y no verbales del 
trastorno comparten dimensiones con el comportamiento no 
asertivo, pudiéndose identificar a simple vista una serie de 
respuestas vinculadas a la no-asertividad, con parámetros 
distintivos que caracterizan al individuo tímido, entre ellas la 
baja frecuencia de interacción con extraños, de gestuación y 
vocalización. Esos parámetros de comportamiento deben 
especificarse con miras a una intervención cuidadosamente 
planificada para llevarse a cabo con la necesaria dosificación, 
dada la fragilidad emocional de este tipo de pacientes. Para 
determinar si existe un grado preocupante de timidez, pueden 
utilizarse tanto registros como escalas de medición. 
 
 
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA 
_____________________________________________ 
 
 
Check, J. (1990/1990). Cómo vencer la timidez: Un enfoque 
personalizado para adquirir seguridad y autocontrol. 
Barcelona: Paidós. 
Henderson, L. & Zimbardo, P. G. (1998). Shyness. Enciclopedia of 
mental health. 3, 497-509. San Diego: Academia Press. 
Recuperado de: www.shyness.com/enciclopedia.html/ 
Lebl, B. (2005). El niño tímido. En G. Aguilar, B. de Lebl y L.A. 
Resinos (Eds.). Conductas problema en el niño normal. 
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 35 
Problemas preventivos y terapéuticos. Guía para padres y 
maestros. (pp. 72-86). Sevilla: Trillas-Eduforma. 
Monjas, M. I. (2001). La timidez en la infancia y la adolescencia. 
Madrid: Pirámide. Ed. Orig.: 2000. 
Olivares, J., Rosa, A. I., Piqueras, J. A., Sánchez-Meca, J., Méndez, 
X. y García-López, L. J. (2002). Timidez y fobia social en 
niños y adolescentes: Un campo emergente. Psicología 
Conductual, 10(3), 523-542. 
Zimbardo, P.G. y Radl, S. (1981/2002). El niño tímido. Superar y 
prevenir la timidez. Buenos Aires: Paidós Ibérica. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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 36 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 37 
 
 
 
_____________________________ 
 CAPÍTULO� 
_____________________________
� TIMIDEZ Y 
AUTOCONTROL 
_____________________________ 
 
 
Toda persona ha sentido alguna forma de timidez en su 
vida. El temor a las situaciones nuevas, a las exigencias de 
ciertas responsabilidades o al roce con cierto tipo (o número) 
de personas, es normal. Para la mayoría de la gente dichas 
perturbaciones son episódicas, esporádicas y superables, en 
base a estrategias espontáneas de afrontamiento que aprende 
cada cual en el transcurso de su desarrollo. 
 
Esto no es así para los individuos tímidos, quienes 
sufren dichos temores de manera más profunda y frecuente, 
careciendo del grado suficiente de habilidad y/o autocontrol 
requeridos por el afrontamiento. Incluso, como dice 
Zimbardo, hay tímidos “públicos” y “privados”. Los 
primeros son aquellos que progresivamente se van 
imponiendo a su retraimiento y, a la larga, logran 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 38 
desempeñarse más o menos adecuadamente en situaciones 
sociales. No pierden la timidez, pero saben dominarla. Los 
segundos son aquellos cuya posibilidad de acción y control 
emocional es rebasada por las circunstancias. Esos niños y 
adolescentes cuya relación interpersonal es defectuosa por el 
comportamiento inhibido, retraído y aislado que muestran, 
tienen una posibilidad muy grande de sufrir trastornos 
emocionales y problemas de personalidad. 
Dicho esto, resulta evidente que el manejo del 
autocontrol puede ser un gran apoyo para dominar la timidez. 
Se puedecontar con que entrenando al individuo en el 
manejo de ciertas habilidades que sirvan para refrenar sus 
emociones, y enseñándole a emitir cierto tipo de respuestas 
corrientemente necesarias en todo contexto social, ese 
aprendizaje le servirá para mejorar cuantitativa y 
cualitativamente sus interacciones sociales. 
En los parágrafos siguientes se caracterizan el 
autocontrol y sus modalidades, su relación con la 
personalidad y el afrontamiento, y las técnicas conductuales 
que sirven para operativizarlo en los casos de tratamiento 
terapéutico de la timidez 
 
 
 
1. ¿QUÉ ES EL AUTOCONTROL? 
____________________________________________ 
 
 
El autocontrol, de acuerdo con la definición funcional 
de Thoresen y Mahoney (1974/1980), es un fenómeno 
genérico en que cierta conducta de emisión poco probable se 
emite en relativa ausencia de impedimentos externos 
inmediatos. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 39 
 Skinner (1979/1980) cuenta pintorescamente cómo se 
le ocurrió la idea del autocontrol aplicado terapéuticamente 
oyendo por radio la perorata de un predicador evangélico que 
distinguía entre personalidades controladas y controladoras. 
El pastor le dijo a un sujeto que refería no poder dominar su 
afición a la bebida: “¿Qué quiere decir esto de que no sabe 
cortar su afición a la bebida? ¿No es acaso su brazo el que 
levanta el vaso hasta sus labios? ¿Quiere decir que no puede 
dominar su brazo?” (p. 105). Por otro lado (Skinner, 
1953/1971), reseña ocho formas que el individuo puede 
utilizar para autocontrolarse, como conductas que describen, 
analizan u operan sobre otras conductas propias: 
 
1) Restricción y ayuda física. 
 
2) Manipulación de estados de privación y saciedad. 
 
3) Autoinducción de cambios en los estados emotivos. 
 
4) Uso de estímulación aversiva. 
 
5) Uso de fármacos o estimulantes. 
 
6) Autorreforzamiento o autoextinción. 
 
7) Autocastigo de respuestas indeseables. 
 
8) Contrarrestando la conducta no deseada con 
respuestas incompatibles. 
 
El entrenamiento para el uso efectivo de 
procedimientos de autorregulación y autocontrol por parte del 
cliente bajo consulta en un episodio psicoterapéutico, es una 
alternativa para el manejo que en la terapia conductual 
tradicionalmente se ha cargado sobre la modificación del 
ambiente para controlar el comportamiento, y actualmente es 
una cuestión de rutina. Según lo muestra la experiencia, la 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 40 
causación personal es posible y además reproducible. Las 
personas aprenden a ejercer su voluntad, y por consiguiente 
su autodirección, con diversos niveles de eficiencia y 
efectividad, y si es necesario ellos se pueden incrementar, 
como es el caso de los grados de habilidad que requieren los 
individuos tímidos para mejorar su competencia social. 
El control psicoterapéutico implica el uso del control 
en la consulta clínica por parte de la acción discriminativa, 
evocadora y reforzante del profesional que interviene sobre 
un problema psicológico, mediante la instigación oral o 
física, textual, gráfica o gestual, la retroalimentación de las 
ejecuciones deseables, el moldeamiento de performances 
adecuadas, y la prescripción instruccional. La meta es que la 
misma persona bajo intervención pueda alterar, sin la 
presencia del terapeuta, sus propios desajustes, cambiando 
independientemente su entorno físico y social (Montgomery, 
2008b, 2008c). 
Desde esta perspectiva, el autocontrol puede 
entenderse tanto como cambio autoimpuesto, o como 
autorrestricción o control de la propia impulsividad o 
emocionalidad. Esto es relativo, ya que en ocasiones la 
impulsividad es la respuesta más adaptativa. En general, dice 
Logue (1995), un individuo en buenas condiciones de ajuste 
debería ser capaz de ser impulsivo o controlado en función de 
que es lo que más le sirve según la índole de cada situación. 
Por tanto, se debe contar, como señala Goldiamond 
(1965/1972), con la suficiente capacidad intelectual de un 
sujeto como para hacer un análisis funcional de su propia 
conducta. Por ejemplo, un individuo tímido inmerso en una 
reunión social podría utilizar la relajación para aminorar su 
respuesta emocional de temor al ridículo, en cuyo caso 
estaría empleando la forma (3) de autocontrol, o buscar en 
una conversación el tema que le parece que maneja mejor 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 41 
para conducirse con mayor seguridad y suficiencia en la 
interacción, en cuyo caso estaría empleando (6). 
 
 
 
2. PERSONALIDAD Y CONSTRUCTOS 
 DE AUTOCONTROL 
________________________________________________ 
 
¿Quién ejerce el autocontrol? El constructo utilizado 
para representar el conjunto de repertorios funcionalmente 
unificado que integra el individuo, y constituye el agente 
controlador llamado “sí mismo” o “yo” en la literatura 
psicológica, es la personalidad. Esta se puede analizar de 
acuerdo con las probabilidades de que alguien manifieste 
ciertas tendencias de conducta en las variadas situaciones de 
su vida cotidiana. Como señala Staats (1996/1997), los 
repertorios de personalidad son concebibles como complejas 
constelaciones de habilidades adquiridas en la niñez y 
desarrolladas durante el resto de la vida. Estas 
constelaciones, llamadas repertorios básicos de conducta, 
una vez aprendidas por el sujeto y en relación con situaciones 
del entorno, disponen condiciones para más aprendizaje. 
Así, se puede suponer, por ejemplo, que un niño criado 
por padres sociables —con buenas habilidades sociales, con 
un gran círculo de amistades y muy atentos al desarrollo 
lúdico de su hijo—, aprende desde muy pequeño a acercarse 
a personas extrañas al círculo interno de la familia, 
enriqueciendo su repertorio con atractivas conductas de 
expresión y comunicación. Se relaciona afectivamente y se 
ejercita en el juego cooperativo, y todo eso lo aplica después 
a diversos ambientes conforme va creciendo y enfrentado 
nuevos retos de desarrollo. Puesto que ya ha tenido 
experiencias positivas con las personas, entonces tenderá 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 42 
siempre a ver lo mejor en ellas y no le será difícil acercarse y 
adaptarse a nuevas situaciones sociales exigentes. 
Lo contrario será verificado si el niño fue criado en un 
ambiente restrictivo para las relaciones sociales, con padres 
parcos y desconfiados, con pocas oportunidades de 
interacción amical. El niño probablemente desarrollará 
repertorios básicos de temor y prevención frente a las 
personas con que no trata regularmente. Preferirá aislarse 
dedicándose a ocupaciones solitarias, y no llegará a adquirir 
las suficientes habilidades sociales como para interactuar en 
nuevos ambientes. Su falta de seguridad lo llevará a un apego 
exagerado hacia figuras protectoras que le brindan atención y 
aprobación, perpetuando su dependencia. 
A propósito de eso (la dependencia), dos constructos 
postulados por algunos teóricos de la personalidad para dar 
cuenta de algunas tendencias manifestadas por los individuos 
respecto a lo que creen que pueden y no pueden hacer, son 
los del locus de control y de la autoeficacia percibida 
(Visdómine y Luciano, 2006). 
Un locus de control interno implica mayor 
responsabilidad y sentimiento de que uno puede influir en las 
circunstancias, con las implicancias autorregulatorias que eso 
supone. Lo contrario es el locus de control externo, que hace 
atribuir los resultados a la suerte o a factores humanos ajenos. 
La autoeficacia percibida se diferencia del locus de 
control en que, además de referirse a las creencias de las 
personas sobre los resultados de sus acciones, comprende 
también las creencias acerca de las propias competencias 
para alterar el ambiente. En efecto, los individuos en proceso 
de lograr metas tienden a evaluar con frecuencia su propia 
performance. Aquellas respuestas satisfactorias en sí mismole producirán la motivación suficiente para avanzar o 
concretar mayores éxitos. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 43 
Los niños o adolescentes que desarrollan repertorios de 
confianza y seguridad en lo que hacen puede decirse que 
tienen un locus de control interno y un buen índice de 
autoeficacia, y que se encuentran en mejores condiciones de 
enfrentar sus ansiedades. En lugar de mantenerse cerca de las 
figuras protectoras, ser pasivos y acudir en busca de ayuda 
cada vez que se halla en una situación de dificultad rutinaria, 
serán autosuficientes y tomarán la iniciativa, incluso al 
encontrarse con obstáculos cuya superación requiera de 
particular esfuerzo. 
 
Las técnicas de autocontrol que se reseñan a 
continuación pueden permitir a los sujetos que no adquirieron 
espontáneamente esos repertorios, a aprenderlos de manera 
sistemática. 
 
 
3. AUTOCONTROL Y AFRONTAMIENTO 
 DE LA TIMIDEZ 
________________________________________________ 
 
 
Terapéuticamente, el autocontrol agrupa 
procedimientos cuyo objetivo principal es enseñar 
estrategias al cliente para que controle o modifique su propio 
comportamiento frente a distintas situaciones. Todo eso para 
alcanzar metas a largo plazo, en consonancia con el carácter 
de la intervención (Rehm, 1991). 
 
Las habilidades de afrontamiento que buscan instalarse 
en el repertorio del individuo aquejado por la timidez son 
modos de “saber hacer” fuera de la consulta. Por un lado se 
auspicia el control de la reactividad nerviosa, y por otro 
incrementar comportamientos sociales deficitarios. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 44 
Específicamente, los procedimientos adecuados al 
trastorno de la ansiedad social son las terapias de manejo de 
la ansiedad, de asertividad, de condicionamiento encubierto, 
de reestructuración racional, de solución de problemas, de 
entrenamiento autoinstruccional y de biorretroalimentación, 
además de otras técnicas insertas en ellas, como el manejo 
contingencial, la comunicación y negociación, la toma de 
decisiones, etcétera. Apelan a la modificación de respuestas 
instrumentales y/o respondientes, sean lingüístico-cognitivas, 
emotivo-motivacionales y sensorial-motoras. 
 
A nivel lingüístico-cognitivo, suele dirigirse la 
atención selectiva con prioridad a la información que le llega 
en términos de fracaso social y amenaza (recibir críticas y 
toda clase de desaprobación, sobredimensionar sus problemas 
y subestimar sus capacidades). Su diálogo interno se orienta 
preferentemente a la apreciación negativa de los 
acontecimientos y hacia la autoevaluación desfavorable de sí 
mismo. Henderson y Zimbardo (1998ab) añaden que es 
frecuente la creencia en “formas correctas” de hacer las cosas 
que el tímido piensa que debe adivinar. 
 
A nivel emotivo-motivacional, el malestar se centra en 
los sentimientos de embarazo y de vergüenza. El embarazo 
implica sentirse una especie de estorbo, acompañado a la 
sensación de torpeza e inutilidad. La vergüenza es una 
sensación de bochorno vinculada a la percepción de lo que 
piensa la gente frente al desempeño de la persona en 
situaciones comprometidas. Eso se aúna, por un lado, a la 
actitud de desagrado que lleva a la evitación o escape de 
dichas situaciones; y por otro lado, a las reacciones 
fisiológicas que acompañan las emociones negativas, tales 
como la sequedad de la boca, la sudoración, los temblores 
corporales, la ruborización y otros síntomas. 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 45 
A nivel sensorial-motor, lo evidente es el arsenal de 
respuestas instrumentales que el sujeto tímido emite frente a 
lo que teme, pasando por la lentitud, torpeza o 
apresuramiento de su conducta verbal y no verbal, hasta la 
evitación o escape. 
La modificación de los repertorios lingüístico-
cognitivos, emotivo-motivacionales y sensorial-motores es 
posible gracias a la articulación inteligente de los 
procedimientos terapéuticos conductuales antes 
mencionados. Los pasos o etapas usuales de la intervención 
incluyen el autorregistro, la autoevaluación y el cambio 
contingencial. 
 
El autorregistro permite identificar las dimensiones de 
las conductas problemáticas y otras colaterales en el 
momento en que suceden; la autoevaluación posibilita el 
examen de los paramétros registrados (probabilidad, 
topografía, fuerza y escenario de la conducta) y sugerir 
alternativas de autocontrol programadas en metas, objetivos y 
análisis de tareas; y el cambio contingencial se compone de 
operaciones para autorreforzar, autocastigar o autoextinguir 
las conductas consideradas clave, de acuerdo a la evaluación 
de los excesos, déficits o inadecuaciones encontradas. En 
dicho proceso el terapeuta ayuda a desarrollar y fortalecer las 
conductas controladoras (López, Rodríguez-Naranjo y 
Gavino, 2006), atendiendo y reforzando positivamente su 
ocurrencia. 
 
A través de la tecnología conductual que propende al 
autocontrol, el individuo puede aprender a ser un agente de 
cambio de su propio comportamiento, convirtiéndose en 
participante activo y responsable del episodio 
psicoterapéutico. A manera de línea base, o simplemente de 
estrategia de autoconocimiento, pueden tenerse en cuenta los 
repertorios de automanejo personal, mediante el Cuestionario 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 46 
de Autocontrol Infantil y Adolescente, de Cápafons y Silva 
(2001). Se trata de una colección de 89 ítems con alternativas 
de respuesta dicotómica (Si–No), aplicable a niños y 
adolescentes entre los 11 y 19 años de edad. Son cinco 
subescalas, tres de las cuales evalúan aspectos positivos del 
auto-control (retroalimentación personal, retraso de la 
recompensa y autocontrol criterial), otra mide aspectos 
negativos (autocontrol procesual), y otra la “sinceridad” de 
las respuestas (Tabla 2.1). 
 
Tabla 2.1. Cuestionario de Autocontrol Infantil y Adolescente 
 (muestra de ítems). 
 
 
1. Normalmente hago las cosas que realmente me gustan, 
aunque haya cosas más urgentes que hacer. 
2. Casi siempre hago las cosas que me gustan, aunque tenga 
cosas más importantes que hacer. 
3. Cuando quiero llegar temprano a un sitio, me fijo una hora 
determinada para salir. 
4. Cuando me dicen que debo portarme bien, suelo preguntar: 
"¿Qué quiere decir eso?" 
5. Cuando estoy aburrido pero quiero estudiar, procuro quitar 
de mi vista todo lo que me pueda distraer (juguetes, 
revistas, etc.) 
7. A veces soy brusco con los demás. 
8. Cuando cometo errores me critico a mí mismo. 
 
9. Recuerdo mis obligaciones en casa. 
10. Para mí es importante saber lo que tengo que hacer para 
saber si lo estoy consiguiendo. 
11. Llego puntual a todos los sitios. 
12. Me gusta todo tipo de comida. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 47 
13. Cuando prometo algo y me cuesta cumplirlo, procuro 
tenerlo en la cabeza y recordármelo. 
14. Si pongo un plan en marcha, quiero saber por mis propios 
medios cómo me va funcionando. 
15. Cuando me esfuerzo por algo, sé si voy teniendo éxito en 
mi empeño. 
16. Me cuesta mucho recordar las normas de clase, aunque 
las sepa. 
17. A veces me dicen que soy incapaz de saber lo que está 
bien o mal hecho. 
18. Suelo pensar en por qué mis amigos se comportan de la 
manera que lo hacen. 
19. A veces desobedezco a mis padres. 
20. Recojo los papeles que otros tiran al suelo. 
21. Me cuesta darme cuenta qué cosas de las que hago les 
gustan a mis amigos. 
22. Cuando soy incapaz de hacer algo que me cuesta, pienso 
que se debe a la mala suerte. 
23. A veces digo mentiritas a mis compañeros. 
24. Cuando algo me da mucho miedo, me es imposible 
pensar en cosas que me distraigan. 
25. Cuando me preguntan "¿Por qué haces eso?", me quedo 
sin saber qué responder. 
26. Cuando alguien me cuenta sus problemas, me cuesta 
saber cómo los puede solucionar.27. Sólo trabajo cuando por ello puedo conseguir cosas 
enseguida. 
28. Si me prometo algo a mí mismo, intento pensar en si lo 
que hago es lo que me he prometido. 
 
 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 48 
También es digna de considerarse la Escala de Locus 
de Control para Niños de Nowicki y Strilkland4, transcrita de 
Kirby y Grimley (1986/1992, pp. 69-70), que contiene 40 
reactivos igualmente puntuables dicotómicamente (Si-No), 
los cuales dan una idea del grado en que el infante atribuye el 
éxito o fracaso a factores internos o externos en una gran 
variedad de situaciones (tabla 2.2). 
 
Tabla 2.2. Escala de Locus de Control para Niños 
(muestra de ítems). 
 
 
1 ¿Piensas que la mayoría de problemas se resolverán solos si 
no pierdes el tiempo con ellos? 
3 ¿Algunos chicos nacen con suerte? 
7 ¿Sientes que la mayoría de las veces no tiene caso 
esforzarse demasiado porque las cosas de cualquier modo 
salen mal? 
10 ¿Piensas que basta con desearlo mucho para que ocurran 
cosas buenas? 
14 ¿Piensas que es casi imposible que cambies el punto de 
vista de tus padres acerca de cualquier cosa? 
15 ¿Crees que tus padres deberían permitirte tomar la 
mayoría de tus propias decisiones? 
18 ¿La mayoría de los chicos de tu edad son más fuertes que 
tú? 
23 ¿Sientes que si un niño de tu edad intenta golpearte no 
puedes hacer gran cosa para detenerlo? 
28 Opinas que los chicos se pueden salir con la suya si se 
empeñan en ello? 
 
4 Nowicki, S. y Strilkland, B. R. (1971, Sep. 3-7). A locus of 
control scale for children. Paper presented at the 79th Annual 
Convention of the American Psychological Association, 
Washington, D.C. 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 49 
32 ¿Sientes que cuando suceden cosas buenas es porque se ha 
trabajado duro para obtenerlas? 
36 ¿Sientes que cuando no le agradas a alguien, poco puedes 
hacer en ese sentido? 
40 ¿Piensas que es mejor ser listo que tener suerte? 
 
 
 
Las técnicas propuestas por el análisis conductual, que 
pueden agruparse en cuatro categorías, son aptas para 
controlar las emociones negativas, para mejorar la 
interacción social, para incrementar la efectividad personal y 
para reorganizar las cogniciones. Es conveniente observar 
que, según los datos disponibles, esta tecnología (la 
combinación de la exposición junto a las habilidades sociales 
y procedimientos cognitivos), es la más eficaz en el 
tratamiento de la ansiedad social (Olivares, Rosa, Piqueras, 
Sánchez-Meca, Méndez y García-López, 2002; Henderson y 
Zimbardo, 1998b). 
 
3.1. Técnicas para controlar emociones negativas 
_____________________________________________ 
 
Se dirigen a reconocer aquellas situaciones, síntomas 
fisiológicos e interpretaciones del sujeto que activan sus 
emociones negativas e impiden su normal recepción de 
mensajes, para contrarrestarlas aplicando control 
autoinstruccional, imaginería dirigida, respiración 
diafragmática y relajación muscular autónoma (Wolpe, 
1958/1980; Cautela y Groden, 1978/1985; Suinn, 
1990/1993). 
La biorretroalimentación es otra posibilidad, que 
implica una preparación especial del sujeto para que pueda 
reconocer estados fisiológicos normalmente inadvertidos, 
para lo cual se amplifica la señal de las respuestas orgánicas 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 50 
mediante aparatos, aprendiendo a controlar las propias 
respuestas de tensión muscular, temperatura, superficie 
dérmica, actividad cerebral, conductividad de la piel, presión 
sanguínea y tasa cardiaca (Davis, Robbins y McKay, 
1982/1985). 
En ocasiones pueden combinarse estos entrenamientos 
con la medicación psiquiátrica a través de tabletas de Prozac 
o Paxil, entre otras corrientemente utilizadas para el 
tratamiento de la fobia social. 
 
3.2. Técnicas para mejorar la interacción social 
_____________________________________________ 
 
Su objetivo fundamental es la enseñanza de una 
adecuada discriminación de situaciones y del 
comportamiento que se suele emitir frente a ellas, y de 
diferentes destrezas sociales ejercidas para defender los 
derechos individuales legítimos sin dañar a nadie. Asimismo, 
de habilidades cognitivas para resolver problemas 
interpersonales (Wolpe, 1958/1980; Lange, 1980/1983; 
Caballo, 1993; Spivack y Shure, 1974). 
 
3.3. Técnicas para incrementar la efectividad personal 
_____________________________________________ 
 
La solución de problemas y el entrenamiento 
autoinstruccional son recomendables para aumentar la 
posibilidad de buen desempeño en diversos contextos. 
La solución de problemas pretende reconocer y 
analizar los componentes de las situaciones problemáticas, a 
fin de reperfilarlas y articular una lista de posibles 
soluciones a ellas, maximizando beneficios y minimizando 
costos. Dichas soluciones son practicadas desde la más 
probable hasta la menos probable (D’Zurilla, 1986/1993). El 
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 51 
entrenamiento auto-instruccional (Meinchembaum, 
1985/1987), direcciona el “diálogo interno” que el individuo 
utiliza para guiar su propia conducta, analizando 
funcionalmente las habilidades requeridas para cumplimentar 
cada acción, y programando sistemáticamente discursos 
específicos que faciliten la tarea. 
 
 
3.4. Técnicas para la reorganización cognoscitiva 
_____________________________________________ 
 
La reestructuración racional, o reorganización 
cognoscitiva, consiste del uso de medios contra-
argumentativos para identificar autoafirmaciones 
incapacitantes y combatirlas autorreforzando respuestas 
lingüísticas y lógicas incompatibles con el pensamiento 
distorsionado (véase Yankura y Dryden, 1993/2000; Beck, 
1998/2000, Ellis y Grieger 1980/1983). 
 
 
RESUMEN 
_____________________________________________ 
 
La causación personal es posible y reproducible. Los 
individuos pueden aprender a ejercer su autodirección o 
incrementarla para mejorar su competencia social, como es el 
caso de los individuos tímidos. 
El autocontrol puede tomar la forma de cambio 
autoimpuesto, o autorrestricción, o control de la propia 
impulsividad o emocionalidad. La tecnología de autocontrol 
agrupa procedimientos cuyo objetivo principal es enseñar 
estrategias al cliente para que controle o modifique su propio 
comportamiento instrumental y/o respondiente frente a 
distintas situaciones, sea en términos de repertorios 
lingüístico-cognitivo, emotivo-motivacional o sensorial-
William Montgomery Urday – La Timidez y su Tratamiento 
 
 52 
motor, con el fin de alcanzar metas a largo plazo de acuerdo 
con las metas de la intervención. La tecnología para 
cumplimentarlas pasa por procedimientos dedicados a 
controlar las emociones negativas, para mejorar la 
interacción social, para incrementar la efectividad personal y 
para reorganizar las cogniciones. 
 
 
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA 
_____________________________________________ 
 
Davis, M., Robbins, E. & McKay, M. (1982/1985). Técnicas de 
autocontrol emocional. Barcelona: Martínez Roca. 
Henderson, L. & Zimbardo, P. G. (1998b). Shyness. Enciclopedia 
of mental health. 3, 497-509. San Diego: Academia Press. 
Recuperado de: www.shyness.com/enciclopedia.html/ 
Olivares, J., Rosa, A. I., Piqueras, J. A., Sánchez-Meca, J., Méndez, 
X. y García-López, L. J. (2002). Timidez y fobia social en 
niños y adolescentes: Un campo emergente. Psicología 
Conductual, 10(3), 523-542. 
Skinner, B. F. (1953/1971). Ciencia y conducta humana. 
Barcelona: Fontanella. 
Staats, A. W. (1996/1997). Conducta y personalidad: 
Conductismo psicológico. Bilbao: Descleé de Brouwer. 
Thoresen, C. E. y Mahoney, M. J. (1974/1980). Conducta y 
autocontrol. Madrid: Morata. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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 CAPÍTULO� 
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