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CULTURA RELIGIOSA (CRISTIANISMO, JUDAÍSMO
E ISLAMISMO) Y TRADUCCIÓN
JESÚS CANTERA ORTIZ DE URBINA
Instituto Universitario de Lenguas Modernas y Traductores
En la fachada de la basílica de San Lorenzo de
El Escorial que da al Patio de los Reyes figuran
seis grandes estatuas de otros tantos reyes de Judá
(David, Salomón, Ezequías, Osías, Josafat y Mana-
ses) con el nombre correspondiente a cada uno de
ellos en el pie de su estatua.
I lace ya varios años, al llegar a la escalinata que
da acceso al atrio, oí perfectamente cómo un guía
(aficionado, quede claro, no un guía oficial) decía a
un grupo de personas a las que acompañaba: "Ahí
tienen ustedes los seis evangelistas: David, Salo-
món...; bueno, los demás ya pueden ver allí sus
nombres". Parece mentira; pero es verdad.
Mucho más recientemente, hace muy poco
tiempo, comentaba una profesora de Historia del
Arte que, entre los muchos disparates detectados
en unos exámenes, se encontró con que a la pre-
gunta "Símbolos de los cuatro evangelistas", un
alumno universitario le había escrito textualmente:
"San Mateo, San Marcos, Adán y Abraham". En la
revisión de exámenes, ese joven universitario pre-
tendía tener derecho a medio punto por esa pre-
gunta pues, según él, había contestado bien a la
mitad, por haber acertado dos nombres, aunque
tampoco dijera nada de los símbolos correspon-
dientes a San Mateo y a San Marcos: el ángel para
el primero y el león para el segundo. Del toro de
San Lucas, ni soñarlo; y ni siquiera el águila de San
Juan.
Ya estamos plenamente en materia. En nuestra
civilización, una persona de mediana cultura, así
para el arte como para la literatura e incluso para la
vida corriente, necesita conocer el símbolo atribui-
do a cada uno de los cuatro evangelistas. Incluso
quienes no creen, se encuentran inmersos en una
civilización en la que estos conocimientos son ne-
cesarios.
En una clase de Historia del Arte, ante un cua-
dro que representaba el bautismo de Nuestro Se-
ñor por San Juan Bautista en el Jordán un alumno
universitario preguntó con toda ingenuidad si tenia
algún significado "ese pajarito que estaba encima
ieronymus
de Jesucristo". Su desconocimiento al respecto era
absoluto y nunca había oído hablar de las palabras
"y vio el Espíritu de Dios descender a manera de
paloma y venir sobre él" que leemos en San Mateo
3, 16 y en los pasajes correspondientes de los de-
más evangelistas.
Los ejemplos se podrían multiplicar hasta el infi-
nito. La falta de cultura religiosa se ha agravado hasta
unos límites que parecen inconcebibles. Y lo grave es
que la culpa no suele ser de los alumnos, sino de la
enseñanza que se les ha dado, o mejor dicho no se les
ha dado.
Si al traducir un texto me encuentro con que
en él se habla de la conversión de los amaños al
cristianismo, debo ser consciente de que se trata de
un error, ya que los arríanos eran cristianos, aun-
que no católicos. En mi traducción deberé en-
mendar prudentemente el deslÍ2 del texto original
o bien aclararlo en una nota del traductor.
I lace unos años cualquier estudiante de Bachi-
llerato en España había oído hablar de San Her-
menegildo, decapitado por orden de su padre
Leovigildo por negarse a apostatar del catolicismo.
Y también sabía que Recaredo se convirtió oficial
y públicamente del arrianismo al catolicismo en el
III Concilio de Toledo en el año 587. Con esos
datos históricos tan significativos en la historia de
la España visigoda, había aprendido que los arria-
nos eran cristianos, aunque no católicos. Hoy, en
cambio, se hace gala de ignorar ese período de la
historia de España y hasta se presume de no saber
quiénes fueron los reyes godos y de no conocer la
cultura de ese período.
En nuestra civilización, aunque no se crea, el
conocimiento de unas nociones básicas de cultura
religiosa es imprescindible para un universitario
por lo menos en las Facultades de Humanidades; y
naturalmente también para un traductor, salvo en
todo caso cuando tan sólo se dedique a traduccio-
nes de textos técnicos.
En un texto literario de cualquier autor, cre-
yente o no creyente, suelen aparecer términos, ex-
107
presiones y locuciones que dicen relación con la
religión cristiana, y en muchos casos más concre-
tamente con la religión católica. Dada además la
relación con el mundo del Islam por un lado, y
habida cuenta por otro de la gran influencia del
Antiguo Testamento en el cristianismo, el cono-
cimiento de la cultura religiosa entre nosotros debe
comprender también unas nociones básicas acerca
del judaismo y del Islam. Y no digamos nada de
algunos casos, como sería el de las tres culturas
(cristiana, musulmana y judía) en la España medie-
val o el de algunos escritores del Magreb en nues-
tros días así musulmanes como judíos o cristianos.
Leer en francés ciertas obras de escritores como el
sefardí Ben Susan1 sin un conocimiento básico de
las tres culturas significa no sólo perder gran parte
de su belleza y de su interés sino también no poder
penetrar en el mensaje que transmite. Y si no se
penetra en el mensaje que el autor pretende trans-
mitir, difícilmente se conseguirá expresarlo en la
traducción. Y si se pierde gran parte de su belleza y
de su interés, difícilmente se podrá expresar en la
lengua a la que se traduce.
En vista de ello, vamos a dedicar nuestra aten-
ción a este problema de la necesidad por parte del
traductor de un conocimiento cuanto más extenso
mejor, pero por lo menos básico, de estas tres
culturas religiosas: la cristiana, la judía y la musul-
mana.
Antes de pasar adelante, una advertencia. Que
nadie se desanime por una terminología a veces
poco conocida en el caso de la religión musulmana
e incluso en el de la judía y por unos conceptos
que pueden parecer complicados, sobre todo en lo
que se refiere a la religión musulmana y a la judía, y
a veces también a la cristiana. Quienquiera que lea
despacio y con atención esta conferencia o tome
nota de unos cuantos conceptos, tendrá la base su-
ficiente para comprender lo esencial de estas cultu-
ras religiosas.
Por otra parte, para eso están la enciclopedias y
los diccionarios especializados, aunque bien es
cierto que, sin saber por qué, algunos términos
suelen brillar por su ausencia. Es el caso, por
1 También escrito Albert Bensoussan. Cabe recordar la
magnífica tesis doctoral sobre este autor de la profesora
Isabel Schousboë, de la Univ. de Cantabria, que tuve la
suerte de dirigir y fue defendida en la Univ. de Valladolid.
108
ejemplo, de muta^U, que no suele aparecer, a pesar
de la importancia que tuvieron los mutazilíes en la
historia del Islam; y lo mismo podríamos decir del
término talibán.
Un traductor, sobre todo si se dedica a traduc-
ciones de textos literarios o históricos, debe tener
ideas muy claras de conceptos como catolicismo
romano, iglesia ortodoxa, iglesia luterana, iglesia
zwingliana, iglesia calvinista, iglesia calvinista, etc.; y
debe saber quiénes son los arrianos, quiénes los
nestorianos,2 quiénes los cataros, quiénes los husi-
tas,3 quiénes los pobres de Lyon o valdenses o in-
sabbatat* y también quiénes son los anabaptistas,
quiénes los cuáqueros, quiénes los puritanos, quié-
nes los presbiterianos, quiénes los metodistas,
quiénes los irvinguianos, quiénes los mormones,
quiénes los adventistas; qué es el Ejército de Salva-
ción;5 quiénes son los Testigos de Jehová; etc. Y si
en algún caso no tiene idea clara acerca de alguno
de estos conceptos, debe saber dónde o a quién
acudir para aclararlo.
Lo mismo procede decir de las distintas órde-
nes y congregaciones religiosas. Una persona de
mediana cultura, y con mayor razón un buen tra-
ductor, debe saber muy bien qué es un monje, qué
es un anacoreta, qué es un ermitaño, qué es un
fraile, qué es un religioso; qué se entiende por clero
secular y qué por clero regular, qué es un benedic-
tino, qué un monje negro o un cluniacense, y qué
un monje blanco o un cisterciense o un bernardo;
qué es un agustino, qué un cartujo, qué un camal-
dulense, qué un premonstratense, qué un carmeli-
ta, qué un dominico, qué un franciscano,qué un
capuchino, qué un Jerónimo, qué un jesuíta, qué
un salesiano, que en modo alguno ha de confundir
con un hermano de la Salle o de las Escuelas Cris-
tianas; y qué una salesiana, que tampoco ha de
confundir con una salesa, etc.
2 Seguidores de Nestorio, que sostenía la existencia de
dos personas en Nuestro Señor Jesucristo, y que la Virgen
María era sólo madre de Cristo, pero no madre de Dios.
3 Así llamados por Juan Huss, segunda mitad del siglo
XTV; profesor de Filosofía de la Universidad de Praga.
4 Así llamados por los muy pobres zapatos que lleva-
ban.
5 L'Armée du Sahit en francés; die Heilsarmee en alemán.
^ieronymus |
CRISTIANISMO
Acabamos de recordar la basílica de San Lo-
renzo de El Escorial. El nombre de basílica' co-
rresponde a cada una de las trece iglesias principa-
les de Roma; pero es también aplicado a una igle-
sia, generalmente consagrada, que goza de ese tí-
tulo por concesión papal.
La colegiata, por su parte, es una iglesia que, sin
ser sede episcopal, tiene capítulo de canónigos.
Procede advertir que en francés no existe un sus-
tantivo para designarla, sino que se hace con las
palabras église colegíale; y en alemán con el sustantivo
compuesto Stiftskirche. La catedral, como es bien sa-
bido, es la iglesia principal de una diócesis, sede del
obispo y de un capítulo de canónigos, aunque pro-
cede advertir que por razones históricas algunas
diócesis tienen dos o más catedrales.
Capilla es un bonito nombre que debe su ori-
gen a la iglesia en que fue depositada para su vene-
ración como reliquia parte de la capa que San
Martín de l'ours partió en dos para dar la mitad a
un pobre que tenía frío, mientras él se quedaba
con la otra mitad. Ermita? en principio, se dice de
una capilla o santuario fuera de la población,
mientras que santuario suele decirse de la iglesia
donde se venera una reliquia importante o una
imagen de la Virgen o de algún santo, objeto de
veneración por parte de los fieles.
Recordemos que el culto religioso público ju-
dío suele celebrarse hoy en la sinagoga; y el musul-
mán en la mezquita.
Por templo entendemos generalmente un edifi-
cio o lugar destinado al culto público sin especifi-
car la religión, aunque cabe señalar que se aplicó de
6 Del griego ßaoiAlKii a través del latín basilica. De
ßaoiAeUc = rey. En la Edad Antigua se aplicó para de-
signar un edificio civil rectangular dividido en varias naves
paralelas que servía de tribunal y de lugar de reunión para
gentes de negocios. En la Alta Edad Media se aplicó este
nombre a las iglesias cristianas construidas según los planos
de las basílicas romanas.
7 Conviene advertir que, aunque los diccionarios bilin-
gües español —francés y francés— español identifican el
español ermita^ el francés ermitag, en realidad no suele darse
hoy tal coincidencia de concepto, pues en francés ermitag se
dice de un lugar solitario y también de una casa de campo
aislada, además naturalmente de aplicarse al lugar donde vi-
ve un ermitaño, de acuerdo con su significado primitivo y
su etimología: É pr| |J,0 Ç = desierto.
^ieronymus
manera especial al Templo de Jerusalén, y que se
aplica generalmente a los edificios destinados al
culto de las distintas confesiones protestantes.
Aunque con frecuencia se emplea la palabra tem-
plo para designar el lugar de reunión de una agru-
pación masónica para la celebración de ciertos ri-
tos, el nombre más frecuente en esos casos es el de
logia.
Nada diremos de la torre, ni del campanario, ni
del campanil. Tan sólo advertiremos de la dificultad
de hallar una traducción exacta de la palabra espa-
ñola espadaña que es un campanario de lo más sen-
cillo, pues consiste en una simple pared en la que
están abiertos los vanos o huecos para la colocación
de las campanas, que en algunos casos es sólo una, y
sólo uno el vano o hueco para su colocación.
Atravesado el atrio o el pórtico, una de las pri-
meras cosas con que nos encontramos al entrar en
una iglesia es h pila de agua bendita. Hoy son muchas
las iglesias en las que la pila de agua bendita ya no
cumple su función de ofrecer a los fieles esa agua
para poderse santiguar con ella al entrar en la igle-
sia. Consta que en algunos casos, (es de suponer
que muy pocos) la supresión del agua bendita en la
pila no responde a razones litúrgicas sino porque a
algunos irresponsables les servía para lavar las je-
ringuillas con que se inyectaban la droga. En la ba-
sílica de San Lorenzo de El Escorial las pilas de
agua bendita eran utilizadas no pocas veces por al-
gunos turistas para echar en ellas los pitillos que
llevaban encendidos al entrar en la iglesia. Sin duda
lo hacían por ignorancia, creyendo tal vez que ésa
era su misión o finalidad.
Sea de todo ello lo que sea, el hecho es que,
como advertíamos en nuestra conferencia titulada
"La civilización como lengua específica",8 la expre-
sión española 'pila de agua bendita' y sus corres-
pondencias en otros idiomas están desapareciendo
y son hoy desconocidas por no pocas personas,
incluso por muchos fieles practicantes, siendo así
que no hace aún muchos años eran bien conocidas
entre nosotros no sólo por los fieles sino también
por lo no creyentes. Recordemos, por otra parte,
que de 'pila de agua bendita' surgió el nombre de
8 En la Univ. de Alcalá de Henares. Publicada en Len-
guis para fines específicos ]/. Univ. de Alcalá de Henares, 1996,
pp. 11-21.
109
'meapilas', que el francés expresa por grenouille de
bénitier.
La pila de agua bendita nos lleva de la mano
para recordar ¡apila bautismalque, por su parte, dio
origen a 'nombre de pila', que el francés expresa
por nom de baptême, hoy cada día más en desuso en
beneficio de su parasinónimo/rára/tf.
En la cabecera de la iglesia está el altar mayor, en
el que se celebra la Santa Misa? Como fondo, en la
mayoría de las iglesias españolas, salvo en las de
construcción muy reciente, hay un retablo, término
no fácil de traducir a algunas lenguas. En los libros
de arte, al hacer algunas descripciones de una igle-
sia, se emplean muchas veces las expresiones lado
de la epístola' y lado del evangelio' para referirse a
la derecha y a la izquierda respectivamente miran-
do hacia el altar, por ser los lados del altar sobre
los que se colocaba el atril con el misalpara la lectu-
ra de la epístola primero y del evangelio después.
Con la nueva liturgia se va perdiendo esa idea, pe-
ro los libros de arte y las guías las siguen emplean-
do; y el traductor debe saber a qué se refieren una
y otra.
Como ya hemos advertido en otra ocasión, el
traductor ha de tener en cuenta que, a pesar de las
apariencias, el presbiterio español no se corresponde
hoy con el presbytère francés, que viene a equivaler a
nuestra 'casa rectoral'. Se trata de unos falsos ami-
gos, que han hecho tropezar a más de un traduc-
tor, alguno de notable categoría.
Lo mismo ocurre con la palabra española coro y
su correspondiente francesa choeur, como también
hemos puesto de relieve en otras ocasiones1". Uno
y otro término deben su origen a la palabra griega
Xopóc , a través del latín chorus, Sin embargo, el
choeur francés no se corresponde exactamente con
el 'coro' español sino más bien en muchas ocasio-
nes con nuestro 'presbiterio', ya que es la parte de
la iglesia que está delante o alrededor del altar ma-
yor, y en cuya sillería se sitúan los canónigos o los
otros eclesiásticos. En las iglesias españolas esta si-
llería suele estar situada o bien en el centro de la
9 Es llamado mayor porque también pueden existir los
altares laterales en los que también se solía celebrar la Santa
Misa en algunas ocasiones.
111 "Las notas del traductor. Reivindicación de su opor-
tunidad y conveniencia", en Lengua y Cultura, Actas de los
VII Encuentros Complutenses en torno a la traducción,
Madrid, Complutense, 1999.
110
catedral o bien a los pies de la iglesia sobre la
puerta de entrada.
Al introducirse la última reforma litúrgica, se
estableció la norma de que la homilía sea pronun-
ciada en el presbiterio, junto al altar. Y para evitar
la posibilidad de subir úpúlpiton parapronunciar el
sermón, se suprimieron no pocos pulpitos, algunos
de notable valor arquitectónico. De esta manera la
palabra 'pulpito' y en cierto modo también la pala-
bra 'sermón' entraban en vía de desaparición, lo
mismo que la 'pila de agua bendita' y otras varias.
Con esa reforma también ha desaparecido en la
mayoría de nuestras iglesias la figura tan simpática
del monaguilh que acompañaba al sacerdote en la
celebración de la misa. Y su desaparición está lle-
vando a un olvido de la palabra que la representa,
salvo en algunos casos como el del Pilar de Zara-
goza. Exista hoy o no exista el monaguillo, el tra-
ductor lo debe conocer, pues se lo puede encon-
trar en diferentes textos bajo la forma de enfant de
choeur en francés, de Chorknabe en alemán, o de co-
roinha en portugués, o de aerolito en italiano, lo
mismo que el inglés acolyte, y que el francés acolyte, y
naturalmente que el español acólito, del griego
(XKOÀOU0OÇ, (= el que acompaña), a través del
latín eclesiástico acolytus. Casi desaparecida la pala-
bra 'acólito' en su sentido eclesial de 'persona que
había recibido la orden menor del acolitado o sim-
plemente sinónimo de 'monaguillo', persiste viva
en su sentido metafórico de 'persona que de ma-
nera asidua acompaña a otra en actitud de adhe-
sión o más bien de subordinación'.
Aunque hoy desgraciadamente se prescinda de
las órdenes menores, las vamos a recordar porque
el traductor las debe conocer ya que puede encon-
trar su nombre en cualquier texto de cultura gene-
ral. Generalmente después de haber recibido la ton-
sura, son las siguientes: ostiario}1 lector, exorcista y acó-
lito. Eran previas a las órdenes mayores: subdiácono,
diácono y presbítero.
11 Recuérdese la palabra ambón empleada para designar
cada uno de los pulpitos situados a ambos lados del altar ma-
yor para cantar o leer la epístola y el evangelio.
12 De acuerdo con su etimología latina ostium (= puer-
ta), el ostiario era el encargado de abrir y cerrar la puerta de
la iglesia. El francés, dejando, la etimología sobre ostium, la
formó sobre la palabra francesa porte, que responde al latín
porta = puerta, y creó portier.
^ieronymus |
Por muy conocidas sus correspondencias en
las distintas lenguas que nos son más familiares,
nada diremos de obispo, arzobispo, cardenal y papa; y
tampoco de primado, obispo metropolitano, obispo resi-
dencial, obispo auxiliar, obispo sufragáneo, obispo in parti-
bus infideäum, abad, prelado doméstico, etc. Tan sólo
dejaremos constancia de que procede hablar de
consagración episcopal, resultando inadecuadas otras
terminologías por no corresponderse con la reali-
dad.
Una persona de mediana cultura, dentro de
nuestro ambiente cultural, y de manera especial un
traductor, debe conocer muy bien las distintas
prendas de cubrir la cabeza de los eclesiásticos,
desde el bonete y la teja del sacerdote hasta la tiara
del romano pontífice, pasando por el solideo, la mi-
tra episcopal'y el capelo cardenalicio.
Desde otro punto de vista, el traductor debe
saber qué es el fez y qué el turbante y qué el birrete
y qué representa cada una de estas prendas de cu-
brir la cabeza.
En relación con la mitra episcopal señalaremos
las dos cintas que cuelgan por su parte posterior.
De su nombre ínfulas procede nuestra expresión
"tener muchas ínfulas" (¡no 'ínsulas', como hemos
visto!) para significar 'ser presumido o vanidoso'.
Es una pena que el DRAE no recoja la expresión,
aunque sí señala el plural 'ínfulas' con el significado
figurado de 'presunción o vanidad'. La traducción
a las distintas lenguas ha de reflejar el auténtico
significado y el alcance de la expresión española.
En la inmensa mayoría de las iglesias católicas
suele haber imágenes, que representan santos a
quienes damos culto de dulía, pero no culto de latría,
que sólo se debe a Dios. Recordemos el término
hiperdulía para significar el culto especial a la Virgen
María. Culto de latría, culto de dulía y culto de hi-
perdulía son conceptos que el traductor debe co-
nocer y emplear adecuadamente.
El catecismo nos enseñaba muy bien que los
enemigos del alma son tres: el mundo, el demonio y la
carne; y que los pecados capitales son siete: soberbia,
avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.13 Y asi-
mismo nos enseñaba que las virtudes teologales son
tres: fe, esperanza y caridad;14 y que las cardinales
13 En francés: avance, colère, envie, giurmanâse, luxure, or-
gueil, paresse.
14 En fiancés: charité, espérance, foi.
son cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templan-
za.15 Pasaremos por alto los siete dones del Espíritu
Santo: sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia,
fortaleza, piedad y temor de Dios; y tampoco di-
remos nada de los frutos del Espíritu Santa, caridad,
paz, longanimidad, benignidad, fe, continencia, go-
zo, paciencia, bondad, mansedumbre, modestia y
castidad.
El traductor de obras literarias o doctrinales
puede creer o no creer; pero es evidente que nece-
sita un conocimiento básico, ya que a cada paso
aparecen estos conceptos en textos incluso de la
vida corriente en nuestras distintas lenguas.
Al ensalzar la belleza y la elegancia de la manti-
lla española, escribe Teófilo Gautier en el capítulo
VIII de su Voyage en Espagne que "con una manti-
lla, una mujer ha de ser más fea que las tres virtu-
des teologales para no parecer guapa." Resulta di-
fícil entender esta imagen tan poco afortunada de
Gautier, pues ni para él que, como él mismo dice
repetidamente, no tiene nada de espíritu volteria-
no, ni para nadie nada tienen de feo ni la fe, ni la
esperanza, ni la caridad, antes al contrario. Recor-
demos que en francés es en cambio normal la frase
laid comme les sept péchés capitaux.
Pasamos por alto las obras de misericordia así las
siete espirituales16 como las siete corporales.17
Tampoco decimos nada de las ocho bienaventuranzas;
y tampoco de los mandamientos de la Ley de Dios, ni
de los de ¿a Santa Madre Iglesia. Tan sólo recordare-
mos los siete sacramentos: bautismo, confirmación,
penitencia, comunión, extremaunción, orden y
matrimonio. Recordaremos la palabra viático en su
sentido religioso, cuando la empleamos para signi-
ficar la 'comunión' o 'eucaristía' que se administra
a un enfermo en peligro de muerte. Dejemos
15 En francés: murug,justice, prudence, tempérance.
16 La primera, enseñar al que no sabe. La segunda, dar
buen consejo al que lo ha menester. La tercera, corregir al
que yerra. La cuarta, perdonar las injurias. La quinta, con-
solar al triste. La sexta, sufrir con paciencia las adversidades
y flaquezas de nuestros prójimos. La séptima, rogar a Dios
por los vivos y por los muertos.
17 La primera, visitar a los enfermos. La segunda, dar de
comer al hambriento. La tercera, dar de beber al sediento.
La cuarta, vestir al desnudo. La quinta, dar posada al pere-
grino. La sexta, redimir al cautivo. La séptima, enterrar a los
muertos.
íeronymus (2<>mpliitensis
111
constancia del concepto y terminología renovación de
las promesas del bautismo.
Como decíamos en la conferencia en la Uni-
versidad de Alcalá de Henares a la que ya nos he-
mos referido, la terminología que se refiere a la re-
ligión católica ha experimentado desde hace algu-
nos años unos cambios, en ocasiones muy nota-
bles. La palabra misa, y la expresión santo sacrificio de
la misa están siendo reemplazadas no pocas veces
por liturgia de la palabra', que no puede servir para
designar la 'misa' católica, ni mucho menos. Y las
expresiones celebrar la misa o decir la misa (además de
'celebrar misa' y 'decir misa') son tendenciosa-
mente reemplazadas por 'presidir la eucaristía'. In-
cluso la bonita expresión cantar misa para expresar
'decir su primera misa' un sacerdote recién orde-
nado presbítero empieza a ser hoy desconocida.
Lo mismo que el sustantivo misacantano para desig-
nar al sacerdote que 'dice o canta su primera misa'.
La ignorancia en materia religiosa hace que se
diga (lo he oído varias veces por la radio y también
lo he leído en la prensa, incluso en periódicos que
se tienen por intelectuales) "un funeralen memo-
ria de un difunto". E\ funeral en una iglesia católica
se celebra 'por el alma de un difunto', o 'en sufra-
gio de un difunto', o 'por el eterno descanso de un
difunto'. Pero no se celebra una misa o un funeral
en memoria de un difunto, aunque naturalmente
su memoria esté presente y deba estarlo. En me-
moria de un difunto se hace un acto académico, o
se le dedica una sesión necrológica, o una confe-
rencia, o se le da el nombre a una calle, o se hace
cualquier otro homenaje. Pero la misa y el funeral
se dice o se celebra 'por su alma', 'en sufragio de su
alma' o 'por su eterno descanso'.
Se crea o no se crea, para una persona de me-
diana cultura y más en concreto para un traductor,
le es muy conveniente, por no decir necesario, po-
seer un buen conocimiento de los fundamentos de
la religión para así poderse expresar con corrección
y también, como decíamos antes, para compren-
der no pocas páginas de nuestra literatura y nume-
rosas obras de arte.
Asimismo es necesario un conocimiento bási-
co de los rudimentos de la mitología clásica, aun-
que no creamos en ella, para no quedar "como un
besugo en un Tedeum" ante algunos cuadros de
nuestros museos o al leer algunas páginas de cier-
tas obras literarias, así españolas como de otras
culturas europeas.
En relación con la eucaristía está la comunión. E
incluso cabe señalar que no sólo la comunión sa-
cramental, sino también la comunión espiritual,
cuando por la razón que sea, alguien que desea
comulgar no lo hace; limitándose a manifestar in-
teriormente ese deseo mediante alguna jaculatoria
o una plegaria cualquiera expresando ese deseo. Y
también está el sagrario; y el copón, y la custodia. Y
también la patena. Cabe recordar de paso las expre-
siones "limpio como una patena" y "reluciente
como una patena". Y penetrando más aún, cabe
también hablar de consagración y de transustanáaáón.
Y si hablamos de la transustanciación, obligado es
recordar las especies sacramentales, expresión con la
que en teología se designan los accidentes de olor,
color y sabor que quedan en el sacramento des-
pués de la transustanciación.
Recordemos también la palabra comulgatorio,
hoy en vía de desaparición al haber hecho desapa-
recer de la mayoría de las iglesias la barandilla ante
la que nos arrodillábamos en el momento de co-
mulgar.
Si del sacramento de la eucaristía pasamos al de
la confesión, nos encontramos con todo un vocabu-
lario que nos puede resultar más o menos familiar:
acto de contrición, acto de atrición, arrepentimiento, peniten-
cia, absolución, siglo sacramental, confesionario, etc.
Dentro de esta riquísima lengua en torno a la
religión cabría recordar todo el vocabulario que di-
ce relación con las oraciones, sin olvidar el rosario y el
ángelus y el regina coeli y las letanías. Y para los ecle-
siásticos y los religiosos: laudes, maitines, completas y
vísperas. Y naturalmente, no olvidaremos el breviario
que antes acompañaba siempre al sacerdote.
Hoy apenas se ve el traje talar. Muy pocas sota-
nas y muy raros los hábitos, al menos por la calle.
En algunos casos reemplazados por el clergyman o
ciernan, palabra que por cierto aún no figura en el
DRAE (edición de 1992). Además de recordar los
términos alzacuello, cogolk o cogulla (de los monjes),
cordón (de los franciscanos), y correa (de los agusti-
nos y de algunos monjes) entre otros, cabe traer
asimismo el recuerdo de las expresiones "colgar
los hábitos" y "colgar la sotana" que el francés ex-
presaba y en cierto modo sigue aún expresando
por se défivquer y jeter le froc aux orties. Por encima de
112 ^ieronymus |
la sotana llevaban los eclesiásticos la dulleta o el
manteo, prendas hoy prácticamente desaparecidas.
Así los monaguillos como en algunas ocasiones
los sacerdotes y otros eclesiásticos visten (o más
bien vestían) el roquete. El sacerdote, para la cele-
bración de la misa, se reviste con ornamentos li-
túrgicos y emplea algunas insignias litúrgicas.
Puesto el amito sobre la espalda y los hombros, se
coloca el alba, que se sujeta con el ángulo. Y encima
se pone la casulla, después de haber colgado del
cuello la estola y de haber colocado en el antebrazo
izquierdo el manípulo, que hoy prácticamente ya no
se usa. En algunas ocasiones, en lugar de la casulla,
el sacerdote se reviste con la capa pluvial.
Como podemos comprobar fácilmente, todo
un mundo de un léxico extremadamente rico, que
a veces nos puede resultar un tanto extraño, pero
del que no podemos prescindir, pues lo podemos
encontrar en cualquier texto literario y en no pocas
expresiones de uso realmente frecuente. Y además,
muchas veces, con un simbolismo especial en cada
caso. Simbolismo, por otra parte, que resulta muy
conveniente conocer para explicarnos algunas ex-
presiones y para comprender algunos textos.
Una de las confusiones más frecuentes, incluso
por parte de personas que gozan de prestigio inte-
lectual, es la que se refiere a los términos "nazare-
no" y "nazireo" o "nazareo". Nazareno es el natural
o habitante de Nazaret, en Galilea. ElNa^anno por
antonomasia se dice de Nuestro Señor Jesucristo
que, aunque nacido en Belén de Judá18, pasó los
treinta años de su vida oculta en Nazaret. En arte
se aplica el nombre de "nazareno" a la representa-
ción de Nuestro Señor con túnica morada. Tam-
bién se da este nombre a las personas que en las
procesiones de Semana Santa van vestidas con tú-
nica y capirucho o capirote. Cabe recordar que en
los primeros tiempos del cristianismo era relativa-
mente frecuente dar el nombre de "nazarenos" a
los cristianos y también procede señalar que este
mismo nombre se aplicó a una escuela de pintores
alemanes de principios del siglo XIX establecidos
en Roma y precursores de los prerrafaelistas ingle-
ses.
Na%rvo,x'} por su parte, (o nazareo o nazareno
como dice el DRA, y con él cuantos recogen la
palabra) se decía del asceta que hada voto, de or-
dinario temporal, de abstenerse de vino y de cual-
quier otra bebida alcohólica, renunciando incluso a
comer uva. Pueden leerse al respecto los versículos
1 a 21 del capítulo 6 del libro antiguotestamentario
de Números. En hebreo se decía T U , es decir
"consagrado (a Dios)". En griego se tradujo por
18 Para que se cumpliese lo que así estaba escrito (en
Miqueas 5,2): "Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo
eres la menor entre los príncipes de Judá; porque de ti sal-
drá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel". (San Mateo
2,6).
Dentro del vocabulario religioso convienen re-
cordar la palabray#tóí?o, de clara etimología hebrea:
!?1"P (- carnero; cuerno para anunciar la fiesta), a
través del latín eclesiástico jubilaeus. Jubileo, en la
terminología católica, se dice de la indulgencia ple-
naria concedida por el Papa con ocasión de alguna
conmemoración especial. En la terminología judía
se aplicaba a una solemnidad pública celebrada cada
cincuenta años. En el lenguaje corriente se dice hoy
de una fiesta celebrada con ocasión del cincuenta
aniversario de un acontecimiento, de una función o
de un cargo.
JUDAISMO
En esta palabra jubileo, como en otras muchas,
hallamos un entronque de la civilización religiosa
cristiana con la civilización religiosa judía, debido a
razones harto evidentes.
Como es natural, son muchos los conceptos
que, procedentes del Antiguo Testamento, son
comunes así al judaismo como al cristianismo. En
algunos casos conservan en las dos culturas el
mismo significado; en otros, en cambio, como en
éste de jubileo, con un significado particular en ca-
da una de las dos culturas religiosas. Unos pocos
han conservado el término de origen hebreo en la
cultura cristiana. Otros, los más, lo han reemplaza-
do por uno equivalente creado o bien recurriendo
a un helenismo o bien a un latinismo; y alguna vez
mediante una palabra propia de la lengua en la que
se va a emplear. Entre los muchos helenismos ca-
be recordar Pentateuco (del griego 7tevTCtTeux°Ç,
de Ttévte = cinco y t e û ^ o ç = volumen); Decálo-
go (del griego ÔeKCtÀOYOÇ, de ôéKCC = diez y
Aóyoc = palabra); salmo (del griego i|/aA.|ióc,
19 O "na2areo",o "nazareo", como dice el DRAE y
con. él todos cuantos recogen esta palabra.
^ieronymus
113
sustantivo formado sobre el verbo l|í ÓL X X O) = pul-
sar las cuerdas de un instrumento musical), éxodo
(del griego ë E, O à O Q = salida, de è £ = fuera de y
Ó Ô Ó ç = camino). Tabernáculo, en cambio, es pala-
bra de origen latino: tabernaculum2^. En la termino-
logía católica es empleado como sinónimo de 'sa-
grario' en su acepción de lugar donde se guarda el
Santísimo Sacramento. En el Antiguo Testamento
se dice del lugar en el que estaba depositada el Ar-
ca de la Alianza, también conocida con el nombre
de Arca de Dios y con el de Arca del Testamento,
y también con el de Arca del Pacto; en hebreo aran
ha-berit (TP~lin ")11N). En ella se guardaban las
tablas de la Ley. Hablando de Tabernáculo en el
Antiguo Testamento, procede recordar la fiesta de
los Tabernáculos o de las Cabañuelas, en la que se
conmemora el tiempo pasado por los israelitas en
el desierto en tiendas de campaña en su regreso de
Egipto a tierra de Canaán.
De origen antiguotestamentario es la bonita
palabra maná,2X que encontramos en locuciones del
estilo de "esperar como el maná".
En nuestras distintas lenguas ha adquirido carta
de naturaleza el hebraísmo Tora (miTl = ley,
norma, enseñanza), que nuestros diccionarios es-
pañoles consideran palabra llana (Tora^), aunque
entre los hebraístas suele considerarse aguda, de
acuerdo con su origen hebreo. La acentuación
aguda serviría además para distinguirla así del adje-
tivo femenino que aparece en 'hierba tora' como
del sustantivo 'tora' equivalente de 'toro de fuego'.
El término hebreo 'tora' es empleado, en un
sentido muy amplio, para designar el Antiguo
Testamento según el canon judío (con el que viene
a coincidir el protestante), pudiendo incluir ade-
más, según algunos, la llamada 'Ley oral'. En un
sentido más concreto se emplea para designar el
Pentateuco, de acuerdo con la denominación "To-
ra. Nebiim, Quetubim" (EPllTO D">N">13 DIITI =
Ley, Profetas, Escritos) aplicada a la división del
Antiguo Testamento en tres partes, que en con-
junto también es conocido entre los judíos por
Tanaj ("pTI, acrónimo formado con las tres inicia-
20 Diminutivo neutro del sustantivo femenino tabernil
(= habitación...).
21 De WiT\ TVO — ¿qué es eso?, que leemos en Éxodo
16,15.
les hebreas de Tora, Nebiim, Quetubim) acompaña-
das de vocalización "a" las dos primeras.
Estamos evidentemente metidos dentro de la
cultura religiosa judía, aunque en buena aparte
coincidente con la cristiana. Antes de seguir ade-
lante, procede recordar los términos sinónimos
"hebreo", "judío" e "israelita", a los que cabe aña-
dir con las debidas reservas el de "sionista".
Hebreo (de la palabra hebrea 'HIV) se dice del
miembro o descendiente del pueblo semita del
Oriente Medio cuya historia es narrada por la tradi-
ción bíblica del Antiguo Testamento.
Judío (del hebreo 'Hiy1 = de la tribu de Judá) se
aplica asimismo a los descendientes de Abraham,
desparramados por el mundo entero y más o me-
nos fieles a la religión y tradiciones hebreas.
Israelita o israelí (de ^NIVJP) se ha dicho asi-
mismo del perteneciente al pueblo hebreo o judío.
Hoy prefieren algunos esta denominación de 'israelí'
para evitar el matiz peyorativo que se atribuye no
pocas veces al término 'judío'.
Procede aclarar que después de la muerte de
Salomón el pueblo hebreo quedó dividido en dos
reinos: el de Judá al sur y el de Israel al norte. A la
tribu de Judá se adhirió la de Benjamín que se
mantuvo fiel a Roboam, rey de Judá. Las otras diez
tribus constituyeron el reino de Israel. El nombre
de Israel (tWÏVy*) había sido dado a Jacob después
de "luchar" con Dios en el vado de Jaboc, como
puede leerse en Génesis 32,29.
Sionista (del nombre propio hebreo "pQ) no
tiene connotaciones religiosas sino políticas, pues
se aplica hoy a los partidarios del establecimiento y
consolidación del estado judío en Palestina.
Por no tener relación directa con la cultura reli-
giosa, pasaremos por alto los términos de
"ghetto", "pogrom", "antisemitismo" y otros por
el estilo.
Como se ha puesto de moda en los medios de
comunicación social hablar de algunas fiestas y
solemnidades del calendario judío, haremos unas
breves indicaciones al respecto. Empezaremos con
la fiesta de rosh ba-shaná (ri3\yn VJ2O literalmente
= cabeza de año, es decir, comienzo del año), con
la que se inicia el año judío. Particular importancia
tiene e\jom kippur (~liQ DV — día del perdón o
día de la expiación), la fiesta más importante del
calendario judío. Ya hemos hecho alusión a la
fiesta de los Tabernáculos o de las Cabañuelas (en
114
íeronymus £omplutensis
hebreo sukot JTOO, plural de D2)D). Recordemos
que esta fiesta de los Tabernáculos es también co-
nocida con el helenismo de 'cenopegias' (de
OicnvoTtriYÍa, de OKrivq = tienda campaña).
Importante la fiesta de Pesa/ (PIDD) o Pascua, en
conmemoración del éxodo de Egipto a la Tierra
prometida. Y por fin, entre las mayores, Shavuot
(en hebreo myilVJ, de niDlVD VIVJ =siete se-
manas), o Pentecostés (del griego Tt6VCT|KOöTii
= quincuagésimo), en memoria de la ley recibida
por Moisés en el monte Sinaí, y que se celebra siete
semanas después de la Pascua, es decir en el quin-
cuagésimo día (Levítico 23,15-21).
De las fiestas menores recordaremos la janucá
( r O ^ n = consagración), para conmemorar la
restauración del Templo en el año 165 a. J.C.); y
también la de Purim (D'Hit)! para celebrar la salva-
ción de los judíos, gracias a la intervención de Es-
ter, que los libró de la persecución de Aman.
Aunque no se trata de fiestas religiosas, pero
como los poderosos medios de comunicación so-
cial judíos hacen grandes comentarios de ellas, ci-
taremos el Yom Hashoa o día del Holocausto y el
Yom Hatearon o día de los Caídos por Israel.
Al hacer la conmemoración de la pascua judía
procede recordar el pan á^imo (en hebreo ÍTIÜ)O:
Éxodo 13, 7) que debía tomarse en recuerdo de la
esclavitud en Egipto y cuya etimología la podemos
encontrar en la palabra griega Ct £l) (i. 0 Ç, de à pri-
vativa y Çu|ir| = levadura.
Una de las cosas que más llaman la atención
entre los signos exteriores de un judío devoto son
las filártenos22 o tefiänP que en el texto hebreo ma-
sorético (Éxodo 13, 16 y Deuteronomio 6, 8) son
denominados totajot (DDO1V3 = franjas frontales).
Estas filacterias hebreas o tefilin consisten en
dos minúsculos estuches de cuero sostenidos por
unas tiras asimismo de cuero. Dentro de cada es-
tuche se encuentran unos trozos diminutos de un
pergamino en los que aparecen escritos por un es-
criba o sofer algunos fragmentos del Pentateuco.
22 D e l plural n e u t r o latino phylartaeria, q u e cor responde
a o t ro plural neu t ro del griego (JjuAcciCCfipiOv, formado
sobre el verbo (JjuXáooo) = guerrear.
23 En hebreo postbíblico: l ^ Q H , que no ha de con-
fundirse con n'PQTl (= oración, plegaria), aunque respon-
dan ambas palabras a una misma familia, de la raíz t ! [ D
no de la raíz Í?!IJ ).
Una de las filacterias se coloca en la frente entre
los dos ojos; y la otra en el brazo izquierdo. A par-
tir de los trece años los varones tienen obligación
de llevarlas en la oración de la mañana y en otras
circunstancias, como se prescribe en Deuterono-
mio 6, 8. También han de figurar en las jambas de
las puertas de la casa y en los portales de la ciudad,
de acuerdo con lo prescrito en Deuteronomio 6, 9.
Un bonito dicho judeoespañol, correspon-
diente a nuestro "cara de beato y uñas de gato",
dice que "arrova pitas i besa mezuzás". Me%u%á es
una palabra hebrea (Dttfà = jamba) que aparece
en este texto de Deuteronomio 6, 9. En judeoes-
pañol pasó a significar el trozo de pergamino en el
que figuran los versículos 4-9 del capítulo 6 y los
versículos 12-20 del capítulo 11 del Deuteronomio
y que se coloca en las jambas de las puertas de la
vivienda. Besar la me%u%á es señal de devoción y
piedad. La 'pita', por su parte, es una especie de
dulce, al parecer de origen portugués, que los se-
fardíes orientales suelen tomar la víspera del sába-do. Esta paremia "arrova pitas i besa mezuzá" se
aplica al hipócrita que trata de aparentar piedad y
devoción besando la mezuzá, pero no se priva de
robar pitas la víspera del sábado por la noche.
Como es bien sabido, el Antiguo Testamento,
y en especial el Pentateuco, constituye el funda-
mento de la religión judía. En el transcurso de los
siglos las distintas escuelas rabínicas fueron ha-
ciendo sus comentarios a los diferentes textos bí-
blicos. Una primera recopilación de las enseñanzas
y doctrinas de los grandes maestros rabínicos, en
especial de los tanaítas?-*' fue llevada a cabo a finales
del siglo II y principios del III, y es conocida con
el nombre de mishná ÇrùUO).
Sin que se interrumpieran los comentarios a la
Ley, durante los siglos III al VI se fueron haciendo
además comentarios a distintos textos recogidos
en la 'mishná', formándose lo que se ha llamado la
guemará (pTfOiX). El conjunto de 'mishná' y 'guema-
rá' constituye lo que conocemos con el nombre de
Talmud ÇVMC&Ti). Prescindimos ahora de las ca-
racterísticas del llamado Talmud de Jerusalén y del
llamado Talmud de Babilonia.
^Èieronymus
24 El nombre de 'tanaítas' se da en general a los maes-
tros de la Ley judaica; y de manera especial a los que senta-
ron las bases del judaismo rabínico desde la época de Hillel
hasta la que corresponde a la redacción de la 'mishná'.
115
La parte de contenido jurídico y ritual del Tal-
mud recibe el nombre de halajá ojatakár, y en cam-
bio la parte anecdótica, el de bagada (man), nom-
bre con el que también se conoce el relato de la sa-
lida de Egipto, que constituye la parte esencial de
la ceremonia de la primera noche del séder (TÍO)
de Pascua.
Se da el nombre de midrash (en hebreo \y~)"ÎXD;
de \y~)*T = investigar) al método de interpretación
de la Tora, ampliándose el concepto hasta com-
prender la literatura rabínica más importante de los
catorce primeros siglos de la era cristiana. Suele
distinguirse entre 'midrash hagádico', el que recoge
aspectos narrativos y homiléticos, y el 'midrash
halájico', el que atiende principalmente a los as-
pectos jurídicos o legales.
Una advertencia superflua, si no fuera porque
en una ocasión hemos visto la lamentable confu-
sión entre el concepto de Talmud y el de Targum.
Ha quedado claro lo que es el Talmud. Veamos
ahora qué es el Targum. Targum^ (Dl̂ HTl) se dice
en primer lugar de la lengua aramea hablada por el
pueblo en la antigua Palestina; y también de la tra-
ducción de la Biblia en esta lengua. En este sentido
se emplea a veces el plural Targumim. Estas versio-
nes antiguotestamentarias al arameo fueron en un
principio orales dentro de la sinagoga para que los
fieles pudieran comprender el texto que en hebreo
ya no les era accesible. Luego se fijaron por escrito,
y se les consagró el nombre de Targumim en plu-
ral o el de Targum en singular.
Es tal el respeto debido al texto sagrado que,
una vez en desuso por cualquier causa, los docu-
mentos que lo contenían eran depositados en una
pieza de la sinagoga. Lo mismo ocurría con cual-
quier texto en el que apareciera el nombre de Dios.
Esa pieza recibe el nombre de gueni^á (DfOà). De
esa pieza eran sacados después de un cierto tiempo
para ser enterrados en tierra sagrada preservándo-
los así de toda profanación. Esta costumbre ha se-
guido viva en las comunidades sefardíes en cuyas
sinagogas hay un armario para que cualquiera pue-
da depositar en él los textos sagrados inservibles.
Cada año se llevan de allí en procesión hasta el
cementerio con acompañamiento de música y
cánticos. Merece la pena recordar que a mediados
del siglo XIX en los restos de una antigua sinagoga
25 De la raíz cuadrilítera caldea DVOT = traducir.
de El Cairo apareció una 'guenizá' llena de docu-
mentos de una importancia extraordinaria. Entre
ellos, textos del Eclesiástico en hebreo que llegan a
representar unos dos tercios del total; algunos
fragmentos de la traducción griega de A quila y un
fragmento correspondiente a un trozo del salmo
22 de las Hexaplas de Orígenes con sus seis co-
lumnas.
Como es bien sabido, la sinagoga constituye el
lugar del culto público judío. Desde el punto de
vista filológico, se trata de un helenismo:
O U V a y to y TÍ ,2íl que se corresponde con la termi-
nología hebrea bet ha kenéset (TIO3Dn TP1).
La tribuna desde la que se leen los textos sa-
grados y se dirigen los cantos es conocida con el
nombre de birria, aunque también se le da el de tei-
vá, y entre los sefardíes, el de almemor.
El libro de oraciones es conocido con el nom-
bre de sidur pHD). Como señal de respeto, du-
rante los oficios religiosos de la mañana en la sina-
goga los fieles cubren la cabeza y los hombros con
un chai llamado talet o talit (rP>>O). Cada oración
suele terminar con la palabra hebrea amén QXDN); y
el ritual hebreo recomienda hacer entonces una li-
gera inclinación de cabeza en señal de respeto. Al-
gunos, sin embargo, hacen una inclinación tan
profunda que, al repetirse después de cada oración,
puede dar lugar a que el 'talet' se desplace de un si-
tio, corriendo peligro de caerse.
En esta observación está el origen del dicho
judeoespañol "tanto dice amén que le cayó el ta-
let",27 con el que se critica a quien exagera en sus
reverencias o en sus maneras.
Además de esta palabra 'talet' conviene recor-
dar el efod (TIQN), consistente en una vestidura de
lino fino, corta y sin mangas, que se ponía el ofi-
ciante israelita sobre todas las demás cubriéndole
principalmente la espalda.
La organización del culto ha corrido tradicio-
nalmente a cargo de los descendientes de la tribu
de Leví, que por eso mismo son conocidos con el
nombre de levitas. Los responsables de la función
sacerdotal, que evidentemente son de la tribu de
Leví, reciben el nombre de cohanim (D'Oí'O), plural
de cohén Qí~D = sacerdote.).
26 D e O U V á Y W = reunir , congregar .
27 También se dice: "Amén, amén, nos cayó el talet".
116 ^jieronymus |
El título de rabino (del hebreo ^ T = maestro
mío) se da al maestro hebreo responsable de expli-
car el texto sagrado.
Para su lectura en la sinagoga, el texto bíblico
hebreo ha sido tradicionalmente escrito sobre per-
gamino formando unas anchas tiras, horizontal-
mente muy largas, enrolladas por cada uno de sus
extremos a sendas varillas para poder así acceder
con facilidad al pasaje que proceda. Este rollo es
llamado en hebreo meguilá {Tt^ytí).
De una manera especial se habla de los anco ro-
llos, en hebreo jamesb meguilot (TH^DD VtoD) para
designar los cinco rollos especiales que se leen, se
cantan y se comentan de manera especial en de-
terminadas épocas del calendario litúrgico hebreo:
el Cantar de los Cantares en Pascua, el libro de Rut
en Pentecostés, Lamentaciones el 9 del mes de av
(conmemoración de la destrucción del primer
Templo el año 586), Edesiastés o Koelet en Pente-
costés, y el libro de Ester en Purim.
Se da, por fin, el nombre de meguilá a un trata-
do de la 'mishná' que se ocupa de la lectura litúrgi-
ca de las cinco 'meguilot'.
Cabría, como es natural, seguir aportando tér-
minos en relación con la cultura religiosa judía. Pe-
ro, dada la natural limitación de tiempo, es necesa-
rio pasar ya a considerar los que dicen relación con
la religión musulmana. Pero antes haremos una
breve alusión a los lázaros', ya que en una nota de
traductor captamos hace ya algún tiempo un evi-
dente desliz al tratar de identificarlos con los 'cata-
ros.
Los Mácanos pertenecían a una tribu de origen
probablemente turco que en el siglo VIII llegó a
constituir un reino en la península de Crimea
adoptando el judaismo como religión oficial y que
perduró hasta 1237 en que desapareció como con-
secuencia de la invasión tártara.
Con el nombre de cáiarvs,28 en cambio, como
es bien sabido, son conocidos los adeptos a unas
sectas cristianas que, durante los siglos XI y XII
principalmente, defendían la existencia de dos
principios igualmente eternos, el Bien y el Mal, y
propugnaban una extremada sencillez y una pureza
puritana en las costumbres. Tuvieron gran impor-
28 Del griego Ka8a p Ó ç = puro, limpio.
^[ieronymus
tanda en Francia donde a un gran sector de ellos
se le dio el nombre de albigenses.29
Por otra parte, no cabe hablar en España de
cultura religiosa judía sin atar al menos la curiosa
palabra marrano para designar al judío converso,
sobre todo cuando su conversión era sólo apa-
rente. Cabe pensar que al prindpio fue aplicada sin
intendón despectiva alguna. Imposible detenernos
ahora a discutir acerca del polémico origen de esta
palabra. Señalaremos tan sólo que posiblemente se
ha produddo un cruce entre un aramdsmo marán
ÖÄ?°(NT1M y\Y2 = Señor nuestro, ven) y un ara-
bismo maharana (ï-»>a-o = prohibidón; más bien
que muharama: i-.^^., femenino: ï-._>a-» = prohi-
bido), aplicada a la carne de cerdo.32
En modo alguno cabe hablar de cultura religio-
sa judía sin recordar el concepto de la Cabala. D d
hebreo TÓZp = tradidón. Se dice, en primer lu-
gar, de una interpretadón mística de la Biblia he-
brea por parte de comentaristas judíos, verdaderos
ascetas al prindpio, que se preparaban con ayunos
prolongados, baños de agua helada en pleno in-
vierno, flageladones y otros sacrifidos encamina-
dos a conseguir una pureza de espíritu que permi-
tiera profundizar más íntimamente en el texto sa-
grado. Cada palabra, cada sílaba, cada letra de la
Tora enderra, según ellos, un secreto que sólo es
revelado a los iniciados. Con el tiempo se rue for-
mando una doctrina esotérica en torno a interpre-
tadones extrañas dd texto basadas en dendas
ocultas y que sólo eran accesibles para los iniciados
y para los adeptos a la secta. La obra prindpal de la
Cabala la constituye d Zohar (IHii), recopiladón
en d siglo XIII por granadino Moisés de León de
las doctrinas y enseñanzas de Simón ben Yohay,
rabino dd siglo II, en torno a los pasajes más OS-
S'De la dudad de Albi.
30 Que recoge San Pablo en I Corintios 16, 22:
u a pG< S2B en el texto griego. "Si alguno no ama al Se-
ñor, sea anatema; marán ata." Esta expresión "Señor nues-
tro, ven" es análoga a la que leemos al terminar el Apocalip-
sis (22, 20): "Ven, Señor Jesús". Esta venida se refiere al se-
gundo advenimiento del Señor. Creen algunos autores que
estas palabras podrían constituir una advertencia amenazando
con la venida y juicio del Señor.
31 En relación con la raíz trilitera de la que procede el
sustantivo harén.
32 En algunas zonas de Andalucía se da el nombre de
mabarana al tocino fresco.
117
euros de la Biblia hebrea. Aunque menos impor-
tancia que el Zohar, cabe recordar también como
obras importantes de la Cabala el Séfer Hassidim (=
libro de los piadosos) de Yehudá ha-Hassid, de
principios del siglo XIII, en Alemania, y el Masechet
atqilut ( = Tratado de la emanación), de Jacob ha-
Nazir, de principios del siglo XII, en Provenza.
ISLAMISMO
En el título de nuestra conferencia aparece el
sustantivo islamismo. Podría haber sido reemplaza-
do por el de 'Islam'; o también por 'religión mu-
sulmana', o por 'religión mahometana'.
El Islam o islamismo es la religión predicada a
principios del siglo VII por Mahoma en Arabia, y
cuyo fundamento y doctrina se halla en el Corán.
Por el hecho de haber sido predicada por Mahoma
recibe el nombre de mahometismo y también el de
'religión mahometana'; y sus creyentes y fieles el de
'mahometanos'. También se les conoce por el
nombre de musulmanes, de acuerdo con la palabra
árabe muslim (fiQ> — fiel, creyente; plural: musli-
min). De ahí, el nombre de 'religión musulmana'. Y
así se habla también de culto musulmán, de calen-
dario musulmán, de dignatarios musulmanes, de
arte musulmán, de un musulmán integrista, de un
musulmán ortodoxo, de un musulmán suní o su-
nita, de un musulmán chií o chiita, etc.
Otras veces se oye hablar de ley islámica, de
derecho islámico, de costumbres islámicas, de es-
tudios islámicos; y también, en no pocas ocasio-
nes, de radicalismo islámico o de fundamentalismo
islámico. Otras veces, en lugar de 'islámico', se dice
'islamista'. Recordaremos, por otra parte, que so-
bre el sustantivo Islam también se ha creado el
verbo 'islamizar', y sobre éste el sustantivo 'islami-
zación'.
Ya que hemos recordado la terminología 'arte
musulmán', haremos una observación respecto a
'arte mozárabe' y a 'arte mudejar' para dejar las co-
sas muy claras y evitar algunos deslices de los que
hemos sido testigos.
Por 'arte mozárabe' se entiende el arte cristiano
medieval español (en los siglos IX y X principal-
mente) que emplea formas y técnicas árabes. Siglos
más tarde (XII-XV) se desarrolla, asimismo prin-
cipalmente en España, el llamado 'arte mudejar',
118
caracterizado por la compaginación de elementos
del arte cristiano con el empleo de otros propios
de la ornamentación árabe.
Recordemos a este respecto que el nombre de
mozárabe ( U J ^ Q . = arabizado) se aplica al cristia-
no que vivía en Al Andalus, es decir en la España
musulmana, pero practicando la religión cristiana;
y que mudejar {¿y*.¿-* = tributario),33 en cambio, se
deda del musulmán que seguía viviendo en territo-
rio cristiano después de haber sido reconquistado
a los musulmanes el territorio.
También se habla de rito mozárabe, un rito
plenamente hispánico que en tiempos de Alfonso
VI fue reemplazado por el romano, conservándo-
se tan sólo en algunos casos en Toledo, Salamanca
y Zamora.
Dejemos constancia de que el nombre de moris-
cos se aplicó a los musulmanes que en la España
medieval quedaron en territorio reconquistado por
los cristianos aceptando el bautismo34. Respecto a
este nombre de 'morisco' conviene advertir que no
ha de confundirse con el francés moresque o maures-
que, que puede ser o bien un sustantivo femenino
aplicado a una mujer mora o bien un adjetivo que
se aplica a lo que dice relación con el arte de los
moros, sobre todo los de España. Y así un palais
mauresque es "un palacio moro". Conviene advertir
asimismo que, según el DRAE, "morisco" se decía
en Méjico del descendiente de mulato y europea o
de mulata y europeo.
Recordemos que Islam se identifica corriente-
mente con el mundo musulmán; y es correcto. Pe-
ro advirtamos que con harta frecuencia también se
identifican los conceptos de árabe e Islam, cosa
plenamente equivocada, ya que por una parte mu-
chos musulmanes no son árabes, como es el caso
de los turcos y de los persas, entre otros; y por
otra, no pocos árabes no son musulmanes. Tam-
bién se identifica a veces musulmán o árabe con
moro o con sarraceno. Moro, en principio, es el
habitante de la antigua "Mauretania", región del
33 Puede sorprender el significado de "tributario" co-
rrespondiente a esta etimología árabe de "mudejar". Pero,
en efecto, esos musulmanes en territorio cristiano deberían
al principio un tributo a sus nuevos soberanos. Cabe, sin
embargo, pensar también en una etimología que corres-
pondería a "practicante".
34 Fueron expulsados a partir de 1609.
^jieronymus |
norte de África. En la Edad Media se aplicó a los
musulmanes invasores de España. Mauritano, por
su parte, es hoy el habitante de Mauritania. En
cuanto a sarraceno (de ô^i_^i, plural de ¿ i ^ i =
oriental) recordemos que en principio sería el ára-
be oriental, oriundo de la Arabia Feliz, aunque más
tarde, ya en la Edad Media, se aplicó a veces a los
musulmanes de África del Norte y de España.
Por umma (¡ü = pueblo) se entiende una co-
munidad religiosa, en principio musulmana, aun-
que cabe también emplear el término para una
comunidad religiosa de cristianos o de judíos. Algo
parecido ocurre con la palabra aljama (î«-i.~ II =
grupo, reunión), que se dice en principio de una
comunidad mahometana, aunque a veces también
se aplica abusivamente para designar el barrio judío;
y de ahí que se emplee también como sinónimo de
mezquita en unos casos y de sinagoga en otros.
La religión islámica, musulmana o mahometa-
na está basada en las predicaciones de Mahoma y
tiene su código, a la vez religioso y jurídico, en el
Corán, libro sagrado, el l ibro por excelencia (a¿-
kitaB) para los musulmanes, un libro revelado cu-
yos textos son palabra de Dios, increadas, y trans-
mitidas porel arcángel Gabriel (Yibrail) a Maho-
ma. En vida aún del Profeta, gran parte de estas
revelaciones fueron escritas sobre omóplatos de
camellos o sobre pieles, empleando un alfabeto ar-
caico, lo cual dio lugar a diferentes lecturas hasta
que con el tiempo se intentó una fijación del texto
en 114 suras (o capítulos) clasificadas en orden de
su extensión decreciente, a excepción de la primera
llamada al-fatija (ï-a.jLàJI = la que abre, es decir "la
preliminar").35 Cada sura (»_»>*) comprende un
cierto número de aleyas, (¡Lf(jí)) es decir de versí-
culos.
Entre los grandes comentadores del Corán ca-
be recordar al-Tabari (h. 838-923), con su Y ami' al
Boyan o Tafsir, y sobre todo el persa al-Baydawi, del
35 Dice así esta primera sura: "En el nombre de Dios, el
Clemente, el Misericordioso. La alabanza de Dios, Señor de
los mundos. El Clemente, el Misericordioso, rey del día del
Juicio. Te adoramos y te pedimos ayuda. Condúcenos por
el camino recto, el camino de aquellos a quienes has favore-
cido y que no son objeto de tu enojo y que no están extra-
viados"
siglo XIII, con su famoso Anwar al-tan^l wa asrar
al-tawil.
La profesión de fe musulmana queda expresa-
da y perfectamente definida en la fórmula que dice:
"No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su pro-
feta".
Alá, el Dios de los musulmanes, es un Dios
único y eterno, sin principio ni fin, un ser trans-
cendental y omnipresente. Este concepto, funda-
mental en la religión mahometana, aparece una y
otra vez y es expresado de manera inequívoca en la
famosa sura 112 con estas palabras: "Di: Él es
Dios, es único. El solo. No ha engendrado, ni ha
sido engendrado. Y no tiene a nadie por igual." Su
eternidad es expresada con las palabras "Todo pe-
rece, salvo su rostro"; su transcendencia, con éstas
otras: "No hay nada parecido a Él"; y su voluntad
soberana con éstas otras: "A Él no se le piden ra-
zones de lo que hace".
Muy revelador el caso del verbo árabe ¿IS que
en el Corán es empleado con valor simultáneo de
pasado, de presente y de futuro, cuando refirién-
dose a Dios significa que "es", "ha sido" y "será".
El tiempo no afecta en modo alguno a la existencia
de Dios, que es eterno, sin principio ni fin, y en
cuya existencia no hay ni pasado ni futuro ya que
es omnitemporal.
Todo esto está en cierto modo en muy íntima
relación con el "Yo soy el que soy" del Antiguo
Testamento (Éxodo 3, 14), palabras con las que
Dios se define a sí mismo, al responder a Moisés
que le ha preguntado qué dirá a los israelitas cuan-
do le pregunten cuál es el nombre del "Dios de sus
padres que le envía a ellos". Es el PPDN ~I\£)N
¡"PDN del hebreo masorético, que en los Setenta
aparece magistralmente traducido por é y (b e i |i i
Ó & V, y en la Vulgata por "ego sum qui sum".
El Corán está redactado en un árabe muy bello,
"prueba de su inspiración divina", según dicen los
más ortodoxos. Por reverencia al texto sagrado no
se hicieron traducciones hasta ya entrado el siglo
XX, en 1920.36 En principio debían ser hechas por
musulmanes y no son válidas para la oración. Es
tal el respeto debido al Corán que las ofensas con-
tra él deben ser castigadas con la pena de muerte.
^Kieronymus
36 En cuanto a las españolas señalaremos la de Juan
Vernet y la de Julio Cortés.
119
La doctrina contenida en el Corán se comple-
menta con la shari'a, es decir con el conjunto de
hadices o narraciones, usos y costumbres atribuidos
al Profeta y a sus compañeros y que fueron trans-
mitidos oralmente hasta su fijación por escrito,
constituyendo la segunda fuente de la sunna (l\ .nil),
es decir el conjunto de doctrinas y normas de con-
ducta del musulmán. A diferencia de los musul-
manes chutas (u.»¿-à) que basaron sus tradiciones
en Ali y en sus imanes, los musulmanes ortodoxos
conocidos con el nombre de sunnitas, siguen fieles
a la tradición. Cabe recordar los cuatro ritos jurídi-
cos religiosos que más se distinguieron entre los
sunnitas: la escuela malikí,37 la escuela hanifí,38 la
escuela shafií39 y la escuela hanbalí.40
Frente a la ortodoxia sunnita surge por un lado
la oposición doctrinal de los mutasjlíes y por otro la
política de los chutas, dos movimientos o corrientes
de los que conviene tener idea clara y precisa.
A pesar de representar una corriente de notable
importancia en el islam, curiosamente el término
'mutazilí' no suele figurar en la mayoría de los dic-
cionarios de civilización musulmana, como tam-
poco aparece el término 'asan'.
Frente a la firme voluntad de los asarles de
exaltar la omnipotencia de Dios y su absoluta li-
bertad, actitud que los lleva a un cierto 'ocasiona-
lismo' incipiente, los mutanjlíes, fundados por el as-
ceta Wasil Ibn 'ta (muerto el año 748), además de
proclamar la razón Çaql) como fuente de conoci-
miento religioso y de defender que las letras y los
sonidos del texto del Corán fueron creados (y no
"increados"), sostienen que el hombre es libre en
sus actos y que por consiguiente la justicia divina
ha de premiar a quien obre rectamente y castigar a
quien obre mal. Para los ortodoxos la falta de
Adán no recae sobre su posteridad, y por consi-
guiente no existe pecado original ni tampoco de-
gradación de la naturaleza humana.
37 Fundada el año 767 por el imán Malik ibn Anas. Es
hoy minoritaria.
38 Fundada el año 767 por Abu Hanifâ. Es la más libe-
ral.
39 Fundada el año 820 por el teólogo al-Shafi'í. Se ex-
tendió principalmente po r Arabia y Egipto.
40 Fundada el año 855 por el doctor Ibn Hanbal en
Bagdad. Es la más rígida. Con gran influencia actualmente
en Arabia Saudi
Cabe recordar la adhesión del califa abasida
Mamún a esta teoría que la impuso en 833 como
artículo de fe, persiguiendo con dureza a sus oposi-
tores hasta la llegada al poder de Mutawakkil que se
valió de los teólogos ortodoxos y de los mercenarios
turcos para combatir lo mismo a los mutazilíes que
a los místicos.
Decíamos hace un momento que, frente a la
ortodoxia sunnita, surgió por un lado la oposición
doctrinal de los mutazilíes; y por otro la política de
los chutas.
Por una serie de razones es relativamente fre-
cuente oír hablar de chüsmo. Los distintos medios
de comunicación social hablan de los chutas, aun-
que con una notable imprecisión, cuando no con
una equivocada o errónea idea de lo que ha sido y
es el chiismo. Se trata de un movimiento político
religioso musulmán nacido ya en los primeros
tiempos del Islam, a finales del siglo VIL Su nom-
bre deriva de shi'atA.h\ es decir "partidario de Ali".
Se trata del mayor cisma dentro del Islam
frente a la mayoría sunnita. Aunque sólo repre-
senta un diez por ciento aproximadamente de los
musulmanes, son hoy unos cuarenta millones y
ejercen una notable influencia principalmente en
Irán y también en Iraq. En principio fue un mo-
vimiento político que cuestionaba la legalidad de la
sucesión del Profeta en la persona de Abu Bakr,
Omar y Otmán, en detrimento de Ali ibn Abu Ta-
lib, primo e hijo adoptivo de Mahoma, y además
también yerno suyo por su matrimonio con Fáti-
ma, hija del Profeta. Los chiitas, o partidarios de
Ali, sostenían que el califa no debía asumir el po-
der temporal como pretendían los sunnitas, sino
que debía limitar su misión a la de imán con un
poder carismático y que esa misión correspondía
por pleno derecho a Ali y a su familia.
Este movimiento político religioso tuvo buena
aceptación en Persia que así veía una manera de
reaccionar contra el dominio árabe de los Omeyas.
Muy pronto se dividió en gran número de sectas,
distinguiéndose como la más extremista la de los
isma'ilíes, que se hizo notar por defender la existen-
cia de un sentido esotérico del Corán que sólo era
comunicado a los mejor preparados.
El misticismo musulmán, de particular impor-
tancia en el siglo VIII, es generalmente conocido
con el nombre de sufismo, término en el que algún
autor ha creído ver un helenismo en relación con
120 ^[ieronymus |
oocj joç (= sabio), aunque en realidad su nombre
está en relación muy clara con la palabra árabe
t íi ->^o con la que se designa a la persona que viste
ropa de lana ( J j^ = lana). También llamados fu-
qara, es decir "pobres"; son asimismo conocidos
en árabe con el nombre de tassawwuf. Preconizaron
una interpretación alegórica del Corán, al mismo
tiempo que rechazaban la razón en provecho de la
intuición. Los sunnitas toleraron el sufismo mode-
rado, pero se oponían frontalmente al más exalta-
do.
En los primeros tiempos del Islam tenemos ya
representadas las distintas corrientes, así la tradi-
cionalista como la racionalista y también el misti-
cismo. Cabe señalar que uno de las más grandes
pensadores del Islam, Ghazali (muerto en 1111),
se esforzó por conciliar estas tres corrientes.
Como en un manual de historia francés hemos
visto confundidos los términos soufi y süßte, ad-
vertiremos que "sufete" (en francés suffète) nada
tiene que ver con el mundo musulmán, sino que
se dice de cada uno de los dos magistrados su-
premos de la antigua Cartago, y posiblemente
también de algunas otras colonias fenicias.
No dejaremos de recordar que con el nombre
de marabuto o morabito (JaJj-* = ermitaño) se de-
signa al anacoreta o ermitaño musulmán y su er-
mita, que una vez muerto, suele convertirse en lu-
gar de peregrinación menor. N o estará de más se-
ñalar respecto a la traducción que en el francés del
Magreb se aplica el nombre de marabout a un mu-
sulmán sabio y respetado; pero también al brujo o
hechicero, habiéndose incluso creado el verbo ma-
rabouter como sinónimo de 'hechizar'.
N o olvidaremos el faquir (¿¿ü = pobre), que
se dice del mahometano asceta que renuncia a los
bienes materiales viviendo de limosna. Palabra ésta
que en modo alguno se ha de confundir con alfa-
quí ( Í ^ Ü J ) = docto) ofaquí, que se dice del doctor
o maestro se la Ley entre los mahometanos.
Cinco son los "pilares de la religión" (arkan ad-
din) que obligan a todo musulmán que no esté im-
pedido a cumplirlos: a. la profesión de fe; b. la
oración ritual; c. el ayuno del ramadan; d. la limos-
na legal; e. la peregrinación a La Meca.
a) La profesión de fe. Manifestada en el principio
"No hay más Dios que Alá y Mahoma es su pro-
feta". N o se limita a la simple aceptación de ciertas
creencias, sino que implica además una conducta
de acuerdo con ellas.
b) La oración ritual. Minuciosa y detalladamente
ordenada. Se trata tan sólo de un acto de alabanza
y de adoración, y como tal no supone idea alguna
de súplica ni tampoco de un lazo entre el hombre
y Dios.
£•) El ayuno del ramadán. Quedan dispensados,
bajo ciertas condiciones, los enfermos y los que
están de viaje. Empieza con la aparición de la luna
nueva. Obliga desde la salida del sol hasta su
puesta. Durante ese tiempo queda absolutamente
prohibido procurarse cualquier placer corporal:
comer, beber, fumar, tener relaciones sexuales. De
noche estas prohibiciones quedan en suspenso; y
de acuerdo con la aleya 183 de la sura 2, se puede
comer y beber "hasta que aparezca distinto el hilo
blanco del negro en la aurora".
d) La limosna legal (o ^akaí). Con el fin de puri-
ficar la posesión de los bienes materiales. Esta
prescripción legal es distinta de la limosna volunta-
ria o sadaqa (Corán 9, 60). La limosna legal viene a
ser en cierto modo como nuestro antiguo precepto
de "diezmos y primicias".
e) La peregrinaáón. T o d o m u s u l m á n que bue-
namente pueda hacerlo está obligado a peregrinar
al m e n o s u n a vez en su vida a La Meca (Corán 2,
153, 192-193; 3 , 9 1 ; etc.). U n a vez en La Meca y
antes de empezar a tomar parte en todo el ritual
establecido al respecto, el peregrino exclama la-
bbaika allhumma labbaika (= heme aquí, oh Dios
mío, heme aquí).
Antes de regresar a su lugar de residencia, al-
gunos peregrinos van a Medina para visitar la
tumba del Profeta; y algunos acuden hasta la terce-
ra ciudad santa del Islam, Jerusalén, para visitar allí
la qubbat as-sajra (— la cúpula de la roca).
A pesar de la creencia tan extendida de que la
guerra santa (chibad) constituye un deber y una
obligación de todo musulmán capaz de participar
en ella, no se trata de un deber ni de una obliga-
ción formal, sino de un acto 'solidario'.
La Meca, segunda ciudad hoy de la Arabia Sau-
dita, es la capital religiosa del Islam, situada al sur
de Medina. Cuna de Mahoma, es el centro de pe-
regrinación obligada para todo musulmán que
pueda hacerla. Muchos peregrinos llegan por mar
ieronymus
121
al cercano puerto de Djeddah, y de allí acuden por
carretera a La Meca. Durante mucho tiempo, La
Meca fue una ciudad prohibida para los no mu-
sulmanes.41
En el centro de la gran mezquita de La Meca
se encuentra la Ka'ba, edificio que suelen decir cú-
bico, aunque realmente no lo es, pues tiene diez
metros de ancho por doce de largo y quince de
altura, rodeado por una especie de acera de losas
(por la que se dan siete vueltas alrededor de la
Ka'ba) y recubierto con un gran velo de brocado
negro que se renueva cada año después de las
grandes peregrinaciones. En el ángulo oriental está
colocada la famosa piedra negra. Aunque el edificio
actual data del siglo VII. su origen, según el Corán,
está en relación con el patriarca Abraham.
Todo el territorio de La Meca es recinto sagra-
do y está absolutamente prohibido entrar en él sin
haber cumplido previamente unos rituales de puri-
ficación como son las abluciones y el aseo, inclui-
do el afeitado.
Recordemos que al peregrino musulmán y por
extensión también a su vestidura se les da el nom-
bre de ijram (¡»!j-=J); y el de hadjiû que ha cumpli-
do con el precepto de peregrinar a La Meca.
Señalábamos que uno de los pilares o colum-
nas de la religión musulmana es la oración. La
oración pública colectiva se hace en la mezquita
(y? = adoratorio);en francés mosquee.
El almuecín o muecín o almuédano (¿Jj^JI) con-
voca al pueblo en voz alta desde el alminar (SjL^JI)
o minarete2 para que acuda a la oración. Advirta-
mos que no ha de confundirse el 'alminar' ('= torre
de la mezquita, generalmente elevada y no gruesa)
con el almimbar (_>./. A\ — lugar elevado), nombre
con el que se designa el pulpito de la mezquita
desde el que los viernes se hace la predicación o
jutba durante la oración del mediodía43. El imán o
es el encargado de dirigir la oración.imam
Conviene tener presente que el título de imán no
41 En el siglo XIX consiguieron visitarla los viajeros
occidentales Buckhardt y Burton.
42 La palabra auténticamente española es "alminar". La
palabra "minarete" no deja de ser un galicismo.
43 En Marruecos, el predicador encargado de dirigir la
oración del viernes y de pronunciar el sennón suele ser co-
nocido con el nombre dejátib (y;1--)
sólo se da al que dirige la oración en la mezquita
sino también al jefe o director de una comunidad
musulmana. Pero además, el título de imán fue
dado como honorífico a algunos teólogos de gran
presagio, como Algazel. Los chutas, por su parte,
dan el nombre de imán a su dirigente ('el imán
oculto'), y sostienen su descendencia directa de
Mahoma a través de Fátima, casada con Ali íbn
Abu Talib.4"
Volviendo a la oración en la mezquita, recor-
daremos el mihrab (<_>I_,_!>_<.), hornacina o nicho en
el muro señalando la dirección (o quiblá) de La
Meca para que los fieles dirijan hacia allí sus ora-
ciones.
La recitación de la primera sura del Corán, co-
nocida con el nombre de fatija (L=^LsJI = la que
abre) es efectuada por el buen musulmán en repe-
tidas ocasiones.
Para enriquecer un poco más nuestra termi-
nología en relación con el Islam digamos muy
brevemente qué representa un jeque y qué un
mufti y qué un ulema; quiénes eran los jenízaros;
qué es un califa, y qué un sultán; quiénes son los
omeyas y quiénes los abbasíes; qué es la iizya, qué
el karardj y qué el hadd; quiénes son los Herma-
nos musulmanes v quiénes son los talibanes. Y ter-
minemos luego con unas fórmulas muy propias del
Islam.
jeque (¿^-í = viejo) representa un título de res-
peto que se da a un primogénito mayor de cin-
cuenta años jefe de una gran familia o de una tribu
o de una comunidad; y por extensión a cualquier
persona venerable que ejerce autoridad espiritualo
temporal.
El muflí (t̂ LL. = intérprete) es el jurisconsulto
del derecho islámico y goza de gran autoridad
pues sus decisiones o fatuas llegaban a tener valor
legal. Bajo los sultanes turcos el Gran Muflí (o Shqy
ai-Islam) gozaba de un poder supremo, pues sus
fatuas prevalecían incluso sobre la voluntad del
sultán. Pero este privilegio fue abolido por Kemal
en 1924, creándose poco después el Código civil
44 Vale la pena recordar que algunos amuletos con la
mano de Fátima son utilizados en los conjuros. De todos
es conocido, por otra parte, que a la muerte de su padre.
Fátima se indispuso con Abu Bakr por negarle éste la po-
sesión de una propiedad en Jaybar.
122
íeronymu
en 1926; y tres años más tarde el Código penal.
Con no poca razón se han comparado las fatuas
de los mufües con los responsa prudentium de los
romanos.
Por ukma (dolr, plural de ^JU. = sabio) se en-
tiende el doctor de la Ley islámica, entre los turcos.
El concepto de sultán (¿lUi..i= soberano) pue-
de variar según las naciones y según las épocas
Recordemos, sin embargo, que se ha aplicado para
el emperador de los turcos y también para un sim-
ple gobernador o para un príncipe mahometano.
De acuerdo con su etimología, "sultán" es en de-
finitiva la persona investida de autoridad guberna-
tiva.
El título de caäfa (I'*,I \ = sucesor)45 se ha
aplicado tradicionalmente a los príncipes que, co-
mo sucesores de Mahoma han ejercido o ejercen
la suprema autoridad, principalmente religiosa,
aunque también civil.
Los omeyas (en francés omeyades o ^umeyyades) re-
presentan una dinastía fundada por Mu'awiyya I
(h. 603-680), nieto de Umayya y secretario de
Mahoma. Se negó a reconocer a Ali como califa
haciéndose elegir él en su lugar, estableciendo su
capitalidad en Damasco. Con él empezó la pene-
tración islámica en el Irán oriental y en Africa. En
el siglo VIII la dinastía omeya hubo de ceder el
puesto a la abbasí en Oriente, tras una horrible
matanza el año 750, de la que sólo se salvó Abde-
rramán quien, tras huir hasta el Magreb logró pa-
sar a España con un grupo de bereberes y de ára-
bes sirios, fundando en Córdoba un emirato ome-
ya que en tiempos de Abderramán III pasaría a ser
califato, prescindiendo de los abbasíes.
La dinastía abbasí fue fundada por Abú 1
Abbás (tío de Mahoma) quien, tras destronar a los
omeyas de Damasco trasladó la corte a Bagdad en
el siglo VIII. Umversalmente conocido, en gran
parte por la difusión de has Mil y una noches {Alfi
layla wa layla) fue el califa Harún al Rashid (786-
809).
Por suponer que son muy bien conocidos por
cualquier español de una cultura media, nada di-
remos de los almohades (A^±A\ - unitario), ni de
los almorávides (JoJj-iJI — devoto), ni de los benime-
rines (óis* ^i — descendiente de Merín).
45 En pnncipioyi/^ rasul.Allah — sucesor del mensaje-
ro de Alá.
ieronymus Qompluteosis
En cuanto a los jenízaros (del turco yeni = nuevo
y cheri = soldado) procede recordar las levas de ni-
ños cristianos, de entre los 10 y los 14 años, que
en los Balcanes hacían los turcos, secuestrándolos
a sus familias o adquiriéndolos como tributo y,
tras convertirlos al Islam, los preparaban para dis-
tintos cargos y principalmente para el ejército, en
el que llegaron a formar un cuerpo de elite. De ahí
que jenízaro también se haya empleado para de-
signar al hijo de padres de diferentes nacionalida-
des. Queda claro el concepto, como clara puede
ser también la equivalencia del término en otras
lenguas, como el francés jani^care y el italiano
gianni^era.
Hemos dicho que debíamos aclarar qué es la
'jizya', qué el 'karardj' y qué el liadd'. Se da el
nombre dej¿%ya al impuesto de capitación que de-
ben pagar los pueblos no musulmanes bajo un
gobierno musulmán a cambio de gozar de una
cierta protección. La conversión al Islam anulaba
la obligación de pagar ese tributo, pero establecía
en cambio la de dar cumplimiento a la obligación
de la limosna. El karardj, por su parte, es el im-
puesto terntonal.
Con el término hadd se designa el castigo co-
rrespondiente a ciertos pecados, como es la pena
de muerte por apostasía o por robo con homici-
dio, la de lapidación por adulterio, la de cien lati-
gazos por violación o por fornicación, la de am-
putación de una mano por robo de cierta cantidad,
la amputación de manos y pies por robo en des-
campado, la de ochenta latigazos por beber alco-
hol o por falsa acusación de adulterio.
Como reacción frente al progresivo proceso de
occidentalización y secularización del Islam, en
1928 el jeque Hasán al Banná (1906-1949) creó el
movimiento de los Hermanos musulmanes, predican-
do el retomo a un islamismo íntegro y libre de to-
da influencia de Occidente y proclamando que la
Umma es una sola nación. Perseguido y encarcela-
do por Nasser, su obra fue continuada por Qutb
(1906-1966) que conoció asimismo la cárcel y en
ella escribió su obra predicando la revolución so-
cial. Las terribles represiones a las que fueron so-
metidos sus seguidores no consiguieron acabar
123
con el movimiento, a pesar de las muchas víctimas
que provocaron.
En cuanto a los talisbanes de los que se habla
mucho al dar noticias del fundamentalismo islámi-
co principalmente en algunos países asiáticos, pro-
cede recordar que son los estudiosos y expertos en
legislación musulmana.
Cabría hacer algunas observaciones acerca del
calendario musulmán. Pero nos limitaremos a la
palabra héjira (s>?-4 = emigración) que empieza a
contarse a partir de la puesta del sol del jueves 15
de julio del año 622, día de la salida del Profeta de
La Meca para refugiarse en Medina. Recordemos
que con la héjira empieza propiamente la historia
del Islam. Y añadamos que en la historia de los
árabes el período anterior al Islam es conocido con
el nombre deyahilijiya (¿J *i ? n)
De las distintas fórmulas, expresiones y locu-
ciones, sólo señalaremos tres, aparte de las que
han ido apareciendo hasta aquí. En primer lugar la
fórmula "En el nombre de Dios, el Clemente, el
Misericordioso {bismi Uahi al-rajmani al-rajim: ^-^Jh
jj^a^-jjl 4JJI - •••;) con la que empiezan todas las
suras a excepción de la novena. En segundo lugar
la bonita expresión *UÍ t L i j (= quiera Dios), de
donde salió nuestra interjección 'ojalá', que, a
nuestro entender también cabe acentuar 'ojala'.,
con un valor para nosotros un tanto distinto. Y en
tercer lugar, la muy significativa expresión tllí *L¿
à\, equivalente de nuestro precioso "si Dios quie-
re" y a las fórmulas latinas Deo voknte o Deo anuente,
es decir, en definitiva, "Dios mediante".
¡Qué magnífica a este respecto la admonición del
apóstol Santiago en los versículos 13-15 del capí-
tulo 4 de su Epístola: "Ahora, pues, a vosotros los
que decís "Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y
pasaremos allí un año, y comerciaremos y haremos
ganancias', os advierto que no sabéis qué podrá
suceder el día de mañana. Pues ¿qué es vuestra vi-
da? Porque sois como humo que por un instante
aparece y luego se disipa. Deberíais, en cambio,
decir 'Si Dios quiere y si vivimos, entonces hare-
mos esto o aquello'". Esta sabia advertencia del
apóstol Santiago bien pudo ser la inspiración de la
aleya 23 de la sura 18, que a su vez dice así: "No
dirás sobre cosa alguna: 'Eso lo haré mañana', sin
añadir '¡Dios lo quiera!'.. .46"
A MANERA D E CONCLUSION
Hemos procurado limitar nuestra exposición a
los conceptos y términos más frecuentes o más re-
presentativos. Aun así, han sido tan numerosos
que quizá nos podemos sentir acomplejados. Pero,
¡nada de desánimos! Antes al contrario, debemos
reaccionar al instante haciendo propósito de in-
tentar familiarizamos con estas culturas; y en pri-
mer lugar y de manera muy especial con nuestra
cultura religiosa católica.
Una de las propuestas concretas que cabe ha-
cer después de estas consideraciones sería la de
organizar cursillos en los que se dé cumplida in-
formación de estas materias. Y otra sería la de ini-
ciar la publicación de manuales claros y fáciles de
cultura y civilización destinados a los traductores.
415 Es decir "si Dios quiere".
124 íeronymu

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