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Watzlawick y Ceberio - La construcción del universo

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Paul Watzlawick y Ceberio, Marcelo. La construcción del Universo. 
Herder. Barcelona. 1998. 
 
Capitulo 1
 El conocimiento del Mundo 
HACIA UNA CIENCIA DEL CAMBIO (P.W.) 
Resultaría dificil imaginar una meta tras la cual la humanidad ha 
empleado más pensamientos, sueños, palabras, esfuerzos 
desesperados, guerras y revoluciones, que el logro de la felicidad. 
Ya Aristóteles aseveró lo obvio: «todos los seres humanos 
desean ser felices»; pero Terrentius Varro y, siguiendo su línea de 
pensamiento, Agustín, contabilizó 289 opiniones distintas sobre este 
concepto aparentemente tan simple. Uno debe suponer que ellos 
solamente entrevistaron a 289 personas, puesto que escasamente 
pueden encontrarse dos seres humanos que estuvieran de acuerdo 
finalmente en qué se supone que es la felicidad. 
 Pero este no es el único problema con esta naturaleza tan difusa. 
Dumby, uno de los personajes de la comedia de Oscar Wilde Lady 
Windermere'sfan señala: 
«En este mundo hay sólo dos tragedias. Una es el no alcanzar lo que 
uno quiere, y la otra es alcanzarlo. La última es, lejos, la peor, la 
última es la tragedia real». 
 En otras palabras: nuestra idea de la felicidad es infinitamente 
deseable, sólo en tanto no la logramos. Cuando llegamos a ella, nos 
envuelve un llanto lejano por aquello que esperábamos, o al mismo 
tiempo nos invade una horrible desilusión. 
 Lo verdaderamente asombroso es que entonces no 
sospechamos que debe haber algo equivocado en la idea que 
poseemos acerca de la felicidad, para invariablemente concluir que 
cometemos un error, que alguien o algo nos decepciona, o que 
todavía no buscamos la felicidad en el lugar adecuado; y pronto 
salimos a una nueva búsqueda en una nueva (o más posiblemente la 
misma) dirección, para finalizar en un desengaño similar. 
 Si observamos las caras de la gente mayor, hay algo trágico en 
sus rostros, como si se sintiesen disgustados por la vida, defraudados 
por Dios, la naturaleza, o la existencia (o como quieran llamarlo), por 
haberles quitado alguna cosa que les hubiera hecho feliz. 
1
 Algo menos trágico es lo que Catalina la Grande, tarde en su 
carrera, se supone le dijo a un hombre, con quien había estado por 
casualidad en la cama aquella noche: «sabes, yo debo haber tenido 
diez mil amantes y pienso, no hubo gran diferencia entre ninguno de 
ustedes». Se non é vero é ben trovato... 
 Pero esto aún no es de ningún modo la historia completa. La 
experiencia muestra que lo que hacemos para perfeccionar las cosas, 
para lograr la felicidad, puede ser la causa de nuestra infelicidad. Este 
instante, inesperado e impredecible, transformando a algo en su 
opuesto ya era conocido por Heráclito, quien lo llamó enantiodromia, 
pero después de él, Lao Tzu (si alguna vez existió) escribió en el 
capítulo II de su Tao Te King: 
«Cuando todos en el mundo entiendan la belleza de ser bello, 
entonces la fealdad existe. Cuando todos entiendan la bondad de ser 
bueno, entonces la maldad existe». 
 Los mecanismos por los cuales creamos nuestra infelicidad, 
buscando la felicidad, son numerosos, pero parecen tener un 
denominador común: la llamada tendencia a hacer más de lo mismo; 
aunque nuestros esfuerzos todavía no hayan arrojado los resultados 
esperados. Cuando comenzamos a observar estos mecanismos, 
caemos en la cuenta que su importancia y sus efectos van más allá 
de nuestras vidas individuales y amenazan la supervivencia del 
planeta. 
 No cabe duda que la humanidad ha llegado a un punto 
totalmente inusual en su historia; el punto en donde nuestro modo 
tradicional de ver el mundo y de cómo mejorarlo no sólo resulta inútil, 
sino que se ha tornado contraproducente. Por ejemplo, no por mucho 
tiempo se puede sostener la creencia que si algo es malo, su opuesto 
debe ser bueno; o que si algo es bueno, el doble debe ser dos veces 
más bueno; o sólo porque A ha producido siempre B, se continuará 
obteniendo B hasta la eternidad. 
 Ciertamente estos ejemplos son triviales, y la falacia resultante 
de éstos ha sido señalada a través de los siglos. Sin embargo, estas 
técnicas de carnbio, aún son aplicadas una y otra vez -tanto en una 
relación conyugal, como por las altas esferas de un gobierno. 
 Nuestro mundo se ha vuelto tan complejo que no logramos 
escapar del mismo resultado, recurriendo a soluciones similares que 
surgen de nuestro sentido común durante mucho tiempo. Atrás 
quedaron los días en que la naturaleza absorbía pacientemente 
nuestros desechos y venenos, y era ella misma la que los purificaba. 
En la actualidad, el Mediterráneo se ha transformado en un albañal y 
los bosques del norte de Europa están moribundos. 
2
 Nuestros esfuerzos por lograr una mejor y más feliz calidad de 
vida genera resultados igualmente desastrosos: los vertiginosos 
avances de la medicina han creado problemas humanos totalmente 
nuevos e inesperados; el grado elevado de seguridad social se asocia 
con las particularmente violentas formas de delincuencia; los medios 
de transporte, cada vez más rápidos, nos dejan con menos y menos 
tiempo; a pesar de la mayor riqueza, hay más gente que se suicida; y 
ello sin olvidar el dilema nuclear. 
 Los viejos intentos por solucionar problemas han alcanzado los 
límites de la inefectividad. En vez de buscar nuevas técnicas de 
cambio, continuamos aplicando la desastrosa receta de hacer más de 
lo mismo -un modo seguro de suicidio, como la ciencia de la evolución 
lo muestra convincentemente. «Plus Va change, plus clest la méme 
chose», dice la sabiduría del viejo proverbio francés. 
 Surge, entonces, la necesidad de construir nuevos métodos que 
obstruyan y reemplacen a las antiguas soluciones, en lugar de 
reforzarlas. Pero el lector tiene derecho a preguntar ¿cuál sería un 
ejemplo de semejante solución? 
 Imaginen que -siguiendo una breve idea mencionada por el 
matemático canadiense Anatole Rapoport en el libro Fights, Games 
and Debates (Combates, juegos y debates)- se introdujera una regla 
básica del proceder en el diálogo en todas las conferencias de las 
superpotencias: antes que el problema fuera discutido, cada 
delegación tendría que presentar el punto de vista de la otra 
delegación. En otras palabras, los americanos tendrían que exponer la 
opinión de los soviéticos, hasta que la delegación soviética estuviese 
completamente convencida de que su perspectiva de la situación 
había sido entendida correctamente. Sería entonces el turno de 
sintetizar el punto de vista de los Estados Unidos, hasta que los 
americanos estuviesen conformes. 
 Para cualquiera que se encuentre familiarizado con la abismal 
ignorancia de estos líderes del mundo en lo que respecta a sus 
puntos de vista, esperanzas, sospechas y, consecuentemente, las 
intenciones de sus contrapartes, esta idea cobra sentido de 
inmediato; el 50% del problema posiblemente habría desaparecido 
antes de que fuera alguna vez discutido.
 Es verdad que, en este caso particular, la solución no puede 
funcionar, puesto que resulta improbable que dichas superpotencias 
estuviesen de acuerdo en acatar semejante regla. 
 Otro ejemplo que puede explicar esta idea es aquel tipo especial 
de sabiduría que ha salido a la superficie una y otra vez en el curso 
del milenio en incontables historias, fábulas, mitos y otros relatos del 
género. Por lo general, nuestro entendimiento moderno tiende a 
desestimar estas historias por ser fantásticas, imaginarias o irreales. 
3
Pero no debemos olvidar que, aún en nuestros días, tales conceptos 
imaginarios han mostrado su utilidad práctica. 
 Tomemos uno delos puntos embarazosos de la lógica 
matemática, como es la aparentemente ingenua ecuación X + 1 = 0. 
Trasladando el 1 (al otro lado de la ecuación), obtenemos X = -1, por 
lo tanto el resultado final será X = -1. 
 Los lógicos han realizado numerosos intentos para resolver esta 
contradicción -ya que nada multiplicado por sí mismo puede dar un 
valor negativo- y de este modo salvar a la lógica clásica de la 
irracionalidad de esta paradoja. Pero fisicos e ingenieros, que han 
quedado entrampados en este dilema, convinieron con ecuanimidad 
un número imaginario llamado «i», introduciéndolo en sus cómputos y 
llegando, por ende, a soluciones prácticas y concretas. 
 Quizás, el ejemplo más atractivo de este modo de resolver 
problemas es la historia oriental del padre que, después de su 
muerte, deja sus 17 camellos a sus tres hijos, con la siguiente 
instrucción: el hijo mayor debería recibir la mitad, el segundq, un 
tercio, y el más joven una novena parte de los camellos. 
 Frente al mandato del padre, ellos se encuentran con la 
imposibilidad de realizar tal división. 
 Eventualmente por el camino, un mullah (intérprete de las leyes 
y dogmas del Islam) viene cabalgando sobre su camello, y ellos le 
piden ayuda. «No existe una solución para esto», él asevera. «Pero 
puedo agregar mi camello a los de ustedes, y así tendrán 18 y podrán 
dividirlos. Ahora tú, el mayor, recibes la mitad, que es 9. A ti, el hijo 
segundo, te corresponde un tercio, o sea 6, aquí están. Y para ti, el 
más joven, un noveno, que son 2 camellos; así resta un camello, de 
mi propiedad». 
 Habiendo dicho esto, se subió a su camello y se fue.
 En conclusión, necesitamos una nueva ciencia del cambio, que 
sea capaz de producir un giro, no sólo en las formas de abordar un 
problema en particular, sino también que resulte efectiva en el 
tratamiento del fenómeno como tal. Y cuando observamos alrededor, 
encontramos los comienzos de una ciencia semejante con diferentes 
áreas como biología, fisica, química, filosofia, semántica, sistemas 
sociales, ciencias empresariales (Management), medicina, y por 
último, pero no por eso menos importante, psicoterapia, y con ésta 
nos referimos a la reducción del sufrimiento humano y no al logro de 
la felicidad final. 
 Lo cual nos lleva a retomar al punto de partida... 
QUE SE CONOCE COMO SE CONOCE 
4
Para comenzar a pensar acerca de este tema, es necesario abrir con 
una reflexión: ¿alguna vez nos cuestionamos cómo se llega a conocer 
eso que llamamos externo a nuestra mirada? ¿En alguna oportunidad 
nos preguntamos acerca de los procesos que nos llevan a decir que 
los objetos son, en el sentido literal de la frase, y no tan sólo a 
discriminar su existencia, sino también a adjetivarlos, clasificarlos, 
revestirlos de un determinado juicio de valor? 
 ¿Conocemos nuestra forma de conocimiento?, ¿Conocemos 
nuestro conocer?, ¿Cuál es nuestra epistemología? 
 El término epistemología deriva del griego episteme, que 
significa conocimiento, y es una rama de la filosofia que se ocupa de 
todos los elementos que procuran la adquisición de conocimiento, e 
investiga los fundamentos, límites, métodos y la validez del mismo. 
 En este sentido es un escalón anterior a la estructuración de la 
teoría, ya que se ocupa de las reglas que gobiernan el funcionamiento 
de la cognición humana; por lo tanto, la epistemología establece «de 
qué manera los organismos o agregados de organismos particulares 
conocen, piensan y llegan a decisiones que determinan su conducta» 
(Bateson, 1979). 
 Dentro del contexto filosófico, se ha empleado el término 
epistemología para hacer referencia a un conjunto de técnicas 
analíticas y críticas, que definen los límites de los procesos de 
conocimiento. Pero más allá de la filosofia, existen dos ámbitos donde 
esta ciencia realiza su incursión: la biología experimental, a través de 
figuras como Maturana, Varela, McCulloch o Von Foerster, y el área 
sociocultural, que se traduce en cómo las personas conocen y de la 
forma en que conocen, es decir cómo se constituye y sostiene el 
hábito de la cognición. 
 Simon y colaboradores (1984) señalan que la epistemología: 
«( ... ) se refiere al desarrollo de la estructura de pensamiento, así 
como a la lógica interna de los procesos emocionales. La estructura 
de conocimiento de todo organismo puede verse como su modelo del 
mundo y como marco de referencia de su conducta. La organización 
del modelo del mundo depende de la comunicación que tenga un 
individuo con su ambiente, es decir, de las estructuras y condiciones 
dadas de ese mundo y el potencial del organismo para percibirlas. Se 
trata de un proceso dialéctico de adaptación interna y externa». 
 De acuerdo con este planteamiento es imposible que un sujeto 
no posea epistemología. En tal caso podríamos afirmar que ese 
individuo no es consciente de cómo desarrolla su proceso cognitivo 
-la construcción del mundo- y esta falta de conciencia puede llevarle 
al caos, aseverando su verdad como irrebatible y rigidizando la 
estructura de su sistema de interacciones. 
5
 Bateson fue el que plasmó el ángulo sistémico y cibernético en 
el ámbito experimental epistemológico. Estos estudios llevados al 
plano de investigación en la terapia familiar se centran en la relación 
entre los fenómenos de interacción de la familia y los actos 
perceptivos erróneos que llevan a errores epistemológicos. 
 Dell (1985) distingue en Bateson cinco usos diferentes del 
término epistemología. En principio, según se utiliza tradicionalmente 
en la filosofia, como teoría del conocimiento; también como 
cosmología biológica, en referencia a las propiedades de la mente, 
definiéndola como un agregado de partes interactuantes impulsadas 
por la diferencia; como paradigma -la cibernética, la evolución, la 
circularidad, el ecosistema-; como estructura del carácter, los 
supuestos habituales que especifican el modo en que una persona 
comprende el mundo y se relaciona con él; y por último, como 
ciencia, en la cual la epistemología describe y explica la objetividad 
como un hecho imposible. 
 Es factible pensar la epistemología colocándola en un metanivel 
como paradigma de paradigmas, «como reglas usadas en el 
pensamiento de grandes grupos de personas para definir la realidad», 
según Averswald (1985), mientras que un paradigma se definiría 
como un subconjunto de reglas que definen un fragmento de la 
realidad. La epistemología -como forma de conocimiento- sería un 
suprasistema, un paradigma más abarcativo. 
 Acerca del término paradigma, dice Kulin (1975) que se trata de 
una realización científica universalmente reconocida, que durante un 
determinado período proporciona un modelo de solución sobre ciertos 
problemas a una comunidad científica. 
 En su investigación, el autor evidencia que el impacto de una 
variable epistemológica que se presenta como alternativa frente a 
una constante -el paradigma-, que se sostuvo tal vez durante siglos, 
inevitablemente da como resultado una crisis de las reglas que regían 
el conocer hasta el momento. Por lo tanto, siempre después de un 
determinado descubrimiento (más adelante hablaremos de 
invención), se transita por un período de asimilación de la variable 
incorporada al sistema. 
 La historia de los cambios de paradigmas en la ciencia revela 
que los científicos se encontraban en condiciones de explicar un 
espectro más amplio de fenómenos naturales, y aún con mayor 
precisión aquellos que ya eran patrimonio de su conocimiento. Este 
avance sólo pudo lograrse descartando lossignificados, valores, 
creencias y metodología, previamente aceptados por el paradigma 
anterior, reemplazándolos por nuevos conocimientos.
 Para Kulin, los descubrimientos no son las únicas fuentes de 
cambios de paradigmas, sino que, además, existen una serie de 
6
elementos que inciden en los factores constitutivos de una crisis del 
conocer. Considera también que la percepción de una anomalía cobra 
un papel relevante en la aparición de nuevos tipos de fenómenos. No 
obstante, a pesar de que el sistema percibe dicha anomalía, ésta 
puede permanecer durante mucho tiempo solamente señalada, 
mientras persiste el modelo de conocimiento instaurado como 
paradigma, afectando paulatinamente a diversos puntos del sistema, 
que se resiste al cambio de modelo epistemológico.
 Así, el advenimiento de una nueva teoría -construida sobre una 
base epistemológica diferente- es precedido por un período de 
profunda inestabilidad e inseguridad, generado por la imposibilidad 
de dar respuestas satisfactorias a los enigmas que plantean las 
anomalías (consideradas como tales según el paradigma anterior). El 
paradigma que justifica y construye un sistema determinado fracasa 
en satisfacer los requerimientos que se presentan y es allí donde 
surge la crisis.
 El fracaso de las reglas existentes conduce a la búsqueda de 
otras nuevas.
 Si establecemos un paralelismo con la familia o la sociedad, 
ante la posibilidad de percibir una disfunción, que activa la marcha de 
mecanismos de cambio, o se revisan las reglas del paradigma que se 
venían instrumentando y se producen modificaciones, 
reacomodándose a una nueva dinámica del sistema (morfogénesis), o 
se desarrollarán mecanismos de resistencia al cambio y por ende se 
perpetuará la dinámica del sistema, fortaleciendo la utilización de sus 
reglas tradicionales (homeóstasis).
 En el plano de las revoluciones científicas, Kulin nos brinda un 
ejemplo que puede resultar útil. Hace referencia a los astrónomos de 
la época anterior a Copémico, que eran capaces de eliminar cualquier 
anomalía que presentaba un sistema (que generaba discrepancias y 
confusiones), ajustándola de alguna manera a la epistemología 
imperante: el paradigma de Ptolomeo.
 Esto da cuenta de que cualquier evidencia observable puede 
explicarse acomodándose a las hipótesis que arroja el modelo 
epistemológico al que uno se adhiere. Para que se lograse el cambio 
del paradigma de Ptolomeo, el requisito previo fue el reconocimiento 
por parte de los mejores astrónomos europeos de que el paradigma 
astronómico vigente fallaba en sus aplicaciones a los nuevos 
interrogantes que se planteaban.
 Las crisis, entonces, son una condición previa y necesaria para 
el nacímiento de nuevas teorías:
 «( ... ) y preguntémonos, después, cómo responden los científicos a 
su existencia. Parte de la respuesta tan evidente como importante, 
7
puede descubrirse haciendo notar primeramente lo que los científicos 
nunca hacen, ni siquiera cuando se enfrentan a anomalías graves y 
prolongadas. Aun cuando puedan comenzar a perder su fe y, a 
continuación, a tomar en consideración otras alternativas, no 
renuncian al paradigma que los ha conducido a la crisis. 0 sea, a no 
tratar las anomalías como ejemplos contrarios, aunque en el 
vocabulario de la filosofia de la ciencia, eso es precisamente lo que 
son» (Kuhn, 1975).
 La dificultad radica en que una vez que se ha alcanzado el status de 
paradigma, o sea, que se ha instaurado un código reglado y 
sistematizado, una teoría científica puede mostrar su invalidez 
únicamente cuando se encuentra un candidato alternativo para que 
ocupe su lugar. La decisión de rechazar y acordar un cambio de 
paradigma implica siempre, y de forma simultánea, la decisión de 
adoptar otro y el juicio que conduce a esta decisión emerge de la 
comparación de ambos modelos.
 Estos modelos de conocimiento han variado de acuerdo con las 
épocas. Los diversos períodos en la historia del conocimiento han 
estado marcados por diferentes paradigmas epistemológicos que 
pautaron la forma de conocer.
 Los modelos están determinados, como emergentes de 
variables que regulan los distintos contextos, por factores que van 
desde lo social, lo político y lo económico hasta lo cultural. Son estos 
factores los que crean el territorio para fundamentar y poner en crisis 
los paradigmas reinantes.
 En la Grecia Antigua, el hombre, desde una visión 
antropocéntrica y organicista, explicaba por ejemplo los fenómenos 
de las enfermedades Mentales a través de los humores del cuerpo y 
de distintas localizaciones en lo que él llamaba «soma».
 El Misticismo fue una línea de pensamiento en la que se 
postergó lo que se consideraba científico hasta el momento, para 
explicar los fenómenos atribuyéndoles un significado divino, y 
polarizando lo bueno y lo malo a través de la moral eclesiástica; Dios 
todopoderoso era el creador y todo lo fijado como anormal era una 
desviación de su obra y debía castigarse. La Iglesia, durante todo el 
medioevo, fue el eje del poder y las figuras del clero ocupaban 
puestos clave en la política, la economía y la cultura en general, 
certificando así una ideología religiosa que explicaba el hecho 
observable desde una perspectiva teológica.
 El Racionalismo se preguntó: ¿podemos conocer el mundo 
exterior por especulación, raciocinio, o intuición, tal como 
comúnmente se le atribuye a un artista o a un místico?
8
 La filosofía proveyó un conjunto de respuestas acerca de cómo 
obtenemos el conocimiento: la primera señala que se produce 
íntegramente en la experiencia sensorial y a través de ella. La 
segunda postula que se consigue por medio del raciocinio.
 Los filósofos racionalistas plantearon que la mente dispone 
-desde un comienzo- de un número de facultades o de principios 
idénticos en todos los hombres, y que para la obtención del 
conocimiento sólo se precisa razonar con estos principios, usando 
estas facultades. De la misma manera que un matemático podría 
deducir la matemática a partir de uno o dos axiomas fundamentales, 
por medio del razonamiento (con tal que dicho proceso fuese 
realizado en forma correcta, o sea que razonara bien), el filósofo, con 
tal de ser buen filósofo, podría descubrir la verdad acerca del 
universo por los mismos métodos. De ahí que se llamara filósofo 
racionalista al que opinaba que la razón misma, sin el auxilio de la 
observación, puede proporcionarnos el conocimiento del mundo.
 Ahora bien, si el universo era entendido como un problema 
matemático, la pretensión de los filósofos racionalistas en favor de la 
razón, podía mantenerse. Pero el reino de lo que existe es diferente al 
de la matemática, y si bien contiene la clase de hechos que ocupan a 
los matemáticos y desde este aspecto puede ser explorado por la 
razón pura, no se reduce solamente a este tipo de fenómenos.
 Por otra parte, contrapuesta con la anterior, la posición de los 
empiristas fue más rigurosa. Si el hombre quiere conocer el universo, 
el único procedimiento aceptable es observarlo, adoptando el método 
científico.
 Después de repasar cada uno de los modelos que rigieron en la 
historia la forma del conocimiento humano, llegamos a la conclusión 
que en el acto de observar y trazar una hipótesis, es importante 
conocer cuál es el modelo que forma parte de nuestro patrimonio 
perceptivo; es más, cuando aseveramos lo que tenemos frente a 
nuestros ojos, lo que vemos da cuenta de nuestro modelo de conocer.
 La epistemología, desde unmetanivel, pautará y revelará 
nuestra forma de conocer -nuestra forma de construir la realidad-; es 
de allí de donde emergen las teorías, partiendo de la 
observación/construcción del hecho observable. Así, se plantearán las 
hipótesis resultantes, que serán comprobadas acomodándose y 
ajustándose al modelo epistemológico que se emplee, con lo cual se 
puede comprobar lo que se quiera...
 Desde esta perspectiva el hecho se constituye en un evento 
producido por el ojo del observador. No obstante, en todo este 
circuito opera la recurrencia; el resultado, como progenie observable, 
llevará a confirmar y reconfirmar nuestra teoría del conocimiento y 
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ésta, a su vez, volverá a pautar nuestra mirada en la construcción del 
mundo.
 Por otra parte, si deseamos cuestionar nuestro conocer, o sea 
cuál es nuestra epistemología, indefectiblemente nos envolvemos en 
la trampa de la paradoja: conocemos nuestro conocer a través de 
nuestro modelo conceptual, que arrojará como resultado nuestro 
modelo de conocer. Por lo tanto, podemos afirmar, por ejemplo, que 
nuestra epistemología es cibernética y es la misma cibernética la que 
nos lleva a conocer nuestra epistemología; así, es cibernético el 
proceso de conocer nuestra forma de conocimiento, como también es 
circular y recurrente el acto de la observación. 
 
 El auge de la Teoría General de los Sistemas llevó a la 
formulación de un nuevo paradigma que se contraponía con la 
epistemología tradicional y que explicaba los fenómenos desde una 
causalidad lineal: el concepto de circularidad o recurrencia.
 Las teorías de los sistemas son un grupo de propuestas que han 
causado impacto en las ciencias humanas, principalmente en la 
antropología.
 Reynoso (1993) señala que estas teorías giran en torno a una 
clase de modelos y para su comprensión se hace necesario describir 
los diferentes tipos de modelos susceptibles de construirse en una 
ciencia empírica.
 Fundamentalmente discriminaremos dos tipos de modelos, 
puesto que pueden diferenciarse tantas tipologías como criterios de 
articulación se elijan: los modelos mecánicos y estadísticos.
 La mayoría de las teorías han utilizado ambas clases, 
principalmente la antropología, a pesar que las estructuras de cada 
uno difieren y cubren gran parte de las posibilidades de una teoría.
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 En principio señalaremos que los modelos son entidades 
conceptuales y no pueden ser ni más ni menos simples que la 
realidad, puesto que son otra cosa.
 Reynoso (1993) afirma que «un modelo es una construcción 
lógica y lingüística y a menos que se admita una teoría del lenguaje 
elemental y puramente nomenclatoria -el lenguaje como espejo de la 
realidad- no existe isomorfismo alguno (es decir, no hay ninguna 
correspondencia estructural punto a punto) entre enunciados y 
realidades. La escala de un modelo respecto de lo real es indecible, 
ya que la realidad puede ser casi infinitamente descompuesta y es 
analíticamente inagotable: una ameba puede ser tan complicada 
como un sistema planetario. No existe, entonces, una escala propia 
de los fenómenos: teorías que tratan de enormes conjuntos sociales 
son a menudo más sencillas que teorías que abordan la personalidad 
de sujetos individuales. La caracterización de los tipos de modelos 
debe fundarse en otras consideraciones».
 Los modelos mecánicos describen mecanismos; están, por así 
decirlo, a la misma escala del fenómeno, y no necesariamente 
implican reducir las cosas a metáforas mecanicistas o a máquinas. 
Estos modelos desarrollan explicaciones tomando como base 
principios generales, y, de acuerdo a estos patrones, se realizarán 
inferencias a partir de la observación del hecho, es decir, que su 
naturaleza es deductiva. Son por lo general deterministas y explican 
los hechos en función de las leyes adecuadas a dicho proceso. Ciertos 
modelos cognitivistas son mecánicos, puesto que describen los 
procesos de la estructura interna de la mente que producen el efecto 
de una percepción.
 Describen, además, los mecanismos que pueden explicar el 
estado o funcionamiento de las cosas y son efectivos en la 
explicación cuando el objeto es comprensible en términos de una 
simplicidad organizada; es decir, los modelos mecánicos se adaptan a 
sistemas simples o procesos de complejidad escasa, para ser 
analizados en su totalidad.
 Debemos aclarar que la simplicidad a que nos referimos es el 
resultado de un efecto teórico y no una cualidad empírica o 
patrimonio del objeto o sistema en sí mismo. Por lo tanto, un objeto 
llamado simple puede ser explicado distinguiendo un solo nivel de 
organización o relaciones lineales entre los diversos niveles.
 En cambio, los modelos estadísticos inducen regularidades o 
correlaciones entre diversas series de fenómenos y están, de acuerdo 
a la perspectiva, a una escala más reducida o global. Es una forma de 
análisis que introduce las correlaciones y pone énfasis en lo 
cuantitativo, no preocupándose por la naturaleza de los mecanismos 
y sus causas. Su objetivo será determinar qué estímulos 
11
desencadenan cierto tipo de respuestas, sin explicar el porqué, es 
decir, que utilizan el modelo de la caja negra.
 Inversamente a los modelos mecánicos, su planteamiento es 
inductivo, y por lo tanto consideran varios casos individuales y 
abstraen de ellos generalizaciones y regularidades. Es más, en 
numerosas oportunidades se utilizan cuando una ciencia no puede 
imponer leyes a su objeto de estudio, y podríamos decir que si 
existen leyes que rigen este tipo de modelos, son necesariamente 
probabilísticas. Los modelos estadísticos estudian fenómenos de alta 
complejidad para ser analizados, y al no poder ser totalmente 
cognoscibles, su abordaje se remite a un proceso sintético-inductivo. 
Como señalamos, las causas que provocan el fenómeno no son 
conocidas, por lo tanto la importancia radica en la observación del 
estímulo y la respuesta, de acuerdo al modelo de la caja negra.
 Estos dos modelos se constituyeron en los paradigmas básicos, 
en términos de la investigación científica. Las ciencias modernas, a 
partir de los años 50, plantearon un modelo alternativo a los 
anteriores vigentes: los modelos sistémicos.
 Reynoso (1993) afirma que aunque podría parecer a priori 
imposible, existe una alternativa a las teorías mecanicistas y 
estadísticas, una especie de paradigma básico, un arquetipo para 
producir teorías. Se trata de las teorías o modelos sistémicos, que en 
variadas ocasiones han ejercido influencia en la antropología reciente, 
por su énfasis en los fenómenos dinámicos, en los universos totales 
abiertos a su entorno, en los procesos complejos y en las 
interacciones fuertes. Los modelos de esta clase se piensan, bien 
como de estructura diferente a la de las formas clásicas, o como la 
superación de éstas en una secuencia epistemológica de carácter 
evolutivo>>.
Este modelo se encuentra diferenciado, según distintas 
aportaciones, en cuatro formulaciones de la Terapia de Sistemas:
1. La Cibernética, por Norbert Wiener, en 1947.
 2. La Teoría General de los Sistemas, por Ludwig von Bertalanffy, en 
la década de los 50, (aunque la primera formulaci6n tuvo lugar en 
1945).
 3. La Teoría de las Estructuras Disipativas, por Ilya Prigoyine, en los 
principios de la década de los 60.
 4. La Sinerg6tica, por Hermann Haken, en la década de los 80.
 El objetivo de estudio de estos modelos son los sistemas 
complejos, que no obstante su complejidad, no son desorganizados, 
12
sino que, por el contrario,esta misma complejidad es la que crea la 
capacidad de autoorganización.
 Tienen como finalidad organizar la complejidad a través de un 
conjunto de ecuaciones que describen los diferentes aspectos de los 
sistemas.
 Por otra parte, de la misma manera que los modelos son entidades 
conceptuales, la complejidad no es patrimonio del fenómeno en si 
mismo, sino que es una escala de acuerdo a la perspectiva con que 
se observe y los conceptos que se utilicen.
Aquí y como veremos más adelante, los conceptos se centran en 
retroacción, feed-back, causalidad circular, etc., por lo tanto cualquier 
sistema puede ser observado desde esta óptica, desde una célula 
hasta una planta, desde un sistema solar hasta una colonia de 
hormigas.
Cualquier hecho observable puede ser objeto de estudio desde 
cualquiera de los modelos. Entonces, si la mirada es diferente (de 
acuerdo al modelo que se internalice) las construcciones de hipótesis 
resultantes de la observación también tendrán perfiles diferentes, 
coherentes con la epistemología de la observación.
 El autor presenta un cuadro en donde sintetiza los tres tipos de 
modelos, anexando un cuarto, las propuestas fenomenológicas 
(también podríamos poner en su lugar las interpretativas), que 
completan el cuadro de las estrategias de abordaje posibles a un 
objeto de estudio. Señala que las teorías fenomenológicas, simbólicas 
e interpretativas en general tienden a romper con las 
generalizaciones, dándole preeminencia a un conocimiento local.
13
 Si observamos el cuadro, el modelo sistémico se aparta de las 
estructuras clásicas de los sistemas deductivos, puesto que 
conceptos como homeodinamia, causalidad circular, multicausalidad, 
retroalimentación, entre otros, impiden aseverar que si sucede un 
determinado hecho ella implique la producción de un determinado 
resultado.
 Lo que permite describir el modelo es un determinado proceso 
de acuerdo al fenómeno que se observa, por medio de la circularidad:
 «En un estudio sistémico, lo que más puede hacerse es describir 
formalmente el fenómeno de que se trate (sea la estructura del 
sistema, sea su trayectoria), a través de determinadas ecuaciones. 
Técnicamente, estas ecuaciones acostumbran ser ecuaciones 
diferenciales no lineales, aunque otras expresiones matemáticas 
podrían aplicarse a la misma descripción. A menudo un sistema se 
describe mediante un grafo topológico o un diagrama de flujo, 
asociado o no a una caracterización matemática más precisa. A partir 
de la descripción se podrá, eventualmente, construir un modelo de 
simulación, manipularlo y derivar predicciones respecto de su 
comportamiento» (Reynoso 1993).
 Por último, el autor aprovecha para desmitificar algunas 
creencias acerca del modelo sistémico que llevan a un error 
interpretativo de la teoría que lo avala.
 En principio, se puede sostener que cualquier modelo más o 
menos axiomatizado o formalizado puede llamarse sistémico, o que 
los modelos sistémicos se reducen a estructuras matemáticas o 
computacionales, ya que muchos modelos formales son mecánicos o 
estadísticos, y también existen modelos sistémicos sin cuantificación.
 La Inteligencia Artificial, la Teoría de los Juegos, la Informática y 
otras investigaciones, no necesariamente coinciden con la Teoría de 
los Sistemas o comparten sus principios.
 La Teoría General de los Sistemas no es una concepción 
positivista, etiqueta con la cual -en los últimos tiempos- se pretende 
marginar las nuevas propuestas con aspiraciones de imponerse en el 
mundo científico, sin que se ponga en juego su comprensión, 
14
evaluando así su productividad. Categorizar como equivocado o 
erróneo al objeto de discusión priva al discurso de toda fuerza crítica.
 Son numerosos los conceptos sistémicos que dan jaque al 
principio positivista de lo analítico y a la concepción reduccionista de 
las ciencias a la mecánica vulgar.
 Por otra parte, hablar de sistemas no implica que la teoría con 
la que uno avala la observación sea sistémica. Sistema es un 
concepto indefinido, válido para un sinnúmero de posibles 
explicaciones, mientras que la Teoría General de los Sistemas 
constituye un modelo preciso y delimitado. Podemos hablar de un 
sistema familiar, un sistema social, y aplicar a su estudio otros 
modelos de análisis que distan de la perspectiva descriptiva de la 
recurrencia y la circularidad por lo cual se hace necesario acotar el 
concepto de Teoría Sistémica, las construcciones teóricas que 
fundamentan, sus postulados y conceptualizaciones.
 La diferencia principal que se establece con los demás modelos 
es la de la circularidad, mientras que la epistemología que subyace al 
resto desarrolla la linealidad de pensamiento.
 En síntesis, la ciencia clásica determinaba, bajo un modelo 
analítico y lineal, que el conocimiento era objetivo.
 En contraposición a este punto de vista, las ciencias modernas 
relativizan y cuestionan el paradigma antedicho para proponer un 
modelo sistémico, donde la circularidad y la recurrencia sean la guía 
del pensamiento y el conocer, que como acto del observador, se 
convierte en una construcción, patrimonio de éste, imperando así la 
subjetividad.
 
LINEALIDAD Y LA BUSQUEDA DE LOS ORIGENES
 Una relación causal se denomina lineal cuando una serie de 
proposiciones no regresan, cerrando un círculo, a su punto de inicio; 
esto implica que nunca el resultado de algo va a ejercer sus efectos 
15
sobre su propio origen. Por lo tanto, no intervienen procesos de 
retroalimentación y la secuencia de las causas y los efectos no 
retornan al punto de partida.
 Esta línea de análisis abarca e involucra desde el carácter 
investigativo de los desarrollos científicos hasta la vida cotidiana. La 
tendencia al por qué, o sea, la relación causa/efecto, supone la 
evidencia de la explicación causal, adscribiéndose a una 
epistemología de corte lineal, aunque, como veremos más adelante, 
no necesariamente un porqué debe asociarse con la linealidad, sino 
que existe también un porqué que compete a la recurrencia.
 Lineal es un término que a veces ofrece confusión, 
principalmente cuando se trabaja con un modelo cibernético, 
orientado hacia las matemática.
 Bateson (1979) diferenció los términos lineal y linear, señalando 
que: «Linear es un término técnico de la matemática, que describe 
una relación tal entre variables, que cuando están representadas una 
con respecto a la otra en coordenadas cartesianas octogonales, el 
resultado es una línea recta. Lineal es la relación entre una serie de 
causas o argumentos, cuya secuencia no vuelve al punto de partida. 
El opuesto de lineal es no lineal. El opuesto de lineal es recurrente».
 En matemática, los gráficos lineares se representan con dos ejes 
de coordenadas: X e Y. En estas variables el cambio es continuo y 
ambas poseen una relación constante y proporcional con respecto al 
cambio cuantitativo, por lo tanto, el aumento o disminución de una 
implica un aumento o disminución de la otra.
 Las respuestas de un sistema a la entrada de información 
pueden ser directamente proporcionales a dicha entrada -lineares-, o 
variar con respecto a la entrada de información -no lineares.
 La no linearidad es una relación entre variables de un sistema 
de coordenadas cartesiano (de ángulos rectos) que no forman una 
línea recta. Existen relaciones no lineares continuas y relaciones no 
líneares discontinuas, y estas últimas son llamadas funciones 
escalonadas.
 En matemática, las funciones escalonadas son la contrapartida 
de lo que en la Teoría General de los Sistemas se llama cambio de 
segundoorden. Tengamos en cuenta que dicha teoría sostiene la 
existencia de dos niveles de cambios posibles: de primer y segundo 
orden.
 Vayamos ahora a relacionar estos dos tipos de cambio, 
cotejándolos con las funciones de los gráficos matemáticos.
16
 En lo que llamamos cambios de primer orden, los parámetros 
individuales varían de manera continua, pero la estructura del 
sistema no se altera, puede mantenerse constante mientras se 
producen cambios cuantitativos. El sistema que sólo esté capacitado 
para ejecutar cambios de primer orden regulará su estabilidad con 
relativa continuidad, gracias al mecanismo de la homeóstasis. Por lo 
tanto, se basa en gran medida en un tipo de retroalimentación 
negativa, en cuyo proceso autocorrectivo se contrarresta la 
desviación que traspasa ciertos límites, en la dirección opuesta al 
cambio inicial que produjo la retroalimentación.
 Bateson (1972), al referirse a esta dinámica, decía «que se 
trataba de una cadena circular de sucesos causales (...) de manera 
que cuanto más hubiera de algo, tanto menos habría de lo siguiente 
en el circuito». Él mismo realiza una interesante observación, 
señalando que toda retroalimentación es negativa y cuando hablamos 
de un tipo de retroalimentación positiva es solamente un «arco o 
secuencia parcial» de un proceso más abarcador de retroalimentación 
negativa.
 «La aparición de fugas intensificadas en los sistemas, deriva del 
marco de referencia que el observador ha puntuado: la ampliación del 
marco de referencia propio permite ver la "fuga" como un tema de 
variación ante órdenes de control superiores» (B. Keeney, 1983)
 Fue Asliby en 1952 quien acuñó el término primer orden, 
refiriéndose a los cambios continuos y correctivos en un sistema, 
cuyos ejemplos son el mantenimiento de la temperatura del cuerpo 
por medio de la transpiración, o el termostato que opera equilibrando 
la temperatura en un ambiente. En el ámbito de los problemas 
humanos, las soluciones intentadas para resolver un problema suelen 
sostener (o mejorar) el estatismo y la no-evolución porque a menudo 
se hace más de lo mismo y cuanto más de lo mismo se repite, más 
del mismo resultado se obtiene.
 En síntesis, todos los cambios cuantitativos que se efectúan 
dentro de un circuito conducen a un equilibrio estático (homeóstasis), 
no existe una modificación de corte cualitativo que permita un 
cambio en el funcionamiento, es la paradoja de cambiar para no 
cambiar.
 Con respecto al cambio de segundo orden, el sistema cambia 
cualitativamente y en forma discontinua. Estos sistemas están mucho 
más capacitados para adaptarse a las alteraciones del ambiente que 
aquellos que son regulados por cambios de primer orden, y son los 
que tienen, como señala Bateson, «capacidad de aprendizaje»; o sea, 
que la estructura del sistema está preparada para acomodarse a 
todos los procesos del desarrollo que impliquen la modificación de la 
misma (morfogénesis).
17
 Si bien Asbby describió este tipo de cambio, los primeros en 
introducirlo en el marco de la Terapia Familiar fueron Watzlawick, 
Weakland y Fisch en la década de los 60, y se considera uno de los 
soportes teóricos del modelo sistémico de Palo Alto, entendiendo que 
una pequeña intervención en un circuito de interacciones que 
rompiese con el más de lo mismo (en términos cualitativos) podría 
provocar modificaciones significativas en los sistemas, generando así 
una nueva estructura de pensamiento y acción.
 El cambio de segundo orden se caracteriza por ejercer un 
cambio en el conjunto de reglas que organizan y dirigen el orden 
interno de la estructura de un sistema, podría decirse un cambio del 
cambio, y de ahí el término segundo orden. Se basa en un tipo de 
retroalimentación positiva que provoca una ampliación de la 
desviación, desarrollando nuevas estructuras.
 De acuerdo con este aspecto, en un medio donde se efectúen 
cambios importantes, los mecanismos homeostáticos amenazan la 
supervivencia del sistema e impiden la posibilidad de crecimiento y 
adaptación a las nuevas situaciones. La retroalimentación positiva es 
elemental para pasar a un nivel más profundo de acomodación y para 
que el sistema logre su autoorganización.
 A la vez, un sistema que no regule su desviación -0 mejor dicho, 
una retroalimentación positiva que no reequilibre al sistema- termina 
destruyéndose (fuga en lenguaje cibernético).
 Watzlawick (1967) se refiere, como ejemplo análogo del cambio 
de segundo orden, a las velocidades y cambios de marcha de un 
automóvil. En la primera marcha la velocidad se limita hasta cierto 
punto; cuando se quiere alcanzar una velocidad mayor (diferencia 
cualitativa) es necesario modificar la marcha, o sea, realizar el 
cambio. El sistema entonces se recalibra y reorganiza, produciendo el 
efecto deseado, más allá de que este cambio esté íntimamente 
relacionado con otras estructuras internas del sistema (como el 
mecanismo del embrague, caja, motor, etc.).
Este efecto, llevado al plano clínico representa un cambio en las 
soluciones intentadas por los pacientes. Es obvio que cuando nos 
consultan acerca de un problema, la exploración sobre los intentos de 
solución para resolverlo dan como resultado la inefectividad de los 
mismos, hasta tal punto que se han convertido en problema. Dichos 
intentos son los cambios cuantitativos -por lo tanto, cambios de 
primer orden-, que ayudaron a sostener la homeóstasis del circuito, 
apoyando el efecto sintomático.
 Un giro copernicano sobre los mismos, por parte del terapeuta, 
implica efectuar un cambio del cambio, introduciendo entropía en el 
sistema, para que del desorden pueda establecerse un orden 
cualitativo distinto, de lo contrario el terapeuta formará parte del 
18
grupo de intentos de solución fallidos, colaborando con la no-
evolución y estancamiento del sistema.
 Como señalamos anteriormente, el concepto de linealidad 
corresponde al pensamiento científico clásico y, más concretamente 
en el plano de la psicoterapia, abarca todos aquellos modelos que 
parten del supuesto teórico de que las causas del pasado producen 
sus efectos y son generadoras de la situación presente; por lo tanto, 
los conflictos, las conductas sintomáticas y los comportamientos 
patológicos son explorados buscando sus orígenes en la historia de 
sujeto. 
 Indudablemente, esta línea de pensamiento refleja la herencia 
del enfoque médico tradicional, que parte del análisis de cualquier 
síntoma fisico (y a veces psicológico), tratando de encontrar su 
etiología y diseñando el tratamiento adecuado, para lograr eliminar la 
sintomatología observable (por ejemplo, aplicando la medicación 
correcta). 
 Este tipo de pensamiento es trasladado isomórficamente al 
ámbito de la psicoterapia. Keeney (1983) se refiere, como ejemplo, a 
la nosología psiquiátrica y al modelo clásico de la psicopatología, 
calificando a esta epistemología de: «[ ... ]atomista, reduccíonista y 
anticontextual [ ... ] los terapeutas entienden que su labor consiste en 
tratar de corregir, disecar o exorcizar los elementos malos, enfermos 
o locos de sus clientes [ ... ] ejemplos dramáticos de este enfoque son 
los métodos bioquímicos, quirúrgicos y eléctricos de la terapia».
 Estos son métodos que operan como correctores de desviación. 
Sin extendemos demasiado, uno de los signos con que se define la 
locura es el apartamiento de la realidad; sin duda, esta realidad está 
referida a las normas y pautas que rigen el funcionamiento social. 
 El transgresor o desviado de la norma debe ser reencauzado por 
el profesional de acuerdo con los baremos sociales vigentes; en este 
sentido, el terapeutase convierte en un agente del orden y el 
manicomio en el lugar de la corrección. Este punto de vista fue 
seguido exhaustivamente por la mayoría de las corrientes 
contraculturales, fundamentalmente la Antipsiquiatría (1960) y la 
Desinstitucionalización psiquiátrica (1970). Estos movimientos 
introdujeron entropía frente a la homeóstasis social, pero no lograron 
generar el cambio del paradigma psiquiátrico clásico.
 Pero una lectura lineal de una situación problemática (o no), no 
solamente remite a la historia de la persona:
 1. Pueden buscarse en el pasado los elementos traumáticos que han 
podido generar la aparición de un síntoma en el presente.
19
 2. También es lineal, en términos médicos, la búsqueda de la causa 
de una afección determinada (una fiebre alta puede tener diferentes 
etiologías).
 3. Así mismo, pueden encontrarse lecturas lineales en un eje 
sincrónico -de tiempo presente-, buscando causas relacionales, como, 
por ejemplo, atribuir el origen de la angustia de una mujer a las malas 
contestaciones del hijo, sin dar el giro que produciría la recurrencia 
(¿qué genera ella para que éstas se produzcan?), puesto que así 
entramos en el terreno de las interacciones, y, por ende, en otra 
epistemología.
 Este último punto significa que, en contra de lo que siempre se 
ejemplifica como epistemología lineal en psicoterapia, llámese 
encontrar los orígenes de un síntoma actual en el pasado de la 
persona, también encontrar un porqué relacional implica una 
linealidad de otro orden. La linealidad no sólo se posiciona en el eje 
de la diacronía, sino que pueden existir hipótesis lineales en el eje 
sincrónico.
 La epistemología de corte lineal es la que rige y ha regido la forma 
de conocimiento humano, traspasó las fronteras culturales y de 
tiempo, e impregnó las investigaciones del saber científico, así como 
el acto cotidiano de la vida del ser humano.
 Existe una tendencia natural a buscar el origen o la causa del 
hecho que sucede, trazando hipótesis, tal vez múltiples, pero que 
conllevan el paradigma lineal en su esencia. El modelo sistémico ha 
propuesto una epistemología diferente, que todavía no ha alcanzado 
el status de paradigma, no ha logrado suplantar y ni siquiera absorber 
el paradigma imperante, no porque no contenga los elementos 
conceptuales adecuados, sino porque la comunidad científica, es 
decir, el grupo de poder, no ha querido aún aceptar totalmente las 
nuevas reglas que propone la Teoría General de los Sistemas.
 
CIRCULARIDAD Y REVOLUCION CIBERNÉTICA 
20
 La otra variante epistemológica, base de la psicoterapia 
sistémica, es el concepto de recurrencia o de causalidad circular. 
 La circularidad expresa -al contrario de la linealidad- cómo en 
una secuencia de causa y efecto, éste impregna la causa primera, 
confirmándola o efectuando una modificación, y a través de esta 
recurrencia, la causa inicial -en la progresión y dinámica del proceso 
se ve afectada.
 La conceptualización del proceso circular es aportada por la 
Cibernética, cuyo modelo se constituye por una unidad básica: el 
mecanismo de retroalimentación. Pero, ¿cómo surge esta nueva 
epistemología, cómo se inventó esta nueva teoría?
 Por lo general, la mayoría de las grandes teorizaciones, 
modelos Psiquiátricos o psicológicos y las investigaciones en distintos 
campos, se cimentaron en una visión analítica que implicaba la 
primera ley de la Termodinámica. Esta primera ley ponía de 
relevancia los fenómenos de conservación y transformación de la 
energía. Su epistemología es lineal, y su método explicativo -a través 
de una diacronía y sincronía causal- aportaba los elementos 
necesarios para cumplir los objetivos.
 A partir de los años 50, aparece una nueva epistemología, que 
se fundamenta en el concepto de información -basado en la segunda 
ley de la Termodinámica-; el discurso se estructura alrededor de 
términos como desorden, orden, entropía negativa, naturaleza 
retroactiva u organización, construyendo así lo que se llamó 
causalidad circular. La información se erige en el módulo central de 
las investigaciones, orientándose a procesos de comunicación más 
abarcativos y complejos, como son los sistemas humanos.
 Así, la Cibernética (Wiener, 1948) tuvo como objeto de estudio 
los procesos de comunicación en sistemas naturales y artificiales, y 
es definida por su autor como «la ciencia de la comunicación en el 
hombre y la máquina». Etimológicamente deriva del término griego 
kybernetiké* que significa 'el arte del timonel' o 'el arte de gobernar' 
y se utiliza ya en La República de Platón, donde su significado se 
emparenta con el de Política, en el sentido del arte de gobernar o 
dirigir. Según Keeney, si la palabra designa tanto el hecho de 
comandar una nave como el de ejercer el control social, esto nos 
revela que la Cibernética se ocupa tanto de los seres humanos como 
de las máquinas que ellos mismos crean.
 La idea central del origen de la Cibernética es que existe una 
pauta que organiza los procesos físicos y mentales. Si bien estas 
ideas se venían gestando largo tiempo atrás, sólo a mediados de este 
siglo cobraron mayor repercusión.
21
 Sin apartarnos de la teoría, algunos hechos históricos nos 
permiten contextualizar su nacimiento. Fue en 1943 cuando 
aparecieron dos artículos que pueden considerarse como el 
nacimiento de la Cibernética. Uno de ellos se titulaba Conducta, 
finalidad y teleología, y en él sus autores, Arturo Rosenblueth, Norbert 
Wiener y Julian Bigelow, desarrollaron el concepto de finalidad e 
intencionalidad. El otro, Cálculo lógico infinitesimal de las ideas 
inmanentes en la actividad nerviosa, de Warren McCulloch y Walter 
Pitts, reveló el tipo de funciones que todo cerebro debe computar con 
el objetivo de percibir y describir. Estos escritos intentaban discernir 
las pautas de organización que subyacen tanto a la conducta 
intencional o teleológica como a la percepción respectivamente.
 Paralelamente, Gregory Bateson desarrollaba una concepción 
del proceso interaccional desde la Antropología, y Jean Piaget, 
estudiando la evolución de la inteligencia, identificaba los 
mecanismos del conocer.
 En los años 40 comenzaron a producirse unos encuentros 
fomentados por la fundación Josiali Macy, que nucleaba a 
profesionales de distintas disciplinas. El primero se realizó en Nueva 
York en 1942 y allí se discutió acerca de los problemas de la 
inhibición central en el sistema nervioso, cuyo eje central fue la 
hipnosis, debatiéndose, además, informalmente las ideas de 
Rosenblueth.
 El segundo encuentro tuvo lugar en 1944 y adquirió un carácter 
bianual. La preocupación de este grupo de científicos era encontrar la 
temática común que los uniera en sus investigaciones, a pesar de las 
diferencias de cada especialidad. Por lo general, los temas discutidos 
en los encuentros se referían a los mecanismos de retroalimentación 
y a la causalidad circular, tanto en sistemas biológicos como sociales.
 Finalmente, Wiener acuñó el término Cibernética para designar 
a nuevo tipo de paradigma.
 Ya a comienzos del siglo xx, Bernard había observado el 
isomorfismo entre la regulación de la máquina de vapor y los 
organismos vivos, frente a cambios internos o externos que podían 
alterar su metabolismo. Ciertas sustancias se conservaban en el 
cuerpo de una forma muy estable, lo que condujo a postular la 
estabilidad del medio interno, como uno de los elementos 
fundamentales para la vida.
 Es Cannon el que introduce el término homeóstasis para 
designar latendencia a mantener dicho equilibrio interno a través de 
mecanismos reguladores complejos que, por ejemplo, llevan a una 
constancia de la concentración de azúcar en sangre, de la presión 
osmótica y de la temperatura del cuerpo.
22
 Pero fue a finales de los años 30 que el matemático Wiener se 
reunió con el neurofisiólogo Rosenblueth y con Cannon para discutir 
sus trabajos, pensando en la posibilidad de encontrar un lenguaje que 
los uniera frente a la similitud de sus investigaciones, y que les 
permitiera tender puentes ante cuestiones isomórficas.
 «En esa época Wiener participa en las investigaciones que 
permitirán la creación de ordenadores modernos. Pero Norteamérica 
entra en guerra y, como los otros científicos, debe participar del 
esfuerzo común de lucha contra el enemigo. Los progresos de la 
aeronáutica, y en especial el aumento de la velocidad de los aviones, 
han dejado anticuadas las piezas de artillería antiaérea. Se encarga a 
Wiener que estudie la cuestión. Él se da cuenta que es necesario 
integrar en el aparato de control el tratamiento de todas las 
operaciones necesarias. Así, con la ayuda del ingeniero americano J. 
Bigelow, Wiener se aplica a construir un aparato que permita tener en 
cuenta el desplazamiento del avión blanco (y las características de 
previsión que esto necesita), así como la reducción del error de tiro. 
"Bigelow y yo mismo llegamos a la conclusión de que un factor muy 
importante de la actividad voluntaria es lo que los ingenieros del 
control llaman feed-back (o retroacción). Cuando se desea que un 
movimiento siga un modelo dado (por ejemplo una trayectoria 
definida para que un misil alcance un blanco), la desviación entre 
este modelo y el movimiento realmente efectuado es utilizada como 
un nuevo dato (feed-back) para hacer que la parte que se desplaza 
siga una trayectoria más próxima al movimiento previsto por el 
modelo"» (Wittezaele, García, 1992).
 
La posibilidad de ingresar información nueva dentro de este 
circuito permite corregir la desviación, rectificando el error, y por lo 
tanto, modificar la comunicación de retorno (feed-back) implica lograr 
mejorar el objetivo.
 Este fenómeno es comparado con los movimientos voluntarios 
humanos. Por ejemplo: cuando queremos alcanzar un objeto con la 
mano se introducen una serie de rectificaciones -conscientes o 
inconscientes-, que llevan a que el movimiento alcance su objetivo.
23
 Rosenblueth observa análogamente -estimulado por Wiener- 
estos mecanismos en pacientes con afecciones en su sistema 
nervioso.
 Ninguno de los tres científicos intenta analizar las 
organizaciones internas, sino el comportamiento, las reacciones 
observables, tanto los outputs como los inputs, tomando las 
propiedades internas como caja negra, y de esta manera afirman que 
el concepto de Jeed-back es la clave de la explicación de todo 
comportamiento intencional.
 Este concepto fue trasladado al área de la psicología, aunque 
no con la precisión suficiente en que fue aplicado en la fisica. A 
posterior¡ Margared Mead señala en una entrevista personal que el 
concepto de feed-back fue utilizado por Kurt Lewin de una manera 
diferente:
 «[ ... ] como cuando haces algo con un grupo, vuelves a hablar 
de ello más tarde y le dices lo que ha pasado [ ... ] así es como la 
palabra feed-back fue introducida de manera incorrecta en las 
conferencias tipo Unesco [ ... ] -no he recibido feed-back de tu parte, 
no puedo continuar sin un feed-back-. Esto no hubiera sobrevivido si 
Kurt no se hubiese muerto, sin duda se hubiese rectificado» 
(Wittezaele, García, 1992).
 El concepto de feed-back es el módulo central de las ciencias 
de la comunicación. La comunicación de retorno es la esencia de la 
interacción; de la misma manera que el primer axioma de la 
pragmática de la comunicación humana sentencia «es imposible no 
comunicarse», siempre en la interacción, nuestra conducta pauta y 
delimita la respuesta de nuestro interlocutor y esta misma es la que 
regulará nuestra conducta y así en sucesión recursiva. Por lo tanto, el 
feedback aparece en las relaciones humanas como el sol cada 
mañana. No se trata de un concepto que depende de la voluntad de 
las personas, con lo cual esperar o pedir un feed-back sería 
convertirlo en una acción voluntaria, cuando en rigor es patrimonio de 
la comunicación.
 De esta manera, la idea básica de la Cibernética es la de 
retroalimentación, que Wiener definió como:
 «[ ... ] un método para controlar un sistema, reintroduciéndole 
los resultados de su desempeño en el pasado. Si estos resultados son 
utilizados meramente como datos numéricos para evaluar el sistema 
y su regulación, tenemos la retroalimentación simple de las técnicas 
de control. Pero si esta información de retorno sobre el desempeño 
anterior del sistema puede modificar su método general y su pauta de 
desempeño actual, tenemos un proceso que puede llamarse 
aprendizaje» (Wiener, 1954).
24
 Por lo tanto, la acción de corregir la desviación se pone en 
movimiento por la diferencia, tal como lo define Bateson, con lo que 
es posible entender todo cambio como la necesidad de mantener 
cierta regularidad y esta misma, a su vez, podrá mantenerse a través 
del cambio. A esta estabilidad del sistema se le aplica el término 
homeóstasis, que no es una denominación muy afortunada ya que 
revela un equilibrio estático, un estado más bien estacionario.
 Brand (1976) lo definió con el término homeodinámico, que 
ejemplifica el doble juego cibernético de estabilidad-cambio. 
Homeodinamia es el equivalente a lo que Maruyama llamó 
morfogénesis; esta propiedad es patrimonio de aquellos sistemas más 
permeables al entorno, con flexibilidad en las reglas de su 
funcionamiento, que le permiten, frente a situaciones de crisis (como 
introducción de entropía), modificar sus pautas y reacomodarse a la 
nueva situación.
 Esto posibilita que el sistema madure, alcanzando niveles 
evolutivos superiores, acumulando experiencia que lo llevará a 
sortear nuevas dificultades con menor gasto de energía.
 En ocasiones se señala que la diferencia que se establece 
entre el control de la desviación de la energía de un sistema 
(negentropía) o su amplificación (introducción de entropía) 
corresponde y se extiende a dos tipos de retroalimentación 
diferentes; M. Maruyama (1968) sugiere que existen sistemas que 
amplifican la desviación y otros que la contrarrestan, como si fuesen 
dos tipologías de sistemas:
 • Los sistemas que contrarrestan la desviación son conducidos 
por un tipo de retroalimentación negativa que genera homeóstasis en 
el circuito.
 • En aquellos que amplían la desviación, la retroalimentación 
es positiva, produciendo homeodinamia en el sistema.
 No obstante, el problema que presenta esta discriminación es 
que lleva a construir compartimientos estancos de dos polaridades: la 
estabilidad y el cambio. Si esto es llevado al campo de la Terapia 
Familiar, se diferencian tipos de familias homeostáticas, 
homeodinámicas o que alternan en los dos procesos.
 Pero esta división no tiene su origen en la epistemología 
cibernética, puesto que desde ésta es imposible separar la estabilidad 
del cambio, ya que ambas serían dos partes complementarias de un 
mismo proceso. No puede efectuarse un cambio si el sistema no 
posee un techo de estabilidad sobre él, y a su vez la estabilidad 
descansa en los procesos de cambio que están por debajo.
25
 Wiener ya había propuesto que la estabilidad y el cambio 
pueden explicarse como diferentes órdenes de retroalimentación.De 
acuerdo con la retroalimentación, se deriva el éxito o fracaso de una 
acción sencilla, pero en un nivel más alto, la retroalimentación de la 
información, que corresponde a una pauta de comportamiento o a 
una modalidad de conducta, puede lograr que el organismo cambie 
su planificación estratégica de una acción futura. Esta 
retroalimentación se diferencia de otras más elementales, pertenece 
a un orden superior y suele ofrecer una manera de preservar y de 
cambiar una determinada organización social.
 Vale decir que, si la retroalimentación simple, por así llamarla, 
no es controlada por una de orden superior -retroalimentación de la 
retroalimentación- se generará una intensificación de la ampliación 
de la desviación, surgirá el descontrol en el sistema y se producirá lo 
que Bateson llamó esquismogénesis. Dicho en otras palabras, se 
refiere al proceso que incrementa la intensidad en un circuito, que al 
no estar bajo control, genera un nivel de tensión tal que produce la 
fragmentación del sistema, destruyéndolo.
 Repitiendo la afirmación de Bateson, lo que se denomina 
retroalimentación positiva o desviación o amplificación de la energía, 
no es más que un arco o secuencia parcial de un proceso de 
retroalimentación negativa mucho mayor.
 «La Cibernética estudia de qué manera los procesos de cambio 
determinan diversos órdenes de estabilidad o de control. En esta 
perspectiva, el terapeuta debe ser capaz de distinguir no sólo la 
retroalimentación simple, que mantiene el problema presentado por 
su cliente, sino también la retroalimentación de orden superior, que 
mantiene esos procesos de orden inferior. El objetivo del terapeuta es 
activar el orden del proceso de retroalimentación que permita a la 
ecología perturbada, autocorregirse» (Keeney, 1983).
 Si no se toma en cuenta el proceso de retroalimentación 
superior el profesional observa tan sólo una parte de la dinámica -el 
árbol que no deja ver el bosque-, desconociendo cuál es el techo con 
el que opera. Así el terapeuta quedará entrampado en el juego 
homeostático de la familia, siendo una parte más de dicha 
maquinaria.
 En conclusión, el cambio adaptativo como proceso de 
aprendizaje con el objetivo del crecimiento surge del control del 
control y no del descontrol del sistema. Ya los griegos en el siglo V 
(A.c.). concibieron la creación del universo a partir del caos. Del 
desorden surgieron la tierra, el agua, el cielo, las estrellas, etc., se 
constituyó el cosmos, que en griego significa 'orden'.
 A toda esta etapa de la concepción cibernética se la llamó 
Cibernética de primer orden.
26
 El concepto de caja negra en donde un observador se 
posicionaba delimitando la información de entrada y salida marcaba 
el perímetro de dos espacios: el del observador y el de la familia. Por 
lo tanto, estas investigaciones no involucraban al observador en el 
campo de observación. El ingreso del observador como un elemento 
más en el sistema representa la evolución de las ideas originales de 
la Cibernética, constituyéndose lo que se llamó Cibernética de la 
Cibernética o Cibernética de segundo orden.
 Heinz Von Foerster (1974) diferencia a la Cibernética de primer 
orden como la de los sistemas observados y la de segundo orden 
como la Cibernética de los sistemas observantes, equivalencia de los 
términos Cibernética simple y Cibernética de la Cibernética, 
respectivamente.
 En este período, la Cibernética se convierte en objeto de estudio 
de sí misma, de ahí el término acuñado por M. Mead (1968) (…) de 
segundo orden; de esta manera definitivamente se incluye al 
observador dentro del sistema.
 Trasladado este campo a los sistemas de comunicación 
humanos, las ideas cibernéticas se comprendieron a través del 
concepto de caja negra; así la familia es metafóricamente comparada 
con ésta: los síntomas y las intervenciones son los mensajes de 
entrada y salida del sisiema, y el terapeuta sería el ingeniero que 
debe recalibrarlo.
 Esta idea ha sido muy importante para entender el 
funcionainiento de la dinámica familiar y diseñar las estrategias 
adecuadas. Watzlawick (1967) asevera que el objetivo de la 
psicoterapia tradicional consiste en descubrir el inconsciente (tomado 
como caja negra), del cual solamente podemos realizar inferencias o 
hipótesis. únicamente podemos observar los inputs y outputs que el 
sistema acciona; por lo tanto el límite de la aplicación de las primeras 
ideas cibernéticas al campo de la terapia familiar radicaba en que 
esta concepción pragmática excluía al observador/terapeuta del 
campo de observación. Es la Cibernética de segundo orden la que 
integra los dos sistemas -el observante y el observado- como parte de 
un sistema recursivo total. Las investigaciones se distinguieron por 
dos fases predominantes:
1 En la primera, los investigadores se preocuparon por mantener la 
homeóstasis del sistema familiar, por lo que las intervenciones se 
referían a fortalecer reglas, mandatos y mitos familiares que 
contrarrestasen la desviación de energía como efecto negentrópico.
2. En la segunda, los temas predominantes oscilaron entre las 
necesidades de cambio, evolución y creatividad. Las intervenciones 
tenían por finalidad la amplificación de los procesos de desviación de 
energía y la inducción a la crisis, provocando desorden (entropía) en 
27
el sistema, con lo cual se generaba una reformulación de reglas que 
llevaban a instaurar un nuevo orden en su funcionamiento. Por lo 
tanto, el uso de técnicas paradojales fue una de las herramientas 
terapéuticas para generar el cambio dinámico.
Esta discriminación fue bautizada por M. Maruyarna como 
Cibernética de primer y segundo orden, especificando los sistemas de 
retroalimentación negativa y positiva respectivamente, con lo cual se 
aparta de la tradicional distinción que explica los dos órdenes de 
recursión.
Desde este nuevo paradigma cobra otra dimensión la palabra crisis 
con respecto a su acepción clásica. El término abandona su 
significado pecaminoso, para referirse al cambio dinámico de las 
reglas de funcionamiento de un circuito. Crisis es el efecto que se 
produce en todo sistema cuando se amplifica una tramo de la 
recursión de la energía; esta amplificación genera un desorden en el 
estatismo del funcionamiento, obligando a los integrantes, o bien a 
refortalecer las reglas existentes, retornando al status quo anterior a 
la crisis, o (en sistemas menos rígidos) a reformular las reglas y las 
funciones de cada uno, produciendo un nuevo orden que lleve a una 
recursión diferente.
Pero es con la Cibernética de segundo orden que se introduce al 
terapeuta en el campo de la observación de la familia. Surge 
entonces en la clínica sistémica la utilización del espejo unidireccional 
y el concepto de la labor en equipo; será, pues, la elaboración de 
hipótesis, el producto de un acto co-constructivo. La observación, 
desde diferentes perspectivas, de los distintos órdenes de recursión 
convoca a comprender más claramente los circuitos de las 
interacciones. 
H. von Foerster señala que en la actualidad la Cibernética ofrece el 
marco conceptual para comprender procesos de segundo orden como 
la cognición, la interacción sociocultural, etc. La primera brindó los 
conceptos de regulación, equilibrio, estabilidad, cambio, mientras que 
la segunda introduce conceptos de mayor complejidad como los de 
autorreferencia y autonomía.
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Por lo tanto, la observación de un ser humano desde una 
epistemología circular obstruye la visión individual como un sujeto 
aislado o acontextual; la mirada se dirige hacia una entidad que 
interactúa y genera unentramado de relaciones, caracterizado por un 
contexto que otorga significados, poblado de intercambios de 
información que pautan conductas de respuesta/emisión en forma 
permanente.
La pregunta interna del terapeuta sistémico será: quién hace qué, 
a quién, cuándo, en dónde, cómo...
Un análisis cibernético puro excluye la dimensión temporal, por lo 
que serán tomadas en cuenta solamente las relaciones sincrónicas.
La circularidad no se comprende en términos de temporalidad (ya 
que en el eje de la diacronía los hechos de la expenencia se suceden 
linealmente); además, el tiempo no puede revertirse, un pasado no 
puede modificarse (o al menos podemos pensar en reformular ciertos 
eventos del pasado que adquirirán, por ende, un significado diferente, 
pero esto compete a la narrativa de la historia, que es la que puede 
ser redimensionada).
El pasado dejará su impronta en la familia a través de la 
instauración de pautas, reglas, mitos, etc., que rigen una dinámica 
determinada; la historia que se construye es el resultado de un 
proceso de abstracción, por el cual pueden constituirse situaciones 
isomórficas (o no) en contextos similares. Desde este modelo interno 
llamado mapa, se desarrollan conductas interactivas, en donde surge 
el fenómeno de la circularidad en el aquí y ahora.
No obstante, hablar de isomorfismo, implica una construcción del 
observador: los puntos de coincidencia a través de repeticiones de 
circuitos interaccionales que reeditan otros pasados o simultáneos 
son atribuciones del terapeuta en función del modelo al cual se 
adhiere. Construir la hipótesis de que un señor interacciona con Ju 
esposa repitiendo el mismo esquema relacional que tenía con su 
madre es una concordancia mediatizada por la teoría del observador, 
y no patrimonio de la relación en sí misma.
En este punto podríamos señalar un interjuego de tres procesos 
circulares en dos niveles lógicos diferentes: más allá de la circularidad 
del fenómeno interaccional del desarrollo de conductas que generan 
un circuito recursivo en tiempo presente, en un nivel lógico superior, 
coexiste una circularidad que surge como producto del isomorfismo 
de alguna situación relacional (circular) situada en el eje diacrónico.
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 La historia, entonces, no es el pasado, sino el cuento que se narra 
la familia, la pareja o los individuos sobre su pasado; de ahí que 
diferentes hermanos en una misma familia posean distintas 
construcciones acerca de la historia familiar, o sea, caracterizan a los 
padres, situaciones o a sus propios hermanos desde ópticas similares, 
opuestas o simplemente diferentes. Desde esta perspectiva, el 
espacio de la psicoterapia será concebido como un lugar donde se 
cuentan historias (hechos que se convierten en eventos para el 
narrador) con sus respectivas atribuciones de significado, y las 
intervenciones terapéuticas posibilitarán redefinirlas -si es necesario-, 
con la finalidad de co-construir una nueva versión. Así, el paciente 
podrá narrarse otro cuento acerca de él y de los demás.
En los sistemas familiares, los pensamientos y sentimientos de 
cada miembro son regidos por pautas inherentes al contexto familiar; 
el sentido inverso de la recurrencia también es correcto, los 
pensamientos y sentimientos de cada integrante coadyuvan al status 
quo del sistema familiar. Esta estabilización recíproca–homeostática 
puede provocar tal rigidez en el sistema que anule la posibilidad de 
adaptarse a las exigencias de un mundo cambiante, emergiendo la 
conducta sintomática como la evidencia de una disfuncionalidad, 
funcionalpatológica.
Una de las disputas teóricas en el ámbito de la psicoterapia sobre 
ambas epistemologías se circunscribe a delimitar los grados de 
efectividad de la psicoterapia individual clásica o de los tratamientos 
sistémicos. Los primeros, resaltando los componentes históricos 
individuales del sujeto y convocando a realizar un análisis diacrónico; 
los segundos, poniendo énfasis en los procesos de interacción 
desarrollados en el aquí y ahora del eje de la sincronía.
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F. Simon, H. Stierlin y L. Wynne (1984) complementan ambos 
puntos de vista, remarcando que no existen relaciones recurrentes en 
dimensión de tiempo presente como elementos de la experiencia. No 
obstante, todos los efectos diacrónicos (sucesivos) son lineales; 
cuando se discriminan situaciones isomórficas, aparece la 
circularidad:
«La confusión que se suscita obedece muy probablemente al 
hecho de que la causalidad lineal y la causalidad circular sólo pueden 
entenderse mediante diferentes procesos de abstracción. La 
lineafidad representa una abstracción en función del efecto de las 
relaciones presentes o sincrónicas; la circularidad es una abstracción 
en función de las relaciones pasadas (históricas) o diacrónicas. Los 
conceptos lineal y circular de la causalidad constituyen, en 
consecuencia, dos puntos de vista que deben considerarse juntos a 
fin de poder ver el cuadro completo.»
 
31
Sin embargo y como anteriormente señalamos, la circularidad no 
se remite únicamente a situaciones isomórficas, pues de acuerdo con 
el planteamiento de los autores se establecería en función de 
conductas repetitivas de situaciones anteriores de la experiencia (lo 
que se llama desde el Psicoanálisis compulsión a la repetición), y no 
siempre es así. En el eje de la sincronía pueden establecerse circuitos 
recursivos, sin necesariamente la intervención de la historia en 
función de repeticiones (ya que la historia siempre interviene, somos 
sujetos históricos).
También podríamos pensar que la linealidad constituye un tramo o 
secuencia parcial de un circuito recurrente más abarcativo. 0 sea, 
desde este punto de vista, la circularidad estaría situada en un nivel 
lógico superior, y en el inmediato inferior, la linealidad remitiría 
solamente al análisis de un pasaje.
Veamos un ejemplo sin reparar demasiado en detalles de 
contenido; lo más importante es observar el juego de las dos 
epistemologías: supongamos tres terapeutas, dos de los cuales 
comparten una epistemología clásica y trabajan con un modelo 
tradicional, y el tercero posee una visión sistémica. Los tres, sin 
saberlo, trabajan con integrantes de una misma familia. Los dos 
primeros hablan con el marido y la esposa en forma individual, y el 
tercero convoca a la familia.
Supongamos que estos profesionales se encuentran con un 
supervisor y con un grupo de terapeutas noveles y estudiantes. El 
primero comenta que le llegó a la consulta un señor que desde hace 
meses no tiene relaciones sexuales con su esposa, y que ella se 
acuesta más temprano para evitarlas (según él); duerme de espaldas 
y siente mucho temor a ser rechazado, a parecer un «gordito 
estúpido» si ella no lo acepta, como le decían en el barrio de su 
infancia (a pesar de que en la actualidad estéticamente lejos está de 
ser gordo). Esto lo lleva a defenderse más y a tomar mayor distancia, 
ya que su mujer lo descalifica siempre, tratándolo de «impotente», 
«que no es hombre», y él no desea arriesgarse a ser más 
desvalorizado.
Cuando comenta el caso, desde esta secuencia lineal, el grupo de 
estudiantes toma partido por él; la mujer ocupa el lugar de la 
victimaria, la malvada de la película de la pareja, la descalificadora 
que lo impotentiza; esto recrudece el trauma de inferioridad de su 
infancia. El terapeuta señala, además, que el paciente, 
analógicamente, acompaña todo su relato con la actitud del 
pobrecito, acentuando más la distinción trazada por él y por el grupo.
El segundo terapeuta comenta el caso de una señora que desde 
hace meses no tiene relaciones sexuales con su marido. Por lo 
general,

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