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LA POLITICA EN LA SALUD Y LA SALUD EN LA POLITICA 2

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LA POLÍTICA EN LA SALUD Y LA SALUD EN LA POLÍTICA
José Carlos Hernández Pineda
El texto que se presenta a continuación y que es parte de una inquietud que apenas inicia al encuentro su palabra, no se presenta sólo como algo estrictamente académico para asuntos académicos, sino que parte de la experiencia cotidiana en la que podemos darnos cuenta de que la salud está presente en los valores de la gente, o al menos en su discurso, lo que seguramente todos hemos comprobado. Por ejemplo, cuando algún conocido afirma “lo importante no es el dinero sino tener salud”, vemos que de continuar la charla sobre este discurso axiológico, puede uno darse cuenta que esta idea de salud suele referirse al cuerpo y algunas veces se incluye lo “mental”, pero no se concibe que la salud pueda ser una relación activa con el Otro. Por este motivo el autor espera interesar a los lectores con el siguiente planteamiento.
 Partiremos en base a dos líneas de investigación: La Psicología Política y la Psicología Social de la salud o si se prefiere a otro nivel la política y la salud y que en principio están separadas. Hemos visto tanto en los medios de información como en eventos públicos, que se puede hacer política con la salud, como lo sugiere abstractamente la primer parte del título, sin embargo, es válido preguntarse: ¿puede realizarse la salud en la actividad política? La justificación de esta pregunta radica en que se observa en la conciencia ordinaria de la gente, un politicismo práctico que la reduce a la dimensión utilitaria (que da utilidad inmediata y material) y un apoliticismo “absoluto”, engañoso sobre todo para el que la vive. 
Estas dos posturas del hombre ordinario y pragmático, por ser “ismos” (sistemas y doctrinas) se configuran en una ordinariedad que viene de un dispositivo del orden y en interés del poder. Politicismo, porque viniendo de tal conciencia, solo se interesa en la política como carrera que “tiende, al parecer, a integrar a este hombre común en la vida política pero a condición de que se interese exclusivamente por los aspectos “prácticos” de ella. Es evidente que reducida a este contenido “practico”, productivo, la política solo puede adquirir un sentido negativo para los que permanecen al margen de esta integración, y no aciertan a ver , fuera de ese politicismo “practico”, otra dimensión de la política que no sea la del romanticismo, idealismo o utopismo” (Sánchez Vásquez, Filosofía de la praxis :pág. 35). 
Apoliticismo “absoluto”, porque entre otros muchos factores, el sujeto viene de otorgarle a la política una cualidad en sí, como lo corrupto en sí y para sí, o de vincular inmediatamente la política con lo corrupto, pero en esta inmediatez (de una certeza que no parece superar aquella conciencia de sí, que trata Hegel en su fenomenología del espíritu, y que como explica Marx “Hegel cayo en la ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento que partiendo de sí mismo, se concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo y se mueve por sí mismo”) no se ve que lo corrupto no es ni una sustancia y que lo corrupto está inmerso en todas las redes sociales tejidas por la actividad humana, por lo que la corrupción es un fenómeno que se da en los espacios tanto públicos como privados y no exclusivamente en la política, por tanto el espíritu apolítico del hombre que cree salvarse de la política, no solo no se salva sino que le afecta tanto como al político “practico”; Sánchez Vásquez precisa muy bien: 
“La despolitización crea así un inmenso vacío en las conciencias que solo puede ser útil a la clase dominante al llenarlo con actos, prejuicios, hábitos, lugares comunes y preocupaciones que, en definitiva, contribuyen a mantener el orden social vigente… El apoliticismo de grandes sectores de la sociedad excluye a estos de la participación consiente en la solución de los problemas económicos, políticos y sociales fundamentales y, con ellos, queda despejado el camino para que una minoría se haga cargo de estas tareas de acuerdo a sus intereses particulares, de grupo o de clase.” (1967)
 Entonces se habla aquí de una conciencia política ordinaria que viene del orden del poder y una conciencia apolítica que a final de cuentas no es subversiva contra el poderío de los “otros” como lo cree inocentemente y que solo sirve a “los otros”. 
Pasando a la cosa de la salud en cuanto que a la salud en la modernidad (entendida esta en su sentido filosófico como: el presente) vemos que ya no pasa a ser pensada como una simple ausencia de alteraciones y de enfermedad, sino como un bienestar biológico, social y mental. Esto indica que hay marcos conceptuales diferentes para abordar la salud y dentro de estos marcos conceptuales se incluyen unos problemas pero se excluyen otros. 
El marco conceptual de la OMS aunque en su definición de salud la conciba como “un estado de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de 
enfermedades y afecciones”, que si bien no la trata como la ausencia de algo, como algo que no es sino que es y que también incluye lo mental y social, no se evita reificarla llamándola “estado” evitando tratarla en su movimiento, viéndola como una situación o un permanecer, y que bajo un marco neopositivista, pretende “medir” la salud solamente bajo estándares cuantitativos como la mortalidad, morbilidad, crecimiento y desarrollo, esperanza de vida al nacer, junto con tasas de natalidad. Entonces viendo que es limitado definir la salud como bienestar por su abstracción, funcionamiento por su implicación de utilidad o estado por su cosificación, utilizaré la definición que da el sociólogo Raúl Rojas Soriano como “la capacidad que tiene el individuo para desarrollar todas sus potencialidades físicas, intelectuales, espirituales y artísticas, conformidad con su ambiente social y físico” (Metodología en la calle pág. 159). Aquí se comparte la perspectiva del autor de que la salud está mejorando en México solo si se la considera como una capacidad para reparar la maquina humana en las instituciones de salud pública (IMMS,ISSTE) y reincorporarse a los procesos productivos para que no se pierda la exigencia fundamental del capitalismo: generar plusvalía.
Además, en un sistema socioeconómico y político alienado como el nuestro, la alienación entendida en su sentido filosófico como “el proceso en el cual los resultados de la actividad humana y ella misma se transforman en algo que domina sobre los hombres, en obstáculo que separa la existencia del individuo humano de su propia esencia social” (Lecturas de filosofía, salud y sociedad :pág. 16), las relaciones de alienación y salud son muy estrechas e inversamente determinadas pues en los múltiples niveles de la relación, la alienación a nivel macro social de la salud, a nivel grupal y a nivel individual, de las cuales solo me interesa mencionar la primera que se da en la formación económico social y que se expresa en la actividad de organización de la salud pública la cual se da en sus tres vertientes: 
1) La alienación en la gestión de la salud, 2) la alienación en los profesionales de la salud y 3) la alienación en las poblaciones con respecto a la salud, en las que esta última y su relación con la política es específicamente la que me interesa “la alienación política-entendida bien como indiferencia política de las masas y como pérdida del sentido de dirección política a cuenta del interés mercantiles en las condiciones del 
Capitalismo hoy-constituye la fuente más directa de influencia sobre el extrañamiento de la salud pública” (Lecturas de filosofía salud y sociedad pág. 21).
Esta estrecha relación por tanto entre alienación de la política en la salud y la salud en la política nos impide estrechar lazos de salud y política en el sentido de que la actividad política no solo es una actividad de promoción de salud sino que es una actividad que desarrolla la salud, siempre y cuando consideremos lo político y la política en el sentido siguiente utilizando la definición de política de Manuel GonzalesNavarro:
 “Lo Político como el conjunto de capacidades y potencialidades de los diversos actores sociales en la construcción de la realidad posible… En la profundidad, pero en lo más espigado de la dinámica social, lo político incluye la conceptualización en torno a la utopía. Aquel espacio de ilusión en el que se fundan aspiraciones y deseos y donde se plasman las distintas formas de aceptación de los otros, de los diferentes con sus opiniones y valores. La utopía como piedra angular que permite la configuración de la organización política y que fomenta la participación, la místicas los idearios políticos con mayores propósitos” (Psicología Política pág. 35).
 Así consideradas tanto la salud como la política es más fácil ver sus relaciones y sumándole que el desempleo, la calidad y la inseguridad, y mala remuneración económica (o buena pero bajo presión) en el trabajo, seguramente están relacionados con la depresión, conflictos familiares que incluyen la violencia familiar, la delincuencia, etcétera, y que me atrevo a decir que van en aumento.
Tal situación no es algo sorprendente , pero si alarmante cuando pensar que el trabajador viva en constante frustración y como bien se sabe la frustración hace que se ataque a la fuente de esta, pero cuando la fuente es mayor y tiene mayor poder de represalia (como el sistema socioeconómico, el estado o la empresa) es más fácil desplazar la agresión a un objetivo que no represente mayor amenaza (sea la misma clase social a la que se pertenece o más baja, o que se tenga por objetivo a algún o algunos miembros de la familia ,esto puede sugerir un factor de como en guerrero mucha gente culpaba o calificaba de revoltosos a los movimientos magisteriales, como un desplazamiento de su frustración.
 Por tanto el trabajador tiene la opción de externalizar su descontento, hostilidad y rabia en los espacios privados (en psicoterapia individual por ejemplo) y desarrollar cierta resiliencia en abstracto, a mi parecer algo alienadas o tal frustración, ira, etcétera, puede deconstruirlas (destruir y construir) para externalizarlas políticamente, es decir públicamente, de manera organizada y desarrollando bajo la alteridad (con el otro) un proyecto colectivo que apunte a la construcción del cambio del orden vigente; es de esta forma (sin ser la única) que puede verse en la actividad política una praxis de salud por que la política no puede dejar de ser relación con el otro y este otro que sin política me es ajeno y me es extraño, con política es cuando veo que no me es tan ajeno y que sufre directa o indirectamente los efectos de la dominación, la opresión y la explotación como yo, ahí es cuando puede comenzar el desarrollo de una salud colectiva para todos y ahí es cuando al participar políticamente implicara participar con nuestra salud.

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