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AMNISTÍA INTERNACIONAL Declaración pública http://web.amnesty.org/library/Index/ESLAMR230322004 Colombia: Población civil blanco de masacres El asesinato de 34 presuntos "raspachines" (recolectores de coca) el 15 de junio de 2004 en la Finca Río Chiquito en el corregimiento de La Gabarra, municipio de Tibú, departamento de Norte de Santander, atribuido a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y según informes de prensa reivindicado por este grupo guerrillero, es una muestra más del flagrante desprecio de los actores armados, sea la guerrilla, los paramilitares, o la misma fuerza pública , con los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Según testigos, un grupo muy numeroso de hombres fuertemente armados llegaron a la finca a las 5:30 de la madrugada. A su llegada redujeron y amarraron a los campesinos con cuerdas, de pies y manos. Acusándoles de ser auxiliadores de los paramilitares les habrían disparado en la nuca. Entre las víctimas había dos menores de edad. Estos asesinatos contra civiles indefensos son una grave violación de los principios fundamentales del derecho internacional humanitario y constituyen un crimen de guerra. A la vez de repudiar y condenar el gravísimo hecho, Amnistía Internacional urge a que los responsables sean llevados ante la justicia. Desafortunadamente, esta masacre es sólo una más entre tantas otras que han ocurrido en los últimos meses, y se teme que no será la última que se habrá en el conflicto armado que sufre Colombia desde hace 40 años. Las continuadas violaciones y abusos de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, por parte de todos los actores armados, así como las políticas implementadas por el gobierno, muchas de ellas contrarias al derecho internacional, están incentivando la espiral de violencia política en Colombia. Guaitarilla - departamento de Nariño El 19 de marzo de 2004 siete policías del Grupo de Acción Unificada por la Libertad Personal (Gaula) y cuatro civiles murieron en la vereda de Plan Grande, en el municipio de Guaitarilla, en el noroccidente del departamento de Nariño. Al parecer fueron asesinados por miembros del Batallón Boyacá del ejército colombiano. Según fuentes militares, miembros del ejército que se encontraban en un retén militar en la citada vereda dieron el alto a los policías. Según la versión militar éstos últimos, a parte de no acatar la orden, respondieron disparando. La respuesta militar ante esta supuesta agresión fue devolver los disparos causando así la muerte de las víctimas. Investigaciones http://web.amnesty.org/library/Index/ESLAMR230322004 preliminares habrían establecido que las víctimas habrían recibido múltiples disparos, y algunos de ellos a corta distancia. El mes pasado se presentaron informaciones ante el Congreso que indicaban la posibilidad de que las pruebas podían haber sido manipuladas. Cajamarca - departamento de Tolima El 10 de abril de 2004 cinco civiles, entre ellos un bebé de seis meses, perdieron la vida en la vereda del Potosí, municipio de Cajamarca, departamento de Tolima. Fueron víctimas de los disparos de un operativo militar de tropas del Batallón Pijaos. Los militares admitieron haber disparado contra los campesinos. Según la versión militar el mal tiempo y la distancia a la que se encontraban las víctimas les indujo al error y "les confundieron con guerrilleros que merodeaban en la región." Los testimonios de los diferentes uniformados involucrados en el incidente presentaron contradicciones. Además, las pruebas de balística realizadas demostrarían que al menos una de las víctimas había recibido disparos a una distancia inferior a los 60 centímetros. La Defensoría del Pueblo afirmó recientemente que testigos y familiares de las masacres de Cajamarca y Guaitarilla habrían recibido amenazas. Según el Defensor del Pueblo encargado, Darío Mejía, "Si algo llega a ocurrir contra la integridad de los testigos en los casos de Guaitarilla y Cajamarca, la responsabilidad deberá recaer en el Estado." Las investigaciones por las masacres de Guaitarilla y Cajamarca fueron asumidas por la justicia penal militar que se ha convertido en un instrumento muy eficaz para proteger a los culpables de violación de derechos humanos evitando que sean juzgados y condenados. Bahía Portete - departamento de la Guajira El 18 de abril de 2004, después de haber estado varios días amenazando con su presencia, presuntos paramilitares incursionaron en la comunidad indígena de Bahía Portete, en el departamento de la Guajira, cuyos habitantes son miembros del pueblo indígena Wayúu. Al parecer, interrogaron a varios niños sobre el paradero de sus padres, y mataron a por lo menos a doce personas. Según los informes, los paramilitares torturaron a varios de los adultos antes de matarlos. Varias de las víctimas aparecieron descuartizadas. Los paramilitares también secuestraron a varias personas, incluidas Diana Fince Uriana, Reina Fince Pushinana de 13 años de edad y otra niña de 11 años. No ha sido posible determinar la cifra exacta de secuestrados, y se desconoce su paradero o si han sido asesinados. Más de 500 Wayúu cruzaron la frontera con Venezuela buscando refugio. Tame - departamento de Arauca El 19 de mayo de 2004 unos 200 hombres, presuntamente miembros del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), cerraron la vía Los Libertadores, entre Saravena y Tame, obligando a los campesinos de la zona al confinamiento durante un día. Posteriormente incursionaron en cinco veredas de la municipalidad de Tame, Flor Amarillo, Piñalito, Botalón Cravo, Charo y Los Andes. Durante esta incursión los presuntos paramilitares secuestraron y torturaron a varias personas. Según informes 11 campesinos fueron asesinados, seis de ellos fueron aprehendidos en la vereda de Flor Amarillo y los otros cinco en la de Cravo Charo. Todas estas masacres son ejemplos de la trágica realidad con la que se enfrenta cada día la población civil en Colombia. Son un indicativo de que la violencia que azota el conflicto sigue cebándose con los más vulnerables e indefensos. La población civil sigue siendo la víctima principal de la crueldad y de la violencia empleada por todos los actores involucrados en el conflicto. Es ella la que sigue sufriendo en sus propias carnes el dolor de los asesinatos selectivos, las "desapariciones", los secuestros y las masacres. Amnistía Internacional insta a todos los actores del conflicto a poner fin a las violaciones al derecho internacional humanitario y, en particular, a que respete los derechos fundamentales de los civiles. Amnistía Internacional insta al gobierno colombiano a que sea el garante de la seguridad de todos y todas los colombianos. Tomando medidas que realmente protejan a la población civil y la alejen del conflicto armado. El gobierno también tiene el deber y la responsabilidad de llevar a cabo investigaciones independientes e imparciales en todas y cada una de las masacres relatadas, llevando ante la justicia ordinaria a los responsables y haciendo públicos los resultados. Los dirigentes de la guerrilla deben por su parte ordenar a todos los combatientes que cumplan con el derecho internacional humanitario, que prohíbe específicamente a todas las partes de un conflicto armado interno atacar a personas que no participan directamente en las hostilidades. Redactado originalmente en español en el SI.
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