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Carlos Sandoval Cáceres Realizó estudios superiores en la Facultad de Medicina “San Fernando” de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde se tituló de médico cirujano. Posteriormente hizo la especialización en Geriatría en el Hospital de la Fuerza Aérea del Perú. Actualmente se desempeña como tutor de geriatría en la UNMSM y en la Universidad Ricardo Palma, y es miembro del comité del residentado médico de ambas universidades. También es profesor de Ética-Bioética y Fisiopatología en la Universidad Continental y de Farmacología Clínica y Geriatría en la Universidad de San Martín de Porres. Su experiencia clínica la desarrolla en el Policlínico Angamos (EsSalud), en donde preside el Comité de Capacitación y Docencia y el Comité de Ética y Bioética de la Red Desconcentrada Rebagliati. Es miembro fundador de la Sociedad Peruana de Geriatría; egresado y miembro activo de la Academia Latinoamericana del Adulto Mayor (ALMA), y miembro del Comité Editorial Internacional de The Journal of Latin American Geriatric Medicine. Ha publicado Ahora me toca a mí: cuando el cuidado de los padres pasa a manos de los hijos (2015), en coautoría con Fernando Maestre, y La enfermedad del olvido: confrontando al alzhéimer y otras demencias (2016). Es conferencista en foros nacionales e internacionales, columnista del diario Trome, e invitado regular a programas de radio y televisión, donde aborda temas relacionados con la problemática del adulto mayor. Conduce el programa Zona Geriátrica. El espacio del adulto mayor, que se transmite por Radio Miraflores Televisión. SANDOVAL CÁCERES, Carlos El abc del alzhéimer desarrollado en 101 preguntas / Carlos Sandoval Cáceres. 1.a ed. digital. Huancayo: Universidad Continental. Fondo Editorial, 2021. ISBN electrónico 978-612-4443-36-7 1. Enfermedad de Alzheimer 2. Enfermedades mentales 3. Signos y síntomas 616.8311 (SCDD) Datos de catalogación Universidad Continental Es una publicación de Universidad Continental El ABC del alzhéimer desarrollado en 101 preguntas Carlos Sandoval Cáceres Primera edición digital Huancayo, diciembre de 2021 © Del autor © Universidad Continental SAC Av. San Carlos 1980, Huancayo, Perú Teléfono: (51 64) 481-430 anexo 7863 Correo electrónico: fondoeditorial@continental.edu.pe www.universidad.continental.edu.pe Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú n.° 2021-14012 ISBN electrónico 978-612-4443-36-7 Cuidado de edición: Jullisa del Pilar Falla Aguirre Diseño de cubierta y diagramación: Yesenia Mandujano Gonzales El contenido de esta obra es responsabilidad exclusiva del autor. No refleja necesariamente la opinión de la Universidad Continental. Prohibida la reproducción por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso del editor. Presentación Prólogo Introducción Capítulo I. Conociendo un poco más al "enemigo". Algunas definiciones importantes 1. ¿Qué son las demencias? 2. ¿Cuántos tipos de demencia se conocen? 3. ¿Es normal presentar demencia durante el envejecimiento? 4. ¿Por qué se le denomina enfermedad de Alzheimer? 5. ¿Demencia senil y enfermedad de Alzheimer son lo mismo? 6. ¿Es la enfermedad de Alzheimer un problema de salud pública? 7. ¿Olvidarse es un síntoma de demencia? 8. ¿Qué es el deterioro de la memoria asociada a la edad (DMAE) 9. ¿Qué es el deterioro cognitivo leve? 10. ¿Qué es la enfermedad de Alzheimer? Capítulo II. ¿Cuánto sé y qué esperar? El alzhéimer y su impacto 11. ¿Cuáles son los síntomas y signos principales en el alzhéimer? 12. ¿Cómo se diagnostican las demencias? 13. ¿Qué enfermedades debemos descartar para no confundirnos con el alzhéimer? 14. ¿Es cierto de que la enfermedad de Alzheimer es más frecuente en mujeres que en hombres? 15. ¿Es contagioso el alzhéimer? 16. ¿Es la pérdida del olfato un signo precoz de la enfermedad de Alzheimer? 17. ¿Existen algunos exámenes para diagnosticar la demencia? 18. ¿Cuál es la prevalencia y distribución de la enfermedad de Alzheimer a nivel mundial? 19. ¿Existen etapas en la enfermedad de Alzheimer? 20. ¿Existe alguna relación entre el síndrome de Down y el alzhéimer? Capítulo III. ¡Aquí están, estas son! Clasificación de las demencias 21. ¿Qué es la demencia vascular? 22. ¿Qué es la demencia de cuerpos de Lewy? 23. ¿Qué es la demencia frontotemporal? 24. ¿Qué es la demencia por hidrocefalia a presión normal? 25. ¿Qué es la demencia pugilística? 26. ¿Existe una demencia por alcoholismo? 27. ¿Existe alguna demencia por la deficiencia de vitaminas? 28. ¿Existe la demencia por trastorno de la glándula tiroides? 29. ¿Puede haber demencia por hematoma subdural? 30. ¿Existe la demencia por sida? 31. ¿Se puede presentar demencia en personas jóvenes? Capítulo IV. Curar o no curar… he allí el problema. Tratamiento convencional 32. ¿Tiene cura el alzhéimer? 33. ¿Qué medicinas disponemos para tratar el alzhéimer? 34. ¿Existe algún tipo de tratamiento no farmacológico? 35. ¿Son buenos los irrigadores cerebrales para la enfermedad de Alzheimer? 36. ¿Se debe tratar a un enfermo de alzhéimer que presenta alucinaciones? Capítulo V. Siglo 21, ¿estamos avanzando? Nuevas tecnologías 37. ¿Existe alguna vacuna contra el alzhéimer? 38. ¿Existe el tratamiento con células madre en el alzhéimer? 39. ¿Existe algún análisis de laboratorio para detectar precozmente el alzhéimer? 40. ¿Cuáles son los biomarcadores para el alzhéimer? Capítulo VI. ¿Dime quién te cuida? El cuidador y el alzhéimer 41. ¿Qué cuidados requiere un enfermo con alzhéimer? 42. ¿Qué es un cuidador de paciente con alzhéimer y cuáles son sus requisitos? 43. ¿Qué actividades realiza el cuidador de un enfermo con alzhéimer? 44. ¿Qué es el estrés de cuidador? 45. ¿Se deberían llevar a todos los pacientes con alzhéimer a una residencia geriátrica? 46. ¿Se le debe decir la verdad a un paciente con alzhéimer? Capítulo VII. Desacostumbrando las costumbres. Se pueden alterar algunas costumbres del enfermo con alzhéimer 47. ¿Se recomienda alguna dieta en especial para el alzhéimer? 48. ¿Ayudan las vitaminas en la enfermedad de Alzheimer? 49. ¿Puede beber café un enfermo con alzhéimer? 50. ¿Puede beber alcohol un enfermo con alzhéimer? 51. ¿Existe algún tratamiento de la demencia con el cannabis? 52. ¿Qué puedo hacer si mi familiar con alzhéimer no desea comer? 53. ¿Qué hacer si mi familiar con alzhéimer tiene incontinencia urinaria? 54. ¿Puede fumar un enfermo con alzhéimer? Capítulo VIII. Sí se puede… Otras opciones 55. ¿Cómo identificar si siente dolor el paciente con alzhéimer? 56. ¿Es útil la medicina natural? 57. ¿Ayudan las terapias psicológicas en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer? 58. ¿Es útil la musicoterapia en la enfermedad de Alzheimer? 59. ¿Es beneficiosa la fisioterapia en la enfermedad de Alzheimer? 60. ¿Es beneficioso el ejercicio físico en el enfermo con alzhéimer? 61. ¿Puede beneficiar la práctica del taichí en el alzhéimer? Capítulo IX. Dudando ando, doctor. Problemas frecuentes del enfermo con alzhéimer 62. ¿El abuso de ciertos medicamentos podría ocasionar el alzhéimer? 63. ¿La hipertensión arterial podría ser causa del alzhéimer? 64. ¿Qué es el delirium? 65. ¿Qué son los factores protectores para disminuir el riesgo de adquirir el alzhéimer? 66. ¿Cómo enfocar los aspectos sexuales del enfermo con alzhéimer? 67. ¿En dónde debería fallecer un enfermo con alzhéimer? 68. ¿Debería recibir pastillas para dormir un enfermo de alzhéimer? 69. ¿Qué es el vagabundeo y cómo debemos afrontarlo en un enfermo con alzhéimer? Capítulo X. Y ahora, ¿quién podrá defenderlo? Sobre leyes y derechos 70. ¿Existe en el Perú algún tipo de legislación que proteja al enfermo de alzhéimer? 71. ¿Existen entidades públicas que protejan al enfermo con alzhéimer? 72. ¿Existen instituciones privadas que traten al enfermo con alzhéimer? 73. ¿Qué hacer si el enfermo con alzhéimer desea dejar herencia o vender alguna propiedad? 74. ¿Cuáles son los aspectos bioéticos en el cuidadode un enfermo con alzhéimer? 75. ¿Qué puede hacer un paciente que no desea ser sometido a procedimientos invasivos ni a terapias que le prolonguen la vida inútilmente cuando presenta el alzhéimer? 76. ¿Cuándo debe dejar de conducir un enfermo con alzhéimer? 77. ¿Qué es calidad de vida en un enfermo con alzhéimer? 78. ¿Es correcta la administración de la nutrición e hidratación a través de sondas en un enfermo de alzhéimer en la fase terminal? Capítulo XI. Doctor, doctor, ¿qué hago si…? Preguntas frecuentes que realizan los hijos de los pacientes 79. ¿Cuáles son las señales de alarma de la enfermedad de Alzheimer? 80. ¿Cómo convive la familia de un paciente con alzhéimer? 81. ¿Qué debo hacer si ya no le tengo paciencia a mi familiar con alzhéimer? 82. ¿Qué medidas de seguridad debo adoptar en casa si mi familiar tiene alzhéimer? 83. ¿El enfermo de alzheimer podría presentar además otras enfermedades? 84. ¿Qué especialista debe atender al enfermo con alzhéimer? 85. Mi mamá rechaza las pastillas, ¿qué debo hacer para que las tome? 86. ¿Qué es la afasia? ¿Qué es la apraxia? ¿Qué es la agnosia? Capítulo XII. Respuestas de la terapeuta ocupacional Lic. Amelia Olórtegui Moncada 87. ¿Ayuda la terapia ocupacional?, ¿qué nos ofrece esta disciplina? 88. Si el alzhéimer es una enfermedad que no tiene cura, por qué el médico me insiste en que lleve a mi madre a terapia, si igual no se va a curar. 89. ¿En época de frío, debo permitir que mi familiar con alzhéimer se quede en cama? 90. ¿Cuáles son las cosas que jamás se deberían hacer en un paciente con alzhéimer? 91. Si mi paciente con alzhéimer no durmió durante toda la noche, debo dejarlo dormir durante el día 92. Mi paciente con alzhéimer no permite que le cambie de ropa, debo dejarlo en pijama todo el día o lo cambio y lo hago dormir con la ropa de diario. ¿Qué hacer si el paciente no acepta que lo bañen? 93. ¿Por qué el paciente con alzhéimer siempre hace las mismas preguntas a cada rato? ¿Qué debo hacer con tanta pregunta repetitiva? 94. ¿Estimulación cognitiva en casa? 95. ¿Cómo ayudar a conservar la autonomía de la persona con alzhéimer? 96. ¿Cómo utilizar adecuadamente el tiempo libre de una persona con alzhéimer? Capítulo XIII. La vida es muy curiosa. Datos interesantes sobre el alzhéimer 97. ¿Existe el alzhéimer en perros u otros animales? 98. ¿Qué celebridades han sufrido de alzhéimer? 99. ¿Existe alguna película del cine que trate sobre el alzhéimer? 100. ¿Existen obras teatrales que aborden el alzhéimer? 101. ¿Hay alguna esperanza a la vista? Palabras finales Bibliografía A mis queridos padres, quienes, gracias a Dios, se conservan lúcidos y sanos. Las demencias están comprendidas dentro de las enfermedades degenerativas del sistema nervioso, caracterizadas por una destrucción progresiva de las neuronas, principalmente de las que se encargan de las funciones cognitivas. Entre este tipo de enfermedades se pueden mencionar el párkinson, la esclerosis lateral amiotrófica y el alzhéimer, que causan, en quienes las padecen, discapacidad y dependencia. El proceso de envejecimiento poblacional, producto de la disminución de la tasa de natalidad y del aumento de la esperanza de vida al nacer (76 años), ha propiciado que la Organización Mundial de la Salud declarara la demencia como una prioridad de salud pública. De esta manera, se busca que los gobiernos tomen conciencia de la realidad que cada país, región, sociedad y familia enfrentará en el futuro. Actualmente, se considera a las demencias —comprendidas dentro del grupo de las enfermedades no transmisibles (ENT)— como un problema que amerita un tratamiento incluido como parte del plan de Gobierno. Su impacto es tal que afecta a nivel médico, económico y social, por lo que se hace necesario intervenir en todos los sectores sociales comenzando por la familia, la comunidad, las ONG y el Estado. La enfermedad de Alzheimer no solo compromete a la persona que la padece, sino, además, a la familia, la comunidad y a toda la sociedad en general, al punto que dentro de treinta años habrá aproximadamente 16 millones de personas dedicadas a proporcionar cuidados que no son pagados y que son asumidos por el entorno cercano, que representan 18 500 millones de horas de labor. Tal cifra compromete, asimismo, a los sistemas de salud. Por ello, El abc del alzhéimer desarrollado en 101 preguntas, libro que tiene en sus manos, editado por la Universidad Continental, comprometida con la investigación y la difusión científica, le permitirá conocer la sintomatología del enfermo de alzhéimer, ser consciente de los cuidados que necesita y comprender cómo esta dolencia afecta tanto a la percepción de su entorno inmediato como a las relaciones que mantiene con las personas que lo rodean. Confiamos, pues, en que esta obra resultará muy útil para todas aquellas personas que conviven en su entorno inmediato con un enfermo de alzhéimer, en la cual podrán hallar explicadas, de manera clara y didáctica, más de cien preguntas que los familiares y amigos se hacen sobre esta dolencia, que van desde la naturaleza de la enfermedad, hasta su prevención y tratamiento, además de algunas anotaciones de orden legal. El autor nos ofrece respuestas en un lenguaje amigable y ameno, pero con base científica, lo cual redunda positivamente en la claridad y precisión que le permiten una práctica médica de más de veinte años. JOSÉ JORDÁN MORALES FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD UNIVERSIDAD CONTINENTAL La demencia afectará a millones de personas a lo largo de los próximos años. Muchas de ellas serán personas diagnosticadas de demencia, pero otras serán sus parejas, hijos, sobrinos, nietos, amigos, vecinos, médicos, enfermeros, terapeutas, etc. Yo he convivido con la demencia como familiar y como médico. Como familiar lo más duro fue vivenciar cómo la abuela, la tía y la madrina perdían, además de su autonomía, su personalidad y su particular manera de expresar su afectividad, algo que había favorecido un gran vínculo entre nosotras y las había hecho muy «mías». Mi abuela, mi tía y mi madrina padecieron demencia tipo Alzheimer y fallecieron por esta enfermedad. Mis primas, ajenas al mundo sanitario, sin saber nada sobre demencias, fueron las principales cuidadoras. Intentamos facilitarles información; sin embargo, no pudimos encontrar herramientas sencillas y veraces para personas no profesionales de la salud. Así que aprendieron de consejos y, sobre todo, de los cientos de avatares que sufrieron a lo largo de aquellos años, probando y errando. Cuando hablamos de entonces reconocen la gran incertidumbre que sentían cada vez que pasaba algo nuevo. Como geriatra atendí a muchas personas diagnosticadas de demencia, tanto en consultas como durante la hospitalización. Y lo que sentía con frecuencia era frustración. Frustración por no disponer de suficientes recursos para apoyar a los pacientes y a sus cuidadores en el manejo de la enfermedad en casa. Frustración por ser testigo de eventos prevenibles con una adecuada formación, tanto de profesionales sanitarios como de los cuidadores. Frustración porque se estaban perdiendo oportunidades para mejorar la calidad de vida de las personas diagnosticadas de demencia. Aunque en los últimos años han surgido algunas herramientas para brindar no sólo información, sino también formación sobre la demencia, estas siguen siendo insuficientes. El abc del Alzheimer desarrollado en 101 preguntas es un libro necesario, que se estaba esperando. En este libro, el Dr. Carlos Sandoval repasa de manera sencilla y rigurosa cuestiones teóricas y prácticas sobre las demencias y en especial la enfermedad de Alzheimer. El Dr. Sandoval lleva años trabajando duramente no sólo como eminente geriatra, sino también como comunicador sanitario. Ha participado en numerosos programas de radio y televisión, así como en prensa escrita con una columna semanal y este es ya su tercer libro y la demencia uno de los temas más explorados. Con un contenido veraz, que incluye las publicacionesmás recientes, utilizando un estilo ágil y tranquilo logra llevarnos hacia los rincones más recónditos de la enfermedad de Alzheimer. El abc del Alzheimer desarrollado en 101 preguntas es un libro que ayudará a todos los que sufren o sufrirán la enfermedad de Alzheimer a entender mejor no solo qué es o de dónde viene su nombre, sino también qué podemos hacer, sea cual sea nuestro rol frente a esta enfermedad, para mejorar la calidad de vida de todos los que sufrimos la demencia. CRISTINA ALONSO GERIATRA DEL HOSPITAL UNIVERSITARIO DE GETAFE (MADRID) EXASESORA DE ENVEJECIMIENTO SALUDABLE DE OPS/OMS Como ya lo hemos comentado en otros libros, artículos y entrevistas, estamos asistiendo a un proceso de envejecimiento poblacional, en donde cada vez hay más adultos mayores y menos población joven. Así mismo, estamos asistiendo a otro fenómeno, que es la transición epidemiológica, en que predominaban antes las enfermedades agudas, especialmente las infecciosas, para pasar a un dominio de las enfermedades crónicas degenerativas, también conocidas como enfermedades no transmisibles (ENT). Las ENT no matan rápidamente como antes sí lo hacían las enfermedades infecciosas, pero —al ser enfermedades crónicas degenerativas y progresivas— permiten que el enfermo pase por un proceso de discapacidad para terminar en la dependencia. La enfermedad de Alzheimer, descrita por primera vez en 1906 por el neuropatólogo alemán Alois Alzheimer, es una de estas enfermedades no transmisibles que están predominando cada vez más en nuestra sociedad; basta visitar los centros de salud y hospitales de todo el mundo. El alzhéimer se caracteriza por prevalecer en población de adultos mayores. Antiguamente era una enfermedad muy rara, pues antes no se vivía como en la actualidad y no existía la cantidad de adultos mayores que hay ahora. Es una enfermedad tan frecuente que podría afirmar que la mayoría de los lectores de este libro han tenido o tienen algún familiar o persona cercana a sus vidas con el alzhéimer. A pesar de que se le menciona constantemente en la televisión, radio y periódicos, y es muy popular en la sociedad (incluso hay películas y obras teatrales sobre esta enfermedad), poco se ha avanzado en cuanto al tratamiento y la certeza de su diagnóstico apoyados en investigaciones realizadas hasta la fecha por grandes institutos y universidades. Dentro de mi especialidad, la geriatría —especialidad que ve las enfermedades del adulto mayor desde la prevención, tratamiento y rehabilitación—, he podido observar muchos casos de enfermos con demencia, en especial con la enfermedad de Alzheimer, lo que me ha permitido ingresar a los hogares de mis pacientes y poder compartir con sus familiares. Como veremos más adelante en este libro, en el mal de Alzheimer no solo se enferma el paciente, también toda la familia. Y, al conversar con ellos, he podido constatar la mucha desinformación que existe sobre esta enfermedad, que a veces hace que tengan falsas expectativas sobre algunos tratamientos muy caros, pues gastarán un dinero que podrían haber usado en otras cosas que también hubiesen beneficiado al enfermo. Escribir un libro sobre 101 preguntas y respuestas sobre el alzhéimer representa un viaje fascinante para el que lo escribe y, estoy seguro, también para quien lo lea. A lo largo de este recorrido, que comienza con la pregunta número 1 y, progresivamente, continúa con la pregunta 10, luego la 20, 30, 60 y así, hasta llegar a la 101, podremos tener una visión si bien es cierto no muy profunda, sí bastante realista sobre esta enfermedad. Cuando terminé de escribir la última pregunta no lo pude creer, pues pensé que nunca lo iba a terminar, pero queda la sensación de que siguen sobrando preguntas y respuestas que formular y responder y, de paso, continuar aprendiendo. Desde 1906, año en que Alois Alzheimer describiera el primer caso de su paciente Augusta D., mucho se ha escrito, investigado y publicado al respecto. Lamentablemente, aún no existe la cura para esta terrible enfermedad; es más, no hay un fármaco que detenga su curso. Otro detalle curioso es que, a pesar de tantas investigaciones, aún no se conoce la causa definitiva, solo nos quedamos con los factores de riesgo, y, para poner la cereza en el pastel, aún no se puede diagnosticar a ciencia cierta con toda la tecnología que contamos; debemos esperar a que el enfermo fallezca para realizarle una necropsia. Recién, entonces, podremos conocer el diagnóstico, de manera que mientras viva el enfermo, nos quedamos en un diagnóstico de probable, aunque ya el cuadro clínico sea manifiesto. ¿Por qué escribir un libro sobre 101 preguntas y respuestas sobre el alzhéimer? Esta es la recopilación de preguntas que he recibido a lo largo de estos últimos 20 años como geriatra, formuladas por mis pacientes, los hijos de mis pacientes, mis alumnos de la universidad —tanto del pregrado como del posgrado— y, finalmente, las personas que me han entrevistado en los diversos medios de comunicación a los que he asistido (radio, televisión y diarios) en los últimos años. Como la mayoría de las preguntas me las han formulado personas ajenas a la profesión y a la especialidad, las repuestas se han realizado en un lenguaje amigable y fácil de comprender, dirigidas a todo el público interesado en conocer algo sobre este mal. Independientemente de la profesión que tengan, no se necesita tener grandes diplomas o títulos universitarios para comprender este libro. Basta solo desearlo. Al final del libro he colocado las referencias bibliográficas, así el lector podrá, además, ampliar la información. Como es un libro de preguntas y respuesta, no pretendo que sea un tratado de geriatría que abarque todo el conocimiento relacionado con el alzhéimer. Hoy en día hay tratados, revistas propias, congresos a dedicación exclusiva, e incluso, sociedades científicas dedicadas al alzhéimer. Pienso que en algunos pocos años, muchas preguntas serán resueltas con el tiempo, pues las investigaciones no se detienen, y otras aún continuarán sin resolver. Los invito a recorrer conmigo este viaje de 101 preguntas y respuestas. La lectura del libro puede iniciarse en cualquier pregunta, en el orden que el lector lo desee, no necesariamente se debe tener como norma comenzar con la primera y continuar de manera progresiva hasta llegar a la última. Las referencias bibliográficas se han tomado de fuentes muy serias —como el Cochrane Library, informes de la Organización Mundial de Salud y de la Organización Panamericana de Salud, la popular revista UpToDate, muy utilizada actualmente por estudiantes de pre y posgrado y de las principales revistas médicas del mundo, pero también se han considerado algunos blogs populares que tratan sobre el alzhéimer o el envejecimiento, diarios de distribución masiva, etc. En la mayoría de los casos, he tratado de consignar el link respectivo para cualquier consulta en línea. Quiero agradecer a mis pacientes, quienes son mi principal fuente de conocimientos e inspiración; a mis alumnos de la universidad, que me obligan a mantenerme actualizado; a la Lic. Amelia Olórtegui Moncada, amiga y profesora de terapia ocupacional de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, por la revisión del libro, sus correcciones y sugerencias, además de haber colaborado con diez preguntas y respuestas relacionadas con su especialidad; a la Dra. Cristina Alonso Bouzón, geriatra del Hospital de Getafe, Madrid (España) y ex encargada del Capítulo de la Persona Adulta Mayor de la Organización Mundial de la Salud, por la elaboración del prólogo; al Dr. José Jordán, decano de la Universidad Continental, por su apoyo y por la presentación del libro; al Dr. Oswaldo Sifuentes, a la Lic. Cecilia Justino y a la Sra. Jullisa del Pilar Falla, del Fondo Editorial de la Universidad Continental, por confiar en mí para la edición y publicación del libro, y, en especial, a mis queridos padres. DR. CARLOS SANDOVAL CÁCERES LIMA, AGOSTO DEL 2018 Pregunta n.° 1 ¿Qué son las demencias?La demencia es un síndrome causado por una enfermedad del cerebro que compromete las funciones cerebrales superiores, es decir, aquellas funciones que nos diferencian de los animales, como la memoria, la orientación, el juicio, el cálculo, la conducta y la capacidad para desenvolvernos en el medioambiente. Las demencias están agrupadas dentro de lo que se conoce como enfermedades degenerativas del sistema nervioso, caracterizadas por una destrucción progresiva de las neuronas, principalmente de aquellas que se encargan de las funciones cognitivas. Las neuronas del cerebro tienen diferentes funciones. Una de ellas es la vinculada a la actividad motora, en la que la neurona desde el cerebro le ordena al músculo del brazo para que se mueva o lo levante; cuando hay lesión de ese grupo de neuronas (motoras), se produce la paresia (disminución de la fuerza motora) o la parálisis (ausencia de movilidad por lesión de la neurona del cerebro). Otra función que tiene es la de controlar la sensibilidad, como el dolor o el frío, que son manifestaciones que discurren al revés de la parte motora, es decir, van desde el miembro localizado en la piel hasta el cerebro, que lo va a interpretar como frío o dolor. Los sentidos como la visión, el olfato, el tacto, la audición o el gusto también están controlados por el cerebro y muchas enfermedades degenerativas los pueden comprometer. Entre las enfermedades degenerativas, podemos mencionar el párkinson y la esclerosis lateral amiotrófica. Cada una de estas enfermedades neurodegenerativas presenta sus propias características clínicas. La enfermedad de Parkinson va a afectar el movimiento muscular, el enfermo presenta rigidez y temblor; mientras que la esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad más severa, pues destruye de manera progresiva las neuronas motoras y produce, al inicio, trastornos motores, seguidos de parálisis y la muerte del enfermo. En las demencias, lo característico es una lesión a nivel de las funciones cerebrales superiores, donde la cognición queda afectada. El conocimiento de las demencias es muy importante porque es una causa de discapacidad y dependencia en la persona que va a padecer esta enfermedad. Actualmente se le considera un problema muy serio de salud pública, que debe tratarse desde una óptica de política de Gobierno, pues compromete a un gran sector de la población. No solo será necesaria la ayuda médica por parte del Estado sino también apoyo de tipo social y psicológico. El impacto que genera se da a todo nivel —médico, económico y social—, por ello deben intervenir todos los sectores sociales comenzando por la familia, la comunidad, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y el Estado. Pregunta n.° 2 ¿Cuántos tipos de demencia se conocen? Las demencias se consideran un síndrome porque existen varios tipos de ellas, con sus propias particularidades, tanto en su origen como en su cuadro clínico, anatomía patológica y tratamiento; al final, todas convergen en un punto común, que es el trastorno de la cognición, es decir, de las funciones cerebrales superiores: memoria, orientación, cálculo, juicio, pensamiento y capacidad para aprender o adquirir nueva información. Así mismo, existen varios tipos de clasificación para las demencias. Algunos autores las clasifican en demencias corticales y subcorticales; otros, según su etiología, el grado de severidad o el tiempo de instalación, pero la más común es la clasificación de acuerdo con su etiología en primarias, vasculares, mixtas y secundarias (mal llamadas reversibles). Dentro de las de origen primario, es decir, aquellas demencias que aparecen y aún no se conoce exactamente cuál es el motivo, tenemos: La enfermedad de Alzheimer: la más común, representa el 60 % de todas las demencias. Se caracteriza porque al comienzo debuta con trastornos de la memoria inmediata y va progresando hasta comprometer todas las funciones cerebrales superiores. La demencia vascular:representa del 10 % al 20 % de todas las demencias y está asociada a lesiones del sistema nervioso central ocasionadas por microinfartos cerebrales y lesiones de vasos sanguíneos. La demencia frontotemporal: representa entre el 1 % y el 3 % de todas las demencias. Se caracteriza por lesiones a nivel del lóbulo frontal del cerebro y generalmente debuta con trastornos de la conducta y del lenguaje. Demencias con cuerpos de Lewy: alrededor del 5 % al 10 % de todas las demencias debutan con trastornos del movimiento corporal. Las mixtas: caracterizadas porque el paciente puede presentar las dos demencias más frecuentes, como la demencia tipo alzhéimer y la demencia vascular. Dentro de las demencias secundarias o mal llamadas demencias reversibles, tenemos a las originadas por alguna enfermedad sistémica y que en sus manifestaciones clínicas podrían presentar demencias. Se les considera reversibles debido a que, al tratar la enfermedad de fondo, la demencia podría curarse o mejorar, situación que en la práctica no se da, pues por principio y definición las demencias son enfermedades de tipo degenerativo, progresivas, crónicas e invalidantes. Entre las demencias secundarias tenemos las originadas por las siguientes causas: Hipotiroidismo Deficiencia de vitaminas (B12, ácido fólico) Hidrocefalia a presión normal Alcoholismo Sífilis Sida Enfermedad de Creutzfeld-Jakob (ocasionada por los microorganismos llamados priones) Cirrosis, etc. Cada tipo de demencia tiene sus propias características que la hace diferente de otras. A lo largo del libro desarrollaremos detalladamente cada una de ellas. Pregunta n.° 3 ¿Es normal presentar demencia durante el envejecimiento? Existe un concepto muy utilizado en geriatría y es el llamado síndrome geriátrico, que se define como la presencia muy frecuente de una serie de problemas comunes que presenta el adulto mayor, por lo que son considerados por la sociedad como un proceso o parte normal del envejecimiento. Tanto así es que, incluso, el mismo enfermo lo asume de esta manera, y a veces se llega al extremo de que los propios profesionales de la salud también los consideran como algo normal a esta edad. Dentro de los llamados síndromes geriátricos, tenemos a la incontinencia urinaria, presente en muchos adultos mayores, pero no por ello es algo normal en esta etapa. Las caídas también son muy frecuentes y a veces fatales, pero nunca normales. El síndrome de inmovilidad o postración es otro de los más recurrentes. Existen otros síndromes geriátricos como el dolor, estreñimiento, trastornos del sueño, trastornos de la sexualidad, depresión, etc., los cuales son procesos muy comunes y frecuentes que se presentan en los adultos mayores, pero que de ninguna manera son normales y, por lo tanto, deben ser bien diagnosticados y tratados. Los trastornos de la memoria entran en el grupo de los síndromes geriátricos; sin embargo, es preciso hacer hincapié en que olvidarse es un proceso normal, ningún cerebro de ninguna persona podría retener toda la información que adquiere diariamente por más inteligente o superdotada que esta sea. El cerebro depura todos los días aquella información que no será relevante para dar lugar y espacio a la información que sí lo es. Aquí es donde se desarrolla la confusión: muchas personas confunden el proceso de olvidarse o distraerse con el olvido patológico, que viene a ser la demencia o el síndrome demencial, en donde al inicio el enfermo se olvida de cosas simples, pero luego va a ir comprometiendo otras funciones cerebrales superiores. Se habla de demencia cuando la persona al olvidarse de las cosas compromete su cognición y ya no puede desenvolverse de manera independiente, por lo que requerirá de la ayuda de otras personas para integrarse. Por lo tanto, la demencia no debe ser considerada como un proceso normal del envejecimiento, al contrario, debe ser considerada como una enfermedad muy seria, porque progresivamente compromete la memoria, algunas funciones cognitivas y la movilidad, convirtiendo al enfermo en dependientey dejándolo postrado. En el caso de los síndromes geriátricos y las demencias, el hecho de detectarlas a tiempo, es decir, diagnosticarlas y luego tratarlas adecuadamente, ha demostrado que puede producir una mejora sustancial en la calidad de vida del adulto mayor. Pregunta n.° 4 ¿Por qué se le denomina enfermedad de Alzheimer? La enfermedad toma el nombre de su descubridor, el psiquiatra y neurólogo alemán Alois Alzheimer, el primer médico que hizo la descripción clínica e histológica de la enfermedad demencial. Antiguamente, al nacer, la esperanza de vida de las poblaciones no era tan elevada como en la actualidad; la esperanza de vida a nivel mundial, debido a las pestes, hambrunas, guerras y enfermedades infecciosas, no superaba los cuarenta años; llegar a anciano era toda una hazaña. Incluso, en nuestro país, la esperanza de vida en la década de 1940 era alrededor de 40 años, muy pocas personas superaban los 60 años y mucho menos llegaban a los 80. De manera que, al haber pocos ancianos, la enfermedad de Alzheimer era rarísima. Alois Alzheimer nació un 14 de junio de 1884 en Marktbreit, Alemania. Estudió medicina en la Universidad de Tubinga y en la ciudad de Wurzburgo, donde tuvo la oportunidad de estudiar con el Dr. Albert Von Kokiller, eminente histólogo y experto en investigaciones sobre los tejidos de los órganos anatómicos a través del microscopio, formación que le sirvió muchísimo, pues, gracias a estos conocimientos, describió las lesiones histológicas de la enfermedad de Alzheimer. Figura 1. Alois Alzheimer. Fuente: Felipe A, Biografía de Alois Alzheimer. Disponible en https://historia- biografia.com/alois-alzheimer/ El Dr. Alzheimer tenía 37 años cuando trabajaba en el Hospital de Frankfurt, y en una tarde del otoño alemán de 1901 atendió a una mujer de 51 años, Auguste Deter, también conocida como Augusta D, quien padecía de problemas de memoria y de conducta. Ella tenía la memoria reciente muy comprometida, no podía recordar hechos o eventos cercanos; al inicio su memoria remota, es decir, la memoria de los hechos o recuerdos antiguos, aún se conservaba. Los manuscritos del Dr. Alzheimer conservan las preguntas que le hizo con mucho respeto y humanismo a su paciente. A los enfermos mentales antiguamente se les consideraba como a seres poseídos por espíritus malignos o cualquier otro tipo de hechizos, y eran tratados en condiciones infrahumanas, se les colocaba en jaulas, los mantenían atados, los remojaban con agua helada que salía con un gran chorro de presión, etc. Alzheimer registró cuidadosamente todas las respuestas que le daba Augusta, así como también cada fase de su deterioro mental; la memoria reciente, la memoria remota y los problemas de conducta iban empeorando, progresivamente, día a día. En 1906, cinco años después de su ingreso al Hospital de Frankfurt, Augusta D muere de una neumonía, estaba muy debilitada, postrada en cama y casi no podía hablar, solo emitía algunos sonidos. A pesar de que el Dr. Alzheimer ya no trabajaba en ese hospital, el Dr. Sioli, director del nosocomio, gentilmente le iba informando sobre la evolución de la paciente. Tiempo después, Sioli le envió el cerebro de Augusta D al Dr. Alzheimer, desde Frankfurt hasta Heiderberg, para que lo estudiara. Recordemos que, en aquellos tiempos, había que esperar a que el enfermo falleciese para recién realizar la necropsia y, posteriormente, a fin de determinar la causa del fallecimiento, se hacía el estudio histológico de los tejidos. Luego de haber examinado minuciosamente el cerebro de Augusta D, el Dr. Alzheimer observó a través del microscopio la presencia de unos corpúsculos neurofibrilares (también conocidos como «enredos neurofibrilares») enrollados en las neuronas, y que usualmente no existen en un cerebro normal. Imaginémonos unos ovillos de lana microscópicos dispersos en la corteza cerebral y unas placas amiloideas o corpúsculos amiloides localizados en la corteza cerebral de Augusta D. Posteriormente, el Dr. Alzheimer haciendo «unidad clínica», es decir, juntando los signos y síntomas observados en Augusta D a lo largo de cinco años con los resultados de la observación del cerebro, presentó en la XXXVII Reunión de Psiquiatras del suroeste de Alemania, en la ciudad deTübingen en 1906, el informe médico titulado «Una seria enfermedad peculiar de la corteza cerebral». Lo anecdótico es que dicho trabajo pasó desapercibido e, incluso, fue calificado de «inapropiado para una ponencia breve». Un año después, se publica el contenido íntegro en la Revista General de Psiquiatría y Medicina Psiquiátrica Forense. Figura 2. Augusta D, la primera paciente del Dr. Alois Alzheimer. Fuente: https://www.alzheimeruniversal. u/2013/09/07/augusta-d-la-primera- paciente-de-alzheimer-the-lancet/ Lo interesante y peculiar de esta historia es que Augusta D, la paciente que el Dr. Alzheimer estudió, no era una anciana, sino una mujer de 51 años, (probablemente en la etapa de senectud para esa época). Como ya se mencionó, los ancianos no eran comunes, como lo son ahora, ya que la esperanza de vida no era tan elevada. Sabemos que la enfermedad de Alzheimer afecta mayoritariamente a ancianos, y que los casos de demencia presenil, aquella demencia que se presenta antes de los sesenta años, es rara, y casi siempre está asociada a problemas de origen genético, como lo veremos más adelante En 1909, el profesor Emil Kraepelin propuso que esta enfermedad llevara el nombre de Alois Alzheimer en reconocimiento a su aporte, clínico y anatomo- patológico; luego, en el índice del Manual de Psiquiatría para médicos y estudiantes ya aparece la enfermedad de Alzheimer. El gran objetivo de Alzheimer era correlacionar la clínica de las enfermedades con alguna alteración en la función de los órganos que se podrían ver con el estudio microscópico de los tejidos. Alzheimer era un hábil dibujante, él mismo hacía sus dibujos histológicos en sus trabajos de investigación. La medicina que ejerció Alzheimer en el año 1906 no es la que practicamos en la actualidad. En el pasado, no se contaba con las herramientas que ahora tenemos, no había análisis sofisticados de laboratorio ni aparatos de diagnósticos por imágenes, como las tomografías, ecografías y resonancias magnéticas, entre otros. Pregunta n.° 5 ¿Demencia senil y enfermedad de Alzheimer son lo mismo? Definir ambas enfermedades es un problema muy frecuente, ya que existe mucha confusión al respecto, tanto entre la población en general como en la población profesional, ya sea de áreas de la salud como de áreas del conocimiento, círculos académicos, e, incluso, en algunas publicaciones dedicadas al adulto mayor, tales como blogs, páginas webs o redes sociales. En más de una ocasión durante mi práctica profesional en el consultorio, el hospital o en el domicilio del enfermo, el hijo de algún paciente me ha reiterado a veces de manera muy tajante lo siguiente: «OJO, mi padre no tiene alzhéimer, solo tiene demencia senil». Y yo suelo responderle o repreguntarle: «¿Cuál de los dos casos es peor?». Ya hemos comentado que las demencias son síndromes ocasionados por varias enfermedades, las cuales al final confluyen en una vía común que al inicio compromete el área cognitiva, es decir, alteran las funciones cerebrales superiores (memoria, atención, juicio, cálculo, pensamiento, razonamiento), y, posteriormente, comprometen la conducta del enfermo. Conforme va progresando la enfermedad, los individuos ya no podrán valerse por sí mismos, se convierten en personas dependientes, necesitan del apoyo de otra (s) persona(s) para realizar sus actividades básicas de la vida diaria, posteriormente llegan a la postración. La gran mayoría de las demencias se presenta en adultos mayores, sean estas ocasionadas por la enfermedad de Alzheimer, la demencia vascular por microinfartos, por cuerpos de Lewy o las frontotemporales; incluso las demencias secundarias o mal llamadas demencias reversibles. Un grupo muy pequeño —entre 1 % al 2 % de todas las demencias— se presentaen personas jóvenes y tiene un fuerte componente genético. La enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia cuya causa aún no se conoce bien ni el tratamiento, pero se ha observado la presencia de unas imágenes en el microscopio llamadas corpúsculos neurofibrilares, que vienen a ser un enrollamiento de las neuronas muertas (esas imágenes fueron las que vio el Dr. Alois Alzheimer en 1906), además de la precipitación de una sustancia inflamatoria llamada sustancia amiloidea. Muchos asocian a la enfermedad de Alzheimer como algo equivalente a la demencia senil, debido a que el alzhéimer es la demencia más conocida y popular, y la que con mayor frecuencia se presenta (más o menos alrededor de un 60 % del total de todas las demencias). Sin embargo, como ya veremos en este libro, cada demencia tiene sus particularidades, tanto en su origen como en su manifestación clínica o tratamiento. Es redundante hablar de demencia senil, puesto que las demencias se presentan, por lo general, en los adultos mayores. Debemos enfatizar que se determina que un paciente tiene demencia si es que previamente ha sido evaluado y estudiado por un profesional de la salud, ya sea un geriatra o un neurólogo, quien le puede dar el diagnóstico completo. En estos casos, recién podemos darle «el apellido» a la demencia y mencionarla correctamente, como, por ejemplo, demencia tipo alzhéimer, demencia frontotemporal, demencia vascular, demencia por déficit de vitaminas, etc. En los ambientes populares, no médicos, se puede continuar hablando de demencia senil y todos lo vamos a entender, pero es inaceptable hacerlo en círculos académicos u hospitalarios. Insisto: es mejor decir simplemente demencia que demencia senil. Pregunta n.° 6 ¿Es la enfermedad de Alzheimer un problema de salud pública? Como ya hemos comentado, estamos atravesando un proceso de envejecimiento poblacional. Antiguamente, la población estaba conformada por muchos niños y personas jóvenes y por pocas personas adultas mayores; actualmente, esta situación se ha invertido: ahora hay menos niños y jóvenes y cada vez más personas ancianas. Esta transición demográfica se debe, por un lado, a la disminución de la tasa de natalidad (menores nacimientos por año)— antes una familia solía tener entre cinco y diez hijos—, y, por otra parte, a un aumento de la esperanza de vida al nacer, ha pasado de 40 años a 75 años en la actualidad (INEI, 2015) y en el 2040 podría llegar a 82,6 años. La disminución de la mortalidad se explica, básicamente, por el control de las enfermedades agudas infecto-contagiosas, tales como las neumonías, diarreas, tuberculosis, sífilis, etc., que han sido desplazadas por las enfermedades crónico-degenerativas, conocidas también como enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, enfermedades metabólicas (Diabetes mellitus) y las demencias, entre muchas otras. Por lo tanto, en la actualidad se vive más, pero también la gente se enferma más; bastaría darse una vuelta por las salas de emergencia o de hospitalización de los nosocomios de cualquier zona y observar que están repletas de pacientes adultos mayores que adolecen de estas enfermedades crónico-degenerativas. Si bien es cierto las enfermedades no transmisibles no matan de manera rápida, lo hacen de manera lenta y progresiva; primero, llevan al enfermo a la deficiencia y discapacidad, y, luego, a la dependencia. Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la introducción a la investigación Demencia. Una prioridad de salud pública (2013) afirma que «existen unos 35.6 millones de personas en el mundo que viven con demencia, y que esta cifra se duplicará y triplicará en el año 2030 y en el 2050, respectivamente. La demencia es una afección costosa a nivel social, económico y sanitario». Y, además, agrega un dato muy importante «[...] el 60 % de la carga de la demencia estará concentrada en los países de ingresos bajos y medianos como el nuestro y es probable que siga aumentando en los próximos años». Así, evidencia también que «La necesidad de atención a largo plazo para personas con demencia pone bajo presión los sistemas sociales y de salud de todas las naciones. El número cada vez más abrumador de las personas con demencia, combinado con la impactante carga sobre las familias y las naciones, hace que la demencia sea considerada una prioridad de salud pública». Por este motivo, la Organización Mundial de la Salud y la Alzheimer’s Disease International desarrollaron de manera conjunta el documento antes mencionado, con el propósito de que los gobiernos tomen conciencia de la realidad que cada país, región, sociedad y familia enfrentará en el futuro, a fin de que la demencia sea incluida en las agendas de salud pública. Por lo tanto, se recomienda una coordinación sistemática entre los gobiernos, sociedad civil, las organizaciones ONG y las universidades para tratar este tema como un asunto prioritario. En este informe, se recomienda a los gobernantes las siguientes acciones: Promover una sociedad amigable hacia la demencia a nivel mundial. Hacer que la demencia sea una prioridad de salud pública y de atención social en todo el mundo. Mejorar las actitudes públicas y de los profesionales hacia la demencia y su comprensión de la misma. Invertir en sistemas sociales y de salud para mejorar la atención de las personas con demencia y sus cuidadores. Aumentar la prioridad que se da a la demencia en la agenda de investigación de salud pública. Pregunta n.° 7 ¿Olvidarse es un síntoma de demencia? Olvidarse es un proceso totalmente normal, nuestro cerebro recibe una serie inagotable de información todos los días, desde el momento en que nos levantamos hasta el momento en que nos acostamos, desde el desayuno que comemos, las personas con las que nos vemos, las pistas y avenidas que cruzamos, hasta los momentos e instantes buenos y agradables, así como los tristes y desagradables. Así como el cerebro va recibiendo toda la información, adquirida a través de nuestros sentidos, de la misma manera la va depurando progresivamente. Un ser humano no está en la capacidad de recordarlo todo. Una pregunta que suelo hacerles a mis pacientes cuando acuden a mi consulta, preocupados porque ya no recuerdan tan bien como cuando eran más jóvenes, es la siguiente: «¿Qué almorzaste hace tres semanas?». Casi nadie me puede responder, salvo aquellos que comen lo mismo en días fijos de la semana (como, por ejemplo, lentejas los lunes). Nuestro cerebro archiva en la memoria toda la información relevante, como nombres, situaciones, experiencias y fechas importantes desde que nacimos hasta la actualidad. La información que es irrelevante para nosotros la va desechando. Lo aprendido en la infancia o en la juventud queda fijado de manera más potente que aquello que se aprende en etapas más recientes. Se habla de una memoria inmediata, relacionada con lo ocurrido recientemente —como lo que almorzamos o las personas que hemos visto ese mismo día—, y de la memoria mediata o tardía, que es aquella que archiva la información adquirida en etapas tempranas. En la demencia, el tipo de memoria que primero se va a comprometer es la inmediata o reciente. Por lo tanto, no deberíamos preocuparnos mucho cuando se nos olvida algún nombre o situación, a veces existen circunstancias que permiten que estos olvidos se den con mayor regularidad, como en el caso del estrés o la poca atención que le ponemos a un hecho para que esa información entre bien a nuestro cerebro y se almacene adecuadamente. ¿Cuándo se habla de un olvido normal o de un olvido anormal o patológico? A los olvidos normales se les conoce como olvidos benignos u olvidos asociados al envejecimiento. Debemos recordar que todos nuestros órganos tienen la misma edad que nuestro cerebro, es decir, si tenemos 80 años, nuestro cerebro, hígado, corazón y riñones también tendrán esa edad, y este envejecimiento trae consigo un tipo de enlentecimiento en sus funciones. No esperemos quenuestro corazón tenga la misma energía que cuando teníamos 20 años. Es normal olvidarnos dónde hemos dejado las llaves, el control remoto del televisor, el celular, etc. A veces tenemos que marcar nuestro propio número con otro teléfono para que al sonar nuestro celular recién podamos ubicarlo —a mí me sucede esto a cada rato—; sin embargo, si tenemos el celular, las llaves o el control remoto en la mano y no sabemos qué son esos objetos o para qué sirven, la situación cambia, ahí debemos preocuparnos. Es también preocupante olvidarse de rostros o de nombres de personas muy cercanas, como los de hijos, hermanos o cónyuge, pero aun así explica que corresponde a la falta de memoria y no es posible aún establecer un diagnóstico de demencia o de deterioro cognitivo. Para ello, a fin de determinar el diagnóstico de demencia, si fuera el caso, e indicar el tratamiento adecuado, el paciente debe someterse primero a una serie de pruebas y exámenes médicos, solicitados por el especialista. Otro detalle importante que suelo usar de ejemplo es el siguiente: Si una persona acude a la consulta preocupada porque cree que su memoria una disminución y que tiene demencia, esa persona está equivocada, no tiene la enfermedad; mientras que es más probable que aquella persona que es traída a la consulta por algún familiar (ya sea su cónyuge, hijo, hermano) o un amigo porque este ha notado una disminución en la memoria (del posible paciente), y el aludido lo niega, sí tenga demencia. En ocasiones los hijos acuden alarmados porque sus padres no los reconocieron o no recordaban sus nombres o situaciones muy frecuentes. Si se trata de una situación aguda de un mismo día o de pocos días, podría tratarse de un cuadro de delirium. Pregunta n.° 8 ¿Qué es el deterioro de la memoria asociada a la edad (DMAE) En la pregunta anterior, habíamos comentado que el proceso de olvido es algo completamente normal e incluso necesario para que nuestro cerebro se «desfogue» (deseche) de tanta información que recibe a diario, generalmente irrelevante, por ello no deberíamos preocuparnos tanto si nos olvidamos de las cosas. Cuando este proceso sucede, la mayoría de las veces es normal y se le denomina Deterioro de la memoria asociada a la edad (DMAE). El DMAE es un término propuesto en 1986 por el Instituto Nacional de Salud Mental (National Institute of Mental Health-NIMH) en Estados Unidos, que se refiere básicamente a los olvidos que puede presentar cualquier persona mayor de 50 años y que no comprometen su funcionalidad, su independencia y su libertad para realizar las actividades básicas de la vida diaria. Muchas veces está relacionado con la disminución de la atención, el distraimiento y el envejecimiento normal de la persona. Por lo tanto, olvidarnos de las llaves del auto, del control remoto del televisor, de la cartera o de algunas palabras que tenemos «en la punta de la lengua» y no las podemos expresar, no debería asustarnos mucho, pues son olvidos relacionados con la edad, es un proceso normal: el deterioro del sistema nervioso. Para considerar el DMAE como un estado clínico, el grupo de trabajo del Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU. propuso los siguientes criterios diagnósticos: Quejas subjetivas de pérdida de la memoria. Prueba de funcionamiento objetivo de la memoria que debe tener como mínimo una desviación estándar (DE) por debajo del promedio establecido para adultos jóvenes en la prueba estandarizada para memoria secundaria con datos normativos adecuados. Ausencia de demencia, enfermedad psiquiátrica o médica que explique la pérdida de memoria. En 1994, la Asociación Internacional de Psicogeriatría (IPA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) definieron el concepto de Declive cognitivo asociado con el envejecimiento (DCAE), que consiste en la presencia de deterioro cognitivo, deficiencia en el rendimiento, pero no lo suficientemente intenso como para que se le considere una demencia. Son muchas las personas que tienen este problema y acuden a la consulta, preocupadas porque piensan que tienen alzhéimer, y en realidad no lo tienen. Lo curioso es que la mayoría incluso acude conduciendo su automóvil al consultorio. Hay un dicho en geriatría, que casi siempre se cumple: El paciente que acude preocupado porque puede tener alzhéimer, no lo tiene. El deterioro de la memoria asociado a la edad ha presentado, a lo largo del tiempo, muchos nombres y adjetivos (Figura 3). Figura 3. Terminología asociada con el Deterioro asociado con la memoria Fuente: Collie A, Maruff P. citado en Manuel Martín y Bulbena Vilarrasa (2007) Pregunta n.° 9 ¿Qué es el deterioro cognitivo leve? Otro problema frecuente y bastante difícil de definir es el conocido como deterioro cognitivo leve (DCL), Mild Cognitive Impairment (MCI) en inglés. Es una etapa intermedia entre lo que conocemos como olvidos benignos o deterioro de la memoria asociado a la edad, recientemente comentado, y un cuadro demencial propiamente dicho. El deterioro de la memoria asociado a la edad representa una fase normal del envejecimiento relacionado con la lentitud del pensamiento y olvidos leves, pero en donde el paciente no altera su nivel ni ritmo de vida, y mucho menos el de sus actividades cotidianas. En el deterioro cognitivo leve se observa un compromiso de la memoria, tanto subjetivo (notado por el paciente) como objetivo (notado por los familiares y corroborado por las pruebas neuropsicológicas), sin que el paciente vea alteradas sus actividades normales, pues continúa siendo una persona independiente y funcional. Por lo tanto, no es una demencia. Algunos investigadores se niegan a aceptar al deterioro cognitivo leve como una entidad nosológica particular e independiente, mientras que otros (la mayoría) están a favor de considerarlo como una enfermedad. Se piensa que el DCL podría ser la fase inicial de la demencia, aunque no todos los pacientes que lo presentan llegan a padecer demencia. Algunos estudios mencionan que entre el 23 % y 47 % de los pacientes con DCL en un promedio de 2,6 años presentarán demencia, mientras que otros pacientes continuarán en ese estado hasta el final de sus vidas sin llegar a padecerla. Es importante detectar este problema a tiempo para actuar e intervenir directamente con el paciente, y con ello mejorar sus actividades de la vida diaria, su funcionalidad e independencia. Esto resulta útil para conocer anticipadamente sus voluntades relacionadas con las intervenciones futuras respecto de su vida y salud, así como las decisiones futuras que no podrá resolver cuando tenga demencia. Por ejemplo, temas que están relacionados con su voluntad de que al final de su vida termine en un hospital, un asilo o casa de reposo; lo que decida hacer con su cuerpo cuando fallezca, si desea ser cremado o enterrado, el tipo de funeral, tratamientos agresivos e invasivos si lo requiriera, etc. No existen pruebas de laboratorio o de imágenes exclusivas para detectar el deterioro cognitivo leve, se utilizan las mismas pruebas generales para las demencias, en que según el puntaje obtenido se determina si el paciente sufre o no de demencia. Queda claro que al no haber un tratamiento que detenga o cure el DCL, algunas personas sufrirán de demencia y otras no la presentarán así hayan recibido tratamiento farmacológico o no. No hay evidencia de que alguna intervención farmacológica haya detenido el curso del DCL a demencia; lo que se busca es que el paciente llegue en las mejores condiciones de salud y funcionalidad al final de sus días, y no postrado en una cama sin poder moverse por sí mismo. Criterios diagnósticos El grupo de trabajo del European Consortium on Alzheimer’s disease (EADC) sobre deterioro cognitivo leve realizó en marzo de 2006 una revisión crítica del concepto, proponiendo un procedimiento nuevo de diagnóstico con tres pasos diferenciados. En primer lugar, el deterioro cognitivo leve (DCL) debería corresponderse con lo siguiente: Quejas cognoscitivas procedentes del paciente y/o su familia.El sujeto y/o el informador refieren un declive en el funcionamiento cognoscitivo en relación con las capacidades previas durante los últimos 12 meses. Trastornos cognoscitivos evidenciados mediante evaluación clínica: deterioro de la memoria y/u otro dominio cognoscitivo. El deterioro cognoscitivo no tiene repercusiones principales en la vida diaria, aunque el sujeto puede referir dificultades concernientes a actividades complejas del día a día. Ausencia de demencia. Dentro de las escalas para diagnóstico y seguimiento del deterioro cognitivo leve tenemos el Global Deterioration Scale (GDS) de Reisberg, que clasifica a los pacientes en un GDS 1 (normal), pasando a un GDS 2 (normal con deterioro subjetivo de su memoria), GDS 3 (demencia leve) y GDS 4 a GDS 7 (estadios de demencia más graves). Dentro de esta escala, el deterioro cognitivo leve se encontraría entre el GDS 2 y el GDS 3. Pregunta n.° 10 ¿Qué es la enfermedad de Alzheimer? Es el principal tipo de demencia, la más frecuente y la más estudiada. Es la enfermedad descrita por Alois Alzheimer en 1906, a raíz del caso clínico de su paciente Augusta D. Luego de que esta falleciera, el Dr. Alzheimer estudió su cerebro y, a través del microscopio, pudo observar la presencia de unos acúmulos, que actualmente se denominan placas seniles. Son depósitos de una sustancia inflamatoria llamada beta amiloide y unos corpúsculos neurofibrilares, que el mismo Alzheimer los describió como ovillos fibrilares, que vienen a ser un enrollamiento del axón de la neurona muerta por la fosforilación (adición de fosfato a cualquier molécula) de la proteína tau. La enfermedad de Alzheimer representa aproximadamente el 60 % de todas las demencias, es una enfermedad neurológica progresiva degenerativa e invalidante que, por lo general, debuta con trastornos de la memoria reciente y olvidos de situaciones comunes. A veces la persona siente que la palabra que desea recordar se le queda en la punta de la lengua. Posterior a los olvidos recientes (memoria anterógrada), se instaura la pérdida de la memoria tardía o remota; luego se agrega desorientación, falta de juicio, trastornos del lenguaje, etc. En general, se van a comprometer trastornos a nivel de las funciones cerebrales superiores, es decir, las funciones cognitivas. Desde que comienzan los primeros síntomas en la enfermedad de Alzheimer hasta que el enfermo fallece, generalmente por alguna infección (luego de quedar postrado y dependiente), trascurren en promedio unos 10 años, pero este tiempo dependerá de los cuidados y recursos (atención médica y, básicamente, cuidados familiares) con los que cuente el enfermo. En cuanto a su grado de severidad, existen varias clasificaciones; la más práctica la divide en leve, moderada y severa. Otra muy usada, pero más complicada, es la Escala GDS de Reisberg, que consta de siete etapas, las cuales desarrollaremos más adelante. Se ha detectado que en la enfermedad de Alzheimer se comprometen algunos neurotransmisores del cerebro, en especial la acetilcolina cerebral, que tiene mucho que ver con la memoria; de ahí que actualmente el tratamiento farmacológico esté dirigido a elevar o conservar este neurotransmisor. Para el diagnóstico de esta enfermedad, se cuenta, básicamente, con la historia clínica, un buen interrogatorio, exámenes de laboratorio y una serie de test psicológicos y escalas de tamizaje. Estas escalas no brindan el diagnóstico del alzhéimer ni de ninguna demencia, sirven para separar (tamizar) a los probables pacientes con demencia, a los que luego se les debe realizar exámenes de imágenes (tomografía y resonancia magnética), para, finalmente, aplicar los criterios diagnósticos de la enfermedad, generalmente del Manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales (en adelante DSM-5). Tabla 1. Criterios diagnósticos propuestos en el DSM-5 para un trastorno neurocognitivo mayor A. Evidencia de un declive cognitivo sustancial desde un nivel previo de mayor desempeño en uno o más de los dominios cognitivos referidos: Preocupación del individuo, de un tercero informado o del facultativo con respecto a un declive sustancial en las funciones cognitivas Declive en el desempeño neuropsicológico, implicando un desempeño en los tests del rango de dos o más desviaciones estándares por debajo de lo esperado en la evaluación neuropsicológica reglada o ante una evaluación clínica equivalente. B. Los déficits cognitivos son suficientes para interferir con la independencia (p. ej., requieren asistencia para las actividades instrumentales de la vida diaria, tareas complejas como manejo de medicación o dinero). C. Los déficits cognitivos no ocurren exclusivamente en el contexto de un delirium. D. Los déficits cognitivos no son atribuibles de forma primaria a la presencia de otros trastornos mentales (p. ej., trastorno depresivo mayor, esquizofrenia). Fuente: Asociación Americana de Psiquiatría (APA). Manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales (DSM). En el año 1984, el National Institute of Neurological and Communicative Disorders (NINCDS) y la Alzheimer’s Disease and Related Disorders Association (ADRDA) consensuaron los primeros criterios NINCDS-ADRDA de la enfermedad de Alzheimer. Estos criterios se dieron cuando aún no se definía el concepto de deterioro cognitivo leve, deterioro de la memoria asociado a la edad, ni se habían descrito otros tipos de demencia. Es por eso que en años recientes se han publicado dos conjuntos de criterios que han supuesto una verdadera actualización de los criterios diagnósticos de la demencia y la enfermedad de Alzheimer. Son los denominados criterios de Dubois et al. y la actualización de los criterios de NINCDS-ADRDA, que fueron revisados en el 2011 y constituyen los ahora denominados criterios NIA-AA (ver tabla 2). Tabla 2. Subtipos de trastornos neurocognitivos según el DSM 5 • Trastorno neurocognitivo debido a enfermedad de Alzheimer • Trastorno neurocognitivo vascular • Trastorno neurocognitivo frontotemporal • Trastorno neurocognitivo debido a traumatismo craneoencefálico • Trastorno neurocognitivo debido a demencia por cuerpos de Lewy • Trastorno neurocognitivo debido a enfermedad de Parkinson • Trastorno neurocognitivo debido a infección por el virus de inmunodeficiencia humana • Trastorno neurocognitivo inducido por sustancias • Trastorno neurocognitivo debido a enfermedad de Huntington • Trastorno neurocognitivo debido a enfermedad priónica • Trastorno neurocognitivo debido a otra condición médica • Trastorno neurocognitivo no clasificado en otro lugar Fuente: Asociación Americana de Psiquiatría (APA). Manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales (DSM). Tabla 3. Criterios diagnósticos de enfermedad de Alzheimer probable de Dubois et al. Criterios de A más al menos uno de B, C, D o E Criterio principal Características adicionales C. Alteraciones de biomarcadores en líquido cefalorraquídeo: Disminución de 042 o aumento de la concentración de tau total o tau fosforilada, o combinaciones de ellos. Otros posibles marcadores muros D. Alteraciones características de neuroimagen funcional con tomografía por emisión de positrones: Hipometabolismo de glucosa bilateral en regiones temporales y parietales. Otras alteraciones con radioligandos que sean validadas tal y como se prevé con el compuesto B de Pittsburgh (PIB) o el FDDNP. E. Evidencia de una mutación anatómica. Fuente: Dubois et al. Research criteria for the diagnosis of Alzheimer’s disease: revising the NINCDS-ADRDA. Tabla 4. Criterios NIA-AA para el diagnóstico de demencia por cualquier causa Se diagnostica demencia cuando hay síntomas cognitivos conductuales que: 1. Interfieren con la capacidad de funcionar normalmente en el trabajo o en las actividades habituales. 2. Suponen un deterioro con respecto a los niveles de rendimiento y funcionamiento previos. 3. No se explican por la presencia de un delirium o de un trastorno psiquiátrico mayor. 4. Se detectan y diagnostican por la combinación de lahistoria clínica obtenida en la entrevista con el paciente y un informador que lo conoce, y la valoración objetiva del estado mental, bien sea una evaluación neuropsicológica formal o una evaluación cognitiva en la cabecera del paciente. 5. La alteración cognitiva o conductual involucra al menos dos de los cinco siguientes aspectos: a) Capacidad alterada de adquirir y recordar nueva información, b) alteración o cambios en el razonamiento, manejo de tareas complejas o capacidad de juicio, c) alteración de las capacidades perceptivas y visuoespaciales, d) alteración de las funciones del lenguaje, e) cambio de personalidad o en el comportamiento. Fuente: Dubois et al., Research criteria for the diagnosis of Alzheimer’s disease: revising the NINCDS-ADRDA. Pregunta n.° 11 ¿Cuáles son los síntomas y signos principales en el alzhéimer? En esta parte, haremos referencia a los síntomas y signos iniciales de la enfermedad. Al momento de desarrollar las etapas de la enfermedad de acuerdo con el estadio clínico de evolución, describiremos su sintomatología. Como en toda enfermedad médica, los signos y síntomas pueden variar de un enfermo a otro. Recordemos la frase: «No hay enfermedades, sino enfermos», es decir, cada paciente es un caso distinto, diferente de otro. Es un consenso, entre todos los investigadores, que la enfermedad de Alzheimer ya se encuentra instalada en el enfermo incluso mucho antes de que se manifiesten los primeros síntomas. Uno de los signos clásicos que van a aparecer de manera precoz en la enfermedad de Alzheimer es la disminución en la velocidad para recordar hechos recientes, es decir, se produce un compromiso de la memoria inmediata. Puede haber también cambios en el humor e, incluso, puede darse depresión. Una manera muy práctica de notar este síntoma es cuando el paciente no desea realizar actividades que siempre le han gustado hacer, como, por ejemplo, encontrarse con sus amigos, ir a un club, practicar algún juego o deporte, acudir a misa o verse con las amigas del rosario, etc. Si el paciente no desea ir al club del adulto mayor al que solía ir religiosamente todos los martes, por ejemplo, y un martes no desea ir, podemos pasarlo como simplemente un mal día, de cansancio, pero si vemos que ya no desea ir más o simplemente ya no quiere bañarse, pone mil excusas para evitarlo, debemos «parar las antenas» y ver qué está sucediendo con nuestro familiar. Luego irán apareciendo una serie de síntomas y signos muy importantes que debemos observar y no dejar pasar por alto, tales como los siguientes: Trastornos de la marcha. No existe la marcha del anciano. Si una persona camina mal o diferente a cómo camina regularmente, hay que buscar la razón o la causa que está ocasionando esta marcha diferente. Por ejemplo, hay enfermedades que se van a caracterizar porque tienen una marcha típica, como en la enfermedad de Parkinson (marcha rápida, pasos muy cortitos y tendencia a que se «pegue» al piso), en la hemiplejia (arrastrando el pie o levantando la pierna y con mucha dificultad), por infarto cerebral, artrosis, etc. Dificultad para comunicarse. Uno de los signos precoces del alzhéimer es que la persona tiene dificultar para recordar algunas palabras. Ya hemos dicho que este problema suele ser común y normal en personas adultas mayores, pero cuando la persona no puede recordar un rostro familiar, como el de un cónyuge o un hijo, o cuando no recuerda su nombre, sí hay que tomarlo muy en cuenta. Bajo nivel de energía. Además de la apatía o depresión, el paciente con demencia presentará una disminución de energía inexplicable, pues se supone que ha descansado y dormido bien. Cambios en el estado de ánimo. El paciente puede estar, en un mismo día, muy eufórico por la mañana y por la tarde, depresivo o, incluso, con mal carácter. Problemas en la atención. El paciente no presta atención a las indicaciones, suele preguntar lo mismo varias veces durante el día, y esto le produce mucho estrés al familiar o cuidador. Problemas con la orientación. Se suele perder en la calle, y a veces en su propio domicilio; es muy común cuando son trasladados a otra casa; por ejemplo, cuando los llevan a una casa de reposo (geriátrico) o a la casa de algún hijo. Dificultad para resolver problemas. Desde operaciones matemáticas básicas, como sumas o restas, sobre todo con dinero, hasta resolver situaciones en donde tengan que tomar alguna decisión importante. Conducta alterada. Muchas veces no se controlan; por ejemplo, la abuela o tía muy recta y educada, que jamás habló alguna grosería, de un momento a otro comienza a hacerlo. También hacen sonidos desagradables en la mesa, como ventosidades o eructos delante de todos. Pregunta n.° 12 ¿Cómo se diagnostican las demencias? Al igual que la mayoría de las enfermedades, las demencias se diagnostican realizando una buena historia clínica, en la cual el médico debe anotar ordenadamente los siguientes aspectos: Datos de filiación. Nombre, edad, fecha de nacimiento, lugar de nacimiento y lugar de procedencia (puede haber nacido en algún pueblo del interior, pero vivió en la capital desde muy niño), estado civil, número de hijos, ocupación que realizó en la juventud, religión; dirección y teléfono. Antecedentes de importancia. Se debe anotar de manera muy detallada las enfermedades que haya padecido el paciente, incluso las que ocurrieron desde niño. Por experiencia y como algo anecdótico, muchos pacientes suelen manifestar que no sufren de ninguna enfermedad, pero al preguntarles sobre la medicación que reciben diariamente, enumeran una lista larga de remedios para la presión, la diabetes, el colesterol, etc. Estos antecedentes son los siguientes: Inmunizaciones. Qué vacunas ha recibido, sobre todo de adulto; por ejemplo, para prevenir la influenza, la neumonía, la hepatitis, el herpes zóster, etc. La medicación. Qué toma a diario; incidir en vitaminas y medicinas automedicadas o recetadas por amigos, los comerciales de televisión o incluso en la peluquería. Hábitos nocivos. Consumo de bebidas alcohólicas (cuánto y cómo bebe al día, si lo hace), tabaco, consumo de drogas, medicinas para dormir, relajantes, si frecuenta casas de juego, etc. Hábitos saludables. Práctica de algún deporte, caminata, lectura, hobbies, etc. Examen físico. Se deben examinar los signos vitales del enfermo (presión arterial, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria y temperatura) y preguntar sobre las funciones biológicas (apetito, deposiciones, sed, orina y sueño). También, hacer un examen prolijo al paciente, ver lesiones en la piel, la cantidad de grasa en el cuerpo, examinar pulmones, corazón, abdomen. Es muy importante hacer caminar al paciente, observar la marcha, su velocidad y ver sus características. Un examen neurológico es fundamental; evaluar la fuerza motora, sensibilidad, pares craneales, reflejos normales y patológicos. Exámenes de laboratorio. Se debe pedir como mínimo un hemograma, un perfil hepático, examen de glucosa, función renal, colesterol total y fraccionado. Si estamos sospechando de demencia, no dejar de solicitar un perfil tiroideo y un análisis de vitamina B12 y ácido fólico. Exámenes de imágenes Tomografía axial computarizada. Con este examen, que es bastante importante, no hacemos el diagnóstico de demencia, pero sí nos puede ayudar a descartar otras enfermedades, como tumores cerebrales, hematomas subdurales, hemorragias cerebrales, infartos cerebrales o, incluso, parasitosis, como el neurocisticercosis. Resonancia magnética. Es más sofisticada que la TAC y puede identificar datos característicos de una demencia, pero siempre debe ir correlacionada con el cuadro clínico. Tomografía por emisión de positrones (PET). Se basa en la medición del metabolismo cerebral a través de la inyección previa de una sustancia radiactiva. Es muy cara, solo la usan los centros de investigación muy especializados. Tomografía de emisión de fotón único (SPECT). Mide también el metabolismo cerebral y evalúa la zona del cerebro afectada.Es más asequible que la anterior, pero tampoco se usa en la práctica clínica regular, sino en investigación. Test psicométricos. Son parte del área mental de la valoración geriátrica integral que muchas veces la realiza el psicólogo con una serie de test y escalas que ayudan y tamizan (clasifican) al paciente con demencia. Sin embargo, estos test tampoco diagnostican la demencia. Test de Folstein Test del Reloj Escala SPMQ (Short Portable Mental State Questionnaire) de Pfeifer Luego de realizados todos estos procedimientos para el estudio de la demencia, podemos acercarnos a un diagnóstico adecuado, de acuerdo con los criterios del DSM 5, del CIE 10, de la OPS, o guías clínicas, pero solo llegaremos a un diagnóstico de demencia posible o probable, ya que el diagnóstico definitivo del alzhéimer se realiza en estado de post mortem (paciente fallecido) en una sala de necropsia, en donde el patólogo analizará las lesiones del cerebro a través del microscopio y verá las placas seniles y los corpúsculos neurofibrilares. Pregunta n.° 13 ¿Qué enfermedades debemos descartar para no confundirnos con el alzhéimer? En medicina solemos llamar diagnóstico diferencial al descarte de otras enfermedades que se parecen a la que estamos investigando, luego de hacer unidad clínica entre los síntomas, signos, exámenes de laboratorio y pruebas auxiliares. En la enfermedad de Alzheimer, hemos visto que el enfermo al comienzo suele presentar cuadros de apatía, cambios de carácter, disminución de la atención, de la orientación, pérdida de la energía, depresión (deja de hacer lo que le gustaba), etc. Hay varios males que no son enfermedad de Alzheimer, pero pueden presentar este tipo de molestias o síntomas. Para ello, debemos descartar las siguientes enfermedades: Anemia: muchas veces, un paciente con anemia siente debilidad, cansancio y falta de ganas de hacer las cosas. Depresión: suele confundirse con la demencia; incluso existe un tipo de depresión que se conoce como «pseudodemencia». Sordera: el paciente, al presentar esta dolencia, suele vivir un mundo aparte, muy individual, y no se relaciona con los demás, sencillamente, porque no escucha. Hipotiroidismo: el paciente está apático, sin ganas de nada; incluso un hipotiroidismo mal curado puede llegar a convertirse en un tipo de demencia. Enfermedad de Parkinson: el enfermo es lento para hablar, caminar y moverse; hay que hacer un buen descarte. Olvidos benignos asociados a la edad Deterioro cognitivo leve Delirium: esta enfermedad es muy común, existe confusión y desorientación; se presenta de manera aguda y se da en horas y días, mientras que la demencia es crónica y se manifiesta en meses y años. Esquizofrenia: generalmente se presenta en personas jóvenes; existe desorientación, pero la memoria y otras funciones cognitivas se conservan. Epilepsia: hay un trastorno de la conciencia por una lesión cerebral que le ocasiona unos movimientos tónico-clónicos, pero que generalmente debutan en la juventud. Probablemente existan otras enfermedades que se pueden confundir con la demencia, pero lo más importante —como ya lo manifesté— es hacer unidad clínica entre los signos, síntomas y exámenes auxiliares para descartala. Pregunta n.° 14 ¿Es cierto de que la enfermedad de Alzheimer es más frecuente en mujeres que en hombres? En medicina existen enfermedades prevalentes en ciertos grupos etarios, como el alzhéimer, que es mucho más frecuente en las personas adultas mayores. Así mismo, hay enfermedades mucho más prevalentes de acuerdo con el sexo; por ejemplo, las migrañas, las enfermedades reumáticas, tiroideas y la osteoporosis predominan más en las mujeres que en los hombres. Mientras que las enfermedades cardiovasculares son más extendidas en los hombres que en las mujeres antes de la menopausia; luego de la menopausia, se llega a una igualdad. Lo mismo sucede con la enfermedad de Alzheimer, que es más frecuente en las mujeres que en los hombres, lo cual se sustenta en las estadísticas mundiales. En EE. UU., se ha observado que hay cinco millones de personas con esta enfermedad, y de esta cifra, 3.2 millones son mujeres, o sea, el 64 % del total. Se calcula que, a partir de los 60 años, uno de cada 11 hombres desarrollará la enfermedad de Alzheimer, mientras que en mujeres será una de cada seis. Lo que aún no se ha demostrado es por qué esta enfermedad es más frecuente en mujeres que en hombres. Hay algunas teorías al respecto, sobre todo basadas en que la mujer vive más que el hombre a nivel mundial. En nuestra realidad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (2015), los peruanos vivirán en promedio 74.6 años (72.0 los hombres y 77.3 las mujeres), o sea, las mujeres peruanas vivirán unos cinco años más que los hombres en promedio. No obstante, la explicación de que hay más mujeres con alzhéimer que hombres no ha sido demostrada por el hecho de que la mujer tenga una mejor esperanza de vida al nacer, o sea que viva más, y el hecho que las demencias sean más prevalentes conforme progrese la edad. La teoría que más se acerca a la respuesta fue publicada en el año 2014 por los Annals of Neurology. Este estudio sostiene que la demencia está relacionada con una molécula de apolipoproteína A4 (APO E4), que es una sustancia que transporta el colesterol de la sangre. Los portadores de esta molécula de APO A4, tanto hombres como mujeres, tenían cuatro veces más probabilidades de sufrir de alzhéimer luego de los 60 años que quienes no la portaban. Pero de los que presentaban esta molécula, eran las mujeres quienes más lo padecían, y en ellas la enfermedad era más agresiva que en los pacientes masculinos. Otra teoría desarrollada en Framingham, Massachusetts, abrió una nueva vía de investigación y estableció una relación entre tener problemas en el corazón (a nivel del gasto cardiaco) y la posibilidad de sufrir la enfermedad de Alzheimer. Hay varias teorías más, como que la mujer nunca se jubila y continúa activa en casa realizando las tareas del hogar, mientras que el hombre luego de la jubilación «se queda echado en la cama», desacondicionándose progresivamente, etc. O que los hombres beben y fuman más que las mujeres; por lo tanto, están más propensos a ciertas enfermedades. Todas las mencionadas son solo teorías, aún no se determina por qué el alzhéimer es más frecuente en mujeres que en hombres, pero el hecho es que el sexo femenino es un factor de riesgo importante para desarrollar esta enfermedad. Pregunta n.° 15 ¿Es contagioso el alzhéimer? Esta es una pregunta muy usual entre los familiares de pacientes con la enfermedad de Alzheimer, sobre todo cuando más de un miembro —padres, tíos, hermanos, cónyuges— la ha padecido, y los familiares consultan por temor a adquirir esta «probable enfermedad infecciosa». Generalmente, en los procesos infecciosos participan tres elementos: el agente (el microbio), el huésped (la persona) y el medioambiente (con sus características propias). Los microbios pueden ser virus, bacterias, hongos y parásitos que pueden ingresar al huésped (la persona) y ocasionarle una infección. Previamente, el mecanismo de defensa de la persona se ha activado en una lucha contra el microbio y, dependiendo de quién gane la «batalla», se produce la infección o la eliminación de este. Los microbios pueden ingresar al organismo del ser humano a través de la boca (cólera, tifoidea), vías respiratorias (tuberculosis), sangre (hepatitis, sida), sexo (sífilis, gonorrea o sida), piel (ácaros), etc. En el caso del alzhéimer, este no se contagia a través de ningún microbio o agente infeccioso; por lo tanto, los cuidadores y familiares pueden quedarse tranquilos. Lo más probable que haya sucedido en personas, familiares o cónyuges es que han estado expuestos o han presentado los mismos factores de riesgo para adquirir la enfermedad. El Dr. John Collinge de la University College of London publicó la posibilidad de que la enfermedad de Alzheimer se pueda deber a un tipo de infección o transmisión por un agente, o sea
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