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Carlos Sandoval Cáceres - El abc del Alzheimer desarrollado en 101 preguntas

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Carlos	Sandoval	Cáceres
Realizó	estudios	superiores	en	la	Facultad	de	Medicina	“San	Fernando”	de	la
Universidad	Nacional	Mayor	de	San	Marcos,	donde	se	tituló	de	médico	cirujano.
Posteriormente	hizo	la	especialización	en	Geriatría	en	el	Hospital	de	la	Fuerza
Aérea	del	Perú.
Actualmente	se	desempeña	como	tutor	de	geriatría	en	la	UNMSM	y	en	la
Universidad	Ricardo	Palma,	y	es	miembro	del	comité	del	residentado	médico	de
ambas	universidades.	También	es	profesor	de	Ética-Bioética	y	Fisiopatología	en
la	Universidad	Continental	y	de	Farmacología	Clínica	y	Geriatría	en	la
Universidad	de	San	Martín	de	Porres.
Su	experiencia	clínica	la	desarrolla	en	el	Policlínico	Angamos	(EsSalud),	en
donde	preside	el	Comité	de	Capacitación	y	Docencia	y	el	Comité	de	Ética	y
Bioética	de	la	Red	Desconcentrada	Rebagliati.
Es	miembro	fundador	de	la	Sociedad	Peruana	de	Geriatría;	egresado	y	miembro
activo	de	la	Academia	Latinoamericana	del	Adulto	Mayor	(ALMA),	y	miembro
del	Comité	Editorial	Internacional	de	The	Journal	of	Latin	American	Geriatric
Medicine.
Ha	publicado	Ahora	me	toca	a	mí:	cuando	el	cuidado	de	los	padres	pasa	a	manos
de	los	hijos	(2015),	en	coautoría	con	Fernando	Maestre,	y	La	enfermedad	del
olvido:	confrontando	al	alzhéimer	y	otras	demencias	(2016).
Es	conferencista	en	foros	nacionales	e	internacionales,	columnista	del	diario
Trome,	e	invitado	regular	a	programas	de	radio	y	televisión,	donde	aborda	temas
relacionados	con	la	problemática	del	adulto	mayor.	Conduce	el	programa	Zona
Geriátrica.	El	espacio	del	adulto	mayor,	que	se	transmite	por	Radio	Miraflores
Televisión.
SANDOVAL	CÁCERES,	Carlos
El	abc	del	alzhéimer	desarrollado	en	101	preguntas	/	Carlos	Sandoval	Cáceres.
1.a	ed.	digital.	Huancayo:	Universidad	Continental.	Fondo	Editorial,	2021.
ISBN	electrónico	978-612-4443-36-7
1.	Enfermedad	de	Alzheimer	2.	Enfermedades	mentales	3.	Signos	y	síntomas
616.8311	(SCDD)
Datos	de	catalogación	Universidad	Continental
Es	una	publicación	de	Universidad	Continental
El	ABC	del	alzhéimer	desarrollado	en	101	preguntas
Carlos	Sandoval	Cáceres
Primera	edición	digital
Huancayo,	diciembre	de	2021
©	Del	autor
©	Universidad	Continental	SAC
Av.	San	Carlos	1980,	Huancayo,	Perú
Teléfono:	(51	64)	481-430	anexo	7863
Correo	electrónico:	fondoeditorial@continental.edu.pe
www.universidad.continental.edu.pe
Hecho	el	Depósito	Legal	en	la	Biblioteca	Nacional	del	Perú	n.°	2021-14012
ISBN	electrónico	978-612-4443-36-7
Cuidado	de	edición:	Jullisa	del	Pilar	Falla	Aguirre
Diseño	de	cubierta	y	diagramación:	Yesenia	Mandujano	Gonzales
El	contenido	de	esta	obra	es	responsabilidad	exclusiva	del	autor.	No	refleja
necesariamente	la	opinión	de	la	Universidad	Continental.
Prohibida	la	reproducción	por	cualquier	medio,	total	o	parcialmente,	sin	permiso
expreso	del	editor.
Presentación
Prólogo
Introducción
Capítulo	I.	Conociendo	un	poco	más	al	"enemigo".	Algunas	definiciones
importantes
1.	¿Qué	son	las	demencias?
2.	¿Cuántos	tipos	de	demencia	se	conocen?
3.	¿Es	normal	presentar	demencia	durante	el	envejecimiento?
4.	¿Por	qué	se	le	denomina	enfermedad	de	Alzheimer?
5.	¿Demencia	senil	y	enfermedad	de	Alzheimer	son	lo	mismo?
6.	¿Es	la	enfermedad	de	Alzheimer	un	problema	de	salud	pública?
7.	¿Olvidarse	es	un	síntoma	de	demencia?
8.	¿Qué	es	el	deterioro	de	la	memoria	asociada	a	la	edad	(DMAE)
9.	¿Qué	es	el	deterioro	cognitivo	leve?
10.	¿Qué	es	la	enfermedad	de	Alzheimer?
Capítulo	II.	¿Cuánto	sé	y	qué	esperar?	El	alzhéimer	y	su	impacto
11.	¿Cuáles	son	los	síntomas	y	signos	principales	en	el	alzhéimer?
12.	¿Cómo	se	diagnostican	las	demencias?
13.	¿Qué	enfermedades	debemos	descartar	para	no	confundirnos	con	el
alzhéimer?
14.	¿Es	cierto	de	que	la	enfermedad	de	Alzheimer	es	más	frecuente	en	mujeres
que	en	hombres?
15.	¿Es	contagioso	el	alzhéimer?
16.	¿Es	la	pérdida	del	olfato	un	signo	precoz	de	la	enfermedad	de	Alzheimer?
17.	¿Existen	algunos	exámenes	para	diagnosticar	la	demencia?
18.	¿Cuál	es	la	prevalencia	y	distribución	de	la	enfermedad	de	Alzheimer	a	nivel
mundial?
19.	¿Existen	etapas	en	la	enfermedad	de	Alzheimer?
20.	¿Existe	alguna	relación	entre	el	síndrome	de	Down	y	el	alzhéimer?
Capítulo	III.	¡Aquí	están,	estas	son!	Clasificación	de	las	demencias
21.	¿Qué	es	la	demencia	vascular?
22.	¿Qué	es	la	demencia	de	cuerpos	de	Lewy?
23.	¿Qué	es	la	demencia	frontotemporal?
24.	¿Qué	es	la	demencia	por	hidrocefalia	a	presión	normal?
25.	¿Qué	es	la	demencia	pugilística?
26.	¿Existe	una	demencia	por	alcoholismo?
27.	¿Existe	alguna	demencia	por	la	deficiencia	de	vitaminas?
28.	¿Existe	la	demencia	por	trastorno	de	la	glándula	tiroides?
29.	¿Puede	haber	demencia	por	hematoma	subdural?
30.	¿Existe	la	demencia	por	sida?
31.	¿Se	puede	presentar	demencia	en	personas	jóvenes?
Capítulo	IV.	Curar	o	no	curar…	he	allí	el	problema.	Tratamiento
convencional
32.	¿Tiene	cura	el	alzhéimer?
33.	¿Qué	medicinas	disponemos	para	tratar	el	alzhéimer?
34.	¿Existe	algún	tipo	de	tratamiento	no	farmacológico?
35.	¿Son	buenos	los	irrigadores	cerebrales	para	la	enfermedad	de	Alzheimer?
36.	¿Se	debe	tratar	a	un	enfermo	de	alzhéimer	que	presenta	alucinaciones?
Capítulo	V.	Siglo	21,	¿estamos	avanzando?	Nuevas	tecnologías
37.	¿Existe	alguna	vacuna	contra	el	alzhéimer?
38.	¿Existe	el	tratamiento	con	células	madre	en	el	alzhéimer?
39.	¿Existe	algún	análisis	de	laboratorio	para	detectar	precozmente	el	alzhéimer?
40.	¿Cuáles	son	los	biomarcadores	para	el	alzhéimer?
Capítulo	VI.	¿Dime	quién	te	cuida?	El	cuidador	y	el	alzhéimer
41.	¿Qué	cuidados	requiere	un	enfermo	con	alzhéimer?
42.	¿Qué	es	un	cuidador	de	paciente	con	alzhéimer	y	cuáles	son	sus	requisitos?
43.	¿Qué	actividades	realiza	el	cuidador	de	un	enfermo	con	alzhéimer?
44.	¿Qué	es	el	estrés	de	cuidador?
45.	¿Se	deberían	llevar	a	todos	los	pacientes	con	alzhéimer	a	una	residencia
geriátrica?
46.	¿Se	le	debe	decir	la	verdad	a	un	paciente	con	alzhéimer?
Capítulo	VII.	Desacostumbrando	las	costumbres.	Se	pueden	alterar	algunas
costumbres	del	enfermo	con	alzhéimer
47.	¿Se	recomienda	alguna	dieta	en	especial	para	el	alzhéimer?
48.	¿Ayudan	las	vitaminas	en	la	enfermedad	de	Alzheimer?
49.	¿Puede	beber	café	un	enfermo	con	alzhéimer?
50.	¿Puede	beber	alcohol	un	enfermo	con	alzhéimer?
51.	¿Existe	algún	tratamiento	de	la	demencia	con	el	cannabis?
52.	¿Qué	puedo	hacer	si	mi	familiar	con	alzhéimer	no	desea	comer?
53.	¿Qué	hacer	si	mi	familiar	con	alzhéimer	tiene	incontinencia	urinaria?
54.	¿Puede	fumar	un	enfermo	con	alzhéimer?
Capítulo	VIII.	Sí	se	puede…	Otras	opciones
55.	¿Cómo	identificar	si	siente	dolor	el	paciente	con	alzhéimer?
56.	¿Es	útil	la	medicina	natural?
57.	¿Ayudan	las	terapias	psicológicas	en	el	tratamiento	de	la	enfermedad	de
Alzheimer?
58.	¿Es	útil	la	musicoterapia	en	la	enfermedad	de	Alzheimer?
59.	¿Es	beneficiosa	la	fisioterapia	en	la	enfermedad	de	Alzheimer?
60.	¿Es	beneficioso	el	ejercicio	físico	en	el	enfermo	con	alzhéimer?
61.	¿Puede	beneficiar	la	práctica	del	taichí	en	el	alzhéimer?
Capítulo	IX.	Dudando	ando,	doctor.	Problemas	frecuentes	del	enfermo	con
alzhéimer
62.	¿El	abuso	de	ciertos	medicamentos	podría	ocasionar	el	alzhéimer?
63.	¿La	hipertensión	arterial	podría	ser	causa	del	alzhéimer?
64.	¿Qué	es	el	delirium?
65.	¿Qué	son	los	factores	protectores	para	disminuir	el	riesgo	de	adquirir	el
alzhéimer?
66.	¿Cómo	enfocar	los	aspectos	sexuales	del	enfermo	con	alzhéimer?
67.	¿En	dónde	debería	fallecer	un	enfermo	con	alzhéimer?
68.	¿Debería	recibir	pastillas	para	dormir	un	enfermo	de	alzhéimer?
69.	¿Qué	es	el	vagabundeo	y	cómo	debemos	afrontarlo	en	un	enfermo	con
alzhéimer?
Capítulo	X.	Y	ahora,	¿quién	podrá	defenderlo?	Sobre	leyes	y	derechos
70.	¿Existe	en	el	Perú	algún	tipo	de	legislación	que	proteja	al	enfermo	de
alzhéimer?
71.	¿Existen	entidades	públicas	que	protejan	al	enfermo	con	alzhéimer?
72.	¿Existen	instituciones	privadas	que	traten	al	enfermo	con	alzhéimer?
73.	¿Qué	hacer	si	el	enfermo	con	alzhéimer	desea	dejar	herencia	o	vender	alguna
propiedad?
74.	¿Cuáles	son	los	aspectos	bioéticos	en	el	cuidadode	un	enfermo	con
alzhéimer?
75.	¿Qué	puede	hacer	un	paciente	que	no	desea	ser	sometido	a	procedimientos
invasivos	ni	a	terapias	que	le	prolonguen	la	vida	inútilmente	cuando	presenta	el
alzhéimer?
76.	¿Cuándo	debe	dejar	de	conducir	un	enfermo	con	alzhéimer?
77.	¿Qué	es	calidad	de	vida	en	un	enfermo	con	alzhéimer?
78.	¿Es	correcta	la	administración	de	la	nutrición	e	hidratación	a	través	de
sondas	en	un	enfermo	de	alzhéimer	en	la	fase	terminal?
Capítulo	XI.	Doctor,	doctor,	¿qué	hago	si…?	Preguntas	frecuentes	que
realizan	los	hijos	de	los	pacientes
79.	¿Cuáles	son	las	señales	de	alarma	de	la	enfermedad	de	Alzheimer?
80.	¿Cómo	convive	la	familia	de	un	paciente	con	alzhéimer?
81.	¿Qué	debo	hacer	si	ya	no	le	tengo	paciencia	a	mi	familiar	con	alzhéimer?
82.	¿Qué	medidas	de	seguridad	debo	adoptar	en	casa	si	mi	familiar	tiene
alzhéimer?
83.	¿El	enfermo	de	alzheimer	podría	presentar	además	otras	enfermedades?
84.	¿Qué	especialista	debe	atender	al	enfermo	con	alzhéimer?
85.	Mi	mamá	rechaza	las	pastillas,	¿qué	debo	hacer	para	que	las	tome?
86.	¿Qué	es	la	afasia?	¿Qué	es	la	apraxia?	¿Qué	es	la	agnosia?
Capítulo	XII.	Respuestas	de	la	terapeuta	ocupacional	Lic.	Amelia	Olórtegui
Moncada
87.	¿Ayuda	la	terapia	ocupacional?,	¿qué	nos	ofrece	esta	disciplina?
88.	Si	el	alzhéimer	es	una	enfermedad	que	no	tiene	cura,	por	qué	el	médico	me
insiste	en	que	lleve	a	mi	madre	a	terapia,	si	igual	no	se	va	a	curar.
89.	¿En	época	de	frío,	debo	permitir	que	mi	familiar	con	alzhéimer	se	quede	en
cama?
90.	¿Cuáles	son	las	cosas	que	jamás	se	deberían	hacer	en	un	paciente	con
alzhéimer?
91.	Si	mi	paciente	con	alzhéimer	no	durmió	durante	toda	la	noche,	debo	dejarlo
dormir	durante	el	día
92.	Mi	paciente	con	alzhéimer	no	permite	que	le	cambie	de	ropa,	debo	dejarlo	en
pijama	todo	el	día	o	lo	cambio	y	lo	hago	dormir	con	la	ropa	de	diario.	¿Qué
hacer	si	el	paciente	no	acepta	que	lo	bañen?
93.	¿Por	qué	el	paciente	con	alzhéimer	siempre	hace	las	mismas	preguntas	a
cada	rato?	¿Qué	debo	hacer	con	tanta	pregunta	repetitiva?
94.	¿Estimulación	cognitiva	en	casa?
95.	¿Cómo	ayudar	a	conservar	la	autonomía	de	la	persona	con	alzhéimer?
96.	¿Cómo	utilizar	adecuadamente	el	tiempo	libre	de	una	persona	con
alzhéimer?
Capítulo	XIII.	La	vida	es	muy	curiosa.	Datos	interesantes	sobre	el	alzhéimer
97.	¿Existe	el	alzhéimer	en	perros	u	otros	animales?
98.	¿Qué	celebridades	han	sufrido	de	alzhéimer?
99.	¿Existe	alguna	película	del	cine	que	trate	sobre	el	alzhéimer?
100.	¿Existen	obras	teatrales	que	aborden	el	alzhéimer?
101.	¿Hay	alguna	esperanza	a	la	vista?
Palabras	finales
Bibliografía
A	mis	queridos	padres,	quienes,
gracias	a	Dios,	se	conservan	lúcidos	y	sanos.
Las	demencias	están	comprendidas	dentro	de	las	enfermedades	degenerativas	del
sistema	nervioso,	caracterizadas	por	una	destrucción	progresiva	de	las	neuronas,
principalmente	de	las	que	se	encargan	de	las	funciones	cognitivas.	Entre	este	tipo
de	enfermedades	se	pueden	mencionar	el	párkinson,	la	esclerosis	lateral
amiotrófica	y	el	alzhéimer,	que	causan,	en	quienes	las	padecen,	discapacidad	y
dependencia.
El	proceso	de	envejecimiento	poblacional,	producto	de	la	disminución	de	la	tasa
de	natalidad	y	del	aumento	de	la	esperanza	de	vida	al	nacer	(76	años),	ha
propiciado	que	la	Organización	Mundial	de	la	Salud	declarara	la	demencia	como
una	prioridad	de	salud	pública.	De	esta	manera,	se	busca	que	los	gobiernos
tomen	conciencia	de	la	realidad	que	cada	país,	región,	sociedad	y	familia
enfrentará	en	el	futuro.
Actualmente,	se	considera	a	las	demencias	—comprendidas	dentro	del	grupo	de
las	enfermedades	no	transmisibles	(ENT)—	como	un	problema	que	amerita	un
tratamiento	incluido	como	parte	del	plan	de	Gobierno.	Su	impacto	es	tal	que
afecta	a	nivel	médico,	económico	y	social,	por	lo	que	se	hace	necesario
intervenir	en	todos	los	sectores	sociales	comenzando	por	la	familia,	la
comunidad,	las	ONG	y	el	Estado.
La	enfermedad	de	Alzheimer	no	solo	compromete	a	la	persona	que	la	padece,
sino,	además,	a	la	familia,	la	comunidad	y	a	toda	la	sociedad	en	general,	al	punto
que	dentro	de	treinta	años	habrá	aproximadamente	16	millones	de	personas
dedicadas	a	proporcionar	cuidados	que	no	son	pagados	y	que	son	asumidos	por
el	entorno	cercano,	que	representan	18	500	millones	de	horas	de	labor.	Tal	cifra
compromete,	asimismo,	a	los	sistemas	de	salud.	Por	ello,	El	abc	del	alzhéimer
desarrollado	en	101	preguntas,	libro	que	tiene	en	sus	manos,	editado	por	la
Universidad	Continental,	comprometida	con	la	investigación	y	la	difusión
científica,	le	permitirá	conocer	la	sintomatología	del	enfermo	de	alzhéimer,	ser
consciente	de	los	cuidados	que	necesita	y	comprender	cómo	esta	dolencia	afecta
tanto	a	la	percepción	de	su	entorno	inmediato	como	a	las	relaciones	que
mantiene	con	las	personas	que	lo	rodean.
Confiamos,	pues,	en	que	esta	obra	resultará	muy	útil	para	todas	aquellas
personas	que	conviven	en	su	entorno	inmediato	con	un	enfermo	de	alzhéimer,	en
la	cual	podrán	hallar	explicadas,	de	manera	clara	y	didáctica,	más	de	cien
preguntas	que	los	familiares	y	amigos	se	hacen	sobre	esta	dolencia,	que	van
desde	la	naturaleza	de	la	enfermedad,	hasta	su	prevención	y	tratamiento,	además
de	algunas	anotaciones	de	orden	legal.	El	autor	nos	ofrece	respuestas	en	un
lenguaje	amigable	y	ameno,	pero	con	base	científica,	lo	cual	redunda
positivamente	en	la	claridad	y	precisión	que	le	permiten	una	práctica	médica	de
más	de	veinte	años.
JOSÉ	JORDÁN	MORALES
FACULTAD	DE	CIENCIAS	DE	LA	SALUD
UNIVERSIDAD	CONTINENTAL
La	demencia	afectará	a	millones	de	personas	a	lo	largo	de	los	próximos	años.
Muchas	de	ellas	serán	personas	diagnosticadas	de	demencia,	pero	otras	serán	sus
parejas,	hijos,	sobrinos,	nietos,	amigos,	vecinos,	médicos,	enfermeros,
terapeutas,	etc.
Yo	he	convivido	con	la	demencia	como	familiar	y	como	médico.	Como	familiar
lo	más	duro	fue	vivenciar	cómo	la	abuela,	la	tía	y	la	madrina	perdían,	además	de
su	autonomía,	su	personalidad	y	su	particular	manera	de	expresar	su	afectividad,
algo	que	había	favorecido	un	gran	vínculo	entre	nosotras	y	las	había	hecho	muy
«mías».	Mi	abuela,	mi	tía	y	mi	madrina	padecieron	demencia	tipo	Alzheimer	y
fallecieron	por	esta	enfermedad.	Mis	primas,	ajenas	al	mundo	sanitario,	sin	saber
nada	sobre	demencias,	fueron	las	principales	cuidadoras.	Intentamos	facilitarles
información;	sin	embargo,	no	pudimos	encontrar	herramientas	sencillas	y
veraces	para	personas	no	profesionales	de	la	salud.	Así	que	aprendieron	de
consejos	y,	sobre	todo,	de	los	cientos	de	avatares	que	sufrieron	a	lo	largo	de
aquellos	años,	probando	y	errando.	Cuando	hablamos	de	entonces	reconocen	la
gran	incertidumbre	que	sentían	cada	vez	que	pasaba	algo	nuevo.
Como	geriatra	atendí	a	muchas	personas	diagnosticadas	de	demencia,	tanto	en
consultas	como	durante	la	hospitalización.	Y	lo	que	sentía	con	frecuencia	era
frustración.	Frustración	por	no	disponer	de	suficientes	recursos	para	apoyar	a	los
pacientes	y	a	sus	cuidadores	en	el	manejo	de	la	enfermedad	en	casa.	Frustración
por	ser	testigo	de	eventos	prevenibles	con	una	adecuada	formación,	tanto	de
profesionales	sanitarios	como	de	los	cuidadores.	Frustración	porque	se	estaban
perdiendo	oportunidades	para	mejorar	la	calidad	de	vida	de	las	personas
diagnosticadas	de	demencia.
Aunque	en	los	últimos	años	han	surgido	algunas	herramientas	para	brindar	no
sólo	información,	sino	también	formación	sobre	la	demencia,	estas	siguen	siendo
insuficientes.	El	abc	del	Alzheimer	desarrollado	en	101	preguntas	es	un	libro
necesario,	que	se	estaba	esperando.	En	este	libro,	el	Dr.	Carlos	Sandoval	repasa
de	manera	sencilla	y	rigurosa	cuestiones	teóricas	y	prácticas	sobre	las	demencias
y	en	especial	la	enfermedad	de	Alzheimer.	El	Dr.	Sandoval	lleva	años	trabajando
duramente	no	sólo	como	eminente	geriatra,	sino	también	como	comunicador
sanitario.	Ha	participado	en	numerosos	programas	de	radio	y	televisión,	así
como	en	prensa	escrita	con	una	columna	semanal	y	este	es	ya	su	tercer	libro	y	la
demencia	uno	de	los	temas	más	explorados.	Con	un	contenido	veraz,	que	incluye
las	publicacionesmás	recientes,	utilizando	un	estilo	ágil	y	tranquilo	logra
llevarnos	hacia	los	rincones	más	recónditos	de	la	enfermedad	de	Alzheimer.
El	abc	del	Alzheimer	desarrollado	en	101	preguntas	es	un	libro	que	ayudará	a
todos	los	que	sufren	o	sufrirán	la	enfermedad	de	Alzheimer	a	entender	mejor	no
solo	qué	es	o	de	dónde	viene	su	nombre,	sino	también	qué	podemos	hacer,	sea
cual	sea	nuestro	rol	frente	a	esta	enfermedad,	para	mejorar	la	calidad	de	vida	de
todos	los	que	sufrimos	la	demencia.
CRISTINA	ALONSO
GERIATRA	DEL	HOSPITAL	UNIVERSITARIO	DE	GETAFE	(MADRID)
EXASESORA	DE	ENVEJECIMIENTO	SALUDABLE	DE	OPS/OMS
Como	ya	lo	hemos	comentado	en	otros	libros,	artículos	y	entrevistas,	estamos
asistiendo	a	un	proceso	de	envejecimiento	poblacional,	en	donde	cada	vez	hay
más	adultos	mayores	y	menos	población	joven.	Así	mismo,	estamos	asistiendo	a
otro	fenómeno,	que	es	la	transición	epidemiológica,	en	que	predominaban	antes
las	enfermedades	agudas,	especialmente	las	infecciosas,	para	pasar	a	un	dominio
de	las	enfermedades	crónicas	degenerativas,	también	conocidas	como
enfermedades	no	transmisibles	(ENT).	Las	ENT	no	matan	rápidamente	como
antes	sí	lo	hacían	las	enfermedades	infecciosas,	pero	—al	ser	enfermedades
crónicas	degenerativas	y	progresivas—	permiten	que	el	enfermo	pase	por	un
proceso	de	discapacidad	para	terminar	en	la	dependencia.
La	enfermedad	de	Alzheimer,	descrita	por	primera	vez	en	1906	por	el
neuropatólogo	alemán	Alois	Alzheimer,	es	una	de	estas	enfermedades	no
transmisibles	que	están	predominando	cada	vez	más	en	nuestra	sociedad;	basta
visitar	los	centros	de	salud	y	hospitales	de	todo	el	mundo.	El	alzhéimer	se
caracteriza	por	prevalecer	en	población	de	adultos	mayores.	Antiguamente	era
una	enfermedad	muy	rara,	pues	antes	no	se	vivía	como	en	la	actualidad	y	no
existía	la	cantidad	de	adultos	mayores	que	hay	ahora.	Es	una	enfermedad	tan
frecuente	que	podría	afirmar	que	la	mayoría	de	los	lectores	de	este	libro	han
tenido	o	tienen	algún	familiar	o	persona	cercana	a	sus	vidas	con	el	alzhéimer.
A	pesar	de	que	se	le	menciona	constantemente	en	la	televisión,	radio	y
periódicos,	y	es	muy	popular	en	la	sociedad	(incluso	hay	películas	y	obras
teatrales	sobre	esta	enfermedad),	poco	se	ha	avanzado	en	cuanto	al	tratamiento	y
la	certeza	de	su	diagnóstico	apoyados	en	investigaciones	realizadas	hasta	la
fecha	por	grandes	institutos	y	universidades.
Dentro	de	mi	especialidad,	la	geriatría	—especialidad	que	ve	las	enfermedades
del	adulto	mayor	desde	la	prevención,	tratamiento	y	rehabilitación—,	he	podido
observar	muchos	casos	de	enfermos	con	demencia,	en	especial	con	la
enfermedad	de	Alzheimer,	lo	que	me	ha	permitido	ingresar	a	los	hogares	de	mis
pacientes	y	poder	compartir	con	sus	familiares.	Como	veremos	más	adelante	en
este	libro,	en	el	mal	de	Alzheimer	no	solo	se	enferma	el	paciente,	también	toda
la	familia.	Y,	al	conversar	con	ellos,	he	podido	constatar	la	mucha
desinformación	que	existe	sobre	esta	enfermedad,	que	a	veces	hace	que	tengan
falsas	expectativas	sobre	algunos	tratamientos	muy	caros,	pues	gastarán	un
dinero	que	podrían	haber	usado	en	otras	cosas	que	también	hubiesen	beneficiado
al	enfermo.
Escribir	un	libro	sobre	101	preguntas	y	respuestas	sobre	el	alzhéimer	representa
un	viaje	fascinante	para	el	que	lo	escribe	y,	estoy	seguro,	también	para	quien	lo
lea.	A	lo	largo	de	este	recorrido,	que	comienza	con	la	pregunta	número	1	y,
progresivamente,	continúa	con	la	pregunta	10,	luego	la	20,	30,	60	y	así,	hasta
llegar	a	la	101,	podremos	tener	una	visión	si	bien	es	cierto	no	muy	profunda,	sí
bastante	realista	sobre	esta	enfermedad.	Cuando	terminé	de	escribir	la	última
pregunta	no	lo	pude	creer,	pues	pensé	que	nunca	lo	iba	a	terminar,	pero	queda	la
sensación	de	que	siguen	sobrando	preguntas	y	respuestas	que	formular	y
responder	y,	de	paso,	continuar	aprendiendo.
Desde	1906,	año	en	que	Alois	Alzheimer	describiera	el	primer	caso	de	su
paciente	Augusta	D.,	mucho	se	ha	escrito,	investigado	y	publicado	al	respecto.
Lamentablemente,	aún	no	existe	la	cura	para	esta	terrible	enfermedad;	es	más,	no
hay	un	fármaco	que	detenga	su	curso.	Otro	detalle	curioso	es	que,	a	pesar	de
tantas	investigaciones,	aún	no	se	conoce	la	causa	definitiva,	solo	nos	quedamos
con	los	factores	de	riesgo,	y,	para	poner	la	cereza	en	el	pastel,	aún	no	se	puede
diagnosticar	a	ciencia	cierta	con	toda	la	tecnología	que	contamos;	debemos
esperar	a	que	el	enfermo	fallezca	para	realizarle	una	necropsia.	Recién,	entonces,
podremos	conocer	el	diagnóstico,	de	manera	que	mientras	viva	el	enfermo,	nos
quedamos	en	un	diagnóstico	de	probable,	aunque	ya	el	cuadro	clínico	sea
manifiesto.
¿Por	qué	escribir	un	libro	sobre	101	preguntas	y	respuestas	sobre	el	alzhéimer?
Esta	es	la	recopilación	de	preguntas	que	he	recibido	a	lo	largo	de	estos	últimos
20	años	como	geriatra,	formuladas	por	mis	pacientes,	los	hijos	de	mis	pacientes,
mis	alumnos	de	la	universidad	—tanto	del	pregrado	como	del	posgrado—	y,
finalmente,	las	personas	que	me	han	entrevistado	en	los	diversos	medios	de
comunicación	a	los	que	he	asistido	(radio,	televisión	y	diarios)	en	los	últimos
años.
Como	la	mayoría	de	las	preguntas	me	las	han	formulado	personas	ajenas	a	la
profesión	y	a	la	especialidad,	las	repuestas	se	han	realizado	en	un	lenguaje
amigable	y	fácil	de	comprender,	dirigidas	a	todo	el	público	interesado	en
conocer	algo	sobre	este	mal.	Independientemente	de	la	profesión	que	tengan,	no
se	necesita	tener	grandes	diplomas	o	títulos	universitarios	para	comprender	este
libro.	Basta	solo	desearlo.
Al	final	del	libro	he	colocado	las	referencias	bibliográficas,	así	el	lector	podrá,
además,	ampliar	la	información.	Como	es	un	libro	de	preguntas	y	respuesta,	no
pretendo	que	sea	un	tratado	de	geriatría	que	abarque	todo	el	conocimiento
relacionado	con	el	alzhéimer.	Hoy	en	día	hay	tratados,	revistas	propias,
congresos	a	dedicación	exclusiva,	e	incluso,	sociedades	científicas	dedicadas	al
alzhéimer.
Pienso	que	en	algunos	pocos	años,	muchas	preguntas	serán	resueltas	con	el
tiempo,	pues	las	investigaciones	no	se	detienen,	y	otras	aún	continuarán	sin
resolver.	Los	invito	a	recorrer	conmigo	este	viaje	de	101	preguntas	y	respuestas.
La	lectura	del	libro	puede	iniciarse	en	cualquier	pregunta,	en	el	orden	que	el
lector	lo	desee,	no	necesariamente	se	debe	tener	como	norma	comenzar	con	la
primera	y	continuar	de	manera	progresiva	hasta	llegar	a	la	última.
Las	referencias	bibliográficas	se	han	tomado	de	fuentes	muy	serias	—como	el
Cochrane	Library,	informes	de	la	Organización	Mundial	de	Salud	y	de	la
Organización	Panamericana	de	Salud,	la	popular	revista	UpToDate,	muy
utilizada	actualmente	por	estudiantes	de	pre	y	posgrado	y	de	las	principales
revistas	médicas	del	mundo,	pero	también	se	han	considerado	algunos	blogs
populares	que	tratan	sobre	el	alzhéimer	o	el	envejecimiento,	diarios	de
distribución	masiva,	etc.	En	la	mayoría	de	los	casos,	he	tratado	de	consignar	el
link	respectivo	para	cualquier	consulta	en	línea.
Quiero	agradecer	a	mis	pacientes,	quienes	son	mi	principal	fuente	de
conocimientos	e	inspiración;	a	mis	alumnos	de	la	universidad,	que	me	obligan	a
mantenerme	actualizado;	a	la	Lic.	Amelia	Olórtegui	Moncada,	amiga	y	profesora
de	terapia	ocupacional	de	la	Universidad	Nacional	Mayor	de	San	Marcos,	por	la
revisión	del	libro,	sus	correcciones	y	sugerencias,	además	de	haber	colaborado
con	diez	preguntas	y	respuestas	relacionadas	con	su	especialidad;	a	la	Dra.
Cristina	Alonso	Bouzón,	geriatra	del	Hospital	de	Getafe,	Madrid	(España)	y	ex
encargada	del	Capítulo	de	la	Persona	Adulta	Mayor	de	la	Organización	Mundial
de	la	Salud,	por	la	elaboración	del	prólogo;	al	Dr.	José	Jordán,	decano	de	la
Universidad	Continental,	por	su	apoyo	y	por	la	presentación	del	libro;	al	Dr.
Oswaldo	Sifuentes,	a	la	Lic.	Cecilia	Justino	y	a	la	Sra.	Jullisa	del	Pilar	Falla,	del
Fondo	Editorial	de	la	Universidad	Continental,	por	confiar	en	mí	para	la	edición
y	publicación	del	libro,	y,	en	especial,	a	mis	queridos	padres.
DR.	CARLOS	SANDOVAL	CÁCERES
LIMA,	AGOSTO	DEL	2018
Pregunta	n.°	1
¿Qué	son	las	demencias?La	demencia	es	un	síndrome	causado	por	una	enfermedad	del	cerebro	que
compromete	las	funciones	cerebrales	superiores,	es	decir,	aquellas	funciones	que
nos	diferencian	de	los	animales,	como	la	memoria,	la	orientación,	el	juicio,	el
cálculo,	la	conducta	y	la	capacidad	para	desenvolvernos	en	el	medioambiente.
Las	demencias	están	agrupadas	dentro	de	lo	que	se	conoce	como	enfermedades
degenerativas	del	sistema	nervioso,	caracterizadas	por	una	destrucción
progresiva	de	las	neuronas,	principalmente	de	aquellas	que	se	encargan	de	las
funciones	cognitivas.
Las	neuronas	del	cerebro	tienen	diferentes	funciones.	Una	de	ellas	es	la
vinculada	a	la	actividad	motora,	en	la	que	la	neurona	desde	el	cerebro	le	ordena
al	músculo	del	brazo	para	que	se	mueva	o	lo	levante;	cuando	hay	lesión	de	ese
grupo	de	neuronas	(motoras),	se	produce	la	paresia	(disminución	de	la	fuerza
motora)	o	la	parálisis	(ausencia	de	movilidad	por	lesión	de	la	neurona	del
cerebro).	Otra	función	que	tiene	es	la	de	controlar	la	sensibilidad,	como	el	dolor
o	el	frío,	que	son	manifestaciones	que	discurren	al	revés	de	la	parte	motora,	es
decir,	van	desde	el	miembro	localizado	en	la	piel	hasta	el	cerebro,	que	lo	va	a
interpretar	como	frío	o	dolor.	Los	sentidos	como	la	visión,	el	olfato,	el	tacto,	la
audición	o	el	gusto	también	están	controlados	por	el	cerebro	y	muchas
enfermedades	degenerativas	los	pueden	comprometer.
Entre	las	enfermedades	degenerativas,	podemos	mencionar	el	párkinson	y	la
esclerosis	lateral	amiotrófica.	Cada	una	de	estas	enfermedades
neurodegenerativas	presenta	sus	propias	características	clínicas.	La	enfermedad
de	Parkinson	va	a	afectar	el	movimiento	muscular,	el	enfermo	presenta	rigidez	y
temblor;	mientras	que	la	esclerosis	lateral	amiotrófica	es	una	enfermedad	más
severa,	pues	destruye	de	manera	progresiva	las	neuronas	motoras	y	produce,	al
inicio,	trastornos	motores,	seguidos	de	parálisis	y	la	muerte	del	enfermo.
En	las	demencias,	lo	característico	es	una	lesión	a	nivel	de	las	funciones
cerebrales	superiores,	donde	la	cognición	queda	afectada.	El	conocimiento	de	las
demencias	es	muy	importante	porque	es	una	causa	de	discapacidad	y
dependencia	en	la	persona	que	va	a	padecer	esta	enfermedad.	Actualmente	se	le
considera	un	problema	muy	serio	de	salud	pública,	que	debe	tratarse	desde	una
óptica	de	política	de	Gobierno,	pues	compromete	a	un	gran	sector	de	la
población.	No	solo	será	necesaria	la	ayuda	médica	por	parte	del	Estado	sino
también	apoyo	de	tipo	social	y	psicológico.	El	impacto	que	genera	se	da	a	todo
nivel	—médico,	económico	y	social—,	por	ello	deben	intervenir	todos	los
sectores	sociales	comenzando	por	la	familia,	la	comunidad,	las	organizaciones
no	gubernamentales	(ONG)	y	el	Estado.
Pregunta	n.°	2
¿Cuántos	tipos	de	demencia	se	conocen?
Las	demencias	se	consideran	un	síndrome	porque	existen	varios	tipos	de	ellas,
con	sus	propias	particularidades,	tanto	en	su	origen	como	en	su	cuadro	clínico,
anatomía	patológica	y	tratamiento;	al	final,	todas	convergen	en	un	punto	común,
que	es	el	trastorno	de	la	cognición,	es	decir,	de	las	funciones	cerebrales
superiores:	memoria,	orientación,	cálculo,	juicio,	pensamiento	y	capacidad	para
aprender	o	adquirir	nueva	información.
Así	mismo,	existen	varios	tipos	de	clasificación	para	las	demencias.	Algunos
autores	las	clasifican	en	demencias	corticales	y	subcorticales;	otros,	según	su
etiología,	el	grado	de	severidad	o	el	tiempo	de	instalación,	pero	la	más	común	es
la	clasificación	de	acuerdo	con	su	etiología	en	primarias,	vasculares,	mixtas	y
secundarias	(mal	llamadas	reversibles).
Dentro	de	las	de	origen	primario,	es	decir,	aquellas	demencias	que	aparecen	y
aún	no	se	conoce	exactamente	cuál	es	el	motivo,	tenemos:
La	enfermedad	de	Alzheimer:	la	más	común,	representa	el	60	%	de	todas
las	demencias.	Se	caracteriza	porque	al	comienzo	debuta	con	trastornos	de
la	memoria	inmediata	y	va	progresando	hasta	comprometer	todas	las
funciones	cerebrales	superiores.
La	demencia	vascular:representa	del	10	%	al	20	%	de	todas	las	demencias	y
está	asociada	a	lesiones	del	sistema	nervioso	central	ocasionadas	por
microinfartos	cerebrales	y	lesiones	de	vasos	sanguíneos.
La	demencia	frontotemporal:	representa	entre	el	1	%	y	el	3	%	de	todas	las
demencias.	Se	caracteriza	por	lesiones	a	nivel	del	lóbulo	frontal	del	cerebro
y	generalmente	debuta	con	trastornos	de	la	conducta	y	del	lenguaje.
Demencias	con	cuerpos	de	Lewy:	alrededor	del	5	%	al	10	%	de	todas	las
demencias	debutan	con	trastornos	del	movimiento	corporal.
Las	mixtas:	caracterizadas	porque	el	paciente	puede	presentar	las	dos
demencias	más	frecuentes,	como	la	demencia	tipo	alzhéimer	y	la	demencia
vascular.
Dentro	de	las	demencias	secundarias	o	mal	llamadas	demencias	reversibles,
tenemos	a	las	originadas	por	alguna	enfermedad	sistémica	y	que	en	sus
manifestaciones	clínicas	podrían	presentar	demencias.	Se	les	considera
reversibles	debido	a	que,	al	tratar	la	enfermedad	de	fondo,	la	demencia	podría
curarse	o	mejorar,	situación	que	en	la	práctica	no	se	da,	pues	por	principio	y
definición	las	demencias	son	enfermedades	de	tipo	degenerativo,	progresivas,
crónicas	e	invalidantes.	Entre	las	demencias	secundarias	tenemos	las	originadas
por	las	siguientes	causas:
Hipotiroidismo
Deficiencia	de	vitaminas	(B12,	ácido	fólico)
Hidrocefalia	a	presión	normal
Alcoholismo
Sífilis
Sida
Enfermedad	de	Creutzfeld-Jakob	(ocasionada	por	los	microorganismos	llamados
priones)
Cirrosis,	etc.
Cada	tipo	de	demencia	tiene	sus	propias	características	que	la	hace	diferente	de
otras.	A	lo	largo	del	libro	desarrollaremos	detalladamente	cada	una	de	ellas.
Pregunta	n.°	3
¿Es	normal	presentar	demencia	durante	el
envejecimiento?
Existe	un	concepto	muy	utilizado	en	geriatría	y	es	el	llamado	síndrome
geriátrico,	que	se	define	como	la	presencia	muy	frecuente	de	una	serie	de
problemas	comunes	que	presenta	el	adulto	mayor,	por	lo	que	son	considerados
por	la	sociedad	como	un	proceso	o	parte	normal	del	envejecimiento.	Tanto	así	es
que,	incluso,	el	mismo	enfermo	lo	asume	de	esta	manera,	y	a	veces	se	llega	al
extremo	de	que	los	propios	profesionales	de	la	salud	también	los	consideran
como	algo	normal	a	esta	edad.
Dentro	de	los	llamados	síndromes	geriátricos,	tenemos	a	la	incontinencia
urinaria,	presente	en	muchos	adultos	mayores,	pero	no	por	ello	es	algo	normal	en
esta	etapa.	Las	caídas	también	son	muy	frecuentes	y	a	veces	fatales,	pero	nunca
normales.	El	síndrome	de	inmovilidad	o	postración	es	otro	de	los	más
recurrentes.
Existen	otros	síndromes	geriátricos	como	el	dolor,	estreñimiento,	trastornos	del
sueño,	trastornos	de	la	sexualidad,	depresión,	etc.,	los	cuales	son	procesos	muy
comunes	y	frecuentes	que	se	presentan	en	los	adultos	mayores,	pero	que	de
ninguna	manera	son	normales	y,	por	lo	tanto,	deben	ser	bien	diagnosticados	y
tratados.
Los	trastornos	de	la	memoria	entran	en	el	grupo	de	los	síndromes	geriátricos;	sin
embargo,	es	preciso	hacer	hincapié	en	que	olvidarse	es	un	proceso	normal,
ningún	cerebro	de	ninguna	persona	podría	retener	toda	la	información	que
adquiere	diariamente	por	más	inteligente	o	superdotada	que	esta	sea.	El	cerebro
depura	todos	los	días	aquella	información	que	no	será	relevante	para	dar	lugar	y
espacio	a	la	información	que	sí	lo	es.	Aquí	es	donde	se	desarrolla	la	confusión:
muchas	personas	confunden	el	proceso	de	olvidarse	o	distraerse	con	el	olvido
patológico,	que	viene	a	ser	la	demencia	o	el	síndrome	demencial,	en	donde	al
inicio	el	enfermo	se	olvida	de	cosas	simples,	pero	luego	va	a	ir	comprometiendo
otras	funciones	cerebrales	superiores.	Se	habla	de	demencia	cuando	la	persona	al
olvidarse	de	las	cosas	compromete	su	cognición	y	ya	no	puede	desenvolverse	de
manera	independiente,	por	lo	que	requerirá	de	la	ayuda	de	otras	personas	para
integrarse.
Por	lo	tanto,	la	demencia	no	debe	ser	considerada	como	un	proceso	normal	del
envejecimiento,	al	contrario,	debe	ser	considerada	como	una	enfermedad	muy
seria,	porque	progresivamente	compromete	la	memoria,	algunas	funciones
cognitivas	y	la	movilidad,	convirtiendo	al	enfermo	en	dependientey	dejándolo
postrado.
En	el	caso	de	los	síndromes	geriátricos	y	las	demencias,	el	hecho	de	detectarlas	a
tiempo,	es	decir,	diagnosticarlas	y	luego	tratarlas	adecuadamente,	ha	demostrado
que	puede	producir	una	mejora	sustancial	en	la	calidad	de	vida	del	adulto	mayor.
Pregunta	n.°	4
¿Por	qué	se	le	denomina	enfermedad	de	Alzheimer?
La	enfermedad	toma	el	nombre	de	su	descubridor,	el	psiquiatra	y	neurólogo
alemán	Alois	Alzheimer,	el	primer	médico	que	hizo	la	descripción	clínica	e
histológica	de	la	enfermedad	demencial.
Antiguamente,	al	nacer,	la	esperanza	de	vida	de	las	poblaciones	no	era	tan
elevada	como	en	la	actualidad;	la	esperanza	de	vida	a	nivel	mundial,	debido	a	las
pestes,	hambrunas,	guerras	y	enfermedades	infecciosas,	no	superaba	los	cuarenta
años;	llegar	a	anciano	era	toda	una	hazaña.	Incluso,	en	nuestro	país,	la	esperanza
de	vida	en	la	década	de	1940	era	alrededor	de	40	años,	muy	pocas	personas
superaban	los	60	años	y	mucho	menos	llegaban	a	los	80.	De	manera	que,	al
haber	pocos	ancianos,	la	enfermedad	de	Alzheimer	era	rarísima.
Alois	Alzheimer	nació	un	14	de	junio	de	1884	en	Marktbreit,	Alemania.	Estudió
medicina	en	la	Universidad	de	Tubinga	y	en	la	ciudad	de	Wurzburgo,	donde	tuvo
la	oportunidad	de	estudiar	con	el	Dr.	Albert	Von	Kokiller,	eminente	histólogo	y
experto	en	investigaciones	sobre	los	tejidos	de	los	órganos	anatómicos	a	través
del	microscopio,	formación	que	le	sirvió	muchísimo,	pues,	gracias	a	estos
conocimientos,	describió	las	lesiones	histológicas	de	la	enfermedad	de
Alzheimer.
Figura	1.	Alois	Alzheimer.
Fuente:	Felipe	A,	Biografía	de	Alois	Alzheimer.	Disponible	en	https://historia-
biografia.com/alois-alzheimer/
El	Dr.	Alzheimer	tenía	37	años	cuando	trabajaba	en	el	Hospital	de	Frankfurt,	y
en	una	tarde	del	otoño	alemán	de	1901	atendió	a	una	mujer	de	51	años,	Auguste
Deter,	también	conocida	como	Augusta	D,	quien	padecía	de	problemas	de
memoria	y	de	conducta.	Ella	tenía	la	memoria	reciente	muy	comprometida,	no
podía	recordar	hechos	o	eventos	cercanos;	al	inicio	su	memoria	remota,	es	decir,
la	memoria	de	los	hechos	o	recuerdos	antiguos,	aún	se	conservaba.
Los	manuscritos	del	Dr.	Alzheimer	conservan	las	preguntas	que	le	hizo	con
mucho	respeto	y	humanismo	a	su	paciente.	A	los	enfermos	mentales
antiguamente	se	les	consideraba	como	a	seres	poseídos	por	espíritus	malignos	o
cualquier	otro	tipo	de	hechizos,	y	eran	tratados	en	condiciones	infrahumanas,	se
les	colocaba	en	jaulas,	los	mantenían	atados,	los	remojaban	con	agua	helada	que
salía	con	un	gran	chorro	de	presión,	etc.	Alzheimer	registró	cuidadosamente
todas	las	respuestas	que	le	daba	Augusta,	así	como	también	cada	fase	de	su
deterioro	mental;	la	memoria	reciente,	la	memoria	remota	y	los	problemas	de
conducta	iban	empeorando,	progresivamente,	día	a	día.
En	1906,	cinco	años	después	de	su	ingreso	al	Hospital	de	Frankfurt,	Augusta	D
muere	de	una	neumonía,	estaba	muy	debilitada,	postrada	en	cama	y	casi	no
podía	hablar,	solo	emitía	algunos	sonidos.	A	pesar	de	que	el	Dr.	Alzheimer	ya	no
trabajaba	en	ese	hospital,	el	Dr.	Sioli,	director	del	nosocomio,	gentilmente	le	iba
informando	sobre	la	evolución	de	la	paciente.	Tiempo	después,	Sioli	le	envió	el
cerebro	de	Augusta	D	al	Dr.	Alzheimer,	desde	Frankfurt	hasta	Heiderberg,	para
que	lo	estudiara.	Recordemos	que,	en	aquellos	tiempos,	había	que	esperar	a	que
el	enfermo	falleciese	para	recién	realizar	la	necropsia	y,	posteriormente,	a	fin	de
determinar	la	causa	del	fallecimiento,	se	hacía	el	estudio	histológico	de	los
tejidos.
Luego	de	haber	examinado	minuciosamente	el	cerebro	de	Augusta	D,	el	Dr.
Alzheimer	observó	a	través	del	microscopio	la	presencia	de	unos	corpúsculos
neurofibrilares	(también	conocidos	como	«enredos	neurofibrilares»)	enrollados
en	las	neuronas,	y	que	usualmente	no	existen	en	un	cerebro	normal.
Imaginémonos	unos	ovillos	de	lana	microscópicos	dispersos	en	la	corteza
cerebral	y	unas	placas	amiloideas	o	corpúsculos	amiloides	localizados	en	la
corteza	cerebral	de	Augusta	D.
Posteriormente,	el	Dr.	Alzheimer	haciendo	«unidad	clínica»,	es	decir,	juntando
los	signos	y	síntomas	observados	en	Augusta	D	a	lo	largo	de	cinco	años	con	los
resultados	de	la	observación	del	cerebro,	presentó	en	la	XXXVII	Reunión	de
Psiquiatras	del	suroeste	de	Alemania,	en	la	ciudad	deTübingen	en	1906,	el
informe	médico	titulado	«Una	seria	enfermedad	peculiar	de	la	corteza	cerebral».
Lo	anecdótico	es	que	dicho	trabajo	pasó	desapercibido	e,	incluso,	fue	calificado
de	«inapropiado	para	una	ponencia	breve».	Un	año	después,	se	publica	el
contenido	íntegro	en	la	Revista	General	de	Psiquiatría	y	Medicina	Psiquiátrica
Forense.
Figura	2.	Augusta	D,	la	primera	paciente	del	Dr.	Alois	Alzheimer.
Fuente:	https://www.alzheimeruniversal.	u/2013/09/07/augusta-d-la-primera-
paciente-de-alzheimer-the-lancet/
Lo	interesante	y	peculiar	de	esta	historia	es	que	Augusta	D,	la	paciente	que	el	Dr.
Alzheimer	estudió,	no	era	una	anciana,	sino	una	mujer	de	51	años,
(probablemente	en	la	etapa	de	senectud	para	esa	época).	Como	ya	se	mencionó,
los	ancianos	no	eran	comunes,	como	lo	son	ahora,	ya	que	la	esperanza	de	vida
no	era	tan	elevada.	Sabemos	que	la	enfermedad	de	Alzheimer	afecta
mayoritariamente	a	ancianos,	y	que	los	casos	de	demencia	presenil,	aquella
demencia	que	se	presenta	antes	de	los	sesenta	años,	es	rara,	y	casi	siempre	está
asociada	a	problemas	de	origen	genético,	como	lo	veremos	más	adelante
En	1909,	el	profesor	Emil	Kraepelin	propuso	que	esta	enfermedad	llevara	el
nombre	de	Alois	Alzheimer	en	reconocimiento	a	su	aporte,	clínico	y	anatomo-
patológico;	luego,	en	el	índice	del	Manual	de	Psiquiatría	para	médicos	y
estudiantes	ya	aparece	la	enfermedad	de	Alzheimer.	El	gran	objetivo	de
Alzheimer	era	correlacionar	la	clínica	de	las	enfermedades	con	alguna	alteración
en	la	función	de	los	órganos	que	se	podrían	ver	con	el	estudio	microscópico	de
los	tejidos.	Alzheimer	era	un	hábil	dibujante,	él	mismo	hacía	sus	dibujos
histológicos	en	sus	trabajos	de	investigación.
La	medicina	que	ejerció	Alzheimer	en	el	año	1906	no	es	la	que	practicamos	en	la
actualidad.	En	el	pasado,	no	se	contaba	con	las	herramientas	que	ahora	tenemos,
no	había	análisis	sofisticados	de	laboratorio	ni	aparatos	de	diagnósticos	por
imágenes,	como	las	tomografías,	ecografías	y	resonancias	magnéticas,	entre
otros.
Pregunta	n.°	5
¿Demencia	senil	y	enfermedad	de	Alzheimer	son	lo
mismo?
Definir	ambas	enfermedades	es	un	problema	muy	frecuente,	ya	que	existe	mucha
confusión	al	respecto,	tanto	entre	la	población	en	general	como	en	la	población
profesional,	ya	sea	de	áreas	de	la	salud	como	de	áreas	del	conocimiento,	círculos
académicos,	e,	incluso,	en	algunas	publicaciones	dedicadas	al	adulto	mayor,	tales
como	blogs,	páginas	webs	o	redes	sociales.
En	más	de	una	ocasión	durante	mi	práctica	profesional	en	el	consultorio,	el
hospital	o	en	el	domicilio	del	enfermo,	el	hijo	de	algún	paciente	me	ha	reiterado
a	veces	de	manera	muy	tajante	lo	siguiente:	«OJO,	mi	padre	no	tiene	alzhéimer,
solo	tiene	demencia	senil».	Y	yo	suelo	responderle	o	repreguntarle:	«¿Cuál	de
los	dos	casos	es	peor?».
Ya	hemos	comentado	que	las	demencias	son	síndromes	ocasionados	por	varias
enfermedades,	las	cuales	al	final	confluyen	en	una	vía	común	que	al	inicio
compromete	el	área	cognitiva,	es	decir,	alteran	las	funciones	cerebrales
superiores	(memoria,	atención,	juicio,	cálculo,	pensamiento,	razonamiento),	y,
posteriormente,	comprometen	la	conducta	del	enfermo.	Conforme	va
progresando	la	enfermedad,	los	individuos	ya	no	podrán	valerse	por	sí	mismos,
se	convierten	en	personas	dependientes,	necesitan	del	apoyo	de	otra	(s)
persona(s)	para	realizar	sus	actividades	básicas	de	la	vida	diaria,	posteriormente
llegan	a	la	postración.
La	gran	mayoría	de	las	demencias	se	presenta	en	adultos	mayores,	sean	estas
ocasionadas	por	la	enfermedad	de	Alzheimer,	la	demencia	vascular	por
microinfartos,	por	cuerpos	de	Lewy	o	las	frontotemporales;	incluso	las
demencias	secundarias	o	mal	llamadas	demencias	reversibles.	Un	grupo	muy
pequeño	—entre	1	%	al	2	%	de	todas	las	demencias—	se	presentaen	personas
jóvenes	y	tiene	un	fuerte	componente	genético.
La	enfermedad	de	Alzheimer	es	un	tipo	de	demencia	cuya	causa	aún	no	se
conoce	bien	ni	el	tratamiento,	pero	se	ha	observado	la	presencia	de	unas
imágenes	en	el	microscopio	llamadas	corpúsculos	neurofibrilares,	que	vienen	a
ser	un	enrollamiento	de	las	neuronas	muertas	(esas	imágenes	fueron	las	que	vio
el	Dr.	Alois	Alzheimer	en	1906),	además	de	la	precipitación	de	una	sustancia
inflamatoria	llamada	sustancia	amiloidea.
Muchos	asocian	a	la	enfermedad	de	Alzheimer	como	algo	equivalente	a	la
demencia	senil,	debido	a	que	el	alzhéimer	es	la	demencia	más	conocida	y
popular,	y	la	que	con	mayor	frecuencia	se	presenta	(más	o	menos	alrededor	de
un	60	%	del	total	de	todas	las	demencias).	Sin	embargo,	como	ya	veremos	en
este	libro,	cada	demencia	tiene	sus	particularidades,	tanto	en	su	origen	como	en
su	manifestación	clínica	o	tratamiento.
Es	redundante	hablar	de	demencia	senil,	puesto	que	las	demencias	se	presentan,
por	lo	general,	en	los	adultos	mayores.	Debemos	enfatizar	que	se	determina	que
un	paciente	tiene	demencia	si	es	que	previamente	ha	sido	evaluado	y	estudiado
por	un	profesional	de	la	salud,	ya	sea	un	geriatra	o	un	neurólogo,	quien	le	puede
dar	el	diagnóstico	completo.	En	estos	casos,	recién	podemos	darle	«el	apellido»
a	la	demencia	y	mencionarla	correctamente,	como,	por	ejemplo,	demencia	tipo
alzhéimer,	demencia	frontotemporal,	demencia	vascular,	demencia	por	déficit	de
vitaminas,	etc.
En	los	ambientes	populares,	no	médicos,	se	puede	continuar	hablando	de
demencia	senil	y	todos	lo	vamos	a	entender,	pero	es	inaceptable	hacerlo	en
círculos	académicos	u	hospitalarios.	Insisto:	es	mejor	decir	simplemente
demencia	que	demencia	senil.
Pregunta	n.°	6
¿Es	la	enfermedad	de	Alzheimer	un	problema	de
salud	pública?
Como	ya	hemos	comentado,	estamos	atravesando	un	proceso	de	envejecimiento
poblacional.	Antiguamente,	la	población	estaba	conformada	por	muchos	niños	y
personas	jóvenes	y	por	pocas	personas	adultas	mayores;	actualmente,	esta
situación	se	ha	invertido:	ahora	hay	menos	niños	y	jóvenes	y	cada	vez	más
personas	ancianas.	Esta	transición	demográfica	se	debe,	por	un	lado,	a	la
disminución	de	la	tasa	de	natalidad	(menores	nacimientos	por	año)—	antes	una
familia	solía	tener	entre	cinco	y	diez	hijos—,	y,	por	otra	parte,	a	un	aumento	de
la	esperanza	de	vida	al	nacer,	ha	pasado	de	40	años	a	75	años	en	la	actualidad
(INEI,	2015)	y	en	el	2040	podría	llegar	a	82,6	años.	La	disminución	de	la
mortalidad	se	explica,	básicamente,	por	el	control	de	las	enfermedades	agudas
infecto-contagiosas,	tales	como	las	neumonías,	diarreas,	tuberculosis,	sífilis,	etc.,
que	han	sido	desplazadas	por	las	enfermedades	crónico-degenerativas,	conocidas
también	como	enfermedades	no	transmisibles,	como	las	enfermedades
cardiovasculares,	el	cáncer,	enfermedades	metabólicas	(Diabetes	mellitus)	y	las
demencias,	entre	muchas	otras.
Por	lo	tanto,	en	la	actualidad	se	vive	más,	pero	también	la	gente	se	enferma	más;
bastaría	darse	una	vuelta	por	las	salas	de	emergencia	o	de	hospitalización	de	los
nosocomios	de	cualquier	zona	y	observar	que	están	repletas	de	pacientes	adultos
mayores	que	adolecen	de	estas	enfermedades	crónico-degenerativas.
Si	bien	es	cierto	las	enfermedades	no	transmisibles	no	matan	de	manera	rápida,
lo	hacen	de	manera	lenta	y	progresiva;	primero,	llevan	al	enfermo	a	la
deficiencia	y	discapacidad,	y,	luego,	a	la	dependencia.
Margaret	Chan,	directora	general	de	la	Organización	Mundial	de	la	Salud
(OMS),	en	la	introducción	a	la	investigación	Demencia.	Una	prioridad	de	salud
pública	(2013)	afirma	que	«existen	unos	35.6	millones	de	personas	en	el	mundo
que	viven	con	demencia,	y	que	esta	cifra	se	duplicará	y	triplicará	en	el	año	2030
y	en	el	2050,	respectivamente.	La	demencia	es	una	afección	costosa	a	nivel
social,	económico	y	sanitario».	Y,	además,	agrega	un	dato	muy	importante	«[...]
el	60	%	de	la	carga	de	la	demencia	estará	concentrada	en	los	países	de	ingresos
bajos	y	medianos	como	el	nuestro	y	es	probable	que	siga	aumentando	en	los
próximos	años».
Así,	evidencia	también	que	«La	necesidad	de	atención	a	largo	plazo	para
personas	con	demencia	pone	bajo	presión	los	sistemas	sociales	y	de	salud	de
todas	las	naciones.	El	número	cada	vez	más	abrumador	de	las	personas	con
demencia,	combinado	con	la	impactante	carga	sobre	las	familias	y	las	naciones,
hace	que	la	demencia	sea	considerada	una	prioridad	de	salud	pública».
Por	este	motivo,	la	Organización	Mundial	de	la	Salud	y	la	Alzheimer’s	Disease
International	desarrollaron	de	manera	conjunta	el	documento	antes	mencionado,
con	el	propósito	de	que	los	gobiernos	tomen	conciencia	de	la	realidad	que	cada
país,	región,	sociedad	y	familia	enfrentará	en	el	futuro,	a	fin	de	que	la	demencia
sea	incluida	en	las	agendas	de	salud	pública.	Por	lo	tanto,	se	recomienda	una
coordinación	sistemática	entre	los	gobiernos,	sociedad	civil,	las	organizaciones
ONG	y	las	universidades	para	tratar	este	tema	como	un	asunto	prioritario.
En	este	informe,	se	recomienda	a	los	gobernantes	las	siguientes	acciones:
Promover	una	sociedad	amigable	hacia	la	demencia	a	nivel	mundial.
Hacer	que	la	demencia	sea	una	prioridad	de	salud	pública	y	de	atención	social	en
todo	el	mundo.
Mejorar	las	actitudes	públicas	y	de	los	profesionales	hacia	la	demencia	y	su
comprensión	de	la	misma.
Invertir	en	sistemas	sociales	y	de	salud	para	mejorar	la	atención	de	las	personas
con	demencia	y	sus	cuidadores.
Aumentar	la	prioridad	que	se	da	a	la	demencia	en	la	agenda	de	investigación	de
salud	pública.
Pregunta	n.°	7
¿Olvidarse	es	un	síntoma	de	demencia?
Olvidarse	es	un	proceso	totalmente	normal,	nuestro	cerebro	recibe	una	serie
inagotable	de	información	todos	los	días,	desde	el	momento	en	que	nos
levantamos	hasta	el	momento	en	que	nos	acostamos,	desde	el	desayuno	que
comemos,	las	personas	con	las	que	nos	vemos,	las	pistas	y	avenidas	que
cruzamos,	hasta	los	momentos	e	instantes	buenos	y	agradables,	así	como	los
tristes	y	desagradables.	Así	como	el	cerebro	va	recibiendo	toda	la	información,
adquirida	a	través	de	nuestros	sentidos,	de	la	misma	manera	la	va	depurando
progresivamente.	Un	ser	humano	no	está	en	la	capacidad	de	recordarlo	todo.	Una
pregunta	que	suelo	hacerles	a	mis	pacientes	cuando	acuden	a	mi	consulta,
preocupados	porque	ya	no	recuerdan	tan	bien	como	cuando	eran	más	jóvenes,	es
la	siguiente:	«¿Qué	almorzaste	hace	tres	semanas?».	Casi	nadie	me	puede
responder,	salvo	aquellos	que	comen	lo	mismo	en	días	fijos	de	la	semana	(como,
por	ejemplo,	lentejas	los	lunes).
Nuestro	cerebro	archiva	en	la	memoria	toda	la	información	relevante,	como
nombres,	situaciones,	experiencias	y	fechas	importantes	desde	que	nacimos
hasta	la	actualidad.	La	información	que	es	irrelevante	para	nosotros	la	va
desechando.	Lo	aprendido	en	la	infancia	o	en	la	juventud	queda	fijado	de	manera
más	potente	que	aquello	que	se	aprende	en	etapas	más	recientes.	Se	habla	de	una
memoria	inmediata,	relacionada	con	lo	ocurrido	recientemente	—como	lo	que
almorzamos	o	las	personas	que	hemos	visto	ese	mismo	día—,	y	de	la	memoria
mediata	o	tardía,	que	es	aquella	que	archiva	la	información	adquirida	en	etapas
tempranas.	En	la	demencia,	el	tipo	de	memoria	que	primero	se	va	a	comprometer
es	la	inmediata	o	reciente.
Por	lo	tanto,	no	deberíamos	preocuparnos	mucho	cuando	se	nos	olvida	algún
nombre	o	situación,	a	veces	existen	circunstancias	que	permiten	que	estos
olvidos	se	den	con	mayor	regularidad,	como	en	el	caso	del	estrés	o	la	poca
atención	que	le	ponemos	a	un	hecho	para	que	esa	información	entre	bien	a
nuestro	cerebro	y	se	almacene	adecuadamente.
¿Cuándo	se	habla	de	un	olvido	normal	o	de	un	olvido	anormal	o	patológico?
A	los	olvidos	normales	se	les	conoce	como	olvidos	benignos	u	olvidos	asociados
al	envejecimiento.	Debemos	recordar	que	todos	nuestros	órganos	tienen	la
misma	edad	que	nuestro	cerebro,	es	decir,	si	tenemos	80	años,	nuestro	cerebro,
hígado,	corazón	y	riñones	también	tendrán	esa	edad,	y	este	envejecimiento	trae
consigo	un	tipo	de	enlentecimiento	en	sus	funciones.	No	esperemos	quenuestro
corazón	tenga	la	misma	energía	que	cuando	teníamos	20	años.
Es	normal	olvidarnos	dónde	hemos	dejado	las	llaves,	el	control	remoto	del
televisor,	el	celular,	etc.	A	veces	tenemos	que	marcar	nuestro	propio	número	con
otro	teléfono	para	que	al	sonar	nuestro	celular	recién	podamos	ubicarlo	—a	mí
me	sucede	esto	a	cada	rato—;	sin	embargo,	si	tenemos	el	celular,	las	llaves	o	el
control	remoto	en	la	mano	y	no	sabemos	qué	son	esos	objetos	o	para	qué	sirven,
la	situación	cambia,	ahí	debemos	preocuparnos.
Es	también	preocupante	olvidarse	de	rostros	o	de	nombres	de	personas	muy
cercanas,	como	los	de	hijos,	hermanos	o	cónyuge,	pero	aun	así	explica	que
corresponde	a	la	falta	de	memoria	y	no	es	posible	aún	establecer	un	diagnóstico
de	demencia	o	de	deterioro	cognitivo.	Para	ello,	a	fin	de	determinar	el
diagnóstico	de	demencia,	si	fuera	el	caso,	e	indicar	el	tratamiento	adecuado,	el
paciente	debe	someterse	primero	a	una	serie	de	pruebas	y	exámenes	médicos,
solicitados	por	el	especialista.
Otro	detalle	importante	que	suelo	usar	de	ejemplo	es	el	siguiente:	Si	una	persona
acude	a	la	consulta	preocupada	porque	cree	que	su	memoria	una	disminución	y
que	tiene	demencia,	esa	persona	está	equivocada,	no	tiene	la	enfermedad;
mientras	que	es	más	probable	que	aquella	persona	que	es	traída	a	la	consulta	por
algún	familiar	(ya	sea	su	cónyuge,	hijo,	hermano)	o	un	amigo	porque	este	ha
notado	una	disminución	en	la	memoria	(del	posible	paciente),	y	el	aludido	lo
niega,	sí	tenga	demencia.
En	ocasiones	los	hijos	acuden	alarmados	porque	sus	padres	no	los	reconocieron
o	no	recordaban	sus	nombres	o	situaciones	muy	frecuentes.	Si	se	trata	de	una
situación	aguda	de	un	mismo	día	o	de	pocos	días,	podría	tratarse	de	un	cuadro	de
delirium.
Pregunta	n.°	8
¿Qué	es	el	deterioro	de	la	memoria	asociada	a	la	edad
(DMAE)
En	la	pregunta	anterior,	habíamos	comentado	que	el	proceso	de	olvido	es	algo
completamente	normal	e	incluso	necesario	para	que	nuestro	cerebro	se
«desfogue»	(deseche)	de	tanta	información	que	recibe	a	diario,	generalmente
irrelevante,	por	ello	no	deberíamos	preocuparnos	tanto	si	nos	olvidamos	de	las
cosas.	Cuando	este	proceso	sucede,	la	mayoría	de	las	veces	es	normal	y	se	le
denomina	Deterioro	de	la	memoria	asociada	a	la	edad	(DMAE).
El	DMAE	es	un	término	propuesto	en	1986	por	el	Instituto	Nacional	de	Salud
Mental	(National	Institute	of	Mental	Health-NIMH)	en	Estados	Unidos,	que	se
refiere	básicamente	a	los	olvidos	que	puede	presentar	cualquier	persona	mayor
de	50	años	y	que	no	comprometen	su	funcionalidad,	su	independencia	y	su
libertad	para	realizar	las	actividades	básicas	de	la	vida	diaria.	Muchas	veces	está
relacionado	con	la	disminución	de	la	atención,	el	distraimiento	y	el
envejecimiento	normal	de	la	persona.	Por	lo	tanto,	olvidarnos	de	las	llaves	del
auto,	del	control	remoto	del	televisor,	de	la	cartera	o	de	algunas	palabras	que
tenemos	«en	la	punta	de	la	lengua»	y	no	las	podemos	expresar,	no	debería
asustarnos	mucho,	pues	son	olvidos	relacionados	con	la	edad,	es	un	proceso
normal:	el	deterioro	del	sistema	nervioso.
Para	considerar	el	DMAE	como	un	estado	clínico,	el	grupo	de	trabajo	del
Instituto	Nacional	de	Salud	Mental	de	EE.	UU.	propuso	los	siguientes	criterios
diagnósticos:
Quejas	subjetivas	de	pérdida	de	la	memoria.
Prueba	de	funcionamiento	objetivo	de	la	memoria	que	debe	tener	como	mínimo
una	desviación	estándar	(DE)	por	debajo	del	promedio	establecido	para	adultos
jóvenes	en	la	prueba	estandarizada	para	memoria	secundaria	con	datos
normativos	adecuados.
Ausencia	de	demencia,	enfermedad	psiquiátrica	o	médica	que	explique	la
pérdida	de	memoria.
En	1994,	la	Asociación	Internacional	de	Psicogeriatría	(IPA)	y	la	Organización
Mundial	de	la	Salud	(OMS)	definieron	el	concepto	de	Declive	cognitivo
asociado	con	el	envejecimiento	(DCAE),	que	consiste	en	la	presencia	de
deterioro	cognitivo,	deficiencia	en	el	rendimiento,	pero	no	lo	suficientemente
intenso	como	para	que	se	le	considere	una	demencia.
Son	muchas	las	personas	que	tienen	este	problema	y	acuden	a	la	consulta,
preocupadas	porque	piensan	que	tienen	alzhéimer,	y	en	realidad	no	lo	tienen.	Lo
curioso	es	que	la	mayoría	incluso	acude	conduciendo	su	automóvil	al
consultorio.	Hay	un	dicho	en	geriatría,	que	casi	siempre	se	cumple:	El	paciente
que	acude	preocupado	porque	puede	tener	alzhéimer,	no	lo	tiene.
El	deterioro	de	la	memoria	asociado	a	la	edad	ha	presentado,	a	lo	largo	del
tiempo,	muchos	nombres	y	adjetivos	(Figura	3).
Figura	3.	Terminología	asociada	con	el	Deterioro	asociado	con	la	memoria
Fuente:	Collie	A,	Maruff	P.	citado	en	Manuel	Martín	y	Bulbena	Vilarrasa
(2007)
Pregunta	n.°	9
¿Qué	es	el	deterioro	cognitivo	leve?
Otro	problema	frecuente	y	bastante	difícil	de	definir	es	el	conocido	como
deterioro	cognitivo	leve	(DCL),	Mild	Cognitive	Impairment	(MCI)	en	inglés.	Es
una	etapa	intermedia	entre	lo	que	conocemos	como	olvidos	benignos	o	deterioro
de	la	memoria	asociado	a	la	edad,	recientemente	comentado,	y	un	cuadro
demencial	propiamente	dicho.
El	deterioro	de	la	memoria	asociado	a	la	edad	representa	una	fase	normal	del
envejecimiento	relacionado	con	la	lentitud	del	pensamiento	y	olvidos	leves,	pero
en	donde	el	paciente	no	altera	su	nivel	ni	ritmo	de	vida,	y	mucho	menos	el	de	sus
actividades	cotidianas.	En	el	deterioro	cognitivo	leve	se	observa	un	compromiso
de	la	memoria,	tanto	subjetivo	(notado	por	el	paciente)	como	objetivo	(notado
por	los	familiares	y	corroborado	por	las	pruebas	neuropsicológicas),	sin	que	el
paciente	vea	alteradas	sus	actividades	normales,	pues	continúa	siendo	una
persona	independiente	y	funcional.	Por	lo	tanto,	no	es	una	demencia.
Algunos	investigadores	se	niegan	a	aceptar	al	deterioro	cognitivo	leve	como	una
entidad	nosológica	particular	e	independiente,	mientras	que	otros	(la	mayoría)
están	a	favor	de	considerarlo	como	una	enfermedad.
Se	piensa	que	el	DCL	podría	ser	la	fase	inicial	de	la	demencia,	aunque	no	todos
los	pacientes	que	lo	presentan	llegan	a	padecer	demencia.	Algunos	estudios
mencionan	que	entre	el	23	%	y	47	%	de	los	pacientes	con	DCL	en	un	promedio
de	2,6	años	presentarán	demencia,	mientras	que	otros	pacientes	continuarán	en
ese	estado	hasta	el	final	de	sus	vidas	sin	llegar	a	padecerla.
Es	importante	detectar	este	problema	a	tiempo	para	actuar	e	intervenir
directamente	con	el	paciente,	y	con	ello	mejorar	sus	actividades	de	la	vida	diaria,
su	funcionalidad	e	independencia.	Esto	resulta	útil	para	conocer	anticipadamente
sus	voluntades	relacionadas	con	las	intervenciones	futuras	respecto	de	su	vida	y
salud,	así	como	las	decisiones	futuras	que	no	podrá	resolver	cuando	tenga
demencia.	Por	ejemplo,	temas	que	están	relacionados	con	su	voluntad	de	que	al
final	de	su	vida	termine	en	un	hospital,	un	asilo	o	casa	de	reposo;	lo	que	decida
hacer	con	su	cuerpo	cuando	fallezca,	si	desea	ser	cremado	o	enterrado,	el	tipo	de
funeral,	tratamientos	agresivos	e	invasivos	si	lo	requiriera,	etc.
No	existen	pruebas	de	laboratorio	o	de	imágenes	exclusivas	para	detectar	el
deterioro	cognitivo	leve,	se	utilizan	las	mismas	pruebas	generales	para	las
demencias,	en	que	según	el	puntaje	obtenido	se	determina	si	el	paciente	sufre	o
no	de	demencia.
Queda	claro	que	al	no	haber	un	tratamiento	que	detenga	o	cure	el	DCL,	algunas
personas	sufrirán	de	demencia	y	otras	no	la	presentarán	así	hayan	recibido
tratamiento	farmacológico	o	no.	No	hay	evidencia	de	que	alguna	intervención
farmacológica	haya	detenido	el	curso	del	DCL	a	demencia;	lo	que	se	busca	es
que	el	paciente	llegue	en	las	mejores	condiciones	de	salud	y	funcionalidad	al
final	de	sus	días,	y	no	postrado	en	una	cama	sin	poder	moverse	por	sí	mismo.
Criterios	diagnósticos
El	grupo	de	trabajo	del	European	Consortium	on	Alzheimer’s	disease	(EADC)
sobre	deterioro	cognitivo	leve	realizó	en	marzo	de	2006	una	revisión	crítica	del
concepto,	proponiendo	un	procedimiento	nuevo	de	diagnóstico	con	tres	pasos
diferenciados.
En	primer	lugar,	el	deterioro	cognitivo	leve	(DCL)	debería	corresponderse	con	lo
siguiente:
Quejas	cognoscitivas	procedentes	del	paciente	y/o	su	familia.El	sujeto	y/o	el	informador	refieren	un	declive	en	el	funcionamiento
cognoscitivo	en	relación	con	las	capacidades	previas	durante	los	últimos	12
meses.
Trastornos	cognoscitivos	evidenciados	mediante	evaluación	clínica:	deterioro	de
la	memoria	y/u	otro	dominio	cognoscitivo.
El	deterioro	cognoscitivo	no	tiene	repercusiones	principales	en	la	vida	diaria,
aunque	el	sujeto	puede	referir	dificultades	concernientes	a	actividades	complejas
del	día	a	día.
Ausencia	de	demencia.
Dentro	de	las	escalas	para	diagnóstico	y	seguimiento	del	deterioro	cognitivo	leve
tenemos	el	Global	Deterioration	Scale	(GDS)	de	Reisberg,	que	clasifica	a	los
pacientes	en	un	GDS	1	(normal),	pasando	a	un	GDS	2	(normal	con	deterioro
subjetivo	de	su	memoria),	GDS	3	(demencia	leve)	y	GDS	4	a	GDS	7	(estadios	de
demencia	más	graves).	Dentro	de	esta	escala,	el	deterioro	cognitivo	leve	se
encontraría	entre	el	GDS	2	y	el	GDS	3.
Pregunta	n.°	10
¿Qué	es	la	enfermedad	de	Alzheimer?
Es	el	principal	tipo	de	demencia,	la	más	frecuente	y	la	más	estudiada.	Es	la
enfermedad	descrita	por	Alois	Alzheimer	en	1906,	a	raíz	del	caso	clínico	de	su
paciente	Augusta	D.	Luego	de	que	esta	falleciera,	el	Dr.	Alzheimer	estudió	su
cerebro	y,	a	través	del	microscopio,	pudo	observar	la	presencia	de	unos
acúmulos,	que	actualmente	se	denominan	placas	seniles.	Son	depósitos	de	una
sustancia	inflamatoria	llamada	beta	amiloide	y	unos	corpúsculos	neurofibrilares,
que	el	mismo	Alzheimer	los	describió	como	ovillos	fibrilares,	que	vienen	a	ser
un	enrollamiento	del	axón	de	la	neurona	muerta	por	la	fosforilación	(adición	de
fosfato	a	cualquier	molécula)	de	la	proteína	tau.
La	enfermedad	de	Alzheimer	representa	aproximadamente	el	60	%	de	todas	las
demencias,	es	una	enfermedad	neurológica	progresiva	degenerativa	e	invalidante
que,	por	lo	general,	debuta	con	trastornos	de	la	memoria	reciente	y	olvidos	de
situaciones	comunes.	A	veces	la	persona	siente	que	la	palabra	que	desea	recordar
se	le	queda	en	la	punta	de	la	lengua.	Posterior	a	los	olvidos	recientes	(memoria
anterógrada),	se	instaura	la	pérdida	de	la	memoria	tardía	o	remota;	luego	se
agrega	desorientación,	falta	de	juicio,	trastornos	del	lenguaje,	etc.	En	general,	se
van	a	comprometer	trastornos	a	nivel	de	las	funciones	cerebrales	superiores,	es
decir,	las	funciones	cognitivas.
Desde	que	comienzan	los	primeros	síntomas	en	la	enfermedad	de	Alzheimer
hasta	que	el	enfermo	fallece,	generalmente	por	alguna	infección	(luego	de
quedar	postrado	y	dependiente),	trascurren	en	promedio	unos	10	años,	pero	este
tiempo	dependerá	de	los	cuidados	y	recursos	(atención	médica	y,	básicamente,
cuidados	familiares)	con	los	que	cuente	el	enfermo.	En	cuanto	a	su	grado	de
severidad,	existen	varias	clasificaciones;	la	más	práctica	la	divide	en	leve,
moderada	y	severa.	Otra	muy	usada,	pero	más	complicada,	es	la	Escala	GDS	de
Reisberg,	que	consta	de	siete	etapas,	las	cuales	desarrollaremos	más	adelante.
Se	ha	detectado	que	en	la	enfermedad	de	Alzheimer	se	comprometen	algunos
neurotransmisores	del	cerebro,	en	especial	la	acetilcolina	cerebral,	que	tiene
mucho	que	ver	con	la	memoria;	de	ahí	que	actualmente	el	tratamiento
farmacológico	esté	dirigido	a	elevar	o	conservar	este	neurotransmisor.
Para	el	diagnóstico	de	esta	enfermedad,	se	cuenta,	básicamente,	con	la	historia
clínica,	un	buen	interrogatorio,	exámenes	de	laboratorio	y	una	serie	de	test
psicológicos	y	escalas	de	tamizaje.	Estas	escalas	no	brindan	el	diagnóstico	del
alzhéimer	ni	de	ninguna	demencia,	sirven	para	separar	(tamizar)	a	los	probables
pacientes	con	demencia,	a	los	que	luego	se	les	debe	realizar	exámenes	de
imágenes	(tomografía	y	resonancia	magnética),	para,	finalmente,	aplicar	los
criterios	diagnósticos	de	la	enfermedad,	generalmente	del	Manual	diagnóstico	y
estadístico	de	las	enfermedades	mentales	(en	adelante	DSM-5).
Tabla	1.	Criterios	diagnósticos	propuestos	en	el	DSM-5	para	un	trastorno
neurocognitivo	mayor
A.	Evidencia	de	un	declive	cognitivo	sustancial	desde	un	nivel	previo	de	mayor	desempeño	en	uno	o	más	de	los	dominios	cognitivos	referidos:	Preocupación	del	individuo,	de	un	tercero	informado	o	del	facultativo	con	respecto	a	un	declive	sustancial	en	las	funciones	cognitivas	Declive	en	el	desempeño	neuropsicológico,	implicando	un	desempeño	en	los	tests	del	rango	de	dos	o	más	desviaciones	estándares	por	debajo	de	lo	esperado	en	la	evaluación	neuropsicológica	reglada	o	ante	una	evaluación	clínica	equivalente.
B.	Los	déficits	cognitivos	son	suficientes	para	interferir	con	la	independencia	(p.	ej.,	requieren	asistencia	para	las	actividades	instrumentales	de	la	vida	diaria,	tareas	complejas	como	manejo	de	medicación	o	dinero).
C.	Los	déficits	cognitivos	no	ocurren	exclusivamente	en	el	contexto	de	un	delirium.
D.	Los	déficits	cognitivos	no	son	atribuibles	de	forma	primaria	a	la	presencia	de	otros	trastornos	mentales	(p.	ej.,	trastorno	depresivo	mayor,	esquizofrenia).
Fuente:	Asociación	Americana	de	Psiquiatría	(APA).	Manual	diagnóstico	y
estadístico	de	las	enfermedades	mentales	(DSM).
En	el	año	1984,	el	National	Institute	of	Neurological	and	Communicative
Disorders	(NINCDS)	y	la	Alzheimer’s	Disease	and	Related	Disorders
Association	(ADRDA)	consensuaron	los	primeros	criterios	NINCDS-ADRDA
de	la	enfermedad	de	Alzheimer.	Estos	criterios	se	dieron	cuando	aún	no	se
definía	el	concepto	de	deterioro	cognitivo	leve,	deterioro	de	la	memoria	asociado
a	la	edad,	ni	se	habían	descrito	otros	tipos	de	demencia.	Es	por	eso	que	en	años
recientes	se	han	publicado	dos	conjuntos	de	criterios	que	han	supuesto	una
verdadera	actualización	de	los	criterios	diagnósticos	de	la	demencia	y	la
enfermedad	de	Alzheimer.	Son	los	denominados	criterios	de	Dubois	et	al.	y	la
actualización	de	los	criterios	de	NINCDS-ADRDA,	que	fueron	revisados	en	el
2011	y	constituyen	los	ahora	denominados	criterios	NIA-AA	(ver	tabla	2).
Tabla	2.	Subtipos	de	trastornos	neurocognitivos	según	el	DSM	5
•	Trastorno	neurocognitivo	debido	a	enfermedad	de	Alzheimer	•	Trastorno	neurocognitivo	vascular	•	Trastorno	neurocognitivo	frontotemporal	•	Trastorno	neurocognitivo	debido	a	traumatismo	craneoencefálico	•	Trastorno	neurocognitivo	debido	a	demencia	por	cuerpos	de	Lewy	•	Trastorno	neurocognitivo	debido	a	enfermedad	de	Parkinson	•	Trastorno	neurocognitivo	debido	a	infección	por	el	virus	de	inmunodeficiencia	humana	•	Trastorno	neurocognitivo	inducido	por	sustancias	•	Trastorno	neurocognitivo	debido	a	enfermedad	de	Huntington	•	Trastorno	neurocognitivo	debido	a	enfermedad	priónica	•	Trastorno	neurocognitivo	debido	a	otra	condición	médica	•	Trastorno	neurocognitivo	no	clasificado	en	otro	lugar
Fuente:	Asociación	Americana	de	Psiquiatría	(APA).	Manual	diagnóstico	y
estadístico	de	las	enfermedades	mentales	(DSM).
Tabla	3.	Criterios	diagnósticos	de	enfermedad	de	Alzheimer	probable	de
Dubois	et	al.	Criterios	de	A	más	al	menos	uno	de	B,	C,	D	o	E
Criterio	principal
Características	adicionales
C.	Alteraciones	de	biomarcadores	en	líquido	cefalorraquídeo:	Disminución	de	042	o	aumento	de	la	concentración	de	tau	total	o	tau	fosforilada,	o	combinaciones	de	ellos.	Otros	posibles	marcadores	muros
D.	Alteraciones	características	de	neuroimagen	funcional	con	tomografía	por	emisión	de	positrones:	Hipometabolismo	de	glucosa	bilateral	en	regiones	temporales	y	parietales.	Otras	alteraciones	con	radioligandos	que	sean	validadas	tal	y	como	se	prevé	con	el	compuesto	B	de	Pittsburgh	(PIB)	o	el	FDDNP.
E.	Evidencia	de	una	mutación	anatómica.
Fuente:	Dubois	et	al.	Research	criteria	for	the	diagnosis	of	Alzheimer’s	disease:
revising	the	NINCDS-ADRDA.
Tabla	4.	Criterios	NIA-AA	para	el	diagnóstico	de	demencia	por	cualquier
causa
Se	diagnostica	demencia	cuando	hay	síntomas	cognitivos	conductuales	que:
1.	Interfieren	con	la	capacidad	de	funcionar	normalmente	en	el	trabajo	o	en	las	actividades	habituales.
2.	Suponen	un	deterioro	con	respecto	a	los	niveles	de	rendimiento	y	funcionamiento	previos.
3.	No	se	explican	por	la	presencia	de	un	delirium	o	de	un	trastorno	psiquiátrico	mayor.
4.	Se	detectan	y	diagnostican	por	la	combinación	de	lahistoria	clínica	obtenida	en	la	entrevista	con	el	paciente	y	un	informador	que	lo	conoce,	y	la	valoración	objetiva	del	estado	mental,	bien	sea	una	evaluación	neuropsicológica	formal	o	una	evaluación	cognitiva	en	la	cabecera	del	paciente.
5.	La	alteración	cognitiva	o	conductual	involucra	al	menos	dos	de	los	cinco	siguientes	aspectos:	a)	Capacidad	alterada	de	adquirir	y	recordar	nueva	información,	b)	alteración	o	cambios	en	el	razonamiento,	manejo	de	tareas	complejas	o	capacidad	de	juicio,	c)	alteración	de	las	capacidades	perceptivas	y	visuoespaciales,	d)	alteración	de	las	funciones	del	lenguaje,	e)	cambio	de	personalidad	o	en	el	comportamiento.
Fuente:	Dubois	et	al.,	Research	criteria	for	the	diagnosis	of	Alzheimer’s	disease:
revising	the	NINCDS-ADRDA.
Pregunta	n.°	11
¿Cuáles	son	los	síntomas	y	signos	principales	en	el
alzhéimer?
En	esta	parte,	haremos	referencia	a	los	síntomas	y	signos	iniciales	de	la
enfermedad.	Al	momento	de	desarrollar	las	etapas	de	la	enfermedad	de	acuerdo
con	el	estadio	clínico	de	evolución,	describiremos	su	sintomatología.
Como	en	toda	enfermedad	médica,	los	signos	y	síntomas	pueden	variar	de	un
enfermo	a	otro.	Recordemos	la	frase:	«No	hay	enfermedades,	sino	enfermos»,	es
decir,	cada	paciente	es	un	caso	distinto,	diferente	de	otro.
Es	un	consenso,	entre	todos	los	investigadores,	que	la	enfermedad	de	Alzheimer
ya	se	encuentra	instalada	en	el	enfermo	incluso	mucho	antes	de	que	se
manifiesten	los	primeros	síntomas.
Uno	de	los	signos	clásicos	que	van	a	aparecer	de	manera	precoz	en	la
enfermedad	de	Alzheimer	es	la	disminución	en	la	velocidad	para	recordar
hechos	recientes,	es	decir,	se	produce	un	compromiso	de	la	memoria	inmediata.
Puede	haber	también	cambios	en	el	humor	e,	incluso,	puede	darse	depresión.
Una	manera	muy	práctica	de	notar	este	síntoma	es	cuando	el	paciente	no	desea
realizar	actividades	que	siempre	le	han	gustado	hacer,	como,	por	ejemplo,
encontrarse	con	sus	amigos,	ir	a	un	club,	practicar	algún	juego	o	deporte,	acudir
a	misa	o	verse	con	las	amigas	del	rosario,	etc.	Si	el	paciente	no	desea	ir	al	club
del	adulto	mayor	al	que	solía	ir	religiosamente	todos	los	martes,	por	ejemplo,	y
un	martes	no	desea	ir,	podemos	pasarlo	como	simplemente	un	mal	día,	de
cansancio,	pero	si	vemos	que	ya	no	desea	ir	más	o	simplemente	ya	no	quiere
bañarse,	pone	mil	excusas	para	evitarlo,	debemos	«parar	las	antenas»	y	ver	qué
está	sucediendo	con	nuestro	familiar.
Luego	irán	apareciendo	una	serie	de	síntomas	y	signos	muy	importantes	que
debemos	observar	y	no	dejar	pasar	por	alto,	tales	como	los	siguientes:
Trastornos	de	la	marcha.	No	existe	la	marcha	del	anciano.	Si	una	persona
camina	mal	o	diferente	a	cómo	camina	regularmente,	hay	que	buscar	la
razón	o	la	causa	que	está	ocasionando	esta	marcha	diferente.	Por	ejemplo,
hay	enfermedades	que	se	van	a	caracterizar	porque	tienen	una	marcha
típica,	como	en	la	enfermedad	de	Parkinson	(marcha	rápida,	pasos	muy
cortitos	y	tendencia	a	que	se	«pegue»	al	piso),	en	la	hemiplejia	(arrastrando
el	pie	o	levantando	la	pierna	y	con	mucha	dificultad),	por	infarto	cerebral,
artrosis,	etc.
Dificultad	para	comunicarse.	Uno	de	los	signos	precoces	del	alzhéimer	es
que	la	persona	tiene	dificultar	para	recordar	algunas	palabras.	Ya	hemos
dicho	que	este	problema	suele	ser	común	y	normal	en	personas	adultas
mayores,	pero	cuando	la	persona	no	puede	recordar	un	rostro	familiar,
como	el	de	un	cónyuge	o	un	hijo,	o	cuando	no	recuerda	su	nombre,	sí	hay
que	tomarlo	muy	en	cuenta.
Bajo	nivel	de	energía.	Además	de	la	apatía	o	depresión,	el	paciente	con
demencia	presentará	una	disminución	de	energía	inexplicable,	pues	se
supone	que	ha	descansado	y	dormido	bien.
Cambios	en	el	estado	de	ánimo.	El	paciente	puede	estar,	en	un	mismo	día,
muy	eufórico	por	la	mañana	y	por	la	tarde,	depresivo	o,	incluso,	con	mal
carácter.
Problemas	en	la	atención.	El	paciente	no	presta	atención	a	las	indicaciones,
suele	preguntar	lo	mismo	varias	veces	durante	el	día,	y	esto	le	produce
mucho	estrés	al	familiar	o	cuidador.
Problemas	con	la	orientación.	Se	suele	perder	en	la	calle,	y	a	veces	en	su
propio	domicilio;	es	muy	común	cuando	son	trasladados	a	otra	casa;	por
ejemplo,	cuando	los	llevan	a	una	casa	de	reposo	(geriátrico)	o	a	la	casa	de
algún	hijo.
Dificultad	para	resolver	problemas.	Desde	operaciones	matemáticas	básicas,
como	sumas	o	restas,	sobre	todo	con	dinero,	hasta	resolver	situaciones	en
donde	tengan	que	tomar	alguna	decisión	importante.
Conducta	alterada.	Muchas	veces	no	se	controlan;	por	ejemplo,	la	abuela	o
tía	muy	recta	y	educada,	que	jamás	habló	alguna	grosería,	de	un	momento	a
otro	comienza	a	hacerlo.	También	hacen	sonidos	desagradables	en	la	mesa,
como	ventosidades	o	eructos	delante	de	todos.
Pregunta	n.°	12
¿Cómo	se	diagnostican	las	demencias?
Al	igual	que	la	mayoría	de	las	enfermedades,	las	demencias	se	diagnostican
realizando	una	buena	historia	clínica,	en	la	cual	el	médico	debe	anotar
ordenadamente	los	siguientes	aspectos:
Datos	de	filiación.	Nombre,	edad,	fecha	de	nacimiento,	lugar	de	nacimiento
y	lugar	de	procedencia	(puede	haber	nacido	en	algún	pueblo	del	interior,
pero	vivió	en	la	capital	desde	muy	niño),	estado	civil,	número	de	hijos,
ocupación	que	realizó	en	la	juventud,	religión;	dirección	y	teléfono.
Antecedentes	de	importancia.	Se	debe	anotar	de	manera	muy	detallada	las
enfermedades	que	haya	padecido	el	paciente,	incluso	las	que	ocurrieron
desde	niño.	Por	experiencia	y	como	algo	anecdótico,	muchos	pacientes
suelen	manifestar	que	no	sufren	de	ninguna	enfermedad,	pero	al
preguntarles	sobre	la	medicación	que	reciben	diariamente,	enumeran	una
lista	larga	de	remedios	para	la	presión,	la	diabetes,	el	colesterol,	etc.	Estos
antecedentes	son	los	siguientes:
Inmunizaciones.	Qué	vacunas	ha	recibido,	sobre	todo	de	adulto;	por	ejemplo,
para	prevenir	la	influenza,	la	neumonía,	la	hepatitis,	el	herpes	zóster,	etc.
La	medicación.	Qué	toma	a	diario;	incidir	en	vitaminas	y	medicinas
automedicadas	o	recetadas	por	amigos,	los	comerciales	de	televisión	o	incluso
en	la	peluquería.
Hábitos	nocivos.	Consumo	de	bebidas	alcohólicas	(cuánto	y	cómo	bebe	al	día,	si
lo	hace),	tabaco,	consumo	de	drogas,	medicinas	para	dormir,	relajantes,	si
frecuenta	casas	de	juego,	etc.
Hábitos	saludables.	Práctica	de	algún	deporte,	caminata,	lectura,	hobbies,	etc.
Examen	físico.	Se	deben	examinar	los	signos	vitales	del	enfermo	(presión
arterial,	frecuencia	cardiaca,	frecuencia	respiratoria	y	temperatura)	y
preguntar	sobre	las	funciones	biológicas	(apetito,	deposiciones,	sed,	orina	y
sueño).	También,	hacer	un	examen	prolijo	al	paciente,	ver	lesiones	en	la	piel,
la	cantidad	de	grasa	en	el	cuerpo,	examinar	pulmones,	corazón,	abdomen.
Es	muy	importante	hacer	caminar	al	paciente,	observar	la	marcha,	su
velocidad	y	ver	sus	características.
Un	examen	neurológico	es	fundamental;	evaluar	la	fuerza	motora,	sensibilidad,
pares	craneales,	reflejos	normales	y	patológicos.
Exámenes	de	laboratorio.	Se	debe	pedir	como	mínimo	un	hemograma,	un
perfil	hepático,	examen	de	glucosa,	función	renal,	colesterol	total	y
fraccionado.	Si	estamos	sospechando	de	demencia,	no	dejar	de	solicitar	un
perfil	tiroideo	y	un	análisis	de	vitamina	B12	y	ácido	fólico.
Exámenes	de	imágenes
Tomografía	axial	computarizada.	Con	este	examen,	que	es	bastante	importante,
no	hacemos	el	diagnóstico	de	demencia,	pero	sí	nos	puede	ayudar	a	descartar
otras	enfermedades,	como	tumores	cerebrales,	hematomas	subdurales,
hemorragias	cerebrales,	infartos	cerebrales	o,	incluso,	parasitosis,	como	el
neurocisticercosis.
Resonancia	magnética.	Es	más	sofisticada	que	la	TAC	y	puede	identificar	datos
característicos	de	una	demencia,	pero	siempre	debe	ir	correlacionada	con	el
cuadro	clínico.
Tomografía	por	emisión	de	positrones	(PET).	Se	basa	en	la	medición	del
metabolismo	cerebral	a	través	de	la	inyección	previa	de	una	sustancia
radiactiva.	Es	muy	cara,	solo	la	usan	los	centros	de	investigación	muy
especializados.
Tomografía	de	emisión	de	fotón	único	(SPECT).	Mide	también	el	metabolismo
cerebral	y	evalúa	la	zona	del	cerebro	afectada.Es	más	asequible	que	la	anterior,
pero	tampoco	se	usa	en	la	práctica	clínica	regular,	sino	en	investigación.
Test	psicométricos.	Son	parte	del	área	mental	de	la	valoración	geriátrica
integral	que	muchas	veces	la	realiza	el	psicólogo	con	una	serie	de	test	y
escalas	que	ayudan	y	tamizan	(clasifican)	al	paciente	con	demencia.	Sin
embargo,	estos	test	tampoco	diagnostican	la	demencia.
Test	de	Folstein
Test	del	Reloj
Escala	SPMQ	(Short	Portable	Mental	State	Questionnaire)	de	Pfeifer
Luego	de	realizados	todos	estos	procedimientos	para	el	estudio	de	la	demencia,
podemos	acercarnos	a	un	diagnóstico	adecuado,	de	acuerdo	con	los	criterios	del
DSM	5,	del	CIE	10,	de	la	OPS,	o	guías	clínicas,	pero	solo	llegaremos	a	un
diagnóstico	de	demencia	posible	o	probable,	ya	que	el	diagnóstico	definitivo	del
alzhéimer	se	realiza	en	estado	de	post	mortem	(paciente	fallecido)	en	una	sala	de
necropsia,	en	donde	el	patólogo	analizará	las	lesiones	del	cerebro	a	través	del
microscopio	y	verá	las	placas	seniles	y	los	corpúsculos	neurofibrilares.
Pregunta	n.°	13
¿Qué	enfermedades	debemos	descartar	para	no
confundirnos	con	el	alzhéimer?
En	medicina	solemos	llamar	diagnóstico	diferencial	al	descarte	de	otras
enfermedades	que	se	parecen	a	la	que	estamos	investigando,	luego	de	hacer
unidad	clínica	entre	los	síntomas,	signos,	exámenes	de	laboratorio	y	pruebas
auxiliares.
En	la	enfermedad	de	Alzheimer,	hemos	visto	que	el	enfermo	al	comienzo	suele
presentar	cuadros	de	apatía,	cambios	de	carácter,	disminución	de	la	atención,	de
la	orientación,	pérdida	de	la	energía,	depresión	(deja	de	hacer	lo	que	le	gustaba),
etc.
Hay	varios	males	que	no	son	enfermedad	de	Alzheimer,	pero	pueden	presentar
este	tipo	de	molestias	o	síntomas.	Para	ello,	debemos	descartar	las	siguientes
enfermedades:
Anemia:	muchas	veces,	un	paciente	con	anemia	siente	debilidad,	cansancio
y	falta	de	ganas	de	hacer	las	cosas.
Depresión:	suele	confundirse	con	la	demencia;	incluso	existe	un	tipo	de
depresión	que	se	conoce	como	«pseudodemencia».
Sordera:	el	paciente,	al	presentar	esta	dolencia,	suele	vivir	un	mundo
aparte,	muy	individual,	y	no	se	relaciona	con	los	demás,	sencillamente,
porque	no	escucha.
Hipotiroidismo:	el	paciente	está	apático,	sin	ganas	de	nada;	incluso	un
hipotiroidismo	mal	curado	puede	llegar	a	convertirse	en	un	tipo	de
demencia.
Enfermedad	de	Parkinson:	el	enfermo	es	lento	para	hablar,	caminar	y
moverse;	hay	que	hacer	un	buen	descarte.
Olvidos	benignos	asociados	a	la	edad
Deterioro	cognitivo	leve
Delirium:	esta	enfermedad	es	muy	común,	existe	confusión	y
desorientación;	se	presenta	de	manera	aguda	y	se	da	en	horas	y	días,
mientras	que	la	demencia	es	crónica	y	se	manifiesta	en	meses	y	años.
Esquizofrenia:	generalmente	se	presenta	en	personas	jóvenes;	existe
desorientación,	pero	la	memoria	y	otras	funciones	cognitivas	se	conservan.
Epilepsia:	hay	un	trastorno	de	la	conciencia	por	una	lesión	cerebral	que	le
ocasiona	unos	movimientos	tónico-clónicos,	pero	que	generalmente	debutan
en	la	juventud.
Probablemente	existan	otras	enfermedades	que	se	pueden	confundir	con	la
demencia,	pero	lo	más	importante	—como	ya	lo	manifesté—	es	hacer	unidad
clínica	entre	los	signos,	síntomas	y	exámenes	auxiliares	para	descartala.
Pregunta	n.°	14
¿Es	cierto	de	que	la	enfermedad	de	Alzheimer	es	más
frecuente	en	mujeres	que	en	hombres?
En	medicina	existen	enfermedades	prevalentes	en	ciertos	grupos	etarios,	como	el
alzhéimer,	que	es	mucho	más	frecuente	en	las	personas	adultas	mayores.	Así
mismo,	hay	enfermedades	mucho	más	prevalentes	de	acuerdo	con	el	sexo;	por
ejemplo,	las	migrañas,	las	enfermedades	reumáticas,	tiroideas	y	la	osteoporosis
predominan	más	en	las	mujeres	que	en	los	hombres.	Mientras	que	las
enfermedades	cardiovasculares	son	más	extendidas	en	los	hombres	que	en	las
mujeres	antes	de	la	menopausia;	luego	de	la	menopausia,	se	llega	a	una	igualdad.
Lo	mismo	sucede	con	la	enfermedad	de	Alzheimer,	que	es	más	frecuente	en	las
mujeres	que	en	los	hombres,	lo	cual	se	sustenta	en	las	estadísticas	mundiales.
En	EE.	UU.,	se	ha	observado	que	hay	cinco	millones	de	personas	con	esta
enfermedad,	y	de	esta	cifra,	3.2	millones	son	mujeres,	o	sea,	el	64	%	del	total.	Se
calcula	que,	a	partir	de	los	60	años,	uno	de	cada	11	hombres	desarrollará	la
enfermedad	de	Alzheimer,	mientras	que	en	mujeres	será	una	de	cada	seis.
Lo	que	aún	no	se	ha	demostrado	es	por	qué	esta	enfermedad	es	más	frecuente	en
mujeres	que	en	hombres.	Hay	algunas	teorías	al	respecto,	sobre	todo	basadas	en
que	la	mujer	vive	más	que	el	hombre	a	nivel	mundial.	En	nuestra	realidad,	según
datos	del	Instituto	Nacional	de	Estadística	(2015),	los	peruanos	vivirán	en
promedio	74.6	años	(72.0	los	hombres	y	77.3	las	mujeres),	o	sea,	las	mujeres
peruanas	vivirán	unos	cinco	años	más	que	los	hombres	en	promedio.	No
obstante,	la	explicación	de	que	hay	más	mujeres	con	alzhéimer	que	hombres	no
ha	sido	demostrada	por	el	hecho	de	que	la	mujer	tenga	una	mejor	esperanza	de
vida	al	nacer,	o	sea	que	viva	más,	y	el	hecho	que	las	demencias	sean	más
prevalentes	conforme	progrese	la	edad.
La	teoría	que	más	se	acerca	a	la	respuesta	fue	publicada	en	el	año	2014	por	los
Annals	of	Neurology.	Este	estudio	sostiene	que	la	demencia	está	relacionada	con
una	molécula	de	apolipoproteína	A4	(APO	E4),	que	es	una	sustancia	que
transporta	el	colesterol	de	la	sangre.	Los	portadores	de	esta	molécula	de	APO
A4,	tanto	hombres	como	mujeres,	tenían	cuatro	veces	más	probabilidades	de
sufrir	de	alzhéimer	luego	de	los	60	años	que	quienes	no	la	portaban.	Pero	de	los
que	presentaban	esta	molécula,	eran	las	mujeres	quienes	más	lo	padecían,	y	en
ellas	la	enfermedad	era	más	agresiva	que	en	los	pacientes	masculinos.
Otra	teoría	desarrollada	en	Framingham,	Massachusetts,	abrió	una	nueva	vía	de
investigación	y	estableció	una	relación	entre	tener	problemas	en	el	corazón	(a
nivel	del	gasto	cardiaco)	y	la	posibilidad	de	sufrir	la	enfermedad	de	Alzheimer.
Hay	varias	teorías	más,	como	que	la	mujer	nunca	se	jubila	y	continúa	activa	en
casa	realizando	las	tareas	del	hogar,	mientras	que	el	hombre	luego	de	la
jubilación	«se	queda	echado	en	la	cama»,	desacondicionándose	progresivamente,
etc.	O	que	los	hombres	beben	y	fuman	más	que	las	mujeres;	por	lo	tanto,	están
más	propensos	a	ciertas	enfermedades.
Todas	las	mencionadas	son	solo	teorías,	aún	no	se	determina	por	qué	el
alzhéimer	es	más	frecuente	en	mujeres	que	en	hombres,	pero	el	hecho	es	que	el
sexo	femenino	es	un	factor	de	riesgo	importante	para	desarrollar	esta
enfermedad.
Pregunta	n.°	15
¿Es	contagioso	el	alzhéimer?
Esta	es	una	pregunta	muy	usual	entre	los	familiares	de	pacientes	con	la
enfermedad	de	Alzheimer,	sobre	todo	cuando	más	de	un	miembro	—padres,	tíos,
hermanos,	cónyuges—	la	ha	padecido,	y	los	familiares	consultan	por	temor	a
adquirir	esta	«probable	enfermedad	infecciosa».
Generalmente,	en	los	procesos	infecciosos	participan	tres	elementos:	el	agente
(el	microbio),	el	huésped	(la	persona)	y	el	medioambiente	(con	sus
características	propias).	Los	microbios	pueden	ser	virus,	bacterias,	hongos	y
parásitos	que	pueden	ingresar	al	huésped	(la	persona)	y	ocasionarle	una
infección.	Previamente,	el	mecanismo	de	defensa	de	la	persona	se	ha	activado	en
una	lucha	contra	el	microbio	y,	dependiendo	de	quién	gane	la	«batalla»,	se
produce	la	infección	o	la	eliminación	de	este.
Los	microbios	pueden	ingresar	al	organismo	del	ser	humano	a	través	de	la	boca
(cólera,	tifoidea),	vías	respiratorias	(tuberculosis),	sangre	(hepatitis,	sida),	sexo
(sífilis,	gonorrea	o	sida),	piel	(ácaros),	etc.
En	el	caso	del	alzhéimer,	este	no	se	contagia	a	través	de	ningún	microbio	o
agente	infeccioso;	por	lo	tanto,	los	cuidadores	y	familiares	pueden	quedarse
tranquilos.	Lo	más	probable	que	haya	sucedido	en	personas,	familiares	o
cónyuges	es	que	han	estado	expuestos	o	han	presentado	los	mismos	factores	de
riesgo	para	adquirir	la	enfermedad.
El	Dr.	John	Collinge	de	la	University	College	of	London	publicó	la	posibilidad
de	que	la	enfermedad	de	Alzheimer	se	pueda	deber	a	un	tipo	de	infección	o
transmisión	por	un	agente,	o	sea

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