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CAJA DE SEGURO OBLIGATORIO 
Secciones de Medicina Preventiva 
y Tisiologia 
Control de la Tuberculosis en la masa 
obrera a través de la Ley 6.174 
Tesis para optar al Título 
de Médico - Cirujano de 
la Universidad de Chile. 
A N T O N I O D E L G A D O C U I T I N O 
(Ex Interno del Hospital San José) 
1 9 4 4 
CAJA DE SEGURO OBLIGATORIO 
Secciones de Medicina Preventiva 
y Tisiología 
Control de la Tuberculosis en la ma6a 
obrera a través de la Ley 6.174 
Tesis para optar al 'Título 
de Médico - Cirujano de 
la Universidad de Chile. 
ANTONIO DELGADO CUITINO 
(Ex Interno del Hospital San José) 
1 9 4 4 
U N I V E R S I D A D D E C H I L E 
Facultad de Biología y Ciencias Médicas 
La Comisión que prestó su aprobación a la Memoria del señor 
A N T O N I O D E L G A D O C U I T I Ñ O , titulada "Control de la Tuberculosis 
en la masa obrera, a través de la Ley 6,174" estaba compuesta por los si-
guientes profesores. 
Dr Héctor Orrego Puelma, Profesor Titular de Tisiologia 
D r . Eduardo Cruz Coke, Profesor Titular de Química Biológica 
Dr Hernán Romero. Profesor Extraordinario de Higiene y Medicina Pre-
ventiva . 
F U E A P R O B A D A C O N V E I N T I U N P U N T O S . 
Máx imun : 21 M ím inun : 12 
Santiago, 21 de Agosto de 1944. 
Rr A R M A N D O L A R R A G U I B E L 
Decano 
Dr A L D O C O N T R U C C I 
Secretario 
A M I S P A D R E S : ejemplo de esfuerzo, en testimonio que recordaré siempre 
su dedicación a mi futuro . 
A la memoria de Dn . Claudio Bustos Pérez: gran maestro y mejor guía. 
TESIS AGRACIADA CON PREMIO ESPECIAL POR LA SECCION 
PERFECCIONAMIENTO CIENTIFICO Y CONSEJO DIRECTIVO 
DEL SEGURO OBRERO. 
Sesión del 28 de Septiembre de 1944. 
A M A R U J A : que todo lo merece. 
A L H O S P I T A L SAN JOSE : forjador de voluntades puestas al servicio de 
la Lucha Antituberculosa en Chile. 
C O N T R O L D E L A T U B E R C U L O S I S E N L A M A S A O B R E R A , 
A T R A V E S D E L A L E Y 6 , 174 
El conocimiento actual de que la tuberculosis pulmonar se inicia con 
una etapa clínicamente silenciosa ha orientado la pesquisa hacia el examen 
s stcmaaco del supuesto sano, con el objeto de hacer el diagnóstico precoz e 
instituir el tratamiento en los primeros estados de la afección, cuando las 
posibilidades de curación son mayores. 
En nuestro país esta importante herramienta epidemiológica fué in-
troducida en 1938 en la práctica médica por la Ley 6 .174 , la que entregó 
la responsabilidad de su manejo a las Cajas de Previsión. 
oin negar ia trascendencia de esta adquisición en nuestro armamen-
to médico y legal, después de seis años de aplicación de la Ley, las Institu-
ciones encargadas de ella han sentido la necesidad de revisar su mecanismo 
y de ajustar sus beneficios a nuestra realidad ambiental, social y epidemio-
lógica Se puede considerar que estos años han sido de experimentación para 
médicos e instituciones, y para la Ley misma, que se han encontrado frente 
a problemas hasta hace poco desconocidos. La práctica adquirida debe aho-
ra materializarse en innovaciones dirigidas al mejor aprovechamiento de este 
procedimiento de pesquisa. 
Diagnóstico etiológico y de actividad lesional han sido para los fi-
siólogos problemas de solución, a veces, insuperable. La falta de control del 
grupo familiar ha constituido para los epidemiólogos una falta insubsanable. 
La aplicación integral de la Ley a la totalidad de la población en trabajo ha 
representado para las Cajas motivo de estudio y reajuste de sus procedimien-
tos de examen para hacerlos expeditos y económicos. El rédito de la Ley, 
expresado en individuos recuperados para el trabajo, constituye motivo de 
estudio, en el momento actual, para los médicos de la Previsión. 
Estos y otros problemas de menor trascendencia nos indujeron a 
proponer al Sr A N T O N I O D E L G A D O C U I T I Ñ O , que practicara una re-
visión del trabajo realizado en la Clínica de Exámenes de Salud de la Caja 
de. Seguro Obligatorio en Santiago, orientado a establecer hasta qué punto 
ha sido posible controlar la morbilidad tuberculosa a través de la aplicación 
de la Ley . 
El entusiasmo y dedicación con que el Sr. D E L G A D O acogió el te-
ma, han permitido llegar a interesantes conclusiones en lo técnico-adminis-
trativo, en lo médico, epidemiológico y económico-social. La confirmación 
de conceptos ya conocidos como la inutilidad de la anamnesis y el examen 
físico en la pesquisa de la tuberculosis, será para nuestros Servicios de indu-
— io — 
dable provecho. El establecimiento de la morbilidad tuberculosa que llega al 
2 , 93% de casos clínicamente significantes y al 2 , 29% de formas inactivas, 
como igualmente la demostración de que el llamado "sospechoso" no tiene 
existencia real, permitirán, en el futuro, planear la campaña contra la tuber-
culosis sobre hechos concretos. El conocimiento de que el 23 ,6% de los fa-
miliares del tuberculoso abierto, presentan, a su vez, lesiones bacilares, agroga 
a la epidemiología de la afección un dato que no podrá ser desconocido en 
los planes de acción coordinada que tendrán que venir en el futuro entre las 
Instituciones que abordan el problema en Chile. Finalmente, el 64,5'% de 
casos detenidos en su evolución como consecuencia del reposo es un dato que 
nos habla de la necesidad de perfeccionar las disposiciones de la Ley paia que 
puedan gozar de sus beneficios el mayor número de imponentes atacados por 
la tuberculosis. 
Todo lo anterior justifica que con verdadero placer hayamos escrito 
estas líneas para presentar la Tesis "Control de la Tuberculosis en la Ma-
sa obrera a través de la Ley 6 174". del Sr A N T O N I O D E L G A D O C . 
Agosto de 1944 
Dr . Alfredo Leonardo Bravo 
Jefe Sección Tisiologia. 
Caja de Seguro Obligatorio . 
I N T R O D U C C I O N 
La institución de los exámenes de salud en el supuesto sano a cargo 
de las Cajas de Previsión, va diseñando en forma parcial los relieves de nues-
tra realidad epidemiológica en los distintos medios sociales, al mismo tiem-
po que, con la prueba del tiempo se va precisando el verdadero valor que ta-
les exámenes de salud alcanzan en relación con el acmé de tuberculización 
que vivimos y la disponibilidad de elementos y recursos para emprender una 
acción directa de significación en la masa de la población. Los aportes esta-
dísticos evidencian más y más algunas modificaciones impostergables en la 
modalidad de exámenes de salud que le concedan contenido epidemiológico, 
aumenten su rendimiento y disminuyan su costo. De otra parte surge la ne-
cesidad de coordinar los elementes de lucha, polarizando esfuerzos que ha-
gan más dinámica, sistemática e integral la investigación de la morbilidad 
inaparente en los distintos medios. 
Con este criterio, inspirados y dirigidos por el D r . Alfredo L . Bra-
vo, iniciamos la revisión del material humano examinado en la Clínica de 
Exámenes de Salud de la Caja de Seguro Obrero. De los 41 . 151 imponen-
tes activos examinados se extraen cifras de morbilidad que tienen significa-
ción local si nos atenemos a un sentido epidemiológico extricto, pero que 
pueden hacerse extensivas a toda la masa asalariada del país, dada la fase de 
difusión epidémica que es casi general a todo el territorio. Hemos insistido 
en algunos aspectos, vivienda, salario, etc. coincidiendo con encuestas efec-
tuadas ( PEREDA , V I Z C A R R A ) y hemos dedicado un capítulo al examen 
de contactos de enfermos activos controlados en la clínica, para terminar en 
una revisión sumaria de los diversos medios de control de la enfermedad en 
las colectividades con vistas siempre a nuestras disponibilidades económicas. 
Las cifras altas de enfermos activos y evolutivos, frente a la exigüi-
dad de nuestra realidad asistencial nos conduce a establecer la necesidad de 
intensificar el tratamiento activo de una parte y habilitar medios de asisten-
cia cerrada de bajo costo para obtener la esterilización o el aislamiento del 
bacilífero, respectivamente.La centralización y coordinación de los elementos de lucha, la pro-
filaxis dirigida a determinados grupos sociales cuyo mayor riesgo a enfer-
mar es de toda evidencia, la hospitalización dirigida, la simplicidad del exa-
men de salud, asegurando un mayor rendimiento con menor costo, el exa-
men de contactos, la propaganda sanitaria y la acción profiláctica llevada al 
núcleo familiar del fímico, harán que la lucha antituberculosa alcance en 
nuestro país dos finalidades que, al decir de SAYE , son garantía máxima de 
eficiencia: "que responda a las realidades del medio y sea proporcional a la 
difusión del daño" . 
MIS A G R A D E C I M I E N T O S : 
A l D r . A L F R E D O L . B R A V O , inspirador de esta tesis, que, con 
la visión que él tiene del problema, me diera las orientaciones cardinales, te-
niendo además, a su cargo la revisión del vasto material roentgenfotográfico 
que hubo de analizar. 
A l Dr . Augusto González S . , Médico Jefe de la Clínica de Exá-
menes de Salud, por las múltiples facilidades concedidas. 
A los Dres : Rojas Carvajal; Jorge Alvarez; J . Garafulic, y 
Eduardo Frittis, por las facilidades acordadas en la revisión del material en 
sus respectivos servicios. 
A L C O N S E J O D I R E C T I V O y a la SECC ION D E PERFECCIO-
N A M I E N T O C I E N T I F I C O de la C A J A D E S E G U R O O B L I G A T O R I O 
que honraran nuestra modesta investigación con un premio especial. 
A l compañero y amigo, Dr Ruperto López P . , por su colaboración 
eficaz. 
Antonio Delgado C . 
C A P I T U L O P R I M E R O 
E P I D E M I O L O G I A D E L A T U B E R C U L O S I S 
H I S T O R I A 
Las curvas demográficas señalan el conocimiento de la enfermedad co-
mo hecho epidémico desde mediados del siglo X V I I , con la aparición de 
brotes agudos en Londres, y Berlín, que alcanzan sus cifras máximas en !a 
mitad de] siglo X V I I I (75,7 por 10.000 en Londres y hasta 101 por 10.000 en 
Edimburgo, según SAYE ) , coincidiendo con las aglomeraciones humanas 
a que dió lugar la fase inicial de la etapa de industrialización en Europa. 
Junto con la progresión de la nueva orientación económica tipo industrial 
hacia los países del Continente, la onda epidémica compromete los centros de 
mayor densidad de población, alcanzando porcentajes de 53 ojoo er; París 
(1870), 45,5 en Oslo; 38,5 en Hambu.rgo por los mismos años. En América 
del Norte aparece el fenómeno epidémico en sus grandes centros poblados 
alrededor de 1810 a 1820 ( S A Y E ) y, a comienzos de nuestro siglo, es evi-
denciable la masividad ele la infección en' nuestro hemisferio con cifras de 
63 ojoo en Guayaquil y expresiones similares en L ima y regiones del norte 
y sur del Brasil. 
El estudio de la modalidad de invasión de la enfermedad destaca que 
la iniciación de la curva coincide con la aglomeración de grandes masas 
humanas coiv corto tiempo; que su evolución es la común a una enfermedad 
iníecto-contagio'sa cualquiera; que se demuestra como una enfermedad so-
cial por cuanto la altitud de las curvas de morbilidad alcanzan sus relie-
ves máximos en los sitios social y económicamente débiles y la crudeza epi-
démica fué mayor y más brusca cuanto de menos elementos de urbaniza-
ción y medidas de higiene general fué precedida la conglomeración. 
Atendido el doble carácter social y epidémico fueron, consecuencialmen-
te, dos las metódicas a seguir: detener su propagación con la adopción de 
medidas generales de mejoramiento económico-social, y, la creación de me-
dios directos de lucha antituberculosa, representados por el Dispensario.. 
Dispensario de tipo Calmette-Malvoz .—Él descubrimiento del bacilo 
de Koch, sumado a la severidad de la epidemia, significó un viraje de las 
prácticas inspiradas en el reposo del portador de una tisis en medio sana-
torial ( BREHMlER ) y orienta la acción profiláctica hacia la creación del 
Dispensario Antituberculoso (R . P H I L L I P S , 1887, Edimburgo), como cen-
tro de diagnóstico y tratamiento primero, y del Dispensario de Profilaxis ti-
po Calmette más tarde (Lille 1901), en que se abandona la prescripción te-
rapéutica para abordar el problema profiláctico puro. Tres directivas infor-
man su acción : a) pesquisa precoz y distribución de los tuberculosos ma-
nifiestos. según su índice de recuperabilidad al Hospital o Sanatorio, y de-
terminación de la actividad o evolutividad y características contagiantes del 
bacilar avanzado; b) vigilancia domiciliaria del enfermo, enseñanza sani-
taria y propaganda como proyección de la labor dispensarial hacia el núcleo 
familiar del fímico. a cargo de enfermeras especializadas; c) inter-relación 
con los demás organismos de profilaxis e institucionales enviando al adul-
to tuberculoso al hospital o sanatorio, y al sospechoso infantil, a los pre-
ventorios o creches. 
Paralelamente a¡ desarrollo de la obra antituberculosa en Francia, ins-
pirada en la organización tipo Calmette, en Alemania se vira del procedimien-
to sanatorial predominante e instituye como centro eje al ^dispensario. De 
otra parte R E D E K E R , B R A U E N I N G , B A E R , le imprimen una nueva 
orientación con la pesquisa del bacilar en el medio supuesto sano, dando 
impulso a los catastros radiológicos de los grupos humanos en plena acti-
vidad, (1927). Se comprueba asi que los consultantes espontáneos eran por-
tadores de formas anátomo-elínicas avanzadas o como los describe Sayé: 
"'el diagnóstico precoz era un diagnóstico tardío". Se establece el examen 
obligatorio,de los escolares o personas directa o indirectamente relacionados 
con la enseñanza, para llegar en algunas partes (Turingia) a la hospitali-
zación obligatoria del íímico contagioso. 
La multiplicación al máximo de los Dispensarios, la centralización de 
los Servicios con Comando único, anexo al Departamento de Salubridad, el 
financiamiento de la actividad dispensarial a cargo de: a) el Seguro Social 
que dispone además de una red de sanatorios cuyos beneficios alcanzan tan-
to a los asegurados como a sus mujeres y niños; b) las cajas de enfermedad 
que garantizan el pago de curaciones e intervenciones hasta por seis meses; 
c) las oficinas de Beneficencia Pública obligadas a pagar el'tratamiento ya 
sea. ambulatorio o sanatorial de todos los indigentes o no pertenecientes a 
instituciones de Seguro Social; todo ello, unido a una organización sistema-
tizada, con pesquisa dirigida hacia determinados grupos sociales que la ex-
periencia destaca con riesgos mayores, y a medidas rigurosas de. profilaxis 
del caso abierto han permitido alcanzar las cifras mínimas de mortalidad. 
Características de la epidemia tuberculosa 
Existe uniformidad para considerar que la enfermedad sigue una tra-
yectoria definida en el tiempo que es particular a los diferentes países y en 
éstos a zonas distintas, con índices, de morbi-mortalidad inestable e influen-
ciada por una serie de factores cuyo estudio discriminativo haremos más 
adelante. Pudo establecerse su carácter epidémico, si bien de lenta evolu-
ción, al estudiar en forma seriada, la mortalidad en países de antigua civili-
zación ( G E I S S L E R - H O F F B A U E R ) y puede comprobarse en forma casi 
experimental en regiones aisladas cuando con la llegada de enfermos baci-
líferos sufren un proceso de tuberculización al establecerse el contagio y di-
fundirse rápida v violentamente la enfermedad. Llegado un enfermo baci-
lífero al seno de conglomerados vírgenes de la infección tuberculosa, se pro-
duce la contaminación entre quienes conviven con el enfermo foco, como 
podemos denominarlo, presentándose los primeros casos con formas anáto-
mu-clínicas de evolución violenta con gran tendencia a la generalización 
que pasan a su v-ez a ser difusores de la enfermedad, multiplicando las fuen-
tes de infección con una progresión rápida, caracterizacia. por altos índices 
de mortalidad, de tal severidad, que en un medio así cobra todo su valor la 
expresión de Víl lemin: "la tuberculosis es tanto más maligna cuanto más 
vírgenessean las poblaciones que ataca". Este período de elevación en la 
curva se mantiene estacionario y supeditado en su duración a las medidas de 
Higiene Pública, creación de factores de resistencia específica con que se 
defiende el medio social y que acaban de dominarlo y substituirlo por una 
baja en las cifras de morbi-mortalidad y cambios en la potencialidad evolu-
tiva de las lesiones pulmonares. Resulta del ejemplo precedente como plan-
teamiento epidemiológico inmediato, que la enfermedad sigue en la evolu-
ción colectiva una curva en cierto modo parabólica, si la reducimos a es-
quema con un trazo ascendente, un acmé y una línea descendente. Repro-
duce eiv cierto modo lo que ocurre en una enfermedad infecciosa de tipo agu-
do, pero en la cual la evolución de semanas pasa a estar representada por 
años. 
Características de los distinto? elementos de la curva. 
1) Llegados los primeros enfermos bacilíferos se presentan casos espo-
rádicos que le dan un carácter de endemia con índices de mortalidad fluc-
tuante entre 6 y 8 ojoo (fase de tuberculización de S A Y E ) . 
2) Fase segunda (tuberculización1 masiva SAY iE ; epidémica de H Q F F -
BAUER ' ) de invasión violenta en que se extiende como mancha de aceite con 
cifras de infección y mortalidad altas que afectan los primeros años de la 
vida para desplazarse a la edad adulta, generalizarse a todas las edades des-
pués, llegar a un acmé con rnortaiidací de 50 a 60, ojoo, que se mantiene en 
meseta por un período mayor o menor de tiempo en relación con los pro-
gresos en el. orden económico social, medidas ele Higiene Pública, desarrollo 
de la. industrialización, etc. 
3) Fase tercera (de tuberculización, S A Y E ; endémica, H O F F -
B A U E R ) . Mejoradas las condiciones económico sociales del medio o por 
medidas de tipo dispensarial o despertados los factores de resistencia bio-
lógica o por todo ello en conjunto, las cifras de mortal idad decrecen para al-
canzar un límite de 6 a 8 o|oo, sin mayor tendencia al descenso interrumpi-
dos por brotes epidémicos condicionados por desmejoramiento de la alimen-
tación, vivienda, etc. 
Modalidades de la curva. 
Las investigaciones de diversos autores, coinciden en asignar a las di-
versas fases, modalidades que permiten delimitar un momento epidemiológi-
co cuando se aborda el problema localnieate: 
a.) la rapidez del ascenso (fase epidémica) es diversa para los distintos 
países y parece repetir igual tendencia en el descenso. Cuando la morbi-
mortalidad experimenta un ascenso brusco v rápido, e} descenso se hace en 
igual forma (tipo de esta modalidad lo constituye la evolución de la enfer-
medad de f lamburgo; en cambio en Londres donde la gráfica de tubercu-
lización1 fué lenta, la fase de retorno a la endemia respondió a análogas ca-
racterísticas). 
b) la elevación de la curva ha coincidido con la- aglomeración de ma-
sas humanas producidas en -corto lapso y ha sido paralela a la in-
dustrialización como factor más determinante de contactos interhumanos; 
c) alcanzados los índices máximos de infección, ha sido también en los 
centros industrializados donde el proceso de detuberculización se ha produ-
cido primero como consecuencia de los salarios altos, mejoramiento de la 
vida urbana, etc.. desplazándose la onda epidémica a las regiones de predo-
minio agrícola. El caso muy bien estudiado de Noruega tien'e un valor ex-
perimental, por ello reproducimos el gráfico que demuestra cómo el prome-
dio elevado de mortalidad afecta primero a las zonas meridionales para ex-
tenderse después hacia las septentrionales menos densamente pobladas. 
4) la fase-epidémica (5 a 6 ojoo de mortalidad) permanece hasta ahora 
irreductible. 
5) el estado actual de las investigaciones epidemiológicas nos permite 
sentar dos premisas: durante la fase endémica existe concordancia entre ín-
dice de infección e índice de mortalidad (países en etapa de tuberculización 
reciente); durante la fase endémica se establece una disociación con altos ín-
dices de tuberculosis biológica y baja mortalidad (países tuberculizados des-
de ant iguo) . Podemos concluir que la confrontación de ambos elementos, ín-
dice de infección y mortalidad, puede señalarnos la realidad y momento epi-
demiológico de un lug-ar. concepto dinámico que se opone a la antigua inves-
tigación de la morbilidad a base de la letalidad. 
Qeri vamos de ello la distinción entre países en fase de tuberculización 
y en período de detuberculización. Fueron los países europeos los que pri-
Gráfico N.'-' 1 (Reproducido de Goldberg) 
MORTALIDAD TUBERCULOSA, N O R U E G A 
mero hicieron su curva secular de tuberculización y en los cuales las medi-
das de profilaxis económico social en un mismo plano con la acción dispen-
sarial permitieron la reducción de las cifras de mortalidad a las mínimas de 
la endemia. Salvo excepciones, la mayoría había superado la etapa de tu-
berculización masiva antes de 1914 para exhibir: Alemania cifras de 37%o; 
Holanda 26 o¡ooo; Inglaterra. 13 o|ooo; se elevan algo en los países del Me-
diterráneo. 14 a 20 o¡oo y, Atenas y Lisboa mantienen las cifras máximas con 
36,7 y 29,3 oioo, respectivamente. Se unen' a los países en fase endémica, 
EE . U U . y Australia. Los pueblos de. América Latin|a representan la in-
vasión epidémica en plena progresión como se deduce del movimiento ascen-
dente de la mortalidad en Colombia que, de 20,7 pasó a 150 o|ooo. La costa 
del Pacífico representa cifras altas y sólo Argentina, Uruguay y México 
escapan a esta regla general e inician su curva descendente con cifras de 
10 a 15 ojoo. 
Factores que influyen en la morbimortalidad' por tuberculosis 
.... El estudio detallado del ascenso y descenso de la mortalidad tuberculosa 
y la relación causal que pudieran tener determinadas influencias naturales 
v fenómenos sociales y económicos, ha conducido a establecer que la inci-
dencia o comportamiento de la enfermedad depende, en más o en menos, de 
ciertos factores que toman mayor volumen causal en los medios en etapa 
progresiva de morbilidad y que entramos a considerar en forma particular. 
1-—EDAD.—Del estudio comparativo de las cifras estadísticas pode-
mos deducir que la curva de mortalidad por tuberculosis depende en rela-
ción con la edad del momento epidemiológico porque atraviesa un país. En 
aquéllos en etapa epidémica de la enfermedad, las cifras mayores se encuen-
tran' en el adulto joven o en la edad media de la vida. En los que se encuen-
tran en la fase de descenso a la endemia o están en ella, se produce un des-
plazamiento en la altitud de la curva hacia las edades más avanzadas. Re-
producimos un gráfico de Goldberg que expone las variaciones experimen-
tadas en E E . UU . entre 1900 con predominio de la epidemia, y 1935 con' 
tasa endémica y donde la máxima de mortalidad se traslada al 5.5 decenio: 
PORCENTAJE DE MORTALIDAD TUBERCULOSA EN LOS VARONES POR EDADES 
AÑOS 1900, 1910, 1920, 193(5, 1935, REGISTROS ORIGINALES EN DIEZ ESTADOS 
Porccn ta i « 
pof 100.000 
VtvOB en 
Cada edad 
300 
o 
Edad 
Año 
1900 150109 31 
1910 2J1110 29 
1920 152 67 22 
1930 68 32 12 
1935 25 17 6 
27 124 250 287 298 
2? 111 191 225 263 
18 
10 
5 
79 136 151 1 '3 
33 77 89 96 
19 <6 61 71 
260 
284 
171 
107 
89 
257 
263 
179 
131 
115 
269 
252 
170 
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227 
163 
113 
115 
edAdes 
276 202 
1(3 184 
123 
99 77 
88 «1 
(Porcentaje de mortalidad tuberculosa en los varones por edades: años 
1900. 1910. 1920. 1930. 1935. Registros originales de 10 Estados). Repro-
ducido de Goldberg. 
Yiel entre nosotros examina la mortalidad entre los años 1936 y 1938, 
reproduciendo los valores con relación' a la edad en el siguiente cuadro: 
Gráfico N.» 3 ( Y I E L ) 
>5 0O» 
Se observa en él que el relieve máximo de nuestra mortalidad es alcan-
zado entre los 20 y 34 años en concordancia con nuestro panorama epidemio-
lógicode rigurosa masividad. Mirada la gráfica de Goldberg en su conjunto, 
podría decirse que en Norte América se ha amputado la aguja de la curva 
actual de nuestro país. 
2.—SEXO.—De las estadísticas existentes se llega ;a la conclusión que 
la mortalidad es relativamente mayor en los varones con acentuación de este 
fenómeno en los países con más alto grado de industrialización. Esto en lo 
que se refiere a los resultados globales por cuanto las cifras varían con la 
edad: mantienen un paralelismo hasta los 10 años para luego sufrir un as-
censo precoz y breve de la mortalidad femenina entre los 25 y 30 años en que 
excede a la de los varones y un ascenso más sostenido y con cifras máximas 
entre los 40 y 49 años en éstos. 
3 . — F A C T O R E S E C O N O M I C O - S O C I A L E S .—Incluimos bajo tal de-
nominación la vivienda, vestuario, salario, urbanización que, derivándolos en 
función del salario quedan regidos por una mayor importancia del componen-
te económico ya que supone a mayores ingresos individuales o familia:^. Jti 
te económico ya que supone a mayores ingresos individuales o familiares un 
mejoramiento de los otros factores. 
Geissler y iloffbauer establecen ya en 1908 que las cifras de mortalidad 
media por tuberculosis en las clases solventes era de 18 a 20 ojoo, mien-
tras que en las clases económicamente débiles alcanzaba a un 78,2 o|oo. Se 
ponía de relieve el carácter social de la enfermedad y se disponían las me-
didas de mejoramiento general de lucha inespecífica para combatirla. Tras-
ladándonos a fechas más recientes la subordinación de la morbimortalidad al 
patrón de vida, al tipo de vivienda y la alimentación gujarda tal relación que 
dan la razón a M A C D O U G A L L cuando afirma que la tuberculosis es un 
problema "médico en un tercio y social en sus otros dos tercios". G . DRO-
L E T comprueba en Bellevue Yorkville, distrito de New York durante el 
quinquenio 1927-1931 una. mortalidad de 19 o;ooo en una zona sanitaria 
donde el alquiler era de 200 dólares, mientras que alcanzaba a 256 ojooo en 
otras zonas en que el precio de la vivienda era de 35 dólares. Estas cifras 
y otras similares en E E . UU., país en etapa de detuberculización' cobran to-
do su rigorismo y proyección pai-a el nuestro en fase epidémica. Por lo que 
a nuestro medio se refiere las encuestas de P E R E D A y CASTAÑON , 1Z-
C A R R A que expondremos al analizar nuestro propio estudio nos colocan 
por debajo del standard mínimo aceptable en los factores salario, vivienda 
y alimentación. Es demostrativo del rol que juega el factor alimenticio la 
interrupción del descenso de la letalidad tuberculosa en los pueblos euro-
peos que se vieron invadidos por un brote epidémico en la guerra 1914-1918, 
y que pudo comprobarse como consecuencia de la escasa alimentación, pues 
fué más agudo en los países más afectados por el bloqueo económico ( GOTT-
S T E I N ) . 
4 . — P R O F E S I O N . — E s difícil determinar el .verdadero alcance de la 
profesión como elemento condicionante para contraer la tuberculosis enferme-
dad y por ello por que no se la puede separar del cortejo de tactores ambien-
tales que rodean al individuo en actividad. Sin embargo, en países de ex-
tructuración económico-social más completa se lia podido desestimar otras 
circunstancias con influencia causal y. aunque persistiendo cierto margen 
de error, se ha delimitado la relación entre ciertas profesiones y el riesgo de 
enfermar. De la revisión de las encuestas respectivas se deduce que el mayor 
número de enfermos tuberculosos, lo proporcionan las industrias conígenas 
v en especial donde se aspiran polvos duros (picapedreros, cuchilleros, mo-
lineros, etc.). Una estadística de K I R S C H en adultos de Baviera es muy 
demostrativa.. Por cada mil adultos mueren: 
Polvo mineral 
Polvo vegetal 
Polvo de mezclas 
Polvos metálicos 
Profesiones exentas de polvos (Kirsch 1908) 
Estadísticas más recientes (Goldberg) coinciden en lineas generales. En 
la cuantía del riesgo de enfermar corresponde también una cuota alta al per-
sonal de los servicios asistenciales, especialmente los bacilíferos. H E I M -
BECK . de Oslo; M Y E R S y GE®R , de Minnesota, citados por Goldberg, 
señalan la importancia de la morbilidad alcanzada por el personal de en-
fermeras en los servicios hospitalarios a su cargo. P I S S A V Y en 1926, so-
bre 113 discípulos de los servicios tuberculosos encuentra que se enferman 10 
(8,8%) mientras que de 338 ele servicios no tuberculosos enferman 12 (3 ,5%); 
en lo que se refiere a la infección, de 411 enfermeros de servicios de tuber-
culosis se tuberculizan 15 (3 ,5%); de 1.037 enfermeros de servicios no tu-
berculosos lo hacen 17, es decir, 15 o|'oo. iguales conclusiones han sido 
establecidas entre nosotros por el Equipo médico del Hospital Sanatorio 
"E l Peral", comparando la morbilidad oculta y aparente de ese estableci-
miento que aparece 4 veces mavor que la del Hospital de Niños Roberto del 
Río. 
Conceptos de Hoffbauer 
Analizados los factores que más influyen en la morbimortalidad, a la 
vez que caracterizada la curva secular de la enfermedad se concluye en la 
endemia final, mantenida e irreductible. En este hecho repararon ya GEISS-
L E R y H O F F B A U E R (1908) e introducen los conceptos de tasa adicional y 
tasa basal de la enfermedad. Comprueban la mayor mortalidad en aquella 
parte de la población con menos recursos económicos; se establecen medidas 
de protección y asistencia social a las clases desposeídas que conducen a 
una disminución de la supermortalidad de la clase obrera (fenómeno de 
Geissler) para descender en el curso de 25 años de 70 y 76 a 8 o|oo. al mismo 
tiempo que las clases solventes descendiendo de 18 se estacionan también en 
la mínima de 7 a 8 o|oo. Hofbauer interpreta estos fenómenos, concede 
prevalencia en su determinismo a los factores económico-sociales y conci-
be un tipo de tuberculosis adicional, con supermortalidad, propia del núcleo 
familiar de escasos recursos económicos o del medio colectivo en que hay 
carencia de las medidas de Higiene social; v tina tuberculosis basal, propia 
del medio con recursos para combatir la enfermedad y mar,tener la mortali-
dad en cifras mínimas. 
¿Qué proyecciones tienen estos conceptos en el aspecto profiláctico? 
La tuberculosis denominada basal se identifica con la etapa endémica; en 
ella el mejoramiento de las condiciones económico-sociales pierde toda in-
fluencia. y en este momento las medidas de profilaxis deben ser las de toda 
infección ; acción directa. La tasa, adicional se identifica a su vez con el 
hecho epidémico, factible de ser dominado a las cifras de la endemia con el 
componente económico-social de la lucha general y acelerado si sumamos 
el componente anti-infeccioso. 
E T A P A E P I D E M I O L O G I C A D E C H I L E 
En líneas generales su caracterización corresponde al fenómeno de se-
veridad epidémica que es general a los países latinoamericanos y en especial 
a la costa del Pacífico; en el orden económico a la fisonomía predominante-
mente agrícola con industrialización inicial en sus grandes centros pobla-
dos; y, en el aspecto social a déficit marcado de los factores vivienda, ali-
mentación. salario, urbanización. Las distintas encuestas efectuadas nos 
4,64 
4,34 
4,03 
3,69 
2.14 
ubican en un momento (le tuberculización masiva como rasgo epidemiológico 
dominante. 
Encuestas y su interpretación.—En 1938, S A Y E v colaboraciones ha-
cen la investigación clínico-tuberculino-radiológica de grupos formados por 
familiares de bacilíferos habitantes de conventillos, enfermeras, maestros de 
escuelas secundarias y personal auxiliar de éstas. El gráfico que resume sus 
investigaciones, lo reproducimos .porque sus resultados se multiplican en 
•nuestro medio y ser-.taro» las bases como norma epidemiológica que habría-
de vaciarse en uno de los aspectos ele la Medicina Dir ig ida. 
Resultados de la investigación sistemática en 
1.417 niño3 y adultos de Santiago de Chile. ( 1933 )i I 
A B C D A - D E F E - F ¡ A - F 
Familia-
res da 
bacillf. 
Enfer-
meras. 
Persona} 
H-osplta} 
Conven-
tillo. 
TOTAL Maestros 
Personal 
aux. 
escuela. 
TOTAL T0TAL 
Sanos £20-52 .1 132-81.4 120-59.4 54-50 .0 526-58 .8 312-73 .5 71-71.7 383-73.2 909-64.6 
Sospechosos 68-16.1 14- 8.6¡ 55-27.2 21-19 .4 150-17. 6 90-21 .2 19-19 .1 189-20 .8 267-18.8 
Sub-actlva 80-18.9 8- 4 . 9 12- 5 . 9 14-12.9 114-12.7 19- 4 . 4 7- 7 . 0 2 6 - ' 4 . 9 140- 9 . 8 
Sub-evolut. 46-10.9 S- 4 . 9 15- 7 . 4 10- 9 . 2 79- 8 . 8 3- 0 . 7 2- 2 . 0 5 - 0 . 9 84- 5 . 9 
Total tub. 126-29.8 16- 9 . 8 27-13.3 24-22.2 193-21.5 1 22- 5 . 1 9- 9 . 9 31- 5 . 9 224-15.8 
Otros proc. 8- 1 . 8 - - 9- 8 . 3 17- 1 . 9 - 17- 1 . 1 
422 162 202 108 894 424 99 523 1417 
Del gráfico se deduce: 1) la curva de morbilidad alcanza sus cifras mas 
altas en el tercer decenio de la vida; 2) elevada proporción de formas activas 
y evolutivas en la infancia que llegan a 42.5% en los menores de 4 años, de 
medio humilde y que conviven con bacilíferos; 3) alto índice de infección en 
la infancia; 4) la adolescencia y el sexo femenino pagan el más alto tributo 
como expresión de la malignidad del fenómeno epidemiológico; --1) el conta-
gio tanto intrafamiliar como de medio ambiente sobre uiY fondo de carencia, 
de medios de urbanización e higiene del conventillo, adquiere un rol de pri-
mera magnitud en la difusión de la enfermedad ( morbilidad de 29.8 y 222c¡<. 
respectivamente, entre los contactos) . 
El estudio del índice de infección' en el medio ciudadano permite esta-
blecer que éste alcanza al 100% antes de los 24 años ("investigaciones de 
A . E . B R A V O ; R . G A R C I A Y. , en empleados de hospital, universitario», 
enfermeras. Por lo que hace a los medios rurales, A . E . B R A Y O (2) hace 
el catastro tuberculino radiológico de una zona semi rural y señala un 50% 
como índice de tuberculosis biológica reveladoras de contaminación inicia', 
a la vez que comprueba la presencia de secuelas radiológicas entre sus po-
bladores que han hecho vida ciudadana. 
Ea letalidad estudiada por quinquenios entre los años 1912 y 1936 (J . 
B U S T O S A. ) , ofrece cifras que oscilan entre 40 y 60 ojoo (Tarapacá y Ma-
gallanes), pero con tendencia al descenso, y 5 a.-8 ojoo en las provincias de 
Elanquihue y Chiloé, con tendencia a subir como exponente de la endemia 
inicial; forman un grupo intermedio las provincias industrializadas o en co-
mienzo de una economía de este tipo (Santiago. Yalparaíso. Concepción) 
Y I E E (18) señala a su vez la mayor tasa de mortalidad en relación' directa 
con la mayor densidad de población ; excluidas Magallanes en razón de su 
geogratía especial y Tarapacá. sin densidad estable, la mayor letalidad co-
rresponde a los centros industrializados. En el aspecto particular de Chiloé, 
corroboran la interpretación del fenómeno epidemiológico, las investigado-
nes de Damianovic v Stipicic, quienes encuentran un 30% de alérgicos entre, 
los chilotes que van a cumplir sus obligaciones militares frente a un 77% 
de tuberculino-positivos entre los nacidos en la zona; la modalidad de evo-
lución al contraer la enfermedad testimoniaba su virginidad a la infección 
al hacer formas evolutivas de primo-infección y generalización hematógena. 
Los datos más recientes sobre morbilidad acentúan los relieves de nues-
tro panorama epidemiológico y señalan la directiva de toda Obra. Profilácti-
ca : la enfermedad se manifiesta con rigor en el segundo y tercer decenio de 
la vida (edades profesionales de Gottstein); altas cifras de formas activas y 
evolutivas en los supuestos sanos; elevada proporción de formas hematóge-
nas; 100% de tuberculosis biológica a los 24 años en el medio urbano y 50% 
en el medio semi rural; las cifras medias de mortalidad (247 o|ooo) se mantie-
nen' o es muy leve su tendencia al descenso. La distribución regional de la 
fimia permite reconocer aspectos que van desde la endemia inicial al acmé de 
la tuberculización, ubicándonos entre los países con economía agrícola frente 
a su extensión. 
C A P I T U L O S E G U N D O 
L E Y D E M E D I C I N A P R E V E N T I V A 
Varios hechos concurren para tener en nuestro país el instrumento de 
previsión de los riesgos biológicos de mavor relieve numérico, que es la L E Y 
D E M E D I C I N A P R E V E N T I V A . Destacamos dos: la orientación hacia la 
M E D I C I N A D E P R E V I S I O N en la Caja de Seguro Obrero desde 1932 
(V1ZCARRA en Valparaíso) y que es afirmada y reforzada en 1935, al veri-
ficarse que esta institución como controladora de la salud de la 4.a parte de la 
población del país no había, sin embargo, contribuido a reducir las cifras de 
morbimortalidad general; y, segundo, la concepción del Ministro Dr . C R U Z 
C O K E , quien al analizar las estadísticas de mortalidad comprueba que más 
del 60% de las muertes anuales eran exponentes de una triada patológica 
(tuberculosis, lúes y cardiopatías) con características evolutivas de tipo cró-
nico e inadvertido y coeficiente de recuperabilidad menor cuanto más evi-
dentes eran las manifestaciones mórbidas al propio enfermo, como revela-
ción de una larga fase preclínica. Deduce como planteamiento teórico que 
una M E D I C I N A v una L E G I S L A C I O N orientadas prevalentemente hacia 
estos tres grupos patológicos, habían de tener como consecuencia lógica una 
reducción en las cifras de mortalidad a un mínimum con repercusión pronta 
en la demografía del país. Cifras de más del 50% de la morbilidad hospita-
laria, de 60% de las pensiones de invalidez en la Caja de Seguro Obligatorio,, 
de 60% de morbilidad oculta en los obreros de Santiago subsidiarios de los 
mismos rubros patológicos, confirman los razonamientos del autor, quien 
introduce en nuestra Medicina ya orientada hacia la colectividad, el con-
cepto de M E D I C I N A D I R I G I D A ; esto es "medicina de función colectiva, 
orientada hacia los grupos patológicos que ataquen a un mayor número de 
elementos de la colectividad, que afecten más intensamente la capacidad de 
trabajo y con mayores posibilidades de ser detenida en su velocidad de desa-
rrollo al ser diagnosticada oportunamente" ( D E V I A D O , 14) . 
Este aspecto último y primordial del D I A G N O S T I C O P R E C O Z , pie-
dra angular de la medicina dirigida en Patología Social es el que correspon-
de a la M E D I C I N A P R E V E N T I V A . Lo destacamos por cuanto importa 
una variación en la pesquisa de la morbilidad y se identifica con los postu-
lados de la lucha antituberculosa. Unida a las orientaciones de S A Y E (1937), 
que impone la práctica del examen de Salud, como elemento prinlcipal en la 
lucha organizada contra la tuberculosis y familiariza a los tisiólogos con 
los fundamentos doctrinales de la Epidemiología y Obra Profiláctica, de las 
que se constituye la Ley en instrumento inicial, son los hechos salientes pa-
raorientar la acción antifímica. La medicina curativa y la acción local del 
Dispensario se desplazan hacia el individuo en trabajo activo en una pesqui-
sa de las formas inicíales o pre clínicas, con una limitación: tanto la obliga-
toriedad de los Exámenes de Salud, como los beneficios de la Ley 6,174, sólo 
alcanzan a los imponentes de Cajas de Previsión', a cuya responsabilidad se 
entregó su cumplimiento. 
E X A M E N D E S A L U D . - ^ E n el artículo l ." de la Ley (promulgada en 
Enero de 1938) se dispone que "las Cajas de Previsión deben establecer ser-
vicios de Medicina Preventiva, con el fin -de vigilar el estado de salud de sus 
imponentes y de adoptar medidas tendientes a descubrir, previniendo pre-
cozmente, el desarrollo de enfermedades crónicas, como la tuberculosis, la 
sífilis, el reumatismo, las enfermedades del corazón y los ríñones; como tam-
bien las enfermedades derivadas del trabajo: el saturnismo, la silicosis, la an-
tracosis la anquilostomiasis y otras de la misma índole". En su reglamen-
to orgánico se impone como base de esta vigilancia el Examen de Salud a 
efectuarsepor lo menos una vez al año y que consiste en: 
1.» Tiempo, destinado'a separar los sanos de los enfermos, por medio 
de un examen radiológico de tórax, reacciones de Kahn y "VVassermann y 
examen clínico orientado a la búsqueda de antecedentes sobre tuberculosis, 
lúes v afecciones cardiovasculares o potencialmente generadoras de ellas 
(reumatismo, gloméru.lo nefritis, etc.). 
2.° Tiempo, con examen especializado del.enfermo y que, con referen-
cia a la tuberculosis, determina su calificación como sospechosos o, confirma-
dos Tipo 1. H A, I I B, y I I I , sobre los cuales nos extenderemos al examinar 
nuestra casuística. 
3.9 Tiempo, que para los confirmados tipo I I A y I I B, determina su 
acogimiento a reposo, con subsidio total, complementado o no ele terapéuti-
cas activas. Eóí 
A L C A N C E S A L A L E Y 6,174.—-La aplicación de la Ley en organismos 
que agrupan cifras considerables de imponentes activos (Caja de E E . PP . 
v Caja de Seguro Obligatorio) ha permitido valorizar su efectividad como 
elemento de lucha antituberculosa en relación con la fase de morbimorta-
lidad rigurosa del país. Distintas comunicaciones parciales v cálculos apro-
ximados (E . P E R E D A (10), A . L . B R A V O (4)—coinciden en establecer 
que, enfrentada a nuestra realidad epidemiológica y en función de los mo-
dernos conceptos de Profilaxis, su significación como intento de erradicación 
de la enfermedad dista de ser ponderable y se destacan deficiencias que 
afectan a su condición de interesar sólo a una parte de la población (impo-
nentes activos de las Cajas de Previsión) la que precisamente a través de 
las encuestas realizadas ha demostrado exhibir una menor morbilidad. 
Los distintos enunciados que definen modificaciones impostergables a 
fin de concederle un real contenido epidemiológico y una adaptación a los 
factores: tuberculización masiva y disponibilidades económicas, para una 
lucha intensiva de rendimiento eficaz, pueden sintetizarse así: 
í ) La ley de Medicina Preventiva sólo considera las posibilidades de 
recuperación del enfermo en cuanto representa un capital humano que se 
hace necesario reintegrar a la actividad social, abandonando al tuberculoso 
avanzado cuyo aislamiento constituye uno de los postulados fundamenta-
les de profilaxis antituberculosa. 
2) Carece de orientación efectiva y compulsiva hacia la profilaxis co-
lateral, ésto es, no efectúa el despistaje entre los contajctos del foco tubercu-
loso, dejándola teóricamente entregada a supuesta interacción de organis-
mos asistenciales (Beneficencia y Sanidad), la que hasta este momento no 
ha sido organizada en forma efectiva. 
3) En el sistema de pesquisa colectiva actualmente en práctica existe 
un desequilibrio de fuerzas: eii el orden general, la tasa masiva de morbi-
mortalidad muy por encima de los recursos económicos que permitan afron-
tarla con ¿xito; en el orden particular, el examen sistemático de salud recae 
sobre la parte de la población que presenta menor morbilidad, resultando-
un elemento caro y de escaso rendimiento. 
4) Se ha ido acentuando en el tiempo una falta evidente de correla-
ción entre los equipos médicos de diagnóstico y los destinados al control y 
tratamiento (defecto que en el último tiempo-está siendo corregido, gracias 
a medidas tomadas por las autoridades de la Caja). 
Los enunciados anteriores no invalidan, sin embargo, la significación de 
la Ley de Medicina Preventiva, en cuanto a cuerpo de disposiciones que 
constituye el procedimiento más completo para investigar la morbilidad in-
aparente, sino que van fijando su adaptabilidad a un plan de lucha antitu-
berculoso integral en función de la masividad de la infección y de los recur-
sos coi; que se cuenta para desarrollar real obra profiláctica. Si bien la idea 
matriz fué la de recuperabilidad rápida para el trabajo, la experiencia en la 
aplicación de la Ley ha demostrado que más que el criterio de recuperación, 
debe primar el criterio epidemiológico especialmente en el aspecto tisio-
lógico. puesto que el Examen del supuesto sano ha sido y tendrá que se-
guir siendo el primer eslabón, pero no el decisivo en la campaña contra la 
enfermedad. Tampoco cabe perder de vista un punto que nos parece cardi-
nal : la concepción primitiva del legislador se ajusta a una. realidad de gru-
pos sociales controlables; representa un esfuerzo parcial que. si se pre-
tende proyectar a problemas de relieve general como el de la tuberculosis, 
exige la concurrencia de esfuerzos y organismos correlacionados con cri-
terio también integral. 
C A P I T U L O T E R C E R O 
A P L I C A C I O N D E L A L E Y 6,174 E N L A C L I N I C A D E 
E X A M E N E S D E S A L U D 
El primer ensayo de control de la morbilidad oculta en' el medio asa-
lariado se. efectúa en 1937. en que grupos médicos de la Cajá de Seguro 
Obrero examinan cerca de 40.000 operarios de las fábricas de Santiago, de-
mostrando un 57% de portadores de lesiones cardiovasculares, luéticas y tu-
berculosas, confirmadas. Promulgada la Ley 6,174, se habilitan centros es-
peciales para exámenes de salud anexos a los servicios de Medicina Cura-
tiva v se aplican a la población asegurada que acude espontáneamente o 
en trámites administrativos a los consultorios. No representa este período 
un examen de supuesto sano por cuanto hay una selección previa en aquel 
imponente que acude a los servicios curativos ya en fase clínica. Lo que en 
mv primer periodo ocurrió en la capital se mantiene en los centros provin-
ciales, en mayor o menor escala, con el examen de consultantes pasivos, de 
tal manera que, sólo en períodos posteriores, cuando a través del incremento 
de lo? medios materiales y de la capacitación técnico-médica se uniformen 
los distintos Centros y sistematice la pesquisa exclusivamente en' el su-
puesto sano, se podrá tentar el empadronamiento de la morbilidad inapa-
rente, adelantar proyecciones estadísticas e imponer normas profilácticas 
de tipo local o general. 
En Diciembre de 1940 se organiza y habilita la Clínica de Exámenes de 
Salud, como centro destinado a efectuar el censo en supuestos sanos. Com-
prendemos en nuestro estudio el material humano examinado en esa Clínica 
hasta Octubre de 1942, totalizando una cifra de 41.151 imponentes activos. 
Su análisis tendrá una marcada orientación epidemiológica y será en fun-
ción' de ella que, las más de las veces, haremos nuestras consideraciones dis-' 
criminativas. Nos ubican en este terreno tres elementos de juicio: 
1) Los resultados desalentadores que fluyen de las estadísticas cuando 
se hace el balance de sobrevida exigua del tuberculoso recuperado, espe-
cialmente del abierto, cualquiera que sea el tratamiento empleado: colapso-
terapia; cura sanatorial, etc. (B-URXAXD, BRAL T ENING. BERG , citados 
,por S A Y E ) . 
2) Nuestro panorama epidemiológico de un rigorismo que obliga a una 
concurrencia de elementos que pesen' ondamente en la masa de la pobla-
ción con todos los recursos de la profilaxis tanto individual como colectiva, 
con una metódica de tipo dispensarial dinámica y una organización que 
nolarice las energías puestas a su servicio. 
3) La relatividad de enfocar en lugar preferente los resultados del Re-
poso Preventivo, porque ello puede haoerse sólo en su aspecto inmediato, 
dejando al margen los resultados alejados y cuya importancia esbozaremos 
al referirnos a los calificados de irrecuperables de nuestra casuística 
_ P L A N DE E X P O S I C I O N . — E n el desarrollo nos atendremos a la si-
guiente metódica: 
Primera parte. 
Consideraciones de conjunto sobre el material humano controlado. 
a) características económicas y bio-sociales. 
b) características económicas v bio-sociales en relación con la morbi-
lidad . 
Segunda parte. 
Análisis particular de los diferentes grupos. 
I ) Sospechosos. 
I I ) Tipo I 
I I I ) Tipo I I 
IV ) Tipo I I I 
Tercera parte. 
Examen de contactos. 
Cuarta parte. 
Control de la, tuberculosis en las poblaciones. Consideracion'es críticas-
de conjunto.P R I M E R A P A R T E 
C O N S I D E R A C I O N E S D E C O N J U N T O S O B R E E L M A T E R I A L 
E X A M I N A D O 
a) C A R A C T E R I S T I C A S E C O N O M I C O Y B I O - S O C I A L E S 
Sexo y edad.— 
La distribución por sexo y edad de los 41,151 examinados la damos 
en el gráfico N.o 1. Se observa en él que el 62,2% corresponde a varones 
v el 37,8% a mujeres, proporción representativa de la masa asegurada en 
Santiago v que coincide más o menos con el 61, y 38,8% dados por RO-
JAS . C. (16); se demuestra asimismo la mayor agrupación de la pobla-
ción asegurada entre los 15 y 35 años. 
Gráfico X.9 1: Distribución por sexo y edad de 41.151 asegurados. 
SEXO. H M H M H M H M H M H M H M 
8.000 
7„000 
6.000 
5.000 
4.000 
3.000 
2.000 
1.000 
Edad.-
I • 8.000 7„000 6.000 
5.000 
4.000 
3.000 
2.000 
1.000 
Edad.- 10-14 15-19 
ir 1. 
-49 50-59 60 y más 
La estructuración del gráfico nos ha parecido necesaria para la es-
tricta valoración de la morbi l idad; omitimos el detalle de las cifras, por-
que volveremos sobre ellas al establecer la relación sexo-edad y enfermedad. 
Salar io .— 
En el gráfico N-o 2 agrupamos por monto de salario semanal 37,902 
asegurados en quienes fué posible obtener este dato. No pretendemos 
asignarle un valor absoluto por cuanto representa sólo los ingresos in-
dividuales, basado en datos no siempre exactos que proporciona el propio 
imponente y porque no se los relaciona con las cargas familiares. Le con-
cedemos. no obstante un relativo valor porque coincide con diversos estu-
dios que lran comprobado porcentajes fluctuautes entre el 40 y 60% de 
salarios por debajo de los requerimientos vitales. 
Dentro de esta relatividad de los datos -consignados en el gráfico, pue-
de destacarse que aproximadamente al 80% de los hombres percibe un sa-
lario inferior a $ 150 semanales y en un 70% de las mujeres aquél es infe-
rior a $ 70, cifras éstas que ponen en evidencia la insuficiencia del salario 
especialmente a expensas del trabajo -femenino. 
Gráfico X.o 2 .— 
listas cifras aisladas carecen de significación y si se pretende extraer 
conclusiones sobre la situación económica del obrero debemos relacionar 
este salario real percibido con el salario vital como se denomina a la remu-
neración mínima necesaria para subvenir a las necesidades vitales. No po-
seemos cifras oficiales para este salario en el período comprendido en nues-
tro, trabajo v sólo podemos señalar que ha variado entre 16,36 fijado para 
1938 (Dirección General de Estadísticas) y 23,75 para Diciembre de 1942 
en Santiago y por individuo sometido a trabajo de mediana intensidad se-
gún1 cálculos muy completos. ( C A R C A M O , 7). 
Sin. poder establecer comparaciones exactas nos ha parecidp más apro-
ximado un cálculo sobre la base del primer dato que está más en relación 
con el salario real de nuestros examinados (1941 y parte de 1942) ya que la 
elevación del standard de vida se acentúa este último año y por tanto la 
cifra $ 23,75 fijada para Diciembre de 1942 nos parece algo elevada para 
aplicarla como dato patrón. 
A base del salario vital $ 16,36 obtenemos como cifra Representativa 
de los gastos semanales $ 114.52 y si sólo hiciéramos el cálculo conside-
rando al individuo en forma aislada, obtenemos aproximadamente tjn 50% 
de examinados con déficit presupuestario (11.317 obreros de sexo masculi-
no cuyo salario semanal está por debajo de la cifra límite $ 114.5 y que 
se hace más evidente al incluir los gastos del núcleo familiar. No pretendemos 
conceder valor absoluto a los datos consignados, tanto por el procedimien-
to indirecto del cálculo, que no se ajusta a los requerimientos económicos 
precisos del período de nuestro trabajo como porque cualquier cálculo tiene 
un valor muy.relativo si no se toman en cuenta los conceptos de determi-
nación del salario vital familiar como asimismo la relación salario-tipo de. 
trabajo en función de sus distinto? requerimientos energéticos. A pesar 
.le e<tos factores de. error señalados, las cifras dadas tienen un valor _apro-
ximad vo y coinciden con estudios diferentes que dan altos porcentajes de 
obreros insuficientemente remunerados. 
Profesión.— . . ,, -
La falta de datos globales nos hizo recurrir a la revisión total de las 
nóminas para la distribución por sexo, edades y salarios de los imponen-
t e examinados. No pudimos sortear estas dificultades con las profesio-
nes donde la diversidad en la denominación de los oficios hacía superior a 
todo esfuerzo individual la revisión y eneasillamiento de las referencias y 
hemos recurrido a ciertos elementos de orientación proporcionados en una 
clasificación de 8.042 asegurados, efectuada por R O J A S C. v. A B R A H A M -
SOHN en parte de! mismo material por nosotros estudiado. Cuando aborde-
mos la relación profesión-morbilidad, refundiremos los cuadros dados pol-
los autores. Por el momento podemos adelantar que el 43,3% de los hom-
bres es absorbido, por la industria manufacturera en sus diferentes moda-
lidades v la cuota ocupacional más alta corresponde al rubro "Edificación 
v construcción (20,8%); entre las mujeres el servicio doméstico ^agrupa 
ím 41.3% v las dedicadas a modas y vestuario representan un 26,5%; de 
otra parte la industria manufacturera en general totalizando un 44% de 
operarías, es demostrativa del mayor desarrollo industrial que ido ab-
sorbiendo a la mujer y creando las condiciones propias de esta etapa en 
su patología social. 
b) I N D I C E DE M O R B I L I D A D EN R E L A C I O N CON L O S FAC-
T O R E S E C O N O M I C O - S O C I A L E S . — 
En nuestro estudio comprendemos - 3,950 obreros sometidos a control 
fisiológico, representando un 9,47%. de morbilidad general por tuberculosis, 
proporción que esquematizamos en forma gráfica estableciendo además 
una separación entre los sospechosos y confirmados de la enfermedad. 
Gráfico N\o 3 .— 
El círculo representa el total de examinados de ambos sexos y se pue-
de observar que los sometidos a control se dividen en 1,750 sospechosos de 
la enfermedad (4,25%.) v 2,150 tuberculosos manifiestos, constituyendo una 
morbilidad confirmada de 5,22%. Descomponiendo más estas- cifras obte-
nemos un 2.83% de pacientes que se hacía necesario separar del medio so-
cial y sobre cuya significación nos extenderemos en el capítulo respectivo. 
El criterio seguido al calificar las observaciones ha sido conceder pri-
macía a su carácter de exámenes colectivos en que la limitación de recur-
sos económicos y técnicos impone la investigación sistemática de aquellos 
portadores de lesiones o antecedentes de real significación mórbida. Este 
criterio coincide, en lo que se refiere al control de los sospechosos y por-
tadores de lesiones secuelas, con las conclusiones de servicios similares 
(11. D C R A N , en E l i . PP . tesis) . 
Morbi l idad en relación con el sexo y edad 
E n los cuadros N.os 2 y 3 se consignan las proporciones siguiendo la 
clasificación establecida por la ley. 
Cuadro N.o 2.—'Distribución por edad y grupos mórbidos en los hom-
bres. 
Edad N.o de Sospe-
examinados chosos 
Grupo I Grupo I I Grupo I I I 
10 a 14 144 32 6 2,7 % % 
2 1.4 % 
15 a 19 4095 154 57 1,3 
% % 79 1,8 J c 49 1.1 
1.2 % 20 a 29 8937 365 196 2,3 7c 
% 
% 
206 2,3 % 115 
1.1 
1.2 % 
30 
40 
a 
a 
39 
49 
6485 
3563 
237 
128 
127 
81 
1,9 
2,2 
7c 
% 
% 
112 
52 
1.7 
1.4 % 
56 
22 
0,8 c<r¡ 
0.6 % 
0,9 % 50 a 59 1796 109 78 3,8 % 27 1,6 % 17 
0,8 c<r¡ 
0.6 % 
0,9 % 
60 y más 613 24 41 6,1 % 2 0,3 % 3 0,4 % 
25633 1049 586 2,1 % 480 1.98% 262 1,07 c;-. 
En el cuadro siguiente se sigue igual distribución en las mujeres. 
Cuadro N.o 3.— 
Edad N.o de 
examinados 
Sospe-
chosos 
Grupo I Grupo I I Grupo I I I 
10 a 14 
15 a 19 
20 a 29 
30 a 39 
40 a 49 
50 a59 
60 y más 
67 
2224 
5726 
4227 
2172 
871 
214 
17 
124 
275 
163 
76 
59 
7 
7 
27 
135 
93 
68 
49 
19 
10,4 
1, 
2,3 
2,2 
2,9 
5,6 
% 
% 
% 
% 
% 
% 
% 
2 
71 
118 
49 
23 
14 
12,3 % 
3.1 
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1.1 % 
1.0 % 
1.1 % 
°.5 % 
29 
68 
25 
13 
1.3 % 
1.1 % 
0,59 % 
0,64% 
0.91% 
1, 3<%, 
15518 701 398 2.4 % 278 1,72c 146 0,94 Cy 
En líneas generales, ya que la interpretación más detallada la hace-
mos al estudiar en particular los diferentes grupos, podemos deducir: 
a) Tomados los valores absolutos se comprueba una tasa de morbili-
dad mayor en los hombres que en las mujeres, lo que está en estricta re-
lación con las características de industrialización de la capital. Es así co-
mo en las formas de significación clínica ( I I y I I I ) encontramos un 1.98 
y 1.07% en los hombres por 1.72 y 0.94%, respectivamente, en las mujeres. 
b) La relación edad-morbilidad demuestra que los más afectados por 
la enfermedad son los grupos comprendidos entre los 15 y 29 años para 
declinar en forma notoria de los 30 en adelante. 
c) El grupo I, constituido por primoinfecciones activas y reinfecciones 
estabilizadas es numeroso en los adolescentes jóvenes (por las primo-
infecciones) y en los adultos por sobre los 50 años como exteriorización de 
la tendencia a la inactividad en las edades avanzadas. 
d) El calificado sospechoso alcanza sus cifras mayores en las edades 
jóvenes. 
Salario y morbi l idad 
Dentro de nuestras cifras de morbilidad adicional, mantenida por una 
interpelación de factores es difícil precisar la cuantía en que influye en for-
ma aislada cada uno de ellos. Sin embaro-o, el componente económico con-
dicíona en tal manera, la alimentación, vivienda, vestuario, que bien se 
pueden establecer proporciones en función de los ingresos. Los distintos 
aspectos revisados en el capítulo de Epidemiología General concurren para 
asignar a la condición económica mía. importancia de primer orden en la 
estabilización o declinación, de. la morbo-mortalidad. C R U Z , citado por 
A L L E N D E (1). señala "las grandes diferencias que existen en Chile entre 
la morbilidad de los asalariados con remuneración suficiente (menos del 
I °fo entre los profesores secundarios segúu tina encuesta de S A Y E ) , de las 
qu-e reciben salarios bajos (4% entre los obreros de la industria de la ciu-
dad v del campo según encuestas del Seguro Obrero) y, más aún con las 
de los familiares, que no tienen ninguna entrada (10% según otras encues-
tas dirigidas por S A Y E ) , indican que nos encontramos frente a una tu-
berculosis adicional muy alta." 
Las proporciones se mantienen cualquiera que sea el medio en que se 
la investigue y, aún dentro de determinada capa social es demostrable ia 
mayor tasa de mortalidad en aquellos grupos de asalariados con jornales 
inenores. 
En el gráfico N.o 4 establecemos una comparación' entre el total de 
imponentes varones agrupados en la curva I en tantos por ciento que per-
ciben determinado salario semanal y el total de diagnosticados como tipo 
I I y I I I de la clasificación de la Ley, distribuidos en igual forma en las 
curvas I I y I I I , respectivamente. 
Gráfico N.o 4. — (Se especifica el monto del salario y se agrupan' en tan-
tos por ciento el total de sanos, activos y evolutivos que 
perciben determinado j o rna l ) .— 
Se comprueba que a menor salario corresponde mayor morbilidad, ha-
ciéndose 'mas evidente esta proporción en las tuberculosis avanzadas co-
mo lo son los pacientes que corresponden íU tipo 111. Es así "como trente 
a un 9,1% y 24,4%- del total de examinados que perciben de $ 1 ; i ? 50 y de 
$ 51 a $ 100 como salario semanal, existe un 17,6% y 29,9% entre los por-
tadores de lesiones activas tipo I I y un 20,3% y 32,3% de tuberculosos 
avanzados que perciben idéntica remuneración, para disminuir en forma 
apreciable a medida que los salarios aumentan. 
A pesar del factor error que pudiera derivarse del método de capta-
ción de los salarios, la verificación nos parece demostrativa y está en co-
rrespondencia con los resultados obtenidos en investigaciones de este ti-
po (comunicaciones al 111 v IV Congreso Pan-Americano de Tuberculosis: 
S A V A G O ; P C R K L E E ; C Á S T A x O X y P E R E D A ; O R R E G O P U E E M A 
y colaboradores, etc.) Ea constatación objetiva de estos hechos es de la 
mayor importancia si se considera la interdependencia entre la mala si-
tuación económica y la vivienda mala y superdensa, la alimentación defi-
ciente, que, aumentan los riesgos de contagio y determinan una »subesti-
mación de las manifestaciones mínimas de alteración de la salud en los in-
dividuos con más acusado déficit económico. 
Profesión y morbilidad 
Ea revisión de 8,042 asegurados de ambos sexos — R O J A S C. y 
A B R A H A M S O H X (16) — ha permitido la demostración de cierta influen-
cia de determinados oficios en el desencadenamiento de la enfermedad 
Entre los hombres es demostrable el mayor riesgo que presentan los 
expuestos a medios recargados de polvos y es así como los obreros texti-
les y los de industria maderera presentan un 9 y un 7,8%. respectivamente 
de tuberculosis confirmada (grujios 1 a I I I ) ; los operarios de imprenta y 
derivados 1111 10,4% ; los de servicio sanitarios 8.1% v los de la industria 
pesada 7.2% . 
En el sexo femenino, tomando en cuenta sólo aquellos grupos estadís-
ticamente significantes, se obtiene un 7,9% entre las mujeres que traba-
jan en industria de artículos de consumo; las dedicadas a la industria tex-
til 6.9%; las operarias de modas y derivados 6,5%, y un 4,5%' las emplea-
das domésticas. 
Eas estipulaciones generales están representadas en los cuadros obte-
nidos por los autores citados y que reproducimos refundidos. 
En resumen, atendiendo a las condiciones económico v bio-sociales 
del material humano examinado en la Clínica de Exámenes de Salud pue-
den puntualizarse los siguientes hechos : 
1.—Se destaca la mayor proporción de hombres entre el elemento 
obrero _ de la capital (62,2% por 37.8% de mujeres); las edades (pie agru-
pan más imponentes activos están comprendidas entre los 15 v los 35 año-. 
2 .—El salario real percibido por los obreros repite las cifras de déficit 
individual obtenido en las distintas encuestas efectuadas (dando 50% a 
60% de remuneraciones por debajo del de la mínima vital) y que se agu-
diza más cuando se las relaciona con los gastos del núcleo familiar. 
3 .—Ea mayor cuota ocupacional en los hombres corresponde a las in-
dustrias manufactureras, sometidas a mayores o menores riesgos como se 
demuestra al relacionarlas con la morbilidad ; la edificación v "construcción 
absorbe por'si sola el 20% de los operarios. En las mujeres se reparten en 
un 41.3% en el servicio doméstico y 26.5% en modas y vestuarios como 
cuotas mavores. 
4.—Eas cifras de morbilidad de significación clínica (formas activas 
y evolutivas) indican una mayor incidencia de la enfermedad en el hom-
bre <me en l a mujer, a la vez que repiten el fenómeno epidemiológico co-
nocido de las mayores cifras entre los 15 v 29 años. 
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5 e s posible establecer dentro de las oscilaciones del salario para 
un mismo estrato social una interdependencia evidente entre la baja re-
muneración y la mayor morbilidad. 
6 El estudio parcial en 8,042 obreros de ambos sexos (16) permite 
comprobar una relación entre morbilidad y riesgo profesional; constata-
ción que, si bien, no puede ser absoluta ni específica en medio altamente 
tuberculizado, donde se suman los factores ínter-accionantes, sin poder de-
limitarse, permite por lo menos una orientación en la pesquisa colectiva. 
7 .—La suma de estos factores desfavorables — unida a las malas con-
diciones de vivienda — contribuye a mantener una morbilidad adicional, 
que si se quiere combatir debe conceder al componente social o inespecíís-
co un valor por lo menos igual al componente anti-infeccioso para seguir 
los conceptos de S A Y A G O . 
-CAJA DE SEGURO OBLIGATORIO 
Secciones de Medicina Preventiva 
y Tisiología 
Control de la Tuberculosis en la masa 
obrera a través dé la Ley 6.174 
Tesis para optar al Título 
de Médico - Cirujano de 
la Universidad de Chile. 
ANTONIO DELGADO CLHTINO 
(Ex Interno del Hospital San José) 
19 4 4 
S E G U N D A P A R T E 
I . — E L S O S P E C H O S O D E L E X A M E N D E S A L U D E N E L M E D I O 
A S A L A R I A D O 
D E F I N I C I O N Y F U N D A M E N T O S P A T O G E N I C O S .—Clasifica la 
Ley 6174, como sospechoso de tuberculosis y somete a control periódico al 
supuesto sano con antecedentes de contagio, al hiperérgico y al portador de 
alteraciones radiológicas cuyo tipo las investigaciones señalan que pueden 
devenir en tisis. Sin abundar en consideraciones de orden doctrinal sobre 
el concepto sospechoso en función de la generación de la tisis, debemos, 
sin embargo, abordar el problema haciendo una revisión' somera de los ele-
mentos : contagio, hiperergia e imagen radiológica en relación con la 
patogenia de la tuberculosis del adulto, tratando de señalar además el ver-
dadero valor que alcanzan en el medio epidemiológico en el cual efectua-
mos nuestras observaciones. 
a) Factor contagio y su relación con la Patogenia de la tuberculosis del 
adulto 
Su estudio analítico nos llevaría ahondar en problemas como el con-
tagio y su rol determinante de primo-infección en la infancia; de si la 
primo-infección supone la adquisición de factores de defensa como lo 
aceptan algunos o representa siempre un peligro en potencia dada la acti-
vidad biológica del bacilo traducida por las reacciones tuberculinicas; del 
contagio en su relación con la primo-infección del adulto, para terminar 
en el análisis de la reinfección en su doble aspecto: endógeno y exógeno. 
Planteado así el problema desbordaría los límites e intención de esta tesis 
y es por ello que nos limitaremos a señalar los hechos más salientes que 
abonan la existencia del sospechoso en función del factor contagio. 
1) Los datos estadísticos v la interpretación clínica de diversos auto-
res (HE IMBEC Iv , G E E R . AS'SMAN, R E D E K E R , etc.) coinciden en se-
ñalar el papel de los contagios masivos y repetidos para determinar la gra-
vedad de la primo-infección del adulto. 
2) En los países que han superado la fase epidérmica, o en los que se 
encuentran en la endemia, la infección primaria juega un rol muy peque-
ño en el origen de la tuberculosis del adulto, la cual es de reinfección en su 
mavor porcentaje como resultante de ir,lección primaria incompletamente 
curada o de un nuevo contagio. 
3) Nos enfrentamos así con las formas de reinfección donde se plan-
tea la discusión doctrinal de prevalencia endógena o exógena en' su meca-
nismo genético. Señalaremos en lo que interesa a nuestro propósito que. 
en oposición a los conceptos de L U M I E R E , B E H R I N G , etc., existe una 
. serie de fundamentos clínicos y epidemiológicos que conceden primacía 
al contagio, vale decir, a la reinfección exógena. que intervendría ya por 
creación^ de brotes propios infiltrativos (ASSMAN, R E D E K E R , O P I E , 
RONZON1 , etc..) o, por exacerbación de antiguos focos ganglionares o ci-
catriciales de parénquima de la primo-infección. Tales aportaciones a la 
concepción contagionista de la tuberculosis post-primaria, hallan su con-
firmación estadística en diversos medios contagiantes con altas cifras de 
morbilidad de los expuestos: medio familiar del fímico diseminador de 
bacilos (encuestas de YYE IMBERG , P1SSAYY, L A M P S O N . I C K E R T ) ; 
medio hospitalario donde, si bien, la frecuencia y gravedad cobra mayor 
importancia en los expuestos vírgenes, la morbilidad de- reinfección es 
también más frecuente que en los hospitales generales, como se desprende 
de las cifras encontradas por Müller en Oslo (citado por S A Y A G O ) y que 
reproducimos: 
En hospitales sin tuberculosos 0,35 % 
En hospitales con tuberculosos 2,6 % 
En hospitales con tisis graves 9,15 % 
Resumiendo, podemos decir que el concepto de sospechoso por con-
tagio responde más que a una entidad clínica a una realidad epidemioló-
gica, como factor patogénico de primo o de reinfección. No obstante lo 
anterior, es innegable la existencia de la tisis, de reinfección endógena con-
secutiva a primo-infección mal curada o focos metastáticos de éstaque 
pueden exacerbarse y devenir en formas terciarias sin intervención del 
contagio. 
b) Factor hiperergia 
La instalación de la alergia es un hecho conocido en relación con la 
infección primaria, asimismo lo es, la inter relación entre el nuevo estado 
biológico que ella condiciona y las características diferentes al contraer la 
tuberculosis enfermedad. Su estudio tiene un valor de primera importan-
cia en determinados medios como elemento para investigar ' lg. tasa de in-
fección; en cambio se discute y se limita más su valor cuando se la cons-
tituve en signo para precisar actividad lesiona!. K A T Z , A V O L F E 1 S X E R , 
etc., le conceden importancia y establecen un paralelismo entre la intensi-
dad de la reacción biológica y determinados tipos lesiónales. S I M O N y 
VSE'DEKER, a su vez no creen que la determinación cuantitativa de la 
sensibilidad pueda aportar datos para precisar actividad lesional. En la 
relación de la alergia cutánea con el proceso pulmonar surge una serie clp 
hechos contradictorios que sólo apuntamos para señalar que es un proble-
ma en plena revisión tanto en el orden clinico como en el experimental, 
criterio que es similar al de O R R E G O P U E L M A y colaboradores (13";. 
En la Clínica de Exámenes de Salud la investigación tuberculínica se 
efectuó en forma sistemática hasta mediados de 1942, en que se abandonó 
en virtud de la importancia escasa de pesquisar la tuberculosis biológica en 
el medio adulto y ciudadano que forma el imponente asegurado, conducta 
que se fundamenta en dos órdenes de hechos: 
1) Como índice de infección.—Los datos aportados para el conocimien-
to de la infección en el medio ciudadano. (A. L. B R A V O ; G A R C I A V . ) , 
coinciden en comprobar cifras de 100% o vecinas a ellas a los 24 a 25 años, 
de donde se deduce el escaso valor del test como índice epidemiológico eti 
el adulto en ambiente urbano. Estos resultados se multiplican en los cen-
tros poblados y a ellos se unen varios factores que hacen aún más deses-
timable su significación y que podemos descomponer en : una marcada re-
sistencia del asegurado que interpreta las reacciones como vacunas y te-
men aplicárselas; control de la reacción que los ot>liga a volver una y más 
veces con la consiguiente repercusión en sus faenas, o, en otras ocasiones 
.v son las más, opta por no volver; las reacciones negativas carecen de sig-
-miicacióji para interpretarlas como anergia porque es imposible continuar 
hi investigación con nuevas concentraciones. 
2) Como índice de morbi l idad.—Tampoco ha parecido justificado in-
tertanto nuevas investigaciones no precisen' el verdadero alcance de la hi-
perergia como expresión diagnóstica o pronostica de actividad lesional. 
iJe los lests efectuados en los casos con controles posteriores podemos ex-
traer las conclusiones siguientes: los sujetos hiperérgicos en un primer 
examen no evidenciaron posteriormente modificaciones clínico radiológicas 
que pudieran atribuir a la reacción exagerada una significación pronostica 
(fichas N.os 75.853.250; 78.447.512 ; 63.451.415; 42.054.650, para no ci-
tar sino algunas); la reacción hiperérgica fué inconstante en el sentido que 
individuos con antecedentes de contagio reciente y masivo no presenta-
ron respuestas exageradas. No se pretende sentar juicio sobre el proble-
ma, sino poner de manifiesto el reducido valor del catastro tuberculínico 
ante la imposibilidad de efectuarlo en reforma completa, en examinados 
adultos y en un tipo de profilaxis colectiva en medio altamente tuberculi-
zado, criterio que concuerda con la tendencia a suprimir esta etapa previa, 
en países en que la infección está muy difundida, y con el imperante en 
otros como E E . U U . , poseedor de armamentos antituberculosos enorme-
mente superiores a nuestras disponibilidades. Reconocemos que la tub^r-
culino-reacción conserva todo su valor cuando recae sobre grupos rurales 
o en los primeros años de la vida en un propósito de premunizar al anér-
gico. 
c) Imagen radiológica alterada 
No entraremos en el detalle de los elementos radiológicos que estable-
cen la sospecha, tanto por la extensión que ello supone, como porque el exa-
men de salud en la Clínica ha tenido como base la Ábreugrafía. Bástenos 
decir que las imágenes radiográficas calificadas de ser potencialmente ge-
neradoras de formas de reinfección dista mucho de ser uniforme para las 
distintas escuelas, siendo múltiples las sistematizaciones ( B R A U E N I N G , 
M A I M R O S y H E D W A L D , R E D E K E R , SAYE , etc.) Sintetizando tales 
imágenes comprenden desde la intumescencia hiliar, estados secuela de 
León Bernard, perilobulitis de Sergent, campos de induración, nodulos de 
Simón, de Puhl, hasta el infiltrado redondo. La localización topográfica 
siempre apical para H U E B C H S M A N y demás autores de tendencia endo-
genista, iníraclavicular desde A S S M A N y R E D E B E R ; así como la natu-
raleza endógena o exógena del reinfecto es objeto de concepciones dife-
rentes tanto de parte de clínicos como de anátomo-patólogos. Como he-
mos dicho no deseamos extendernos en estos conceptos por la modalidad 
de ^catastro radiológico empleado por nosotros. Es a través de la placa 
roentgenfotográfica que debemos sistematizar los hallazgos de dudosa in-
terpretación y donde las dificultades de la placa standard se multiplican. 
Ei. efecto debemos destacar de una parte los elementos de dudosa etiolo-
gía (imágenes hiliares, acentuaciones localizadas de la trama) que pueden 
corresponder tanto a confluencia de elementos anatómicos normales como 
a fenómenos de ectasia circulatoria, cuadros irritativos crónicos en expues-
tos a ambientes cargados de polvo o diseminaciones de tipo hematógeno 
abortadas; y de otra parte los hallazgos de tipo lineal o nodulares indura-
das y que indican ya una especificidad bacilar. 
A N A L I S I S D E 1,750 CASOS C A L I F I C A D O S C O M O S O S P E C H O S O S 
D E T U B E R C U L O S I S 
En la primitiva revisión encontramos 3,558 casos calificados como 
sospechosos, según la standardización establecida por la ley. El examen 
detenido de la ficha clínica y del documento radiológico nos llevó a des-
cartar 1883 por que no existía en ellos elementos de juicio que justificasen 
su inclusión en el rubro sospechosos y en nuestro criterio debieron ser 
declarados sanos en su primer trámite de especialidad. Hallamos la ex-
plicación de este hecho — llamativo a primera vista en el período de en-
sayo que significaba para el especialista la nueva modalidad de examen 
y encontramos traducida su indecisión primera en' esta hipertrofia de ro-
tillados como sospechosos. Nuestra selección fué efectuada por un tisiò-
logo experimentado y el criterio seguido al desestimar estos 1883 casos 
cs^afirmado, en parte,' por el control posterior o.casional de 523 de ellos que 
fueron declarados sanos sin evidenciar variaciones en sus manifestaciones 
clínico-radiológicas. Nos queda como cifra absoluta 1,750 sospechosos en 
tuberculosis para un total de 41.150 supuestos sanos, representando un 
4.2%. Lo analizaremos desde varios puntos de vista. 
1.—Características bio-sociales 
a) Sexo y edad.—Hubo un ligero predominio del sexo masculino en-
contrándose un 4,39% por 4,07 en las mujeres. E l porcentaje según' la 
edad presentó una mayor cifra en las edades jóvenes cuando se trató de 
establecer el antecedente de contagio o las características clínicas y fué 
mavor aquélla en las edades avanzadas cuando la clasificación de sospecha 
tuvo su base en la presencia de elementos secuelas de tipo lineal o nodulos 
densos' cuya localización les concedía categoría para ser observados en 
controles sucesivos. 
b) Salario.—El monto del jornal no demuestra caracteres que per-
mitan deducir una influencia para calificar un mayor o menor riesgo a 
hacer formas activas en el calificado sospechoso sino que se encuadra den-
tro de las oscilaciones generales de salario de toda la masa obrera. 
c) Profesión—Las profesiones que agruparon

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