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Camarada Arenas - Lo universal y lo particular

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Lo universal y lo particular
M.P.M. (Arenas), Antorcha núm. 4, enero de 1999
La relación entre lo universal y lo particular en la revolución y en la construcción socialista o entre 
las leyes y principios generales, válidos para todos los países, y la forma que éstos adoptan en cada 
país, ha sido uno de los problemas que más polémica ha levantado en las últimas décadas en el seno 
del movimiento comunista internacional, hasta el punto de que en torno a esta discusión se han ido 
configurando dos corrientes de pensamiento y dos prácticas no sólo distintas, sino incluso 
contrapuestas en numerosos aspectos. 
I 
Fue Mao Zedong quien estudió con más detenimiento la contradicción entre lo universal y lo 
particular, centrando su atención en este último aspecto del problema, es decir, en la particularidad 
de la contradicción, lo que configura toda una concepción sobre el mismo. 
Esa concepción aparece expuesta en un discurso suyo pronunciado en abril de 1956 bajo el título 
Sobre diez grandes relaciones, en el que se sientan las bases teóricas para la línea general de 
edificación socialista en China. En este texto Mao plantea la necesidad de continuar estudiando con 
ahínco lo que hay de correcto en Stalin, precisando: lo que debemos estudiar es aquello que 
pertenece al dominio de las verdades universales, y este estudio debe combinarse con la realidad 
china [...] Nuestra teoría -insiste un poco más adelante- es la integración de la verdad universal del 
marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución china. En otro discurso pronunciado 
el 15 de noviembre del mismo año, Mao volvió a hablar de este asunto, confrontando a China y a la 
Unión Soviética para resaltar no lo que identificaba a los dos países socialistas, es decir, lo que 
pertenece al dominio de las verdades universales, sino lo que los diferenciaba en cuanto a su 
composición nacional. 
Para Mao, un país y otro constituyen, igualmente, una unidad de contrarios. Tanto China como la 
Unión Soviética llevan el nombre de países socialistas, pero ¿hay o no diferencias entre ellos? Sí, 
son diferentes en cuanto a su composición nacional (1). Aunque tanto en ése como en otros 
discursos y escritos, Mao hace referencia a los rasgos comunes de la revolución china y la soviética, 
esto siempre lo hace, precisamente, para destacar las diferencias en el proceso revolucionario de 
ambos países. Por este motivo no debe extrañarnos que en ese pasaje que hemos citado, lo 
universal, lo común en la revolución china y la revolución soviética, se reduzca al nombre; todo lo 
demás pertenece al dominio de la composición nacional. De esta tesis se desprende, como vamos a 
comprobar más adelante, que a Mao se le escapa la conexión existente entre lo universal y lo 
particular. Además él no concibe lo universal como el contenido esencial de lo particular, ni 
encuentra en lo particular la forma concreta en que se manifiesta lo universal. Ciertamente, entre el 
contenido y la forma siempre hay una contradicción. Pero, ¿es posible sostener la existencia de una 
forma, cualquiera que sea ésta, sin su contenido correspondiente? ¿Cuál es el contenido del 
socialismo? He ahí el problema fundamental que se nos plantea, más allá del empleo que podamos 
hacer del nombre del socialismo, lo cual no deja de ser, efectivamente, una forma. Ese contenido es 
lo universal, lo común a todos los países socialistas sin excepción, y no tiene nada que ver con la 
composición nacional, sibien en cada nación o país adopta una forma diferente y hasta puede tomar 
otro nombre sin que por ello deje de ser socialismo. Así sucedió en China y en otros países. 
Dónde, en qué categoría histórica o formación económica y social encuadrar las distintas 
composiciones nacionales, es otra cuestión que queda también sin explicar en esa tesis de Mao que 
hemos recogido, lo que inevitablemente conduce a considerar el régimen económico, social y 
político de cada país como algo absolutamente diferente, singular o exclusivo. En la realidad 
sucede, sin embargo, que ningún país o nación puede escapar ni dejar de pertenecer a una u otra 
categoría histórica producto del desarrollo social. 
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Evidentemente, si bien con esa tesis no se logra la integración de la verdad universal del marxismo-
leninismo con la práctica concreta de la revolución ni en China ni en ningún otro país, aunque se le 
ponga el nombre socialista, sí se puede llegar muy fácilmente a establecer una teoría propia, 
particular, que permita la integración de la revolución popular en la vía universal del desarrollo 
capitalista. Esto es lo que ha sucedido finalmente en China. De ahí la gran contradicción que se ha 
manifestado ya desde el comienzo de su proceso revolucionario, entre las profundas necesidades y 
aspiraciones de las masas de un cambio profundo de la sociedad, por una parte, y las fuertes 
tendencias impulsadas por la burguesía y el imperialismo para un desarrollo por la vía capitalista, 
por la otra. De ahí también las confusiones originadas por esas dos tendencias entre sus dirigentes, 
los continuos virajes y las luchas entre líneas a que conducía inevitablemente su propia teoría. 
Las referencias de Mao a los errores de Stalin llevan implícita una crítica al núcleo fundamental de 
la concepción marxista-leninista que hace hincapié, no en lo particular, sino en lo universal, no 
tanto en la separación que existe y se manifiesta continuamente de diversas maneras, como en la 
unidad, supeditando en todo caso lo particular o nacional a lo universal o internacional, la parte al 
todo. Esta concepción marxista-leninista conduce, naturalmente, a buscar el apoyo del proletariado 
internacional para poder desarrollar la lucha contra la burguesía dentro del propio país y a escala 
internacional. Pues bien, los comunistas chinos, influenciados por Mao, no comprendieron, no 
aceptaron ni aplicaron nunca esta concepción, esta línea, lo que en la práctica les conducía a 
debilitar sus vínculos con el movimiento comunista internacional y a mantener la alianza con su 
propia burguesía. A la larga, esta línea les ha conducido a depender de su apoyo,a hacerle 
numerosas concesiones y a tener que claudicar finalmente ante ella y el imperialismo. 
Como esta línea política no entroncaba con la teoría marxista-leninista ni con la práctica del 
movimiento comunista internacional, los chinos debieron crear una teoría o tesis filosófica, 
supuestamente marxista, que justificase su posición. Esta teoría aparece expuesta en el texto de Mao 
que trata Sobre la contradicción, obra escrita en 1937 dedicada a combatir el pensamiento 
dogmático. 
Mao comienza su estudio de la contradicción asegurando que la ley de la contradicción en las 
cosas, es decir, la ley de la unidad de los contrarios, es la ley más fundamental de la dialéctica 
materialista. A continuación cita a Lenin: La dialéctica, en sentido estricto, es el estudio de las 
contradicciones en la esencia misma de los objetos. ¿Pero cuál es la esencia misma de los objetos? 
Esta puede ser definida como la cualidad fundamental que comparten con los de su misma especie y 
que los diferencia de todos los demás. Es a partir de aquí como se plantea el problema del estudio 
de las contradicciones, o de la identidad, de cómo los contrarios pueden ser y cómo suelen ser 
(cómo devienen) idénticos -en qué condición suelen ser idénticos, convirtiéndose el uno en el otro-; 
por qué el entendimiento humano no debe considerar estos contrarios como muertos, petrificados, 
sino como vivos, condicionados (2). Esto es, en sentido estricto, la dialéctica, el estudio de las 
contradicciones para poder descubrir su esencia. Sirviéndose de esa cita de Lenin, Mao quiere 
reafirmar su punto de partida y salvar al mismo tiempo el gran escollo que representa el hecho de 
que no sólo existe la contradicción en todas partes y en todas las cosas, sino que lo universal 
constituye lo que es común a muchos objetos particulares, lo quelos aproxima, los liga y 
condiciona en su pertenencia a una misma especie o fenómeno. 
Lógicamente, para poder hablar de la particularidad de la contradicción es preciso partir de la 
universalidad de la contradicción, ya que de otra manera no se sabría cómo situarla, de dónde nace 
ni cómo puede existir. Es como hablar de efectos sin causas o de causas que se basan en sí mismas, 
que no son, a su vez, efectos de otras causas. Una persona, por ejemplo, está compuesta por un 
conjunto de contradicciones de distinta naturaleza (contradicciones físicas, sociales, sicológicas, 
etc.), pero, para resumir, vamos a dar por sentado que forman una sola contradicción particular o 
individual. ¿Podría existir una persona aislada, al margen de la naturaleza y de la sociedad? El 
hombre es, ante todo, un ser social, un ser que nace y se hace conjuntamente con otros hombres y 
mujeres; nace de su universalidad. Esta es la característica fundamental común a todas las personas. 
Esta característica no niega su particularidad o individualidad, el hecho de que cada uno obra con 
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sus propias manos y piensa con su propio cerebro. Pero lo que hace y piensa el hombre ha estado y 
estará siempre condicionado por su relación con la naturaleza y con los otros individuos de su 
misma especie, de manera que su vida particular y su misma conformación física, cultural y moral, 
no sólo depende, sino que no podrá rebasar nunca los límites de esa universalidad y está moldeada 
por ella. 
Lo mismo sucede con todas las cosas y fenómenos del mundo y de la sociedad. Nada existe de por 
sí, aislado o independientemente de todo lo demás. La unidad material del mundo, la conexión e 
interrelación universal de todos los objetos y fenómenos, en su desarrollo o automovimiento, es un 
principio del materialismo dialéctico, firmemente establecido hace mucho tiempo por la ciencia. De 
este principio filosófico partimos los marxistas en el momento de abordar el estudio de las cosas o 
los fenómenos concretos, lo individual y particular, ya que de lo contrario nos perderíamos 
fácilmente en el mar de las particularidades sin saber establecer los nexos existentes entre ellas y 
caeríamos en el idealismo y la metafísica. 
Lo universal, al tener existencia sólo a través de lo particular o singular, cambia y se transforma a 
medida que se generalizan ciertos rasgos en principio singulares. Es así como lo singular o 
particular deja de serlo y se convierte en su contrario, deviene universal. Esta es la contradicción 
dialéctica de lo particular y lo universal a través de la cual se impone siempre lo nuevo sobre lo 
viejo o ya caduco. Esta relación de identidad que muestra como los contrarios pueden ser y como 
suelen ser [...] idénticos, es decir, que convierte el uno en el otro, es la esencia misma de la 
dialéctica, lo que reviste a ésta de su carácter universal y absoluto, y no la mera contradicción, ya 
que contradicciones hay muchas y de distintos tipos, pero no todas son dialécticas, no todas 
conducen a un desarrollo y superación constantes (*). 
Este problema lo despacha Mao en el trabajo que estamos comentando aludiendo a la concepción 
metafísica del mundo que ve las cosas como eternamente aisladas unas de otras. En cuanto a la 
universalidad de la contradicción, he aquí lo que dice: Para facilitar mi exposición, comenzaré por 
la universalidad de la contradicción y luego continuaré con la particularidad de la contradicción. 
Lo haré así porque la universalidad de la contradicción puede ser explicada en pocas palabras, 
pues ha sido ampliamente reconocida desde que Marx, Engels, Lenin y Stalin, los grandes 
creadores y continuadores del marxismo, descubrieran la concepción dialéctica materialista del 
mundo y aplicaran con notable éxito la dialéctica materialista al análisis de numerosas cuestiones 
de la historia humana y de la historia de la naturaleza y a la transformación, en todos los terrenos, 
de la sociedad y la naturaleza (en la Unión Soviética, por ejemplo); en cambio muchos camaradas, 
especialmente los dogmáticos, todavía no comprenden claramente la particularidad de la 
contradicción. No entienden que es precisamente en la particularidad de la contradicción donde 
reside la universalidad de la contradicción (3). 
Este pasaje es especialmente revelador del problema que tenemos planteado. Mao parte de la 
consideración de que todo lo que habría que decir sobre la universalidad de la contradicción, ya ha 
sido reconocido desde que los grandes creadores y continuadores del marxismo, descubrieron la 
concepción dialéctica materialista del mundo y la aplicaran con notable éxito. De manera que él no 
tiene a este respecto nada más que decir. Lo asombroso resulta descubrir por nuestra parte que, a 
pesar de todo eso muchos camaradas, especialmente los dogmáticos, todavía no comprenden 
claramente la particularidad de la contradicción. Pero ¿por qué no la comprenden, sólo porque son 
dogmáticos, o porque todavía no ha aparecido nadie para explicarles, como hace Mao, que es 
precisamente en la particularidad de la contradicción donde reside la universalidad de la 
contradicción? Nosotros nos inclinamos a creer que es esto último, de tal manera que esa acusación 
de dogmatismo habrá que repartirla en partes más o menos iguales entre aquellos camaradas que 
todavía no comprenden la particularidad de la contradicción y los grandes maestros del marxismo 
que no se preocuparon tampoco por investigarla y enseñarla a sus alumnos, no obstante haber 
aplicado con notable éxito la dialéctica materialista al análisis de diversas cuestiones... ¿Cómo 
explicar ese éxito,después de tanta dejadez por la teoría y la enseñanza de la misma? Este es uno de 
los mayores enigmas que Mao no se detiene a investigar pero que para nosotros reviste el mayor 
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interés. 
Efectivamente, nadie sería capaz de negar la labor realizada por Marx, Engels, Lenin y Stalin, en el 
descubrimiento y la aplicación de la concepción dialéctica materialista del mundo, así como los 
resultados que obtuvieron de ella en el análisis de numerosas cuestiones de la historia humana, de la 
historia de la naturaleza y en la transformación en todos los terrenos de la sociedad y la naturaleza, 
y eso sin que, al parecer, hubieran comprendido claramente la particularidad de la contradicción. 
De Marx se sabe que estudió una cosa tan poco particular como, por ejemplo, la mercancía y el 
sistema de producción capitalista. Y sabemos que fue poco concreto porque puso todo su empeño en 
demostrar que lo particular tenía un carácter universal y habría de imponerse en todos los países. 
Engels, por su parte, también hizo un análisis muy poco concreto del surgimiento y desarrollo de la 
familia, de la propiedad privada y del Estado y cometió el mismo error de querer demostrar que esa 
forma de organización y relaciones sociales, no tenían nada de particular, es decir, que son 
comunes a todos los pueblos desde los tiempos más primitivos, pasando por las antiguas Grecia y 
Roma, hasta alcanzar a las sociedades más modernas, señalando al mismo tiempo las leyes que las 
han modificado según la época y las que habrán de hacerlas desaparecer en el futuro, leyes que son 
igualmente comunes, universales. Engels, por lo que se ve, tampoco tuvo mucho interés en 
demostrar la particularidad de la contradicción. Igualmente Lenin debió ocuparse en hacer un 
análisis del desarrollo del capitalismo en Rusia. Y repárese en que Rusia constituía por aquella 
época y aún después, una particularidad de lo más original; es decir, un país sumamente atrasado, 
semifeudal, semibárbaro y a la vez imperialista. Basados en estas particularidades nacionales los 
populistas rusos se habían puesto tan pesados, que pretendían a todo trance marchar directamente 
hacia la revolución socialista, evitando el paso por el capitalismo y la revolucióndemocrático-
burguesa. Por este motivo Lenin debió trabajar duro y sudar tinta para demoler las ideas de los 
populistas y demostrar que también en Rusia operaban las mismas leyes del desarrollo económico y 
social capitalista comunes, universales, que ya por entonces se habían implantado en los principales 
países occidentales y en Norteamérica. Lenin, ya se ve, tampoco puso demasiado interés en hacer 
comprender la particularidad de la contradicción. 
Es claro que los grandes maestros del proletariado internacional tuvieron muy en cuenta y partieron 
siempre en sus análisis de lo concreto o particular, pero que, a diferencia de Mao (luego nos 
referiremos a Stalin), en lugar de elevar esa particularidad a la categoría de ley fundamental, la 
situaron en un lugar secundario y subordinado para destacar, precisamente, lo universal o común a 
todo el desarrollo histórico, ya que sólo de esta manera podrían ser descubiertos en la aplicación o 
integración más o menos dogmática de sus principios y leyes, los rasgos y características 
particulares no esenciales, o las formas en que aquéllas se manifiestan en cada país. 
Mao dirige sus dardos contra los dogmáticos que no entienden que es precisamente en la 
particularidad de la contradicción donde reside la universalidad de la contradicción. Más adelante 
explica en el mismo texto: La universalidad o carácter absoluto de la contradicción significa, 
primero, que la contradicción existe en el proceso de desarrollo de toda cosa, y, segundo, que el 
movimiento de los contrarios se presenta desde el comienzo hasta el fin del proceso de desarrollo 
de cada cosa. 
Que la contradicción es universal, existe en todas las cosas y recorre cada proceso de desarrollo 
desde el comienzo hasta su fin, es una de las tesis filosóficas fundamentales del materialismo 
dialéctico que el revisionismo ha tratado de ocultar y tergiversar. El dogmatismo,verdaderamente, 
tiene poco o nada que ver en este asunto, de manera que si Mao se refiere a los dogmáticos es 
porque necesita recurrir a su ayuda para desviar la atención de su propio eclecticismo. Lenin, 
estudiando el problema de la dialéctica, comentó: Comenzar con lo más sencillo, con lo más 
ordinario, común, etc., con cualquier proposición:las hojas de un árbol son verdes; Juan es un 
hombre, Chucho es un perro, etc. Aquí tenemos ya dialéctica [...] Lo individual es universal (4). En 
cada una de estas sencillas proposiciones hay dialéctica porque al señalar que las hojas de un árbol 
son verdes estamos aludiendo, quizás sin pretenderlo o sin que nos apercibamos de ello, a una 
cualidad que es común a todos los árboles, cualidad que, por lo demás, sólo se puede hallar en los 
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árboles concretos, reales, ya que de otra manera no puede existir. Del mismo modo, cuando decimos 
Juan es un hombre, no nos estamos refiriendo a otra cualidad de Juan más que aquélla que lo 
identifica con los de su misma especie: la de ser un hombre y nada más. 0 sea, ni alto ni bajo, ni 
rubio ni moreno, ni obrero ni burgués, por no extendernos en otras cualidades más personales o 
individuales. Chucho es un perro. Hay otros muchos perros a los que no se les llama Chucho, sino 
Bobi, Trotski, etc., y que son, en su mayor parte, de distintas razas, de pelo y color también 
distintos, etc., pero cuya cualidad esencial común es ser tan perro como Chucho. 
Esta es la dialéctica elemental y espontánea a la que se refiere Lenin, dialéctica que se puede hallar 
en cualquier proposición simple. Claro que Lenin no podía detenerse en una explicación tan simple 
de la dialéctica. Necesitó recurrir a esos ejemplos para deducir de ellos algo que resulta mucho más 
importante. Dice: aquí tenemos ya dialéctica [...] Lo individual es universal. Y prosigue: por 
consiguiente, los contrarios (lo individual se opone a lo universal) son idénticos: lo individual 
existe sólo en la conexión que conduce a lo universal. Lo universal existe sólo en lo individual. 
Todo individual es (de uno u otro modo) universal. Todo universal es (un fragmento, un aspecto o 
la esencia de) lo individual. Todo universal sólo abarca aproximadamente a todos los objetos 
individuales. Todo individual entra en forma incompleta en lo universal, etc., etc. Todo individual 
está vinculado por míles de transacciones a otros tipos de individuales (cosas, fenómenos, 
procesos) etc. (5). 
II 
La contradicción no es universal porque exista en todas las cosas y fenómenos desde el comienzo 
hasta el fin, sino porque lo universal o común está contenido en cada una de ellas como lo esencial, 
dado que lo individual existe sólo en la conexión que conduce a lo universal. Por eso dice Lenin 
que todo individual entra en forma incompleta en lo universal y no a la inversa, es decir, no lo 
universal en lo particular, ya que de ser así tendríamos que considerar cada particular como un 
universal, como algo que se basta a sí mismo para existir. 
Esto es necesario destacarlo, por cuanto que, de la otra manera, si en lugar de destacar lo universal y 
buscar en lo particular los rasgos comunes a un mismo objeto, fenómeno o proceso revolucionario, 
lo situamos siempre en un segundo plano, pueden ocurrir dos cosas: primero, que tendamos a 
olvidarnos de lo universal y, segundo, que después de tanto olvidar lo universal y de profundizar en 
lo particular acabemos descubriendo otros universales distintos y contrapuestos a los que decimos 
estar defendiendo, ya que, verdaderamente, de las leyes y principios universales que determina el 
nacimiento, desarrollo y caducidad de todas las cosas, no es posible escapar. En última instancia, la 
cuestión consiste en si nos ponemos del lado de los universales progresivos, nuevos, que van 
surgiendo a lo largo de la historia y los favorecemos con nuestra actividad práctica, o nos ponemos 
del lado de los universales viejos o ya caducos y, lógicamente, acabamos hundiéndonos 
inevitablemente con ellos. 
Mao se refiere a la significación de la universalidad o al carácter absoluto de la contradicción, 
para remarcar las particularidades nacionales de la revolución china y todo aquello que la diferencia 
de la revolución soviética. Esto es justo y puede resultar necesario remarcarlo una y otra vez para 
combatir la ceguera de los dogmáticos, que sólo ven lo universal, la lucha de clases, por ejemplo, 
sin reparar en lo particular y por tanto son incapaces de reconocer la forma específica que adopta 
esta lucha en cada país, determinada por sus condiciones económicas y estructura de clases, así 
como otros factores debidos a su historia, su cultura, etc., que desempeñan un importante papel en 
el desarrollo de la revolución. Pero con más razón no se puede pretender hacer una defensa del 
carácter absoluto de lacontradicción negandola esencia misma de este problema, es decir, 
separando absolutamente el aspecto universal del particular y convirtiendo este último aspecto, que 
es secundario, en principal o esencial. Precisamente porque lo particular es contrario y se opone a lo 
universal, de lo que se trata es de determinar cuál es el aspecto dominante y principal en esta 
contradicción. Si reconocemos que lo universal expresa el contenido esencial de los objetos y los 
fenómenos, en tanto que lo particular es la forma en que dichos objetos y fenómenos se muestran o 
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se manifiestan, entonces tendremos que concluir que lo principal y determinante es lo universal. 
Aquí, lo universal no es algo externo al objeto o fenómeno, sino que forma parte inseparable de él 
como su núcleo fundamental y determina, por tanto, su carácter. 
La particularidad de la contradicción, pues, no deja de ser un aspecto secundario y como tal debe 
ser tratado en su relación con el otro aspecto. Decimos en su relación, ya que, como hemos 
comprobado, lo universal se encuentra en todos los particulares, es lo común a todos ellos y sin lo 
cual tampoco estos particulares podríanesistir. Esto es, precisamente, lo que hace de lo universal el 
aspecto principal o dominante. Lo particular no puede existir por sí mismo, y de hecho son 
innumerables los particulares que aparecen y desaparecen sin que se vea afectado esencialmente lo 
universal (el todo), que de esa manera puede dar lugar a la aparición de otros infinitos particulares. 
En cambio, probemos, aunque sólo sea con la imaginación, a eliminar lo universal. ¿Podría surgir 
de la nada un particular? ¿podría un particular sobrevivir aislado y en el vacío? 
Sólo desde esta concepción se puede abordar el análisis de lo particular y sus contradicciones 
específicas, ya que como también hemos visto antes, lo universal, si bien es el aspecto esencial de 
todo lo particular, sin embargo no abarca totalmente lo particular. De aquí se deduce la importancia 
del análisis de lo particular. Es esto lo que nos permite desgajarlo de lo universal para su estudio, 
antes de restablecer sus conexiones o relaciones mutuas, de lo que ambos saldrán más enriquecidos, 
matizados, esclarecidos. Para ello, lógicamente, hay que proceder antes que nada a clasificar el 
objeto o fenómeno de que se trata, a fin de poder establecer las leyes específicas de su movimiento 
o su desarrollo. 
Sobre esta cuestión, Mao escribe: Toda forma del movimiento contiene su propia contradicción 
particular. Esta contradicción particular constituye la esencia particular que diferencia a una cosa 
de las demás [...] Todas las formas sociales y todas las formas del pensamiento tienen, cada una, su 
propia contradicción particular y su esencia particular. De paso, al llegar a este punto, Mao 
aprovecha la ocasión para emprenderla nuevamente contra los dogmáticos que son perezosos y 
rehúsan dedicar el menor esfuerzo al estudio de las cosas concretas. Nada tenemos que objetar a 
esta calificación de los dogmáticos, mas ¿de qué se trata realmente? Se trata, como explica el 
mismo Mao poco más adelante, de que para descubrir la particularidad de las contradicciones en 
el proceso de desarrollo de una cosa, consideradas en su conjunto, en sus interconexiones, es decir, 
para descubrir la esencia del proceso de desarrollo de una cosa, hay que descubrir la 
particularidad de cada uno de los aspectos de cada contradicción de ese proceso; de otro modo, 
será imposible descubrir la esencia del proceso (6). 
Estamos, pues, ante dos proposiciones coherentes y emparentadas entre sí: 
Primera proposición: 
Todas las formas sociales y todas las formas de pensamiento tienen, cada una, su propia 
contradicción particular y su esencia particular. 
Segunda proposición: 
Para descubrir la particularidad de las contradicciones en el proceso de desarrollo de una cosa, 
consideradas en su conjunto, en sus interconexiones, es decir, para descubrir la esencia del proceso 
de desarrollo de una cosa, hay que descubrir la particularidad de cada uno de los aspectos de cada 
contradicción de ese proceso. 0 sea, que se comienza sentando la premisa según la cual todas las 
formas sociales y todas las formas de pensamiento tienen, cada una, su propia contradicción 
particular y su esencia particular, y se acaba, después de pasar de puntillas sobre el conjunto y las 
conexiones, en el mismo abrevadero: En la particularidad de cada uno de los aspectos de cada 
contradicción de ese proceso. 
Mao se extiende en consideraciones sobre el dogmatismo y los dogmáticos para demostrar que a 
esto se refería Lenin al decir que la esencia misma del marxismo, el alma viva del marxismo, es el 
análisis concreto de la situación concreta. Por supuesto que no vamos a entrar aquí a analizar la 
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situación concreta que entonces existía en China, pues no es el objeto concreto de nuestro análisis. 
Ni siquiera vamos a entrar en el análisis de la situación de nuestro país, ya que no lo necesitamos 
para demostrar la falsedad que encierra esa concepción que acabamos de exponer acerca de lo que 
debe ser un análisis concreto de una situación concreta que merezca el nombre de marxismo. 
Porque análisis concretos de situaciones muy concretas se han hecho muchos. Cada clase tiene el 
suyo, el que corresponde a su visión del mundo y a sus intereses. Por eso se trata, antes que nada, de 
saber de qué visión o concepción del mundo y de qué posición de clase partimos a la hora de 
realizar un análisis concreto de una situación concreta. El marxismo siempre parte de la concepción 
materialista dialéctica y de la posición de la clase obrera. De otra manera, por más que intentemos 
escapar de las garras del dogmatismo o del subjetivismo, no podremos sino seguir presos de él o 
caer en la cloaca de la ideología burguesa. 
¿De qué fenómenos de la sociedad y de qué pensamiento estamos hablando? Esas son las primeras 
preguntas que habría que responder. En segundo lugar habría que esclarecer también qué debemos 
entender por particularidad de la contradicción cuando nos referimos a los fenómenos de la 
sociedad y del pensamiento. Marx, por ejemplo, trató de todas las formas sociales y de todas las 
formas de pensamiento, deteniéndose especialmente en el análisis concreto de una formación social 
y una forma de pensamiento muy concreto: en la sociedad burguesa y el pensamiento burgués, y 
extrajo de ese análisis las contradicciones particulares de este tipo de sociedad y de pensamiento así 
como sus esencias particulares. Para Marx, no existían más contradicciones ni más esencias 
particulares en la sociedad burguesa y el pensamiento burgués, que las que él pudo reconocer y 
analizar. Es más, en su estudio de la historia, de la economía, la política y la cultura de todos los 
países avanzados que fueron objeto de su atención, es decir, en el análisis de cada país, Marx no 
encontró sino aquello que los identificaba con los otros, de lo que pudo deducir que ésa era, 
precisamente, la contradicción particular y la esencia particular de esa formación social; lo que la 
distinguía de otras formaciones. En cuanto a la esencia y contradicciones de la forma del 
pensamiento burgués, especialmente la filosofia y la economía política, Marx, como se sabe, 
también hizo algunos descubrimientos importantes, destacando que se correspondían o son el 
reflejo en la mente del hombre burgués, de su naturaleza universal esencialmente burguesa. 
Marx no consideraba las formas sociales y las formas de pensamiento de cada país por separado, 
para establecer a partir de ese supuesto análisis concreto la contradicción particular y la esencia 
particular de cada uno de esos países, como se deduce claramente de las tesis de Mao, y eso por la 
sencilla razón de que tales contradicciones y esencias particulares nunca han existido ni pueden 
existir. Esto no quiere decir que no existan rasgos o características correspondientes a otras formas 
de organización social y pensamiento que no sean burgueses. Por ejemplo, China, en la época que 
Mao escribió la obra que estamos comentando, era un país semifeudal y semicolonial que se hallaba 
en un proceso revolucionario abierto. Esto significaba entonces que su contradicción particular y 
su esencia particular no estaban realmente definidas, que se hallaba en un punto del proceso de 
desarrollo histórico en el que, se puede decir, había perdido ya buena parte de su vieja contradicción 
particular y de su vieja esencia particular (que por supuesto compartía con otros muchos países) y 
comenzaba a adoptar la contradicción particular y la esencia particular del capitalismo. China no era 
entonces ni un país puramente feudal ni tampoco capitalista. Se encontraba en un proceso de 
transición desde una forma social ya caduca en todo el mundo a otra que ya había empezado 
también a decaer sin haberse establecido en China, por lo que se le planteaba la necesidad de 
liquidar cuanto antes los rasgos de la anterior formación social que aún conservaba y cubrir 
rápidamente la etapa histórica correspondiente al desarrollo capitalista a fin de poder adentrarseen 
la nueva era del socialismo que ya por entonces había comenzado. 
Ciertamente, este complejo proceso estaba preñado de contradicciones particulares, no se puede 
negar, y el deber de los comunistas consistía en descubrirlas y analizarlas en concreto desde la 
concepción y el método marxista-leninista, sin dejarse atrapar por el dogmatismo, pero también 
evitando caer en las redes del particularismo, de la sofistería y del eclecticismo. ¿Qué es la 
particularidad de la contradicción? ¿Cómo debemos entenderla? Evidentemente se trata de esos 
rasgos de formas sociales y de pensamiento que no se corresponden con las formas sociales y de 
pensamiento características y dominantes en una época dada del proceso general de desarrollo 
histórico de la sociedad, y que, por consiguiente, o bien habían de ser las que predominen en el 
futuro (caso de las formas de socialismo) o bien están condenadas a desaparecer en un plazo de 
tiempo relativamente corto. De modo que por particularidad se puede entender también, no lo 
individual universal, como rasgo dominante de una cosa o un proceso, sino lo individual como 
excepción, de lo que se sale o queda fuera de lo universalmente dominante o ya establecido. 
Pues bien, dichas excepciones, que existen en la realidad como eslabones intermedios de transición 
de unas formas a otras de movimiento o de cualidades diferentes, no pueden constituir, por su 
propia naturaleza, la contradicción particular ni la esencia particular de ninguna formación social, 
si bien pueden ser una forma particular de pensamiento. Con el pensamiento ya se sabe lo que 
sucede: que no sólo es capaz de reflejar más o menos fielmente la realidad objetiva, sino que 
también puede volar y, ¡como no!, despeñarse. ¿Cómo puede una tal categoría detransición, si se la 
puede llamar así, servir de fundamento, de premisa, para un análisis que se pretende marxista, 
científico, dialéctico? 
De ser cierta la tesis de Mao habría que considerar tantas formas sociales y de pensamiento como 
países existen en el mundo. Lo que él considera una forma social o una contradicción y esencia 
particular, no lo es en modo alguno. El marxismo sólo reconoce la existencia de cinco grandes 
formaciones económicas y sociales a lo largo de la historia: el comunismo primitivo, el esclavismo, 
el feudalismo, el capitalismo y el comunismo. También reconoce la existencia de ciertos eslabones 
intermedios o regímenes de transición de una a otras formas sociales, tal que el colonato que se 
estableció en Europa después de la caída del imperio romano (y que perduró durante cuatro siglos, 
antes del establecimiento del sistema feudal), y lo que ha podido ser recientemente el régimen 
semifeudal y colonial, en el que se mezclan varias formas sociales correspondientes a los distintos 
sistemas sin que predomine ninguno de ellos. Estas formas pueden permitir el paso al socialismo, 
pero también pueden dar lugar a un retorno temporal a viejas formas sociales ya caducas (al 
capitalismo), que es lo que ha sucedido en China y en otros países. En ningún caso, dependiendo de 
la época o del grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas sociales, el período de 
transición puede durar mucho tiempo ni puede permanecer estable por las fuertes corrientes 
históricas y las fuerzas que confluyen en él, de manera que resulta imposible establecer una 
contradicción particular y una esencia particular dentro de ellas; en todo caso, esa inestabilidad y 
fluctuación entre un régimen social y otro distinto, podría ser su contradicción particular y su 
esencia particular, mas esto no constituye una formación social característica en el sentido que lo 
entiende el marxismo dogmático. 
Otra acepción de lo particular, por oposición a lo universal (que como ya hemos visto está 
contenido o forma un todo con lo particular o individual), es la que se refiere al carácter específico, 
cualitativamente diferente de cada cosa o fenómeno, ya que, efectivamente, cada objeto particular 
contiene su propia contradicción, distinta a todas las demás. Aquí hay que distinguir claramente la 
contradicción o contradicciones sociales, las cuales no tienen nada que ver con las que se dan en el 
mundo animal, en el vegetal o mineral. 
Un particular (y a la vez universal dentro de su propia naturaleza o contradicciones específicas) 
sería, por ejemplo, el estudio de la materia inanimada, desde los astros a las partículas elementales. 
Otro particular es el estudio de la vida, desde el ADN hasta el cerebro del hombre. Otro es el 
estudio de la forma social de movimiento. Todos estos son campos de estudio particulares de los 
que se ocupan las distintas ramas de la ciencia y pueden ser estudiados por separado como tales 
particularidades (aunque, tal como vimos anteriormente, no es posible aislar completamente ni 
establecer una separación absoluta entre unos y otros campos, ya que están interconectados o 
relacionados unos con los otros) pero son cualitativamente diferentes y sus movimientos y 
transformaciones transcurren siguiendo sus propias leyes o contradicciones y procesos también 
diferentes. Dentro de cada una de esas formas de movimiento se da también una infinita variedad 
que obedece, a su vez, a otras tantas cualidades, leyes o contradicciones. No obstante, todas están 
condicionadas o sujetas a las mismas leyes generales que determinan su pertenencia a uno de esos 
grandes campos (física, biología, etc.). Así la forma de movimiento que se conoce por movimiento 
social, tiene sus propias leyes que la distinguen esencialmente de todas las demás. Lo mismo se 
puede decir del pensamiento del hombre. 
Mao se refiere a todas estas contradicciones de distinto carácter, subrayando que, por ejemplo, de 
un huevo nace una gallina, pero que una piedra jamás podrá poner un huevo. De una piedra sólo 
puede salir otra piedra más pequeña o polvo, con el que en todo caso se podrá abonar la tierra que 
nutre el grano que alimenta a la gallina que pone el huevo. Pero de este huevo jamás podrá salir una 
piedra, ya que ambas formas de existencia o movimiento de la materia están regidas por leyes 
diferentes y tienen también cualidades diferentes. Dentro de cada una de esas formas de 
movimiento cualitativamente diferentes se da también una infinita variedad de formas particulares 
que no lo modifican esencialmente o que lo hacen muy lentamente. No obstante, la separación entre 
unas y otras cualidades o propiedades no es nunca absoluta ni tan tajante, ya que en realidad unas se 
derivan de las otras y se transforman en su contrario (el nacimiento de la vida, su origen en la 
materia inorgánica, es algo que la ciencia ha demostrado hace ya tiempo). Del huevo, ciertamente, 
no puede salir una piedra, pero ¿quién puede negar la existencia de materia calcificada, 
petrificada,en la cáscara y aún dentro del huevo? Por lo demás, ¿de dónde extrae la planta o el 
grano que alimenta a la gallina sus elementos nutritivos, si no es de la tierra, de los minerales, del 
agua y la luz? En todo caso, de lo que no podemos dudar -la experiencia histórica así nos lo ha 
demostrado- es que del huevo semifeudal y semicolonial sí puede salir la gallina capitalista o bien el 
pollo socialista, es decir, formas de organización social esencialmente diferentes. 
 
Notas 
(1) Mao Zedong: Discurso pronunciado en la II sesión plenaria del VIII Comité Central del 
Partido Comunista de China. 
(2) Lenin: Cuadernos filosóficos. 
(3) Mao Zedong: Sobre la contradicción. 
(4) Lenin: «Sobre el problema de la dialéctica», Cuadernos filosóficos, Obras Completas, tomo 29. 
(5) Lenin: «Sobre el problema de la dialéctica», Cuadernos filosóficos, Obras Completas, tomo 29. 
(6) Mao Zedong: Sobre la contradicción. 
(*) Toda la concepción de Mao gira en torno a esa visión unilateral de la contradicción que conduce 
siempre a partir de la realidad inmediata y a perder de vista otros importantes factores de 
desarrollo. Por eso hay que hacer notar que, si bien la ley de la contradicción es lamás importante 
de la dialéctica, ésta no puede ser, sin embargo, reducida a sólo esa ley. Engels definió la dialéctica 
como la doctrina de las leyes que rigen el movimiento y desarrollo de la naturaleza, de la sociedad 
humana y el pensamiento (Anti-Dühring). Lo que permite partir siempre de una visión general, que 
abarque el desarrollo en su conjunto, en el momento de abordar cualquier contradicción o análisis 
concreto. De lo contrario, lo más probable es que perdamos el norte o nos equivoquemos. Es lo que 
explica Lenin cuando dice: El enfoque del espíritu (humano) de una cosa particular, el sacar una 
copia (= su concepto) de ella no es un acto simple, inmediato, un reflejo muerto en un espejo, sino 
un acto complejo, dividido en dos, zigzagueante, que incluye la posibilidad de que la fantasía vuele 
apartándose de la vida; es más: la posibilidad de la transformación (además, una transformación 
imperceptible, de la cual el hombre no es consciente, del concepto abstracto, de la idea, en una 
fantasía [...] Porque incluso en la generalización más sencilla, en la idea general más elemental 
(‘mesa’ en general), hay cierta partícula de fantasía (Cuadernos filosóficos). 
	Lo universal y lo particular
	M.P.M. (Arenas), Antorcha núm. 4, enero de 1999

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