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La medicina ancestral ecuatoriana afectada en sus valores bioéticos En la lectura primero se menciona a la cultura ancestral en la cual nuestros pueblos ancestrales manifestaban sus conocimientos en base a valores y normas de conducta familiar y comunitaria, el respeto a los mayores, el amar la vida o kawsay, la vocación hacia las áreas agrícolas, venerando a la madre naturaleza (Pachamama), madre del agua (Cochamama o yacumama), madre coca (Cocamama) y madre maíz (Saramama). Existen runas que están determinadas por códigos de comportamiento que son pasados de generación en generación, siendo los principales: shuk yuyaylla (Un solo pensamiento), shuk shunkulla (Un solo corazón) y shuk makilla (Una sola fuerza). Las runas en relación con la naturaleza tenían una relación muy íntima con los calendarios agroecológico y astronómico, por ejemplo, en el caso de la Amazonía permitieron regular y calcular las actividades de la cacería, pesca, recolección y exploración interna de la selva, mientras que en los Andes permitían la preparación del suelo, para la siembra, y cosecha. También se destacaba que en algunas comunidades convivían con los mallquis o ancestros, ya que para ellos los muertos eran momias veneradas, respetadas y hasta temidas, a quienes se les consultaba sobre el tiempo de cosecha, matrimonio y salud o enfermedad; eran como un oráculo dentro de sus comunidades, venerándolos con ofrendas, ritos o ceremonias. De igual forma se menciona que los pueblos indígenas ecuatorianos eran diferentes de acuerdo a su situación geográfica: Costa, sierra y amazonía, cada uno mantenía su relación con la naturaleza, su medicina ancestral, costumbres, conocimientos y prácticas, la cacería, recolección de frutas y la pesca. Tenemos diversas culturas y en la lectura se mencionan las siguientes: Cultura Machalilla, Cotocollao, Bahía, Jama-Coaque, Guangala, Tolita, Pasto, Milagro-Quevedo, Manteña, Caranqui, Puruhá, Cañari. En cuanto a las prácticas de la medicina ancestral se destaca a la cocamama en la cual es una planta sagrada por los pueblos de Sudamérica, en donde continúa siendo un sustento alimenticio, medicinal, simbólico y religioso de los pueblos andinos. Desde la antigüedad hasta la actualidad es masticada mezclada con ceniza y cal, puestos en recipientes pequeños llamados lliptas. Cuando llegaron los españoles, esta planta fue considerada como práctica de brujería, eliminando su uso hasta expulsar a quien lo practicase para cualquier ritual o práctica religiosa. Pero actualmente es usada en infusión para aliviar los dolores de estómago, cabeza o en forma de ungüentos para la cicatrización de heridas superficiales. Se destaca también en la lectura que hubo conflictos éticos debido al robo y apropiación de los conocimientos ancestrales, por parte de ciertos científicos para adaptarlos a su idea de medicina y adjudicarse de manera individual todos los beneficios obtenidos, como, por ejemplo, la patentación internacional de la cepa de la planta ayahuasca o el hurto de ejemplares de la variante endémica de la rana Epipedobates tricolor.
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