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El trabajo infantil y adolescente en América Latina y el Caribe 
1
METODOLOGÍA PARA DISEÑAR 
ESTRATEGIAS PREVENTIVAS
A NIVEL LOCAL 
MODELO DE 
IDENTIFICACIÓN
DEL RIESGO DE 
TRABAJO INFANTIL
Para más información visite:
Iniciativa Regional América Latina y el Caribe
libre de trabajo infantil
www.iniciativa2025alc.org
iniciativaregional@ilo.org
OIT
www.ilo.org/ipec/lang--es/index.htm 
sirti_oit@ilo.org
CEPAL - División de Desarrollo Social
www.cepal.org/dds
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2018
Primera edición 2018
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(Derechos de autor y licencias), Oficina Internacional del Trabajo, CH-1211 Ginebra 22, Suiza, o por correo electrónico a 
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copias de acuerdo con las licencias que se les hayan expedido con ese fin. En www.ifrro.org puede encontrar la organización 
de derechos de reproducción de su país.
 
OIT-CEPAL
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil: Metodología para diseñar estrategias preventivas a nivel local. 
Lima: OIT/CEPAL, 2018. 108 p.
trabajo infantil, política, América Latina, Caribe
 13.01.2
ISBN: 978-92-2-132063-0 (print)
ISBN: 978-92-2-132064-7 (web pdf)
Datos de catalogación de la OIT
Las denominaciones empleadas, en concordancia con la práctica seguida en las Naciones Unidas, y la forma en que 
aparecen presentados los datos en las publicaciones de la OIT no implican juicio alguno por parte de la Oficina Internacional 
del Trabajo sobre la condición jurídica de ninguno de los países, zonas o territorios citados o de sus autoridades, ni respecto 
de la delimitación de sus fronteras.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos, estudios y otras colaboraciones firmados incumbe 
exclusivamente a sus autores, y su publicación no significa que la OIT las sancione.
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del Trabajo, y el hecho de que no se mencionen firmas o procesos o productos comerciales no implica desaprobación 
alguna.
Las publicaciones y los productos digitales de la OIT pueden obtenerse en las principales librerías y redes de distribución 
digital, u ordenándose a: ilo@turpin-distribution.com. Para más información, visite nuestro sitio web: ilo.org/publns o 
escríbanos a: ilopubs@ilo.org.
Impreso en Lima
Este documento forma parte del proyecto OIT-CEPAL sobre “Trabajo infantil, pobreza y desigualdad”, 
una acción interagencial promovida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su calidad 
de Secretaría Técnica de la Iniciativa Regional América Latina y el Caribe libre de trabajo infantil. A 
través de esta acción conjunta se busca generar conocimiento para mejorar la toma de decisiones de 
políticas dirigidas a la prevención y erradicación sostenida del trabajo infantil en la región.
El informe ha sido preparado por Andrés Espejo, funcionario de la División de Desarrollo Social de la 
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), bajo la supervisión de Laís Abramo, 
Directora de la División de Desarrollo Social; y de Daniela Trucco, Oficial de Asuntos Sociales.
Se agradece a Heidi Ullmann, Claudia Robles, Verónica Amarante, Soledad Villafane y Pablo Villatoro, 
del equipo de la CEPAL, y a Elena Montobbio, María Olave, Noortje Denkers y Olga Gómez, del equipo 
de trabajo infantil de la Oficina Regional de la OIT para América Latina, por los valiosos comentarios 
formulados a versiones previas de este documento. Asimismo, se agradece los aportes recibidos 
de Furio Rosati, del proyecto Understanding Children’s Work (UCW), Valentina Cortínez de RIMISP- 
Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, y de José María Ramírez, del Servicio de Principios 
y Derechos fundamentales en el Trabajo (Fundamentals) de la OIT en Ginebra. Finalmente, un 
agradecimiento especial a Ernesto Espíndola, uno de los precursores del modelo desarrollado en 
este documento, quien además aportó útiles comentarios a lo largo del trabajo realizado. 
Agradecimientos
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil El trabajo infantil y adolescente en América Latina y el Caribe 
6 7
ÍNDICE
1
5
6
El trabajo infantil 
y adolescente en 
América Latina 
y el Caribe
Ejemplo de 
aplicación y 
validación de 
la metodología
Conclusiones 92
72
INTRODUCCIÓN 12
16
22
50
PRÓLOGO 8
BIBLIOGRAFÍA 96
2
4
3
Factores 
asociados al 
trabajo infantil 
y adolescente
Modelo de 
Identificación 
del Riesgo de 
Trabajo Infantil
Medición del 
trabajo infantil 
y sus fuentes 
de información
2.1 Factores asociados al 
contexto
A. Contexto 
macroeconómico
B. Sectores económicos 
y mercado de trabajo 
local
C. Institucionalidad
D. Políticas públicas
2.2 Factores asociados 
de carácter familiar e 
individual
A. Pobreza y 
vulnerabilidad
B. Características 
familiares y del hogar
C. Características 
del niño, niña o 
adolescente
24
24
26
27
36
42
42
45
48
3.1 Definición estadística 
del trabajo infantil
3.2 Fuentes de 
información
A. Encuestas y/o 
módulos que permiten 
medir el trabajo 
infantil
B. Censos de población 
y vivienda
C. Registros 
administrativos
51
54
54
58
60
4.1 Etapa I: Identificación 
de los factores 
asociados al trabajo 
infantil
4.2 Etapa II: Elaboración 
del modelo logístico
4.3 Etapa III: Aplicación 
del modelo a través 
de censos de 
población
4.4 Etapa IV: 
Caracterización 
territorial
64
65
68
69
62
ANEXOS 104
Anexo 1: 
Estudios sobre los 
factores asociados al 
trabajo infantil 105
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
8
PRÓLOGO
9
Este libro es un resultado más de la excelente colaboración entre la Comisión Económica para América 
Latina y el Caribe (CEPAL) y la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización 
Internacional del Trabajo (OIT). En esta oportunidad, se aborda el tema del trabajo infantil. 
América Latina y el Caribe ha logrado en los últimos años reducir el trabajo infantil gracias a una 
acción sostenida y al esfuerzo compartido entre los gobiernos, organizaciones de empleadores y de 
trabajadores, la sociedad civil y la cooperación internacional. Entre 2012 y 2016, la región mostró una 
reducción de 17% en la tasa de trabajo infantil y de 35% en la de trabajo infantil peligroso. En otras 
palabras, dos millones de niños, niñas y adolescentes dejaron de trabajar en nuestros países en ese 
período. 
A pesar de las buenas noticias, los países de la región no deben bajar la guardia porque aún existen 
10,5 millones de niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años que trabajan, la mayoría de ellos 
en actividades peligrosas que les impiden completar su educación, que ponen en grave riesgo su 
salud y seguridad y que limitan el desarrollo de habilidades para insertarse adecuadamente en el 
mercado laboral. Se debe prestar especial atención a quienes están en mayor riesgo de incorporarse 
precozmente al trabajo: niños, niñas y adolescentes vulnerables por las carencias económicas 
del hogar, los deficientes niveles de protección social, la desigualdad y la pertenencia a grupos 
particularmente expuestos al trabajo infantil y sus peores formas, tales como los pueblos indígenas, 
las poblaciones rurales, la población afrodescendiente, los migrantes, las niñas y adolescentes 
mujeres y quienes residen en zonas de riesgo de desastres.
Si bienel objetivo de prevención y erradicación del trabajo infantil ha estado presente, con diferentes 
niveles de prioridad, en la agenda política de la mayoría de los países de la región, la adopción de la 
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en septiembre de 2015, le dio un nuevo impulso y vigor 
a esta lucha, al incluir en el ODS 8 sobre trabajo decente y crecimiento económico, la Meta 8.7, que 
insta a adoptar medidas inmediatas y eficaces para “erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las 
formas modernas de esclavitud y la trata de seres humanos, y asegurar la prohibición y eliminación 
de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldado y, 
a más tardar en 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas".
La complejidad del fenómeno, combinada con un escenario económico incierto para América Latina 
y el Caribe, llama a los gobiernos, empleadores y trabajadores, organizaciones de la sociedad civil y 
organismos internacionales, no sólo a redoblar los esfuerzos para evitar un retroceso, sino a definir 
estrategias más focalizadas, coordinadas e integradas para hacer frente a la persistencia del trabajo 
infantil, especialmente en sus peores formas. Avanzar hacia el cumplimiento de la Meta 8.7 implica 
no sólo reducir el trabajo infantil, sino alcanzar al menos otras 35 metas establecidas en los ODS1, 
que tienen fuertes vínculos e interdependencias en temas cruciales para la agenda de desarrollo de 
la región.
1 Ver: http://target8-7.iniciativa2025alc.org/
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
10
No dejar a nadie atrás en el logro de esos Objetivos de Desarrollo Sostenible exige buscar formas 
imaginativas de cooperar entre los países y actores, poniendo en valor el conocimiento, la experiencia 
y la capacidad acumulada. En esa línea, 28 países2 de la región, con la participación de organizaciones 
de empleadores y de trabajadores, crearon la Iniciativa Regional América Latina y el Caribe libre de 
trabajo infantil, una plataforma que busca acompañar a la primera generación libre de trabajo infantil 
para el año 2025.
La Iniciativa Regional propone un Marco Acelerador de Políticas Públicas que incluye estrategias que 
refuerzan los sistemas de protección social y educación centrados en la prevención y erradicación del 
trabajo infantil, articulando la intervención con los Ministerios o Secretarías del Trabajo. Dicho marco 
se basa en dos ejes de intervención: 1) la protección para retirar a las niñas, niños y adolescentes del 
trabajo infantil y el restablecimiento de sus derechos y 2) la prevención mediante acciones destinadas 
a identificar e intervenir oportunamente para interrumpir la trayectoria de trabajo infantil.
El presente estudio, que se inscribe en el segundo eje, busca proporcionar evidencia empírica que 
sirva de base para establecer prioridades en las políticas nacionales y subnacionales dirigidas a la 
prevención y eliminación del trabajo infantil. Para ello, la Oficina Regional para América Latina y el 
Caribe de la OIT y la CEPAL desarrollaron conjuntamente el Modelo de Identificación del Riesgo de 
Trabajo Infantil, una metodología que, a partir de la información estadística existente en los países 
(encuestas, censos y/o registros administrativos) permite, por una parte, identificar los territorios 
más vulnerables al trabajo infantil y, por otra, estimar el peso de diversos factores asociados con 
el fin de definir qué acciones multisectoriales son más efectivas para interrumpir la trayectoria del 
trabajo infantil y, en el mediano plazo, reducir el indicador de manera sostenida.
Este documento técnico fue sometido, entre agosto de 2016 y marzo de 2017, a un proceso de 
validación con expertos y expertas de la Agencia de Cooperación Brasilera (ABC); la Agencia 
Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID); el Departamento de Trabajo de 
Estados Unidos (USDOL); la Federación Iberoamericana del Ombudsman (FIO) – Proyecto GIZ; la 
Organización Panamericana de la Salud (OPS); el Programa Understanding Children's Work (UCW); y 
con especialistas y estadísticos de OIT y CEPAL.
Desde abril de 2017 se inició el proceso piloto de aplicación del Modelo en un grupo de países que 
manifestaron su interés por participar y que reunían un conjunto de criterios básicos, identificados 
por OIT y CEPAL, que garantizaban la viabilidad del proceso. Así, se formalizó la participación de 
Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Jamaica, México y Perú. Estos países han seguido una ruta 
de implementación que se ha adaptado a la particularidad de su contexto político e institucional y en 
la que se han adecuado herramientas y procesos de asistencia técnica, y se han aplicado diferentes 
niveles de diálogo y coordinación interinstitucional.
2 Los 28 países son: Argentina, Bahamas, Barbados, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, 
El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, 
República Dominicana, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
11
Prólogo
Se espera que este trabajo interagencial de OIT y CEPAL en la medición y caracterización del 
trabajo infantil y adolescente en América Latina y el Caribe sea un aporte para que, en particular, 
los Ministerios del Trabajo y de Desarrollo Social, junto con las Oficinas Nacionales de Estadística 
de los países de la región, emprendan estudios similares y mediciones periódicas que sirvan como 
un insumo para ajustar y focalizar sus acciones preventivas en los territorios con mayor riesgo de 
trabajo infantil. 
Contar con una herramienta para analizar y monitorear la evolución del trabajo infantil y adolescente 
a nivel local es una manera de territorializar la Agenda 2030, a la vez que permite a los países avanzar 
en la consecución de las metas nacionales y cumplir los compromisos asumidos a nivel internacional 
para lograr que niñas, niños y adolescentes disfruten su infancia, gocen de todos sus derechos y 
accedan a las mismas oportunidades para expandir su talento y desarrollar sus habilidades. 
José Manuel Salazar-Xirinachs
Director Regional para América Latina y el Caribe
Organización Internacional del Trabajo
(OIT)
Alicia Bárcena
Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica 
para América Latina y el Caribe
(CEPAL)
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
12
INTRODUCCIÓN
El trabajo infantil y adolescente en América Latina y el Caribe 
13
El trabajo infantil es un fenómeno amplio y persistente en América Latina y el Caribe. Su ocurrencia 
se vincula directamente con la violación de los derechos fundamentales de los niños, niñas y 
adolescentes, pues genera impactos negativos profundos y perdurables a lo largo de la vida (CEPAL, 
2017). En reconocimiento de estas profundas consecuencias negativas, desde hace más de 20 años, 
los países de la región vienen realizando grandes esfuerzos para erradicar este flagelo. Estos incluyen 
la ratificación de instrumentos internacionales —especialmente el Convenio sobre la Edad Mínima, 
1973 (Núm. 138) y el Convenio sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil, 1999 (Núm. 182), de la 
Organización Internacional del Trabajo (OIT)—, la concreción de importantes adelantos en materia 
legislativa a nivel nacional, el desarrollo de una base de conocimientos sobre el tema y la promoción 
de políticas y programas de prevención y erradicación. Esto ha llevado a una significativa reducción de 
la incidencia del trabajo infantil3, lo que ubica a América Latina y el Caribe en una posición privilegiada 
para convertirse en la primera región en desarrollo libre de trabajo infantil (OIT, 2013). 
Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2017), alrededor de 
10.5 millones de niños, niñas y adolescentes se encuentran en situación de trabajo infantil en América 
Latina y el Caribe, correspondiente al 7,3% de la población regional de 5 a 17 años.Si bien se aprecia 
una tendencia a la baja al comparar estos resultados con los de 2008, es también verificable que el 
progreso es lento, pese a las mejoras relativas de la región en productividad y reducción de la pobreza 
y desigualdad.
La complejidad del fenómeno, combinada con un escenario económico diverso para América Latina4, 
llama a redoblar esfuerzos para evitar un retroceso. Ante este contexto, 28 países de la región, 
junto a organizaciones de empleadores y de trabajadores, se unieron para llevar a cabo la Iniciativa 
Regional América Latina y el Caribe libre de trabajo infantil, con la que se busca acelerar el ritmo de 
disminución del trabajo infantil y lograr su completa eliminación hacia 2025, respondiendo así a la 
Hoja de Ruta mundial, a las metas de la Agenda Hemisférica sobre Trabajo Decente y a los Objetivos 
de Desarrollo Sostenible (ODS), que vuelven a posicionar la erradicación del trabajo infantil como una 
meta prioritaria bajo la Meta 8.7.
Para lograr el ambicioso objetivo de eliminar todas las formas de trabajo infantil en 2025, la Iniciativa 
Regional ha desarrollado un Marco Acelerador de Políticas5. Este incluye una serie de estrategias 
que busca maximizar el alcance y efectividad de los sistemas de protección social y educación, en 
3 “Es probable que estos avances también hayan sido impulsados, en gran parte, por fuerzas económicas y demográficas más 
amplias que acompañaron los esfuerzos gubernamentales” (OIT, 2017:3).
4 Ver: CEPAL. (2017). Brechas, ejes y desafíos en el vínculo entre lo social y lo productivo.
5 Ver: http://www.iniciativa2025alc.org/sites/default/files/estrategia-para-acelerar-la-reduccion-del-trabajo-infantil-en-
alc-al-2025_0_0.pdf
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
14
la prevención y erradicación del trabajo infantil, bajo la articulación de los respectivos Ministerios 
de Trabajo (OIT, 2017). El Marco Acelerador de Políticas está basado en la combinación de dos 
abordajes: por un lado, un enfoque de protección para el retiro del trabajo infantil y restablecimiento 
de derechos; y por otro, un enfoque preventivo, que comprende acciones destinadas a identificar e 
intervenir oportunamente a los niños y niñas que se encuentran en trayectoria de trabajo infantil para 
impedir su ingreso precoz al mercado laboral.
Dentro de estas acciones, y considerando que es imperante proporcionar datos fiables, exhaustivos 
y oportunos que sirvan de base para determinar las prioridades de la acción nacional y subnacional 
dirigidas a la prevención y eliminación del trabajo infantil, la Oficina Regional de la OIT para las 
Américas, en su calidad de Secretaría Técnica de la Iniciativa Regional América Latina y el Caribe 
libre de trabajo infantil, solicitó asistencia técnica a la Comisión Económica para América Latina y 
el Caribe (CEPAL) con el fin de elaborar en conjunto una herramienta que posibilite la identificación 
oportuna de los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en trayectoria de trabajo infantil.
Esta herramienta, denominada Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil, permite 
identificar los territorios en los cuales hay mayor probabilidad de trabajo infantil a partir de la 
información estadística existente en los países y, además, posibilita estimar el peso de diversos 
indicadores de riesgo en los territorios, con el fin de definir qué acciones multisectoriales son más 
relevantes en ellos para interrumpir la trayectoria del trabajo infantil. Esto facilitaría que los países, 
tanto a nivel nacional como subnacional, dispongan de información confiable para diseñar respuestas 
focalizadas y articuladas, mejorar el desempeño y efectividad de las políticas públicas, avanzar en el 
logro de las metas nacionales y contribuir al logro de los compromisos globales asumidos.
El documento se estructura en cinco apartados. El primero examina el contexto actual del trabajo 
infantil en la región a través de un análisis de su prevalencia en los países y de una búsqueda de 
características comunes entre ellos en base a la información disponible. El segundo revisa diferentes 
estudios con el fin de poder elaborar un cuerpo analítico que dé cuenta de los factores asociados al 
trabajo infantil. Este apartado se divide en dos partes, por un lado, se analizan los factores asociados 
al contexto y, por otro lado, se entrega evidencia acerca de los factores del hogar y del propio niño 
o niña. En la tercera sección se examinan los distintos elementos presentes a la hora de realizar 
una medición del trabajo infantil, entre los que destacan cuestiones relacionadas con la definición 
estadística y las fuentes de información disponibles para dicha medición. En el cuarto apartado se 
propone una metodología para identificar y estimar el trabajo infantil a nivel subnacional a partir de 
la información estadística de los países. Finalmente, en el quinto apartado se presenta un ejercicio 
de validación de la metodología propuesta, indicando sus fortalezas y debilidades. 
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
16
EL TRABAJO INFANTIL 
Y ADOLESCENTE EN 
AMÉRICA LATINA 
Y EL CARIBE
1
El trabajo infantil y adolescente en América Latina y el Caribe 
En América Latina y el Caribe, la mayoría de los países ha realizado importantes esfuerzos con el 
fin de prevenir y erradicar el trabajo infantil. Este proceso ha llevado a una significativa reducción 
tanto en términos absolutos como relativos, lo que ubica a la región en una posición privilegiada para 
convertirse en la primera región en desarrollo libre de trabajo infantil (OIT, 2013). 
Según estimaciones de la OIT (2017), el porcentaje de niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años en 
situación de trabajo infantil bajó de 10,8% en 2008 a 7,3% en 2016, lo que equivale a una disminución 
de 3.7 millones de personas en esa situación. En este período, también se constata una importante 
reducción del trabajo peligroso6, que disminuyó de 6,7% a 4,4%, equivalente a 3.2 millones de niños, 
niñas y adolescentes.
Cuadro No. 1
América Latina y el Caribe: Trabajo infantil y trabajo infantil peligroso, 
5 a 17 años, 2008, 2012 y 2016
Año Población total 5-17 
Población en 
trabajo infantil 
5-17
Porcentaje
Población en 
trabajo infantil 
peligroso 
5-17
Porcentaje
2008 141.043.000 14.125.000 10,8 9.436.000 6,7
2012 142.693.000 12.505.000 8,8 9.638.000 6,8
2016 144.004.000 10.461.000 7,3 6.278.000 4,4
Fuente: OIT, 2013 y OIT, 2017.
En números absolutos, para 2016 se estima que hay más de 10.4 millones de niños, niñas y 
adolescentes, entre 5 y 17 años de edad, en situación de trabajo infantil en la región. Si bien las 
estadísticas no son comparables entre los países, siguiendo las definiciones y estadísticas oficiales 
reportadas en cada uno de ellos, se puede constatar que Brasil, México y Perú son los que presentan 
mayor cantidad de población en esta condición. En términos porcentuales, los países con mayor 
prevalencia al trabajo infantil son Haití (34%), Bolivia (26%), Paraguay (22%) y Perú (21,8%); y los de 
menor prevalencia son Costa Rica (2,1%), Panamá (2,5%), Belice (3,2%) y Argentina (5,8%).
6 En el apartado d) del Artículo 3 del Convenio de la OIT sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la 
acción inmediata para su eliminación, 1999 (núm. 182), se define el trabajo infantil peligroso del siguiente modo:
 d) el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad 
o la moralidad de los niños.
17
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
18
Cuadro No. 2
América Latina y el Caribe (19 países): Población y porcentaje de niños, niñas 
y adolescentes en situación de trabajo infantil (Distintos años)
País Año
Niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 
años en situación de trabajo infantil
Cantidad % del total del grupo de edad
Argentina 2017 522.706 5,8
Belice 2013 3.528 3,2
Bolivia (Est. Plurinacional de) 2008800.180 26,4
Brasil 2015 2.671.893 6,5
Chile 2013 219.624 6,6
Colombia 2017 796.000 7,3
Costa Rica 2016 20.896 2,1
Ecuador 2016 290.325 6,5
El Salvador 2015 140.700 8,9
Guatemala 2014 731.115 16,9
Haití 2012 815.993 34,4
Honduras 2017 382.931 15,2
Jamaica 2016 37.965 5,8
México 2015 2.217.648 7,5
Panamá 2016 23.855 2,5
Paraguay 2011 416.425 22,4
Perú 2015 1.619.200 21,8
República Dominicana 2010 304.062 12,2
Uruguay 2010 68.100 9,9
Fuente: CEPAL, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de trabajo infantil de los países de América 
Latina y el Caribe.
Nota 1: Se utiliza la definición y medición oficial reportada por cada país. En la mayor parte de los países, el trabajo 
infantil medido está asociado al de la actividad/ocupación económica no permitida. 
Nota 2: Para Argentina, los tramos de edad corresponden a 5-15 años y 16-17 años. 
Nota 3: Para Bolivia, República Dominicana y Perú, los tramos de edad corresponden a 5-13 años y 14-17 años.
Nota 4: Guatemala considera el análisis de los 7-17 años.
El trabajo infantil y adolescente en América Latina y el Caribe 
19
Aun cuando en América Latina y el Caribe no existen estudios regionales actualizados que posibiliten 
comparar la situación de los niños, niñas y adolescentes en la región, los de nivel nacional7 permiten 
constatar que la región tiene una serie de rasgos comunes con relación al trabajo infantil. Aunque los 
números varían de país a país, entre las características que destacan se puede constatar que gran 
parte de los niños, niñas y adolescentes que trabajan lo hacen en actividades agrícolas. 
Dentro de las subregiones, la Andina es la que presenta mayor concentración en estas actividades 
(62%), seguida por Mesoamérica (43%), mientras que la menor proporción (38%) se encuentra en el 
Cono Sur (OIT, 2013). A nivel de países, en Ecuador por ejemplo, los resultados de la Encuesta de 
Trabajo Infantil (2013) muestran que el 71% de los niños, niñas y adolescentes que trabaja lo realiza 
en la agricultura, el 21% en el sector de servicios y el 8,1% en la industria. En Guatemala, la Encuesta 
ENCOVI (2014) da cuenta que el 65% de los niños, niñas y adolescentes que trabajan lo hacen en la 
agricultura. En Colombia, según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (2017), se constata que la 
agricultura concentra el 44,4% del trabajo infantil; el comercio, hoteles y restaurantes representan el 
30,1% (DANE, 2017). Por su parte, en México, el 30% de los niños, niñas y adolescentes trabaja en el 
sector agropecuario; 25% en el sector servicios y 23% en el comercio (INEGI, 2015). 
Una segunda característica regional es la elevada concentración de trabajo infantil en el sector 
informal, especialmente en el trabajo familiar no remunerado. En Guatemala, por ejemplo, más 
del 64% de los niños, niñas y adolescentes ocupados se encuentran insertos en el sector informal, 
en donde más del 95% lo hace en modalidad de trabajadores familiares no remunerados (ENEI, 2014). 
En El Salvador, 70% de los trabajadores infantiles son informales; y 60% del total, trabajadores 
familiares no remunerados (DIGESTYC, 2013). En Panamá, dos de cada tres niños, niñas y adolescentes 
trabajan sin remuneración en el propio hogar (INEC y UCW, 2014).
Una tercera característica en común es la marcada división del trabajo infantil por género. 
Aquí se constata que los niños y adolescentes hombres presentan mayores tasas de trabajo infantil 
en comparación con las niñas y adolescentes mujeres; y que los primeros, concentran su trabajo 
en las actividades productivas fuera del hogar, especialmente en la agricultura. En El Salvador, por 
ejemplo, el 76% del trabajo infantil es realizado por los hombres, donde predomina la agricultura, 
ganadería y silvicultura (DIGESTYC, 2013). En Guatemala, cerca del 67% del trabajo infantil lo realizan 
los hombres, especialmente niños indígenas, 69%, dedicándose principalmente a la agricultura, 65% 
7 Los estudios nacionales miden el trabajo infantil de distinta forma, por lo tanto, estos no son comparables entre sí.
Aunque los números varían de país a país, entre las 
características que destacan se puede constatar que 
gran parte de los niños, niñas y adolescentes que 
trabajan lo hacen en actividades agrícolas. 
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
20
(ENEI, 2014). Por otro lado, las niñas y adolescentes mujeres concentran su trabajo en actividades 
domésticas y de cuidado no remuneradas. En Ecuador, por ejemplo, 7 de cada 10 personas, entre 5 y 
17 años, que realizan tareas domésticas son mujeres (INEC, 2012). En Brasil, por su parte, cerca de 
214.000 niños, niñas y adolescentes se dedican al trabajo doméstico y, de ellos, el 94,2% son mujeres, 
proporción que se mantiene entre los adultos y marca la fuerte división de género en esta ocupación 
(CEPAL, 2016a). Esta situación genera una doble desventaja, ya que muchas de ellas además de 
efectuar trabajos domésticos asalariados, tienen que realizar las tareas domésticas en sus propios 
hogares. Cabe señalar que muchas veces esta actividad queda invisibilizada debido a que en algunos 
países conciben el trabajo infantil sólo dentro de los límites del Sistema de Cuentas Nacionales, 
dejando fuera de las mediciones oficiales el trabajo doméstico (no asalariado) y de cuidados. 
Una cuarta característica que se puede extraer 
de los informes nacionales es que el trabajo 
infantil y adolescente afecta en mayor proporción 
a los pueblos indígenas y afrodescendientes. En 
el Estado Plurinacional de Bolivia, casi la mitad 
de los niños, niñas y adolescentes que están 
inmersos en situaciones de trabajo infantil son 
indígenas y muchos de ellos realizan actividades 
peligrosas. De modo similar, cerca del 60% de 
los niños y niñas, entre 5 y 13 años, que realizan 
trabajo infantil en Brasil son afrodescendientes.
Además, en la mayoría de los países de la región 
se constata una concentración en determinadas 
regiones al interior de los países. En Perú, 
las regiones que presentan mayores tasas de 
trabajo infantil son Huancavelica (79%), Puno 
(69%), Huánuco (65%), Amazonas (64%) y Pasco 
(50%) (MINTRA, 2015). En Brasil, los estados de 
Bahia, Minas Gerais, Pará y São Paulo son los 
que concentran mayor cantidad de niños, niñas 
y adolescentes en situación de trabajo infantil 
(SAGI, 2015).
En Brasil, por su parte, cerca 
de 214.000 niños, niñas y 
adolescentes se dedican 
al trabajo doméstico y, de 
ellos, el 94,2% son mujeres, 
proporción que se mantiene 
entre los adultos y marca 
la fuerte división de género 
en esta ocupación (CEPAL, 
2016a). Esta situación genera 
una doble desventaja, ya que 
muchas de ellas además de 
efectuar trabajos domésticos 
asalariados, tienen que 
realizar las tareas domésticas 
en sus propios hogares.
El trabajo infantil y adolescente en América Latina y el Caribe 
21
Una quinta característica común es que, en gran parte de los países, los niños, niñas y adolescentes no 
reciben remuneración alguna y aquellos que perciben algún salario, se sitúan muy por debajo de los 
niveles legalmente establecidos. En Colombia, por ejemplo, el 56,2% de niños, niñas y adolescentes 
trabajadores no recibían remuneración en 2017. En Ecuador, apenas el 30,5% declara que recibe 
ingresos por su trabajo. En Costa Rica, el 20,9% de las niñas y adolescentes mujeres ocupadas recibe 
un pago en especie por su trabajo. En Uruguay, por su parte, la mayoría recibe ingresos de forma 
monetaria a cambio de su trabajo, que representa menos del 9% del ingreso total de los hogares. 
Finalmente, en América Latina y el Caribe, el trabajo infantil y adolescente se concentra en las edades 
más tardías, en general entre los 15 y 17 años, característica que difiere a las constatadas en otras 
regiones del mundo. En efecto, según el último informe Estimaciones mundiales sobre el trabajo 
infantil, preparado por la OIT (2017), en el mundo, los niños y niñas de 5 a 11 años constituyen el 48% 
del total de niños y niñas en situaciónde trabajo infantil, cifra que en las Américas8 ronda el 37%.
En síntesis, el ritmo del progreso y los indicadores alcanzados generan preocupación respecto a la 
posibilidad de cumplir con las metas y compromisos nacionales e internacionales, entre los que se 
destaca la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Para alcanzar la ambiciosa meta de eliminar 
todas las formas de trabajo infantil hacia 2025, se requiere acción en varios frentes, incluida la 
reducción de la pobreza, la mejoría del acceso, retención, pertinencia y calidad de la educación, la 
generación de oportunidades de trabajo decente para los miembros adultos de la familia (hombres, 
mujeres y jóvenes en edad de trabajar), la promoción de la igualdad de género, el fortalecimiento de 
políticas de protección social, entre otras, con especial atención a las poblaciones más vulnerables 
al trabajo infantil, considerando las dimensiones territoriales, de género y étnico-raciales.
8 Incluye los países de América Latina, el Caribe, los Estados Unidos y Canadá. Para mayor detalle de los países 
considerados, ver: OIT. (2017). Estimaciones mundiales sobre el trabajo infantil: Resultados y tendencias 2012-2016.
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
22
FACTORES ASOCIADOS 
AL TRABAJO INFANTIL 
Y ADOLESCENTE
2
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
A continuación, se presentan las principales dimensiones de análisis que surgen de la revisión de la 
literatura para explicar el fenómeno del trabajo infantil. 
La información se estructura en dos apartados (ver Gráfico No.1). En primer lugar, se exponen los 
factores asociados al contexto en el que viven los niños, niñas, adolescentes y sus familias, y cómo 
estos afectan la decisión de incorporarles al mercado laboral. Dentro del contexto, se diferencia entre 
el contexto macroeconómico, sectores económicos, institucionalidad y las políticas públicas que se 
implementan. 
En segundo lugar, se muestran los factores familiares e individuales, a saber, las características de los 
padres, madres, niños y niñas y su condición socioeconómica, que ayudan a explicar la persistencia 
del fenómeno.
Gráfico No. 1
Factores asociados al trabajo infantil
TRABAJO
INFANTIL
Factores asociados 
al contexto
Contexto
macroeconómico
Sectores económicos
y mercado del trabajo local
Institucionalidad
Políticas públicas
Pobreza y 
vulnerabilidad
Características de la
familia y del hogar
Características
individuales
Factores asociados de 
carácter familiar e 
individual
Fuente: Elaboración propia.
23
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
24
2.1 Factores asociados al contexto
A. Contexto macroeconómico
Son varios los factores económicos que se asocian al incremento o disminución del trabajo infantil. 
Aspectos como el Producto Interno Bruto (PIB) y PIB per cápita del país, el salario mínimo y su 
capacidad de cubrir los costos de vida (salario crítico), las crisis económicas, el desempleo, la 
preponderancia de ciertos sectores económicos y su dinamismo, el grado de formalidad del mercado 
de trabajo y el incremento de la demanda de mano de obra calificada, inciden en la decisión de las 
familias de incorporar a sus hijos e hijas al mercado laboral o, por el contrario, de mantenerlos 
escolarizados. 
Gran parte de la literatura evidencia que el trabajo 
infantil es un mecanismo de amortiguación de las 
familias ante las crisis económicas. Los estudios 
realizados en Camboya y Tanzania revelan que una 
proporción sustancialmente más elevada de niños 
y niñas trabaja en los pueblos expuestos a choques 
económicos de origen agrícola, como la sequía, 
las inundaciones y las malas cosechas (Guarcello 
et al., 2008; Beegle et al., 2003; en OIT, 2013). Otro 
estudio que analiza la incidencia de la contracción 
económica de Venezuela, durante el período 2002-
2003, reveló que la proporción de niños y niñas en 
el mercado de trabajo prácticamente se había 
duplicado mientras caía el PIB, y que luego esta 
proporción disminuía con la recuperación de la 
economía (Blanco y Valdivia, 2006; en OIT, 2013).
En la misma línea, un estudio realizado en las 
zonas urbanas de Brasil reveló que el incremento 
en el desempleo de los adultos tiene un efecto 
considerable sobre la probabilidad de que los 
niños y niñas abandonen la escuela y empiecen a 
trabajar (Duryea et al., 2007; en OIT, 2013).
Gran parte de la literatura 
evidencia que el trabajo 
infantil es un mecanismo de 
amortiguación de las familias 
ante las crisis económicas. 
Los estudios realizados 
en Camboya y Tanzania 
revelan que una proporción 
sustancialmente más elevada 
de niños y niñas trabaja 
en los pueblos expuestos 
a choques económicos de 
origen agrícola, como la 
sequía, las inundaciones y las 
malas cosechas.
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
25
Las restricciones de acceso al crédito presionan hacia un mayor trabajo infantil al interferir en la 
capacidad de los padres para hacer intercambios entre ingreso actual y futuro (Acevedo et al., 2011; 
Brown, 2002). En un escenario de acceso al crédito, ante variaciones en los ingresos, las familias 
pueden hacer uso de sus expectativas de ingresos futuros y así moderar la restricción en el consumo 
a lo largo del tiempo. Cuando las familias tienen restricciones de acceso al crédito, deben echar 
mano a sus activos actuales y reemplazar el retorno futuro que significa la educación de niños y 
niñas, por las restricciones actuales. 
Dehejia y Gatti (2002) testean esta hipótesis tomando una muestra en 172 países y encuentran que 
hay una relación negativa y significativa entre el trabajo infantil y las restricciones en el crédito, siendo 
mayor en los países de menores ingresos. Medida por la relevancia del crédito en el PIB nacional, 
el aumento en una desviación estándar en la proporción del crédito en el PIB está relacionada con 
una disminución de 10% en la desviación estándar del trabajo infantil. Del mismo modo, el acceso al 
crédito mitiga el incremento en el trabajo infantil en contextos de variaciones o choques en el ingreso 
familiar (Beegle, Dehejia y Gatti, 2003; en Acevedo et al., 2011).
De modo contrario, el crecimiento económico, medido por el incremento en el PIB y el PIB per cápita, 
se relaciona con la disminución del trabajo infantil. El análisis realizado por la OIT en cuatro países 
de la región, para las edades entre 12 y 14 años, durante el período 2001-2007, muestra una fuerte 
correlación inversa entre ambos fenómenos: un coeficiente de -0,83 en Colombia; -0,73 en Brasil; 
-0,51 en Costa Rica; y -0,47 en Honduras. En el mismo informe se realiza un análisis de la elasticidad 
del trabajo infantil en relación a las fluctuaciones en la economía. El resultado para estos países 
es de -0,13 cuando se utiliza el PIB per cápita (es decir, que por cada aumento de 1% en el PIB per 
cápita, la tasa de actividad o participación de este grupo de población se reduce en 0,13 puntos 
porcentuales) y de -0,08 con el PIB total (OIT, 2009).
El análisis de datos realizado por Sauma (OIT, 2015), indica que los casos de Chile, Panamá, Perú, 
Bolivia y Guatemala constituyen la excepción a la relación descrita. Chile y Panamá, ambos países 
con la menor tasa de trabajo infantil en el año 2002, a pesar de sostener un crecimiento económico 
alto, no lograron disminuciones significativas hacia 2012, lo cual podría reflejar, según el autor, que a 
menores niveles de trabajo infantil, el crecimiento económico tiene menos impacto en su reducción.
Del mismo modo, Bolivia y Perú tuvieron un crecimiento económico alto, pero no lograron reducir 
su tasa de trabajo infantil. Guatemala, por el contrario, tuvo un bajo crecimiento económico y logró 
una modesta reducción de trabajo infantil. Los tres países mostraban las mayores tasas de trabajo 
infantil al inicio del período de medición.
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
26
B. Sectores económicos y mercado de trabajo local
Como se vioanteriormente, el fenómeno del trabajo infantil se relaciona estrechamente con 
la evolución de la economía en los países y, de manera más específica, con las dinámicas y 
características de las economías locales donde habitan las familias. La dinámica económica a nivel 
local y las características del mercado de trabajo inciden; por un lado, en la oferta de empleo, calidad 
del mismo y en los salarios y; por otro lado, en la valoración subjetiva de la educación según el 
retorno que signifique en el mercado de trabajo local. 
El mayor nivel de informalidad del mercado laboral se vincula con la mayor incidencia del trabajo 
infantil. El análisis regional realizado por Sauma (OIT, 2015) encuentra una fuerte correlación positiva 
entre ambas dimensiones, es decir, que mayores niveles de informalidad corresponden con mayores 
tasas de trabajo infantil.
Además, hay sectores económicos con mayor prevalencia de trabajo infantil. Según el informe 
Estimaciones mundiales sobre el trabajo infantil de la OIT (2017), el sector de la agricultura 
-que comprende la pesca, la silvicultura, la agricultura de subsistencia y comercial, la ganadería y 
la acuicultura- es el sector en el que los adolescentes que trabajan tienen más probabilidades de 
realizar trabajos peligrosos y es donde se concentra mayormente el trabajo infantil. En las Américas, 
5,5 millones (52%) de niños, niñas y adolescentes trabajan en la agricultura (OIT, 2017).
Diversos estudios señalan que la zona donde habitan los niños, niñas, adolescentes y sus familias, 
repercute en la probabilidad de que ingresen en el mercado laboral. Los análisis en Nicaragua 
(Bonilla, 2010) muestran que los hogares de zonas urbanas con jefes de hogar económicamente 
activos reducen la probabilidad de trabajo infantil en un 49%, en relación a jefes activos de la zona 
rural. Un estudio en Ecuador (Villazhañay y Narváez, 2014) destaca que los niños y niñas residentes en 
áreas urbanas incrementan en 4.94 puntos porcentuales sus posibilidades de estudiar y no trabajar. 
Sumado a los movimientos en la economía, la valoración del capital humano calificado por parte 
del mercado de trabajo local incide en la decisión de las familias de mantener a sus hijas e hijos en 
la escuela o incorporarlos al trabajo. En el mismo informe (OIT, 2015), el aumento de la demanda 
de trabajadores calificados está asociado a una mayor escolarización de los niños y niñas y a una 
reducción del trabajo infantil, puesto que aumentan los beneficios futuros asociados a la educación. 
El crecimiento de la industria tecnológica en la India, la cual demandó fuerza de trabajo altamente 
calificada, incidió en la valoración de la educación. Los distritos que registraron el más alto índice de 
creación de empresas y empleos en el sector de servicios de tecnologías también experimentaron 
un mayor incremento en la matrícula escolar, lo cual se relaciona estrechamente con la disminución 
del trabajo infantil. 
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
27
De este modo, como señala el informe, “en los países donde hay pocas oportunidades de trabajo 
decente que exija competencias avanzadas y donde, por lo tanto, los beneficios de la educación son 
limitados, los padres tienen menos razones para posponer la entrada de sus hijos e hijas en el mundo 
del trabajo e incurrir en los gastos asociados a su escolarización” (OIT, 2015: xix).
C. Institucionalidad 
Parte importante de los esfuerzos de los organismos internacionales comprometidos con la 
prevención y erradicación del trabajo infantil ha consistido en generar acuerdos y normas que 
permitan definirlo y en establecer prioridades para la acción política de los países. Tres importantes 
instrumentos internacionales –la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño9, 
el Convenio OIT núm. 138 sobre la Edad Mínima10 y el Convenio OIT núm. 182 sobre Erradicación de 
las Peores Formas de Trabajo Infantil11– establecen en conjunto los límites legales del trabajo infantil 
y proporcionan la base jurídica de las medidas que pueden adoptarse a nivel nacional e internacional 
para avanzar en su prevención y erradicación (OIT, 2015). 
La mayoría de los países de América Latina y el Caribe han ratificado estos instrumentos y han 
aplicado una serie de cláusulas de flexibilidad contenidas en ellos, relativas al ámbito de aplicación, 
la determinación del organismo fiscalizador, la fijación de una edad mínima, entre otras, que inciden 
de diferente manera en la institucionalidad y el carácter de las medidas legislativas y de políticas 
aplicadas. 
Por ejemplo, en la mayoría de los países de la región, las instituciones encargadas de fiscalizar el 
trabajo infantil y adolescente son los Ministerios de Trabajo. Por otro lado, los planes de prevención 
y erradicación del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente permitido han sido elaborados 
por comisiones nacionales especializadas en el tema, lideradas por los Ministerios de Trabajo en 
asocio con Ministerios de Desarrollo Social/Protección Social o entes rectores en políticas de infancia 
y familia. Varios países de la región incorporan el tema de trabajo infantil entre los lineamientos, 
estrategias o líneas de acción de Planes Nacionales de Desarrollo y/o Planes Nacionales de Infancia 
y Adolescencia. Cabe indicar que de manera complementaria a las políticas generales sobre 
prevención y erradicación del trabajo infantil, algunos países han aprobado instrumentos para 
temáticas específicas como explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes, trata de 
personas menores de edad y trabajo doméstico infantil.
9 Ver: http://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf
10 Ver: http://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_ILO_CODE:C138
11 Ver: http://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_ILO_CODE:C182
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
28 29
Cuadro No. 3
Políticas, estrategias y planes nacionales contra el trabajo infantil y sus peores formas 
en América Latina y el Caribe (Período 2000–2030)
1 Países que han incluido el tema de trabajo infantil en su Plan Nacional de Desarrollo 
Plan Nacional sobre Trabajo 
Infantil / Hoja de rutaa / 
Estrategiasb / Líneas de políticac
Plan Nacional por los 
Derechos de los Niños, 
Niñas y Adolescentes 
Plan Nacional para Prevenir 
y Eliminar la Explotación 
Sexuala / Tratab / Trabajo 
Forzosoc
Fuente: R. Cheng. Actualización a mayo 2018.
País 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025 2026 2027 2028 2029 2030
Argentina
2006-2010 2011-2015 2018-2022
 2012-2015
Bahamas Información no disponible
Barbados Información no disponible
Bolivia1
2000-2010 2011-2014
2006-2008
Brasil1
2004-2007 2011-2015
2011-2020
Chile
2001-2010 2015-2025b
2012-2014a
2012-2025
Colombia1
2000-2002 2003-2006 2008-2015b 2017-2027c
2006-2011a
2009-2019
Costa Rica
1998-2002 2005-2010 2011-2014a 2015-2018a
2008-2010a
2011-2021
Cuba Información no disponible
Ecuador1
2005... 2008-2013
2006...a y b
2004-2014
El Salvador1
2006-2009 2011-2012a 2015-2017a
2001-2004a
2013-2023
Granada Información no disponible
Guatemala1
2000-2004 2005... 2010-2012a 2013-2015a 2016-2020a
 2004-2015
Plan Trienal para la Erradicación 
Progresiva del Trabajo Infantil
Plan de Acción sobre Trabajo Infantil 
Doméstico
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
30 31
País 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025 2026 2027 2028 2029 2030
Guyana 2005...
Haití1 Información no disponible
Honduras
2001-2006 2012-2014a 2016-2020a
2006-2011a
Jamaica 2004...
México1 2013-2018
Nicaragua1
2001-2005
2003-2008a
Panamá
2007-2011 2011-2013a 2015a 2016-2019a2008-2010a
Paraguay1
2003-2008a 2010-2015b
2005-2008a 2012-2017
2003-2013
Perú1
2003-2011b 2012-2021b
2007...c 2013-2017c 2017-2021b
2002-2010 2012-2021
República 
Dominicana1
2006-2016
2010-2012a 2013-2015a
2006-2016a
Santa Lucía Información no disponible
Surinam 2013...
Trinidad
y Tobago 2007-2010
Uruguay
2003-2005
2010-2030
Venezuela 2004...
1 Países que han incluido el tema de trabajo infantil en su Plan Nacional de Desarrollo 
Plan Nacional sobre Trabajo 
Infantil / Hoja de rutaa / 
Estrategiasb / Líneas de políticac
Plan Nacional por los 
Derechos de los Niños, 
Niñas y Adolescentes 
Plan Nacional para Prevenir 
y Eliminar la Explotación 
Sexuala / Tratab / Trabajo 
Forzosoc
Fuente: R. Cheng. Actualización a mayo 2018.
Plan Trienal para la Erradicación 
Progresiva del Trabajo Infantil
Plan de Acción sobre Trabajo Infantil 
Doméstico
Cuadro No. 3
Políticas, estrategias y planes nacionales contra el trabajo infantil y sus peores formas 
en América Latina y el Caribe (Período 2000–2030)
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
32
En los últimos años destaca el esfuerzo por articular los planes específicos sobre trabajo infantil y 
adolescente con otros planes existentes de amplio alcance -principalmente de infancia, lucha contra 
la pobreza, desarrollo e inclusión social y educación-; con diferentes reparticiones del Estado, como 
el caso de la Estrategia Nacional de Erradicación del Trabajo Infantil en Colombia, que vincula al 
Ministerio de la Protección Social, al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, al Ministerio de 
Educación Nacional y al Departamento Nacional de Planeación; y con la oferta e instrumentos de 
protección social para potenciar las metas de erradicación del trabajo infantil, como en el caso de 
Brasil, la integración del Programa de Erradicación del Trabajo Infantil (PETI) en el Bolsa Familia 
(IPEC, 2007; DNP, s/f).
Por otra parte, la fijación de edades mínimas legales para trabajar, que forma parte de la legislación 
nacional, es una herramienta importante para salvaguardar los derechos de los niños, niñas y 
adolescentes (UNICEF, 2016). En relación con la edad mínima de admisión al empleo, el Convenio 
OIT núm. 138 indica que no deberá ser inferior a la edad en que cesa la obligación escolar, o en todo 
caso, a 15 años. No obstante, el mismo Convenio contiene una cláusula de flexibilidad que establece 
que aquellos países cuya economía y medios de educación estén insuficientemente desarrollados 
podrán especificar inicialmente una edad mínima de 14 años, previa consulta con las organizaciones 
de empleadores y de trabajadores interesadas, si tales organizaciones existen. 
En la región se han fijado edades mínimas de admisión al empleo que varían entre los países, 
estas van desde los 10 años en Bolivia hasta los 16 años en Argentina, Barbados, Brasil, Granada y 
Trinidad y Tobago. En la mayoría de los países, la edad mínima se encuentra entre los 14 y 15 años de 
edad, como se muestra en el siguiente cuadro.
Cuadro No. 4
América Latina y el Caribe (28 países): 
Edades mínimas generales de admisión al empleo, según país
País Edad mínima (a)
Argentina 16 años
Bahamas 14 años 
Barbados 16 años 
Bolivia (Est. Plurinacional de) 10 años (b)
Brasil 16 años (c)
Chile 15 años
Colombia 15 años
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
33
País Edad mínima (a)
Costa Rica 15 años
Cuba 15 años
Ecuador 14 años
El Salvador 14 años
Granada 16 años
Guatemala 14 años
Guyana 15 años 
Haití 14 años 
Honduras 14 años
Jamaica 15 años 
México 15 años
Nicaragua 14 años
Panamá 14 años
Paraguay 14 años
Perú 14 años
República Dominicana 14 años
Santa Lucía 14 años 
Surinam 16 años 
Trinidad y Tobago 16 años
Uruguay 15 años
Venezuela (Rep. Bolivariana de) 14 años
Fuente: Elaboración propia en base a OIT, 2016.
a) Existen algunos países (Ej. Brasil, Costa Rica y República Dominicana) que permiten trabajar antes de la edad mínima 
general para promover el entrenamiento vocacional.
b) De acuerdo a la modificatoria del Código del Niño, Niña y Adolescente, artículo 129. Julio, 2014.
c) Según la legislación brasileña, la edad mínima para ingresar al trabajo o al empleo es de 16 años, salvo en la condición 
de aprendiz a partir de los 14 años.
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
34
Además, el Convenio OIT núm. 138 también reconoce una edad mínima para el trabajo ligero, que no 
interfiera con la educación del niño o niña, y para los trabajos peligrosos. En relación con el trabajo 
ligero, todos los países de la región tienen una edad alineada con la declarada para trabajar. Con 
respecto a los trabajos peligrosos, todos de los países de América Latina y el Caribe, en línea con el 
Convenio OIT núm. 182, han fijado en 18 años la edad mínima para los trabajos peligrosos.
Asimismo, otro elemento importante en la protección del niño, niña y adolescente es establecer una 
edad mínima para finalizar la escolaridad obligatoria o un nivel educativo de enseñanza obligatoria12. 
En toda la región, la edad mínima para culminar la escolaridad obligatoria tiene un rango muy amplio, 
entre 14 y 18 años de edad, y en muchos países no se establecen claramente las edades; en lugar 
de ello, se refieren a niveles de escolarización o años de estudio obligatorio (UNICEF, 2016). En lo 
referente a este último indicador, en la región se observa que los años de estudio varían entre los 6 
años de estudio obligatorio en Nicaragua, hasta los 15 años de Ecuador y Venezuela.
Cuadro No. 5
América Latina y el Caribe (26 países): 
Edades mínimas y años de educación obligatoria, según país
País Edad mínima para finalizar la escolaridad obligatoria
Años de estudio 
obligatorios
Argentina 18 años 13 años
Bahamas 16 años 11 años
Bolivia (Est. Plurinacional de) 18 años 14 años
Brasil 17 años 14 años
Cuba 15 años 9 años
Chile - 12 años
Colombia - 10 años
Costa Rica - 10 años
Ecuador 17 años 15 años
El Salvador - 9 años
Granada 16 años 9 años
Guatemala 15 años 10 años
Guyana 14 años 9 años
12 A pesar de esto, las normas internacionales no proporcionan orientación explícita sobre el nivel ni la edad adecuada 
en que los niños, niñas y adolescentes deben estar en la escuela.
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
35
País Edad mínima para finalizar la escolaridad obligatoria
Años de estudio 
obligatorios
Haití 15 años -
Honduras - 9 años
Jamaica - -
México 18 años 14 años
Nicaragua - 6 años
Panamá 15 años 11 años
Paraguay - 9 años
Perú 16 años 12 años
República Dominicana - 9 años
Santa Lucía 15 años 10 años
Trinidad y Tobago 12 años 6 años
Uruguay - 14 años
Venezuela (Rep. Bolivariana de) 16 años 15 años
Fuente: Elaboración propia en base a UNICEF, 2016; UNESCO/UIS, 2016; UNESCO, 2011; Education Act.
La evidencia acumulada da cuenta de los impactos de tales estrategias y sus limitaciones. En el 
caso de Brasil, Ferro y Kassouf (2005) analizan el impacto de la legislación (aprobada en 1998) y 
encuentran disminuciones en el trabajo infantil estadísticamente significativas para hombres y 
mujeres en sectores urbanos y rurales, producto de dicha legislación. 
Por el contrario, un estudio de Edmonds y Shrestha (2012) en 59 países muestra que menos del 
1% de la variación en el trabajo infantil remunerado puede ser explicado por las implicancias de la 
regulación. En contraste, las características del hogar explican el 63% de la variación de la participación 
infantil en el trabajo remunerado. Sin duda, las leyes y acciones que se orienten a regular el trabajo 
infantil son necesarias, pero no suficientes. Este hallazgo reafirma que es necesario avanzar hacia 
estrategias de intervención articuladas, que incidan mayoritariamente en el bienestar de las familias.
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
36
D. Políticas públicas
El Informe mundial de OIT sobre trabajo infantil 201313 señala dos tipos de políticas como las 
más eficaces en la reduccióndel trabajo infantil: las políticas de protección social y las políticas 
educativas. Por un lado, las políticas de protección social aminoran la probabilidad de que las familias 
tengan que recurrir al trabajo infantil como estrategia de sobrevivencia ante choques económicos 
o vulnerabilidades en el ciclo de vida. Por otro lado, la existencia de oferta educativa gratuita, de 
calidad, valorada y pertinente, incide en la decisión de las familias de invertir en la educación de sus 
hijos e hijas como una alternativa al trabajo infantil (OIT, 2013; OIT-MINTRAB, 2016; Kumari, 2013; 
Sauma, 2015). 
Los programas de transferencias monetarias condicionadas y no condicionadas se han establecido 
como el esquema central de las políticas de combate a la pobreza y como un importante instrumento 
de protección social en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe. A la fecha, 20 países 
de la región14 tienen al menos un programa que sigue este esquema, con una cobertura cercana al 
21,5% en 2013 de acuerdo con estimaciones de la CEPAL (CEPAL, 2016b). 
Estos programas han mostrado resultados positivos en amortiguar el efecto de las perturbaciones 
económicas de los hogares, la reducción de la participación de los niños, niñas y adolescentes en el 
trabajo infantil, las horas trabajadas, y en el incremento de la escolaridad (Hoop y Rosati, 2014). Por 
ejemplo, en Panamá, los beneficiarios indígenas entre 12 y 15 años tuvieron una reducción de casi un 
16% en el trabajo infantil y un aumento de casi un 8% en la matrícula escolar primaria en las zonas 
indígenas (UNICEF, 2015a). En el caso de Brasil, Cardoso y Souza (2004; en UCW, 2011) encuentran 
que los niños, niñas y adolescentes de hogares que reciben transferencias condicionadas en efectivo 
tienen 4% más de probabilidades de asistir a la escuela, que aquellos que no las reciben. Cabe 
destacar que el impacto del programa es más fuerte para la educación primaria y decae a lo largo 
del ciclo educativo. 
13 Ver: http://www.ilo.org/ipec/Informationresources/WCMS_211966/lang--es/index.htm
14 Argentina, Belice, Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, 
Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Trinidad y Tobago, y 
Uruguay.
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
37
Cuadro No. 6
Programas públicos seleccionados por su impacto en el trabajo infantil
Programa Impacto en la reducción del trabajo infantil
Impacto en la 
educación
Año de 
evaluación
Familias por la 
Inclusión Social-
Argentina
Sí
Desincentivó la participación 
laboral de los/as adolescentes 
y redujo levemente la 
participación de niños y niñas 
de 3 a 13 años en actividades 
laborales. 
-- 2006
Ampliación de 
Cobertura de 
la Educación 
Secundaria 
(PACES)-
Colombia 
Sí
Redujo las horas trabajadas 
por las niñas en 1,5 horas por 
semana.
Aumentó el 
rendimiento escolar 
y el desempeño en 
las pruebas, así 
como la tasa de 
finalización de la 
secundaria.
2002
2013
Familias en 
Acción-Colombia Sí
Redujo la participación de 
niños y niñas de 10 a 17 años 
en actividades económicas 
remuneradas en zonas rurales 
y urbanas (a excepción del 
grupo de 14 a 17 años en zonas 
rurales). Redujo las tareas 
domésticas.
--
2007
2010
2012
2013
Eliminación del 
Trabajo Infantil 
(PETI)-Brasil
Sí
Redujo el trabajo infantil en 5 y 
25 puntos porcentuales según la 
región; asociado a la extensión 
de la jornada escolar.
--
2002
2007
2013
Bolsa Familia-
Brasil Sí
Redujo 2% del trabajo infantil en 
la población de 5 a 17 años. 
Redujo las horas dedicadas a 
tareas domésticas en 4,5 horas 
por semana.
Retrasó en 10 meses la entrada 
al mercado laboral de niños y 
adolescentes varones.
--
2009
2013
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
38
Programa Impacto en la reducción del trabajo infantil
Impacto en la 
educación
Año de 
evaluación
Esquema Social 
de Pensiones-
Brasil
Sí
El beneficio de pensión recibido 
por adultas mayores redujo la 
participación de niños y niñas 
en actividades remuneradas. 
El beneficio de 
pensión recibido 
por adultas 
mayores aumentó 
la asistencia 
escolar en la 
población de 10 a 
14 años.
2008
2013
Bono de 
Desarrollo 
Humano-Ecuador
Sí Redujo la tasa de participación en actividades económicas.
Aumentó la tasa de 
matriculación.
2006
2011
Asignación Social 
II (PRAF-II)-
Honduras
No
No hubo evidencias de impacto en la reducción 
del trabajo infantil ni en la tasa de matriculación o 
permanencia escolar.
2006
2013
Avances a través 
de la Salud y 
la Educación 
(PATH)-Jamaica
No
No hubo evidencias de impacto en la reducción 
del trabajo infantil ni en la tasa de matriculación o 
permanencia escolar.
2013
Desarrollo 
Humano 
Oportunidades / 
Prospera-México
Sí
Redujo un 8% la participación 
de niños, entre 12 y 14 años, en 
actividades económicas durante 
el 1er año; 14% en el 2do año; 
en mujeres de 15 a 18 años, la 
reducción fue de 11% en el 1er 
año. 
--
2001
2007
2010
Red de Protección 
Social-Nicaragua Sí
Aumentó la matrícula escolar y 
permanencia hasta 6º grado en 
niños de 7 a 13 años. 
--
2005
2013
Cuadro No. 6
Programas públicos seleccionados por su impacto en el trabajo infantil
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
39
Programa Impacto en la reducción del trabajo infantil
Impacto en la 
educación
Año de 
evaluación
Proyecto 
TEKOPORA-
Paraguay
Sí --
Aumentó las 
probabilidades de 
permanencia en 
el sistema escolar 
para las familias en 
extrema pobreza.
2008
Juntos-Perú Sí
Redujo la incidencia de trabajo 
infantil. Beneficiarios obtuvieron 
35,5% menos de probabilidad 
de realizar actividades 
remuneradas fuera del hogar. 
No promovió la 
escolarización en 
sí misma porque 
la mayoría de 
beneficiarios 
estudiaban.
2009
2011
Capacitación 
Laboral para 
Jóvenes-Projoven 
-Perú
No
La tasa total de colocación o inserción laboral de la 
población que recibió la capacitación vocacional fue 
de 11%. 
2006
2011
Plan Nacional de 
Atención a Crisis 
(PANES)-Uruguay
No
No hubo evidencias de impacto en la reducción 
del trabajo infantil ni en la tasa de matriculación o 
permanencia escolar.
2008
2013
Fuente: OIT/Cheng, 2015.
Sin embargo, en ninguna parte logran la erradicación del trabajo infantil, lo cual indica que por 
sí mismas no constituyen una respuesta política suficiente (OIT, 2013). Según Sauma (OIT, 2015), 
otros factores como el porcentaje que representa la transferencia en el ingreso familiar, el nivel 
educativo de los padres y madres de familia, las condiciones de acceso y calidad de la educación, la 
disponibilidad de servicios de reforzamiento escolar, recreación y descanso para la población que 
estudia y trabaja, influyen en el nivel de efectividad de estos programas.
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
40
Los estudios que han evaluado los efectos de 
los programas de transferencias monetarias en 
la reducción del trabajo infantil señalan que son 
más efectivas cuando se focalizan en la población 
más pobre y cuando se asocian a alguna oferta 
programática, por ejemplo, a la asistencia a la 
escuela o a controles de salud, siempre y cuando 
existan servicios disponibles para las familias. 
El Programa de Erradicación del Trabajo Infantil 
en Brasil (PETI), articulado con el programa de 
transferencias Bolsa Familia, que comprendía un 
programa obligatorio de clases extraescolares 
que duplicaban la duración de la jornada escolar 
de los niños, redujo el trabajo infantil en 5 puntos 
porcentuales en el distrito de Pernambuco y en 25 
puntos porcentuales en el distrito de Bahia (Yap et
al., 2002; en OIT, 2013). 
De modo contrario, algunos estudios sugieren que las transferencias son menos efectivas cuando se 
invierten en actividades productivas, debido a que estas inversiones favorecen la participación de los 
niños, niñas y adolescentes en el trabajo familiar(OIT, 2013). La evaluación del programa Atención 
a la Crisis de Nicaragua, por ejemplo, que consideraba la subvención para inversiones productivas, 
señaló que este elemento adicional disminuyó considerablemente el impacto del programa sobre el 
trabajo infantil (Del Carpio y Loayza, 2012; en OIT, 2013).
Otras políticas de protección social que inciden en la disminución del trabajo infantil son aquellas 
que permiten amortiguar la vulnerabilidad durante el ciclo de vida. Por ejemplo, seguros ante 
enfermedad, seguridad de ingreso en la vejez, políticas de protección al desempleo, y políticas de 
discapacidad. Tal como se explicitará más adelante, a nivel de los hogares la presencia de personas 
enfermas en la familia, personas de la tercera edad o personas con discapacidad, incrementan las 
probabilidades del trabajo infantil, especialmente para las niñas y adolescentes mujeres, quienes se 
hacen cargo en mayor medida de labores de cuidado al interior del hogar. 
Los datos disponibles para Guatemala y Pakistán (OIT, 2013) indican que el hecho de proporcionar a 
las familias un seguro de salud puede reducir la dependencia del trabajo infantil. En la misma línea, 
los estudios realizados en Zambia y Togo demuestran la existencia de hogares que responden a los 
problemas de salud enviando a sus hijos e hijas a trabajar (OIT, 2013).
Además, los estudios realizados en Nepal, Bangladesh y la Provincia Gansu en China (OIT, 2013) 
han revelado que los niños y niñas de hogares con adultos enfermos o con discapacidades, o que no 
tienen trabajo, tienen más posibilidades de verse obligados a trabajar, ya sea fuera del hogar o en 
Otras políticas de protección 
social que inciden en la 
disminución del trabajo 
infantil son aquellas que 
permiten amortiguar la 
vulnerabilidad durante el 
ciclo de vida. Por ejemplo, 
seguros ante enfermedad, 
seguridad de ingreso en la 
vejez, políticas de protección 
al desempleo, y políticas de 
discapacidad. 
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
41
tareas domésticas. En los hogares multigeneracionales, comunes en América Latina y el Caribe, el 
ingreso seguro en la vejez puede significar estabilidad económica para el hogar en su conjunto y; de 
esta manera, reducir la probabilidad de que los niños y niñas sean enviados a trabajar. 
En cuanto a las políticas educativas, existe abundante evidencia que da cuenta de la relación inversa 
entre asistencia escolar y trabajo infantil, principalmente en los países de bajos ingresos (Fallon y 
Tzannatos, 1998; en Acevedo et al., 2011), siendo una dimensión clave en prevención y erradicación 
del trabajo infantil. 
Para que las políticas educativas tengan incidencia en la disminución del trabajo infantil es clave que 
la oferta educativa esté cercana a las familias. Los estudios de caso en India, donde se incrementó 
la valoración de la educación por un aumento de la tecnología en el mercado local y en la demanda 
de mano de obra calificada, muestran que el impacto de estas transformaciones en el trabajo infantil 
depende de la disponibilidad de escuelas en la zona (OIT, 2015). De todos modos, la oferta por sí 
misma no asegura la disminución del trabajo infantil mientras no exista un reconocimiento del 
valor de la educación para mejorar las condiciones de vida. Según Canagarajah y Coulombe (1997; 
en Acevedo et al., 2011), la débil relevancia de la educación en los países ha presionado la entrada de 
los niños, niñas y adolescentes al mercado del trabajo. 
Por otro lado, la literatura destaca los altos costos de la educación y la baja calidad como uno de los 
principales determinantes de las decisiones del hogar sobre enviar a los niños y niñas a la escuela o 
al mercado laboral (Jensen y Nielsen, 1997; Canagarajah y Coulombe, 1997; en Acevedo et al., 2011). 
En efecto, el gasto per cápita de los países en educación puede dar una imagen de la relevancia que 
le asignan los Estados a esta. Sauma (OIT, 2015) encuentra que los países con mayor gasto per cápita 
en educación tienen menor incidencia del trabajo infantil y viceversa.
Mejorar la educación secundaria y profesional e incrementar su pertinencia y relevancia en los 
mercados locales, podría incrementar la valoración de los padres por la educación de sus hijos e 
hijas y disminuir la prevalencia del trabajo infantil, a la vez que mejoraría las condiciones del empleo 
juvenil. De este modo, políticas educacionales que aseguren la disponibilidad de oferta educativa de 
calidad, pertinente y articulada a las demandas locales, tienen altas probabilidades de incidir en la 
disminución del trabajo infantil.
Finalmente, se considera que los órganos nacionales y locales tienen una amplia gama de instrumentos 
públicos, de protección social y educativos, para operacionalizar sus metas de eliminación del trabajo 
infantil: “El desafío consiste en articular de forma coherente estos programas con las políticas de 
reducción del trabajo infantil, que incluyen el mejoramiento de los mecanismos de identificación 
de la población; la coordinación y gestión inter e intra institucional; la inversión en infraestructura 
y condiciones de acceso al sistema escolar; así como la implementación de estrategias educativas 
innovadoras que mejoren el desempeño escolar, la pertinencia de los contenidos y el uso del tiempo 
libre para la recreación y el desarrollo personal" (OIT-MINTRAB, 2016, p.20).
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
42
2.2 Factores asociados de carácter familiar e individual
A. Pobreza y vulnerabilidad
El discurso académico y político, respecto al trabajo infantil, se ha centrado en las variables de ingreso 
y pobreza para explicar el fenómeno. A la fecha, un gran número de investigaciones comprueban la 
influencia de la pobreza familiar por ingresos en la decisión de que niños, niñas y adolescentes 
ingresen al mercado laboral. A su vez, algunas investigaciones muestran cómo tal relación se 
modifica, e incluso en casos particulares se revierte, según su interacción con otros factores. En 
efecto, un trabajo clave en esta discusión es el realizado por Basu y Van (1998), quienes desarrollan 
la hipótesis “Luxury axiom”. Esta premisa señala que para todos los hogares existe un salario crítico 
que determina si el hogar enviará o no a los niños y niñas al mercado laboral (Acevedo et al., 2011).
Al alero de esta premisa se ha acumulado una amplia gama de investigaciones que buscan 
especificar la relación entre ingresos, pobreza y trabajo infantil. Los estudios por país realizados por 
Understanding Children’s Work (UCW, 2009; en OIT, 2013) revelan que, en igualdad de condiciones, 
los niños y niñas pobres tienen más posibilidades de trabajar que sus pares que están en mejor 
situación. En la región Subsahariana de África, Admassie (2002) encuentra que la alta tasa de trabajo 
infantil en la región puede ser explicada, entre otras cosas, en términos de la alta incidencia de la 
pobreza. Amin, Quayes y Rives (2004; en Acevedo, 2011), al estudiar los determinantes del trabajo 
infantil en Bangladesh, apoyan la noción de que la pobreza de la familia afecta la probabilidad de que 
un niño o niña trabaje. El análisis estadístico de Kumari (2013) para Cuttak, India, evidencia que un 
incremento en los ingresos de las familias disminuye significativamente las horas de trabajo infantil.
Del Río y Cumsille (2008), en un estudio en Chile, encuentran que las razones económicas aún son el 
principal motor que explica el trabajo infantil en algunos grupos más vulnerables. En la misma línea, 
los análisis realizados con datos de familias del Caribe colombiano señalan que mientras los niños, 
niñas y adolescentes entre 10 y 14 años aportan en promedio el 10% del ingreso total del hogar, esta 
fracción es de alrededor de 25% en los hogares más pobres, lo cual revela el papel central que juega 
el trabajo infantil en la reproducción de los hogares pobres (Amar et al., 2012). 
Otra serie de estudios señala que la pobreza no explica por sí solala persistencia del fenómeno, e 
incluso, en algunas circunstancias, su disminución incrementaría el trabajo infantil. Sauma (OIT, 
2015), al observar la correlación entre la disminución de la pobreza en los países de América Latina 
y el Caribe y la prevalencia del trabajo infantil, pone en evidencia que la reducción de la pobreza 
no ha ido de la mano con la misma reducción en la tasa de trabajo infantil. Por ejemplo, Bolivia 
y Perú, a pesar de las fuertes reducciones en la pobreza, entre 2000 y 2012, aumentan la tasa de 
trabajo infantil. 
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
43
En la misma línea, la disminución del trabajo infantil y el incremento en la asistencia a la escuela en 
Brasil fueron mucho más intensas en el segmento de la población más pobre, que en la contraparte 
más rica, donde se observan pequeños cambios para todos los períodos medidos (UCW, 2011). Por 
lo tanto, el impacto de la pobreza sobre el trabajo infantil está condicionado por diversos factores, 
requiriéndose acciones complementarias a las políticas de superación de pobreza.
En este sentido, algunos autores (Bhalotra y Heady, 2001; Basu, Das y Butta, 2007; Bar, Basu, 2009; 
en Acevedo et al., 2011) han llamado la atención sobre lo que ellos denominan “la paradoja de la 
riqueza”. Específicamente para el sector agrícola, a medida que la tenencia de la tierra aumenta, 
el trabajo infantil también lo hace. López-Ávila (2009) profundiza la discusión distinguiendo entre el 
trabajo fuera del hogar y dentro del hogar. En Colombia, para el trabajo fuera del hogar se satisface la 
hipótesis del luxury axiom (a menor riqueza, mayor trabajo infantil), pero para el trabajo en un negocio 
familiar se comprobaría la paradoja de la riqueza: a mayor riqueza, mayor trabajo de los niños, niñas 
y adolescentes. 
Por otro lado, el análisis de la transmisión intergeneracional del trabajo infantil (Ray, 2000; Emerson
y Souza, 2003; en Acevedo et al., 2011) indica que, si bien el ingreso tiene un efecto significativo sobre 
la transmisión del trabajo infantil, por sí solo no puede explicar el grado de persistencia del fenómeno. 
Es fundamental destacar, además, la existencia de factores coyunturales que pueden incrementar 
significativamente esta posibilidad en momentos determinados del tiempo. Aquí, el concepto de 
vulnerabilidad entrega herramientas valiosas para este análisis y la identificación temprana de 
posibles eventos con un potencial desestabilizador en el nivel de bienestar de los hogares y en sus 
decisiones sobre el trabajo infantil.
En términos simples, la vulnerabilidad da cuenta 
de la frágil capacidad de respuesta con la que 
cuentan individuos, hogares y comunidades 
frente a la ocurrencia de eventos que constituyen 
riesgos y shocks. Estos eventos pueden precipitar 
decisiones con un alto impacto sobre el nivel 
de bienestar al interior de los hogares y de los 
niños, niñas y adolescentes. En particular, los 
efectos de las crisis económicas, el cambio 
climático, los desastres naturales y fenómenos 
como la migración pueden ser sustantivos en las 
decisiones de los hogares con respecto al trabajo 
infantil. 
En efecto, un trabajo clave
en esta discusión es el
realizado por Basu y Van
(1998), quienes desarrollan
la hipótesis “Luxury axiom”.
Esta premisa señala que para
todos los hogares existe un
salario crítico que determina
si el hogar enviará o no a
los niños y niñas al mercado
laboral.
Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil
44
Como indica OIT (2013), el trabajo infantil constituye una posible respuesta de hogares afectados ante 
eventos adversos como la ocurrencia de sequías, inundaciones o pérdidas de cultivos. En Guatemala, 
por ejemplo, la tormenta Stan aumentó la probabilidad de trabajo infantil en áreas afectadas en 
más de 7% (Bustelo, 2011). Estudios desarrollados para los casos de Brasil y Venezuela muestran 
cómo una caída en el empleo conlleva a mayores tasas de abandono escolar y al incremento del 
trabajo infantil ante la ocurrencia de shocks económicos (Duryea et al., 2007 y Blanco y Valdivia, 2006; 
en OIT, 2013).
Asimismo, existe amplia evidencia acumulada en la región sobre los impactos que han tenido 
crisis económicas y políticas de ajuste y recorte fiscal en el bienestar de los hogares, incluyendo 
el incremento en el trabajo infantil (Cornia et al., 1987). Los efectos documentados tras la crisis 
económica global que explotó en 2008 incluyeron la reducción y precarización de las fuentes y 
oportunidades de empleo. Ante la caída de los ingresos familiares, producto de la pérdida de empleos, 
su mayor volatilidad y la creciente dificultad para hacer frente a los costos vinculados a la educación 
de niños, niñas y adolescentes, se verificó un aumento en la deserción escolar y tasas crecientes de 
trabajo infantil en Bangladesh, Cambodia, El Salvador, India, Kenia, Nicaragua, Nigeria, Tailandia y 
Zambia (Ortiz y Cummins, 2012). 
Cabe destacar que la vulnerabilidad a la que están expuestos los hogares dependerá no solo de los 
eventos transitorios que puedan ocurrir, sino fundamentalmente de su capacidad de respuesta frente 
a estos. En ella se conjugan tanto la disponibilidad de activos que puedan ser movilizados, como 
por ejemplo el acceso al crédito o a la propiedad y las respuestas institucionales que hayan sido 
dispuestas frente a los riesgos a través de políticas públicas relevantes, en este caso, de prevención 
del trabajo infantil o la institucionalidad vigente para su prevención y erradicación. 
Ante la caída de los ingresos familiares, producto de la pérdida 
de empleos, su mayor volatilidad y la creciente dificultad para 
hacer frente a los costos vinculados a la educación de niños, niñas 
y adolescentes, se verificó un aumento en la deserción escolar y 
tasas crecientes de trabajo infantil en Bangladesh, Cambodia, El 
Salvador, India, Kenia, Nicaragua, Nigeria, Tailandia y Zambia.
Factores asociados al trabajo infantil y adolescente
45
B. Características familiares y del hogar
La composición del hogar, las características de sus integrantes y las condiciones en que estos se 
desenvuelven son factores relevantes a la hora de explicar cómo las familias toman las decisiones en 
torno al trabajo infantil.
Un factor muy relevante y ampliamente estudiado es el nivel educativo de los padres y madres. La 
literatura indica que padres con menores niveles educativos tienen más probabilidad de preferir que 
sus hijos e hijas ingresen al mercado laboral antes que al sistema escolar. En la misma línea, ante 
un shock económico, una valoración positiva de la educación haría a los padres posponer la decisión 
de enviar a sus hijos e hijas a trabajar. A su vez, el nivel educativo de los padres y madres está 
estrechamente relacionado con el interés que muestra el niño, niña o adolescente por la escuela.
Un estudio realizado en Nicaragua (Bonilla, 2010) señala que a mayor escolaridad del jefe de hogar 
(secundaria o mayor nivel educativo), la probabilidad de que el niño o niña trabaje se reduce en un 
51%. En Colombia, el nivel educativo del jefe del hogar es estadísticamente significativo y exhibe 
los signos esperados: a mayor educación, menor probabilidad de que un niño o niña trabaje (Amar 
et al., 2012). Por otra parte, en un estudio realizado por Salazar (1990; en Amar et al., 2012), en las 
canteras del nororiente de Bogotá, encontró que alrededor de la mitad de los padres de niños y niñas 
trabajadores nunca ingresaron a la escuela; los que ingresaron, no culminaron sus estudios y se 
vincularon tempranamente al trabajo. En Brasil, se encuentra que la educación del jefe de hogar 
tiene un efecto positivo y significativo en la reducción del trabajo infantil: familias donde el jefe de 
hogar tiene educación primaria, los niños y niñas tienen menos probabilidades de trabajar y más 
posibilidades de asistir a la escuela, que aquellos niños y niñas con padres analfabetos. La misma 
correspondencia se observa para jefes de hogar con educación

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