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Tratamienio de las uretritis Dr. Enrique Alcázar En esta sesion necrológica de ho- menaje a la memoria del doctor Bel- trán no quiero que falte mi humil- de aportación como un testimonio más ele nuestro cariño hacia este insigne con1pañero, que en los años que con- vivió con nosotros se granjeó el afec- to de todos los que le tratamos. Conocí a Antonio Beltrán Alonso hace ya bastantes años, cuando, aún estudiando y habiendo aprobado 1aB oposiciones a alumno interno de la Beneficencia Provincial de Madrid, solicité y obtuve ser destinado al hos- pital de San Juan de Dios, con objeto de iniciarme en la especialidad vene- reo1ógica. Allí permanecí unos meses en el Servicio del Profesor Sáinz de Aja, al lado del doctor Beltrán, en- tonces Jefe Clínico de ese Servicio, y allí comencé a estimarle y a distin- guirme con su amistad. Más tarde, al venirme a Jaén, fué el primer amigo que encontré aquí, pues él había obtenido unos meses an- tes, mediante oposición, el puesto de Jefe del Dispensario Antivenéreo de esta capital. Aquí conviví con él du- rante un año en el mismo hotel, has- ta que ambos nos establecimos, y en este tiempo le conocí mejor y vi 10 que de sincero y afectuoso había en su carácter serio y, quizá, algo re- traído. Después, y hasta el día de su pre- matura muerte, nuestra amistad' ha ido estrechándose por nuestro contac- to como médicos del mismo hospital, y de profesores de la Escuela de En- fermeras, en cuyo cargo de Director me precedió, y por la afinidad de nuestras especialidades, afinidad que hacía que viéramos en común nume- rosos enfermos. 1722 ENRIQUE Como tema en este breve trabajo de homenaje al doctor Beltrán, he ele- gido, por tanto, el que más nos unía en el tratamiento de nuestros enfer- mos: el del tratamiento de las uretritis. En efecto, han sido numerosos los enfermos en que, por encontrar él una .resistencia a los tratamientos habitua- les en una uretritis, me los enviaba para que les hiciera yo tina explora- ción urológica; y tampoco han sido raros aquellos que, llegados a mí con un claro cuadro venéreo, se lbs en- viaba a él, para que con su mayor autoridad en esta materia fueran co- rrectamente tratados. Quiero apartar de este tema las ure- tritis gonocócicas agudas o crónicas, pero no complicadas, es decir, aqué- Has en que en su patogenia no inter- vienen lesiones de estenosis, de prós- tata, etc., por creer que esasTuretri- tis gonocócicas simples son más del dominio del venereólogo que del uró- logo, y me voy a limitar a señalar los dos tipos de uretritis que habitual- mente tenemos que tratar y que en algunas ocasiones nos hacen echar ma- no de toda nuestra paciencia: las ure- tritis gonocócicas complicadas y las uretritis inespecíficas. Llamamos habitualmente uretritis gonocócicas complicadas a aquellas en que la lesión inflamatoria uretral se acompaña de una extensión del pro- ceso a otro órgano del aparato uro- genital, habitualmente próstata o vesí- culas seminales. Y también a aque- ALCAZAR llas en que, dentro de la uretra, la inflamación ha dado lugar a una al- teración morfológica irreversible mé- dicamente, como son las estenosis, di- vertículos y ahscesos uretrales. En todos estos casos, el tratamien- to ha de ser doble: en primer térmi- no, modificar las alteraciones anató- nucas existentes que impidan o difi- culten el drenaje de los focos infec- tivos (glándulas uretrales." próstata, etcétera). Y por otra parte, tratar el proceso infeccioso con la multitud de agentes (quimioterápicos, antibióticos, estimulantes de las defensas, etc) de r~~le hoy disponemos. Los enfermos con uretritis especí- fira complicada se nos pueden presen- tar en dos períodos distintos: el de in- fección aguda y el de infección cró- nica. Es evidente que ante un enfermo ele uretritis aguda, sea o no compli- cada, y sea o no gonocócica, con abun- dante supuración uretral, dolor o es- cozor miccional, fiebre, etc. lo más urgente es tratar en seguida esa in- fección con todos los medios a nues- tro alcance. Podemos y debemos ha- cer un diagnóstico respecto a la etio- logía y a la extensión del proceso, practicando frotis del exudado ure- tral, palpación de uretra, tacto rectal para conocer la afectación de la prós- tata y de las vesículas; pero debemos abstenernos de toda manipulación ins- trumental, tal como dilataciones, son- dajes, lavados, etc. maniobras que pu- 1723 TRATAMIENTO DE LAS URETRITIS dieran dar lugar a extensión del pro- ceso infeccioso a tramos indemnes del aparato urogenital, e incluso a septi- cemias graves. E incluso la simple palpación de la uretra y tacto rectal deben hacerse con sumo cuidado. En estos casos de infección aguda, sobre todo cuando hay afectación de próstata o vesículas, se cuidará de mantener al enfermo en reposo, y se echará mano del arsenal terapéutico antiinfeccioso: sulfamidas, que siguen dando muy buen resultado a condición de administrarlas en dosis suficientes, de ocho o diez gramos diarios, y an- tibióticos, en muchos casos acompa- ñando a aquéllas. El antibiótico más usado ha sido la penicilina, pródiga" mente empleado y con magnifico re- sultado en muchos casos; ahora bien, la sensibilidad del gonococo como de todos los demás gérmenes a la peni- cilina ha disminuído mucho, como po- demos comprobar comparando las es- tadísticas de VAN SLYKE Y ARNOLD, probablemente los primeros que em- plearon este antibiótico en la gonoco- cia aguda, y que administrando do- sis ele 10.000 unidades cacIa tres horas hasta un total de 100.000 unidades, obtenían un 95 por 100 de curaciones, con las estadísticas actuales, en que aun empleando dosis fuertes, de un millón de unidades cada doce horas durante varios días, nos encontramos con un 30 por 100 de fracasos. Esta penicilín-resistencia de los go- nococos da lugar a que en muchos ca- sos sea preferible tratar estos proce- sos agudos complicados con antibió- ticos de amplio espectro, principalmen- te la cloromicetina y las tetracic1inas, con las que en una gran mayoría de los casos la afección cede rápidamen- te y la supuración uretral disminuye o desaparece. Es útil la asociación a esta terapéutica de la proteínoterapia inespecifica. Si existe dolor rniccio- nal podemos administrar azul de me- tileno o algún derivado que ejerza una acción sedante. Otro es el problema que plantean las uretritis crónicas complicadas. En estos casos, lo fundamental es diag- nosticar exactamente el alcance de la infección y facilitar la salida de las secrecciones, para que pueda ser útil el tratamiento quimíoanribiótico: que establezcamos. Debemos averiguar, en primer lu- gar, el estado de la uretra, calibre, presencia de estenosis o de divertícu- los. Para ello es útil la exploración instrumental con bujías, exploradores de hola, etc., con los que una mano experimentada puede darse cuenta del estado anatómico de la uretra. Damos, sin embargo, la preferencia, por la exactitud de los datos que da y la mayor comodidad del paciente, a la exploración radiográfica del con- ducto. Utilizamos para ello los si- gunentes procedimientos: 1.0 Uretrografia ascendente sim- pie: para ella basta con inyectar por uretra 20 ó 30 c. c. del contraste, te- ENRIQUE1724 niendo preferencia los aceites ioda- dos sobre los preparados acuosos. Es necesario obtener la radiografía mien- tras se están introduciendo los últi- mos centímetros cúbicos del contras- te, para que por la presión de éste se mantenga abierto el esfinter uretral externo y se visualice la uretra pos- terior, que de otra manera, al estar vacía de contraste, no se apreciaría; como es natural, el tiempo de expo- sición ha de ser el más corto posible. .2.0 Uretrografía miccional : para ello llena la vejiga del paciente de sustancia de contraste, bien por ha- berla llenado mediante una sonda, o bien habiéndole puesto previamente una inyección intravenosa de contras- teurográfico, se la hace orinar, obte- niendo la uretrografía durante la mic- ción. 3.° Uretrografía con doble con- traste: nos proporciona en ocasiones logia uretral. La técnica segu ida es la siguiente: Inyectamos 30 c. c. de acei- te iodado al 40 por 100 y obtenemos una radiografía en proyección oblicua según la primera técnica descrita. A continuación, retiramos la jeringa del meato, dejando que se escurra en par- te el aceite retenido en la uretra an- terior; con una jeringa de 300 cen- tímetros cúbicos insuflamos ahora ai- re suavemente, aguardando a que el esfínter se relaje para que el aire pue- da llegar a la vej iga, y obtenemos Jurante esta insuflación la segunda uretrografía. La imagen obtenida con ALCAZAR el aceite iodado dibuj ando la pared uretral con sus menores detalles per- miten un estudio imposible de reali- zar con un método de contraste úni- co. Para observar la región de veru montanan, este procedimiento propor- ciona grandes beneficios. Una vez conocida la morfología uretral, debe estudiarse el estado de la próstata y de las vesículas semi- nales mediante un tacto rectal cui- dadoso, que nos haga conocer la exis- tencia, si los hay, de nódulos, zonas fluctuantes, empastamientos, dolor a la presión, etc., en estos órganos, con 10 que podremos averiguar si hay fo- cos de prostatitis crónica abscesos o microabscesos supurados, etc. Y, por otra parte, hay que hacer un estudio bacteriológico del exudado uretral o prostático, para saber si existe una infección inespecífica aso- ciada. Una vez conocido todo esto, esta- mos en disposición de iniciar el trata- miento, que consistirá, como hemos dicho, en facilitar la evacuación de los exudados retenidos. Para ello, qui- zá la maniobra más importante sea la dilatación uretral progresiva y suave hasta alcanzar el mayor calibre po- sible, con lo que, en primer lugar, eli- minamos las estrecheces, caso de que las haya, que dificultan la micción y el drenaje del exudado; pero, además y principalmente, esta dilatación ure- tral, al estirar la mucosa, abre los conductillos de las glándulas infecta- 1725 TRATAMIENTO DE LAS URETRITIS das y permite la salida de la secreción retenida en ellas. En el caso de que existan focos de prostatitis o de espermatocistitis, la dilatación uretral debe ir seguida de. masajes de próstata o de las vesicu- las respectivamente, masajes que se darán con suavidad, pero con firme- za, desde las partes distales hacia las proximales de estos órganos, con ob- jeto de exprimirlos suavemente y va- ciar su secreción. Si existen divertículos uretrales cu- yo vaciamiento sea difícil, será nece- sario su extirpación quirúrgica para poder obtener la curación. Y del mis- mo modo, los abscesos uretrales y pe- riuretrales necesitarán el drenaje qui- rúrgico. Sin embargo, estos abscesos, frecuentes en las uretritis inespecífi- cas, son relativamente raros en las de etiología gonocócica, A este tratamiento local hay que añadir el tratamiento general antedi- cho, con quimioterápicos, antibióticos y proteínoterapia inespecifica. Esta terapéutica habrá de ser mantenida bastantes días, hasta comprobar repe- tidamente la desaparición no sólo de los gérmenes, sino de los piocitos en el exudado uretral. El tratamiento local mediante lava- dos o inyecciones uretrales, tan usa- do hace unos cuantos años, hay que r-roscríbírlo por completo, por su in- eficacia y peligros que acarrea. En efecto, si el líquido con que se efec- túe está muy diluído, es totalmente ineficaz su empleo, y si se encuen- tra demasiado concentrado provoca le- siones químicas en la uretra, que van a motivar más tarde uretritis inespe- cíficas rebeldes, y cicatrices. Muchas de las estrecheces uretrales posgono- cócicas que vemos en la actualidad han sido producidas más bien por di- chos lavados que por la infección ure- tral en sí. Uretritis inespecífica.-Se conocen con este nombre todas las inflama- ciones uretrales en las que no puede demostrarse que sean sifilíticas, tu- berculosas ni gonocócicas. La mayo- ría de ellas son provocadas por gér- menes residentes corrientemente en la uretra, sobre todo 'los bacilos del gru- po coli, el estreptococo y el estafilo- coco. No son raras las infestaciones por el tricomonas vaginales, y abun- dan también las infecciones mixtas. La uretritis inespecífica está tam- bien comúnmente asociada 'con prosta- titis, espermatocistitis y pielonefritis. La causa es muy variable, pudien- do consistir muchas veces en una leu- correa intensa de la esposa. Otras ve- ces la existencia de cuerpos extraños, examen instrumental, sondas perma- nentes e inyecciones de liquidas irri- tantes o cáuticos. También puede ser .". causa un meato demasiado estre- cho para el calibre de la uretra. La uretritis de cualquier causa puede ha- cerse crónica cuando hay una redun- dancia de prepucio o un meato pun- ti forme. Y gran número de las ure- 1726 ENRIQUE trrtis inespecíficas que vemos son re- siduo de una uretritis gonocócica in- suficientemente tratada, en que han desaparecido los gonococos del exu- dado, proliferando, en cambio, la flo- ra banal. Lo mismo que en las infecciones goilocócicas, en Iasjnespecificas con- viene hacer un estudio cuidadoso de las alteraciones anatómicas de la ure- tra, glándulas anejas e incluso en el resto del aparato urinario, antes de establecer el tratamiento. Debe em- plearse e! examen/ instrumental con reserva, ya que la introducción dema- siado precoz de catéteres puede au- mentar los trastornos en vez de me- jorarlos. Si el examen de la secre- ción y de la orina, unido al tacto rec- tal, no proporciona datos definidos, y si la uretra no soporta un examen instrumental, puede ser necesario re- currir a la uretrografía miccional, pre- via urografía intravenosa. En infecciones no muy intensas, las irrigaciones uretrales son beneficiosas en algunos casos, pero no en todos. El llevar la secreción por medio de! lavado a una porción más profunda del canal uretral que puede estar to- davía sana es, en realidad, exponer a que fracasen los esfuerzos curati- vos subsiguientes. Si la uretritis es debida a leucorrea de la esposa, a una infección focal en otra parte del or- ganismo, o a una enfermedad gene- ral, debe dirigirse la terapéutica ha- cia estas causas. Por ejemplo, la dia- ALCAZAR ctes puede ser causa de un flujo uretral particularmente tenaz. La necesidad de antisépticos urina- rios varía en cada caso, pero debe te- nerse siempre en cuenta al planear la terapéutica. Por otra parte, la uretri- tis, cualquiera que sea su origen, se beneficia siempre por el tratamiento diatérmico; la uretra parece respon- der al calor, y se utiliza éste mucho en e! tratamiento de las lesiones ure- trales en forma de fomentaciones, ba- ños de asiento calientes, onda corta, etcétera, Entre los antisépticos urinarios se han usado muchos que han caído to- talmente en desuso. U nicamente con- tinúa aplicándose en muchos casos los deri vados del ácido mandélico, con buen resultado en muchas ocasiones. En la actualidad, sin embargo, la me- dicación corrientemente empleada son los quimioterápicos y los antibióticos, y sus asociaciones, y a ellos vamos a referirnos. Quimioterápicos.-Los más usados "':1 las su1famidas, que han dado un magnifico resultado en infinidad de -asos, y lo siguen dando aún; pero actualmente encontramos, como he- .ros dicho antes, un gran número de resistencias a estas drogas. De todas formas, y si la tolerancia gástrica es buena, son útiles en muchos casos.. siempre que se den en dosis suficien- tes y por un tiempo mínimo de diez o doce días. Desde hace unos dos años se ern- 1727 TRATAMIENTO plean también las nitrofuronas en el tratamiento de las infecciones urma- rías, y entre ellas, la uretral; su ac- ción, en muchos casos, es superior a la de las sulfamidas y antibióticos. De- ben administrarse en dosis de uno a dos gramos diarios,durante ocho o 'iez días. Antibióticos.-Se han usado en las uretritis todos los que hay en el co- mercio, y los que continuamente van apareciendo. Ciñéndonos a los que he- mos usado y en los que tenemos ex- periencia, nos vamos a limitar a CI- tar la penicilina, estreptomicina, te- rramicina y c1orafenicol. En nuestra pequeña casuística he· mas encontrado treinta y seis casos de uretritis inespecífica tratados con an- tibióticos, obteniendo con ellos el si- guiente resultado. Como es natural, sólo hemos escogido los casos en que hemos controlado al paciente durante largo tiempo. Once casos tratados con penicilina más sulfamidas : nueve casos de cu- ración y dos fracasos, en los que hu- bo que recurrir a otros antibióticos. Veintitrés casos tratados con peni- cilina m,ás estreptomicina: quince ca- sos curados y ocho fracasados. En los doce casos restantes, en to- dos los cuales habían fracasado estos DE LAS URETRITIS antibióticos y las sulfarnidas, ya tra- tados por nosotros o bien con ante- rioridad, utilizamos la terrarnicina, en nueve casos aisladamente y en tres asociada al c1oranfenico1. Se consiguió la curación en diez casos, fracasando en dos, uno de ellos tratado con la asociación terramicina - c1oranfenico1. No hemos empleado e! ciaran fenicol como único antibiótico. No tenemos experiencia con la eri- tromicina en el tratamiento de este tipo de uretritis. Según un trabajo recientemente leído, de VVILLCOX y colaboradores, en el que revisan e! re- sultado obtenido con los diversos an- tibióticos, es la eritrornicina el más eficaz en este proceso. En resumen, creemos que se deben utilizar los antibióticos de amplio es- pectro, en dosis y durante un tiem- po suficientes, asociados a la proteí- noterapia inespecifica y a un trata- miento adecuado para mejorar las condiciones locales (masajes prostáti- cos, diatermia, etc.). Terminamos con esto este bosquejo de! tratamiento de las uretritis, en e! que han quedado muchos cabos suel- tos, pues únicamente nos hemos limi- taclo a citar algunos puntos que par- ticularmente debemos recordar al tra- tar un enfermo de esta afección. numero 20-1
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